Click para ver Archivo - Gran Logia del Norte de Colombia

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REFLEXIONES PERIFÉRICAS
SOBRE EL MÉTODO MASÓNICO
Raúl Renowitzky Comas, 33, G:. M:.
M:. R:. Gran Logia del Caribe Colombiano, con sede en Barranquilla
Ideas expresadas en el Foro Masónico organizado por la M:. R:. Gran Logia Central de Colombia (fundada en 1985),
en el Templo de la R:. L:. Umbral de Oriente Nº 7, Oriente de Villavicencio, Colombia; el 28 de junio de 2014 (e:. v:.).
ADVERTENCIA
Debo advertir, como siempre lo hago en este tipo de intervenciones, que es una reflexión a partir de la observación del discurrir de los
acontecimientos Logiales, así como de las experiencias vividas durante años de pertenencia a la Orden Masónica, apoyándome en la
recopilación de ideas a partir de libros y artículos obtenidos de diversas fuentes, las principales de las cuales se presentan como notas al final de
cada página cuando resulte pertinente, con comentarios y estructuración propios de este servidor. Sin pretender ser completa ni concluyente,
ha sido elaborada bajo la propia perspectiva de quien escribe, únicamente con fines didácticos, para uso exclusivo de la Orden, sin intención
alguna de desconocer ni suplantar a los inspiradores de aquellas palabras o pensamientos que hayan sido aquí plasmados como resultado del
Trabajo desarrollado, ni persiguiendo lucro comercial alguno. Por ser una reflexión personal, no compromete el pensamiento de ninguna Logia o
Gran Logia en particular. Su utilización por parte de las Logias está, obviamente, permitida sin que se requiera autorización previa alguna, con
las únicas salvedades de que se citen íntegramente las fuentes, tal como aquí lo hacemos y de que se utilice solo como material de estudio
gratuito entre los Hermanos.
Recibo con especial agradecimiento la generosa y fraternal invitación que me ha
extendido el M:. R:. H:. Carlos José Del Campo, Gran Maestro de la Gran Logia
Central de Colombia, para que exprese hoy ante este selecto grupo de Masones,
unas ideas alrededor del Método Masónico, esa maravillosa guía hacia el
perfeccionamiento humano, fundamentada en tres pilares con los cuales nos
hallamos tan familiarizados: la transmisión ritual, la transmisión oral y la
transmisión, valga la redundancia, de ese mismo método de transmisión.
Siendo el Método Masónico el tema central de la reunión y dado que hemos
acudido a este Foro para intercambiar ideas sobre esa materia, tengo la seguridad
de que otros Hermanos más competentes habrán de mostrarnos con lujo de
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detalles sus pormenores, por lo cual me he tomado la libertad de concentrar mis
palabras en la importancia de dos de sus aspectos para los cuales propongo el
calificativo de “periféricos”, sin que tal denominación indique, ni mucho menos,
una concepción trivial de ellos; antes por el contrario, los considero de tal
importancia para el éxito de la aplicación del Método, que he estimado relevante
y oportuno el exponerlos hoy ante ustedes.
Esos dos aspectos, en mi modesta opinión, son: en primer lugar, los requisitos
previos a la aplicación del Método y, en segundo lugar, las acciones necesarias
para que el esfuerzo y el tiempo invertidos en su aplicación, rindan plenos frutos.
Y, de ambos aspectos, concentraré una mayor atención en el segundo.
Nada de lo que aquí expongo es nuevo ni definitivo. Tampoco son éstos, es
necesario señalar, los únicos elementos “periféricos” esenciales para el éxito del
Método, pero tal vez se encuentren entre los que más frecuentemente
encontramos en la cotidianidad de nuestros Trabajos.
Antes de entrar en materia, comencemos por definir, aunque sea someramente,
el objetivo que nuestra Augusta Institución persigue.
EL OBJETIVO DE LA MASONERÍA
Es ya un lugar común entre nosotros el aseverar que “La Masonería hace, de
personas buenas, personas mejores”. Y si bien ello resulta cierto, nos quedaríamos
extremadamente cortos en nuestra tarea si llegásemos únicamente hasta el punto
de hacer mejores a un importante número de personas alrededor del globo. Sin
duda, debe haber “algo más”. Pero tampoco podemos descartar el enunciado,
porque en él hay algunos elementos que, pese a su aparente simplicidad, merecen
ser analizados.
