Los checos y eslovacos - Fundación Nuevo Comodoro
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Los checos y eslovacos - Fundación Nuevo Comodoro
Capítulo XI Los checos y eslovacos El Libro de los Pioneros 363 364 El Libro de los Pioneros E ste grupo de inmigrantes se estableció en la ciudad y su área de influencia en el período de entreguerras con fuerte inserción como trabajadores en la actividad petrolera. Su primera entidad asociativa fue el Club Checoslovaco que no tuvo continuidad en el tiempo. Finalmente la colectividad formalizó su organización en la Asociación de Checos y Eslovacos creada en 1994. El Libro de los Pioneros 365 366 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS Reseña histórica El Libro de los Pioneros 367 368 El Libro de los Pioneros RESEÑA HISTORICA Los Checos y Eslovacos E l 24 de septiembre de 1993, un grupo de descendientes de checoslovacos se reunieron con el deseo de congregar a la colectividad el día 8 de octubre en las instalaciones del Club 13 de Diciembre, con el fin de programar la celebración de la primera independencia de las provincias checas y eslovacas , proclamada el 28 de octubre de 1918 después de la Primera Guerra Mundial. En aquella reunión se discutió sobre la organización de la celebración y la intención de checos, eslovacos, sus hijos y familiares de concretar pronto una Asociación.En las reuniones siguientes se expresa la intención de “formalizar nuestra asociación, dándole el carácter de colectividad”, y se propone convocar a “una asamblea con el fin de sentar las bases de la misma”. El día 5 de junio de 1994, los descendientes se reúnen en el salón del “Dom Polsky” con el propósito de conformar la comisión directiva de la incipiente Asociación. Para darle un nombre definitivo a esta Asociación se inscriben varios nombres, del que queda finalmente el de Asociación Checa y Eslovaca. Además, se resuelven como objetivos de esta entidad: 1°) Asociar a los checos y eslovacos para impulsar el conocimiento de sus culturas, sus idiomas, su historia, artes, etc., para mantener fresco el recuerdo de nuestros ancestros y honrar la sangre que corre por nuestras venas. 2°) Apoyar todas las manifestaciones culturales, exposiciones, ferias, conferencias, etc. Donde se manifieste el accionar de los inmigrantes, destacando la participación que les cupo a los checos y eslovacos. 3°) Acopiar documentación, fotografías, testimonios, etc. Sobre los pioneros checoeslovacos y su gravitación sobre la historia de nuestra ciudad. El Libro de los Pioneros 369 370 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS Personalidades El Libro de los Pioneros 371 372 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS / LIDIA JANECEK Los recuerdos de la hija L a República Checa se divide en tres regiones: Bohemia, Moravia y Silesia. Praga, la capital, queda en la región de Bohemia. Ella lo sabe desde chiquita. Vivía pidiendo a los padres que le contaran su historia. “Ellos charlaban en la mesa, cuando comíamos, que el tren paraba acá, que paraba allá. Este pueblo y aquel. Tal familia vivía acá, aquella allá. Eran las discusiones. ‘Este camino pasaba por acá’. ‘No, pasaba por allá’. ‘No. Vos estás equivocado’. Hablaban, discutían. Y uno lo va mamando desde chico. En el año 96, cuando fui, me encontraba con esos pueblos y me parecía conocerlos”. Lidia Janecek es argentina, pero en las venas lleva sangre checa. Es la única hija de los inmigrantes Francisco Janecek y Rosa Svoboda. Ambos eran de Moravia, de pueblos cercanos. Rosa nació en Dubñany, el 28 de agosto de 1904. Francisco nació en Hovorany, el 7 de octubre de 1899. El llegó a la Argentina en el 24. Ella en el 28. Su madre tenía 10 años