Porque no me avergüenzo del evangelio

Transcripción

Porque no me avergüenzo del evangelio
“Porque no me avergüenzo
del evangelio”
Romanos 1:16
Introducción
Cuando Pablo escribió estas palabras el cristianismo no era visto con buenos ojos.
Mucho menos el mensaje que predicaban. Para los judíos era una ofensa, para los
griegos una tontería y para los romanos una ridiculez. (1 Corintios 1:23) El mensaje se
centraba, ante los ojos del mundo, en el hijo de un carpintero. De una de las ciudades
más insignificantes, de uno de los países mas insignificante y que además murió entre
dos ladrones. Además de esto, sus predicadores eran de condición humilde
imperceptibles ante la sociedad culta de su tiempo. Los hermanos de Roma se
preguntaban si Pablo tendría el valor de ir a predicar ante la señora del mundo. Puesto
que ya se había tardado en ir. Sin embargo, el Pablo que había predicado sin miedo en
la ciudad de Platón y Sócrates, también predicaría en la ciudad de Cicerón y de Séneca.
Y lo dice por una razón muy clara: “Porque no me avergüenzo del evangelio”
I). Evidencias de que Pablo no se avergonzó.
A. Su inmediata predicación.
Lucas dice: “En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo
que éste era el Hijo de Dios”. (Hechos 9:20) Esto lo hizo inmediatamente
después de su conversión. Pablo no dijo que necesitaba primero ir al instituto
bíblico de Jerusalén para poder predicar. Tampoco dijo que ese no era su don,
sino que enseguida empezó a predicar. El que ha creído sinceramente, no puede
quedarse callado. No se puede ser discípulo de Cristo a escondidas. El hecho que
Pablo dijera que el no se avergonzaba del evangelio indica que había otros que si
se avergonzaban de el.
B. Su sentir de deudor.
Pablo dijo: “Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces
me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado),
para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás
gentiles. 14 A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy
deudor. En otras palabras Pablo se sentía en deuda con griegos y extranjeros,
con instruidos e ignorantes. Con todo mundo. Deuda que tenía que pagar. La
deuda de predicarles el evangelio sin importar barreras culturales, sociales,
raciales ni económicas. Para que recibieran lo que el había recibido de Cristo, el
perdón de pecados. Una de las razones del porque no se predica el evangelio con
prontitud en nuestros días es que los cristianos han dejado de sentirse en deuda
con Dios y con sus semejantes.
C. Su necesidad de hablar.
Pablo escribió: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué
gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no
anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16) Esta impuesta necesidad de Pablo
aquí puede ser externa como interna. Sin embargo, todo cristiano que esta
convencido no puede guardar silencio cuando tiene que hablar. De lo contrario
siente que se ahoga. Pablo se sumaba a los grandes predicadores del pasado
como del presente. Por ejemplo:
Jeremías. “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no
obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos;
traté de sufrirlo, y no pude”. (Jeremías 20:9)
Amos. “Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no
profetizará?” (Amos 3:8)
Pedro y Juan. “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.
(Hechos 4:20)
Estos hombres como Pablo estaban dominados por la urgencia de dar a conocer
el evangelio de salvación a los perdidos. ¿Lo esta usted también?
II). Razones del porque Pablo no se avergonzó
A. Porque conoció al que se lo encomendó.
El camino a Damasco seria recordado por Pablo mientras el viviera. Jesús se le
apareció y hablo a viva voz con el, encargándole el ministerio de la predicación.
Le dijo: “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las
tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que
reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre
los santificados. (Hechos 26:18) Esta experiencia lo hacia predicar a tiempo y
fuera de tiempo. Por eso Pablo decía: “porque yo sé a quién he creído…” (2
Timoteo 1:12) Creo que unas de las razones del porque algunos no les gusta
compartir el evangelio, es porque no han conocido aun a Jesús. Ni han
entendido la encomienda del evangelio.
B. Porque sabía la naturaleza poderosa del evangelio.
Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios
para salvación” (Romanos 1:16) Los hombres de todos los países y razas han
buscado el poder en todos los sentidos. En sentido físico haber quien tiene mas
fuerzas. En el sentido tecnológico haber quien construye el aparato mas
avanzado. En el sentido bélico haber quien tiene la bomba mas potente. En el
sentido científico haber quien revolucionaria la medicina. En sentido monetario
haber quien tiene mas dinero. Etc. Pero el poder del mensaje del evangelio es de
una naturaleza diferente, y mucho más potente que todos los poderes del mundo
juntos. El poder del evangelio imparte vida eterna al hombre. Lo pone cara a
cara con su Creador. Quien se avergüenza del evangelio es porque no ha
conocido su naturaleza, su esencia. Nadie que conozca realmente lo que es el
evangelio estará avergonzado de él, ni de su autor.
Así que, no es la sabiduría humana, el carisma personal, las oraciones fervorosas
ni los conciertos avivados los que salvan a alguien, sino el evangelio. “El fallecido
evangelista Dwight L. Moody comentó que el evangelio es como un león. ¡Todo
lo que el predicador tiene que hacer es abrir la jaula y quitarse del camino!”
