Honestamente…¿ayudamos a nuestros hijos a ser honestos? Autor

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Honestamente…¿ayudamos a nuestros hijos a ser honestos? Autor
Honestamente…¿ayudamos a nuestros hijos a ser honestos?
Autor: Paola Ceruti
La honestidad es una valor que solemos enseñar a nuestros hijos desde pequeños. Los
animamos a decir la verdad, a no mentirle a sus padres, no mentir al profesor, no mentir
a un amigo. Les trasmitimos lo mejor que podemos que esa vía no es la mejor para
solucionar las dificultades que enfrentan dado que afectará su credibilidad y confianza
que los demás tengan en él. Les enseñamos que lograr la confianza de otra persona o de
una institución es algo que cuesta mucho tiempo ganarse y muy poco perder. Ser
alguien que es catalogado de veraz o creíble implica que tiene mayor posibilidad de que
sus compañeros quieran hacer los trabajos con esa persona dado que es confiable y
responde a sus compromisos o que quieran ser amigos de él/ella por la confianza que les
provoca. También es más probable que en su colegio ante alguna situación dudosa su
versión sea creída. En el futuro aumenta la probabilidad que obtenga oportunidades
laborales dado que es una persona confiable, creíble, atributo que muchos empleadores
y socios consideran más importante que una habilidad intelectual o técnica particular.
El tema es ¿si ser honesto trae muchos beneficios, porqué nuestros hijos (y a veces
nosotros) mentimos? En muchos momentos es muy difícil elegir la verdad, requiere
coraje para enfrentar con hidalguía lo incómoda que puede ser esa opción. Además
implica firmeza y convicción de que ese valor es fundamental en nuestra identidad y en
cómo elegimos vivir la vida, cómo queremos mirarnos a nosotros mismos.
Nos cuesta elegir la verdad por ejemplo si eso afectará en algo las relaciones afectivas
con alguien que nos importa. Imagina la siguiente escena: es el cumpleaños de tu hija de
6 años y le entrega su regalo la tía Carla, quien siempre ha querido mucho a tu hija. Al
abrir el regalo la tía le pregunta a tu hija ¿te gustó? Y ella le dice honestamente, “no”…
y la tía enmudece… ¿tú qué haces? Bueno, muchos padres inducirían a su hija a mentir
por cuidar las emociones de la tía o la relación familiar diciendo: “pero mi amor, si la tía
te lo regaló con tanto cariño, yo lo encuentro bonito y muy útil para ti, vaya y déle un
abrazo a la tía por el lindo regalo que le trajo”. Sin darnos cuenta entregamos el mensaje
a nuestra hija que mentir está bien si su objetivo es cuidar las emociones de alguien a
quien queremos.
¿En cuántas otras ocasiones (y sin estar consciente) le estás enseñando a tus hijos a
elegir la deshonestidad como camino? Por ejemplo si te llama una amiga o familiar con
el cual no quieres hablar por teléfono le dices a tu hijo “dile que no estoy”, o cuando te
ve planteando una idea en privado y otra diametralmente distinta en público, o en esas
ocasiones donde es evidente que estuviste equivocado y no eliges reconocerlo o
disculparte. ¿Qué crees que le estás trasmitiendo a tu hijo?
Otras veces ocultar información es la vía elegida porque pensamos que nuestros hijos no
están preparados para esa verdad, por ejemplo si estás llorando porque tuviste una
dolorosa pelea con tu pareja y tu hijo pequeño se acerca a preguntarte qué pasa, tú le
dices “nada, es una pelusa en el ojo”, está bien no contar los detalles de la discusión a tu
hijo porque no tiene la edad para absorber esa información ni el rol para recibirla, pero
al decirle que no pasa nada además de cuidarlo lo estás insegurizando. El niño tuvo una
percepción (ver a su madre llorar) y una intuición (algo anda mal) y va a chequearla con
mamá. Si mamá responde eso muchas veces el niño aprenderá a no confiar en sus
propias percepciones y en su capacidad de descifrar las claves emocionales en los
demás y en si mismo. También puede aprender que esas emociones no hay que
compartirlas con nadie, que son malas, que no deben mostrarse y que cuando sin quieres
se escapen, hay que mentir al respecto. Lo mejor es responder en forma simple, “si he
estado llorando, tengo pena por algo, pero ya se me va a pasar”.
Para ayudar a nuestros hijos a elegir la honestidad como primera opción en la vida, les
sugiero partir por empatizar con lo difícil que es esa opción, los costos y pérdida que
tomarla implica y desde ahí ver a nuestros hijos como héroes cuando lo logran. Luego
podemos intentar vivir la honestidad nosotros mismos, evitando en lo posible las
“mentiritas blancas”, que sin darnos cuenta, van inoculando en nuestros hijos la
liviandad frente al mentir.
Suerte en este desafío !!

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