archivo espanol de arqveologia

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SEPARATA DE
ARCHIVO ESPANOL DE ARQVEOLOGIA
Volumen 58.
e.S.Le.
1985.
Números 151-152
-
1985
MADRID,
•
RECENSIONES
ámbitos. Deseamos que estudios de este tipo, modélicos en su gé nero, se multipliquen en aras de
un mejor y más profundo conocimiento de las etapas históricas, para las que aún no disponemos
de testimonios escritos.
M .- \RiA PILAR SAN NI COLÁS PEDRAZ
Dpto. de Arqueología y Prehistoria.
Centro de Estudios Históricos. C.S.LC
Forme di contatto e processi di trasforma:ione nelle societa antiche. Modes de contacts et proceSSllS
de transformation dans les sociétés anciennes. Col!. de LEcole Fran¡;aise de Rome, 67 .
Pisa-Roma, 1983. 1 164 págs.
'-
El libro que aquí comentamos contiene las Actas del Coloquio celebrado en Cortona en mayo
de 198 I bajo el mismo título con el que éstas aparecen. La publicación de esta colosal obra ha sido
posible, una vez más, gracias a la sólida y fructífera colaboración de la Scuola Normale Superiore
de Pisa y la Ecole Fran¡;aise de Roma. El tema del que se ocupó el Coloquio no puede estar más de
moda: la aculturación en el mundo antiguo, sus procesos concretos, sus resultados, así como los
«instrumentos» de los cambios culturales resultantes. Como es obvio, una relación pormenorizada
de todas las aportaciones, que son muchas, de esta obra excedería, y no poco, de los estrictos
márgenes de una reseña bibliográfica. Por consiguiente, en aras de la concisión , prefiero pasar
brevísima revista a los artículos englobados en las Actas para, acto seguido, incidir en algún tema
específico.
El libro se estructura en cuatro grandes secciones:
-Casos particulares de contaclO y de ¡ransformación. Sin ninguna duda, predominan en este
apartado de casos concretos aquellos que hacen referencia a la acción ejercida por los griegos en
determinados ámbitos culturales mediterráneos, empezando por la actilturación micénica en Occidente (L. Vagnetti) para abordarse tambien tanto los límites orientales de la acción griega (el caso
de Georgia por O. D. Lordkipanidze) como los occidentales (Península Ibérica por M. Almagro
Garbea; Galia por A. Nickels). Un lugar destacado merecen unos territorios generalmente poco
presentes en ;Ia bibliografía al uso, como los que se encuentran en la orilla oriental del Adriático.
Así, hay una puesta al día de la problemática de la colonizacióp. griega en la Iliria meridional (A.
Mano), en Dalmacia (D. Rendic-Miocevic). así como las transformaciones que han tenido lugar (N.
Ceka) y el reflejo epigráfico del mundo ilirio en las inscripciones griegas (S. Anamali). Otro gran
apartado, como no podía ser menos, lo constituye la acción griega sobre diversas regiones italianas:
Etruria (M. Cristofani), Italia del Sur y Sicilia (J. de la Geniere: M. Dewailly), Yapigia (F. D'Andria),
Sicilia ( V. Tusa) y el caso concreto de Sabucina, en Sicilia (E. de Miro). También la acción .griega
en época helenística es objeto de estudio; concretamente en Egipto (F. Dunant). En el apartado de
las civilizaciones «marginales» más o menos afectadas por el mundo grecorromano hallamos sendos
artículos dedicados al Imperio Aqueménida (O. Bucci) y a una de sus provincias, Egipto (S. Donadoni), a los Cimerios en Anatolia (J. Bouzek), al mundo escita (N. F. Parise) a la Cerdeña nurágica
(G. Lilliu). Por último, la presencia fenicia en Occidente es tocada en un solo trabajo (S. F. Bondi),
la romanización (en Sicilia) en otro (G. Bejor) y el mundo sumerio-acadio en otro (J. Bottéro).
-El segundo gran apartado se : ,tula Relaciones ecónomicas. sociales. políticas y diplomáticas.
Los temas tratados muestran aquí una heterogeneidad mayor debida al propio enunciado del tema.
Si procedemos desde el punto de vista geográfico veremos cómo hay estudios centrados en Anatolla,
tanto pregriega (A. Archi) como clásica ( D. Asheri) y helenística (M. Corsaro). También las áreas
sirio-palestina (M. Liverani) y númida (E. Smadja) son objeto de sendas comunicaciones, así como
la Galia protohistórica (A. Daubigney) y la romana (M. Clavel-Léveque). Sobre las relaciones económicas en el Occidente griego hay un artículo de J. P. Morel y otro de J. Annequin sobre la esclavitud
en los procesos de transformación social. Finalmente, sendos artículos, dedicados uno a los instrumentos y procedimientos en las relaciones griegos-indígenas (G. Nenci y S. Cataldi) y otro a las
estructuras de parentesco en el ámbito colonial griego (L. Gallo).
-El tercer punto viene constituido por el tema Relaciones culturales: lingüísticas. religiosas.
juridicas y técnico-artisticas. A pesar de su título pueden englobarse casi todos los trabajos aquí
incluidos en un gran apartado al que podríamos llamar «relaciones culturales griegas con los diferentes mundos indígenas». El único artículo que no encaja en el tema es el de G. Garbini en torno a
las relaciones entre la religión hebrea y la fenicia. Volviendo a las restantes comunicaciones, de tema
griego, diremos que se tocan problemas de influencias lingüísticas (C. de Simone) y de alfabeto (M.
Lejeune); problemas de utilización histórica de los mitos, especialmente el de Heracles (E. Lepare
yA. MeIe; M. Giangiulio); problemas de urbanismo y organización de la chora en el Mar Negro (A.
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RECENSIONES
P.
Son Fornés 1: la fase talayótica. Ensayo de reconstrucción
socio-económica de una comunidad prehistórica de la isla de Mallorca. BAR International Series
,
209. Oxford 1984. 186 págs. + 65 figs. + 21 láms.
GASULL.
V.
LULL y
M. E.
SANAHUJA,
La colección inglesa BAR International ha publicado el primer volumen de una serie de trabajos
acerca del poblado mallorquín de Son Fornés (Montuiri) cuyo objetivo, como se indica en la introducción, radica en reconstruir las sucesivas transformaciones económico-sociales de la población
indígena talayótica desde sus fases iniciales hasta su plena romanización. Para ello, los autores
parten de las excavaciones efectuadas por ellos mismos en el yacimiento, desde 1975 hasta 1979.
Este libro, dedicado a la Fase Talayótica, se estructura en seis capítulos, completándose con varios
Apéndices con los resultados de un sondeo estratigráfico del Corte 2, clasificación de las pastas y
de los acabados cerámicos, análisis de la cerámica talayótica, reconstrucción del paleoambiente, de
análisis polínicos, antracológicos, faunísticos y de dos piezas líticas, realizados por varios especialistas. Se cierra con un índice bibliográfico y un resumen de. la obra en inglés.
Los autores, tras una pequeña introducción en que agradecen la ayuda prestada por un equipo
de investigadores, comienzan con la metodología análitica de la obra (Cap. 1); los capítulos 2 y 3
se ocupan de la situación del yacimiento, las prospecciones 'y metodología de las excavaciones
(método de Wheeler y el de Harris, aunque con diversas modificaciones e innovaciones exigidas por
el propio asentamiento), cuyos resultados les han permitido precisar la secuencia cultural del yacimiento delimitándolo en la Fase Talayótica, así como el descubrimiento de un talayot (vestigios de
otro más pequeño), un muro defensivo que rodeaba el asentamiento y cuatro conjuntos de habitación, que los autores describen exhaustivamente, completándolo con el estudio de los materiales
arqueológicos de cada una de las unidades excavadas.
El cuarto capítulo se halla dedicado al estudio del sistema constructivo. Dentro de los muros se
distinguen tres tipos talayóticos, en base al número de paramentos, tamaño y disposición de las
piedras: A) muros de más de 1 metro de anchura, dos paramentos el externo dispuesto a soga y
el interno a tizón y un relleno de piedras y tierra; B) muros entre 0,60 y 0,90 m. de anchura, con
paramentos de piedra pequeña colocadas irregularmente y trabajadas por piedras aún más pequeñas; C) muros entre 0,24 y 0,50 m. de anchura, formados de un sólo paramento de piedras colocadas
a tizón. Se observa que el tipo A se utiliza para tres estructuras: el talayot, la muralla y un muro de
la habitación 4; y los tipos B y C únicamente para las viviendas, lo que permite constatar una
unidad estructural en ellas. También se han podido definir los pisos de estas construcciones acondicionados a la roca natural, así como la distribución interna del espacio. En cuanto a la techumbre,
los análisis estratigráficos y de las diversas muestras orgánicas han detectado que la madera empleada fue la de acebuche. Se termina el capítulo con un estudio analítico de los posibles procesos de
trabajo que implica la actividad constructiva, en base a los pueblos primitivos actuales con el mismo
nivel de desarrollo que los habitantes de Son Fornés.
El quinto capítulo está dedicado al material cerámico, con una clasificación de las pastas, un
análisis morfométrico, así como la aplicación de modelos estadísticos que, en opinión de los autores, les permite elaborar hipótesis (que habrían de ser contJ;astadas mediante la comparación con
otros poblados coetáneos de la zona) acerca de la funcionalidad de las unidades habitativas a partir
de las formas y técnicas cerámicas aparecidas en cada una de ellas. Igualmente se incluye un apartado de tipo antropológico-experimental, de. utilidad, en nuestra opinión, algo dudoso, al menos a
falta de un número relativamente alto de ejemplos de otras procedencias.
El sexto capítulo contiene lo que podríamos llamar «conclusiones de índole social» del estudio,
en las cuales se trata de integrar los datos obtenidos mediante los anteriores análisis en su contexto
socio-económico, con hipótesis, generalmente bien fundadas (teniendo presentes, empero, las salvedades formuladas a propósito del capítulo 5:) acerca de los procesos productivos e integración del
hábitat con su ecosistema. Igualmente, deducen los autores rasgos acerca de la estructura política
de esta población que, según ellos, aparece en los inicios de un proceso de jerarquización.
La obra, en su conjunto, es un ejemplo destacado de lo que puede aún dar de sí la Arqueología
a partir de la convergencia de múltiples disciplinas hasta ahora tradicionalmente apartadas de estos
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RECENSIONES
Wasowicz) y en Magna Grecia y Sicilia (G. Vallet), así como el problema de las fortificaciones en
este último ámbito (D. Adamesteanu). Se toca también la cuestión de las amonedaciones griegas e
indígenas en la Magna Grecia (A. Stazio) y, por último, el reflejo del mundo indígena en los textos
y en el vocabulario griegos (M. Moggi; G. Testa).
