Los alacranes republicanos - Bibliotecas Virtuales de México
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Los alacranes republicanos Historia de La Reforma, La Intervención Francesa y el Segundo Imperio en el estado de Durango Antonio Avitia Hernández México, 2015 1 2 Introducción En el transcurso de la segunda década del siglo XXI, conceptos como: Estado nacional, soberanía, ciudadanía, laicismo, separación de Iglesia y Estado, eliminación de títulos nobiliarios, eliminación de fueros, sistema de propiedad individual, república, imperio, gobierno civil, registro civil, federalismo, sentido de pertenencia nacional, división de poderes, libertad de culto, educación gratuita, derechos del hombre, entre otros, pueden parecer perogrulladas. Sin embargo, en estos momentos, en el año de 2015, algunos de ellos, en el contexto del neoliberalismo y la globalización, sobre todo el concepto de soberanía nacional, se ven cuestionados y modificados, merced a las reformas constitucionales estructurales, promovidas por los gobiernos de los últimos treinta años. La importancia del periodo histórico de La Reforma, la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, que abarca los años de 1854 a 1867, en el contexto de la creación de los Estados nacionales y la independencias de los países de América Latina, así como la definición del mapa transnacional que dividía al mundo en los bloques coloniales europeo y americano, es en el sentido de la definición de las formas de vivir de la gente americana y mexicana; ya no como personas colonializadas por España como novohispanos, ni tampoco como súbditos de los fallidos intentos de instaurar gobiernos imperiales, sino del establecimiento del sistema en el que, al menos en el papel, los ciudadanos podían ser los forjadores de su propio destino. Los cambios generados durante ese periodo tuvieron su impacto en el actual estado de Durango, en todos los momentos del periodo que nos ocupa. El tema había sido trabajado solo de manera parcial y con poca profundidad, a pesar de que tiene momentos verdaderamente apasionantes para cualquiera que se dedique a la narrativa histórica del estado de Durango. Por lo anterior, durante años, sin apoyo cual ninguno de institución o persona, de manera colateral con otras labores acumulé materiales y fuentes sobre el asunto, mismo que, ya trabajado como texto historiográfico, ahora se presenta en opciones diversas de publicación, 3 destacándose la de la red virtual, abierto a quien lo quiera revisar, reenviar, editar y / o reproducir, sin costo alguno. El capítulo I.- El nacimiento del estado de Durango. Tiempos de invasiones, bandidos, apaches, masones y rebeliones; versa sobre los primeros treinta años del Durango independiente, periodo en el que la parte novohispana de la Nueva Vizcaya de la entidad se transformó en el estado de Durango, aparte de sus cambios de división política así como de su forma mapográfica exterior e interior. La lucha constante contra los apaches y comanches, la conformación y enfrentamientos de los dos principales grupos antagónicos de liberales y conservadores y su seguimiento de las líneas del liderazgo nacional en sus respectivos casos. Las acciones de bandidos del orden común. La Invasión estadounidense y las iniciales limitaciones en la relación entre la Iglesia Católica y los gobiernos estatales. La transformación paulatina de los neovizcaínos en durangueños ponía en duda las alternativas entre continuar siendo súbditos o conformarse como nuevos ciudadanos. Esa sería la siguiente parte de la lucha de reacomodo de intereses e ideas de los nuevos durangueños. En el apartado II.- La instauración de la República Liberal en Durango, se relatan los pormenores de la Revolución contra el dictador Antonio López de Santa Anna. Se da cuenta de las diferencias entre las ideologías y proyectos conservador y liberal. Los principales elementos de la Constitución de 1857 y la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años en la entidad, con sus capítulos particulares de los bandidos Tulises y los intentos de segregación de algunos municipios durangueños por parte de las en entidades norteñas de Coahuila y Nuevo León, al tiempo que se hace la reseña del paso de los trece gobernadores que, en el lapso de 1855 a 1861, ocuparon el ejecutivo estatal durangueño. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Grande, que es el apartado III, refiere los pormenores de las acciones de las tropas de la Guardia Nacional durangueña en la defensa patriótica, en los estados de Veracruz, Tlaxcala y Puebla, ante la invasión de las tropas francesas al territorio patrio. Destaca la actuación del cuerpo de Los Lanceros de Durango a los que, en la Batalla de San Pablo del Monte, les fue arrebatado un estandarte que aún hoy es el más importante emblema 4 y trofeo de guerra de un cuerpo argelino del Ejército de ocupación francés. Por su extraño ritualismo militar colonialista vigente, el estandarte en cuestión adorna la portada y carátula de este trabajo. También sobresalió la actuación de la Infantería que dirigió el general José María Patoni, en la defensa del sitio de Puebla en 1863. En la cuarta parte; Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Chica, se narra la llegada de las tropas francesas de ocupación al estado y a la ciudad de Durango, la bienvenida que los conservadores imperialistas locales le hicieron a la oficialidad invasora, las diversas acciones del Gobierno Imperial y la instauración de la administración burocrática del Segundo Imperio en Durango. También se da cuenta de las diversas acciones de guerra que se suscitaron en el estado de Durango, sobre todo en el año de 1864 y se destaca la importante de La Batalla de Majoma, en la que la derrota de los republicanos puso en camino franco hacia el norte del país a las tropas imperialistas. Dada la importancia que, para los invasores, tenía el avance contra el Gobierno Republicano, se logró localizar una buena cantidad de imágenes fotográficas, grabados, tarjetas postales y demás tomadas por los invasores. El capítulo V. El desierto y la República perseguida, versa sobre el paso del gabinete republicano por el territorio del noreste durangueño y sus vicisitudes en medio del desierto, mientras se decidía la suerte bélica de la Batalla de Majoma, su huida constante de sus persecutores del Ejército Francés, los dramáticos momentos del Grito de Independencia y el desfile del 16 de septiembre de 1864, en el municipio de Cuencamé, así como el decisivo momento del motín de la guardia juarista, en la hacienda de La Zarca, como prueba de la persistencia y voluntad férrea republicana del liderazgo juarista. La sexta parte: Los zuavos de Castagny contra los partisanos republicanos, se refiere a las acciones militares y de gobierno civil de los súbditos y las tropas de ocupación del Imperio Mexicano, contra los partisanos y resistentes republicanos en el estado de Durango, transformado en dos departamentos; de Nazas y Durango, a partir de noviembre de 1864 y hasta noviembre de 1866 cuando los efectivos franceses abandonaron la Perla del Guadiana, dejando la plaza en manos de los 5 monarquistas nacionales mismas que, ante el avance inexorable de los republicanos, también optaron también por dejar el lugar a las fuerzas nacionalistas. En el capítulo se hace la relación de las conductas de los plutócratas en defensa de sus propios intereses y propiedades ante las acciones del Gobierno Imperial, la guerra de resistencia de los partisanos, así como las consejas generadas por la Intervención Francesa en la entidad, de la misma manera se incluyen los relatos sobre la expedición científica que acompañó a la Intervención y sus investigaciones sobre el Observatorio Solar de El Zape, así como el fallido colaboracionismo del sabio durangueño José Fernando Ramírez. En la séptima parte: El retorno del águila republicana, se da cuenta del fin del Gobierno Imperial y la restauración de la República con sus consecuentes acciones en contra de los colaboracionistas y las historias colaterales del periodista durangueño Francisco Zarco, El Benemérito de la Patria, y la descuadrada guerra agrarista indígena antiliberal, pero no conservadora, de los guerreros: coras, huicholes, tepehuanes y mexicaneros que, desde la Reforma hasta después del triunfo de la República siguieron al incómodo líder Manuel Lozada. La vida en México, y en el estado de Durango en específico, en lo que a relación entre gobierno y sociedad civil se refiere, no se entendería como ha sucedido en los últimos 150 años, con sus altibajos, sin los cambios suscitados merced al periodo histórico republicano. A pesar de los cambios neoliberales, algunos de los conceptos republicanos no han perdido vigencia y siguen siendo parte importante de la vida cotidiana de los ciudadanos que, sin reflexionar en el origen histórico de su calidad ciudadana, dan por hecho su situación y no se cuestionan su vida como tales, al tiempo que paulatinamente intentan ejercer y exigir sus derechos humanos, ante los diversos poderes fácticos que intentan conculcarlos. 6 I. El nacimiento del estado de Durango. Tiempos de invasiones, bandidos, apaches, masones y rebeliones La independencia criolla En la década de los 1810’s, como respuesta a las acciones de los diversos grupos independentistas, el Clero, los peninsulares y los criollos del centro novohispano, ante la juramentación de la Constitución de Cádiz, en España, en un intento por evitar la influencia de la nueva ley en la Nueva España, cooperaron con su mejor esfuerzo para acabar con la causa de la Independencia mestiza e indígena, apoyando económicamente al Ejército Realista del virrey Félix María Calleja. En 1820, en un intento de mantener aislada la Intendencia de Durango, de la Guerra Insurgente, protagonizada por el recién formado Ejército Trigarante independentista. Los monarquistas neovizcaínos proyectaban segregar a las Provincias Occidentales del Virreinato, para mantenerlas bajo el dominio de la Corona Española. Así, la ciudad de Durango se transformó en el refugio de las tropas realistas de las intendencias que habían caído en manos del Ejército Trigarante independentista. De hecho, la Nueva Vizcaya fue el último reducto provincial de la Nueva España en adherirse al independentista Plan de Iguala. De esta manera, en tanto sede del Obispado, de la Intendencia de la Nueva Vizcaya y asiento de la Comandancia de las Provincias Internas de Occidente, Durango era un preciado baluarte político, espiritual y militar de la Colonia, hasta el 4 de julio de 1821 cuando, a sangre y fuego, las tropas insurgentes del general Pedro Celestino Negrete pusieron sitio a la ciudad de Durango y el 30 de agosto, al finalizar el sitio, se aseguraba una independencia criolla de la América Septentrional, que defendería los intereses del Clero y de los terratenientes neovizcaínos, desvinculada de mestizos e indígenas. 7 De acuerdo con Plan de Iguala, el 9 de septiembre de 1821, el Ayuntamiento y la Diputación Provincial juraron la independencia de ese nuevo país, que aún no alcanzaba a tener nombre propio. El efímero Primer Imperio Mexicano La instauración del Primer Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide en 1822, prometía la conservación de las canonjías y privilegios de la Iglesia, el ejército y los tradicionalistas quienes, de inmediato, apoyaron el proyecto gubernamental de la Corona Mexicana. Con el Imperio de Iturbide, una nueva división política fraccionó al territorio de la Nueva Vizcaya en las provincias de Durango y Chihuahua. No pasó mucho tiempo antes de que se iniciara una larga sucesión de sublevaciones, rebeliones, asonadas y cuartelazos. En medio de una constante inestabilidad política, el 6 de mayo de 1823, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Durango y el grueso de los elementos de la guarnición militar se adhirieron al Plan de Casa Mata, promovido por el general Antonio López de Santa Anna, contra el emperador Agustín de Iturbide. A corto plazo, la insurrección acabaría con el primer gobierno del México independiente. La naciente República Con la caída del Primer Imperio Mexicano, luego de un breve gobierno de triunvirato, se dio paso a la instauración de la República Mexicana, y Durango se transformó jurídicamente en un estado libre e independiente desde el 22 de mayo de 1824. Esta personalidad jurídica se ratificó al promulgarse la Constitución de 1824. Es en este momento cuando emergen los grupos políticos integrados a las llamadas logias o partidos, cuya respuesta ideológica obedecía a su pertenencia a las facciones federalistas y centralistas, antecedentes inmediatos de liberales y conservadores. En esta circunstancia y bajo juramento, el primer día de septiembre de 1825 se estrenaba la primera Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Durango; presentada: En nombre de Dios Todopoderoso, Autor del Universo y Supremo Legislador de las Sociedades. En su texto, la constitución durangueña reconocía a 8 la católica como religión única, perpetua y excluyente para los durangueños. Mantenía los fueros del Clero y el Ejército y, desconociendo el credo indígena, otorgaba la propiedad individual de la tierra a los pueblos de indios. Después del rompimiento de la dominación de la Corona Española, la Iglesia no aceptó cambiar su régimen económico, ni tampoco que fueran limitadas sus facultades y sus capacidades con respecto a los momentos fundamentales de la vida de los hombres: el nacimiento, el matrimonio y la muerte. De la misma manera, estableciendo exclusividad de conciencia, los jerarcas de la grey católica no estuvieron de acuerdo en que pudiera permitirse otra religión en el país, que no fuera la Católica Apostólica y Romana. Dando inicio a los intentos de separación de la Iglesia y el Estado en la entidad, en noviembre de 1826, durante su periodo de gobierno, el señor Santiago Baca Ortiz, logró la promulgación de una ley, privando al Clero de su jurisdicción sobre diezmos y declarando que; únicamente al gobierno civil incumbía la provisión de piezas eclesiásticas. Baca Ortiz también presentó al Congreso Estatal una iniciativa de ley sobre la ocupación de capitales píos destinados a obras públicas y además reglamentó la inhumación de los clérigos, limitándola a los cementerios ordinarios, dejando atrás la costumbre de inhumar a los jerarcas de la Iglesia en el interior de los templos. Cuchas liberales y chirrines de conserva En 1827, según el censo del Gobierno del Estado, el territorio durangueño tiene 149,821 habitantes, de los cuales 556 son ministros religiosos regulares y seculares. Una pequeña parte de los durangueños, siguiendo la corriente de la época, se aglutinaron en dos organizaciones políticas, irreconciliables entre sí; la Logia Yorkina, que integró a liberales republicanos y a quienes sus antagónicos pusieron el apodo de cuchas; y la Logia Escocesa, en manos del Alto Clero, que estuvo conformada por conservadores centralistas y, a su vez, a estos, sus antagónicos les pusieron el mote de chirrines. El encono de la lucha de las logias y su peligrosidad, obligó al parlamento a decretar la disolución de las mismas, a partir del 25 de octubre de 1828. Por su parte la 9 Iglesia Católica, mediante la publicación de la bula Quo Graviora, del Papa León XII, el 13 de mayo de 1826, proscribió las sociedades masónicas, aunque estas siguieron existiendo. Cuchas y chirrines se enfrascaron en las luchas políticas que determinaba el centro del país y, por lo general, coincidían con el predominio de los correligionarios del gobierno del país, vinculándose, casi sincrónicamente, con las revueltas y pronunciamientos de la tercera, cuarta y quinta décadas del siglo XIX. Los casi 150,000 habitantes del estado no tenían más remedio que establecer vínculos entre las muy pocas familias regionales, ante las opciones demográficas tan limitadas del momento. Las cosas se estrechaban aún más, al pensar en la división de la población en clases sociales. De hecho, para las relaciones de pareja, no había mucho de dónde escoger. De las pugnas entre escoceses y yorquinos, sobresale el cuartelazo de marzo de 1827, durante el cual, al grito de: “¡Dios Libertad y Ley!”, los rebeldes masones escoceses ocuparon la ciudad de Durango, en un intento de limitar el poder de los masones yorquinos. Al final de la jornada, el 11 de abril, los yorquinos recuperaron el centro del poder estatal. Haciendo efectiva la independencia criolla, en 1827, los habitantes españoles radicados en la otrora Nueva Vizcaya fueron expulsados del país y esta situación provocó la especulación económica, sobre todo en lo referente a bienes raíces, al ponerse en oferta las propiedades que pertenecían a los peninsulares expulsados. En marzo de 1830, con la ascensión de los centralistas al poder, los escoceses chirrines retribuyeron los capitales eclesiásticos que, los yorquinos cuchas, durante su estadía en el poder, habían enajenado. En medio de las pugnas políticas de cuchas y chirrines, las incursiones de apaches, comanches y bandoleros se presentaban como conflicto irresoluble y constante en la entidad, sobre todo en los lugares más alejados de los centros de población del estado. El clero definido 10 La reacción eclesiástica, ante la independencia de México, fue de negación del reconocimiento de la misma y el Vaticano suspendió la designación de obispos hasta 1831, por lo cual, la de Durango, entre otras diócesis, sólo recibieron nuevos obispos hasta la reanudación diocesana. Antonio Zubiría y Escalante fue el elegido para llevar la mitra del Guadiana y, fiel a su tradicionalismo, catolicismo y conservadurismo, Zubiría se enfrentó a los liberales y sus hazañas le hicieron ganar el mote de El Obispo Santo. Por otra parte, las pugnas entre centralistas y federalistas y los cambios de límites estatales mueven los intereses territoriales de terratenientes y suscitan las invasiones armadas delos potentados del estado de Chihuahua al territorio de Durango. En la ocasión, los durangueños vencen a los chihuahuenses hasta que los exaltados federalistas de Chihuahua calman sus ánimos. En 1834, la Iglesia duranguense contaba con un Seminario Conciliar y una escuela lancasteriana, ambos centros educativos con relativo éxito de matrícula. De hecho, el Seminario, en esos años, fue una de las instituciones educativas más importantes del norte de México, con un menú de carreras que incluía Gramática latina, Filosofía, Teología y Jurisprudencia civil y canónica. Interviniendo en el Gobierno Eclesiástico, el 16 de abril de 1834, el presidente Valentín Gómez Farías decretó la secularización de todas las misiones de la República, las cuales se transformarían en curatos, cuyas jurisdicciones serían demarcadas por los gobernadores de las entidades respectivas. En el estira y afloja militarista, el 3 de noviembre de 1834, los liberales federalistas sofocaron otra rebelión conservadora más y, en abril de 1835, con el pronunciamiento del Plan de Cuernavaca, se reiniciaron las hostilidades. En medio de la zozobra, de manera incipiente, la industria textil y el comercio intentan su reactivación y en 1835, se inició formalmente la explotación de los recursos madereros del estado. Durango Centralista El advenimiento de la Primera República Central elevó a los conservadores al poder y estos, de inmediato, promulgaron la Constitución Centralista, también conocida 11 como Las Siete Leyes. Sin tardanza, los conservadores reorganizaron la administración pública y transformaron de nuevo la división política del país. Así, los fragmentos llamados entidades federativas se transformarían en departamentos. El gobierno de La República Central, junto con sus aliados eclesiásticos y militares, sufrió de gran inestabilidad y burocratismo, por lo que sus enemigos, liberales federalistas, no tardaron en realizar sus pronunciamientos correspondientes. Mientras la Iglesia se mantenía como el principal factor financiero de la época, las hipotecas, los bienes improductivos y los endeudamientos de la sagrada institución menguaban la capacidad de acción de los capitales locales. Según Fernando Ramírez, refiriéndose al periodo: “En Durango hay muy pocos grandes capitales, y aunque es numerosa la clase medianamente acomodada, la casi totalidad de los testadores dejan herederos legítimos.” La guerra entre federalistas y centralistas, en la ciudad de Durango, se prolongó hasta octubre de 1841 y como era de esperar, quienes ganaron la acción se alinearon a los designios del gobierno central de Anastasio Bustamante y Antonio López de Santa Anna, dando paso a la Segunda República Federalista. De acuerdo a sus propios intereses y grupos, cada gobierno expide decretos y enmiendas que favorecen o agreden al poder eclesiástico. Así, en el momento de la Invasión Estadounidense, el comportamiento de la Iglesia fue de indiferencia a los planes de defensa del territorio nacional, al negarse a aportar parte de sus bienes para el financiamiento de la guerra. Los estadounidenses, durante su invasión a México, pisaron territorio durangueño, sólo de ladito, en la región de Mapimí, y siguieron de largo hacia el estado de Coahuila, mientras que, en la capital del estado de Durango, el gobierno conformaba los batallones de voluntarios patriotas de la Guardia Nacional, que serían destinados a detener el avance de los invasores. Sin embargo, a los 162,418 duranguenses que había en 1846, más que el drama de la Invasión Estadounidense, les preocupaban las incursiones de indios del sur de los Estados Unidos, por lo cual el Gobierno y el Congreso del Estado de Durango, en peregrinación solemne, se encomendaron a San Francisco Javier, pidiéndole su sagrada protección, ante los ataques de las etnias guerreras seminómadas. 12 Contraria a los decretos oficiales del gobierno del país, para la defensa del territorio nacional por la Invasión Estadounidense, la Iglesia prohibía a los durangueños adquirir sus bienes, mientras que de la cuota de 1,000 hombres que el Gobierno Central había solicitado al estado de Durango, para engrosar las líneas de defensa nacional contra los estadounidenses, el gobierno estatal enviaba solamente 300 efectivos de la Guardia Nacional1 y estos combatieron a los invasores yanquis en San Luis Potosí. A su retorno en el estado de Durango, los 300 durangueños de la Guardia Nacional fueron enviados a pelear contra los comanches y los apaches. De hecho, los únicos encuentros de fuerzas estatales contra los invasores estadounidenses se suscitaron, en mayo de 1847, en la Hacienda de Sacramento, perteneciente al municipio de Mapimí. En ese lugar, las fuerzas del general Antonio Heredia fueron derrotadas por los 1,000 de tropa invasora del Ejército Estadounidense. Una vez que la frontera de los Estados Unidos fue cambiada hacia el sur del Río Bravo, en el estado de Durango, los tradicionalistas promulgaron una nueva Constitución Política del Estado, en la que reafirmaban que, para los durangueños, el catolicismo era la religión obligada y a perpetuidad, de la misma manera, la Carta Magna retornaba los fueros eclesiásticos y cambiaba la división política estatal, en doce partidos, a partir del 9 de diciembre de 1847. En este contexto, estableciendo la diferencia de ámbito histórico con el centro del país, de acuerdo con María del Carmen Velázquez: “Si el cambio de soberanía hubiera convertido las tierras de guerra, en tierras de paz, quizá la colonización de la frontera norte hubiera prosperado como habían ansiado los españoles y querían los republicanos. Pero allá los indios seguían siendo motivo de intranquilidad y desasosiego, de pérdidas y muerte. La vida de frontera no cambió con la 1 Por Guardia Nacional se entiende al cuerpo equipado con armamento que existe, o se crea según las necesidades, en diversas naciones o entidades federativas, con determinadas atribuciones y facultades que varían según la región. En algunos casos, la Guardia Nacional constituye una organización de civiles armados que busca defender una causa o garantizar la seguridad en un cierto territorio. En el siglo XIX, la Guardia Nacional en Durango era convocada y organizada por los gobernantes, sobre todo para la defensa de la Patria o el combate a las aguerridas etnias seminómadas. Es de entender que la organización de la Guardia Nacional, entre los ciudadanos del estado, era necesaria, al no contar con los efectivos suficientes en el ejército profesional de la nación, para la defensa de la soberanía. Los reglamentos para la organización y la convocatoria de la Guardia Nacional están bien especificados en las Cartas Magnas y leyes secundarias que al respecto ha tenido el país. 13 independencia y para los mexicanos eran tierras incultas y peligrosas, donde sólo aquellas, relativamente pocas, de los españoles y misiones tenían algún atractivo.” Si bien el mestizaje seguía avanzando y el aculturamiento criollo progresaba, sin considerar la configuración poblacional del partido de Mezquital, Fernando Ramírez asentaba, a mediados del siglo XIX, que: “En la clasificación por razas, ha desaparecido enteramente la indígena, más no porque toda se haya destruido, como le ha sucedido generalmente, sino porque una gran parte ha quedado refundida en otras clases, perdiendo sus costumbres y aún el recuerdo de su idioma. Los pueblos del Tunal, Nayar y Bayacora, son los que presentan hondas huellas de la destrucción que ha perseguido a esa infortunada familia.” Con objetivos claros, en esta época, el Clero durangueño seguía pugnando por el control financiero y espiritual y sigue los pasos y golpes de sus aliados conservadores nacionales que apoyaron al general Antonio López de Santa Anna en la secuencia de los planes insurreccionales de Guadalajara y del Hospicio, fallando en sus pretensiones cuando retorna la Revolución Liberal, en 1854. La irreal separación de la Iglesia y el Estado, instancias unidas por el Real Patronato de la Colonia se operaba, en tanto que el nuevo Estado Mexicano no lograba asumir la sustitución de las funciones del Real Patronato.2 Si al principio de la vida independiente se adoptó como religión oficial a la Católica, lo que llevaba virtualmente a un Estado confesional, el desenvolvimiento de las ideas liberales y de democracia exigieron después un estado laico, aconfesional, pero no anticonfesional. Los apaches en Durango Algunos de los pueblos nómadas y seminómadas del norte de México y el sur de los Estados unidos, nombrados por los criollos, mestizos y peninsulares como indios 2 El Real Patronato era el derecho que tenían los reyes de España de proveer obispados, prelacías seculares y regulares, dignidades y prebendas en las catedrales o colegiatas y otros beneficios. Al establecerse la independencia y no haber rey en México se terminó lo real del patronato y este, durante varios años, no tuvo sustituto por lo que El Vaticano no acertaba a establecer una instancia que nombrara clérigos para el nuevo país independiente. 14 bárbaros, entre los que se incluían: apaches, comanches, lipanes, mezcaleros, chiricaguas, coyoteros y tontos, entre otros, aunque fueron desplazados de sus territorios, nunca se sometieron al dominio español durante la Colonia y representaron uno de los principales problemas para el establecimiento del poblamiento, el gobierno virreinal y la Iglesia Católica en el norte novohispano y en casi toda la Nueva Vizcaya. En 1777, Hugo O’Conor informaba a Teodoro de Croix, que la guerra que se hacía en Nueva Vizcaya a los apaches, desde 1740, continuaba con porfía. Por años habían caído los apaches sobre los pueblos de indios y españoles causando destrozos, muertes y otras clases de daños, por lo que muchos ranchos y haciendas, habían quedado despoblados. O’Conor calculaba las pérdidas de la Nueva Vizcaya, en los años de guerra, en 12 millones de pesos y pasaban de 4,000 los muertos de uno y otro sexo3 y a fines del siglo XVIII, los indios dieron muerte a 1963 personas, despoblaron 116 ranchos y colonias de ganado. Los riesgos del poblamiento hispano neovizcaíno, tanto para clérigos, como para colonizadores, son demasiados y la pérdida de vidas, trunca muchos de los esfuerzos de asentamiento, sobre todo en las regiones serranas. En el siglo XVIII, en los actuales estados de: Chihuahua, Nuevo León, Sonora y Durango, los gobiernos locales combatieron a los desplazados apaches y comanches, mediante el establecimiento de los presidios y las columnas volantes de soldados realistas. Al inicio del México independiente los soldados de los presidios dejaron de percibir sus haberes y, por lo mismo, la seguridad realista desapareció. A partir de los años treinta del siglo XIX, las incursiones de los apaches hacia los estados del norte de México se multiplicaron y llegaron hasta Zacatecas. En Durango sólo los terrenos de Mezquital, Pueblo Nuevo y San Dimas estuvieron exentos del ataque de los comanches y los apaches.4 3 VELÁZQUEZ, MARÍA DEL CARMEN. El Marqués de Altamira y las Provincias Internas de la Nueva España, México, El Colegio de México, Colección Jornadas # 8, 1976, p. 108. 