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MODELOS INTELECTUALES,
NUEVOS TEXTOS Y NUEVOS
LECTORES EN EL SIGLO XV
CONTEXTOS LITERARIOS,
CORTESANOS Y ADMINISTRATIVOS
PRIMERA ENTREGA
SAL AMAN CA
2012
CONTEXTOS
PUBLICACIONES DEL SEMYR
documenta
4
Director
Pedro M. Cátedra
Coordinadora de colección
Eva Belén Carro Carbajal
CONSEJO CIENTÍFICO DE LAS PUBLICACIONES DEL SEMYR
Vicente Beltrán Pepió (Università degli Studi di Roma, La Sapienza)
Mercedes Blanco (Université Paris-Sorbonne)
Fernando Bouza (Universidad Complutense)
Juan Carlos Conde (Magdalen College, University of Oxford)
Inés Fernández-Ordóñez (UAM & Real Academia Española)
Juan Gil (Real Academia Española)
Antonio Gargano (Università degli Studi di Napoli Federico II)
Fernando Gómez Redondo (Universidad de Alcalá)
Víctor Infantes (Universidad Complutense)
María Luisa López-Vidriero Abelló (IHLL & Real Biblioteca)
José Antonio Pascual Rodríguez (Real Academia Española)
Jesús Rodríguez-Velasco (Columbia University)
Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster)
Bernhard Teuber (Ludwig-Maximiliam-Universität, Munich)
Forman también parte de oficio del Consejo Científico las personas que, en
corriente mandato, integren el consejo directivo del Seminario de Estudios
Medievales y Renacentistas (Juan Miguel Valero Moreno, Francisco Bautista
Pérez, Bertha Gutiérrez Rodilla, Elena Llamas Pombo), así como también
quienes ostenten o hayan ostentado la presidencia de la
Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas:
Alberto Montaner Frutos (Universidad de Zaragoza)
Fernando Baños Vallejo (Universidad de Oviedo)
María José Vega Ramos (Universidad Autónoma de Barcelona)
MODELOS INTELECTUALES,
NUEVOS TEXTOS Y NUEVOS
LECTORES EN EL SIGLO XV
CONTEXTOS LITERaRIOS,
CORTESaNOS Y aDMINISTRaTIVOS
PRIMERa ENTREGa
presentación & dirección de
Pedro M. Cátedra
estudios de
Francisco Bautista, Juan Carlos Conde,
Ottavio Di Camillo, Jimena Gamba Corradine,
Folke Gernert, Arturo Jiménez Moreno,
Georgina Olivetto & Antonio Tursi, Juan Miguel Valero,
SaLaMaNCa
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas
Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas
MMXII
este libro es resultado del proyecto de investigación
Modelos intelectuales, nuevos textos
y nuevos lectores en el siglo XV (FFI2008-01563/FILO),
concluido en la Universidad de Salamanca, dentro del plan I+D+I
de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación
del Ministerio de Economía y Competividad de España
© los autores & SEMYR
ISBN: 978-84-937765-8-9
D.L.: S. 812-2012
Maquetación: Jáser Proyectos Editoriales
Impresión: Nueva Graficesa, S.L.
(Salamanca)
Para Don Fernando Gómez Redondo,
generoso y sabio historiador
TabLa DE MaTERIaS
Presentación: el proyecto Modelos intelectuales, nuevos
textos y nuevos lectores en el siglo XV ..................
I
II
III
IV
V
Álvar García de Santa María y la escritura de
la historia ..................................................
§ Un prólogo inédito en borrador [29-33]. § El
discurso interrumpido [33-36]. § Historia e historiadores [36-48]. § El oficio y el cronista [4859]. § Final [59].
Las siete edades del mundo de Pablo de Santa
María y su significación ideológica ..............
11-25
27-59
61-95
La Propositio facta coram domino Rege romanorum
de alonso de Cartagena y la República de
Platón ........................................................
97-133
Las artes liberales de alonso de Cartagena:
Los manuscritos salmantinos y el tipo α ......
135-213
Entre personalismo e identidad nacional: De
vita beata de Juan de Lucena ........................
215-241
§ Notable del texto: edición de la «Propositio».
§ La tradición latina [139-148]. § La tradición
romance [148-154]. § La traducción de alonso
de Cartagena (c. 1434) [154-175]. § Conclusión
[175-176] § Notable del texto. «De las artes liberales» [177-213].
9
10
VI
TABLA
Modelos de transmisión textual en perspectiva comparatista: Lectores y lecturas de
poesía cortesana entre Italia y España en el
siglo XV ....................................................
245-268
Quando amor fizo sus cortes. Judicialización del
amor: demandas, juicios y sentencias en la
poesía del siglo XV ......................................
269-294
VIII El Diálogo de santa Catalina de Siena en bibliotecas nobiliarias castellanas del siglo XV ......
295-310
bibliografía citada ................................................
311-350
Colofón ..............................................................
365
VII
§ La encuadernación del ms. PdS 116 [247-248].
§ autores y textos en el ms. PdS 116 [248-259].
§ Las obras de Panfilo Sasso en el ms. PdS 116
[259-266].
§ «Cortes de amor» ‘históricas’ [274-286]. § Corte,
cortes, juicios y sentencias de amor en la lírica castellana del siglo XV [286-292]. § algunas conclusiones [292-294].
§ Un cenáculo religioso en Plasencia hacia 147080 [299-302]. § El «Diálogo» en la biblioteca de
los Condes de Plasencia [302-310]. § Conclusión
[310].
Índice onomástico ..............................................
351-364
PRESENTaCIóN: EL PROyECTO
MODELOS INTELECTUaLES,
NUEVOS TEXTOS Y NUEVOS
LECTORES EN EL SIGLO XV
E
PEDRO M. CÁTEDRa
L PROyECTO DE INVESTIGaCIóN, EN EL
curso del cual se realizaron los trabajos contenidos
en esta primera entrega y en la que seguirá del que
suscribe, tenía numerosos objetivos que se han ido cumpliendo y dando lugar a publicaciones independientes de los
miembros del equipo, formado por integrantes del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca (Francisco bautista Pérez, Jimena Gamba
Corradine, Folke Gernert, arturo Jiménez Moreno, Georgina Olivetto, Jesús Rodríguez Velasco, Juan Miguel Valero
Moreno, Mª. E. Díaz Tena y yo mismo) y de otras instituciones académicas (Ottavio Di Camillo, Juan Carlos Conde
López, F. J. Durán barceló y Michel Garcia). Una lista
completa de las publicaciones se puede ver al final de este
prefacio, y citadas a lo largo del presente tomo. algunas de
ellas vieron la luz en colecciones del extinto Instituto biblioteca Hispánica del CiLengua, domicilio del proyecto salmantino durante la primera parte de su desarrollo.
Uno de sus objetivos definía bien el espíritu de la investigación en general, y trascendía lo puramente literario y filológico, pues se proponía una atención especial a los usos
de la literatura en la Edad Media, e incluso a los usos no
11
12
PEDRO M. CÁTEDRA
literarios de la literatura. aunque detallaré con más pausa
esto en la introducción de la segunda entrega de esta obra,
que dedicaré por completo a lo que he dado en llamar literatura funcionarial, no quisiera dejar de resaltar que cada uno
de los estudios que en el presente volumen se contienen,
así como también algunos de los relacionados al final de esta
presentación, contribuyen a este objetivo primordial. Desde
esa perspectiva se pretendió diseñar un panorama de algunos
cambios intelectuales y atender a la emergencia de nuevos
géneros y nuevos autores a lo largo del siglo XV.
Por utilizar con licencia y en sentido muy amplio la
terminología de Stock (1990), varias son las comunidades
textuales o de interpretación, que nos permiten visualizar
cambios e innovaciones intelectuales y literarias en la España
del siglo XV. De un lado, y cada vez más, la cultura universitaria se compadece con una cortesana y, más generalmente,
romancista, emergente con marca propia desde finales del
siglo XV, en coincidencia con el afloramiento de un nuevo
público lector, según ha estudiado, por ejemplo, Lawrance
(1985 & 2012). La caracterización de esta peculiar situación es fundamental para escribir una nueva historia de la
cultura literaria española del siglo XV, y obliga a la superación de términos restrictivos como ‘humanismo’ o ‘renacimiento’ que, aunque plenamente vigentes como términos
susceptibles de la discusión teórica (Rico 2002), suelen ser
evanescentes y restringen en exceso campos de estudio y
excluyen textos que, sin embargo, configuran la actividad
literaria e intelectual más innovadora, o, por mejor decir,
más útil por lo que a su finalidad se refiere, y, siempre, sustancial desde el punto de vista social y cultural. La revisión
por parte de aportaciones generales recientes, como los volúmenes de la Historia de la prosa medieval castellana de Gómez
Redondo, nos obliga a profundizar en la revisión de la cultura
española del siglo XV.
Cultura universitaria y cortesana, por ejemplo, se alimentan y contribuyen a configurar, si no una nueva, sí espacios
intelectuales más ricos en cada uno de sus ámbitos. En la
corte castellana, así, entretienen a sus diletantes algunos de
los asuntos en los que se ocupan los universitarios –bien es
PRESENTACIÓN
13
verdad que, a veces, fuera del currículum académico–, y no
es extraña la transferencia de estos a aquellos por medio de
la traducción e, incluso, la autotraducción al romance –por
ejemplo de algunas obras del Tostado, entre otros (Parrilla
1998)–, fenómeno estudiado por Cátedra 1989b & 1991, y,
en el curso del presente proyecto, por Valero 2012.
Una de las fuentes de enriquecimiento, ya que hablamos de transferencia lingüística, fueron los traspasos literarios y lingüísticos ‘intrapeninsulares’ y ‘extrapeninsulares’.
Tanta o más importancia para el desarrollo de la cultura
romancista que los contactos entre Italia y España tienen
los que se dan entre las coronas catalano-aragonesa y castellana –y no solo durante el reinado de los Trastámara en
ambas coronas–, hasta el punto que se puede hablar de
una base transfronteriza en la eclosión de la nueva prosa
artística del siglo XV, teste el bilingüe Enrique de Villena.
Recuperan también espacio en la misma literatura
romancista las órdenes religiosas, fundamentalmente las
mendicantes, que, como ocurre en otros ámbitos europeos, materializan una pastoral ya no oral, sino escrita, destinada a los laicos, al servicio de la cual se pone un río de
traducciones de textos devotos e incluso se desarrollan por
primera vez en la literatura española algunos géneros en
lengua romance. En este terreno, no tiene menor importancia la emergencia del público lector femenino, que, desde
la aristocracia o desde la burguesía, contribuye a generar
un tiop de libro para mujeres, que, en ocasiones, presenta
características propias según su destino. Es el caso de la
obras de Juan López de Salamanca dedicadas a la Condesa
de Plasencia, la edición de la más importante de las cuales
se ha publicado en el seno de este proyecto (Jiménez 2009).
Por medio de la instrumentalización de la literatura con
fines políticos o administrativos también acabará granando
en la segunda mitad del siglo una línea literaria funcionarial
en prosa, y una poesía que, sin dar de lado a las tradiciones
más acendradas de la lírica cortesana, buscará un nuevo
diseño, filosófico incluso, más ambicioso intelectualmente,
así como también nuevos temas.
14
PEDRO M. CÁTEDRA
Paralelamente, la lengua vulgar será instrumento para
la mayoría de los géneros intelectuales y se fortalece en los
que generalmente se venía usando desde el siglo XIII. En el
historiográfico, al que se ha dedicado mucha atención en el
curso del proyecto, no solo cumplirá con el trámite de una
función tradicional, sino que se armará a lo largo del siglo XV
con un pensamiento teórico y unas funciones, verbigracia
la propagandística, que cobrarán su máximo nivel y sofisticación desde los años setenta del siglo XV, con la llegada al
trono de los Reyes Católicos.
Por atender a los espacios de la corte, en paralelo con
las tradiciones y, en ocasiones, convencionalismos de la
cultura universitaria, del studium, existe un espacio de racionalidad que se pretende autónomo, la cultura cortesana.
ambos modelos culturales, que comparten un fondo textual
sustancioso, conviven en un delicado equilibrio, que incluso
se viene a completar con otras transferencias, como la de
los ámbitos teológicos o litúrgicos (Gernert 2010). La transferencia de saberes entre ambos campos no esconde, sin
embargo, una fuerte competencia por el control de los textos
y, sobre todo, de la orientación de su significado. La más
brillante solución a esta difícil síntesis fue la invención del
humanismo, que permitió la integración de dos grandes
comunidades de saber (y de poder), el studium y la curia. Los
humanistas cultivaron unos saberes característicos, entre los
que destaca la recuperación de la tradición filológica antigua,
una nueva aproximación a la gramática, la retórica, la poesía,
como disciplina de estudio, y la historia. Di Camillo (1976)
fue pionero en destacar la relevancia y los problemas de la
aplicación de este concepto a las letras castellanas. Casi
cuarenta años después, una categoría historiográfica como
la de humanismo nos impide descifrar y describir con eficacia nuestra propia historia literaria y cultural. La realidad
social y política de la Península Ibérica, sus sistemas de poder
y su organización intelectual no son equiparables –realidad
versus deseo, también– a la situación italiana durante el mismo
período o el inmediato anterior. El llamado humanismo
castellano no constituye una realidad gobernable; se resiste
a una delimitación clara.
PRESENTACIÓN
15
No se trata de una dificultad exclusiva, sino que afecta
a la comprensión global de la reconfiguración de la cultura
literaria en Occidente desde mediados del siglo XIV hasta la
consolidación definitiva del ingenio de la imprenta en el
primer cuarto del siglo XVI. En ese período, que va del asentamiento de los estados a la consolidación de la monarquía,
los reinos y su administración en gran parte de Europa,
aparece un nuevo grupo de intelectuales y, en consonancia,
un nuevo público de lectores, que demanda nuevos usos del
patrimonio cultural, usos adaptados a las nuevas funciones
que cada grupo o comunidad de interpretación o textual
representa en el orden social característico del otoño de la
Edad Media. Resultado de una sociedad en continua mutación, enfrentada a una crisis general del conocimiento y
sus tradiciones, las nuevas formaciones culturales se caracterizan por la revisión de las grandes síntesis de certezas que
caracterizaron el entorno de las universidades –¿y de algunas
cortes?– en el siglo XIII. El nuevo sincretismo cultural no
muere en una mera acumulación de saberes de carácter enciclopédico, sino que genera una serie de movimientos que
resultarán en una redefinición de la cultura literaria europea.
Por lo tanto, en el curso del proyecto se ha prestado
atención a algunas de las figuras y a algunos de los géneros
más representativos de cada uno de los ámbitos o comunidades españolas antes señaladas. así, por ejemplo, el citado
Enrique de Villena, que es el prototipo, para bien y para mal,
de un nuevo tipo de intelectual europeo. Heterodoxo y difícil
de encuadrar en una tradición determinada, Villena es un
noble diletante no radicado en el ámbito universitario, pero
buen conocedor, sin embargo, de sus valores y culturas.
aunque más curial que universitario, tampoco se le puede
ubicar por completo en el contexto más típico de la burocracia regia y su aparato administrativo, aunque estuviera al
tanto perfectamente –de ella depende en buena medida su
formación– de la literatura funcionarial y de los proyectos
que promocionaron el auge de la cultura vernácula en tiempos
de Pedro IV el Ceremonioso, con el que compartía sangre.
Hombre de cultura rara no tanto por sí mismo cuanto por
sus ocurrencias y adaptaciones, la figura de Villena sirve
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PEDRO M. CÁTEDRA
como pocas, por su postura excéntrica y al mismo tiempo
tan peculiar, para caracterizar la auténtica cultura de la época,
muy diferente de las variantes del humanismo, ilustradas o
definidas para España demasiado complacientemente por
la historiografía. El excelente conocimiento que de la cultura
cortesana y burocrática catalano-aragonesa y castellana tuvo,
así como de una cierta italiana a las puertas aún de los
studia humanitatis –la de la historia o de la exégesis mitológica prehumanística en lengua vulgar, por ejemplo– y, en
particular, aunque no solo, de la actual Francia del sur, hacen
de su obra un excelente observatorio del intelectual extravagante, en su sentido etimológico, y de esa cultura transfronteriza ibérica. Los textos de Enrique de Villena
constituyen el mejor repertorio para la valoración de las
propias relaciones transfronterizas dentro del ámbito propio
de la cultura literaria, así en su fuerte dependencia de la
literatura funcionarial, el proyecto de exégesis mitológica y
ensayo de reflexión política en su primer libro conocido, los
Doze trabajos de Hércules (Cátedra & Cherchi 2007), las glosas
y traducción de la Eneida (Miguel Prendes 1998) o la traducción de la Commedia (Pascual 1974), entre otros tratados en
los que se incorporan conocimientos procedentes del mundo
científico (Tratado de la lepra), la exégesis político-religiosa
(Exposición del salmo Quoniam videbo [Cátedra 1986]) o la que
podríamos llamar propuesta de educación y ‘civilización’
cortesana incluida en el arte cisoria. Cada una de estas obras
tiene un alto componente programático, y en ellas cada
uno de los géneros a los que pertenecen se reorientan para
una función política. En el curso del proyecto, me ha tocado
preparar la edición crítica y sinóptica de las dos versiones
originales de su primera obra, escrita primero en catalán e
inmediatamente traducida al castellano por él mismo, abroquelada con un estudio en el que se define lo sustancial de
este libro y de la proyección de Villena como literato e
intelectual en el reino de Castilla desde el de aragón.
atendiendo a espacios más convencionales, menos
‘extravagantes’, de innovación, representativos de una cultura
al tiempo universitaria, con despuntes escolásticos, pero
también claramente renovadora y al servicio de la cultura
PRESENTACIÓN
17
cortesana laica, la obra de alonso de Cartagena es la cara,
o la cruz, de la cruz, o la cara, de la de Enrique de Villena.
Si este promovió un saber abierto, vertebrado por la curiosidad intelectual y con el propósito de que el conocimiento
afectara a la realidad para la que era concebido, Cartagena
prefería una relativa clausura del saber, adaptada a los tiempos,
eso sí, en la que se insiste en el control del texto y una relación ‘garantista’ del estamento eclesiástico con respecto a
la definición de su significado. La creación, en Villena o
Cartagena, no es posible entenderla sin el estudio de su labor
de recuperación de la tradición clásica y la historia de su
transmisión, un rescate en ocasiones sin precedentes –piénsese en la novedad radical del romanceamiento glosado de
la Eneida por parte de Villena– que es muy idiosincrático y
refleja bien las actitudes de convergencia con la cultura
europea y, al mismo tiempo, de una clara refracción.
además de la traducción, la glosa y el comentario, que
no pocas veces supera en extensión e importancia a la traducción u obra de creación, son el mejor cauce de verificación
de la búsqueda y definición de significado de esta cultura
de los márgenes, cómo se lee a los clásicos (a sí mismos o
a los contemporáneos) y cómo los refuncionaliza (Rodríguez-Velasco 2010a). Para ello Villena y Cartagena dieron
importancia a la transferencia a la composición vernácula
de los tratados de retórica latina más difundidos, la Rhetorica ad Herennium, traducción hoy perdida, y De inventione de
Cicerón, de la que se ocupó Cartagena en atención a ese
público nuevo que demandaba su intervención constante y
que aparece representado en prólogos y dedicatorias que
deben ser leídos con tanta o mayor atención que los textos
que les siguen. Si Juan II de Castilla puede ser considerado,
como promotor, el centro de la cultura, los lectores de Villena
y Cartagena se encontraban en muy diferentes estratos de
la nobleza peninsular, desde el más auxiliar al noble de mando,
como Íñigo López de Mendoza, en el cual y en su biblioteca convergen los textos de uno y otro. Se necesita, sin
embargo, una teoría y una historia de la glosa –literaria,
jurídica, religiosa, etc.–, pero también de la micronarración
jurídica fundamental, como organismos independientes que
18
PEDRO M. CÁTEDRA
caracterizan, sin duda, no solo el acceso a la literatura clásica,
sino, probablemente, también un modo de leer y concebir
el trabajo intelectual, a lo que ha dedicado fundamentales
estudios uno de los participantes en el proyecto, alguno de
ellos publicado en otra colección del SEMyR (verbigracia,
Rodríguez-Velasco 2011).
Las banderías de la época fueron, además de políticas,
intelectuales. Pero López de ayala y Fernán Pérez de Guzmán
pertenecen a ese modelo de cultura vigilante que propone
Cartagena y cuyo modelo es la filosofía moral y su vertebración sobre una nueva propuesta educativa, curricular,
de los saberes, como por ejemplo la desarrollada en la traducción y glosas de la epístola de Séneca o la que está en la
base de la Propositio de Cartagena, obras ambas estudiadas
en el presente volumen por Valero y Olivetto & Tursi, respectivamente; o en el interés por la Tabulatio et expositio Senecæ
de Luca Manelli que Cartagena traduce en el Título de la amistança, y que sirve al modelo de convivencia que le interesa
a Cartagena, cuya sabia edición está en los alfoces del
proyecto (Olivetto 2011). Se trata de un conjunto de saberes
y textos profundamente entramados cuyo conocimiento
exhaustivo ayuda a una redefinición de la cultura literaria
peninsular del siglo XV.
El desarrollo y la atención al discurso histórico constituye uno de los rasgos más sobresalientes del humanismo
romance y de la cultura peninsular en el final de la Edad
Media. Fuente de modelos éticos y políticos y materia de
reflexión en ambos dominios, la historiografía se convierte
en lectura básica para la sociedad de la época, desplazando
ostensiblemente en el ámbito de la corte a otras formas
literarias como la ficción narrativa (Tate 1970; bautista 2007
& 2009). Fruto de esta profunda ampliación del público
lector y fruto también de su relevancia cultural como modelo
discursivo e instrumento de legitimaciones, la escritura de
la historia experimenta en esta época una gran diversificación en cuanto a géneros, registros y plasmaciones materiales.
La crónica regia, que había sido la forma predominante en el
siglo XIV (Tate 1970; Garcia 1982), se desarrolla con peculiares soluciones. Nace ahora o adquiere pleno desarrollo el
PRESENTACIÓN
19
cultivo de los sumarios, la biografía (Crónica de Álvaro de
Luna), el retrato (Pérez de Guzmán o Pulgar), las cartas de
relación como género funcionarial, la historia novelada (Crónica
sarracina), los libros de linajes y genealógicos (Cátedra 2003,
Dacosta et al. 2014) o la historiografía en verso (Deyermond
1986, Cátedra 1989, Conde 1995). al mismo tiempo, en el
marco de una intensa difusión manuscrita, surge una rica
variedad de soportes materiales en donde las misceláneas
históricas adquiere un protagonismo desconocido anteriormente: se recogen en ellas fragmentos cronísticos, documentos, cartas de relación, en lo que puede interpretarse
sin duda como el propio taller de la historia (Fernández
Ordóñez 2009, & bautista en el presente volumen), y en lo
que es también un intento de dotar al material histórico de
su plena potencialidad, en un contexto de tensiones y de
intentos por fijar una imagen concreta del pasado o del
propio presente (Garcia 1999). Muchos de estos géneros y
procedimientos se convertirán en auténticos referentes para
la escritura de la historia y adquirirán una vitalidad que se
manifiesta, por ejemplo, en la impresión de la Crónica de
Juan II en 1517 o en la redacción de historias en verso, como
la dedicada a la conquista de Orán en 1511. Estos dos textos,
precisamente, han sido objeto de edición crítica y atención
en el curso del proyecto (Garcia & bautista, en preparación;
Cátedra, bautista & Valero 2009), como modelos de la tradición y la variación de la crónica regia y de la vitalidad de la
historia en verso, respectivamente. La relevancia, la centralidad de esta cultura histórica y su pervivencia a comienzos
del siglo XVI hacen que su estudio, y su conocimiento a través
de la edición de los textos más representativos o menos transitados, resulte esencial para caracterizar los cambios intelectuales en los reinos de España durante el siglo XV, la
transición a la época moderna y los mecanismos de creación de un pasado común y de una identidad colectiva de
profundo calado.
El detalle de todo esto se apreciará mejor en cada una
de las monografías publicadas desde el primer año del
desarrollo del proyecto, que me permito, como conclusión,
enumerar aquí. No quiero cerrar este prefacio sin recordar
20
PEDRO M. CÁTEDRA
que este proyecto ha servido como punto de partida de otros,
al frente de los cuales están algunos de los miembros del
equipo, como Juan M. Valero o Francisco bautista, que
están profundizando en algunos de los objetivos, como la
presencia de Petrarca y de la tradición clásica en España, la
edición y estudio de la obra de Cartagena, o sobre la historiografía del siglo XV.
2009
Francisco bautista Pérez, «El motivo de los ‘Nueve de la fama’
en el Victorial y el poema de Los votos del pavón», atalaya,
11 (2009).
——, «Genealogía y leyenda: el surgimiento de los reinos de
Castilla y aragón», e-Spania, 7 (2009).
——, «Sancho II y Rodrigo Campeador en la Chronica Naierensis», e-Spania, 7 (2009).
——, «breve historiografía: listas regias y anales en la Península Ibérica (siglos VII-XII)», Talia Dixit, 4 (2009), págs. 113190.
Pedro M. Cátedra, «La literatura funcionarial en tiempos de
los Reyes Católicos», en antonio Chas aguión & Cleofé
Tato García, eds., «Siempre soy quien ser solía». Estudios de
literatura española medieval en homenaje a Carmen Parrilla, La
Coruña: Servizo de Publicacións da Universidade de a
Coruña, 2009, págs. 57-82.
——, «Oratoria política y modelo de propaganda. La Oración
de Juan Díaz de alcocer en la proclamación de Isabel la
Católica (1474)» atalaya, 11 (2009).
Cátedra, Pedro M., Francisco bautista & Juan M. Valero, eds.,
Istorias de la divinal victoria de Orán por Martín de Herrera, San
Millán de la Cogolla & Salamanca: CiLengua, Instituto
biblioteca Hispánica, 2009. 2 vols. de 108 + 420 págs.
Juan Carlos Conde, «De las fuentes y los modelos del Siervo libre
de amor: algunas conexiones con la literatura medieval francesa de índole penitencial y confesional», atalaya, 11 (2009),
número monográfico Hétérogénéité et transferts.
Ottavio Di Camillo, Medievalia & Humanistica. Estudios sobre
literatura española, Salamanca: Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas, 2009.
PRESENTACIÓN
21
arturo Jiménez, ed., Libro de la historias de nuestra Señora de Juan
López de Salamanca, San Millán de la Cogolla & Salamanca:
CiLengua, Instituto biblioteca Hispánica, 2009.
Juan Miguel Valero Moreno, «Juan Varela-Portas de Orduña,
Dante alighieri», atalaya. Revue d’Études Médiévales Romanes,
11 (2009), págs. 1-17.
——, «Rex conditor: hacia una poética del espacio urbano, 1»,
Espaces et mondes au moyen âge. actes du Colloque International
tenu à Bucarest (17-18 octobre 2008), eds. M. Cioba, C. Girbea,
I. Gogeanu & M. Voicu, bucarest: Editura Universitatii din
bucuresti, 2009, págs. 439-455.
——, «Un nuevo manuscrito autógrafo de Gonzalo Fernández de Oviedo», Bulletin of Hispanic Studies, 86.3 (2009),
págs. 361-378.
2010
Francisco bautista Pérez, «Memoria y modelo: una lectura de
la Historia Roderici», Journal of Medieval Iberian Studies, 2 (2010),
págs. 1-30.
——, «Comunicación política y elocuencia sagrada en la España
medieval», Revista de Poética Medieval, 24 (2010), págs. 1747.
——, «Original, versiones e influencia del Liber regum: estudio
textual y propuesta de stemma», e-Spania, 9 (2010).
——, «alfonso X of Castile and León», «Crónica de 1404»,
«Crónica carolingia», «Crónica de Castilla», y «Crónica de Rasis»,
en Encyclopedia of the Medieval Chronicle, ed. de Graeme
Dunphy, Leiden & boston: brill, 2010, págs. 30, 285, 316,
y 402-403.
——, «‘Comed conde’: las transformaciones de un ritual del
Cantar de Mio Cid a Diego de Valera», en Être à table au
Moyen Âge, ed. de Nelly Labère, Madrid: Casa de Velázquez, 2010, págs. 65-75.
Juan Carlos Conde, Ramón Menéndez Pidal after Forty Years: a Reassessment, Oxford & Londres: Medieval Hispanic Research
Seminar & Magdalen Iberian Medieval Studies Seminar,
2010.
——, dir., Ottavio Di Camillo’s «El humanismo castellano del siglo
XV» thirty-five years after. Special issue of La Corónica, edited
by Juan-Carlos Conde. La Corónica, 39.1(2010).
22
PEDRO M. CÁTEDRA
——, «Sobre la identidad del copista del manuscrito del Livro
da montaria de João I», en «De ninguna cosa es alegre posesión
sin compañía». Estudios celestinescos y medievales en honor del profesor Joseph Thomas Snow, ed. de Devid Paolini, Nueva york:
The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 2010, II, págs.
97-114.
——, «De cantares un librete»: de nuevo sobre el Libro de buen
amor como cancionero», en Estudios sobre la Edad Media,el
Renacimiento y la temprana modernidad, ed. de Francisco bautista
Pérez & Jimena Gamba Corradine, San Millán de la Cogolla:
CiLengua, Instituto biblioteca Hispánica, 2010, págs. 99116.
Ottavio Di Camillo, «Fifteenth-Century Spanish Humanism:
Thirty years Later», La Corónica, 39.1 (2010), págs. 19-66.
Folke Gernert, Parodia y contrafacta en la literatura románica medieval y renacentista. Historia, teoría, textos, San Millán de la Cogolla
& Salamanca: CiLengua, Instituto biblioteca Hispánica,
2009-2010. Esta obra obtuvo el «International book award
La Corónica» correspondiente a 2011.
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I
ÁLVaR GaRCÍa DE SaNTa MaRÍa
y La ESCRITURa DE La HISTORIa
E
FRaNCISCO baUTISTa
L CóDICE L.1.369b DEL aRCHIVO HISTóRICO
Nacional (Madrid) transmite una importante y singular miscelánea de textos de tipo histórico, relacionados en su mayoría con el reinado de Juan II, que ha escapado
a la atención de los estudiosos de la historiografía castellana
del siglo XV, y que cobra especial relevancia atendiendo a
los objetivos del proyecto algunos de cuyos resultados se
ofrecen en este volumen1. Se reúnen en él algunos documentos de la época con otras piezas que responden a tipologías
menos comunes formando un abigarrado conjunto a un
tiempo azaroso y dotado de cierta coherencia. Todo apunta,
en efecto, a que el manuscrito es el producto de la agrupación
1. En el mismo ámbito, espero poder finalizar la investigación,
con la edición del presente manuscrito, ya avanzada, pero cuya extensión impide incluirla aquí. Me complace dar las gracias al personal del
archivo Histórico Nacional, y en particular al Jefe de Conservación,
D. Juan Ramón Romero, por haberme facilitado en unas condiciones
óptimas la consulta directa del códice; a Pedro M. Cátedra por su valiosa
ayuda en diversas fases de la preparación de este trabajo; y a Fernando
Gómez Redondo por sus comentarios a una primera versión del mismo.
Un agradecimiento muy especial debo a Michel Garcia, que revisó mi
transcripción del texto que presento y comentó en detalle el estudio.
27
28
FRANCISCO BAUTISTA
un tanto desordenada de una serie de papeles diversos, aunque
de igual modo todos ellos se refieren a una misma época y
delatan un común origen, es decir, parecen proceder de un
mismo depósito. Con pocas salvedades, los textos se circunscriben a la primera mitad del siglo XV, en particular al periodo
que arranca en 1420 y llega hasta finales de los años 30.
aunque el manuscrito ha sido formado a partir de la reunión
de distintos folios, bifolios o cuadernos, y aunque no existe,
por consiguiente, una continuidad en su desarrollo en muchos
casos, el parentesco paleográfico, tipológico o de contenido
entre la mayor parte de las piezas evidencia que deben fecharse
hacia el segundo cuarto del siglo XV, que remontan a una
misma colección, aunque solo representen una pequeña
porción de ella, e incluso que pertenecieron al mismo individuo. y si el conjunto, ligado a la historia de Juan II y a los
años 1420-1437, permitiría sospechar que ese individuo fuera
Álvar García de Santa María, pues sabemos que él ocupó el
cargo de cronista regio en esos años, tal deducción viene
confirmada por la presencia en la miscelánea de varios documentos del propio Álvar García, de varios fragmentos en
borrador de su crónica, y por la existencia de otros indicios
que apuntan en esa misma dirección.
El códice 1.369b representa, así pues, un extracto
precioso y excepcional del archivo perteneciente a Álvar
García, y nos enfrenta de este modo a un material sin parangón en el ámbito de la historiografía medieval castellana. Por
parcial o fragmentario que sea, permite que nos asomemos
a la oficina del historiador y que podamos rastrear algunas
de sus fuentes, de sus mediaciones, y algunos de sus procedimientos en la escritura de la historia. Junto a documentos que, como he señalado, no guardan una relación directa
con la composición de la crónica de Juan II, encontramos
aquí otros que sí se integraron en ella, fragmentos narrativos en borrador, capítulos dispersos, listas de contenidos y
otros textos que nos llevan a los primeros pasos en la elaboración del relato cronístico. Todo este conjunto requiere un
tratamiento que desbordaría los límites del presente trabajo,
no solo por su misma amplitud, sino porque es preciso
confrontarlo, siempre que es posible, con los sucesivos
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
29
estadios redaccionales de la crónica, y también reflexionar sobre sus implicaciones y sobre las de la misma existencia de estos materiales. Reservando esas y otras tareas
para una ocasión próxima, me centraré aquí en uno de los
folios del citado códice en el que podemos leer un texto en
borrador de tipo teórico sobre la historia, del que, hasta
donde sé, no se conocen otros testimonios. En su análisis,
en todo caso, trataré de no perder de vista algunas de las
piezas que lo acompañan en el mismo manuscrito.
Un prólogo inédito
en borrador
Ofrezco en primer lugar una edición
del texto. Se encuentra en el folio 91,
originalmente independiente, pero
unido mediante una cartivana con el folio anterior en el
momento en que se dio la encuadernación actual al códice,
probablemente en el siglo XVIII. La unión de ambos folios y
la aplicación de la cartivana han dañado en algún caso la parte
del texto escrita en el margen izquierdo del recto, dificultando con ello su lectura, en particular en la mitad superior.
El folio 91 presenta un tipo de filigrana sencillo, característico del papel fabricado con técnica árabe en Castilla en la
primera mitad del siglo XV, que en este caso tiene forma de
círculo. Se trata, además, de un folio horadado, que presenta
una perforación ligeramente desplazada hacia la izquierda.
Es esta una práctica destinada a permitir la unión de folios
o pliegos diversos mediante una cinta o una cuerda, cuyo uso
es bien conocido para la cancillería castellana, y de la que se
valieron también algunos historiadores al final de la Edad
Media, sobre todo en el proceso de composición de sus obras,
entre ellos Álvar García de Santa María2. Que el texto transmitido por este folio sea un borrador no resulta, entonces,
sorprendente, aunque conviene señalar también que en el
mismo manuscrito otros materiales preparatorios figuran
en folios o en pliegos no horadados.
Tratándose de un borrador, presenta frecuentes tachaduras, palabras y frases sobrescritas, que a veces se extienden
2. a este propósito, véase Fernández-Ordóñez 2009, 93-101, &
Garcia 2009.
30
FRANCISCO BAUTISTA
por el margen, y pasajes que han quedado en una doble redacción. He intentado representar todo ello en la transcripción
de la manera más clara, tratando de no dañar el carácter
fluctuante y abierto del texto, pero tampoco su inteligibilidad.
He aquí los criterios que he adoptado: aquellas palabras tachadas en el original figuran de ese modo en la transcripción;
cuando se trata de un pasaje extenso, que contiene tachaduras en su interior, estas van señaladas con doble tachado; las
palabras sobrescritas se indican mediante [^ ]; señalo entre
corchetes ([...]) las palabras que no he conseguido leer por
encontrarse borradas o por otras circunstancias; aquellas cuya
lectura es dudosa se acompañan de un interrogante (?); y la
restitución de letras borradas o desaparecidas por la rotura o
el corte del papel va entre lambdas (<>). En cursiva y entre
corchetes, se incluyen algunas notas aclaratorias sobre la disposición del texto o su desarrollo. En cuanto a la transcripción,
desarrollo las abreviaturas sin indicarlo, regularizo u/v de
acuerdo con su valor vocálico o consonántico y doy en mayúscula los nombres propios. He numerado el texto por cláusulas o unidades, lo que me permitirá más abajo referirme a él
de forma precisa. Junto a la transcripción, se incluye una reproducción fotográfica del folio, que tal vez contribuya a hacer
más transparente el desarrollo del texto, y que permitirá identificar algunas de las marcas que señalo adelante.
[91r]
5
10
Ihesu
[En el margen superior izquierdo]: 1[^Deve guardar] dos cosas
prinçipalmente deve guardar qualquier que algund libro o
escriptura de nuevo quiere ordenar, 2la primera[?] es agora
[^...] [..] que se naçera[?] 3e de [..] alunbramiento como [^en[?]
ordinar[?]] 4por[?] los libros que conponen los dotores e glosadores de las çiencias e escripturas [^de los derechos e de las
artes] antiguas 5o sean para ynformaçion e recordaçion de
las cosas pasadas 6como son [^los libros de] las estorias que
recuentan los fechos pasados. 7La primera es que la obra que
sea buena e verdadera 8e que razonablemente se pueda que
esperar della <bu>en fruto. 9La segunda es <que> puesto
que la aquel que la ordena sea tal persona por sus meresçimientos <que> con verdat la pueda fazer.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
15
20
25
30
35
40
45
50
55
31
[Texto central] ¶10Las razones por que [^et como sea cosa muy
clara e manifiesta que] es muy conveniente al bien publico
11e por que a todos los [^buenos] reys e prinçipes [^e governadores e regidores de comunidades] 12por la mayor parte
plogo et plaze tienen por bien que los [^sus] fechos [^e] de
sus regnos e prinçipes señorios [^e governaçiones de comunidades] 13es a saber los fechos [^generales granados e] de
notar que acaten a la cosa publica [^corona e a la cosa publica]
14sean puestos en escriptura 15por que dellos finque memoria
en luengos tienpos 16[^con verdad se puede dezir que ordenar
estoria de los fechos que pasan que es buena obra e que se
espera della buen fruto, 17e por esta razon los que la estoria
[^verdadera] e coronica de los fechos de los reys pasados de
Castilla pasados e de los por venir [^verdaderamente] ordenaron e ordenaren buena obra e de buen fruto fizieron e faran.]
