ON PARLE AVEC PETER SINGER

Transcripción

ON PARLE AVEC PETER SINGER
ON PARLE AVEC
PETER SINGER
Texto: Entrevista a Peter Singer -Filósofo y defensor de los
derechos de los animales- por J. P. HUERCANOS
Peter Singer, profesor de Bioética de la Universidad de Princeton,
es autor de uno de los libros de ética aplicada más vendido y
seguido en la historia de esta disciplina. Se trata de “Liberación
Animal”, auténtico best seller publicado en Estados Unidos por primera vez en 1975 (ha sido objeto de numerosas ediciones), en el que
el filósofo de la moral y estudioso de las conductas humanas establece una férrea defensa de los derechos de los animales y en contra de su utilización para fines alimentarios o de investigación. La
tesis principal defendida por Singer descansa en la convicción de
que no existe una separación radical entre humanos y animales,
por lo que muchos de estos son merecedores de un cierto estatus de
protección, cuanto menos el mismo que reciben los niños o los sujetos con menos capacidades intelectuales. Singer ha liderado también el proyecto Big Simio, que pretende reivindicar la capacidad
intelectual de los grandes primates y la necesidad de atender a la
protección de su libertad individual, lo que supondría el cese de su
utilización médica o su puesta en libertad de todos los zoológicos.
Los últimos descubrimientos genéticos, que han demostrado la
existencia de una similitud del 98,5% en el ADN de los humanos y
los grandes simios ha favorecido la consideración de estas reivindicaciones, que han adoptado consideración legal en países como
Nueva Zelanda y comienza a plantearse en diversos foros europeos. Singer es, además, presidente de la Coalición Internacional de
Animales de Granja, que lucha por acabar con las explotaciones
intensivas para uso alimentario. Vegetariano radical, Singer, autor
de otros libros como “Democracia y desobediencia”, “Fábrica de
animales” o “La evolución de la reproducción”, postula por un
nuevo orden en la concepción de los animales.
- ¿Qué papel juega el vegetarianismo en la lucha por la liberación de
los animales?
- El vegetarianismo no es una mala opción. Yo lo he sido durante
más de 30 años y me encuentro muy bien de salud. Es la mejor
alternativa.
El argumento fundamental que lo sustenta es que los humanos tenemos derechos automáticos para utilizar las vidas de otros seres en
nuestro beneficio. Pero no tenemos ningún derecho para inducir
sufrimiento o para producir animales para nuestro uso. Es importante que la gente entienda que la producción de animales, mediante la
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inducción de sufrimiento, no es necesario para la vida humana.
Además, puesto que un régimen vegetariano es más barato que uno
basado en regímenes de carne, dispondríamos de mas dinero para
dedicarlo a la reducción del hambre en el mundo.
- ¿Es una cuestión de evolución cultural?
- Los hombres nunca han sido vegetarianos, no de una manera natural, pero deberían serlo en el futuro. En el pasado, la gente tenía que
alimentarse con lo que encontraba a su alcance. Pero, actualmente,
tenemos más posibilidad de elección. Aunque lo cierto es que la
manera tradicional de explotación de los recursos era más respetuosa con los animales, mucho más que los sistemas de explotación
intensiva actuales. Por lo menos, hasta que eran utilizados como alimento, los animales tenían antes una vida relativamente digna. No
como en los sistemas de explotación intensiva, en los que los animales tienen una vida miserable de principio a fin.
- Los últimos avances descubrimientos genéticos ha permitido establecer que las diferencias genéticas entre los humanos y ciertos animales son muy pequeñas. ¿Desde un punto de vista cualitativo, son
tan nimias esas diferencias?
- Es importante dejar claro que se producen superposiciones entre
humanos y los animales, que no existe una separación clara y que
existen espacios en los que unos y otros son lo mismo, tienen las mismas capacidades. La mayoría de los humanos tiene una capacidad
de raciocinio muy superior a los animales. Pero también hay otros
colectivos, como niños muy pequeños o discapacitados intelectuales
que no son superiores a muchos animales. Los grandes parámetros
socialmente aceptados establecen diferencias entre los animales y
la mayoría de los humanos, se refieren a los individuos adultos y con
un desarrollo normal. Pero también hay que tener en cuenta que se
producen superposiciones en esa distinción, como cuando se da el
caso de que un chimpancé pueda hacer muchas más cosas que un
humano de tres años de edad, como resolver ciertos problemas o utilizar señales para comunicarse. Por tanto, no se puede hablar de
generalidades ni de conceptos absolutistas que afectan a todos los
animales o a todos los humanos. En otros casos, las diferencias existen y son más evidentes, pero eso no nos proporciona ninguna potestad para tratar a los animales de la manera en que lo hacemos.
- ¿Esta situación debe establecer una nueva jerarquía?
- No, no es una cuestión de establecer una nueva jerarquía, ese no
es el problema. La cuestión radica en la falsa percepción de que
todos los humanos pertenecen a una categoría superior a la de todos
los animales. La cuestión no es que tenemos los humanos a un lado
y los animales a otro, sino que existen ciertos espacios comunes en
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esa división. La cuestión es cómo vamos a tratar a los animales que
son manifiestamente superiores a ciertos humanos, en términos de
capacidad de raciocinio o de sentimiento. Lo que pretendo es que
tratemos a esos animales igual que a esos humanos. Y no pero porque el grupo mayoritario sea superior. La idea de que los humanos
están primero en la lista se utiliza socialmente como justificación
para no hacer nada por los animales, como si la defensa de unos y
otros fuese incompatible.
- Si se otorgan ciertos derechos a esos animales, ¿qué tipo de responsabilidades se les puede exigir?
