La Masacre de las Bananeras

Transcripción

La Masacre de las Bananeras
La Masacre de las Bananeras
Por Mariano Ospina Peña
El conflicto de las bananeras fue un problema social, por décadas ignorado por el
estado, y el cual fue utilizado por el Partido Socialista Revolucionario PSR como una de
las puntas de lanza para la supuesta toma del poder que ese partido político había
planeado y trataban de organizar desde su convención de La Dorada en 1927. Por la
infiltración del PSR, el gobierno conservador de Miguel Abadía Méndez lo enfrentó
como un problema de orden público.
El conflicto por tierras comenzó desde principios del siglo XX y va ligado al desarrollo
de las vías de comunicación del cual se logra una valorización de las mismas. Esta
valorización estimula la codicia en individuos y grupos sobre esas tierras, por lo
general desatendidas. Entonces se presenta la figura del “hacha contra el papel
sellado”1, o el trabajo del colonizador contra la presentación de títulos, establecidos
con frecuencia en base a componendas o artimañas legales. En virtud a estos títulos
viene la expulsión sin compensación del colono quien ha mejorado la tierra y dedicado
a ella largos años de trabajo, todo cohonestado por la ley y el Estado. La región
bananera de Santa Marta es un claro ejemplo.
El Problema Social
Las inversiones de la United Fruit
Company UFCO, a partir de 1900, en
el
desarrollo de la producción
bananera
para
la
exportación
originaron
el
surgimiento
de
profundas transformaciones en la
tenencia de la tierra y en los patrones
sociales. Las propiedades coloniales
semiabandonadas,
estaban
diseminadas por terrenos públicos o
baldíos y estaban ocupadas por
pequeñas aldeas de colonos. Antes de la UFCO la demanda de tierras era mínima y los
linderos entre las propiedades privadas y las tierras públicas o baldíos eran indefinidas.
La zona pronto fue invadida por trabajadores de otras regiones en busca de trabajo y
mejores condiciones económicas, algunos eran contratados en el ferrocarril, otros se
convertían en colonos en los apartados terrenos públicos y algunos en jornaleros.
A medida que el ferrocarril, construido por la Compañía (UFCO) penetraba hacia el
interior, se crearon más de cuatrocientas
plantaciones bananeras. Entre 1920 y
1929 la economía bananera experimentó
una fase particularmente intensa de
expansión ya que las exportaciones se
vieron
redobladas.
Hacia
1929
se
embarcaba más de diez millones de
racimos de banano desde el puerto de
Santa Marta, convirtiendo a Colombia en
Los colonos eran expulsados
1
Alejandro López, “Problemas Colombianos”, Editorial París América, París, 1927
el tercer gran exportador de banano en América Latina.2
La tensión más sobresaliente que se presentó entre la UFCO y el campesinado giró en
torno al control de la tierra. La expansión de la economía bananera entre 1908 y 1929
precipitó la privatización masiva de las tierras públicas y la consiguiente expropiación
de cientos y tal vez miles de colonos. La presencia de la United Fruit Company
estimuló una rápida alza en los valores de la propiedad y un movimiento inusitado en
el mercado de la tierra. Las elites locales rebuscaban viejos títulos entre las
genealogías familiares mientras otros, de inclinaciones empresariales, buscaban
concesiones territoriales de manos del gobierno. La United Fruit Company consolidó
gradualmente un total de 60.000 hectáreas de propiedades privadas en la región de
Santa Marta. En gran parte por medio de la adquisición de los títulos, cuyos linderos
eran muy vagos. De las 60 mil hectáreas solo cultivaba 16 mil y algunas pocas con
sembrados de pan coger. La mayor parte de las tierras de la Compañía permanecían
virgen.
En razón a la confusión en torno los derechos de
propiedad, aquellos colonos que permanecían en la
tierra estaban expuestos a ser expulsados en
cualquier momento a pesar de que Colombia
contaba con una legislación sobre heredades que
protegía a quienes se establecieran en terrenos del
estado. Las leyes 61 de 1874 y 48 de 1882 eran
favorables a la colonización de terrenos baldios, y
establecían derechos sobre la propiedad a favor del
colono. Estas eran las leyes que los colonos
invocaban con el fin de impedir la pérdida de sus
tierras.
Campesinos desplazados pasan a ser
contratistas de la UFCO
La construcción de canales de irrigación para abastecer de agua a las plantaciones
bananeras, por ejemplo suscribió la agricultura campesina y la United Fruit Company
era quien administraba el agua. Muchos sostenían que los las inundaciones causadas
por el desvío de los ríos era a propósito con el fin de desalojar colonos de sus terrenos.
En suma el ingreso de la United Fruit Company en la región de Santa Marta estimuló el
surgimiento de un sector de campesinado empresarial, el cual cayó, casi
inmediatamente, bajo la presión de la economía bananera en expansión. Cientos de
campesinos fueron convertidos en asalariados por medio de la pérdida de sus tierras;
aquellos que lograron sobrevivir como campesinos, encontraron restricciones para el
acceso a las aguas y para sus operaciones de mercado, lo mismo que para sus
reclamaciones sobre la posesión de tierras.
El Partido Socialista Revolucionario
Los más notables organizadores del nuevo partido político de izquierda, fueron Ignacio
Torres Giraldo, Francisco de Heredia, Tomás Uribe Vargas, Guillermo Hernández
Rodríguez y María Cano, quienes tuvieron que enfrentar la oposición de sectores más
radicales que defendían la formación de un partido comunista.3
2
Catherine LeGrand, “Campesinos y asalariados en la Zona Bananera, de Santa Marta 1900-1935”, Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Volumen 11, 1983.
3
Jorge Orlando Melo, “Colombia hoy: perspectivas hacia el siglo XXI”, Siglo Veintiuno Editores, Bogotá,
1991.
Uno de los fundadores del Partido Socialista Revolucionario, Ignacio Torres Giraldo,
hará de agente viajero entre Moscú y Bogotá entre 1920 y finales de los años 1930. En
cuanto a Tomás Uribe Márquez, él viajaba entre Colombia, México y Centroamérica.
Asistirá también a la reunión latinoamericana de
la Internacional Sindical Roja, realizada en
Montevideo en 1929. Participó, como delegado
por las directivas obreras del Valle, en el
segundo congreso obrero, en los meses de julio
y agosto en Bogotá, y fue nombrado presidente
del mismo. En este evento se creó la
Confederación Obrera Nacional (CON) y se hizo
adhesión a la Internacional Sindical Roja, con
sede en Moscú; Torres fue aclamado como
secretario general de la recién creada
corporación. “Por lo general, los dirigentes
sindicales de la CON también lo fueron del PSR,
no existió una división tajante entre partido y
Confederación Obrera y así, el auge del
movimiento sindical de los veinte y el
crecimiento
del
socialismo-revolucionario
corrieron entrelazados.”4
Raúl Eduardo Mahecha, Floro Piedrahita,
Julio Buriticá y Ricardo Elías López posan
con la bandera de los tres ochos: 8 horas
de trabajo, 8 horas de estudio y 8 horas
de descanso
Por su parte Raúl Eduardo Mahecha, héroe del
sindicalismo colombiano, era el agente activista
del
Komintern5
soviético
en
Colombia,
obviamente se había unido al Partido Socialista
Revolucionario.
Entonces el sindicalismo y el PSR se dedicaron a crear las condiciones para un
alzamiento, una insurrección con el fin de derrocar el gobierno y acabar la Hegemonía
Conservadora. Como resultado de de la nueva estrategia la Asamblea del PSR en La
Dorada, con sus miembros encarcelados por órdenes del Ministro de Guerra Ignacio
Rengifo, tomó la decisión de conformar una dirección dual: para los asuntos políticos
creo el Comité Central Ejecutivo (CCE) y (el CCC,) para lo correspondiente a la
organización insurreccional, el Comité Central Celular (o Comité Conspirativo Central).
No fue una decisión alegre y rápida pero si unánime, de la que se desprendieron
problemas a corto y largo plazo. Ya lo han anotado los historiadores: En la dirección
del CCC quedaron los nueve hombres de mayor autoridad política, en especial Uribe
Márquez con un secretariado de tres miembros. El CCE, en cambio, quedó en manos
de hombres de poca autoridad.6
El CCC era el organismo encargado de planear el derrocamiento del gobierno mediante
sublevaciones populares coordinadas. Los liberales vinculados a la facción militarista
del partido, siendo el General Leandro Cuberos Niño el principal entre ellos,
participaban también en el trabajo de CCC. A pesar de que era inminente un
enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, muchos liberales y conservadores
4
Eduardo Mackenzie, “Las FARC fracaso de un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007.
Komintern o Comintern es también conocida como la III Internacional. Fue una organización soviética que
gobernaba los partidos comunistas. Se creó con el objetivo de extender la revolución fuera de la Unión
Soviética y su objetivo era la supresión del sistema capitalista.
6
María Tila Uribe, Los Años Escondidos, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994.
5
desdeñaron a los revolucionarios como visionarios inocuos y se burlaban de los
temores del los conservadores como el Ministro Rengifo.7
El Gobierno
Durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) el orden público se vio
gravemente afectado. Gracias a los esfuerzos de la PSR. Se
registraba en todas partes el nacimiento de “los comités
obreros” y de “ligas campesinas” con una sola perspectiva: la
insurrección. Para el gobierno, la situación era delicada pues el
Estado no había conocido, hasta ese momento, desafíos de tal
carácter y de tal amplitud y carecía de medios jurídicos para
manejarlos. Invitó al congreso votar las medidas preventivas, y
encargó a su Ministro de Guerra, General Ignacio Rengifo de
presentar y defenderla.8
El miembro más controvertido del gabinete
Presidente Miguel
de Abadía fue el Ministro de Guerra, el
Abadía Méndez
General
Ignacio Rengifo.
