La primera Biblia en castellano: La Biblia del Oso

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La primera Biblia en castellano: La Biblia del Oso
La primera Biblia en castellano:
La Biblia del Oso
por Walter Hack Barolin
Cuando preparábamos el viaje a España en 2012 le dijimos a nuestra hija que teníamos muchos deseos
de conocer el Monasterio San Isidoro del Campo, cerca de Sevilla. El motivo era que allí habían vivido
durante varios años Fray Casiodoro de Reyna y Fray Cipriano de Valera, a quienes debemos la primera
traducción de los libros sagrados desde sus idiomas originales al castellano.
Es así que visitamos el Monasterio. Aunque lamentando no poder tomar fotografías, hicimos una visita
si bien no guiada, al menos controlada por los guardas del lugar. El estado de mantenimiento del edificio
es realmente lamentable. Aunque algunas piezas como el altar de la capilla tienen muchísimo valor, lo
que nos interesaba se encontraba en una celda de unos 5 metros cuadrados, donde había solamente un
escritorio alto con dos libros inmensos de 70 x 40 x 20 centímetros cada uno. El más moderno era La
Biblia de Reyna en el idioma original, el español de 1569, que pude leer perfectamente. La edición era de
1921, pero el castellano era de 1569. El otro libro era una encuadernación de hojas escritas por copistas
antes de la invención de la imprenta alrededor de 1450. Los caracteres tenían más de un centímetro de
alto, todos en mayúscula, sin espacios ni signos de puntuación. Un cuadro sobre una pared explicaba que
en esta celda había vivido Fray Casiodoro de Reyna y había realizado aquí la primera traducción de la
Biblia de las lenguas originales al castellano, que es de uso frecuente en las iglesias evangélicas. Lo que no
es exacto, como veremos más adelante.
Para comprender el valor que tiene la Biblia Reyna-Valera tenemos que comenzar por ubicarnos en la
España del siglo XVI. Carlos I era nieto de los Reyes Católicos, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la
Loca. En 1517 asumió como rey de España y en 1519 como emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. En su vasto imperio “nunca se ponía el sol”. En Sevilla desembarcaban la mayor parte de las
riquezas que venían de América. Carlos fue muy guerrero y viajó por toda Europa, pero se radicó en
España en su vejez. Creo que la España del siglo XVI era una potencia hegemónica en lo militar y
comercial como hoy son los Estados Unidos de América. También estaba en primer lugar por su cultura
y educación.
Casiodoro de Reyna nació en Montemolín (Extremadura) en 1520. Después de realizar los primeros
estudios en ese lugar, su familia se trasladó a Sevilla, donde el joven cursó el Seminario y tomó los votos
en 1544. Se trasladó al monasterio San Isidoro del Campo como fraile jerónimo. Este monasterio está a
sólo 7 kilómetros de Sevilla y los frailes residentes eran los predicadores de las capillas sevillanas.
Cipriano de Valera nació en Fregenet de la Sierra (Extremadura) en 1532; de modo que los dos eran
extremeños, como mi nieta Abigail Díaz Hack. Luego de cursar los estudios primarios en su zona, la
familia Valera se trasladó a Sevilla, donde Cipriano cursó estudios teológicos, tomó los votos e ingresó al
monasterio San Isidoro del Campo, donde Reyna era ya profesor de teología. La gran amistad entre
ambos frailes surgió acaso por su común origen extremeño, aunque Valera era 12 años menor.
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Hacia 1555 comenzaron las reuniones heterodoxas en Sevilla. Uno de los predicadores era Juan Gil,
llamado “Doctor Egidio”. A dichas reuniones asistieron los monjes del Monasterio, incluyendo el prior.
El Evangelio había llegado a Sevilla. No eran luteranos, ni calvinistas, sino creyentes fieles que tomaron
la Palabra de Dios como única regla de fe y práctica. Recibían literatura de contrabando desde Ginebra,
Estrasburgo, Amberes, Fráncfort del Meno y otros lugares de Europa Central. El propietario de esa
'empresa de cargas internacionales' era don Julianillo Hernández, también su único empleado.
Conocedor de los mejores caminos, como de las aduanas más fáciles, traía mercadería de Francia,
Bélgica y Suiza a España. Sus odres tenían doble fondo y allí transportaba los libros. Se destaca la
importancia de este hombre, indispensable para la evangelización de España.
En Sevilla la difusión del Evangelio era muy grande. Se convirtió María de Bohórquez, una joven dama
de destacada posición social que pagó con su vida su fidelidad al Señor. Cuando fue apresada por la
Inquisición los monjes de San Isidoro advirtieron el peligro y Reyna, Valera y del Corro decidieron huir
juntos a Ginebra, donde estaba Calvino. En total posiblemente eran 18 y acordaron salir en grupos
pequeños. Huyeron por la Ruta de la Plata y luego por el Norte de España y Francia. Llegaron a
Ginebra, donde Reyna tenía esperanzas de que Calvino le ayudara financieramente para la publicación de
la Biblia en español. Calvino no los atendió y los derivó a Teodoro de Béza, rector de la Universidad.
