NOTA pReLIMINAR - Editorial Oveja Negra

Transcripción

NOTA pReLIMINAR - Editorial Oveja Negra
Nota preliminar
Existe en muchas personas que conozco y existe también en mi esta
historia, porque el lugar no fue construido para la muerte, pero algunos para eso lo utilizaron, es fácil escribir una historia donde al
cerrar tus ojos se refresca la memoria de lo que no quisieras jamás
haber visto, hay además algo más fuerte de lo que se podrá contar
pero ya sería imposible transmitir el dolor de cientos de familias
que un día en el agua o el oscuro bosque solo encuentran a sus
amigos y familiares putrefactos.
Tenía solo ocho años y esta es la primera vez que cuento estos renglones de mi vida, que he tratado de borrar pero que continúan
ahí sin poder hacer nada, porque un día a las siete y veinte de la
mañana un lunes mientras salía para mi pequeña escuela no muy
lejos, estaba afuera de mi casa justo en la entrada de la carretera
principal, una camioneta que dejaron allí parqueada, nadie la robaría, nadie cometería ese error, solo ocho años y si, era un poco
curioso, fue esa misma curiosidad la que me dejó esa cicatriz que
creo y llevaré por siempre tatuada en el alma, no había nadie cerca
y algo me llamó la atención, se deslizaba por un costado de la parte
de atrás un color diferente al del automóvil, muy rojo, además estaba fresco, así que dejé en el suelo una bolsita que llevaba con dos
naranjas, puse mi mano en la parte de atrás, para poder subirme,
pero mi mano quedó sucia de sangre, aun así me abalance y me
monté quería ver lo que estaba allí, estaba cubierta de sangre, vacía, lo que llevaban allí ya no estaba solo quedaba su rastro, pero la
11
Fabián Cardona Múnera
curiosidad fue tal que no me bajé hasta no observar perfectamente lo que había, junto a la llanta de repuesto estaban tirados tres
dedos, miré mi pequeña mano, ensangrentada, sentí dolor en ella,
era como si me faltaran esos dedos que estaba viendo, me bajé
callado, limpié mis manos en la tierra de la carretera, y continúe mi
camino a la escuela, se me quedaron las naranjitas, pero ya estaba
muy lejos y me daba pánico devolverme, no entendía muy bien
que ocurría allí, o tal vez perfectamente lo sabía y prefería no pensar mucho en ello, unos días después los inquilinos y los justicieros
se llevaron de mi vereda a dos señores que yo conocía, era un niño
pero nunca ellos me produjeron miedo, no entendía muy bien porque se los habían llevado, nadie en casa nunca me explicó nada,
ni tampoco lo pregunté por qué no quería saber mucho, fue con
el tiempo cuando casi y se me olvidaba aquel hecho que escuché
una conversación donde me di cuenta que aparecieron con aves
de rapiña encima tirados en el bosque y el agua, justo en ese lugar
que por estos días los adultos hablaban tanto pero que al verme
cambiaban su conversación, estaba con mi madre mientras le decían algunas cosas de lo que a ellos les había pasado, esperábamos
un viejo camión al cual no le habría una puerta, era además casi
el único que subía por aquella vereda, nos dirigíamos al pueblo,
habíamos caminado además un buen rato y es que el camión ya
no podía cruzar la cordillera porque allí la marca de la muerte no lo
permitía, le pregunté a Ramiro quien medio contaba la historia que
les había pasado, me respondió que estaban de visita donde una
anciana llovió tanto ese día que el agua se los había llevado pues su
casa era cerca a la represa, siempre le tuve miedo a la anciana porque mientras crecía me daba cuenta que más personas ella se las
llevaba, cuando encontraban a alguien siempre era terrible, un día
me imagine por qué no cazar a la anciana y así no habrían muertos
en ese sitio, pero si los adultos no lo hacían debía ser muy difícil y
era preferible ver muertos en sus aguas y sus bosques, hoy en día a
veces pienso que sería imposible cazar a la anciana, porque todos
preferimos seguir la vida y algunos días tal vez sorprendernos por
lo que encontraron en aquel lugar, han pasado quince años y aun
recuerdo que estaban los asientos de la camioneta rotos, que tenía
12
La Mortuoria
un golpe en la puerta de atrás, tres rayones grandes en su placa,
un vidrio a medio abrir, las llaves estaban ahí y que a un dedo le
faltaba la uña, fue suficiente lo que vi, nunca trato de recordar muy
bien ese día por que el solo se recuerda, la anciana que se lleva las
personas algunos días descansa pero en los meses se sabe noticias
de ella, no sé si se detendrá algún día, eso quedará en otras manos,
pero cuando alguien desaparece la primera imagen que tengo es la
de una anciana que recorre un bosque a la orilla de una represa, sacando sus víctimas y tal vez haciendo crecer el río, cuando escucho
un ataque nuevo de la anciana me quedo como cuando tenía ochos
años, callado muy callado por que las palabras no explican el dolor
y el sufrimiento que ese lugar guarda, he estado en ese lugar no
por mucho tiempo, siempre pensando que nada me puede pasar
por qué voy encomendado a un Cristo que derramó su bendición
en mí pero nunca se sabe, no me he quedado mucho y es que lo
mejor que te podría ocurrir allí sería solo encontrar el rastro putrefacto de la muerte…
Las fuerzas del bien y del mal ya se habían encontrado, para ellos
era cuestión de que tomaran la decisión en que lado querían estar
por que una vez toda tomó dirección, cada energía empezó a hacerse material.
El viento trajo un augurio de muerte, se respiraba miedo, ya estaban listos los árboles encerrados por la marca de la muerte, chorreados de sangre, el círculo ya estaba cerrado, nadie escaparía y
ellos habían perdido su única salvación, quien estuviera dentro sin
protección sería víctima de tiempos muy oscuros hasta hacerlos
llegar a un terrible final y en mi territorio ya nadie podía marcharse, porque rechazaron lo único que les protegía, aquí en mi poder
si no gozaban de su gracia ya jamás me podrían evitar.
Me seducen las manos sudorosas, porque en ellas el miedo es extremo, las carreras a ciegas en mis troncos parece una cacería de
las más buenas, me intriga que piensan al verme porque sus rostros desaparecen en un momento, más ilusos son aquellos que me
desafían por que están jugando en mi juego, cuando caen y se gol13
Fabián Cardona Múnera
pean me desbordo a carcajadas y a veces los dejo más tiempo para
ver cuánto soportan, uno de los premios mejores es cuando hay
luna llena por que se asustan con sus propias sombras y me hacen
a un más fácil terminar con ellos.
Aquel que intente retarme, las aguas teñidas de sangre se encuentran, ni saben cuántos hay sumergidos y en mi bosques las tumbas
ya escasean, sólo te aseguro que muchos por mis bosques se pasean, algunos gozan de protección y regresan, pero quien caiga en
mis brazos que a veces envió por ellos, en las profundidades del
bosque y en el fondo del agua para siempre terminan, no sé, tal vez
quieras ser uno de ellos.
14

Documentos relacionados