18muchas e claras e manifiestas son. 19Et aun [^dellas] son
escriptas en los prohemios [^e comienços] de dichas istorias
asy de España como de otras partidas. 20Et por ende 21el que
primeramente de la istoria de los fechos del muy esclaresçido e bienaventurado el rey sobredicho rey don Juan fue
[^ovo] primeramente encargado 22non curo de las dezir e escri
vir 23a qualquier estoriador destos [^presentes] tienpos es escusado de las escrivir 24[^aun que por su propia voluntad los
quiera en los començamientos de sus obras ordenar su] 25et
mucho mas [^a] aquel que por mandamiento [^e voluntad] de
su rey e señor lo ha de ordenar 26[^cuyo mandamiento e
vol<untad> <es> e deve ser avido por r<azon>] 27el qual
mandamiento deve ser avido por razon, 28et mayormente
quando el [^algund] istoriador suçede a otro [^en una e esta
misma istoria] que ovo a primeramente ovo cargo [^de poner]
e començo[?] de conponer e ordenar la estoria 29segund que
es en el presente caso, 30es a saber que [marca que remite a la
nota marginal central de la izquierda, cláusulas 38 y siguientes, donde
se continúa el texto] 31por los señores reyna de ca[?] de esclaresçida memoria [^que Dios perdone] la reyna doña Catalina
madre del sobredicho rey don Johan 32et el rey don Ferrando
de aragon [^tutores e regidores, etc.] 33fue encomendado a
una persona que ordenase la istoria de los fechos deste sobredicho muy esclaresçido rey don Johan 34et el puso en escripto
muchos de los fechos que pasaron 35desde el tienpo que el
conplido [^virtuoso de muy gloriosa memoria] rey don Enrrique padre del que Dios de santo parayso padre del sobredicho rey don Juan fino fasta 36et regno en su logar el dicho
señor rey don Johan 37fasta el XIIIº año de su rey/nado [una
línea horizontal separa esta parte de lo que se sitúa debajo]
FRANCISCO BAUTISTA
32
[En la parte central del margen izquierdo] 38por que con[?] aquel a
quien el sobredicho rey don Juan e la reyna su madre e el rey
don Ferrando de aragon su tio sus tutores e regidores de
sus regnos avian en el tienpo de su menor hedat encomendado[?] que toviese cargo fiziese e ordenase su coronica et
estoria fino 39en el XIIIIº año de su reynado del dicho señor
rey don Juan fino [^fenesçio sus dias e paso desta vida] aquel
a quien el en el tienpo de su menor hedat [^le[?] fuera[?]] encomendado que fiziese su coronica e estoria 40a la merçed del
dicho señor rey plogo de encomendar e mandar [^de] ordenar
[^e ordeno] otro estoriador 41que fiziese su coronica [una palabra
tachada] [^segund] que el primero estoriador la avia [^de] fazer
[^tenia cargo] 42el qual estoriador nuevo[?] mando [^para[?]]
que fuesen[?] 43por ende del XVº año del regnado del <dicho>
señor rey 44a su merçed plogo de ordenar e ordeno otro
estoriador que fiziese e ordenase su <co>ronica e pusiese en
escripto los [^grandes] fechos 45segund que el dicho primero
estoryador la avia de fazer 46<e> de le era encomendado de
la fazer e ordenar 47et enbio mandar et [una palabra tachada]
mando por su carta a los herederos del dicho estoriador
primero que 48entregasen[?] [^luego] todos los lo que el
dicho estoriador finado tenia escripto [^e todas e qualesquier
otras escripturas que del quedaran] 49que a la dicha estoria
pertenesçiese en qualquier manera a fin que en[?] 50et mando
otrosi por su carta a todos los grandes omes e a los infantes
sus primos e a los perlados [91v] et duques e condes, ricos omnes
e cavalleros del et dotores [^e otrosi qualesquier personas] del
su consejo e de la su corte e de la su chançelleria e [^de las
sus çiudades e vi<llas> a otras qualesquier personas [^de sus
regnos] 51que dixesen e ynformasen al dicho nuevo [^segundo]
estoriador todas e qualesquier cosas que [^de los sus fechos
de suyos e de sus regnos] ellos supiesen 52que el dicho estoriador entendiese que le cunplia ser ynformado por [^por
donde] 53[^a fin que] mejor et mas verdaderamente sin fallesçimiento alguno el pudiese fazer e ordenar la dicha coronica
e estoria, 54non enbargante que el dicho estoriador era asaz
ynformado dello como aquel que bien algunos años avia
mas de veynte [^e çinco] años que continuava[?] la corte e
non se partia della [^pudiese?] 55salvo sy [^quando] yva por
mandado del rey o de los del su consejo a algunas partes que
cunplia a su serviçio3. 56Et asy dexadas las dichas razones et
60
65
70
75
80
85
90
95
100
3. En el margen izquierdo, una mano muy posterior, del siglo
o XIX, anota: «25 años habia».
XVIII
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
33
que en los comienços de las estorias se suelen dezir una razon
sola ante que comiençe la estoria entiendo dezir 57e es esta
[fin a mitad del folio; en blanco el resto]
Un discurso
interrumpido
Comenzaré por destacar algunos rasgos del
texto transcrito y parafrasear brevemente
su contenido. El folio nos enfrenta al acto
mismo de la escritura, indeciso e intenso, zigzagueante. La
redacción comienza con el texto situado en la columna principal (§10-§37), aunque el desarrollo de esa parte ha quedado
cercenado en la mitad inferior del recto, como señala una
línea horizontal (§37), y el discurso se continúa en el margen
central izquierdo, que pronto se extiende sobre toda la parte
inferior del folio y también en el vuelto (§38-§56). Se ha
producido, pues, un hiato material en la redacción, aunque
ello no ha roto el hilo del discurso. En algún momento, el
autor ha incluido el breve párrafo situado en el margen superior izquierdo (§1-§9), cuyo contenido no enlaza directamente con el resto, aunque se encuentra claramente ligado
a él, y es posible que entonces haya revisado el texto situado
en la zona superior central e incluido algunos añadidos en
el cuerpo del mismo, como el pasaje sobrescrito que se
extiende por el margen derecho (§16-§17). El verso del folio
presenta un volumen menor de tachaduras y correcciones,
pero se interrumpe en medio de una frase, justo cuando el
autor se dispone a enunciar una idea principal sobre la historia («dexadas las dichas razones»), que verosímilmente serviría de broche final.
¶ Sobre la historia (§1-§18). Nos encontramos, en su misma
apertura, con una doble posibilidad de comienzo para el
texto, bien con el texto central, o bien con esa nota marginal
situada en el extremo superior izquierdo. Parece seguro que
la columna central corresponde al impulso inicial de escritura; allí, una larga frase declara que los motivos para la
composición de las crónicas son claros y manifiestos (§10§18). El autor no debió de quedar satisfecho con esta afirmación un tanto trivial y tautológica, y añadió en el margen
superior izquierdo un pasaje en el que se recogen dos condiciones que deben cumplirse al escribir una crónica: la utilidad
34
FRANCISCO BAUTISTA
de la obra y la veracidad (§1-§9). Se diría que, después de
haber insertado esa nota, y evocando claramente su léxico,
el autor corrigió el final de la frase escrita inicialmente sobre
las razones de la historia (§18), destacando ahora la utilidad
de la labor llevada a cabo por los cronistas (§16-§17). aunque
el autor no ha tachado la cláusula que cerraba en un principio la frase, y aunque ambas soluciones conviven en el
folio (§16-§18), es claro que esa última línea ha quedado
descartada, pues en buena medida ha pasado al comienzo
de la frase (véase el sobrescrito en §10). Por otro lado, esta
corrección, que retoma varios vocablos de la nota en el
margen superior izquierdo (en especial, «verdad» y «buen
fruto») y que se relaciona con ella, apunta a que dicha nota
estaba destinada a ocupar el comienzo. Interesa igualmente
destacar el signo de estas correcciones: de un primer
momento en que el autor da por sentadas las razones de la
composición de las crónicas se pasa a un intento de señalar
al menos algunas de ellas.
¶ Dos cronistas (§19-§46). El texto continúa tratando de
esos presupuestos sobre la historia: indica que se hallan escritos «en los prohemios» de algunas crónicas, y que por ello
no es necesario insistir al respecto. En un principio, el
autor se apoyaba en el hecho de que el historiador que lo
había precedido tampoco creyera preciso razonar sobre su
trabajo (§21-§22), aunque elimina ese comentario dándole
un alcance más general y sugiriendo su propio interés en el
tema (§23-§24). además, continúa, el que la obra haya sido
encargada por el Rey torna de por sí innecesaria cualquier
justificación (§25-§26). a partir de aquí, cuando se pasa a
aclarar las circunstancias del nombramiento del nuevo
cronista regio (§30), el discurso se bifurca: en el texto principal el autor inicia una primera contextualización del encargo
regio, aunque el periodo queda interrumpido (§31-§37); en
el margen izquierdo se reformulan, con varias correcciones, esas mismas circunstancias, y es justamente a partir de
ese margen desde donde se continúa el resto de la pieza (§38
y siguientes). La corrección del pasaje se ha llevado a cabo
a través de una marca (§30), que indica dónde debe enlazar
el texto central con lo escrito en el margen, aunque no ha
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
35
sido tachada la continuación de la frase en la parte central.
Las correcciones dibujan un cambio de énfasis: mientras que
en las primeras formulaciones el autor alude al nombramiento
del primer cronista (como lo hacía en una frase anterior,
también cancelada [§28]), ello se reduce después hasta indicar
solamente que la muerte del historiador nombrado en el
periodo de la minoría de Juan II llevó al Rey a designar un
nuevo cronista en el año décimo quinto de su reinado, encargado de continuar el trabajo de su predecesor.
¶ El oficio del historiador (§47-§57). a partir de aquí, se
nos dan algunos detalles en el traspaso del cargo: los familiares del primer cronista deben entregarle todos los papeles
relacionados con la crónica (§47-§49), y el Rey requiere
además a todos los de su reino que le hagan llegar al nuevo
historiador aquellas informaciones que consideren pertinentes para su trabajo (§50-§53). aunque el sentido del pasaje
respecto al traspaso de los papeles del anterior cronista parece
claro, el folio presenta un problema de lectura en el momento
en que el texto central de la parte inferior del recto se une
con lo escrito en el margen (el final de §42 y el comienzo
de §48), ya que no es transparente el empalme entre ambas
secciones. a continuación, el autor resalta las cualidades y
la idoneidad del nuevo cronista: si bien el Rey solicita esa
colaboración de todos los de su reino, el historiador posee
un conocimiento privilegiado de la corte, como aquel que
ha residido asiduamente en ella durante mucho tiempo (§54§55). Para terminar, el autor vuelve al comienzo, a las razones
que distinguen la escritura de la historia, y cuando se dispone
a señalar una, previsiblemente aquella que considera más
importante, la escritura se detiene, en medio del verso,
justo antes de hacerlo (§56-§57). Este final abrupto, expectante, nos recuerda su carácter inacabado y precario, pero
quizá también ilustre la dificultad para encontrar y enunciar esa idea final, decisiva, que defina por encima de las
otras a la escritura histórica.
El contenido de esta breve pieza y algunas de sus alusiones, como la que se hace a los «prohemios e comienços»
(§19) de las historias de España o a las «razones que en los
comienços de las estorias se suelen dezir» (§56), sugieren
36
FRANCISCO BAUTISTA
que nos encontramos ante el prólogo a un relato histórico
sobre Juan II, prólogo que aquí se nos ofrece en estado de
borrador, y del que no conocemos otro testimonio ni lo que
pudiera considerarse una versión definitiva del mismo. Viene
a unirse, así, a las no muy abundantes declaraciones teóricas sobre la historia de la primera mitad del siglo XV en Castilla, y puede interpretarse como un indicio más sobre el
desarrollo de una nueva conciencia en torno a la escritura
histórica a lo largo de esa centuria. En lo que sigue, trataré
de profundizar en las implicaciones de su contenido, y al
hilo de ello perfilar de forma algo más nítida, hasta donde sea
posible, su autoría y su naturaleza.
Historia e
historiadores
Uno de los puntos centrales del texto, y uno
de los más sorprendentes, tiene que ver con
la sucesión en el cargo de cronista regio
poco después del final de la minoría de Juan II, quien
asume plenamente el poder en junio de 1418. El comentario
de esta información nos permitirá además abordar la cuestión de la identidad del autor del texto aquí editado.
al mencionar los motivos por los que no es necesario
entrar en una disquisición sobre el valor de la historia, se
alegan, junto a otras, estas dos razones: exime de hacerlo el
hecho de que el primer historiador de Juan II tampoco lo
creyera oportuno (§21-§22) y además el hecho de que aquel
que escribe suceda a otro en el cargo, quien ya ha comenzado la redacción de la historia (§28), por lo que no hace
sino continuar esa labor. Estos dos argumentos, sin embargo,
han sido cancelados para centrar el interés en aquello que
se refiere al encargo regio, es decir, a las circunstancias por
las cuales al autor se le ha encomendado la tarea de continuar la crónica de Juan II, pues dicho requerimiento explicaría de forma conspicua la escritura de la historia. Estas
circunstancias han sido reformuladas sucesivamente (§31§37, §38, §40-§42 y §43-§44), pero en todas ellas se expresa
lo mismo: que la muerte del cronista nombrado durante
la minoría de Juan II lleva al Rey a otorgar el cargo a otro
individuo.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
37
En un primer momento, se nos dan algunos detalles
sobre la designación del primer cronista, efectuada por los
tutores de Juan II, Catalina de Lancaster, su madre, y
Fernando de antequera, su tío (§31-§33), e incluso se especifica que dicho cronista llegó a poner por escrito «muchos
de los fechos» que pasaron desde la muerte de Enrique III
hasta el año décimo tercero del reinado de Juan II, esto es,
hasta 1419 (§34-§37)4. a continuación, el autor reformula
en el margen esta frase, mencionando únicamente el nombramiento del primer cronista durante la minoría regia y atribuyendo la decisión no solo a Catalina de Lancaster y a
Fernando de antequera, sino también al propio Rey (§38),
mención que parece tener sobre todo un carácter honorífico. Vuelve a cancelar, con todo, esa frase, para indicar a
continuación solamente que el cronista designado durante
la minoría de Juan II murió en el año décimo cuarto de su
reinado (§39), y que ello motivó el nombramiento de un
nuevo historiador. También en lo relativo al nuevo cronista
hay una redacción entrecortada: en un primer momento se
dice nada más que el Rey procede a un nuevo nombramiento
(§40), pero seguidamente se tacha esa frase y se da una información con algún detalle adicional: es en el año décimo
quinto de su reinado cuando Juan II nombra un nuevo
cronista, tras lo que se precisan algunos pormenores
4. Enrique III muere el 25 de diciembre de 1406, fecha en que
Juan II accede al poder. La adopción del annus Domini en Castilla
en 1383 había importado una variante según la cual el año comenzaba el día de Navidad, es decir, el 25 de diciembre (se trata del «año
de la nasçencia de Jesucristo»). El propio texto de la crónica no deja
lugar a dudas, al situar la muerte de Enrique III y el alzamiento de Juan
II el «día de Navidad, a veinte e çinco días de dizienbre, començando el año de nuestro Saluador Jesucristo de mill e quatroçientos
e siete» (Carriazo 1982, 18). Más adelante, la crónica se refiere al año
1409 como el tercero del reinado de Juan II: «andando el año de la
nasçencia de Jesucristo de mill e quatrocientos e nueve años [...] e el
reynado del Rey don Juan en tres años» (Carriazo 1982, 264). Esto
significa que el año décimo tercero del reinado de Juan II va del 25
de diciembre de 1418 a la misma fecha del año siguiente.
38
FRANCISCO BAUTISTA
relacionados con los papeles de su predecesor y con el propio
oficio del cronista (§43 y siguientes).
Estas informaciones chocan frontalmente con las ideas
asumidas en los estudios modernos sobre la autoría de la
crónica regia de Juan II. Como es sabido, esta obra se ha
conservado transmitida en dos secciones, que presentan
además una independencia codicológica: una primera parte
que va desde el comienzo del reinado de Juan II en los
últimos días de 1406 hasta julio de 1420, y una segunda
que abarca desde mediados de 1420 hasta 14345. En el
prólogo a la crónica de Juan II impresa en 1517, Lorenzo
Galíndez de Carvajal, que podría haber conocido los textos
manuscritos mencionados, atribuía la primera parte, es decir,
el relato que abarca de 1406 a julio de 1420, a Álvar García,
y daba una autoría distinta para la segunda, la que alcanza
desde 1420 hasta 1434, sugiriendo tentativamente el nombre
de Juan de Mena6. Sin embargo, desde Jerónimo Zurita, que
manejó también las dos partes manuscritas de la crónica
regia, y una amplia documentación, se ha aceptado que ambas
se deben a un mismo autor y que este no sería otro que
Álvar García de Santa María7. No hay duda, en efecto, frente
a lo supuesto por Galíndez de Carvajal, de que la segunda
parte de la crónica es obra de Álvar García de Santa María.
En el propio texto manuscrito de la segunda parte, al recoger
el juramento del heredero en 1425, se indica que lo hacen
los procuradores de doce ciudades, entre ellos los de burgos,
el primero «alvar Garcia de Santa Maria, escribano de camara
del rey e su chanceller de los libros e ordenador de las sus
historias»8. además, varios documentos de los años veinte
y treinta del siglo XV se refieren a Álvar García de Santa
María como «estoriador» o «coronista» de Juan II, por lo
5. Sobre la transmisión manuscrita de la crónica regia de Juan II,
véase Carriazo 1952.
6. El prólogo puede leerse en la edición de Rosell 1878,
273-275.
7. Véase el resumen de esta cuestión en Cantera burgos 1952,
222-223.
8. bNE, ms. 1618, fol. 121r; Paz y Melia 1891, I, 357-358.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
39
que parece claro que dicho individuo ha de ser el autor de
la segunda parte de la crónica9.
ahora bien, el texto que comentamos afirma con total
claridad la existencia de dos cronistas distintos, y sucesivos,
a los que se llama historiador «primero» y «segundo». al
primer historiador correspondería según ello la redacción
de la primera parte de la crónica, y obviamente ese individuo, cuyo relevo en el cargo viene ocasionado por su muerte
en el año décimo cuarto del reinado de Juan II, es decir,
en 1420, no puede ser Álvar García, que no muere sino
cuarenta años después, el 21 de marzo de 1460 (Cantera
burgos 1952, 205). Ello implica que debe distinguirse, por
tanto, la autoría de cada una de las secciones de la crónica
manuscrita, y que a Álvar García pertenece, en contra de
lo afirmado por Galíndez de Carvajal, la segunda sección,
ya que en los años 20 y 30 contamos, como he señalado,
con varias referencias seguras que atestiguan que aquel
ocupaba el cargo de cronista regio. y es, además, a este
periodo al que atañe el códice que transmite el texto aquí
editado, que contiene asimismo documentos del propio
Álvar García. Por otro lado, la doble autoría da razón de
uno de los rasgos más singulares de la transmisión de la
crónica, esto es, la divisón codicológica y textual en dos
secciones, que tuvieron historias no siempre paralelas, y
también da cuenta del hecho de que el final de la primera
parte haya quedado en forma inacabada, rasgo difícil de
explicar de suponer que el autor de las dos partes fuera el
mismo, pues ningún otro motivo parece justificar esa fractura en el relato.
No cabe dudar, a mi juicio, de los datos suministrados
por nuestro texto, pues están transmitidos por una pieza
en estado de borrador a la que difícilmente puede atribuírsele el deseo de falsificar esta cuestión, pieza que por lo
demás es anterior, desde luego, a la discusión erudita sobre
la autoría de la crónica. Más aún, si repasamos, desde la pers9. Cantera burgos 1952, 94-95 (documento del 16 de septiembre de 1425), 107 (documento del 28 de abril de 1435) y 151 (documento del 20 de julio de 1440).
40
FRANCISCO BAUTISTA
pectiva abierta por nuestro texto, los argumentos en que se
ha fundamentado la razonable atribución de la primera
parte a Álvar García veremos que los datos que así parecen
atestiguarlo no son en realidad seguros. Tal autoría descansa,
además de sobre su verosimilitud, que seguramente no habría
razón para cuestionar de no ser por contar con el texto
aquí editado, sobre dos testimonios: por un lado, el de Galíndez de Carvajal, que, según hemos visto, atribuye a Álvar
García la primera parte en el preliminar a la crónica de
Juan II impresa en 1517, y por otro, una noticia en el Libro
becerro del monasterio de San Juan de burgos, según la cual
Álvar García habría sido nombrado por «el Rey noble Ciudadano, Regidor, Secretario de su Cámara, su Cronista y Consejero» en 1410. No es necesario que nos detengamos en el
primero, ya que es una afirmación realizada con bastante
distancia frente a los hechos10. En cuanto al segundo, se
trata en verdad de una noticia aún más tardía, puesto que
el Libro becerro puede fecharse en el segundo cuarto del siglo
XVIII, de modo que carece igualmente de autoridad para sostener, frente a nuestro texto, la atribución de la primera parte
a Álvar García11. Puesto que las referencias documentales a
10. Rosell 1878, 273. aunque Galíndez de Carvajal tuvo acceso a
materiales privilegiados y aunque son siempre de interés los datos
que ofrece, incurre en varios errores, como el de sugerir la autoría de
Juan de Mena para la segunda parte de la crónica. Galíndez de Carvajal sabía que Álvar García había sido cronista de Juan II probablemente
por el prólogo a las Generaciones y semblanzas, pero no acertó a atribuirle la sección que indudablemente le correspondía.
11. El Libro becerro fue editado por Muñoz 1950 (el pasaje que aquí
nos interesa en pág. 70); véase también Cantera burgos 1952, 66 (que
cita a partir del ejemplar conservado en aHN, Clero, L.1370, copiado
en 1762 [pasaje en fol. 66v]). La información del Libro becerro dice
basarse en un privilegio de 1410. Parece aludir al mismo documento
después citado por Martínez añíbarro 1889, 238 (así lo interpreta
Cantera burgos), del 16 de marzo de 1410, pero de acuerdo con añíbarro, que lo describe en detalle, en él solo se indicaba que Álvar García
había sido nombrado escribano de cámara dos años antes, el 10 de
mayo de 1408, y que se le concedían los honores y prerrogativas
inherentes a ese cargo, pero allí no se dice nada sobre el oficio de historiador. Tampoco parece consistente la fecha que se da para el supuesto
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
41
Álvar García como cronista que poseemos son posteriores
a 1420, y puesto que nuestro texto afirma inequívocamente
la existencia de dos historiadores sucesivos, debemos admitir
que fue él el designado tras la muerte del primer autor,
y que es el responsable por tanto de la segunda parte de la
crónica.
La información sobre el nombramiento del nuevo
cronista tiene interés también desde el punto de vista de las
circunstancias políticas que dominan estos años. Según
nuestro texto, ese nombramiento se produce en el año
décimo quinto del reinado de Juan II, es decir, en 1421. Se
trata de un contexto especialmente delicado, en el que el
Rey ha recuperado la libertad tras el golpe de Tordesillas
orquestado el año anterior por el infante don Enrique y
su partido, pero aún se mantiene una situación de conflictividad y tensión en el reino. En este marco, en enero de
1421, se produce, a instancias del infante don Juan, enfrentado en este momento a su hermano don Enrique, una renovación de ciertos cargos de la corte regia, en particular del
Consejo Real, bien revocando algunos nombramientos
hechos el año anterior, impulsados por el partido del infante
don Enrique, bien designando a otros miembros, para lo
cual el Rey acepta la propuesta del infante don Juan de
nombrar, entre otros, a alfonso de Cartagena12. Si se repara
en que Álvar García de Santa María era contador del infante
don Juan, resulta muy probable que hubiera sido propuesto
también por él en este mismo momento para cubrir el cargo
de cronista regio, vacante por la muerte el año anterior del
nombramiento de Álvar García como cronista regio en 1410, tres años
después de la muerte del anterior cronista (Pero López de ayala muere
en los primeros meses de 1407). Ni es verosímil que todos esos
cargos que cita el Becerro se le confirieran en el mismo privilegio. No
se conoce, en cualquier caso, el paradero de ninguno de estos documentos. Cabe recordar, por otro lado, que a mediados de 1412, según
consta en la crónica de Juan II, se le encomienda a Álvar García el
registro de la cancillería (RaH, ms. 9/462, fols. 176v-177r; Cantera
burgos 1952, 70).
12. Paz y Melia 1891, I, 199; véase también Fernández Gallardo
2002, 111-114.
42
FRANCISCO BAUTISTA
individuo que había desempeñado ese oficio previamente13.
aunque en nuestro texto solo se menciona la fecha del
nombramiento (1421), todo apunta entonces a que este se
produjo a instancias del infante don Juan, o al menos con
su apoyo, en el contexto de la renovación de ciertos cargos
burocráticos después del fracaso del golpe de Tordesillas.
Como en el caso de alfonso de Cartagena, cabe pensar
que Álvar García tratase de sortear las banderías políticas
que recorren el reinado de Juan II, aunque en última instancia no pudiera escapar a sus efectos, pues fue retirado de
su cargo dos decenios más tarde, quizá poco después
de 144014.
al margen de ello, no deja de llamar la atención la anonimia que planea sobre la pieza aquí editada, ya que no se
menciona el nombre de ninguno de los dos historiadores.
Esto hace que, por el momento, la identidad del autor de la
primera parte de la crónica deba quedar en la sombra, pero
también nos enfrenta con una visión de la historia en la
cual la personalidad del cronista parece situarse en un
segundo plano frente a su propio oficio15. Se trata de un
aspecto que aflora también en el prólogo a la primera parte
de la crónica regia de Juan II, en la cual el historiador se
refiere a sí mismo en tercera persona, y en donde no revela
en ningún momento su nombre16. Este rasgo, presente
en ambos textos, contrasta con el periodo anterior en la
13. En el mismo códice que contiene el texto aquí editado figuran
varios documentos de cuentas de Álvar García como contador del
infante don Juan que prueban que ocupaba este cargo al menos
desde 1417; véase también Cantera burgos 1952, 80.
14. Todavía en junio de 1440 se cita a Álvar García como cronista
regio (Cantera burgos 1952, 151). aunque la segunda parte de la crónica
se cierra en 1434, el manuscrito que transmite el prólogo que comento
contiene también un listado de contenidos que prueba que Álvar García
trabajaba en la crónica aún en 1437.
15. Es posible que el primer cronista sea el individuo aludido por
Enrique de Villena en una conocida glosa a su traducción de la Eneida
(Cátedra 1994, 27), aunque la discusión de este punto debe quedar para
otra ocasión.
16. Esta anonimia fue destacada ya por Tate 1986, 662-664.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
43
cronística regia castellana, dominado por la figura de Pero
López de ayala, y quizá nos hable de una burocratización
de esta tarea, encomendada a letrados que proceden de la
cancillería, como es el caso del propio Álvar García, quien,
según sabemos, es desde 1408 escribano de cámara y desde
1412 encargado del registro de la cancillería. Se diría que
nos encontramos en un momento de cambio, en el que
se requieren unas competencias para la escritura de la historia que llevan a confiarla a ciertos letrados, pero la formación de estos carece aún de la distinción cultural que conduce
a la identificación de los cronistas. Por lo demás, tal anonimato es solidario de una tarea que se propone hasta cierto
punto, según veremos, como colectiva, y que busca proporcionar una visión de los hechos asumible por el poder
regio y su entorno más cercano.
Como sea, esa anonimia en la enunciación del relato
no nos impide conocer el nombre de Álvar García, quien
deja además huellas de su autoría en diversos momentos
de la segunda parte de la crónica. De igual modo, el texto
aquí editado puede atribuirse con seguridad al mismo autor.
Se encuentra, como he dicho, en un manuscrito que reúne
materiales relacionados con la segunda parte de la crónica,
de la que él es responsable, y que contiene también un inventario de sus papeles y otros documentos vinculados con su
actividad como contador del infante don Juan. Más aún,
puede decirse que la letra es la misma que la de algunas partes
en borrador de la crónica, tanto en los fragmentos contenidos en nuestro manuscrito, como en el borrador conservado en el manuscrito escurialense (ms. X-II-2). Por otro
lado, si el segundo historiador al que alude el texto debe
ser identificado con Álvar García, es claro que nuestra pieza
está redactada desde la perspectiva de dicho historiador e
incluso con una cierta implicación personal, que contrasta
en buena medida con la anonimia del texto. En efecto, al
referir el mandato regio por el cual se insta a los grandes y
naturales del reino a facilitar información al nuevo cronista,
el texto aquí editado aclara que este no había gran necesidad de ello, pues había residido largo tiempo en la corte y
se encontraba muy bien informado de todos los sucesos
44
FRANCISCO BAUTISTA
(§54). En este detalle personal late una defensa o un elogio
del segundo historiador, y ello parece confirmar, si hiciera
falta, que él es el autor de nuestro texto.
Restaría por valorar con algún detenimiento su naturaleza y su fecha, y con ello el lugar que le corresponde dentro
de la producción del cronista. Tanto su contenido como la
alusión a otros prólogos (al referirse a los «prohemios e
comienços» de otras historias [§19], o en el final del texto,
donde se habla de las «razones que en los comienços de las
estorias se suelen dezir» [§56]) apuntan, según he avanzado, a que se trata de una pieza introductoria, destinada a
presentar un relato histórico. y la opción más verosímil es,
a mi juicio, que fuera pensado como prólogo a la segunda
parte de la crónica, que va desde 1420 a 1434. En este sentido,
tanto el cambio de autoría en la crónica como la división
codicológica del relato habrían facilitado la incorporación
de alguna presentación de la segunda parte, y con ello la
concepción de esta pieza prologal. aun así, ni el borrador
transmitido por el ms. X-II-12 de El Escorial ni la copia
del texto definitivo debida a Zurita (bNE, Mss. 1618) contienen prólogo alguno, de modo que no sabemos si el autor
desestimó finalmente este texto, o si su ausencia en los citados
manuscritos se debe a accidentes en la transmisión del texto17.
Sea como fuere, las alusiones a los nombramientos de los
cronistas, la especificación del trabajo del primer historiador,
las referencias implícitas al prólogo de la primera parte y el
uso de motivos que forman parte de una suerte de topica de
los preliminares historiográficos apuntan, en efecto, a que nos
encontramos ante un proemio a la crónica regia de Juan II,
17. No es descartable que el prólogo se encontrara en algún
ejemplar de la segunda parte de la crónica; de ser así, cabría pensar que
Galíndez de Carvajal lo hubiera conocido, lo que explicaría que
distinguiera la autoría de cada una de las partes de la crónica regia.
Debe tenerse en cuenta, además, que de la versión definitiva de la
segunda parte de la crónica solo conservamos una copia de la segunda
mitad del siglo XVI (bNE, Mss. 1618), y que es muy posible que tal
texto refleje algunas correcciones ya no de Álvar García, y favorables
a Álvaro de Luna. Véase, sobre este asunto, Gómez Redondo 2002,
2232-2233, y bautista en prensa.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
45
y todo ello solo parece poder avenirse con la segunda parte
del texto. Es posible que se escribiera en un momento
próximo a 1434, cuando se cierra el relato de esa segunda
parte, aunque carecemos de datos que nos permitan precisar una fecha18.
La relación de nuestro texto con el prólogo de la primera
parte se produce en varios niveles. Desde un punto de
vista general, el preámbulo de Álvar García reproduce en
un principio el mismo gesto de dar por supuestos los rasgos
que distinguen a la escritura histórica, alegando, como se
dice en el prólogo a la primera parte, que ello ya estaría recogido «en las arengas e prólogos» de los historiadores
pasados19. Álvar García se refiere además al nombramiento
del cronista, otro de los asuntos que se mencionan en el
proemio de la primera parte, situando en cierta forma la
autoridad del Rey (o de sus tutores) detrás del impulso de
la redacción de la crónica. E insiste en la idea de que él continúa la historia, del mismo modo que en el primer prólogo
se afirma que el relato es continuación de una larga tradición cronística anterior. Pero Álvar García parece, además,
aludir directamente a dicho preliminar al señalar que el primer
historiador no se preocupó por explicitar las características
de la escritura de la historia (§21-§22), algo que coincide,
efectivamente, con lo que allí sucede. Todo ello apunta a que
Álvar García dispuso de un relato de la primera parte de la
crónica que contaba con el prólogo que hoy conocemos, y
que escribió este texto siguiendo dicho patrón, con el fin
de situarlo al frente de la parte de la crónica redactada por
18. El texto aquí editado asegura que el segundo cronista se encontraba en la corte desde hacía veinticinco años (§54). Si hemos de entender que ese periodo se cumple en el momento de su nombramiento,
Álvar García se encontraría en la corte ya desde 1397, aunque carecemos de datos que lo confirmen (Cantera burgos 1952, 66). En cambio,
si se interpreta ese periodo tomando como punto de referencia el
momento de redacción del texto y se sitúa su entrada en la corte con
su designación como escribano de cámara en 1408, ello apuntaría a
que fue escrito hacia 1433.
19. El prólogo a la primera parte puede leerse en Carriazo 1982,
1-5, por donde cito (aquí pág. 4).
46
FRANCISCO BAUTISTA
él mismo. En todo caso, junto a las sintonías que he señalado entre ambas piezas, deben reseñarse también sus diferencias, en las que me detengo adelante, y entre las que se
cuenta el intento, aun tímido y breve, de profundizar en el
ethos de la historiografía.
Que Álvar García conociera el prólogo de la primera
parte y que señale que el primer historiador había escrito
muchos de los hechos del reinado de Juan II desde la muerte
de su padre, Enrique III, a fines de 1406, hasta el año
décimo tercero de su reinado, es decir, 1419, permite sospechar que el texto que ha llegado hasta nosotros como
primera parte de la crónica de Juan II sea en sustancia obra
del primer historiador. En cierta medida, esa sección
presenta características propias de un texto que no ha recibido una última revisión y, sobre todo en los pasos finales,
que ha quedado en estado de borrador. así, el texto carece
de rúbricas y desde 1418 encontramos saltos en la narración, capítulos muy breves, lagunas o simples notas sobre
hechos que el autor se propone desarrollar, pero que han
quedado solo apuntados. Cabe pensar que si Álvar García
hubiera llevado a cabo una revisión de ese material, estas
características habrían desaparecido, aunque la valoración
de este punto debe aguardar a un análisis detenido del
texto20.
En todo caso, contamos aquí con un dato de interés
sobre el modo de trabajar del primer cronista, que habría
ido redactando su historia a lo largo de los años, y que para
cuando muere, probablemente en la segunda mitad de 1420,
cuenta con un relato casi definitivo hasta el año 1417, con
varias secciones en diverso grado de elaboración hasta 1419,
y luego con una serie de notas que alcanzan hasta julio de
1420. Esta forma de trabajar coincide con lo que cabe deducir
de otros testimonios sobre la escritura de la historia en la
Castilla del siglo XV21. Es interesante señalar que la segunda
20. Una edición, incompleta, de esa sección final puede leerse en
Ferro 1972, 213-223.
21. Contra ello parece dirigirse la prescripción de Fernán Pérez
de Guzmán de que la crónica «no sea publicada biviendo el rey o
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
47
parte enlaza directamente con el punto donde termina
la primera, es decir, no comienza al principio de 1420, sino
a mediados de ese año, con la antesala del golpe de Tordesillas en julio de ese año, lo que sugiere, más allá de que sea
un comienzo eficaz para el relato, que Álvar García partía
de una primera parte sustancialmente similar a la que conocemos y, de nuevo, que tal relato pertenece al primer
cronista22.
baste lo dicho para fijar unas coordenadas externas
básicas que permiten contextualizar la pieza aquí editada.
Redactada por Álvar García de Santa María, muy probablemente como prólogo a la segunda parte de la crónica
regia de Juan II, nos ofrece una serie de datos novedosos
e importantes para la historia de este texto, y también obliga
a revisar las reconstrucciones de la biografía de Álvar García,
sobre todo para la etapa que va de 1406 a 1420. Por un lado,
nos revela la existencia de un cronista primero, cuya identidad nos es por ahora desconocida, que habría preparado
el relato de la primera parte, y ello explica la existencia de
esa división de la crónica regia en dos partes, que se deberían por tanto a dos autores distintos. Por otro lado, sitúa
el nombramiento de Álvar García como cronista regio
en el año 1421, en un contexto delicado del reinado de
Juan II, y en ese marco es probable que su elección fuera
favorecida por el infante don Juan, quien en esas mismas
fechas propone a alfonso de Cartagena para el Consejo
Real. Este replanteamiento de la autoría invita, en fin, a una
nueva lectura de los textos que ponga de manifiesto sus
similitudes y divergencias, y que trate de explorar hasta
prínçipe en cuyo tienpo e señorío se hordena, por quel estoriador sea
libre para escrivir la verdad sin temor» (Tate 1965, 3). Esto podría explicar también la difusión del relato cronístico que va de 1420 a 1434,
que no puede achacarse al cese del trabajo de Álvar García, sino tal
vez a una iniciativa impulsada desde la corte. Véase también lo señalado por Ruiz García 1999, 286, con bibliografía.
22. En efecto, sería de esperar, que, de no pertenecer al primer
autor, Álvar García hubiera colocado toda la materia relativa al año
1420 en la segunda parte, comenzando su relato no a mediados, sino
al principio de ese año.
48
FRANCISCO BAUTISTA
qué punto la escritura de la crónica regia en las dos partes
se sostiene por una poética común y en qué medida los
autores determinan también la orientación del texto. O
dicho de otro modo, qué lugar ocupa el autor en ese proceso
de negociación colectiva en el que se gesta en buena medida
el relato cronístico en esta época.
El oficio
y el cronista
Conviene ahora pasar de los datos externos,
del paisaje novedoso que abre nuestro texto,
al examen de algunas de las ideas que en él
se ponen en juego. Como he señalado, aunque en principio Álvar García, siguiendo el modelo del prólogo a la
primera parte, da como supuesta la importancia de la escritura histórica, las correcciones y los añadidos acaban otorgando una carga teórica bastante más amplia a su texto de
la que encontramos en el citado prólogo de la primera parte.
Este consiste, en realidad, en un apretadísimo resumen de
la historia de España desde «Ércoles el Grande» hasta
Enrique III, que sirve para conectar el comienzo de la historia de Juan II con un horizonte más vasto, cuya síntesis
fundamental en romance se sitúa en alfonso X, a quien se
nombra en el texto. De hecho, el autor sigue de cerca
otros dos preliminares íntimamente ligados entre sí: el de
la Estoria de España, que traduce en buena medida el de la
Historia gothica de Rodrigo Jiménez de Rada, y el de Pero
López de ayala, que se basa en el alfonsí. En ellos se
inspiran las líneas iniciales del prólogo a la primera parte,
donde se afirma que los reyes mandaron poner por escrito
los hechos pasados «por dar exemplo» y para que «quedasen en memoria para siempre» (Carriazo 1982, 1). La parte
final contiene la referencia al nombramiento del cronista por
parte de los tutores de Juan II y se cierra con una frase en
la que se explicita la idea de que el texto continúa un proceso
más amplio, lo que, de acuerdo con el autor, hace innecesario cualquier otro planteamiento sobre la escritura de la
historia. Esta afirmación de la continuidad y de la tradición (ya presente en López de ayala) quizá tenga un alcance
ideológico, en tanto que parece afirmar una continuidad
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
49
política, y en tanto que contribuye a naturalizar el relato
histórico, que se ofrece como algo ajeno a todo conflicto,
emanado de los propios hechos y sancionado en definitiva
por la autoridad regia («los señores muy altos e muy nobles
prínçepes de España»).
Es posible también que esa presentación de la historia
trate de sugerir una continuidad poética y cultural. En todo
caso, el desarrollo de los aspectos teóricos en el prólogo de
Álvar García aquí editado constituye un síntoma de cambio,
y no parece casual que coincida en el tiempo con los primeros debates historiográficos en la Castilla bajomedieval.
