Transferencia y sujeto supuesto al saber
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Transferencia y sujeto supuesto al saber
TRANSFERENCIA Y SUJETO SUPUESTO AL SABER1 EVA LERNER I. INTRODUCCIÓN Los diversos pasajes e intentos de formalización de Lacan, causados seguramente por los avatares diarios en su práctica, derivan, en los últimos años, en algo que él mismo confiesa: el embrollo de los nudos. No sin haberlos recorrido exhaustivamente y afectada por la ganancia que implica la inclusión de las formalizaciones borromeas de RSI y el cuarto nudo o sinthôme, considero que el nudo deja fuera, entre otras cosas, el acto del analista en la transferencia. Ilda Levin llama cuarto nudo a la transferencia y Clara Cruglak al anudamiento mismo del nudo de tres. Son algunos modos de incluir lo que Lacan no explicita. El nudo sirve para pensar la estructura y el efecto del análisis en la estructura, pero no los movimientos transferenciales, es por ello que a mi entender es necesaria una vuelta retórica acerca de este concepto. Acepté la invitación a investigar desde el XV (Seminario del Acto Analítico) hasta el XXIII El sinthôme y elegí el concepto de transferencia para hacerlo. Mi interés consistió en dilucidar la función de la transferencia en el pasaje al acto mismo de la castración ,en el pasaje de analizante a analista y en el acto del analista en los análisis que conduce. Es decir recorrer de algún modo las diferencias entre transferencia y sujeto Supuesto al Saber. Al final de la tercera clase del seminario sobre el Acto analítico, Lacan pregunta: “¿Qué quiere decir por lo tanto el análisis de la transferencia? Y responde: Si algo quiere decir no puede ser otra cosa que la eliminación del Sujeto Supuesto Saber, porque no hay para el análisis, ni mucho menos para el analista ninguna parte –y esta es la novedad– del Sujeto Supuesto Saber. Solo hay lo que resiste a la operación del saber haciendo el sujeto, ese residuo que podemos llamar la verdad”.2 El analista no debe olvidar en ningún momento -al sostener la ficción del Sujeto Supuesto 1 Texto parcialmente extraído de la ponencia presentada en el Seminario de Escuela en 2010: Del acto al Sinthôme. 2 Jacques Lacan: El Seminario, Libro XV: El acto psicoanalítico, clase del 29 de noviembre de 1967, inédito. 1 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner Saber como único acceso a una verdad- que luego será arrojado y reducido a la función de causa.3 Eso es lo que vertebra, a mi entender, en el analista, su posición en las curas que conduce. Ese espejismo del analizante que tienta al goce del narcisismo del analista como persona es el máximo peligro al que estamos expuestos .Tanto el pasaje de analizante a analista como su acto requieren del duelo por el Sujeto Supuesto Saber. Es en ese momento que se advierte también del gran malentendido de la humanidad, del ejercicio de las ciencias, del la política, en fin lo cómico que resulta haber creído que hay Otro y los riesgos que por ello corre cada hablante con su creencia a cuestas. Mis lecturas desembocaron en la clase que dio Alain Didier-Weill4 en el seminario de Lacan – quien en ese momento se encontraba dictando el Seminario XXIV: L´insu…En dicha clase Didier Weill le objeta a Lacan el dispositivo del pase como modo de situar el final del análisis en la EFP y sostiene allí lo que yo leo del siguiente modo: un testimonio es intransferible por interpósitas personas, pasadores por ejemplo, porque se pierde la concordancia entre la falta en el enunciado y la falta en la enunciación. Delimito así los bordes de mi interrogación. Entre el sostén de la transferencia en el análisis, lo que llamamos el análisis en intensión y la extensión del psicoanálisis en el lazo social, algo se termina del lugar de analizante que uno fue cuando se da el pasaje del lugar de analizante al de analista. También algo de termina de los ideales de Escuela que alguna vez tuvimos emulando a la EFP. Nos tocaría, en la extensión, hacer la clínica de nuestra adhesión a los dispositivos de Lacan en los comienzos de nuestra formación y en los comienzos de nuestros análisis y lo que de ellos podemos corregir hoy a la luz de nuestra experiencia clínica y de Escuela. No siempre podemos corregir. El recinto grupal defiende con uñas y dientes lo establecido, acusa la corrección de renegatoria y disolvente y así la reunión de analistas, aún lacanianos, no presenta diferencias en su modo de resolver el malestar en la cultura que otros agrupamientos, salvo una que es esperable y a la que no deberíamos claudicar: la presencia del discurso analítico en el lazo social entre 3 4 Ibíd. Ver la clase del 8 de febrero de 1977 del Seminario XXIV: L´insu que sait de l'une-bevue s'aile à mourre. 