Había sido
gobernador
del
Valle,
magistrado,
congresista, diputado y concejal, además comenzó la construcción
del muelle en Buenaventura. Rengifo creía firmemente en las
prerrogativas de los militares y en su deber constitucional de
mantener el principio de autoridad ante cualquier fuerza social que
pudiera disputarlo. Hombre de temperamento autoritario,
preparado para atacar a cualquier izquierdista que amenazara la
paz social, Rengifo, un hombre de acción, era el complemento
ideal de Abadía, un erudito político de partido. Una vez en el
Ignacio Rengifo
Ministerio se ocupó en varios frentes, esforzándose por combatir
las fuerzas del desorden, fuesen estas los trabajadores en huelga o revolucionarios
confesos como Tomás Uribe Márquez, María Cano, Raúl Eduardo Mahecha e Ignacio
Torres Giraldo.
Muy motivado el PSR se lanza a la organización de huelgas
violentas. En enero nuevamente contra la Tropical Oil Company
en Barrancabermeja y la cual estuvo a punta de cortar las
comunicaciones y el comercio entre Bogotá y Barranquilla. Otras
maniobras y sabotajes son realizados de
manera concertada y simultanea, como los
incendios de los depósitos de petróleo de la
Tropical Oil Company en Girardot. Para el
Ministro de Guerra Ignacio Rengifo, es claro
Ignacio Torres Giraldo
que los promotores del desorden (los
socialistas) “sostenidos bajo cuerda por los
restos de la misión supuestamente científica soviética” en alusión
a la Misión Científica Rusa dirigida por el profesor Georges
Voronoff a quienes acusa de buscar nuevas ocasiones para
generar nuevas agitaciones.9
María Cano
7
James D. Henderson, “La Modernización en Colombia: Los Años de Laureano Gómez”, Imprenta
Universidad de Antioquia, Medellín, 2006.
8
María Tila Uribe, diciembre 5 de 2013, Agencia Prensa Rural.
9
Eduardo Mackenzie, “Las FARC fracaso de un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007.
La última de las exitosas giras de María Cano había sido a Calamar, Cartagena y
Barranquilla. Pero los mejores resultados se vieron en su correría por Santa Marta,
Ciénaga, Sevilla y Aracataca, ahí fijo su centro de operaciones para seguir a El Retén,
Fundación y Tucurinca. Los organizadores de esta segunda etapa fueron los dirigentes
socialistas de la Zona, los mismos que posteriormente dirigirían la huelga.10
En abril de 1928, los desordenes callejeros, donde la actividad del PSR es ampliamente
visible, lleva el gobierno adopte medidas de excepción.
María Tila Uribe: “La agitación alcanzaba niveles nunca vistos y trataba sobre
todo de infiltrarse en los cuarteles. La ciudad estaba literalmente cubierta de
carteles socialistas pegados sobre los muros y sobre las puertas de las casas
según las instrucciones impartidas”.11
Las acciones del gobierno contra personas como Raúl Eduardo Mahecha o Torres
Giraldo eran ”aletargadas e incruentas”. Había ciertamente un acoso constante a las
personas relacionadas con el movimiento, encarcelaciones preventivas y otras
violaciones semejantes de las garantías constitucionales. 12
La Ley 69 de 1928
Para comienzos de 1928, los miembros del
CCC fabricaron bombas para utilizarlas en
el derrocamiento del odiado régimen
conservador. Al mismo tiempo, dirigentes
conservadores como Antonio José Uribe e
Ignacio Rengifo pedía una nueva legislación
que les permitiera actuar libremente en
contra de los disidentes, sin tomar en
cuenta las protecciones a los derechos
civiles consagrados en la constitución.13
La misma María Tila Uribe, hija del Tomás
Uribe Márquez fundador del PSR, admite:
“todo se hacía bajo estricta reserva,
era imprescindible para sortear la
vigilancia de (Ministro) Rengifo y
evitar la cárcel pero también porque
el PSR ese año (1928) se convirtió en
un partido insurreccional”.
Las más grandes decisiones se
tomaron en julio (1928) en la
Asamblea Nacional del Socialismo
El Presidente Miguel Abadía Méndez y el
Revolucionario. La Asamblea creo las
Ministro de Guerra Ignacio Rengifo
bases
organizativas
de
la
insurrección, el tiempo para llevarla a cabo correspondería a los últimos meses
de la Hegemonía, la fecha se fijaría en su momento.
10
María Tila Uribe, “Los Años Escondidos”, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994
Ibíd
12
James D. Henderson, “La Modernización en Colombia: Los Años de Laureano Gómez”, Imprenta
Universidad de Antioquia, Medellín, 2006.
13
Ibíd.
11
La otra cara de la estrategia del PSR seguía siendo la abierta. En Frente Único con los
grupos liberales de izquierda, adoptaron una serie de tareas para la labor política de
masas, nuevas unas o como continuidad del trabajo anterior, otras. La Convención
aprobó el viaje de algunas personas a Moscú; designó siete miembros para el ejecutivo
y reeligió a Tomás (Uribe Márquez) como Secretario General de PSR, con una nueva y
nada pequeña responsabilidad: crear la comisión permanente o núcleo central que
organizara la defensa del PSR y diera el paso a la clandestinidad. 14
A pesar de que en 1919, el Presidente Marco Fidel Suárez había reconocido el derecho
a la huelga, el debate sobre el plan de gobierno para la aprobación de lo que se llamó
Ley Heroica llenó los diarios colombianos desde febrero hasta octubre de 1928 cuando
finalmente fue aprobada en el Congreso.
El gobierno del Presidente Abadía sancionó el 30 de octubre de 1928 la ley 69, la cual
propugnaba regular la actividad obrera y en particular la sindical. Esta ley vedaba que
los sindicatos atacaran el derecho de propiedad privada o desconocieran su
legitimidad, les prohibía fomentar la lucha de clases y les desconocía el derecho de
promover huelgas. La divulgación de escritos, carteles y publicaciones que respaldaron
los actos declarados ilícitos por la ley 69, sería sancionada con severidad. 15 Ignacio
Rengifo había liderado este esfuerzo, argumentando acaloradamente que tal legislación
era indispensable para detener una revuelta comunista inminente y la aprobación de
una ley de defensa social o heroica era necesaria para “encarar el más grande peligro
que la República haya jamás encontrado”.
Las Bananeras
1-Raúl Eduardo Mahecha, jefe indiscutido de la insurrección en la
zona bananera; 2 Erasmo Coronel negociador y sindicalista, dado de
baja en el enfrentamiento de Sevilla; 3- Pedro M. del Río,
negociador; 4- Bernardino Guerrero, secretario de Mahecha; 5Nicanor Serrano, negociador. Esta foto fue anterior a la huelga
14
15
La organización sindical
comenzó a arraigar en el
seno de la población rural
de Santa Marta hacia
mediados de la década de
1920, bajo la influencia del
Partido
Socialista
Revolucionario y de unos
pocos
anarcosindicalistas
de España y de Italia.
María Cano a finales de
marzo de 1928 había
“fijado
su
centro
de
operaciones
en
Santa
Marta, Ciénaga, Sevilla y
Aracataca, para seguir a El
Retén,
Fundación
y
Tucurinca”.
Según
el
activista Ignacio Torres
Giraldo,
quién
había
permanecido en la zona, el
grupo de colonos era
particularmente receptivo
a las iniciativas del PSR, y
María Tila Uribe, Los Años Escondidos, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994.
Revista Credencial Historia. (Bogotá - Colombia). Edición 190 Octubre de 2005.
fueron los colonos los que respaldaron la unificación de los asalariados, aprovechando
sus estrechos lazos con los trabajadores bananeros. La formación de uniones obreras y
ligas agrarias o ligas de colonos comenzó a ser más o menos recurrente.
Entonces militantes del PSR encabezan la huelga contra la United Fruit Company como
líderes sindicales. Esta fue dirigida por los más representativos: Sixto Ospino, Adán
Ortiz Salas, Aurelio Rodríguez, José G. Russo y Erasmo Coronel. Igualmente por
mujeres como Josefa Blanco, secretaria del sindicato de Orihueca.16 Pero todos seguían
fielmente, las instrucciones de Raúl Eduardo Mahecha.
La vinculación de los dirigentes sindicales Mahecha y demás al Partido Socialista
Revolucionario da la voz de alerta al gobierno.
General
Carlos
Cortés
Vargas:
“La
extensa
zona
bananera está dividida en un
gran número de fincas o
haciendas,
de
las
cuales
alrededor del cuarenta y cinco
por ciento son de propiedad de
la Compañía Frutera; las demás
pertenecen a particulares y son
de una extensión varia.17
La United Fruit Company de Boston,
Massachusetts, poseía casi 60.000
hectáreas
de
tierra,
la
mitad
cultivables, en el Magdalena. En 1928
la UFCO pagaba a 25.000 trabajadores en el país. Ella controlaba el tren de Santa
Marta y sus vías anexas, los muelles bananeros del puerto y los barcos que
transportaban los racimos. Además administraban la distribución del agua utilizada en
la zona bananera.18
Siguiendo las instrucciones del
Komintern
soviético,
Raúl
Eduardo Mahecha se hace
cargo. Mahecha era, para la
época, un avezado negociador
y propiciador de huelgas, así
como
sindicalista
experimentado.
Recientemente había fundado
la Unión Obrera, antecesora
de la USO Unión Sindical
Obrera. Así radicado en la
zona
bananera,
recorrió
agitando a los braceros y
trabajadores apoyados por los
colonos, que buscaban su
16
Barracas de los trabajadores. En estos dormían varias personas
en un cuarto pequeño, donde debían colgar hamacas unas encima
de otras, no tenían ventilación, agua, duchas o letrinas.
María Tila Uribe, Los Años Escondidos, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994.
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979.
18
Carlos Alberto Mora, Margarita Peña, “Historia socioeconómica de Colombia”, Grupo Editorial Norma,
Bogotá, 1997.
17
justo bienestar ante los atropellos de la United Fruit Company.
Mahecha había instruido a Erasmo Coronel, otro miembro del PSR y delegado sindical a
la vez que negociador, un pliego de peticiones de nueve puntos que al parecer se
ajustaba bastante a la escasa legislación nacional. Aparentemente buscaba que se
diera cumplimiento a la ley colombiana sobre seguros colectivos y obligatorios,
accidentes de trabajo e higiene habitacional.