Pueden identificarse dos direcciones en el contenido de
nuestra pieza. Por un lado, aquella que tiene que ver con el
cargo de cronista, con un oficio que solo recientemente
parece haberse constituido como tal, y a propósito del cual
nuestro prólogo ofrece datos de interés. Se trata de una información de tipo institucional, que afecta a nuestro conocimiento del desarrollo de una oficialización del cargo de
cronista regio y también de sus competencias y de su funcionamiento. En segundo lugar, nos encontramos con una
dimensión vinculada directamente a la escritura histórica, en
donde Álvar García incide sobre las cualidades del cronista
y sobre la verdad como el principio de la historia. Exploraré brevemente cada uno de estos dos ejes teóricos del
prólogo.
Del mismo modo que en el preliminar a la primera parte
se alude al nombramiento del cronista, Álvar García se refiere
a ello en el texto aquí comentado, proporcionándonos no
solo la fecha en que tuvo lugar, sino también dos disposiciones del Rey en relación con ese cargo: por un lado, los
familiares del anterior cronista deben entregarle todos los
papeles relacionados con la crónica regia, y por otro, se insta
a todos los del reino a comunicar al nuevo historiador aquellas informaciones que puedan ser pertinentes para su oficio.
Es posible que Álvar García se esté basando aquí en la
propia carta real de nombramiento, ya que en los dos casos
se indica que esa información procede de una carta regia
(«mando por su carta» [§47 & §49]). En todo caso, no se
conserva tal documento ni se conserva ninguna carta de
50
FRANCISCO BAUTISTA
nombramiento de este tipo hasta la época de los Reyes Católicos. Con anterioridad solo se conocen albalaes destinados
a los contadores para que se asigne al cronista un determinado salario, el primero de ellos de 1456, donde no se ofrece
ningún dato más relacionado con el cargo de cronista
(bermejo Cabrero 1980). En todo caso, la primera carta de
nombramiento conocida, fechada en 1476 y por la que se
hace a Juan de Flores cronista regio, presenta alguna concomitancia significativa. En efecto, en ella, como en nuestro
texto, se insta a todos los del reino a reconocer a Juan de
Flores como cronista regio, a comunicarle aquello que pueda
ser pertinente para su oficio y a respetar los privilegios que
le confiere el cargo («que vos ayan e tengan por nuestro
coronista e usen con vos en el dicho ofiçio e comuniquen
con vos las cosas a él tocantes e conçernientes» [bermejo
Cabrero 1980, 408]).
Por otro lado, en ese mismo documento se establece
que se haga una copia de la carta y la guarden en los
libros de quitaciones, y que se entregue el original a Juan
de Flores, para que lo tenga «por título del dicho ofiçio»
(bermejo Cabrero 1980, 409). En este sentido, es interesante constatar que entre los papeles de Álvar García, según
un inventario contenido en el mismo códice que transmite nuestro prólogo, se encuentra justamente una carta
regia que cabe identificar con el nombramiento, junto a un
traslado de ella: «Otro enboltorio que dize carta del rey del
ofiçio de las estorias. Otro enboltorio que dize traslado
de la carta del rey del ofiçio de las estorias» (fol. 74r). Es
muy probable, por tanto, que varios de los elementos que
encontramos en el nombramiento de Juan de Flores remitan
a prácticas anteriores, ya presentes en el reinado de Juan
II, al menos desde el momento en que se nombra cronista
a Álvar García. y es muy probable también que las dos
disposiciones regias en relación con el cargo del cronista
que se señalan en el prólogo se basen en la carta de nombramiento del cronista.
En cualquier caso, lo relativo a la entrega de los papeles
del primer cronista remite directamente a las circunstancias del nombramiento de Álvar García, que tiene lugar
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
51
tras la muerte de su predecesor23. Esa entrega de papeles
pretende asegurar la continuidad del relato, y probablemente estaba destinada a que el propio Álvar García pudiera
dar fin a las secciones que aún estaban en borrador, algo
que, con todo, parece haber quedado por hacer, del mismo
modo que el anterior cronista no había solventado la laguna
historiográfica, mucho más amplia, que presenta la crónica
de Enrique III. Estamos en un momento, por otro lado,
en que el cargo de cronista exhibe una titularidad única,
algo que se modifica con el reinado de Enrique IV, y en
que los nuevos nombramientos vienen provocados por
causas naturales, no aún por causas políticas. Esto último,
no obstante, cambia ya dentro de la época de Juan II con
la destitución del propio Álvar García, mucho antes de su
muerte, aunque no conocemos ningún documento que nos
proporcione detalles sobre ese hecho.
El segundo asunto mencionado en el prólogo en relación con el oficio del cronista tiene que ver con el mandato
regio de comunicar al historiador todo aquello que pueda
serle útil en su tarea:
Et mando otrosi por su carta a los infantes sus primos e a los
perlados et duques e condes, ricos omnes e cavalleros et dotores
e otrosi qualesquier personas del su consejo e de la su corte
e de la su chançelleria e de las sus çiudades e villas e a otros
qualesquier personas de sus regnos que dixesen e ynformasen al dicho segundo estoriador todas cosas que de los sus
fechos suyos e de sus regnos ellos supiesen que el dicho estoriador entendiese que le cunplia ser ynformado a fin que mejor
et mas verdaderamente sin fallesçimiento alguno el pudiese
fazer e ordenar la dicha coronica e estoria (§50-53)24.
23. Este hecho explica que Galíndez de Carvajal, como dice en el
prólogo a la crónica impresa de Juan II, alcanzara a ver en el monasterio de San Juan de burgos los «originales» de la primera parte
(Rosell 1878, 273), lo que, entre otras cosas, hubo de llevarle a adjudicar a Álvar García tal sección.
24. Elimino las tachaduras de esta y las próximas citas del prólogo.
La enumeración jerárquica de los integrantes del reino en este pasaje
es análoga a la que figura en el nombramiento de Juan de Flores
52
FRANCISCO BAUTISTA
Esta disposición, que no sabemos si es una novedad o
si tal vez algo análogo se encontraba ya en el nombramiento
del anterior historiador, reclama una colaboración en la escritura de la crónica regia que contribuya a su excelencia, y
que además la haga asumible por todos los integrantes del
reino comprometiéndolos en su construcción. Ciertamente,
hay una carga ideológica en este requerimiento, y una amplitud mucho mayor en ese espectro de colaboradores de la
que en la práctica habría de producirse. Pero se enuncia aquí
también, de forma directa, un procedimiento en la composición del texto que ha sido indagado mediante el análisis
minucioso de algunos textos cronísticos bajomedievales, y
que da lugar a la utilización en el relato de documentos y
cartas de relación destinados a dar noticia de algún evento25.
En este sentido, no puede dejarse de lado el hecho de que
los comienzos de las cartas de relación en romance en Castilla se produzcan a principios del siglo XV y que en este
momento, como muestra nuestro texto, se solicite el envío
de noticias al cronista regio, algo que apunta a que se trata
de dos fenómenos paralelos, y que tanto la conciencia de la
importancia del relato histórico como la acogida de tales
materiales en él debieron impulsar el desarrollo de los
mismos. Es muy probable, por tanto, que en la emergencia
de las epístolas de relación haya desempeñado un papel
importante, entre otros, la burocratización de la historia que
se produce desde comienzos del reinado de Juan II.
En todo caso, aunque la carta de relación sea el formato
que alcanza una identidad literaria y que conquista un espacio
de transmisión que asegura su permanencia, no es ese el
único cauce de comunicación escrita de noticias. La información que a este respecto nos proporciona el prólogo aquí
editado se complementa de forma elocuente con los materiales que ofrece el propio códice que lo transmite. Junto
a ciertos documentos íntimamente relacionados con la
crónica, algunos susceptibles de ser catalogados como
(bermejo Cabrero 1980, 408), y es un indicio más que apunta a que
el pasaje se basa en la carta de nombramiento de Álvar García.
25. Véase Cátedra 1996, Garcia 2000 & Pontón 2002.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
53
cartas de relación, encontramos otras piezas cuya funcionalidad tiene una dependencia mucho más estrecha con
respecto a la crónica, y que por tanto no parecen haber alcanzado independencia frente a ella. así, uno de los pliegos
lleva el título de «Preguntas respondidas por el Relator»; y
en otro caso nos encontramos con una serie de bifolios identificada como «Relacion dada por el Relator», que consiste
en un itinerario regio de 1430 a 1434. ambos textos apuntan
a una colaboración muy activa del relator Fernán Díaz de
Toledo, que ya ha sido señalada a partir de la lectura de la
propia crónica y que confirman estos materiales26. Pero no
es el único caso. Encontramos también una narración sobre
la actuación de Álvaro de Luna en la frontera de aragón en
1429 que podría haber sido remitida por el entorno del
privado, y que, en consecuencia, también es importante para
estudiar el tejido cronístico del reinado de Juan II. Por fin,
obviamente, la comunicación oral ha de haber tenido un
peso esencial, como muestra un pliego en el que figuran una
serie de ítems que el cronista desea averiguar, con la aclaración de los mismos alrededor de cada enunciado27.
No hay duda, pues, de que esa solicitud de colaboración no se ha quedado en letra muerta, y también de que
se traduce en unas formas textuales más variadas de lo que
a veces nos es posible entrever. Por lo demás, está en consonancia con la transformación de la escritura de la crónica
regia en un oficio cortesano, que se beneficia de otras piezas
del aparato burocrático y cuya representación de los hechos
26. Véase Gómez Redondo 2002, 2232, con otras referencias.
27. a la comunicación oral exclusivamente se alude en el prólogo
de ayala a sus crónicas: «Otrosi de lo que acaesce en mi edad e en mi
tienpo en algunas partidas donde yo non he estado e de lo que sopiere
por verdadera relacion de señores e cavalleros e otros dignos de fe de
quien lo oy e me dieron dende testimonio, tomandolo con la mayor
diligencia que pude» (Orduna & Moure 1994-1997, I, lxxxviii [modifico la puntuación y la grafía de acuerdo con los criterios que menciono
en la transcripción del prólogo aquí comentado]). Esta oralidad sigue,
así pues, teniendo vigencia, pero se complementa en época de Juan II
con el recurso a los textos, algo que, como he señalado, quizá potenciara, entre otras cosas, el desarrollo de las relaciones escritas.
54
FRANCISCO BAUTISTA
atiende especialmente al detalle más que a la síntesis, lo que
trae como resultado un modo de trabajar propio, por el
que se escribe con poca distancia frente a los hechos, y
que también resulta en una mayor extensión de la narración.
Esta concepción parece además solidaria de la anonimia que
encontramos tanto en nuestro texto como en el prólogo de
la primera parte, ya que la identidad del cronista queda subsumida en su cargo y en las atribuciones que este le confiere.
Se diría que la anonimia va de la mano de esa proyección
de la escritura histórica como un relato asumible por todos
los del reino, y sobre el que ningún nombre propio reclama
la autoría. ahora bien, en nuestro prólogo encontramos una
suerte de reticencia frente a esta idea, no solo porque las
observaciones de Álvar García acerca del cronista prescriben unas ciertas cualidades, y por tanto vienen a poner el
acento sobre el responsable del texto, sino porque el
mismo Álvar García reclama para sí un espacio propio, que
le autoriza a trazar un relato del pasado. Es lo que sucede
cuando, tras recoger el mandato regio sobre el envío de informaciones al cronista, aclara que él no tenía necesidad de
demasiadas noticias, ya que conocía muy bien todo lo que
sucedía en el reino, como quien desde largo tiempo vivía
en la corte. Hay aquí, ciertamente, una apología de sí mismo,
de su idoneidad para el cargo, pero también asoma una dialéctica entre la anonimia y el historiador, entre lo institucional
y lo individual como lugar de enunciación del relato. y puede
decirse que tal tensión quizá ayude a explicar la incipiente
elaboración teórica que ofrece nuestro texto, y tal vez también
las huellas que de su autoría deja el propio Álvar García en
su crónica.
Pasemos ya a sus observaciones sobre la escritura histórica. Estas se concentran sobre todo en la nota del extremo
superior izquierdo en el recto del folio (§1-§9), y se deben
a un segundo impulso en la redacción del texto, es decir,
esa breve elaboración no se sitúa en el arranque inicial,
que, como he señalado, sigue en gran medida el modelo
del prólogo a la primera parte, sino en la revisión de lo
escrito. Este hecho mismo ilustra nuevamente esa tensión
dialéctica entre la fidelidad a una tradición que apenas se
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
55
preocupa por las condiciones de la historiografía y el surgimiento de una conciencia del carácter problemático de la
misma, y por tanto necesitado de algunas prescripciones.
Pueden distinguirse dos implicaciones en esa nota: por un
lado, la sugerencia de una localización de la historia en un
marco epistemológico determinado y, por otro, la explicitación de dos preceptos que deben cumplirse en la composición del relato histórico.
al anunciar esos preceptos, Álvar García coloca la historia en el mismo plano que otros libros que componen los
doctores y glosadores de las ciencias y de las escrituras
antiguas, o dicho de otro modo, que los libros de los derechos y de las artes (§3-§6). aunque el pasaje en el que se
enuncia este paralelo presenta problemas de lectura en el
manuscrito, no parece haber duda de que nos encontramos
ante una comparación que sugiere un mismo espacio de
significación para estos discursos. y pese a que es un aspecto
que no se desarrolla, todo apunta a que la nota insinúa un
mismo horizonte de escritura, por el cual la historia se
sitúa al lado del derecho y de las artes. Más que relacionarse con la posición del texto histórico dentro de las artes
liberales, que tradicionalmente solía situarse dentro de la
gramática, este paralelo parece señalar su convivencia con
otras obras civiles, ligadas al pasado, a la moral y a la ordenación de una comunidad28. Se afirmaría de este modo,
por tanto, la naturaleza sustancialmente humana y contingente de la historia, que comparte espacio con otros saberes
liberales, éticos y políticos, y con ello quizá se pretendería
asimismo resaltar la dimensión legal y literaria de la historia. Se trata de una perspectiva que debe mucho seguramente
a la difusión de textos como las Décadas de Tito Livio, y
que será dominante ya a lo largo de todo el siglo XV. y está
en sintonía con el lenguaje que Álvar García emplea para
referirse a la materia histórica, que tiene una cierta
impronta latinizante y jurídica («bien publico», «comunidades», «cosa publica»). Pero además viene a mostrar
28. Sobre la tradicional posición de la historia dentro de la gramática, véase Rico 1984, 159, nota 6, y 180, nota 26.
56
FRANCISCO BAUTISTA
una suerte de continuidad entre artes, derecho e historia,
como si con ello se indicase que el cronista ha de poseer
también una cierta formación legal y retórica como condición para llevar a cabo su tarea de forma solvente29.
Los dos preceptos señalados en la nota atienden, por
un lado, al provecho del texto, y por otro, a la persona del
cronista. El primero conecta con la tradición anterior de
prólogos historiográficos, que hablaba de la utilidad de las
crónicas en tanto que permitían la conservación de la
memoria y poseían un valor ejemplarizante. aquí, con
todo, la idea se enuncia de un modo más general y con un
lenguaje ligeramente distinto: «La primera es que la obra que
sea buena e que razonablemente se pueda esperar della buen
fruto» (§7-§8). En segundo lugar, Álvar García se centra en
la persona del cronista, que debe ofrecer todas las garantías
para que el relato no sufra deformaciones: «La segunda es que
aquel que la ordena sea tal persona por sus meresçimientos
que con verdat la pueda fazer» (§9). ambas máximas quedan
glosadas en buena medida por el comienzo del texto central
(§10-§17), sobre todo después de las correcciones que en
él se introducen. En dicho pasaje, el fruto de la historia queda
referido a su utilidad para la comunidad y a su capacidad
para fijar una memoria colectiva. Es cierto que la exposición de dicha idea es un tanto tautológica e insuficiente, en
la medida en que se dice simplemente que puesto que la
historia es «muy conveniente al bien publico» y que los príncipes desean ver escritos sus hechos, entonces «se puede
dezir que ordenar estoria de los fechos que pasan que es
buena obra e que se espera della buen fruto». Pero interesa
destacar que en ese pasaje Álvar García efectúa una suerte
de síntesis entre los dos preceptos enunciados anteriormente,
y parece condicionar la utilidad de la historia a la verdad con
29. Cabe recordar que en el inventario de la biblioteca de Álvar
García contenido en su testamento, dado el 24 de mayo de 1457, se
citan las «Decadas de Tito Libio, en romance, escripto en papel, la
primera Decada», junto a otros dos volúmenes de Valerio Máximo,
uno en catalán y otro en castellano, otros libros de Cicerón y Séneca,
y textos de contenido religioso, jurídico y moral (Cantera burgos 1952,
198-200).
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
57
la que el cronista lleve a cabo su tarea. así, habla de «estoria
verdadera» y explica que los que «verdaderamente ordenaron e ordenaren» la historia hicieron y harán una buena y
provechosa obra (véase también §53).
Esta insistencia en la verdad no es nueva. ya en el
prólogo a sus crónicas, Pero López de ayala asegura que se
propone escribir «lo mas verdaderamente que pudiere», y
que no hará «si non dezir la verdad» (Orduna & Moure 19941997, I, lxxxviii). Pero lo que en dicho prólogo aparece aún
como declaración personal del cronista se plantea aquí como
un principio general, que constituye de este modo una condición básica del discurso histórico. La formulación de Álvar
García anuncia ya, por tanto, algunas de las observaciones
incluidas en el conocido proemio a las Generaciones y semblanzas, donde Fernán Pérez de Guzmán afirma que la primera
de las tres «cosas» que requiere la escritura de la historia es
que «el estoriador sea discreto e sabio e aya buena retórica», puesto que cuando esta y las otras reglas no se cumplen
«son las corónicas sospechosas e caresçen de la verdad» (Tate
1965, 2-3). En ambos casos, la idea de verdad se hace depender de la persona del cronista, y tiene por ello un componente moral. En cierta medida, la formulación de Álvar
García presupone que él mismo se ajusta a ese dictado, y
cabría preguntarse si no se trata de una autoapología, análoga
a la que asoma cuando dice, después de referir el mandato
regio por el cual los del reino debían comunicarle aquello
que fuera de interés para la crónica, que se encontraba muy
bien informado de los hechos que ha de narrar, como quien
había pasado la mayor parte de su vida en la corte. Si es así,
si puede postularse un tono apologético detrás de estas
afirmaciones, cabría pensar que el prólogo haya sido escrito
en un momento delicado, en que la idoneidad de Álvar García
como cronista podría comenzar a ser contestada desde
algunos sectores de la corte30. y ello no tendría nada de
30. El comentario sobre la presencia del historiador en la corte
parece incidir también en su lealtad al Rey, no solo por el hecho de
señalar un largo periodo de servicio, sino por detallar que sus ausencias de la corte se debían solo a misiones encargadas por el Rey o su
58
FRANCISCO BAUTISTA
extraño, ya que, como sabemos, el autor fue apartado de la
crónica regia mucho antes de su muerte, probablemente
poco después de 1440.
ahora bien, el contexto de este prólogo no puede ser
solo personal, sino que se incardina también en el marco
de una serie de reflexiones sobre el oficio de historiar producidas por los mismos años, o muy cercanos, en Castilla (Carr
1986). Como es bien conocido, hacia 1430, en su Traducción
y glosas de la «Eneida», Enrique de Villena plantea una crítica
esencialmente retórica y profesional de las crónicas regias
del momento, reclamando una mayor atención por la
elocuencia y una mejor preparación intelectual del cronista.
algo más adelante, entre 1450 y 1460, Fernán Pérez de
Guzmán, a quien ya me he referido, desarrolla, en el proemio
a las Generaciones y semblanzas, una reflexión de orden fundamentalmente moral y político sobre la historia, donde la
verdad del relato, sobreentendida en los textos anteriores,
se convierte, de forma más vehemente que en nuestro
caso, en el locus central de la discusión31. Pese a que el prólogo
de Álvar García es contemporáneo de la Traducción y glosas
de la «Eneida», no comparte en absoluto sus planteamientos (no en vano procede justamente del espacio cultural
al que Villena dirige sus críticas), y tampoco hay indicio de
que exista ningún tipo de enfrentamiento con dicho texto,
que probablemente Álvar García no conociera (o de lo
contrario, lo ignora por completo). En cambio, se encuentra, como hemos visto, bastante próximo a la orientación
de Pérez de Guzmán, que insiste sobre todo en las condiciones éticas del historiador y en las de la creación de un
consejo «a algunas partes de cumplia a su serviçio» (§55). La vinculación de Álvar García con el infante don Juan, que desde la segunda
mitad de la década de 1420 queda enfrentado a Álvaro de Luna,
debió dejar en una posición delicada al cronista a partir de dicho
momento, y ello podría justificar esa sutil autodefensa que me parece
posible percibir en estos pasajes.
31. Sobre este preliminar, además del trabajo de Carr ya citado,
puede verse Gómez Redondo 2002, 2437-2440, & Folger 2003, 5660.
ÁLVAR GARCÍA DE SANTA MARÍA
59
relato que atienda sobre todo a la verdad. No sabemos si
Pérez de Guzmán llegó a conocer una versión de nuestro
texto, pero la amistad entre ambos intelectuales invita a no
dar de lado esa posibilidad, que amplía el horizonte del debate
historiográfico en la época de Juan II.
Final
No es necesario insistir sobre las implicaciones del
texto aquí comentado, que puede contemplarse
después de todo como la invitación a una revisión
de la cronística del reinado de Juan II. Los nuevos datos
sobre la autoría, el oficio de historiador, los métodos de
trabajo cronístico y la incipiente reflexión teórica sobre el
discurso historiográfico piden ser integrados en un cuadro
más amplio que precisa aún de aportes básicos, como la
edición de textos. Este trabajo quisiera dar un primer paso
en tal dirección, para lo cual las perspectivas que abre el
prólogo de Álvar García quizá representen un acicate y propicien una mirada renovada sobre los textos.
II
LaS SIETE EDaDES DEL MUNDO
DE PabLO DE SaNTa MaRÍa
y SU SIGNIFICaCIóN IDEOLóGICa
N
JUaN CaRLOS CONDE
O SON MUCHOS LOS ESTUDIOS QUE SE
HaN ocupado del contenido ideológico y político
de Las siete edades del mundo, la crónica en verso
compuesta por Pablo de Santa María, obispo de burgos,
Canciller mayor de Castilla y ayo del joven rey Juan II,
hacia 1416-1418, aunque sin duda los más importantes de
entre ellos han desvelado importantísimos aspectos del
mensaje de dicha obra1. Sin duda los más importantes
estudios al respecto son los publicados por el siempre
añorado alan Deyermond, quien en varios trabajos (1985a,
1986, 1988, 2009) estudió cómo Pablo de Santa María utilizó
1. La biografía sobre el obispo don Pablo y sus Siete edades del
mundo ha crecido desde los ya lejanos libros de Serrano 1942 y Cantera
burgos 1953. Las más importantes contribuciones sobre su vida y obra
elaboradas en los últimos decenios son el estudio de Krieger 1988, la
edición de las Siete edades de Sconza 1991, el estudio y edición de
la misma obra de Conde 1999, artículos como los de Fernández Gallardo
1993, Kriegel 1994, Szpiech 2010 o Velázquez (en prensa), o contribuciones a obras colectivas como Conde 1993, 2002 y 2010. Las razones
para la cronología propuesta del texto se hallan en Conde 1999, 15-22.
61
62
JUAN CARLOS CONDE
en su crónica diversos recursos temáticos y estructurales
–así, la organización del relato histórico conforme al esquema
de edades del mundo, con sus implicaciones para una visión
de la historia teleológica y escatológica reflejo de los designios de la providencia divina; o la combinación de historia
universal e historia nacional en un mismo relato, con las
implicaciones con que la dinámica significativa de ciertos
tópicos caros a los historiadores del Occidente medieval,
como la translatio imperii o las cuatro monarquías, carga mesiánicamente la representación historiográfica de una monarquía castellana presentada como heredera de una línea
romano-gótica de la cual es culminación y cima– con objeto
no solo de alabar convencionalmente a su Rey y señor,
sino también de legitimar una monarquía «born in bastardy
and rooted in fratricide» (Deyermond 2009, 64; idea ya expresada antes por él mismo en 1985a, 319), y convertirla en
cumbre y ápice de la historia de la humanidad hasta la fecha.
La finalidad legitimadora de las Siete edades es, para Deyermond, clara: «That chronicle makes skilful use of a variety
of techniques to depict Juan II as rightful heir to the Visigothic kings of Spain and thus, implicitly, to validate the legitimacy of the Trastámaran dinasty» (Deyermond 2009, 65)2.
Entre esos elementos destacan la continuidad de la línea del
imperium en la historia universal, acentuado por diversos dispositivos estructurales y temáticos que dotan al relato historiográfico de una carga providencialista y mesiánica3. Como
2. Muchas de esas técnicas no son en absoluto originales, sino
que en realidad Santa María recupera algunas de las movilizadas en las
obras historiográficas patrocinadas por alfonso X y hasta en sus fuentes:
«In the early fifteenth [century] the needs of the usurping Trastámaran
dynasty –rooted, as I have said, in bastardy and fratricide– led Pablo de
Santa María […] to adapt the historiographic patterning of the Estoria
de España in his Siete edades del mundo […]. He, like the authors of the
Estoria, achieves this by combining the Neo-Gothic ideology of Ximénez
de Rada with biblical references» (Deyermond 2009, 71). Véase también
Deyermond 1986. Para las formulaciones neogóticas de la Estoria de
España alfonsí, el mismo Deyermond 1985b.
3. «¿Cómo prepara el poeta esta revelación de Juan II como un
Mesías en la esfera de la política? Emplea varios recursos, destacándose
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
63
señala Deyermond, uno de los elementos fundamentales a ese
propósito en las Siete edades es su estructuración mediante el
esquema de edades del mundo, un esquema cargado de connotaciones e implicaciones mesiánicas, que se amplía y consolida con otro de los elementos centrales de las Siete edades: la
idea de la translatio imperii de unas monarquías a otras a lo largo
del devenir histórico4. Ello sitúa la historia castellana en el
punto culminante del desarrollo de la historia universal:
La fusión de la historia sagrada con la seglar –que se encuentra
en todas las historias universales– conduce a dar de la historia
seglar una interpretación no sólo milenaria, sino casi mesiánica, y el poeta emplea varios recursos para presentar a Castilla
como punto culminante de la historia, y finalmente a Juan II
como Mesías. La Castilla trastámara es, según Pablo de Santa
María, sucesora de las monarquías judía y romana; en cuanto a
la monarquía goda, no es sólo sucesora, sino heredera legítima
(Deyermond 1988, 176-77).
En efecto, la sucesión de unas monarquías a otras, que
subyace al esquema de las cuatro monarquías, tan frecuentemente utilizado por los historiadores universales del Occidente medieval5, es otro de los elementos de configuración
el énfasis en la genealogía y en las casas reales. En la biblia, tal énfasis
demuestra el patrimonio regio de Jesús. En Las edades del mundo, prepara
el terreno para la Castilla de la dinastía trastámara, e implícitamente
garantiza la legitimidad de la dinastía» (Deyermond 1985a, 318; idéntica formulación en Deyermond 2009, 73).
4. «Las creencias milenarias se asocian íntimamente tanto con
las siete edades del mundo en la obra de Pablo de Santa María como
con las seis edades agustinianas. Hay más: la fusión de la historia sagrada
con la seglar, fundamental en el género de las historias universales, estimula la aplicación a la historia seglar de una interpretación milenaria y
hasta mesiánica» (Deyermond 1985a, 317; Deyermond 2009, 72).
5. «Las enumeraciones de patriarcas y monarcas judíos y romanos
(antiguos y medievales) y godos ilustran el esquema de las cuatro monarquías […] Pablo de Santa María no menciona específicamente dicho
esquema, y por lo tanto la identificación queda un poco incierta: la
primera monarquía es seguramente la judía, pero no se puede decir si
las otras son romana, goda y castellana, o romana antigua, romana
medieval [i.e., Sacro Romano Imperio Germánico] y goda-castellana. Con
64
JUAN CARLOS CONDE
del discurso historiográfico movilizados por Pablo de Santa
María. Dentro de ese plan de tránsito del imperium de una
monarquía a otra, Deyermond subraya la especial vinculación de Castilla con la monarquía visigótica establecida en
las Siete edades, siguiendo líneas sólidamente construidas en
la historiografía del XIII (Deyermond 1985b). Señala este:
«La Castilla trastámara es, según Pablo de Santa María, sucesora de las monarquías judía y romana, pero su relación
con la goda es distinta y más íntima: no sólo es sucesora,
sino también heredera legítima» (Deyermond 1985a, 321,
Deyermond 2009, 74). El análisis presente en Deyermond
1985a y 1988 es la base de las atinadas observaciones efectuadas por José Manuel Nieto Soria (1993, 215-216) acerca
de la intencionalidad legitimadora, con base en un providencialismo mesiánico, que distingue a Las siete edades del mundo6.
yo mismo, en varios lugares (verbigracia, Conde 1995;
Conde 1999, 109-120), he desarrollado esa línea de indagación interpretativa, concretando y ampliando ciertos términos precisos del mensaje providencialista y mesiánico que
la obra emite respecto de Juan II y su reinado. así, dicho
todo, el problema no importa mucho, ya que la cuarta monarquía, la
que se acerca más a la perfección, es la castellana» (Deyermond 1985a,
318-19). Esta estructura de la sucesión entre las cuatro monarquías, continúa Deyermond, se carga en las Siete edades de contenidos más complejos que acentúan sus connotaciones mesiánicas: «En términos de
otro esquema conocidísimo de la Edad Media, el reino judío y el imperio
romano son figuræ, prefiguraciones imperfect[a]s de un cumplimiento
futuro y perfecto: la Castilla de Juan II. así como Cristo cumplió las
promesas implícitas en las figuræ del antiguo Testamento, Juan II
cumplirá las promesas de la historia humana» (Deyermond 1985a, 322;
igual en Deyermond 2009, 76). Véase, para la el esquema historiográfico de las cuatro monarquías, Southern (1972, 162-63), Smalley (1974,
98-102) y Krüger (1976, 24-25).
6. Es de notar que, en una obra anterior, Nieto Soria detecta estas
formulaciones mesiánicas únicamente en la parte final del siglo XV
(1988, 71-77). Las siete edades del mundo antedatan significativamente el
uso del procedimiento en Castilla, y muy probablemente abren la puerta
a su utilización generalizada como parte central de la poética legitimadora de la corona castellana. Véase el comentario de algunos de
estos casos en Conde 1995, 53-56.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
65
mensaje (amén de su proyección general, que de tanto éxito
gozará entre cronistas y otros escritores áulicos del reinado
de los Reyes Católicos7) hace en las Siete edades referencia
específica y nítida a circunstancias concretas asociadas con
pactos y alianzas capaces de haber trastrocado de nuevo, años
después del fratricidio de Montiel, la línea dinástica de la
monarquía castellana: en concreto, hace referencia a las
cláusulas contenidas en el tratado de bayona, firmado por
Juan I y Juan de Gante, duque de Lancaster, en que las pretensiones de este al trono de Castilla se vieron apaciguadas con
el compromiso matrimonial entre su hija, Catalina, y el futuro
Enrique III (amén de por ingentes cantidades de dinero),
hecho reflejado en la estrofa 336 de las Edades del mundo:
Su fijo [i.e., Juan I] reinó luego por consiguiente,
de quien en Castilla un grand fecho se nota,
porque fue vençido en la de aljubarrota
por mala ordenança de toda su gente;
el qual por quitar un inconviniente
que estonçes pudiera venir muy aína,
casó a su fijo [i.e., Enrique] con doña Catalina,
según en los tratos pasó largamente (Conde 1999, 340b).
7. Estas formulaciones mesiánicas se dejan notar (y no agoto la
lista) en textos –tanto en prosa como en verso– de dicho período como
la Divina Retribución del elusivo bachiller Palma [1479] (a la espera
de la edición de Scott Ward, fruto de su tesis doctoral de 2008), la
Consolatoria de Castilla de Juan barba [ante 1488] (para todo lo relacionado con ella véase, por supuesto, Cátedra 1989), el Panegírico en alabanza
de la Reina doña Isabel de Diego Guillén de Ávila [1499, pero acaso ya
escribiéndose desde poco antes de 1492] (cuya edición preparo en estos
momentos), algunos de los poemas de Pedro de Gracia Dei, como su
Vergel de nobles de los linages de España o su Genealogía y blasón de los reyes
de Castilla [1500-1510] u obras ligeramente más tardías, como la
Prática de virtudes de los reyes de Castilla [1517] de Francisco de Castilla.
Para el elemento mesiánico presente en algunas de estas obras y en
las Siete edades, véase Cátedra 1989, 54-62, Gómez Redondo 1995,
428-431, y Conde 1995, 57-59. Véase también Nieto Soria 1993, 197198, para consideraciones efectuadas desde planteamientos más generales. Sobre la cuestión, y por lo que se refiere a la fundamentación
del reinado de Isabel la Católica, véase Cátedra en la segunda entrega
de estos estudios.
66
JUAN CARLOS CONDE
El inconveniente al que don Pablo hace referencia aquí,
con muy adecuado understatement, era la posibilidad de que el
trono castellano fuera ocupado por el Duque de Lancaster,
casado, no se olvide, con Constanza de Castilla, hija de
Pedro I, lo que proporcionaba un pretexto para una vindicación legítima de sus derechos al trono. El glosador
anónimo de la igualmente anónima refundición de hacia
1460 de las Siete edades menciona explícitamente este riesgo
de quiebra en la línea dinástica8. Pero había todavía más,
pues una de las cláusulas del tratado abría la puerta, caso
de que Enrique III y Catalina no tuvieran hijos, a que el
trono pudiera pasar, si concurrían ciertas circunstancias, a
la familia Lancaster (Palmer & Powell 1988, 55-56; cita
extensa y comentario en Conde 1999, 114-115). El nacimiento de Juan II anuló esa posibilidad. De ahí la estrofa
final de las Siete edades:
Ilustre linaje de reyes pasados
es este por todas las gentes del mundo,
de donde desçiende don Juan el Segundo,
delante quien somos todos inclinados;
que como fuimos del tributo librados
por Nuestro Señor en el su advenimiento,
así somos deste por su nasçimiento
después en Castilla todos libertados (Conde 1999, 340b).
8. «Muerto el rey don Enrique leuantaron por rey a su fijo don
Juan primero que reyno xij años y se corono en las Huelgas de burgos
y caso con doña Leonor fija del rey don Pedro de aragon y ouo en
ella a don Enrique que fue rey y al infante don Fernando que fue rey
de aragon este reyna murio de parto en Cuellar y caso el rey con
doña beatriz fija del rey don Fernando de Portogal que era heredera y
por eso entro en Portogal y se llamo rey y ellos alçaron al maestre
d’avis fijo bastardo del rey don Pedro de Portogal donde vinieron las
guerras de Troncoso y de aljubarrota y el duque de alencaste [sic] entro
en Castilla llamandose rey porque era casado con doña Costançia fija
del rey don Pedro y de doña Maria de Padilla y avinieronse que casase
doña Catalina fija del dicho duque con el prinçipe don Enrique primero
genito de Castilla» (Conde 1999, 408a-b). Sobre esta refundición de
circa 1460, véase Conde 1999, 230-243.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
67
Juan II, simplemente por el hecho de venir al mundo,
redimió a Castilla, del mismo modo que Cristo, al morir en
la cruz, ofreció a la humanidad la redención del pecado
original9. En este particular aspecto de nuestra obra, pues,
es posible hablar de mesianismo, pero no de profecía (que
quedaría asociada, fundamentalmente, a las implicaciones,
ya comentadas, del esquema de edades del mundo, de la
translatio imperii y del mito goticista al que queda acogida la
monarquía castellana). Recientemente, y desde muy distintas posiciones indagatorias, Ryan Szpiech (2010) ha abordado en un documentadísimo artículo, en que explora
exhaustivamente el subtexto polémico contra el judaísmo
de las Siete edades, el asunto de la intencionalidad del texto.
Su interpretación polemista, creo, no excluye en absoluto
las lecturas políticas que hasta aquí hemos visto, y, por otro
lado –y esa es, creo, una crítica mayor–, no tiene en cuenta
que, mientras que pudiera ser plausible la detección de síntomas en las Siete edades de posiciones antijudaicas y polémicas de raíz teológica y dogmática, la intended readership
de las Siete edades (hablaremos de ello enseguida) garantiza
que la interpretación política de la obra es la que debe prevalecer sobre cualquier otra, si deseamos aproximarnos a un
correcto entendimiento de los vectores ideológicos que Santa
María movilizó en el espacio textual de su crónica en verso.
La relevancia de ciertos mensajes cuasilatentes antijudaicos
de cariz teológico parece fútil en una obra de este tipo.
Sin embargo, estas aportaciones críticas, que son fundamentales para poner en claro el propósito y el significado
fundamentales de este texto, no agotan exhaustivamente los
mensajes que Pablo de Santa María codificó en el espacio textual
de las Siete Edades. El propósito de estas páginas es, precisamente, profundizar en su prospección y poner en claro otros
aspectos de la configuración ideológica y política ahormada
9. Véase para todo esto Conde 1999, 105-107 y 114-115. Para el
tratado de bayona, Palmer & Powell 1988. Pablo de Santa María
participó activamente en las negociaciones del tratado de bayona, y
permaneció en Londres como rehén: ver Serrano 1942, 15, & Cantera
burgos 1954.
68
JUAN CARLOS CONDE
en la obra. ampliar este tipo de indagación parece sumamente pertinente, porque todo parece indicar que Las siete
edades del mundo fueron con casi toda seguridad obra de
encargo, compuesta para la instrucción del joven rey Juan II,
de quien don Pablo era tutor, por disposición testamentaria de Enrique III, como consigna la Crónica de Juan II:
E otrosí, ordeno e mando que tengan el dicho príncipe mi
hijo Diego López de astúñiga, mi justicia mayor, e Juan de
Velasco, mi camarero mayor. E quiero e mando que estos, e
el obispo de Cartajena con ellos, el qual yo ordeno para la
criança e enseñamiento del dicho príncipe, tengan cargo de
guardar e de regir e governar su persona del dicho prínçipe
mi hijo, fasta que aya hedad de catorze años, e otrosí de regir
su casa (1982, 31-32)10.
Es verosímil, pues, que esta obra fuera parte instrumental de las actividades tutoriales de don Pablo. así lo deja
ver el prólogo que acompaña a la obra:
Entre otras obras que a la vuestra magestad, muy poderoso
Prínçipe e Illustrisimo Rey e Señor, ayan seýdo presentadas,
so breve compendio de escriptura una copilaçión, casi reportorio, de algunas estorias a vuestra alteza pensé dirigir (Conde
1999, 267a).
