Reseña histórica de La Opinión

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Reseña histórica de La Opinión
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Matias E. Centeno
RESEÑA HISTÓRICA DE LA OPINIÓN
La Opinión nace como publicación periodística al concluir el mandato
constitucional (1909 – 1912) como gobernador de Adolfo “El Pampa” Rodríguez Saá,
integrante de una larga dinastía política que continúa hasta estos días en la provincia
de San Luis. Fue el 16 de marzo de 1913 que la ciudad de San Luis vio aparecer el
primer número de La Opinión, un nuevo periódico que vendría a sumarse a la prédica
de otros diarios de la época como El Radical y La Reforma.
En realidad, La Opinión fue el nombre que llevó el proyecto de refundación de El
Estado, otra publicación también perteneciente a los Rodríguez Saá, que dejó la
frecuencia semanal para adoptar la forma de diario. De esta manera la familia buscó
una presencia más contundente en el mercado local, incrementando la frecuencia de
aparición de una de sus principales empresas, lo cual – proyectaban – no sólo
aumentaría las ganancias sino además permitiría un seguimiento mediático más
continuo de la gestión de los integrantes de la familia en el poder político de la
Provincia.
Al no poder optar por la reelección (las leyes se lo impedían), “El Pampa”
Rodríguez Saá debió recurrir a una persona externa a su familia para lograr la
continuidad política al frente del Gobierno de la Provincia. Fue así que se le ofreció la
candidatura a Mauricio Daract, quien aceptó, logrando luego el triunfo en las
elecciones a gobernador de 1912. Este recambio en el cúpula del gobierno determinó el
cierre del semanario El Estado y la apertura del diario La Opinión, que inició sus
actividades con el mismo personal y siguió imprimiéndose en los mismos talleres
gráficos que el anterior, en San Martín 626, pleno centro de la capital puntana, espacios
que hoy continúan siendo propiedad de la familia Ponticelli (Figura 25).
FIGURA 25. 1940: TALLERES GRÁFICOS DE LA OPINIÓN EN SAN MARTÍN 626.
Al centro Raúl Rodríguez Saá, junto al jefe de la sección tipografías, don Hermógenes Lucero, y las tipógrafas doña Teodora y Josefina,
entre otras, que componían día a día las letras de las páginas del diario de aquella época.
(FOTOGRAFÍA: GENTILEZA DE EDUARDO RODRÍGUEZ SAÁ)
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De acuerdo con la recopilación de diarios y revistas argentinas que hace Carlos
Ulanovsky 8, el mismo año en el que nació La Opinión también se editó por primera vez
la Revista de Ciencias Económicas, y en Tucumán, Angel Enrique Raffo publicó Noticias.
El 15 de septiembre de 1913 el uruguayo Natalio Félix Botana fundó el legendario
diario Crítica, que dejó de salir el 20 de octubre de 1963. Crítica revolucionó el
periodismo argentino, al establecer una poderosa relación con los temas más populares
de la sociedad, lo cual le permitió llegar a tener una tirada de hasta 300.000 ejemplares.
La aparición de La Opinión en San Luis se produjo en una década en la que
nacieron grandes empresas de la industria argentina como la Editorial Atlántida, el 7 de
marzo de 1918, de la mano de Constancio Valentín Vigil, quien en el mismo lustro dio
vida a dos de sus más reconocidas publicaciones: El Gráfico, en 1919, y Billiken, el 17 de
noviembre del mismo año. Nacieron también en la década del 10 el diario Río Negro
(1912), El Diario de Paraná (1914), La Voz de San Justo, de San Francisco, Córdoba,
(1915), La Opinión, de Pergamino (1917), El Litoral, de Santa Fe (1918), y La Opinión, de
Trenque Lauquen (1919), muchos de éstos todavía en circulación. 9
En el primer número, Umberto Rodríguez Saá – el fundador (Figura 26)–
escribió que La Opinión nacía en San Luis para ser “parte consciente de una alta
misión”, que consistía en indicar errores, corregir faltas y acudir “siempre allí donde la
voz se levante reclamando justicia”. 10
FIGURA 26. EL FUNDADOR DE LA OPINIÓN, UMBERTO RODRÍGUEZ SAÁ, EN LA DÉCADA DEL 20.
(FOTOGRAFÍA: DIARIO LA OPINIÓN, 16 DE MARZO DE 2004)
8
Ulanovsky, C. (1997). Paren las rotativas, Buenos Aires, Espasa, Pág.452.