-El último gran apartado al que hemos de hacer referencia se titula Representaciones ideológicas. Como en los anteriores, es en el mundo griego en el que se hace más hincapié. Así, junto con
un estudio dedicado a la relación entre tryphé y colonización (G. Nenci) nos encontramos otro
dedicado al debatido tema de las mujeres indígenas y los colonos griegos (R. van Compernolle), otro
centrado sobre los valores ideológicos del mundo griego arcaico en relación con la colonización (M.
Lombardo) y otro, por fin , acerca de la imagen del bárbaro dentro del mundo magnogreco (A.
Greco-Pontrandolfo). Por último, nos hallamos con un interesante trabajo acerca de los valores
simbólicos del vino en el ambiente latino arcaico (M. Gras) y otro acerca de la propaganda en la
literatura helenística (A. Zambrini).
Como se ve, si la heterogeneidad es la tónica de este Congreso, aún dentro de la necesaria
referencia al tema propuesto para su celebración, creo que puedo decir, sin temor a equivocarme,
que es el estudio del mundo griego (especialmente colonial) el que se lleva la «parte del león». En
efecto, son numerosos los aspectos tocados, como hemos podido ir viendo. De esta manera, junto
a estudios que cabría considerar «tradicionales» en su planteamiento y que, aun siendo valiosos, no
dejan de ser más que estados de la cuestión ampliables en un futuro más o menos próximo, hay
otros cuyo enfoque es, al menos desde el punto de vista del que esto suscribe, más novedoso.
Entre estos últimos merece mencionarse, como ejemplo de lo que debe ser el procedimiento de
investigación sobre realidades indígenas influidas por la cultura griega, el trabajo de E. de Miro,
Forme di contallO e processi di trasformazione nelle societa antiche: esempio da Sabucina (p. 335344), en el que se analiza este centro indígena siciliano, en el territorio gelense-acragantino, cuya
importancia radica, ante todo, en el hecho de que puede documentarse bastante bien el proceso de
helenízación del mismo, con la importancia que ello puede"tener a la hora de establecer el «modelo
aculturadof» rodio-cretense en Sicilia.
' Muy importantes también son los trabajos que analizan, desde diferentes puntos de vista, las
relaciones entre los colonos griegos "y las poblaciones indígenas y, especialmente, sus mujeres,
saliendo decididamente al paso de ideas dominantes hasta hace no mucho, en exceso celosas en la
defensa de un mal entendido «purismo helénico». En el presente Congreso, pues, hemos de mencionar los artículos de L. Gallo, Coloniz::azzione, demografla e strutlllre di parentela (p. 703-728); G.
Nenci y S. Cataldi, Strumenti e procedure nei rapporti tra Greci e indigeni (p. 581-606); R. Van
Compernolle, Femmes indigimes et cólonisatellrs (p. 1033-1049) Y J. de la Geniere, Entre Grecs et
non-Grecs en [talie dll Sud et Sicile (p. 257-272). En rel~ción con el mismo problema podemos
mencionar las intervenciones referidas a la imagen del indígena en el mundo griego colonial, cuestión que se superpone e imbrica con la, de la elaboración del concepto de «bárbaro», término dotado,
en último término, de connotaciones peyorativas. Son destacables, en este sentido, las comunicaciones de A. Greco-Pontrandolfo y A. Rouveret, La rappresentazione del barbaro in ambiente magnogreco (p. 1051-1066) y de M. Moggi , L 'elemento indigeno nella tradizione letteraria sulle «ktiseis»
(p. 979-1004).
Por último. otro tema en el que las investigaciones de los últimos años están obteniendo importantes progresos es el de la relación ciudad-territorio, concentrada en los problemas que plantea la
estructuración urb.¡mística del a"crtu y su relación frecuente con los ejes directores de la distribución
de tierra en la xwpa lo que, a su vez. permite analizar tanto los tiempos como los modos de la
expansión colonial y el sistema de explotación del territorio, cuanto las relaciones entre la ciudad
griega y las regiones no griegas circundantes así como las transformaciones operadas a su sombra.
Sobre este punto pueden verse los estudios «paralelos» de G. Vallet y A. Wasowicz, referidos a dos
ambientes coloniales relativamente bien conocidos (A. Wasowicz, Urbanisation et organisation de
la chora coloniale grecqlle autollr de la mer Noire, p. 911-936; G. Vallet Urbanisation et organisation
de la chora coloniale grecqlle au Grande Grixe et en Sicile, p.,937-956).
Si tuviera que condensar en pocas palabras las principales aportaciones de las Actas del Coloquio
de Cortona no dudaría en afirmar que constituyen, globalmente, un buen ejemplo de cómo pueden
salir determinados problemas que tiene planteados la Historia Antigua del relativo impasse a que
un mal entendido apego a la letra de las fuentes antiguas y un desprecio (o desconocimiento) de las
otras fuentes de información de que dispone el historiador (arqueología, epigrafía, lingüística, iconografía, etc.) les había conducido. En este Coloquio se proponen y en parte se resuelven (o se dan
las pautas a seguir en el futuro) problemas que no habían sido planteados antes de forma global, en
cierta medida porque se ha estado «idolatrando» en exceso a los «clásicos». El Historiador debe
preguntarle al pasado todo aquello que le ayude a comprender a las sociedades antiguas y debe
extraer de todas las fuentes de información a su alcance (bien entendido, teniendo siempre muy
presentes las limitaciones de cada una de ellas) las respuestas a sus preguntas. En este caso, la
pregunta clave podría ser ¿cómo, por qué, cuándo y dónde se producen transformaciones resultantes
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RECENSIONES
del contacto entre culturas en el Mundo Antiguo? La (o las) respuestas pueden ser múltiples; pero
la novedad es que los historiadores antiguos no se plantearon jamás esa cuestión con todas sus
consecuencias. Por fuerza, pues, todo estudio que trate de responder, siquiera parcialmente a la
pregunta
arrojará
nueva
luz
a
nuestra
visión
del
Mundo
Antiguo
y
de
sus
procesos
de
transforma.,
clon.
J, DOMINGUEZ MONEDERO
Universidad Autónoma de Madrid.
ADOLFO
Adonis. Relazioni del colloquio in Roma 22-23maggio 1981. Collezione di Studi Fenici, 18. Roma,
Consiglio Nazionale delle Ricerche, 1984. 111 págs.
En los últimos años ha crecido de manera muy notable el interés por la figura y el significado
del dios Adonis. Sin olvidar trabajos tan valiosos como Les jardins d'Adonis. La my/hologie des
aroma/es en Grece, París, 1972 de M. Detienne, recientemente ha sido publicada una excelente
monografía
representativa de esta corriente
del italiano Sergio Ribichini, Adonis. Aspeui,
«orien/ali» di un mi/o greco. Roma, 198 1; también se ha iniciado ya un corpus completo de las
fuentes literarias, epigráficas e iconográficas sobre esta divinidad y su culto, que dentro de la serie
ElUdes préliminaires al/X religions orientales dans /'Empire romain dirigida por Maarten J. Vermaseren, pondrá a disposición de los estudiosos toda la documentación y será, por tanto, punto de
partida obligado de futuros trabajos.
Dentro de este contexto tuvo lugar un coloquio científico en Roma en el año 1981 cuyas comunicaciones publicadas en estas actas pretendían revisar críticamente los métodos empleados y dar
a conocer nuevos documentos que enriquecieran la problemática en cuestión. En el creciente interés
por la morfología de Adonis manifestado por especialistas de distintas tendencias y disciplinas, ha
jugado un ,papel nada despreciable como así lo señala el propio Ribichini el análisis estructural
de la mitología griega aplicando los métodos de Dumezil y Lévi-Strauss y las investigaciones de
Petazzoni y Brelich. Es evidente, por tanto, que los trabajos de Mannhardt y Frazer tan valiosos
por otra parte en su época han quedado ya superados: con ellos ha ido despareciendo también la
imagen de un Adonis que muere y resucita, que simboliza la muerte y el crecimiento de la vegetación; frente a la tesis del dying god propuesta por Frazer, han ido surgiendo nuevas interpretaciones
y metodologías en los últimos años,
Este cambio de planteamiento de los estudiosos ya se comezó a advertir cuando en 1966 fue
publicado en París el libro de W. Atallah, Adonis dans la lil/era/ure et /'art grecs, que se alejaba de
las posturas mantenidas por los estudiosos de comienzo de siglo. De esta manera, abandonada la
interpretación del dios en conexión con la fecundidad, han aparecido nuevos valores atribuibles
como la institución matrimonial, el mundo de las plantas aromáticas y la caza. Pero sobre todo han
quedado abiertas nuevas cuestiones que en el futuro deberán desarrollarse, Por ejemplo, el problema
de la presencia en el área del Próximo Oriente de una morfología divina venerada con el título o el
epíteto de Adonis en varios momentos históricos. La hipótesis que va implantándose cada vez con
mayor fuerza apunta a una evolución histórica que del culto de los soberanos divinizados llevó a la
formación de una de las divinidades políadas fenicias. Los datos que proceden de la documentación
de Ugarit, Ebla e incluso de las ciudades fenicias serán partiq.!larmente útiles al respecto; la monografía de Ribichini recoge cómo las tradiciones sobre Adonis van ligadas al área sirio-palestina,
cuyas creencias mítico-rituales remontan el IV milenio.
Otro punto importante que ya se viene debatiendo en estos años es el de la «interpretatio greca»
del personaje; los griegos adecuaron a su cultura las concepciones religiosas orientales de Adonis: la
connotación heroica que tuvo en Grecia, los temas del incesto, la prostitución, el perfume y la
música son ejemplos muy indicativos. También se presta a un análisis científico la utilización del
mito y del culto de Adonis por determinados sistemas filosóficos como el orfismo o la gnosi's.
A todas estas cuestiones que en los próximos años han de ir desarrollándose para lograr una
imagen más acertada de Adonis, dedican varias comunicaciones algunos de quienes intervinieron
en el «Colloquio» de' Roma, Así los trabajos presentados por S. Ribichini Adonis (ra ieri e domani:
prospel/ive e metodi di recerca , D Sabatucci JI problema s/orico-religioso di Adonis: confronto
tra iI momento frazeriano e iI moderno . U. Bianchi Adonis: al/ualita di una in/erpretazione
religions-geschichtlich , y P. Xella Adonis oggi. Un bilancio crítico. Estos autores, grandes estudiosos de la historia de la religión, conocen con profundidad el mito de Adonis y están por ello
plenamente autorizados a señalar las líneas de investigación que en el futuro deberán seguirse. Pero
también recogen estas actas otras intervenciones que tratan algunos de aquellos nuevos temas que
empiezan ya a ser tratados, Me refiero a las comunicaciones de Loretz ADN come epi/elO di Baal
e i slloi rappor/i con Adonis e Adonaj ,c. Grottanelli Da Mirrha al/a mirra: Adonis e iI profumo
180
RECENSIONES
a
dei re siriani . B. Servais-Soyez J1usique et Adonies. Apport archeologique la connaissance du
rituel adonidien . J. Servais La date des'Adonies d'Athenes et l'expedition de Sicile . y A.M.G.
