“Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera
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“Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera
Domingo l de Adviento 2 de diciembre de 2012 Nº 421 Parroquia San Germán - General Yagüe 26 - 28020 Madrid Telf 915554656 “Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza” (Santa Teresa de Jesús) El Cardenal H. J. Newman ha expresado muy bien el sentido personal del Adviento en una homilía de la que destacamos estas expresiones: “¿Sabéis lo que significa esperar a un amigo, esperar que llegue y ver que tarda? ¿Sabéis lo que significa estar en ansia cuando una cosa podría ocurrir y no acaece, o estar a la espera de algún acontecimiento importante que os hace latir el corazón cuando os lo recuerdan y al que pensáis cada mañana desde que abrís los ojos? ¿Sabéis lo que es tener un amigo lejos, esperar sus noticias y preguntaros cada día qué estará haciendo en ese momento o si se encontrará bien?... Velar en espera de Cristo es un sentimiento que se parece a todos estos, en la medida en que los sentimientos de este mundo pueden ser semejantes a los del otro mundo”. Salvación de Adviento. No es una palabra hueca, cuando hay una experiencia viva. Se espera lo que se desea. Se desea aquello que se necesita. ¿Cómo podemos decir que esperamos al Señor si no lo deseamos, o que lo deseamos si no sentimos necesidad de su presencia? Sin deseo, no hay esperanza, sin necesidad no hay deseo. Y sin estas componentes de la espiritualidad del Adviento, la oración del deseo y de la esperanza pierde su verdad y su fuerza expresiva. No hay Adviento donde no hay deseo y necesidad de presencia y de salvación. Por eso la materia prima del tiempo litúrgico de la espera y la esperanza, a nivel personal, es la invocación sentida y sincera de una nueva venida del Señor en nuestra vida. Lo ha expresado muy bien el anónimo autor de meditaciones evangélico-litúrgicas que firmaba “un monje de la Iglesia de Oriente” y que en realidad era el monje L. Guillet: “Quien espera a Cristo se ilumina y se dilata en cada instante. Se dilata porque lo vemos que tiende hacia su plenitud. Se ilumina porque la presencia de Cristo proyecta ya sobre él la luz de una venida todavía más perfecta. Él vendrá, vendrá de nuevo. Vendrá siempre hasta el momento de su venida en la gloria. Él ya ha venido. Viene a nosotros en cada instante. Cada instante no tiene otro valor que el de esta venida y esta presencia de Cristo que el momento presente nos trae”. Desde la experiencia personal, la oración universal de la Iglesia en Adviento referida a toda la humanidad, da a la espiritualidad del Adviento una dimensión también real y universalista. Este tiempo de la Iglesia celebra, afirma e implora con su oración la salvación de nuestro mundo y de nuestra historia. La Iglesia afirma en este tiempo que nuestro mundo y nuestra historia necesitan una salida, una salvación que no puede ser inmanente a la sociedad en que vivimos; tiene que venir de fuera, de Dios. Desde la perspectiva de un mundo que todavía espera al Mesías como Salvador de su propia historia, desde la experiencia comunitaria de una Iglesia que tiene que avivar el sentido de la espera y la llama de la esperanza, desde la propia experiencia de pobreza y de indigencia que hacen no superflua sino necesaria la presencia del Señor, podemos vivir el misterio del Adviento. Por eso la oración que resume la espiritualidad del Adviento, el Marana-thá puede ser el grito de la Iglesia que ansía, espera e invoca una nueva venida del Señor. Una oración que desde el corazón puede ir impregnando de liturgia cotidiana el trabajo de cada día. Y una oración celebrada en la Eucaristía, como expresión cabal de una Iglesia Esposa en vela que anhela y espera al Esposo, mientras no deja de anunciar su venida a toda la humanidad. Nos agruparemos filialmente en torno a la Virgen María, aprovechando la novena de la Inmaculada Concepción, para que Ella, que venció al Maligno, nos defienda de los cantos de sirena de este mundo y de las asechanzas del Demonio. Queremos tener, durante cuatro semanas, la mirada puesta en el Cielo. Y, cuando la Navidad se acerque, nuestros ojos, ya purificados, podrán mirar hacia Belén llenos de ternura y de consuelo. EL MILAGRO DE EMPEL Corría el año 1585, reinaba Felipe ll y, como decía cierta canción, “el sol no se ponía en nuestro Imperio”. Las tropas españolas estaban inmersas en la Guerra de los 80 años, luchando contra la rebelión de las provincias del norte de Flandes no sólo para conservar el territorio, sino para intentar frenar el avance de la reforma protestante (calvinismo) que habían abrazado los