Primero: el “hace”, implica que hay un proceso, y ello involucra desde luego al
Método, sobre el cual, como ya dije, no me detendré.
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Segundo: si la Masonería parte de “personas buenas”, hay en ello una implicación
muy importante: nuestra Orden no es un reformatorio. No somos ni pretendemos
ser una tabla de salvación para quienes de una u otra manera se encuentren
esclavizados por las miserias de la humanidad. Por eso, una de nuestras premisas
más promulgadas es que solo aceptamos “personas libres y de buenas
costumbres”.
Tercero: en cuanto al “algo más”, necesariamente nuestra tarea debe ir más allá
del mejoramiento del ser humano, porque si bien ese perfeccionamiento tiene por
objeto el beneficiar en primera instancia al Masón mismo, no es menos cierto que
buscamos a través de un ser mejorado, trabajar por el beneficio de la comunidad
que lo acoge y, más allá de ese núcleo social que le resulta inmediato, ayudar al
progreso de la humanidad como un todo.
A partir de estas consideraciones, intentaré desarrollar la idea que me he
propuesto someter a consideración de este conspicuo auditorio.
ALGUNOS REQUISITOS PREVIOS A LA APLICACIÓN DEL MÉTODO
El Método Masónico busca proveer a cada Masón los fundamentos morales para
que sea capaz de estructurar y tomar, por sí mismo, decisiones suficientemente
coherentes, si no sabias, ante cualquier evento de la vida.1 Esto implica, desde
luego, un importante esfuerzo por parte de la institución que pretende brindar tal
conocimiento, pero principalmente exige otro esfuerzo, y éste sine qua non, por
parte de quien busca recibirlo.
Según el francés René Guénon “La enseñanza iniciática, para ser realmente útil,
requiere … una actitud mental <receptiva>; pero <receptividad> no es en absoluto
sinónimo de <pasividad>; y, por el contrario, esta enseñanza exige por parte de
1
SERRANO, Florencio, La Tecnología Masónica, Su verdadero Poder, Editorial Nous, Córdoba, España, 2012
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quien la recibe, un esfuerzo constante de asimilación, que es algo esencialmente
activo, e incluso al más alto grado que pueda concebirse”.2
Dado que sin esa colaboración esencial del eventual receptor nuestra labor
resultaría estéril, el primer requisito para que el Método tenga éxito es que el
ingreso del nuevo Masón sea el resultado de su decisión libre y racional. El
aspirante debe estar plenamente consciente de que entre nosotros no encontrará
poder político o económico, honores, amigos influyentes o vinculaciones laborales
importantes;3 y que, por el contrario, únicamente hallará unas herramientas que
se ponen a su disposición para que bajo la discreta guía de algunos Maestros, pero
esencialmente merced a su propio esfuerzo, se ayude a sí mismo en la ardua tarea
de buscar su mejoramiento personal, mejoramiento que irá alcanzando de
manera lenta y paulatina en proporción directa a su dedicación, jamás de manera
inmediata.
Esta verdad, que es repetida casi de manera automática e inconsciente por parte
de la mayoría de los Masones de todos los Grados, cobra entonces una verdadera
importancia cuando nos concientizamos de que su omisión solo conducirá a que la
labor de la Orden se traduzca en un fatigante e inútil gasto de tiempo y esfuerzo,
en un trabajo sin esperanza alguna de llegar a buen fin.
El segundo requisito previo a la práctica del Método, es sin lugar a dudas una
adecuada Aplomación,4 entendida ésta como la aplicación de la Plomada a la
Piedra Bruta para evaluar tanto su aptitud como su actitud hacia el proceso de
pulimento, es decir la evaluación que un grupo de Masones designados para tal
fin, hace de cualquier aspirante antes de que éste avance en su trámite de
admisión.
Nuevamente, parece tan evidente este requisito, que muchas veces se minimiza
su importancia, pero déjenme decir que a diario vemos con tristeza los funestos
2
GUÉNON, René, Consideraciones sobre la Iniciación, Capítulo XXXV, Iniciación y pasividad.
3
SERRANO, F., Ob. Cit.
4
SERRANO, F., Ob. Cit.
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resultados de la improvisación en esta etapa y, aún peor, de la omisión de la
misma, ya sea parcial o completamente.