Capomacchia II mito de Myrrha: aspetty del raporto tra cultura classica ed Oriento
Todavía no podemos disponer de lo que Ribichini denomina el «dossier» de Adonis, un trabajo
de conjunto organizado sobre las nuevas bases. Pero si a la bibliografía anteriormente citada y al
corpus que ya ha comenzado a elaborarse, añadimos esta publicación donde se apuntan las nuevas
perspecti vas, muy distintas de las viejas teorías frazerianas, nos daremos cuenta que ese momento
no puede tardar mucho en llegar.
SANTIAGO MONTERO HERRERO
Universidad Complutense. Madrid.
,
,
'
M. PALLOTTINO. Storia della prima Italia. Milán, Rusconi, 1984. 256 págs. + XXXVI láms.
M. PALLOTTINO, Etruscologia, ?,a ed. Milán, Hoepli, 1984. 564 págs. + CXXXVIII láms.
Reseñamos aquí dos recientes trabajos de conjunto debidos a la pluma del ilustre investigador
Massimo Pallottino por cuanto que son, en líneas generales, complementarios entre sí, ¡mnque
perfectamente independientes al mismo tiempo. De su lectura conjunta podrá extraer el lector, no
obstante las inevitables reiteraciones, una amplia visión acerca de la antigua historia de Italia que
de lo general conduce y desemboca en lo particular y detallado.
Siguiendo este esquema, empezamos por lo general. La Storia della prima Italia. al menos a
juicio del que esto escribe, da la impresión de ser una reestructuración del contenido del libro del
mismo autor Genti e cullllre dell'Italia preromana (Roma, 1981) en el que los datos, en lugar de ir
dispuestos por orden geográfico, van ordenados cronológicamente. Es probablemente esta disposición cronológica lo que le permite a Pallottino introducir en el título la palabra Storia. En efecto, el
libro se divide en cinco grandes capítulos, a saber, «Para una definición del concepto de "Historia
Itálica"», «Los orígenes», «La era del florecimiento arcaico (s. VIII-Va. c.»), «La era de la crisis
(s. V-IV a. c.») y «Continuidades Itálicas en la unificación romana». Si hay algo que, sobre otras
cosas, es digno de alabanza en este libro es, precisamente, que en esta historia de Italia, se nos va
a dar una historia de Italia; y no pretendo hacer ningún (dudosamente ingenioso) juego de palabras.
Las preocupaciones de Pallottino han estado muy lejos siempre de la visión harto frecuente en Italia
(pero no sólo en ella) desde los años treinta, de enfocar la historia teniendo siempre presente que la
conclusión «natural» de la misma llevaba al imperio de Roma; visión que, por otra parte, no difería
grandemente de la que los propios autores latinos (y griegos interesados por el tema) se encargaron
de divulgar, Y si Pallottino se ha mantenido lejos de esa visión se lo debe a su permanente dedicación al estudio de los etruscos, los cuales, desde el punto de vista del clasicismo romano representaban el fracaso frente a Roma y, por ende, su desaparición absoluta ante el empuje de ésta. Las
vicisitudes que ha tenido que atravesar la historiografía moderna hasta poder plantearse el estudio
de una Historia Antigua de Italia sin la omnipresencia de una Roma descontextualizada son analizadas por Pallottino en el primer capítulo de la obra aquí reseñada.
El período de los orígenes es, sin duda, una de las etapas de la protohistoria italiana más decisivas, puesto que es en el mismo en el que se sientan las bases étnico-lingüístico-culturales que van a
formar el sustrato sobre el que la actuación de determinadas influencias producirán el inicio de la
auténtica historia italiana. Pallottino es totalmente consciente de ello y sintetiza un conjunto de
datos procedentes de las tradiciones que tanto griegos como romanos empleaban para sistematizar
sus escasas noticias sobre esas remotas épocas; igualmente, el recurso a la arqueología (y las excavaciones de los últimos años adquieren aquí una importancia decisiva) así como un planteamiento del
problema lingüístico, le llevan a definir, desde el inicio de la Edad del Hierro una serie de áreas
lingüísticas, cuyos pendants arqueológicos son, más o menos"claros a pesar de las incerticumbres y
lagunas existentes, algunas de las cuales se irán disipando con el avance de las investigaciones,
mientras que otras permanecerán siempre como incógnitas. Como el propio Pallottino afirma, «la
estructuración étnica básica de la Italia antigua tiene lugar más o menos contemporáneamente al
inicio del primer milenio a. c., en el ámbito histórico-cultural que precede inmediatamente, y
acompaña, el inicio de la edad del Hierro» (p. 63). Desde ese momento serán básicamente, sólo dos
los elementos que, de modo importante, intervendrán en el proceso formativo de la población
itálica: griegos y galos.
Los primeros serán los responsables directos de las transformaciones socio-económicas (por no
mencionar las ideológico-culturales) que determinarán la aparición de formas de gobierno más
complejas y que desembocarán en la emergencia del estado en el ámbito itálico. Es por ello por lo
que podem os hablar con Pallottino del «florecimiento arcaico»; una época en la que vemos transplantadas a Italia comunidades que , a pesar de indudables relaciones en los aún oscuros siglos del
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RECENSIONES
segundo milenio (por no hablar de unos muchos más difusos «parentescos» indoeuropeos con las
poblaciones indoeuropeas de Italia) son portadoras de un as tradiciones esencialmente distintas y
potencialmente con más futuro , surgidas en el acaso más propicio solar griego. La historia de Italia
es, pues, en parte, historia de la Hélade; pero es también la historia de cómo esas «naciones» que
han surgido con caracteres definidos al alba del primer milenio antes de nuestra Era , entran de lleno
en la historia de la mano de esos griegos. Y son sin duda los etruscos los primeros que adqui eren
una madurez tal que les hace poder seguir muy de cerca los pasos de aquéllos; la época arcaica en
Italia, pues, está dominada, y así lo ha visto Pallottino, por el surgimiento de la cultura etrusca. su
progresiva expansión a otras regiones itálicas distintas a su ámbito geográfico originario. y sus
ininterrumpidas relaciones con los griegos: relaciones que van a ir creando, como apunta nuestro
autor, verdaderas esferas de influencia (marítima y terrestre, comercial y política) entre griegos,
etruscos y cartagineses, un elemento este último que, aun ajeno en sentido estricto a la historia
itálica arcaica, no por ello dejará de marcar una impronta duradera. Es una época de gran din amismo, cuyas notas más destacadas, en palabras de Pallottino podemos detectarlas en el auge de «relaciones diplomáticas, religiosas, culturales, artísticas, económicas, cada vez más intensas. que crean
una auténtica y verdadera vida internacional y difunden rasgos comunes de civilización y determinan un desarrollo elevadísimo de los centros individuales, independientemente de su adscripción
"étnica"» (p. 95). Una época la arcaica que, al igual que en Grecia, es época de formación en la que
los rasgos esenciales de cada sociedad se delimitan al tiempo que se van sentando las bases de las
sociedades políticas futuras; es al final de ese período cuando, como afirma Pallottino, se produce
la ruptura de los equilibrios arcaicos, iniciándose la fase de los tiranos, uno de cuyos exponentes
sería el Thefarie Velianas conocido por las láminas de oro de Pyrgi (pp. 112-113).
La época que se inicia en el siglo V es llamada por Pallottino época de crisis; una crisis que se
manifiesta en varios aspectos: reducción y casi total desaparición de los lujosos ajuares funerarios
de la época precedente, lo que sin duda está reflejando la crisis de los sistemas políticos y económicos anteriormente en vigor; las intensas migraciones de los indi viusos del grupo lingüístico itálicooriental (osco-umbros) que «se transformarán en un aluvión destinado a sumergir gran parte de la
Italia centro-meridional» (p. 121) Y que darán al traste con las pretensiones etruscas sobre Campania e, incluso, con algunas de las más florecientes ciudades de la M egale Hellas; las invasiones galas,
el otro gran aporte étnico-cultural extra-itálico (desde el inicio del primer milenio a.e.) que desde
fines del siglo V y principios del siglo IV, ocuparán una parte importante de la Italia septentrional,
realizando correrías por gran parte de la central afectando, en una de ellas, a una ciudad latina. bien
situada pero de ninguna manera predestinada a un futuro más grandioso, Roma. Italia entra en esta
época de convulsiones en las miras de los griegos de Occidente, no tanto los de la Magna Grecia
(afectados directamente por esta crisis) cuanto los de Sicilia e, incluso, los del continente griego.
El siglo IV, que se inicia con las turbulentas correrías galas, ve cómo Roma empieza a dar sus
primeros pasos en la creación de un marco político autónomo; primero el Lacio; luego, el terrirorio
samnita; simultáneamente, relaciones con el terrirorio daunio; victoria sobre los etruscos, tratado
con Cartago del 306 ... Poco a poco, la imagen de Italia empieza a cambiar y como subraya Pallottino, en poco más de una generación (entre el 338 y el 295 a. e.) «una ciudad-estado (Roma) y una
liga (la liga latina), formalmente no diferentes de las otras ciudades-estado y de las otras ligas,
etruscas, griegas, existentes en Italia, se transforman de manera casi prodigiosa e irreversiblemente,
en la potencia árbitro del destino del mundo itálico y capaz de cualquier expansión ulteriom (p. 153).
Desde ese momento, Pallottino ve dos historias paralelas, la «romana» y la «itálica», pero su
principal tesis en este último capítulo de su libro es la continuidad de la historia itálica dentro de
la unificación romana, que se consigue por el peculiar modo de actuar romano que nuestro autor
sintetiza en dos puntos: imposición de un sistema unitario por la fuerza de las armas v un hábil
pragmatismo político y, al mismo tiempo, superposición de este esquema a la pluralidad- y estaticidad de las tradiciones itálicas sin llegar a alterar su imagen formal (p. 154). A pesar de los indudables cambios que se producen (y que son enumerados por Pallottino) es igualmente evidente la
continuidad para nuestro autor; una continuidad favorecida por la asunción por parte de Roma de
una herencia que es síntesis de las culturas anteriores (etrusca, griega, itálico-oriental), pero dé entre
las cuales Pallottino concede preeminencia a la itálico-oriental; en efecto, para él, el tipo de conquista territorial practicado por los pueblos osco-umbros, a diferencia del tirrénico, de carácter más
limitado, era potencialmente ilimitado. Roma sabrá capitalizar esto, concluyendo la unificación de
Italia. Una última ocasión en la que se manifiesta para Pallottino la continuidad de una conciencia
itálica aún no sumergida por Roma, es en la guerra social, en la que «diríamos que existe una
sigularmente tardía y casi nostálgica toma de conciencia de una italicidad recuperada y afilIllada
frente a Roma» (p. 184). Será Roma quien, obviamente, acabe triunfando aunque sin que se extingan las poblaciones dorvinadas por ella, al menos inmediatamente; las regiones de Italia, creadas
por Augusto, guardarán el recuerdo de las «naciones» itálicas unificadas por Roma; pero en los
siglos futuros prácticamente esto será lo único que quede de las mismas: el nombre.