4 GÁMIZ, EVERARDO. Historia del estado de Durango, México, edición de Everardo Gámiz Fernández, 1953, p. 184. 15 De esta suerte, el 29 de agosto de 1847, los apaches se hicieron presentes en la propia capital del estado de Durango, en donde realizaron múltiples agravios. Así como destrozos a los bienes materiales y a la población civil. Además de conformar fuerzas de combate contra los apaches, los gobiernos de diversos estados establecieron las llamadas contratas de sangre, sistema mediante el cual, en Durango, a partir del 13 de julio de 1849, se pagaba a los civiles, en primera instancia, cien pesos y, posteriormente, doscientos pesos, por cada cabellera de apache que entregaran. Sin embargo la instauración de las contratas de sangre propició que se organizaran algunos grupos de cazadores de cabelleras, como los dirigidos por los estadounidenses: capitán Box, capitán John Dusemberry y Thomas Cloaland quienes, con sus tropillas de aventureros estadounidenses, se dedicaron a escalpar a los indígenas del estado, sin importar a qué pueblo pertenecían, siendo el caso de que, en muchas ocasiones, las cabelleras que entregaban al gobierno estatal eran de indígenas no apaches, sino de pacíficos: tarahumaras, tepehuanes, coras, huicholes o mexicaneros. Homicidios, incendios, masacres, robo de ganado, secuestros y violaciones fueron los delitos más frecuentes durante las incursiones indígenas a los poblados mestizos y criollos, mientras que los cazadores de cabelleras hacían lo propio en poblados indígenas. Ante el incremento de la delincuencia y la ausencia de gobernabilidad en el territorio estatal, en las décadas de los 1840’s y 1850’s, el gobierno organizó diversas partidas militares para combatir a los apaches, en situación de guerra irregular, algunas de estas partidas fueron dirigidas por los jefes: Mariano Odriozola, José Manuel Aponte, Francisco Padilla, Antonio Rico, Antonio Cepeda, Francisco Narbona y el capitán estadounidense Fox. Para noviembre de 1856, todavía tres de los bastiones de defensa en el estado de Durango; Cuencamé, Santiago Papasquiaro y El Oro, reportaron 34, 102, y 68 bajas respectivamente, por los ataques de los apaches. En el siguiente cuadro se puede observar lo grave de la situación generada por los ataques de los apaches, en los diversos partidos del estado. 16 Dos tablas de bajas por los ataques de los apaches en los partidos de Durango 17 18 Dos mapas de zonas de incursiones de los apaches que incluyen al estado de Durango 19 20 II.- La instauración de la República Liberal en Durango Después de su undécimo periodo de gobierno y tras diez años de represiones, fusilamientos, convulsiones y asonadas, el 9 de agosto de 1855, el general Antonio López de Santa Anna fue derrocado por los liberales abanderados con el Plan de Ayutla, en el que se proponía la formación de un Congreso Constituyente que debía dar al país una ley fundamental adecuada a sus necesidades. Los seguidores de la Revolución de Ayutla fueron dirigidos por Ignacio Comonfort quien, en cumplimiento del plan, a partir del 11 de diciembre de 1855, inició sus actividades como presidente sustituto. El pensamiento de los liberales y conservadores En su ideario político, los conservadores pugnaban por un gobierno fuerte, organizado y con disciplina, centralizado en la capital, sin autonomía de las provincias, estados o departamentos, según el caso, para ejercer mayor control y evitar el desorden y la desunión. Las opciones de gobierno preferidas por los conservadores eran la monarquía y / o el centralismo, por lo que combatían a la federación de estados y al sistema representativo y popular. Los conservadores intentaban hacer prevalecer los privilegios de la Iglesia, el ejército, los comerciantes y terratenientes, al tiempo que trataban de conservar algunas de las instituciones coloniales. En el pensamiento conservador la única religión posible era la Católica Apostólica y Romana, las formas de propiedad podrían ser privadas, de la Iglesia y / o comunales. En el caso de la inversión de capitales, para los conservadores decimonónicos, el proteccionismo industrial y manufacturero, así como el cierre de las fronteras a la inversión, daría seguridad a los capitales nacionales. Por su parte, para los liberales mexicanos del siglo XIX, en teoría, México debía tener un Estado fuerte y ser una federación de estados soberanos y autónomos, 21 una república federal, democrática, representativa y popular, gobernada por tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, a semejanza del modelo estadounidense. Los liberales pugnaban por la suspensión de privilegios del clero y los militares y por la igualdad de los ciudadanos ante la ley. El pensamiento liberal defendía la libertad de credos y la separación efectiva de la Iglesia y el Estado, así como el respeto de la propiedad privada individual y el rechazo de la propiedad comunal. Pugnaban por la afectación de los bienes de la Iglesia y de las comunidades indígenas, al tiempo que se declaraban a favor del libre mercado, la libre empresa y la apertura de las fronteras a las inversiones extranjeras. Como ya se apuntó, en la emergencia de la República se destacó la conformación de dos sociedades secretas, o discretas, en el país, conocidas como logias masónicas. Una, el Rito Escocés, integrado por antiguos militares realistas a quienes, por su posición tradicionalista centralista y su preferencia política monarquista, se les relacionó con los partidos conservadores. La otra, el Rito de York, al que se integraron políticos de origen insurgente, que optaban por seguir las líneas de las logias masónicas inglesas, dada su posición independiente, federalista, de libre pensamiento y libre mercado. Los militantes de las logias masónicas del Rito de York, pronto se transformaron en los grupos de élite de los liberales. La instalación del Congreso Constituyente, a partir del 18 de febrero de 1856, produjo la promulgación de diversas leyes liberales que afectaban el poder de la Iglesia y de los grupos conservadores, entre éstas, la Ley para Desamortizar los Bienes de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas, también conocida como Ley Lerdo, del 25 de junio de 1856. La aplicación de la Ley Lerdo tuvo su oposición armada con la rebelión de los religioneros, en los estados de: Guerrero, Michoacán, Jalisco, Puebla y San Luis Potosí. Para febrero de 1857, la rebelión había sido sometida. Acostumbrados a la guerra, en 1857, los durangueños también sufren la secuela guerrera de los religioneros o cristeros de la Reforma, quienes al grito de: “Religión y Fueros”, atacaron diversos poblados como Nombre de Dios, El Calabazal y Graseros, entre otros. 22 La aprobación de las diversas leyes liberales por parte del Congreso dieron como resultado la Constitución Política de la República de 1857, promulgada por Ignacio Comonfort: En el nombre de Dios y con la autoridad del pueblo mexicano. En la Carta Magna se incluyó un capítulo de garantías individuales y derechos del hombre, así como un sistema jurídico de protección de esas garantías y derechos. Estipulaba, en su artículo 2º, la libertad de todos los habitantes de la República y la protección de las leyes a los mismos. El artículo 3º preveía la libertad de enseñanza. En los artículos 6º y 7º se garantizaba la libertad de ideas y la libertad de prensa. El artículo 8º estipulaba el derecho de petición, mientras que el 9º establecía el derecho de asociación. El 11º se refería a la libertad de tránsito y, de manera especial, el 12º especificaba que: No hay ni se reconocen en la República, títulos de nobleza, ni prerrogativas, ni honores hereditarios. En la misma Constitución se declaraba la desamortización de la tierra de toda clase de corporaciones con la finalidad de que subsistiera únicamente el sistema de propiedad individual. De hecho, se abría el camino a la libre empresa y al sistema de inversión de capital, con opción a la reinversión de las ganancias, que suplantaría al sistema de inversión con atesoramiento que, a grandes rasgos, era el que hasta ese momento, los conservadores y la Iglesia habían aplicado en la economía mexicana. En el artículo 32º se establecía la preferencia a los mexicanos para los empleos, cargos o comisiones de nombramiento de las autoridades. La Constitución del 57, con respecto a la forma de gobierno, en su artículo 40º asentaba que México, se constituía en una república representativa, democrática, federal, compuesta de estados libres y soberanos, pero unidos en una federación según los principios de la ley fundamental, al tiempo que estipulaba que, quien quisiera ocupar el cargo de presidente o diputado, debería no pertenecer al estado eclesiástico. El primer día de diciembre de 1857, Ignacio Comonfort fue electo presidente constitucional de la República. Ante las limitaciones a los privilegios y a la vida eclesial, el 17 de diciembre de 1857, los conservadores opusieron el Plan de Tacubaya, en el que se abolía la Constitución de 1857. El Plan de Tacubaya fue adoptado por las guarniciones militares de la ciudad de México por lo que, Comonfort, como presidente liberal, se encontró en territorio conservador. 23 Convencido de que no podría gobernar con la Constitución liberal, Ignacio Comonfort, optó por defeccionar y adherirse a los conservadores. Por la vía de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ante la defección del presidente constitucional de la República, Benito Juárez, como presidente substituto, estableció los poderes de la República liberal en Guanajuato, al tiempo que los conservadores instalaban a Félix Zuloaga como presidente por su bando. En enero de 1858, con la existencia de dos presidencias antagónicas, dio inicio la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años, que enfrentó de nuevo a los liberales contra los conservadores. Entre el 9 de marzo de 1856 y el 22 de junio de 1857, José Patricio de la Bárcena fue gobernador interino de Durango, a partir de la segunda fecha ocupó el cargo con carácter constitucional. Durante su gestión le correspondió combatir la secuela guerrera de los religioneros o cristeros de la Reforma. También reglamentó el cobro de los sacramentos de la Iglesia Católica y exentó del pago de los mismos a los indigentes notorios. En la administración de Patricio de la Bárcena se implantó el Sistema Métrico Decimal y se suprimieron los impuestos indirectos, así como el monopolio del tabaco, el derecho de consumo y las aduanas interiores, mientras que en el catastro se efectuó un nuevo avalúo de las propiedades, a partir del cobro del 3%. El Palacio de Zambrano fue, en este periodo, el lugar en que se ubicó la sede del Ejecutivo estatal, hasta la segunda década del siglo XXI. También se expidió la nueva Constitución liberal estatal, el 3 de noviembre de 1857, y se promulgó el día 10 del mismo mes. Atendiendo a intereses o presiones, el 30 de diciembre de 1857, mediante la expedición de un decreto, Patricio de la Bárcena se adhirió al conservador Plan de Tacubaya, situación que lo ubicó en medio de las tramas e intrigas nacionales de liberales y conservadores. Lo anterior obligó a José Patricio de la Bárcena a declarar a la ciudad de Durango en estado de sitio desde el 2 de enero de 1858, al tiempo que, el 18 de marzo, combatió y sometió una conjura conservadora establecida en el rancho de San Juan de Dios. 24 José Patricio de la Bárcena, gobernador liberal interino de 1856 a 1857 Sin contar con la confianza de sus supuestos correligionarios conservadores, el propio líder nacional antirreformista Félix María Zuloaga, a partir del 4 de abril de 1858, impuso al general José Antonio Heredia, como gobernador de Durango, en sustitución de José Patricio de la Bárcena. El arribo de Heredia al poder marcó en Durango el inicio de la Guerra de Reforma. El militar conservador Heredia ocupó el puesto del 4 abril al 8 de julio, hasta el arribo de las tropas liberales del coronel Esteban Coronado. La fuerza militar conservadora nacional se esmeró en la persecución del gabinete liberal y éste se vio en la necesidad de iniciar la trashumancia, de Guanajuato a Guadalajara, donde Juárez estuvo a punto de ser asesinado, luego a Colima. De allí a Manzanillo. En Manzanillo, el gabinete liberal se embarcó a Panamá y, siguiendo la vía a los Estados Unidos, terminó su itinerario en Veracruz, donde el gobierno liberal se instaló, a partir del 5 de mayo de 1858. Por su parte, el abogado y coronel liberal José Esteban Coronado Hinojosa, que operaba en el estado de Chihuahua, marchó con 600 hombres sobre la capital de Durango, que era defendida por las tropas conservadoras del gobernador y general José Antonio Heredia, 25 José Antonio Heredia, gobernador conservador de Durango en tres ocasiones, entre 1842 y 1858 Después de un sitio que se prolongó del 3 al 7 de julio de 1858, los liberales ocuparon la capital del estado. En el corrido que celebra la acción se menciona al coronel liberal Esteban Coronado y a los generales conservadores: José Antonio Heredia y Manuel Arteaga, así como al alférez liberal José Tarango, Tagarno en el corrido, quien, en desventaja numérica, se distinguió al cortar la retirada de los conservadores con una mínima fuerza de 26 hombres. ¿A dónde vas Coronado? Anónimo ¿A dónde vas Coronado, dejas ahí a tu mujer? “A tomar a Durango, a morir o vencer”. Por la calle del Moro no se puede pasar, porque ahí dice el Tagarno: 26 “Arrincónemelo ahí”. Si es Heredia, es lo mismo, si es Arteaga, es igual; a cualquiera que pase: “Arrincónemelo ahí”. Monumento, en la Avenida Reforma de la ciudad de México, al general chihuahuense José Esteban Coronado Hinojosa, militar liberal quien, en 1858, ocupó y gobernó Durango. Una calle de la ciudad de Durango y un municipio del estado llevan su nombre. El 8 de julio de 1858, los liberales de Coronado, entraron a la ciudad de Durango e intentaron imponer la ley de la República. Bajo la presión constante del Clero; jacobino y liberal, como gobernador, Coronado suspendió las alcabalas, al tiempo 27 que dictó medidas para el fomento de la instrucción pública y de las industrias. También suprimió diversas corporaciones religiosas; cofradías y hermandades. El gobernador liberal hizo efectivas las leyes sobre la extinción de fueros y de la desamortización de bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas. Llamado por el general José Nemesio Francisco Degollado Sánchez, mejor conocido como Santos Degollado, para el combate armado contra los conservadores, Coronado dejó el gobierno estatal en poder del licenciado Juan José Ignacio Zubízar Quintero, quien fue encargado del ejecutivo estatal del 12 de septiembre de 1858 al 26 de octubre de 1859, y fue separado del cargo por decreto de la legislatura y sustituido por el coronel Marcelino Murguía. A la sazón, Juan José Ignacio Zubízar Quintero fue acusado de establecer las alcabalas, de descuidar el combate y persecución de los bandidos Tulises, de integrar a su gabinete a personajes de la facción conservadora y de malversación de fondos públicos y contrabando. Y este, a su vez, fue sustituido por el coronel José María Patoni Sánchez. Mientras tanto, los 168,000 habitantes del estado de Durango, están pendientes del extraño conflicto interestatal, en el que los terratenientes del vecino estado de Coahuila intentaban anexar, dentro de los límites de su entidad, al partido de Cuencamé. Entre septiembre y diciembre de 1858, los cuencameros y los guerreros de San Juan de Guadalupe, liderados por el jefe Bernardo Saldaña, en lid formal, triunfaban sobre los invasores estatales coahuilenses. En el ámbito nacional, como consecuencia de una escisión al seno del Partido Conservador, el general Miguel María Echegaray lanzó, en diciembre de 1858, el Plan de Navidad, en Ayotla, mismo que fue secundado por la mayoría de los conservadores y llevó a Miguel Miramón a la presidencia conservadora, en febrero de 1859. El objetivo militar principal de Miramón se centró en la ocupación del Puerto de Veracruz, capital del gobierno liberal, acción que fue impedida por las maniobras defensivas de los generales y tropas liberales, por mar y tierra. En medio de la guerra, en el mismo Puerto de Veracruz, entre el 12 de julio y el 11 de agosto de 1859, el gobierno juarista publicó por primera vez las Leyes de Reforma. 28 Mapa del Río Nazas, 1853 Bernardo Saldaña. Defensor de la soberanía estatal en 1858, al combatir a las tropas de los hacendados coahuilenses y neoloneses que intentaban despojar el territorio del este de Durango 29 Mapa de la división de los estados de Coahuila y Durango. Autor Federico Weidner, 1856 Mapa de la Región Lagunera en 1860 30 Mapa de límites entre Chihuahua y Durango, 1858 Villa Lerdo de Tejada, actual Ciudad Lerdo, 1864 31 Los bandidos conservadores En medio del ambiente nacional de ingobernabilidad, por la constante guerra de liberales contra conservadores, las incursiones de los comanches y los apaches, así como las múltiples invasiones extranjeras, durante los primeros años de la naciente República Mexicana, los Tulises fueron un grupo de bandoleros que operaron en la década de los años cincuenta del siglo XIX, en los estados de Durango y Zacatecas. Se supone que recibieron el nombre de Tulises por ser evadidos de la cárcel de San Andrés de Teúl, Zacatecas. En su momento, los bandidos fueron sacados de la prisión por una guerrilla del Partido Conservador, con la intención de que actuaran a favor de su bando aunque, de inmediato, los delincuentes se separaron de los conservadores para delinquir por su propia cuenta. La pandilla de los Tulises se incrementó con la anexión de tres cuadrillas de salteadores de caminos que merodeaban la región sur de Durango, bajo las órdenes de Eutimio Serrato, Mucio Aquino y Francisco Valdéz, mejor conocido como El Cucaracho. Reunidos en el poblado de Súchil, Durango, los Tulises reconocieron como su jefe a Manuel Fernández y bajo su dirección saquearon El Mezquital, entre otras poblaciones del sur del estado. Fortalecidos y sin detenerse, el 11 de septiembre de 1859, los Tulises ocuparon la ciudad de Durango. Como dueños de la ciudad, los Tulises fueron convocados por los conservadores a una junta en el Palacio de Gobierno del Estado. En la reunión, los bandoleros recibieron el apoyo y las bendiciones del cura del Sagrario, del guardián del Convento de San Francisco y de diversas personas conservadoras notables del comercio durangueño. Por su parte, el Gobierno Liberal comisionó al capitán Tomás Borrego para combatir a los Tulises y este, con sus tropas, logró expulsar a los bandidos de la capital del estado. Los Tulises continuaron sus correrías y saquearon las poblaciones de Santiago Papasquiaro y San Juan del Río y, posteriormente, se adhirieron a los conservadores bajo la bandera del Plan de Tacubaya, obedeciendo las órdenes del general conservador Domingo Cajén. Derrotados en San Juan de Guadalupe, los Tulises se dispersaron y paulatinamente fueron cayendo en las manos de la justicia, en diversos territorios durangueños y zacatecanos. Las acciones de los Tulises 32 dieron lugar a la composición del siguiente corrido testimonial. Destaca la acción del 25 de septiembre de 1863, cuando las fuerzas del Coronel de la Guardia Nacional Gerónimo Cumplido Flores, Jefe Político del Partido de Nombre de Dios, sorprendieron a los bandidos Tulises de Francisco Valdez, alias El Ranchero, en el Llano de Los Anegados, de la Sierra de Michis, del municipio de Nombre de Dios. En el combate murió Valdez, y su cabeza fue cortada y entregada al Gobierno del Estado Corrido de Los Tulises Anónimo Allá por sesenta y dos pastoreando unas carretas Los Tulises se acercaron hasta el rial de Zacatecas. Cuando me volví Tulís mi padre me lo evitó. “¡Uno sabe dónde nace, pero donde muere, no!” Bajaron los tulisanes bajaron de tierra fría, que por no robar de noche robaron al medio día. ¡Que sí, que no, Santa Lucía! Por estar contigo, mi alma, ya mero me amanecía. 33 Yo tenía mi Tulisana que me la quería robar me dijo que la dejara que ya se iba a presentar. No llores Tulisanita, no llores, ni hagas llorar, quien te trajo de tu tierra te ha de volver a llevar. ¿Qué dices, mi alma, qué dices, pues? echemos el pecho al agua, lo echaremos de una vez. Bonitos los Tulisanes cuando empiezan a robar, se embozan hasta los ojos y empiezan a disfrutar. Decía Francisco Valdéz que nada lo acongojaba, que estando en potrero doble su caballo no brincaba. ¿Qué dices, mi alma, qué dices, pues? Los he de seguir robando y aunque me afusile el juez. Donde andan las aguilillas 34 no rifan los gavilanes, ni las naguas amarillas, aunque les pongan olanes. El jefe don Mucio Aquino no era ningún gallina, pues él entró a Sombrerete y a Fresnillo, rial de minas. Estando por Zacatecas, una mañana de invierno, los agarraron a todos las cordadas del gobierno. El meco Francisco era otro de los que echaban pirata quedó, cerca de Las Pilas, suspendido de una reata. Decía José María: “¡El Santo Niño nos valga! ¡Que el caballo Cantarito ya va herido de una nalga!” ¿Qué dices, mi alma? Te lo decía que andando por los caminos se había de llegar el día. Desde allá de Sierra Fría vienen a robar los riales, 35 y al amparo de la noche entran hasta los portales. En todo el camino real ya se acabó la alegría; mataron al negro Utimio y al curro José María. Doña Teodora Bañuelos cuando supo la razón luego ensilló se caballo se lo echó a la comisión. La cordada de Fresnillo, también la zacatecana, mataron cuatro Tulises, el jueves por la mañana. Vuela, vuela palomita, paloma zacatecana, anda llévale la nueva a mi amada tulisana. Vuela, vuela palomita, y aunque se me enoje el juez, si este corrido les gusta se los cantaré otra vez. 36 Dibujo de Xavier Gómez sobre los Tulises, bandidos del orden común, que apoyaron a los conservadores y ocuparon la ciudad de Durango y algunas cabeceras municipales 37 Dos imágenes del capitán Tomás Borrego quien, con sus tropas liberales, logró derrotar a los Tulises en 1858, en la ciudad de Durango El coronel Gerónimo Cumplido Flores dirigió a las tropas de la Guardia Nacional que el 25 de septiembre de 1863, vencieron a los bandidos Tulises, en el municipio de Nombre de Dios. 38 Historieta sobre los bandidos Tulises de Durango En el escenario político de la Guerra de Reforma, a partir del 22 de octubre de 1859, el coronel conservador Marcelino Murguía fue designado gobernador, apoyado por la Diputación Permanente de la Legislatura del Estado de Durango. Sin embargo, en evidencia de la inestabilidad política y de la ausencia de la soberanía estatal del momento, a su vez, al mismo tiempo se presentó el coronel liberal Miguel Cruz Aedo para ocupar el mismo cargo, éste nombrado por el general del Ejército Liberal Santos Degollado. Ante lo insostenible del caso, Marcelino Murguía decidió renunciar al cargo mientras que la legislatura local aceptaba otra nueva propuesta liberal en el sentido de que gobernase la entidad el coronel José María Patoni. 39 Marcelino Murguía. Gobernador conservador interino en 1859 Miguel Cruz Aedo, coronel liberal quien, en 1859, fue gobernador de Durango. Ante la solicitud de su dimisión, por parte del Gobierno Federal, Cruz Aedo optó por la resistencia y sin más, fue acribillado por sus propios guardias 40 Ante la situación, el general Degollado ordenó a los coroneles Cruz Aedo y Francisco Otalora Arce5 que abandonaran el territorio estatal, mientras el nuevo gobernador Patoni, a su vez, ordenaba a la tropa que no obedeciera órdenes del destituido Aedo. Al presentarse los coroneles Aedo y Arce, en el Cuartel, el oficial Pedro de Uranga les comunicó las órdenes superiores. Ante la situación, Miguel Cruz Aedo, indignado, desarmó al oficial y lo agredió. En consecuencia, los soldados de la guardia dispararon contra Aedo y lo dejaron sin vida. Este pasional acontecimiento político sucedió el 26 de diciembre de 1859. La guerra de Cajén Domingo Cajén fue un militar de origen español que se afilió al Partido Conservador y, durante la Guerra de Reforma, Miguel Miramón, el presidente de los conservadores, lo comisionó para desarrollar las operaciones militares contra los liberales en el estado de Durango. En el año de 1859, Domingo Cajén, al mando de 400 soldados conservadores, atacó la población de San Juan de Guadalupe y fue rechazado y derrotado por las tropas liberales del capitán Tomás Borrego, en El Alamillo. Posteriormente, Cajén incorporó a sus fuerzas a los bandidos Tulises. Como parte de la Guerra de Reforma, el general liberal José María Patoni se decidió a combatir a los conservadores y bandidos de Cajén, Mientras el licenciado Jesús Salas fue encargado de sustituir en el ejecutivo estatal a Patoni, por el bando liberal. Sin dejar de combatir, después de derrotar a los liberales del coronel José María Patoni en Santa Bárbara, para el 17 de febrero de 1860, Domingo Cajén entró a la ciudad de Durango y, de inmediato, los conservadores le dieron el cargo de gobernador del estado. Ya en su papel de gobernador conservador del estado, Domingo Cajén volvió a derrotar a los hombres del coronel José María Patoni en la Hacienda de La Flor, 5 Francisco Otalora arce fue un general republicano nacido en Guadalajara en 1831. Como coronel estuvo de Guarnición en Durango en 1859 bajo las órdenes de don Santos Degollado, Jefe Supremo del Ejército Liberal. Otalora logró hacer buenas relaciones con los liberales durangueños con quienes conformó una Logia Masónica en la ciudad de Durango. Posteriormente continuó su lucha contra la Intervención Francesa y fue gobernador del estado de Guerrero en diversas ocasiones. 41 municipio de Nazas. El recalcitrante conservador de origen español continuó persiguiendo a los hombres de Patoni y les dio alcance en Santa Bárbara, municipio de Rodeo y los volvió a derrotar. El mismo Cajén combatió con brío a los republicanos de Eulogio Núñez en Cilla Allende, Chihuahua y a otros jefes liberales en territorio durangueño. Domingo Cajén, militar conservador de origen español. Combatió a los liberales e incluyó entre sus tropas a los, bandidos Tulises. Fue gobernador de Durango en 1860 Siguiendo la campaña bélica liberal, Patoni arribó a la ciudad de Durango, en julio de 1860, con 500 de tropa, y volvió a abandonar la Perla del Guadiana para hacerse de vituallas de guerra y boca. A su retorno, el jefe liberal durangueño logró derrotar a las fuerzas conservadoras en el rancho de San Ignacio, en las inmediaciones de la capital del estado. En medio de la ingobernabilidad, al conservador Crescencio Romero, le tocó sentarse en el mejor escritorio del Palacio de Zambrano, del 17 de 42 agosto a 12 de septiembre. Similar suerte tuvo su correligionario Jesús Chavarría desde octubre hasta el 2 de noviembre del mismo año. Paulatinamente Cajén y sus tropas fueron diezmadas y derrotadas, sobre todo en la acción de El Espinal, en la Sierra Madre Occidental, al tiempo que los propios conservadores le retiraron su apoyo en su intento de retomar el ejecutivo estatal y ante tal pretensión su propia guarnición, liderada por el nuevo gobernador interino Máximo González, se rebeló contra su jefe el 3 de noviembre de 1860: Así, el general conservador, de origen español, Domingo Cajén, se vio obligado a abandonar definitivamente la capital del estado. En el Corrido de Domingo Cajén se hace mención a la expedición que organizó Cajén hacia el estado de Sinaloa, con el objeto de ocupar el puerto de Mazatlán, partiendo de la ciudad de Durango. En el sinuoso camino a Mazatlán, por la Sierra Madre Occidental, Cajén fue emboscado por los liberales, quienes lo derrotaron en el Espinazo del Diablo, El Espinal en el corrido. Después de la derrota, el jefe conservador español fue perseguido y fusilado en la Laguna del Tanque. Corrido de Domingo Cajén Anónimo Cajén partió de Durango en su caballo alazán, diciendo que entraba al puerto bebiendo leche con pan. La conserva de Durango, para Mazatlán marchó mas como era de membrillo en El Espinal se agrió. Con la vía franca, finalmente el día 19 de noviembre de 1860, las tropas del coronel José María Patoni desfilaron triunfantes en la ciudad de Durango y la entidad tuvo gobierno liberal y republicano, poco antes de la conclusión nacional de la Guerra de 43 Tres Años. El 20 de julio de 1861, el coronel Patoni se enfermó y como de casualidad pasaba por Durango el general Pedro Hinojosa, éste fue invitado que sustituyera a Patoni, mientras que el coronel durangueño se reponía de sus males. Cosa que sucedió para el 10 de agosto del mismo año. En 1861, el general liberal Pedro Hinojosa sustituyó al coronel Patoni, en el gobierno estatal, mientras este se reponía de una enfermedad. En el ámbito nacional, los gastos de la Guerra de Reforma obligaron a los bandos contendientes a contratar créditos y a establecer tratados, en condiciones muy desventajosas, con los gobiernos extranjeros que reconocían la legitimidad de cada grupo. Los conservadores diseñaron el Tratado Mon-Almonte, entre México y España, que comprometía grandes indemnizaciones de México al Gobierno Español, mientras que los liberales redactaron el Tratado MacLane-Ocampo, entre 44 México y los Estados Unidos, en el que se estipulaba el libre tránsito estadounidense a perpetuidad, por el Istmo de Tehuantepec y la ayuda mutua en casos de guerra o peligro. Sin embargo, por diversas circunstancias, ninguno de los dos tratados se llevó a la práctica. Después de múltiples reveses, los liberales triunfaron en el terreno armado y, concluyendo la Guerra de Tres Años, en enero de 1861, el gabinete del Gobierno Liberal, con el liderazgo del presidente Benito Juárez, logró instalarse en la ciudad de México. 