Resultado: Reyna fue nombrado profesor en la Universidad, Valera después de un examen también
recibió su cátedra, pero de la traducción de la Biblia, nada.
Reyna quedó desilusionado. La meta que se había fijado se alejaba nuevamente. Los manuscritos
redactados en el monasterio habían quedado allá en su mayor parte (fueron quemados en el Auto de Fe
de 1562). Pero comenzó a trabajar de nuevo. Reyna era un erudito especializado en hebreo, griego, latín
y otras lenguas antiguas, tal vez a la altura de Lutero, si analizamos su trabajo.
Así las cosas, llegó a Ginebra la noticia que Isabel I de Inglaterra concedía plena libertad religiosa a
quienes quisieran radicarse en su país. Como esta libertad no era común en esa época, Reyna y Valera
decidieron ir a Inglaterra, donde fueron recibidos muy bien. La reina acogió cordialmente a los exiliados.
Además otorgó a Reyna una pensión anual de sesenta libras, como ministro anglicano para la comunidad
de españoles. Casiodoro tuvo su mejor época en Londres. Trajo a sus padres ya ancianos a vivir con él.
Contrajo matrimonio con la viuda de un médico francés. Mientras tanto, Valera era nombrado pastor de
una iglesia calvinista en Cambridge y comenzó a ejercer la docencia en esa Universidad, como también
en Oxford. Valera también se casó y ya no salió más de Londres.
Luego de unos cuatro años en Londres, donde Casiodoro recomenzó la traducción de la Biblia al
castellano, surgieron trabas a la obra literaria. El embajador de España en Londres avisó a Felipe II que
el personaje que tanto buscaban estaba allí. El rey de España envió a la Reina Isabel I una carta que
denunciaba a Casiodoro de Reyna como “heresiarca y sodomita”. Esta última acusación era gravísima,
por lo que nuevamente tuvo que exiliarse. Se refugió en Amberes, donde lo protegió Marcos Pérez, un
banquero judío converso que simpatizaba con el Evangelio. Intentó la impresión de la Biblia con un
señor apellidado Oporino, con la mala fortuna de que éste falleció antes de comenzar el trabajo y así se
perdió el adelanto que se había efectuado.
Después de muchos cambios fijó su residencia en Fráncfort. Para mantener a su familia dio clases a hijos
de judíos acaudalados. Continuó su traducción de la Biblia y la búsqueda de un impresor. Se mudó a
Basilea, donde se encontró nuevamente con Marcos Pérez, quien consiguió una imprenta y regaló a
Casiodoro 300 florines, que era el sueldo de tres años de un catedrático universitario.
Así firmó contrato con Tomás Guarín y comenzó la impresión. No tenían grabado para la tapa y
Casiodoro aceptó el préstamo de uno que tenía un oso comiendo miel de un panal. Por ese motivo se
conoce a esta Biblia como la "Biblia del Oso". Casiodoro no tenía completos los manuscritos y la
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imprenta lo apuraba, de manera que tomó la última parte del Apocalipsis del Evangelio de Enzinas,
impreso 25 años antes. Es así que en septiembre de 1569 se terminó de imprimir la Biblia del Oso con
2603 ejemplares, 1400 de los cuales fueron enviados rápidamente a Amberes para su introducción en
España. Un ejemplar autografiado fue para la Biblioteca de Basilea, agradeciendo la colaboración
municipal. Se encuentra hoy en el Museo de Basilea. Otro ejemplar también autografiado fue a
Fráncfort, también como agradecimiento por el aporte financiero. El resto fue vendido durante unos 20
años, hasta que se agotaron.
Se nota con claridad que el propósito de la obra fue dar al pueblo español la Palabra de Dios en su
propia lengua, pues Casiodoro no figura como traductor, ni se cita la imprenta, y al detallar los escritos
originales se dice de las fuentes en hebreo, arameo y griego, pero se omiten todos los libros que figuran
en el Índex que tenía la Inquisición. Es más, muchos de los ejemplares que fueron a España lo hicieron
con la tapa de un diccionario de gran circulación, para confundir a los aduaneros.
Cipriano de Valera esperó con respeto la muerte de su hermano Casiodoro de Reyna, ocurrida en 1594,
para publicar en 1602 su revisión, que consistía en agregar algunos comentarios y en el reordenamiento
de los libros deuterocanónicos que en la Biblia del Oso estaban en el orden católico y fueron puestos
aparte como los tenían calvinistas y luteranos. Pero el texto prácticamente no sufrió modificaciones.
La traducción de la Biblia de Reyna-Valera es mejor que la versión inglesa del King James y algunos
opinan que también es mejor que la versión alemana de Martín Lutero. El académico español Menéndez
y Pelayo considera que es una de las joyas del Siglo de Oro de la literatura española. La prueba de esto es
que sirvió casi tres siglos (hasta 1869) sin revisiones. Hubo otras revisiones en 1909 y 1960, esta última
es la más conocida. Posteriormente fue revisada en 1975 y 1995. Recientemente se publicó la traducción
Reina-Valera Contemporánea, con la consideración de otros manuscritos más recientes y confiables, que no
estaban a la mano en la época de Casiodoro. La Biblia de Reyna-Valera, en su revisión de 1960, es el
libro más leído en la lengua castellana.
