ORACIÓN

Transcripción

ORACIÓN
Nosotros, catequistas, que trabajamos con personas que tienen un
pasado a sus espaldas no podemos entrar derribando, desmontando
indiscriminadamente, a golpe de excavadora, todo lo que ha dado
sentido a una vida y ha ido formando una personalidad.
Sabemos por la fe que Dios guía los pasos de cada hombre desde
el primer momento de su existencia,
¿por qué vamos a borrar esas huellas
del Espíritu que aparecen en las
costumbres y escala de valores que
traen los catecúmenos?
Sanear, separar la buena de la mala
hierba, purificar y llevar ese pasado a
su plenitud según el Espíritu de Jesús:
sí. Arrasarlo: no.
*Ecos, reflexión y oración
sobre las lecturas
Oración
final (Todos juntos)
¡Oh alto y glorioso Dios!
Ilumina las tinieblas de mi corazón.
Dame fe recta
esperanza cierta
y caridad perfecta.
Sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y veraz mandamiento
Canto final: Hoy Señor te daré...
(nº302)
ORACIÓN
St. Cugat, septiembre’97
*Canto de entrada: «Déjalo todo y ven conmigo» (nº 22)
Las personas tenemos la tentación de creer que la felicidad está en
la seguridad, es decir, “vivir protegidos, encerrados”, vivir al abrigo de
todas las aventuras posibles, pero no hay nada más equivocado. La
persona tiene que descubrir que sólo saliendo de las falsas
protecciones, realmente encontrará lo que busca. La vida consiste en
salir, crecer es siempre una experiencia de salir, es una experiencia
de vida que obliga a romper algo, a romper con algo. Caemos en la
tentación cuando tomamos por realidad algo que en realidad no lo es,
cuando dejamos de lado la verdad, para hacer nuestra verdad.
En alta mar
Si quieres ser coherente con tus principios, olvídate de los
compromisos tranquilos, porque tu puesto se halla donde están en
juego valores e intereses de gran importancia para las personas
humanas.
Olvídate de los compromisos que se toman por cumplir, y oriéntate
en otra dirección. Ese es el criterio principal de discernimiento sin dejar
de lado las cualidades personales.
Ahora mismo me centro en el Reino de Dios y me hago a la idea de
que me toca remar mar adentro. Jesús no me ha dado tantas riquezas
y ayudas para que me quede en las aguas infecundas de la orilla. No
se trata de tener exceso de actividad y andar agobiado, sino de ir a
alta mar.
“Rema mar adentro”, me dice como a los apóstoles, y yo me olvido
de mis miedos y fracasos anteriores y le respondo como Pedro: “Señor,
tantas veces hemos trabajado con poco éxito sembrando en desierto
y arando en el agua... Pero me fio de tu Palabra: me voy a alta mar”.
“Os envío como corderos entre lobos”, el cristiano sabe que le toca
la primera fila, no la de los honores y los primeros puestos, sino la del
combate y los sacrificios, siempre dispuesto a tomar responsabilidades
que nadie quiere.
Cuando te parezca dura esta vocación cristiana, mírale la cara a
Jesús. Solía andar siempre donde se jugaba algo importante para el
ser humano, donde había necesidades, problemas y conflictos, donde
sucede la pascua, la mayor resurrección. El te dirá: Animo, que aún
no has llegado hasta la sangre en tu lucha contra la injusticia y el
pecado (Heb 12,4). Animo, que yo he vencido (Jn 16, 33) y tú también
vencerás.
Y si depués de mirar y oir a Jesús, te sientes todavía encogido,
mira los rostros del hambre, la injusticia, la dictadura, que son mayoría
en la Humanidad. Por ellos pasa hambre, es torturado y muere el mismo
Dios. Ellos te dirán: Soy tu hermano, de tu misma familia, tengo los
mismos derechos que tú, y mira como estás tú y como estoy yo.
Después mírate a ti mismo y piensa. Tengo la suerte de poder dar,
poder sacrificarme, poder construir un poco de justicia y fe. Jesús te
animará. Vas a dar mucho fruto. Tú responderás: Tu amor vale más
que la vida. El replicará. Mi amor es expansivo hacia los más
necesitados y los dos os reiréis. Duc in altum, rema mar adentro. Seréis
mis testigos en la frontera del mundo (Hech 1, 8)
*Silencio
*Canto: Tú me has llamado...
EL VIEJO ALBAÑIL Y LA INMOBILIARIA
Erase una vez un viejo albañil apodado “El Machaca”. Los vecinos
de su pueblo acudían a él para que reparara sus viejas casas de piedra
y sus techos de pizarra. Su padre y su abuelo -los Machacas- le habían
enseñado a cincelar la piedra y a sacar arena del río. Cuentan que de
un vistazo sabía reconocer la mejor madera del monte, repelente a las
termitas, con la que armar la pesada techumbre de los viejos caserones.
El “Machaca” apuntalaba paredes ruinosas, tapaba grietas,
cambiaba
la
madera
podrida... Cuando terminaba
su trabajo, las casas de los
labriegos habían recobrado
el aspecto acogedor, airoso
y funcional que tuvieron al
principio, cuando fueron
construidas.
Un día apareció en el
pueblo una inmobiliaria
regida por gentes extrañas.
Compraron
toda
una
manzana de viejos edificios
y en pocos días los arrasaron
hasta los cimientos. Iban a
construir pisos. En poco
tiempo levantaron varios
bloques de nuevas viviendas.
En lugar de piedra, utilizarían
ladrillos traidos de fuera; en
lugar de madera para la
techumbre, potentes vigas de hierro. En lugar de la clásica pizarra que
daba sabor y personalidad al pueblo, teja rojiza. Y en lugar de cal,
cemento.
Pronto se vio el contraste entre el casco viejo del pueblo, la obra de
los machacas, y la monotonía de los nuevos bloques color cemento.
Han pasado varios años. Mientras la flamante inmobiliaria habla de
suspender pagos y despedir obreros -porque los pisos no se vendenel Machaca sigue apuntalando paredes ruinosas, cambiando la madera
podrida de las pesadas techumbres y devolviendo a las viejas casas
del pueblo el encanto juvenil y acogedor con que las construyeron su
padre y su abuelo.
Como toda parábola, también esta tiene una enseñanza. Refleja
las dos posturas desde las que se puede realizar el “desmonte” en las
personas que asisten a la catequesis: arrasando desde los cimientos,
como pretendía la inmobiliaria, o saneando el viejo edificio, como hacía
el Machaca.

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