10. La voluntad expresada por el testamento de dejar al rey niño bajo
la guarda de los mencionados personajes, y no bajo la de su madre, la
reina viuda Catalina, causó la disconformidad de la reina. Varios capítulos de la Crónica de Juan II consignan el tira y afloja entre esta y Juan de
Velasco y Diego López de Estúñiga (Carriazo 1992, 49-55, por ejemplo,
y 87-88 para la resolución, por iniciativa del infante don Fernando, de
esta disputa) por la guarda y custodia del niño; significativamente, el
obispo de Cartagena –nuestro don Pablo– no es mencionado en todo
este proceso como parte activa y discrepante. La reina viuda doña Catalina y el infante Fernando (pronto «el de antequera») quedaron como
«tutores del dicho prínçipe mi hijo, e regidores de sus Reinos e señoríos» (33); eso explica que el texto citado aparezca en la Crónica de Juan
II perentoriamente seguido de la apostilla «pero que no se puedan
entremeter ni ayan poder en lo que atañe a la tutela» (Carriazo 1992,
32). Tutela que, como es bien sabido, distó de estar libre de tensiones.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
69
El hecho de que la iniciativa de la elaboración y dedicación de la obra parta del autor, y de que la creación del texto
no obedezca a encargo o encomienda parece corresponderse
con una situación de cierta autoridad o superioridad intelectual por parte del autor, lo que se ajusta a una relación
como la existente entre un tutor y su alumno, por muy regio
que este sea. y, por otro lado, la intención didáctica de la
obra se hace patente desde muy temprano en dicho prólogo:
De algunas estorias recoligiendo çiertas cosas que más por
manera de brocárdico11 que por otra escriptura sean avidas,
aquesta suma copilaré, non alongando nin me deteniendo en
la narraçión e continuaçión della porque en la manera sobredicha pueda ser avido por enojoso e tardío en mi fablar. Mas
brevemente discurriendo en esto, considerando aquesta orden
seguiré, porque así mesmo aquellos que de las estorias pasadas
alguna notiçia e familiaridad han avido, como en espejo por
ella mirando brevemente las puedan reduzir a su memoria; e
los otros que dellas más apartados se sienten, avido conosçimiento de como así ayan pasado e contesçido, buscándolas
recurran a aquellos logares donde más largamente se contienen (Conde 1999, 267b-268a).
La alusión a la memorización de los datos ofrecidos en
el relato historiográfico de las Siete edades, o a su función de
vía de acceso a otros textos en que se ofrece información
más larga y cumplida, apuntalan sin duda esa función didáctica o propedéutica que la obra tuvo.
Estos datos proporcionan, me parece, una información
preciosa, pues dan una idea de la situación de proximidad
al poder (o, si se quiere, de la situación en los círculos del
poder) desde la que Pablo de Santa María escribió sus Siete
edades. También ha de tenerse en cuenta que el destinatario
ideal, el lector plusquamimplícito de esta obra, es el rey Juan II.
En otras palabras, y esto es indudablemente fundamental,
el relato historiográfico que conforma las Siete edades es la
visión de la historia del mundo y de España ofrecida por el
11. Es decir, ‘compendio, dicho compendioso, o recopilación de
estos’. Véase Conde 1995-96.
70
JUAN CARLOS CONDE
Canciller mayor del reino al joven Rey cuya educación tiene
a su cargo. Creo que el rótulo de «official historography»
con que alan Deyermond (2009, 60) etiquetó (entre otras
obras afines) las Siete edades es perfectamente apropiado, y
ajustado a las circunstancias. Esto, sin duda, debe ser tenido
en cuenta a la hora de interpretar el sentido de esta compilación histórica: el carácter de «verdad histórica oficial» ad usum
delphini del relato de las Siete edades ha de tenerse muy presente.
asimismo, no debe olvidarse la amplísima difusión de que
nos consta disfrutó este sumario historiográfico a lo largo
de los decenios12, que garantizó la circulación del mensaje
facturado en sus estrofas, tan carentes de estro poético como
plenas de intencionalidad visionaria en lo político.
&
Una posible manera de profundizar en la indagación de
la intencionalidad ideológica de Las siete edades del mundo parte
de su consideración como sumario historiográfico. La idea
de brevitas, central en su configuración textual –y en nada
ajena a su condición didáctico-propedéutica (Fernández
Gallardo 1993, 258, con referencia explícita a las Siete edades)–
trae inevitablemente consigo (y tanto más cuando estamos
ocupándonos de una crónica universal-nacional, cuya potencial materia argumental es de la mayor vastedad) la movilización de una poderosa voluntad de selección y compendio.
La cita del prólogo de las Siete edades que hemos hecho hace
poco, donde la obra aparece calificada de «breve compendio de escriptura», de «copilaçión» a manera de «brocárdico» sacada «de algunas estorias», no es la única en que ese
designio de brevedad y selección queda explícitamente formulado, sino que aparece en otros lugares de dicho prólogo:
Et, muy esclaresçido prínçipe, por que en la manera de mi proçeder de muchas estorias que por diversas nasçiones difusas de la
creaçión del mundo acá han seýdo tractar entiendo distinguiendo
12. Véase, al respecto, Conde 1999, 121-132, & Deyermond
2009, 80.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
71
e apartando los tiempos señalados en que cada una ha pasado
e contesçido, por las quales, aunque más suçinta e calladamente pasase, de prosayca obra grand volumen cabsaría, por
estilo metreficado, que mayor compendio e brevedad consigo
trae, lo entiendo continuar (Conde 1999, 268b).
El de brevedad se cumple mediante un criterio de selección («de algunas estorias recoligiendo çiertas cosas...», como
se dijo), que aparece guiado, según se dice aquí, por criterios
de autenticidad, sancionados por la autoridad de la ley de Dios:
En la qual [suma] de diversas estorias traeré, apartando della
algunos fechos que por escripturas apócrifas son conosçidos
e allegándome otrosí a aquellos non solamente abténticos,
mas aún que por ley divina nos son demostrados. En los quales,
aunque poco, algún tanto me deterné (Conde 1999, 268a).
El criterio de la brevitas, pues, va mano en mano con el
de la selección de los hechos que han de constar en el relato,
realizada conforme a criterios de autenticidad, de acuerdo con
la ley divina. No es sorprendente, sobre todo en un relato de
historia universal producido en la Edad Media, basado en la
idea cristiana de la historia como resultado del desarrollo y
despliegue de un plan divino. Es obvio que a ello se superpone el perentorio designio de abreviación que la creación
de un sumario para la educación de un rey niño impone: no
era viable infligir al pobre Juan II un tocho de la magnitud
del Speculum Historiale del belovacense, una de las fuentes,
por cierto, usadas por Pablo de Santa María en sus Edades
(véase Conde 1999, 47-80). Resultado de estas operaciones
de la inventio historiográfica es la elaboración de un relato
que solo muy ocasionalmente se desvía de la falsilla históriconarrativa configurada por la línea de la sucesión en el imperium (desde los jueces de Israel a los reyes de Castilla, pasando
por la monarquía hebrea, la romana y la visigótica), y la de la
sucesión en el papado (tanto más importante en una obra
escrita en tiempos del Gran Cisma de Occidente por un autor
directamente implicado en su desarrollo y conclusión)13.
13. Véase para esto Serrano 1942, 30-36, 39-45 (merece especial
atención lo dicho en 43-44), 53-55 & 64-69.
72
JUAN CARLOS CONDE
Precisamente los ocasionales desvíos de esa línea, es
decir, los elementos incorporados al relato que la complementan y que no vienen directamente motivados por la relación de los sucesivos reinados, parecen ser, y tanto más
obviamente cuanto más drástico es el esfuerzo de selectio
impuesto por la voluntad abreviadora del autor de la compilación o sumario, aquellos que más cuidadosamente debemos
considerar en pos de ciertas claves de la voluntad significativa desplegada por el autor en el espacio textual. Si tales
elementos fueron capaces de superar la drástica criba compilatoria, se deberá a que el autor, indudablemente, los consideraría especialmente importantes. y ello, como ya ha
quedado dicho, cuando quien escribe está tan estrechamente
asociado con las estructuras de poder (tanto político como
eclesiástico) como lo estaba Pablo de Santa María, y cuando
tiene como primer y principal destinatario de lo que escribe
a un joven rey de cuya formación intelectual es responsable, merece la mejor y mayor de nuestras atenciones, pues
trasciende la pura y simple voluntad autorial para extenderse
al ámbito de la creación de un mundo explicado e interpretado para un monarca: un tipo de actividad intelectual que
muy raramente, si alguna vez, se habrá efectuado al margen
de claras e interesadas intenciones políticas.
&
Los elementos recogidos en Las siete edades del mundo que
no están directamente vinculados al desarrollo de las líneas
de sucesión monárquica o papal pertenecen a diversos
ámbitos y esferas. Más adelante los detallaremos, pero por
ahora baste decir que algunos de estos elementos son esperables en una obra correspondiente a un género historiográfico de clara impronta doctrinal cristiana, más si escrita
por un obispo. Piénsese, por caso, en las noticias ofrecidas
acerca de los hitos de la institución y desarrollo de la Iglesia
y de la doctrina católica, plasmada en las noticias sobre la
creación por Pedro de la Iglesia, o en la mención de los
grandes nombres de la Patrística. En esa misma línea, y de
forma acaso hipertrofiada, si consideramos el plan global
de la obra y su resolución textual, aparecen en Las siete edades
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
73
del mundo numerosas informaciones relacionadas con la historia de las Escrituras, lo que sin duda revela los intereses escriturísticos de Pablo de Santa María, biblista ilustre. Otros de
los elementos ajenos a las líneas de sucesión que configuran la translatio imperii incorporados al relato de las Siete edades
son menos obvios y previsibles, y, por eso mismo, de un
mayor interés a la hora de discernir la intencionalidad política última de nuestra obra. De entre ellos, dos series o grupos
de informaciones nos parecen especialmente significativas:
las realizadas respecto de las leyes, su creación y los principales hitos de su historia, y las efectuadas acerca de la institución e historia de la caballería14.
En cuanto al primer grupo, la primera mención que
aparece en las Siete edades a las leyes es, como cabría esperar
en un relato historiográfico de ámbito universal compuesto
en el Medioevo europeo, género siempre tan atento a los
inventores de las cosas y a los pioneros en la realización de
actividades15, la mención a la antigua Grecia como el lugar
en que por vez primera se guardaron las leyes. así consta
en la estrofa 103:
Quando los treinta años deste se acabaron,
al tiempo que andava por tierras agenas,
estonçes se començó el reino de athenas,
donde las leyes primero guardaron;
en el qual diez e siete reyes duraron
por discurso de años fasta bien después
14. Quedan sin tratar en este trabajo las restantes informaciones
ajenas a la sucesión en las monarquías o en el papado: la invención de
las siete artes liberales (estrofa 64), la reprobación de Homero en atenas
(137), menciones a diversos filósofos griegos (Pitágoras, Demócrito,
anaxágoras, arquelao, Gorgias, Sócrates, Hipócrates, Sócrates, Platón,
aristóteles, 165-173) y a varios escritores romanos (Cicerón, Catón,
Virgilio, 191; Ovidio, 199, boecio, 232) y a Galeno (213), serie de auctores que sin duda llama la atención a esas alturas del siglo XV, y en la
pluma de un obispo y teólogo como Pablo de Santa María.
15. Para el desarrollo de esta idea en la antigüedad y en la Edad
Media, véase Curtius 1955 II, 761-62, Lida 1950, 57-59, Lida 1972 y,
con referencia a nuestra obra, Deyermond 1985a, 319.
74
JUAN CARLOS CONDE
a los veinte e nueve del rey Manasés,
que ya de reinar en su tiempo çesaron (Conde 1999, 292b).
Nótese que la irrupción de Grecia en el relato viene
dada por su fundación como reino, pero que el rasgo o detalle
que asegura su inmortalidad historiográfica es haber sido el
primer lugar donde se guardaron las leyes. La siguiente
mención a materias legales consta en la estrofa 110. En la
línea de la historia bíblica, y tras mencionar la entrega a
Moisés de las tablas de la Ley en el Monte Sinaí en la 109,
dicha estrofa 110 declara lo siguiente:
Otros mandamientos de ley fueron dados
sin aquestos diez de las tablas, los quales
fueron en sí todos çerimoniales,
con menos premia que los otros vedados,
a este judaico pueblo encomendados
porque eran a ellos mucho complideros:
seisçientos e treze juizios e fueros
por donde fuesen todos bien governados
(Conde 1999, 294a).
La alusión a los «seisçientos e treze juizios e fueros» está
obviamente referida a los mitzvot o preceptos legales otorgados al pueblo que se listan en los libros bíblicos de Éxodo,
Levítico y Deuteronomio (Isaacs 1996). Son estas, como es
bien sabido, partes del texto veterotestamentario de indudable veste preceptiva y legislativa, y la detallada mención
que marca su inclusión en el, por lo general, sucinto relato
de las Siete edades solo se explica en el contexto del interés
que muestra la obra por todo lo relacionado con la promulgación de leyes (Conde 1999, 52).
La idea de la novedad, del ser pionero en algo, a la que
nos referimos al comentar la primera mención a las leyes
que aparece las Siete edades, es la que trae al relato la tercera,
la que aparece en la estrofa 138 referida a Licurgo:
Tras este Joram començó a reinar
por un año solo su fijo Ocozías,
padre de Joás, aquel que a Zacarías
dentro del templo fizo apedrear;
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
75
en cuya sazón también se falla estar
en Laçedemonia aquel noble varón
Ligurgo, que solo por su discreçión
las leyes primeras allí fizo dar (Conde 1999, 300a).
Licurgo, presentado como discreto y noble varón (en
un texto tan escaso en adjetivos como este), aparece en el
relato histórico por haber sido el primero en promulgar leyes
en Lacedemonia, esto es, en Esparta. La fama de Licurgo
como gran legislador no pasó inadvertida a Pablo de Santa
María, quien la tomó de la Chronica de San Isidoro (Conde
1999, 55n112).
La siguiente alusión al ámbito de lo legal en las Siete
edades nos lleva de Grecia a Roma. aparece en la estrofa 144:
Mas desque fue muerto después non tovieron
sinon año e medio la governaçión,
porque la república por elecçión
después dellos rey juntamente fizieron;
e aquel que primero todos eligieron,
con el qual en Roma fueron siete reyes,
fue Numa Pompilio que les dio las leyes
por donde primeramente se rigieron (Conde 1999, 301a).
Numa Pompilio, segundo rey de Roma, tras Rómulo,
gozó de fama de gran legislador, hasta el punto de que en
las Vidas paralelas de Plutarco aparece emparejado a, y comparado con, precisamente, Licurgo. En la estrofa 145 se hace
referencia –extensa, para lo habitual en el relato de esta obra–
a una de sus iniciativas legislativas; dado que guarda relación
con la caballería, nos referiremos a ella más adelante.
Una segunda mención a asuntos legales procedente de
la historia romana aparece en la estrofa 148 de nuestra obra,
donde hallamos una mención a la Lex Duodecim Tabularum,
el más importante código legal de la Roma republicana,
promulgado a mediados del siglo V a. C.:
Durante estas cosas en Roma pasadas,
estonçes de atenas les fueron traídas
sus leyes en doze tablas repartidas,
de las quales solas dos fueron tomadas;
76
JUAN CARLOS CONDE
en los quales tiempos por muchas vegadas
entre los romanos e otras naçiones
fueron grandes guerras e destruïçiones,
e muchas prouinçias dellos sojudgadas (Conde 1999, 302a).
La noticia de que las leyes fueron traídas de atenas viene
al pelo en un relato en que la translatio imperii desempeña un
papel fundamental; la translatio legis se situaría como parte
del proceso general de transferencia del poder. Planteado
en los términos en que aparece en las Edades, la noticia carece
de base histórica; las leyes no fueron físicamente traídas de
Grecia, aunque sí es cierto que fueron el resultado de la prospección realizada en atenas por una comisión enviada por
el Senado romano a fin de estudiar la legislación soloniana;
no es menos cierto que algunos estudiosos consideran esto
mera fabulación (Mousourakis 2007, 24-25).
La siguiente mención significativa en el ámbito legal nos
lleva al período de la antigüedad tardía, y a una figura cuya
influencia se extiende por toda la Edad Media, la de Justiniano, emperador del imperio romano de Oriente e inspirador del Corpus Iuris Civilis, la más importante recopilación
de derecho romano de la historia. He aquí su aparición en
la estrofa 233 de nuestra obra:
Después de Justino luego subçedió
aquel christianíssimo Justinïano,
al qual fizo que se tornase christiano
agapito Papa que le convertió;
este las auténticas establesçió
con otras muchas leyes antes d’aquesto,
e fenesçió el Código con el Digesto,
e todas las otras leyes abrevió (Conde 1999, 318b).
La referencia al Codex Iustinianus («el Código») es clara,
al igual que la efectuada a los Digesta, la vasta recopilación
de legislación preexistente que sería el núcleo del Corpus.
La ingente labor de recopilación y sumarización jurídica de
Justiniano queda claramente establecida en el último verso
de la estrofa. Estrofa que me parece altamente significativa:
nada se dice de la trayectoria de Justino como emperador;
la conversión al cristianismo de Justiniano se despacha en
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
77
un par de líneas (es noticia tomada del Speculum historiale del
belovacense, XXII, 61); y se dedican cuatro versos a su labor
legislativa.
La siguiente mención a hitos de la historia del Derecho
universal aparece de forma elusiva en la estrofa 242:
Tras este Lotario e Corrando vinieron,
según esta orden e regla que guardo,
quando floresçió maestre Pedro Lombardo
e sus dos hermanos, los que compusieron
aquellas estorias las quales dixeron
por nombre Escolásticas, con el Decreto,
el qual copiló por estilo discreto
el uno destos tres hermanos que fueron (Conde 1999, 320b).
La mención del Decreto, o Concordia discordantium canonum,
revela la presencia de Graciano, que aparece aquí como
hermano de Pedro Lombardo y de Pedro Coméstor, autor,
claro, de la Historia Scholastica16. El que aquí aparezcan mencionados como hermanos no solo carece de base histórica, sino
que no figura en las fuentes utilizadas por Pablo de Santa
María para la creación de su relato historiográfico (tal como
el Speculum Historiale, XXXI,1, donde beauvais menciona a
Pedro Lombardo y a Coméstor sin hermanarlos, y donde
Graciano ni siquiera consta). Como ya escribí hace tiempo
(Conde 1999, 77), es cierto que nuestro autor no está solo
en esta atribución de parentesco, que aparece en algún texto
mucho más tardío; pero para nuestros propósitos lo que
importa consignar es que Pablo de Santa María da cabida
en su relato al nombre más importante en la historia y elaboración del derecho canónico mediante la figura señera de
Graciano y su fundamental Decreto.
16. Llama la atención la ignorancia de que hace gala el copista del
manuscrito que nos transmite la refundición de las Edades de hacia
1460 al referirse a Coméstor, de quien, en la glosa que acompaña a
dicha versión refundida, se dice: «Pedro comentador que fizo las estorias escolasticas» (Conde 1999, 390a). Error muy apropiado para cometido en una glosa, ciertamente.
78
JUAN CARLOS CONDE
El siguiente hito referente a las leyes que encontramos
en nuestra obra pertenece ya al relato de historia nacional
contenido en las Siete edades, el «Fundamento de la población de España». Es una referencia al rey visigodo Eurico,
en la estrofa 291:
Mas porque este fizo la muerte tratar
al otro su hermano por un su sirviente,
Ervigo el menor así por consiguiente
al él otrosí después fizo matar;
el qual començando luego de reinar,
porque se regían antes por alvedrío,
fizo en toda España con su señorío
las leyes primeras por escrito dar (Conde 1999, 331a).
La referencia al arriano Eurico (la forma gráfica Ervigo
es prácticamente unánime en todos los testimonios textuales, pero indudablemente se trata de Eurico, que reinó tras
Teodorico y fue sucedido por su hijo alarico) viene motivada por ser el primero que puso en España leyes por escrito.
Es nítida la referencia al Codex Euricianus, recopilación jurídica que constituye una suma del derecho romano-visigodo,
elaborada en torno a mediados del siglo V (King 1972, 310). De nuevo, pues, hallamos la relevancia otorgada en este
relato a lo nuevo, en este caso «las leyes primeras», circunscrito a primacía nacional y no universal. También importa otro
pormenor, al que nos referiremos más adelante: este código
escrito sustituye al «alvedrío» por el que antes se regían los
visigodos, esto es, a las prácticas consuetudinarias tradicionalmente asociadas con el derecho germánico. y es, no lo olvidemos, un rey quien impone esas leyes.
Otro punto relevante de la historia del derecho visigodo
se menciona en las estrofas 300-301:
Mas porque abreviemos en esta escriptura,
de otro rey noble tras este diremos,
del qual por las buenas leyes que tenemos
su noble memoria en este reino dura.
Este fue el rey bamba, que ovo renovado
los adarves de Toledo que eran disipados,
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
79
e fizo poner después de reparados
sobre cada puerta dellas un ditado;
e ovo así mismo también limitado
en toda España por sus repartiçiones
los términos, tierras e juridiçiones
que pertenesçían a cada obispado (Conde 1999, 333a-b).
El rey Wamba, con mucho el rey visigodo al que más
atención se dedica en las Siete edades, es recordado por sus
leyes. ¿Es esto referencia a la promulgación de las llamadas
Leyes militares de Wamba, que dictaban severas penas para
aquellos que no acudían a sus deberes militares cuando eran
reclamados para ello? así parece ser, si es que la alusión no
hace referencia a iniciativas legislativas surgidas de concilios promovidos por este rey visigodo. Las fuentes de estas
referencias a Eurico y Wamba en las Siete edades son alfonsíes, o post-alfonsíes, como dejé escrito (Conde 1999,
90-94).
Las dos últimas menciones a hitos de la historia de las
leyes corresponden ya al período de la monarquía castellano-leonesa. El primero de ellos aparece en la estrofa 329,
y nos habla de alfonso X y sus Siete partidas:
El fijo deste [i.e., de Fernando III] fue en discordia elegido
para que fuese emperador de alemaña,
aquel don alfonso que por guerra estraña
el reino de Murçia le fue sometido;
e después que todo fue dél poseído
fizo luego en Lorca la torre alfonsí,
e siete partidas de ley otrosí,
por donde su reino fuese bien regido (Conde 1999, 339a).
Son pormenores que configuran una visión del reino
alfonsí (tomados, con la excepción de lo referido a la construcción de la torre alfonsí en el castillo de Lorca, de la
Crónica de Tres Reyes [Conde 1999, 99-100]) en la que las Partidas hallan cabida, e interesa el pormenor que se añade acerca
de la importancia de dichas leyes para el buen regimiento del
reino. Volveremos a ello en breve.
80
JUAN CARLOS CONDE
Finalmente, el último lugar del texto en que se menciona
un dato asociado a las leyes es en la estrofa 332, dedicada
al bisnieto de alfonso X, alfonso XI:
Del buen don alfonso que luego reinara
tras este, muy brevemente se dirá
que fizo el ordenamiento de alcalá
e en Lerma çercó a don Juan Núñez de Lara;
quando Vasco Pérez alcaide entregara
a los moros la villa de Gibraltar,
de lo qual el rey ovo grand pesar
porque perdió lo que su padre ganara (Conde 1999, 339b).
La mención hace referencia, es claro, al Ordenamiento de
alcalá de 1348, una ley que no solo tiene importancia por
sí, sino por su posteridad: como ya expliqué en otro lugar
(Conde 1999, 101-102), Juan I mandó observar las leyes de
este Ordenamiento en las Cortes de burgos de 1379, y fue
también confirmado por Juan II en las Cortes de Segovia
de 1433 (véase Jordán de asso & De Manuel y Rodríguez
1774, XII). añádase a esto que este Ordenamiento fue objeto
de una extensa glosa por parte de Vicente arias de balboa,
glosador también del Fuero Real y del Fuero Juzgo. arias de
balboa, que fue Obispo de Plasencia, fue embajador de
Enrique III en aviñón, donde pudo muy bien trabar conocimiento personal con Pablo de Santa María, radicado allí
en aquellas fechas (véase Pérez Martín 1984). Precisamente,
esta perduración y vigencia del Ordenamiento puede explicar
–junto con otras consideraciones que pronto se efectuarán–
la mención que a este texto legal aparece en las Edades del
Mundo, puesto que su promulgación no aparece, a diferencia de los demás pormenores entretejidos en esta estrofa,
en las fuentes manejadas por Pablo de Santa María en esta
parte de su crónica (Conde 1999, 101-102). Parece un pormenor sumamente elocuente y revelador de un especial interés
por parte de nuestro autor en dicho ordenamiento en particular y, puesto en el contexto que acaba de acotarse en estas
páginas, en todo lo referente a las leyes y a su fundamental
importancia para el funcionamiento del reino en general.
&
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
81
Examinemos ahora las menciones efectuadas en Las Siete
edades del mundo a diversos hitos relacionados con la institución e historia de la caballería. El primero de ellos nos lleva,
como cabía esperar, a la antigua Roma, y trata de la creación
de la caballería por iniciativa de Rómulo (estrofa 143):
Después desto Rómulo fue el que reinó
en Roma primero que otro ninguno,
el qual escogiendo de mil ombres uno
primeramente cavalleros armó;
e este fue aquel que así mismo tomó
para consejo çient viejos sabidores,
los quales por nombre llamó senadores,
por quien la república se governó (Conde 1999, 301a).
Una mención que encaja en el aludido interés de las
historias universales en inventores y pioneros que ya quedó
mencionado páginas atrás; sin embargo, y como veremos,
en el caso de las Siete edades su presencia en el relato historiográfico va más allá de la verificación genérica de este topos.
La fuente del pasaje citado es la Chronica de San Isidoro
(Conde 1999, 55-56), y la noticia es bien conocida17. La
siguiente noticia caballeresca, presente en la estrofa 145,
pertenece también a la historia romana, y se refiere a un
personaje también destacado por sus méritos como legislador, y al que ya hicimos referencia: se trata de Numa Pompilio, segundo rey de Roma, quien
[…] ordenó que si los cavalleros
fuesen en serviçio del rey en las guerras
que les fuesen dados sus sueldos e tierras,
como agora fazen a los escuderos;
porque resçibiendo todos sus dineros
podrién estar siempre bien aparejados.
E porque los años andavan menguados,
aqueste añadió los dos meses primeros (Conde 1999, 301b).
17. Véase, por ejemplo, Partidas, II, XXI, 2-3, para el método de
elección de los milites (accesible en Heusch & Rodríguez Velasco
2000, 54) o la respuesta de alonso de Cartagena a la Questión sobre la
caballería que le planteó Santillana (Gómez Moreno 1985, 354).
82
JUAN CARLOS CONDE
Es sumamente interesante ver cómo esta noticia vincula
el ayer romano con el hoy castellano («como agora fazen a
los escuderos») en esta referencia a la profesionalización de
la caballería. asuntos materiales estos que, por descontado,
no son ajenos al siglo XV, pues también hallamos en la Qüestión de Cartagena el dato de la conveniencia de que los caballeros al servicio del rey reciban un salario del tesoro regio
(Gómez Moreno 1985, 362)18.
La tercera noticia acerca de la historia de la caballería
sigue perteneciendo a la historia romana, y la hallamos en
la estrofa 149:
así como quando en los tiempos pasados
se falla qu’en una batalla campal
los africanos con el grand anibal
de Gneo e de Gayo fueron destroçados;
mas después por él fueron desbaratados
atantas vezes que tan solos quedaron
que para fazer cavalleros compraron
todos los siervos qu’estavan sojudgados (Conde 1999, 302a).
Es una nítida referencia a la situación creada al fin de
la batalla de Cumas, cuando para rehacer las fuerzas romanas
tras los ataques cartagineses fue preciso hacer caballeros a
los esclavos. Tan dramática noticia gozó de difusión en el
Cuatrocientos castellano, pues la encontramos también en
la Compilación de las batallas campales de Rodríguez de almela
(1487, d ij vº), donde consta ese pormenor.
18. En adición a lo dicho, es necesario poner de relieve la importancia que tiene, dentro del debate sobre la caballería la baja Edad
Media peninsular (por acogerme a la feliz acuñación presente en el
título de Rodríguez-Velasco 1996), el renovado ideal caballeresco que,
basado en fuentes y modelos latinos, triunfa en el siglo XV, en una
dimensión –muy pertinente a nuestros propósitos aquí– jurídica y política. Véase para ello Heusch 2010. Sin duda, el testimonio de las Siete
edades permite vincular a su autor con el proceso renovador que Heusch
analiza en su trabajo; la conjunción de elementos jurídicos y caballerescos en las Siete edades que en estas páginas vamos poniendo de manifiesto así lo pone de relieve.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
83
La siguiente referencia a la historia de la caballería nos
lleva ya al relato de historia nacional contenido en las Edades.
Es una mención sumamente genérica, pero significativa,
porque hace referencia al proceso de llegada y asentamiento
de los godos en la Península Ibérica. Una de las estrofas dedicadas a narrar la llegada de los godos, la 271, señala lo siguiente:
aquesta gente queriendo conquistar
otros muchos reinos e diversas tierras,
por luengos tiempos ovieron tantas guerras
que non se les pudo nada rebelar;
de guisa que todos ovieron cobrar,
así por nobleza que en ellos avía
como por destreza de cavallería,
la fama que dellos ya vemos quedar (Conde 1999, 327a).
Más allá de lo que parece una simple mención encomiástica general a los godos, interesa en esta referencia el
desdoblamiento entre nobleza y destreza de caballería, que
toca, como veremos más adelante, cuestiones candentes en
la Castilla del XV. y, en fin, esta serie de menciones a los
hitos de la caballería la cierra otra que no deja de presentar
aspectos interesantes. Se trata de la estrofa 323, referida al
reinado del rey Fernando I:
aqueste con quien ovo el reino quedado
fue aquel noble rey don Fernando el primero,
que al buen Çid Ruy Díaz armó cavallero
e ovo a Castilla otrosí libertado
quando con sus huestes ovo caminado
fasta Tolosa con el Emperador,
el qual con el Papa juntos con temor
le dieron quanto les ovo demandado (Conde 1999, 338a).
Fernando I aparece aquí como rey leonés y como libertador de Castilla, como quien la colocó en pie de igualdad
con los restantes reinos peninsulares e incluso –según un
arraigado relato de origen juglaresco19– plantó cara a los
19. Es conocido el relato que aparece en las Mocedades de Rodrigo,
vv. 746-1164 (Menéndez Pidal 1951, 279-89). Véase para más información Conde 1999, 97-98.
84
JUAN CARLOS CONDE
poderes omnímodos del Papa y el Emperador de Romanos.
Pero lo que nos interesa aquí es la mención a que Fernando
I armó caballero a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. La noticia va en contra de la verdad histórica: no fue
Fernando I quien lo nombró, sino el hijo de este monarca,
el infante Sancho20. En cualquier caso, interesa la aparición
del dato, única referencia en las Siete edades a Rodrigo Díaz
de Vivar, y uno de los dos hechos recogidos en ellas acerca
de Fernando I: que a la investidura caballeresca del Cid se
le dé tal visibilidad hace pensar que ello tiene más que ver
con un interés en los usos caballerescos que con un interés
en la figura del Cid, de quien indudablemente cosas más
vistosas cabía decir21.
La presencia de estas alusiones a hitos de la historia de
las leyes y de la de los usos y prácticas caballerescas en las
Siete edades es sumamente llamativa, especialmente considerando dos factores: la escasez de noticias no relacionadas
con la línea de transmisión del imperium que hallamos en la
obra y, complementariamente, el desequilibrio proporcional
y cuantitativo que la presencia de estas alusiones ostenta
dentro del conjunto de esas noticias no relacionadas con la
translatio imperii. En efecto, fuera de lo requerido por la línea
de la historia bíblica y la de la sucesión en reinados y papado
a lo largo de la historia, línea que configura la armazón del
relato historiográfico contenido en las Siete edades del mundo,
y fuera de lo directamente a esa línea vinculado, muy pocos
20. Para un resumen de la circulación historiográfica de esta noticia
de la investidura caballeresca del Cid véase Conde 1999, 98 (algunos
de esos textos en Heusch & Rodríguez Velasco 2000, 253-54). La comunicación del llorado Diego Catalán, que ahí se menciona, vio la luz
poco después de la publicación de mi artículo (Catalán 2000). Véase,
en cualquier caso, ahora para este asunto Rodríguez Velasco 2002, y,
desde un enfoque distinto, Lawrance 2002. Otro acercamiento al asunto,
esta vez con pie en el romancero, en Moreno 2008.
21. Otras figuras asociadas a las tradiciones épicas aparecen en
las Siete edades: bernardo del Carpio (estrofa 316), Fernán González
(318) y los Infantes de Lara (320); acaso sea lícito añadir a esta relación la atención dedicada al asesinato del rey Sancho por Vellido durante
el cerco de Zamora (324).
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
85
elementos logran encontrar un hueco en el tejido discursivo
de la obra. Es posible enumerarlos muy brevemente: hay
menciones a la invención de las siete artes liberales (estrofa
64), a la reprobación de Homero en atenas (137), a la fundación de la Iglesia y la celebración de la primera misa (201);
también se menciona a diversos filósofos griegos (Pitágoras, Demócrito, anaxágoras, arquelao, Gorgias, Hipócrates, Sócrates, Platón, aristóteles, 165-173) y a varios
escritores romanos (Cicerón, Catón, Virgilio, 191; Ovidio,
199, boecio, 232) y a Galeno (213), así como a luminarias
intelectuales del catolicismo (Orígenes, 215; agustín, 229;
Gregorio, 235-36; Isidoro, 238; beda, 242) y otros grandes
nombres de la cultura medieval (Prisciano gramático, 234;
Pedro Lombardo, Pedro Coméstor, 242). También se
menciona la fundación de las órdenes franciscana y dominicana (244). Capítulo aparte merecen las abundantes referencias a la historia del texto bíblico (Nehemias y Esdras,
161; Eleazar, declaración de «la Ley», 181; San Juan escribe
el apocalipsis, 208; traducción de la biblia hebrea al arameo
por Onquelos, 209; traducción del antiguo Testamento al
griego por aquila, 212; Jerónimo traduce la Vulgata, 228;
hallazgo del Evangelio de San Mateo, 230). y eso es todo.
Es cierto que alguno de estos focos de interés llama poderosamente la atención; por ejempllo, el que me parece inusualmente alto relieve de la atención prestada a autores de la
antigüedad clásica, al menos a esas alturas del XV, y en
esos círculos), pero parece indiscutible que el interés de Pablo
de Santa María en las innovaciones legales y en los hitos
caballerescos es especial va más allá del interés suscitado por
los inventores de las cosas22. analizar fundadamente las
22. alan Deyermond aventuró una posible explicación del especial interés que las Siete edades muestran por todo lo relativo a las leyes
y a los ordenamientos legales: «La importancia especial que atribuye
Pablo de Santa María a las innovaciones legales es menos común. Tal
vez pueda atribuirse a su formación de erudito talmúdico (aunque la
ley mosaica se menciona poco), tal vez a sus intereses de obispo y estadista. Otra factible explicación se relaciona con la situación de la dinastía trastámara [...] Los hechos de la historia reciente son innegables, y el
poeta no trata de negarlos directamente. Salva el obstáculo, en cambio,
86
JUAN CARLOS CONDE
razones de este hecho será fundamental para leer las Siete
edades como algo más que un mero compendio historiográfico, carente de propósito y de intención ideológica.
&
Las razones de la especial atención prestada a estos dos
asuntos en el relato historiográfico elaborado por Pablo de
Santa María en Las siete edades del mundo se explican indudablemente desde la consideración de la realidad política castellana de la baja edad media, marcada por las tensiones entre
la monarquía y la nobleza. No es este el momento para
detenerse en la revisión del recorrido de ese conflicto entre
nobleza y monarquía, que cuenta, por supuesto, con una
bibliografía notable en cantidad y calidad –baste nombrar,
por dar una referencia, el clásico trabajo de Suárez Fernández (1959; edición renovada y ampliada 2005)–, pero sí acaso
para recordar la manera en que leyes del reino e institución
caballeresca se combinan durante tres siglos para intentar
sofocar el constante fuego de la rebelión nobiliaria y para
alterar las bases de las relaciones de poder político establecidas en la sociedad. En esa larga y tortuosa historia de tensiones y abiertos enfrentamientos entre nobleza y monarquía
que marca inexorablemente la historia política de Castilla y
León en los siglos XIII a XV, tanto las leyes como la institución de la caballería surgen como instancias fundamentales,
tanto para el reforzamiento de la autoridad regia como para
la sumisión de la nobleza al poder de la corona. Esa es la
razón, como vamos a ver, por la que el obispo don Pablo
con la introducción de un fuerte elemento jurídico en el desarrollo
humano, cuya culminación es la Castilla de Juan II. No se trata sólo de
la translatio imperii y del desarrollo intelectual, sino del crecimiento y del
perfeccionamiento de una tradición jurídica: la ley mosaica, la grecorromana y la goda confluyen en el código de las Siete partidas, y la Castilla trastámara hereda esa tradición jurídica junto con el poder político.
Si bien esta idea no se presenta como argumento lógico, lo cual sería
imposible, la ordenación de los hechos narrados contribuye a insinuarla»
(1985, 319). El razonamiento de Deyermond me parece acertado, pero
incompleto, como espero demostrar en las páginas que siguen.
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
87
presta tan señalada atención a unas y a otra. La figura y la
obra de alfonso X (también consideradas cruciales en el texto
de Deyermond citado en la nota 22) pueden ser un excelente
punto de partida para comenzar nuestro itinerario.
No es mera coincidencia que la ley más célebre de la
Edad Media peninsular sea una de las más obsesivamente
centradas en la cimentación del poder regio y que en ella se
encierre la primera formulación teórica y doctrinal sobre la
caballería elaborada en Castilla. Me refiero, claro, a las Siete
partidas. En ellas alfonso busca culminar un proceso con
raíces más hondas, el de la sustitución de un derecho basado
en legislación local y en muchos casos de origen nobiliario
(fueros, fazañas, etc.), o incluso de matriz consuetudinaria,
que dejaba mucho que desear23 en cuanto a su consistencia y fiabilidad, por un derecho centralizado, promulgado
por el rey, único elemento en la sociedad con la prerrogativa de elaborar reyes; todo ello, por supuesto, al servicio
de la creación de un nuevo diseño social basado en un poder
monárquico fuerte que los nobles no tardaron en rechazar
de modo sumamente enérgico24. Es preciso señalar que este
impulso alfonsí en pos de una legislación homogénea y armónica, cimentada en la tradición del derecho romano y hostil
hacia las tradiciones legislativas locales, basadas con frecuencia en el derecho consuetudinario, está en línea con los objetivos que en toda Europa se marcan canonistas y glosadores,
y es cuestión abierta en los siglos subsiguientes, como muestran no solo la continuidad de que intermitentemente gozan
las Partidas en los siglos XIV y XV (asunto que enseguida abordaré), sino también el debate intelectual sobre la importancia del derecho para la articulación de la vida civil que
ejemplifica, en fechas cercanas a las de la redacción de Las
23. Como alfonso consignó en un célebre pasaje del prólogo del
Libro del fuero de las leyes; véase, para esto, Rodríguez-Velasco 2006,
427.
24. Sobre el programa legislativo alfonsí y su intención política,
véase, entre muchos otros, Maravall 1983, MacDonald 1990, Sánchezarcilla bernal 1999, González Jiménez 2004 y Rodríguez-Velasco 2009,
30-32. Eran, por supuesto, formulaciones que ya habían aparecido en
obras anteriores como el Espéculo (Gómez Redondo 1998, 330-357).