Y es que durante el proceso de Aplomación la Masonería no busca simplemente
certificar las particularidades biográficas, académicas, laborales y sociales del
aspirante, sino corroborar la existencia o no, en esa persona, de aquellas otras
cualidades filosóficas y humanísticas cuya posesión le permitirá, durante su vida
masónica, elevarse a la categoría de un ser ético, con posibilidades de brindar un
aporte verdaderamente útil a la sociedad, cualidades cuya carencia solo
contribuirá a que traiga al interior de la Logia sus falencias y debilidades, es decir
sus conflictos personales.5 En este último caso no solo el Método Masónico poco
habrá de lograr en tal persona, no importa cuántos Grados llegue a obtener, sino
lo que es peor, estaremos ante la posibilidad de introducir en la Orden un factor
de perturbación que podría llegar a retrasar o, aún peor, a paralizar nuestras
actividades.
Otro requisito previo a la aplicación del Método, tiene que ver con el tercer pilar
de aquellos ya mencionados y sobre los cuales se eleva el Método mismo: su
transmisión.
Con mucha más frecuencia que la que quisiéramos tener que reconocer, en
algunas Logias se llenan las Vigilancias con Hermanos a los que se desea
“habilitar” para que puedan acceder a la Silla. En tales casos, se dejan de lado las
consideraciones que de manera tan diáfana pone de manifiesto el Masón francés
Daniel Beresniak, cuando nos recuerda que “Los vigilantes son Iniciadores. Ese es
el aspecto esencial de su función. El Segundo Vigilante prepara a los aprendices
para el trabajo de compañero y el Primer Vigilante prepara a los compañeros para
las responsabilidades de la maestría”.6
No nos sorprende ya el hecho de que algún Vigilante así elegido y juramentado, al
ser invitado a cumplir con tales deberes, responda sencillamente “Eso no es
5
SERRANO, F., Ob. Cit.
6
BERESNIACK, Daniel, Los Oficios y los Oficiales de la Logia, Capítulo VII, Los Vigilantes.
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necesario. Yo no recibí ninguna guía de mis Vigilantes y aquí estoy”. Y tampoco es
descartable que quien así responda, lo haga estando sinceramente convencido de
su argumento.
En estos casos, queda en evidencia que tales Hermanos nunca fueron beneficiados
con la transmisión del Método por parte de quienes les precedieron, de manera
que muy probablemente tampoco serán capaces de apoyar a quienes transitan
por sus Columnas. Se habrán perdido, así, al menos dos promociones completas
de integrantes de la Logia
Y esa falencia, saldrá a flote una y otra vez durante la vida del Taller en particular y
aún de la Obediencia en general, no solo por la pérdida de mística que conlleva el
no encontrar ninguna esencia en el tránsito por los diferentes Grados, sino por la
calidad de las intervenciones de quien haya carecido de una adecuada instrucción
masónica en el momento en que estaba en disposición de hacerlo.
Otra consecuencia frecuente en estos casos, suele ser la reticencia de muchos
Maestros a continuar generando Trabajos de investigación masónica, tal vez
porque a quien no haya desarrollado esa disciplina en los dos primeros Grados, le
quedará más difícil encontrar placer en investigar y generar ideas una vez haya
alcanzado un ilusorio nivel de “confort” al haber sido Exaltado al Sublime Grado de
Maestro Masón.
Resulta cierto que en algunos casos estas deficiencias pueden ser subsanadas con
adecuadas jornadas de estudio7 por parte de los Maestros, pero siempre implicará
una importante inversión de tiempo y, especialmente, de mucha voluntad por
parte de ellos.
ACCIONES POSTERIORES A LA APLICACIÓN DEL MÉTODO
Dice el Masón español José Luis Cobos que “En las sociedades arcaicas, los ritos
servían para introducir al <hombre natural> al mundo de los valores espirituales, al
7
SERRANO, F., Ob. Cit.
