¿Participación ciudadana? ¡Qué nervios! A raíz de la polémica

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¿Participación ciudadana? ¡Qué nervios! A raíz de la polémica
¿Participación ciudadana? ¡Qué nervios!
A raíz de la polémica surgida en Avilés uno se pregunta, una vez más, cual debe ser el papel
de las Asociaciones Vecinales desde el punto de mira de nuestros representantes
legítimamente elegidos en las urnas para cada una de las Administraciones que rigen nuestros
destinos.
El movimiento vecinal, en sus cuarenta años de historia, viene desempeñando una labor social
basada en la defensa de nuestros barrios pero parece que en la actualidad a algunos se les
hace grande pensar que podamos ser otra cosa que un argumento bonito para las elecciones
para convertirnos, cuando llega la hora de opinar, en un grupo de revoltosos o pancarteros que
siempre están protestando.
Nuestra máxima, que se pretende implantar en toda España, es conseguir poner en práctica en
nuestra actuación la frase “De la protesta a la propuesta” de forma que nuestra función no se
base solo en salir a manifestarse a la calle sin haber hecho antes gala de nuestro carácter
constructivo y haber realizado la propuesta correspondiente. Pero, por desgracia, desde
muchos de nuestros representantes, no se acaba de ver claro que podamos ser constructivos
en ese trabajo y siempre se nos ve con desconfianza puesto que no se nos acaba de quitar el
cartel o sambenito de protestones.
Y todo nuestro trabajo, en la actualidad, se centra en un eje fundamental de reivindicación, la
Participación Ciudadana, para que de una vez por todas creamos y consigamos una
democracia participativa, en la cual todos podamos ser coparticipes de las decisiones, a diario
si hace falta, y no nos contenten únicamente con la tan traída democracia representativa
basada en tomar una decisión cada cuatro años y dejar los designios de nuestra vida, desde el
punto de vista social, político y económico, a unas personas que, en la mayor parte de los
casos, nos da la impresión, y seguro que a veces injustamente, que ni se rigen por los propios
programas electorales ni siquiera por lo que necesita la ciudadanía sino por las directrices de la
organización política a la que pertenecen.
Quizá el movimiento vecinal esté en crisis, propiciada por una búsqueda de espacios propios
tras la influencia del trabajo de muchas entidades sociales de todo tipo que engloban todas las
parcelas en las cuales antes se desarrollaba desde las Asociaciones Vecinales, pero está claro
que tampoco el modelo actual del trabajo de los partidos políticos, basado en la defensa a
ultranza de unos planteamientos y del ataque a cualquiera que no comulgue con ellos, es el
más adecuado para estos tiempos de democracia avanzada.
Por ello, utilizar la palabra Participación Ciudadana, promover los Reglamentos de
Participación o apoyar las reivindicaciones del movimiento vecinal cada cuatro años, no debe
quedarse en una mera declaración electoral sino que debe aplicarse a la vida diaria de la
ciudadanía. Mientras la Participación quede a la interpretación de los representantes, tan
legítimos como los/as dirigentes vecinales, y no a la obligatoriedad de sus directrices, nunca
conseguiremos que de verdad la misma sea efectiva y que llegue a nuestros barrios, de forma
que las personas que habiten en ellos se sientan verdaderamente representadas por aquellos a
quienes eligieron.
Y resulta que cuando queremos poner en práctica los medios de Participación surgen nervios
de todo tipo, se habla de mercenarios, de perros o bozales, de engaños para recoger firmas o
se argumenta que los referéndums solo deben afectar a costumbres sociales o para elegir
festividades locales y no para temas ideológicos, supongo que porque esos temas están
reservados a los partidos políticos y no a la ciudadanía, la que se supone que no está
preparada, salvo para votar cada años, y la que, curiosamente, es la verdadera destinataria del
desarrollo de esas ideologías.
En este caso, como en tantos que se desarrollan a lo largo y ancho de toda España, no
podemos entender como se puede tener rechazo a una consulta popular en la cual libremente
cada uno puede distribuir su propia opinión o información, y tanto los partidos como los
Ayuntamientos disponen de mucha más maquinaria que las Asociaciones para aportar datos y
convencer a la ciudadanía, en buena lid y no por la puerta de atrás, de cuales son los
argumentos para aprobar lo que se defiende, salvo que el problema no sea la defensa de esos
argumentos sino la posible pérdida de votos en los siguientes comicios. De esta forma, si no se
tuviera ese miedo a afrontar los debates y siendo partícipes de ellos, esa ciudadanía vería más
claridad, no asistiría a disputas que desacreditan a la clase política y que acaba generando
desconfianza y restando afluencia electoral en las urnas, en esos días en que realmente
parece que si somos todos importantes, y todo ello redundaría en una Administración mucho
más cercana a los barrios y, en definitiva, a su gente.
Por ello no tengamos miedo, que las Asociaciones Vecinales reivindiquemos nuestro espacio
debe ir acompañado de un trabajo constructivo y no de simple protesta, y que nuestros
representantes admitan el debate como parte de los derechos de la ciudadanía que es la que
verdaderamente sufre o goza de la consecuencia de las políticas de las Administraciones.
Y como no podía ser de otra forma, desde la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales,
mostramos nuestra satisfacción y nuestro apoyo, a la vez que enviamos nuestra enhorabuena,
a la ciudadanía de Avilés, y al trabajo de la Plataforma, por querer, saber y poder luchar por la
verdadera Participación Ciudadana que va mucho más allá de la etiqueta teórica a la que no se
le quiere dar el valor práctico.
Y el resultado del debate en el tema de fondo, la privatización del agua, aún cuando la defensa
de los servicios públicos debe ser una máxima del movimiento vecinal y de la ciudadanía,
quedaría en segundo plano si consiguiéramos que nos sintiéramos verdaderamente partícipes
de la política municipal, y escuchados por todos nuestros representantes legítimos.
Sigamos en ello porque es nuestro derecho, y recordemos que también es nuestro deber y
esperemos que no nos cueste otros cuarenta años hacer comprenderlo.
José Vicente Vallín Amandi
Presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Vecinos (CEAV)