88
JUAN CARLOS CONDE
siete edades del mundo una personalidad como Enrique de
Villena. Las formulaciones de don Pablo en estas referencias a la ley en las Siete edades sin duda parecen ser reflejo y
parte de ese debate intelectual europeo sobre la centralidad de la ley en la articulación social cuyo recorrido acabo
de esbozar. Pero no me referiré aquí a ello, ni al (muy pertinente para estas páginas) vector amortizador de la presencia de la caballería como fuerza social activa detectable en
estas tendencias, por ser asunto tratado en detalle en Cátedra
2002. Tampoco parece en absoluto coincidencia que, como
parte fundamental de la creación de ese nuevo diseño social,
aparezca en las Partidas una formulación de la institución
caballeresca que concibe la caballería como una dignidad
que solo podía partir de la figura del propio rey y que establecía, mediante el ritual de la investidura, un vínculo vasallático y de servicio entre aquellos a los que el rey nombraba
caballeros y el propio rey. Es bien conocido el contenido
del famoso título 21 de la Segunda Partida, en que se especifica la creación, historia y naturaleza de la caballería, y se
codifica su ritual y su ceremonial, y se le ha dedicado abundante atención crítica; pero en ocasiones no se presta la atención que sin duda merecen, como muy bien ha señalado
Rodríguez-Velasco (1993, 65-66; 2009, 43) a las leyes de
títulos como el 24, «Del debdo que han los omnes con sus
seynnores por razon de naturaleza», o del 25, «De los uassayllos». En esas leyes se inserta sin fisuras la caballería dentro
de la esfera vasallática regia (Heusch & Rodríguez Velasco
2000, 12; Rodríguez-Velasco 2009, 42-47), ubicando a los
caballeros hijosdalgo bajo la obediencia de la corona25.
25. así lo ponen de relieve estos pasajes, aducidos por vía de
ejemplo: «Titulo .xxv. De los uassayllos. Ley primera. Que cosa es señor
e que cosa es uassallo. Seynnor es llamado propriamente aquell que
ha mandamiento e poderio sobre todos aquellos que biuen en su tierra
Et a este atal deuen todos llamar señor tan bien sus naturales como
los otros que uienen a ell o a su tierra. Et otrossi es dicho seynnor todo
omne que ha poderio de armar e de criar por nobleza de su linage e a este atal nol
deuen llamar seynnor sino aquellos que son sus uassayllos o reciben honrra o bien
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
89
La caballería de las Partidas, por tanto, es una caballería
al servicio del rey, un método de situar a la nobleza bajo la
jurisdicción del imperium monárquico, por emplear con ligeros
cambios la formulación consagrada de Rodríguez-Velasco
(2009, 22). Ello, además, vincula la institución caballeresca
con el ámbito legislativo: solo el rey, que puede dar leyes,
puede nombrar caballeros (con excepciones tan señaladas
y conocidas como la sostenida, con su sobresaliente contumacia, por don Juan Manuel). Las formulaciones alfonsíes
que examinamos, y muchas otras que dejamos intonsas, pero
sobre las que se hallará copiosa información y hartas reflexiones en la bibliografía citada, indudablemente buscaban
redefinir los vínculos del rey con los primates del reino,
fecho de los seynnores assi como cauaylleria o tierra o dineros por seruicio seynnalado que les ayan de fazer. Ley .ij. Quantas maneras son de seynnorio y
de uassayllage. De señorio e de uassayllage son cinquo maneras. La
primera e la mayor es aquella que ha el rey sobre todos los de su
seynnorio [...]. La segunda es la que han los seynnores sobre sus uassayllos por
razon de bien fecho o de honrra que deyllos reciben assi como de suso dixiemos»
(Ms. Vit 4-6 biblioteca Nacional, Madrid, sin indicación de foliación
visible en el microfilm que utilizo, cursiva mía). Especial importancia
simbólica tiene todo lo dicho acerca del beso como elemento fundamental de expresión de acatamiento vasallático, tanto más cuanto que
el beso a la mano de quien arma caballero es un elemento fundamental de la ceremonia de investidura caballeresca, como queda establecido en Partidas II, XXI, 13 (en Heusch & Rodríguez Velasco 2000,
61-62). He aquí alguna de las observaciones efectuadas al respecto en
el título 25 de la Cuarta Partida: «Ley .iiij. Como se puede fazer un
omne uassayllo de otro. Uassayllo se puede fazer un omne dotro segunt
la antiga costunbre de espaynna en esta manera. otorgando se por uassayllo deaquell que lo recibe e besandol la mano por reconoscimiento de
seynnorio. Et aun hy ha otra manera que se faze por homenaje [...].
Ley .v. En que sazones es tenido el uassayllo de besar la mano al seynnor
e en quales no. Besar deue la mano el uassayllo al seynnor quando se faze su
uassayllo assi como dixiemos en la ley ante desta e aun lo deue fazer quandol faze
cauayllero luego ques ceynnida la espada [...]. Empero al rey tan bien los ricos ombres
como los otros desu seynnorio son tenidos de besar la mano en aquellas sazones
mismas que de suso dixiemos et aun gela deuen besar cada que eyll ua dun
loguar a otro el sayllen a recebir e cada que uinieren de nueuo a su
casa o se quitaren deyll pora hyr a otra parte (Ms. Vit 4-6 biblioteca
Nacional, Madrid, ditto).
90
JUAN CARLOS CONDE
ordenados en guisa de caballeros al servicio de la corona, y
con ello poner punto final a las tensiones entre el poder
real y el nobiliario. Vano empeño, como demostró el fin del
reinado de alfonso X, como continuará demostrando el
discurrir de reinados como los de alfonso XI –sobre
todo su minoría– y Pedro I, y como certificarán los acontecimientos del siglo XV hasta los aledaños de 1474.
Cuando se analiza detalladamente la especial atención
que se da al Ordenamiento de alcalá en el relato de las Siete
edades encontramos en su base un doble interés semejante
al descrito en el caso de las Siete Partidas y el proyecto político alfonsí. Una vez más, se trata de una ley que busca
dar solidez al poder de la Corona, tan maltraído por tantos
nobles levantiscos irrespetuosos con la autoridad real de
Fernando IV, alfonso XI y aquellos que estuvieron a cargo
de la regencia durante la minoría de estos; es también un
texto que se ocupa de manera señalada de la institución de
la caballería como institución emanada de la autoridad
regia destinada –teóricamente, al menos– a situar a la nobleza
en su correcto lugar del ordenamiento político y social
(Heusch & Rodríguez Velasco 2000, 12). La opinión al
respecto de un excelente conocedor de estas materias es
tajante: «No hay en Castilla y León otro monarca que tenga
más fe en reordenar su relación con la nobleza a través de
la caballería que alfonso XI» (Rodríguez-Velasco 2009, 51).
Por supuesto, lo que alfonso XI busca conseguir con este
ordenamiento toma como núcleo fundante las Siete Partidas de su bisabuelo alfonso X, cuya promulgación efectiva decreta 26 . Conviene recordar que alfonso XI no
solo cifró en el Ordenamiento de alcalá de 1348, explícitamente
mencionado por don Pablo en las Siete edades, ese deseo de
utilizar la institución de la caballería como instrumento de
control sobre la nobleza rebelde, sino que a ese mismo criterio obedece su creación de la Orden de la banda como
método de institucionalizar el control regio de una nobleza
26. Véase para ello Sánchez-arcilla bernal 1999, 75-78; Gómez
Redondo 1999, 1310-1312; Rodríguez-Velasco 2009, 153 –por la cita
que en ella se efectúa–, 179-180; Rodríguez-Velasco 2010)
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
91
que recibiría su estatuto de manos del propio rey en un ritual
de centralidad monárquica, como ha estudiado recientemente Jesús Rodríguez-Velasco (2009, 141-185). La intención de la creación de esta orden caballeresca queda clara
por un hecho a contrario señalado puntualmente por el mismo
estudioso: ni don Juan Manuel ni Juan Núñez de Lara quisieron someterse al ritual de la investidura caballeresca de manos
del Rey: dicho acto hubiera creado una materialización
pública de una sumisión a ese, o de una lealtad pública a
la monarquía y a su autoridad que estos nobles distaban
infinito de estar dispuestos a aceptar, asumir y publicar
(2009, 173).
a la luz de lo dicho, parece que la mención de las Siete
Partidas y del Ordenamiento de alcalá, en el contexto general
de una atención considerada y sostenida a la promulgación
de leyes y a la institución caballeresca claramente advertible
en el espacio textual de las Siete edades del mundo, obedece a
una clara voluntad por parte del autor de llamar la atención
de su lector privilegiado, el joven Juan II, hacia dos de los
vectores fundamentales de la autoridad monárquica. Todo
ello tanto más necesario y evidente cuando consideramos
que tanto uno como otro texto legal estarían al alcance del
joven rey, pues su presencia en la biblioteca regia estaría
garantizada27, y nos consta que uno y otro fueron reinstituidos como códigos legales vigentes y operativos durante los
reinados de –en el caso de las Partidas, y como ya ha sido dicho–
alfonso XI, merced al Ordenamiento de 1348, y de –en el caso
de este último– Juan II (Rodríguez-Velasco 2009, 144, 159160), lo que de algún modo traería consigo una reviviscencia del vasto código alfonsino, perfectamente en línea con
las tendencias del debate intelectual sobre la presencia capital
de las leyes en el entramado social (unas leyes armonizadas
en consonancia con los principios del Derecho romano y
hostil hacia leyes locales, siempre más afines a poderes locales
de naturaleza nobiliaria) que los juristas europeos mantienen
27. Las referencias a copias autorizadas de uno y otro texto presentes en la cámara regia así permiten suponerlo, véase Rodríguez-Velasco
2009, 149-156.
92
JUAN CARLOS CONDE
desde los tiempos de alfonso X y en los siglos sucesivos,
como quedó apuntado más arriba. Sin duda, Pablo de Santa
María, que tenía bien fresco lo sucedido durante los años
inmediatamente posteriores a la muerte de Enrique III, en
los que la nobleza castellana no perdió ni un segundo en sus
intentos de subvertir la autoridad regia (como bien pone
de manifiesto el relato de los primeros años del reinado de
Juan II en su Crónica), sabía muy bien cuán importante era
para la educación del joven rey como tal el recto entendimiento de las relaciones esenciales de poder entre nobleza
y monarquía, que don Pablo sin duda pensaba debía estar
basado en ideas centradas en la reafirmación del poder
monárquico y en la ejecución, finalmente, de la reordenación de la nobleza como caballería leal al rey. Esta fue la
razón por la que incorporó en el relato de sus Siete edades
del mundo mención especial a la invención y desarrollo de
las leyes (y al modo en que estas contribuían decisivamente
a una reformulación del rol social de la caballería), con atención especial a las Partidas y el Ordenamiento de alcalá, códigos
que definían el espacio legal en que a Juan II le cabía actuar
y decidir y del que tenía que ser consciente conocedor, y
espacio legal en el que, como rey legítimo, era autoridad
máxima a cuyo servicio dichos instrumentos legales se encontrarían. No sabemos si la lección caló en el Rey niño; de lo
que sí tenemos absoluta certeza es de que esas tensiones
entre el establecimiento nobiliario y la corona marcarían,
como todos sabemos, el devenir casi cotidiano de los cuarenta
y ocho años de su reinado.
Como hemos dicho, la idea de la caballería como institución creadora de una nueva clase caballeresca leal cuya
virtud nobiliaria viene basada en el respeto al vínculo creado
entre el rey y los receptores de la investidura más que en la
nobleza conferida por el linaje es central en las codificaciones jurídico-caballerescas contenidas en las Partidas y en el
Ordenamiento de alcalá. Tal idea, central a las mociones de
regeneración caballeresca promovidas por los dos alfonsos,
me parece puede advertirse en otro de los pasajes de las Siete
edades comentados anteriormente y explicaría su incorporación al relato. Me refiero a la mención, en la estrofa 323, a
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
93
«aquel noble rey don Fernando el primero, | que al buen
Çid Ruy Díaz armó cavallero». Un acto de investidura caballeresca –su falsedad histórica es lo de menos– que reúne
una serie de condiciones capaces de hacerlo ejemplar en
manos de un tutor talentoso28. La investidura es llevada a
cabo, como corresponde, por el rey. El investido caballero
es paradigma de lealtad al rey, el mejor vasallo posible, y, por
otra parte, es un excelso representante de una nobleza de
las obras, no de una nobleza del linaje; si bien hemos de
tener en cuenta, por supuesto, que el «buen Çid Ruy Díaz»
que pudieron conocer Pablo de Santa María y su pupilo no
sería el del Cantar que conocemos, sino el cronístico. Con
todo, la inclusión del dato podría ser un elemento más para
atraer la atención del joven rey hacia el ámbito de la institución caballeresca y su relevancia para el buen orden social,
si consideramos, otra vez, el potencial didáctico que una
estrofa como la 323 de las Siete edades podía tener en manos
de un tutor como don Pablo.
&
En conclusión, parece atinado hacer una lectura de la
incorporación de estos datos sobre la ley y sobre la caballería en el sucinto relato historiográfico que configuran las
Siete edades del mundo no como una mera ostentación de datos
de algún interés enciclopédico o anecdótico –lo que es impensable, dada la férrea voluntad de brevedad que caracteriza
el texto–, o como un resabio más de los elementos legitimadores presentes en la obra (véase el texto de Deyermond citado en la nota 22), sino más bien como parte de
un programa intencional de enseñanza al joven Rey de elementos fundamentales para la creación y explicación de una
imagen del poder real precisa y determinada, y de una presentación de dos de los elementos fundamentales para imponer
dicho poder real sobre las voluntades de una nobleza bulliciosa y levantisca. Es preciso tener muy presente, además,
28. Sobre la investidura caballeresca de Rodrigo Díaz de Vivar, véanse
Rodríguez Velasco 2002; 2009, 38, 40; y Montaner 2011, 667-670.
94
JUAN CARLOS CONDE
que la coalescencia que en las páginas de las Siete edades muestran tener la ley y la caballería dista de ser hecho esporádico o aislado, y es reflejo de desarrollos sociales en devenir
desde el siglo XIV, si no antes. Se pregunta acerca de este
fenómeno Rodríguez-Velasco, y ofrece cumplida respuesta
cifrada en una finalidad tan clara como urgente:
¿Por qué se produce esta extraña y aparentemente contradictoria unión entre los grupos caballerescos y los oficios letrados? De hecho, el uso de las instituciones caballerescas [...]
está extraordinariamente dirigido a sentar la centralidad jurisdiccional del poder monárquico [...] Contra la reclamación
de privilegios jurisdiccionales de la alta nobleza feudal (o señorial), la caballería se inventa para poder disponer de un grupo
nobiliario sin capacidades jurisdiccionales, y poder oponerse,
desde esa posición, a los señoríos altonobiliarios (2009, 260).
Grupo nobiliario –recuérdese lo comentado páginas
atrás al socaire de la estrofa 145 de las Siete edades, y la mención
ahí efectuada a ciertas ideas de alonso de Cartagena– que
incluso debía estar a sueldo de la Corona, si las circunstancias lo requerían. El hecho de que durante el reinado de
Juan II la lacra de las reclamaciones nobiliarias continuara
socavando el poder regio y la prosperidad del reino no contradice la intención del mensaje cifrado por el obispo don Pablo
en su obra, ni disminuye un adarme su pertinencia: simplemente confirma la distancia entre la teoría de la enseñanza
y la tozuda realidad. Estos datos sucintos, tal y como constan
en el espacio del texto, serían, muy probablemente, expandidos por el tutor don Pablo en las sesiones que este compartiera con el joven Juan mediante lectiones que a buen seguro
extraerían todo el sentido del mensaje meramente enunciado
en el texto; más cuando sabemos cuán importantes el asunto
de la legitimación de la nobleza en la sociedad política y del
correcto regimiento del reino mediante leyes debieron ser
para él. No en vano esa preocupación se proyecta, mejor
que en ningún otro sitio, en su fechura más notoria: su propio
hijo, alonso de Cartagena, Obispo de burgos y tan cercano
a los círculos del poder como él, pero ya no preocupado
por cuestiones teológicas, sino por las legales (de ahí sus
«LA SIETE EDADES DEL MUNDO»
95
estudios de leyes, y sus obras de asunto legal como su
discurso sobre la precedencia de la embajada castellana sobre
la inglesa en basilea) y, naturalmente, por las caballerescas,
como demuestran su respuesta a la Qüestión de Santillana y
su Doctrinal de los caballeros29.
29. Recientemente, ha puesto de relieve Jeremy Lawrance cómo
la figura de alonso de Cartagena es la de un inflexible defensor del
poder monárquico centralizado forjado sobre mitos goticistas, cimentado sobre sólidas bases legales, y por el que no vaciló en esgrimir su
eficaz pluma de letrado eminente (Lawrance 2011). Llama, claro, poderosamente la atención ver las conexiones que las ideas de las Siete edades
que hemos explorado en estas páginas establecen con obras de Cartagena como la anacephaleosis, la respuesta a la Qüestión de Santillana, el
Doctrinal de caballeros (en que las formulaciones caballerescas de tiempos
de alfonso XI tienen lugar tan preeminente) y alguna otra. La revaluación de los contenidos ideológicos desplegados por Pablo de Santa María
en las Siete edades se antoja fundamental para entender las direcciones ideológicas e intelectuales de la obra de su hijo alfonso. Reflexiones relativas a alfonso de Cartagena y del todo pertinentes a nuestros propósitos
en Lawrance 2012, especialmente 189-192.
III
La PROPOSITIO FaCTa CORaM
DOMINO REGE ROMaNORUM
DE aLONSO DE CaRTaGENa
y La REPÚBLICa DE PLaTóN
E
GEORGINa OLIVETTO & aNTONIO TURSI
N PLENO CUMPLIMIENTO DE SUS ObLIGaciones diplomáticas en el Concilio de basilea y tras
la elección de alberto de Habsburgo como nuevo
rey de los Romanos el 18 de marzo de 1438, alonso de
Cartagena recibió el encargo de Juan II de presidir una embajada a Centroeuropa. El monarca de Castilla mostraba así
su interés por estrechar relaciones con el Imperio e inclinar
el apoyo de este a la causa papal, en un contexto político
de tensiones entre el Concilio y el Pontificado y de amenaza
de un nuevo cisma1.
El dificultoso itinerario hacia Silesia de la comitiva
castellana tuvo su inicio a mediados de 14382, atravesando
1. Para el contexto histórico y la crisis conciliar en relación con
Castilla, véanse Suárez Fernández 1948 & 1960, 127-141; Álvarez Palenzuela 1992; y Fernández Gallardo 1998, IV, cap. XI, & 2002, 209-227.
2. aunque Suárez Fernández 1960, 139, y Álvarez Palenzuela
1992, 142, fechan la partida de esta misión en julio, es preciso retrasarla hasta el mes de agosto. El borrador de las credenciales a los embajadores, conservado en aGS, Estado. Francia. K-1711, fol. 403rv, carece
97
98
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
Nüremberg, Linz y Viena hasta llegar a la fortaleza de Laa
(austria, en la frontera con República Checa). Desde allí,
ante la amenaza permanente de los ejércitos husitas, continuó su camino bajo la solicitada protección de una escolta
imperial, para arribar finalmente a breslau (Wroklaw, Polonia)
en el mes de noviembre3. Testimonio documental de esta
⁄
de nombres y de fecha (Suárez Fernández 1960, 139 & 410-411),
pero los protocolos del concilio dejan constancia de la presencia de
Cartagena en basilea tanto el 30 de julio como el 5 y el 11 de agosto
(beckmann 1926, 286, 288 & 291), mientras que la documentación
de la Rota basiliense data con exactitud su salida el 25 de agosto,
fiesta de san Luis IX de Francia: «N. fuit tenta audien. iud. propter fest.
s. Ludowici regis et propter recessum ep. burgen. ad regem Romanorum. 25. aug.» (Gilomen 1998, 30). La información es consecuente con
la epístola en que Pier Candido Decembrio declara a Francesco Pizzolpasso haber recibido su noticia «de discessu burgensis nostri», que Sabbadini 1914 [b], 239, sitúa en septiembre de 1438 y Fubini 1966, 361-362,
en los primeros días de este mes o preferiblemente en los últimos de
agosto. Zaccaria 1959, 187, añade: «Lo scambio di tutte queste lettere
[entre Cartagena y Pizzolpasso] avvene prima dell’agosto 1438, quando
alfonso vescovo di burgos si allontanò temporaneamente da basilea
per recarsi a bratislavia». También a fines de agosto, aunque su editor
moderno prefiere fechar el episodio en julio, Pero Tafur refiere haber
cruzado el paso de San Gotardo para luego arribar a basilea y encontrar allí a los representantes castellanos en el concilio, entre ellos el obispo
de burgos (Jiménez de la Espada 1995, 124-125 & 472).
3. Suárez Fernández 1960, 139-140, con la documentación en
416-418; Álvarez Palenzuela 1992, 142-145; y Fernández Gallardo 1998,
IV, cap. XI, 1009-1011, & 2002, 211. Pero Tafur testimonia la presencia de Cartagena en la corte de alberto II, «al qual el Emperador
fazíe grandíssimo acatamiento» (Jiménez de la Espada 1995, 144147), como ya indica Serrano 1942, 150-151; del mismo modo Eneas
Silvio Piccolomini: «Nondum enim delitiæ Hispaniarum burgensis ex
legatione ad Cæsarem erat reuersus» (1523, 3), según señala Sabbadini
1914 [b], 240-241. El opúsculo De actibus reverendissimi in Christo patris
et domini domini alfonsi de Cartagena episcopi Burgensis, atribuido tradicionalmente a Sánchez de Nebreda, da la noticia: «De basilea uero fuit
misus ambaxiator per prelibatum regem Castelle ad christianissimum
imperatorem albertum regem Romanorum qui tunc in ciuitate brecella
degebat, que sita est in alta alamania distans a basilea per leucas
CCC. Inclitus autem inperator recepit eum multum honorifice, tribuens
ei donaria multa» (Lawrance 2000, 146 & 164). Véanse también beltrán
de Heredia 1970, 328-330; y Ochoa brun 2003, 264-265.
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
99
visita es el discurso pronunciado por alonso de Cartagena
ante alberto II el día 20 del mismo mes4, la Propositio facta
per episcopum Burgensem ex parte domini nostri regis, coram domino
rege Romanorum5, un sermón político construido con todas
las premisas formales de la tradición homilética medieval,
según la apreciación de Fernández Gallardo6.
El texto, de indudable contenido político-filosófico,
introduce un thema bíblico procedente de I Mach, 12,
«Lætamur itaque de gloria vestra», muy apropiado al mensaje
de regocijo del Rey castellano ante la elevación al trono del
nuevo Emperador, y tres partes bien delimitadas que se
cierran oportunamente con esta cita escrituraria.
En primer lugar, en el exordio, el orador apela a la falsa
humilitas y declara sus limitaciones en la palabra y el ingenio
para manifestar con plenitud el gozo que ha colmado el
corazón de su señor, el Rey de Castilla. Dicho gozo se
presenta como un movimiento vehemente del espíritu que
excede las fuerzas del lenguaje humano, tópico de lo inefable que introduce una docta disquisición acerca del habla
como condición propia y exclusiva del hombre y, también
4. birkenmajer 1922, 131, n. 3, ratifica que «albrecht weilte in
breslau vom 19. November 1438 bis zum 4. März 1439».
5. El texto se conserva, junto con otros documentos relativos al
concilio basiliense, en el archivo General de Simancas, Estado. Francia.
K-1711, fols. 532r-537v (ms. S, con la respuesta del obispo de Senj,
538r-539r, en un cuaternión unitario). Ha sido transcrito como apéndice documental por Suárez Fernández 1960, 418-426, y a partir del
mismo hay traducción de Sánchez 2006, aunque con deficiencias. Existe
otro testimonio en la Universitätsbibliothek de basilea, ms. a IV 16
[Konziliares], fols. 2r-4r (ms. b, s. xv), indexado por Steinmann 1982,
351, que registra muy pocas variantes y presenta la misma disposición
de texto y marginalia. a partir del cotejo de ambos manuscritos, se
ofrece al fin de este trabajo una edición del discurso latino junto con
su aparato de glosas. Se desarrollan las abreviaturas y se interviene
mínimamente en la puntuación; para las grafías, se mantienen las del
ms. S y solo se reponen mayúsculas. al pie se indican correcciones y
variantes textuales. a partir de aquí, remitimos, tras de las eventuales
citas del texto, a las líneas correspondientes de nuestra edición.
6. Fernández Gallardo 1998, IV, cap. XI, 1012-1015, & 2002, 212221, con apoyo en beneyto 1945, quien destaca y ejemplifica la técnica
de las artes prædicandi en la política y la diplomacia cuatrocentistas.
100
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
bajo la autoridad de aristóteles, una caracterización de la
función lógico-comunicativa del lenguaje7.
En la segunda parte se establece el officium regis respecto
del bien común, de la paz y sus turbaciones. Se manifiesta
así un doble deseo imperante en la res publica christiana: que
sea gobernada bajo un régimen feliz y que se mantenga libre
de amenazas internas y externas, anhelos ambos que deben
prevalecer en el ánimo de todos los reyes y príncipes que
integran la Christianitas.
Respecto del bienestar del régimen, se subrayan las
dos obligaciones inherentes a los gobernantes, esto es, ser
de utilidad a los pueblos que rigen y no servirse de utilidades arrebatadas a sus súbditos, argumento refrendado
mediante cuatro testimonios: dos jurídicos, el del derecho
canónico y el del derecho civil, que coinciden en resaltar el
cuidado de los príncipes para con los asuntos comunes, y
dos filosóficos, el de Platón, que ya se había anticipado a
estas fuentes jurídicas, y el de aristóteles, que identifica al
rey con el tirano si es que busca el bien para sí y no para
sus súbditos8. Se concluye que al residir en el ánimo del
gobernante el amor a la res publica, este se compadecerá por
las cosas que le sean quitadas a la salud del pueblo y se
congratulará por las que le sean conferidas.
Respecto de la paz, objetivo central para mantener la salud
de la res publica, se indica que su consecución depende del
apaciguamiento de las guerras intestinas y de la preparación
7. aristóteles, Perihermeneias, 1, 16a 3-4, & Política, 1253a, 10-15. Para
los aspectos relativos a la lengua en la obra de alonso de Cartagena,
véase ahora Fernández Gallardo 2012. Cada referencia erudita recibe
una nota marginal, que da cuenta precisa de la fuente, con número de
libro y de capítulo, lo que permite apreciar el amplio rango de textos
o excerpta consultados y la minucia de esta recolección; véase infra
edición, pág. 115.
8. Observados antiguamente y también hoy, acota Cartagena: «Sed
ne hoc iura positiua condentibus, quasi ipsi adinuenerint, attribuentes
alios que hec primo dixerunt, si sub silencio dimittimus, offendamus,
ad mentem redducendum est vetustis in seculis per modum theorice
sanxisse philosophos, quod multi probissimi principes per practicam
antiquis temporibus obseruarunt et hodie seruant» (líns. 62-68).
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
101
para la defensa ante los enemigos externos. El argumento
encuentra apoyo en las autoridades de san Gregorio, san Jerónimo, León IV, la biblia, aristóteles y el derecho romano, a
fin de establecer la competencia del rey tanto para la pacificación interna con las leyes y ordenamientos civiles, como
para la defensa externa por medio de la guerra, con oportuno encomio del Rey de Castilla en sus esfuerzos por pacificar el reino, procurar la paz de la Iglesia y combatir a los
enemigos de la fe. El nuevo emperador, a manera de espejo,
es alentado a seguir el ejemplo de don Juan II y la obra de
su fallecido padre político, Segismundo, cumpliendo con las
expectativas que recaen sobre el príncipe romano, esto es, la
acción tutelar y de guerra justa en favor de la Iglesia, fundamentada con citas de Isidoro de Sevilla y san ambrosio.
En la tercera parte se resumen consideraciones sobre
los pares sabiduría/amistad y virtud/fortuna conjugados en
la figura del príncipe. Los autores clásicos y los textos sagrados coinciden en equiparar sabiduría a virtud, lo que hace
deseable para la res publica la figura del hombre sabio, según
el testimonio de Platón citado a través de boecio. así prospera la res publica, es digna la persona del gobernante y goza
del afecto de la amistad. Justamente, la amicitia es colocada
en el centro de las virtudes como el bien más preciable y
necesario, y en su calidad de amistad política, como aquel
vínculo que permite consolidar los lazos entre los gobernantes sobre la base de la virtud, coincidiendo con aristóteles en que la amistad «est enim uirtus quedam, uel cum
uirtute» (Et. Nic., VIII, 1155a). La amistad perfecta es, pues,
la que está en función de lo honesto, mientras que la conjunción de la virtud con los favores de la fortuna torna célebre
a la persona y vuelca sus obras al bien de la comunidad.
Con pericia retórica, Cartagena hace convergir el conjunto
de sus argumentos en la figura de alberto II y en la feliz
circunstancia de su elevación al trono: la utilitas de la res publica
christiana, la alta virtud que envuelve este nombramiento y la
amistad entre los príncipes fundada en causas honestas,
motivos que justifican plenamente el inicial thema escriturario,
en nombre de don Juan II y del propio embajador: «Lætamur
102
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
itaque de gloria vestra». En el cierre del discurso, se evoca nuevamente el motivo de la amicitia:
at quia, potentissime princeps, iuxta illud antiquum proverbium quod aristotiles refert, «que amicorum sunt solent
esse communia, ut quod utile vni amico est alterius amici
coadunata potencia facilius obtineatur». Idem serenissimus
rex, letans de gloria vestra, offert promptitudinem animi et
tocius potencie sue in omnibus que sibi possibilia erunt ad
conseruacionem exaltacionemque vestre imperialis dignitatis
regieque persone quam sic omnipotens Deus per glorie
humane auram transire donet ut ad gloriam eternam perducat. amen (líns. 362-371).
Fernández Gallardo dedica interesantes páginas a la
amistad política, dado que la alianza entre estados se manifiesta como una proyección pública de la amistad entre
sus gobernantes9. También se detiene en las ideas de guerra
y paz y llama la atención sobre el empleo de la República
platónica para sumar un nuevo argumento a lo ya justificado mediante el código de Justiniano y el derecho canónico, esto es, que el gobernante debe ser de utilidad a los
pueblos, dando absoluta preeminencia a los asuntos públicos por sobre los privados10. La Propositio, en efecto, hace
9. Fernández Gallardo 1998, IV, cap. XI, 1028-1038, & 2002, 218221. Puesto que la amistad genuina se define como la que se da entre
iguales, el elogio de tal relación entre los gobernantes no hace sino
prevenir cualquier tipo de subordinación jerárquica del monarca castellano a la autoridad imperial, lo que se corresponde con los argumentos esgrimidos por Cartagena en el concilio de basilea en ocasión del
conflicto protocolar con la legación inglesa. Según la Propositio super
altercatione præminentia sedium inter oratores regum Castellæ et angliæ, pronunciada en septiembre de 1434: «Reges yspanie, quorum principatus
primus et maior est Rex Castelle et Legionis, nunquam subditi fuerunt
imperatori. Nam hoc precipuum habent reges yspanie, quod non
subsunt nec fuerunt subiecti Romano Imperio nec aliqui, sed de
faucibus hostium erverunt regna, ut dicit glossa, in cap. adrianus LXIII
dist... Et Ioan in cap. ‘Et si neccesse...’ ‘De donationibus inter virum
et uxorem’, pro presupposicio habet quod Reges Castelle et Legionis
non recognoscebant superiorem» (Echevarría Gaztelumendi 1992, 79).
10. Fernández Gallardo 1998, IV, cap. XI, 1017-1024, & 2002, 214218, como también en 2013, 342.
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
103
referencia a la disputa sobre la justicia entre Sócrates y Trasímaco del Libro I de la República (I, 342e), e introduce una
cita directa del mismo:
Nullus in quouis principatu dum princeps est utile proprium
querit aut precipit, sed subditi et cui operatur; ad illumque
respiciens et quid illi proficuum aut decens sit intendens,
que dicenda sunt dicit et agit que facienda sunt omnia (líns.
73-77).
La cita, evidentemente, no procede del original griego,
sino de un modelo latino. Es bien sabido que, al igual que
la mayoría de sus contemporáneos, el obispo de burgos no
conocía la lengua griega, punto especialmente crítico durante
su polémica con Leonardo bruni sobre la nueva traducción de la Ética de aristóteles11. Pero ya desde el siglo XIII
la obra del estagirita ocupaba las estanterías de las bibliotecas europeas en versión latina y, de hecho, alonso de Cartagena era un buen conocedor de la misma, tanto de manera
directa como a través de sus comentaristas medievales.
En el caso de Platón, su acceso a la República también
puede explicarse por medio de una traducción latina, la del
bizantino Manuel Crisoloras y el lombardo Uberto Decembrio, llevada a cabo en los primeros años del siglo XV (antes
del verano de 1402)12 y, según sabemos, conocida y difundida en el concilio de basilea a partir de 143213. Según
pondera Hankins, teniendo en cuenta las críticas de
11. Declamationes super translationem Ethicorum aristotelis, resultado de
la llegada a Castilla de la traducción latina de Leonardo bruni entre
1430 (birkenmajer 1922, 138-144) y 1432 (González Rolán et al.
2000, 91-92). Intercambio epistolar compilado por Pier Candido
Decembrio, del que hay ediciones modernas de birkenmajer 1922 y
González Rolán et al. 2000; esta última ofrece un estudio actualizado
sobre la controversia alphonsiana. Una buena síntesis en Hankins, Griffiths et al. 1987, 197-234.
12. Datación y argumentación de Hankins 1990, I, 108-110.
13. De acuerdo con Zaccaria 1959, 183, n. 183, Gerardo Landriani
recibió el original de esta traducción por préstamo directo de Pier
Candido Decembrio hacia 1427-1428, la cual dio a conocer luego en
basilea, en septiembre de 1432.
104
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
Guarino Veronese a Uberto Decembrio sobre el alcance
de su intervención, la tarea podría haber consistido en una
primera versión literal pero imperfecta que Crisoloras habría
dictado a su discípulo y en una posterior revisión de Uberto
destinada a subsanar los vicios gramaticales y de estilo,
aunque con una labor limæ solo concentrada en el texto latino14.
El propio Uberto en su Prólogo al De Republica declara haber
hecho tales correcciones con la anuencia del maestro
(«preceptore meo iubente et postmodum adprobante») y,
según bottoni, la calidad de las mismas demostraría una
voluntad no solo de pulir la forma sino de lograr una mayor
fidelidad al texto griego, lo que implicaría necesariamente
la intervención de una mano experta como la del docto
bizantino15. Por su parte, Mugnai Carrara considera que el
proceso de revisión reflejaría un coloquio lingüístico e ideológico entre los dos intelectuales, más que una corrección
independiente de Uberto (2005, 224-230). Pero también
entiende que el contraste entre la traducción literal y la
revisión subsiguiente acaba dando por resultado un texto
híbrido, donde la traducción medieval aún no cede paso a
la renacentista.
No pasará mucho tiempo para que un nuevo estilo de
traducción, con intérpretes como Leonardo bruni o el
propio hijo de Uberto, Pier Candido Decembrio, establezca
14. Guarino reduce la función de Uberto a la de mero escriba del
trabajo de Crisoloras, según la nota que obra en la guarda del ms. Vat.
Reg. Lat. 1131 transcrita por Resta 1959, 255, n. 1, y atribuida a mano
de Guarino por Hankins 2004, II, 52-53 & 83. De acuerdo con Hankins
2004, II, 51-56, el juicio de Guarino Veronese podría deberse a su
animadversión por la familia Decembrio, pero podría esconder cierta
verdad. No hay elementos que confirmen a Uberto como gran conocedor de la lengua griega, mucho menos en condiciones de asumir a
la par de su maestro la traslación de un texto filosófico altamente
complejo. Crisoloras tampoco habría tenido un completo dominio de
la prosa latina, dados los numerosos fallos de redacción que se aprecian en una epístola a Uberto, único texto en esta lengua conservado
de su pluma.
15. bottoni 1984, 83-84. Véanse también Gentile 2002, 151-155, y
edición crítica del prólogo en Hankins 1990, II, 525-527; edición fragmentaria en Garin 1955, 343-344, sobre el ms. Laur. Lat. 89 sup. 50.
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
105
distancia con la antigua versión de la República, pero aun
así el texto platónico recuperado por Pier Candido sufrirá
la insidia de Guarino Veronese y, con ella, la acusación de
plagio de la obra paterna, incluso apenas conocida la traducción del libro V, cuando Zenone Castiglioni le requiera
una copia del trabajo de Uberto y Crisoloras con la evidente
pero silenciada intención de establecer un cotejo (Zaccaria
1959, 183). Luego también, y con no menos saña, por parte
de su hermano angelo, quien denunciará la impostura de
Pier Candido y el robo a su padre de toda la gloria como
verdadero traductor de la República16.
Pero más allá de esta polémica sobre la autenticidad
y autoría de las traducciones, ambas gozaron de una vasta
y prolongada difusión, y sabemos por una epístola dirigida
a Pier Candido Decembrio que alonso de Cartagena poseyó
una copia del texto de Crisoloras y Uberto Decembrio,
probablemente adquirida durante su estancia en el Concilio, activo centro de recuperación y circulación de textos
clásicos17. Resulta, así, muy factible que el obispo echara
mano de su propio ejemplar para extraer la cita del libro
I de la República tal y como figura en la Propositio facta
coram domino rege Romanorum. Pero, aunque suele darse por
sentado el empleo de este modelo, si cotejamos la referencia de Cartagena con la traducción de Uberto según el
testimonio del zibaldone de la familia Decembrio, el ms.
ambrosiano b 123 sup., hallamos más variantes que puntos
de contacto:
16. Véanse las injuriosas notas marginales que acompañan las epístolas de Pier Candido en el ms. 325 de la biblioteca Histórica de
Santa Cruz de Valladolid, cuya autoría se atribuye a angelo Decembrio. Hankins 1990, I, 127, n. 39; Zaggia 1993, 12-13, n. 23; Fera
2005, 149-155.
17. Véanse Sabbadini 1911 & 1914, y Garin 1983, además de Lehmann
1941, y Helmrath 1987, 173-175, para el intercambio libresco en los
concilios de Constanza y basilea. En el caso concreto de Cartagena y
sus intereses bibliófilos, Fernández Gallardo 2002, 181-183, 2007 [a]
& [b], y 2008, 193.
106
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
Nullus alius princeps in quantum princeps sibi utile considerat. seu precipit. sed illi pocius cui principatur aut cuius
operator existat. et ad ipsius utile agit et dicit quecumque
sibi conuenientia visa sunt omnia18.
Debemos detenernos por tanto en el año 1438. Cartagena pronuncia su discurso ante alberto II en el mes de
noviembre. Mas la relación epistolar que mantiene con
Pier Candido Decembrio, probablemente desde fines de
1437 al calor de la disputa con bruni por la Ética aristotélica, lo muestra sumamente interesado en la reciente traducción de Pier Candido del libro V de la República19, de la que
toma conocimiento por el arzobispo de Milán, Francesco
Pizzolpasso, destacado también en el Concilio de basilea y
mediador permanente en la correspondencia entre ambos20.
18. Milán, biblioteca ambrosiana, ms. b 123 sup., fol. 137v. Inspección personal, septiembre de 2011. Sobre el códice, Kristeller 1977,
328; Hankins 1990, II, 698, nº. 158; y Ferrari 1978-1979, 185-186.
Sobre sus contenidos e historia se extienden Zanella 1962, y bottoni
1984.
19. Decembrio habría comenzado su versión del libro V de la República a mediados de 1437 y a fines del mismo año habría hecho llegar
una copia a bolonia al obispo de bayeux, Zenone Castiglioni, por intermedio de Zenone amidano (Garin 1955, 349-350, n. 14). Constan
asimismo, antes del mes de diciembre, su intención de traducir el
total de la obra y su ofrecimiento al duque de Gloucester (Zaccaria
1959, 182-184, esp. 183, n. 4; y Zaggia 1993, 7-9, con muy completas
indicaciones bibliográficas); para todo lo referido a Humphrey of Gloucester y su relación con los humanistas italianos, Weiss 1967, Sammut
1980, Saygin 2002, y Petrina 2004.