* * *
182
RECENSIONES
Como hemos visto, una de las culturas que más peso ha ejercido en la historia de Italia es la
cultura etrusca; Pallottino es, sin duda, el padre de la ciencia etrusco lógica moderna y su libro, que
lleva por título Etruscologia es, sin duda, el instrumento básico de la misma. Ni que decir tiene que
hoy día son muchos y muy variados los estudios parciales y de conjunto que puede utilizar el
investigador del mundo etrusco; sin embargo, el recurso a la Etruscologia de Pallottino es (sigue
siendo) casi obligado. Comentamos aquí la séptima edición renovada de la obra (la primera data de
1942); voy a prescindir aquí de analizar en su conjunto toda la obra, puesto que no es una obra que
aparece por vez primera. Etruscologia es un libro que ha sido reseñado repetidas veces (casi hasta
la saciedad) desde su primera aparición; y no es valorar negativamente la presente obra afirmar que
sigue siendo la misma de 1942, porque a lo largo de sus numerosas ediciones y reimpresiones
ampliadas, el autor ha ido modificando aquellos capítulos que iban quedando anticuados e introduciendo aquellos datos que las nuevas investigaciones propias y ajenas iban aportando. Es, como
pocos, un ejemplo de libro «vivo», de obra siempre incompleta y permanentemente en proceso de
crecimiento. Me limitaré aquí, por consiguiente, a indicar qué puntos de la nueva edición difieren
de la reimpresión de 1982 de la sexta edición.
El primer apartado de la edición anterior, «Breve historia de la Etruscología» ha sido sustituido
por una «Introducción al conocimiento del mundo etrusco»; cambio necesario por cuanto que hoy
día ya no hay que «justificar» un determinado enfoque de los estudios etruscológicos en el sentido
de demostrar su derecho a recibir una atención per se. Por lo que se refiere al capítulo primero,
«Italia en los albores de la Historia» se mantiene, en líneas generales, la redacción antigua en los
apartados de las teorías tradicionales, los datos lingüísticos y la cuestión del nacimiento de las
estructuras históricas de la Italia antigua; sí se modifica el apartado de los datos arqueológicos,
aunque permanezca la visión de conjunto y vemos cómo se afirma ya decididamente que la cultura
villanoviana representa la primera expresión conocida de la expansión etrusca, algo que en la edición anterior se esbozaba como una tímida hipótesis. El capítulo 2.', «El problema de los orígenes
etruscos», permanece, en líneas generales, con la misma redacción que en la edición de 1982.
El capítulo 3.', que lleva ahora el título de «El florecimiento arcaico» (nuevamente), es uno de
los que presentan más novedades y da una visión más completa que el antiguo capítulo 3.', «Los
etruscos en el mar» que se integra ahora como un apartado en este nuevo capítulo; se hace hicapié
ahora en la cuestión de los recursos mineros etruscos·como fuente generadora de riqueza y productora de importantísimos cambios sociales. Es sumamente positivo, en mi opinión, que Pallottino
defienda la veracidad de las informaciones transmitidas por las fuentes griegas acerca de navegaciones etruscas por el Tirreno meridional ya en el siglo VIII, navegaciones consideradas «piráticas»
por estas fuentes, frente a las actuales tendencias «rebajistas» que quieren hacernos creer que dichas
fuentes pretenden remontar el siglo VIII una situación que «no ha podido ocurrir» antes de la'
segunda mital del siglo VI. . Se retoman en este capítulo las redacciones de algunos de los antiguos
apartados; así el apartado ,de la «expansión de los etruscos por Italia» retoma el de «extensión
territorial y desarrollo de la Etruria interna» del antiguo capítulo 4.'; el nuevo apartado «nuevos
equilibrios internacionales. Los sucesos en el área tirrénica desde la mitad del siglo VI hasta el inicio
del siglo V» es una reelaboración amplia del antiguo «las guerras navales entre griegos y etruscos»;
el apartado «la sociedad y la civilización de la Etruria arcaica: factores, valores, reflejos», retoma
«difusión de la civilización etrusca en Italia», del antiguo capítulo 4.'. De cualquier modo, el nuevo
capítulo 3.' da una imagen mucho más coherente de lo que representa la fase arcaica en la historia
de Etruria, teniendo en cuenta las nuevas aportaciones arqueológicas, pero también las nuevas
orientaciones científicas.
El nuevo capítulo 4.', «Etruria en el mundo itálico», poco tiene que ver, a pesar de su título, con
el antiguo «Los etruscos e Italia» por cuando que los contenidos de este último han quedado integrados en su mayoría en el nuevo capítulo 3.'. Se dedica el nuevo capítulo 4.' al estudio de la Península
Itálica y Sicilia durante las épocas clásica y helenística, momentos que no recibían un tratamiento
adecuado en la anterior edición. El resto del libro apenas difiere de la edición anterior, aunque hay
algunas modificaciones de detalle como el reconocimiento definitivo de que la Volsinii arcaica hay
que localizarla en Orvieto, heredando su nombre Bolsena tras el traslado allí de sus habitantes por
Roma en 264 a.c., frente a lo que el mismo autor sostenía en la precedente edición (Volsinii =
Bolsena; Orvieto, centro de nombre antiguo desconocido); se mantiene prácticamente igual el capítulo 6.', «Sociedad e instituciones» (antiguo «La organización político-social»), así como el 7.', «La
religión», el 8.', «Literatura y artes» (únicamente se sitúa el período de los orígenes etruscos entre
el siglo IX y el VII, en lugar de entre los siglos VIII y VII), y el 9.', «La vida y las costumbres»
(aunque se adscribe ahora al siglo VIII en lugar de al VII la difusión de la cerámica de arcilla
depurada, por influencia griega).
Por lo que se refiere a la última parte del libro, dedicada a los problemas de la lengua, hay más
cambios formales que de fondo; el capítulo JO.', «Planteamiento del problema» conserva, en líneas
generales, el esquema previo, aunque integra cuestiones que en la edición precedente eran recogidas
en el antiguo capítulo 11.', «Las fuentes y el mé\odo»; el nuevo capítulo 11.', «Los textos etruscos
183
RECENSIONES
y su interpretación», introduce como novedad parcial la traducción y comentario de algunos te xtos
etruscos, alguno de los cuales ya habían sido estudiados en el antiguo capítulo 12:. Por últim o el
capítulo 12:, «Los conocimientos lingüísticos» sustituye al antiguo «Conocimientos y resultados»,
donde se reflejan algunos de los nuevos datos gramaticales y lingüísticos producto de las in vestigaciones de los últimos años. Como en la edición precedente, figura un vocabulario etrusco, de innegable utilidad, en forma de apéndice, en el que se recogen algunas palabras nuevas (cana; cela; culSc va;
zin; hante; lamas; nacn(u)va; ulpaia; faruan, equivalentes a objeto, cipo; cella sepulcral; de Culsu;
hacer (vasos); adelante (?); Ah.puas; grandeza; IlAm¡ y en generar, nacido, respectivamente).
Por lo que se refiere a la bibliografía general, apenas ha sufrido modificaciones (las cuales,
empero, sí se observan, a lo largo del libro en las notas a pie de página); el número de láminas en
blanco y negro ha aumentado, tanto con hallazgos más recientes (por ejemplo, el acroterio de Poggio
Civitate, Muria, lámina XCII) cuanto con imágenes más completas de testimonios ya conocidos
(como la lámina XXXIV, que recoge la inscripción de Velthur Spurinna con el fragmento superior
derecho que permite su identificación~frente a la antigua lámina X, que recoge el mismo elogillln
pero sin ese elemento, lo que impide su identificación y, por ello, su utilización histórica).
* * *
En conclusión, quisiera destacar como uno de los méritos más importantes de estas dos obras
de Pallottino el que nos hallamos aquí con dos trabajos insustituibles, por más perfectibles que
puedan ser, por la razón principal de que su autor es el nexo de unión entre unas concepciones de
la Historia Antigua en general e itálica en particular, ya periclitadas y que él contribuyó a que así
fueran, y las actuales corrientes historiográficas que abordan la historia primitiva de Italia como
una parte más de la historia del Mediterráneo desde época arcaica, en la que no hay ninguna
«predestinación» y sí un continuo contacto que crea, si no una cultura común sí, al menos una
Koiné cultural mediterránea. Esto es algo que ya supo ver Pallottino cua,ndo la communis opinio iba
en otra dirección; y, por ello, tal vez hoy día, cuando el estudio de estos temas sigue los caminos
abiertos por él, pueda parecer que la aportación de Pallottino no añade nada sustancialmente nuevo.
Sin embargo, esto es sólo mera apariencia; no sólo la escuela no ha sumergido al maestro, sino que
éste ha sabido mantener el ritmo que él mismo ha marcado y que sus discípulos, con más o menos
éxito, han seguido.
•
•
ADOLFO J. DOMÍNGUEZ MONEDERO .
Universidad Autónoma de Madrid.
,
FILlPPO COARELLI, JI Foro Romano. Período arcaico. Roma, ed. Quasar, 1983, 329 pp. + 83 figs .; 11
Foro Romano. Periodo Repubblicano e augusteo, Roma, ed. Quasar, 1985, 351 pp. + 91 figs .
•
Se presenta en estos dos volúmenes un cuadro de conjunto sobre el Foro romano, desde la época
arcaica hasta el período augusteo. No se trata, sin embargo, como advierte el propio autor, de un
manual sino de diversos trabajos resultadp de largas actividades científicas y didácticas. Metodológicamente se confrontan los datos de la tradición literaria con la situación topográfica y arqueológi,ca examinada por contextos cronológicos, púes existe en la obra un continuo esfuerzo por distinguir
niveles o fases dentro del período arcaico o republicano, atendiendo a la realidad política y social.
dedicado a la época arcaica tres son los núcleos que articulan la
En el primer volumen
exposición: la Sacra Via , el Comitium y la Nova Via. La primera novedad que encuentra el lector
es el nuevo recorrido fijado por Coarelli para la Vía Sacra. En su parte oriental ésta no es identificable como se viene haciendo con la vía que va al arco de Tito y de allí a la meta sudan!. Tal
identificación nació en su opinión de una acrítica aceptación de los testimonios arqueológicos. Las
fuentes literarias indican un recorrido distinto que del Foro se dirige directamente hacia las Cari-
nae.
