Yo soy el pan vivo que vine del cielo

Transcripción

Yo soy el pan vivo que vine del cielo
Cristo vive y Viene
Yo soy el pan vivo que vine del cielo
Autor Efrain Araya
miércoles, 23 de julio de 2008
"YO SOY EL PAN VIVO QUE VINE DEL CIELO"
El pueblo de Israel se encontraba esclavizado en Egipto, y clamaron a Dios para que los sacara de esa humillación en
que estaban. Dios los oyó y con mano fuerte y poderosa los sacó, a fin de llevarlos a la tierra prometida.Su caminar por el
desierto fue en medio de muchas pruebas. Tuvieron sed, y Dios les dio, por medio de Moisés, el agua que necesitaban,
haciéndola brotar abundantemente de una roca. Más adelante necesitaron alimento para su sustento, y Dios les dio el
Maná, pan del cielo, y con este Maná los mantuvo, hasta que entraron a la tierra que les había prometido.En su
permanencia en este mundo, el Señor se muestra como “el pan que vino del cielo”, y con esta declaración,
los religiosos de su tiempo estaban confundidos.“Jesús les dijo: Yo soy el pan que descendió del cielo”
(Juan 6: 41b) “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del
cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida
del mundo” (Juan 6: 49 - 51)Debemos entender que el maná que Dios le dio al pueblo de Israel en el desierto,
era para alimentar su cuerpo, a fin de que no murieran.“Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años,
hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los limites de la tierra de Canaán”
(Éxodo16: 35)El Señor les anuncia un nuevo pan que Él les daría, que al comerlo el hombre necesitado, saciaría el hambre
en su alma necesitada, y no moriría. El Señor les anuncia que el pan que les daría, es su carne, la que entregaría por la
vida del mundo.
En la profecía se anunciaba que Él daría su cuerpo por la vida de una raza perdida, y en el Nuevo Testamento nos
encontramos con el cumplimiento de lo anunciado:
“Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.
Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle”
(Mateo.27: 30, 31)El Señor les había dicho que debían comer su carne y beber su sangre para tener vida. A raíz de esta
confesión, se produjo una gran confusión entre ellos, la que dura hasta nuestros días, aún en medio de los llamados
cristianos. Es claro entender estas palabras: el que come mi carne y bebe mi sangre significa que se hace uno con Él:
“¡MORA EN MI, Y YO EN ÉL! El Apóstol Pablo en relación con esta unión, y ésta vida que había recibido de parte del
Señor, podía decir con una gran alegría y gratitud: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo
por mí” (Gálatas 2: 20)
El que come su carne, y bebe su sangre, no tan sólo saciará su hambre espiritual momentánea, por haber creído en ÉL,
sino que vivirá eternamente.“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come,
él también vivirá por mí” (Juan 6: 57)¿Quién podrá comer su carne y beber su sangre en forma literal?
Ciertamente nadie, por lo que nos enseña la Palabra de Dios, y el pensarlo es un desconocimiento de ella.“Si
cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, comiere alguna SANGRE, yo pondré mi
rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo.
Porque la vida de la carne en la SANGRE está” (Levítico 17: 10, 11a) “Por lo cual yo juzgo que no se
inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los
ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre.” (Hechos 15: 19, 20)Esta es la enseñanza de parte de
Dios:“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2: 14)El Señor se muestra como el
pan que viene del cielo. En otra oportunidad se muestra como un camino, o como una puerta. Sin serlo explícitamente,
son figuras para enseñar verdades espirituales.¡Qué gloriosa verdad! No tan sólo se muestra como el pan que
desciende del cielo, sino como el pan que da vida. Es esta la gran misión del Señor: dar vida a los que están muertos
en sus delitos y pecados, y esa vida es eterna. Esta unión con sus redimidos la solicita en oración al Padre:“Padre,
la hora ha llegado; glorifica a tú Hijo, para que también tú Hijo te glorifique a ti, como le has dado potestad sobre toda
carne, para qué dé viva eterna a todos los que le diste” (Juan 17: 1b, 2)“Mas no ruego solamente por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, OH
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”
(Juan 17: 20, 21)El pueblo de Dios, camina por fe, unido a su Señor, para morar eternamente con Él, en el lugar de
gloria, donde Él está.
Las palabras pronunciadas por el Señor, produjeron en sus discípulos una lamentable exclamación:“Al oírlas,
mucho de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿Quién la puede oír?” (Juan 6: 60) El Señor conocía el
corazón de sus discípulos, y las dudas que tenían, y no quería dejarlos con esa carga, ni a ninguno de los suyos, y les dice,
que lo que les esta hablando, deben entenderlo en forma espiritual, y les aclara con estas palabras:“El espíritu es
el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:
63) El pan de vida, que es el Señor, es una figura de su cuerpo, y lo deben comer como un símbolo espiritual, figura de
su cuerpo y de su sangre derramada en la cruz del calvario:“Así, pues, todas las veces que comieres este pan, y
bebieres esta copa,
la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga” ( 1 Corintios 11: 26) Tanto nos amó, que constriñe nuestros
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corazones, y de nuestra alma sale una profunda adoración, el recuerdo de sus sufrimientos, y su muerte en la cruz del
calvario. Nos hace expresarle nuestro reconocimiento y nuestro amor. Ahora es sólo una memoria por fe, pero cuando
estemos delante de Él, le veremos cara a cara tal como Él es.
“En esa voluntad somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos10: 10)“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para
siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que
sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados” (Hebreos 10: 12 - 14)Este sacrificio eterno del Señor, sirve para alimentar no el cuerpo, sino el
alma del necesitado:“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados” (Mateo 5: 6)
LAS PALABRAS QUE YO OS HE HABLADO SON ESPIRITU, Y SON VIDAE. Araya G.
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