cuando estalló la Primera Guerra. En la mesa familiar siempre evocaba, ante la hija azorada, el recuerdo de sus caminatas a través del bosque hasta la ciudad de Hodonin, en la frontera con Eslovaquia. La niña trabajaba en la fábrica de azúcar, que allá se extrae de la remolacha. “Me contaba que en tiempos de la guerra intercambiaban comida, y a ella le decían 5 centavos, porque era chiquitita, 10 años, imaginate, un poquito más grande que mi nieta. Y ya trabajaba y se iba caminando, invierno y verano, a través del bosque, 7 kilómetros. Ella se traía el azúcar adentro de las botas. Se la robaba para que su familia tuviera algo para intercambiar. Eran 7 hermanos pero una murió de sarampión. Quedaron 3 hermanas y 3 hermanos”. Perfil De los 6 Svoboda, 4 emigraron a la Argentina: María, z Lidia Janecek es argentina, la Josefa, Rosa y Juan. Allá quedaron 2 varones y se les sumó única hija de los inmigrantes una niña, la última de las hermanas Svoboda. En 1939, Lichecos Francisco Janecek, nacido dia conoció a sus abuelos maternos. Los trajo a Comodoro en Hovorany el 7 de octubre de su tío Juan. 1899, y Rosa Svoboda, nacida en Los pueblos natales de la madre y el padre quedaban Dubñany el 28 de agosto de 1904. muy cerca. A unos 15 kilómetros, dice Lidia. Pero no hubo Sus padres llegaron a la Argentina atajos para el amor de Rosa y Francisco en la República Cheen 1924 y 1928 respectivamente z El Libro de los Pioneros 373 374 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS / LIDIA JANECEK ca. No había entre ellos autopistas como las de ahora. Ni telecomunicaciones. La vida andaba a carro o en tren. Recién vinieron a coincidir a la Argentina. A conocerse, enamorarse y a nacer a Lidia. Ella sabe que sus padres llegaron a la Argentina, empujados por la pobreza que siguió conmoviendo a aquella tierra muchos años después de la primera guerra, que enmarcó en 1918 el surgimiento de Checoslovaquia tras la desintegración del imperio austro-húngaro. Según dice Lidia, hacia 1940 había en Comodoro unos 600 checos. Por cuestiones ideológicas, voluntariamente o deportados, muchos regresaron a la Checoslovaquia comunista al término de la 2da guerra mundial. También los papás de Lidia añoraban sus pagos, pero eligieron quedarse. “Yo cuando empecé la escuela no sabía hablar en castellano. En mi casa se hablaba en checo. Imaginate. Mi tío Juan hizo venir a los abuelos en el 39. Primero vivieron con mi tía Josefa, después con mi tío Juan y después se fueron a Astra a vivir con mi mamá. Yo nací en el 44. Mi abuelo algo se defendía en castellano, pero mi abuela nada más que ‘boun día, hola, que tal’, y nada más. De ahí no la sacabas. Todos eran de la misma región y hablaban el mismo idioma. Yo aprendí así. Los tíos venían a visitarnos desde Comodoro en auto o en autovía, en el trencito, y en casa comían y se ponían a cantar. Porque eso tenían. Se la pasaban cantando. Era juntarse y hablar y cantar”. “Entre los primos que tengo acá, yo era la benjamina. El menor de mis primos, Stanislao Svoboda, va a cumplir 80 años ahora a fin de año. Los hijos de mi tía Josefa, José Dunaj, tiene 82, y mi prima María, tiene 90”. Por el lado de los emparentados con la familia Svoboda, el primero en llegar fue José Dunaj, marido de la tía Josefa, después vino su cuñado, el tío Juan Svoboda, después la esposa de Dunaj, Josefa, con María de un año, después la mayor de las hermanas Svoboda, María, y finalmente Rosa, la mamá de Lidia. Las 3 hermanas Svoboda trabajaban en el Hotel Universal, de la calle 9 de julio, que era de María y después lo vendió a su cuñado, José Dunaj. Junto a Josefa, Rosa siguió trabajando ahí como cocinera hasta 1943, cuando se casó con Francisco Janecek y