Los nueve puntos del pliego eran:
1- Establecimiento del seguro colectivo obligatorio con base en las leyes 37 de
1921 y 32 de 1922.
2- Reparaciones por accidentes de trabajo, según lo establecía la ley 57 de 1915.
3- Habitaciones higiénicas según la ley 46 de 1918 y descanso dominical
remunerado en relación con la ley 76 de 1926.
4- Aumento del 50% de los jornales.
5- Desaparición de los comisariatos.
6- Cesación de préstamos por medio de vales y libertad del trabajador para
adquirir los artículos de
consumo.
7- Implantación del pago
por semanas vencidas.
8- Abolición
de
los
contratos individuales y
creación de los colectivos
con derecho a figurar
cada
obrero
en
la
nómina de cada mes.
9- Construcción
de
hospitales provistos de
drogas,
instrumental
quirúrgico, a razón de un
hospital por cada 400
jornaleros y médico por
cada fracción mayor a
200 jornaleros; también
Pésimas condiciones de vivienda y vida de los trabajadores
la
ampliación
e
higienización de todos los campamentos por carencia absoluta de profilaxia.
O sea exigían un aumento salarial del 50 por ciento. Pedían acabar los comisariatos,
pago semanal, contratación colectiva, semana laboral de seis días con dominicales
remunerados y mayor inversión en salud, pero la mayor queja era el sistema
contractual para los trabajadores, que siempre fue considerado como un medio para el
incumplimiento de la legislación laboral.
General Carlos Cortés Vargas: El reclamo principal y único se hacía no contra
los cultivadores particulares sino contra la Compañía; ésta tiene empleados de
varias categorías que podemos llamar de nómina y son los mayordomos o
mandadores, apuntadores de tiempo y los empleados de contabilidad y control;
fuera de estos hay un reducidísimo número de asalariados que desempeñan las
funciones de cuidadores de bestias, sirvientes de mesa, jardineros, etc; el resto,
o sea la gran masa, no puede considerarse como jornaleros desde el momento en
que sus labores se hacen a destajo, o sea por contratos.”19
Para cada una de las labores requeridas, la United Fruit contrataba un empresario,
quien debe responder por su obra y es quien a su vez emplea un subcontratante quien
suministra las cuadrillas de trabajadores. Aducía no se encontraba en la obligación de
pagar las prestaciones sociales previstas en la legislación nacional ya que no era un
empleador directo pues manejaba contratistas y subcontratistas. Esta posición había
sido reforzada por una disposición del Ministerio de Industria de 1925, según la cual,
“dado que los cosechadores de banano trabajaban con base en contratos individuales,
técnicamente no eran empleados de la compañía”. Esta disposición confería el derecho
de desacatar las leyes laborales colombianas20. Los colombianos vivían en condiciones
inferiores a los extranjeros. La jornada de trabajo era de hasta 18 horas. Algunos
trabajadores se apoyaban en la colaboración de sus hijos, pero los niños no recibían
remuneración alguna. Los accidentes de trabajo eran frecuentes y mal atendidos.
La United Fruit Company pagaba $5 pesos por día y por obrero al empresario, el cual
pagaba $3.50 al subcontratante. Finalmente el obrero recibía $2 pesos. Aunque
superiores a otros sectores de la agricultura, estos salarios eran pagados en bonos que
obligaban al obrero a comprar sus provisiones en las cooperativas de la empresa. 21
General Carlos Cortés
Vargas:
“La
United
Fruit tiene establecidos
comisariatos,
o
sea
almacenes de venta al
por mayor y al por
menor
de
artículos
alimenticios
y
mercancías
propias
para los obreros de la
zona
bananera.
Asimismo
beneficia
ganado y vende la
carne a razón de quince
centavos la libra. En los
comisariatos se venden
Comisariato de la United Fruit Company en Ciénaga
los víveres a un precio
tal
que
no
hagan
competencia a los comerciantes al detal que compran al por mayor en los
mismos comisariatos el arroz, la azúcar, la papa y demás elementos que la
Compañía importa de los Estados Unidos. El interés de la Compañía al organizar
estos comisariatos está dividido entre la utilización del tonelaje de su flota de
regreso de los Estados Unidos y de Europa, y el de mantener un nivel bajo en la
subsistencia de los trabajadores para, consecuencialmente, no verse obligada a
subir indefinidamente los salarios.”22
19
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979.
James D. Henderson, “La Modernización en Colombia: Los Años de Laureano Gómez”, Imprenta
Universidad de Antioquia, Medellín, 2006.
21
María Tila Uribe, “Los Años Escondidos”, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994
22
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979.
20
Una vez llegado a Santa Marta, Cortés supo que los comerciantes de Santa Marta
habían estado financiando la huelga con el fin de acabar los comisariatos de la UFCO y
así lograr vender ellos, las mercancías y alimentos que requerían los miles de
trabajadores de la zona.
General Carlos Cortés Vargas: La Compañía usaba pagar el valor de sus
contratos por medio de vales que eran cambiados por mercaderías en los
comisariatos. Este sistema se prestaba al agio entre los tenderos y otras
personas. Acontecía que un obrero recibía una suma de pesos representada en
vale y en vez de adquirir con él elementos de subsistencia o prendas de vestir
para sí o para los suyos, una vez adquiridos unos y otros, los vendían a menos
precio con el objeto de hacerse a dinero contante.23
La Huelga
La huelga de las bananeras fue una operación vasta, violenta y complicada. En ningún
momento se podrá considerar como espontanea y pacífica. Fue preparada
deliberadamente con meses de anticipación para generar un levantamiento, una
insurrección. El sindicalismo manejado por el Partido Socialista Revolucionario se
encargó del pliego de peticiones, organizó la huelga y se apoyó en los colonos quienes
influenciaban a los jornaleros.
Y la verdad es que Mahecha no estaba solo, tenía a Erasmo Coronel como subordinado
y a su lado se encontraba también Augusto Durán.24 Con él está el francés Octave
Rabaté, alias Austin, y el estadounidense Joseph Kornfeder, alias John Sacks, dos
auténticos
agentes
del
Komintern,
quienes
actuaban
como asesores de
Durán.
Según
las
autoridades de Santa
Marta,
otros
dos
operadores
extranjeros
trabajaban
con
Mahecha: Girón, un
mexicano
y
Lacambra,
un
español.25 Un tercer
hombre es Christian
Vengal, quien será
detenido unas horas
23
24
Ibíd.
Augusto Durán es nombrado años más tarde, secretario general del PCC. Antes de eso había sido líder de
la Fedenal, el sindicato que conducirá violentas huelgas en el río Magdalena para controlar la navegación y
monopolizar el enganche del personal del sector. Detalle este muy útil para el transporte clandestino de
hombres, armas y propaganda. Durán recibía órdenes de Hamburgo, donde el Komintern dirigía el trabajo de
penetración de los barcos y de los puertos del mundo entero, a través de la Unión Internacional de marinos.
La consigna de ese organismo era convertir los puertos y los barcos en fortalezas del Partido Comunista,
pues las flotas mercantes eran, según ellos, “la vena yugular”, del capitalismo mundial. Citado por Eduardo
Mackenzie, “Las FARC fracaso de un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007
25
Desde 1926, un grupo comunista libertario actuaba en la ciudad de Santa Marta sin ser molestado por las
autoridades. Sus jefes: Elías Castellanos, Mariano Lacambra, Jenaro Toroni. Ellos realizaron el 24 de
diciembre de 1926, un primer congreso regional obrero citado por Eduardo Mackenzie, “Las FARC fracaso de
un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007
en Ciénaga, antes de ser liberado bajo presión de la calle.
Finalmente la United Fruit Company se negó al pliego y se basó en la recién expedida
Ley 69. Entonces el 12 de noviembre los trabajadores entran en huelga.
“Constancia”
Los obreros de la Zona Bananera están dentro de la ley. No hay una sola disposición
que venga a impedir el hecho de la huelga, desde luego se han cumplido los mandatos
del derecho.
La United Fruit Company, no cumple una sola de las leyes de Colombia referentes a los
tratos y contratos con los trabajadores, declarándose en abierta rebeldía, como lo han
pretendido hacer muchas otras compañía extrajeras, como la que pretende apoderarse
de las ricas regiones del Catatumbo, en Santander, para cercenar lo más precioso de
Colombia y fundar una república petrolera.
Los obreros de la Zona Bananera en cambio acatan todas las leyes que rigen en el
país, como ya está probado, y hoy al declararse en huelga, lo hacen por vindicar sus
derechos, conculcados diariamente por la poderosa Compañía Frutera, que ve con
indiferencia al obrero agotarse por las ulceras, el paludismo tropical, la tuberculosis y
otras enfermedades, sin que un sentimiento de humanidad la mueva a cumplir la
legislación obrera de la República y a indemnizar a sus víctimas con una salario que en
parte mitigue el hambre y la miseria, que son el legítimo patrimonio de sus fincas de
banano.
Esta huelga es el fruto de dolor de miles de trabajadores explotados y humillados día y
noche por la Compañía y sus agentes: esta huelga es la prueba que hacen los
trabajadores de Colombia para saber si el Gobierno Nacional está con los hijos del país,
en su clase proletaria, o contra ella y en beneficio exclusivo del capitalismo
norteamericano y sus sistemas imperialistas.
¡Vamos todos a la huelga!
El lema de esta cruzada debe ser “Por el obrero y por Colombia”.
El obrerismo del Magdalena excita a todas las organizaciones proletarias de Colombia y
a la prensa independiente y altiva a solidarizarse con este movimiento, que es un grito
de justicia salido de lo hondo del corazón sufrido de los trabajadores de la Zona
Bananera, en demanda de pan y justicia.
En consecuencia, queda decretada la huelga general, desde la seis de la mañana del
día de hoy, hasta ser oídos y aceptados sus delegados y sus pedimentos por la United
Fruit Company. Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena. El Comité Ejecutivo.