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mundo de la cultura … Hoy, el hombre moderno ya nace en un contexto cultural
que va asimilando a través de un proceso de socialización gradual, minucioso,
contextual y que tiene la virtud/manía de hacernos entrega de un mundo <ya
interpretado>”.8
Acto seguido, nos dice el Hermano Cobos que esa “brecha ontológica que se había
producido entre el hombre antiguo y el hombre moderno”, fue rápida y
sabiamente resuelta por la Francmasonería al hacer “una extensión de las
prioridades masónicas a la construcción social, y desarrollar desde las logias
simbólicas aquellas virtudes y vocaciones humanas que cultivaran a un ciudadano
consciente y responsable de su propio proyecto vital y de su participación en la
sociedad”.9
En este punto, coinciden casi todos los autores masónicos: la Masonería moderna,
dentro de su espíritu Progresista y en perfecta sintonía con la evolución de los
tiempos, extendió sus prioridades al ámbito del cuerpo social; y así lo entiende el
Masón contemporáneo a partir del Segundo Grado.
Por tanto, el objetivo ulterior del Método Masónico quedó también ampliado al
campo de la sociedad, implicando que la Orden buscará la mayor participación
posible en todos los espacios de la vida comunitaria, a través de una creciente
membresía adecuadamente capacitada para actuar como factor decisorio y
positivo en sus respectivos roles individuales como ciudadanos del mundo.
Y es aquí donde queremos aterrizar.
Un concienzudo estudio publicado por primera vez en 1999 por el Masón e
investigador inglés John L. Belton,10 mostró que el número de nuevos miembros
8
COBOS, José Luis, El Sentido del Método Iniciático de la Francmasonería, Cultura Masónica, Revista de
Francmasonería, No. 13 octubre de 2012, pp. 22-64
9
COBOS, J. L., Ob. Cit.
10
BELTON, John L., The Missing Master Mason, 20 de marzo de 1999.
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de nuestra Orden viene disminuyendo desde 1982 a una tasa anual del 4%, con las
únicas excepciones de las Logias de habla francesa, algunas del norte del
continente europeo y las de Turquía. Por otra parte, muestra que las deserciones
de nuestros Hermanos se están presentando mucho más temprano en sus vidas
masónicas, de manera que si en la década de los 50’s nuestros miembros se
retiraban luego de unos 20 años de estar asistiendo a los trabajos logiales, la
permanencia se redujo a unos 10 años hacia la mitad de la década de los 70’s y
continuó reduciéndose hasta quedar en solo alrededor de 4 años a comienzos de
los 90’s. Una última estimación de Belton, nos muestra que ya en la primera
década del siglo XXI, las deserciones tempranas pueden estimarse en un 43% de
los Iniciados, porcentaje que se eleva levemente a un 46% si se le suma la
mortalidad de nuestros integrantes.
Por su parte, el Masón norteamericano Paul M. Bessel,11 muestra en sus afinadas
estadísticas sobre la membresía de la Orden en los Estados Unidos, que en la
década de los 50’s del siglo XX ese país contaba con más de 4 millones de
Masones, pero que desde comienzos de la década de los 60’s el número de
adeptos ha venido en pronunciada e ininterrumpida caída, al punto de que en
2010 estaba ya por debajo del millón y medio de miembros activos.
Ambos estudiosos nos muestran un panorama poco alentador, que si bien ha sido
calculado sobre la base de datos históricos de logias adscritas a la Masonería
Regular, mucho nos ilustra sobre una tendencia que, desde luego, puede cobijar
por igual a la Masonería Progresista. Es una lástima que no dispongamos de
estadísticas sobre la asombrosa y renovadora proliferación de Logias y Grandes
Logias Progresistas a lo largo y ancho del orbe, y muy particularmente en América,
porque ello podría ayudarnos a hacer un análisis más preciso y específico sobre el
comportamiento en esta vertiente de la Orden. Es ésta una tarea que debemos
acometer en el futuro inmediato.
11
BESSEL, Paul M., Masonic Statistics - Graphs, Maps, Charts, http://bessel.org/masstats.htm
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En todo caso, el punto es que si la tendencia decreciente fuese general y
sostenida, todo el esfuerzo de nuestras Logias por aplicar y transmitir el Método
Masónico, será vano. Habremos arado en el desierto.
Qué debemos hacer, entonces? Primero deberíamos tratar de precisar las posibles
razones por las cuales esto nos está sucediendo y, una vez tengamos claro el
panorama, trazar un plan de acción conjunto. Vayamos por partes.