2 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner “analistas”,en el decir singular, fragmentario, por retazos y de a ratos. En la intensión las teorización del concepto de transferencia que se lee en lo que sostenemos de hecho no siempre coincide con la teorización que tenemos de derecho. De derecho el concepto no varía estructuralmente. No solo durante el período que comprende los seminarios del 67 al 76, sino que a lo largo de la enseñanza de Lacan se enriquece sin variar su esencia. Por ejemplo, después del Seminario XIII: El objeto del psicoanálisis, Lacan ya no habla de deseo del analista pero continúa hablando de transferencia. Es porque en todo momento, desde el Seminario VIII nos queda claro que se trata de una apuesta transubjetiva y no de un diálogo interpersonal, que es necesario volver sobre su uso fáctico en las curas y en la interpretación. II. El concepto de transferencia El concepto de transferencia es más amplio que el de Sujeto supuesto Saber, aunque lo subsume. Por ejemplo, un analista no puede dejar de estar “en transferencia” con el psicoanálisis que sostiene, con los maestros y los textos que recorren la línea teórica a la que adscribe, incluso podría decirse que ésta seguramente no es ajena a su historia y a sus síntomas. Que se haya autorizado en el ejercicio de una práctica y que haya dado las vueltas suficientes en su análisis, no disuelve la transferencia a sus maestros; más aún, tal vez la gratitud por ser deseante es solidaria de su producción. Sus invenciones no deberían ser leídas, en el ámbito de una Escuela, como dicidencias o confrontaciones transferenciales a riesgo de fundar feudos de analistas en lugar del agujero propuesto por Lacan para la trama social de una Escuela , modos habituales de paliar el malestar en la cultura. Pero el lazo social brega por la transferencia imaginaria. El problema no es nuevo en la extensión. Lo que no debemos ceder es la intensión. En la intensión pregonamos de derecho distinto de lo que practicamos de hecho? En el Seminario sobre la Lógica del Fantasma, Lacan introduce a partir del cuadrángulo de Klein el vector de la transferencia que parte de la alienación radical: “O pienso o soy” y se 3 Transferencia y sujeto supuesto al saber desdobla a de Eva Lerner el trabajo de análisis en transferencia. Así, resuelve la alienación por la operación verdad, pasando por “no soy” y “no pienso”. La transferencia, ese vector al que me refiero y que continúa en el esquema del Seminario sobre el Acto, el siguiente, que Lacan dictó entre el ´67 y el ´68, fue tematizado anteriormente por él de diversos modos. En 1961 le dedica un seminario entero, del que no se desdice: La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas. Allí afirma que si el nachträglich significa algo, es en el mismo momento en que una frase termina que su sentido se devela, ya que sus significantes aparecen bajo una forma invertida; para que algo pase, para que toque, es necesario que sea traducible en el lugar del Otro y retorne en forma invertida. En ese mismo seminario la llama presencia real5 y la compara con la Eucaristía. Entiendo que esta comparación se refiere a la recepción en el cuerpo pulsional del analista del golpe de lo transferido de la pulsión parcial del analizante, acogida en el vacío de la causa deseante de su deseo de analista. Cuerpo y sangre recibido en comunión. Agrego,sostenida en lo antedicho: eso es la experiencia del análisis, lo que debe retornar desde el analista de lo recibido de lo transferido .Retorno en forma invertida, desde el analista hacia el analzante, como rectificación de lo no dicho lo que produce efecto sujeto. En el seminario sobre Los cuatro conceptos, de 1964, Lacan nombra a la transferencia así: puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente. La sexualidad, bajo la forma de las pulsiones parciales, se manifiesta en la economía del intervalo,6 y si la estructura de la pulsión aparece gracias a la introducción del Otro, solo se completa realmente en su forma invertida. En la primera edición en francés de los Écrits, cinco años después, publica Intervención sobre la transferencia, trabajo en el cual señala la primera vez que Freud postula a la transferencia como obstáculo, por no advertir la transferencia negativa, que siempre es del 5 Jacques Lacan: El Seminario, Libro VIII: La transferencia, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1991, pág. 277. Jacques Lacan: El Seminario, Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Barral editores, Barcelona, 1977, pág. 181. 