Boix-Seducción femen..
Transcripción
Boix-Seducción femen..
La seducción f emenin a través de la literatura medieval Resulta siempre difícil llevar a cabo un estudio que trate de abarcar todo e nuestros días de aquellos -¡cuán más complicada se alza, desde esa persp va, la tarea de quienes estudian la Edad Antigua!-, sino a que es sumamente e la Asociación His Asparkía X Bello amigo, amable y bueno, ¿cuándo os tendré en mi poder? iPodría yacer a vuestro lado un atardecer y podría daros un beso apasionado! Sabed que tendría gran deseo de teneros en el lugar del marido, con la condición de que me concediérais hacer todo lo que yo q ~ i s i e r a . ~ Así pues, ¿qué sucedía en el seno de la pareja? El negocio también marcaba unas pautas de comportamiento sexual. Mientras al hombre se le permitía diseminar su semilla con relaciones extramatrimoniales, la esposa únicamente debía mantener contacto camal con su marido. Por supuesto, no se debe esta actitud a la fidelidad, sino a razones totalmente comprensibles desde la perspectiva medieval pues, de este modo, el esposo prolongaba su estirpe con otras mujeres. Por contra, si su mujer diese a luz hijos bastardos, esto daría en consecuencia unos falsos herederos de los bienes pertenecientes a su apater putativus», en lugar de pasar a manos de hijos legítimos por cuyas venas corriese la sangre paterr~a.~ Podemos apreciar, pues, que el amor tal y como lo entendemos hoy poco importaba. Y, de hecho, el mismo término «amor» implicaba más bien una gran dosis de apetito sexual que una atracción de igual a igual entre hombre y mujer cuyo amor va más allá de su aspecto físico, según la perspectiva actual: parte que más debería e ~ t a r l o . ~ en el hombre, las artes seductoras de la mujer, tanto a nivel de conquista fí- Introducción de Michel Pereira. Traducción poética de Ana Mañeru MBndez. Traducción en prosa de María-magros Rivera Garretas. Madrid, Horas y horas, 1997. p. 62. El texto original expone: «Bels ami= avinens e bos, / cora-ustenrai en mon poder? / e que jagues ab vos un ser / e qu'ieus irlot. Madrid, Simela, 1988, pp. 83-92. Alfonso Boix La seducción femenina a través de la liferaturamedieval algunas materias tales como la amorosa.' Pero no es menos cierto que aquellos elementos destacados / idealizados serán los más interesantes para las gentes de la época, lo cual nos permitirá apreciar con claridad los rasgos de bélleza más apreciados por los hombres y, así mismo, las mejores tácticas Antes de lanzarnos a acometer semejante empresa, será de gran utilidad establecer una diferencia entre dos tipos de seducción, que denominaremos de la condición social de su porta Asparkía X el cuerpo: llevaba en la cabeza un tocado de oro y de piedras preciosas; su rostro estaba fresco, con color blanco y rojo, tan natural que no era necesario ni más ni menos; los hombros rectos y suaves; el cuerpo era admirable, pues era delgada en los costados, con caderas bajas y bien dispuestas; tenía los pies blancos y arqueados; los brazos largos y gruesos y las manos blancas y carnosas. ¿Para qué os voy a contar la belleza de la doncella, si era más hermosa, más buena, generosa, cortés, discreta, valiosa, dulce y agradable que ninguna? Cuando el rey Arturo vio arrodillada ante él a la joven, que era tan bella, la contempló con mucho gusto, pues se le notaban los pechos duros y fuertes como manzanas; tenía la carne más blanca que la nieve recién caída y no era ni demasiado gorda ni demasiado delgada? Juntoa la belleza natural, como aquella de la que gozara en su día la futura reina de Camelot, en las tácticas seductoras se incluían las destinadas a resaltar Cubrióse 1996. pp. 44-45) un buen número de trucos embeilecedore este artículo, pro+dizando en eilos a través de mis prop permitido a su vez localizar otros métodos que también Dice la «vox populi))que, en términos