En los últimos 18 años, los niveles del agua subterránea se aba

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En los últimos 18 años, los niveles del agua subterránea se aba
 En los últimos 18 años, los niveles del agua subterránea se abatieron entre 15 y más de 25 metros, lo que ha incrementado el costo de operación de los pozos de bombeo, ya que los espesores cada vez más más pequeños dificultan la extracción del agua, comentó Germán Efraín Figueroa Vega, Consultor en Geohidrología y Mecánica de Suelos y miembro activo del Comité del Agua del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM). Durante la conferencia “La sobreexplotación de los acuíferos”, agregó que otro inconveniente es la reposición frecuente de pozos, pues aunque tienen una vida útil de 30 años, estos se deben cambiar cada lustro, por la deformación o surgimiento de sus ademes (sostenimiento) que genera el hundimiento de los terrenos donde están instalados. Eso significa que la sobreexplotación de los acuíferos ha implicado la degradación paulatina de la calidad del agua subterránea, misma que tiene un alto contenido de sales que deben ser eliminadas mediante la instalación de plantas de tratamiento al pie de algunos pozos. Agregó que hoy en día la extracción del agua es del orden de 25 a 30 metros cúbicos por segundo (m3/s), lo que equivale al agua potable de la mitad de los habitantes de la Ciudad de México (CDMX), es decir, poco más de diez millones de personas. Y ante la aparición de grietas y hundimientos que dañan la estructura de todo tipo de infraestructura, así como en la degradación de la calidad del agua que se extrae, el especialista precisó que los hundimientos regionales alcanzan valores máximos de 14 metros que han causado daños estructurales en edificios y parques emblemáticos como la Catedral del Centro Histórico, el Palacio de Minería y la Alameda Central. Recordó que debido a la aparición de la primera grieta en la ciudad de México en 1950, un año después, la autoridad comenzó a importar agua de las cuencas externas de Alto Lerma y del Cutzamala, con gastos actuales de entre 5 y 15 m3/s, respectivamente. Además de que la capital del país cuenta con una reserva estratégica de cuatro acuíferos en el Estado de México ubicados en el Valle de Toluca, Ixtlahuaca-­‐Atlacomulco, Cuautitlán-­‐Pachuca y Chalco-­‐Amecameca, que se pueden sobreexplotar por un periodo de 200, 400, 67 y 233 años, sucesivamente. Pero si en este momento, se quisiera cancelar de golpe la sobreexplotación de los acuíferos del Valle de México, no alcanzaría el agua de otras fuentes potenciales externas más inmediatas: los acuíferos de Tecolutla, Amacuzac y Necaxa, que se estudiaron junto con el Cutzamala para abastecer de agua a la CDMX, señaló el Dr. Germán Efraín Figueroa Vega Por lo tanto, advirtió, que urge racionalizar al máximo el uso del agua mediante la disminución en el consumo agrícola, en las ciudades y en la industria, y que el agua para riego se destine al consumo de agua potable y el agua industrial al servicio público. También es indispensable que el agua residual tratada se utilice para el riego, en la industria y en usos urbanos, y al mismo tiempo, se lleve a cabo la infiltración artificial del líquido en presas y calles, así como en ríos y arroyos, como sucedió en los dos últimos casos, en las década de los años cincuenta y sesenta con un gran éxito. Destacó que el punto más conflictivo a resolver en la Ciudad de México, es eliminar las fugas de agua potable en las conducciones, redes urbanas, llaves y muebles sanitarios, cuya pérdida se estima en 40% desde los años sesenta, porcentaje que dijo es impreciso porque la autoridad no tiene bien contabilizadas las entradas y salidas de agua. Esto porque existen pozos que carecen de medidores para calcular el volumen extraído, en otros el cálculo se hace con base en las horas de operación o con el aforo inicial de la construcción del pozo. Además de que existen pozos que están conectados directo a la red y no a tanques que puedan medir la cantidad de agua extraída. Por otro lado, en la CDMX existe una gran cantidad de casas que no tienen medidores de agua y que pagan una cuota simbólica bimestral, lo que da lugar al dispendio. A esto se suma un número indeterminado de tomas clandestinas que suelen estar ubicadas en hoteles, baños públicos, entre otros. La única forma en que la autoridad puede saber cuál es el costo de operación y el porcentaje real de la pérdida de agua, es instalando medidores que acumulen el volumen de extracción en todos los pozos, así como medidores de consumo en viviendas, industrias, etcétera, que trabajen las 24 horas del día, los 365 días del año. Estas medidas serían independientes de las reparaciones y el mantenimiento que se debe dar a la infraestructura para tener en buenas condiciones la red de agua potable, concluyó el ponente. 

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