20. así lo hace saber Cartagena a Decembrio: «Sensi enim per
litteras tuas eidem patri directas te quintum librum ex Politia Platonis e
greco in latinum nouiter traduxisse, quod si quintus est, quattuor ut
præcedans oportet. Oro ergo te ut in primitias communictionum nostrarum aliquem ex eis traducas, uel si traduxisti mihi transmittas» (González Rolán et al. 2000, 354 [R 166]). Dado que no se posee edición conjunta
del epistolario de Pier Candido Decembrio y que para el período 14331442 es preciso acudir a la segunda colección en nueve libros, contenida en el ms. Riccardiano 827 (con copia en las bibliotecas Colombina
de Sevilla, ms. 7-4-20, y Santa Cruz de Valladolid, ms. 325), o bien a
publicaciones dispersas, para una mejor identificación de cada texto remitimos al número de orden del catálogo de Zaccaria 1952.
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
107
El obispo de burgos celebra tener nuevas noticias de los
antiguos escritos de los griegos, urge a Decembrio a avanzar
sobre los restantes libros de la República y se desvela, como
lo hará en cartas sucesivas, por poner en relación la cuasi
desconocida filosofía platónica con la ya frecuentada de
aristóteles21. Sus expectativas no tardan en verse compensadas en abril de 1438, con una copia del libro V debida,
una vez más, a la intercesión de Pizzolpasso22.
Con la difusión del libro V, Pier Cándido Decembrio
abre el debate ideológico sobre la polémica ley de posesión
comunitaria de las mujeres y los niños, y sobre las sospechadas inexactitudes de aristóteles frente al original platónico, temas que ciertamente merecen la réplica de sus
interlocutores23. Mas con el libro I, el siguiente en la saga
21. «Propera ergo et, sicuti cepisti, operare, ut quam totius fieri
commode poterit tota Politia Platonis ad latinos te conducente deueniat, quatenus manibus sapientum latinorum tractata seccum quem
habet cogatur emittere et cum Politicis aristotilis integra collatione
conferri» (González Rolán et al. 2000, 376 [R 171]). Este intercambio
epistolar entre Cartagena y Decembrio ha sido editado por González
Rolán et al. 2000, 353-453; edición fragmentaria en Zaccaria 1959, pero
imprescindible para la datación de las cartas y el proceso de traducción de la República, que modifica la primitiva fechación de Newman
1905, borsa 1893 & 1904, y Vickers 1907, 355.
22. Según carta de Pizzolpasso a Decembrio, fechada el 20 de abril
de 1438, donde también confirma el envío del libro V al duque de
Gloucester: «Quintum tuum Platonis transcribi feci post burguensem
nostrum. Epistolam ad principem tibi desideratum simul cum Quinto
mittam et exemplum ad te» (birkenmajer 1922, 229; y Paredi 1961, 224
[R 186]).
23. Véase al respecto el intercambio epistolar con Pizzolpasso,
Zaccaria 1959, 199-200; sobre la polémica suscitada por Decembrio,
Fubini 1966, 343-349. La cuestión de uxorum communitate ya ocupa a
alfonso Fernández de Madrigal, el Tostado, en su De optima politia
(belloso Martín 2003, 141-162), repetitio sobre el Libro II de la Política de aristóteles fechada entre 1425-1430 (Fernández Vallina 2012,
291) y 1436 (belloso Martín 2003, 14), y por tanto previa a la irrupción del nuevo texto platónico. Nótese asimismo que el controvertido punto de la comunidad de bienes y mujeres es uno de los que
más frecuentemente se atribuyen al movimiento heterodoxo liderado por
fray antonio de Mella en el siglo XV (Candela Martínez 1955, 68-69),
108
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
traductora, Decembrio no propone ya a Cartagena una discusión de contenidos, sino una revisión y enmienda del texto24.
así lo manifiesta en una breve misiva al obispo, entre junio
y julio de 1438: «Quod ut intelligas, mitto dignitati tuæ librum
primum iam absolutum a me ut videas et, si quid deterius
a me perscriptum est, emendationis tuæ baculo castiges25.
Si nos centramos en la colección epistolar de Decembrio, que permite seguir con mucho detalle su itinerario de
traducción de la República –y así también su relación con
Cartagena en torno a esta obra26–, sabemos que el castellano recibe el libro I mientras aún se encuentra en basilea,
entre julio y agosto de 143827, y es allí mismo donde lleva
a cabo la tarea encomendada, según describe en una muy
noticiera respuesta a Pier Candido:
aunque sin apoyo documental determinante, incluido el citado Defensorium unitatis christianæ de alonso de Cartagena, que no lo menciona.
Para un panorama sucinto de la herejía de Durango véase Muro
2003; para la documentación y lo referido al Defensorium, avalle-arce
1974, 96-97 & 103-105; y bazán Díaz 2007, 226-234 & 670-674.
24. Decembrio habría terminado este libro antes de mayo de 1438,
cuando informa a Pizzolpasso que ha despachado un ejemplar a Ferrara
para el obispo de bayeux. Poco después lo hace llegar también a basilea.
Véase Zaccaria 1959, 186 & 194, así como ap. VIII (R 187); la continuación de esta epístola, aquí fragmentaria, en Fubini 1966, 357-358.
25. Zaccaria 1959, 204, nº. IX; González Rolán et al. 2000, 378 (R
172).
26. Zaggia 1993, 8, véase también n. 4, con un resumido estado
de la cuestión del epistolario de Decembrio. El repertorio, reunido por
el mismo humanista en un ambicioso pero inconcluso proyecto, no
siempre lleva orden cronológico ni datación exacta. Su progresivo ordenamiento se debe a quienes han estudiado la correspondencia vinculada al duque de Gloucester, tal el caso de Petriburg 1875, borsa
1904, Newman 1905, Vickers 1907, Weiss 1967 o Sammut 1980, y a
quienes han reconstruido diversos períodos del mismo, como birkenmajer 1922, Ditt 1931, Sabbadini 1914 [a] & [b] 224-245, Zaccaria
1952, Garin 1955, Paredi 1961, Fubini 1966, Hankins 1990, II, 575596, González Rolán & Saquero Suárez 1991, González Rolán et al.
2000, más el aporte del catálogo general de Zaccaria 1952.
27. Zaccaria 1959, 187 & 204-205, nº. X; González Rolán et al. 2000,
380-391 (R 173).
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
109
assumpsi igitur in manibus libellum tuum; at cum præfatiunculam, quam cum elegantissimo stilo præponere decreuisti,
legerem et ad illum locum accessissem, in quo disertissimum
Vbertum genitorem tuum librorum Platonis traductioni
operam olim dedisse memorabas supra me resedi. Venit enim
in mentem me illam traductionem uidisse; inquirens ergo
bibliotheculam meam reperii librum quemdam, qui per sex
libellos distinguitur et De republica Platonis intitulatur, in cuius
subscriptione talis annotatio iacebat: «Explicit Platonis liber
sextus et ultimus De republica siue Iustitia, quem Vbertus
December cum superioribus libris opere Emanuelis Crisoloræ fideliter a græca lingua transtulit in latinam»; cuius tenore
aperte cognoui illam eandem traductionem esse quam tu
imperfectam mansisse testabaris. Dolui tamen quod liber ille
adeo corruptissimus uitio scriptorum erat, quod plerisque
in locis fere intelligibilis reddebatur. Sed quia uero omnia
consonant et interdum libri corrupti ad correctionem aliorum
non modicum conferunt, illum etiam accersiui. Eramus ergo
tres qui lecturæ libelli tui dabamus operam, quorum unus originale tuum, alius traductionem Vberti progenitoris tui, ego
uero libellum in membrana conscriptum legebam, et cum
aliquid mihi obscure positum uidebatur, nedum ad originalis
uerba sed ad aliam quoque translationem recurrebam (González Rolán et al. 2000, 384 [R 173]).
Comprobamos mediante esta epístola que Cartagena
efectivamente poseía en su biblioteca un ejemplar de la
traducción de Crisoloras y Uberto Decembrio, pero solo
con seis libros y con el texto muy estragado por el descuido
de los amanuenses, lo que nos habla de una copia mediada
por copias anteriores en el ámbito de una activa transmisión
manuscrita de este título28.
28. Nótese que Zenone Castiglioni, al solicitar a Pier Candido
Decembrio una copia de la traducción de su padre, también declara
haber visto en basilea un ejemplar en seis libros, del que proporciona
descripción material, título completo e incipit: «Casu accidit die quadam,
dum basileæ adhuc morarer, quod ad me dilatum fuerit quoddam papireum volumen, implicita quadam et corrupta germanica littera conscriptum, cuius intitolatio talis est: ‘Liber Platonis de republica sive de
iustitia. In quo, sermone dialogico, introducit Socratem, præceptorem
suum, in Pirea in domo Cephali cum Lysimacho, Polemarcho et
110
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
Se nos revela asimismo el exacto explicit del volumen,
muy similar al que figura en otros ejemplares de la República,
pero con variantes significativas que, añadidas a su condición de incompleto (o al menos a su partición anómala en
seis libros en lugar de diez), permitirían identificarlo con
bastante acierto en el caso afortunado de tenerlo ante la vista29.
Se nos da noticia luego del procedimiento de revisión
del libro I, que habría requerido la labor conjunta de tres
personas: una frente al original de Pier Candido, otra frente
a la versión de Uberto, y el mismo Cartagena ante una copia
en pergamino30.
Trasimacho et aliis pluribus de iustitia disputantes; quem Ubertus
Decembrius de Viglevano, opere viri conspicui domini Emmanuelis
Chrysoloræ, præceptoris sui, fideliter e græca lingua transtulit in latinam’.
Est autem opus hoc in libris sex distinctum et incipit: ‘Heri ad Piream
cum Glaucone aristonis descendi deam oraturus’» (Zaccaria 1959, 202,
nº. VI [R 68]; apunta este detalle Garin 1955, 350, n. 14).
29. Compárese con la suscriptio del texto platónico en ms. ambr.
b 123 sup., fol. 215v: «Explicit liber decimus et ultimus Platonis de re
publica sive de iustitia feliciter manu Uberti Decembris de Viglevano
qui librum ipsum de greco in latinum opere viri conspicui domini
Emanuelis Crisolura preceptoris sui fideliter a greca lingua transtulit
in latinam» (Kristeller 1977, 328; y bottoni 1984, 79, n. 23). También
con el colofón del ms. 5-6-21 de la biblioteca Colombina de Sevilla,
fol. 73r, ejemplar con diez libros pero carente de prólogo y poema
liminar: «Explicit feliciter platonis liber decimus et ultimus de re publica
siue justicia. Quem vbertus decembri de viglevano cum superioribus
liberis de greco in latinum opere viri conspicui domini Emanuelis crisolara preceptoris sui fideliter a greca lingua transtulit in latinam. deo
laudes». Descripción de este códice en Sáez Guillén 2002, 336.
30. No creemos que por «originale tuum» deba entenderse el original griego, como afirma Fernández Gallardo 1999, 235, y que deba
suponerse entonces la presencia de un lector competente en esa lengua,
inaccesible para el obispo de burgos. La crítica coincide en que Pier
Candido Decembrio empleó el mismo códice de la República que utilizaron su padre y Crisoloras para la primera traducción (bottoni 1984,
boter 1989, 265-267; y Gentile 2002). algunas lagunas persistentes
en la segunda indican que solo más tarde, después de 1440, Pier Candido
pudo hacerse con un nuevo testimonio que le permitió enmendarlas
(bottoni 1984, Hankins 2002, II, 420-421, quien identifica este códice
con el ms. ambr. E 90 sup.; y Gusmini 2012, 88-90). Es difícil creer
que Decembrio se desprendiera del único modelo griego mientras aún
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
111
Por fin, puede constatarse que antes de su partida a
breslau nuestro autor tenía en su poder el libro I de la nueva
traducción de Pier Candido Decembrio. Hecho para el que
no solo nos asiste la fecha tentativa que Zaccaria asigna a
estas epístolas, sino también el cotejo de la cita literal de la
República incluida en la Propositio facta coram domino rege Romanorum de noviembre de 1438, con la traducción de Pier
Candido Decembrio, libro I, cap. VII:
Nullus in quouis principatu dum princeps est utile proprium
querit aut precipit sed subditi et qui operatur ad illumque
respiciens et quid illi proficuum aut decens sit intendens que
dicenda sunt dicit et agit que facienda sunt omnia31.
La coincidencia perfecta entre ambos textos demuestra
sin dudas que este fue el modelo empleado por Cartagena; y,
en virtud de la nueva evidencia, tampoco caben dudas sobre
la muy correcta datación establecida por Vittorio Zaccaria.
En esta línea, conviene examinar brevemente una segunda
referencia a Platón incluida en la Propositio, en favor de la sabiduría y la virtud como condiciones del buen gobernante:
Iuxta illam trictam ac vulgatam quam, ut ferunt, Plato scripsit sentenciam: «beatas fore res publicas si eas sapiencie studiosi
regerent, uel earum rectores sapiencie studere contigisset»
(líns. 242-245)32.
llevaba a cabo su labor traductora, a menos que dispusiera de una copia,
sobre lo cual no poseemos evidencia. Por otra parte, conviene reparar
en el comienzo de la misma epístola, donde Cartagena se refiere al
libro I, recién recibido y puesto a su cuidado, en los mismos términos
de «original»: «Quatenus libellus hic qui originalis locum tenet et a quo,
tanquam exemplari, multa in posterum exempla forte sumentur»
(González Rolán et al. 2000, 380 [R 173]).
31. Ms. ambr. I 104 sup., fol. 24r (idem mss. ambr. R 75 sup., fol.
12r; Trivulz. 683, fol. 9r; british Library, Harley 1705, fol. 15r; bUS
66, fol. 25r).
32. Platón, República, V, 473d. boecio, De consolatione philosophiæ, I, p.
4, 5: «atqui tu hanc sententiam Platonis ore sanxisti beatas fore res publicas si eas uel studiosi sapientiæ regerent uel earum rectores studere
sapientiæ contigisset» (bieler 1984, 7).
112
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
La sentencia, atribuida al filósofo griego aunque procedente del De consolatione philosophiæ, bien podría haber sido
tomada por Cartagena directamente de boecio33, pero han
de notarse sus reparos al subrayar el trasiego y la difusión de
la cita, así como su origen incierto («ut ferunt»). El pasaje
de Platón al que alude pertenece al libro V de la República,
como sabemos el primero abordado por Decembrio y
también el primero en llegar a manos de Cartagena. Pero
es pasaje que no pasa inadvertido a Pier Candido, ya que
en los manuscritos que transmiten su versión latina incluye
una nota marginal que alerta sobre la autenticidad de tan
iluminada pero recurrida frase: «Hec est illa celestis et
aurea sententia quam boetius a platone suppositam refert
beatas fore res publicas etc.»34.
No resultaría extraño, pues, que el obispo de burgos
acudiera al De consolatione para la argumentación de su
discurso, de primera mano o incluso por mediación de algún
33. así parece indicarlo la nota marginal que acompaña al texto:
«Plato. Refert hoc boecius. liº. iº. De consolacione». La fortuna de la
frase queda reflejada en las diversas obras que la han recogido, desde
los Dicta et facta memorabilia de Valerio Máximo (Libro VII, II, 4; Kempf
1982, 329), hasta la Catena aurea de santo Tomás, en la epístola dedicatoria a Urbano IV de la Expositio in Matthæum (Guarienti 1953, I, 3),
o el Liber de vita et moribus philosophorum (Knust 1886, 226-227; véase
su nota d con abundantes referencias a esta cita, entre ellas la de Pero
Díaz de Toledo en el comienzo de su introducción a las glosas de los
Proverbios del marqués de Santillana). Podemos añadir que la misma
sententia Platonis encabeza el Prohemio de alfonso Polo a la edición de
1529 del De optima politia de alfonso Fernández de Madrigal (belloso
Martín 2003, 125).
34. Ms. bUS 66, fol. 112v. british Library, Harley 1705, fol. 91r: «Hec
est illa illustris et celo digna sententia quam boetius a platone sumptam
refert. beatas fore res publicas &cª», en tinta roja y con remate de corona,
que destaca en el conjunto del aparato de glosas (Rundle 1997, 391, y
comprobación personal). Para este comentario en Vat. Lat. 10669 y su
tradición medieval, véase Zaggia 1993, 41, n. 134. Decembrio recurrirá
a la misma cita en su dedicatoria a Juan II de la traducción latina de la
Ilíada: «Rite igitur a Platone philosophorum principe scriptum extat beatas
fore respublicas cum aut sapientibus regnare aut regibus et principibus
sapiencie studere contigisse» (González Rolán et al. 1988, 327).
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
113
florilegio, mas no debiera descartarse una eventual influencia del comentario de Decembrio, tanto en la oportuna inclusión de esta referencia platónica, como en el celo con que
nuestro autor la presenta35.
Es necesario recordar, finalmente, que, siguiendo la
estela de su padre, Pier Candido Decembrio extendió su
traducción a los diez libros de la República, habiendo recibido ya en febrero de 1438 la confirmación del patrocinio
del Duque de Gloucester36. El intercambio epistolar entre
Decembrio y Gloucester fue acompañado por sucesivas
entregas de la obra. Tras la copia del libro V despachada por
Pizzolpasso desde basilea a manera de anticipo, siguieron
un volumen con los libros I a V37 y finalmente, a mediados
de 1440, por intermedio del embajador milanés Scaramuccia balbo, el ejemplar con la obra terminada y con la correspondiente dedicatoria a Gloucester38, lo que agradeció este
en carta de recibo del 30 de junio de 144139.
No obstante el compromiso adquirido tempranamente
con su mecenas, Decembrio quiso dedicar y prologar individualmente algunos libros de su Celestis Politia. así, el libro
35. La sentencia es tan apropiada a la argumentación de Cartagena
como lo explica alfonsi 1953, 609, respecto de boecio: «Lo stato per
il Romano, per il filosofo educato da Platone, non è lo strumento di
una personale signoria senza freni, ma l’esercizio di un razionale dovere:
atqui tu hanc sententiam Platonis [...]. E il fine? Non la soddisfazione
delle proprie passioni, ma la tutela e la difesa dei boni».
36. Por intermedio de Rolando Talenti, en Sammut 1980, 175176 (R 109). Como objetivo último de su trabajo, Gusmini 2012, 77,
n. 1, anuncia una edición crítica del texto decembrino completo.
37. actual ms. british Library, Harley 1705. Véanse, especialmente,
Zaggia 1993, 11-12, 22; y Rundle 1997, 379-392. Gloucester afirma
haber recibido los cinco libros en carta a Decembrio del 23 de marzo
de 1439, publicada por borsa 1904, 515-516, nº. VI; y Sammut 1980,
186-187 (mss. ambr. I 104 sup., fol. 208rv; Vat. Lat. 10669, fol. 207rv).
38. Zaccaria 1959, 191. Según Resta 1962, 53-54, se trataría del
actual ms. Vat. Lat. 10669, hipótesis aceptada también por Sammut
1980, 124-125. Zaggia 1993, 38-47, opone razonables dudas y prefiere
adjudicar este códice a Íñigo Dávalos.
39. Zaccaria 1959, 192. Texto en borsa 1904, 524, nº. XVIII; y
Sammut 1980, 195-196 (ms. ambr. I 235 inf., fol. 106v).
114
GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
V fue para Giovanni amidano, el VI para alonso de Cartagena y el X para Francesco Pizzolpasso40. También encargó
más de una copia de su obra completa, con el fin de distribuirla entre los nombres de una lista en la que se suceden
el mismo Gloucester, Íñigo Dávalos, Leonello d’Este,
alfonso de burgos, Zenone Castiglioni, antonio da Pesaro,
Ugolino Cantelli, Francesco Pizzolpasso y, agregados posteriormente, broccardo Persico y Francesco Marescalchi41.
Diez copias para diez destinatarios, que no siempre pueden
relacionarse con códices conservados en la actualidad42, pero
que en el caso del volumen enviado a alonso de Cartagena
parecen tener un referente concreto en el ms. 66 de la biblioteca Universitaria de Salamanca. No carece de argumentos
Hankins cuando entre los comentarios marginales de este
códice detecta la curiosa apelación: «arrige aures burgensis
40. Lo explica a Gloucester, destinatario final de la obra más allá
de estos homenajes parciales, en carta de fines de 1438: «Gratulor
itaque librum quintum traductionis mee aditum meruisse tue claritatis, qui licet nomini tuo minime insignitus sit, cum primus omnium in
lucem venerit, et Ioanni amadeo iureconsulto prestantissimo sit inscriptus, sub tue tamen dignitatis laude requiescit. [...] Quamobrem tuas
laudes consequentur, ut de sole inquit Cicero, ‘alter Veneris alter Mercurii cursus’, prestantissimi et optimi etatis nostre viri, alfonsus hispanus burgensis episcopus, honor seculi nostri, cui sextum presentis
operis adscripsimus; ac Franciscus Pizolpassus Mediolanensis presul,
unicum pietatis religionisque preconium, quem ideo traductionis nostre
decimo dignum estimavimus, ut qui sacra, cerimonias omnemque divinitatis cultum religiosissime semper excoluit, sacratissimo immortalitatis opere non fraudetur» (Sammut 1980, 184-185). Edición de los
prólogos con las respectivas dedicatorias en Garin 1955, 348-349 &
356; Hankins 1990, II, 532-533 & 535-537; González Rolán et al. 2000,
436-439 (solo libro VI).
41. Lista apuntada en la contratapa posterior del exemplar, el ms.
ambr. I 104 sup., donde puede leerse en su cuidada caligrafía: «Ex his
politie platonice libris data copia. Illustrissimo domino duci cloucestrie. Domino Ignigo daualos militi hispano. Illustri d. Leonello Marchioni
estensi. Reuerendissimo d. alfonso burgensi episcopo. Reuerendo
d. Çenoni castellioneo episcopo baiocensi. D. antonio de pensauro.
D. Vgulino cantelo parmensi. francisco piçolpasso bononiensi. Comiti
brocardo de persico. d. francisco marescalco».
42. El mejor intento de identificación se debe a Zaggia 1993.
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
115
optime», que no podría estar destinada sino a nuestro obispo43.
El epistolario de Pier Candido recoge asimismo la carta tardía
en que Cartagena agradece el ansiado ejemplar de la Celestis
Politia, recibido en esta ocasión por intermedio del arcediano
de Treviño, Rodrigo Sánchez de arévalo:
Venit enim ad nos amicus noster, quem tu bene nosti, studiosus
uir archidiaconus de Treuino, qui Politiam Platonis per te ex
græco in latinum traductam polite et curiose in limpida membrana
conscriptam portauit, quam ego gaudens recepi ac desideranter
legi, quantum temporis opportunitas permittere uoluit44.
Un detalle, sin embargo, debiera desalentarnos en la
identificación inmediata de este ejemplar con el conservado actualmente en la biblioteca salmantina: Cartagena
declara tener en sus manos un texto transcrito «in limpida
membrana», en tanto el ms. 66 es copia sobre papel45. El
hecho no impide, desde luego, que el mismo haya pertenecido al obispo, que le haya estado destinado o que sea una
copia del códice membranáceo, pero no parece conveniente
ponerlo en relación directa con el que mereció la gratitud y
el elogio manifestados en la citada epístola46.
43. Hankins 1990, II, 414, 548-575 & 716 (nº. 258), donde da
cuenta de la nota del fol. 88r (libro IV) y edita una selección de
marginalia del ms. bUS 66. Véanse Kristeller 1989, 604; y Zaggia
1993, 26-27. También Moll 1992, 466; y Gómez Moreno 1994, 74,
n. 78.
44. Zaccaria 1959, 193-194, n. 4, quien fecha esta carta en 1450
(a 167), editada parcialmente por Hankins 1990, II, 589-590, y en su
totalidad por González Rolán et al. 2000, 408-419, cita en 412-415.
45. Comprobación personal. Véanse también Lilao Franca & Castrillo González 1997-2002, I, 70; y Hankins 1990, II, 716.
46. Zaggia 1993, 27-28, menciona la copia solicitada por Íñigo
Dávalos para el rey Juan II de Castilla, que habría contado asimismo
con los buenos oficios de alonso de Cartagena, pero de la que no se
tiene noticia documental. El ms. bUS 66, en todo caso, tampoco cumpliría los requisitos de una copia lujosa destinada a un monarca, sobre
todo en comparación con el rico ms. Vat. Lat. 10669 (véase Zaggia
1993, 38-47).
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GEORGINA OLIVETTO & ANTONIO TURSI
Como podemos comprobar, la relación de alonso de
Cartagena con la segunda versión de la República comprende
una extensa línea de tiempo, que abarca desde los primeros
borradores hasta la redacción final en diez libros, y se
prolonga luego en el encargo de nuevas traducciones bajo
su mediación y bajo el patrocinio don Juan II de Castilla47.
El espectro de intereses y acciones de Cartagena también
es amplio, ya que alienta la concreción de esta magna tarea,
asiste al debate sobre el libro V, asume la corrección del libro
I, escoge para sí el libro VI48, se hace merecedor de la
dedicatoria del mismo, integra la selecta lista de depositarios de una copia y discute activamente con Decembrio
acerca del texto platónico en su doble faceta lingüística e
ideológica. Pero lejos de quedarse en el intercambio amistoso e intelectual con tan digno interlocutor, el obispo de
burgos, en tanto diplomático, también hace suyo el texto
de la República y lo incorpora a la argumentación de su
solemne Propositio facta coram domino rege Romanorum, uno de
los ephemera del reinado de Juan II49 que afortunadamente
se conserva y que vuelve a abrir paso a la voz de Platón en
la retórica y la política castellanas del siglo XV.
47. Tal el caso de los libros I-IV y X de la Ilíada y la Vita Homeri
dedicados al rey castellano. Véanse al respecto Zaccaria 1956, 43-46;
Cátedra 1983; González Rolán et al. 1988; Serés 1997, 51-73.
48. «Quorsum hæc? Cum cedulam non epistolam scribere cœpi ad
Platonis ergo libros, quorum titulos per litteras tuas Reuerendissimo
patri Mediolanensi archiepiscopo designasti, me transfero. Et illi aut
mihi seu utrique licentiam petendi concedis, ego licet omnes libenter
acciperem, ne tamen tibi exuberantes labores iniungam, ex illis sextum
mihi delegi. Oro ergo te ut ad mei instantiam illum, cum otium suberit,
traducas...» (González Rolán et al. 2000, 360 [R 168]).
49. En términos de Deyermond 1981, quien entre otras piezas
memora la intervención de don Diego de anaya en el Concilio de
Constanza (1417).
ALONSO DE CARTAGENA Y LA «REPÚBLICA» DE PLATÓN
117
.·. IHUS .·.
PROPOSICIO FaCTa PER EPISCOPUM bURGENSEM EX PaRTE
DOMINI NOSTRI REGIS CORaM DOMINO REGE ROMaNO5
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RUM. aPUD WRaTISLaUIaM IN SLESIa, VICESSIMa DIE NOUENbRIS, aNNO DOMINI MILLESIMO CCCCº. XXXVIIIº.
Quam iocunda fuit, Cesar auguste, serenissimo principi,
fratri vestro amantissimo, regi Castelle et Legionis, supremo
domino meo, felicissima sublimacio vestra lingua mea non
posset exprimere, cum tanta iocunditas tantaque leticia ex
ea cordi suo infusa est quantam ne dicam ego, qui rudis
ingenio et lingue impedicioris sum, sed et disertissimus ac
eloquentissimus quisquam edicere nullatenus vel vix forsan
valeret. Et enim cum mentis conceptus longe superior omni
pronunciacione sit neccessarium, reor ut ad vehementissimum animi motum plene exprimendum uerba ex toto
sufficere non putentur. Sed cum loquendi officium ad
cognoscendum corda cogitacionesque nostras ad inuicem
comunicandum preceteris animalibus humane creature
natura ipsa quinymo nature Creator concesserit. Nam licet
vox que, ut aristotiles ait {1}: «Nota est earum que in anima
sunt passionum»1 nonnullorum aliorum animalium que
2-5 [Rúbrica B] Proposicio facta per Reuerendum patrem dominum
alfonsum Episcopum burgensem ex parte Serenissimi principis domini
regis castelle et legionis coram serenissimo principe domino alberto
Romanorum rege semper augusto apud Wratislauiam in Slesia .xx.
die nouembris anno domini millesimo quadringentesimo tricesimo
octauo
4 Slesia B] Slegia S
1. aristóteles, Perihermeneias, 1, 16a 3-4. aristoteles Latinus, De
interpretatione, Translatio bœthii: «Sunt ergo ea quæ sunt in voce
earum quæ sunt in anima passionum notæ»; Translatio Guillelmi de
Mœrbeka (recensio amoniana): «Sunt quidem igitur que in voce
earum que in anima passionum symbola» (Minio-Paluello & Verbeke
1965, 5 y 41). Véase santo Tomás, Expositio in libros Peri Hermeneias
(Spiazzi 1964, 9-12), y Summa Theologiæ, Iª, q. 85 a. 2 arg. 3: «Præterea, philosophus dicit, in I Periherm., quod voces sunt notæ earum quæ
sunt in anima passionum. Sed voces significant res intellectas, id enim
voce significamus quod intelligimus. Ergo ipsæ passiones animæ,
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sensu et instinctu reguntur comunis sit, sermo tamen et
locucionis formacio solius hominis est, eodem dicente aristotile {2}: «Vox quidem delectabilis et tristabilis est signum
propter quod et aliis existit animalibus vsque ad hoc enim
natura eorum peruenit ut habeant sensum tristabilem et
delectabilem, sermonem autem qui est in ostendendo conferens et nociuum, solus homo habet»2. Restat ergo ut,
cum quid honeste et racionalis iocunditatis gaudiique
sensualitatis vires excedentis humanus animus concipit,
illud per sermonis expressionem aliis conmunicet, qui
etsi illam mentis exultacionem illamque exilaracionem spirituum earumque causas ac racione flagrancia motiua que
in cordis intimis iacent integre non valet ostendere, non
tamen permittit prorsus latere. Quam ob rem ut verborum
officio gaudium hoc quod ex vestre celsitudinis exaltacione
sua mens regia suscepit aliquanto clarius explicem, ex diuine
Scripture sacra Hystoria que prope hec tempora iuxta ecclesiasticum morem per diuersas mundi regiones legitur, quod
sequitur uerbum a XIIº capitulo libri primi Machabeorum excisum assumpsy:
32 exultacionem S ] ultationem B
scilicet species intelligibiles, sunt ea quæ intelliguntur in actu» (alarcón
2000). Véase también alberto Magno, Super Ethica, II, V, 126:
«Sicut dicitur in principio peri hermeneias, quia ‘ea quæ sunt in voce,
sunt notæ earum passionum quæ sunt in anima’» (Kübel 1968,
113). En las auctoritates aristotelis: «Ea quæ sunt in voce sunt earum
quæ sunt in anima passionum notæ. Et ea quæ scribuntur eorum
quæ sunt in voce et litteræ scriptæ sunt signa vocum» (Hamesse
1972-1974, I, 221; 1974, 304, nº. 1). Para este texto aristotélico y sus
comentarios, aunque los mismos no se recojan en lengua original,
véase arens 1984.
2. aristóteles, Política, 1253a, 10-15. aristoteles Latinus, Politica:
«Sermonem autem solus habet homo supra animalia: vox quidem igitur
tristabilis et delectabilis est signum, propter quod et aliis existit animalibus: usque ad hoc enim natura eorum pervenit, ut habeant sensum
tristabilis et hec significant invicem; sermo autem ad manifestandum
iam expediens et nocivum, quare et iustum et iniustum» (MichaudQuantin 1961, 5).
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«Letamur itaque de gloria vestra»3.
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Et si omni catholico pectori, princeps gloriosissime, inesse
debeat intensa cupido ut christiana res publica sub felici
regimine gubernetur et ab intrinsecis extrinsecisque perturbacionibus libera quietum Omnipotenti Deo exhibeat famulatum, hoc tamen desiderium primo et precipue corda
regum aliorumque catholicorum principum et eorum qui
rei publice gubernacula tenent, inhabitare solet et debet.
Nec ab re cum principancium precipuum sit populorum
utilitati, non suis abstractis commoditatibus deseruire. Hinc
est quod textus {3} iuris canonici, organo summi gubernantis, ait: «Curis sollicitamur continuis, et assidua meditacione vrgemur, vt iuxta credite nobis dispensacionis
officium subditorum commodis, in quorum prosperitate
utique prosperamur iugi quantum nobis ex alto concessum
fuerit sollicitudinis studio intendamus amplectimur quippe
voluntarios pro ipsorum quiete labores»4. Justinianus quoque
cum similibus uerbis in nonnullis {4} iuris ciuilis constitucionibus uteretur quodam in loco {5} ait: «Cordi nobis est
semper nostri animi curas communibus rebus auidissime
impendere»5. Sed ne hoc iura positiua condentibus, quasi
ipsi adinuenerint, attribuentes alios qui hec primo dixerunt,
49 et debet S] om. B
3. I Mach 12, 12.
4. Corpus iuris canonici, Liber Sextus Decretalium Domini Bonifacii Papæ
VIII, Prohemio: «Sacrosantæ Romanaæ Ecclesiæ, quam imperscrutabilis diuinæ prouidentiæ altitudo universis dispositione incommutabili
prætulit ecclesiis et totius orbis præcipuum obtinere voluit magistratum, regimini præsidentes, curis sollicitamur continuis, & assidua
meditatione urgemur, ut iuxta creditæ nobis dispensationis officium
subditorum commodis, in quorum prosperitate utique prosperamur,
iugi, quantum nobis ex alto concessum fuerit, sollicitudinis studio intendamus. amplectimur quippe voluntarios pro ipsorum quiete labores,
et noctes quandoque trasimus insomnes, ut scandala removeamus ab
ipsis» (Friedberg 1879-1881, II, 934).
5. Corpus iuris civilis, Codex, De emendatione codicis Iustiniani et secunda
eius editione, Prohemio, 1: «Corde nobis est, patres conscripti, semper
nostri animi curas rebus omnibus avidissime impendere, ut nihil a nobis
cœptum imperfectum relinquatur» (Krueger 1954, 4).
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si sub silencio dimittimus, offendamus, ad mentem redducendum est vetustis in seculis per modum theorice
sanxisse philosophos, quod multi probissimi principes
per practicam antiquis temporibus obseruarunt et
hodie seruant. Quid enim aliud Platonem sensisse, cum
Socratem contra Trasimarchum de iusticia introduceret
disputantem arbitrari possumus nisi principem debere
prosperitati intendere subditorum?6 Magna enim illius
disputacionis pars hoc concludere nititur Platone {6} in hec
uerba rumpente: «Nullus in quouis principatu dum princeps est utile proprium querit aut precipit, sed subditi et
cui operatur; ad illumque respiciens et quid illi proficuum
aut decens sit intendens, que dicenda sunt dicit et agit
que facienda sunt omnia»7, quasi enunciare vellit principantem qui priuata pocius quam publica curat illis in actibus
in quibus a racione principandi deuiat, principatus habitum
exuere, cum principatui annexa sit rerum cura conmunium,
sine qua recte non posset subsistere. Sed et aristotiles,
Platonis discipulus, licet autoritate superior, hoc non
77 omnia S] om. B
6. Platón, República, I, 338c-342e. Traducción de Pier Candido
Decembrio, I, caps. VI-VII (ms. bUS 66, fol. 22r y sigs.; véase en fol.
23r la nota marginal «attende socraticas confutationes»). Iguales términos, junto con la cita platónica que le sigue, en dos orationes de Rodrigo
Sánchez de arévalo –Coram sanctissimo patre domino Eugenio Papa IIII y ad
illustrissimum ducem Burgundie– fechadas respectivamente por su editores
en 1441, durante la embajada ante la curia papal en Florencia, y 14471448 (López Fonseca & Ruiz Vila 2013, 52-71 & 118-131). La documentada actuación de Sánchez de arévalo como notario en la firma de las
treguas entre alberto II y Ladislao III de Polonia el 10 de febrero de
1439 (Fernández Gallardo 2002, 224) evidencia su cercanía con Cartagena en la misión diplomática en Centroeuropa y explica su conocimiento
directo del discurso de breslau y su cita (que no corresponde a la Propositio super altercatione præminentia sedium inter oratores regum Castellæ et angliæ,
como consignan López Fonseca & Ruiz Vila 2013, 54-56 & 118).
7. Platón, República, I, 342e; en la traducción de Pier Candido
Decembrio, I, cap. VII: «So. Propterea o Trasimache nullus in quouis
principatu dum princeps est utile proprium querit aut præcipit set
subditi et cui operatur. ad illumque respiciens: et quid illi profficuum
aut decens sit intendens que dicenda sunt dicit et agit que facienda
sunt omnia» (ms. bUS 66, fol. 25r).
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reticuit inquiens {7}: «Tyranus quidem sibi ipsi conferens
intendit, rex autem quod subditorum»8. Consequens igitur
est ut cum regio animo amor ad rem publicam insit, illis
condoleat que publice saluti detrahere, illis e regione
congaudeat que ei conferre videntur. ad publice autem
adepcionem salutis etsi multa coadunari oporteat, ad duo
tamen principaliter referri omnia fere haud iniuria possunt,
quorum vnum est ut ab internis contencionibus re publica
quietata pax interna inter fideles populos firmo gluctino
conseruetur, alterum ut ab externa lesione hostilique impetu
plebs catholica defendatur. Duplici enim hac turbacionis
specie concuti plerumque solet populus Dei. Hinc est quod
cum veritas ipsa dixisset {8}: «Cum audieritis prelia et
sediciones nolite terreri»9. Gregorius {9} exponens ait: «bella
quippe ad hostes pertinent, sediciones ad ciues, vt ergo
nos indicet interius exteriusque turbari, aliud nos fatetur
ab hostibus, aliud a fratribus perpeti»10. Proprium ergo
principum est ac illorum qui rem publicam curant vtrumque hoc vigili mente conspicere. Nam interne paci consulere debent a ciuilibus oppressionibus defendendo quia ut
Jeronimus ait: «Regum {10} est proprium facere iudicium
atque iusticiam et liberare de manu calumpniancium vi
oppressos»11 et externe oppressioni occurrere contra
8. aristóteles, Et. Nic., VIII, 1160b. aristoteles Latinus, Ethica
Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VIII, 60b1: «Tirannus quidem enim, sibi ipsi conferens intendit; rex autem, quod subditorum» (Gauthier 1972, 313).
9. Lc 21, 9.
10. Gregorio Magno, Homiliæ in Evangelia, XXXV: «bella quippe
ad hostes pertinent, seditiones ad ciues. Vt ergo nos indicet interius
exteriusque turbari, aliud nos fatetur ab hostibus, aliud a fratribus
perpeti» (Étaix 1999, 321, 11-13; PL 1259). Véase santo Tomás,
Catena aurea, In Lucam, XXI, 3: «GREGORIUS In Evang. (hom. 35). Perituri mundi præcurrentia mala denuntiat Dominus, ut eo minus perturbent venientia, quo fuerint præscita: minus enim iacula feriunt quæ
prævidentur; unde dicit ‘Cum autem audieritis prælia et seditiones,
nolite terreri’. bella ad hostes pertinent, seditiones ad cives. Ut ergo
nos indicet exterius interiusque turbari, aliud nos fatetur ab hostibus,
aliud a fratribus perpeti» (Guarienti 1953, II, 274).