45 46 III. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Grande Las constantes guerras de la primera mitad del siglo XIX habían dejado al país en la ruina y con una deuda externa que sobrepasaba las posibilidades de pago de las arcas nacionales. Ante la situación, el Gobierno de la República optó por declarar la moratoria a la deuda ante los países acreedores; principalmente España, Inglaterra y Francia, países que conformaron la llamada Alianza Tripartita, y los cuales, con tropas apostadas en Orizaba y Jalapa, Veracruz, amenazaban con invadir el interior de la República. Sin embargo, el 19 de febrero de 1862, entre el ministro de Relaciones Exteriores de México, Manuel Doblado y el representante de la Alianza Tripartita, Juan Prim, firmaron los Tratados Preliminares de La Soledad, en los que las tropas de la Alianza Tripartita se comprometían a no ejercer acciones bélicas en México. Los Tratados fueron cumplidos puntualmente por Inglaterra y España y no así por Francia, cuyas tropas iniciaron su violento avance al interior del territorio nacional. Se iniciaba la cruel Intervención Francesa, que a la larga establecería los conceptos de nacionalidad, sentido de pertenencia y soberanía en las mentes y corazones de la población del país. El peor asunto a resolver por los liberales republicanos mexicanos del siglo XIX, fue el de la Guerra de Intervención que el Imperio Francés, a partir de 1862, en vínculo directo con los conservadores mexicanos, inició para transformar a los ciudadanos mexicanos en súbditos, al imponer un gobierno imperial en la persona de Maximiliano de Habsburgo, miembro de una de las más añejas familias reales europeas a quien, por el único mérito de su inventada nobleza y alcurnia, los conservadores monárquicos nacionales, le ofrecieron el extraño trabajo de emperador de México, mismo que ejerció a partir del 10 de abril de 1864. A la sazón, la esposa de Maximiliano, Carlota de Weimar, jugó el papel de emperatriz del inventado imperio. 47 A la instauración del imperio, como forma de gobierno, se presentó la constante resistencia de los liberales republicanos mexicanos, liderados por el presidente legítimo de México, Benito Juárez, quienes, a la larga, y con una inquebrantable persistencia, lograron el triunfo contra los invasores franceses y los monarquistas nacionales. Las fuerzas francesas de ocupación estuvieron integradas por soldados belgas, mamelucos de Egipto, zuavos argelinos, mercenarios multinacionales de la Legión Extranjera, tropas francesas y soldados imperialistas mexicanos quienes, en su gran mayoría, fueron miembros de la facción conservadora. Los años más aciagos de este periodo de la Historia de México fueron los de la ocupación del territorio nacional por parte de las tropas de invasión francesa, durante los cuales, la población civil patriota, bajo el liderazgo de Benito Juárez, organizó la resistencia y las guerrillas antiimperialistas, sobre todo de chinacos, que no dieron tregua ni descanso a las fuerzas intervencionistas. El triunfo de las tropas mexicanas sobre las francesas en la batalla del 5 de mayo de 1862, en Puebla, fue una de las más importantes de la Intervención Francesa y marcó la confianza republicana en el triunfo de su resistencia. Cuando, en noviembre de 1861, llegaron a la ciudad de Durango noticias fidedignas de la alianza concertada entre España, Inglaterra y Francia para intervenir en México, el Congreso del Estado, con fecha 11 de noviembre de 1861, emitió un manifiesto de apoyo al Gobierno de la República, ofreciendo poner en campaña a todos los durangueños y agotar todos los recursos de la entidad para defender a la Patria Grande. Dos meses después, el Gobernador Coronel José María Patoni, el 11 de enero de 1862, lanzó una proclama donde convocaba a todos los durangueños a las armas para defender la Soberanía Nacional. Posteriormente; cuando en abril de 1862 se supo en Durango que las pláticas de conciliación se habían roto y se iniciaba la intervención militar de Francia, José María Patoni, arengó a los ciudadanos durangueños para que aportaran dinero y tropas para la defensa de la Patria federal. 48 Llamado a las armas a los ciudadanos durangueños en abril de 1862 49 Contingente de patriotas durangueños de cada partido que se integraron para combatir contra los invasores de la Intervención Francesa 50 De inmediato salió, a marchas forzadas, con destino a la Ciudad de México el cuerpo de la Guardia Nacional nombrado Primer Regimiento de Caballería de Durango, mejor conocido como Los Lanceros de Durango que, en las difíciles condiciones propias de la época, se dirigió a los escenarios de la guerra en los estados de Veracruz, Tlaxcala y Puebla. Los jinetes durangueños en Acultzingo y Atlixco El 28 de abril de 1862, el Primer Regimiento de Caballería de Durango, al mando del Coronel Francisco G. Goyzueta, participó heroicamente en la Batalla de las Cumbres de Acultzingo, en el estado de Veracruz, acción que resultó en derrota para los republicanos. El 2º Escuadrón de Cazadores de África y el 2º Batallón de Zuavos fueron los cuerpos de invasores franceses que combatieron a los republicanos. Un día antes de la famosa Batalla del Cinco de Mayo de 1862, Los Lanceros de Durango, incluidos en la División de Caballería del Ejército de Oriente y dirigidos por el Coronel Francisco G. Goyzueta, tuvieron acción en la Batalla de Atlixco, que se suscitó en las inmediaciones de la Hacienda de las Traperas, en Atlixco, estado de Puebla. Los elementos republicanos del Ejército de Oriente, estuvieron bajo las órdenes de los generales Antonio Carbajal y Tomás O'Horan y lucharon contra las tropas, comandadas por los generales: José María Cobos y de Leonardo Márquez, compuestas por soldados colaboracionistas conservadores mexicanos, que intentaron apoyar el envío de refuerzos a los invasores franceses, para la ocupación de la ciudad de Puebla, durante la Segunda Intervención Francesa en México. Esta batalla culminó con una victoria republicana por lo cual, el grupo conservador de Márquez, no pudo lograr su objetivo de auxiliar a las tropas francesas del Conde de Lorencez en la Batalla de Puebla. Lo anterior facilitó que las armas nacionales se cubrieran de gloria en la afamada jornada del día siguiente. 51 Plano francés del combate de las Cumbres de Acultzingo6 6 BIBESCU. Au Mexique, 1862. Combats et retraits des six mille, Londres, Forgotten books, 2013, p. 122. 52 La guerra en el Cerro del Borrego La noche del 13 de junio de 1862, Los Lanceros de Durango, presentaron singular resistencia en el ataque nocturno que los franceses hicieron al Cerro del Borrego cerca de Orizaba, en el mismo estado de Veracruz, donde fue muerto por las armas francesas el Teniente Coronel duranguense Fortunato Alcocer quien, aferrado a no quitarse sus insignias y a mantener abotonada su casaca, defendió con bravura el puesto que el General Jesús González Ortega había puesto su cuidado. En esa ocasión el triunfo fue para las tropas de zuavos del Ejército francés, dirigidas por el oficial Diétrie y su subalterno el capitán Ledére. De acuerdo con el General González Ortega: “Las tropas francesas no subieron el Cerro del Borrego debido a su valor, porque no han disputado palmo a palmo el terreno que iban ocupando y por donde subían, ni debido tampoco a una ingeniosa estrategia, que les haría más honor, sino a la circunstancia de conocer de antemano el cerro citado y de encontrar dormidos a todos los individuos de que se componía la gran guardia y si esta última circunstancia refluye en contra del jefe y oficiales encargados de aquel punto, no aumenta en lo más mínimo la bien cimentada reputación del ejército francés. Éste no pudo ocupar el cerro sino hasta después de cuatro horas en que dio la sorpresa -quizá con fuerzas inferiores a las nuestras porque no podía maniobrar mayor número en aquel terreno; pero esto no se hizo por audacia sino por conveniencia, lo mismo habría hecho yo y cualquier otro que anticipadamente hubiera conocido aquel punto- y después también de que teníamos más de 80 heridos, de haber caído muertos y heridos todos nuestros jefes y de que el enemigo pisaba ya sobre multitud de cadáveres de los nuestros.”7 En la acción del Cerro del Borrego, Goyzueta resultó herido en una pierna lo que le provocó una abundante hemorragia. Se desconoce la cantidad de bajas de patriotas durangueños que sucumbieron en ese campo veracruzano de la guerra. 7 González Ortega pretende justificar el fracaso de cerro del Borrego. Tehuacán, junio 26 de1862, en: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1862_163/Gonz_aacute_lez_Ortega_pretende_justificar_el_frac aso_de_cerro_del_Borrego_printer.shtml 53 Sobre el asunto, Goyzueta escribió a Patoni el siguiente parte: “Primera Brigada de Durango.- Primer Batallón de Carabineros.Oportunamente di a Ud. Parte de las funciones de armas en que se halló el cuerpo de mi mando; pero he sabido que este correo fue interceptado por las gavillas r5eaccionarias entre Arroyo Zarco y Querétaro y por eso lo hago ahora por duplicado. Lo que ocurrió es lo siguiente: Después de una larga y penosa jornada, llegamos cerca del anochecer, al Cerro del Borrego, con la tropa bastante fatigada, muertos de hambre y de sed. Al concluir la jornada llegó el C. General Jesús González Ortega, Jefe de la División a dar sus superiores órdenes al coronel Pedraza, que con el 4º Batallón de Zacatecas que mandaba, cubría la vanguardia, permaneciendo en esta posición hasta que, cosa de la una y media de la mañana, fueron sorprendidos nuestros centinelas por una fuerza de zuavos; tan luego como esta fue sentida por nuestros soldados se les rompió el fuego logrando desalojar al enemigo; pero dos horas después aprovechándose tanto del conocimiento que tenían del terreno, como de una fuerte neblina que cubría el cerro, cargo doble fuerza el enemigo, y después de un largo combate en que probaron al enemigo, los mexicanos su valor, tuvimos que hacer una honrosa retirada, porque el terreno era bastante escabroso, y no podía hacerse ninguna maniobra. En esta desgraciada jornada, tenemos que lamentar la pérdida de los coroneles del Cuarto y Primero Ligero de Zacatecas, del teniente coronel del que mando C. Fortunato Alcocer; yo me encuentro herido por una bala de fúsil, en el muslo izquierdo, lo que causó una hemorragia que me ocasionó un desmayo, pero debido a la eficiencia y al cuidado del general Jesús González Ortega, para que me asistieran, logré medio reponerme; el subteniente Campa que se hallaba al frente de un cuerpo con la bandera de él, también salió herido, aunque levemente. El comportamiento que ha tenido el Cuerpo en general, nada dejó que desear pues cumplió con los deberes de un buen soldado y de mexicanos; en virtud de esto, deben ser considerados por ese Gobierno a quien recomiendo todos los individuos que 54 lo componen y le ruego que hagan un esfuerzo, que esa benemérita institución no carezca de recursos necesarios pues usted puede calcular el estado en que se encuentra debido solo a la eficacia y cuidado del C. General Jesús G. Ortega, no ha quedado sujeta a la mendicidad, porque ha impartido a mi cuerpo recursos de los suyos hasta haberlos agotado. Patria, Libertad y Reforma. Puebla, Julio 7 de 1862.- F. Goyzueta.- C. Gobernador del Estado de Durango” 8 Por su parte el general González Ortega expresó sobre la conducta de Goyzueta: “El valiente cuanto modesto coronel del batallón de Durango, ciudadano Francisco Goyzueta, herido y desangrándose muchísimo, pues que estaba pasado de una pierna, permaneció sereno desde el principio hasta última hora, en el lugar del combate y al frente de su batallón, y ya cuando me disponía a abandonar el cerro, se me acercó y me dijo: "General, estoy cayendo ya, me faltan las fuerzas, ¿que más me ordena?". Lo saludé entonces con respeto, le di públicamente y con entusiasmo, el título de valiente, y le ordené que saliera del campo, porque había llenado sus deberes más allá de lo que prudentemente podía exigirlo el honor. Este valiente se halla en Puebla, sin que la prensa ni sus amigos hayan dicho de él hasta hoy una sola palabra.”9 8 HERNÁNDEZ, CARLOS. Durango gráfico, Durango, Talleres de J. S. Rocha, 1903, p. 97. Ver también: SALAS, GONZALO. José María Patoni. Lealtad a los principios, Durango, IMAC, Ediciones conmemorativas del Primer Centenario de la Revolución en Durango, 2009, p. 70. 9 González Ortega pretende justificar el fracaso de cerro del Borrego. Tehuacán, junio 26 de 1862, en: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1862_163/Gonz_aacute_lez_Ortega_pretende_justificar_el_frac aso_de_cerro_del_Borrego_printer.shtml 55 Ilustración sobre la Batalla del Cerro del Borrego, aparecida en Le Monde Ilustré Campamento francés en el Cerro del Borrego, cerca de Orizaba, Veracruz, Ilustración aparecida en Le Monde Ilustré 56 Los Lanceros de Durango y su venerada insignia Antes de salir de la Perla del Guadiana, en 1862, para dar identidad, unidad y orgullo a los cuerpos guerreros durangueños, hábiles personas bordadoras diseñaron y elaboraron finamente y con hilos de oro, los bellos estandartes de Los Lanceros de Durango. Quienes bordaron esos estandartes jamás se imaginaron la importancia emblemática de sus obras, en otra parte del mundo, todavía ciento cincuenta y tantos años después. El 5 de mayo de 1863; durante el sitio de Puebla, un año después de la famosa Batalla del Cinco de Mayo de 1862, en la que los soldados mexicanos de Ignacio Zaragoza vencieron a las tropas francesas, Los Lanceros de Durango, adscritos ahora al Ejército del Centro y bajo las órdenes de Ignacio Comonfort, tuvieron acción en la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, cuando se enfrentaron contra El 6º Escuadrón del Primer Regimiento de Cazadores de África, comandado por el Jefe de Mando Oswald Bénigne de Montarby. Los planes y las órdenes del jefe Ignacio Comonfort eran en el sentido de romper el sitio, para lograr que las tropas nacionales recibieran vituallas de guerra y boca, para seguir resistiendo. El Cerro de la Cruz, San Lorenzo y San Pablo del Monte fueron los lugares en que se vio la acción de los jinetes republicanos durangueños contra los invasores franceses. Los relatos sobre la acción de San Pablo del Monte son, en su mayoría, del lado francés y se establecen en el dudoso heroísmo de un ejército invasor colonialista, con el cuestionable y ahora casi obsoleto derecho de conquista; que era el derecho de propiedad que ejercía el conquistador de un territorio sobre la sección de tierra despojada por la fuerza de las armas. De los datos obtenidos y las reseñas se ha podido armar el siguiente relato sobre la Batalla de San Pablo del Monte: Una unidad mexicana de unos 500 hombres, pertenecientes al regimiento de infantería de voluntarios de la región y 1500 de caballería del Regimiento de Durango interceptaron a una columna francesa de infantería de unos 1500 hombres. 57 El primer choque favoreció a los mexicanos, toda vez que hicieron retroceder a los infantes franceses, quienes dejaron el camino para reagruparse ante la inminente carga de la caballería de los de Durango, comandada por Francisco Goyzueta. Justo cuando esta se lanza a la carga, se da la contra carga del 6º escuadrón del Primer Regimiento de Cazadores de África, integrada por unos 600 hombres, comandados por el Jefe de Mando Oswald Bénigne de Montarby. El choque fue durísimo, toda vez que ambas unidades ya se conocían de un combate previo que tuvo lugar el 3 de diciembre de 1862, en esta ocasión ambos cuerpos de jinetes se entrecruzaron y se atacaron con vehemencia, en la batalla murió el comandante en jefe francés Aymard de Foucauld, atravesado por la lanza de un durangueño. El empuje y mayor experiencia de la unidad francesa deshizo la formación de los Lanceros de Durango y, en un momento, el abanderado mexicano cayó y un chasseur (cazador) francés de apellido Bordes, se apoderó del estandarte finamente bordado del Primer Regimiento de Caballería de Durango. Así, el caos fue total y la unidad mexicana se retiró; de esta manera el 6º Escuadrón se hizo ilustre cuando más de mil mexicanos se retiraron de la batalla que se tenía perdida, abandonando 30 prisioneros en el campo. Esta acción armada le valió al Regimiento francés el ser condecorado con la Cruz de la Legión de Honor, hecho entonces único para este regimiento de caballería. Con la derrota de Los Lanceros de Durango, las tropas del Ejército Mexicano que defendían la sitiada ciudad de Puebla no pudieron recibir el avituallamiento necesario y se vieron obligadas a rendirse. El cuerpo de Lanceros de Durango nunca volvió ser mencionado, al menos con ese nombre, en acción cual ninguna. Sin embargo su jefe Francisco Goyzueta vuelve a aparecer en diversas acciones de guerra en los siguientes tres años, en el estado de Durango. Hasta donde se sabe, no fue uno, sino dos, los estandartes de Los Lanceros de Durango, que fueron capturados por las tropas invasoras. Uno permaneció en el Museo del Ejército Francés hasta el año de 1964, cuando el gobierno de Francia lo devolvió a nuestro país, por conducto del general Jaques 58 Lefort, con ceremonia y visita oficial del general y presidente francés Charles de Gaulle. La historia del segundo estandarte es por demás interesante, toda vez que representa el principal trofeo de guerra y emblema de orgullo del Primer Regimiento de Cazadores de África; actualmente, en el año de 2015, establecido en el Campo Militar de Canjuers, Francia. El 5 de mayo de cada año, los efectivos de ese cuerpo militar francés, en una ceremonia por demás especial, rinden honores y guardias al estandarte de Los Lanceros de Durango, en conmemoración a la Batalla de San Pablo del Monte, considerada por ellos como de extremo heroísmo. Así, las durangueñas o durangueños que bordaron esa insignia, jamás se imaginaron que el grupo militar colonialista invasor de soldados de la Intervención Francesa, de origen argelino del Continente Africano veneraría su trapo bordado, y ahora sobreprotegido con un marco, a una distancia de más 150 años después de que lo diseñaron, lo elaboraron y amorosamente lo entregaron como enseña a los patriotas republicanos durangueños. 59 Dos imágenes de Oswald Bénigne de Montarby. Jefe del 6º Escuadrón del Primer Regimiento de Cazadores de África Aymard Hippolyte de Foucauld, oficial francés caído en la Batalla de San Pablo del Monte 60 Pintura francesa sobre la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, con Los Lanceros de Durango, en 1863 Bandera del Primer Regimiento de Caballería de Durango, capturada por los franceses en la Batalla de San Pablo del Monte, devuelta a México por el presidente francés, general Charles De Gaulle, en 1964 61 L’Illustration universal. Paris, julio de 1863. Grabado de Achille Cibot, sobre la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, el 5 de mayo de 1863 Una representación gráfica francesa ficcionalizada de la Batalla de San Pablo del Monte 62 Dos imágenes de una famosa tarjeta postal sobre la El Estandarte del Primer Regimiento de Cazadores de África, capturado en la Batalla de San Pablo del Monte 63 Otra tarjeta postal sobre el Estandarte capturado a Los Lanceros de Durango 64 Foto de 1870. Honores al Estandarte capturado a Los Lanceros de Durango 65 Dos imágenes recientes de una ceremonia del Primer Regimiento de Cazadores de África, actualmente, en el año de 2015, establecido en el Campo Militar de Canjuers, Francia, rindiendo honores al Estandarte capturado a Los Lanceros de Durango 66 La infantería de Patoni Mientras Los Lanceros de Durango y las tropas de patriotas republicanos liberales arriesgaban su vida en la lucha contra los invasores. Las figuras provenientes del Partido Conservador redoblaban esfuerzos para conseguir el respaldo político y militar de Napoleón III, en Francia, con la finalidad establecer en México una monarquía o un imperio que pudiera favorecer los intereses de la clase conservadora. En Durango los liberales republicanos atendían a la defensa de la Patria Grande y en consecuencia el Ayuntamiento de la Ciudad lanzó un manifiesto, con fecha 12 de junio de 1862, dando su firme adhesión a los principios democráticos de la República Mexicana. El coronel José María Patoni, gobernador de Durango, había iniciado la organización de una brigada de infantería, en el marco jurídico de la Guardia Nacional, compuesta por 800 soldados en dos batallones, para dirigirse a la zona de guerra en el estado de Puebla, donde los franceses, ya con refuerzos, habían reiniciado los ataques a la plaza. A partir del 6 de julio de 1862, Benigno Silva fue el ciudadano encargado de ocupar la gubernatura estatal, ante la ausencia de Patoni. En su periodo interino, Silva optó por reformar la constitución estatal con el o0bjeto de hacerla congruente, en sus principios, con los de la Carta Magna nacional. La nueva Constitución Política del Estado de Durango fue promulgada el 14 de mayo de 1863. En su texto, además de incluir las disposiciones legales de la Reforma, se creó la figura de jefe de partido, al tiempo que la jurisdicción política y administrativa de la entidad quedó dividida en 13 partidos, a saber: Durango, Mezquital, Nombre de Dios, San Juan de Guadalupe, Cuencamé, Mapimí, Nazas, San Juan del Río, Santiago Papasquiaro, El Oro, Indé, San Dimas y Tamazula.10 Mientras tanto, los efectivos de la milicia chihuahuense de la Guardia Nacional, de apoyo a la República Mexicana, contra la Intervención Francesa, habían partido al 10 PACHECO ROJAS, JOSÉ DE LA CRUZ. Breve Historia de Durango, México, Fondo de Cultura Económica / Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas, Series Breves Historias de los Estados de la República Mexicana, 2001, p. 181. 67 interior del país desde mayo de 1862, en vísperas de la batalla de Puebla, pero en el camino, en Palo Chino, Durango, los soldados se amotinaron reclamando el cambio de jefes. Una vez que se restituyó el orden y la autoridad, se envió a los líderes de los insubordinados a la ciudad de Durango en donde el gobernador Patoni los mandó incorporar a su respectiva sección de la Guardia Nacional. Las tropas de Chihuahua, unidas con las de Durango, bajo las órdenes del coronel José María Patoni, iniciaron su viaje a la ciudad de México. En la capital de la República, Patoni recibió el grado de general y a él, junto con sus efectivos, se les integró a las brigadas del Ejército de Oriente, bajo el mando del general Jesús González Ortega y de inmediato salieron al combate en la ciudad de Puebla, a donde arribaron en los primeros días de enero de 1863. Así, la Segunda Brigada del Ejército de Oriente, o Brigada Patoni, bajo las órdenes del general José María Patoni, estuvo compuesta por el Primer Batallón de Carabineros de Durango, bajo el mando del teniente coronel Manuel Porra; el Segundo Batallón de Carabineros de Durango, que obedecía al coronel Pedro Moreno y el Primer Batallón de Carabineros de Chihuahua, comandado por el coronel Manuel Maya. El total de los efectivos de la Brigada Patoni fue de: 11 jefes, 69 oficiales y 1,004 individuos de tropa. Dadas las duras condiciones del largo y sinuoso viaje desde Chihuahua hasta Puebla, de quinientos hombres que iniciaron el recorrido, llegaron únicamente 370 soldados de la infantería chihuahuense, puesto que casi una tercera parte de la tropa falleció en el trayecto de más de dos mil quinientos kilómetros que hicieron a pie. Algo similar sucedió con las tropas durangueñas, aunque estas últimas solo tuvieron que caminar alrededor de mil cuatrocientos kilómetros. En Puebla, la Segunda Brigada del Ejército de Oriente participó activamente durante el prolongado sitio que las tropas invasoras francesas impusieron a las tropas mexicanas. El general Patoni solicitó actuar en la defensa del Fuerte de Ingenieros, también conocido como Fuerte Totimehuacán. El sitio de Puebla duró del 16 de marzo al 17 de mayo de 1863 y en todo ese lapso, el Fuerte de Totimehuacán, que era el puesto más avanzado con respecto a las tropas francesas de asalto, sufrió y resistió a diversos ataques. Llegado el momento, ante el Estado Mayor del Ejército 68 de Oriente, el general Patoni externó su opinión en el sentido de que se debería atacar a los sitiadores fuera de los diversos fuertes en los que se parapetaban las tropas nacionales. Aunque la opinión general fue contraria a la idea de Patoni, se autorizó al durangueño para que, con su Brigada, actuara en consecuencia. El resultado de las cargas de la infantería de Patoni fue que las tropas norteñas plantaron la bandera nacional en los puestos de avanzada de los franceses. Plano en el que se localiza el Fuerte de Ingenieros o de Totimehuacán, en la ciudad de Puebla, defendido por la Infantería de José María Patoni. El hambre y la debilidad bélica, propiciados por el desabastecimiento de vituallas de boca y guerra, obligaron a las tropas nacionales a la rendición, ante los invasores franceses, a partir del 18 de mayo de 1863. Tras la rendición de Puebla, el general Patoni, cayó prisionero, junto con otros muchos jefes y oficiales del Ejército Mexicano. Su triste destino inmediato era el ser 69 conducido a Europa. Sin embargo, el 25 de mayo, en Orizaba, Veracruz, 868 oficiales mexicanos, prisioneros de guerra de los franceses, lograron fugarse, entre ellos el propio José María Patoni, mientras que 532 oficiales prisioneros no consiguieron escapar y fueron trasladados a un campo de concentración en Lille, Francia. Tras un viaje complicado y lleno de vicisitudes, Patoni y otros oficiales mexicanos sobrevivientes, lograron reunirse con el presidente Benito Juárez en San Luis Potosí, de donde Patoni partió a hacerse de nuevo cargo del Gobierno del Estadio de Durango. Es de señalar que, al finalizar el año de 1864, el general Aquiles Bazaine, jefe de las tropas invasoras francesas, contaba con más de 63,000 hombres, entre expedicionarios franceses, voluntarios austriacos, belgas, egipcios, austriacos, antillanos y mercenarios adscritos a la Legión Extranjera, así como 20,000 conservadores mexicanos, mientras que los efectivos republicanos liberales se había visto sensiblemente mermados, por las deserciones y por la baja en la moral, dado el inexorable avance de los intervencionistas. Ante la superioridad técnica de las tropas de ocupación, en condiciones extremas, los soldados de la República y su presidente Benito Juárez no tuvieron más opción que desplazarse hacia el norte del país, bajo la constante persecución de las tropas francesas. 70 Dos imágenes del general José María Patoni Sánchez 71 72 IV. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Chica Los franceses llegaron ya Mientras la infantería de Patoni luchaba contra los invasores en Puebla; en Durango, diversas acciones armadas, apoyadas por la diputación local, sin bandera completamente definida, y dirigidas principalmente por el coronel Tomás Borrego, habían logrado que el licenciado Benigno Silva, a quien el general José María Patoni había dejado en el cargo de gobernador interino del estado; a partir del 9 de junio de 1863, dejara el puesto y que este fuera ocupado por el licenciado Juan José Zubizar. Juan José Zubizar. Gobernador de Durango en seis ocasiones; entre los años de 1848 y 1863 Al arribar Patoni a la ciudad de Durango, el 14 de julio de 1863, de inmediato y con el aval del Gobierno Federal, según decreto expedido el 24 de julio de 1863, se 73 desconoció la investidura espuria de Zubizar, con lo cual el general Patoni volvió a ocupar el Poder Ejecutivo Estatal. Leal a la República Mexicana y siguiendo puntualmente las instrucciones del presidente Don Benito Juárez, el General José María Patoni organizó el gobierno y la resistencia contra los invasores en el estado de Durango. Nombrado por Juárez, comandante militar de los estados de Durango y Chihuahua, el 6 de marzo de 1864, Patoni con sus tropas, abandonó el estado para proteger los poderes de la Unión y combatir a los inoportunos rebeldes neoleoneses antirrepublicanos encabezados por Santiago Vidaurri. En la ocasión, el general Patoni dejó en el gobierno estatal a cargo de Cayetano Mascareñas. En el ámbito nacional, a pesar de las múltiples derrotas en el terreno militar, los ciudadanos liberales continuaron manteniendo el gobierno republicano, mientras que los conservadores hacían tratos en Europa para que alguna de las familias reales europeas les hicieran el favor de enviar a uno de sus miembros para ocupar el puesto de emperador de México. Como ya se apuntó, el cargo recayó en Maximiliano de Habsburgo quien, junto con su esposa Carlota de Weimar, y apoyado por los monarquistas conservadores mexicanos y las tropas francesas de ocupación, se asumió como nuevo emperador de México, a partir del 10 de abril de 1864, iniciando así el periodo histórico conocido como Segundo Imperio Mexicano, con un gobierno impopular que tuvo la constante de la resistencia guerrillera liberal en la mayoría del territorio nacional. Maximiliano ejerció una monarquía moderada, estableciendo algunas leyes reformistas como la que establecía la tolerancia de cultos, el respaldo a parte de las actas de desamortización y nacionalización de bienes que se habían dictado a partir de la Leyes de Reforma, entre otras, mismas que fueron provocando que, entre sus súbditos; los conservadores mexicanos, se experimentara un evidente rechazo a su emperador. Estrenando emperador, las tropas francesas y las imperialistas mexicanas continuaron su avance para la ocupación total del territorio nacional y en su itinerario se encontraba el estado de Durango, mismo que, a la sazón, tiempo después, en la 74 nueva mapografía imperialista se transformó en los departamentos de Durango y Nazas. A partir del 2 de julio de 1864, arribó a Durango, para la defensa militar republicana, el general Gaspar Sánchez Ochoa, con mil de tropa medianamente pertrechados. Para la defensa, el gobernador interino Cayetano Mascareñas había ordenado realizar obras de zapa y fortificación en las cuales participaron, de manera obligada, algunos parroquianos de la ciudad. Conocedor de la inutilidad bélica de ofrecer resistencia a las experimentadas tropas francesas, Gaspar Sánchez Ochoa, optó por abandonar la ciudad ante el arribo inminente de los invasores. De esta suerte, dirigidas por el general Edmond L’Heriller,11 el 4 de julio de 1864, las tropas del Ejército Francés de ocupación, sin combatir, al compás de las notas de la marcha de: la Vivandera y el himno de La Marsellesa, hicieron su entrada triunfal a la ciudad de Durango, en donde los nuevos súbitos conservadores monarquistas y la población en general les hicieron un recibimiento apoteósico. Paradas militares, bailes, banquetes y demás agasajos, fueron realizados por los nuevos súbditos en honor a la oficialidad invasora. La 1ª Brigada de la 2ª División del Ejército Francés en México, bajo las órdenes del general de división Félix Douay e integrada por el Primer Batallón de Cazadores de a Pie comandado por el oficial Philippe de Courcey, el 2º Regimiento de Zuavos, bajo las órdenes del teniente Coronel Julio Martin y el 99º Regimiento de Infantería que conducía el Coronel Saint Hilaire, fueron los cuerpos de tropas invasoras de ocupación que desfilaron en las calles de la Perla del Guadiana. Para el Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo, la ocupación de Durango representaba un bastión importante para acabar con la resistencia republicana en el norte del país. Diversas fotografías, dibujos, mapas, planos, grabados, tarjetas postales y caricaturas francesas y mexicanas, dan fe de la presencia y acciones de los invasores franceses en territorio durangueño. 11 El general de división Edmond-Aimable L´Heriller, durante su labor como oficial de las tropas invasoras en México, tuvo la ventaja de que uno de los idiomas que dominaba era el español. 75 El día 15 de junio de 1864, el general Edmond L´Heriller convocó a una junta de notables adictos al Imperio, con el objeto de conformar el gabinete de gobierno imperial de la nueva Prefectura Política Superior de Durango, sin elección o consulta popular de por medio. Este conjunto de miembros del gobierno departamental quedó integrado por el súbdito Buenaventura González Saravia y Delgado de Nájera, como Comisario Imperial y Prefecto Político Superior, el cargo fue ocupado por Sarabia del 5 de julio de 1864 a febrero de 1865 y posteriormente; de septiembre a octubre del mismo año. En el lapso intermedio Sarabia fue sustituido por el súbdito Juan de Dios Palacios; por su parte el súbdito licenciado Bernardo de la Torre ocupó el cargo de Secretario de la Prefectura. El organigrama departamental también tuvo entre sus integrantes a los súbditos hacendados Juan Nepomuceno Flores, Francisco Bracho, Ignacio Asúnsolo y Felipe Pérez Gavilán, entre otros encargados de los puestos del Consejo Departamental, el Ayuntamiento y el Supremo Tribunal de Justicia. De hecho, los invasores tenían en mente realmente hacer de México una colonia francesa o por lo menos un protectorado, con la imagen de Imperio. Es de notar que la afiliación política de los miembros del nuevo gobierno imperial en el Departamento de Durango era, en lo general, de la facción conservadora. De hecho, los empresarios y hacendados conservadores de la entidad abrigaban el deseo de llegar a tener los títulos nobiliarios que los diferenciaran, desde el nacimiento hasta la muerte, de la mayoría de la población, transformarse e inventarse como nobles y establecer su diferencia con los a su vez inventados plebeyos. Lograr recibir de su emperador los títulos de: condes, vizcondes, barones o al menos caballeros; entre otros, al servicio de Su Majestad. Ser el conde de Garavitos, el Barón de Guatimapé o el Caballero de Taxicaringa era un sueño presente en el pensamiento conservador, para reproducir a las cortes europeas en terrenos durangueños y establecer, aparte de las evidentes diferencias económicas, las diferencias de la inventada alcurnia. Sin experiencia política cual ninguna y con poco carisma, pero leal a la monarquía, el súbdito Buenaventura González Saravia intentó desarrollar acciones de gobierno. Una de ellas fue el reordenamiento de las fuerzas de la Policía rural para incrementar la vigilancia y la protección a las haciendas, poblados y caminos, ante 76 la constante amenaza de los bandidos y los apaches, al tiempo que intentó que el dominio de los franceses se hiciera evidente en todo el territorio estatal. No pasó mucho tiempo antes de que Buenaventura González Saravia se percatara de su propia ineptitud para gobernar, toda vez que estaba más preocupado por la atención de sus negocios personales, que por los de la cosa pública. Así lo hizo saber a su jefe superior el emperador Maximiliano y en dos ocasiones le presentó la renuncia a la prefectura, misma que el archiduque de Miramar no acepto. Limitado en lo que a cuadros de liderazgo se refiere, Maximiliano no se podía dar el lujo de aceptar las renuncias de la poca gente confiable y leal. A la sazón, el mismo súbdito González Saravia viajó a la ciudad de México para tramitar personalmente su dimisión, aunque a su regreso a la capital de Durango, además de la ratificación del cargo de prefecto, traía consigo los nombramientos de: Visitador del Departamento de Durango y Comisario Imperial de la 6ª División Territorial, con un sueldo mensual de $300.00. Además recibió del emperador la Cruz de Comendador de la Orden Imperial de Guadalupe, mientras que su esposa obtuvo de la emperatriz Carlota el título de Dama de Palacio.12 Total, que Saravia siguió siendo el súbdito preferido y encargado de gobernar Durango para el Imperio. La prioridad militar de los invasores franceses era la de acabar con las tropas de la resistencia republicana. Así, ante la noticia de que los republicanos de Patoni se encontraban atascados en los lodazales de un camino en malas condiciones cercano a la capital del estado, el general Edmond L’Heriller ordenó al comandante Philippe de Courcey que dirigiera sus tropas, integradas por cuatro compañías del 1er Batallón de Cazadores de a Pie y tres pelotones del Escuadrón del 12º Regimiento de Cazadores, a combatir a los partisanos republicanos de Patoni. El 14 de julio de 1862, los invasores franceses arribaron a San Lucas de Ocampo y al siguiente día se presentaron en San Juan del Río. En ese municipio y precisamente en la Hacienda de Menores, fue donde las tropas francesas atacaron a los guerrilleros rezagados del general Patoni. Aunque los republicanos sufrieron 12 ALTAMIRANO COZZI, GRAZIELLA. “Durango bajo el Imperio”, en: VILLA GUERRERO, GUADALUPE y FRANCISCO DURÁN (coordinadores). Durango. Tierra de retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión / Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia, 2009, pp. 202 a 203. 77 varias bajas, el grueso de la tropa logró escapar, junto con las valiosas piezas de artillería. Por su parte Philippe de Courcey retornó a la ciudad de Durango. Otra acción guerrera en la entidad, fue la que tuvo lugar en la Hacienda de Juana Guerra, cercana a Nombre de Dios, el 19 de julio de 1864, cuando dos compañías del 2º Regimiento de Zuavos, bajo las órdenes del capitán Hurtel, se enfrentaron con las tropas republicanas del general jalisciense Ramón Corona. En una frenética persecución de más de cuatro kilómetros, los zuavos lograron hacer 30 prisioneros y dar muerte a 45 soldados republicanos. Sin embargo la resistencia encabezada por Corona no mermó y continuó las hostilidades contra los imperialistas, sobre todo en los terrenos de la Sierra Madre Occidental. Tras la refriega, dos franceses; de apellidos Bonhomme y Baril, que eran prisioneros de los republicanos y por los cuales se había pedido rescate fueron liberados por las tropas invasoras.13 13 GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 1ª parte, COCyTED / Universidad Popular de Analco. S. / l., S. / F. pp. 83 y 84. 78 Mapa francés del Itinerario de tropas invasoras de México a Durango en 1864 79 Dibujo francés sobre la apoteósica recepción a las tropas invasoras en Durango, es de notar que el autor del dibujo se imaginó a los durangueños como árabes 80 Dos fotografías con las tropas invasoras en la Plaza de Armas de Durango, el 4 de julio de 1864 81 82 Tres imágenes del general Edmond L’Heriller, comandante de las tropas francesas de la Intervención que ocuparon Durango Buenaventura González Saravia y Delgado de Nájera. Comisario Imperial y Prefecto Político Superior de Durango bajo el Segundo Imperio 83 Rodrigo Durán. Prefecto municipal del Segundo Imperio en Durango Cartón de Xavier Gómez sobre el comportamiento de los notables liberales ante los intentos de cooptación por parte del Segundo Imperio 84 Dibujo de Xavier Gómez sobre la acogida que algunos ciudadanos durangueños dieron a los invasores franceses 85 Tarjeta postal con dibujo de zuavos del ejército invasor francés apostado en Durango 86 Fotografía francesa de la Acequia Grande de la ciudad de Durango, 1864 Fotografía francesa. Panorámica de la ciudad de Durango, 1864 87 Plaza de Armas de Durango. Fotografía francesa, 1864 Fotografía, posiblemente francesa, de la Plaza principal de la ciudad de Durango, 1866 (circa) 88 Imagen ideal francesa en grabado de la Catedral de Durango, 1865 Imagen francesa en grabado de la Plaza de armas y la Catedral de Durango, 1865 89 Imagen francesa en grabado de vista panorámica de la ciudad de Durango desde el Santuario de Guadalupe, 1865 (circa) Imagen ideal francesa del paseo de Las Alamedas, 1865 90 La Noria, actual Pedriceña, municipio de Cuencamé. Fotografía francesa, 1864 El General Ramón Corona combatió a los invasores franceses en Durango 91 La Batalla del Cerro de Majoma En una carta que don Benito Juárez envió desde Villa de Cinco Señores (hoy Nazas) a don Matías Romero, quien se encontraba en Nueva York , con fecha del día 22 de Septiembre de 1864, en uno de sus párrafos dice: “El día 2 de Septiembre llegamos a la Hacienda de Santa Rosa14, perteneciente a este Estado y allí formé el Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, compuesto de la División que había yo organizado en Nuevo León, al mando del General Alcalde, de la División de Zacatecas y de la División del General Patoni. Nombré de General en Jefe al Sr. González Ortega y de su segundo al General Patoni, y ordené que se abriese la campaña sobre Durango y Zacatecas. El día doce emprendió el Ejército su marcha y yo me pasé a esta Ciudad (de Nazas) que dista 60 leguas de la Capital de Durango. Hoy se encuentran nuestras fuerzas interpuestas entre Durango y Zacatecas y pronto ocuparán una de estas Capitales.” Sobre el reclutamiento de tropas de ciudadanos republicanos en el estado de Durango, la lírica narrativa popular difundió las siguientes cuartetas: “Madre mía de Las Mercedes, Virgen de imperial corona, en ti mi experiencia pongo, del Real del Oro patrona. Ese don José María, valido de la ocasión, se lleva a todos los hombres pa’ formar el batallón. Ese general Patoni, se lleva a toda la gente, 14 La Hacienda de Santa Rosa, se ubicó en los terrenos que actualmente ocupa la ciudad de Gómez Palacio. 92 por sus purito calzones pa’ formar el contingente.”15 En la Villa de Cinco Señores (Nazas), el Presidente Juárez permaneció más de ocho días, esperando los resultados de las acciones bélicas del Primer Cuerpo del Ejército de Occidente. A mediados del mes de septiembre, las tropas republicanas habían avanzado hasta Tapona (hoy Guadalupe Victoria), a cuatro leguas de Porfías, (hoy Jerónimo Hernández), en el municipio llamado hoy Pánuco de Coronado, donde se encontraba una fuerza francesa. En Tapona, el general Jesús González Ortega recibió la noticia de que otra sección de soldados franceses, procedente de Zacatecas, se encontraba en las inmediaciones de San Miguel del Mezquital (hoy Miguel Auza), región de planicies y pequeñas serranías del Estado de Zacatecas, colindante con el Municipio de Cuencamé, Durango, que venía a dar auxilio a las fuerzas ubicadas en la Capital de Durango. Ante esta situación, Jesús González Ortega decidió; en lugar de dirigir sus fuerzas sobre la ciudad de Durango, hacer una marcha nocturna forzada, de 18 leguas16, con el fin de sorprender a la sección de auxilio de los invasores, destruirla, y posteriormente regresar sobre Durango. El jefe del Primer Cuerpo del Ejército de Occidente no tuvo éxito debido a que, avisados los franceses por algún traidor, estos continuaron por un camino distinto al que se había trazado González Ortega. Al llegar a las inmediaciones de San Miguel del Mezquital, Zacatecas, González Ortega se dio cuenta de la retirada oportuna de aquellos, lo que lo hizo optar por volverse hacía la Ciudad de Durango. Este regreso dio de inmediato un desenlace no deseado; de manera inopinada, los republicanos tenían enfrente al enemigo extranjero, que se había posesionado de la Hacienda la Estanzuela. Los republicanos, tratando de lograr la mejor posición, CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. “La Batalla de Majoma. Significación política y militar. Sucesos de la época”, en: FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, ANTONIO. Memoria de la Academia Nacional de Historia y Geografía. Boletín Número 5. Año quinto. Segunda época, México, Academia Nacional de Historia y Geografía, 1949, p. 24. 16 Una legua equivalía a 4,190 metros. 15 93 se situaron en el Cerro de Majoma, ubicado a poco menos de una legua de distancia de la Hacienda de Estanzuela. El Cerro de Majoma se erige en los límites de los estados de Durango y Zacatecas, correspondiendo la parte durangueña al Municipio de Cuencamé y la zacatecana al Municipio de Miguel Auza (antes San Miguel del Mezquital) y como a 4 Kilómetros de esta, al sur de este punto, se ubica la Hacienda de Estanzuela, dentro del Municipio de Cuencamé. En este sitio, el 21 de Septiembre de 1864, tuvo lugar una de las últimas y decisivas batallas en que los republicanos juaristas pelearon para detener el avance de las fuerzas francesas en Zacatecas y Durango. De esta confrontación armada dependía el control de los estados del norte de México. Las fuerzas invasoras de combate enviadas por el general Edmond L’Heriller a la zona de la batalla, bajo el mando del coronel Julio Martín, estuvieron integradas por: cinco compañías del 2º Batallón del 2º Regimiento de Zuavos. La 2ª Compañía del 18º Batallón de Cazadores de a pie; dos obuses de montaña rayados, servidos por una sección de la 1ª Batería del 5º Regimiento de Artillería y del 2º Escuadrón del 12º Regimiento de Cazadores de a Caballo. Un Escuadrón de Caballería Mexicana imperialista, bajo las órdenes del Cura Jesús Meráz. En total, la fuerza imperialista sumaba 531 tropas francesas y 80 mexicanos. Por su parte los republicanos mexicanos, bajo las órdenes de los generales Jesús González Ortega y José María Patoni estaban organizados en los siguientes grupos: Tres divisiones de infantería que obedecían a González, Patoni y al general Alcalde; una de caballería dirigida por el general Antonio Carbajal. Una brigada suelta al mando del general Eugenio Castro y 20 piezas de artillería bajo la disciplina del coronel Jesús Lalanne. En los partes de guerra imperialistas se contabilizaba a las tropas republicanas con un total de: 3,500 infantes y 700 de caballería. La batalla era inminente y las tropas republicanas del general José María Patoni se ubicaban en mejor ventaja estratégica en el Cerro de Majoma. Patoni se apostó en el cerro, constituyéndose como el ala derecha del Ejército de Occidente; ahí en la cima, se colocaron diez cañones bajo el mando del Comandante de Artillería Coronel Jesús Lalanne, y el batallón de Chihuahua, a las órdenes del Coronel 94 Manuel Ojinaga; defendiendo otra posición del Cerro, el General Gaspar Sánchez Ochoa. Como reserva; Ortega y Alcalde con sus divisiones se situaron en la llanura; en la División de Jesús González Ortega quedaban incluidos los batallones de Zacatecas, el primero comandado por el Coronel Francisco Fernández, y el segundo, por el Coronel Villagrana; ambas Divisiones formando el centro y ala izquierda del Ejército; colocándose la Caballería en ambas alas. En el ala izquierda estaba la Caballería de Castro y unos doscientos soldados; y en el ala opuesta, los trescientos jinetes de Antonio Carbajal. La batalla se dio la forma siguiente: Carvajal, al frente de una sección de exploradores, avanzó para la Estanzuela. De esta salió al enfrentamiento el capitán francés Fouré, con un escuadrón de cazadores montados. Se trabó un tiroteo de corta duración. En esta primera acción la ventaja correspondió a los republicanos. Los franceses perdieron algunos hombres y caballos, que quedaron del lado de los republicanos. En una segunda carga, el coronel francés Julio Martín, que comandaba el Segundo Regimiento de Zuavos, consideró en principio que tenía que batirse con una corta retaguardia. Este razonamiento era resultado de que no tenía a la vista a las otras fuerzas republicanas que estaban ubicadas en la hacienda. Entonces Martín, con sus tropas de zuavos, avanzó con ese error, hasta que descubrió que se hallaba frente a todo el Ejército Republicano y no encontrando forma de retroceder, ordenó el ataque. La artillería colocada en la cima de la loma abrió fuego sobre la columna de soldados franceses y a los primeros disparos, el coronel Julio Martín quedó destrozado al impactar en él la bala de un cañonazo. En medio de la refriega, inmediatamente el fallecido Martin fue sustituido por el general Frédéric Benoit Japy, quien prosiguió el ataque. El objetivo de los franceses era el Cerro que, de hecho, resultaría ser la llave de la posición, pues quien lo tuviese en su poder tendría más ventaja para ganar la batalla. Por lo pronto estaba en poder de los republicanos. En esta segunda acción de armas, que fue impetuosa, las fuerzas republicanas hicieron retroceder a los franceses, habiéndose distinguido el batallón de Chihuahua a las órdenes del Coronel Manuel Ojinaga. 95 Los franceses no se dieron por vencidos y volvieron a la carga, obstinándose en el ataque hasta lograr que la posición fuera cedida por la División de José María Patoni, no obstante los esfuerzos de su comandante y de otros jefes militares. En esta tercera acción se tuvieron momentos difíciles, tanto así que fue necesario que subieran a la loma los batallones de Zacatecas. En este intento y arrojo sucumbieron sus comandantes los coroneles Fernández y Villagrana. Por unos momentos parecía perdida la acción de armas para los republicanos, pero una carga de caballería dada en la cima de la loma, logro inclinar la balanza a favor del Ejército Republicano. En esta acción fueron lanceados varios de los infantes franceses, otros se dispersaron y se recobraron las piezas de guerra. Los imperialistas obtuvieron perdidas de consideración. Un último enfrentamiento que se libró, cambió el aspecto del combate a favor de los franceses. El Ejército republicano que en tres ocasiones los había rechazado, en este último enfrentamiento era sacado de la posición por los franceses. La caballería había quedado sola, y no podía defender la posición sin el auxilio de la infantería, por lo que tuvo que abandonar el Cerro. Varias circunstancias se atribuyeron al desastre que sufrieron los republicanos en la última acción de armas, entre las más importantes: La muerte de los comandantes de los batallones de Zacatecas en el tercer enfrentamiento, así como el hecho de que tanto Aranda como Castro cayeran gravemente heridos, hechos que los soldados republicanos lamentaron y que fueron provocando una profunda desmoralización, pues fue patético observar que, a raíz de la herida de Castro, la caballería abandonó el cerro. Se menciona también el hecho de que las tropas comandadas por González Ortega observaron una pasmosa inacción, sobre todo en los momentos en que más se requería su apoyo, para defender a sus camaradas republicanos. En la tragedia republicana de la noche del 21 de Septiembre de 1864, en San Miguel del Mezquital se dio el caso inusitado de que un cuerpo armado que, a pesar de la derrota, fue capaz de emprender una retirada ordenada por 15 kilómetros, al llegar a San Miguel se desbandó, en lugar de proceder a reorganizarse para continuar la lucha; la única explicación que se dio a este inusitado caso, fue la inconformidad de 96 los soldados y oficiales subalternos hacia los altos mandos, que, los sometían a marchas fatigosas sin proporcionarles alimentos, ni mucho menos cubrirles su escaso sueldo. Se decía que los soldados del Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, lejos de haber sido derrotados, se alejaban en el mejor orden del lugar de la batalla. La convicción general entre amigos y enemigos, fue de que un último esfuerzo de parte de los republicanos, seguramente hubieran logrado el triunfo. Las informaciones salidas de los voceros del Imperio, en cuanto a la cantidad de soldados que se enfrentaron de una y otra parte, fueron abultadas. En la prensa oficial del Imperio, cuyo redactor era Antonio G. De Palacio, aparecieron algunos encabezados como estos: “Honor y Gloria a los Vencedores de la Estanzuela”, “Gratitud Eterna a los Defensores del Imperio”, “600 contra 4,200”. El cadáver del coronel Martin fue llevado a la ciudad de Durango, donde los súbditos imperialistas conservadores durangueños le rindieron honores de héroe. Posteriormente el cadáver del coronel Julio Martín fue inhumado en el Panteón Francés de la ciudad de México. La versión histórica, por la información que recibió José María Iglesias de los propios militares republicanos, fue en el sentido de que el Primer Cuerpo del Ejército de Occidente no llegaba en su totalidad a 2,500 hombres, de los cuales sólo se batieron entre 800 a 1000 hombres, resultando entre muertos y heridos 300 hombres y 130 prisioneros. Parece ser que los franceses eran 800; de los cuales, entre muertos y heridos fueron poco más de 100. José María Iglesias, atribuye la desbandada de la tropa al cansancio, y escasez de alimentos y escribió: “Por una fatalidad que no puede tener explicación satisfactoria, el Ejército de Occidente, que se había retirado en tan buen orden del lugar de combate, se desbando en una gran parte la misma noche del 21 de Septiembre de 1864. Esta concurrencia se ha atribuido con generalidad a la fatiga ocasionada por una marcha de siete leguas, que se caminaron para ir de San Miguel del Mezquital a las inmediaciones de la Estanzuela; por la acción que hubo después, y por la nueva marcha emprendida al terminar la batalla, otras siete leguas, para volver de la 97 Estanzuela a San Miguel del Mezquital, y de otras tres más que anduvo la tropa, sin habérsele dado alimento ni descanso. Ya desde días anteriores habían sido penosas las marchas y contramarchas, además habían padecido los soldados grandes trabajos, por no haber permitido socorrerlos sino muy pocos días, aparte la suma escasez de fondos del erario.” En la Villa de Cinco Señores (hoy Nazas), se encontraba el Presidente don Benito Juárez. Derrotado en Majoma, el Ejército de Occidente regresó a Nazas. Ahí los Generales Jesús González Ortega y José María Patoni, sin consultar al señor Presidente, manifestaron a la tropa que quedaba la imposibilidad de continuar haciendo la guerra, por falta de recursos y de gente, añadido esto a la evidente inacción bélica de González Ortega, Benito Juárez, con indignación desaprobó la medida y ordenó que la tropa quedara bajo el mando de los militares Antonio Carbajal y Manuel Quezada, de origen tlaxcalteca y cubano respectivamente. En una cuarteta del olvidado Corrido de la Batalla de Majoma, recogido por Francisco Castillo Nájera, se cita la proverbial mala suerte o inacción bélica de González Ortega en perjuicio de los alacranes republicanos: Ortega perdió en dos cerros: En Majoma y El Borrego. “Muera el general Ortega Pues por él perdí la guerra.”17 CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. “La Batalla de Majoma. Significación política y militar. Sucesos de la época”, en: FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, ANTONIO. Memoria de la Academia Nacional de Historia y Geografía. Boletín Número 5. Año quinto. Segunda época, México, Academia Nacional de Historia y Geografía, 1949, p. 44. 17 98 Plano francés de la Batalla de Majoma, publicado en el periódico L’IlustrationJuornal Universel, 31 de octubre de 1864, París, Francia 99 Dos imágenes del Cerro de Majoma 100 Hacienda de Estanzuela, aledaña al Cerro de Majoma 101 Dos dibujos franceses de la Batalla de Majoma, publicados en el periódico L’Ilustration-Juornal Universel, 31 de octubre de 1864, París, Francia18 18 Estos dibujos también fueron publicados en Inglaterra, en el: Ilustrated Times, London, 14 de enero de 1865, p.13 102 Dos dibujos españoles de la Batalla Majoma, publicados en Mundo militar, # 274, 5 de febrero de 1865, Biblioteca Nacional de España Dibujo francés sobre la muerte del coronel Julio Martín, en la Batalla de Majoma, en Le Monde Illustre. 26 de noviembre de 1864 103 Tumba del Coronel Julio Martín, en el Panteón Francés de la ciudad de México 19 19 PÉREZ SILLER, JAVIER. “Los franceses desde el silencio: La población del Panteón francés de la ciudad de México: 1865-1910”, en: Estudios Migratorios Latinoamericanos, Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CEMLA) de Buenos Aires, Año 20, Vol. 61, 2006, p. 14. 