4 6 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner analizante y que a su vez vuelve negativa la interpretación del analista que la interpreta. Este escrito proviene de una ponencia de Lacan del año 51. Ya entonces proponía a la transferencia como la aparición, en momentos de estancamiento de la dialéctica analítica, de los modos en los cuales el sujeto constituye sus objetos. A fin de vaciarla de los sentidos imaginarios que a lo largo de la historia del psicoanálisis se le pegaron al concepto de transferencia y a su operatoria, Lacan la piensa topológicamente en el punto T del ocho interior7y la matematiza con el cuadrángulo de Klein. Asimismo, en muchos pasajes de su obra –en los que no me detendré en esta oportunidad– diferencia transferencia imaginaria de transferencia simbólica y transferencia de contratransferencia. Hoy, concluida su enseñanza, puesta en práctica hace más de treinta años, vale la pena retornar al concepto y a su operatoria, es decir, verificar cómo lo usamos de hecho en el análisis, a qué nos referimos con él y a una reflexión acerca de su ejercicio en estos tiempos. Lacan subraya que toda la genialidad del análisis consiste en saber manipular la transferencia, pero a diferencia de Freud, hay muy pocos ejemplos de su práctica. Esto no obliga a imitarlo. Para concluir este apartado, en síntesis, si no es un diálogo interpersonal y la interpretación no puede ofender al yo para interpretar al sujeto 8, no acusa del goce sino que debe mostarle al sujeto, las razones de ese goce, en forma invertida. III. La suposición de saber y su disolución Aunque el concepto de transferencia es más amplio que el de Sujeto supuesto al Saber, para Lacan, el índice de instalación de la transferencia es la presencia de la función Sujeto Supuesto al Saber, la que funciona como causa de la aparición del significante de la transferencia. Si bien no se puede dar comienzo a un análisis sin la instalación de la transferencia, el analista ni debe creerse que es el Sujeto supuesto Saber ni puede sostener la transferencia si no diferencia lo que aún no sabe de psicoanálisis, si se trata de un practicante, de lo que no sabe, porque el saber es del inconsciente del analizante. 7 8 Ibíd., pág. 274. Modo en que lo dice Isidoro Vegh 5 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner Subsumir ambas cuestiones obstaculiza la transferencia porque el analista está más ocupado de lo que debería saber que de lo que no sabe y no interroga al inconsciente. Me sirvo de dos citas para entrar en el tema: “Lo que acentué del Sujeto Supuesto al Saber como fundando los fenómenos de la transferencia, siempre subrayé que eso no comporta ninguna certidumbre en el sujeto analizante de que su analista sepa un montón. Muy lejos de eso. Pero es perfectamente compatible con el hecho de que sea considerado como muy dudoso el saber del analista, lo que por otra parte –hay que agregar– es frecuentemente el caso por razones muy objetivas: los analistas, en suma, no saben siempre tanto como deberían por la simple razón de que frecuentemente no trabajan mucho. Eso no cambia absolutamente nada al hecho de que el saber está presupuesto en la función del analista, que es ahí donde reposan los fenómenos de transferencia”.9 “[…] hace falta que él, el psicoanalista sepa, que es el único que puede poner esto en cuestión la función Sujeto supuesto al Saber en virtud de la existencia del inconsciente […]”.10 A lo largo de sus seminarios, Lacan va desplegando el requerimiento de que se instale esta función como operador en la transferencia, a la vez que nos advierte de la responsabilidad del analista en su permanente disolución. Lo que se espera del analista desde el comienzo, y lo que sabe por su análisis, es a qué queda reducido el Sujeto Supuesto al saber y es a estar advertido de entrada que su función es su disolución. “Una vez que el analista se convierte en depositario del Sujeto supuesto al Saber, cualquier enunciado que diga es tomado como verdadero por el analizante. Por gracia de la trasferencia el analista detenta el privilegio de hablar desde el lugar de la verdad y en virtud de un deslizamiento imaginario ostenta también la prerrogativa de comportarse como dueño y garante de la verdad. Esto es precisamente lo que el análisis debe disolver, el Sujeto supuesto al Saber y no el campo de la verdad en juego”.11 9 Jacques Lacan: El saber del psicoanalista, clase del 2 de diciembre de 1971, inédito. Jacques Lacan: El Seminario, Libro XV: El acto psicoanalítico, clase del 7 de febrero de 1968, inédito. 