se fueron a vivir a Astra. Bueno. No precisamente. “En Astra había un hospital muy lindo pero no atendían partos. Entonces yo nací en el sanatorio de los doctores Agustiza y Varando, que quedaba ahí donde está ahora el Paseo del Sur. Había unas escaleras altas y en el piso de arriba estaba el sanatorio”. Lidia guarda gratos recuerdos de Astra, donde “había de todo”. Tenía “escuela, el cine, la cancha de fútbol, el hospital, una sucursal de La Anónima, la cooperativa del personal, verdulería, carnicería, peluquería, el Club Palitroque. Y el Parque de Astra, famosísimo. Ahí con la primaria íbamos a los picnics de primavera, y se hacían kermeses también. En el medio tenía un círculo de cemento que era la pista de baile y se llenaba. Mi suegro ponía música. Había una casita para poner el tocadisco y el parlante. Y abajo se bailaba. Tiempos lindos. Muy lindos”. El papá de Lidia llegó a Astra después de cruzar un océano y peregrinar por el desierto campo patagónico. A diferencia de los Svoboda, Francisco Janecek se aventuró en trance migratorio sin familiares de este lado del planeta. Después de cumplir con el servicio militar en su país llegó a la Argentina con 25 años, en 1924. Hizo una breve escala en Comodoro pero rumbeó primero a Facundo, trabajando en chacras de paisanos y amigos, y después a Sarmiento, a emplearse en la Municipalidad como conductor de motoniveladora. Abrió calles y niveló el terreno de la plaza central. En el 35 volvió a Comodoro y entró a Astra, donde siguió como tractorista, trabajando en el movimiento de suelos de locaciones petroleras y el arreglo El Libro de los Pioneros 375 376 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS / LIDIA JANECEK de caminos. En 1943 se casó con Rosa Svoboda, en la iglesia Santa Lucía de kilómetro 3. La fiesta fue en el hotel de la tía Josefa. Al año siguiente nació Lidia. Francisco se jubiló en 1961 y falleció al año siguiente. Nueve meses después se le unió su esposa. Lidia perdió a su padre y a su madre en 1962. Apenas tenía 17, 18 años. Los recuerdos que conserva de ellos son como tesoros. Su voz se hace más temblorosa al evocarlos. Cae la tarde en Ciudadela. Crecen las sombras de un invierno tibio. Alrededor del busto de Sarmiento la plaza está reverdecida bajo la luz amarilla de los faroles. Lidia cuenta que de los hermanos Svoboda, fue María la que internacionalizó sentimientos. Se casó con un español. Rosa se conoció con su checo, Francisco, de un modo que Lidia desconoce. Supone que fue en el hotel de los Dunaj. Niega que los inmigrantes de su sangre hayan cerrado filas y recuenta varios cruces parentales. Aunque también recuerda que los paisanos coincidían en el Universal y en los bailes del Luso que organizaba el Club Checo. “Nunca le pregunté a mi mamá cómo se conocieron, pero sé que después de 9 años se casaron. Se conocían pero no pasaba nada. No es que estuvieron 9 años de novio”. Lidia sabe que su madre tuvo un noviazgo antes, pero no conoce nada previo a Rosa sobre su papá. “No sé muchas de esas cosas. No se hablaba de eso, menos delante de las criaturas. Ahora los chicos saben hasta cómo vienen los bebés. Yo me avivé tarde. A los 12 años todavía jugaba a las muñecas”. Cuando Lidia nació Rosa ya tenía 40 años. Por eso no tuvo hermanos. “Y antes no era como ahora, que te sigue un médico. Mi mamá se embarazó y jamás fue al médico. Y después de 9 meses casi me caigo por la escalera”. Efectivamente: por la escalera que llevaba al sanatorio de los doctores Agustiza y Varando, ahí donde está ahora el Paseo del Sur. La parturienta había soportado el interminable viaje sobre el ripio del camino entre Astra y Comodoro Rivadavia, a bordo del Willy familiar. Ya a la