104 Banderas mexicanas capturadas por las tropas francesas en la Batalla de Majoma 105 General Jesús González Ortega, dirigió a los republicanos mexicanos en la Batalla de Majoma 106 Una imagen y una foto del monumento, ubicado en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, en honor al General tlaxcalteca Antonio Carbajal, quien participó en la Batalla de Majoma y fue gobernador republicano de Durango Monumento en el Paseo de la Reforma al Coronel republicano chihuahuense José Manuel Ojinaga Castañeda, quien tuvo acción en Majoma 107 El General republicano sinaloense Gaspar Sánchez Ochoa, en la Batalla de Majoma salvó algunas piezas de artillería El General poblano Miguel Negrete Novoa tuvo acción en Majoma 108 Oficial francés Apollinaire Coiffie. Participó en la Batalla de Majoma General francés Frédéric Benoit Japy. Participó en la Batalla de Majoma y con el 2º de Zuavos sustituyó en el mando al Coronel Julio Martín 109 Capitán francés Pierron. También actuó en Majoma El oficial francés Alexandre Francois Luzeux, dirigió la captura de la artillería mexicana en Majoma 110 V. El desierto y la República perseguida Ante el avance militar de las tropas invasoras francesas, en persecución del Gobierno de la República liderado por Benito Juárez, en septiembre de 1864, el presidente encargó el Archivo de la Nación, para su custodia, al campesino lagunero Juan de la Cruz Borrego quien, junto con un grupo de patriotas llamado Los Tulises (no confundir con los bandidos Tulises), protegió el archivo para la posteridad, escondiéndolo en la Cueva del Tabaco, en el municipio de Matamoros, Coahuila. La invasión de las tropas francesas y los descalabros bélicos que habían sufrido las tropas republicanas habían obligado al presidente Benito Juárez a mantener su administración, en la medida de lo posible, en la trashumancia, en un inusitado viaje, a bordo de un austero carruaje negro, por el norte del territorio nacional. A la sazón, el 2 de septiembre de 1864, el presidente la República se encontró en la Hacienda de Santa Rosa de Lima, en los terrenos de lo que actualmente es la ciudad de Gómez Palacio, en la Región Lagunera, del estado de Durango. 20 20 De la estancia de Benito Juárez en la hacienda de Santa Rosa de Lima, durante los primeros días del mes de septiembre de 1864, dieron cuenta en sus obras historiadores como Vicente Rivapalacio, Victoriano Salado Álvarez y Justo Sierra. En este lugar, su presencia quedó marcada históricamente al nombrar a los generales Jesús González Ortega y José María Patoni, como jefe y subjefe del Cuerpo del Ejército de Occidente, respectivamente; eran días difíciles en los que la República atravesaba por una crisis existencial, ante el arrollador avance del Ejército Francés de ocupación, por el territorio nacional. Para las tropas de Napoleón III, Juárez era una codiciada pieza de cacería, lo querían atrapar vivo o muerto y en algunas ocasiones estuvieron a punto de lograrlo. Liquidado Juárez -decían los imperialistas-, moriría la institución republicana. La Comarca Lagunera que vio Juárez Desde su carruaje y en sus caminatas, el Héroe de la Reforma conocería los diversos paisajes de la Comarca Lagunera, vio los primeros plantíos de algodón que empezaban a dar fama y riqueza a la región, divisaría las inmensas y áridas planicies pobladas matorrales y cactáceas, contempló los umbrosos álamos y sabinos a lo largo de las riberas del río Nazas, seguramente avistaría los ejemplares de la fauna lagunera como la víbora de cascabel, el coyote, la liebre y el gato montés. Benito Juárez se enteró y constató que la riqueza de la Comarca Lagunera estaba concentrada en tres grandes terratenientes: Leonardo Zuloaga Olivares, Juan Ignacio Jiménez y Juan Nepomuceno Flores Alcalde. Zuloaga, era propietario del suelo lagunero correspondiente del lado de Coahuila. Jiménez y Flores Alcalde, fueron a su vez, dueños de las tierras sobre territorio duranguense; todo el engranaje económico de la región lagunera, estaba concentrado en las manos de este triunvirato financiero. Ellos fueron los pioneros y los únicos agricultores y comerciantes del algodón de 1850 a 1880. Zuloaga y Jiménez, construyeron represas para irrigar sus tierras, hecho que trajo después disputas por la repartición del agua y que provocó enconados litigios. (Haciendas de México. Autor Ricardo Rendón Garcini. Página 277 y 278. Edición de Grupo Financiero-Accival, S.A. de C.V. Fomento Cultural Banamex. México. 1994). 111 Monumento a Benito Juárez en la Plaza de Armas de Gómez Palacio Juan Ignacio Jiménez A diferencia de Leonardo Zuloaga y Juan Nepomuceno Flores Alcalde. Juan Ignacio Jiménez no se mostró abierto simpatizador del Imperio de Maximiliano, lo que le valió que Juárez no afectara sus bienes inmuebles. Para unos, mostró una postura neutral, para otros, estuvo "midiéndole el agua a los camotes" a ver para dónde se inclinaba el fiel de la balanza. Jiménez, tenía amistades y parientes que manifestaron su adhesión al Gobierno Imperialista y apoyaron al ejército invasor francés, como lo hizo su primo el abogado Rodrigo Durán Jiménez. Durán, quien luego fue su consuegro, lo asesoraba legalmente en sus negocios y fue nombrado Prefecto Municipal en la ciudad de Durango, alternó al lado de connotados duranguenses que colaboraron como integrantes del nuevo gobierno imperial de la entidad. Además de otros, estaban: Juan Nepomuceno Flores Alcalde, Buenaventura González Sarabia, Toribio Bracho, Francisco Gurza, Ignacio Asúnsolo, Felipe Pérez Gavilán, Miguel Zubiría, Antonio Gómez del Palacio, Francisco Álvarez, Ramón Avila y Juan Francisco Escobar. (Durango Gráfico. Autor: Carlos Hernández. Página 100. Editado por Talleres de J. S. Rocha. Durango. 1903) A Zuloaga y Flores Alcalde, por el decidido apoyo moral y financiero que le brindaron al Imperio de Maximiliano y a la Segunda Intervención Francesa en nuestro país, el Benemérito de las Américas les confiscó y expropió bienes inmuebles. Esta decisión daría lugar al nacimiento como villas a las comunidades de Matamoros y Lerdo, el 8 de septiembre de 1864, mediante sendos decretos que ordenó y firmó en Mapimí. Juárez extiende nombramientos y traza estrategias Posteriormente, y en una de las tantas habitaciones de la hacienda de Santa Rosa de Lima, el presidente Juárez informó a sus ministros Lerdo de Tejada, Iglesias y Prieto, lo acordado en la reunión con sus principales asesores militares y la campaña a seguir en territorio duranguense. Luego de deliberar por varios minutos, Juárez y sus funcionarios tomaron la decisión de que la comitiva presidencial en lo sucesivo haría sus siguientes viajes de tramo en tramo, es decir, pernoctando de una población a otra y conforme se fueran teniendo noticias del panorama militar durante los días por venir; consecuentemente, se acordó salir con rumbo a Mapimí. DERAS TORRES, DOMINGO. “Benito Juárez, en la Hacienda de Santa Rosa (Gómez Palacio)”, en: El Siglo de Torreón, Torreón, Coahuila, domingo 31 de marzo de 2014. http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1032505.benito-juarez-en-la-hda-de-santa-rosagomez-palacio.html 112 Como ya se apuntó, en ese lugar, Benito Juárez conformó el 1er Cuerpo del Ejército de Occidente, cuyo jefe sería el general Jesús González Ortega, mientras que José María Patoni actuaría como subjefe. La principal misión del nuevo cuerpo de ejército era la recuperación de las plazas de Zacatecas y Durango, con el objeto de detener al avance de los invasores. Una vez establecido el acuerdo, Benito Juárez se trasladó a Mapimí, a donde arribó el 7 de septiembre de 1864. En ese lugar, Juárez y su gabinete estuvieron hasta el 11 de septiembre y expidió dos decretos. Uno dando categoría de Villa al pueblo de Matamoros, Distrito de Parras, Coahuila y otro en el mismo sentido con la Hacienda de San Fernando, Distrito de Mapimí, Durango, denominada en adelante Villa de Lerdo de Tejada. Posteriormente, el convoy republicano, transportado a caballo, carreta y canoa; para cruzar el Río Nazas, se dirigió a las haciendas de La Goma y La Loma, municipio de Lerdo, donde permaneció desde el 11 al 14 de septiembre de 1864. Casa de Mapimí, municipio del mismo nombre, en donde se hospedó Benito Juárez, del 8 al 11 de septiembre de 1864 113 Mapa de los recorridos del presidente Benito Juárez, en el estado de Durango. En septiembre de 1864, ruta de evasión del Gobierno Republicano. Entre fines de diciembre de 1866 y principios de 1867, retorno del Gobierno Republicano 114 Ex hacienda de Las Loma, municipio de Lerdo, donde se hospedó Benito Juárez, procedente de Mapimí, del 11 al 14 de septiembre de 1864 Monumento a Benito Juárez, ubicado enfrente de la Ex Hacienda de La Loma 115 Coincidió la estancia del gabinete juarista, el día 15 de septiembre de 1864, en Pedriceña, donde don Benito Juárez celebró la humilde pero digna y valerosa ceremonia del Grito de Independencia, refrendando la soberanía de la Republica perseguida. Al respecto, Domingo Deras Torres hace el recuento de los testimonios sobre el suceso: El histórico Grito de Pedriceña, 1864 La noche del 15 de septiembre de 1864, en la hacienda San Juan de la Noria Pedriceña, el presidente Benito Juárez y su comitiva celebraron el Grito de Independencia, en compañía de los lugareños, en sorpresiva e improvisada ceremonia; austero evento que estuvo permeado de emotivo patriotismo. Tal suceso sería citado, a la postre, por las plumas de historiadores y escritores como Victoriano Salado Álvarez, Fernando del Paso y Vicente Rivapalacio, entre otros. La histórica noche patria de Pedriceña también fue recreada en la telenovela El Carruaje, estelarizada por el actor José Carlos Ruiz, quien representó al Benemérito de las Américas, acompañado de un gran elenco; esta serie fue patrocinada por una institución oficial, en 1972, año al que por decreto presidencial (…) se le denominó Año de Juárez. La llegada de Juárez a Pedriceña (…) La hacienda San Juan de la Noria Pedriceña (su nombre original), por aquellos años, era un pequeño caserío inserto al norte del Estado de Durango, en un paraje semiárido donde los mezquites y la gobernadora siguen vistiendo su suelo. “…Mira el paisaje: inmensidad abajo / inmensidad, inmensidad arriba / en el hondo perfil la sierra altiva…” así describió las llanuras y los cerros desérticos de la Comarca Lagunera, Manuel José Othón, en su famoso poema Idilio Salvaje, narración que se ajusta a la imagen geográfica que por siglos ha prevalecido en los asoleados entornos de Pedriceña. Desde kilómetros de distancia se puede atisbar la pintoresca silueta de su capilla virreinal, centenaria y silente coprotagonista de la historia de la región, en cuyo interior se pueden apreciar diversos óleos de arte sacro 116 que datan del barroco mexicano. A pocos metros de distancia, serpentea el Arroyo de Pedriceña, donde corren las aguas en la época de lluvias y que es afluente del Río Nazas. Los habitantes de la hacienda San Juan de la Noria Pedriceña, constantemente eran atacados por las tribus de indios bárbaros que asolaban el norte del país, su propietario Juan de la Pedriza y de la Hozeja, era un español de origen montañés, quien también poseía una casona en la ciudad de Durango, con marcos y cornisas de cantera labrada, la que aún se levanta y podemos apreciar en la esquina noreste del crucero que forman las calles de Bruno Martínez y Negrete. El carruaje que llevaba al presidente Benito Juárez, arribó al histórico lugar, el 15 de septiembre de 1864, en medio de una polvareda levantada por aquel tropel de civiles y militares errabundos. Los vecinos y los trabajadores de la hacienda ya esperaban al primer mandatario, a quien se le dio alojamiento junto a sus ministros en la casa grande, ubicada frente a la capilla; el grupo de militares del Batallón de Guanajuato –encargado de garantizar la seguridad de Juárez- fue instalado en el interior del templo. El gris crepúsculo del desierto con sus rojizas nubes preludiaba el final de la jornada, el fresco del atardecer desplazó, al quemante calor del día, aquella vasta estepa pronto sería cubierta por los oscuros telares de la noche y sus argentíferos luceros; las mujeres del lugar se aprestaron a preparar la cena a sus huéspedes. (México a Través de los Siglos. Autor: Vicente Riva Palacio. Gráfica Impresora Mexicana. México, 1984). Funcionarios olvidadizos Después de cenar, Juárez se despidió de sus acompañantes y sus anfitriones para retirarse a dormir y reanudar al día siguiente la marcha a la Villa de los Cinco Señores (Nazas, Durango), donde ya era esperado por sus habitantes. Minutos antes de la medianoche, el presidente y sus ministros escucharon un agitado vocerío que interrumpió el silencio nocturno, llenos de curiosa alarma se aprestaron a indagar el origen de aquel barullo; no fuera a ser que 117 la tropa se estuviese insubordinando. El mandatario ordenó, al ministro poeta, que fuera a inquirir el porqué andaba tan alborotada la gente y la tropa. José Guillermo Ramón Antonio Agustín Prieto Pradillo, se apersonó ante el gentío vociferante, nervioso y desconfiado inquirió a los soldados cuál era el origen de esa alharaca. -¿Qué es eso muchachos? ¿Qué buscan? -Miren, -dijo un militar. -‘Haiga’ -exclamó uno- ¿pues qué no sabe el día en que vive? -¿Pues qué sucede? -Que esta noche es la noche del Grito. ¿Qué nada le dice su corazón? -Cierto hijo, -exclamó Prieto avergonzado de su olvido-. -Noche divina, güero, la noche del Tata Cura Hidalgo. -¡Bravo dolor… eso de dejar de celebrar el Grito…! ¡Si todavía nos acobijamos con la Patria! -¡Tiene razón! –concluyó el ministro de Juárez. Prieto retornó veloz a la casa grande de la hacienda para informar el motivo de aquel jolgorio a Juárez y su comitiva. Al ser enterado, el Presidente también manifestó con pena haber olvidado la significativa fecha de la noche del Grito libertario de Miguel Hidalgo, en Dolores, Guanajuato, en 1810. De inmediato, el Indio de Guelatao giró instrucciones a sus colaboradores para que lo acompañaran al exterior de la finca, a fin de atender la convocatoria que le demandaba aquel gentío del que bullía un genuino y sincero sentimiento patriótico. El grupo de funcionarios se plantó ante los moradores de Pedriceña y la soldadesca, el inesperado festejo requería las voces del Presidente y de algunos de sus funcionarios, para vitorear con ánimo a los héroes de la Independencia de México. Benito Juárez, narró el escritor y periodista Victoriano Salado Álvarez: “Estaba en pie, metido dentro de un capotillo con esclavina que le daba aspecto clerical… Negrete acababa de sacar de su baúl un riquísimo zarape (sic) del Saltillo, verde, blanco y rojo, con su águila respectiva parada en el nopal, destrozando a la víbora que yacía vencida y sojuzgada.” 118 El aborigen patriarca de aquella falange errante, hizo uso de la palabra y exaltó a los próceres que iniciaron la lucha libertaria de 1810, convocó a los presentes a seguir peleando con valentía para defender la soberanía mexicana que se encontraba amenazada ante el invasor francés; la concurrencia aplaudió las frases presidenciales, y reclamó la presencia de un orador que disertara con emotivas palabras para encender el alma patriótica de la concurrencia. Acto seguido se escuchó el vibrátil grito de un espontáneo: -¡Arriba el güero! -¡Sí, sí arriba el güero! ¡Que nos diga algo…! -¡Arriba, arriba Guillermo! -Pero… pero si no tengo nada preparado… -contestó el ministro-. -¿Qué preparación se necesita para decir algo a estas gentes de buena voluntad?, dijo un miembro del séquito presidencial. La elocuencia de Guillermo Prieto Al que fuera destacado político, escritor y periodista del diario liberal El Siglo XIX, donde firmara sus colaboraciones con el seudónimo Fidel, no le quedó otra alternativa que apersonarse ante el populacho ávido de escuchar sus disertaciones. Brillante tribuno, poseedor del poder de la palabra, seductor de masas y laureado en 1890 como el poeta más popular de México, Prieto concluyó su cívico discurso ante los vecinos de Pedriceña y las tropas republicanas, así: “La patria es sentirnos y hacernos dueños, amplios y grandes con nuestro cielo y nuestros campos, con nuestras montañas y nuestros lagos; es nuestra asimilación con el aire y con los luceros, ya nuestros; es que la tierra nos duela como carne y que el sol nos alumbre como si trajera en sus rayos nuestro nombre y el de nuestros padres. Decir patria es decir amor y sentir el beso de nuestra madre, las caricias de nuestros hijos y la luz del alma de la mujer que dice: ‘yo te amo’. Y esa madre sufre y nos llama para que la libertemos de la infamia y de los ultrajes de extranjeros y traidores”. 119 La fuerza expresiva de Guillermo Prieto se adueñó de la noche, su mensaje caló en los corazones de sus interlocutores, los rostros de los lugareños entre los que había niños, mujeres y ancianos, delataron emotivo júbilo. De él, dijo Ignacio Manuel Altamirano: “Cuando el pueblo lo ve aparecer en la tribuna cívica, o en medio de la plaza pública, o ponerse en pie en cualquier altura, se agrupa, se arremolina en torno a él, se calla y escucha conmovido de antemano, porque aquella figura que ve alzarse es la del bardo que canta sus dolores o sus esperanzas…” Prieto el orador fue ovacionado con entusiasmo por sus escuchas, sus palabras vibrantes gratificaron el alma de Juárez y sus acompañantes quienes eufóricos se fueron sobre él para colmarlo de felicitaciones. Así los emocionó el hombre que tuvo infancia huérfana, probó las penurias de la vida, vivió y murió como impoluto funcionario con la decorosa sencillez de su salario. (Las Herencias Ocultas. De la Reforma Liberal del siglo XIX. Autor: Carlos Monsiváis. Litográfica Ingramex, S.A. de C.V. México, 2006). Una verbena en el desierto Cuentan las crónicas de la época que el clima que imperó durante la histórica noche del 15 de septiembre de 1864, en la hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, fue benigno. El cielo despejado dejó que la luz de la luna tendiera su ropaje de plata sobre el paisaje nocturno del desierto duranguense, las fúlgidas estrellas clavadas sobre la bóveda celeste eran incontables, en la lejanía se divisaban las oscuras siluetas de las montañas que parecían dormidas en la quietud de la noche; una refrescante ventisca y la algarabía de los vecinos, templó las bélicas pasiones de los republicanos trashumantes. Después del Grito y los discursos pronunciados, fue encendida una gran fogata que iluminó al río humano, al caserío de la hacienda y la fachada de su vetusta capilla novohispana; el súbito convite se transformó en una verbena popular en el yermo terruño de Pedriceña. Los celebrantes olvidaron, por unas horas, los angustiosos y trágicos acontecimientos de la guerra contra el Ejército Francés y los conservadores; 120 Salado Álvarez llamaba a los últimos “ranas pidiendo rey”. La grave voz de una tambora y las cuerdas de un chillante violín, interpretaron canciones mexicanas, hombres y mujeres bailaron danzas y jarabes vernáculos. Juárez y sus funcionarios se habían retirado a sus aposentos, hasta la ventana de su habitación se presentó el bullanguero gentío que seguía la fiesta y con la música de la melodía La Paloma, cantó así: “Si a tu ventana llega un papelito. Ábrelo con cariño, que es de Benito; Mira que te precura felicidá, Mira que le acompaña la libertá.” Juárez y sus correligionarios quedaron satisfechos por el espíritu patriota que demostraron todos los participantes en aquel inesperado evento. Brotó de la espontaneidad, de la improvisación, de lo imprevisto; fue una fiesta de la mexicanidad que protagonizaron la falange republicana peregrina y los habitantes del yermo terruño de Pedriceña, histórico suceso que quedó anotado en las páginas de la historia nacional. (Episodios Nacionales Mexicanos. Autor: Victoriano Salado Álvarez. Fondo de Cultura Económica. México, 1984).21 21 DERAS TORRES, DOMINGO. “El histórico Grito de Pedriceña, 1864”, en: El Siglo de Torreón, Torreón, Coahuila, 16 de septiembre de 2011, http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/660966.el-historico-grito-de-pedricena-de-1864.html 121 Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, municipio de Cuencamé, actual museo, donde Benito Juárez dio el Grito de Independencia, el 15 de septiembre de 1864 Placa conmemorativa, en la Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, municipio de Cuencamé, actual museo, donde Benito Juárez dio el Grito de Independencia, el 15 de septiembre de 1864 122 Capilla de la Ex Hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, donde se alojó el Batallón Guanajuato y donde, en 1864, Juárez celebró la humilde pero digna ceremonia del Grito de Independencia Al día siguiente, 16 de septiembre en la Hacienda de Guadalupe del Sobaco la tropa que acompañó a la República itinerante, celebró la parada militar de festejo de la soberanía mexicana. El mismo Domingo Deras escribió un sentido ensayo patriótico sobre el asunto: Benito Juárez, en una ranchería de Nazas, Durango El festejo presidencial del Día de la Independencia de México, en 1864, se celebró en una pequeña localidad rural del Estado de Durango. Fue en la hacienda Guadalupe del Sobaco (hoy Santa Teresa de la Uña), cercana a la población de Nazas (entonces Villa de los Cinco Señores), donde el presidente Benito Juárez, sus ministros, sus tropas y los vecinos del lugar, celebraron la conmemorativa fecha en improvisada ceremonia; se verificó, como lo dijera el escritor José Fuentes Mares: "Cuando México se refugió en 123 el desierto". Las contundentes y vibrátiles frases pronunciadas por el abogado-poeta Guillermo Prieto, atizaron los sentimientos patrióticos de los participantes en el informal pero relevante evento, inmarcesible noticia del pasado; corrían los azarosos días de la invasión francesa a nuestro país que apoyaba al Imperio de Maximiliano. Si Durango es tierra rica en historias y leyendas, este acontecimiento que se suscitó en un rincón de su geografía, marcó un capítulo con argumento de novela histórica, donde los actores estelares fueron los liberales perseguidos, drama que concluyó con la victoria republicana y que los llevó del heroísmo a la inmortalidad. Juárez arriba a la hacienda Guadalupe del Sobaco Después de haber pernoctado un día antes, el 15 de septiembre de 1864, en la hacienda San Juan de la Noria Pedriceña donde el presidente Benito Juárez (1806-1872), dio el Grito de Independencia, frente a la capilla novohispana del lugar, ante sus leales acompañantes y los lugareños, la falange que representaba a la república errabunda se dispuso durante la mañana del día siguiente a reanudar la marcha hacia la hacienda Guadalupe del Sobaco (ahora en ruinas), cercana a la población de Nazas. Las últimas noticias que recibió el presidente Juárez sobre el avance de las tropas francesas eran alarmantes. No quedaba otra alternativa que seguir la estratégica retirada rumbo al norte del país, la institución republicana corría peligro ante el acoso del invasor y quedaría como puerta de escape -recurso final- la frontera con los Estados Unidos; fue Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), la última de las poblaciones donde se refugiaron los liberales defensores de la Constitución de 1857. (México a Través de los Siglos. Autor: Vicente Rivapalacio. Editorial Cumbre, S. A. México, 1984). El histórico tránsito de Juárez por las tierras de Durango, entre otras entidades, causó alborozo, curiosidad y sorpresa. Los presidentes del México del siglo XIX discurrían la mayor parte de su vida pública y privada entre las habitaciones y los patios del Palacio Nacional, porque ahí, además de gobernar, vivían acompañados de su familia. Eran rarísimas las ocasiones 124 en que salían fuera de la ciudad de México a visitar alguna población de la República; ello sucedía generalmente por situaciones de guerra o presiones políticas. Cuando se hablaba del primer mandatario en las regiones recónditas del territorio nacional, era como si se citara a un personaje producto de la fantasía, un ser irreal bordado en los telares de la ficción; impensable era conocer de carne y hueso a un presidente. Juárez, quien durante su mandato presidencial acostumbró ser acompañado por una comitiva austera y sencilla, en contraste con los presidentes de las épocas priísta y panista, que siempre son seguidos de innúmeros cortesanos con cargo al erario, hizo su entrada al caserío de la hacienda Guadalupe del Sobaco, a bordo de su carruaje negro, entre los ladridos de los perros y la mirada inquisidora de sus habitantes. (Las Herencias Ocultas. De la Reforma Liberal del Siglo XIX. Autor: Carlos Monsiváis. Segunda edición. Impreso por Litográfica Ingrames, S.A. de C.V. México, 2006). El ministro José María Iglesias (1823-1891), fue uno de los primeros en descender de los dos vehículos que eran custodiados por el Batallón de Guanajuato, empezaba a caer la tarde cuando se dirigió a la casa grande de la hacienda a solicitar les permitieran pasar la noche para continuar, al día siguiente, el viaje a Nazas. Venían procedentes de los áridos semidesiertos de Coahuila y Durango, donde las ígneas resolanas aguijonean la piel y el calor soporífero agota la paciencia de los viajeros, la fatiga les reclamaba descanso. Preguntó por el encargado de la finca rural, le informaron que no se encontraba y llamaron a la esposa del mismo, Guadalupe era su nombre. José María Iglesias, huérfano de padre a temprana edad de su vida; como lo fueron sus correligionarios Benito Juárez, Guillermo Prieto, José María Lafragua y Porfirio Díaz; y quien fuera el incorrupto y tenaz liberal que dijo: "O soy representante de la legalidad o no soy ni quiero ser nada". Efímero presidente de la República por casi tres meses (del 28 de diciembre de 1876 al 15 de marzo de 1877), quien al volver del destierro rechazara los altos cargos que le ofreciera el gobierno porfirista que lo arrojó del poder y luego 125 abriera su despacho de abogado, respetuoso se presentó ante doña Guadalupe, y le dijo: -Dispense usted, señora, vengo a hacerle una súplica. -Pase usted, caballero. ¿Usted es el señor Iglesias? -Sí señora, para servir a usted. -Siéntese usted y mande lo que guste, que para eso estoy, para servir a tan buenas personas. -Gracias, muchas gracias. El ministro Iglesias acompañó sus palabras con una exquisita sonrisa y una discreta reverencia. -Conque diga usted, caballero. -Le suplico tenga la bondad de ofrecer en persona la mejor habitación que pueda usted facilitarnos para el señor Presidente de la República. -Con mucho gusto. Mire usted, aquella pieza que está en el rincón es la mejor, y tiene dos camas. -Está bien; entonces esa pieza que sea para el señor Presidente y don Guillermo Prieto. -¿Y, cómo? ¿También está aquí don Guillermo Prieto? ¿El poeta? -Sí, señora, el poeta. -¡Magnífico! Ya conocí a don Benito, ahora tendré el gusto de conocer a don Guillermo. -Yo tendré el gusto de presentarle a tan buen amigo. -Gracias, señor Iglesias. Mientras sucedía el diálogo entre Iglesias y la anfitriona, la soldadesca había pedido permiso a sus superiores para tomar un refrescante baño en las aguas del Nazas antes que anocheciera, los militares tenían días que no se aseaban y ansiaban erradicar de sus cuerpos el terroso sudor seco de los polvorientos caminos transitados. Como escuincles juguetones los integrantes de la tropa se lanzaron al río, se zambullían y nadaban a placer entre gritos y sonrisas, era un feliz paréntesis ante el amenazante avance del ejército francés. 