ETAPAS Y ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN EN SEGURIDAD
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ETAPAS Y ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN EN SEGURIDAD
ETAPAS Y ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN EN SEGURIDAD ALIMENTARIA. La estrategia de intervención en seguridad alimentaria se apoya en distintas etapas: 1. La identificación de la inseguridad alimentaria: El Diagnóstico 2. Planificación de la intervención 3. Puesta en marcha de programas: Las Respuestas según contexto y necesidad 4. Sistemas de Seguimiento de la evolución de la seguridad alimentaría. 1 - La identificación de la inseguridad alimentaria: El DIAGNÓSTICO El diagnóstico de seguridad alimentaria tiene como objetivos: Recopilar y analizar información general y específica sobre una población, en una zona o región. Identificar las necesidades de la población, como así también las oportunidades y su potencial de desarrollo. Analizar los factores de riesgo (vulnerabilidades y amenazas), como así también la capacidad de la comunidad o de las personas para reponerse de las adversidades. Destacar los ejes de intervención de acuerdo al contexto. No existen métodos infalibles en los diagnósticos de seguridad alimentaria, pero si debemos insistir en la necesidad de adoptar una perspectiva multisectorial que integre tanto aspectos nutricionales y sanitarios como económicos y sociales. El análisis y diagnóstico sobre la seguridad alimentaria constituye una etapa clave para determinar el cuadro de situación: su grado de gravedad, causas, magnitud, necesidades prioritarias, entre otros factores. Forma parte de un proceso continuo que va desde el análisis inicial de la seguridad alimentaria al análisis de la respuesta, para lograr una mejora continua. El tipo de evaluación y su frecuencia depende de cada contexto, de los recursos disponibles y las necesidades específicas de información. En esta etapa es importante determinar cuáles son los grupos vulnerables. Generalmente, en situaciones de emergencia los grupos más frecuentemente expuestos a riesgos son las mujeres, las personas de edad, los discapacitados y los que padecen de VIH o sida. En ciertos contextos, algunas personas pueden ser vulnerables a causa de su etnia, su afiliación religiosa o política. Asimismo deberá tenerse en cuenta que existen también vulnerabilidades específicas que influyen en la capacidad de la población para enfrentarse con el desastre y sobrevivir. 2. PLANIFICACIÓN de la intervención En esta etapa se evalúan las diversas opciones de intervención para mejorar la situación de inseguridad alimentaría a corto y largo plazo, así como lo necesario para ejecutarla Implica determinar las necesidades operacionales y los recursos existentes (humanos, económicos, naturales, tecnológicos, financieros). Durante la etapa de diagnóstico se identifican diversos tipos de problemas que configuran una situación de inseguridad alimentaria. El análisis de las causas y de los efectos de los mismos debería permitir diseñar la mejor alternativa de respuesta para dar solución a los problemas identificados. Una vez identificado los objetivos, teniendo en cuenta su pertinencia y viabilidad, se inicia la planificación de la intervención, que consiste en determinar, estructurar y articular todos los elementos vinculados con la respuesta, de acuerdo a la situación identificada. La planificación debería contemplar, entre otros, los siguientes aspectos: Estructuración de la lógica de intervención Definición de indicadores Determinación de las fuentes de verificación Identificación de factores externos y precondiciones Determinación y cálculo de beneficiarios Determinación de insumos y cálculo de costes Organización interna de la ejecución y supervisión del proyecto Elaboración de un plan de seguimiento del proyecto Planificación de las evaluaciones del proyecto Redacción del resumen 3. Puesta en marcha de programas: Las RESPUESTAS según contexto y necesidad. Una vez realizado el diagnóstico, debería contarse con información suficiente para caracterizar el contexto sobre el cual se planificará la intervención en seguridad alimentaria. De acuerdo al contexto de vulnerabilidad y a las necesidades detectadas, las estrategias de intervención en materia de seguridad alimentaria se clasifican en tres grandes grupos de acuerdo al marco al que dan respuesta: asistencia alimentaria, reactivación y seguridad alimentaria duradera En la práctica las respuestas suelen ser variadas y complementarias. Es complejo definir una frontera tan estricta entre la respuesta posible y las tres tipologías de contextos mencionadas. De igual modo, es difícil delimitar en la práctica cuando concluye un contexto de inseguridad alimentaria y comienza el próximo. El esquema que se adjunta, presenta el tipo de respuesta para cada contexto: Crisis Post Crisis o Rehabilitación Desarrollo Asistencia alimentaria de emergencia Reactivación Seguridad alimentaria duradera - Distribución de alimentos - Distribución de insumos agrícolas - Distribución de equipamientos agrícolas - Fomento de huertas comunitarias - Apoyo a actividades generadoras de ingresos - Mejora en la disponibilidad de alimentos - Capacitaciones afines - Fortalecimiento de estructuras locales - Intensificación de producciones - Diversificación de actividades económicas - Mejora de producción