El puente del perdón es una acción, no una emoción

Transcripción

El puente del perdón es una acción, no una emoción
El puente del perdón es una acción, no una emoción
“Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre
celestial.” Mateo 6:14
Recuerdo cuando era niña y tenía alguna pelea, con mis hermanos o amiguitos
entrelazábamos el meñique de la mano derecha y decíamos la siguiente rima: “Flor
amarilla, flor colorada, si tienes vergüenza no me hables mas.” Cuando ya era hora de
volvernos a hablar volvíamos hacer la operación del meñique, y nos arreglábamos.
Estos episodios se repetían frecuentemente, pero no quedaban heridas profundas. Todo
fue cambiando a medida que los años iban pasando, y ya las heridas se iban
profundizando más y más; ahora las amistades muchas veces quedaban resquebrajadas
por mucho tiempo y otras veces para siempre. Por supuesto, esto sucedía con personas
amigas, compañeras (os) de trabajo, y también con familia (sin excluir parentesco).
Ya no era tan fácil perdonar, y que todo se olvidara y poder continuar donde la grieta
se había hecho. Ahora era un asunto más difícil, pues nos habíamos vuelto más
sofisticados, más exigentes/intransigentes, en otras palabras falto de perdón. Esto se
complicaba más cuando el perdón no era a otra persona, sino tenía que ver con
nosotros mismos. ¿Cómo te perdonas a ti mismo? ¿Cómo haces para poder seguir
viviendo contigo mismo?
Jesús mismo enseñó a sus discípulos el modelo de oración en el Padre Nuestro y el
verso que dice: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a
aquellos que nos han ofendido”. Perdona nuestras ofensas: ¿ofendemos o fallamos,
hacemos cosas indebidas que van contra nosotros mismos, tales como excesos que
corrompen nuestra alma con adicciones, sexo desenfrenado, mentira, engaño, etc.?
Todo esto y mucho más van contra el corazón de Dios y termina dañándonos y creando
caos en nuestras vidas.
¿No es cierto que todos, absolutamente todos hemos hecho algo que necesitamos que
nos perdonen? ¿No es cierto que todos, absolutamente todos hemos sido partícipes de
alguna situación donde necesitamos perdonar? Pablo le dice a la iglesia de Corinto en II
Corintios 2:10-11 “A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si
había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de
Cristo, para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus
artimañas.”
¿Qué podemos aprender de esta reflexión? Perdonar no es un sentimiento, perdonar es
una acción que liberta al ofendido y al ofensor. Es una acción que trae paz donde ha
habido conflicto.
En el libro de Job, capítulo 42 podemos leer todo un pasaje de cómo el perdón es una
acción. Dios le indica a Job que ore por sus supuestos amigos, los que habían venido a
echar sal en las llagas de este hombre en el medio de su dolor y angustia, desolación y
pesar por la pérdida de todos sus seres queridos y todos sus bienes. Sin embargo, a
pesar de eso, Job ora por ellos bendiciéndolos, en vez de retribuirles con falta de
perdón. ¿Cuál sería el resultado de este perdón? Estos hombres quedarían libres en
cuanto recibieran el perdón por su insensatez y arrogancia, así como Job quedaría libre
al perdonarlos y podría disfrutar de todas las bendiciones que Dios tenía para él en el
momento que fuera restaurado. Job 42: 7-10
Vamos a aprender de esta bella lección en el libro de Job y veamos cómo es necesario
ser libres de la falta de perdón. Seamos constructores de puentes de perdón para que
crucen los ofendidos y los ofensores. ¡Alcancemos la libertad que produce el perdonar,
y el ser perdonado!
Señor, en este momento venimos ante tu Presencia, unidos, y de acuerdo con
corazones arrepentidos por todas aquellas cosas, grandes o pequeñas, que hemos
hecho a otros, que nos han hecho a nosotros, o que nos hemos hecho a nosotros
mismos, pero lo más importante como hemos actuado en contra de tu propio corazón.
Reconocemos que solo cuando perdonamos, podemos recibir tu perdón. Espíritu Santo
revélanos la Palabra de Dios para que entendamos que en la obediencia está la
recompensa. Tu Palabra nos indica que debemos perdonar para ser perdonados. Oh
Señor que el velo se caiga de nuestros ojos y podamos ver lo que tú ves: la
restauración, y bendición que va a llegar a nuestras vidas y la de otros. Enséñanos que
el perdonar no es una consecuencia de nuestras emociones, sino una consecuencia de
la obediencia a tu Palabra. Solo cuando perdonamos es que nuestras emociones podrán
disfrutar del gozo y la paz que tú traerás a nuestras vidas. Te damos gracias porque
esta gran verdad se hace real en nosotros, en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Amén!

Documentos relacionados