CULTURESTy la formación de públicos consumidores de cultura

Transcripción

CULTURESTy la formación de públicos consumidores de cultura
RUTA CRÍTICA
CULTUREST y la formación de públicos consumidores de cultura
Marcelo Javier Gaviña
L
os últimos años, las instituciones de educación superior
tanto en México como en otros países de Latinoamérica,
han mostrado gran interés en implementar programas
que conduzcan a una formación integral de los estudiantes.
Esto, con el propósito de lograr profesionistas preparados y
comprometidos con una sociedad más demandante de líderes
responsables y capaces de conducir a la comunidad a mejores
y más justos y democráticos niveles de desarrollo.
Entrar en el terreno de discutir si la formación en el campo cultural cumplirá con esos objetivos, es introducirse en debates que llevan largo tiempo y aún no han concluido. Pero lo
que es cierto y probado es que los estudiantes que tienen un
mayor acercamiento a las actividades de esa área se convierten
en personas que desarrollan una mayor conciencia y participación social, son más expresivos, solidarios y respetuosos de
los derechos de los demás, cualesquiera que sea su origen y
nivel socioeconómico.
Por ello, la iniciativa de la Universidad de Sonora de poner
en marcha el programa CULTUREST con las características
propias de una actividad académica y no sólo recreativa como
históricamente se había realizado la actividad cultural en la
institución, es doblemente meritoria: cumple con la obligatoriedad de lo académico al ser incluido dentro de los nuevos
planes de estudios, y proporciona también el desarrollo del
gusto y el disfrute de las expresiones artísticas en todas sus
manifestaciones.
El caudal de actividades diversas que ofrece el programa a
los estudiantes lo hace más atractivo, ya que no sólo se trata
de eventos artísticos sino también de actividades de tipo académico, talleres, seminarios y diplomados. Lo más gratificante
es que en todas ellas se cuenta cada vez con mayor asistencia
de público estudiantil.
Pero... ¿ha sido fácil interesar a los alumnos en participar
en el programa? De ninguna manera. Se ha tenido que luchar
contra el desinterés de los estudiantes pues para muchos de
ellos la actividad cultural es algo aburrido, “nada que ver” con
lo que a ellos les interesa, no es nada cool, en su lenguaje. Aunado a ello, la falta de antecedentes formativos relacionados
con la expresión cultural en su educación escolar anterior a su
ingreso a la universidad, la esclavitud del “chat”, el celular y la
desinformación que les llega a través de los programas televisivos, han sido los grandes obstáculos para despertar el interés
de los jóvenes en las actividades culturales. Otro es la falta de
socialización familiar con respecto a la cultura.
Pero no todo es de color gris. El programa se ha ido complementando y se ha vuelto más atractivo. Los universitarios se
interesan e involucran más día a día en los diversos eventos
que se ofrecen, lo que ha permitido la formación de públicos
que cada vez son más asiduos a estas actividades. Ya se cuenta
con alumnos que en un principio acudían a ellas “para cumplir
con el requisito”, pero que han descubierto que aquello no
era tan “aburrido” como imaginaban o como les habían plati-
Los estudiantes que tienen un mayor
acercamiento a las actividades culturales en
su formación integral, desarrollan una mayor
conciencia y participación social, son más
expresivos, solidarios y respetuosos de los
derechos de los demás.
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REVISTA UNIVERSIDAD DE SONORA
cado, y ahora preguntan, piden y hasta en algunos casos exigen
que se les permita asistir a eventos aunque ya hayan cubierto
su cuota de créditos.
Sus concepciones sobre la cultura han ido cambiando, se
dan cuenta de que no sólo han aprendido sino también aprehendido; que la cultura también incluye expresiones sociales
que se manifiestan a través del arte y que pueden ser partícipes de ellas no sólo asistiendo como parte de un público sino
también como miembros de grupos artísticos universitarios.
Paso a paso se han ido logrando los resultados esperados,
muestra de ello es la gran participación en actividades como
los talleres de serigrafía o de fotografía, disciplinas que ellos
consideraban sólo como “hobbys”, una para escribir mensajes
“chuscos” en la ropa o algún otro artículo y la otra para tomar fotos en los antros, en las tocadas o en los “parys”. Ahora
han logrado exponer muestras fotográficas y saben que hasta
la cámara del teléfono les puede servir para tomar una foto
artística.
Todos estos resultados nos llenan de ánimo para pensar
que las nuevas opciones formativas de nuestros estudiantes
permitirán continuar con el fomento del gusto por las expresiones artísticas como manifestaciones de la cultura, y que los
espacios para ella no estarán carentes de público.
Aunque las estadísticas de estudios que se han hecho a
nivel nacional para conocer el interés de los jóvenes en la cultura arrojan un 75% de desinterés o poco interés, mientras que
un 25% muestra interés (área de Investigación Aplicada del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM), las instituciones educativas no se deben desanimar en su propósito de
acercar a sus estudiantes a las manifestaciones culturales, sino
que, por el contrario, deben diversificar y ampliar las opciones
para que los alumnos se conviertan en verdaderos públicos
consumidores de esas ofertas.
Porque como expone Martín Barbero, “el consumo no
sólo es reproducción de fuerzas, sino también producción de
sentidos, no se agota en la posesión de los objetos, pues pasa
aún más decisivamente por los usos que les dan forma social y
en los que se inscriben demandas y dispositivos de acción que
provienen de diferentes competencias culturales”.
Para que el estudiante se convierta en un público consumidor además de partícipe en las actividades que le ofrece el programa CULTUREST, es necesario tener un mayor acercamiento
hacia sus gustos y preferencias, sus comportamientos, hacia
dónde dirigen sus acciones, sus expresiones y sus conversaciones, y tomar todo ello como referente para la implementación de la oferta y la atracción de más público a los eventos
programados.
El programa es un parte aguas en los procesos de
formación de públicos hacia las actividades culturales, toda
vez que las opciones con las que cuentan los estudiantes no
se circunscriben solamente al campus universitario y a las
que son ofrecidas por la institución sino que, por acuerdos
establecidos con otras instancias culturales externas, públicas
y privadas, pueden asistir y participar en la oferta de esos
organismos. Con ello se beneficia no sólo el estudiante por la
riqueza de alternativas, sino también las mismas instituciones
al contar con público en sus actividades, por cierto una de las
más sentidas demandas de los organismos responsables de la
promoción y difusión de la cultura en todos los niveles de
gobierno y del sector privado.
Creemos que la Universidad de Sonora, con este programa,
ha tomado su responsabilidad para cumplir con el propósito
de la formación integral de los estudiantes, otorgando las facilidades necesarias en infraestructura física y humana, gestionando acuerdos con organismos que permitan a la institución
ampliar la gama de servicios culturales que faciliten la participación de estudiantes indígenas y estudiantes con discapacidad, cubriendo con ello a todo el universo estudiantil de la
institución.
Sin duda el programa tiene que ampliarse y mejorarse, la
demanda se ha incrementado y atenderla será el mayor reto a
un corto plazo para que la universidad cumpla con su misión.

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