local - Apoyo a la comercialización de productos locales - Desarrollo de fuentes de financiación - Organización de productores - Promoción de buenas prácticas La asistencia alimentaria de emergencia En un contexto de emergencia existe una amenaza inmediata en la vida de las personas o de una comunidad. En estas circunstancias, el objetivo principal es salvar vidas y restaurar cuanto antes la dignidad de las personas afectadas: asistencia humanitaria, protección, establecimiento de apoyo psicosocial, fortalecimiento de los mecanismos locales de gestión de la crisis, con especial consideración hacia los más vulnerables. Durante las crisis se exteriorizan ciertas capacidades locales de supervivencia, de solidaridad y de organización, además de aptitudes para la innovación y adaptación a las nuevas circunstancias. Es por ello, que este contexto no se opone a un grado de participación en la elección de soluciones, siendo necesario reforzar el vínculo social. Cuando, tras una crisis, la población pierde sus medios de subsistencia (cosechas, ganado, entre otros) y se enfrenta a un déficit alimentario y sin posibilidad de producirlos en forma inmediata o rápida, es necesario asegurar a los grupos vulnerables una disponibilidad y acceso a los productos alimentarios en cantidad y calidad adecuados, para evitar la desnutrición y posibilidad de contraer enfermedades. Con frecuencia, la única alternativa que se presenta es la de suministrar directamente los alimentos a las familias mediante distribuciones generales. Constituye una asistencia directa a poblaciones que pierden de forma brutal el acceso a una alimentación suficiente, tal como sucede en desastres generados por el impacto de un evento adverso repentino o conflictos políticos. El impacto esperado de las distribuciones alimentarias es ante todo nutricional. Son particularmente necesarias en el caso de desplazamientos masivos de población. Sin embargo, en todos los casos, se deberá tener en cuenta los efectos indirectos (variación de los precios y en la economía local, redes comerciales, modificaciones en el tejido social pre-existente) que estas acciones pueden implicar en las estructuras económicas, sociales, políticas y medioambientales. La reactivación En los contextos de post-crisis y/o rehabilitación, la amenaza directa para la vida de las comunidades desaparece, pero los importantes daños causados exigen que se mantenga la ayuda externa para que las comunidades recuperen su autonomía. Los objetivos principales, en estos casos, deberían estar focalizados en la recuperación de la autonomía de las personas damnificadas, siendo el criterio fundamental la sostenibilidad de las acciones emprendidas. Las intervenciones (acciones, medidas) en este ámbito tienen como objetivo apoyar la reactivación de las economías dañadas, una vez transcurrida la crisis o su punto álgido. Consiste en rehabilitar los medios de producción, de almacenamiento o de transformación, ya sea en sus infraestructuras como en la capacitación, motivación o cualificación de las personas, a fin de que la población afectada pueda retomar sus actividades como venia haciéndolo antes del período de crisis. La etapa de post-crisis constituye una oportunidad invalorable para mejorar las causas crónicas y coyunturales de las que emerge el estado de inseguridad alimentaria. Es clave el trabajo con el sector agrícola y la mejora en el acceso al empleo e ingresos; asimismo, es fundamental intervenir con una mirada transversal en el fortalecimiento de estructuras y organizaciones locales con especial atención hacia la reactivación económica Es por ello que muchos de los programas que buscan reestablecer el nivel de seguridad alimentaria incluyen, previo diagnóstico, componentes de “Huertas Comunitarias”, de “Actividades Generadoras de Ingreso” y transversalmente de “Fortalecimiento de estructuras y organizaciones”, como estrategias para: 1) Mejorar la disponibilidad durante todo el año de alimentos ricos en micronutrientes. 2) Asegurar el acceso a estos alimentos de las familias participantes. 3) Involucrar a las estructuras y organizaciones locales para darle sustentabilidad a las intervenciones. La seguridad alimentaria duradera Los contextos de desarrollo se enmarcan en contextos estables, donde las comunidades ya no dependen de ayuda externa y tienen potencial para mejorar sus condiciones de vida, aunque existen ciertos factores estructurales que bloquean o dificultan el proceso de desarrollo: pobreza, marginación y exclusión. El objetivo principal en estos contextos es la eliminación de los bloqueos estructurales mediante el desarrollo de las capacidades dentro de las comunidades. Los apoyos corresponden básicamente a la generación de ingresos, fortalecimiento de los intercambios económicos (diversificación, comercialización, transformación, entre otros), fortalecimiento de la capacidad de financiación local (ahorro y crédito), la gestión de los recursos naturales y el funcionamiento de los servicios básicos. Esto no implica que algunos grupos especialmente vulnerables reciban asistencia, aunque esta deba ser reducida para no desestabilizar equilibrios sociales. En este contexto, las intervenciones están orientadas a apoyar a las poblaciones vulnerables con el fin de reducir, de forma sostenible, las causas estructurales de la inseguridad alimentaria crónica. Entre los ejes principales que gobiernan este tipo de actuación, se reconocen los siguientes: 1) Incremento o mejora de la producción local a través de la promoción de buenas prácticas y el fomento a la innovación tecnológica. Consiste en apoyar a las poblaciones, en consonancia con su capacidad técnica y económica, a “asimilar” o integrar nuevas técnicas. La mejora en la producción puede obtenerse mediante la capacitación de los recursos humanos, la introducción de insumos o de herramientas de producción más eficientes, como así también la realización de actividades que permitan rentabilizar los recursos disponibles. En cualquier caso, siempre debe estar bajo consideración, la sostenibilidad de la actividad económica y su relación con la conservación de los recursos naturales. 