126 Doña Guadalupe, en compañía de las mujeres del lugar, dispuso organizar la cena a tan importantes huéspedes. Ardía y tronaba la leña en la rústica estufa, las humeantes cazuelas despedían el olor de los sugestivos guisos que desataron el apetito de los visitantes, la masa de maíz se transformó en infinidad de tortillas que invadieron los calientes comales, la loza y los cubiertos ya lucían dispuestos sobre la mesa vestida por un albo mantel; eran cerca de las ocho de la noche cuando Juárez, y sus principales colaboradores, iniciaron el refrigerio. Concluido el convite, el presidente invitó a los comensales a salir al patio de la hacienda para desarrollar una ceremonia junto con la tropa y los vecinos, a fin de celebrar durante las últimas horas de aquel 16 de septiembre de 1864, la Independencia de México. Instalaron una mesa y sillas a la intemperie, se improvisó un templete con otra mesa donde subiría a pronunciar un discurso algún disertador, se requeriría la emotiva voz de un orador elocuente que exaltara a los héroes nacionales; así lo ameritaba la crítica situación de la república y sus defensores. El vibrante discurso de Guillermo Prieto El Benemérito de las Américas ocupó el asiento principal del presídium. A su lado se instalaron sus principales colaboradores como José María Iglesias, Sebastián Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto y Manuel Ruiz. Juárez le pidió a Guillermo Prieto que pronunciara unas palabras alusivas al movimiento libertario convocado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, durante la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en Dolores, Guanajuato. El erudito prosista y poeta se posicionó frente al expectante gentío que, en solemne silencio, aguardaba atento a escuchar sus palabras. Prieto, periodista polémico que fundara junto con Ignacio Ramírez, en 1845, el periódico Don Simplicio de línea crítica y burlesca donde publicó incisivos escritos por los que fue encarcelado. Activo colaborador de los impresos de línea liberal El Siglo XIX y La Orquesta, y director del periódico oficial juarista 127 durante la travesía peregrina hacia Paso del Norte, expresó en algunos pasajes de su discurso: "La patria es inmortal, es grande, es divina y en estos momentos, vos señor presidente, representáis a la nación con firmeza y justicia, con vuestra fe y abnegación, con vuestros sacrificios y esperanzas… La independencia es el legado más cuantioso de nuestro padres, por eso luchamos por ella… Aquí tenemos al hijo predilecto de la Patria, a su salvador, al gran Juárez que no desfallece porque es de bronce, porque es como la robusta encina que no tiembla ante los embates de la tempestad, como esas montañas que soportan impasibles las descargas fulmíneas de los rayos…" Brillante predicador que tenía el don de magnetizar a las masas que lo escuchaban, Prieto hilvanó emotivas frases a la velocidad de su inteligente imaginación, si había que elevar los ánimos patrióticos de sus oyentes estaba en el día, lugar y momento precisos; supo hacer derroche de su efusivo y talentoso verbo. El espectáculo nocturno de la campiña duranguense fue el bello escenario natural de aquel popular evento iluminado por los plateados rayos del astro Selene, la serpiente acuífera del río Nazas se divisaba al norte del caserío de la hacienda en su silente y milenario trayecto hacia tierras coahuilenses, las ramas de los frondosos árboles de sus riberas eran mecidas por el céfiro de la noche; parecían tributar un alegre saludo al orador y sus escuchas. Para concluir su alocución, el autor de la Musa Callejera volteó su dominante mirada hacia los miembros de la tropa y sus jefes, a quienes con tronante voz les expresó: "Vosotros, soldados de la República, sed grandes en la prueba, estoicos en el sufrimiento, valientes en la pelea, serenos en la derrota; mañana, al lucir el nuevo sol de nuestros triunfos, seréis proclamados los heroicos, los grandes, los vencedores ¡¡Vivan los chinacos!!" (Episodios Históricos de la Guerra de Intervención y del II Imperio. Autor: Victoriano D. Báez. Primera edición. Editor: Julián Soto. Talleres tipográficos de Julián Soto. Oaxaca, 1907). 128 Juárez, disparado se levantó de su asiento entre los desbordantes hurras y aplausos del populacho, alborozado se dirigió a Prieto a quien abrazó y felicitó por sus palabras sahumadas de patriotismo. Así los arrobó el que fuera liberal de modesto vivir, honrado funcionario, bibliófilo obsesivo y prolífico literato. El evento, inventariado en las obras de Iglesias José María Iglesias, años después, escribiría sus interesantes crónicas sobre la Segunda Guerra de Intervención Francesa en México a petición del general Manuel Doblado. En uno de los capítulos de esta edición, redactó con amenidad el relato de esa histórica noche del 16 de septiembre de 1864 de la que fue coprotagonista, he aquí un fragmento de su reseña: "La solemnidad del acto fue grandiosa por su sencillez. Las montañas que limitaban el horizonte se elevaban majestuosas, como testigos mudos de aquel imponente espectáculo. La luna, saliendo de entre unas nubes que la habían ocultado poco antes, rielaba sobre el Nazas, que corría a poca distancia. El cuadro de los concurrentes, formado junto a la puerta de la hacienda se componía del gobierno, de la escasa cuanto leal comitiva que lo ha acompañado en su tercera peregrinación, de los soldados del Batallón de Guanajuato y del cuerpo de carabineros a caballo, fiel escolta del supremo magistrado de la nación, y de los sencillos habitantes de la hacienda, que por primera vez sin duda asistían a un acto semejante…" (Revistas Históricas sobre la Intervención Francesa en México. Autor: José María Iglesias. Edición de Conaculta. México, 1991).22 22 DERAS TORRES, DOMINGO. “16 de septiembre de 1864. Benito Juárez en una ranchería de Nazas, Durango”, en: El Siglo de Torreón, domingo 16 de septiembre de 2012. http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/787314.siglos-de-historia.html 129 Dos imágenes del monumento conmemorativo a la estancia del presidente don Benito Juárez en la Hacienda de Guadalupe del Sobaco, hoy Santa Teresa de la Uña, municipio de Nazas donde, el 16 de septiembre de 1864, los republicanos juaristas celebraron el emotivo desfile conmemorativo a la Independencia nacional 130 El 17 de septiembre de 1864, el presidente Benito Juárez junto con su gobierno republicano itinerante, arribó a Cinco Señores, hoy Nazas, Durango, atendiendo a la invitación de los habitantes del lugar, quienes nunca en su vida habían visto a un presidente de a deveras. Los durangueños de Nazas ofrecieron lo mejor que tenían al representante de la República Mexicana y por conveniencia y seguridad, el gabinete republicano perseguido, se decidió esperar allí el resultado de las acciones emprendidas por el 1er Cuerpo del Ejército de Occidente. Casa de Nazas en donde se hospedó Benito Juárez, en septiembre de 1864 En Nazas, Juárez recibió la noticia de la tragedia bélica de la Batalla de Majoma, del 21 de septiembre de 1864, completamente contraria a las armas nacionales, así 131 como las decisiones de los generales González Ortega y Patoni, en el sentido de desbandar a la tropa por la imposibilidad de conseguir recursos para mantener la guerra. Todo ello sin consultar al jefe del poder ejecutivo de la nación. Ante la situación, indignado, Juárez destituyó del mando a González Ortega y ordenó que el tlaxcalteca Antonio Carbajal23 y el cubano Manuel Quesada ocuparan el mando militar. De la misma manera Carbajal recibió el cargo de gobernador republicano de Durango, en sustitución del general José María Patoni, quien fue encargado de diversas comisiones de índole militar. Poco después, el cargo de gobernador de Durango, fue asignado a Manuel Quesada, toda vez que Carbajal solicitó permiso, para atender asuntos personales. Con la derrota de los republicanos en Majoma, las tropas francesas tuvieron el camino franco hacia Nazas, por lo que los Poderes de la República se vieron obligados a reiniciar la trashumancia. Así, para el día 26 de septiembre, con breves descansos en Boca del Cobre (Hoy San Luis del Cordero) y San Pedro del Gallo, Juárez se encontró en la Hacienda de La Zarca, municipio de Hidalgo. El motín en La Zarca En lo que fue tal vez el peor episodio de la Historia de la República Mexicana; en la Hacienda de La Zarca, los soldados del 2º Batallón de Guardia Nacional del Estado de Guanajuato, que custodiaba al gabinete errante republicano, dadas las muy precarias condiciones de avituallamiento de guerra y boca, así como las largas y penosas jornadas que tenían que recorrer, sin contar con la amenaza constante de la cercanía de los apaches y los enemigos nacionales y extranjeros, se amotinaron, azuzados por algunos sargentos. En la situación, la determinante actitud y conducta del general Miguel Negrete, el coronel Pedro Meoqui Mañón, así como del teniente 23 Antonio Carbajal. Nació en San Pablo Apetitlán, Tlaxcala, el año de 1820 (circa). Como militar liberal participó en el Plan de Ayutla y en la Guerra de Reforma. Durante la intervención Francesa hizo campaña en El Bajío y el Occidente, siendo uno de los generales chinacos más famosos. Marchó al norte con la caravana republicana del presidente don Benito Juárez y tras la derrota de Majoma, fue comisionado como gobernador del estado de Durango. En febrero de 1865, durante la persecución francesa de la República en Chihuahua, Carbajal se reconcentró en Guadalupe y Calvo, de donde pasó a la ciudad de Chihuahua. En octubre de ese año marchó al extranjero para poner a salvo a su familia. A su regreso se le comisionó a combatir con el Ejército de Oriente. Alcanzó el grado de general de brigada, en noviembre de 1867. Murió en la ciudad de México en el año de 1872. 132 coronel Pedro Yépez, entre otros oficiales, logró controlar el motín, se evitó la desbandada y las deserciones, al tiempo que los instigadores del motín fueron juzgados sumariamente y fusilados en el mismo lugar. En premio a la conducta leal y patriótica de los jefes y oficiales, el 31 de octubre siguiente, el Gobierno Nacional cambió el nombre al 2º Batallón de Guardia Nacional del Estado de Guanajuato, por el de Batallón de Supremos Poderes. El 28 de septiembre de 1864, Cerro Gordo o Comunidad de San Miguel de Cerro Gordo, Hoy Villa Hidalgo, municipio de Hidalgo, fue el último punto durangueño en el que se hospedó don Benito Juárez en su involuntario viaje de manutención moral y física de la República perseguida en el desierto. La dotación de 35 sitios de ganado mayor a la comunidad fue una de las acciones que Juárez hizo en su breve visita a Cerro gordo. Al día siguiente, 29 de septiembre, el convoy republicano continuaría su incierto y peligroso viaje por las extensas praderas del estado de Chihuahua. 133 134 VI. Los zuavos de Castagny contra los partisanos republicanos La labor del prefecto imperial Buenaventura González Saravia y Delgado de Nájera fue, casi en su totalidad, en el sentido de convocar y realizar juntas en diversos partidos del estado con la finalidad de lograr la declaración de adhesión de sus notables al Gobierno Imperial de Maximiliano de Habsburgo. Otra labor del súbdito Saravia se centró en la organización de fiestas con la concurrencia de la oficialidad francesa y las familias de los ricos durangueños, en un poco afortunado intento de imitación de las celebraciones realizadas en las cortes europeas. En el ejercicio legítimo del poder, por parte de los republicanos, como ya se apuntó; tras la derrota de Majoma, en sustitución del general José María Patoni, el presidente Juárez había nombrado al general tlaxcalteca Antonio Carbajal como gobernador y comandante militar de la entidad. Al final del año, Carbajal solicitó licencia por motivos familiares y el republicano de origen cubano, Manuel de Quesada y Loynaz24 ocupó el ejecutivo estatal republicano, en la trashumancia y fuera de la capital del estado. 24 Manuel de Quesada y Loynaz (1833-1884). Militar cubano. Alcanzó los grados de general en el ejército de México. General en jefe del Ejército Libertador de Cuba contra el colonialismo español. Nació en la ciudad de Puerto Príncipe, en la actual provincia de Camagüey, el 29 de marzo de 1833. Se inició en los trabajos conspirativos en su ciudad natal contra el colonialismo español, desempeñándose como agente de la Sociedad Libertadora, vinculada al movimiento separatista que encabezaba el líder camagüeyano Joaquín de Agüero, hasta la ejecución de este, el 12 de agosto de 1852. Tres años después se embarcó en una goleta rumbo a Nueva York y de ahí pasó a México, donde se alistó en el ejército liberal con el grado de alférez. Ascendió en su carrera militar hasta ser nombrado general de división y obtener el cargo de gobernador militar del estado de Durango, en 1864, empleo que ejercería en otros estados de la República Mexicana. Acompañó la la caravana republicana juarista en el desierto de Durango. Luchó contra la intervención Francesa hasta la reinstauración de la República. Posteriormente fue uno de los principales dirigentes de la lucha por la liberación de Cuba. 135 Imagen del cubano general Manuel de Quesada y Loynaz, quien fuera gobernador republicano de Durango en 1864 En la reorganización de las tropas francesas de apoyo al Segundo Imperio Mexicano, a principios de noviembre de 1864, el general Edmond L’Heriller fue llamado para retornar a Francia junto con sus zuavos egipcios y argelinos. El lugar de L’Heriller, en lo que se refiere al gobierno militar imperial del estado de Durango, fue ocupado por el General Armand Alexandre de Castagny, cuyas tropas arribaron a la capital del estado los días 10 y 11 de noviembre de 1864. Por su parte, con mucha nostalgia, por haberse engreído y acostumbrado a los modos durangueños, los hombres de L´Heriller, y él mismo, abandonaron definitivamente la ciudad de Durango el 28 de noviembre. El general Castagny tenía el encargo principal de combatir a los reductos y guerrillas republicanas en los estados de Sinaloa y Durango, misión que de inmediato se dedicó a cumplir. 136 Con variable suerte bélica en el estado de Sinaloa, los soldados franceses, aunque combatían constantemente a los republicanos, no lograban acabar con su persistencia guerrera en una serie de acciones de mar y tierra. El General Armand Alexandre de Castagny con sus tropas, sustituyó a L´Heriller en el mando militar de ocupación francesa de Durango en noviembre de 1864 El 21 de diciembre de 1864, en La Hacienda de Guadalupe, ubicada en el actual municipio de Coronado, Chihuahua, en los límites con el estado de Durango, dos Escuadrones de Cazadores de África, bajo las órdenes del teniente coronel Simone 137 Antoine Sauterot-Dupart, sorprendieron y derrotaron a una fuerza republicana, integrada por 400 efectivos durangueños y chihuahuenses, bajo las órdenes del coronel Manuel Ojinaga, el mayor Cayetano Sáenz Pardo y el coronel cubano Manuel de Quesada y Loynaz. El saldo fue de 20 patriotas republicanos muertos; de estos, fueron fusilados: el mayor Cayetano Sáenz Pardo, el capitán Antonio Cortázar, el teniente Mariano Flores y cuatro soldados. Además, los franceses se llevaron prisionero a don Sotero de la Torre, secretario de gobierno de Durango. Los invasores también hicieron 40 heridos y 20 prisioneros republicanos durangueños y chihuahuenses; se apropiaron además de un cañón, armas y municiones. Tras la refriega de la Hacienda de Guadalupe, Dupart continuó su labor de siega de republicanos con destino a Río Florido. Para el primer día de enero de 1865, la suerte llevó a los franceses de Castagny, bajo las órdenes del coronel Isidoro Théodule Garnier a enfrentarse contra los republicanos del general Ramón Corona, en el Espinazo del Diablo, en los límites entre Sinaloa y Durango, en plena Sierra Madre Occidental. En el encuentro, tres columnas francesas lograron Allanar las fortificaciones que los republicanos del general Ramón Corona habían instalado para impedir el paso de los invasores. En un extremo de crueldad, después de la refriega, Garnier ordenó el fusilamiento de 14 prisioneros republicanos, incluido un niño de 13 años, quien fungía como escribiente de la secretaría de campaña de Corona. Actos como el anterior intensificaron la barbarie y la ausencia de pundonor entre las tropas de ambos bandos. Ante la impotencia del Gobierno Imperial para acabar con la resistencia de las guerrillas republicanas, para el Emperador Maximiliano, todo individuo alzado en armas era simplemente un bandido. Por esta razón, Maximiliano publicó un decreto, el 3 de octubre de 1865, en el que declaraba fuera de la ley a los guerrilleros que seguían combatiendo al Imperio, y que todo hombre sorprendido con armas sería remitido a las cortes marciales, para ser pasado por las armas dentro de las 24 horas después de su aprehensión. Paradójicamente esta ley, en lugar de disminuir la resistencia republicana, provocó el incremento del número de grupos de partisanos antiimperialistas en el país. 138 Las tropas imperiales del Coronel Isidoro Théodule Garnier, vencieron a los republicanos de Ramón Corona en el Espinazo del Diablo En marzo de 1865, de acuerdo con la Ley sobre División Territorial del Imperio Mexicano, el mapa del estado de Durango quedó dividido en los departamentos de Nazas y Durango. A medida que la ocupación francesa iba mostrando el verdadero rostro del colonialismo y la imposición, la opinión pública y los apoyos a favor de las tropas imperialistas, por parte de los durangueños, iba mermando hasta que las relaciones entre los parroquianos, las tropas y oficialidad francesa otrora cálidas, se fueron transformando en indiferencia y distanciamiento, al tiempo que el hambre y las consecuencias propias de los sufrimientos de la guerra, comenzaban a hacer estragos entre la sociedad civil en todo el territorio estatal. Según el propio general Castagny, en carta al general Bazaine: “La opinión flota incierta y uno no sabe a qué atenerse. No ejerzo ya acción moral ni tengo ninguna influencia sobre los habitantes 139 de esta región porque no tienen confianza en nosotros y saben que están en vísperas de que se les abandone.” Mapa del estado de Durango dividido en los Departamentos de Durango y Nazas, de acuerdo con la división política del Segundo Imperio Al término de la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, el 9 de abril de 1865, con el triunfo de los Estados de la Unión sobre los Confederados, la correlación internacional de fuerzas puso en jaque a la ocupación francesa en México. Así, el peligro de que el Imperio Francés se viera involucrado en una guerra no deseada contra los Estados Unidos, cuya política internacional estaba señalada por la Doctrina Monroe,25 marcó las siguientes decisiones del emperador Napoleón III, que 25 La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”, fue elaborada por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe en el año 1823. Establecía que cualquier intervención de los estados europeos en América sería visto como un acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos. La doctrina fue presentada por el presidente James Monroe durante su séptimo discurso al Congreso sobre el 140 afectaron directamente la relación de apoyo de las tropas francesas al Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo. Otros factores que intervinieron en la decisión de Napoleón III, en el sentido de retirar el apoyo militar a Maximiliano fueron: la amenaza que, en Europa, significaba la provocación bélica de Alemania a Francia. Las desavenencias entre el mariscal Aquiles Bazaine, jefe de las tropas francesas y el emperador Maximiliano, así como la evidente incapacidad de Maximiliano para consolidar la hegemonía, la legitimidad y la legalidad de su poder imperial en México, al no poder transformar mentalmente a los ciudadanos en súbditos. A mediados de 1865, el general Aquiles Bazaine, jefe del ejército invasor, reestructuró a los efectivos franceses en dos grandes mandos militares. El segundo de ellos, con sede en la ciudad de Durango, bajo las órdenes del general Castagny y con influencia en los estados de Zacatecas, Durango, San Luis Potosí, Sonora y Sinaloa, en todos estos estados los franceses continuaron combatiendo sin descanso a las guerrillas republicanas. En los meses siguientes la administración de los movimientos de las tropas intervencionistas fue por demás errática. Si no fueron muy buenos para atender las necesidades de la población, los gabachos si supieron organizar jolgorios y fiestas de postín. El más afamado del periodo de la ocupación fue el que se celebró en conmemoración del cumpleaños del emperador Maximiliano el 15 de agosto de 1865. Otro baile famoso por lo contradictorio del motivo de la celebración fue el de la independencia nacional, en medio de la ocupación extranjera, el 15 de septiembre del mismo año, patrocinado tal vez por el hacendado Juan Nepomuceno Flores. Repiques de campanas, desfiles, guerras de flores, salvas de cañones, paradas militares, carros alegóricos, bailes, serenatas, conciertos, funciones de ópera y de teatro, limosnas oficiales a los menesterosos, Té Deumes, peregrinaciones, banquetes, ceremonias, imposición de condecoraciones, verbenas en la Plaza Imperial (Plaza de Armas republicana), entre otros, fueron los elementos que caracterizaron los festejos de Estado de la Unión. Fue tomado inicialmente con dudas y posteriormente con entusiasmo. Fue un momento definitorio en la política exterior de los Estados Unidos. La doctrina fue concebida por sus autores, especialmente John Quincy Adams, como una proclamación de los Estados Unidos de su oposición al colonialismo. 141 los súbditos del Imperio de Maximiliano en Durango. Otro jolgorio notable fue el celebrado con motivo del onomástico de Napoleón III. De las acciones de las súbditas del Imperio, se destaca el hecho de que las damas ricas de Durango se organizaron y conformaron la Asociación de Damas de la Caridad y obtuvieron, por parte de la emperatriz Carlota, los fondos suficientes para abrir, el 28 de abril de 1866, el Hospicio de San Carlos, santo de la devoción de la emperatriz, destinado a atender a los niños pobres. No se conoce otra obra de índole social que hiciera el Gobierno Imperial en la entidad. En octubre de 1865, los movimientos de las tropas de Brincourt y de Billot en el estado de Chihuahua, ya evitaban el enfrentamiento bélico con los republicanos y el presidente Benito Juárez aprovechaba el cambio de la situación internacional para afianzar el gobierno de la República Mexicana y avanzar, con el gobierno republicano trashumante, hacia el centro del país. En octubre de 1865 Buenaventura González Saravia entregó la prefectura departamental (gobierno) a Juan de Dios Palacio, quien ocupó el cargo hasta agosto del año siguiente, posteriormente los mismos, junto con el doctor Felipe Pérez Gavilán, se alternaron en la prefectura en los siguientes meses hasta septiembre de 1866. El 8 de noviembre de 1865, al concluir su mandato constitucional, el presidente Benito Juárez publicó un decreto, en uso de las facultades extraordinarias que le había otorgado el Congreso de la Unión ante la Invasión Francesa, en el que declaraba que continuaría ocupando el poder ejecutivo de la nación republicana, mientras las circunstancias especiales no permitieran organizar elecciones en el país. Sin embargo, un grupo de republicanos sostuvo que debía asumir la Presidencia de la República el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien a la sazón era el General Jesús González Ortega. Patoni, junto con otros republicanos, fue de esta opinión, contraria a la del Gobierno de Benito Juárez, por lo que González Ortega y Patoni, entre otros republicanos dejaron el servicio y se exiliaron a los Estados Unidos. Ante esta situación, Juárez, redactó otro decreto en el que se acusó a González Ortega del delito de abandono voluntario del puesto de Presidente de la Suprema 142 Corte de Justicia, en dicho texto se ordenaba su aprehensión para formarle juicio. En lo político estos decretos juaristas representaron un grave momento de división y merma de los partidarios de la República juarista. Para los inicios de 1866, en los momentos más difíciles de la resistencia republicana en el estado de Durango y atendiendo a la convocatoria de Benito Juárez, de organizar guerrillas y combatir a los invasores, los grupos de partisanos patriotas que operaban eran: En el norte de la entidad y cubriendo los municipios de Ocampo, Hidalgo, El Oro, Indé, Guanaceví y San Bernardo, los dirigidos por los jefes: capitán Sáenz Pardo, Manuel de Quesada y Loynaz, así como el entonces gobernador republicano Antonio Carbajal. En la Región Lagunera, por las zonas de Mapimí, Santa Rosa, Lerdo y San Juan de Guadalupe, los invasores eran hostigados por la gente del jefe Jesús González Herrera, mientras que en la región de Cuencamé y en la de Nombre de Dios, la bandera republicana era portada por los hombres de Jesús Valdespino. En Tamazula, los invasores tenían que luchar contra los guerrilleros del coronel Remedios Meza, mientras que en Santiago Papasquiaro y Tepehuanes los republicanos eran dirigidos por Joaquín Lozoya. A su vez, los guerreros del Ejército Francés combatían a los partisanos de Guadalupe J. Dolores Colchado. Otro tanto hacían en Pueblo Nuevo en contra de los que mandaba Irineo Niebla. Por su parte los patriotas partisanos de Nazas obedecían las órdenes de Vicente Sarmiento. 143 Felipe Pérez Gavilán. Gobernador monarquista en 1866 e interino en 1897 144 Dos imágenes de Jesús González Herrera. Jefe guerrillero republicano de la Región Lagunera El 25 de mayo de 1866 los guerrilleros republicanos laguneros dirigidos por el jefe Jesús González Herrera se enfrentaron contra las tropas francesas de Fresnillo y fueron derrotados; en San Juan de Guadalupe, Durango y San Juan del Mezquital, Zacatecas. Otro tanto sucedió al día siguiente; en esta ocasión con las acciones de una columna ligera francesa que llegó a la zona, desde la ciudad de Durango. Sobre la situación de las tropas de ocupación, en el año de 1866, José María Iglesias escribió: “A pesar de encontrarse en Durango sin libertad para obrar, por la presencia de una considerable fuerza francesa, casi todas las poblaciones del estado se han levantado contra sus opresores. Con excepción de Nazas y Santiago 145 Papasquiaro, punto en los que los franceses se han concentrado, todos los demás pueblos se han vuelto a proclamar la causa republicana.”26 El impasse de los plutócratas En el periodo imperial y ante la incertidumbre sobre la permanencia de los gobiernos republicano o imperial, los hacendados y empresarios de Durango, comportándose en consecuencia, hicieron lo necesario para; sin violentar las normas y más bien con prácticas legaloides y dilatorias, evitar la aplicación de la revisión de los contratos hechos a consecuencia de la desamortización de bienes eclesiásticos, lo cual perjudicaba a quienes habían invertido en la compra de los bienes desamortizados. Inútiles resultaron los recursos interpuestos por el agente imperial de la Administración de Bienes Nacionalizados en Durango, ante los bloqueos y del impasse propiciado por las autoridades locales y, en su momento, por el mismo Prefecto Imperial. En los tres años y medio del inestable Gobierno Imperial, el Emperador Maximiliano no pudo imponer su poder legal sobre las propiedades de sus súbditos; los conservadores ricos de Durango, dada la protección velada de las autoridades durangueñas a sus propios intereses y los de sus socios, toda vez que las acciones de índole notarial y catastral afectarían sobre todo a las propiedades de los grandes latifundios durangueños. Paulatinamente el poder de las tropas francesas mermaba y sus instrucciones, desde el Gobierno Imperial francés, las limitaban a cuidar los corredores más importantes, para asegurar su retirada con las menores pérdidas. La consecuente serie de fracasos militares de los invasores decidió finalmente, a partir del 16 de junio de 1866, que el Gobierno Francés de Napoleón III decidiera retirar su apoyo al gobierno Imperial Mexicano, violando así los Tratados de Miramar que comprometían el apoyo francés al Imperio Mexicano hasta su total consolidación. El 8 de julio de 1866, la ciudad de Durango cumplió el Tercer Centenario de su fundación bajo la ocupación francesa, cuya tropa estaba a punto de desalojar para 26 LOZOYA CIGARROA, MANUEL. Historia mínima de Durango, Durango, Ediciones Durango, 1995, p. 296. 146 siempre la Tierra de los Alacranes. No se tiene noticia de una celebración por la mentada fecha. El 4 de agosto de 1866 se inició la retirada de las tropas invasoras de la ciudad de Durango, con rumbo a San Luis Potosí. Uno de los últimos partes de guerra imperialistas, con protagonistas del Ejército Francés, refiere una acción en territorio durangueño, que reza lo siguiente: “Comandancia superior de Durango. Domingo 8 de septiembre de 1866. Sr. Comisario Imperial: (…) en vuestro conocimiento un brillante triunfo obtenido por las tropas francomexicanas, mandadas por el jefe de batallón Thoumini de la Haulle, del 7º de línea. 