Juventud esperanza de la familia

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Juventud esperanza de la familia
Juventud esperanza de la familia
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SEGUNDA SEMANA: Responsabilidad de los jóvenes en la familia
Año XLIII
Agosto MMXII
Volumen VII
“Como yo los he amado, así ámense también ustedes los unos a los otros” (Jn 13,34)
La vida del joven esta íntimamente ligada a la
familia y el amor que de ella procede, es este amor
el motor que mueve a la santidad y que es signo
expresivo del camino de santidad en la vida
cristiana. En este punto particular donde el amor,
“ágape”, caridad, es comunión, como lo explica
con detenimiento la encíclica “Deus Caritas est” del
Papa Benedicto XVI. Hoy más que nunca es
necesario precisar qué es el amor. “Amor” es una
palabra que se usa muy frecuente pero que reviste
una pluralidad de sentidos que pueden desviarnos
de la grandeza contenida en ella. En la Caridad se
halla la clave de la vida cristiana, en ella
encontramos también el camino para realizarnos en
la vida, es la senda que se ha de transitar para
alcanzar la santidad y todo esto porque en ella nos
adentramos en el ser mismo de Dios: “Dios es
amor” y nos hace partícipes de su amor.
En una sociedad como la de hoy, marcada por la
cultura de la indiferencia, del individualismo, el
relativismo de valores, resuena particularmente el
mensaje que el Papa les dirigió a los jóvenes en la
XXII Jornada de la juventud. Partiendo del lema
que el Santo Padre propone, que es todo un
programa de vida: “Como yo los he amado, así
amaos también vosotros los unos a los otros” (Jn
13,34). El Papa propone al joven en su familia,
realizar un itinerario en tres momentos:
1. Contemplar a Dios como fuente del amor;
2. Contemplar el misterio de la cruz como
revelación plena del amor de Dios y;
3. Dejar que ese amor de Dios eche raíces
profundas en nuestra vida y se concrete en el
amor al prójimo.
En la familia de hoy, el joven debe ser testigo
del amor de Cristo considerando tres ámbitos de la
vida cotidiana en los que son llamados a manifestar
el Amor:
1. Revitalizar
sus comunidades familiares
haciendo efectiva y viva su participación en la
Iglesia
con
un
espíritu
fuertemente
comprometido;
2. Asumiendo seriamente el compromiso del
discernimiento vocacional, no escatimar nada y
poner sus mejores energías al servicio de la
preparación para el futuro, familias testigo;
3. Finalmente, la vida cotidiana de cada uno con
sus múltiples relaciones: la familia, el estudio, el
trabajo, el tiempo libre, etc., han de ser el gran
campo en el que han de cultivar el amor de Dios.
El amor es el vínculo que nos adentra en el
misterio de la comunión verdadera. En la medida en
que crecemos en el amor, dejamos de ponernos a
nosotros mismos en el centro y nos dirigimos hacia
el Amado. El vínculo amoroso que Dios entabla con
nosotros y que quiere ahondar con cada uno, nos
une a Él y hace que seamos cada vez más
semejantes a Él según la imagen de Jesucristo.
Recordar la promesa del Señor: “El que me ama
será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a
él y habitaremos en él” (Jn 14, 23). Asimismo, este
vínculo con el Amado implica el dinamismo de la
apertura y el compromiso serio con el hermano:
“queridos, si Dios nos ha amado de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros”
(1Jn 4,11).
Juventud esperanza de la familia
SEGUNDA SEMANA: Responsabilidad de los jóvenes en la familia
Año XLIII
Agosto MMXII
La Familia es el lugar de la comunión plena y
total del amor trinitario, que impregna al joven de
esperanza, es la realidad profunda del verdadero
amor, es el valor supremo de nuestra sociedad y
aquello que más debemos proteger.
Desde el amor de Dios cada joven asume
compromisos y responsabilidades con su familia,
los que son fruto de todo lo que han recibido en el
seno familiar, así lo que han recibido se vuelve luz
que ilumina la vida de cada miembro en la familia y
los hace crecer en el vínculo de la unión fraterna.
De aquí que ningún esfuerzo que las familias
hagan por educar a sus miembro, desde la caridad y
en la caridad, será pequeño. No se debe olvidar que
es en el hogar es en donde sus miembros más
pequeños, se nutren con los valores para desarrollar
una vida digna y de provecho para ellos mismos y
la sociedad.
Las sencillas y cotidianas tareas que hay que
realizar al interior de cada familia, permiten que,
sabiamente distribuidas entre sus miembros, cada
uno de estos asuma la responsabilidad de su rol, al
tiempo que valora la diversidad de las tareas para
una sana y armoniosa vida en familia.
Volumen VII
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