9
Ulanovsky, C. (1997), op. cit., Págs. 33-38 y 452-453.
Rodríguez Saá, E. (16 de marzo de 2004). “Nueve décadas acompañando el acontecer de los puntanos”, LA OPINIÓN, Sección
Ciudad, Año XCI, Nº 36.419, San Luis (Págs. 8-9).
10
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La designación del diario como La Opinión tiene origen en la característica
común de muchos de los periódicos de la época: la gente – desde empresarios hasta
maestros y hombres y mujeres de la aristocracia puntana – era la que hacía público su
parecer sobre las temáticas de actualidad, la vida doméstica y el acontecer social de la
ciudad. El relato noticioso era concebido, entonces, como un despacho necesariamente
interpretativo.
Desde sus inicios la política editorial de La Opinión estuvo muy ligada a la obra
de gobierno de los Rodríguez Saá, una familia de buen pasar económico, que tenía su
aposento principal en la estancia “San Roque”, en Cruz de Piedra, una pequeña
localidad serrana distante a tan solo 15 kilómetros del ejido urbano actual de la ciudad
de San Luis. El acompañamiento del diario pudo observarse primero en el mandato de
“El Pampa” como gobernador y luego del fundador de la publicación, Umberto, como
diputado provincial. Esta particular conexión entre La Opinión y la política sanluiseña
tuvo lugar hasta la década del 30, y fue retomada 60 años más tarde, durante sus
últimos diez años de existencia.
El primer director de La Opinión fue León de la Plaza, un maestro y periodista,
hombre de confianza de Umberto Rodríguez Saá. Otros directores del diario fueron
Néstor Lombela, Mario Ponticelli – hijo del dueño de los talleres donde se imprimió El
Estado, abuelo del periodista deportivo que escribió en los últimos años de La Opinión –,
Sosa Revoiras, Raúl Rodríguez Saá, Guillermo Olivella y Teresa Berná de Rodríguez
Saá, editora entre 1966 y 1990. Eduardo Rodríguez Saá, hijo de Raúl y Teresa, fue el
último en dirigir el diario antes de su cierre en 2004.
En abril de 1933 muere Umberto Rodríguez Saá y poco después, en junio del
mismo año, fallece también su hermano Adolfo. Las dos viudas venden la estancia
“San Roque” y se radican en Buenos Aires, en donde la esposa y también sobrina de
Umberto, Demofila Zabala Rodríguez, una mujer joven que se queda sola con cuatro
niños pequeños a su cargo, conoce a Constancio Vigil con quien luego contrae
matrimonio. Más tarde la viuda de Rodríguez Saá da a luz a Leticia Vigil.
Al partir hacia Buenos Aires las dos viudas venden su parte de La Opinión a los
otros tres hermanos que se quedan en San Luis para manejar la empresa periodística de
la familia: Carlos Juan – padre del actual gobernador Alberto y el ex gobernador y
efímero Presidente de la Nación, Adolfo –, “Blanquita” y Raúl Rodríguez Saá.
En la Provincia, el trabajo de La Opinión fue acompañado por otras publicaciones
como El Heraldo de San Luis, de Mariano Celorrio y Constancio Vigil, Democracia de la
familia Salvatore, La Calle que tuvo un paso fugaz en los primeros años de la década
del 60, y años más tarde se sumó El Diario de San Luis, fundado por Mario Pérez, y
luego refundado como El Diario de la República, actualmente la publicación periodística
de mayor tirada de la Provincia.
Muchos fueron los escritores y periodistas que pasaron por La Opinión. Algunos
de los redactores más destacados fueron J. Nervi, un pedagogo que falleció
recientemente en La Pampa y supo vivir también en México; Antonio Esteban Agüero,
ilustre poeta puntano que supo desempeñarse como editorialista; Sócrates Cortines; el
profesor Reynaldo Ruartes; Hugo Fourcade; Urbano J. Nuñez; Maria Delia Gatica de
Montivero; Ana Gracia Benarós de Puig; Solano Bustos; Pascual M. Racca, ex
corresponsal en San Luis del diario Los Andes de Mendoza; Liberato Tobares; el
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folclorista Atilio M. Palacios; José Luis Mollo, del Círculo Cultural de San Luis; Mario
Ponticelli, ex corresponsal en la Provincia de La Nación de Buenos Aires; Rubén I.
