La experiencia espiritual de Don Bosco transmitida “a los socios

Transcripción

La experiencia espiritual de Don Bosco transmitida “a los socios
“Salesianos de Don Bosco”
La experiencia espiritual de Don Bosco
transmitida “a los socios salesianos”
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“Salesianos de Don Bosco”
Don Bosco nos deja a cada uno de los miembros de la familia salesiana una herencia espiritual desde
su experiencia de Dios. A los miembros de la sociedad San Francisco de Sales, salesianos, dirigió Don
Bosco unas palabras, que conservamos en un anexo al texto publicado de nuestras constituciones, una
introducción a las reglas aprobadas el 3 de abril de 1874. Esta introducción, condensa en sí la espiritualidad que vivimos los salesianos mediante la práctica de nuestras constituciones. Dice Don Bosco en
esta introducción, que es el hilo conductor de nuestro retiro: “Hablo con el lenguaje del corazón y expongo brevemente lo que la experiencia me hace juzgar oportuno para vuestro provecho espiritual y
para bien de toda nuestra Congregación1. Deseamos que este retiro nos ayude a toda la Familia Salesiana a vivir el legado espiritual que don Bosco soñó para cada uno de sus socios.
Para comprender bien el significado de las Constituciones en la vida del salesiano, es necesario pensar
que se ordenan específicamente a la profesión religiosa, pues por el ofrecimiento libre y total de sí
mismo a Dios el profeso se compromete a vivir “según el camino evangélico trazado en las Constituciones salesianas” (Const. 24). De esta opción, una “de las más elevadas… de un creyente (Const. 23)
procede, para el salesiano, la obligatoriedad de las Constituciones, profesadas “libremente ante la Iglesia” (Const. 193).
1. Espiritualidad salesiana
Cuando hablamos de «espiritualidad», nos estamos refiriendo a algo muy significativo y profundo,
nuestro “modo de ser cristiano”. El modo de ser cristiano que tuvo Don Bosco, su espiritualidad, estuvo centrada en la caridad pastoral. Éste es el corazón de su espiritualidad. Don Bosco vivió su experiencia de Dios desde la clave del amor, entendida como caridad pastoral. Un amor filial a Dios reflejado en el amor y vida entregada por
los jóvenes más pobres y necesitados.
Aquí está la semilla de la espiritualidad salesiana, en el amor (Caridad
Pastoral). Juan Bosco aprendió de su madre este modo de ser cristiano, contextualizado en su época, practicado en la infancia, consolidado en la adolescencia y transmitido en la edad adulta.
En Don Bosco es constate la referencia a la imitación de Jesucristo
como clave de vida espiritual. A Jesús lo siente cercano, accesible,
amigo. En su labor sacerdotal, será el “Buen Pastor”, que da la vida
por sus ovejas (este es el Buen Pastor que aparece en la cruz de nuestra profesión). Don Bosco, desde pequeño, entendió a Dios hecho
hombre desde cada una de las personas que tenía a su alrededor, cada
1
Crf. Regole o Constituzioni della Società di san Francesco di Sales, Turín 1885 (Introducción), pp. 3-46 passim..
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“Salesianos de Don Bosco”
acontecimiento tiene para Don Bosco el código de identidad de Dios. La presencia de Dios, el “Dios te
ve” es continuo, connatural a su existencia. “Vivía como quien ve al invisible”. Le sentía un Dios cercano que le habla al corazón (como él habló a sus salesianos y a sus muchachos) siendo un Padre misericordioso. Esta presencia constante encuentra su realización más completa en la Eucaristía y en el sacramento de la Reconciliación. La presencia de Cristo en los sacramentos, la frecuencia de éstos como
relación permanente de amistad con Dios, son los medios más eficaces para crear, sostener y tener
una vivencia espiritual profunda.
Don Bosco sentía la preocupación y la necesidad por conocer la voluntad de Dios sobre él. No sólo para
el conocimiento de su vocación, sino en cada momento de su vida. Conocer y hacer la voluntad de Dios
es otra clave de la experiencia espiritual de Don Bosco. Se mostraba totalmente disponible a seguirla y
modelarse según su voluntad, para la salvación de las almas. La máxima aspiración de don Bosco fue la
Evangelización y la salvación de las almas, de aquí también su preocupación en formar y alentar vocaciones.
Don Bosco ofrece en la devoción a la Virgen María otra columna fundamental de su espiritualidad; la
ve como una madre en quien confiar plenamente. Bajo su manto y protección se sienten todos los que
la invocan, y a Ella confía todas sus obras sabiendo que Ella las llevará a buen término. Por algo es la
“Auxiliadora”.