Ciénaga, noviembre 12 de 1928.26
Hacia 1925 se había establecido la primera unión sindical, la Unión Sindical de
Trabajadores del Magdalena27, la cual agrupaba tanto campesinos como proletariado
26
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
La Unión Sindical Obrera de Trabajadores del Magdalena había sido fundada por un grupo de anarquistas
españoles e italianos, respaldados por el PSR y estaba compuesta por los sindicatos de Orihueca, Latal,
Guacamayal, Tucurinca, Guamachito, Aracataca, El Retén, Motagua, Guatemala, Marne, Ciudad Perdida y
Ciénaga. Los delegados de estos sindicatos respaldaron con sus firmas el pliego de peticiones. Roberto
Herrera Soto, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
27
rural de la zona bananera. Aunque apoyó las peticiones de los colonos amenazados con
el desalojo, sus esfuerzos principales se dieron en organizar la huelga general contra la
United Fruit Company.28
El momento de la huelga no hubiera podido ser peor. El año anterior, miembros del
Partido Socialista Revolucionario y del CCC habían almacenado febrilmente municiones
para utilizarlas en la inminente sublevación. Para abril de 1928, existía un plan según
el cual los miembros del CCC declararían la huelga general y realizarían acciones
militares coordinadas contra el gobierno. Los revolucionarios tenían tal fe romántica en
el carácter inevitable del levantamiento del proletariado, que hablaban incesante y
abiertamente acerca del nuevo orden inminente. A comienzos de 1928, “Leonilde
Riaño, La Flor Roja de Cundinamarca”, advirtió a las mujeres colombianas que se
prepararan para marchar al lado de sus hombres “en la revolución que se aproxima”.29
Reacción del Gobierno
Los miembros del gobierno de Abadía tomaron las amenazas revolucionarias en serio.
A comienzos de 1928, el Ministro de Industria Montalvo habría dicho:
“Estoy convencido de que el comunismo en Colombia está próximo a estallar”.
La prensa conservadora informa:
"un frente bolchevique se está formando en la zona bananera".
Thomas Bradshaw, Gerente de la United Fruit
Company de inmediato envió un telegrama a
Abadía Méndez donde decía: “la situación
revolucionaria
aquí
es
extremadamente
peligrosa”.30 Abadía y su Ministro de Guerra,
Ignacio Rengifo consideran estar afrontando una
conspiración comunista. Determinan a la luz de
la recién sancionada ley Heroica, el derecho a la
huelga estaba prohibido, por lo tanto era ilegal,
así que declararon turbado el orden público.
Raúl Eduardo Mahecha y los dirigentes de la
huelga incluido Alberto Castrillón, un agitador y
orador virulento, recién llegado de Moscú, se
Thomas Bradshaw gerente de UFCO
encargaron de enrarecer el ambiente llegando a
presentarse algunos desordenes menores y algunos destrozos en propiedad privada. A
pesar de ser varios los miles de trabajadores movilizados por órdenes de Mahecha, son
una minoría de los 32 mil obreros de la zona.31
El General Carlos Cortés Vargas
Había nacido en 1882. Cursó humanidades en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario e ingresa al ejército del gobierno al estallar la Guerra de los Mil Días. En 1902
es ascendido a teniente coronel.
28
Catherine LeGrand, “Campesinos y asalariados en la Zona Bananera, de Santa Marta 1900-1935”, Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Volumen 11, 1983.
29
James D. Henderson, “La Modernización en Colombia: Los Años de Laureano Gómez”, Imprenta
Universidad de Antioquia, Medellín, 2006.
30
Ibíd.
31
Eduardo Mackenzie, “Las FARC fracaso de un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007.
En 1909 ingresa como alumno a la Escuela Superior de Guerra y dos años después
obtiene el titulo de Oficial de Estado Mayor y es
nombrado comandante de batallón. En 1914 entra
al Estado Mayor General como jefe de una sección
del Departamento de Historia y luego es
trasladado en 1918, de teniente coronel, como
comandante del Regimiento Nariño de la
guarnición de Barranquilla. Para 1918 se le
nombra subdirector de la Escuela Superior de
Guerra y al año siguiente con el grado de coronel
es comandante del Regimiento Sucre No.2 en el
Departamento de Boyacá. En 1920 se le confiere
la jefatura del Departamento de Historia del
Estado Mayor General hasta 1926. Ese año dicta
la cátedra de historia y geografía de Colombia en
la Escuela Superior de Guerra. En 1927 es
enviado como agregado militar a la Legación de
Colombia en Chile. En 1928 es ascendido al grado
de general de brigada y asignado a la Jefatura del
Estado Mayor del Comando de la II División con
sede en Barranquilla,32 donde el 12 de noviembre
General Carlos Cortés Vargas
lo sorprende la orden de trasladarse a la Zona
Bananera como Jefe de la Plaza de Santa Marta.
El Ministro Rengifo nombró al General Carlos Cortés Vargas Comandante Militar del
Magdalena el mismo 12 de noviembre según telegrama que a la letra dice:
Ministerio de Guerra. Bogotá, noviembre 12 de 1928. Oficial.
Número 14837. Orden Público. Comandante División. Barranquilla
Sírvase disponer General Cortés marche inmediatamente Santa Marta como jefe
Plaza, zona bananera, para que de acuerdo Gobernador determine empleo tropas
a fin de apoyar autoridades, fuerza policía ampare trabajadores pacíficos están
siendo hostilizados e instigados por revoltosos actúan zona. Un batallón de
Regimiento esa debe despachar mayor brevedad posible a reforzar compañía
destacada en Ciénaga, seleccionando oficialidad y dotándolo lo mejor posible….
El desarrollo de las instrucciones que preceden queda a su claro criterio y a sus
capacidades nunca desmentidas, y probadas en todos los campos de la actividad
militar. Para los cometidos y actividades a que hubiere lugar usted cuenta con las
fuerzas acantonadas en las guarniciones de Ciénaga y Santa Marta, las que le
envíe de Cartagena y de otros lugares, que quedan bajo sus órdenes.
Muy atentamente,
Justo A. Guerrero
General y Comandante General33
32
Roberto Herrera Soto, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
33
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
Cortés Vargas en el teatro de Operaciones
El Cuartel militar en
Ciénaga se convirtió en
su Cuartel General y
Centro de Operaciones.
Los
cultivadores
ejercían presión sobre el
gobernador José María
Núñez,
con
el
fin
continuar con el corte y
recolección de fruta y
este
a
su
vez
presionaba al General
Cortés con el fin de que
éste diera las garantías
necesarias.
Desde su llegada a la
Zona Bananera, Cortés
Vargas encontró que
La población de Ciénaga en 1928
gran parte de la vía
férrea se hallaba llena de huelguistas y que en algunos tramos estaba obstruida.
Encontró que la mayoría de trabajadores eran obligados a parar, a pesar de sus deseos
en continuar las labores.
Mujeres como Josefa Blanco, secretaria del sindicato de Orihueca, quien bajo su
responsabilidad tuvo a 100 obreros, con ellos vigilaba que no hubiera corte de
racimos de bananos y emboscó y redujo pequeños grupos de uniformados que
luego llevaba al comité de huelga para hacerlos reflexionar si era el caso, o
sacarles información o juzgarlos. Otra mujer olvidada fue Petrona Yance, la más
destacada de entre 800 mujeres que participaron en la Huelga.34
María Tila Uribe admite que hubo antes y después de la supuesta matanza,
“enfrentamientos y combates”, que los huelguistas habían preparado “acciones
armadas y de fuerza”, que disponían de bombas y armas, que:
“había por lo menos 10 mil hombres armados de machetes y que algunos grupos
de huelguistas disponían de fusiles”. Afirma la hija de Tomás Uribe Márquez que
ciertos activistas realizaron “operaciones de sabotaje contra los trenes que
transportaban tropas y los trabajadores enganchados para romper la huelga”.
Que la huelga tenía una dirección secreta la cual había dividido la zona de las
bananeras en 63 secciones para mejorar las operaciones. 35
El General Cortés Vargas trató de dialogar e interceder con las partes en conflicto y
calmar los ánimos.
General Carlos Cortés Vargas: “El día 15 (de noviembre) se presentaron a
nuestro alojamiento (en Aracataca) los señores José Montenegro, (Erasmo)
Coronel, (Nicanor) Serrano, y (Pedro M.) del Río junto con numeroso grupo de
34
María Tila Uribe, diciembre 5 de 2013, Agencia Prensa Rural.
María Tila Uribe, “Los Años Escondidos”, Ediciones Cestra/Cerec, Bogotá, 1994 citada por Eduardo
Mackenzie, “Las FARC fracaso de un terrorismo”, Random House Mondadori S.A., Bogotá, 2007.
35
obreros ansiosos de presenciar la conferencia. El resultado final de la conferencia
era que habían puntos que en realidad no eran de la competencia de la compañía
sino del resorte del legislador y otro como el de la supresión de los comisariatos
que era un punto inaceptable para ellos y que no entendían por qué razón sus
dirigentes y abogados lo habían consignado en el pliego de peticiones.”36 Una vez
discutidos los diferentes puntos se llegó a la conclusión de un arreglo amistoso ya
que el General Cortés intercedería ante la United Fruit para que los puntos
acordados fueran aceptados por la empresa. “Los delegados manifestaron que en
ese mismo momento irían a reunir la Asamblea ejecutiva con el fin de que
nosotros personalmente expusiéramos ante ella los motivos por los cuales se
rechazaban algunos puntos y se adoptaban otros. Quedó convenido que a las
cinco de la tarde de ese día vendrían los delegados para conducirnos a la Casa
del Pueblo con el fin antes indicado. A eso de las 6pm se aparecieron los tres
delegados obreros cabizbajos y mohínos (José Montenegro, Erasmo Coronel, y
Nicanor Serrano) a informarnos que no era posible llevarnos al local de la
Asamblea ejecutiva por cuanto dicha corporación ya se había disuelto. Uno de
ellos, más sincero que los otros nos dijo: Vea señor General, nosotros no
tenemos poderes sino para aceptar los nueve puntos sin modificación alguna. Al
reclamarles, ellos nos dijeron: “Señor, el Gerente de la Compañía frutera se
niega en recibir a los trabajadores colombianos que desean hacerle un justo
reclamo.”