(Romanos E d i c i ó n 2 0 0 0 Dr. Thomas L. Constable)
C. Porque estaba conciente de donde había salido.
Pablo dijo una gran verdad sobre su persona y sobre la persona de Jesús, por lo
cual vivía agradecido: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús
nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el
ministerio, 13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e
injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por
ignorancia, en incredulidad. 14 Pero la gracia de nuestro Señor fue
más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. (1 Timoteo
1:12-14) Una cosa era clara para Pablo, sabia quien era el y de donde había
salido. Tener eso en mente le ayudaba a no avergonzarse del evangelio. Jesús
enseño este sentir mediante una parábola:
“Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios, y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar,
perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43
Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y
él le dijo: Rectamente has juzgado. (Lucas 7:41-43) Pablo sentía que Dios le
había perdonado tanto y por eso es que agradecido y sin pena predicaba
incesantemente el evangelio. Quien se avergüenza del evangelio es que se le ha
olvidado cuanto Dios le ha perdonado o no supo cuanto Dios le perdono. Sin
embargo, quien esta consiente de lo que le perdonó el Señor, vivirá para servir a
Dios ayudando a otros a encontrar la salvación.
III). Resultados de que Pablo no se avergonzó.
A. La conversión de las almas.
Pablo mismo lo dijo: “con potencia de señales y prodigios, en el poder
del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo”.
(Romanos 15:19) Se cree que “El escenario del ministerio de Pablo cuando
escribió esta epístola se extendía 2.200 kilómetros desde Jerusalén hasta la
provincia romana de Ilírico. Ilírico se encontraba en la parte este del mar
Adriático opuesto a Italia. Hoy es la parte norte de Albania, mucho de
Yugoslavia…” (Romanos E d i c i ó n 2 0 0 0 Dr. Thomas L. Constable) No sabemos cuantas, pero
debieron ser muchas las almas que fueron salvadas, porque Pablo no se
avergonzó del evangelio. En Chipre, en Antioquia de Pisidia, en Iconio, en Listra,
Troas, Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto, Efeso, Roma. etc. Conocieron
el evangelio gracias a su valentía de compartir el evangelio.
Las almas no se van a salvar solas, hay que hablarles. Las cadenas con los que los
tiene sujetos Satanás no se quebraran solas, hay que romperlas. Usted y yo
tenemos el poder de hacerlo.
B. Ejemplo para los predicadores futuros.
Mismo Pablo animaba al joven predicador Timoteo diciéndole: “Por tanto, no
te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder
de Dios, (2 Timoteo 1:8) No solo eran las palabras de Pablo lo que animaba al
joven predicador, sino también su ejemplo. Pablo no solo nos enseño el camino,
sino que el anduvo por el. Ahora mucho depende de nosotros para que los
futuros predicadores sean hombres fieles y comprometidos con la predicación
del evangelio. Nosotros hoy servimos de inspiración o de desanimo para los que
vienen detrás de nosotros. ¿De cual eres tú? ¿De los que juntan o desparraman?
C. La salvación de su alma.
Finalmente Pablo logró lo que todo hombre desea, la salvación de su alma. Y
escribió estas palabras: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las
aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. 6 Porque
yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está
cercano. 7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he
guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de
justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a
mí, sino también a todos los que aman su venida. (2 Timoteo 4:5-8) Aquí
vemos la grandeza de un hombre de Dios. La consagración de Pablo fue total.
Pablo había cumplido el plan de Dios para su vida. No se había descuidado ni
había claudicado. A Pablo no le quedaba más que la gloria de su galardón
celestial. Los romanos lo habían privado de nuevas oportunidades para predicar
el Evangelio, su ejecución era inminente. En lugar de cortarles las alas, lo
estaban remontando a las alturas. Antes que un mal le estaban haciendo un bien
y así el lo acepta. El predicador se despide del mundo. Da un informe final de su
ministerio, y lo hace con la frente alta.
¿Nosotros hemos cumplido el plan de Dios para nosotros? ¿Hemos sido
constantes en nuestro llamamiento? Esperemos que si.
Conclusión
Pablo adrede hace saber a sus lectores que no tiene vergüenza de ser predicador
del evangelio. Lo decía no para suavizar cualquier idea que pudieran tener acerca
de él, sino para estimular a los creyentes para que fueran valientes en su
testimonio y consagrados al evangelio. La razón del porque el evangelio ha
llegado hasta nuestros días y hemos tenido la oportunidad de ser salvos, es que
ha habido hombres y mujeres valientes que no se han avergonzado de dar
testimonio de Cristo. Y nosotros hemos sido beneficiados por ello. En nuestro
tiempo cada vez mas, hay gente que se esta yendo sin estar preparado para
encontrarse con Dios. ¿Y nosotros que estamos haciendo? ¿Les podemos
ayudar? Dios cuenta con usted y ellos también. ¡Vayamos!
Juan Ramón Chávez Torres
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