rebeldes. En octubre de ese año, tres tercios españoles al mando de Francisco Arias de Bobadilla son enviados a ocupar la Isla de Bommel, territorio ganado al mar entre los ríos Mosa y Vaal. Desde allí, debían dirigirse al norte. La isla fue tomada sin problemas, pero los españoles se habían metido, sin darse cuenta, en una ratonera a merced de los holandeses. El conde de Holac, al mando de las defensas calvinistas, reunió una importante flota, embarcó en ella su infantería, y rompió la mayoría de los diques que contenían al río Mosa el día 2 de diciembre. La isla de Bommel se inundó rápidamente, y las tropas católicas tuvieron que buscar refugio en las escasas zonas elevadas, donde eran blanco fácil, acuartelándose en una pequeña colina junto a la iglesia de Empel. Los intentos de rescate fracasan, se acaban los víveres, las ropas están empapadas y el frío hace que la situación sea insostenible. Es entonces cuando, según relato de la época, “estando un devoto soldado español haciendo un hoyo en el dique para guardarse debajo de la tierra del mucho aire que hacía junto a su tienda y cerca de la iglesia de Empel, a las primeras azadonadas que comenzó a dar para cavar la tierra saltó una imagen de la limpísima y pura Concepción de Nuestra Señora, pintada en una tabla, tan vivos y limpios los colores como si se hubiera acabado de hacer(…).Llévanla pues como en procesión al templo entre las banderas, la adoran pecho por tierra todos, y ruegan a la Madre de los ejércitos que pues es la que solo podía hacerlo, quiera librar a sus soldados de aquella asechanza de elementos y enemigos”. Este hallazgo anima a los españoles, que rechazan la oferta de rendición de Holac, y están dispuestos a lanzarse a una batalla suicida y resistir hasta el final. Pero he aquí que la noche del 7 al 8 de diciembre empieza a soplar un viento gélido, y un frío inusual convierte en hielo la superficie del cauce del Mosa. Los españoles ven entonces la oportunidad, y marchan sobre el hielo hacia la flota enemiga. El ataque coge a los holandeses totalmente desprevenidos, y tras una dura batalla, los soldados del tercio derrotan al ejército holandés. Y cuentan que en ese momento, se cubrió el cielo, comenzó a llover y a deshelarse las aguas. La Virgen Inmaculada fue tomada desde aquel día como patrona de los tercios. En 1892 fue nombrada patrona de la Infantería española. El Papa Pio lX proclama la Inmaculada Concepción de María como dogma de fe el 8 de diciembre de 1854. El fenómeno meteorológico que aconteció aquel 8 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel ha sido investigado por historiadores y meteorólogos holandeses. En los años 90, el Instituto de meteorología holandés concluyó que la concatenación de circunstancias que produjeron que el agua alrededor de la isla de Bommel se helase en una sola noche, fue un fenómeno por completo inusual y nunca visto en esas tierras. QUÉ SIGNIFICA LA CORONA DE ADVIENT Su origen se encuentra en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar: partían de sus costumbres para enseñarles la fe Católica, dándole un nuevo sentido porque Jesús hace todo nuevo. La primavera, la luz, la alegría, el resurgir de la vida, es ahora y para siempre el mismo Cristo. Aunque hay varias formas de componer la corona, en todas se prepara un círculo con follaje verde, y dentro de él se colocan cuatro velas, una por cada semana de Adviento. La forma circular: símbolo de la eternidad de Dios, el Alfa y la Omega. El círculo no tiene principio ni fin, como el amor de Dios, que es eterno, y como nuestro amor a Dios y al prójimo, que nunca debe de terminar. Las ramas verdes: verde es color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. Nuestro anhelo más importante debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre. Las cuatro velas: hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado, que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Aunque pueden ser de colores, lo habitual son tres moradas (el morado es el color del Adviento, que nos recuerda que es tiempo de penitencia, de conversión) y una rosa. Las moradas se encienden las semanas 1,2 y 4 de Adviento, y la rosa es para la tercera semana, que es la del domingo de “gaudete” o alegría. Encender las velas domingo tras domingo muestra la gradual subida hacia la plenitud de la luz en Navidad; una luz que aumenta a medida que nos acercamos al nacimiento de Jesús, que es la Luz del Mundo. La corona de Adviento también podemos prepararla en casa y pedir a un sacerdote que la bendiga. Se puede adornar también con manzanas rojas (que representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva, que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal), y