Ribagorzanos en Mauthausen

Transcripción

Ribagorzanos en Mauthausen
San Lorenzo 63
Diario del AltoAragón - Lunes, 10 de agosto de 2015
Personajes
Mauthausen. Puerta de entrada al campo
Ribagorzanos
en Mauthausen
Carlos BRAVO SUÁREZ
Licenciado en Filología Hispánica
por la Universidad de Zaragoza
N MAYO de 2005, con
motivo del sesenta aniversario de la liberación
del campo de concentración nazi, publiqué en el suplemento “Domingo”
de este diario un artículo titulado
“Altoaragoneses en el infierno de
Mauthausen”. Unos años después,
y para la publicación comarcal “El
Ribagorzano”, añadí al texto originario la posible relación de los internados en aquel terrible lugar que
habían nacido en la comarca oscense de La Ribagorza. Desde entonces, y a través de diferentes fuentes
e informaciones recibidas, he intentado completar, y corregir de algunos posibles errores, esa lista de
nombres y lugares de origen de los
prisioneros ribagorzanos que estuvieron en Mauthausen. En el presente artículo, que coincide con el
setenta aniversario de la liberación
del campo por las tropas estadounidenses en mayo de 1945, mantendré una parte de la introducción
escrita hace diez años e intentaré fijar en lo posible la citada relación
de los ribagorzanos que sufrieron el
horror de aquel infierno.
El campo de concentración nazi de Mauthausen está situado en
Austria, a unos 20 Km de la ciudad de Linz, en un hermoso paraje a orillas del Danubio. Los SS
alemanes lo convirtieron en uno
de sus siniestros campos de prisioneros en los que llevar a cabo sus
delirantes planes de exterminio de
enemigos y de seres considerados
inferiores. Como en el resto de campos creados a este fin (Auschwitz,
Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Neuengamme, Sachenhausen o Rawensbruck), allí sufrieron
y murieron miles de internados de
diferentes procedencias. En Mauthausen se explotaba laboralmente
a los prisioneros hasta su extenua-
ción antes de ser aniquilados. En
él dejaron su vida entre 120.000 y
150.000 prisioneros. Aunque hubo
españoles en otros campos, éste fue
el que albergó al mayor número de
ellos, unos 7.100. Alrededor de 850
eran aragoneses; por lo menos 640
murieron. De estos últimos, como
poco, 247 habían nacido en el Alto
Aragón y, por lo menos, 21 eran ribagorzanos.
Con la continua llegada de prisioneros, se crearon campos anexos
que los alemanes denominaban
“comandos”. Uno de ellos fue el de
Gusen, a tres kilómetros del central
de Mauthausen. Era un lugar de exterminio rápido al que se mandaba a los internos que ya no tenían
fuerzas para seguir trabajando. Allí
acababan en la cámara de gas y en
los hornos crematorios encendidos
día y noche. El espeso olor de la carne quemada impregnaba el campo
y sus alrededores. Algunos de los
deportados, extenuados por el trabajo, ya no llegaban a esta prisión
terminal porque eran eliminados
en el propio Mauthausen con una
inyección de bencina en el pecho,
o en el llamado “camión fantasma”
que servía de ambulante cámara
de gas. Los fanáticos médicos nazis utilizaban algunos cuerpos para
sus siniestros experimentos realizados en el cercano castillo de Hartheim.
Los españoles internados en
Mauthausen eran republicanos
que habían pasado a Francia después de su derrota en la Guerra Civil. Tras su estancia en los nada
acogedores campos de refugiados,
muchos se enrolaron en el ejército
del país vecino y lucharon contra
los invasores alemanes. Otros formaron parte más tarde de la Resistencia dirigida desde Londres por el
general De Gaulle. Muchos fueron
hechos prisioneros y fusilados en el
acto; un buen número de ellos sería
enviado por los nazis a los campos
de concentración. La mayoría de
estos últimos acabó en Mauthausen. Allí fueron catalogados como
“rojos españoles”. En la manga del
traje de rayas azules y blancas que
llevaban los prisioneros, se les puso un triángulo invertido de color
azul con una “S” (spanier) de co-
Sufrió un atentado en su casa
por denunciar el boicot que
sindicalistas hicieron a
un mitin en el Teatro Principal
de los ugetistas
Liberación en Mauthausen
lor blanco y un número de cuatro
cifras, escrito en negro sobre una
banda blanca. Ésta era su nueva
identidad y debían saberla de memoria en alemán. Los españoles
fueron abandonados a su suerte
y en un principio fueron considerados como apátridas. Tras la visita al campo de Heinrich Himmler,
jefe de las SS, fueron tratados con
especial crueldad, y entre 1941 y
1942 miles de ellos perecieron en
aquel infierno. En el momento de
la máxima “ofensiva”, llegaron a
morir unos 3.000 en un periodo de
sólo tres meses. La mayoría lo hizo
en el campo anexo de Gusen, donde en un solo día perdieron la vida
70 españoles.
Con la llegada masiva de prisioneros soviéticos, fueron éstos, y los
judíos, las víctimas preferidas de
los nazis, y para ellos se creó un segundo campo en el propio Gusen.
El ensañamiento con los nuevos