Para Don Bosco, y para nosotros, otro rasgo fundamental de la espiritualidad es la alegría. “Un santo
triste es un triste santo”. Don Bosco fue capaz de vivir y de enseñar a vivir con alegría, esto es, desde la
confianza en Dios providente, a pesar de las dificultades y contrariedades que tuvo que padecer. Si no
hubiera tenido esta confianza absoluta en la providencia de Dios, en el “Dios proveerá” ante las dificultades, no hubiera podido acompañar –en situaciones complejas y difíciles - a tantos jóvenes en su maduración personal y cristiana. Por eso, nuestra espiritualidad se mira siempre desde el optimismo.
Por último, don Bosco vivió todo esto en su quehacer diario, en el estudio, en el trabajo e invitando a
sus jóvenes que ellos lo vivieran de igual manera. No es alguien que se retira de la vida, del compromiso, de la vida cotidiana. Es precisamente en la experiencia cotidiana, con ella y bajo ella, donde Don
Bosco descubre y vive su experiencia de Dios. Así nos lo ha enseñado.
El salesiano expresa esta vivencia espiritual siguiendo a Don Bosco, mediante la profesión religiosa,
que lo vincula a la Congregación Salesiana fundada por Don Bosco para dar continuidad a este estilo de
vida espiritual en la Iglesia2.
2. La profesión religiosa del salesiano
La profesión manifiesta la voluntad de pertenecer a la Congregación, la decisión de “quedarse con Don
Bosco”, a fin de compartir responsablemente su proyecto apostólico, traduciendo el propio carisma
bautismal a propósito de seguir a Jesucristo como lo siguió él.
La profesión es “un acto que renueva y confirma el misterio de la alianza bautismal para darle una expresión más íntima y plena” (Const. 23).
La vida nueva del bautismo queda determinada, en el salesiano, por las modalidades de compromiso
2
Cfr. EL PROYECTO DE VIDA DE LOS SALESIANOS DE DON BOSCO, Introducción general, pp. 34-35.
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indicadas en las Constituciones, que son la descripción auténtica de su modo de vivir el misterio del
bautismo. En el seguimiento de Cristo, no hay dos planos: el de la vida religiosa, un poco más elevado,
y el de la vida cristiana, un poco más bajo. Para el salesiano, testimoniar el espíritu de las bienaventuranzas mediante la profesión religiosa es su única manera de vivir el bautismo.
Esta idea es central en la vivencia espiritual del carisma salesiano y la espiritualidad de Don Bosco en
cada una de las ramas de la familia salesiana, con las peculiaridades propias, pero desde el compromiso existencial adquirido por la vinculación al grupo de la familia en el que realizamos nuestra vocación
específica.
Las constituciones son para el salesiano el modo concreto de vivir su alianza con Dios, en el sentido
bíblico de alianza. Del bautismo a la profesión religiosa, la vida del salesiano recorre un camino de
alianza concreta con Dios: implica, por parte de Dios, el sello de la consagración con el poder de su
Espíritu, que hace posible la vida bautismal mediante la práctica plena de las Constituciones, y, por
parte del salesiano, el ofrecimiento total de sí, no simplemente con la emisión de los votos, sino también con la adopción global de todo el proyecto de las Constituciones (cf. Const. 3, 24). El camino de
esta alianza, que es discipulado de Cristo con clara conciencia de Iglesia, está señalado e iluminado por
las Constituciones, en cuanto lectura peculiar del Evangelio. Con razón pudo afirmar don Rua: “Las
constituciones, nacidas del corazón paterno de Don Bosco y aprobadas por la Iglesia, son para nosotros
el núcleo del Evangelio, la vía de la perfección, la llave del paraíso, el pacto de nuestra alianza con
Dios”3.
3. Los votos, “cuerdecillas espirituales”
Don Bosco nos habla a los socios salesianos desde su corazón y desde la experiencia espiritual que hemos resumido anteriormente para nuestro provecho espiritual.
Él habla de los votos como esas “cuerdecillas espirituales” con las que nos entregamos al Señor (somos
consagrados por Él, y respondemos con nuestra vida a esa consagración) y nos ponemos a disposición
de Dios con nuestra voluntad, nuestros bienes, nuestras fuerzas físicas y morales, formando un solo
corazón y una sola alma para promover la mayor gloria de Dios. Los votos son un generoso ofrecimiento que aumenta en gran manera el mérito de nuestras obras. Don Bosco nos invita a ponernos en una
actitud de auténtica disponibilidad a la Voluntad del Padre para realizar la misión que se nos ha encomendado en la Sociedad Salesiana.