rodearla con un listón rojo (símbolo del amor de Dios que nos envuelve). Pero recordemos que lo más importante no está en preparar las cosas externas, sino en prepararnos por dentro para dejar nacer a Jesús en nuestras vidas. PARA ENTENDER LAS LECTURAS DE HOY 1ª LECTURA: Jer 33, 14-16 Adviento. Viene el Señor. Empezamos otro Año litúrgico. La liturgia da orden y sentido al paso de nuestra vida por el tiempo. Vamos hacia Dios porque Él viene a nosotros. Dios ya se nos hizo presente en Jesús. Por eso celebramos su Venida en la Navidad. Siglos antes, los profetas anunciaron que la Venida del Mesías al mundo iniciaría una era de salvación y de paz. Los profetas educaron la esperanza del Pueblo de Dios. En horas de pesimismo, de temor, el Libro de Jeremías reitera por segunda vez la antigua promesa de un “Vástago” glorioso que hizo el Señor a David por medio de Natán. 2ª LECTURA: 1 Ts 3, 12-4,2 San Pablo en su carta a los Tesalonicenses propone reflexiones y aclara dudas en torno al tema de la fe en su última Venida del Señor, que fue un punto de partida de la formación cristiana de los convertidos en las primeras misiones paulinas. El breve inciso que leemos hoy, como segunda lectura, les recuerda que, cuando venga Cristo, nos juzgará en el Amor o Caridad fraterna antes de aceptarnos en su Reino. Teniendo ya a Dios en Cristo por la fe y el amor, esperamos ahora su Venida gloriosa (Parusía). La esperanza será colmada al final. Es necesario testimoniar en nuestra vida diaria la autenticidad de la esperanza en una experiencia de amor fraterno hasta el don de la propia vida. EVANGELIO: Lc 21, 25-28, 34-36 La página evangélica que nos propone la liturgia hoy, la componen dos fragmentos de la última parte del Sermón escatológico según san Lucas. La escatología es la consideración religiosa de la historia del mundo en la perspectiva de su término final. Jesús infundió en sus discípulos la serena conciencia de caminar hacia un orden ultraterreno, divino. Es la mejor y quizás la única forma de hacer menos injusto el presente orden temporal. Dicen que el “Sermón escatológico” es el capítulo más oscuro y difícil del Evangelio. No lo es tanto si se considera en su conjunto. Pero el carácter fragmentario del texto que leemos hoy no permite más que una breve reflexión sobre los cuatro puntos que contiene: 1) La venida del Hijo del hombre; 2) el gozo con que deben recibirlo sus discípulos; 3) la angustia de los otros; 4) necesidad de estar siempre preparados. El verdadero sentido de la Encarnación exige una doble actitud: encarnación en el mundo con un mensaje que abre caminos de plenitud humana en él, sin perder la esperanza en la plena realización final. Enraizados en el mundo y, a la vez, lanzados hacia la eternidad. Los hombres necesitan el testimonio vivo de los creyentes. Ángel Fontcuberta Avisos Parroquiales Diciembre Hoy domingo 2 de diciembre se abre el plazo de inscripción de voluntarios para colaborar en la parroquia con la Misión Madrid. Por la tarde se reúne AMIQITIA, a las 17:00h. Y aún hay oportunidad para poder realizar compras solidarias en el Mercadillo Misionero. Recordamos que durante la semana, hasta el 7 de diciembre, estamos rezando la Novena de la Inmaculada, desde las 19:00h hasta las 20:30h. El miércoles 5 habrá retiro para jóvenes, desde las 20:00h a las 22:00h. El jueves 6 tendrá lugar una jornada de formación de Corona. El día 7, por ser primer viernes de mes, a las 20:00h tendremos el acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Y por la noche será la Vigilia de la Inmaculada. La parroquia acudirá a la iglesia de la Concepción (C/Goya), a las 21:30h. En los carteles podéis ver otros templos en los que habrá también vigilia. El sábado 8 a las 18:30h, en el Seminario de Madrid, el cardenal acogerá a los nuevos seminaristas. Rezamos especialmente por Borja y Alejandro, de nuestra parroquia, y los encomendamos a nuestra madre Inmaculada. Todos los sábados a las 18:00h Cine Católico en los salones de la parroquia Para que os vayáis animando, el 15 de diciembre hay organizada una excursión a la casa de San Juan de la Cruz (Segovia), con visita guiada, recital y celebración de la Eucaristía. Podéis ver más información en los carteles. Aún podéis inscribiros para los Ejercicios Espirituales que habrá del 5 al 9 de diciembre. Quien no tenga puente, puede incorporarse el viernes 7 por la tarde. Tu parroquia también está en www.sangerman.es www.youtube.com/user/flordesanluis www.seguntuplaneta.blogspot.com Facebook: San Germán Parroquia Twitter: SanGermanMadrid Google+: San German de Constantinopla Pinterest: SanGermanMadrid