deportados rusos alivió algo la situación de los españoles, quienes,
curtidos en mil batallas desde hacía tiempo, resistieron mejor que
otros las duras condiciones de vida e incluso llevaron la batuta de la
red clandestina de resistencia que
se había creado en el interior de la
prisión. Suya fue la acción de robar
y conseguir sacar del campo los negativos de las fotografías que los
propios nazis tomaban de sus atrocidades y de las visitas de sus jefes.
Fue ésta una valiosa prueba acusatoria en los juicios de Nuremberg.
Cuando los norteamericanos liberaron el campo, una gran pancarta
escrita en español, además de en inglés y en ruso en letras más pequeñas, les dio la bienvenida.
Muchos españoles llegaron a
Mauthausen después de su paso
por los “stalag”, cárceles de menor
dureza en las que los alemanes encerraban a los prisioneros hechos al
ejército francés. Entre esos españoles estaba Mariano Constante, nacido en la localidad monegrina de
Capdesaso en 1920 e hijo de un conocido maestro del mismo nombre.
Muerto en Montpelier en 2010, ingresó en Mauthausen en 1941, logró sobrevivir a aquella terrible
experiencia y contó en sus libros el
drama que le tocó vivir. “Los años
rojos”, “Yo fui ordenanza de los nazis” o “Republicanos aragoneses en
los campos nazis” son magníficos
documentos que mantienen en el
recuerdo unos hechos que no deben ser olvidados por las sucesivas
generaciones. En la última de las
obras citadas, recuerda a algunos de
los altoaragoneses con los que coincidió en su paso por Mauthausen.
En un anexo final, recoge la relación
de los 247 prisioneros nacidos en la
provincia de Huesca y muertos en
el fatídico campo. Casi todos ellos
perecieron en Gusen y seguramente fueron algunos más, puesto que
la lista está tomada de las actas de
defunción expendidas por los propios nazis, que no anotaban todas
las desapariciones. También es probable que bastantes altoaragoneses de nacimiento figuraran en la
relación como catalanes, por estar
afincados en la comunidad vecina
cuando vivían en España.
Como ya me referí a algunos de
esos altoaragoneses en el citado
artículo anterior, voy a centrarme
aquí en los ribagorzanos que estuvieron como prisioneros, y en su
mayor parte murieron, en el cam-
po de Mauthausen. En la lista de los
fallecidos que aparece en el anexo
final del libro de Constante, se incluyen catorce prisioneros en cuya
ficha consta como lugar de nacimiento una población de la actual
comarca oscense de la Ribagorza.
A través de otras fuentes consultadas en Internet o por informaciones
recibidas en mi blog, he añadido
siete nombres más hasta confeccionar la siguiente lista, tal vez no definitiva y con algún posible error de
transcripción, de 21 ribagorzanos
que encontraron la muerte en Mauthausen y sus campos anexos. Son
estos:
Antonio Cosialls Sallant, de Aler.
Vicente Palacio Sirera, de Benabarre.
Martín Sarroca Llaquet, de Capella.
Ramón Sigirán Barrau, de Castejón
de Sos (casa Tintorero).
Emilio Demás Mora, de Chía.
José Saura Oliva, de Eresué.
Agustín Terés Miranda, de Estopiñán del Castillo.
Juan Campo Pérez, de Graus.
Gerardo Quiroga Andreu, de
Graus.
Antonio Sesa Grau, de Graus.
Teótimo Sesa Grau, de Graus.
Modesto Escales Subirats, de Montanuy.
Simón Sampietro Alegre, de Montañana.
Joaquín Alós Villadier (o Vidaller),
de Morillo de Liena.
José Gea Ricarte, de Morillo de Liena.
José Senz Sesé, de Morillo de Liena
José Salamero Salamero, de Morillo de Liena
José Lloret Truch, de Neril.
Enrique Espot Badía, de Raluy.
José Demur Abad, de Sahún
Ramiro Porquet Castaraín, de Torres del Obispo.
Vicente Palacio Sirera, Martín
Sarroca Llaquet, Joaquín Alós Villadier y Antonio Cosialls Sallant
murieron en el campo central de
Mauthausen en 1944. Todos los demás perdieron la vida en Gusen entre 1941 y 1942, excepto José Gea
Ricarte que lo hizo en 1943. No he
logrado aclarar si el deportado José Mur Castán, muerto en Gusen,
era de Alins (Ribagorza) o Alins del
Monte (La Litera).
En lo que yo he podido saber, solamente tres ribagorzanos lograron
salir vivos del horror de Mauthausen:
Román Egea Garcés, de Graus,
nacido el 9 de agosto de 1919.
Juan Mayora (o Mayoral) Murciano, de Benabarre, nacido el 10 de
marzo de 1915.
Ángel Torrente Suelves, de Benabarre, nacido el 15 de marzo de
1919.
Aunque hoy ya no pertenecen
a la actual comarca de Ribagorza,
pero sí a su ámbito cultural e histórico, añado los nombres de dos
supervivientes de Mauthausen nacidos en Estadilla y Fonz. Se trata,
respectivamente, de José Puy Lisa
(18-8-1911) y Valero García Vilellas
(22-9-1910).
Todos ellos, y todos los que pasaron por los campos de concentración nazis, los que murieron y los
supervivientes de todas las nacionalidades, merecen ser recordados
como víctimas de una de las experiencias más terribles de la historia
de la humanidad, que debe permanecer en la memoria para que nunca más pueda llegar a repetirse.

Documentos relacionados