Pérez, ex redactor de El Diario de San Luis; Roberto “El negro” Ortiz, que escribía la
columna “Café y Esquina”; Mario Otero; y Roberto Vinuesa.
Muchos fueron los que escribieron en La Opinión ocultándose bajo el anonimato.
Sobre todo en épocas de dictadura, algunos poetas y periodistas de renombre hacían
público su parecer sobre la actualidad, aunque sin citar su nombre. Algunos apelaban a
la crónica, otros al editorial y otros a la prosa gauchesca. Cualquiera fuera el género
narrativo, el producto eran escritos sumamente críticos contra los regímenes de la
época.
El diario se inició como sábana, formato que conservó hasta la década del 80 en la
que los editores decidieron reconvertir La Opinión en tabloide tradicional. Dieciocho años
más tarde llegaría también el color a las páginas del periódico.
Al comienzo, se estableció que para construir la agenda periodística diaria la
prioridad eran los temas locales, en especial el acontecer cultural que generalmente
ocupaba dos páginas por edición; pero también el diario contenía información –
proveniente de agencias – internacional y nacional. A partir de 1990, el diario acotó su
cobertura a los hechos netamente de alcance local.
A lo largo de sus más de noventa años de existencia La Opinión tuvo distintas
sedes, aunque siempre en la ciudad de San Luis: inició sus actividades en San Martín
626; en 1975 se trasladó a San Martín 680; en 1980 los talleres fueron nuevamente
trasladados a Ayacucho 1257 y en 1998 a Junín 741; poco después el diario funcionó en
Lavalle 1321 y por último en la Avenida Lafinur al 900.
Económicamente, La Opinión fue muy rentable entre 1960 y 1980. El principal
sustento financiero del diario era la publicidad y el aporte de los suscriptores, que en
esta época llegaron a ser más de 1.000. La tirada del periódico osciló entre 2.500 en la
década del 60 y los 500 ejemplares después de 2000. Como empresa, La Opinión
concentraba todos sus esfuerzos en la edición y publicación del diario y no ofrecía
servicios editoriales, salvo algunas excepciones. Uno de los pocos trabajos paralelos
que se realizó fue para el Obispado de San Luis, al cual se le imprimió una revista de
difusión institucional de 16 páginas, en blanco y negro. Años más tarde uno de los
obispos, Monseñor Laise, excolmugaría a varios de los integrantes del diario por no
coincidir con algunos puntos de vista por ellos difundidos.
Durante la última dictadura militar (1976 – 1982), el diario siguió funcionando,
aunque debió sufrir los embates del gobierno de facto que en numerosas ocasiones
interrogó a los periodistas e intervino a la fuerza en los talleres de impresión
incautando materiales. Ocasionalmente algunos de los editores y redactores fueron
encarcelados en la policía local por “insurrección”.
Esta difícil relación con el gobierno militar hizo que el diario comenzara a sufrir
de escasez de papel, hecho que empujó a los editores a salir a comprar el material en
las panaderías de la ciudad. Es por eso que al realizar un buceo por la colección de
ejemplares de La Opinión algunas de estas ediciones fueron impresas en amarillo o
celeste, colores a los que los editores debieron recurrir a la fuerza para lograr que el
periódico siguiera publicándose y nunca faltara en la calle.
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A pesar de la censura de las autoridades de turno, La Opinión se ganó cierta
reputación de diario independiente, ya que abría sus páginas a los diversos estratos
sociales y partidos políticos. Esto determinó la fuerte popularidad que tuvo el diario
entre 1967 y 1985.
Paradójicamente, fue a partir del retorno de la democracia a la Argentina que el
diario comenzó a perder lentamente esa reputación, al ingresar como gobernador
Adolfo Rodríguez Saá. Un quiebre importante en la línea editorial de La Opinión se
produce luego de la adquisición de la empresa por parte de Alberto Rodríguez Saá, en
la década del 90.
La venta y el cierre
A 60 años del primer traspaso de dueños, tras la muerte de Umberto y “El
Pampa” Rodríguez Saá, La Opinión cambió una vez más de manos. Al igual que en
aquella oportunidad, se trató de un traspaso de bienes a nivel familiar: a principios de
la década del 90, Eduardo Rodríguez Saá vendió el diario a Alberto Rodríguez Saá,
quien posteriormente incluyó la nueva adquisición en el Grupo Payné, el único
multimedio local que concentra además a El Diario de la República y la Radio FM Lafinur,
entre otros emprendimientos hoteleros y gastronómicos.