11 Norberto Rabinovich: “El análisis de la transferencia”, en Imago Agenda N° 145, Buenos Aires, 2010. 6 10 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner La transferencia es la entrada de la verdad, de la verdad del amor: “[…] la verdad del inconsciente, es decir, la revelación del inconsciente como saber, esa revelación del inconsciente se da de manera tal que la verdad del amor, o sea la transferencia, no hace allí más que irrupción. […] Y nunca se supo bien hacerla volver a entrar, salvo bajo la forma del malentendido, de la cosa imprevista, de la cosa con la que no se sabe qué hacer, salvo decir que era preciso reducirla, incluso liquidarla. Esta observación por si sola justifica que un pequeño libro sepa hacerla valer, porque además es necesario compenetrarse de esto: que de la experiencia analítica, la transferencia es lo que ella expulsa, lo que ella no puede soportar sino padeciendo por su causa fuertes dolores de estómago”.12 Entonces, la transferencia es estructural del parlêtre, es el modo en que irrumpe la verdad del amor en la neurosis, pero recibir en el análisis lo transferido del objeto a y no expulsarlo es un problema del analista, no del analizante. ¿Cómo? El uso de la teoría puede convertirse en fetiche si el analista no logra “bajarla” a la práctica como experiencia de la transferencia –cuando digo práctica me refiero a lo articulación singular entre clínica y teoría ya que la teoría sola se fantasmatiza como “toda”, y ese es el punto a sostener en tensión. El recinto de una Escuela y los lugares de enseñanza parecieran demandar esa universalización, ese “paratodismo”, y la teoría solo se puede mostrar no-toda en el análisis, en el análisis de control o en lo que actualmente sostengo como dispositivo de enseñanza de la teoría a partir del caso por caso en singular13. Es por eso que Lacan decía: “del objeto a del que les estoy hablando lo saben mis analizantes, son los únicos que están entendiendo lo que digo”. La institución demanda saber y el análisis demanda no saber. Es por ello que no hay política del psicoanálisis sino del analista y en el análisis, no en las 12 Jacques Lacan: El Seminario, Libro XXI: Los incautos no yerran, clase del 19 de marzo de 1974, inédito. Esta cita del ´74 es solidaria de la ponencia del ´51, publicada en los Écrits. 13 Dispositivo que acuñé llamado Práctica del Comentario 7 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner instituciones. En las instituciones votamos políticas y dispositivos que no siempre congenian con el psicoanálisis, a pesar de nuestras intenciones, por eso me gusta pensar últimamente que no se trata de política del psicoanálisis sino de presencia o no de discurso analítico. Tampoco va de suyo que la ética del psicoanálisis se sostiene sola sino desde la ética del analista cuando ocupa su lugar. La práctica analítica consiste, entonces, en una experiencia que incluye al analista como al único que instaura la suposición y el único que debe cuestionarla desde el comienzo de la cura para sí mismo, a la vez que permitir que esa función opere para el analizante, para recibir el objeto en su semblante. “[…] el hombre se pone en el lugar de la basura que es – por lo menos a los ojos de un psicoanalista, que tiene una buena razón para saberlo porque él mismo se pone en ese lugar, de recibir esa basura. Es preciso pasar por esa basura decidida para, quizá, reencontrar algo que sea del orden de lo real”.14 La exigencia que el analista obtiene de su fin de análisis, es haber liquidado para sí las suposiciones. La vacuidad fantasmática requerida en nuestro oficio se opaca si un analista se cree el Sujeto del Saber en la cura, pues en ese caso el deseo del analista se nubla y deja de interrogar al saber inconsciente, erigiéndose en el ideal, y deja de recepcionar en transferencia el falso ser del fantasma, ofendiéndose o enojándose con el analizante. Si el analista lo permite, desde la instalación del operador Sujeto supuesto al Saber hasta su liquidación es esperable que se cumplan los pasos de la