Papa abre la puerta de casa
Transcripción
Papa abre la puerta de casa
PAPÁ… Ese ser maravillosos que me coge en sus fuertes brazos, me acuna cuando lloro, me protege de todo lo que pueda ser malo para mí, papá que juega conmigo cuando llega de trabajar, y me ayuda a hacer mis deberes escolares, el que me lleva al parque zoológico y a la playa en verano sin olvidarse de ponerme crema protectora para que no me queme… Mi papá ha firmado conmigo una hipoteca de amor por el resto de sus días, con el compromiso de amarme y atenderme a la vez que me educa para hacer de mi una persona digna. Esa figura paterna que muchos hemos tenido la suerte de vivir no es siempre igual para todos los niños. Hay muchos otros sentimientos que un progenitor puede provocar en sus hijos: Mi padre abre la puerta de la casa… Cuando escucho la llave en la cerradura me estremezco. ¿Cómo llegará hoy, vendrá bebido?, ¿se habrá enfadado por algo con mamá cuando yo estaba en el colegio? El portazo que le ha dado a la puerta y sus gritos llegan paralelos. Está enfadado, tira las llaves sobre la mesa con rabia, mi madre está inquieta, su cuerpo tenso, intenta demostrar naturalidad pero yo sé que tiene miedo. Aún se le nota el moratón que tiene en el brazo y cuando ríe – que son pocas las veces que lo hace-, asoma un vacío en su boca del último puñetazo que le dio una noche, de las muchas que paga con ella su rabia. Mi padre se sienta ante el televisor después de haber abierto una cerveza, y gritando, insta a mi madre a que le sirva la comida. Acción que mi madre cumple a la mayor brevedad. ¡Inútil, desgraciada!, esta sopa está tibia, no sabes hacer nada!! Mi mamá, intenta justificar el porqué. No hay butano en casa. Él no escucha, intenta tirarle el plato a la cabeza, mamá se escabulle, se cierra en el baño. Yo estoy llorando, tengo miedo, mucho miedo. Cuando mamá se esconde él viene a por mí, pegándome para que ella al oír mis gritos, salga de donde está para protegerme. Me he hecho pipi encima, el miedo no me deja controlar mi vejiga. Estoy escribiendo una carta a mi padre Papá…Cuando vuelvas esta noche a casa, la encontrarás vacía. Han venido unos señores de la Generalitat Valenciana, de la Consellería de Bienestar Social, que alertados por los vecinos, nos han llevado a una casa donde unas personas muy amables, nos han acogido. Con la prisa no llevamos nada de ropa, ellos nos han dicho que no nos preocupemos, ellos nos la proporcionarán. También han dicho que mañana me llevarán al colegio, con una mochila cargada de los materiales necesarios para mi curso escolar. Hay otros niños allí, son más o menos de mi edad; parecen contentos, juegan con un señor al que no le tienen miedo, dicen que es un “tío muy guay”, que les lleva al colegio, les acompaña al médico cuando lo necesitan ellos o sus mamás, -porque todos los niños de esta casa viven con sus mamás-, también a ellas, las ayuda por las mañanas para que den el desayuno a los niños antes de ir al colegio… Una señora joven me ha recibido y me ha preguntado cosas, es muy amable, tiene unos ojos cargados de amor y su sonrisa es preciosa. Los otros chavales me han dicho que gracias a ella, están más contentos; su trabajo tiene un nombre raro: ”psicóloga”. Yo no sé lo que es eso, pero ella me gusta; bueno, me gustan todos los trabajadores de la casa, ¡son tan cariñosos con nosotros!. Mamá al principio estaba cohibida, tantas personas juntas y amables la tenían sorprendida. Le han mostrado nuestra habitación, es muy grande, limpia, con cuarto de baño y con ventana que da a un jardín bonito. Oigo ruido de pájaros en uno de los árboles. Está será nuestra casa durante un tiempo. Aquí nos cuidarán y protegerán; a mamá, también la llevarán a una escuela de mayores. Para que aprenda un oficio y que cuando salgamos de aquí pueda aspirar a encontrar un trabajo que nos permita vivir. Claro que antes, habremos de sanar nuestras heridas, las de fuera y las de dentro. Yo no sabía que también tengo heridas por dentro, la señora de los ojos cargados de amor, me ha dicho que en muy poco tiempo, ya no me haré el pipi encima, -tal vez eso sea una herida de dentro-. Hemos cenado todos juntos, yo en una mesa de niños y mamá con las otras mamás y con las educadoras sociales- estoy aprendiendo palabras nuevas: - educadoras sociales-; nos han dado una sopa muy buena y luego pescado rebozado con patatas fritas y de postre natillas. Sé que estarás muy sólo papá, pero nosotros esta noche, no tendremos miedo. Nuestra habitación está calentita, nos espera la cama, ha sido un día muy intenso. No puedo decirte donde estamos viviendo, es por seguridad. Pero… sé que es uno de los centros que Emaús tiene diseminados por la C.V. y Murcia para atender a personas parecidas a nosotros. Emaús, que es la designada por Bienestar Social para cuidarnos y protegernos en sus programas de ayuda para personas víctimas de violencia doméstica. ¡Cuántas palabras nuevas para mí!. Tengo sueño papá, Adiós. Más información: www.emausong.es