Cortés Vargas ordenó llamar de inmediato al Gerente, Thomas Bradshaw y concertó
una reunión con los delegados.37
Esa noche un telegrama del Ministro de Guerra llegó a Cortés Vargas indicándole que
los cabecillas o agitadores comunistas empezando por Raúl Mahecha debían ser
detenidos con los demás dirigentes comunistas; en Santa Marta, José Montenegro,
Mariano Lacambra, Jesús Nieto; en Ciénaga, F.V. Russo, J. Nicolás Betancourt, J.
Restrepo; en Riofrío, D. Pérez, M. Pavajeau, Santander Salas; en Sevilla, Álvaro Girón;
Guacamayal, M.F. Morales, Carlos Calderón, Pantaleón
Charris; en Aracataca, Hugo Martínez, Miguel Muñoz,
Domiciano Bedoya, secretario de propaganda, Isabel
López, Juana Munive, Rosaura Santa Elva, Filomena
Palmarino, Roque Nieto, M. Polio Infante, Alberto
Yonson y Soler Martínez. Orden que Cortés transmitió a
las diferentes autoridades municipales y de policía con
el fin de dar cumplimiento.
Las reuniones acordadas por el General Cortés, se
celebraron en la gobernación, con el señor Thomas
Bradshaw gerente de la United Fruit, contaron además
con la presencia del gobernador del Magdalena, José
María Núñez y los secretarios de Hacienda y Gobierno y
los sindicalistas negociadores, Erasmo Coronel, Pedro M.
del Río y Nicanor Serrano pero no dieron resultado. Los
negociadores permanentemente debían salir del salón a
conferenciar con algún desconocido asesor, localizado
en el exterior.
36
José María Núñez Roca
Gobernador del Magdalena
Aparentemente el punto de los comisariatos se había incluido en el pliego de peticiones por presión de los
comerciantes de Santa Marta, quienes financiaron la huelga.
37
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
General Carlos Cortés Vargas: “Entretanto que las conferencias seguían su
curso, los obreros en huelga no perdían el tiempo y se seguían organizando bajo
el mando del conocido cabecilla comunista Raúl Eduardo Mahecha. De los
cuarenta mil obreros que habitualmente trabajan en la zona bananera, una gran
mayoría estaban ansiosos de reanudar trabajos, más los revoltosos por la fuerza
se lo impedían. El Comando de la fuerzas no tenía suficientes hombres
disponibles para dar garantías a los propietarios de las fincas de toda una región
tan extensa como densamente poblada.”38
Durante los treinta días que dura la huelga, Mahecha y sus hombres se dedicaron a
hacer destrucciones y atrocidades. Los huelguistas llamaron a mítines permanentes y
creció la tensión. Las posteriores tentativas de conciliación fracasaron.
Los huelguistas en Ciénaga
4 de diciembre
Cortés ordenó la salida de los trenes
de recolección de fruta con escoltas
militares a partir de la 11am. Una
de la escoltas al mando del Teniente
Ernesto Botero, del Regimiento
Nariño, tenía la misión de proteger
el corte y recolección en la hacienda
“Villavicencio”, de propiedad de
Eduardo Noguera, situada en las
inmediaciones
del
caserío
de
Sevilla.
General Carlos Cortés Vargas: “A eso de las tres de la tarde nos llamó el
Teniente Botero desde la finca Villavicencio y dijo que un gran grupo de
amotinados lo amenazaban; le ordenamos cumplir las órdenes terminantes que
tenía y lo alentamos a hacerse respetar. Serían las cuatro y media de la tarde
cuando llamó el Teniente Botero, cuál sería nuestra sorpresa al oírle relatar que
le habían arrebatado la escolta. Sus hombres habían caído prisioneros de los
huelguistas y estos se los llevaron para Sevilla.”
Los amotinados al sorprender en el patio de la casa de la finca Villavicencio al Teniente
Botero y envolver sus tropas, se deshicieron del oficial apartándolo sistemáticamente
de sus hombres sin que a este señor se le ocurriera hacer uso del arma de defensa
personal que portaba. Los soldados y el sargento envueltos por la muchedumbre y
aislados los unos de otros no se atrevieron hacer uso de sus armas por temor a herirse
entre sí y porque según dicen, el oficial grito al sargento: “queda encargado.” Eduardo
Noguera fue aprisionado al tiempo con la tropa que había ido a su finca a darle
garantías; en la Plaza de Sevilla fueron recibidos los prisioneros con las mayores
muestras de regocijo. En una de las aceras de la plaza sentaron a los 25 hombres
custodiados por algunos centenares de amotinados armados de machete. De
inmediato, Cortés dio la orden de concentrar todas las tropas en la Estación de Sevilla
con el fin de rescatar los secuestrados. El General Cortés a las cinco pm tomó un
autoferro y tardó 45 minutos en llegar a la Estación de Sevilla.39
38
39
Ibíd.
Ibíd.
General Carlos Cortés Vargas: “Al desembarcarnos en la Estación de Sevilla,
el Capitán Julio Guarín se nos acercó y dio parte con la novedad de haber
rescatado los veinticinco soldados con sus respectivos fusiles. Los amotinados
recibieron la noticia que llegaba el ejército al rescate y en
esas el Capitán Guarín ingresó a la plaza con diecinueve
hombres y algunos agentes de policía departamental. Al
aproximarse a los prisioneros les ordenó formar, orden
cumplida de muy mala gana haciendo necesaria toda la
energía del Capitán Guarín para hacerse obedecer. Una vez
incorporados los hombres con su tropa, el Capitán Guarín
regresó a la Estación de Sevilla sin novedad.”40
Víctor Manuel Fuentes
Alcalde de Ciénaga
Tras mucha presión, el alcalde de Ciénaga libró orden de
captura contra Cristian Vengal, un maquinista jamaiquino del
ferrocarril y quien tenía agitada la muchedumbre en Ciénaga.
Había estado regando el rumor (rumor totalmente falso) que
el Gobernador Núñez con Thomas Bradshaw se dirigían para
Ciénaga a negociar con los trabajadores. En poco tiempo fue
aprendido.
Rafael Quintero: “A las cinco o seis de la tarde se paró el primer tren de fruta
que se dirigía a Santa Marta y vi personalmente que en la Estación de esta
ciudad un número considerabilísimo de mujeres con niños en brazos y hombres
que se tiraban en la línea y decían pásenlo sobre nosotros. El maquinista se
cansaba de pitar pero nada conseguía, ni uno se movía y había en los
alrededores de tres a cuatro mil trabajadores. Que este número fue creciendo
gradualmente con todas la gentes que llegaban de Orihueca, Riofrío, Sevilla,
Guacamayal, El Retén y fueron suspendiendo uno a uno los trenes que llegaban
conduciendo fruta, en medio de una algazara extraordinaria. 41
5 de diciembre
General Carlos Cortés Vargas: Con la primeras luces del día 5 de diciembre
cobraron mayores ánimos los amotinados: se hicieron dueños de la plaza de
mercado y no dejaban vender sin orden del comité ejecutivo; los productos de
quienes consideraban sus enemigos, fueron arrojados al caño donde atracan los
barcos, las tropas no pudieron proveerse de carne; la ciudad estaba
prácticamente en manos de un sóviet de gente irresponsable; todos era
dirigentes, según decían, cuando se les preguntaba de donde emanaban esas
órdenes.” y explica la importancia en defender la población de Ciénaga: En el
cuartel de Ciénaga había una gran cantidad de elementos de guerra que era
preciso defender no obstante que la fuerza de que disponíamos para la defensa
de la ciudad era muy escasa: un batallón del Regimiento Córdoba, mitad recluta
y mitad antiguos, y una compañía del Regimiento Nariño, en total 300 hombres.
A medida que el día avanzaba, el movimiento iba tomando mayor intensidad;
grupos compactos desfilaban por frente los cuarteles con aire desafiante, algunos
individuos llegaron hasta llamar a los números de la guardia para preguntarles si
eran reclutas o antiguos los soldados y cuántos había; ya no ocultaban que esa
40
Ibíd.
Rafael Quintero, “Declaración de Indagatoria” Distrito Judicial de Santa Marta, Juzgado del Circuito de San
Juan de Córdoba. Ciénaga. Radicado No. 184, folio 46
41
noche llegarían todos los camaradas de la zona a reforzarlos, antes, por el
contrario, lo decían en voz alta.42
Esa mañana en Orihueca, los
productores
recibieron
una
invitación del General José Rosario
Durán de Aracataca para una
reunión que debía tener lugar en
Santa Marta. Con ese fin Milagros
Duque, Luis V. Gámez, José María
Fragoso, Emiliano Ballesteros y
Pablo Salas entre otros, tomaron el
tren en el que todos los productores
irían a Santa Marta con el fin
dialogar con el Gobernador y el
Gerente de la UFCO y así terminar
la huelga. El tren los recogió a las
cinco y media de la tarde en
Orihueca y se dirigieron a Santa
Marta.
Capitán Julio Guarín: El (día) cinco fue visible de agitación entre los huelguistas,
pues se preparaban en verdaderas legiones a seguir a Ciénaga, según se rumoraba.
Con efecto: a eso de las tres de la tarde desfiló delante del balcón en el que me
encontraba instalado, una crecida multitud, en filas organizadas, todos con machete en
mano y precedidos de un pabellón rojo. Muchas mujeres cerraban el desfile. Un poco
más tarde pasó un verdadero batallón de huelguistas procedente de Guacamayal.
Ese mismo día el alcalde de Ciénaga, en quien Cortés desconfía por sus proximidad con
los sindicalistas, envía un oficio solicitando hacer despejar la vía férrea ocupada por
huelguistas, “que impide la salida de los trenes”. Al ordenar las tropas cumplir con el
despeje, los huelguistas se retiraban pero para ubicarse en otro sector, libre de
vigilancia. Los maquinistas y fogoneros, ya en complicidad con los huelguistas o
amedrentados por ellos, se ocultan. Toda Ciénaga era patrullada por grupos de
amotinados que infundían el terror entre los habitantes.