Algunos autores, se han dado a la tarea de proponer respuestas a este hecho
irrefutable de la pérdida de interés en instituciones como la Francmasonería. Uno
de ellos, el Masón, historiador y catedrático norteamericano David T. Beito,12
plantea que en el siglo XIX y aún en la primera mitad del XX las Logias brindaban a
sus miembros y a sus familias una cierta autosuficiencia, participación en
actividades cívicas y sociales de todo tipo, asistencia profesional, fundamentos de
formación empresarial y liderazgo, alternativas de ahorro, técnicas para el
autocontrol y la formación del carácter, fundamentos morales, asistencia médica
casi gratuita, cuidados a las viudas y a los huérfanos de las guerras, servicios
funerarios y, en fin, un buen número de beneficios que jamás podrían haber
obtenido por fuera de la Fraternidad.
En la medida en que, directa o indirectamente, el Estado asumió esas funciones, la
Orden fue perdiendo su importancia ante una población que se hizo adulta
después de la Segunda Guerra Mundial y encontró que, día tras día, se le
otorgaban y se le siguen otorgando nuevos y mayores derechos y facilidades sin
que se le exija casi nada a cambio.13
Por su parte, la Masonería británica ejercía a fines del siglo XIX y hasta mediados
del XX, las funciones de un cohesionador social y religioso,14 a cuyo amparo los
12
BEITO, David T., From Mutual Aid to the Welfare State: Fraternal Societies and Social Services, 1890-1967; The
University of North Carolina Press; 2000
13
SACKS, Jonathan, Politics of Hope, Published by Jonathan Cape, 1997
14
PRESCOTT, Andrew, A History of British Freemasonry 1425-2000
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nuevos profesionales podían socializar en un ambiente neutral después de su
jornada diaria; de hecho un Masón muy aplicado podía gastar cada día de la
semana en actividades de diverso tipo organizadas por su Logia. Ese fervor decayó
drásticamente después de la década de los 60’s del siglo pasado, cuando los
ingleses fueron dejando de lado su férrea unidad religiosa, convirtiéndose en una
sociedad cada vez más laica y, aún, agnóstica.
En Francia, en medio de un ambiente más secularizado, la Masonería se mantuvo
siempre presente en los asuntos sociales y políticos, sosteniendo la llama de la
Tercera República,15 característica que ha conservado hasta el día de hoy. Será
que podemos aventurarnos a ver en esto una de las razones para que la
Masonería francesa escape a la tendencia decreciente según lo señala el Hermano
Belton?
En Colombia, los primeros años de la Masonería estuvieron caracterizados por los
intereses libertarios y republicanos. A comienzos del siglo XX, era evidente la
activa militancia de nuestros miembros en asuntos cívicos y políticos. En
Barranquilla, por ejemplo, una sola Logia solía tener muchos más integrantes que
los que pueda tener hoy día cualquiera de las 5 o 6 Potencias Masónicas que
tienen asiento en la ciudad, independientemente de la vertiente por la que
transiten, sea ésta Progresista o Regular.
Obviamente si continuamos en esta senda de marchitamiento, todo el esfuerzo de
formación, de aplicación y transmisión del Método Masónico, se habrá perdido. Y,
por consiguiente, nuestra intención de contribuir al mejoramiento de la sociedad
será nula.
HACIA EL PLANTEAMIENTO DE UNAS IDEAS
Pretencioso sería de mi parte el asumir que poseo la capacidad y la autoridad de
señalar a mis Hermanos una solución a la situación aquí planteada. Con seguridad
15
PRESCOTT, A., Ob. Cit.
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habrá quienes ya la han detectado, diagnosticado e, incluso, quienes hayan
encontrado la senda hacia el firme y permanente fortalecimiento de sus
respectivas Logias y Grandes Logias.
En nuestro caso, debo reconocerlo, estamos en una etapa muy incipiente aún y no
hemos logrado estabilizarnos en esa ruta. Pero estamos decididos a encontrar el
camino. Mientras tanto, lo que podemos hacer es plantear unas ideas que tal vez
puedan ayudarnos a acertar. Y, en el convencimiento de que no solo es una tarea
de todos sino que la socialización del tema nos permitirá recibir luces de
Hermanos más experimentados y visionarios, solo pretendemos dejar, a manera
de reflexión, los siguientes puntos, algunos de los cuales han sido ya planteados
por connotados autores, entre ellos algunos de los que han servido de fuente para
esta Plancha:
1 – Señala Belton que, lo primero que debemos hacer, es reconocer el hecho.