11. San Jerónimo, In Hyeremiam, IV, 35, 4: «Regum autem
proprium est facere iudicium atque iustitiam et liberare de manu
calumniatorum ui oppressos et peregrino pupilloque et uiduæ, qui
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hostiles impetus populum animosa mente tuendo. Unde
Leo {11} Papa, de se ipso loquens, dicit: «Scire nos oportet
quod nunquam ab aliquibus nostros homines sinimus
opprimi, sed si neccessitas ulla incurrerit, presencialiter
vindicamus, quia nostri gregis in omnibus ultores esse
debemus et precipui adiutores»12. Idemque Leo, exercitus
catholicos exhortans, inquit {12}: «Omni timore atque
terrore deposito contra inimicos sancte fidei et aduersarios omnium religionum agere viriliter studete»13. Sed ne
alicui debilia hec forsitan uideantur nisi Diuine Scripture
testimonio roborentur, hec siquidem duo ad regis officium
pertinere eciam Scriptura Sacra sub breuibus uerbis quodam
in loco demonstrat. Cum enim, apud Samuelem, de constituendo rege Isrælitice tribus grandi cum importunitate
instarent, nec prophete precibus acquiescere vellent, conclu-
facilius opprimuntur a potentibus, præbere auxilium» (Reiter 1960,
201, 17-20). Cf. Ier 22, 3: «Hæc dicit Dominus: Facite iudicium et iustitiam, et liberate vi oppressum de manu calumniatoris; et advenam, et
pupillum, et viduam». Véase Corpus iuris canonici, Decretum Gratiani, pars
2, causa XXIII, q. V, c. 23: «Regum est proprium, facere iudicium atque
iusticiam, et liberare de manu calumpniantium ui obpressos, et peregrino, pupilloque et uiduæ, qui facilius obprimuntur a potentibus,
prebere auxilium» (Friedberg 1879-1881, I, 937).
12. Papa León IV, Epistolæ et decreta, X ad Ludovicum Imperatorem: «Scire vos oportet, quod nunquam ab aliquibus nostros homines
sinimus opprimi; sed si necessitas illis incurrerit, præsentialiter vindicamus; quia nostri gregis in omnibus ultores esse debemus et præcipui adjutores» (PL 115, 669bC). Véase Corpus iuris canonici, Decretum
Gratiani, pars 2, causa XXIII, q. VIII, c. 8: «Scire uos oportet, quod
numquam ab aliquibus nostros homines sinimus opprimi; sed, si necessitas ulla incurrerit, presentialiter uindicamus, quia nostri gregis in
omnibus ultores esse debemus et precipui adiutores» (Friedberg
1879-1881, I, 955). También en Ivo de Chartres, Panormia, VIII, 28,
Leo IV Ludovico imperatori (23, q. 8, c. Scire vos.) (Migne 1889, PL
CLXI, 1311b).
13. Papa León IV, Epistolæ et decreta, I ad exercitum Francorum:
«Omni timore ac terrore deposito, contra inimicos sanctæ fidei, et
adversarios omnium regionum viriliter agere studete» (PL 115, 655D).
Véase Corpus iuris canonici, Decretum Gratiani, pars 2, causa XXIII, q.
VIII, c. 9: «Omni timore ac terrore deposito, contra inimicos fidei
sanctæ et aduersarios omnium religionum uiriliter agere studete» (Friedberg 1879-1881, I, 955).
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dendo dixerunt: «Judicabit {13} nos rex noster et egredietur ante nos et pugnabit bella nostra pro nobis»14, ut per
iudicium regium pacis et quietis conseruacio ac littium et
contencionum effugacio designetur. Nam ut iurisconsultus
{ 14} ait: «ad officium iudicantis pertinet littes diminuere alias dirimere»15. Et ut aristotiles {15} voluit, pax
seu concordia est finis in quem omnes ciuiles leges
omniumque iurisdicionum ordines tendunt, per bellum
autem proteccio ab hostibus clare annotetur. Nec enim
sufficeret paci ciuium intendere si defensio eorum contra
hostes omittatur; nec defensioni insistere, si pax politica
negligatur16. Hec nanque duo copulata sollicitudine
querenda sunt, cum alterum absque altero populum plene
non valeret tutare, nec dissimile hoc, ut puto, illi videtur
quod in salute corporea euenire solet, ad quam obtinendam nedum humorum excessui eorumque incongrue
repugnancie obuiandum est, sed ab extrinseco nocumento
cum ingenti diligencia precauendum. Quid enim prodesset humores debita proporcione intra corpus regere, si
126 alias dirimere B] om. S
14. I Sam 8, 20.
15. Corpus iuris civilis, Digesta, XII, 1 («De rebus creditis si certum
petetur et de condictione»), 21: «IDEM libro quadragensimo octavo digestorum:
Quidam existimaverunt neque eum, qui decem peteret, cogendum
quinque accipere et reliqua persequi, neque eum, qui fundum suum
diceret, partem dumtaxat iudicio persequi: sed in utraque causa humanius facturus videtur prætor, si actorem compulerit ad accipiendum
id quod offeratur, cum ad officium eius pertineat lites deminuere»
(Krueger & Mommsen 1963, 192).
16. aristóteles, Et. Nic., IX, 6. aristoteles Latinus, Ethica Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, IX, cap. VII [6] (Gauthier
1972, 332-333). Véase santo Tomás, Summa Theologiæ, IIª IIæ, q. 29, a.
1, y san agustín, De civitate Dei, XIX, 13: «pax hominum ordinata
concordia, pax domus ordinata imperandi atque obœdiendi concordia cohabitantium, pax ciuitatis ordinata imperandi atque obœdiendi
concordia ciuium, pax cælestis ciuitatis ordinatissima et concordissima
societas fruendi Deo et inuicem in Deo, pax omnium rerum tranquillitas ordinis» (Dombart & Kalb 1955, 679). Véase también alfonso
X, Partidas, IV, XXVII, 1. Para la relación de paz y concordia en los
comentarios aristotélicos, Sère 2007, 240 y sigs.
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ictus de foris veniens letali uulnere corpus transfoderet?
aut, quid nobis conferret vulnera ac extrinseca nocumenta deuitare, si humores in corpore nostro ad inuicem
decertantes prematuram nobis mortem vel grauissimam
infirmitatem inducerent? Huiuscemodi ergo exemplo rei
publice salus conseruanda est, ut ab humorum intus iacencium in debita repugnancia, id est contencionum et altercacionum ciuilium, periculoso turbine quieta reddatur et
ab extrinsecis vulneribus, id est hostium apertorum incursibus, manu potentissima protegatur. Quod attendens inclitissimus frater vester rex, supremus dominus meus, et intra
stomachum suum frecuenti meditacione reuoluens, non
solum hiis duobus ab ineunte etate sua, quatenus diuinus
fons bonitatis, ei largiri dignatus est et dignatur, operam
dedit et dat pacem tranquillitatemque Ecclesie quantum in
se est procurando populique sui quieti et pacifico regimini insistendo ac contra hostium fidei impulsus sepe in
propria persona, semper autem per exercitus suos continuo cum labore pugnando, sed et cum alios catholicos principes grandissima uirtute munitos, qui ad hec dispositissimi
sunt, aliquibus turbacionibus impediri, uel ab hac luce discedere audit non paruo dolore concutitur ac e uestigio, cum
prosperari potenciamque eorum augeri cognoscit, nimio
gaudio demulcetur. Sperat enim diuine clemencie aliquid
placere ex nobis, cum deuotissimi atque animosissimi principes, ad alciores potentatus suarum virtutum petentibus
cumulis sublimantur. Merito ergo etsi cum audisset transitum celeberrime memorie domini Sigismundi, Romanorum Imperatoris gloriosissimi patris vestri, amarissime
indoluit, non quod mortalem virum in humanis rebus
semper adesse speraret, cum hec est lex adam, hec sors
humane nature ut vnusquisque mortis debitum soluat, cui
legi ut Sapiens ait {16} vniuersi sine ulla excepcione subduntur, a presidente super sedem gloriosam usque ad humiliatum in terram et cinerem17, nam sicut post longuam
peregrinacionem ad domum reddeundum est, sic post
quamtumcumque diuturnam uitam ad corpusculi humani
dissolucionem venire oportet, ad illumque ire ad quem
omnis caro veniet. Sed quia Romani principis operam
17. Eccli 40, 3: «a residente super sedem gloriosam, usque ad humiliatum in terra et cinere».
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presencium temporum qualitas non mediocriter exposcebat, optasset ut illius senectus clarissima diuturnius prolongata aliquanto ad huc tempore rei publice deseruisset,
formidabatque ne aliquid dissidii in subrrogacione noui
imperatoris ille humani generis inimicus, qui seminare zizaniam consueuit, per suas solitas fallacias suasque versucias procuraret. Sed cum diuino digitto virtuosissima
excellencia vestra ad Romanum solium euecta est, dolor
ille euanuit et summum gaudium accreuit. Solet enim delectacio superueniens, ut aristotiles docuit {17}, tristiciam vndecunque ortam euacuare18. Quid enim? Nonne gaudere
debuit ecclesiastice pacis zelator, cum deuotissimum principem, qui pacem Ecclesie reformacionemque eius ex intimis
cordis feruentissime semper quesiuit, prouehi ad imperiale
culmen concernit? Nonne exultabit infidelium expugnator, cum animosissimum strennuissimumque propugilem
fidei ad imperiales insulas videt euocari? Profecto racionem premaximam exultandi habet, cum ex generosissime
persone vestre sublimacione vtrumque hoc bonum quod
diximus felicius atque extensius, diuina operante clemencia, obtineri sperat. Nam Ecclesiam Dei a turbinibus variisque turbacionibus, que, proth dolor, illam nostris diebus
non leuiter premunt, citius quietari et theurcorum aliorumque infidelium potenciam validissime fortissimeque impugnari per vestre deuotissime ac strennuissime serenitatis
ministerium, Dei brachio operante, firmiter prestolatur,
graciarumque acciones innumeras eterne diuinitati ex
deuotis visceribus egit et agit, que Romano solio talem
principem nostris temporibus dedit. Scit enim in mente
197 persone vestre S] vestre persone B
18. aristóteles, Et. Nic., VII, 1154ab. aristoteles Latinus, Ethica
Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VII, 54a25 y 54b10:
«Quare dicendum propter quid videntur corporales delectaciones elegibiliores. Primum quidem utique quoniam expellit tristiciam»; «Expellit autem delectacio tristiciam et que contraria et que contingens si sit
fortis» (Gauthier 1972, 296-297). También en santo Tomás, Summa
Theologiæ, Iª IIæ, q. 35, a. 4, arg. 2. Más cerca de la formulación de Cartagena, véanse aristóteles, Eth. Nic. IX, 1171ab y santo Tomás, Sententia libri Ethicorum, lib. 9, l. 13, n. 7: «Manifestum est enim, quod quælibet
delectatio superveniens tristitiam minuit» (alarcón 2000).
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vestra, ut precipui aduocati Ecclesie tranquillitatisque ecclesiastice zelatoris, illud frequenter versari quod Ysidorus {18}
correspondenter ad ecclesiasticam pacem, de omnibus
catholicis principibus ait: «Cognoscant principes seculi Deo
se debere esse reddituros racionem propter Ecclesiam quam
a Christo tuendam suscipiunt. Nam siue augeatur pax et
disciplina Ecclesie per fideles principes, siue soluatur, ille
ab eis racionem exigit qui eorum potestati suam Ecclesiam
tradidit»19.
Sed nec illud a memorie vestre latitudine excidere ullo
vnquam tempore credit quod ambrosius {19} in laudem
iusti belli pro defensione fidei assumpti, inquit: «Fortitudo,
que bello tuetur a barbaris patriam, plena iusticia est»20.
Non ergo alienum a racione quinymo consonissimum
racioni iudicandum est, si de glorie vestre augmento, per
quod et Ecclesia facilius pacem et fides uberiorem exaltacionem obtinere sperantur, nimium gaudens suum intensissimum gaudium vestre decreuit notificare serenitati. Non
igitur ego ut ex me, sed rex gloriosissimus ipse per me
tanquam per quoddam organum suum, vestram regalem
maiestatem inpræsenciarum alloquens, letabundo corde uerbis
utitur que premisi, dicens: «Letamur itaque de gloria vestra».
212 esse S] om. B
19. San Isidoro, Sententiæ, III, LIII («De disciplina principvm in
ecclesia»), 51, 6: «Cognoscant principes sæculi Deo debere se rationem
propter ecclesiam, quam a Christo tuendam suscipiunt. Nam siue augeatur pax et disciplina ecclesiæ per fideles principes, siue soluatur, ille
ab eis rationem exigit, qui eorum potestati suam ecclesiam credidit»
(Cazier 1998, 304). Véase Corpus iuris canonici, Decretum Gratiani, pars
2, causa XXIII, q. V, c. 20: «Cognoscant principes seculi Deo se debere
esse rationem reddituros propter ecclesiam, quam Christo tuendam
suscipiunt. Nam siue augeatur pax et disciplina ecclesiæ per fideles
principes, siue soluatur, ille ab eis rationem exigit, qui eorum potestati suam ecclesiam credidit» (Friedberg 1879-1881, I, 937).
20. San ambrosio, De officiis ministrorum, I, XXVII, 129. Idem
santo Tomás, Summa Theologiæ, IIª IIæ, q. 188, a. 3, 4. Véase Corpus
iuris canonici, Decretum Gratiani, pars 2, causa XXIII, q. III, c. 5: «Fortitudo, que bello tuetur a barbaris patriam, uel domi defendit infirmos,
uel a latronibus socios, plena iustitia est» (Friedberg 1879-1881, I, 897).
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Sed nec omittere lybet, optime Cesar, quantum ipsa honesta
iocunditas incendatur et spiritualis incandescat alacritas
quando ea que rei publice conferunt cum prosperitate amicorum complentur. Quid enim delectabilius iocundiusue esse
potest si enim per se optabile est ut res publica quocunque licet extraneo et eciam indigno promouente feliciter
progrediatur? adeo quod gaudendum est, si per ficte
operantes fides incrementum recipiat, dicente apostolo {20}:
«Quid enim dum omnino siue per occasionem, siue per
veritatem, Christus anuncietur, et in hoc gaudeo, sed et
gaudebo»21. Optabilius ergo ac beacius erit si publicarum
rerum administracio per virum dignissimum prospere
gubernetur. Iuxta illam trictam ac vulgatam quam, ut
ferunt, Plato {21} scripsit sentenciam: «beatas fore res
publicas si eas sapiencie studiosi regerent, uel earum rectores sapiencie studere contigisset»22. Sapienciam pro uirtute
prout uetustissimi scriptores et Sacra Scriptura sumere
consueuerunt intelligi volentes quod si sic est et illud consequens erit ut optabilissimum merito iudicetur, si ille per
quem res publica prosperitatem sumit et in futurum habundancius prosperari speratur, nedum dignissimus est, sed
et nobis amicabili affeccione coniunctus, cum in eundem
virum profectus rei publice et persone eximia dignitas ac
nostre amicicie concurrit affeccio, profecto enim qualitas
hec magnam delectacioni dulcedinem superaddit, nec
21. Phil 1, 18: «Quid enim? Dum omni modo sive per occasionem, sive per veritatem, Christus annuntietur: et in hoc gaudeo, sed
et gaudebo».
22. Platón, República, V, 473d. Traducción de Pier Candido Decembrio, I, cap. XIX (ms. bUS 66, fol. 112v): «So. Si non inquam philosophi principentur in urbibus aut reges qui nunc dicuntur et principes
legitime suficienterque philosophentur. ac ciuilis potentia cum philosophia in unum congruant. que nunc sep(e)[a]ratim ad utrumque procedunt pluribus naturis ex necessitate prohibitis non erit amice Glauco
malorum requies in urbibus: Puto neque humano generi. neque huiusmodi res publica orietur priusquam nunc sermone tetigimus nutrietur
proposse. tamen et solis iubar aliquando intuebitur». boecio, De consolatione philosophiæ, I, p. 4, 5: «atqui tu hanc sententiam Platonis ore
sanxisti beatas fore res publicas si eas uel studiosi sapientiæ regerent
uel earum rectores studere sapientiæ contigisset» (bieler 1984, 7). En
las auctoritates aristotelis: «beata est res publica cui princeps sapiens
dominatur» (Hamesse 1972-1974, I, 18; 1974, 287, nº 7).
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utique a uirtutis delectacione hec dulcedo seiungitur,
cum amicicia ab ipsa virtute nullatenus segregetur. Solent
namque hii qui uirtutum radicem quesierunt, amiciciam
illarum in gremio collocare, vnde aristotiles {22}, de ea
loquens, ait: «Est enim uirtus quedam, uel cum uirtute»23,
nec inter parua proculdubio, sed inter principalia in quibus
vita humana veluti honestis in basibus solidatur numerari
solet. Nam ut iuxta Ciceronem {23} loquar: «Solem e mundo
tollere volunt qui amiciciam e uita tollunt, qua nichil a deo
inmortali melius, nichil iocundius habemus»24. «Quis enim
fructus», ut idem Cicero voluit {24}, «esset in prosperis
rebus nisi foret qui illis eque ac ipse qui sentit gauderet?
aduersas uero ferre difficile nisi esset qui eas grauius eciam
quam paciens ferret»25. Et ut Valerius {25} inquit: «Deserta
esset uita hominis si amicicie non cingeretur presidio»26.
Quod nedum inter priuatos viros hoc intelligendum est,
sed et de principatus sublimissimos possidentibus, quia
quanto alcior potentatus est, tanto illi neccessariora et
iocundiora amicicie federa sunt, aristotile inquiente {26}:
«Sine amicis nullus eligeret viuere, huius reliqua bona
omnia, et enim ditantibus et principatus et potentatus
possidentibus, videtur esse amicis maxime opus»27. Que
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23. aristóteles, Et. Nic., VIII, 1155a. aristoteles Latinus, Ethica
Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VIII, 55a3: «Est enim
virtus quedam vel cum virtute» (Gauthier 1972, 298).
24. Cicerón, Lælius de amicitia, 47: «Solem enim e mundo tollere
uidentur qui amicitiam e uita tollunt, qua nihil a dis immortalibus melius
habemus, nihil iucundius» (Combès 1983, 31).
25. Cicerón, Lælius de amicitia, 22: «Qui esset tantus fructus in prosperis rebus, nisi haberes qui illis æque ac tu ipse gauderet? aduersas
uero ferre difficile esset sine eo, qui illas grauius etiam quam tu ferret»
(Combès 1983, 15).
26. Valerio Máximo, Dicta et facta memorabilia, IV, VII, init.: «cum
enim deserta sit futura uita hominis nullius amicitiæ cincta præsidio»
(Kempf 1982, 201).
27. aristóteles, Et. Nic., VIII, 1155a. aristoteles Latinus, Ethica
Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VIII, 55a5: «Sine amicis
enim nullus utique eligeret vivere, habens reliqua bona omnia. Et enim
ditantibus et principatus et potentatus possidentibus, videtur amicis
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enim utilitas talis bone fortune, ablato beneficio, quod sit
laudabilissime ad amicos, uel qualiter seruabitur et saluabitur sine amicis? Hec tamen ut cetera que formosam
varietatem humanorum actuum reddunt, prudencie sarculo
sunt distinguenda. Nam rei publice gubernacula affectionis particularis intuitu optanda non sunt. Sed hoc ut cum
Jeronimo sentenciam accipiendum est quando gracie et
affeccioni nostre persone merita non respondent et contra
Patrum doctrinas carnali affectu non discreto iudicio,
ducti carne et sanguine, reuelantibus amicis seu propinquis nostris culmina peroptamus, non cum honesto amore
attracti, ut dignissimi viri, quos propter suam uirtutem
diligimus, gubernaculorum preeminenciam teneant
desideramus28. Nec enim Publius Scipio {27} affricanus ex
eo improbatus est, quod Lucio Scipioni asiatico, fratri suo,
prouincie asie sortem optauit, quinymo non mediocriter
laudatus est, quia legatum ad eum iturum ultro se optulit,
quia non propter fraternum sanguinem uirtus abhorrenda
est, sed propter uirtutem fraternus sanguis uehemencius diligendus29. Huic et Theodosius {28} augustus singularissimas
maxime esse opus» (Gauthier 1972, 298). Véase santo Tomás, Summa
Theologiæ, IIª IIæ, q. 74, a. 2 co.
28. San Jerónimo, Commentariorum in Epistolam ad Titum, Lib. I, 5a
(bucchi 2003, 13). Véase Corpus iuris canonici, Decretum Gratiani, pars 2,
causa VIII, q. I, c. 6: «Moises amicus Dei, cui facie ad faciem locutus
est Deus, potuit utique successores principatus filios suos facere, et posteris propriam relinquere dignitatem; sed extraneus de alia tribu eligitur
Iesus, ut sciremus, principatum in populos non sanguini deferendum
esse, sed uitæ. ac nunc cernimus plurimos hanc rem beneficium facere,
ut non querant eos in ecclesia columpnas erigere, quos plus cognoscant
ecclesiæ prodesse, sed quos uel ipsi amant, uel quorum sunt obsequiis
deliniti, uel pro quibus maiorum quispiam rogauerit, et (ut deteriora
taceam) qui ut clerici fierent muneribus inpetrarunt» (Friedberg 18791881, I, 593). Véase también san Gregorio Magno, Expositiones in Librum
primum Regum, VI, 75: «Quibus nimirum uerbis ordinatoribus ecclesiarum in electione aliorum nihil suum relinquitur: ‘Quem, ait, monstrauero,
illum unges.’ Qui sunt, qui ungunt, quos non monstrat deus, nisi qui
carnali affectu ad ecclesiarum culmen ordinandos ducunt, qui non merita
discernunt sed personas accipiunt? Isti quidem reges ungunt, sed non
qui a deo monstrantur» (Verbraken 1963, 592).
29. Valerio Máximo, Dicta et facta memorabilia, V, V, init.-1 (Kempf
1982, 250-251).
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gracias Deo egit cum ambrosius, quem diligebat, ad Mediolanensem Pontificatum electus est, virtuti enim persone imperialis affeccio coniuncta erat, nimiumque exultasse dicitur
quia sententia sua diuine iusticie conuenire reperta est30.
Non enim frustra amicicie species tam curiosa inuestigacione distinxerunt antiqui et aliam propter delectabile, aliam
propter utile, perfectam uero propter honestum esse dixerunt 31 {29}, ut a mente nostra non excidat amorem, qui
ex honestis causis ducitur, laudabilem et nutriendum totis
conatibus esse. Hic enim est qui in vicissitudinem ex
utroque latere ductus, veram amiciciam format. Nam ut
Jeronimus {30} ait: «Vera illa neccessitudo est et Christi gluctino copulata quam non utilitas rei familiaris non presencia tantum corporum sed Dei timor conciliat»32. Nichil
ergo contra uirtutem agitur si de amicorum prospera
exaltacione gaudemus quinymo si virtuti obedire volumus
exultare debemus cum personam amici nedum virtus intrinseca firmat sed et uirtuti correspondens celsitudo clariorem
308 est S] om. B
30. Corpus iuris canonici, Decretum Gratiani, pars 1, distinctio LXIII,
cap. 3 («Electioni episcoporum inperator interesse non debet»): «Cum
autem ordinatione diuina ambrosius nondum baptizatus electus fuisset,
exultans inperator ait: Gratias tibi ago Domine omnipotens et saluator noster, quoniam huic uiro ego commiseram corpora, tu autem
animas, et meam sentenciam ostendisti tuæ iustitiæ conuenire. Cumque
sanctus ambrosius contristaretur de hoc, quod acciderat, (ut idem ipse
in suis epistolis scripsit), confortauit eum inperator et ait: Noli timere,
quia et Deus, qui te elegit, semper adiuuabit te, et ego adiutor et
defensor tuus (ut meum ordinem decet) semper existam» (Friedberg
1879-1881, I, 236).
31. aristóteles, Et. Nic., VIII, 1156a-1157a. aristoteles Latinus,
Ethica Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VIII, 56a-57a
(Gauthier 1972, 300-304). Véase santo Tomás, Summa Theologiæ, IIª IIæ,
q. 23, a. 1, arg. 3.
32. San Jerónimo, Epistulæ, LIII ad Paulinum Presbyterum, 1: «Vera
enim illa necessitudo est, Christi glutino copulata, quam non utilitas
rei familiaris, non præsentia corporum tantum, non subdola et palpans
adulatio, sed timor Domini et diuinarum scripturarum studia conciliant» (Labourt 1949-1963, III, 8, 7-11). La misma cita en santo Tomás,
Summa Theologiæ, IIª IIæ, q. 23, a. 1, arg. 3.
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celebrioremque reddit. Nam si felicitas amico optanda
est, illa ex consequencia erunt desideranda que ipsam
felicitatem formosiorem ac quodam modo beaciorem efficiunt. ad existenciam autem uere felicitatis et si exhuberans habundancia rerum illarum que bona fortune vocantur
neccessaria non sit, tamen, si aristotili {31} credimus, condecorat felicitatem ingens confluxus exteriorum bonorum33,
vnde Cicero refert {32} Lisandrum philosophum Ciro Persarum imperatori eleganter dixisse: «Recte te, Cire, beatum
ferunt quoniam uirtuti tue fortuna coniuncta est» 34.
Fortunam igitur sine uirtute amico meo non optabo cum
periculosa perniciosaque plurimum sit, ac in preceps possessorem suum plerumque trahat virtute sine fortuna utique
contentabor cum illa ad vitam honestam sufficiat, omnemque principatum temporalem excedat, vnde Valerius {33}
ait: «Explica totos fastos, constitue omnes currus triumphales, nichil morum principatu speciosus reperies»35. Sed
si desiderii nostri non retinentur, habene libenter appetam,
amici uirtutem fortune fauoribus sociari cum ex huiuscemodi ad mixtione persona eius celebrior redditur et clarissima opera ad bonum publicum procedere consueuerunt
fortunam autem diuine prouidencie ordinatissimam disposicionem qua temporalia distribuuntur intelligo que etsi
apud eternam Maiestatem certissima sit, quia tamen humane
menti incognita est, et variabilis quo ad nos sepe videtur
fortune appellacione solet vocari. Congruentissime ergo
hec considerans, frater vester serenissimus rex, supremus
dominus meus, etsi quocumque virtuosissimo viro Imperii
Romani fastigium aliorumque catholicorum regnorum
solia munirentur, magnam consolacionem sumpsisset,
maiorem tamen uehemenciorem et intensiorem ex vestre
33. aristóteles, Et. Nic., I, 1099a-b. aristoteles Latinus, Ethica Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, I, 99a-b (Gauthier 1972,
153-154).
34. Cicerón, Cato Maior de Senectute, XVII, 59: «Tum Lysandrum,
intuentem purpuram eius et nitorem corporis ornatumque Persicum
multo auro multisque gemmis, dixisse: ‘Rite uero te, Cyre, beatum ferunt,
quoniam uirtuti tuæ fortuna coniuncta est’» (Wuilleumier 1989, 120).
35. Valerio Máximo, Dicta et facta memorabilia, VIII, XV, 3: «Explica
totos fastos, constitue omnes currus triumphales, nihil tamen morum
principatu speciosus reperies» (Kempf 1982, 415).
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regie serenitatis ad inclita Vngarie et bœmie regna, deinde
ad Imperiale culmen assumpcione percepit, cum uirtuti
vestre se coniungente fortuna que in generosissimam personam vestram Imperii et regnorum gloriam sub breuissimo tractu temporis cumulauit hec tria que tetigimus
concurrere dignoscantur, christiane siquidem rei publice
notissima utilitas et virtutis vestre eminens altitudo que
vocacionem vestram toti orbi gratissimam reddit et amicicie ex honestissimis causis fundate summa affectio quam
ad vestram regiam celsitudinem cum adhuc ducalibus titulis
potiretur semper ex integro animo gessit et gerit in dies.
Quam utique gratulabundam exultacionem ac honestissimam, ut ita dixerim, voluptatem ex vestre sublimacionis
noticia sumptam, idem ipse vestre maiestati per ministerium mei humillimi oratoris sui intimat sincerrima mente
per uerba premissa: «Letamur itaque de gloria vestra».
at quia, potentissime princeps, iuxta illud antiquum prouerbium quod aristotiles refert {34}, «que amicorum sunt solent
esse communia, ut quod utile vni amico est alterius amici
coadunata potencia facilius obtineatur»36. Idem serenissimus rex, letans de gloria vestra, offert promptitudinem
animi et tocius potencie sue in omnibus que sibi possibilia erunt ad conseruacionem exaltacionemque vestre imperialis dignitatis regieque persone quam sic omnipotens Deus
per glorie humane auram transire donet ut ad gloriam
eternam perducat. amen.
352 vestre B] om. S
354 summa S] om. B
36. aristóteles, Et. Nic., VIII, 1159b 31. aristoteles Latinus, Ethica
Nicomachea, Traslatio Grosseteste, recensio pura, VIII, 59b 30: «Secundum quantum autem communicant, in tantum est amicitia. Et enim
iustum. Et proverbium, Communia que amicorum, recte. In communicacione enim, amicitia» (Gauthier 1972, 311). aristóteles, Política, II,
1263a 30. aristoteles Latinus, Politica, II, 63a 30: «Propter virtutem
autem erit ad uti secundum proverbium ‘Communia que amicorum’»
(Michaud-Quantin 1961, 31). También en las auctoritates aristotelis:
«amicorum omnia sunt communia» (Hamesse 1972-1974, I, 31;
1974, 243, nº 153).
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{1} ait. in iº Periarmenias.
{2} aristotile. in iº Politicorum.
{3} textus. in prohemio li. viti.
{4} nonnullis ut in auctoritate Ut diuine iussiones coll. viiiª. vnde
sunt sumpta verba que ponuntur in prohemio li. viti37.
{5} [loco. C. de emendacione Codicis. in principio]38.
{6} Platone. libro iº De re publica.
{7} inquiens. in viiiº Ethicorum.
{8} dixisset. Lucas xxiº.
{9} Gregorius. in Omeliis.
{10} Regum. xxiiiª. q. vª. cº. Regum.
{11} Leo. xx3ª. q. viiiª. cº. Scire.
{12} inquit. xxiiiª. q. viiiª. cº. Omni.
{13} Judicabit. iº. Regum. cº. viiiº.
{14} iurisconsultus. Digestum Si certum peta. I. quidam
existimauerunt.
{15} aristotiles. viiiº. Ethicorum.
{16} ait. Ecclesiastici. xºl.
{17} docuit. viiº. Ethicorum.
{18} Ysidorus. xxiiiª. q. vª. cº. Principes.
{19} ambrosius. xxiiiª. q. 3ª. cº. Fortitudo.
{20} apostolo. ad Philippenses. iº.
{21} Plato. Refert hoc boecius. liº. iº. De consolacione.
{22} aristotiles. viiiº. Ethicorum.
{23} Ciceronem. liº. De amicitia.
{24} voluit. eodem liº.
{25} Valerius. liº. 4º. tiº. viiº.
{26} inquiente. viiiº. Ethicorum.
{27} Scipio. narrat hoc Valerius. liº. vº. tiº. 5º.
{28} Theodosius. distinctio lxiiiª. cº. Valentinianus.
{29} dixerunt. ut patet per aristotilem in viiiº et ixº Ethicorum.
{30} Jeronimus. in prologo iº. biblie.
{31} aristotili. iº. Ethicorum.
{32} refert. in liº. De senectute.
{33} Valerius. liº. viiº. tiº. ultiº. et dicit fastos, id est, annalia.
{34} refert. iiº. Politicorum.
37. añadido por otra mano coetánea y con tinta más clara en el
margen interno del ms. S, fol. 533r. No se encuentra en el ms. B, fol. 2r.
38. Remite al Corpus Iuris Civilis, Novellæ Iustiniani, Nov. CXIV, Coll.
VIII, Tit. 10 «Ut divinæ iussiones subscriptionem habeant gloriosi
quæstoris» (Schoell & Kroll 1963, 533).
IV
LaS aRTES LIBERaLES DE
aLONSO DE CaRTaGENa:
LOS MaNUSCRITOS SaLMaNTINOS
y EL TIPO α
U
JUaN MIGUEL VaLERO MORENO
N TEXTO COMO La EPÍSTOLa DE SÉNECaCartagena De las artes liberales hace referencia tan
directa al problema de los modelos intelectuales, su
transmisión y transformaciones, que parecía ineludible dar
cuenta ya de esta ausencia en el ámbito del proyecto de investigación del que dependen los trabajos de este libro. aparte,
naturalmente, de la pléyade de manuscritos e impresos que
transmiten el romanceamiento de alonso de Cartagena, el
texto había quedado esquinado, huérfano de la atención que
han merecido con toda justicia los equivalentes italianos que
dieron cuerpo a la pedagogía del humanismo. Por ello, no
convenía postergar más la decisión de ofrecer un primer
acercamiento a sus problemas ante las dilaciones y exigencias de una futura y más equilibrada editio maior. Esta aproximación al texto De las artes liberales es de considerar como
una investigación básica, al modo en que se labora en las
ciencias naturales (o naturalidades).
Parte del impulso se debe también al aliciente del trabajo
de dos filólogas y amigas, María Morrás y Georgina Olivetto.
135
136
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
En efecto, va ya para una década que dediqué mis primeros desvelos a esta traducción de Cartagena, empezando por
procurarme una primera transcripción de auxilio (ligeramente cotejada). Pero mi objeto entonces (otro que el de
ahora) fue doble: por un lado, la reconstrucción del contexto
de la recepción cultural de Séneca en la Edad Media, con
especial atención a la tradición de las Epistulæ; por otro lado,
un análisis bastante pormenorizado del proceso de traducción, en términos de seca traductología y en otros algo más
amplios de mediación cultural, que se reflejaba también en
la prolija anotación histórico-literaria que acumulé para el
texto y que aquí, para no distraer del nuevo propósito, dejaré
de lado. Por aquel entonces María Morrás (pero también
Nicholas G. Round) publicaron seminales contribuciones a
la tradición textual del corpus Senecanum por obra de Cartagena. y algo antes había disfrutado, más de lo que podía
imaginar, de la edición de dos versiones de Cicerón, De
senetute y De los ofiçios (1996).
Puesto que la traducción del libro clásico de blüher es
de 1983 y la tesis de Morrás se defendió en 1993, la historia de los textos de Cartagena parece avanzar por décadas.
Una década después del hervor de aquellos estudios de principios del siglo XXI, y en el ámbito también del presente
proyecto de investigación, se publica la magnífica monografía de Olivetto (2011), que edita el Título de la amistança pero
que, mucho más allá de este «modesto» servicio, supone una
contribución mayor en todo lo que respecta al corpus Senecanum, pues no sólo aporta nueva documentación y nuevas
ideas, sino que resume, corrige y aclara con exquisito tacto
el conjunto de la tradición crítica anterior. La lectura detenida del libro de Olivetto y la mala conciencia de tener secuestrado un texto que al mismo tiempo me secuestraba a mí
(en una suerte de Síndrome de Estocolmo recíproco) fue
el acicate definitivo para limpiar el cajón de viejas telarañas.
Esta contribución se centra, ante todo, en problemas
de índole textual, pero jamás debe perderse de vista el mar
de fondo cultural, sin el cual el ajetreo de variantes carece
de sentido. Cartagena no se limita a ofrecer a sus contemporáneos una traducción, bastante atinada, de la más famosa
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
137
epístola de Séneca a Lucilio, sino que plantea una cuestión
trascendente, cuáles sean los límites del conocimiento en el
contexto de la cultura laica castellana, pero también europea,
de mediados del siglo XV. Tras su década ciceroniana Cartagena
se apresta en los inicios de los años treinta, en su década
senequiana, a una completa redefinición de su papel como
mediador cultural, paralela a su ascenso político y a la extensión de su auctoritas. El texto de la epístola se alinea con
muchos otros del propio Cartagena y su programa educativo, tales como la Epistula ad Petrum Fernandi de Velasco, de
la década de los cuarenta, o la respuesta a la Qüestión de Santillana a propósito de la caballería. Cartagena se apoya en, o
niega, modelos intelectuales del primer cuarto de siglo como
los de, por ejemplo, López de ayala o Enrique de Villena
(muy en particular), y mantiene un amplio diálogo con sus
contemporáneos, ya sean españoles o europeos. Pero no
olvidemos que más allá de las atractivas conexiones italianas de Cartagena, de un bruni o de un Decembrio, la Castilla a la que se atiende en este proyecto, y a la que se ha solido
achacar un enojoso retraso cultural, vivía (en su parcela vernácula y secular) una auténtica eclosión de traducciones y
comentarios que rebajan, en parte, la altanería intelectual
de un Enrique de Villena en la dedicatoria de su Eneyda.
Por los datos y datas que trascienden, por caso, del
estudio de Olivetto a propósito de la Tabulatio de Luca Manelli
en aviñón y en el contexto de la Corona de aragón a inicios
del siglo XV, el interés de Juan II de Castilla hacia 1430 por
la obra de Séneca (sus compendios y sus glosas), no debiera
constituir, en propiedad, novedad alguna: si acaso, un paso
en falso. Pero, más allá de la obligación de cumplir los deseos
y encargos de un rey, ¿cabe imaginar al informado Cartagena como un hombre desfasado, demodé? Parece evidente
que la respuesta es no.
Por un lado podríamos plantearnos, dada la cantidad
todavía escueta de bibliotecas nobiliarias conocidas en la
Castilla del siglo XV, a qué estantes, a qué armarios o a qué
arcas fueron a parar los treinta y pico manuscritos cuatrocentistas conocidos, más los no pocos perdidos, del corpus
Senecanum (esto es, más allá de Juan II, Pedro Fernández de
Velasco, Santillana o Fernán Pérez de Guzmán). ¿Dónde
138
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
colocar cada uno de ellos en su época de origen? Es un panorama que nos falta, pero que no podemos obviar.
Por otro lado, como he sugerido, tampoco podemos
desdeñar la larga batalla de modelos intelectuales en conflicto
que se amaga bajo la aparente insignificancia de un texto y
una traducción que eran bien conocidos en toda la Romania.
Este no es más que otro paso desde aquella historia de la
educación que estudió Jaeger para los griegos y que se reactiva con periódica frecuencia, como ocurre en el propio Séneca
o luego, más adelante, en el ordo propuesto por Francis bacon
a su Rey (advancement of Learning, 1605), por no hablar de la
Encylopédie. Lo que está en juego es la definición del esquema
dominante del conocimiento y la distribución de las ciencias
en su red, quiénes controlan ese modelo y la forma en que
se difunde en cuanto representación y descripción del mundo.
alonso de Cartagena, en este sentido, como de forma paralela aquella traducción de basilio (De la reformaçión del ánima)
que editó y estudió Lawrance (1991), avanza en los criterios
que impone a su traducción y en el camino balizado en las
glosas, una tentativa en vía orgánica de controlar la extensión de la cultura laica en el valladar de la moral estoico-cristiana, pastoreando el ocio de caballeros y letrados hacia lo
honesto (la moral y la historia, bases de la justicia práctica),
y alejando a los mismos de los peligrosos lobos de la ficción
(imagen de todo lo vano y superfluo). Claro que una cosa son
los deseos y otra muy distinta las realidades: pasados los años,
un texto como la Epístola exhortatoria a las letras de Lucena
certificará el paso de las letras de la austeridad querida por
Cartagena al juego de embaidores (uso un término de la traducción de Cartagena), esto es, timadores y tahúres (término de
Lucena), para los que el latín no es tanto un modo de conocimiento como un modo de lucimiento (pasajero, por demás),
a manera de corte (que es sintagma de Cartagena).