A las ocho de la noche llegó a Ciénaga el tren con los delegados que iban para Santa
Marta.
General Carlos Cortés Vargas: “Los amotinados se tendieron sobre la vía
férrea, desengancharon la locomotora e hicieron apear los pasajeros. Aquello fue
un verdadero asalto, la confusión y el desorden que produjo la llegada de aquel
tren fueron espantosos; para evitar fatales consecuencias se ordenó el retiro de
las tropas a sus cuarteles, los amotinados quedaron de nuevo dueños de la
estación.
Milagros Duque: “Al llegar (el tren) a Ciénaga el movimiento armado lo detuvo
y haciendo desenganchar el carro, decían que el tren no podía pasar para Santa
Marta porque ellos ordenaba, los huelguistas, dirigidos por Raúl Eduardo
Mahecha, Castrillón, José Russo y Cristián Vengal. Ese tren llegó a esta ciudad
como a las ocho y media de la noche, desde esa hora hasta las once de la noche
42
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
estuvimos deliberando de dirigirnos para Orihueco a pie. Esta resolución la
tomamos porque oímos discursos de Mahecha y Castrillón en los que se decía
que el gobierno estaba podrido de raíces y que a la vista estaba el miedo que
tenía por la misma opresión en que vivía el obrero, que era el único, que
dignamente le haría saber de cuánto era capaz el comunismo en esta región y del
país entero y que por eso mismo se sentía tambaleante. Castrillón hablaba más o
menos lo mismo y agregaba que el comunismo que había traído de Rusia
triunfaría en Colombia…”43
Luis V. Gámez: “Llegando a Ciénaga como a las seis y media, los huelguistas
dueños y señores, impidieron que continuara la marcha el tren y fuimos sacados
de los carros de la manera más brusca y grosera por los huelguistas. Resolví
regresar a pie a Orihueca, pues no se encontraba vehículo debido a que todo
estaba paralizado por los huelguistas, esto en asocio con los señores Milagros
Duque, Emiliano Ballesteros, José María Fragoso y Pablo Salas, salimos a las diez
de la noche; en la finca La Palma fuimos hechos presos por una cuadrilla de más
de dos mil bandidos, que de la manera más infame y cobarde nos querían
asesinar después de estar amarrados, vejados y maltratados, en toda forma;
solo la Providencia de Dios y algunos amigos y entre ellos estaban Abel Rodríguez
que de la manera más enérgica protestaba ante la multitud de que se cometiera
tan salvaje crimen. Presos y amarrados fuimos obligados a seguir a Ciénaga
donde esta multitud se dirigía hechos unos leones y dispuestos a terminar con
todos los que no fueran amigos de ellos. En los playones de Agua Coco nos vimos
cara a cara con un grupo de cuatrocientos huelguistas más o menos entre los que
venía Mahecha, Castrillón, Russo, otros tantos; en este lugar Mahecha manifestó
a la turba que nos tenía presos, se volvieran a Riofrío donde darían el primer
combate, pues en Ciénaga habían matado sesenta camaradas y que debían
vengarlos a toda costa….”44
Julio Charris, Director de El Diario del Caribe, un periódico amarillista y favorable
a los huelguistas y el cual con sus artículos había caldeado los ánimos durante
estos días, se dirigió a la alcaldía a exigir la libertad de Cristian Vengal, so
pretexto de que las masas no dejarían partir el tren con los delegados para Santa
Marta si no era conducido por el mismo Vengal.45
El Alcalde cede y Vengal es liberado y se dirige hacia Santa Marta con la comisión
pacifista.
Los informes que recibe el General Cortés son desalentadores. De Santa Marta recibe
información que:
“huelguistas están armándose para atacarlos a ustedes, que todo el material
rodante, maquinas, motores; ferrocarril está poder ellos, que número es
abrumador.
De Aracataca el Capitán Fernández informa “en este momento siguen obreros armados
a esa población (Ciénaga), de Riofrío, Sevilla y otros lugares, objeto asaltar cuartel”. El
43
Milagros Duque, “Declaración de Indagatoria” Distrito Judicial de Santa Marta, Juzgado del Circuito de San
Juan de Córdoba. Cienaga. Radicado No. 184, folio 46
44
Luis V. Gámez, “Declaración de Indagatoria” Distrito Judicial de Santa Marta, Juzgado del Circuito de San
Juan de Córdoba. Cienaga. Radicado No. 184, folio 46
45
Ibíd.
movimiento de amotinados, armados de machetes, revólveres y escopetas ya se había
iniciado en toda la Zona con dirección a Ciénaga.46
Ya el gobierno nacional le había ofrecido tropas de refuerzo y le ordenaban concentrar
las tropas en puntos estratégicos.
A las cinco de la tarde recibió el siguiente telegrama que a la letra dice:
No. 15824. Ministerio de Guerra. Bogotá, diciembre 5 de 1928.
General Carlos Cortés Vargas
Refiérome sus telegramas de anoche y el de hoy que acabo de recibir.
Compláceme hayan sido rescatados soldados y armas cogidas por huelguistas.
Hoy
firmase
decreto
ejecutivo
declarando
en
estado de sitio Provincia de
Santa Marta y nombrando a
usted Jefe Civil y Militar de la
misma.
Arriba el USS Des Moines con una tripulación de 350 hombres.
Abajo el USS North Dakota. Este fue un inmenso buque de 160
metros de largo y 26 de ancho con un peso de 20 mil toneladas
que servía para el transporte de tropas. Su tripulación era de mil
hombres. En su momento fue el buque de guerra más grande,
más rápido y más poderoso del mundo
Se vienen los yanquis
A pesar de que el General
Cortés
le
aseguró
personalmente al gerente del
Ferrocarril, quien le visitó en
el cuartel de Ciénaga por
encargo
de
Thomas
Bradshaw, la puntualidad en
garantizar
las
vidas
y
propiedades
de
los
extranjeros, fue informado
que
dos
buques
estadounidenses, el crucero
USS Des Moines y el
acorazado
USS
North
Dakota,
se
encontraban
fondeados frente las costas
de
Santa
Marta.
Julio
Cuadros Caldas ahonda más
en el asunto y escribe:
“Al mismo tiempo el Gerente,
Mr. Bradshaw, le notificó
oficialmente a Cortés Vargas que sí él no podía garantizar la vida de los
americanos en la zona, él, Bradshaw, pediría por telégrafo al gobierno de
Washington el desembarque de marines. El señor MacDonald superintendente de
la United en Aracataca, dijo al Capitán Guarín que acaba de oír por radio que
varios barcos americanos, de la zona del canal estaban al pairo cerca de Santa
Marta esperando ordenes.”47
46
Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
Julio Cuadros Caldas, “Comunismo Criollo y liberalismo autóctono”, 3ª. Edición, Vol. I, Editorial Marco A.
Gómez, Bogotá.
47
Un par de días después, Cortés pudo confirmar sus mayores temores, ¡los gringos iban
a desembarcar tropas! The New York Times del 7 de diciembre tenía un despacho que
afirmaba:
“…el Secretario de Estado Kellogg entendía que le gobierno colombiano era
totalmente capaz de mantener el orden y no contemplaba solicitar a la Armada
desembarcar Marines para proteger vidas estadounidenses y sus propiedades...”
Para que no quepa duda de la gravedad de la situación con la presencia
estadounidense, copia del telegrama que se encuentra en este documento, fue enviado
el 6 de diciembre de 1928 por el Cónsul de los Estados Unidos en Santa Marta al
Departamento de Estado en los Estados Unidos y a la letra dice:
URGENTE 5 AM Diciembre 6
Anoche fue declarado el
Estado de Sitio en la Zona
Bananera y Provincia de
Santa
Marta.
Hubo
demostraciones
contra
el
gobierno, las cuales fueron
dispersadas por unas pocas
tropas. Los sentimientos en
contra del gobierno por parte
del proletariado y las tropas
es muy alto y está en duda
que podamos depender del
gobierno colombiano para
protección.
Puedo
respetuosamente sugerir, que
mi solicitud para un buque de
guerra
estadounidense,
colocado en las cercanías, sea
otorgada y que éste esté
pendiente de mi llamado y
que la estación inalámbrica de
la United Fruit utilice las
siglas UJ pues estamos sin
comunicación telegráfica y no
existe
otro
medio
de
comunicación
con
Santa
Marta. Se ha admitido que el
carácter de la huelga ha
cambiado y que los disturbios
son una manifestación de
tendencia subversiva.
A pesar de las negativas de
Secretario Kellog de una intervención en Colombia y la explicación dada por el
Embajador estadounidense, Jefferson Caffery 48, sobre la presencia de un buque de la
Armada estadounidense en nuestras aguas, nosotros los colombianos (recordar
48
Jefferson Caffery estaba recién llegado y había sido nombrado Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario el 28 de noviembre de 1928 por el Presidente Calvin Coolidge en reemplazo de Samuel H.
Piles.
Panamá en 1903) y los latinoamericanos en general (recordar México, Nicaragua,
Guatemala,
Chile,
República
Dominicana,
Cuba
etc.),
sabemos
con
seguridad y por experiencia, que una nave de estas características, de esa bandera, y
en esos momentos históricos (la diplomacia de las cañoneras), no llegaba a nuestros
territorios con fines pacíficos.
General Carlos Cortés Vargas: “La soberanía nacional estaba amenazada, era
inminente el desembarco de tropas norteamericanas“. Y agrega que “los barcos
estaban como se dijo oportunamente, al pairo sobre nuestras costas y en dos o
tres horas, hubieran arribado al puerto y ocupado el puerto, la ciudad y la zona
bananera.”49
Al llegar la noche, los ahora
amotinados detuvieron un barco
que
salía
para
Barranquilla,
ultrajaron a los pasajeros y los
pusieron en tierra.
Comisariato de Sevilla en ruinas, tras ser quemado y
saqueado.