Nuestra membresía global ha venido decreciendo y muy probablemente seguirá
decreciendo en los años venideros.
2 –Solo el trabajo conjunto, académico y disciplinado sobre el asunto, nos
mostrará una o varias alternativas que puedan revertir, de manera consistente, la
tendencia.
3 – La Masonería está inmersa en la sociedad, forma parte de ella y, por tanto,
como Progresista que es, necesita ajustarse de manera permanente a la evolución
del entorno, sin que ello signifique que deba perder su esencia tradicional.
4 – Se hace necesario revisar la manera en que proyectamos nuestra identidad
como organización, renovando la imagen de la Orden hacia la comunidad.
5 – Necesitamos revisar lo que hacemos al interior de nuestra Institución, cómo lo
hacemos y, muy especialmente, cuáles son los resultados que cada una de
nuestras acciones produce, para determinar a ciencia cierta lo que requerimos
ajustar para lograr nuestros propósitos.
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6 – En ese sentido, retomando a Belton, es necesario recordar, una y otra vez, que
la Masonería es una organización de voluntarios, que día a día compite con otras
ocupaciones de cada uno de sus miembros, tales como el trabajo, los asociados, la
familia, los compromisos sociales, las actividades académicas, los necesarios
momentos de esparcimiento, etc., así que si quienes se nos unen no encuentran
en la Logia y en la Orden que esto “vale su tiempo y su dinero”, simplemente se
retirarán. Por tanto, cada Logia, cada Gran Logia, debe tener objetivos concretos y
modernos, que respondan a las aspiraciones de un ciudadano cada día más
instruido y exigente. Esos objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables,
realistas y, muy especialmente, capaces de motivar y comprometer las voluntades
de nuestros miembros.16
7 - Reconocemos que con el ingreso de la mujer a nuestra Orden, hemos avanzado
de manera importante en la dirección correcta y que se hace necesario, por tanto,
seguir incentivando su vinculación y permanencia en nuestros Trabajos. Valga
anotar, a manera de ejemplo, que desde cuando en 1987 el Club de Leones
aprobó admitir a la mujer en calidad de miembro con plenos derechos, ya en 2012
las damas alcanzaban a representar cerca del 26% de su membresía mundial; pero
en el Distrito F217 la membresía de ese mismo año 2012 estaba repartida de la
siguiente manera: damas 2376 (51.88%), caballeros 2204 (48.12%).18
8 - Debemos compartir, estudiar, y de ser posible replicar, aquellos casos en los
que la tendencia decreciente no se ha presentado de manera tan evidente, o en
los que por el contrario se observa una historia de continuo fortalecimiento.
Aparte de estos puntos, Belton propone algunas otras ideas con las cuales me
identifico plenamente:
9 – Involucrar en la generación de propuestas a la totalidad de nuestros
integrantes, de manera que cualquier acción implementada sea el resultado de un
16
BELTON, J. L., Ob. Cit.
17
F = Colombia; F2 = Costa, Antioquia y Chocó.
18
SOTO DE ÁVILA, Ana, La Historia de la Mujer en el Leonismo.
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consenso y convoque el mayor número posible de Masones en su desarrollo y, por
supuesto, en su éxito.
10 – Escuchar a los jóvenes. Su capacitación académica moderna les ha preparado
para desempeñarse como seres analíticos y propositivos. Por otra parte, su ideario
nos irá mostrando cuáles son los valores que en verdad interesan a las nuevas
generaciones.
11 – Añadiré que una vez conocidas las necesidades y expectativas concretas de
nuestros jóvenes miembros actuales y potenciales, deberemos convertirnos en
expertos en satisfacer esas demandas, lo cual se logrará invirtiendo tiempo no
solo en su entrenamiento y capacitación, sino en nuestra propia formación como
eficaces transmisores del Método.
12 – Experimentar, monitorear (llevando estadísticas) y, fundamentalmente,
compartir entre nuestras Grandes Logias los resultados que en cada caso se vayan
obteniendo, porque es indudable que un trabajo mancomunado rendirá mucho
más rápidamente sus frutos que la dedicación aislada de unos pocos.
Espero, mis Queridos Hermanos, no haber abusado excesivamente de su paciencia
y guardo la esperanza de que la seriedad del reto que afrontamos, compense
suficientemente las falencias y, en especial, la extensión de esta intervención.
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