salida de Astra, en lo que llamaban el paraje de “boliche viejo”, el padre, conductor nervioso, había agarrado de lleno un pozo importante y su mujer había estado a punto de parir. Lo que son hoy unos breves 20 kilómetros, por entonces eran una travesía. Cuando llegaron al fin a Comodoro y después de escalar hasta el sanatorio Rosa se recostó en la camilla, Lidia ya estaba asomando su cabeza al mundo. “Así es la historia. Me crié en Astra, con chicos de todo el mundo. Todos los idiomas”, y Lidia Janecek es argentina, pero en las venas lleva sangre checa. Es la única hija de los inmigrantes Francisco Janecek y Rosa Svoboda. Ambos eran de Moravia, de pueblos cercanos. Rosa nació en Dubñany, el 28 de agosto de 1904. Francisco nació en Hovorany, el 7 de octubre de 1899. Él llegó a la Argentina en el 24. Ella en el 28. recuerda los encuentros en su casa, las mateadas y comidas del papá con sus amigos eslovacos. Eran de los que allá vivían cruzando el río Moravia. Hablaban idiomas muy parecidos. Los distinguía sobre todo el acento. Lidia domina el checo pero no quedan muchos otros que lo hablen en Comodoro y entonces practica leyendo. Literatura. Y enseñando a Celeste, su nieta de 6, que “tiene memoria de elefante” y está a su cuidado los días de semana después de la escuela. En 2006 vino una profesora checa de Buenos Aires a dar clases a Comodoro y le anunció a Lidia que en agosto de 2007 se dictaría un curso en Praga sobre metodología, para enseñar el idioma. La profesora interesó a Lidia. Los gastos corrían por cuenta de la República Checa. Se fue con una paisana de Diadema. Llegó allá el 13 de agosto. Disfrutó junto a sus primos en Moravia dos semanas. Después cruzó a Bohemia y el 27 en Praga empezó a cursar por las mañanas y a recorrer y conocer su historia, su arte, su arquitectura, en los tours de cada tarde. “El senado, el castillo, los palacios. La plaza vieja. La casa de Karel Capek, el escritor. Pasé por la casa de Kafka cuando iba al aeropuerto”. Praga, que había sido un misterio para sus padres, siempre recluidos a la vida rural de sus pueblos, con su catedral gótica, sus monumentos barrocos y sus museos se abrió de par en par a la hija argentina, checoparlante en viaje de estudios. El 8 de septiembre, su primo la buscó en Praha y la llevó de vuelta a Moravia, a Brno, que es la más importante ciudad de la región. Ahí se quedó hasta el 14, cuando pegó la vuelta a Comodoro. Fue igual de intenso el segundo viaje. Algo más cultural y turístico. Ya había estado un mes de paseo en el 96, en su viaje iniciático. Bastante más movilizante, de puro descubrimiento, reconocimiento de aquella tierra tan evocada por sus padres. Lidia terminó el 6to grado de la primaria y no quiso seguir la secundaria. No quiso. Aprendió corte y confección con una vecina. Hija única. Se supone: la nena mimada. “No, no. No te creas. Me tenían al trote. Mi viejo era estricto. No era la libertad que damos ahora. Aunque yo hoy le decía a mi nieta (Celeste) que los tiempos cambiaron. No se puede dejar a los chicos solos. En nuestros tiempos el peligro era caernos en un pozo de inyección, le decía el abuelo, porque en ese tiempo hasta las piletas eran a cielo abierto. Nosotros vivíamos por los cerros. Las chicas, saltando matas, jugando en los médanos. Dábamos la vuelta a la manzana en bici con todos los chicos. En Astra era como una gran familia. Después, cuando fuimos El Libro de los Pioneros 377 378 El Libro de los Pioneros LOS CHECOS Y ESLOVACOS / LIDIA JANECEK adolescentes, no teníamos más diversión que el cine dos veces por semana y a veces daban películas prohibidas y no podías ir. Y no había televisión, solamente radio. Entonces formamos un club: el Club