Mi Papá Quisiera tomar este tiempo para agradecer a Dios por el

Transcripción

Mi Papá Quisiera tomar este tiempo para agradecer a Dios por el
Mi Papá
Quisiera tomar este tiempo para agradecer a Dios por el hombre al cual me dio como papá terrenal. No
será un devocional diario lo que encontrarán esta semana aquí, sino unas palabras de agradecimiento a
Dios por este ser tan amado al cual sigo amando. Esta nota es personal. Hablaré por mi parte, aunque
siento la libertad de declarar que todo aquel que compartió tiempo con él, siente su ausencia. Trataré
de transmitir mi sentimiento de hija a usted que lee mis palabras. Estoy más que segura de que mi
familia siente la misma mezcla de dolor, tristeza, alegría, y todo en el medio, pero hoy hablaré de mis
experiencias personales como hija del amado Barbón.
Yo tengo muy claras memorias de lo que fue mi vida de chica en el hogar de mis padres, antes de tener
hermanos. Recuerdo muy bien antes de que Dios llegara a la vida de mis papas y les cambiara el rumbo
para siempre. Éramos los tres. El tiempo de ellos era para mí. Estaba tan encariñada con mi papá, que de
broma mi mamá le decía, “Ay, Barbón, esta niña ni me quiere a mí.” Se llegaba la hora que mi papá
llegara a casa del trabajo y al acercarse él a la puerta, chiflaba desde afuera. Yo conocía ese silbido. Me
emocionaba tanto al saber que él ya llegaba. Cuando él trabajaba el turno de la noche, le llamaba a mi
mama y después de un ratito pedía hablar conmigo. Al otro lado de la bocina yo escuchaba a alguien
que me decía que era Mickey Mouse y que cómo me estaba portando. Pues yo le contestaba que
bien…no podía creer mi suerte…estaba yo hablando con MICKEY MOUSE!! No sé a qué edad me di
cuenta que realmente no era Mickey Mouse el que me hablaba, sino mi papá.
Al crecer, mi papá me enseño muchas cosas. Lo veía dibujar…cómo se paraba y contemplaba su paisaje.
Yo volteaba a ver qué era lo que veía, y para mí era sólo un garabato de pintura de aceite. Pero él veía
más allá. Él lo visualizaba terminado. Lo veía hacer caricaturas para gente del trabajo. Ellos le daban una
foto y el los convertía en caricatura. Si alguien tenía una nariz medio grande, él se la agrandaba aún más.
Y qué les diré…era muy bueno! Con esto les contaré que él tenía muy buen sentido de humor. A veces
me hacía bromas que me causaban gracia, otras no tanto. Pero en fin, él se daba su buena risa.
Por tanto tiempo mi papa fue el hombre que todo lo sabía. Si algo necesitaba reparación en la casa,
sabíamos que todo lo podía arreglar. (Tomo este tiempo para decirles que trabajos que él hizo en la casa
todavía siguen allí. Hace tiempo una de sus famosas reparaciones de la regadera del baño necesitó
arreglarse, y al llevar la parte mi mama y yo al Home Depot para poder reemplazarla, el muchacho que
nos atendió se vio muy confuso. Nos preguntó varias veces que si estabamos seguras que la parte que
necesitabamos era para la regadera. Finalmente nos dijo, “Es que esta parte no es de regadera…es de
manguera de regar.” No hace falta decir que mi mamá y yo nos moríamos de vergüenza y en cuanto nos
regresamos a la troca, nos agarró la risa por las “reparaciones”de mi papá.) También cuando necesité
ayuda con clases en la escuela, él sabía ayudarme. Incluso una de las veces, el método de él fue más fácil
que el que nos enseñaron en la escuela. En fin, yo sabía que mi papá era el más inteligente de todos, el
más fuerte, el más chistoso, el más padre y buena onda de todos los papás del mundo entero. Con
decirles que así de grandulona todavía dejaba que me sentara en sus piernas y me acurrucaba. Nadie se
le igualaba.
Pasó el tiempo, y aunque él me seguía queriendo dar consejos para que la vida no me golpeara, a mí se
me hacía que ya no lo sabía todo como antes. Sí seguía siendo un hombre tierno y amoroso, pero yo ya
no me quería dejar abrazar tanto. Con mucho dolor del corazón reconozco que, por yo pensar saber ya
más que él, llegue a darle desplantes. Ahora pienso en sus expresiónes durante esos años de mi vida.