Coarelli describe uno a uno los edificios que la tradición coloca en la Sacra Via summa (el
templo de Júpiter Stator, la porta Mugonia, la casa de Tarquinio Prisco, el templo de los Lares, la
estatua de Clelia) concluyendo que el trazado oriental de la Sacra Via, en su fase originaria, torcía
hacia el noreste, a partir de la puerta Mugonia, en dirección a las Carinae atravesando por tanto
oblicuamente la Velia. En la exposición del recorrido de la Sacra Via en su tramo occidental se
detiene en las formas y funciones de la Regia, uno de los edificios que mayor polémica ha levantado
en los últimos años. Coan¡lli estudia la Regia en sus conexiones con la domus regis sacrorum y el
atrium Vestae inclinándose a aceptar la tradición, es decir, considerándola como residencia del rev.
•
•
184
RECENSIONES
Se apoya para ello en la arquitectura etrusca, particularmente en los palacios de Acquarossa y
Murlo. Para compatibilizar la residencia del monarca con las conocidás cellae consagradas a Ops y
Marte en su interior, Coarelli propone evitar el término de santuario y considerarlo como sacrarium. un lugar consagrado que podía quedar comprendido en edificios privados. Completa la descripción del recorrido con un estudio de la capilla de Cloacina y del santuario de Jano para terminar, tras prestar su atención al Arx y al Auguraculum. con una nueva hipótesis: la localización del
templo de Juno Moneta en los jardines de S. María in Aracoeli. Pero el arqueólogo italiano va aún
más lejos al tratar también de determinar las funciones de la Sacra Via. Su función principal sería,
en opinión suya, la de unir la Regia con el Arx y el Comitium lo que permitiría al rex acceder con
facilidad a los lugares donde se desarrollaban sus principales actividades políticas, jurisdiccionales
y religiosas. Tal sistema, en sus niveles más arcaicos, sería anterior a la fundación de la ciudad
histórica, es decir, a la época de los Tarquinios.
La segunda parte de este volumen es quizá -por conocida la menos interesante de las tres:
contiene trabajos que, aunque ampliados y reelaborados, han sido ya publicados en diversas revistas
italianas. Recordaremos, sin embargo, el valioso examen de la cronología absoluta de las fases del
Comicio y de los edificios relacionados con él. En la zona del Comitium Coarelli sitúa el mundus
que, por su relación con el area Salllrni, cree que en origen coincide con la pavimentación del Foro
y del comicio y con la construcción de los primeros edificios públicos, fase que con cierta seguridad
se sitúa entre fines del S. VII e inicios del VI. El mundus sería, a su juicio, identificable con el
umbilicus-omphalos, término empleado desde el siglo II a. e.; parece <;oncluir así una antigua polémica sobre este monumento avivada hace años por los trabajos de Weinstock.
La tercera y última parte de este primer volumen, totalmente inédita, se dedica al estudio de la
Nova Via y los cultos del Velabro. Mientras la Summa Nova Via se unía con la Sacra Via en la
puerta Mugonia, la infima Nova Via ocupaba la zona comprendida entre las pendientes septentrionales dd Palatino, el atrium Vestae y el sacello de Juturna. En cuanto a los aspectos cultuales de los
santuarios que remontan al período preurbano, el autor logra abrirse paso entre la confusión de los
anticuarios latinos, el desconocimiento cronológico y topográfico y los nombres de las divinidades.
Las hipótesis de Coarelli son, en este sentido, muy interesantes aunque quizá no todas suficientemente verosímiles: la posibilidad de ver en Volupia el nombre secreto de Roma, la identificación
de Larunda con Acca Larentia, la vinculación
de
ésta
y
Angerona
con
el calendario son algunas de
•
sus propuestas.
En el segundo volumen la exposición abarca hasta el período augusteo; el autor advierte que este
entre otras razones
que la estructura del Foro
corte cronológico le parece oportuno, dado
el
aspecto
de
época
de
Augusto
durante
la
mayor
parte
del
Imconserva,
con
pocas
alteraciones,
•
peno.
.
El primer capitulo está dedicado al comicio y la zona adyacente durante la media y tarda república. Las fases medio-republicanas, que coinciden en la reconstrucción de Coarelli con los pavimentos ·
IV y V del Comicio, son las más difíciles de datar: no se dispone de datos estratigráficos ni de una
suficiente documentación epigráfica y literaria. En base a los niveles anteriores y sucesivos el autor
propone una cronología comprendida entre la primera mitad del S. V y el período silano (el año 80
a.e. es la fecha más probable del sexto pavimento). La observación esencial es que el paso de la IV
a la V fase representa una radical transformación de la estructura del Comicio: de la planta cuadrada se pasa a la planta circular. Se puede reconocer en este cambio la intervención de un modelo
exterior, concretamente la estructura de los ekklesiasteria de la Magna Grecia y Sicilia. Los recientes
descubrimientos en Agrigento, Metaponto y Posidonia permitirán conocer mejor las fases más antiguas del comicio romano. El resultado final de esta influencia es un «compromiso» entre la fórmula
tradicional del templwn que se conserva en el recinto externo, cuadrangular, pues necesita ser
como tal orientado, y el elemento nuevo, un graderío circular interno, inspirado en modelos helénicos. Coarelli no :exluye que Valerio Mesala fuese quien realizase el comicio de forma circular. Este
personaje, que celebró un triunfo sobre los cartagineses y sobre Hieron II en el 263, fue más tarde,
en el 252, censor y pudo entonces haber desarrollado una actividad edilicia en el Comicio. En tal
caso la fase V del Comicio se dataría entre el 263 y el 252 me. y la anterior, la IV se fijaría en el
curso del S. IV.
Reconstruida la cronología de las fases medio-republicanas del Comicio, el autor pasa a examinar el funcionamiento de la plaza por sectores. En la parte septentrional se concentraba la actividad
jurisdiccional del pretor y estaba la sede de los tribuni plebis y los triumviri capitales; su situación
es localizada por Coarelli en base a los testimonios escritos y arqueológicos. También queda descrito
el interior del Comicio: el puteal, el ficus y la estatua de Attius Navius, la columna Maenia que
constituía en su opinión la entrada oficial para los magistrados que se dirigían a los espectáculos
del Foro v• así sucesivamente con otros monumentos más. Son cuidadosamente estudiadas las
estatuas de este comicio medio-republicano. Entre fines del S. IV y los inicios del S. III un buen
número de ellas se elevaron en el comicio: la «edicola» de la Concordia, debida a Cn. Flavio, la
estatua de la loba con los gemelos erigida por los hermanos Ogulnii o la estatua de Pitágoras y
185
RECENSIONES
Alcibíades in cornibus comilii. Coarelli no se conforma con estudiar su emplazamiento: se interesa
también por las circunstancias y los motivos por las que se le\'antaron , las funciones. etc. Esto es
especialmente notable en el caso de la estatua de Marsias a la que para hacernos una idea de la
erudición del autor se dedican las páginas 91 a 123.
En el capítulo II se estudia el Foro entre la media y tarda república. La estructura del Foro es
conocida en base tanto a los datos arqueológicos, muy escasos pues las excavaciones realizadas en
el s. XIX han puesto al descubierto esencialmente la fase augustea, y los literarios Livio fundamentalmente que se refieren a las taberna e que encerraban desde el s. lB este recinto público. Los
trabajos sucesivos al incendio del 210 a.c., de considerable importancia. supusieron para el autor,
un desarrollo decisivo en la historia del Foro. A esta nueva fase pertenecen dos nuevos tipos edilicios: la basilica y el macellllm. de gran importancia para la arquitectura pública romana. También
profundiza el arqueólogo italiano en las consecuencias que para la topografía urbana de Roma tuvo
la reforma institucional del s. 11 puesto que se procedió entonces a transferir la actividad política y
judicial del Comicio al Foro. Los comilia Iribllla legislativos fueron emplazados en el Foro en la
segunda mitad del s. 11. De forma aItíloga, aunque quizá con anterioridad, los tribunales pretorios
fueron llevados también al Foro.
Un último capítulo analiza el Foro entre César y Augusto. La Cronología de los niveles tardorepublicanos e imperiales del Foro ha sido mal estudiada. La actividad edilicia de Augusto en este
recinto público se manifiesta en dos períodos sucesivos: el periodo del triunvirato y el posterior a
Actium y a la conquista de Egipto. Esta segunda fase parece consistir en un reordenamiento definitivo del Foro que afectó a fases precedentes lo que hace muy difícil reconstituir la fase intermedia
entre César y la plena edad augustea. La arqueología sí ha proporcionado algunos testimonios, no
siempre fáciles de reconocer, como los Rostra, el templo Divino Julio, el arco de Nauloco, el arco
pártico o los fastos Capitolinos.
Una abundante bibliografía y un cuidado índice analítico cierran una obra que constituye un
indispensable instrumento para conocer el lugar donde se desarrollaba la vida política de Roma.
SANTIAGO MONTERO
Uni\'ersidad Complutense. Madrid
H. BENICHOU-SAFAR, Les lombes puniques de Carlhage, Topographie. slruclures. inscriplions el riles
./illléraires. Etudes d'Antiquités Africaines, CNRS, París 1982. 437 págs., + 4 mapas sueltos.
El Centre National de la Recherche Scientifique de la República Francesa en su colección «Etudes d'Antiquités Africaines» vuelve a obsequiarnos, como es ya habitual, con una sigular obra; esta
vez se trata de un gran estudio de conjunto, fruto de varios años de dedicación de Hélene BanichouSafar, sobre las tumbas púnicas de Cl!rtago. Después de expresar su agradecimiento a diversos
investigadores franceses y tunecinos de alto prestigio internacional, la autora menciona, en una
breve introducción, las diferentes publicaciones anteriores sobre la necrópolis señalando las dificultades para su consulta e interpretación (ausencia de planos de conjunto, memorias raras de excavación y dispersas en numerosas revistas, falta de coordinación entre los excavadores, mala calidad
ilustrativa, etc.)
El libro está dividido en cinco capítulos. En el primero se presenta la topografía de la necrópolis
con una síntesis de las excavaciones, apoyada por los planos o cartas donde se sitúan los diversos
sectores que documentarán los análisis del trabajo: DouYmes, Dellllech, Byrsa, Junon, Odeon , Sainte-Monique, Bord Jedid, complementándose a continuación con una detallada bibliografía clasificada, igualmente por sectores de inconmesurable valor científico.
En el segundo capítulo se estudian las estructuras funerarias en base al ritual utilizado de inhumación e incineración, distinguiéndose 10 tipos de enterramiento con 30 subtipos, destacándose las
estructuras del pozo así como las correspondientes superestructuras. El análisis tipológico está realizado con precisión descriptiva aunque la autora es consciente de los errores que puede tener dadas
las impresiones de la documentación en que se apoya.
El capítulo tercero se ocupa de las inscripciones funerarias con referencias o no al difunto. La
autora, después de establecer las procedencias de los textos, analiza los soportes de piedra (puertas
de las sepulturas, osarios de piedra, estelas, cipos, monumentos indefinidos) y de arcilla (urnas). así
como su formulario centrándose particularmente en los epitafios que informan sobre la identidad
del difunto y a veces también el tipo estructural de la tumba. Se cierra con el repertorio de las
inscripciones de Cartago de acuerdo con la naturaleza y frecuencia del soporte complementado con
una rica y variada documentación ilustrativa y bibliográfica.