“El señor Israel Cruz vino a nuestro
despacho a informarnos que a don
Atilio Correa, rico propietario y
persona pacífica y altruista, lo
estaban
maltratando
los
amotinados después de haberlo
hecho desembarcar. Por fortuna
estaba presente el Alcalde, a quien
excitamos para que fuera a libertar
al señor Correa.”50
El Secretario de Gobierno, Lázaro Díaz Granados llegó por mar a Ciénaga a recoger su
familia en vista de lo inminente del peligro que amenazaba la ciudad, varias familias
aprovecharon la coyuntura y, no
sin grave riesgo para sus vidas,
fueron a Pueblo Viejo a tomar una
lancha.
Los
amotinados
persiguieron los automóviles, más
cuando llegaron a la playa ya la
embarcación había zarpado.
A
partir
de
entonces
los
huelguistas se desbocan: atacan a
los empleados colombianos y
estadounidenses y sus familias y
amenazan con quemarlos vivos en
Destrozos en habitaciones de ingenieros de la United Fruit
sus casas. Golpean y encarcelan a
Company por huelguistas
cultivadores
y
comerciantes.
Matan a tiros a Margarita Corzo,
de 25 años, la esposa de Anselmo Corzo, un contramaestre de la hacienda Normandía
en Orihueca (Sevilla) y luego asesinan a su hermano, Luis Corzo. Su casa es saqueada
y Anselmo Corzo es obligado a huir (el será declarado desaparecido más tarde).
49
50
Gral. Carlos Cortés Vargas, entrevista publicada en el diario El Siglo de Bogotá el 30 de agosto de 1943
Gral. Carlos Cortés Vargas, “Los Sucesos de las Bananeras”, Editorial Desarrollo, Bogotá, 1979
Saquean e incendian otras casas, los despachos, los almacenes, los talleres, las
bodegas, los establos y los campamentos de la United Fruit. En total son 39 los
edificios demolidos. La mayoría de las líneas telegráficas y telefónicas de la región son
cortadas y varios trozos del ferrocarril son destruidos.
Las pérdidas asciendan a US$800.000
de la United Fruit, US$300.000 de
particulares
y
US$150.000
del
ferrocarril.51
El plan de acción de los agitadores
parecía no tener falla. Grupos
armados y bien coordinados atacan
las patrullas del ejército y logran
desarmarlas, antes de adueñarse de
las locomotoras y sus cargamentos.
Al mismo tiempo los agitadores
empujan la muchedumbre a fraternizar
con los soldados, para incitar en estos
cambiar de bando. Alberto Castrillón, uno de los más ardientes agitadores
“antiimperialistas” de la insurrección, hablaba en los mítines sobre la constitución de
los sóviets en la región. Él difunde el rumor que el ejército no disparará sobre los
manifestantes pues “él está con los huelguistas”.52
Destrozos en la oficina de Agricultura por huelguistas
El
primer
objetivo
de
los
huelguistas
es
paralizar
la
producción. Empiezan por echarse
sobre
los
obreros
de
base.
Organizados en pequeños grupos,
los activistas fuerzan a los obreros
a parar el trabajo y a seguirlos bajo
amenaza de ser golpeados con
garrotes o machetes. Otros grupos
más numerosos se adueñan de las
locomotoras y el ferrocarril. Otros
distribuyen octavillas y sobre todo
una hoja destinada a los soldados, impresa por Mahecha en una tipografía portátil.
Queriendo proteger los trenes que llevaban bananos hasta Santa Marta, Cortés
fracciona sus tropas en pequeños grupos, lo que facilita al comienzo la labor de los
asaltantes, superiores en número.
El 5 de diciembre, un grupo de doce agentes de Policía que había sido despachado a
Sevilla con el fin de brindar protección a una docena de estadounidenses y dos
colombianos hostigados por los huelguistas, es cercado en la estación por una
muchedumbre de 800 huelguistas. Algunos armados de fusil. Frente a la negativa de
los uniformados en entregarse con armas y uniformes, los sitiadores abren fuego. Es el
comienzo de un combate que durará 10 horas en el que el teniente morirá. Igual
51
Diciembre 15 de 1928, Diario “La Prensa” de Barranquilla.
Según la declaración de Alberto Castrillón ante el Tribunal de Ciénaga, del 16 de enero de 1929 y según
declaraciones de otros testigos como Rafael Quintero, José Martín Campo, José Dolores Gómez, Marceliano
Rodríguez, José Gutiérrez y Milagros Duque ante el tribunal de Ciénaga, en diciembre de 1928 y enero de
1929
52
suerte corre el delegado sindical y negociador, Erasmo Coronel. 53 Tras diez horas, llega
el ejército al mando del Capitán Luna, el cual dejará en persecución de los huelguistas,
otros 29 muertos. El general Rengifo ordena al Cortés Vargas reagrupar sus tropas y
fuerzas de policía, con el fin de enviar contingentes mayores a los lugares más
amenazados. Estos impedirán otras matanzas, liberarán a civiles y soldados cercados o
apresados y retomarán el control de los trenes.
Acorralados, los huelguistas se reagrupan y conforman una muchedumbre de 3.000
hombres armados que marchan sobre Ciénaga, población de apenas 27.000
habitantes, donde ya 2.500 huelguistas armados con machetes se han tomado la
estación. La orden de Mahecha es desarmar a los militares que protegen las
locomotoras, incendiar los depósitos y cortar las cabezas de los productores y de los
contramaestres.54
Después de saquear Ciénaga, Mahecha pensaba marchar sobre Santa Marta, un puerto
muy mal protegido. El gobierno nacional declara el estado de sitio en la zona bananera
y ordena a Cortés Vargas hacer cesar rápidamente los desordenes.
A los huelguistas en la estación de Sevilla, el General Vargas intima para que se
dispersen. No puede permitir que la muchedumbre de 3.000 hombres armados, que ya
marcha sobre Ciénaga, alcance a los 2.500 huelguistas en la estación. Al menos que
hubiera una verdadera masacre, un gentío de ese tamaño fácilmente coparían las
tropas y se tomarían la población y los cuarteles.
“La Masacre”
En los cuarteles solo quedaron las guardias, pues se requería de un número elevado de
tropas para no ser copados y desarmados por los manifestantes. Las tropas marcharon
hacia la estación del ferrocarril encabezadas por el general Cortés y el coronel Díaz.
Estación del ferrocarril en Ciénaga
Al ingresar, era la una media de la madrugada del 6 de diciembre, al verlos, la
muchedumbre intensificó sus gritos.
La columna se formó en línea, los tambores tocaron bando por más de cinco minutos,
luego el capitán Julio Garavito leyó el Decreto Ejecutivo de declaratoria de Estado de
53
54
Testimonio de Salvador Fuentes, agente de Policía de Santa Marta
Testimonio de Milagros Duque, un productor de banano de Orihueca
Sitio y luego el decreto número uno de la Jefatura civil y militar; a renglón seguido,
advirtió a los amotinados que debían retirarse a sus hogares antes de tener que
proceder por la fuerza. Se dio orden para un toque de atención con la corneta.
Capitán Julio Garavito: “tienen cinco minutos para retirarse”.
Los manifestantes respondieron con nuevos gritos e insultos a los oficiales; pasados los
cinco minutos se dio un toque corto. La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el
toque de clarín que anuncio el principio del plazo. Nadie se movió.
Capitán Julio Garavito: “Han pasado cinco minutos. Un minuto más y se hará
fuego.”
Al minuto otro nuevo toque; nadie se movió de su puesto. Se hizo un nuevo toque
pero el tumulto hacía mofa de las prevenciones.
General Carlos Cortés Vargas: “en el transcurso de este último minuto
gritamos nosotros mismos: señores, retírense, se va hacer fuego”.
Gritó una voz entre el tumulto “Le regalamos el minuto que falta”.
Se había cumplido el código penal. El tiempo apremia, los 3.000 hombres armados que
marchan sobre la población, están a minutos de llegar. El último toque rasga los aires,
la multitud parecía clavada en el suelo.
General Carlos Cortés Vargas: “Fuego”, gritamos.
Una voz dentro de la multitud grito al mismo tiempo: “¡tenderse!”
Los militares disparan. Una sola ráfaga. La multitud se derrumba como un solo
hombre. Todos se tiran al suelo.
General Carlos Cortés Vargas: “¡Alto al fuego!” Disciplinada la tropa obedece.
Los huelguistas escapan a toda prisa dejando el suelo alfombrado de machetes,
sombreros y atuendos. En la plaza yacen los cuerpos de 20 personas. Todos son
hombres. De ellos nueve ya están muertos. Dos heridos fallecen en el hospital horas
después. Los nueve restantes son dados de alta en días posteriores.
En desbandada y aterrorizada, la muchedumbre de la estación en Ciénaga tropieza con
la muchedumbre que marchaba sobre Ciénaga. Pero nadie osa frenar la multitud ni
organizar un contraataque. Ya sobre la fuga, Mahecha ordena atacar a machete a los
administradores de la UFC. La consigna es golpear a todos los que tengan polainas,
pues las polainas eran el símbolo de pertenecer a la clase de propietarios y
contramaestres. Viendo caer las primeras víctimas, los empleados de la firma huyen
por los riachuelos y por la Ciénaga Grande. Unas escaramuzas se siguen aquí y allá
entre huelguistas y militares pero la insurrección está ya vencida.
General Cortés Vargas “Diez minutos de retraso y habrían habido cientos de
víctimas inocentes”. “Un combate en las calles de Ciénaga habría sido algo
espantoso, nuestros proyectiles habrían atravesado las delgadas paredes de
bahareque o tabla y habrían ido a buscar mujeres y niños inermes”.
El resultado fue el Decreto No. 4 declarando "cuadrilla de malhechores a los revoltosos,
incendiarios y asesinos de la Zona Bananera", con la orden de perseguir y aprisionar a
los dirigentes, cabecillas, azuzadores, cómplices, auxiliadores y encubridores para
juzgarlos, a la vez que autorizaba usar las armas contra delincuentes "in fraganti".
En Aracataca hubo dos heridos y en Candelita hubo dos muertos. Los incendios y
saqueos azotaron Riofrio, Latal, Guajira, Orihueca, Florida, Ecuador, Gabriela,
Motagua, Casca y Miami.