355 cabecillas disidentes a las órdenes de Marcos Guerra, que habían esperado nuestras tropas en Porfías, (municipio de Pánuco de Coronado) han sido derrotadas completamente por el Primer Escuadrón de Cazadores de África, su capitán Bischoff y por el Escuadrón Mexicano del comandante Macías y perseguidos en su fuga hasta Santa Catalina, donde González Herrera, que se encontraba allí con 125 hombres de caballería e infantería se puso en precipitada fuga. Los resultados de este hecho de armas son los siguientes: 1º de Cazadores de África, un mariscal aposentador herido ligeramente, 4 caballos muertos y dos heridos. Disidentes, 45 hombres muertos, 60 heridos y gran número dispersos, 52 caballos, 27 sillas, 44 lanzas, 24 mosquetes y 5 fusiles tomados al enemigo. La caballería mexicana ha rivalizado en ardor con los Cazadores de África y el subteniente Cajén se ha conducido con brillante arrojo.”27 Para el día 3 de noviembre el último soldado del Ejército Francés de ocupación, dejaba la Perla del Guadiana. Los efectivos franceses fueron sustituidos por soldados imperialistas conservadores mexicanos integrados por un Batallón Mixto, 27 GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 2ª parte (1864, 1865, 1866, 1867, 1868). COCyTED / Universidad Popular de Analco. S. / l., S. / F. p. 121. 147 compuesto por trescientos hombres, un escuadrón de cien hombres de caballería, más el Batallón Imperial, conformado por seiscientos de tropa. Los zuavos no fueron franceses Como se ha mencionado, a diferencia de la oficialidad, en su mayoría, las tropas invasoras no eran de nacionalidad francesa, sino zuavos argelinos y egipcios, soldados belgas y mercenarios de la Legión Extranjera, así como soldados imperialistas conservadores mexicanos. Lo anterior debido a una ley francesa que prohibía a los ciudadanos franceses el participar como las tropas de invasión a otros países. De allí que los gobiernos franceses se ocuparan en contratar u organizar cuerpos militares, oficiales o mercenarios, regulares e irregulares, en los países donde habían establecido colonias. Zuavo; en francés: zouave, es el nombre que se le dio a ciertos regimientos de infantería en el ejército francés, a partir de la década de 1830. Originarios de Argelia, tanto el nombre como el uniforme distintivo de los zuavos se extendió por las fuerzas armadas de Estados Unidos de América, Estados Pontificios, España, Brasil y el Imperio Otomano. Sirvieron en la mayoría de las campañas militares del Ejército Francés entre 1830 y 1962. La etimología es del francés zouave, que por su parte deriva de la palabra bereber zwāwī, la cual es el gentilicio de la tribu zwāwa, la cual aportó soldados mercenarios. A Durango, además de los oficiales; de nombres y apellidos franceses, arribaron como soldados mercenarios intervencionistas de ocupación, sobre todo tropas de efectivos argelinos. Es decir que la invasión francesa a Durango fue efectuada, en su mayoría, por soldados mercenarios africanos. Esta situación echa por tierra la famosa conseja francófila y racista, muy difundida en el imaginario colectivo conservador durangueño, en el sentido de que un cuerpo de soldados del Ejército Francés de ocupación; nunca se especifica qué cuerpo, se perdió en la región de Santiago Papasquiaro. Se daba por hecho que los soldados del Ejército Francés; todos, eran altos, güeros y tan guapos como modelos de revista. Cabe la aclaración de que también existen muchos, muchísimos franceses panzones, chaparros y feos; aparte de que no tenían la costumbre de bañarse. En la conseja durangueña, los 148 imaginarios apuestos soldados franceses; nunca africanos, emparentaron de inmediato con las damas de la zona, por lo cual, desde entonces, las muchachas de Santiago Papasquiaro, en su mayoría, son güeras y muy bellas. Cuestión de gustos. Lo anterior implicaría que los franceses; que no africanos, al perderse en Santiago Papasquiaro, más que guapos, serían muy tontos, por perderse en un lugar de fácil acceso, al tiempo que los mexicanos, en general, seríamos muy feos y que los invasores que llegaron a esa región eran, además de franceses; altos, güeros y guapos. La conseja se ha esparcido tanto, que hay quien la narra como verdad absoluta e incuestionable. En la Intervención Francesa también se construyó la famosa leyenda de La Monja de Catedral de Durango, en la que; Beatriz, una bella joven citadina durangueña, se entrega amorosamente a los brazos de un alto, guapo y güero capitán francés, mientras se encarga de atenderlo de una herida de la que ha sido víctima. Cuando el capitán se recupera, éste regresa a sus deberes militares. Por su parte, la familia de Beatriz, al percatarse de su arrebatado desliz amoroso, la recluye en un convento. La novicia, al enterarse de que espera un hijo de su amado capitán, sube todos los días a la torre del campanario de la Catedral y mira hacia la sierra, en espera del regreso de su querido, quien ha sucumbido en la guerra y se le presenta en espíritu orillándola a que se arroje de la torre hacia el piso, donde inevitablemente la bella monja encuentra la muerte. Desde entonces, el alma en pena de la monja, en todas las noches de luna llena, sigue asomándose a la torre hasta hoy día y los asombrados turistas la pueden observar, si se sitúan en el costado poniente de la Catedral, aprovechando el efecto óptico que, por una suerte de luces y sombras, produce una imagen fantasmal parecida a la silueta de una monja, con la proyección de la luz de la Luna sobre las canteras labradas del campanario. Ahora, con la iluminación que ex profeso se ha diseñado e instalado en el lugar, la amigable imagen virtual del fantasma de la monja es visible en cualquier día del año. 149 Los últimos súbditos del 2º Imperio Mexicano Mientras el Imperio de Maximiliano se sostenía solamente con los súbditos nacionales y sin el apoyo francés, los republicanos se rehacían rápidamente, logrando armar y aumentar los efectivos de su ejército con la ayuda de armas y municiones que empezaron a recibir de los Estados Unidos. Es de destacar que entre esas armas ya se encontraban los rifles de repetición que fueron determinantes para el triunfo de los estados de la Unión en la Guerra de Secesión. Por su parte los jefes republicanos que se ubicaban en el estado: Silvestre Aranda, el legendario Francisco Otálora Arce, Jesús González Herrera y Miguel Auza integraron sus tropas para ocupar la ciudad de Durango. Tras un breve desacuerdo se nombró como jefe militar de los republicanos a José María Pereyra. 28 Ante el incontenible avance de los republicanos triunfantes y sin el apoyo de los franceses, los monarquistas conservadores nacionales optaron por abandonar la ciudad de Durango en los últimos días de noviembre de 1866. De manera inexorable, los otrora súbditos durangueños del Segundo Imperio Mexicano de Maximiliano de Habsburgo volvían a ser ciudadanos de la República Mexicana. Inmediatamente después, las tropas republicanas dirigidas por el General Silvestre Aranda ocuparon la capital del ahora de nuevo estado y el presidente Juárez nombró a Aranda gobernador y comandante militar de la entidad. En su breve gestión, el general Aranda procedió a imponer prisión, multas, préstamos forzosos y confiscaciones a quienes habían sido colaboradores del Gobierno Imperial. Algunas de los propietarios de las haciendas y fincas afectadas fueron las de: Ramos, Guatimapé, La Sauceda, Navacoyán, Cacaria, El Ojo, Juana Guerra, San Esteban, San Lorenzo Calderón, La Punta de los Padres, Labor de Guadalupe y Atotonilco. Sin embargo, muchas de las acciones en contra los colaboracionistas imperiales que realizó Aranda, dado el descontento generado entre la población, fueron modificadas por el presidente Benito Juárez a su arribo a la ciudad, en el mes de diciembre, al tiempo que Aranda fue cesado de su cargo, a partir del 31 de diciembre de 1866. 28 El abogado y coronel republicano José María Pereyra, participó en diversos combates y fue gobernador de Durango del 3 de febrero al 31 de agosto de 1869 150 El general jalisciense Francisco Otálora Arce, combatió a los franceses e imperialistas mexicanos en Durango, en 1866. General Silvestre Aranda, gobernador de Durango al momento de la reinstauración del Gobierno Republicano, entre noviembre y diciembre de 1866 151 Historias colaterales La expedición al Observatorio solar indígena de El Zape El ingeniero y explorador Edmond Guillemin-Tarayre pisó tierra mexicana durante la ocupación francesa, entre los años de 1864 y 1866; era un joven ambicioso que formaba parte de la Expedition Scientifique du Mexique, empresa encargada de estudiar el territorio y la historia nacionales para beneficio de las potencias imperiales aliadas (Austria y Francia) y para avanzar en el conocimiento ilustrado y positivista que se imponía en la época. Guillemin-Tarayre exploró la Baja California, el Estado de México, Sonora, Sinaloa, Jalisco, Guanajuato, Zacatecas, Durango, San Luis Potosí y otros estados. Sus escritos sobre arqueología, geografía y antropología, costeados por la expedición, están reportados en los Archives (18671869) de la misma. Un texto de Guillemin-Tarayre, sobre el Observatorio solar indígena de El Zape, traducido por Orozco y Berra está fechado en 1866, en el escrito se incluye un plano del observatorio y el plano, según asienta en sus Materiales para una cartografía mexicana, le fue entregado a Orozco y Berra, por el Coronel Doutrelaine, representante oficial de la Expedition ante México. Conocedores de la erudición de Manuel Orozco y Berra en temas de historia prehispánica, antes de atreverse a publicar el texto en los Archives, los miembros de la Expedition deben haberlo consultado respecto al descubrimiento que se atribuían de las ruinas de El Zape, municipio de Guanaceví, cuyo diseño y funcionalidad de las civilizaciones prehispánicas durangueñas, está relacionado con los solsticios y los equinoccios. Orozco y Berra hizo notar que en la obra del jesuita Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva España, se asentaba que en el Zape habían existido monumentos religiosos, cuyas piedras fueron utilizadas para la edificación de la iglesia, información que Guillemin introdujo en una nota al pie de página en el artículo terminado. Orozco y Berra, en este manuscrito, cita los pasajes pertinentes del texto de Alegre. 152 Muro del Observatorio solar de El Zape Penetración de los rayos solares en el Observatorio solar de El Zape, al mediodía durante el solsticio de verano 153 Panorámica del Observatorio solar de El Zape durante el solsticio de invierno 154 Edmond Guillemin-Tarayre. Científico francés quien, en expedición, junto con la Intervención Francesa, en 1866, dibujó el primer plano del Observatorio solar indígena de El Zape 155 Plano y perfil de las ruinas arqueológicas de El Zape, levantado en 1866 por Edmond Guillemin Tarayre (Esta copia es la reproducida en el libro de Historia de Durango de Arnulfo Ochoa Reyna) Otra imagen del mismo plano obtenida de la original de la expedición francesa depositada en la mapoteca Orozco y Berra 156 José Fernando Ramírez. El infortunado colaboracionismo ilustrado El abogado, historiógrafo y político José Fernando Ramírez, nació el 5 de mayo de 1804 en la ciudad de Parral, Chihuahua, que entonces correspondía a la Nueva Vizcaya. Muy pocos años tenía cuando sus padres se radicaron en la ciudad de Durango, en donde hizo sus estudios y recibió el título de abogado, por lo que siempre se consideró como durangueño. Desempeñó importantes cargos en la judicatura; fue diputado al Congreso de la Unión en dos períodos, y la segunda vez, en 1842, fue encargado de redactar el proyecto de Constitución Federal, que no se discutió por haber sido disuelto aquel Congreso, pero al año siguiente formuló las Bases Orgánicas como miembro de la Junta de Notables. En 1846 Ramírez resultó electo senador y en el mismo año, después de varias otras comisiones, se le encargó la Secretaría de Relaciones Exteriores en el gobierno de Valentín Gómez Farías, cargo que desempeñó por un mes solamente. Durante la Invasión Estadounidense, Ramírez demostró su patriotismo prestando valiosos servicios, con su carácter de senador concurrió a las sesiones del Congreso que se reunió en Querétaro, y formó parte de la Comisión encargada de aprobar el Tratado de Paz con los Estados Unidos, retirándose después a Durango, en donde volvió a desempeñar cargos en la Magistratura, y el de Rector del Colegio de Abogados, hasta el año de 1851. Sus actividades en la política no le impidieron dedicar su inteligencia a investigaciones y estudios históricos, que son los que hicieron ilustre su nombre; su gran biblioteca formada en Durango, la vendió al Gobierno del Estado, la que fue el origen de la Biblioteca Pública, pero después en México formó una de las bibliotecas más ricas en documentos y manuscritos antiguos que, con sus anotaciones, sirvieron posteriormente a don Manuel Orozco y Berra y a don Alfredo Chavero, para escribir sus obras sobre la historia antigua de México. Fue director del Museo Nacional, autor de varios artículos que se publicaron en el Diccionario de Historia y Geografía, y de muchas otras obras más, entre las que destacan: Noticias Históricas y Estadísticas de Durango, Notas y Esclarecimientos de la Historia de la Conquista de México de W. Prescott, Noticias de la vida y escritos de Fray Toribio de 157 Benavente y diversos trabajos bibliográficos. Sus estudios sobre Arqueología fueron notables, y los de interpretación de códices han sido fundamentales, pues fijó las bases para la lectura de los códices náhuas; todo lo cual hizo que, sin haber llegado a escribir una historia completa, se le considere como el primero de los historiadores durangueños. Desempeñó nuevamente la Secretaría de Relaciones en el Gabinete de don Mariano Arista, por cerca de un año. Sus opiniones de liberal moderado lo hicieron adherirse a la Revolución de Ayutla. En la Intervención Francesa se le designó miembro de la Junta de Notables que debía elegir a Maximiliano como Emperador de México, cargo que no aceptó; pero durante el Imperio desempeñó nuevamente el puesto de Ministro de Relaciones, del 3 de junio de 1864 a octubre de 1865, por lo cual, a la caída del Archiduque, Ramírez tuvo que emigrar del país. El sabio durangueño falleció en Bonn, Alemania, el 4 de marzo de 1871.29 En los inicios del siglo XXI, la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó las obras completas de Fernando Ramírez en una edición especial. 29 ROUAIX, PASTOR. Diccionario Geográfico Histórico y Biográfico del Estado de Durango, México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Publicación # 80, 1946, 348 a 349. 158 Tres imágenes de José Fernando Ramírez quien, por ser Ministro de Relaciones Exteriores del Segundo Imperio, a la caída de este, se vio obligado al exilio 159 160 Portadas de obras de José Fernando Ramírez Ex Libris de José Fernando Ramírez 161 162 VII. El retorno del águila republicana El día 17 de diciembre de 1866; un día después del inicio del retiro de las tropas francesas del territorio nacional, vía el puerto de Veracruz, el convoy republicano de Benito Juárez arribó al estado de Durango, precisamente a la Hacienda La Parida, ubicada en el entonces partido de Indé, en el actual municipio de Hidalgo, en los límites con el estado de Chihuahua. Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias Inzurruaga, Ignacio Luis Antonio Mejía Fernández de Arteaga, entre otros, integraban el digno y soberano gabinete móvil republicano. El mismo día, El Batallón de Supremos Poderes, sin novedad, siguió con su leal custodia republicana, esta vez en Cerro Gordo, actualmente Villa Hidalgo, municipio de Hidalgo y en ese lugar Benito Juárez pasó la noche. Al día siguiente, sin mayores contratiempos, los representantes de los poderes de la Nación viajaron hacia la Hacienda de La Zarca, en el mismo municipio de Hidalgo, donde descansaron y pernoctaron, en el casco de la hacienda, los días 18 y 19 de diciembre de 1866. El día 20 de diciembre se continuó la marcha y se arribó a Cinco Señores, actual Nazas. El día siguiente se permaneció en Nazas, donde los funcionarios liberales recibieron la noticia del triunfo de las fuerzas republicanas contra los imperialistas conservadores nacionales en Matamoros, Tamaulipas. El 22 de diciembre la caravana soberanista salió de Cinco Señores y llegó a Pedriceña, municipio de Cuencamé, lugar en el que pasaron la noche. El 23, el itinerario continuó mientras las carretas sufrían diversos desperfectos, con los frecuentes problemas ocasionados por la mala calidad de los caminos de herradura. En esta ocasión el presidente, los ministros y los soldados llegaron a Yerbanís, municipio de Cuencamé. El 24, de Yerbanís, los liberales republicanos, sin contratiempo cual ninguno, alcanzaron a llegar a la Hacienda de Santa Catalina del Álamo, en el actual municipio de Guadalupe Victoria, y allí pasaron la noche. 163 El 25 de diciembre de 1866, sin amenazas cercanas de los imperialistas, el gobierno legítimo de México avanzó hasta la Hacienda de El Chorro. Placa en Nazas que recuerda el paso de la Republica juarista, en 1864 y 1866 Placa en la casa de Nazas donde se hospedó Benito Juárez en 1866 164 Casa en que se hospedó don Benito Juárez en Nazas, en diciembre de 1866 El 26 de diciembre de 1866, en el largo periplo de la República trashumante, el presidente Benito Juárez llegó a la ciudad de Durango. En el artículo titulado Juárez, de Luis Subiría y Campa y citado por José Ignacio Gallegos, se da cuenta de la entrada del líder republicano decimonónico a la Perla del Guadiana: “El 26 de diciembre de 1866 don Benito Juárez, hizo su entrada a la ciudad de Durango, donde fue recibido con entusiasmo y arcos triunfales; las principales personas del Partido Liberal, salieron a encontrarlo a la Garita del Norte, donde se formó un templete para darle la bienvenida y pronunciar discursos alusivos al acto; las campanas se echaron a vuelo y la artillería de la plaza hizo los honores de ordenanza, disparando veintiún cañonazos. La comitiva oficial entró en elegantes coches y el pueblo, delirante, pretendió arrastrar la carretela presidencial y quitarle los caballos, pero el señor Juárez, de manera suplicatoria se opuso a ello. 165 La calle de mayor tráfico ha sido siempre la que hoy lleva el nombre de Constitución y que en ese tiempo la apellidaban De los Conservadores, por tener muchos de los connotados imperialistas sus residencias allí; la comisión encargada del recibimiento no quiso que el presidente entrara por esa calle, sino por la de Teresas, hoy Juárez. Al pasar por el lado oriente de la Plaza de Armas se le extendió una gran bandera francesa, para que pasara sobre ella; al notarlo don Benito, detuvo la carretela disgustado y ordenó que fuera levantado el referido pabellón. Después se supo que la idea del hecho fue la señora Luz Noriega de Arce, que había sido perseguida en la época de los franceses por su labor patriótica a favor de la causa republicana; era esposa del general liberal Francisco Otálora Arce. El séquito continuó y dio vuelta por la calle Real, hoy calle de 5 de febrero, hacia la casa de Gobierno, donde se había preparado alojamiento al presidente y sus acompañantes, que lo eran: el Licenciado José María Iglesias, el General Ignacio Mejía, el General Francisco Ortiz de Zárate, etcétera, y su escolta especial. Por la noche se dio un gran baile en el salón principal del Palacio de Gobierno, al que asistieron las familias de los liberales, distinguiéndose entre las damas, la señora Guadalupe Porras de Mascareñas, con quien bailó una pieza el Presidente; la aristocrática señora Josefa Segura de Santa María; la inteligente y sociable señora Carmen Itune de Santa María; la arrogante señora Luz Noriega de Arce; la señora Francisca Asúnsolo de la Peña llevando elegante traje tricolor; doña Cleofás Valles de Ríos y Valles, doña Antonia Prado de Hernández, etc.. La misma noche hubo fiestas públicas populares, un baile de la Plaza de Armas y los cohetes clásicos. Al día siguiente se obsequió al señor Presidente con un suntuoso banquete; al finalizar éste hubo varios brindis y el señor Cayetano Mascareñas aludiendo a algunas personas que habían simpatizado con el régimen anterior y que trataban de acomodarse al nuevo orden de cosas, pronunció unos versos que terminaban así: Brindo por las blusas rotas en la guerra, no en la paz; no por los falsos patriotas 166 que gustan ponerse botas al sol que calienta más. El día 27 por la noche, la Compañía de Ópera Mexicana, que se encontraba en Durango desde el mes de julio, dio una función de invitación, en el actual Teatro Victoria, a la que concurrieron los liberales. Al entrar el Presidente se estrenó el Himno a Juárez, composición durangueña, con música del director de la compañía señor Miguel Meneses y letra del licenciado Antonio Verdugo.” 30 Desde ese momento el himno en cuestión se canta, el 21 de marzo de cada año, en todas las escuelas públicas del estado de Durango y su letra es la siguiente: Himno a Juárez 31 Música de Miguel Meneses. Letra de Antonio Verduzco Coro: ¡Viva Juárez! Mil ecos repitan, porque Juárez la Patria nos dio. Y ya rotas las férreas cadenas. Impotente el tirano partió. Estrofas: Hoy la Patria levanta su frente do la huella estampara el dolor y si aún llora, GALLEGOS, J. IGNACIO. Compendio de Historia de Durango, 1821 – 1910, México, Editorial Jus, 1955, pp. 148 a 150. 31 ARREOLA VALENZUELA, ANTONIO. El presidente Juárez en Durango, Durango, Gobierno del Estado de Durango, 2006, p.120. 30 167 su llanto es tributo con que Juárez demuestra su amor. Entonemos sublimes cantares dignos himnos de tal paladín, que semeje al rugir de los mares y al acento del patrio clarín. Ya la América entera contempla al campeón de la santa igualdad. Y si Europa otro Juárez tuviera, cantaría también libertad. Para contrarrestar la influencia de los versos del Himno a Juárez, los conservadores citadinos durangueños acomodaron una parodia con la misma métrica que rezaba lo siguiente: ¡Muera Juárez! Chaleco de pita, porque Juárez, la Iglesia robó. 32 32 CASTILLO NÁJERA, FRANCISCO. Corridos y canciones del siglo XIX. Glosa al programa de Concha Michel (Palacio de Bellas Artes) 25 de mayo de 1946, Durango, Dgo. Editorial del Supremo Tribunal de Justicia, 1987, p. 20. 168 Palacio de Zambrano, en donde se hospedó el Presidente Juárez durante su estancia en la ciudad de Durango en diciembre de 1866 y enero de 1867 Placa en el portal del Palacio de Zambrano, que recuerda la estancia de Benito Juárez, en el lugar, a fines de 1886 y los inicios de 1867 169 Programa de espectáculo de bienvenida a don Benito Juárez a Durango, al triunfo de la República, 1867 Cartel de la función extraordinaria ofrecida por la Compañía Lírica Mexicana, en honor a Benito Juárez en Durango, en enero de 1867 170 Programa de función de ópera en honor a Benito Juárez en la que se entrenó el Himno a Juárez en 1867 171 Teatro Coliseo (Hoy Victoria) donde se estrenó el Himno a Juárez, en 1867 Monumento conmemorativo al triunfo de la República, en la Plazuela Baca Ortiz, 1867 172 Monumento a Benito Juárez en la Plaza IV Centenario Desde el inicio del México independiente y de la vida del estado de Durango, hasta la sexta década del siglo XIX, muchos habían sido los intentos de diversos gobiernos durangueños, sobre todo liberales, por establecer centros de educación superior laicos en la entidad y en especial en la ciudad de Durango. Ello en contraposición constante de las acciones de los grupos conservadores por mantener la educación confesional católica, por sobre la educación científica y laica. Fue solo durante la breve estancia del presidente Juárez en la ciudad de Durango, cuando, por decreto del 3 de enero de 1867, se procedió a abrir el Instituto Literario de Durango, para lo cual se le designaron el lugar y los fondos suficientes para el caso. Pronto también se diseñaron los currícula correspondientes para cada carrera. En 1872, al morir Benito Juárez, 173 el Instituto Literario fue transformado en el Instituto Juárez y, para el año de 1957, al mismo Instituto se le dio otra categoría académica y se le modificó su nombre por el actual de Universidad Juárez del Estado de Durango, UJED. El 14 de enero de 1867, Benito Juárez y su comitiva salieron de la ciudad de Durango y llegaron a la Hacienda de San Quintín, municipio de Nombre de Dios, en los terrenos del Malpaís y, sin haber otra opción, pasaron allí la noche. Al día siguiente continuaron el viaje y alcanzaron la Hacienda de El Mortero, municipio de Súchil donde, a su vez, pasaron la noche. El miércoles 16 de enero de 1867, la Republica itinerante dejó la Hacienda de El Mortero y, en un momento dado, atravesó los límites del estado de Durango con los de Zacatecas. Terminaba así la presencia de Benito Juárez en la entidad. El triunfo de la República De acuerdo con Graziella Altamirano Cozzi: “Cuando el Imperio de Maximiliano se desmoronaba, el comisario imperial de Durango, Buenaventura González Saravia participó en las últimas decisiones tomadas por los consejeros del emperador en cuanto a la suerte que tendría la monarquía. Estuvo presente en la junta del consejo extraordinario celebrada el 14 de enero de 1867, en la capital del país, conformado por poco más de 30 personas ‘convenientemente escogidas’ que debían decidir la continuación de Gobierno Imperial y, por consiguiente, la prolongación de la lucha contra las armas republicanas, en pro de la pacificación del país. González Saravia fue de los pocos que propugnó por la abdicación del emperador ‘en atención a que el orden actual de cosas no podría sostenerse’. Pero Maximiliano decidió quedarse”33 Una vez que los imperialistas abandonaron la ciudad de Durango y Benito Juárez se hospedara en la misma, se organizó un cuerpo de ejército nombrado Batallón Durango, también conocido como Los Ligeros de Durango, que actuó bajo las 33 ALTAMIRANO COZZI, GRAZIELLA. “Durango bajo el Imperio”, en: VILLA GUERRERO, GUADALUPE y FRANCISCO DURÁN (coordinadores). Durango. Tierra de retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión / Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia, 2009, p. 208. 174 órdenes del coronel sonorense Diódoro Corella. De la misma manera se reforzó la Brigada de Caballería que fue dirigida por el general tlaxcalteca Antonio Carbajal. En el caso del Batallón de Supremos Poderes, que durante la odisea republicana se mantuvo leal al Gobierno juarista. Al arribar a la ciudad de Durango su cantidad de efectivos se había reducido a solo 140 elementos. Por lo anterior se decidió reorganizar ese cuerpo de ejército. Así, el 75% de sus nuevos elementos del Batallón de Supremos Poderes fue integrado por ciudadanos durangueños, quienes, junto con Los Ligeros de Durango se dirigieron al centro del país y tuvieron acción en el memorable Sitio de Querétaro. El 12 de mayo de 1867, durante una carga al fuerte imperialista llamado Casa Blanca, en el sitio de Querétaro, los efectivos del cuerpo de Ligeros de Durango, en lucha cuerpo a cuerpo, fueron severamente diezmados. Sin embargo, con posterioridad, los durangueños del coronel Diódoro Corella fueron los encargados de la derrota y aprehensión de los jefes conservadores imperialistas Miguel Miramón y Tomás Mejía, en la fase final de la aventura imperial. En la ocasión, el cuerpo volante de Cazadores de Galeana que dirigía el durangueño Máximo Gámiz, también sufrió heridas y bajas y el mismo Gámiz resultó herido en la refriega. 4 cabos, 2 sargentos y 42 de tropa; en total 48 durangueños perdieron la vida en el Sitio de Querétaro. Aunque un tanto confuso, es digno de reproducción el parte de guerra en que se da fe de las bajas de durangueños en la acción que dio el triunfo a las armas republicanas. “República Mexicana- Ejército de Operaciones- General en jefe-(...) Muertos y heridos que han tenido las fuerzas de Durango en la presente campaña... 12ª División de caballería 4a. Columna, Sargento 2º Bernabé Tacira, herido. Soldados heridos: José María Anguiano, Juan Estrada, Hilario Mata, Valentín Ceniceros y José Almendrares. Soldados muertos: Lino Pérez, Antonio Hinojosa. 1a. División 2ª Brigada 1er Batallón Ligero de Durango. 