El cuarto capítulo analiza los ritos funerarios de incineración e inhumación, estudiándose deta-
186
RECENSIONES
lladamente en sus diferentes receptáculos (cestería, vasos, cubos de piedra, osarios de piedra, terracota o de made~a, ataúdes, cofres o túmulos) y ajuares funerarios. Dentro del apartado del rito de
inhumación la autora hace una síntesis del proceso de ritual desde la preparación del cadáver
(posición, lavado, maquillaje ... ) hasta los ritos que solían acompañarle hasta la tumba, analizando
incluso el sacrificio funerario post mortem (pp. 278-282) en base a las fuentes escritas y arqueológicas, cuyos datos resultan todavía insuficientes.
El último capítulo está dedicado a la cronología, procedencia y filiación del mobiliario funerario
anteriormente analizado (ajuares, estructuras tumbales, inscripciones, ritos funerarios). La autora
presenta estos datos incorporándolos a las diferentes fases cronológicas de la Historia de Cartago,
siglo VII a.e. hasta su destrucción en el siglo 11 a.C.
Finalmente, la obra, se cierra con unas conclusiones o consideraciones de la propia autora y
varios Anexos con tablas, así como una instructiva bibliografía selectiva sobre el tema estudiado
que servirá para facilitar a futuros estudiosos el seguir, a partir de las venideras excavaciones, esta
línea de investigación.
Es en definitva. el libro que hacía falta, el que todos los investigadores esperaban. Podrán criticarse algunas clasificaciones o algunas opiniones pero lo sustancial permanece. Y lo sustancial es,
pues, el haber tenido el valor de enfrentarse a una documentación tan vasta, pero tan hererogénea
al mismo tiempo y de ella haber podido extraer datos de los que a partir de ahora no podrá
prescindirse. Hay, pues, que felicitar a la Dra. Hélene Benichou-Safar por haber emprendido esta
labor tan ingrata, pero al tiempo tan remuneradora, y haberla puesto a disposición de forma tan
ejemplar, de la comunidad científica internacional.
M. P. SAN NICOLÁS PEDRAZ
Dpto. de Arqueología y Prehistoria
Centro de Estudios Históricos. e.S.Le.
,
. S. LANCEL et alii, B,rrsa l. RapPorls préliminaires des ./imilles (1974-1976). Collection de I'École
Fran<;aise de Rome 41. Roma 1979. 351 págs. + 352 figs. + 5 mapas desplegables. Byrsa 11.
Rapports préliminaires sllr les .rouilles 1977-1978: nil'eaux el I'esliges puniqlles. Roma 1982. 417
págs. + 613 figs. + 10 mapas desplegables.
Estos dos volúmenes son el resultado de las excavaciones de la Misión Arqueológica Francesa,
que desde 1974 participa en la Campaña Internacional de la UNESCO para el salvamento del
yacimiento de Cartago. La excavación está realizada en la vertiente meridional de la colina de Byrsa
(anteriormente denominada Colina de San Luis), lugar donde se cree que estuvo emplazada la gran
acrópolis, aunque por el momento no se ha confirmado esta hipótesis. Los libros comprenden una
serie de informes por sectores, realizados por diversos autores, donde describen con precisión y
detalle sus propias excavaciones lo que, sin duda, da a cada informe una mayor viveza e inmediatez.
El primer volumen corresponde a las campañas de excavaciones realizadas en los años 19741976. Después de una breve presentación (Beschaouch-Vallet) y de una introducción (Lancel) sobre
los precedentes inmediatos de la misión Francesa, los organismos que han permitido su ejecución,
y la importancia del yacimiento (en la cumbre de la colina se entrecruzan el cardo maximlls y el
decwnanus de la ciudad romana), la obra, que comprende cuatro partes, se inicia con un análisis
minucioso de las excavaciones efectuadas a principio de siglo, reconstruyendo en lo posible, tanto
los niveles púnicos (Lancel), como los romanos (Deneauve). La segunda parte contiene los informes
de la excavación de los años 1974 y 1975 en los sectores A (Lancel) y B (Carrie - Santivi) de los
niveles púnicos, cuyos resultados fueron publicados en 1977 en la Revista Antiquités Africaines. así
como los trabajos en un sector romano, el cardo maximlls y Iqs edificios al este de la vía (DeneauveVilledieu) excavados en 1974-1976. Los autores dejan claro las sucesivas etapas del yacimiento y la
adscripción a la época tardo-púnica del nivel habitacional. En la tercera parte, se describe la excavación de 1976 en los niveles púnicos del sector A (Lancel-Thuillier) y en los romanos del sector B
(Gross). subdividiendo el material en estudio por épocas, en vez de por sectores como se hacía en
los informes anteriores. Se analizan detalladamente las estructuras del hábitat y la organización
urbanística de la ciudad, semejante, como era de esperar, a las de otros centros púnicos. También
se comprueba la existencia de otros dos niveles inferiores al de habitación: uno de instalaciones
metalúrgicas y otro funerario. La cuarta parte recoge un estudio sobre el Metroon romano y su
contexto (trabajo póstumo de Saumagna) y dos notas complementarias: un quema-perfumes hallado
en 1977 (Carrié) y la marca, con el nombre de Magón en una ánfora griega (Thuillier).
El segundo volumen recoge los resultados de las campañas de excavaciones de los años 19771978 en los niveles púnicos. Lancel, en su breve introducción, señala que esta obra es la continuae
187
RECENSIONES
ción de Byrsa 1 y resalta, una vez más, la importancia de estos informes colectivos. El libro está
dividido también en cuatro partes, que corresponden a tres fases de ocupación de la misma área
aparecidos en 1976. La primera está dedicada á los niveles y estructuras del hábitat púnico tardío,
de comienzos del siglo Il a. e. (Lancel-Thuillier), y a la excavación del sector B, en el límite oeste
de la zona púnica, durante 1978 (Morel), en donde se examina estratigráficamente hasta el nivel
funerario arcaico. La segunda parte contiene los niveles de los talleres metalúrgicos, subyacentes a
las estructuras del hábitat de la insula C, de principios del siglo IV a comienzos del Il a. e. (LancelThuillier); el estudio de este nivel, etratigrafía y materiales es completo, por lo que los autores le
consideran como «estudio definitivo».
En la tercera parte, se estudian y se analizan detalladamente las tumbas y sus ajuares (Lance!),
halladas en el nivel más profundo, siglo VII a. e. Finalmente en la cuarta parte, Lancel, excavador
principal del yacimiento hace, a modo de conclusiones generales, un resumen de la historia de la
zona desde el siglo VII hasta su destrucción en el 146 a. e., su distribución arquitectónica y urbanística, así como el replanteamiento ya se lo cuestionó en Byrsa I de la identificación de esta área
con la acrópolis de Cartago. El volumen se cierra con varias notas complementarias con los resultados de los análisis osteológicos, malacológicos, paleobotánicos y antropológicos realizados por especialistas.
Hay que destacar, por último, y a modo de conclusión, cómo tanto el proceso en sí de las
excavaciones, cuanto el análisis de los materiales cerámicos y de las estructuras constructivas aparecidas, demuestran la gran preocupación que el coordinador y sus colaboradores han mostrado frente
a la porción del gran yacimiento que les ha tocado en suerte. Una prueba ulterior de este interés es
la abrumadora documentación gráfica (fotografías, figuras, mapas desplegables, etc.) que, no diríamos que acompaña a la obra sino que, por el contrario, forma parte insustituible (y, por cierto, no
la menos importante) de los trabajos en su conjunto.
M. P. SAN NICOLÁS PEDRAZ
Dpto. de Arqu eología y Prehistoria
Centro de Estudios Históricos. e.S.Le.
•
E. LIPINSK.J (ed.): Recherches Archéologiques en Israel. Archeologisch Ondersoek in Israel. Leuven. Ed.
Peeters, 1984. 255 págs. , 9 figs. y 167 ilustraciones. LS.B.N. 90-6831-017-8
f:l bilingüismo existente en el Reino de Bélgica queda reflejado en la publicación de este libro,
pues los diferentes trabajos recopilado~ aparecen en flamenco y en francés, con las salvedades de
las ponencias de E. Lipiríski y de Y. Yadin, acerca de los hallazgos arqueológicos sucedidos en Israel
desde 1959 hasta 1984 y sobre la organi~ación del Instituto de Arqueología «Reina Isabel de Bélgica» en Jerusalén, que han sido respectivamente editadas en francés y en flamenco. El primer trabajo
se debe a F. Perelman. Su objetivo es el estudio de la génesis y la evolución de determinadas
instituciones, muy vinculadas entre sí, como la Universidad Hebrea de Jerusalén, la Asociación de
Amigos Belgas de esta Universidad y el Instituto de Arqueología «Reina Isabel de Bélgica». La
unión entre estas tres instituciones se debe al hecho de que ante la necesidad de disponer de un
centro de investigaciones arqueológicas en Jerusalén, la: Asociación de Amigos Belgas de la Universidad Hebrea colocó el tal proyecto bajo el augusto patrocinio de la Reina Isabel. De esta manera,
el 31 de marzo de 1959 fue inaugurado en Jerusalén el Instituto de Arqueología «Reina Isabel de
Bélgica», y la Asociación de Amigos Belgas de la Universidad Hebrea prosiguió su labor, mediante
la construcción en la actual capital del Estado de Israel de dos nuevos edificios, el «Collegium
Belgicum Fabiolanum» y el «Faculty Club Léon et Yvonne Maiersdorf», ubicado éste último en el
Monte Scopus.
. .'
E. Lipinski se ocupa de analizar los hallazgos arqueológicos, sucedidos en Israel durante los
venticinco años de vida del citado Instituto de Arqueología. E. Lipiríski usa en su trabajo la siguiente periodización cronológica: a) Prehistoria. b) Edad del Bronce, c) Edad del Hierro, d) Epoca del
Segundo Templo, y e) Fin de la Antigüedad y Edad Media. La labor de E. Lipiríski es meritoria,
aunque hubiera sido deseable que en la página 82, el autor hubiese estudiado la edificación por
Adriano en el Monte Garizim de un templo dedicado a Zeus Olímpico, con relación a la política de
desjudaización de Palestina, emprendida por este emperador tras el fin en el año 135 d.e. de la
revuelta de Simón «Bar Kokhba». Durante la Antigüedad, esta política de Adriano ya fue advertida
por Eusebio de Cesarea (His. Ece!.. IV, 6), a la hora de describir el cambio del topónimo «Jerusalén» por el nuevo nombre de «Colonia Aelia Capitalina». A su vez, Y. Yadin redactó el capítulo
explicativo de la organización del Instituto de Arqueología «Reina Isabel de Bélgica», cuyas activi-
188
•
RECENSIONES
dades docentes abarcan desde la Arqueología Prehistórica hasta la Numismática Bizantina y la
Arqueología Islámica, y cuya biblioteca ha trascendido el ámbito palestiniense, incorporando sec.
ciones de Egiptología, Asiriología y Estudios Iránicos.