- No creo que tengan ambas capacidades. Pero derechos y responsabilidades no tienen por qué que ir necesariamente juntos. Los
niños pequeños tienen muchos derechos, pero muy pocas responsabilidades. Este es el mismo caso, no creo que tengamos que esperar
muchas conductas responsables de los chimpancés, de la misma
manera que no las esperamos de ciertos grupos de humanos.
- ¿Considera, por tanto, que es necesario ampliar los márgenes del
proyecto Big Simio y hacer extensible esa reivindicación de derechos
a otros animales?
- Este proyecto es un modo importante de avanzar en la consideración de ciertos animales. Pero ésta no es una cuestión que se puede
aplicar a todos. Pero sí que tiene una clara utilidad para demostrar
que estamos más cerca de los animales que lo que pensamos. Así
que, cuando crucemos esa línea con el proyecto Big Simio, tendremos que considerar qué hacer con el resto de los animales.
- ¿Por qué éste tipo de proyectos intentan respetar más a los animales
que son parecidos a los humanos y no a los que son más singulares?
- Porque en el caso de los grandes simios tenemos la mejor evidencia de que son sujetos con plena conciencia de sí mismos, son conscientes de su ser. Así es fácil establecer los argumentos de que son
merecedores de ciertos derechos básicos. En cambio, resulta muy
difícil establecer ciertos derechos a una hormiga, porque ni siquiera
sabemos si tiene consciencia de sí misma. Lo lógico, por tanto, es aplicar estos derechos en los casos más evidentes. Resulta muy complejo saber si los invertebrados tienen algún tipo de sentimientos. A
estas alturas, yo no me preocuparía demasiado por las hormigas....
- ¿Cómo podemos pretender que los derechos humanos son adecuados para los animales, que les conviene estar sujetos a ese concepto
de “human rights”?
- No son derechos humanos, son derechos básicos que, hasta este
momento, sólo han sido otorgados a los humanos. Pero no me gusta
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calificarlos como derechos humanos. Es necesario ir más allá de la
idea de que son sólo derechos para humanos.
- ¿Qué opina de los animales que pasan a formar parte de la estructura social, de las personas que tratan a sus mascotas como a un
miembro más de su familia, de la supuesta conveniencia de que se
alimentan de la misma manera (con caviar incluso) o que reciben las
mismas comodidades, como hoteles para animales con televisión por
cable?
- Alguna gente se pasa de largo. Hay gente para todo, la sociedad
cuenta también con excéntricos que tienen ideas degradadas sobre
lo que un animal necesita o le puede gustar. Pero no defendiendo ese
tipo de comportamientos. Hay animales que se adaptan bien a una
vida familiar y urbana y otros no. No me importa nada el hecho de
que haya animales que imiten comportamientos humanos, lo que me
preocupa es si sufren con ello. Es una cuestión de sufrimiento, no de
lo que es o no natural.
- ¿Dónde está la medida?
- La medida está en cada animal. Se trata de relacionarse con los
animales y cubrir las necesidades que demanden. No se puede establecer una generalidad. Cada especie tiene sus propias necesidades, incluso cada animal tiene sus propias necesidades individuales.
- Satisfacer esas necesidades siempre se establece sobre suposiciones.
- Bueno, no son necesariamente suposiciones, pueden basarse en
evidencias. Aunque es cierto que no se puede establecer un 100% de
seguridad. Pero hay científicos que estudian el comportamiento de
los animales y que pueden constatar si son razonablemente felices, si
están tristes, estresados, aburridos o sufriendo. Por tanto, es una cuestión de llegar a una correcta comprensión del animal.
- Este movimiento a favor de la liberación de los animales tiene
muchos seguidores, algunos muy fieles. Se ha planteado públicamente esta labor como una “cruzada”, se le ha calificado a usted
mismo como un “gurú.” ¿Le preocupa que adquiera un matiz pseudoreligioso?
- No creo que lo sea. Mi experiencia no ha sido así. La mayoría con la
gente con la que he tratado no es religiosa y tiene un pensamiento
crítico.
- ¿Qué piensa de la clonación de animales, de su utilización con fines
de investigación, del caso “Dolly”?
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- No se puede hablar sólo de Dolly, sino de todos los animales que
han sufrido hasta llegar a Dolly. Ha habido muchos Dollys, muchos
intentos fallidos hasta que consiguieron ese ejemplar. No creo que
esté justificado infligir ese dolor a los animales, pero, aun así, estamos hablando de un número muy pequeño de animales, en comparación con los cientos de miles que viven en plantas de explotación
intensiva y sistemática. El caso de Dolly no es representativo de la
cuestión.
- Usted tampoco está de acuerdo con los experimentos con animales
y sugiere avanzar con la experimentación con embriones humanos.
- Es mejor utilizar los embriones humanos, por la sencilla razón de
que no sienten nada. Carecen de un sistema nervioso o de cerebro,
lo que les evita el sufrimiento. Así que considero mejor utilizar estos
embriones a que se use un mono, gato, o perro. Porque creo que es
mejor utilizar el ser que sufre menos.
- Es una lógica muy clara, pero que no se impone socialmente.
¿Considera que hay muchos prejuicios culturales al respecto?
- Sí, el problema es exactamente cultural. Desde el mundo médico,
parece que lo humano es necesariamente más preciado que lo que
no lo es, y hay que preservarlo a cualquier precio. Pero, considero
que esta posición es absurda, porque un embrión no es más que eso.
Mientras que un chimpancé es un organismo mucho más complejo,
que tiene una vida emocional propia y puede sufrir. Y aunque no sea
estrictamente humano, es un ser mucho más importante que un
embrión.
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