175 Heridos: Sargento 1o Alejo Castro, en el combate del 1o de abril de 1867. Cabos Inocencio Beltrán y Maximiano Palos. En el del 14 de marzo. Soldados Hipólito Pérez, Lucio Reyes, Santiago Hernández y Martín Meza, en el del 14 de Marzo. Julián Ceniceros, Pedro Serrato, Pedro Limón, Jesús Flores, Genaro Medina, José María Ruiz Marcelino Reyes. En el del 1º De abril. Muertos- Sargento 2o Tiburcio Durán. En el combate del 14 de marzo de 1867. Sargento 2o. Marcos Delgado. En el del 1º de abril. Cabos Eligió Zúñiga e Isidro Armenta, Francisco Cárdenas, Miguel Acuña, Francisco Flores, Genaro Medina, José María Ruiz, y Marcelino Reyes, en el del 1º de abril. En el del 14 de marzo. Cabo Manuel Hernández en el del 1º de abril. Soldados: Práxedes Padilla, Remigio Ramírez, Jesús María Herrera, Julián Ruiz, Marcos Sánchez, Magdaleno Hernández, Concepción Guerra, Urbano Díaz, Apolonio Valenzuela, Domingo Herrera, Luciano Álvarez, Eulogio Gómez, Celso Vilma, Félix García, Doroteo Vázquez, Eduardo Velázquez, Romualdo Barbosa, Domingo Hernández, Leonardo Samaniego, Sebastián Domínguez, Benigno Orozco, Jesús Rangel, Antonio Villagómez, Florentino Fernández y Leandro Vidaña en el del 14 de marzo. Francisco Berumen, Tomás Valenzuela, Juan Andrade, Feliciano Pacheco, Filomeno ares, Diego Cruz, Juan J. Cebreros, Francisco Buitrón, Simón Velázquez, Mónico Hernández, Francisco Martínez, Jesús del Campo, Eduardo Rentería, Andrés Reyes y Marín Cervantes, en el del 1º de abril. Restauración Liberal- jueves 10 de mayo de 1867. Sitio de Querétaro, Querétaro, mayo 16 de 1867 A su Excelencia el Sr. General Escobedo, comandante en jefe.”34 34 GARCÍA MAQUIVAR, JUAN RAMÓN. Intervención Francesa en Durango. 2ª parte, (1864, 1865, 1866, 1867, 1868). COCyTED / Universidad Popular de Analco. S. / l., S. / F. p. 132. 176 Una vez que los republicanos vencieron a los súbditos conservadores monarquistas. El 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas, ubicado en el estado de Querétaro, tuvo lugar la ejecución del impuesto emperador de México, Maximiliano de Habsburgo, junto con los generales conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía. Terminaba así la monarquía y uno de los episodios más aciagos de la historia nacional, que tuvo un costo de más de setenta mil hombres y enormes pérdidas materiales. Para el 15 de julio, el presidente Benito Juárez entraba triunfante a la Ciudad de México, lo que significó la restauración del Gobierno de la República. La restauración de la Segunda República Mexicana marcó un hito definitivo en la vida pública de México, después de los años de la dictadura de Santa Anna. De la separación de Texas. De la separación de las provincias de Centroamérica. De la Guerra con Francia. De la Invasión Estadounidense. De la Guerra de Tres Años y de la Intervención Francesa, así como de los múltiples levantamientos, asonadas, cuartelazos y golpes de estado. De la promulgación de diversas constituciones, leyes y decretos. En suma, la Patria se consolidó, sobre todo con las acciones inteligentes de la generación de los liberales de la Constitución de 1857, que marcaron el rumbo de la separación de la Iglesia y el Estado laico y que optaron por que los mexicanos se identificaran a sí mismos como ciudadanos y no como súbditos. La restauración de la República influyó en la forma de ser de diversos países de América Latina. 177 Placa conmemorativa al general José María Patoni, en el lugar de su asesinato Francisco Zarco Mateos. El liberalismo durangueño ilustrado El periodista, político, políglota, autodidacta, inventor de un sistema de taquigrafía, traductor, editor, diputado del Congreso Constituyente de 1857, historiador, ministro de diversas carteras, miembro del Partido Liberal, literato, ensayista y narrador; Joaquín Francisco Zarco Mateos, nació en la ciudad de Durango, el 3 de diciembre de 1829. Como autodidacta, Zarco realizó estudios de derecho, teología y diversas ciencias sociales, de cuyos conocimientos dio muestra en sus escritos y discursos. Cuando el gobierno mexicano marchó a Querétaro, en 1847, Luis de la Rosa, quien 178 era ministro universal, le nombró oficial mayor del despacho de Relaciones. Redactor de las actas del Consejo reveló sus dotes. Al regresar a México se dedicó al periodismo político, sin que ello le impidiera la redacción de artículos literarios, costumbristas y biográficos. En 1849 escribió para el Álbum Mexicano y en 1850 redactó El Demócrata y comenzó a usar el seudónimo de “Fortún”; en 1852 se encargó de la revista literaria La Ilustración Mexicana hasta 1855; el tomo V es obra suya. En 1852 inició El Siglo Diez y Nueve, periódico al que dio gran prestigio y al que consagró lo mejor de su vida. Colaboró en Las Cosquillas, en el que combatió al presidente Arista. Sus ataques periodísticos lo llevaron a la cárcel. En El Presente Amistoso, dedicado a las damas, publicó una gran cantidad de artículos, incluso de modas. Su vida pública adquirió gran relieve en 1855, al ser nombrado director de El Siglo Diez y Nueve, cargo que, salvo las interrupciones impuestas por la guerra civil o extranjera, desempeñó por largos años, hasta poco antes de morir. Electo diputado suplente en 1854 por Yucatán, tuvo que exiliarse en Nueva York, por su oposición a Santa Anna. Regresó en 1855, al triunfo del Plan de Ayutla. Representó al estado de Durango en el Congreso Constituyente de 1856, se distinguió como uno de los más ilustres diputados y cronista de los debates en: Historia del Congreso Constituyente Extraordinario de 1856-1857. Este libro, junto con las actas del mismo Congreso, es considerado como clásico de la historia política mexicana. Perseguido después del golpe de estado de Comonfort, fue aprehendido el 30 de julio de 1858; escapó y vivió oculto durante dos años. Publicó un Boletín Clandestino y un folleto: Los Asesinatos de Tacubaya, que se difundió por todo el país y por el extranjero. El 13 de mayo de 1860 sus enemigos políticos conservadores lo aprehendieron y lo encarcelaron. Fue liberado el 25 de diciembre, al momento del triunfo del general Jesús González Ortega en Calpulalpan y a la consecuente caída del partido conservador. En enero de 1861, Benito Juárez lo nombró ministro de Gobernación y después de Relaciones. Publicó otra vez Las Cosquillas por poco tiempo. Renunció para ocupar su curul en el Congreso y defendió a Juárez. Siguió al frente de su diario hasta el 179 31 de mayo de 1863. Cuando los invasores franceses se acercaban a la capital del país, Francisco Zarco marchó hacia diversas ciudades del norte de la República. En San Luis Potosí publicó La Independencia Mexicana y en Saltillo La Acción. En este periódico aparecieron una serie de artículos sobre los Tratados de Miramar, que se coleccionan y se publicaron como folleto con ese título, en la ciudad de Colima, al año siguiente. En 1864 Zarco marchó a los Estados Unidos, donde formó el Club Mexicano, escribió en defensa de la República Mexicana, en periódicos estadounidenses, mexicanos y sudamericanos, al tiempo que proporcionó datos fidedignos a los liberales europeos para que atacaran al Imperio de Maximiliano. Al triunfar la República, Zarco retornó a México, y otra vez actuó como diputado al Congreso. El 22 de noviembre de 1869, Francisco Zarco Mateos murió y dos días después de su fallecimiento fue declarado Benemérito de la Patria. 180 Tres imágenes de Francisco Zarco Mateos 181 Autógrafo de Francisco Zarco 182 Libros de narrativa de Francisco Zarco Mateos 183 Monumento a Francisco Zarco en la ciudad de México Monumento a Francisco Zarco en la ciudad de Durango 184 Marcha compuesta en honor a Ignacio Zaragoza y a Francisco Zarco Estampilla de correos en honor a Francisco Zarco 185 La Guerra del Tigre de Alica. Una historia anexa Nacido el 22 de septiembre de 1828, en San Luis, Cantón de Tepic, entonces perteneciente al estado de Jalisco, Manuel Lozada, en calidad de arriero y contrabandista, sirvió a la casa comercial Barrón, Forbes & Cía., y como guerrillero, al mando de un fuerte grupo de indígenas coras, huicholes, tepehuanes y mexicaneros, de la región que comprende los límites de los estados de Jalisco, Zacatecas, Durango y Nayarit, combatió a los liberales desde 1857, toda vez que las Leyes de Reforma afectaban los intereses de las propiedades de la tierra de las comunidades indígenas. En 1858 los guerrilleros de Lozada ocuparon Ixtlán y el rancho Ocotillo, donde derrotaron a las tropas liberales regulares del coronel José María Sánchez. En su revuelta, Lozada se fue apoderando de gran parte del entonces estado de Jalisco. La fuerza de Lozada residía en que, en los territorios que iba ocupando, imponía una serie de normas agrarias que beneficiaban a los indígenas de la zona. El 7 de marzo de 1861, se inició una campaña a fondo, con más de tres mil hombres, dirigida por el gobernador de Jalisco Pedro Ogazón y los coroneles: Antonio Rojas, Ramón Corona y Herrera y Cairo, para terminar con la amenaza de los lozadistas cuyos ataques, de acuerdo con los relatos y testimonios, se caracterizaban por la crueldad extrema. Los soldados que guerrearon contra los lozadistas fueron conocidos como Los colorados, a los que hace mención el siguiente canto de guerra. Después de nueve días de combate en el Paso de Alica, los persecutores de Lozada fracasaron en su intento de acabar con los guerrilleros indígenas agraristas.35 Los colorados36 Anónimo 35 MEYER, JEAN. La tierra de Manuel Lozada, México, Universidad de Guadalajara / Centre d‟Etudes Mexicaines et Centreaméricaines, 1989, pp. 162 a 167. 36 VÁZQUEZ SANTA ANNA, HIGINIO. Fiestas y costumbres mexicanas, Tomo I, México, Ediciones Botas, 1953. pp. 160 a 161. 186 Ahí vienen los Colorados de la Sierra de Amarillas, échame a tus brazos mi alma, con esas venas azules. Salieron los colorados, Salieron de uno en uno, y su chata les decía: “Los que se van..; ¿pero uno?" Salieron los colorados salieron de dos en dos, y su chata les decía: “Porqué no dicen adiós". Salieron los colorados, salieron de tres en tres, y su chata les decía, "¡vamos matando un francés!”. Salieron los colorados, salieron de cuatro en cuatro, y su chata les decía: "Qué me traen de Guanajuato". No quiero paz, no quiero unión, lo que quiero son balazos, ¡Viva la Revolución! No quiero paz, no quiero nada, lo que quiero son balazos, con el general Lozada. En las primeras cuartetas de las Mañanas de Manuel Lozada. se narra el ataque de los lozadistas, a Valparaíso, Zacatecas, el 26 de octubre de 1861, aunque en el 187 corrido aparece la fecha de catorce de abril de 1860, durante la primera rebelión de Manuel Lozada, misma que terminó con los Convenios de Pochotitlán, firmados entre los liberales y los lozadistas, el primer día de febrero de 1862 y en los que Lozada se comprometía a disolver sus fuerzas, a cambio de garantías y de que el gobierno tomaría en cuenta la defensa de los indígenas regionales, en lo referente a sus litigios por los terrenos con las haciendas colindantes al territorio de Lozada. El corrido salta en su narración 13 años, hasta la muerte de Lozada. Durante el lapso de 1862 a 1873, Lozada fue el personaje central de la historia de Nayarit y, como ya se apuntó, la región que comprende los límites de los estados de Jalisco, Zacatecas, Durango, Sinaloa y Nayarit. . El 15 de agosto de 1863, Manuel Lozada firmó, en el pueblo de San Luis, hoy San Luis de Lozada, que era su centro de operaciones, el Acta de Adhesión al Imperio de Maximiliano; de quien recibió una espada con rica empuñadura e incrustaciones finas, por los servicios prestados al Segundo Imperio Mexicano. Al tomar el puerto de Mazatlán para el Imperio, Lozada recibió, a su vez, la Cruz de la Legión de Honor enviada por el emperador francés Napoleón III. El Tigre de Alica permaneció fiel al Imperio hasta 1866 y el primer día de diciembre del mismo año, ante la debacle de la Intervención Francesa, se declaro neutral. Lozada estableció en su territorio un cacicazgo casi absoluto y la compañía comercial Casa Barrón, Forbes & Cía., aprovechó el dominio regional de Lozada y la autonomía del cantón de Tepic, para sus negocios de contrabando de plata que, al ser exportada por el puerto de San Blas, en buques de guerra ingleses, eludía el control arancelario del Gobierno Central, al tiempo que avituallaba la guerra de Lozada. Sin embargo, en 1867, Lozada reconoció al Gobierno de Benito Juárez y Tepic fue transformado en Distrito Militar, segregado del estado de Jalisco e independiente del centro. Con la seguridad de la autonomía reconocida por el Gobierno del Centro, Lozada dio la espalda a la Casa Barrón Forbes & Cía. y comenzó a restituir a los pueblos de sus seguidores, las tierras que las haciendas les habían despojado. Los beneficiarios fueron los pueblos: cora, huichol, tepehuán y mexicanero, de la región en que limitan los estados de Nayarit, Jalisco. Zacatecas, Durango y Sinaloa. 188 Lozada tuvo bajo su dirección, siempre directiva, jamás imperativa, a los tepehuanes de Santa María Ocotán, San Francisco y Quiviquinta, a los de Santiago Teneraca y a los de Tasquaringa (sic),37 a los huicholes que se distribuyen entre los cuatro pueblos situados a lo largo del río Chapalagana Tensompan, Santa Catarina Cuexcomatitán, San Sebastián Teponahuastán y San Andrés Cohamiata], a los coras de Santa Teresa, Huazamota, Jesús María, Mesa del Nayar y San Juan Peyotán. […] En torno a uno de sus pueblos, Guaynamota, se dieron los últimos combates. […] Fuera de estos tres linajes [indígenas], desde luego no solidarios, tras Lozada fueron pueblos mezclados como Pueblo Viejo, Durango, donde hay aztecas y tepehuanes, Nostic, formado por aztecas que desde hace mucho tiempo olvidaron su lengua, Milpillas Chico, San Francisco y otros más donde los coras, los huicholes y los tepehuanes coexisten tranquilamente. Todo sin hablar de los poblanos, indios venidos no se sabe de dónde y así llamados en las comunidades que los acogieron.38 Los hacendados afectados con los deslindes agrarios de Lozada, iniciaron una campaña de desprestigio contra el Tigre de Alica, en el Gobierno del Centro, a esta campaña se anexaron la Casa Barrón Forbes & Cía. y el general Ramón Corona, jefe del Ejército de Occidente, mientras que, a fines de 1869, Lozada creaba el Comité de Estudios y Deslindes para resolver los problemas agrarios de su zona, con el apoyo de integrantes de cada pueblo. Las acciones de los enemigos de Lozada lograron que, a fines de 1872, el presidente Lerdo de Tejada autorizara el inicio de una campaña militar contra Lozada, con tropas de Jalisco y San Luis Potosí. Lozada, por su parte, inició su resistencia el 17 de enero de 1873, como Jefe del Ejército Mexicano Popular y con el sustento del Plan libertador de los Pueblos de la Sierra de Alica, firmado por 120 representantes de los pueblos bajo su dominio. Además de la defensa de sus logros 37 Se refiere a Taxicaringa, municipio de Mezquital, Durango. JAUREGUÍ JIMÉNEZ, J. JESÚS. “Estudio etnohistórico acerca del origen de los mexicaneros (hablantes del náhuatl) de la sierra Madre Occidental”, en: Dimensión. Revista en línea Antropológica, Volumen # 26, México, octubre de 2002, www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/index.php, p. 7. 38 189 agrarios, el Plan Libertador convocaba a la Nación a formar un gobierno verdaderamente representativo, ya fuera república, imperio o reino. Fuerte con sus seis mil de infantería y sus 300 jinetes, casi todos indígenas, Lozada marchó sobre Guadalajara, donde "los tapatíos entran en trance. El Congreso se pone a deliberar, el gobernador solicita facultades extraordinarias, el Ayuntamiento organizó una guardia, los comerciantes, cuerpos de defensa, A la Mano Poderosa imploran las damas, los niños lloran a gritos, pidiendo a Dios secretamente y desde el fondo de su corazón que llegue la bola, siquiera un ratito, para conocer de deveras a esos mecos, mote que se dio a los lozadistas en Guadalajara, de cara embijada, con plumas de guajolote en la frente, y que no han visto, sino de palo, de los que se compran a cuartilla en el portal"39 Los mecos40 Anónimo Ya vienen los mecos, vienen de Tepí, el meco más grande, se parece a ti. Ya vienen los mecos, pa' Guadalajara, el meco más grande, ya se bate en retirada Después de triunfar en Tequila, Jalisco, Lozada llegó a siete leguas de Guadalajara. El 28 y 29 de enero de 1873, el general Ramón Corona con las fuerzas del Ejército de Occidente y los 600 hombres que el comercio de Guadalajara armó para su defensa, logró derrotar a los lozadistas en La Mojonera, con las cargas de artillería AZUELA, MARIANO. “Precursores”, en: Obras completas de Mariano Azuela, Tomo III, México, Fondo de Cultura Económica, Colección Letras mexicanas, 1976, p. 402. 40 VÁZQUEZ SANTA ANNA, HIGINIO. Cantares mexicanos, México, Ediciones de León Sánchez, s/f, p. 28 y 29. 39 190 que dispersaron a la columna desorganizada, otro tanto sucedió con los lozadistas en Sinaloa y Zacatecas Ante la derrota militar, varios de los jefes lozadistas como: Domingo Nava, principal ejecutor de la política agraria de Lozada, Agatón Martínez y Praxedis Núñez, abandonaron la bandera del Plan Libertador o se amnistiaron y en algunos casos, como el de Nava y Núñez, se pasaron a las filas del Gobierno. Corrido sobre la traición a Lozada41 Anónimo ¡Ay, Lozada! te vendieron a los hombres de Jalisco. ¡Ay, Praxedis! ¡Ay, Domingo! la traición está en su frente. ¡Los entierran hoy en vida con su fama de valientes! A instancias .del general Ramón Corona, la campaña contra Lozada continuó, mientras el Tigre de Alica trataba de rehacerse, en las serranías del norte de Jalisco, sur de Durango, oeste de Zacatecas y este de Nayarit. Poco a poco, los lozadistas fueron exterminados y el 15 de julio de 1873, en el cerro de Los Arrayanes, lugar cercano a Huaynamota, tal vez el último centro de operaciones de Lozada, las tropas gobiernistas comandadas por el general durangueño José Ceballos sorprendieron al Tigre mientras se bañaba en un arroyo. Los años de guerra habían hecho de Lozada un hombre: tuerto, tullido de un brazo, tuberculoso y enfermo de un pie. Trasladado a Tepic, Lozada fue juzgado sumariamente el 18 de mayo de 1873 y fusilado el 19, en el Cerro de Los Metates. Con la muerte de Lozada, más que la pacificación de Jalisco y Zacatecas, se logró desbaratar la política agraria del Plan Libertador y asegurar la propiedad privada de los latifundios de la región, aunque MEYER, JEAN. “El Tigre de Alica”, en: Revista de la Universidad de México, volumen XXVIII, # 8, México, UNAM, abril de 1973, p. 26. 41 191 algunos seguidores de Lozada, como Marcelino Rentería, continuarían luchando hasta 1885. Corrido del Tigre de Alica42 (Fragmento) Anónimo "¡Ay madrecita del alma! ¿Por qué me dejas cruzar solita la nopalera donde se pierde cualquera y ‘onde me van a matar?" Cuando los carros estaban al pie de la nopalera los caballos se paraban en sus patitas traseras. Mañanas de Manuel Lozada43 Anónimo Vamos en nombre de Dios y de esta tierra afamada, aquí empiezan las mañanas del señor Manuel Lozada. Era un catorce de abril, aquel año del sesenta, cuando entró a Valparaíso. con más de ciento cincuenta. 42 MENDOZA, VICENTE T.. El romance español y el corrido mexicano (Estudio comparativo), México, UNAM, 1936, p. 564. 43 ESPARZA SÁNCHEZ, CUAUHTÉMOC. El corrido zacatecano, México, INAH, colección Científica # 46, 1976, p. 28. 192 Llegaron a Los Portales gritando en huichol y cora que les dieran aguardiente y tocaran la tambora, Robaron cuarenta casas y tres cajones de ropa, se llevaron seis mujeres y mataron a la tropa. Manuel Lozada gritaba, en su yegua La Mostrenca; "No pierdo las esperanzas de pasearme en Zacatecas". No sólo en Valparaíso, en Momax y El Plateado, este bandido dejó a todo el pueblo azorado. Trece años consecutivos a los pueblos asoló, y sólo en Valparaíso a más de ochenta mató. Este bandido famoso comenzó bien su carrera, pero al fin fue derrotado allá por La Mojonera. 193 Y aunque se escapó a la sierra muy pronto fue capturado, y dicen que allá en Tepic Lozada fue fusilado. Aquí dan fin las mañanas de un hombre que fue malvado, nos libramos de esta fiera ¡Que Dios lo haya perdonado! Manuel Lozada. El Tigre de Alica 194 Sello del Juzgado lozadista de Huazamota, Durango 44 44 Sello del Juzgado de Huazamota. Archivo de Ramón Corona, Legajo 10, 1873, en: J. Meyer, La tierra de Manuel Lozada, 1989, p. 356. 195 196 Conclusiones El presidente Benito Juárez. Diecinueve gobernadores; entre liberales, conservadores, imperialistas y republicanos. El emperador Maximiliano de Habsburgo. El dictador Antonio López de Santa Anna. Los Bandidos Tulises. Terratenientes coahuilenses y neoleoneses. Apaches, Viajeros europeos. Investigadores científicos franceses. Oficiales militares franceses, conservadores, monarquistas conservadores y liberales republicanos. Soldados durangueños patriotas de la Guardia Nacional. Cuerpo de soldados patriotas de Lanceros de Durango. Cuerpos de infantería de durangueños patriotas de la Guardia Nacional. Soldados argelinos africanos zuavos, del Ejército Francés de ocupación de la Intervención Francesa. Hacendados y capitalistas durangueños. Damas de la sociedad durangueña. Logias Masónicas. El general durangueño José María Patoni. El desierto del Bolsón de Mapimí. Jerarcas de la Iglesia Católica durangueña. Partisanos guerrilleros republicanos liberales durangueños. Líderes agraristas durangueños. Gurreros indígenas coras, huicholes, tepehuanes y mexicaneros seguidores del líder Manuel Lozada. El Ben emérito de la Patria Francisco Zarco Mateos. El sabio durangueño José Fernando Ramírez, entre otros, son los actores sociales y protagonistas de la complicada trama de la Historia de La Reforma, La Intervención Francesa y el Segundo Imperio, que se narra en este volumen y que sucede entre el transcurso de la sexta de las sexta y séptima décadas del siglo XIX, tanto en el país, como en el estado de Durango. Periodo de definición de la forma jurídica de país y de la organización que impactará en la vida cotidiana del Estado y los ciudadanos mexicanos quienes, después del periodo y hasta el presente, al menos en el texto constitucional, no volverían a ser súbditos. Se establecería el gobierno civil, la libertad de empresa, la propiedad privada, los derechos del hombre. Se eliminarían los privilegios y se establecería la educación pública, entre otros cambios sociales fundamentales 197 En la parte durangueña de la Historia de la Intervención Francesa, se presentan momentos interesantes y heroicos, algunos de ellos hasta ahora poco conocidos, de la participación de los olvidados guerreros durangueños, en la guerra contra las tropas invasoras; en los estados de Tlaxcala, Veracruz y Puebla. Se destaca la Batalla de San Pablo del Monte, Tlaxcala, que aún hoy día es celebrada, con ceremonias anuales, por un cuerpo del Ejército Francés en las que es importante la veneración a un hermoso estandarte republicano, bordado con hilos de oro y elaborado por manos durangueñas y que, en su momento, fue arrebatado por tropas africanas del Ejército invasor francés al cuerpo de Los Lanceros de Durango. La Batalla del Cerro de Majoma, en territorio durangueño, fue un punto de quiebre en la Intervención Francesa y marcaba la aparente liquidación de la resistencia republicana. Los momentos más dramáticos del inusitado periplo de la República trashumante y del jefe del ejecutivo Benito Juárez con su gabinete, en la huida de sus persecutores del Ejército Francés; como el Grito de Independencia del año de 1864 y el Motín de La Zarca, en el mismo año, que provocó la casi extinción del entonces muy frágil Gobierno de la República, se suscitaron en el inhóspito desierto del norte durangueño. En el relato histórico también se analizan las diversidades de conductas de los habitantes de la entidad, ante la invasión y ocupación, por parte de las tropas francesas, en ese único momento del México independiente en que, mediante el uso de las armas, la entidad fue ocupada por un extraño enemigo. Uno importante concepto establecido por los republicanos del siglo XIX, fue el de la soberanía nacional mismo que, en los tiempos del avance tecnológico, la alteración del entorno geográfico y ecológico, así como de la globalización y de los gobiernos neoliberales de las últimas tres décadas. Merced a las recientes reformas constitucionales del tercer sexenio político del siglo XXI, el concepto patriótico de soberanía nacional se ve casi obsoleto o eliminado por la apertura total de los recursos naturales del suelo y subsuelo del país, a las inversiones e intervenciones físicas y económicas, con todas las facilidades y sin restricciones para las 198 corporaciones multinacionales, que ya no imperios o países extranjeros, en condiciones muy desventajosas para la nación. En algunos países del sur del Continente Americano ya se ha tratado de revertir esta tendencia y se ha retornado al restablecimiento de la soberanía nacional, en la protección de los bienes y recursos naturales y la sustentabilidad para las próximas generaciones. Si bien, no hay Historia del futuro, el ejemplo de la sacrificada lucha soberanista de los republicanos decimonónicos podría ser motivo de reflexión en lo que se refiere al derrotero que tendría que seguir el país. 199 200 Fuentes ALTAMIRANO COZZI, GRAZIELLA. “Durango bajo el Imperio”, en: VILLA GUERRERO, GUADALUPE y FRANCISCO DURÁN (coordinadores). Durango. Tierra de retos. Tomo I. La Capital, México, Milenio / La Opinión / Multimedios, Biblioteca Milenio de Historia, 2009. ÁLVAREZ VARA, VICTORIANO. “Cuatro aspectos de la Intervención Francesa en Durango”, en: Linares, Sinaloa, Durango, Tabasco y Chiapas en la Guerra de intervención, México, Publicaciones del Primer Congreso Nacional de Historia para el Estudio de la Guerra de Intervención #27, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Sección de Historia, 1963, pp. 95 a 105. ARREOLA VALENZUELA, ANTONIO y Col. Summa Duranguense, dos volúmenes, Durango, Gobierno del Estado de Durango, 1979-1980. ARREOLA VALENZUELA, ANTONIO. 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Tiempos de invasiones, bandidos, apaches, masones y rebeliones_____________7 La independencia criolla________________________________7 El efímero Primer Imperio Mexicano_______________________8 La naciente República_________________________________8 Cuchas liberales y chirrines de conserva___________________9 El clero definido_____________________________________10 Durango Centralista__________________________________11 Los apaches en Durango______________________________14 II.- La instauración de la República Liberal en Durango___________21 El pensamiento de los liberales y conservadores____________21 Los bandidos conservadores___________________________32 La guerra de Cajén___________________________________41 III. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Grande_____47 Los jinetes durangueños en Acultzingo y Atlixco____________51 La guerra en el Cerro del Borrego________________________53 207 Los Lanceros de Durango y su venerada insignia___________57 La infantería de Patoni________________________________67 IV. Los alacranes republicanos a la defensa de la Patria Chica______73 Los franceses llegaron ya______________________________73 La Batalla del Cerro de Majoma_________________________92 V. El desierto y la República perseguida______________________111 El histórico Grito de Pedriceña, 1864____________________116 Funcionarios olvidadizos_____________________________117 La elocuencia de Guillermo Prieto______________________119 Una verbena en el desierto____________________________120 Benito Juárez, en una ranchería de Nazas, Durango________123 Juárez arriba a la hacienda Guadalupe del Sobaco_________124 El vibrante discurso de Guillermo Prieto__________________127 El evento, inventariado en las obras de Iglesias____________129 El motín en La Zarca_________________________________132 VI. Los zuavos de Castagny contra los partisanos republicanos____135 El impasse de los plutócratas__________________________146 Los zuavos no fueron franceses________________________148 Los últimos súbditos del 2º Imperio Mexicano_____________150 Historias colaterales_________________________________152 La expedición al Observatorio solar indígena de El Zape_____152 208 José Fernando Ramírez. El infortunado colaboracionismo ilustrado__________________157 VII. El retorno del águila republicana_________________________163 El triunfo de la República_____________________________174 Francisco Zarco Mateos. El liberalismo durangueño ilustrado_178 La Guerra del Tigre de Alica. Una historia anexa___________186 Conclusiones__________________________________________197 Fuentes_______________________________________________201 209