Eduardo Rodríguez Saá reemplazó a su madre en la dirección y continuó al
frente de La Opinión, esta vez no como propietario sino como empleado de su primo
Alberto.
“Tenía que hacer estudiar a mis hijos, yo tenía cuatro chicos. Con el diario
perdía plata. Mantener una independencia me costaba dinero. No podía golpear las
puertas de ningún lado. Ponía todo de mi bolsillo”, dice Eduardo Rodríguez Saá, el
último director, hoy periodista de El Diario de la República. 11
La Opinión siempre fue siempre un diario de la tarde y cambió sólo una vez a
matutino en la década del 90, luego de la venta al Grupo Payné. Este cambio duró sólo
ocho meses, ya que los suscriptores del legendario diario – que decaían
alarmantemente – no vieron con buenos ojos la nueva modalidad de edición, aunque
también la competencia directa con El Diario de la República resintió notablemente las
ventas.
La línea editorial viró drásticamente y se acercó notablemente a la gestión de
gobierno de Adolfo Rodríguez Saá y luego de su hermano Alberto. Como consecuencia
La Opinión se volvió sumamente crítica con todo lo relacionado al arco político
opositor.
Se incorporaron a finales de los 90 periodistas jóvenes de San Luis como Daniel
Poder – jefe de redacción, actual editor de El Diario de la República -, Gabriel Casari
(universitarias y educación), Martín Salinas (sociedad), Flabio Cabeytú Luc (cultura),
María Paz Ruggeri (policiales), Pablo Petrolini (política) y Marcelo Alcaráz (política).
Cristian Cabeytú Luc se desempeñó como fotógrafo.
11
Entrevista a Eduardo Rodríguez Saá, ex director del diario La Opinión, septiembre de 2005, ciudad de San Luis.
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Al cumplirse el 91º aniversario de la publicación, Eduardo Rodríguez Saá –
entonces director – escribió: “nos proponemos poco a poco ir volviendo a las fuentes, al
origen de La Opinión y lo haremos en forma paulatina desde el punto de vista estético
como también de contenido. Volveremos a partir de mañana de algún modo a nuestras
raíces (...) El propósito es enriquecer nuestro periódico para que los lectores tengan un
buen producto y puedan informarse de lo que acontece en la ciudad de San Luis y
zonas aledañas. Se trata de un nuevo desafío. Uno más en esta apasionante profesión
como es el periodismo. Haremos todo lo posible para lograrlo, así como tantas veces
durante 91 años lo hicieron nuestros antecesores”. 12
Ese fue el último aniversario que pudo festejar La Opinión hasta la fecha, porque
en diciembre de 2004, es decir tres meses antes de cumplirse 92 años de su fundación,
el diario dejó de publicarse. El Grupo Payné no editó más las páginas del tradicional
periódico puntano, explicando que tal decisión se sostenía en la paulatina caída de la
venta de ejemplares. Fue así que en enero de 2005 todo el personal que trabajaba en La
Opinión fue reubicado en El Diario de la República.
Quedan en la actualidad innumerables vestigios de la obra de La Opinión y su
aporte al periodismo de San Luis. Quedan huellas como las viejas máquinas utilizadas
en la impresión de plomo en caliente en la década del 60, que todavía son conservadas,
aunque son huellas encerradas en el tiempo, archivadas bajo candado, cubiertas de
polvo en una oscura pieza del fondo de una vivienda que todavía puede visitarse en la
calle Ayacucho, de la ciudad de San Luis. Quedan recuerdos, pero también quedan
certezas que amargan las buenas épocas. “La Opinión nunca tuvo época de oro porque
siempre sufrió los embates del Gobierno”, concluye Eduardo Rodríguez Saá 13. –
FIGURA 27. PRINCIPIO Y FIN DE LA OPINIÓN.
Izquierda: portada del primer ejemplar de La Opinión publicado en marzo de 1913 (La Opinión, 16 de marzo de 2004, Pág. 1)
Centro: portada en formato tabloide antes de su cierre en 2004 / Derecha: página interior de una edición de octubre de 2003
12
Rodríguez Saá, E. (16 de marzo de 2004)., LA OPINIÓN, Pág. 9.
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Entrevista a Eduardo Rodríguez Saá, ex director del diario La Opinión, septiembre de 2005, ciudad de San Luis.
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