Claro y Clara no se aclaran

Transcripción

Claro y Clara no se aclaran
Claro y Clara no se aclaran
Personajes:
CLODOMIRA
CLARA
CLARO
CASIMIRO
CLETO
NECLE
MARIO
PRIMER ACTO
(Al abrirse el telón se nos muestra el saloncito de un piso de
Madrid, de una familia de clase media; con un tresillo, una
mesita camilla y otros enseres lógicos en el mobiliario de una
casa de este tipo. Por el habitáculo pasean nerviosos Clodomira y sus dos hijos, Claro y Clara. Es evidente que algo les
tiene inquietos a los tres. La madre debe andar por los sesenta mientras que los dos chicos rondarán los veintitantos.
Clodomira es una mujer apocada, que siempre ha estado sometida a la tiranía de su marido, Casimiro. Claro es un despistado que siempre se da por aludido cuando alguien utiliza la expresión «claro». Clara es más avispada y más resuelta).
CLARA. Se lo dices tú primero, Claro.
CLARO. De eso nada. Se lo dices tú primero, Clara.
CLARA (A Catalina). ¿A que es mejor que se lo diga Claro primero, mama?
CLARO. ¿A que no, mama…? ¿A que es mejor que se lo diga
primero Clara?
CLODOMIRA (Se sienta en una silla junto a la mesa camilla.
Confusa, indecisa, poco explícita). Eeehh…, claro.
CLARA (A Claro). ¿Lo ves…? Ha dicho que tú.
CLARO. De eso nada. Ha dicho que tú.
CLARA. Porque tú lo digas… Ha dicho Claro, bien claro.
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JOSÉ CEDENA
CLARO. Clarooo… Ha dicho que… «claro», que tiene que ser
Clara.
CLARA. De eso nada, monada. Ha dicho «Claro», queriendo
decir que es Claro el que lo tiene que decir primero.
CLARO (Yendo hacia su madre). ¿Qué has querido decir con
«claro», mama?, ¿que lo tiene que decir primero Claro o
que está claro que tiene que ser Clara?
CLODOMIRA (Aturdida). Claro…
CLARA. Claro…, ¿qué?
CLODOMIRA (Totalmente agobiada). Claro… Claro.
CLARO. ¡Jolines, mama…! ¿No puedes ser un poco más clara y decir bien claro quién se lo dice primero, si Claro o
Clara…?
CLODOMIRA (Estallando). ¡Pero si es que no lo tengo claro si
tiene que ser Clara o tiene que ser Claro! Lo único que
tengo claro es que, en cuanto se lo digáis, le da un infarto. ¡Se lo diga Clara o se lo diga Claro!
CLARO. No, no, si eso está claro. Pero has llamado ya a la ambulancia, ¿no?
CLODOMIRA. Sí, sí, claro…
CLARA. ¿Y qué has dicho, mama…? ¿Que se vinieran para acá,
que le iba a dar un infarto a tu marido…?
CLODOMIRA. ¿Cómo quieres que les diga eso, mujer…? Si les
digo que se vengan que le va a dar un infarto me mandan
a la porra… Les he dicho que ya le había dado.
CLARA. Pues entonces no hay tiempo que perder, que ya estarán al llegar. Venga, mama, despiértale y que sea lo que
Dios quiera.
CLODOMIRA. ¡Buufff! Con lo mal que le sienta que le despierten de la siesta…, va a ser peor todavía. Mejor espérate que se despierte él solo.
CLARA. Pero si es que van a llegar los de la ambulancia y se
van a encontrar sin infarto y sin infartado.
CLARO. ¡Bua…! Con lo mal que está el tráfico…, mientras suben al sexto piso y qué sé yo…, le da tiempo a despertarse.
Mejor no empeoremos las cosas. Vamos a esperar a que
se despierte tranquilamente.
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Teatro para descojonarse
CLODOMIRA. ¿Y por qué no lo dejáis, hijos…? Si se lo habéis
estado ocultando más de veinte años…, ¿qué más os da
ya esperar otros veinte a ver si se muere antes…?
CLARO. ¡No, de eso nada! Yo ya no aguanto más. Si le da un
infarto…, la culpa la tiene él por ser como es.
CLARA (Dando la razón a Claro). Claro.
CLARO (Mirando a su hermana). ¿Qué?
CLARA. No…, que… claro, que tienes razón.
CLARO. Ah.
CLARA. Es verdad, mama. No vamos a ser igual que tú, toda
la vida aguantando el despotismo de este hombre, con resignación.
(Suena el timbre del portero automático. Los tres se muestran muy azarados).
CLODOMIRA. ¡Aquí están ya!
CLARO. ¿Qué hacemos, Clara?
CLARA. ¡Y yo qué sé, Claro! ¡Que se esperen!
(Por fin Clodomira corre a contestar).
CLODOMIRA. ¿Quién es?
VOZ. Somos los de la ambulancia. ¿Es usted la del infarto?
CLODOMIRA. No, no, yo no…
VOZ. Entonces nos hemos equivocado de piso.
CLODOMIRA. No, no…, si es aquí. Quiero decir que yo no
soy…, que es mi marido el del infarto. (Indecisa, sin saber
qué hacer). Pero…, es queeee…, estoooo… ¿Llevan ustedes mucha prisa?
VOZ (Muy extrañado). ¿Eeeehhhh…? (Con sarcasmo). ¡Hombre…! Prisa…, prisaaaa… A ver si me entiende usted. Si
usted quiere salvar a su marido, sí que llevamos prisa, sí.
Pero si a usted le da igual que la palme o no la palme…,
a nosotros nos van a pagar igual.
CLODOMIRA. Claro.
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