Los dirigentes huyen. A Coronel, ya muerto, se le unen Guerrero, así como Bernardo
Castrillón. Luego de la huelga, el ejército le destruye a Mahecha su imprenta volante y
demás muebles; el líder fue sindicado como reo de alta traición y al ser perseguido por
las autoridades tuvo que huir por Aracataca, Fundación, Pivijay, Giraldo y Cartagena,
de donde partió clandestinamente a Panamá. De allí pasó a Venezuela, viajó luego a
México y en octubre con la autorización directa de José Stalin, se desplazó a Moscú,
donde vivió hasta fines de 1930, cuando decidió regresar a Colombia.
En la indagatoria que hizo Alberto Castrillón el día seis de enero de 1929, confesó
haber sido la persona que convenció a los huelguistas que el Ejército no dispararía
sobre ellos.
Acta del Levantamiento de los Cadáveres
En Ciénaga, a seis de diciembre de mil novecientos veintiocho, siendo las seis de
la mañana, el señor Jefe Civil y Militar del Distrito en asocio del señor Personero
Municipal, de peritos nombrados y juramentados al efecto, señores doctores
Anselmo Martínez R. y Manuel del Castillo –facultativos- y del suscrito Secretario,
se trasladó a la Estación del ferrocarril en esta ciudad con el objeto de practicar
el examen de unos cadáveres que fueron encontrados. Acto seguido los peritos
expusieron: entre las primeras de las paralelas principal y el ramal que
inmediatamente sigue, se encontraron ocho individuos que fueron reconocidos
muertos. Los cuatro primeros yacían decúbito dorsal, con los brazos extendidos y
las piernas en abducción. Todos ellos presentaban más de dos heridas mortales
por proyectil y eran los señores: Adán Castro, Dámaso Bermejo, Carlos
Mendoza y un embolador a quien nombraban “Matraca”. Luego seguían tres en
decúbito abdominal con los brazos extendidos hacia adelante. Uno de ellos,
desconocido, presentaba una herida en la región occipital, los otros dos, como
los primeros, en la región torácica, y eran los señores Gregorio Varela y Felipe
Galán. El octavo estaba igualmente en decúbito dorsal con heridas en la región
torácica y las piernas, -desconocido. En la tercera paralela había vagones y en
uno de ellos, en frente de los muertos, se encontró otro cadáver que fue herido
en la base del sacro, probablemente en el momento de treparse al carro,
quedando instantáneamente muerto, también desconocido. Del otro lado del
mismo carro y en el suelo, se hallaba un hombre herido en la parte posterior
superior de la nalga derecha con orificio de salida en la pared abdominal, sin
interesar ninguna víscera. Este individuo dijo llamarse Nicolás Noriega. Dos pasos
más adelante había otro herido nombrado Copérnico y hacia el oeste de la
estación, contra unas mesas en que se venden refrescos, se recogió otro herido
que dijo nombrarse José Martín Campo. Los heridos fueron trasladados al
hospital inmediatamente y puestos bajo la vigilancia de los médicos de allí. A las
ocho de la mañana se dio por terminado el acto. En constancia se extiende esta
diligencia que se firma como aparece.
El Jefe Civil y Militar del Distrito, Capitán Aurelio Linero C.
El Personero Municipal, Gilberto Valdés C.
Los peritos: M.J. del Castillo, Anselmo Martínez R.
El Secretario, Miguel González Hidalgo
De los heridos, murieron en el hospital de Ciénaga, Octavio Sobrino y José Campo; los
demás salieron curados y fueron: Salvador Bornacely, Marcelino Rodríguez, Carlos
Cárdenas, Bienvenido Miramón, José Padilla, José Dolores Gómez, Jerónimo Churrio,
José del C. Pachecho, Nicolás Noriega, José Gutiérrez, Santiago Lobo y Copérnico.
Otros heridos no fueron hospitalizados por tener sus familias y fueron Esteban López,
José Cabana, N.N., alias Marayero, (peluquero), Antonio Bajo, Saúl Barros, Felipe
Carpintero, y N. Avendaño; de estos últimos no murió ninguno.
El señor José Concepción González D. murió en su casa de habitación y en su lecho de
enfermo, por un bala pérdida disparada, por un soldado atacado por un desconocido.
La Leyenda
El total de muertos fueron doce (nueve en la estación) y veinte heridos. Se ha escrito
que ultimaron a bayoneta o cuchillo a los heridos; que cientos de muertos fueron
enterrados en fosas comunes cavadas con antelación; que mil cadáveres se arrojaron
al mar por medio de un buque; que en una casa cercana a la estación del ferrocarril
sepultaron a doscientos más; que un ferrocarril llevó mil cuerpos hacia el mar; que el
ejército había hecho los destrozos; que habían más de 3000 muertos.
Todos estos rumores y chismes generaron la leyenda de la masacre y no cualquier
mascare. Esta debía ser apocalíptica con el fin de cumplir una misión política. El
liberalismo en particular fue el responsable de estos rumores ya que buscaba acusar al
odiado régimen conservador y lograr la caída y final de la Hegemonía Conservadora. El
hecho había que magnificarlo para generar una masacre espantosa que desprestigiara
aún más, (si eso era posible), el gobierno del mediocre Abadía Méndez.
Con los hechos del seis de diciembre terminó la huelga. El General Cortés pese a todo
lo que se ha dicho y de todo lo que se le acusado, logró sofocar una gran amenaza
violenta en la zona bananera.
El parte oficial de Cortés ante el senado fue de 9 muertos en Ciénaga, cifra que hasta
hoy se debate. En su defensa arguyó su deber de preservar la autoridad en situación
de alteración del orden público y su firme conocimiento de la presencia de buques
estadounidenses en aguas colombianas cuya intención era desembarcar tropas con el
fin de defender los intereses de la United Fruit Company, lo cual fue confirmado por el
mismo Embajador Jeffrey Caffrey quien además aclaró, que la presencia de los buques
no era para desembarcar tropas, sino con el fin de evacuar ciudadanos
estadounidenses, si la evacuación fuera necesaria.
Ningún jefe de la insurrección será capturado. Cincuenta y cuatro personas serán
juzgadas en los consejos de guerra que siguen. Veintidós serán absueltas y 31
condenadas de las cuales 9 a penas de prisión superiores a los 10 años.
La prensa liberal, ante la imposibilidad de dar cifras exactas sobre los muertos, pues
las informaciones eran muy confusas, sí aclaró que las tropas habían abierto fuego
sobre trabajadores, mujeres y niños inermes, desarmados y pacíficos (otra falsedad,
por la hora, 1:30am, no habían mujeres ni niños en la estación).
El liberalismo cuyos nuevos representantes se
consideraban los adalides de trabajador, toman
el asunto en sus manos y se nombra a un joven
representante desconocido hasta entonces para
que efectúe la más exhaustiva investigación. El
joven, llamado Jorge Eliécer Gaitán Ayala recorre
la
zona
bananera
y
cargado con
una
investigación impresionante, abre un debate en
el parlamento el 2, 3, 4, 5 y 6 de septiembre de
1929, época preelectoral, donde demuestra
tamaño injusticia cometida por el estado al
ordenar acribillar a por lo menos trescientas
personas
(se
desconocen
las
fuentes de Gaitán para esta afirmación y nunca
las quiso o pudo dar); cómo los tentáculos
corruptos de la United Fruit Company manejaban
a su antojo todo el departamento del Magdalena;
que los trabajadores no habían cometido ningún
delito; y que los destrozos los había hecho el
ejército (esta última afirmación no merece
comentario).
100 Años de Soledad recordó a los colombianos de la masacre de las bananeras y en
su obra Gabo afirma de 3.000 muertos. ¿De dónde sacó García Márquez esa cifra? El
historiador y columnista Eduardo Posada Carbó, en su libro El Desafío de las Ideas,
retoma un documental de la televisión británica en 1990, donde el Nobel colombiano
reconocería al periodista Julio Roca, que sólo un pequeño número de personas -tres,
cinco o diecisiete- habrían muerto durante la huelga.
“Cifras significativamente distantes de los tres mil muertos que aparecen en su
novela, la cifra aceptada como verdad histórica en Colombia”, afirma Posada
Carbó.55
Que sea el propio García Márquez quien diga de dónde sacó la cifra:
Gabriel García Márquez: "Las bananeras es tal
vez el recuerdo más antiguo que tengo... Fue una
leyenda, llegó a ser tan legendario que cuando
escribí Cien Años de Soledad pedí que me
hicieran investigaciones de cómo fue todo y con
el verdadero número de muertos, porque se
hablaba de una masacre, de una masacre
apocalíptica. No quedó muy claro nada, pero el
número de muertos debió ser bastante
reducido... y para mí fue un problema porque
cuando me encontré que no era realmente una
matanza espectacular en un libro donde todo era
tan descomunal como en Cien Años de Soledad...
donde quería llenar un ferrocarril completo de
muertos, no podía ajustarme a la realidad histórica... decir que todo aquello
sucedió para tres o siete, o diecisiete muertos... no alcanzaba a llenar... ni un
55
Francisco José Lloreda Mera, “El Beso de la muerte”, marzo 25 de 2007, diario El País, Cali.
vagón. Entonces decidí que fueran tres mil los muertos
porque era más o menos lo que entraba dentro de las
proporciones del libro que estaba escribiendo...".56
Gabo escribió: Mi recuerdo falso fue tan persistente que
en una de mis novelas referí la matanza con la precisión
y el horror con que creí haberla visto en Aracataca. Fue
así como la cifra de muertos la aumenté a tres mil en
vez de siete, para mantener las proporciones épicas del
drama.57
El General Carlos Cortés Vargas fue relevado el 15 de marzo
de 1929 y nombrado Director General de la Policía. Escribió un
libro dando cuenta de los hechos del cual fue responsable en
la zona bananera y el cual fue publicado ese mismo año.
56
Ibíd.
Lucy Nieto de Samper, “Lo de Mockus y Peñalosa en Bogotá fue Maquillaje”, Entrevista a Mariano Ospina
Hernández, El Tiempo julio 13 de 2003.
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