Ahora bien, es necesario decir qué pasaba con la Palabra de Dios en la Iglesia Católica Romana. Después
de la Biblia Alfonsina publicada en 1280, recién en 1793 surgió una nueva traducción al castellano,
realizada por Felipe Scío de San Miguel. La versión era bilingüe, en latín (Vulgata) y castellano (texto de
Scío). Se editó en seis tomos lujosamente encuadernados y con abundantes ilustraciones a color. Una
Biblia para ricos que no la leían. La siguiente traducción fue editada en 1824 por Torres Amat. Al igual
que la Biblia Alfonsina y la de Scío, era una traducción directa de la Vulgata latina. En 1944 se publicó la
primera Biblia traducida desde los originales hebreo y griego por Nácar y Colunga y en 1967 apareció la
Biblia de Jerusalén, versión muy erudita, editada primeramente en francés. La enorme diferencia de fechas
marca las decisiones de ambos grupos en cuanto a dar la Palabra de Dios al pueblo. En la actualidad esta
situación se ha superado.
Bien podía darse por satisfecho Casiodoro de Reyna con su trabajo para el Señor. Sólo un biblista de su
talla podía hacerlo y cumplió. Volvió Casiodoro a Fráncfort, siempre atento a las maquinaciones de
Felipe II y de la Inquisición, que lo persiguieron hasta su muerte. Muy cerca estuvieron de apresarlo en
1575, cuando las tropas de Felipe --comandadas por Alejandro Farnesio-- tomaron Amberes. Pero no
pudieron hacer otra cosa que extenderle un salvoconducto, por la ciudadanía que la ciudad de Fráncfort
le había otorgado dos años antes.
En 1579 volvió a Londres para limpiar su nombre de las mentiras de Felipe II, lo cual consiguió sin
inconvenientes. Durante ocho años trabajó en Fráncfort como mercader de sedas a fin de sostener a su
familia. Solicitó el puesto de pastor de una iglesia luterana para refugiados españoles y franceses y se lo
concedieron recién en 1593, ocho meses antes de su muerte.
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Casiodoro no podía aceptar la intolerancia. Fue tolerante en un mundo intolerante. Tanto católicos
como luteranos, calvinistas y aún anglicanos fueron extremadamente severos con quienes pensaban
distinto. Casiodoro reprochó a Calvino la ejecución de Miguel Servet. Y aún defendió a los anabaptistas
pacifistas como a hermanos en Cristo a quienes no se debía perseguir. Cuando tuvo que redactar una
confesión de fe no la realizó para quedar bien con las iglesias oficiales sino que, por ejemplo, dejó
constancia de que no había encontrado en la Biblia pasajes suficientes para justificar el bautismo infantil.
Eso lo enemistó más con los calvinistas ortodoxos.
Casiodoro de Reyna tuvo que sufrir mucho para llevar a cabo la misión que el Señor le había
encomendado, pero la cumplió perfectamente. Nunca pudo volver a su patria, pero posibilitó la lectura
de La Palabra de Dios en su idioma a millones de hispanohablantes en todo el mundo.
Bibliografía
Sagrada Biblia, Traducción de Casiodoro de Reina, 1569, Sociedad Bíblica, Madrid.
La Santa Biblia, Antiguo y Nuevo Testamentos, Antigua Versión de Casiodoro de Reina (1569). Revisada por Cipriano de Valera (1602).
Otras revisiones: 1862, 1909 Y 1960. Revisión de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas.
La Santa Biblia, Antiguo y Nuevo Testamentos, Versión Reina-Valera Contemporánea, Sociedades Bíblicas Unidas, 2011.
Reisnert, Björn: Casiodoro de Reina: La historia y la vida de un heterodoxo español. Suecia, Universidad de Lunds, 2008.
www.casiodorodereina.org
Sobre el autor
Walter Wilfred Hack Barolin nació en 1940 en La Paz, provincia de Entre Ríos, República Argentina. Estudió en el Colegio Comercial, del
que posteriormente fue profesor de contabilidad y economía política. Cursó estudios en Ciencias Económicas y se desempeñó como
contador y gerente en bancos y empresas comerciales, en diferentes ciudades de su provincia. Como miembro de varias Iglesias Bautistas de
estas ciudades, ocupó diversos cargos en la Convención Juvenil Nacional y también en la Asociación de Iglesias Bautistas de Entre Ríos.
Dedicado desde su temprana juventud a los estudios bíblicos, fue maestro de escuela dominical por muchos años. Está casado con Martha
Betty Koch y tienen cinco hijos y catorce nietos. El presente artículo se terminó de escribir el 25 de julio de 2013 en Paraná, Entre Ríos
(Argentina)
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