falta en el ser y en el saber, para el pasaje al acto de la castración, la cual vertebra ese pasaje y modifica radicalmente la relación con el Otro y con los otros en el lazo social. A mi entender, esto no implica indiferencia y falta de gratitud para con quien prestó el cuerpo durante años en una transferencia de la que resultó, para el analizante, “ese camino práctico de vivir mejor” –que era lo que Freud le reclamaba a Ferenczi–, tampoco significa que, al finalizar su análisis, el analizante se vuelva transparente y no pueda mantener una interlocución con el que otrora fuera su analista, a quien le pagó por la castración. Gracias a eso hoy puede pasar al acto, ya que en tanto semejante o interlocutor no desaparece del 14 Jacques Lacan: El Seminario, Libro XXIII: El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006, pág. 122. 8 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner universo - esto era lo que Ferenczi le reclamaba a Freud. Lacan tuvo varios suicidios después de instaurar su dispositivo del pase. El inventó el pase para fundar un espacio más allá del análisis porque los análisis no terminaban. Tipificó también a los AE como aquellos en los que fundaba el porvenir de la institución psicoanalítica, porque si discurso en falta agujerearía la masa. El pase tuvo un destino fatal en la EFP, nada ajeno a la didactocracia de la IPA. Por eso disolvió. Hacer la clínica del fracaso es apostar al dispositivo para verificar pasaje y fin pero corregir lo que fracasa en tanto sería esperable que el fin se inscriba en el discurso en el lazo social. Aunque al fin del análisis uno anda solo y dialoga solo, sin Otro y sin fantasmatizar, si queda algún resto del ideal de Escuela en el pase termina de caer, y esto obliga a testimoniar para recuperar la falta propia y la del Otro. En una charla que mantuve el verano pasado con Urania Tourinho Perez, una psicoanalista amiga de Salvador de Bahía, ella me decía que la transferencia al psicoanálisis en el lazo social, a una Escuela, a sus dispositivos, demanda un ideal contrario al análisis de cada uno. Al fin del análisis no hay Otro. En la vida hay Otro y hay otros, todos semejantes en la barradura, aunque haya diferencias, nadie ocupa el lugar del Otro sin barrar. Así es la transferencia y junto a ella, la experiencia de su liquidación una y otra vez. De lo contrario seríamos anacoretas que no dialogaríamos con nadie ni convocaríamos a espacios compartidos. Si no estamos advertidos de ello, y no lo estamos nunca lo suficiente corremos el riesgo de usar la transferencia como un instrumento peligroso que abona el ideal o la increencia. Del lado del analista, haber sido ese “alguien” que compartió la intimidad y la vergüenza del goce padecido por una persona que eliminó la suposición de saber y lo arrojó del lugar de analista para volverlo su resto, conlleva el jolgorio del acto. Someterse a una prescindencia que imposta abstinencia cuando en realidad se alegra del éxito de su acto, tergiversa el lugar del otro en el lazo social. Con esto intento decir que se trata de la eliminación del Sujeto supuesto Saber, no del otro en el lazo social. Es decir que en el lazo social hay otro y que la otredad que tantos 9 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner tematizan, entre ellos Levinas, es, según mi opinión, la verdadera barradura del Otro, efecto del agujero verdadero que agujerea el narcisismo y la trama de una Escuela. Si esta trama no resta agujereada, es que del fin se hizo estandarte. El corte en el discurso, que no es obligatorio que sea por la sesión corta, se corresponde con una ligadura en el lazo social de la institución psicoanalítica. En resumen: 1) Hay otros. 2) El concepto de transferencia subsume el de Sujeto supuesto al Saber y no al revés, o sea, el concepto de transferencia es más amplio. 