generales, para conseguir la belleza harto se ve que es poderoso y elevado.I4 Quizá sea este uno de los ejemplos más reveladores para atestiguar la importancia del perfume en el amor, pues incluso en el mismo reino de Eros, el aire huele a dicha sustancia. Además, en este fragmento se dan cita tres conocidos aromas, todos ellos orientales: el amomo -muy conocido dentro de este género botánico fue el cardamomo, proveniente de las montañas húmedas de Indochina, Ceilán (actual Sri Lanka) e India, y cuyas semillas tienen cualidades aromáticas-, la popular canela o la celebérrima -sobre todo por cuestiones bíblicasmirra. Empero, no eran los únicos perfumes conocidos durante la Edad Media: de origen vegetal eran también el clavo, la nuez moscada, las fragancias como las provenientes del agua de rosas o limones, y las esencias de romero o lavanda. Respecto a los de origen aniInal, gozaban de prestigio el almizcle -extraído del almizclero y dueño de un fuerte olor capaz de extenderse con suma facilidad-, y el ámbar gris, proveniente de los cachalotes y formado por la oscura sustancia que estos animales producen a fin de protegerse de los cefalóp~dos.'~ Junto a la seducción en el aspecto físico aparece también la basada en el aspecto psicológico. No, no es que los hombres quedasen prendados de los punto, la ya citada obra de D. JoséMaría Bermejo Jiénez, he Asparkía X Se levantó y se dirigió al lugar donde estaban guardadas y escondidas la poción y la vasija. Se la dio a su capitán, Tristán, y éste se la ofreció primero a Isolda. Bebió ella de mala gana y sólo al cabo de un rato, dándosela después a Tristán, que también bebió de ella. Los dos creyeron que era vino. [...] Cuando por fin la muchacha y el hombre, Isolda y Tristán, hubieron bebido los dos la poción, entonces hizo su aparición ese poder que roba al mundo todo su descanso, el amor, acechador de todos los corazones, quien se introdujo sigiloso en sus dos coraz~nes?~ Creo que el ejemplo resulta bastante concluyente a la hora de certificar la fuerza de la fantasía popular al creer en el poder de estos filtros, capaces de seducir a hombres y mujeres por igual. En este caso, pese a la falta de voluntad , - Una vez obtenida la conquista, llegaba el momento de poner en marcha los aquí llamados «elementos de post-seducción», consistentes en mantener el interés del enamorado. Para ello, la mujer debía mantenerse tan hermosa como antes de que el pretendiente posara sus ojos sobre ella. Junto a esto, donde se dama lo debe ofrecer O, mas no como a un señor.2 diez años, a fuer de mal deudor que siempre promete paga. [...] Pero yo me aparto y seguiré otro camino. " sin pertenecer al amor co los textos goliárdicosl tales como el inmortal Libro de Buen Amor de Juan Ruiz -jacaso doña Endrina no se resiste inicialmente a las intenciones amorosas del arcipreste literario?- o los C a m i n a Burana: Gracias doy a Venus, que con propicia inspiración me ha sonreído y me ha otorgado el triunfoI tan grato y anhelado, sobre mi moza. 1 Tiempo ha que luchaba, ahora me siento la moza me había otorgado gozarlo; mejor meta , , ento-, pero esta hipótesis no resistiría la irrefrenenable así como la vida dedicada a los placeres terrenos más codo MII en Cantos de Goliardo (Carmina Burana). dición realizada por Hi&a, S c h m y Bischoff reza: «Grates ago Veneri, / que prosperi Irnichi ix La seducción femenina a través de la literatura medieval seguir las glorias del Paraíso, era sin duda algo totalmente contrainexplicable la reprimenda descargada por el obispo Raimundo de R~c~osel sobre un pobre clérigo 'a principios del siglo XIII en Lodeve (Francia), puesto que semejante varapalo se debía, como no, a que el clérigó era además goliardo." No puede pensarse, pues, que la lenta entrega de la amada se deba sólo a causas de formación militar o desarrollo de madurez