Juvenil. De 14 a 17 años. De chicas y chicos. Y hacíamos asaltos y bailábamos. Después teníamos los bailes que hacía la empresa el 25 de mayo, el 20 de junio, el 9 de julio y pará de contar. Cuando pasamos los 17, se formó el club de ex alumnos y ahí se armaban unas fiestas bárbaras porque íbamos todos en familia. Después, para fin de año, dos o tres veces se hizo la despedida del año, el 31 de enero, en el Cine y la gamela, donde se hacía la cena y se juntaba todo el barrio”. Al mes de morir su madre, Lidia dejó su trabajo en la cooperativa de Astra y se fue a vivir con su tía Josefa, a Saavedra y Rivadavia. Ahí estuvo, 3 años y medio, y empezó a trabajar en un comercio céntrico, que se llamaba Atelier, “la casa de los 10 mil artículos”. Todavía recuerda. Se vendía como pan caliente el conjunto de “Combate”, la serie televisiva, con casco, ametralladora y cantimplora. Salía “9 con 90”. Los días de reyes vendían hasta la una y media de la mañana, a la gente que salía del cine. Se casó con Héctor en el 66 y vino a vivir a esta misma casa, en Ciudadela, junto a sus suegros portugueses. Con su esposo ya había empezado a noviar en Astra. Los Ramos vivían a tres filas de su casa. Tuvieron dos hijos. En el 70 nació Andrea y Héctor Alejandro en el 73. Tienen 3 nietos. Celeste por el lado de Andrea, y Tomás y Morena, por el lado de Héctor. Los nietos empiezan a aprender algo sobre la cultura checa. De la cocina de la abuela emanan cada tanto los aromas característicos. Para la última Feria Gastronómica cocinó 40 kilos de chucrut. Con rábano picante o eneldo, Lidia le da su toque checo a la universal salsa blanca. Viene bien para acompañar las típicas “bolas”, que en realidad, según la región, se llaman “knedle” o “sisky”. Son esferas de masa hervida. También andan con salsa de tomate, que al estilo checo debe ser medio rosada y dulzona, porque se hace con harina tostada y lleva azúcar. Lidia cuenta que esas “bolas” son ya algo exótico hasta en la misma República Checa. El plato típico cambió su preparación. A la masa cruda se modela como a un pan francés y se la corta para echar al agua en rebanadas. En los supermercados las venden pre cocidas. Rosa Svoboda las cocinaba con harina, polvo de hornear, leche y huevo. Así aprendió Lidia, aunque en sus últimos experimentos las logró super ligeras, con harina leudante y soda. Es una comida popular. Era típico mezclar trozos de pan viejo en la masa. “Es comida de pueblo sufrido”, dice ella y recuerda que sus padres le contaron de aquellos malos tiempos y el hambre distraída con knedles remojados en cesnekova polevka, que es sopa de ajos picados, aceite y agua. “Cesnek” es ajo. “No había domingo en casa sin comida checa”, recuerda Lidia. De su infancia conserva muchos aromas y sabores. Como los de las papas cocidas al horno, enteras y con cáscara, acompañadas en la cena, con una taza de leche, y los “tocni”, esa especie de panqueques, hechos de papas ralladas, huevos, harina, sal y pimienta. Para ser correctos, en el lenguaje faltarían signos sobre algunos de estos conceptos culinarios. Y tal vez la ortografía no sea del todo correcta. Pero son detalles. Lidia gusta del idioma, pero ella misma lleva una vida como Janecek, cuando en realidad la c de su apellido lleva encima lo que ella llama una “palomita”, lo que la convierte en “ch” al oído. Es una v pequeñita. Además la jota en checo sonaría como i. Lidia en realidad debería ser llamada “ianechek”. Y Svoboda, que se suele acentuar en la segunda o, en realidad debería acentuarse en la primera. Sin importar la acentuación, la traducción del apellido materno es inequívoca. Significa libertad z El Libro de los Pioneros 379 380 El Libro de los Pioneros