3) La presencia real, la puesta en acto de la realidad del inconsciente, que es sexual, son definiciones que culminan en el vector transferencia del cuadrángulo de Klein y que vaciaron verdaderamente los sentidos imaginarios que la historia del psicoanálisis con sus desvíos le colgó, pero… siempre algo se gana y algo se pierde. A mi modo de entender, recibir lo transferido, sobre todo lo transferido del falso ser que permitirá construir el fantasma, implica tratar de acoger en transferencia y mostrar al analizante su propio mensaje invertido desde el lugar del analista, que es el analizante mismo en su división; es así como actualmente practico “un solo lugar”, a condición de saber dónde está el analizante. La Suposición de Saber es un indicador de la relación con el Otro. “Los neuróticos suponen sabidas las verdades ocultas. Hay que liberarlas de esa suposición para que ellos, los neuróticos, dejen de encarnar esta verdad. La histérica ya es psicoanalizante, si se puede decir así, o sea que ya está en el camino de una solución. La busca a partir de implicar al Sujeto supuesto al Saber en ese al que ella refiere […]”.15 Con esto digo que toda suposición de saber es neurótica, es decir, fantasmática, y puede sostenerla un analista, pero si la sostiene deberá saber que no llévó su análisis hasta su fin. La única suposición de saber autorizada al analista es suponer que el saber es del inconsciente del analizante; lo demás son prejuicios. La única suposición de saber que se 15 Jacques Lacan: El Seminario, Libro XVI: De un Otro al otro, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2008, pág. 352. 10 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner sostiene es al saber del inconsciente, que se lee en el decir de un análisis. De la lectura que el analista realice depende el encuentro del sujeto con su verdad. Lo real es preciso ponerlo en su lugar con un sentido, Lacan lo llama lo sensabido, le sensu, es del sentido que puedo separar lo real.16 La letra desde ese momento no es solo legible en la homofonía, tampoco es solo metafórica, y se lee de un modo en quien puede entrar en el registro del duelo por el objeto a y de otro, en quien lo tiene dificultado. El acting out muestra y pide su lectura, pero su letra se lee en lo que muestra. Propongo decirlo de este modo: el inconsciente, o sea el lugar del saber, está estructurado como un lenguaje y se ordena en discurso. El ello, el lugar del falso ser, se ordena en un fantasma, pero cuando no lo logra, se muestra en el acting out. El acting out del lacanismo es lo que en la comunidad de experiencia es aún resistente a entrar en discurso a pesar de los años transcurridos. La transferencia es “La coalescencia de la estructura con el sujeto supuesto saber que prueba que el neurótico interroga la verdad de su estructura y pasa a encarnar en sí mismo la interrogación siendo él mismo síntoma. Si algo puede hacer caer esto, es precisamente la operación del analista, que consiste en practicar el corte, gracias a lo cual la suposición del Sujeto supuesto al Saber se despega, se separa de la estructura. […]. El juego de la cura analítica gira en torno a este corte. Es un corte subjetivo porque, con seguridad, todo lo que decimos de un deseo inconsciente siempre desemboca en suponer que un sujeto termina por saber todo lo que quiere. […] Seguramente existe un lugar donde es así. Justamente, cuando se trata de decir sí o de decir no a lo que llamo lo que se quiere. A eso se llama la voluntad. Pero en cuanto a saber lo que él quiere, esto es para el amo, como para la mujer, el deseo mism. . La histérica supone que la mujer sabe lo que quiere, en el sentido de que ella lo desearía. Por eso la histérica solo logra identificarse con la mujer a costa de un deseo insatisfecho. Asimismo el obsesivo, respecto del amo que le sirve, en un juego de escondidas, para 16 Así lo dice Lacan en el Seminario XXIII: El sinthome. 11 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner pretender que la muerte únicamente puede alcanzar al esclavo, es que solo identifica del amo lo real, a saber, que su deseo es imposible”.17 En el momento de la disolución de la transferencia puede nacer para el sujeto una certeza que le permite des-fijarse, lo que le permitirá reintegrar su sitio simbólico en el Otro.18 Al final del análisis, dice Lacan en el Seminario XXV: El momento de concluir, el Sujeto supuesto al Saber gira a supuesto saber leer de otro modo (Le suppossé-savoir-lireautremant).19 La inexistencia del Otro se escribe en el discurso, solo hay que saber leerla. Al final del análisis, si alguien queda vertebrado por esa inexistencia, en absoluta soledad del Otro, advertido de que la pulsión o los embates de lo real pueden recrear al Otro en determinados tiempos pero se le presenta en tanto otro. Puede suceder que, a pesar de haber dado las vueltas necesarias en su análisis, alguien necesite volver a hablar de su dolor, escucharse ante otro, lo cual no significa que se encuentre en el mismo tiempo de relación con el saber y con la falta que al comienzo de su análisis. Sostener esa religiosidad puede