Sus ojos de padre, su mirada de dolor y ternura a la misma vez. Ay, cómo quisiera regresar el tiempo
para corregir tantas cosas!
Recuerdo cómo sus brazos fuertes con el tiempo se fueron ablandando. Su barba negra poco a poco
mostraba matices de gris. Mi papa ya se cansaba. No recordaba que eso le pasara antes a él. Durante
este tiempo yo me inscribí a la Universidad a continuar mis estudios, y encontré que mi papá me seguía
apoyando. A pesar de todos esos años pasados de rebeldía y de dolor que le causé, me di cuenta que su
mano seguía extendida para que yo se la tomara. Mi actitud hacía él volvió a cambiar. Una vez más lo
buscaba para que me ayudara con mis estudios. Una vez más lo buscaba para que me contara algún
chiste. Pero es durante este tiempo que vi que mi papá ya estaba cansado. Los hijos, la obra…no sé.
Siempre lo vi feliz. Trbajando para Dios. Dando su todo. Dedicando su vida a la obra. Yo sé que amaba a
Dios genuinamente. Eso siempre lo demostró…pero ya el transcurso de la vida se le veía en su rostro.
La última plática que tuve con él...fue tan corta. Que si yo hubiera sabido que era la última conversación,
todo hubiera sido diferente. Pero ese es el problema. Como no lo sabemos, no sabemos aprobechar
cada momento. Yo hice unas caricaturas para una clase, y se las enseñé, a ver qué pensaba de mis
dibujos. “Hija, siempre que hagas dibujes algo, ponle tu firma. Siempre. Fírmalos y ponles la fecha.” Yo
me quedé satisfecha porque vi que le gustaron. Me dio un sentido de orgullo que mis dibujos tuvieran la
aprobación de mi papá. En el próximo día no lo vi mucho, ya que yo entraba temprano a la escuela y él y
mi mamá salían hacía el canal de televisión donde estaban saliendo en el programa Unidos en el Amor
de Cristo. Lo último que vi fue cuando salió por la puerta y sólo cruzamos un “Dios te bendiga, nos
vemos después.”
Ya no nos vimos.
Las palabras, “El hermano ya está con el Señor” me sacan el aire cada vez que las escucho cuando se
platica del 28 de Septiembre 2007. Lo más difícil de mi vida ha sido tener que identificar el cuerpo de mi
propio padre. Niún hijo debe tener que hacer eso. Hay algo que recuerdo de aquella foto que me
enseñaron para identificar a mi papa, y es que quedó con una sonrisa ligera en sus labios. No sé si en el
proceso de segundos de su accidente, vio a los ángeles de Dios o Jesús mismo venir a recogerlo. Pero
esa expresión de su cara, su última expresión, la tengo muy marcada en mi mente.
Alguien me dijo que con el tiempo la pérdida se convertía más fácil. Aún no me ha llegado ese tiempo.
Lo que sí es que los recuerdos de él ya sacan una sonrisa cuando al principio sólo sacaban lágrimas.
Cómo pude dejar pasar el tiempo así? Lo tenía en frente de mí! En frente de mí y no lo abracé como lo
quiero abrazar ahora. Lo tenía y no le dije “te amo” todas las veces que ahora se lo quiero decir. Ahí lo
tenía y no le acaricié su barba canosa como ahora se la quisiera poder tocar. Eso duele en el alma. Tanto
tiempo desaprobechado. En estos 7 años de vez en cuando lo he soñado. Y en el sueño lo abrazo y no lo
quiero soltar. Lo único que le puedo decir es “te amo, te amo!” y abrazarlo. Pero ya no es lo mismo. Al
final del sueño se esfuma y sólo quedo con el sentimiento agridulce de que lo volví a ver, pero él sigue
no estando aquí.
Tengo un pequeño hijo, al que un día le contaré cantidad de historias de su abuelito él Barbón. Sé que
me harán reír, quizá llorar. Alomejor él no lo entenderá. Pero una esperanza me queda…que puedo
volverlo a ver. Sólo pido a Dios de todo corazón que me ayude a llegar a donde él está hoy. Me duele su
partida, sí. Pero soy feliz. Soy feliz porque lo tuve a él como padre y a nadie más. Soy feliz por los buenos
momentos que pasé con él. Soy feliz porque él me tendió la mano durante toda mi vida. Durante los
momentos buenos y malos, difíciles y de necesidad de un abrazo. Soy feliz por la huella que él dejó en
mi vida.

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