La segunda parte del libro se halla consagrada a las actividades, llevadas a cabo en la actualidad
por el Instituto de Arqueología «Reina Isabel de Bélgica». En su elaboración han prticipado P.
Goldberg, T. Dothan, A. Ben-Tor, A. Mazar, Y. Yadin, E. Stern, Y. Shiloh, N. Avigad, B. Mazar,
E. Netzer, Y. Tsafrir, G. Foerster, A. Negev, L. 1. Levine, D. Barag, M. Rosen-Ayalon, 1. Perlman,
J. Yellin, Z. Kallai y J. Naveh. Dentro de su contenido, es muy interesante el estudio de D. Barag,
acerca de la sinagoga del oasis de Engaddi, situado en la ribera occidental del Mar Muerto, que
permite a su autor el demostrar entre las páginas 232 y 237, que importantes comunidades judías
se reinstalaron a fines del siglo 11 d.C. en los límites de la provincia de Judea. Por último, entre las
páginas 242 y 246 destaca la exposición de 1. Perlman y de J. Yellin sobre el laboratorio de arqueometría del Instituto de Arqueología «Reina Isabel de Bélgica». Este laboratorio de arqueometría usa
los métodos de la ciencia nuclear, y particularmente el análisis de la activación de los neutrones, a
fin de determinar el origen de la cerámica.
GONZALO FERNÁNDEZ
Universidad de Alcalá de Henares
•
••
!
STRABONE. Conuibllli al/o slUdio del/a personalita e del/'oppera. Editi a cura di Francesco Prontera.
Perugia, Universita degli studi, 1984. 262 págs.
-
La presente obra que dirige el profesor F. Prontera de la Universidad de Perugia, recoge una
serie de siete artículos de otros tantos renombrados autores con un contenido temático único: ••
Estrabón y su obra. Abre el volumen el director de la publicación explicando su sentido y anunciando una segunda parte de pronta aparición. Este prime"r volumen comprende los siguientes autores
y temas: F. Lasserre, «Histoire de premiere main dans la geographie de Strabom>. Edward Ch. L.
Van der Vliet, «L'etnographie de Strabon: ideologie ou tradition». P. Janni, «Tradurre i testi Geografici: L' esempio di Strabone». R. Nicolai, «Un sistema di localizzazione geografica relativa. Aorsi .
e siraci in Strab. XI, 5, 7-8». A. M. Biraschi, «Strabone a la difesa di Omero nei Prolegomena». G . .
Camassa, «Dov'e la fome del/'argento. Strabone, Alybe e i Chalybes». F. Prontera, «Prima di Strabone: Materiali per uno studio della geografia antica come genere letterario».
El primer artículo es el debido a F. Lasserre, profundo conocedor de la obra del autor como lo •
denota su traducción al francés u otras varias composiciones sobre Estrabón. Centra su análisis en
•
meUre en evidence les caracteristiques d'lIne simple histoire evenementiel/e en concentrant ma recherche sur la maniere don/ Strabon a la fois saisit les faits et les expose. Después de haber señalado la
finalidad de su trabajo Lasserre, indica el método para conseguir los fines propuestos. Comienza
con lo que él denomina «precauciones», que tiene como finalidad, eliminar de la obra del autor
todo el ropaje que le impide vislumbrar su forma de hacer. Consiste en aislar lo propio del autor
de lo obtenido por sus fuentes o identificar si es Estrabón quien en realidad expresa sus pensamientos o son de otros o si los propios los pone en boca de una fuente imaginaria. Seguidamente estudia
la obra en su aspecto histórico teniendo como base una serie de categorías apreciativas del trabajo
de Estrabón. A ello habría que añadir una abundante profusión de citas de fuentes. Una vez esto,
Lasserre presenta a Estrabón como un autor en el que la exactitud y lo esencial preside su tarea ·
como historiador. Orgulloso de Roma, su filosofía histórica y política estarán en íntima conexión y
legitimada por su ideario moral, que le lleva a la crítica de la barbarie. Ideario imbuido en el
estoicismo favorable a todo lo que era civilización, ya que ello..,implica hermandad y ésta universalidad. Los bárbaros se oponen a Roma y con ello ponen en peligro uno de los logros del Imperio como
era el haber creado lazos que antes no existían y enseñando a pueblos salvajes la vida en sociedad (11 ,
5.26). Su ideal moral lo utilizará como el motor que dinamiza sus escritos donde siempre estará
presente' el éthos que prevalece sobre el pathos; el primero en íntima conexión con la idea de
civilización, el segundo con el de barbarie.
El segundo artículo es el concerniente a E. Ch. L. Van der Vliet. Un análisis extenso y condensado de la etnografía de Estrabón y la estructuración exquisita de su estudio lo caracterizan. Nos
introduce en su trabajo pormenorizando la mentalidad tradicional sobre los bárbaros, vislumbrada
en la historiografía anterior; ésta, que a veces sirvió de legitimación del imperialismo romano y de
la esclavitud de pueblos ajenos a su cultura. Para el autor la ideología de Estrabón estará en dependencia con sus fuentes, en gran medida helenísticas y griegas, aunque la ambigüedad presida generalmente sus concepciones. Así, la evolución de la humanidad es explicada por él siguendo a Platón,
189
RECENSIONES
sin precisar su ideario que se vislumbra seguidor de las escuelas peripatéticas. De inspiración poseidoniana es el interés de Estrabón por las doctrinas deterministas como factor explicativo del desarrollo de la humanidad. Poseidonio y sus directrices especulativas son tomadas por él como base de
su juicio de valores sobre la diversidad cultural de los pueblos extranjeros. Seguidamente el autor
analiza sus concepciones sobre la causalidad de la estratificación cultural y de la virtuosidad de las
colectividades humanas. Estrabón, teniendo como referencia a Grecia y a Roma realiza un análisis
comparativo, obteniendo una jerarquización de las civilizaciones en niveles culturales. Existe pues
una oposición civilización-barbarie en él. Ello lleva a Van der Vliet a matizar las concepciones
estrabonianas del mundo civilizado. Queda patente una implícita cohabitación político-etnográfica
al respecto con una hegemonía del mundo civilizado en dos claros exponentes: su superior organización política y su sociedad. El modelo para él, será Roma, que se conceptúa como foco principal de
su obra.
La tercera aportación corresponde a P. Janni. En su breve análisis hace referencia a la dificultad
que se le presenta a un investigador a la hora de traducir un texto antiguo. En ello entra en juego
su subjetividad, la aplicación más o fnenos exacta en su idioma natal de lo plasmado en el escrito
antiguo y su grado de conocimiento de la lengua; máximo en una obra como la de Estrabón que
califica de recopiladora. El autor no se queda en lo meramente especulativo y teórico, para ello,
compara diversas acepciones y datos entresacados de las traducciones que de la Geografía hicieron
F. Lasserre y H. L. Jones. Buenas traducciones ambas a decir del autor, pero que si se comparan
algunos términos griegos traducidos a uno u otro idioma, pueden vislumbrarse significados si bien
no dispares si necesitados de ciertas apreciaciones para ajustarlos. Postula en suma P. Janni. por.
imbuirse en la cultura de la que nace el texto para conocerla hasta la saciedad y con este análisis y
conocimiento arremeter tan difícil tarea como es traducir un texto.
R. Nicolai nos introduce con su artículo en el ecuador del presente volumen. Comienza insertando la descripción que Estrabón realiza de la zona de Asia comprendida entre el Tanais, la Meotide
y el mar Caspio. Seguidamente expone las causas por las que se detiene en este fragmento , las
controversias que ha provocado así como su utilidad para una aproximación a problemas de método
sobre Estrabón y su conocimiento etnológico-geográfico de las zonas colindantes con los márgenes
del oikoumene. Centra su estudio en los adverbios 'ÚUül y ÚVül1:Épül, en conexión con ellos,
afront:a la cuestión terminológica que le lleva a situar a aorsos y siracos. Ello le conduce a una doble
interpretación y utilidad: como sistema de localización relativa, teniendo un punto de referencia y
con 16 que él denomina uso espacial en el que los adverbios tendrán un valor normal (alto, basso)
que difiere del propiamente geográfico (lontano, vicino). Antes de ello el autor, se ha detenido en
analizar las diferentes formas de traducirlos en particular, las debidas a K. Kretschmer, M. Mello,
F. Castagnoli y F. Lasserre. Los resultados obtenidos, los aplica al texto del autor griego para
obtener la localización de los pueblos antes citados. La ubicación propuesta es en los límites del
oikollmene. al otro lado del Tanais, en una zona ignorada. Para describirla, Estrabón lo único que
aportará serán hipótesis pues como dice Nicolai las fuentes se nos manifiestan mudas o poco fiables
al hablarnos de la zona comprendida tras la Meotide, el Don y el Cáucaso. A continuación el autor
enumera los problemas que encontramos al analizar el conocimiento etnográfico antiguo relati vo a
pueblos situados al margen del oikolllnene. Finaliza estudiando las fuentes sobre estos pueblos. sus
discrepancias con Estrabón y el significado de su localización en el contexto de la obra así como sus
afinidades cartográficas.
.
A. M. Biraschi con su artículo nos introduce en el estudio de los Prolegómenos y su significado
en la Geografía de Estrabón. Comienza analizando los dos primeros libros, reclamando la autora su
plena validez de presencia en el contexto de la obra. Aduce la necesidad de Estrabón de explicar la
problemática geográfica para dar un sentido a las descripciones que siguen. En este contexto tendrá
total validez la defensa del «primer geógrafo» esto es, de Homero. Para ello Biraschi realiza un
amplio estudio de las motivaciones filosófico-culturales que sirven de base a Estrabón para la defensa del Poeta. Seguidamente estudia la filosofía en su conexión con la geografía y en particular la
estoica y de las escuelas peripatéticas. Su ideario para la autora está imbuido de un gran aporte
estoico (aunque con ciertos visos de originalidad) y de las experiencias científicas de Poseidonio. Es
en las doctrinas estoicas, donde lo universal y lo práctico predomina, donde tiene total vigencia la
obra de Homero, el poeta que dio a los griegos los conocimientos básicos, fundamento y directriz
de toda obra. De ahí la paternidad homérica de la geografía tanto para Poseidonio como para
Estrabón. Una vez realizada la defensa de Homero desde el ideario del autor griego, Biraschi hace
lo mismo desde la afinidad filosofía-poesía. El estoicismo, explica, fué la filosofía más favorable a
la poesía al tener conciencia de su papel en el saber del pasado y de la educación de la Grecia
antigua. Al ser la poesía para la stoa depositaria de la sabiduría arcaica, ella se convierte en primera
filosofía y ésta es una «introducción a la vida enseñando a aprender». Los griegos al tener a Homero
como fundamento de su paideia. ensalzaron el papel de su obra. Es así cómo la defensa de Homero
está unida al efecto educativo-formativo que hubo en su poesía. Finaliza la autora hablándonos del
epicúreo Filodemo y de su labor crítica y polémica contra las falsas defensas de Homero. Con ello
Filodemo, al criticar a los falsos defensores del Poeta, realza su papel.