acercarnos a la burocracia que objetamos de la IPA o a la impostura. Ahora bien, el que inicia un análisis testimonia un padecimiento no menos respetable que el que testimonia al final del recorrido de su libertad deseante. El testimonio de una vida solo es legible sin moral, en la ética del deseo que nos habita, que no es la del pudor, la de los bienes, la de la belleza, ni siquiera la ética médica del primum vivere, es decir, sin suponer saber del bien del otro. La disolución del Sujeto supuesto al Saber no implica el ostracismo. Más que nunca, no dejan de existir los maestros de la vida, los discípulos, los analistas con los que uno se analizó, los colegas incautos con quienes siempre es bueno dialogar, los amigos, los analizantes que devinieron colegas, el hombre que uno ama, los padres, los hijos, los libros. Eso también se llama transferencia. 17 Jacques Lacan: Op. cit., pág. 353. Jacques Lacan: El Seminario, Libro XXIV: L´insu que sait de l'une-bevue s'aile à mourre, clase del 8 de febrero de 1977, inédito. 19 Jacques Lacan: El Seminario, Libro XXV: El momento de concluir, clase del 10 de enero de 1978, inédito. 12 18 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner Cuando un análisis comienza, se le adjudica un saber a alguien y por eso se lo ama. Pero cuando un análisis termina, cuando se transitó el engaño del amor, quien fue el analista, el maestro, o aún el exmarido de la vida, no son indiferentes. Se los ha amado y odiado, pero también puede pasar que se esté agradecido. Seguramente, los analistas que sostuvieron nuestros análisis ocupan un renglón de algo que acontecido en nuestras vidas de quién es mejor no renegar y poder decir de cada uno “fue alguien importante en mi vida”. De lo contrario, el análisis pasa a ser un fetiche perverso, –esto puede seguir pasando y es cómico para quien lo observa. Y así, demostramos en acto que Lacan se equivocó, que la reunión de analistas no es mejor que la reunión de zapateros y eso es casi siempre ya que el análisis en extensión no es equivalente punto a punto con el análisis en intensión. Pero eso no debe dejarnos tranquilos con frases conformistas, tampoco escépticas. ¿Sicut palea? ¿Qué es lo que ya no vale la pena y es equivalente al decir de Santo Tomás al enterarse del quiebre de la religión y sus principios? Sicut palea, dijo Santo Tomás, mis escritos son para tirar a la basura, tienen el valor del pajonal. Si no hay ideales ya no vale la pena, se enfermó y al poco tiempo se murió. Al contrario, la transferencia debería ser la oportunidad para que algo no dicho se diga, para nombrar lo que aconteció y de lo cual no hubo palabra dicha, para que alguna demora concluya, para que lo apresurado tome su tiempo, es decir, debería ser la oportunidad para que algo nuevo tome valor de acontecimiento, es decir, ¡que se diga! De lo contrario queda como objeto en el analista y en el analizante. Esto no es de ningún modo lo que se podría objetar: que se rectifique lo fallado, que se cubra lo faltante, que se recubra lo que no hubo y debiera haber habido. Porque allí donde “eso” era en el campo del Otro, tiene que re-crearse o re-criarse en el sujeto. Que pueda verse y oírse, que pueda llegarle el saber de su posición en el fantasma de modo invertido desde el analista, como si fuera él mismo, le permite al analizante ver lo que hace oír entre las líneas de sus dichos. Sancionar lo que hay y lo que con eso se puede hacer en el horizonte del inconsciente, es decir, de la falta, es convalidar lo imposible como estructural y 13 Transferencia y sujeto supuesto al saber Eva Lerner no como fallado. Esa es la rectificación a llevar a cabo, si es que hay alguna, y esa sólo se puede desplegar con humor para el analizante. ¿Será por ello que Lacan nos sugiere a los analistas que seamos bufones?. Si un analizante se dirige a su analista muy agresivamente y este se pone a la defensiva, rechazando la transferencia. ¡Si pudiera hablar de otro modo que de éste, que le trae tantos problemas, tal vez no visitaría un analista! Aceptar la transferencia en esa contingencia del decir, y mostrar de modo invertido en el tono de la interpretación cómo es hablado pone en acto lo que teorizamos pero no siempre practicamos: que no se trata de un diálogo interpersonal. Cuando la transferencia puede hacer espejo de la dificultad y alguien resta sin refugio para la falta y con humor −descansando de uno mismo−, el análisis habrá sido la oportunidad de una experiencia nueva. 14