2) Diversificación de las actividades económicas. Su objetivo es reducir la dependencia de las poblaciones frente a una actividad económica que puede asumir un carácter aleatorio o muy supeditado a factores no controlables. Tal es el caso de los fenómenos climáticos que afectan el desempeño de una actividad productiva, la logística de distribución de los alimentos o las fluctuaciones del mercado que alteran los niveles “normales” de empleabilidad, producción, precios de los bienes, incluyendo el de los alimentos. 3) Revalorización de las producciones, mediante su transformación y comercialización. En ciertos contextos, la capacidad de producción en si misma no es el factor que limita los ingresos familiares, sino que existen factores que impiden capitalizar esa producción. Entre otros ejemplos pueden citarse problemas en la distribución o comercialización de productos. Por su parte, como eje transversal que atraviesa los objetivos de intensificación, diversificación y valorización de las producciones, se enfatiza: 4) La organización de los productores para la defensa de sus intereses comunes, en áreas tan diversas como el aprovisionamiento de medios de producción o la comercialización de productos. Este tipo de organización (asociacionismo, cooperativismo u otras formas asociativas) permite afrontar conjuntamente muchos obstáculos que individualmente son insalvables. Pueden citarse, entre algunos ejemplos: la compra de cantidades importantes de insumos para poder acceder a precios mas bajos (compras por volumen) o bien la organización colectiva del transporte, a través de grupajes o cargas consolidadas. 5) El desarrollo de medios de financiación local. El acceso a fuentes de financiación permite a los productores asegurar el abastecimiento regular de insumos o realizar inversiones para la mejora de sus medios productivos o instalaciones. Puede revestir formas simples como los fondos rotatorios que circulan entre un número limitado de familias, o más complejas como las derivadas de instituciones locales de crédito. 4. Sistemas de Seguimiento de la evolución de la seguridad alimentaría. El contexto puede evolucionar rápidamente y, en paralelo, lo hacen igualmente las necesidades de las personas afectadas por una crisis. Sin embargo, esta evolución no es lineal y mucho menos puede considerarse cronológica. Es posible encontrar en un mismo país o región situaciones donde coexistan algunos de los contextos anteriormente mencionados. La adaptación y anticipación a los cambios de contexto son elementos básicos para gestionar una intervención. El objetivo estos sistemas es poner en marcha un instrumento de medida en el tiempo de la evolución de la seguridad alimentaria. De esta manera, podríamos identificar rápidamente la degradación de una situación y prevenir las crisis eventuales. La primera etapa en este proceso es el mismo diagnóstico. De este diagnóstico, destacamos indicadores muy representativos y fáciles en su seguimiento. Esta información es recogida y analizada con una frecuencia que está determinada por la naturaleza de cada indicador. El Manual para el Diseño e Implementación de un Sistema de Información para la Seguridad Alimentaria y Alerta Temprana1 indica que la mayoría de los sistemas existentes de seguimiento de la seguridad alimentaria se estructuran alrededor de cuatro ejes principales: El seguimiento de la producción agrícola (SPA) que debería normalmente ir asociado al seguimiento de los productos ganaderos; El sistema de información sobre los mercados (SIM) que abarca, en general, el seguimiento del mercado interno y, a veces, el comercio internacional (importación/exportación); El seguimiento social de las poblaciones más vulnerables o de los grupos expuestos a riesgos (SGR) centrado en el seguimiento de la pobreza; El seguimiento alimentario y nutricional (SAN), orientado más o menos, según los casos, al seguimiento del estado nutricional y sanitario de la población. Los sistemas de seguimientos de la situación de seguridad alimentaria deberán constituirse en forma flexible y dinámica, de manera que puedan adaptarse a eventuales cambios en el contexto. Para ello consideramos indispensable el papel protagónico que deben tomar los actores locales, cuyas voluntades estén alineadas a que los mismos se mantengan vigentes en el tiempo. Acción Sur www.accionsur.org Buenos Aires, 6 de febrero de 2009. 1 FAO - Manual para el diseño e implementación de un Sistema de Información para la Seguridad Alimentaria y la Alerta temprana (SISAAT). Roma. 2000. Primera Parte: 3. Los sistemas existentes de seguimiento de la seguridad alimentaria.