personal, sino también amorosas. será causa de dolor y deses Oíd, oídme, los que bien amáis, y doleos de mí, si éste es mi sino, y luego ved si caso tal se dio en los días presentes o pasados. En m' compadeced a un semejante del dolor más deleitoso, Asparkía X y al que es medroso cuando Amor recuerda; en vano sea el tiempo del osado.28 El presente texto del poeta valenciano Ausihs March indica cómo la espera en ambientes cortesanos produce dolor, tal y como aparece expresado en los escritos goliárdicos. Por ello, me resulta más lógico pensar que los medievales conocían cómo la espera generaba esa pena y un mayor anhelo de obtener a la mujer deseada, aprovechando esos efectos primordialmente amorosos con fines militares, esto último si la teoría de Duby es correcta. Una prueba bastante contundente se levanta en el hecho de que el pretendiente no se lanzase a por una dama sólo porque ésta fuese casada -quedando así el ducido por esa lenta entrega de la dama. Así, como nos confirman los textos goliárdicos, la reticencia a entregarse es un nuevo elemento productor de pasión, razón por la cual me parece justo incluirlo en la lista de técnicas seductoras femeninas. A lo largo de este artículo he intentado realizar un análisis sobre los más variados aspectos de la seducción medieval. Hemos podido ver un amplio escaparate de tácticas utilizadas para hacer que, antes y después de la conquista, el hombre mantuviera clavada la flecha de Cupido, siendo «víctima» ante los encantos de la mujer. Un campo realmente curioso e interesante que nos ayuda a conocer y comprender mejor las relaciones sociales de la época medieval, no sólo en lo referente a sexos, sino a los elementos históricos cuya repercusión en la sociedad era directa: factores tales como el comercio, ue realmente se ha h ribuido este artículo. el artículo siempre que me resulta posible, incluyo aquí el texto original, extraído de esta misma edición de la obra del insigne poeta valenaano, pp. 36-38. «Hohiu, hohiu, tots los qui ben amats, / e planyeu mi si deig ésser plangut, / e puys veheu si és tal cas vengut / en los presents nen los qui són passats. / Doleu-vos, donchs, de mi, vostre semblant / en soferir la dolor delitable, / car tost de mi se d o h a lo diable / com veura mi semblant mal d'él passant. / / ~ Q u és i l'om viu,tal dolor suffertant, / que desig qode que se desespera? / Aytant és greuque no par cosa vera 1 desijar qo de qués desesperant. / En sósnganatde mon mal estament: / tot quant pratich tornar me sent en dan; / menys de poder me trob, havent-lo gran, / car nóm esforq per mostrar mon talent. / / Mon primer mal és mon perdiment, / per qu6.m ahjr e per no res m'acús; / e lo segon és terrible reffús 1 que vós mostrau sias feya aqueriment. / Portat me trob a molt prop de ma fi, / puys mon voler cas inpossible guarda; / no tardara l'ora, queja fos tarda, / que tendréels peus en Yavomt camí. [...] Lir entre carts, creeu l'amador mut / y al cambiant de punt en punt color, / e n. Edición de Victoria Cirlot. Madrid, Ciruela, 1988. e Gimferrer. Introducción / Introducció: Joaquirn Molas. Edición / Nueva Enciclopedia Larousse. Barcelona, Planeta, 1982. Volúmenes 1, 4, 14 (edición original en Librairie Larousse, 1980). PERNOUD, Régine: La Mujer en el Tiempo de las Catedrales. Barcelona, Juan Granica, 1982 (Edición original: La Femme a u Temps des Cathédrales. Stock, 1980). RICO, Francisco: Historia-y Crítica de la Literatura española. Barcelona, Crítica, 1980. Volumen 1: DEYERMOND, A. D.: Edad Media. RUIZ, Juan: Libro del Buen Amor. Ginebra, Ferni, 1973. TEMPRANO, Emilio: Vidas poco ejemplares. Viaje al mundo de las rameras, los rufianes y las celestinas. Madrid, Ediciones del Prado, 1995. WADE LABARGE, Margaret: La Mujer en la Edad Media. Madrid, Nerea, 1986 (originalmente publicado como Women i n Medieval Life. Harnish, Hamilton,