3.1. Obediencia
No es raro escuchar en nuestros días que el voto de obediencia es incomprensible, que anula a la persona, que es difícil de cumplir, que no tiene sentido... Sin embargo, creemos que en la verdadera obediencia está el conjunto de todas las virtudes. Es Jesús mismo quien propone a sus discípulos vivir en
obediencia como signo de pertenencia al grupo de sus “íntimos” amigos.
Jesús dijo a Sus discípulos: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Jn 14, 15)
“Él nos ha mandado a ir y hacer discípulos a cada nación. Y cuando somos obedientes, Él nos da el
poder para obedecer Su mandato” (Hch 1, 8).
3
M. RUA, Circular sobre la observancia de las constituciones (Diciembre de 1909), Lettere circolari; p. 499.
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Jesús, con sus Palabras, es el primero que nos invita a la obediencia y es el Espíritu Santo en nosotros la
fuente de la que mana la obediencia. Obediencia es dejar que el Señor conduzca mi vida, aceptando las
mediaciones que pone en el camino. (Obedecer, en la Biblia significa oír de una manera especial, con
profundidad, con adhesión, escuchar al Espíritu, abrir los oídos). Nuestra obediencia es estar atentos,
como Don Bosco, a la voz del Espíritu que nos dice lo que tenemos que hacer.
Don Bosco nos invita a vivir la obediencia teniendo como modelo al mismo Señor. Desde Él, que
aprendió sufriendo a obedecer (cfr. Heb. 5, 8), tiene sentido vivir en obediencia la realización de la
propia vocación como respuesta total, existencial a la llamada de Dios. A Jesucristo esta obediencia le
llevó a la cruz, y a nosotros, que queremos seguirle, nos compromete a una entrega total.
Don Bosco nos indica el camino de la mediación de los superiores religiosos como vía segura de realización de la obediencia a Dios. Nos dice: “cúmplanse, pues, con exactitud las órdenes expresas de los
Superiores, las reglas de la Congregación y las costumbres especiales de cada casa […] la verdadera
obediencia, que nos hace queridos de Dios y de los Superiores, consiste en hacer de buena gana cualquier cosa de las que mandan nuestras Constituciones o nuestros superiores”. Y nos remite al texto de
la carta a los hebreos:
“Obedeced a vuestros superiores, sed sumisos a sus órdenes, porque los superiores deben velar
como si debieran dar cuenta a Dios de las cosas que se refieren al bien de las almas. Obedeced de
buena gana y con prontitud, a fin de que puedan cumplir su oficio de superiores con alegría y no
entre en suspiros y sollozos” (Hb 13, 17).
Don Bosco propone una obediencia que se basa en la certeza de cumplir la voluntad de Dios si ésta es
observada. Y esto no puede por menos de ser fuente de alegría, porque se tiene la seguridad de agradar a Dios. “Si vosotros cumplís la obediencia del modo indicado, os puedo asegurar, en nombre del
Señor, que pasaréis en la Congregación una vida realmente tranquila y feliz”.
3.2. Pobreza
“Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, véndelo que tienes, da el dinero a los pobres –así
tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo” (Mt 19, 21).
Don Bosco, que vestía sotana desgastada, que compartía el pan escaso con los jóvenes pobres, que
aprendió de su madre a vivir en la austeridad dando gracias a Dios, nos invita a los salesianos a vivir la
pobreza desde lo que Jesús nos pide en el Evangelio. La pobreza tiene un significado evangélico cuando
tiene a Dios como el mejor y único bien.
Nuestro voto de pobreza, es vivido como Don Bosco, como desprendimiento del corazón y servicio
generoso a los hermanos, con estilo austero, industrioso y rico de iniciativas (cfr. Const 73). Practicamos nuestro voto de pobreza en la asunción de la necesidad del otro, compartiendo nuestro ser religiosos (poniendo a Dios como centro de nuestras vidas) y todas nuestras pertenencias (tiempo, cultura, formación…) a disposición de los necesitados. Vivimos nuestra pobreza desde una manera de ser
ante las personas y no sólo ante las cosas. Entendemos nuestra pobreza desde nuestra vida entregada
al servicio de los más necesitados como don de Dios.
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En las memorias biográficas don Bosco nos dice:
“Mostradme un sacerdote totalmente desinteresado, que no piense en amontonar dineros o en
atender a sus familiares y veréis cuánto bien hace y cuántas conversiones logra" (MBe XI 208).