190
RECENSIONES
•
G. Camassa dedica su artículo a tratar de explicar la existencia de topónimos o nombres similares a Alybes (mencionado por Estrabón XII , 3, 19,27) en distintas zonas del Mediterráneo. Después
de realizar un elogio del orden metodológico impuesto por · Estrabón en los pasajes en .los que
menciona este lugar, Camassa analiza las aportaciones filológicas que tratan de dar luz a este término ya mencionado por Homero pero silenciado en gran medida por las fuentes. Su análisis le lleva
a considerarlo como la forma griega de un nombre hitita ligado a yacimientos de plata, situado en
el Ponto y en relación con los chalybos, pueblos metalíferos asentados allí. Seguidamente analiza
nombres o topónimos similares en otros lugares de la cuenca mediterránea. Los encuentra en Temesa, rica en cobre, cuyo héroe lleva por nombre Abylas; en Iberia (Tartessos y Galicia poseen un
topónimo y un río con un nombre similar) rica en cobre y plata y en Tracia, poseedora de hierro.
Al mismo tiempo en todas estas zonas se dan precolonizaciones micénicas o postmicénicas con la
excepción de Tracia que no es tal por sus vínculos étnicos-culturales con Asia Menor y el mundo
micénico. Estas similitudes le llevan a concluir que bajo estos términos se trataba de indicar la
presenéia de yacimientos o regiones metalíferas. Es así como el pasaje de Estrabón se convierte en
un ejemplo de geografía histórica.
.
El último artículo corresponde a F. Prontera. Aunque su labor en esta aportación va dirigida más
a la organización y recuperación de material que a la originalidad a decir de su autor, lo cierto es
que la humildad ha caracterizado su afirmación. Si su análisis del material es exhaustivo tanto en
el campo filológico como en el de las fuentes, la estructuración que realiza de su estudio no
desmerece al conjunto de su obra y sus planteamientos sobre la evolución del pensamiento y del
quehacer geográfico y cartográfico se insertan en ella como colofón a un magnífico trabajo. El autor
comienza por tratar de vislumbrar la autonomía de la geografía como género literario o el puesto
ocupado por ella en la obra histórica. Para tal fin dirige su atención hacia la Historia Universal y la
Geografía descriptiva del oikoumene. Los datos obtenidos patentizan cómo esta geografía es la
correspondencia espacial de la Historia Universal y por tant!) género familiar a los historiadores. La
geografía científia por el contrario, sólo tendrá un puesto en hombres de alta calidad intelectual. Le
resta al autor determinar el lugar ocupado por la geografía en la literatura en general y en la obra
histórica en particular. Eforo fue el primer teorizante sobre la diversidad de géneros en la arquitectura de la obra li teraria. Con ello la geografía comienza a considerarse por sus características particulares como ciencia. Pero es con Estrabón a decir de Prontera cuando la geografía es concebida
como género autónomo como lo patentiza sus Prolegómenos. El realizará en ellos una intensa labor
individualizadora y codificadora de temas y géneros que no tendrá éxito entre sus seguidores, como
lo denota el estudio de su causalidad posicional con respecto al problema. A continuación Prontera,"
se detiene en lo externo de la praxis literaria de la geografía del oikoumene así como en el análisis
de la unión y articulación de sus partes dentro del contexto dedicando una parte de su estudio a
hablarnos del porqué del Periplo. Ello conlleva tener que solucionar el problema de la disposición·
de estas partes, cuestión que le introduce en la cartografía. Alude a su nacimiento y a los primeros:
en utilizarla, así como a las dificultades habidas en su introducción hasta el momento en que mapa
v• texto son obras conexas .
Como conclusión general diremos que estos siete artículos son testimonios de un profundo
estudio de la obra de Estrabón cuya utilidad para los analistas de la geografía de la antigüedad no
dudamos será de gran utilidad.
JOSÉ LUIS RIESTRA
.~ c[as
del l .· Symposillm de Arqlleologia Soriana. Soria. Diputación Provincial. 1984. 568 págs.
"7
Muchas son las Provincias y Comunidades Autónomas que últimamente vienen celebrando
Reuniones Científicas referidas a su particular ámbito geográfico-cultural. Una de ellas fue el 1.Symposium de Arqueología Soriana, celebrado durante los días 9 al 11 de diciembre de 1982.
Articulado en tres Ponencias, Prehistoria y Protohistoria, encargadas, respectivamente a Alfredo
Jimeno y Fernando Romero, Arqueología Clásica, a cargo de José Luis Argente y Arqueología
Medieval , realizada por Juan Zozaya, el Symposium cuenta además con una serie de comunicaciones a cada una de las mismas. Como sería tedioso entrar en detalle en el análisis de cada una de las
aportaciones presentadas, me limitaré a dar un rápido repaso a alguno de los aspectos que más me
han llamado la atención.
Dentro de la primera Ponencia y, concretamente, en el estado de la cuestión sobre la Edad del
Hierro en la provincia, del Prof. Romero, no deja de sorprenderme el planteamiento que sigue
\·igente para explicar la introducción de la Segunda Edad del Hierro; se habla de cambios hacia el
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RECENSIONES
400 a. c., producidos por las «primeras gentes celtibéricas» (p. 81), a los que se denomina «protoarévacos» (p. 82). Parece que se nos quiere dar a entender que existe una «emigración» o «inva··
sión» (aunque no se apliquen nunca estas palabras pero tampoco se define claramente de qué
fenómeno se trata). Realmente, ¿qué sucede? Hay, indudablemente, un cambio de actividad económica (p. 82) y un cambio en los materiales arqueológicos. Pero el arqueólogo debería tratar de
interpretar sus datos sin acudir en demasía a forasteros. Dada la época en la que, según parece, el
proceso de trasformación ha concluido (hacia el 300 a.c.), ¿no sería más fácil pensar que lo que se
ha producido es una transformación socio-económica, instigada probablemente desde el Valle del
Ebro, donde ya desde el siglo V se está produciendo la «iberizacióm>'! La aculturaclón que se
produce en el Valle del Ebro no produce un cambio de población (A. Beltrán, Ampurias, 38-40,
1976-78, p. 208) y es probable que tampoco en la región soriana. Por ello, no comparto la denominación de «protoarévacos» (ni la de «protovacceos»). Probablemente, no hay apenas cambios de
población significativos desde los inicios de la Edad de Hierro, y quizá entonces tampoco sean tan
numerosos como se piensa. En este sentido, es interesante la comunicación del Prof. Ruiz Zapatero,
que plantea la posibilidad (o la realidad efectiva), de una continuidad de poblamiento entre el
Bronce Fina'l y el primer Hierro (p. 180) lo cual, por otra parte, es algo perfectamente lógico. Que
Cogotas I como «cultura» se halle desintegrada, no quiere decir que los portadores de la misma
hayan desaparecido de la faz de la Meseta Norte. De ahí el peligro de dar más atención a las
cerámicas que a las personas que las hicieron y que, perfectamente podían hacer otras distintas al
día siguiente (si aprendían cómo y manteniendo más o menos visibles, algunos rasgos peculiares).
El intercambio de influencias culturales queda claro si tenemos presente la casa circular del Castro
de Zarranzano, publicada por el Prof. Romero, que se sitúa en los últimos momentos de la primera
Edad del Hierro (p. 197) y, como se sabe, este tipo de planta es típico del horizonte del Soto de
Medinilla (fases I y 11), en el centro-este de la Meseta Norte (p. 195).
En la sección de Arqueología Clásica y junto con la amplia panorámica de las excavaciones de
Tiermes por J. L. Argente, hay algunas comunicaciones interesantes. Puede destacarse la del Prof.
Espinosa acerca de la integración jurídica de las ciudades de arévacos y pelendones en el Alto
Imperio de la que, aunque comparto sus puntos de vista, me gustaría precisar que no estoy totalmente de acuerdo con que vinculaciones «étnico-tribales» de «arévacos» o «pelendones» pierdan su
significado (p. 318). Precisamente el ejemplo que el autor aporta, el de Ptolomeo, que aun las
emplea en el siglo 11 d.C., debería ponemos en guardia fr.:nte a un concepto quizá demasiado
globalizador de esa integración, acaso no tan extendida a todos los núcleos de población del territorio, como pudiera pensarse por el hecho de estarlo los principales. La comunicación del Prof. Balil,
por su parte, sobre la estatua de Saturno de la Villa de los Quintanares, pone d::, relieve la existencia
de asentamientos rurales de alto nivel en la región, y ya en época alto-imperial (p. 332).
Tras una serie de comunicaciones dedicadas a problemas concretos (Ierra sigillata, Uxama,
Tiermes, mosaicos), la del Dr. Caballero nos presenta un amplio estado de la cuestión de la arqueología tardorromana y visigoda en la provincia, que todos agradecemos, y en el que yo sólo querría
hacer dos puntualizaciones. En su relación. no queda ya clara la interpretación a dar a las «necrópolis del Duero» tras rechazarse su insostenible carácter de limitanei, y no haberse elaborado otrl';
teoría precisa que las explique (p. 442) (a este respecto puede verse un artículo mío en Rerisla de
Guimariies, 93, 1983, pp. 101-132). En la cuestión del asentamiento visigodo aplica la teoría tradicional del asentamiento' popular frente al asentamiento nobiliario, interpretando bajo la misma el
material de tipo visigodo que allí aparece. Recientemente, yo he reaccionado contra esa vieja teoría,
y la indudable «superposición» de la zona de las «necrópolis visigodas» y de la «sub-cultura del
Duero», así como la evidente perduración de elementos d~ ésta en los siglos VI y VII (p. 443-444)
debe ser tenida en cuenta en un análisis histórico serio de la problemática.
Por último, la sección de Arqueología Medi'eval quizá resulte demasiado corta y circunscrita a
temas muy específicos y localizados si exceptuamos la Ponencia del Sr. Zozaya que da un rápido
repaso a la situación de la Arqueología Islámica en esa excéntrica región de Al-Andalus.
En suma, unas actas variadas a las que el estudioso de los temas sorianos en particular, y
meseteños en general, deberá acudir de ahora en adelante. Simplemente lamentamos, ya para concluir, la gran profusión de erratas tipográficas a lo largo de todo el volumen que, sin duda, podríarl
haber sido subsanadas fácilmente.
J. DOMINGUEZ MONEDERO
Universidad Autónoma de Madrid
ADOLFO
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