Frankenstein
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Frankenstein
1 Carla Dulfano: Nací en Buenos Aires. Soy docente y escritora de literatura para niños y jóvenes. Publiqué numerosos libros. He recibido premios y menciones de Fundación El Libro, Imaginaria, MOMUSI, UCA, Secretaría de Educación, Ayuntamiento de Andalucía (España), Casa de las Américas (Cuba) y Casa de Letras (Perú). Más información acerca de la autora en: dulfanocarla. blogspot.com.ar. Mariana Kirzner: Vivo en Buenos Aires. Soy psicopedagoga, docente y escritora de literatura infanto-juvenil. Algunos de mis libros publicados son: El amo, el genio y la estrella pop, Guerra contra Otor, Boutique para brujas y brujos, El barco del capitán Mala Racha, Historias enamoradas y ¿Qué mira María? Fui finalista del premio Sigmar en los años 2011 y 2013. Nunca falto a los talleres literarios que coordina Graciela Repún. Más información acerca de la autora en: marianakirzner.blogspot. com.ar. Marcela Silvestro: Nací en Buenos Aires. Soy profesora en Letras y escritora de cuentos, poesías y obras de teatro, que han sido publicados por distintas editoriales, en manuales escolares, en revistas para niños y en sitios web. Con mis cuentos, además, tuve la alegría de obtener premios en varios concursos. Desde hace unos años, comparto la pasión por la escritura con mis compañeros de Nación Cracovia, taller literario coordinado por la escritora Graciela Repún. Eugenia Nobati: Desde que decidí dedicarme a esto, hace ya muchos años, he ilustrado toda clase de cosas (raras y no tanto), pero especialmente libros para chicos, que son los más divertidos… Espero que disfrutes leyendo este libro, como yo lo hice ilustrándolo. 2 CARLA DULFANO MARIANA KIRZNER MARCELA SILVESTRO Ilustraciones: Eugenia Nobati URANITO EDITORES ARGENTINA – CHILE – COLOMBIA – ESPAÑA ESTADOS UNIDOS – MÉXICO – PERÚ – URUGUAY – VENEZUELA 3 Dulfano, Carla Corazón de robot / Carla Dulfano ; Marcela Silvestro ; Mariana Kiszner ; ilustrado por Eugenia Nobati. - 1a ed. . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Uranito Editores, 2015. 64 p. : il. ; 20 x 13 cm. - (Mil mundos) ISBN 978-987-703-145-4 1. Robot. 2. Amor. 3. Humor. I. Nobati, Eugenia, ilus. CDD 863.9282 Dirección editorial: Anabel Jurado Edición y coordinación: Francisco Gorostiaga Diseño y diagramación: Marcelo Torres Corrección: Juan Rosso Ilustraciones: Eugenia Nobati Producción: Andrea Cvitanic Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. © 2014 by Carla Dulfano, Marcela Silvestro y Mariana Kirzner © 2014 by EDICIONES URANO S.A. - Argentina Paseo Colón 221, Piso 6 – C1063AFA - Ciudad de Buenos Aires [email protected] / www.uranitolibros.com 1a. edición ISBN 978-987-703-145-4 Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723 Impreso por FORMA COLOR IMPRESORES Camarones 1768 – CABA Septiembre de 2015 Impreso en Argentina. Printed in Argentina 4 Te dedicamos este libro a vos, que lo tenés entre tus manos: ¡gracias por dejarnos entrar en tu mundo! Te deseamos que disfrutes mucho de la lectura, que te rías, que te emociones, que te hagas amigo de los personajes y los lleves siempre en tu corazón. Agradecemos muy especialmente a Graciela Repún, por abrirnos hace ya varios años la puerta de su taller literario y acompañarnos en este camino. Carla, Mariana y Marcela 5 “El mejor científico está abierto a la experiencia, y esta empieza con un romance, es decir, la idea de que todo es posible”, Ray Bradbury. 6 Capitulo 1 D espués de leer Frankenstein, no pude dormir. No paraba de pensar en mi próximo experimento. Desde muy chico soy el inventor de la familia. Dicen que salí a mi tío Quique, el ingeniero. Y eso me pone muy contento, porque es un genio. A los tres años inventé un sistema de cuerdas y poleas para traer el chupete desde la mesita de luz hasta la cuna. A los cinco, diseñé un brazo mecánico que servía para capturar una mayor cantidad de golosinas de las piñatas de cumpleaños. Todavía guardo una lata de caramelos de esa época. Uno de mis mayores éxitos fue la pastilla absorbedora de sopa. La ponía en el plato y en un minuto quedaba vacío, y así evitaba tener que probar una sola cucharada. Cada vez que el tío Quique venía a casa, le mostraba mis inventos. Un día, me dijo algo que no entendí porque era muy chico: 7 —Querido sobrino, algún día vas a inventar algo maravilloso. Y tenía razón. Escribí una lista de materiales en mi cuaderno: Ojos de mosca bizca. Bombitas de olor. Saliva de perro vagabundo. Escamas de tiburón. Caramelos masticados con sabor a albóndiga. Elásticos flojos. Pelos bicolor de caballo. Un telescopio intergaláctico con GPS. Ruda macho, para la suerte. Una vez escrita, la tiré a la basura, hecha un bollo: ese montón de tonterías no me servía para nada, pero hacer listas delirantes me ayudaba a poner el cerebro en funcionamiento. Mi mamá me había dejado instalar un laboratorio en el garaje de casa. Una genia. Tiene una paciencia única y enorme: por mis experimentos aguantó inundaciones, cortocircuitos, explosiones… Ahí, en mi laboratorio casero, comencé mi nuevo proyecto: construir un robot. 8 Capitulo 2 M e acordé de que mi hermana tenía un esqueleto que le había venido por partes con los fascículos de una revista. Lo armé y rellené con papel de diario. Entre los papeles que endurecí con engrudo, agregué una motherboard para que coordinara a todos los demás componentes de mi robot: los microprocesadores, placas de memoria, los diferentes puertos, un disco rígido e interruptores de encendido y apagado. Cuando su interior estuvo listo busqué una máscara de hule que papá había comprado para disfrazarse. Le puse pelo. Mi hermana me mataría si viese el corte que le hice a la muñeca de Rapunzel que le regalaron para su cumpleaños… Vestí a mi robot con un pantalón que ya no me servía, le puse zapatillas y en la cabeza, una gorra con visera. Parecía un chico de verdad. En esos días, mientras le agregaba los toques finales, leí otros dos libros de los que saqué ideas buenísimas: 9 10 Drácula y Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Se me ocurrió hacer que el robot fuera chupasangre y que tuviera dos personalidades: una buena y otra mala. En esta nueva etapa del experimento, apliqué mis conocimientos de electrónica y computación. ¡Soy un genio! Todos lo dicen. Bueno… todos menos Victoria, que en la escuela me mira como si tuviera cara de tonto. El robot chupasangre con doble personalidad estaba listo. Encendí la compu y con un programa que yo mismo inventé, le di vida. Configuré su memoria, el micrófono y los parlantes que le había colocado, y así, lo hice hablar. Le programé un diccionario. Y lo dejé en casa. No iba a sacarlo a la calle hasta que lo probara. 11