“Un santo padre añade que lo que posee el sacerdote es patrimonio de los pobres (...) es
de los pobres" (MBi XIII 808, MBe V 294; XI 208).
Vivimos el voto de pobreza como testimonio de un modo evangélico de vivir. El testimonio de nuestra
pobreza, vivida en la comunión de bienes, ayuda a los jóvenes a vencer el instinto de posesión egoísta
y les abre al sentido cristiano del compartir (Const. 73).
3.3. Castidad
Don Bosco vivió la castidad como amor ilimitado a Dios y a los jóvenes. Quiso que fuera signo distintivo
de la Sociedad salesiana: “Quien gasta su vida en favor de los jóvenes abandonados, debe, sin duda,
poner el máximo empeño en enriquecerse de todas las virtudes; pero la virtud que se debe cultivar con
mayor esmero […] es la virtud de la castidad. (Const. 1875, V, 1).
La tradición salesiana siempre ha considerado la castidad como virtud radiante y portadora de un
mensaje especial para la educación de la juventud. Ella nos hace testigos de la predilección de Cristo
por los jóvenes, nos permite amarlos sinceramente, de modo que “se den cuenta de que son amados”
(Carta de Roma), y nos pone en condiciones de educarlos en el amor y la pureza.
"Cuando un sacerdote vive puro y casto, se convierte en dueño de los corazones y obtiene la veneración de los fieles" (MBe IX 358).
Los votos, expresión de la entrega total a Dios, son presentados por Don Bosco a los salesianos como
una respuesta concreta a Dios y también como el mejor modo de transmitir a los jóvenes un estilo de
vida agradable a Dios. La vida de cada salesiano es testimonio del amor que Dios tiene por cada uno de
los destinatarios y prueba de la presencia de Dios en la vida de quien vive buscando su voluntad.
3.4. Caridad fraterna
Don Bosco, hombre práctico, ha sabido vincular de modo admirable la vida espiritual con el servicio a
los demás, de modo que en el amor al prójimo, a los jóvenes pobres, abandonados y en peligro, se
expresa el modo salesiano de amar a Dios. Dios es Amor, nos dice, y nos ama a nosotros también, por
eso nos propone un camino de amor en el primer mandamiento: Amar a Dios con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos. En esto nos reconocen como discípulos de Jesús. Este amor
hacia los demás, comienza en la vida comunitaria, uno de los elementos más importantes en nuestra
espiritualidad: la caridad fraterna. Dice Don Bosco: “Cuando en una comunidad reina este amor fraterno, todos los socios se aman recíprocamente y cada uno goza del bien del otro como si fuera propio, la casa viene a ser un paraíso; se experimenta la verdad de estas palabras del profeta David: “Ved
qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos” (Sal 132, 1). Pero, en cuanto empiece a dominar
el amor propio y a haber discordias y rivalidades entre los socios, no tardará aquella casa en convertirse en un infierno. Mucho se complace el Señor en ver su casa habitada por hermanos que viven unidos, sin más voluntad que la de servir a Dios y ayudarse con caridad unos a otros. Ésta es la alabanza
que hace san Lucas de los antiguos cristianos, a saber: todos se amaban de manera que parecían tener
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un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32)”.
Don Bosco, nos anima a vivir esta caridad fraterna primero en nuestras comunidades, gozando cada
uno del bien del otro como si fuera el nuestro y después con nuestros jóvenes, viviendo el evangelio:
“Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y
el servidor de todos. Y cogiendo a un criadito, lo puso en medio, lo abrazó y les dijo: El que acoge a
un chiquillo de éstos por causa mía, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien
acoge, sino al que me ha enviado” (Mc 9, 35-37).
A partir de estos rasgos fundamentales de la espiritualidad de Don Bosco en la congregación salesiana,
podemos meditar y reflexionar con provecho para nuestra propia vida, en nuestro estado actual. Son
elementos sencillos, pero profundamente arraigados que presentan unas coordenadas concretas para
la vida espiritual.
4. Para el examen de conciencia
Ofrecemos a continuación algunos textos seleccionados, que sirvan para la oración y reflexión personal: los primeros, son una especie de “advertencia” que nos hace Don Bosco, que marca con claridad
las líneas de una vivencia espiritual centrada en la vocación consagrada salesiana: la observancia en
fidelidad de nuestros compromisos, la fraternidad y la entrega a Dios en el servicio a los jóvenes. Todo
un programa de vida; los segundos, son “invitaciones” a la caridad fraterna.

“Cinco defectos que deben evitarse”
Los exponemos para que podamos aplicarlos a nuestra vida, a nuestro modo concreto de participar en la experiencia de Dios, y como examen de conciencia ante Dios, en nuestra relación
con Él, con los demás y con nosotros mismos:
Dice Don Bosco:
La experiencia ha dado a conocer cinco defectos, que pueden llamarse otras tantas polillas de la observancia religiosa y ruina de las congregaciones. Son: el prurito de reforma, el egoísmo individual, la
murmuración, el descuidar los propios deberes y el olvidar que trabajamos por el Señor.
1. […] Procuremos observar nuestras reglas sin pensar en su mejora o reforma.
2. Renunciemos al egoísmo individual; por consiguiente, jamás busquemos nuestro propio beneficio personal, sino trabajemos con gran celo por el bien común de la congregación. Debemos
amarnos, ayudarnos con el consejo y la oración, promover el honor de nuestros hermanos, no
como propiedad de uno solo, sino como esencia y rica herencia de todos.
3. No murmuremos de los Superiores ni desaprobemos sus órdenes. […] Ellos son los encargados
por Dios de velar sobre las cosas y sobre las personas, y ellos, y no otros, son los que habrán de
dar cuenta de su dirección y administración.
4. Nadie descuide su parte. Los Salesianos, considerados en conjunto, forman un solo cuerpo, es
decir, la Congregación. […] Cumpla cada uno, por tanto, el oficio que se le ha confiado; pero
cúmplalo con celo, con humildad y confianza en Dios, y no se acobarde si ha de hacer algún sacrifico para él.
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5. En todo cargo, trabajo, pena o disgusto, no olvidemos jamás que, estando consagrados a Dios,
sólo por Él debemos trabajar, y únicamente de Él esperar recompensa. Dios lleva minuciosa
cuenta aún de las cosas más pequeñas hechas por su santo nombre, y es de fe que en su día las
recompensará con generosidad. Al final de nuestra vida, cuando nos presentemos ante su divino tribunal, mirándonos con rostro lleno de amor nos dirá: “Muy bien. Eres un empleado
fiel y cumplidor. Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante. Pasa al banquete
de tu Señor” (Mt 25, 21).

Ejemplos de caridad fraterna
 "La motivación profunda y definitiva de la acción de Don Bosco es clara: es el amor religioso a
Dios y al prójimo que mana inmediatamente y coherentemente de su fe católica y de su vocación sacerdotal" (D. Braido). También estos textos nos sirven como examen de conciencia.
 Trataba a todos con delicadeza, urbanidad, bondad y amabilidad. En un sermón de 1869 afirmó: "Es deber nuestro usar modos caritativos" (MB IX 713). Se decía de él: ¡Qué bien trata DB!
Hasta el punto de "preferir un no de DB a un sí de otros" (MB VII 26).
 Evitaba las críticas y murmuraciones. Afirmaba: "Cuando puedo hablar bien, lo hago; cuando
tengo que hablar mal, me callo" (MBe III 246).
 A los Directores salesianos Don Bosco les recomendaba (Recuerdos confidenciales, MB X 10411046):
o "Trata de hacerte amar, más que de hacerte temer. La caridad y la paciencia te acompañen constantemente en el mandar, en el corregir; haz de modo que en cada uno de
tus hechos y palabras se reconozca que buscas el bien de las almas.
o La caridad y la cortesía sean las notas características de un director tanto con los de casa
como con los de fuera.”
5. Oración y reflexión personal
Como conclusión, sugerimos algunas cuestiones para la reflexión sobre nuestra vivencia espiritual.
“Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos…
Empezando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que decían de El las Escrituras… Entró
para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y
se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron… ¿No ardía nuestro corazón mientras nos
hablaba en el camino?… Se pusieron en camino… contaban lo que les había ocurrido… Lo reconocieron
al partir el pan.” (Lc 24, 13-35).
“Lo reconocieron al partir el pan”, me sugiere una serie de preguntas, de planteamientos, de cuestiones acerca de nuestra vida:
 ¿Cómo nos reconocen? ¿En qué nos reconocen?
 ¿Cómo vivir para que nos reconozcan “al partir el pan”?
 ¿Por qué gestos, palabras, miradas, silencios, presencias… nos reconocen como seguidores de
Jesús, del Resucitado?
 ¿Cómo ser con nuestras vidas signos y portadores del Amor de Dios, especialmente entre los
más jóvenes?
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