Todo ello, con ser importante, son historias que no puedo
ni debo desarrollar aquí, pues requieren de un entramado
propio. así pues, como «de los primeros primera es la especulación» (Santillana dixit), pasemos de inmediato a los orígenes del texto de Cartagena, la tradición textual latina de las
Epistulæ y en particular de la epístola De las artes liberales.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
139
La tradición
latina
Las epístolas de Séneca no tienen una tradición textual, en realidad, sino dos, perfectamente diferenciadas. Esta tradición bifronte
deriva del hecho de haberse transmitido el texto completo de
origen en dos corpora, separados desde los testimonios más
tempranos. Es probable, incluso, por las informaciones de
Gelio, que existiera un tercer grupo. De los que tenemos la
certeza de los testimonios conservados su estudio externo nos
muestra que el primer tramo, por así decir, recogía las epístolas 1 a 88, mientras que el segundo las epístolas 89 a 124. Es
probable, además, pues han quedado trazos de ello, que las
primeras 88 epístolas hubieran conocido a su vez una subdivisión entre las cartas 1 a 52 y 53 a 88. La tradición de este
grupo de epístolas es rica y compleja: se contiene en más de
cien manuscritos, por lo general tardíos. Haré referencia a
ella dejando de lado las epístolas del segundo tramo.
Según las conclusiones de Foerster (1936), recogidas por
Reynolds, ninguno de los seis manuscritos más antiguos, más
los tres que añade el erudito británico, dependen directamente
el uno del otro. Sucede así hasta tal punto que Reynolds, frente
a Foerster, mantiene que no existió contaminación en ninguno
de los niveles del stemma que refleja las relaciones de los códices
base para su edición, así como tampoco interacción alguna
entre las distintas ramas, de modo que algunas de las lecturas
concordantes sugeridas por Foerster habría que achacarlas a
la proximidad de variantes de tipo ortográfico o de sentido,
pero producidas de manera independiente.
El stemma al que llega Reynolds queda como sigue para
1-52:
W
a
L
Q
g
g
b
O
v M
r
d
P
b
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
140
Para facilitar su comprensión, he aquí las referencias
de las siglas:
b: bambergensis V. 14
L: Laurentianus 76.40
p: Parisinus latinus 8540
O: Vossianus latinus F.70.I
& Oxoniensis Canonicianus class. Lat. 279
p: Parisinus latinus 8540 (fols. 31-32)
Q: Quirinianus b.II.6
b: Parisinus latinus 869
g: Gudianus 335
M: Metensis 300
v: Vaticanus latinus 366
(s. IX)
(s. IX)
(s. IX)
(c. 900)
(s. X)
(s. X)
(s. XI)
(s. XI)
(s. XI)
(s. XII)
Puede apreciarse en la lectura del stemma la verticalidad, al menos hasta el siglo XI, del proceso de transmisión.
Dicho proceso facilita el que, a pesar de que las epístolas 188 fueron, a partir del siglo XII, los libros más populares de
Séneca, la tradición de los codices recentiores pueda ser estrechamente controlada. El control sobre el grupo en el que
se encuentra la epístola 88, que luego pasaría a tener una
transmisión independiente, como es el caso de la traducción
de alonso de Cartagena, puede cerrarse más. De los códices
mencionados antes, sólo los que figuran en el esquema que
reproduzco a continuación contienen las epístolas 53 a 88 (hay
que añadir, V: Venecia, Martianus lat. Z.270 1573 [s. IX]):
W
a
L
g
Q
r
d
v
P
b
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
141
ahora bien, sabemos, por los estudios de Reynolds y
blüher, entre otros, del origen francés de la recuperación de
la tradición textual senequiana, y en concreto la epistolar1.
Su difusión fue lenta hasta el siglo XII, momento en que los
manuscritos se multiplican por todo el territorio francés, desde
el norte, alcanzando por el este a alemania y, cruzando el
Canal, a Inglaterra2. Sólo a partir del siglo XIII, y a pesar del
uso relativamente abundante de Séneca que había hecho la
prolífica orden cisterciense, por ejemplo, Séneca inicia su tradición manuscrita peninsular, tanto en Italia como en España.
Esos nuevos textos peninsulares, ¿sobre qué base se
cimentan, para el caso de las Epistulæ? ¿Son textos de calidad
o se encuentran irremediablemente deturpados? La historia textual de las epístolas presenta uno de los ejemplos célebres del sintagma recentiores non deteriores. En el año 1913
beltrami descubrió un manuscrito bresciano que enseguida
pasó a ocupar un lugar de privilegio en la tradición de las
epístolas de Séneca. al contrario que el resto de la tradición aportaba el texto completo de las epístolas en un solo
volumen. Un grupo de recentiores había sido rechazado hasta
1. a pesar de que Fohlen 1971 haya identificado el manuscrito
latino 13948 (s. XII) de la bNP como de origen italiano (vid. pág. 79),
este hecho no invalida las conclusiones generales de Reynolds según
las cuales, con la excepción de ‘Q’ no existe una tradición propiamente
italiana del texto de las Epistulæ hasta el siglo XIII. De hecho, la misma
Fohlen entiende que ese manuscrito estuvo relacionado con la tradición textual originada al Norte de los alpes, en la región sud-alemana,
del mismo modo que Villa 1969 estableció la relación de ‘Q’ con el
centro intelectual de Reichenau.
2. En la recensión de Munk Olsen las primeras 88 epístolas de
Séneca ocupan el puesto 22 entre los 25 textos más populares entre
los siglos IX al XII. Olsen tiene en cuenta tanto los códices completos
como los fragmentos para llegar a un total de 67 ejemplares, 47 de ellos
del siglo XII y 12 entre los siglos XII y XIII. Con respecto a estas cifras
los treinta y pico manuscritos de la traducción de Cartagena suponen
una proporción, en cifras europeas, más que llamativa. Los datos, que
ya han variado ligeramente desde la fecha de publicación, en Munk
Olsen 1984-1985. Poco después, Fohlen 1998 estudia y clasifica tres
nuevos manuscritos pertenecientes a esta rama. Se trata de los escurialienses M-II-20 y S-II-4 y el 64 del archivo catedralicio de Tarazona.
142
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
entonces al pensarse que sus códices contenían sintagmas,
frases e interpolaciones que luego se revelaron autorizadas
por las lecturas de Q3. Sin embargo, aunque Q resolvía no
pocos problemas a los filólogos del siglo XX, la tradición
medieval efectuó sus propias elecciones.
En efecto, pese a conservar el texto íntegro de las
epístolas, la tradición de Q no fue la generalmente seguida
en la Edad Media, al menos en lo que respecta a las más
célebres epístolas 1 a 88. así pues, según la estimación de
Reynolds, más del 90% de los recentiores que contienen el
texto de las epístolas 1 a 88 derivan de γ y no, por tanto, de
α, que es donde figura Q. De hecho, la mayoría de los manuscritos tardíos para la sección que nos interesa derivan de δ,
cuya tradición se convirtió en la vulgata para estos textos y
fue la base, por ejemplo, de las primeras ediciones impresas de este conjunto de epístolas. Los manuscritos conservados en bibliotecas hispánicas, sea cual sea su origen, derivan
de textos híbridos que conjugan β y δ.
Estos manuscritos (latinos) son4:
biblioteca de El Escorial, ms. N-III-165.
archivo Catedralicio de Tarazona, ms. 646.
(s. XIII)*
(s. XIII)
3. Sobre Q véase Villa 1969.
4. blüher 1983, 69, cita otros manuscritos que contienen obras
de Séneca. Recojo, únicamente, aquellos en que se encuentran representadas las Epistulæ. Señalo con asterisco cuando aparece la epístola
88. Varios de estos ejemplares fueron estudiados con detenimiento por
Fontán 1949, en especial págs. 27-38, donde analiza Esc. Q-I-8, Esc.
S-II-3 y bNM 10238. Por su parte, Fohlen 1995 revisa y clasifica
cincuenta ejemplares de entre las copias que descienden de ‘P’ y ‘b’
plus ou moins directement, pero se ocupa sólo de N-III-16 y b-III-9.
5. antolín 1913, III, 154-155. Entre los fols. 22v-101v contiene
hasta la epístola 91, según la propia numeración del códice.
6. No contiene, por mutilación, la epístola 88. Finaliza en su estado
actual en 87, 35. Según los datos conocidos, el manuscrito de Tarazona perteneció a la abadía cisterciense de Sobrado, en la diócesis de
Compostela, después al arzobispo bernardo II (muerto en 1240) y,
finalmente, pasó al convento de los franciscanos de barcelona, a manos
de su custodio Juan de Villare. Véase la bibliografía citada por Fohlen
1998, 69, n. 53, y en especial Omont 1893 y yates 1982.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
biblioteca de El Escorial, ms. M-II-207.
biblioteca de El Escorial, ms. Q-I-88.
biblioteca de El Escorial, ms. Q-I-189.
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-310.
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-411.
biblioteca Nacional de Madrid, ms. 1023812.
143
(s. XIV)
(s. XIV)*
(s. XIV)*
(s. XIV)*
(s. XIV)*
(s. XIV)*
7. antolín, 1913, III, 74. El manuscrito, copiado en Francia, se
encuentra mútilo a partir de 87, 26.
8. antolín 1913, III, 356-358. Este interesante códice, muy útil para
el expolio de sentencias, contiene, además de distintas obras de Séneca,
las sententiæ de Pubilio Sirio, que tantas veces se citan junto a las del cordobés e incluso se confunden con las suyas propias, como es el caso, y unos
excerpta de las obras morales de aristóteles. Contiene hasta el fol. 84 las
epístolas hasta el libro 22. Sin embargo la epístola 88, fols. 85-87, tiene un
lugar aparte entre el De remediis fortuitorum y el libro de Quattuor virtutum.
9. antolín 1913, III, 368-369. Varias obras de Séneca y la famosa
epístola alexandri Magni ad aristotelem. Como tercer grupo de textos
del códice aparecen las epístolas a Lucilio hasta la número 107.
10. antolín 1916, IV, 34-36. Cf. con Q-I-8, cuya rúbrica inicial es
idéntica en la introducción de las epístolas a Lucilio. En esta ocasión
van precedidas de De clementia y acompañadas por las sententiæ de Siro
y el tratado de Martín de braga sobre las cuatro virtudes cardinales.
Las epístolas, fols. 8-117, recogen 22 libros. La número 88 está situada
al final de todas hasta el fol. 119.
11. antolín 1916, IV, 37-38. Contiene 89 epístolas, algunas duplicadas y sin división entre los libros. Junto a las epístolas PabloSéneca, el libro de Quattuor virtutibus o una colección de auctoritates
epistolarum Senecæ.
12. Inventario 2001, 26-27. Una de las recopilaciones de obras de
Séneca más amplias; sobre pergamino, muy lujoso y limpio. Las epístolas aparecen entre De clementia y el pseudo-Séneca De remediis fortuitorum, fols. 8-34v y 37-104. Tras el De remediis, y desgajada, la epístola
88, fols. 105v-107v, seguida de De formula honestæ vitæ. Detallo, por su
importancia, el contenido íntegro de este códice: [1 y 1.1.] Vita Senecæ
a S. Hieronymo, Epitaphium Senecæ (fol. 1). [2] Pseudo Séneca, Epistola
ad S. Paulum (fols. 1-2). [3] Séneca, De clementia (fols. 2-8). [4] Epistola
ad Lucilium (fols. 8-34v y 37-104). [5] Pseudo Séneca, De remediis fortuitorum (fols. 104-105. [6] Séneca, De liberalibus artibus (fols. 105v-107v).
[7] Pseudo Séneca, De formula honestæ vitæ (fols. 107v-109v). [8] Séneca,
Controversiæ (fols. 35-36v, 109v-128v). [9] Séneca, Quæstiones naturales
(fols. 128v-162). [10] Publilius Syrus, Sententiæ (fols. 162v-164v). [11]
Proverbia Senecæ (fols. 164v-166v). [12] Pseudo Séneca, De moribus
(fols. 166v-168v). [13] Séneca, De beneficiis (fols. 168v-182v). [14] Séneca,
144
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-213.
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-514.
biblioteca de El Escorial, ms. b-III-915.
biblioteca de El Escorial, ms. N-II-1016.
biblioteca de El Escorial, ms. N-II-1117.
biblioteca de El Escorial, ms. N-III-1318.
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-119.
biblioteca de El Escorial, ms. S-II-1120.
(ss. XIV-XV)*
(ss. XIV-XV)*
(s. XV)*
(s. XV)*
(s. XV)
(s. XV)*
(s. XV)*
(s. XV)
Dialoghi (fols. 182v-239v). [15] Pseudo Séneca, De paupertate (fols. 240235v). a pesar de las descripciones de Schiff 1905, 102-103, o de Fontán
1949, 35-38, queda pendiente un estudio exhaustivo de este valioso
códice. Las referencias a su contenido, por ejemplo, no concuerdan entre
el Inventario de la bNM y Fontán 1949, 36. Desde Schiff y con Domínguez bordona se considera italiana la procedencia de este manuscrito,
o al menos la pertenencia de las miniaturas a la escuela boloñesa.
13. antolín 1916, IV, 31-32. Hasta la epístola 123, entre De Providentia Dei in quo ostendit adversorum patientiam libri II y De tranquilitate animi.
Numerosas obras de Séneca, incluyendo las sentencias de Siro y el libro
de las cuatro virtudes de Martín de braga.
14. antolín 1916, IV, 39-40. Dos colecciones de epístolas más De
remediis fortuitorum. En la primera, del siglo XIV, hasta la 123, cerrando el
conjunto la número 88. En la segunda, de 1468, también 123 epístolas
pero con numerosas lagunas que afectan, por ejemplo, a los libros XI-XII.
15. antolín 1910, I, 178-179. Contiene los dicta de Jerónimo, el
intercambio epistolar apócrifo entre Pablo y Séneca y las epístolas a
Lucilio hasta la 90 según la propia numeración del códice.
16. antolín 1913, III, 135-136. al apócrifo tratado De quatuor virtutibus
cardinalibus siguen las epístolas a Lucilio hasta la 123, entre los fols. 10-168.
17. antolín 1913, III, 136-137. Este manuscrito recoge la Vita de
Jerónimo, las epístolas entre Pablo y Séneca y las epístolas a Lucilio
hasta la 71, entre los fols. 9-103.
18. antolín 1913, III, 151-152. Incluye la Vita de Jerónimo, las
epístolas cruzadas entre Pablo y Séneca, y hasta el libro 22 de las
epístolas a Lucilio. Cierra el volumen la epístola 88, fols. 171-174, con
el siguiente incipit: «Lucii annei Senece Cordubensis de septem liberalibus artibus, ubi de singulis docet animum ad virtutem non perducere». Por unas notas al final del libro parece ser que la copia del mismo
estuvo relacionada con Hernando de Pulgar.
19. antolín 1916, IV, 30-31. Hasta la epístola 123. Le siguen las
epístolas apócrifas entre Pablo y Séneca y el tratado de las cuatro virtudes de Martín de braga.
20. antolín 1916, IV, 41-42. Epístolas 1-77. De finales del s. XV.
Junto a otros textos de carácter oratorio o protocolario.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
145
Parece razonable suponer que Cartagena se sirvió de
alguno de los códices en circulación en la Península Ibérica
para su traducción de la epístola 88, si bien cabe la posibilidad de que éste hubiera conocido otro u otros testimonios transpirenaicos en alguno de sus viajes21. El consensus
actual para la epístola 88 suele ser VQ. Veamos, sin embargo,
un ejemplo de la dificultad para establecer un juicio cierto
en la comparación entre un original latino y su traducción
romance, por muy literal que ésta se presente.
En 88, 12 Q lee publicum hoc… tum dicis, pasaje omitido
por γ. aunque el aparato crítico de Reynolds es demasiado
esencial para las comparaciones que me interesan, cotejaré
el texto crítico con la traducción de Cartagena:
texto crítico
Negant iurisconsulti
quicquam usu capi
publicum: hoc quod tenes,
quod tuum dicis, publicum est et quidem
generis humani.
traducción literal JMVM
Niegan los jurisconsultos que pueda
hacerse usucapión
alguna de lo público:
esto que tú tienes, y
que dices tuyo, es
público y pertenece
al género humano.
traducción de Cartagena
Dizen los iurisconsultos que la cosa
pública non se puede
prescrevir, pues todas
las heredades se
pueden dezir públicas, ca son de todo
el linaje humanal.
El problema es tan delicado como sigue: dado que la
traducción impersonal de un pasaje directo (tuum) no es rara
en Cartagena, es difícil decidir si la traducción corresponde
o no al pasaje coincidente con Q.
Juzgar a qué texto subyacente corresponde una traducción vernácula casi nunca es sencillo. Los aparatos de las
ediciones críticas modernas (como la de Reynolds), por lo
general muy sintéticos y depurados, no siempre colaboran al
matiz preciso para el estudio de las traducciones medievales.
21. Lo cierto es que es preferible la opción peninsular. Cartagena
participó de forma activa en el Concilio de basilea entre 1434 y 1439,
su estancia realmente señera al otro lado de los Pirineos; pero sus
traducciones de Séneca son anteriores, entre 1430 y 1434, según la
datación establecida por Morrás & López Casas 2001.
146
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
Lo más indicado sea, quizás, principiar por la probabilidad. Ésta nos lleva a considerar, tras examen atento de la
tradición latina, que el el texto subyacente de Cartagena más
razonable sea el de la vulgata representada, de forma mayoritaria, por ‘b’ y sus descendientes.
En mi opinión, para este caso, la hipótesis es verificable. No carece, sin embargo, de puntos espinosos. Sabemos
que la característica principal de ‘b’ es que su texto, para la
epístola 88, termina en 45. Esto es: «… si Protagoræ credo».
El texto de Cartagena no se detiene, sin embargo, en ese
lugar, como sí lo hacen otros códices latinos hasta el Renacimiento, entre ellos el manuscrito escurialense del siglo XIII,
N-II-16, el más antiguo de una biblioteca española que
contenga la epístola 8822.
¿Deja por eso el texto subyacente de pertenecer a ‘b’ y
sus descendientes, dado que continúa su traducción más allá
de 88, 45? En primer lugar hay que tener en cuenta que, muy
probablemente, Cartagena se sirviera del cotejo de más de
un códice para ella.
Si acaso Cartagena hubiera llegado a consultar un ejemplar trunco, como N-III-16, pudo completarlo tanto fuera
de la familia δ, a la que pertenece ‘b’, como dentro de ella:
‘P’, de un lado, presenta el texto completo, pero también los
códices recentiores descendientes de ‘b’ y que conocieron un
texto íntegro y lo completaron ya en el proceso original de
copia. De hecho el problema ecdótico planteado por ‘b’ tiene
su origen, probablemente, en la desaparición de su modelo
de unas pocas líneas, por haberse perdido el folio que las
contenía. Otros códices descendientes de ‘b’, en los que el
final figuraba trunco fueron completados por una mano
posterior a la copia, como se aprecia sobre el manuscrito
oxoniense del siglo XIII nº. 36 de St. John’s College, conocido por la sigla ‘J’.
22. Pero este códice no entraría en la Península Ibérica, probablemente, hasta el siglo XV, puesto que había sido posesión de un tal
Guillermo que lo mercó en París, en 1387, por la cantidad de nueve
francos, según se desprende de una nota de compra que figura en el
propio códice. Tomo los datos de Fohlen 1995, 140, n. 42.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
147
Pero el texto de Cartagena no sólo continúa 88, 45, sino
que, además, en ese preciso punto, contiene una variante
capital. Sustituye ‘Protagoræ’ por ‘Pitágoras’. Podría tratarse,
según todas las apariencias, de una lectio facilior. Cabe preguntarse si fue esta una variante nacida del propio Cartagena,
a pesar de que sus conocimientos de historia de la filosofía eran
todo lo sólidos que podían ser en un hombre del siglo XV
hispánico, o bien esa variante tiene una génesis propia. Precisamente ante este género de dudas es donde nos sirve
poco el excelente trabajo de Reynolds, de modo que hemos
de dirigir nuestros ojos a las especies concretas.
En efecto, en el manuscrito del siglo XII, Parisinus latinus
16592, puede leerse como explicit: «… oculos mihi effondiunt SI PITaGORæ CREDO. VaLE SEMPER KaRISSIME NObIS».
Pues bien, el manuscrito trecentista de la bNM 10238, que
Schiff consideró, sin criterios sólidos, como formante de
la biblioteca del Marqués de Santillana (un manuscrito de
procedencia boloñesa, según los expertos en miniatura),
lee a su vez: «si Pitagore credo…», y a partir de ahí continúa el texto hasta el final.
El manuscrito 10238 forma cuerpo con los más antiguos conservados en bibliotecas españolas y, en concreto,
con los más importantes códices escurialienses del siglo XIV.
En la clasificación del los recentiores ofrecida por Reynolds,
bNM 10238 es uno de los representantes del grupo β-δ para
las epístolas 1-8823. En este grupo se encuentran comprendidos, además de 10238, los siguientes códices del Escorial: sólo en parte N-III-16; Q-I-8, Q-I-18, S-II-3, S-II-4 (s.
XIV); b-III-9, N-II-10, N-II-11, N-III-13 (s. XV). La mayoría
de estos manuscritos concuerdan con el criterio de clasificación de las epístolas 89-124. En esta clasificación dentro
de la rama Ø se encuentran dos grupos bien diferenciados.
El mayor, al que pertenece 10238 es η, donde además del
manuscrito 100-29 de la biblioteca de la Catedral de Toledo
23. Para Reynolds 1965, 71, «the majority of manuscripts with a
β text have acquired letters 53-88 from one or another of the δ groups;
in the process they naturally absorb a greater or smaller number of δ
readings, and letters 1-52 normally offer a hybrid text».
148
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
se encuentran los escurialienses: Q-I-8, Q-I-18, S-II-1, SII-3, S-II-4 (s. XIV); así como b-III-9, N-II-10, N-II-11 y
N-III-13 (s. XV). al segundo grupo θ pertenecen S-II-5
(ayb), trecentista, y N-II-10 (que hacía pareja en las epístolas 1-88 con 10238 y sus compañeros), cuatrocentista.
Un caso mixto es el de N-II-21 (s. XV)24.
En definitiva, aunque la historia ecdótica de los códices
latinos de las epístolas de Séneca en bibliotecas españolas todavía no se ha cerrado (y de hecho se encuentra en
mantillas), es posible determinar que el texto base que,
en sustancia, utilizó Cartagena para su traducción, pertenece al grupo β-δ, y que, si no fue bNM 10238, fue uno
de los que con él estaban íntimamente relacionados, como,
sobre todo, pues es de contenido y disposición casi idéntica, Q-I-825, de probable origen aviñonés y, en cualquier
caso, todos aquellos que mantengan la lectura «si Pitagore
credo…».
La tradición
romance
Sería engañoso limitar la influencia de las
epístolas senequianas a la tradición directa:
la tradición indirecta, ya sea a través de
compendios, florilegios u otros digesta es insondable. Otro
modo de la tradición indirecta, el comentario, se mostró muy
activo, especialmente en el entorno dominico, donde Séneca
fue enseguida un autor preferido. Multitud de glosas acompañan a muchos de los textos de Séneca, ya sea en latín o
en romance. La autoridad del texto de las Epistulæ se asienta
de tal modo que da lugar a comentarios integrales de alta
24. En las clasificaciones de Fohlen 1995 y 1998 se encuentra algún
testimonio no considerado por Reynolds, como el de Tarazona, así
como divisiones que, aun dentro de un mismo grupo, separan formalmente a los manuscritos escurialenses N-III-16, S-II-4, M-II-20 y bIII-9 como pertenecientes a distintas divisiones.
25. El hecho de encontrarse la epístola 88 desgajada del resto en
10238 y en Q-I-8 ya es un indicador importante, puesto que Cartagena nunca emprendió, que sepamos, la traducción completa del
epistolario senequiano, asunto que sí interesó, sin embargo, a su
poderoso amigo Fernán Pérez de Guzmán.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
149
significación cultural, entre los que cabe destacar los de
Domenicco Peccioli y Gasparino barzizza26.
alonso de Cartagena no se sustrae (a instancias, en todo
caso, de su público objetivo) de una doble interpretación,
la que supone la traducción y la del comentario, que forman
las dos aspas, por así decir, del proceso hermenéutico. Cartagena no sólo es consciente de que su texto se incardina en
la doble tradición interpretativa de las epístolas senequianas,
también lo es de la tradición específica de la epístola sobre
las artes liberales que escoge como su muestra más representativa. Esta elección no es ajena a la que trasciende de la
propia tradición de la misma, como se verá, ni a su imbricación en el debate más amplio sobre los modelos intelectuales de transmisión del conocimiento en torno a las
llamadas siete artes liberales.
Este debate responde a una cuasi perpetua migración
de modelos desde Marciano Capella o Isidoro de Sevilla a
alcuino de york, Hugo de San Víctor, las distintas escuelas monásticas, catedralicias, universidades, escuelas áulicas
y academias de toda Europa, desde los orígenes de la Edad
Media hasta el Humanismo. Este recorrido no se explicitará, como ya se advirtió, aquí, pero explica no sólo el
título que se sitúa al inicio de la traducción de Cartagena en
la mayoría de los manuscritos, sino también la propia glosa
de Cartagena al lema raçional, donde, a propósito de la lógica,
dice así: «E es de maravillar por qué Séneca en este libro,
pues fabla contra las artes liberales, non dixo cosa alguna contra
la rectórica nin contra la lógica, que son dos dellas. E dezir
que lo dexó por olvido es duro de creer, ca non es de
presumir que omne tan sabio fablando de siete artes olvidasse
las dos». La observación es indicio evidente de que para
Cartagena el texto que tradujo era conocido como libro,
tratado, epístola (u otro marbete) De las siete artes liberales,
tal y como figura en no pocos testimonios latinos, entre los
cuales el ms. 10238 de la bNE. y es indicio, también, de
que el texto de Séneca interesaba sobre todo en el marco
26. Véase De Robertis & Resta 2004, 226-244, con bibliografía.
150
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
de ese debate, que condicionaba su interpretación, concediendo prioridad al tema sobre el texto.
El texto de Cartagena, en fin, se afianza sobre el entramado total de la transmisión de Séneca en la Edad Media:
el corpus Senecanum de alonso de Cartagena muestra conocer
la tradición latina directa (caso de la epístola De las artes liberales, con independencia de que su punto de partida fuera
un códice del conjunto epistolar o reportara esta epístola de
forma aislada), la latina indirecta, propia y espúrea, desde el
texto de Séneca ingerido en la Tabulatio de Luca Manelli a
la traducción de falsas atribuciones, el mundo de las glosas
breves y los comentarios extensos y las versiones romances
respecto a las cuales el texto de Cartagena puede entenderse
como un programa de actualización o sustitución, pero no
de continuidad pasiva.
La primera traducción de las Epistulæ ad Lucilium a una
lengua vernácula ocurre a principios del siglo XIV, probablemente entre los años 1308-1310, obra de un letrado italiano
que vierte, sin embargo, su texto al francés, una situación
no del todo extraña de la que existen casos notables (brunetto
Latini, Marco Polo…) De los primeros pasos de las Epístolas en lengua romance dio cumplida cuenta Mario Eusebi
(1970) en un artículo matriz27. Sin pretensión de originalidad, pero con la idea de reflejar algunos pocos datos útiles
para la tradición en la que se incluye la versión de Cartagena, resumo aquí los textos y líneas mayores en el ámbito
de las traducciones románicas, para las que existen textos
en francés, italiano, catalán y castellano.
La primera versión de las Epistulæ a una lengua vernácula, pues, es el romanceamiento anónimo comisionado
por bartolomeo Siginulfo de Nápoles, conde de Caserta y
gran chambellenc de Sicilia, realizada en lengua francesa entre
el 30 de septiembre de 1308 y diciembre de 1310. Esta
27. Pese a que se han detectado algunos lunares para este apartado, sigue siendo de consulta obligada blüher 1983, 113-155. ahora
se puede ver también el cuadro expuesto por varios autores en De
Robertis & Resta 2004, 245-263, que se debe manejar con prudencia
y consultando la bibliografía previa para evitar malentendidos.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
151
traducción, aunque tuvo más amplio eco, se conserva en
la actualidad en cinco testimonios, en los cuales el texto
se haya distribuido en 22 libros (París, bNP, Nat. fr. 12235;
Id. 20545; Londres, bL, add. 15434; bruselas, bRb, 9091;
Id. 10546). Eusebi propuso dos manuscritos latinos como
posibles modelos subyacentes (Nápoles, bN IV G 50, y
Vaticano, baV Palat. lat. 1538) y, en todo caso, la rama δ
de la tradición latina para las epístolas 81-87 y φ para las
epístolas 89-124 (Eusebi 1970, 17). Falta de estos manuscritos la epístola 88, y se divide la 89 en dos (Eusebi 1970,
15, 17).
La segunda versión románica depende de la primera
en lengua francesa. Un anónimo italiano, que para alguno
de sus testimonios ha sido relacionado con andrea Lancia,
realizó esta traducción en lengua toscana a instancias de
Riccardo Petri (†1325), mercader y banquero florentino.
De entre los 24 manuscritos que Eusebi examinó (de 42
ejemplares habla baglio 2000, 119-120), distinguió tres
estados del texto: I, II y III. Los testimonios de I resultan
de la traducción del texto francés28, mientras que II y III,
que proceden de un rimaneggiamento de I, cotejan con la tradición latina. En buena parte de estos manuscritos aparece
como pieza preliminar (por lo general después de una Vida
de Séneca) la traducción, a partir del latín (Eusebi 1970, 3233), de la epístola 88, bajo títulos como Libretto sopra le sette
arti liberali.
En un nuevo estadio de su difusión, Séneca migra hacia
su tierra natal, en dirección oeste. De la primera versión
francesa deriva también una traducción catalana, compuesta
en las primeras décadas del siglo XV, que comprende el
conjunto de las 124 epístolas de su texto base. Eusebi (1970,
41) hace referencia a tres manuscritos: París, bNP, Esp. 7
(abreviado en su contenido a partir de la epístola 93); Montserrat, biblioteca del Monasterio, 933 (el mejor y más
completo); Londres, bL, burney 252 (que contiene sólo las
28. Es testimonio del estado II del texto el ms. Res. 7 de la bNE
(Eusebi 1970, 19), cuyo prólogo reproduce, como señaló Eusebi, Schiff
1905, 104 ss.
152
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
primeras 18 epístolas)29. Martínez Romero (1998, 30-34)
añade el ms. 186 de la biblioteca Episcopal de Vic, del que
sólo han quedado 18 folios. Trata también, en este grupo,
pero aparte, de unas Flors o autoritats tretes de les Epístoles de
Sèneca (Zaragoza, biblioteca Universitaria, ms. 28).
además, en territorio de la Corona de aragón, pero
en fecha posterior (segunda mitad del siglo XV), verá la luz
un romanceamiento catalán directo del latín30. Sobrevive en
tres manuscritos (los dos primeros de ellos emparentados
textualmente): bNE, 9512; Zaragoza, biblioteca Provincial
y Universitaria de Zaragoza, 1297, actualmente bGU ms.
21, que contienen las primeras 29 epístolas31; y bNE 9562,
que sólo conserva las epístolas 1, 14 y la 5 incompleta (Eusebi
1970, 47, n1; Zinato 1993, 385-386; Martínez Romero 1998,
34-41)32.
Exponente de la zona lingüística aragonesa, a mediados del siglo XV, se concretó una versión a través del texto
en lengua francesa, hoy conservada en un único manuscrito,
el 8852 de la bNE (siglo XV), que transmite las primeras 81
epístolas (sin glosas) en una secuencia no consecutiva y
con fronteras difusas entre algunas epístolas (Zinato 2000,
1631). La última de ellas, la 81, es, sin embargo, la epístola
119, y faltan la 58 y la 62 (Eusebi 1970, 40 n1)33.
29. Por descuido Zinato (1992, 374) indica que es en el ms. de
París en el que sólo figuran las primeras 18 epístolas (frente a lo que
dice Eusebi 1970, 41). Que es una errata se advierte en la cita inmediata que hace Zinato del Catalogue de Morel-Fatio, donde se describe
el contenido del manuscrito parisino.
30. aunque Zinato establece indicios de un contacto horizontal con
el texto francés; 1993, 388-390; Martínez Romero 1986, 134-144.
31. Zinato 1993, 381, piensa que el proyecto del traductor cubría
el corpus completo.
32. Cf. Zinato 1992, 374: «Nel ms. 9153 troviamo solo il gruppo
1-5».
33. Más detalles en Zinato 1992, 382-383. Zinato piensa que este
manuscrito pudo pertenecer a la biblioteca de la reina María de aragón
y sugiere la hipótesis de que esta traducción castellana puede ser a su
vez versión de la catalana que se efectuó sobre la francesa: «Non abbiamo
verificato quali siano le relazioni tra questa traduzione catalana e quella
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
153
La versión castellana, por fin, de capital importancia
(pues alargó su vida, desde 1496, a través de la imprenta34)
fue solicitada por Fernán Pérez de Guzmán (c. 1376 - c. 1460)
que, por lo que trasciende de sus preliminares, deriva de la
traducción toscana, según Eusebi del tipo textual II (1970,
36-40)35. La secuencia de las epístolas traducidas en este
importante silo (que contiene 75 epístolas en proporción a
las 124 de la tradición latina e incluso italiana) es: 1-21, 2230, 43-45, 104, 32, 34, 35, 37-41, 90, 91, 81, 97, 99, 47, 101,
107, 69, 33, 42, 86, 64, 61-63, 96, 53, 72, 73, 50, 67, 89
(parcial), 103, 52, 60, 49, 122, 113, 112, 111, 46, 119 (=capítulo LXXV)36. Esta traducción fue ampliamente glosada
del manoscritto 8852 e rimane ancora da dimostrare se una sia traduzione dell’altra oppure se ambedue procedano indipendentemente dalla
traduzione francese» (382) y «nella stessa biblioteca della regina Maria
figurava al numero 21 dell’inventario [según Menéndez Pelayo] un
codice delle Epistulæ morales di Seneca in lingua catalana. Questa
informazione sottolinea ancor più la contiguità e la probabile osmosi
tra le due tradizioni» (383). Esta última hipótesis es atractiva, pero no
está demostrada la sustancia real de los manuscritos en la biblioteca
de María de aragón; cf. Martínez Romero 1998, 27-29. Insiste sobre
ello en Zinato 2000, con indicios atractivos pero no concluyentes;
abunda, por otro lado, con mayor número de ejemplos, en la mediación catalana previa al texto aragonés.
34. En Zinato 1993, 380, se desliza la errata 1492 para el primer
texto impreso, que se reitera en otro estudio (2000, 1628). Se dio a la
estampa en Zaragoza: [Pablo Hurus], a expensas de Juan Tomás Favario,
3 de marzo de 1496. Es posible consultar ahora una reproducción de
este impreso, según el ejemplar INC/1704, en la biblioteca Digital
Hispánica de la bNE.
35. Zinato 1992, 385, por su parte, considera que el traductor
italiano recurre en ocasiones al texto latino de las epístolas: recuérdese que esta es característica también de los textos toscanos del tipo
II y III.
36. Eusebi 1970, 37; idéntica secuencia en Zinato 1992, 379. Eusebi
coteja el ms. 10806 de la bNE con otros cinco manuscritos (bNE
8368, 9215, 9443; bEsc. S-II-9, T-I-10) y el impreso zaragozano de
1496. Zinato 1992, 377-378 suma tres nuevos manuscritos a los elencados por Eusebi: bEsc S-II-6; T-III-8; y bRP II-2906. Zinato aclara
que en el ms. 10806 faltan las primeras 21 epístolas, mientras en II2906 sólo comparecen las primeras diez.
154
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
(Zinato 1995, 413-427; aunque su aparato interpretativo no
pasó a la imprenta).
La traducción de
alonso de Cartagena
(c. 1434)
¶ Los manuscritos. Las traducciones
de alonso de Cartagena bajo la
advocación de Séneca y comisionadas por Juan II de Castilla se
conservan en la actualidad en 38 manuscritos y varios impresos a partir de 1491, según la nómina más completa hasta
la fecha (Olivetto 2011, 91-92). De este amplio corpus,
uno de los más significativos de toda la producción romance
manuscrita del siglo XV, la traducción conocida como De
las artes liberales se localiza en 31 manuscritos, así como en
los impresos.
¶ El «corpus» y su clasificación según la «collatio externa». a
continuación ofrezco un listado sintético de los mismos. He
consultado de forma directa y he compulsado total o parcialmente todos los manuscritos de la bNE, bRP, bUS, Esc.,
así como bFbM y bSC. a su derecha figuran las siglas de
la familia (según Morrás) y del tipo (según Round) al que
cada uno de ellos ha sido provisionalmente adscrito tras la
revisión de Olivetto, según el método de la collatio externa.
Los asteriscos indican los manuscritos integrados por
Olivetto a la tradición manuscrita (y, en consecuencia, no
valorados por Round y Morrás):
bNE 817
bNE 1615
bNE 6765
bNE 6962
bNE 8188
bNE 8241
bNE 8830
bNE 9180
Madrid, biblioteca Nacional de España
[a, ε]
[b, εε]
[D, α]
[E, γ]
[F, δ]
[G, ε]
[H, δ]
[I, α]
bNE 9613
bNE 10139
bNE 10155
bNE 12172
bNE 17798
bNE 17803
[*, δ]
[J, γ]
[K, δ]
[M, ε]
[N, ε]
[O, δ]
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
155
Madrid, Real biblioteca de Palacio
RbP II/1842
RbP II/1878
RbP II/3072
[*, δ]
[*, γ]
[Q, ε]
San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Esc. L-II-15
Esc. N-II-6
Esc. T-III-5
Esc. T-III-6
Esc. T-III-7
[R, δδ]
[S, α]
[U, ε]
[V, γ]
[W, δ]
Salamanca, biblioteca Universitaria de Salamanca
bUS 201
bUS 1813
bUS 2683
[X, α]
[y, δ]
[Z, α]
Santander, biblioteca Menéndez y Pelayo
bMP, M-97
[bb, δ]
Valladolid, biblioteca de Santa Cruz
VSC, 338
[FF, δ]
Santiago de Compostela, biblioteca del Convento de San Francisco
bSF
[*, ε]
Palma de Mallorca, biblioteca Fundación bartolomé March
bFbM, 22/8/2 [*, α]
Lisboa, biblioteca Nacional da ajuda
ba, 46-VIII-I [EE, εε]
aix-en-Provence, biblioteca Méjanes
bM, 1524
[DD, γ]
156
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
El método de la collatio externa, afinado por Germán
Orduna y por sus continuadores en el SECRIT, bien conocido en el ámbito de la filología hispánica, ha ofrecido
notables frutos y se ha demostrado productivo y eficiente
en sus mejores aplicaciones. En el caso de tradiciones prolijas y complejas se ha revelado como uno de los mejores
instrumentos de clasificación preliminar.
Sin embargo, la collatio interna sigue siendo de obligado
cumplimiento a la hora, por un lado, de verificar los resultados de la clasificación externa, y, por otro lado, de superar
la clasificación estemática y constituir el texto, ya sea de
forma provisional o definitiva.
Presento aquí una propuesta parcial de verificación y
reconstrucción del tipo α, al que han sido adscritos dos
manuscritos de la biblioteca Universitaria de Salamanca,
cuyo cotejo ha sido comparado, palabra por palabra, con
otro testimonio salmantino, en este caso adscrito a los
tipos (δ-γ).
La collatio entre todos los testimonios del tipo α ha
sido completa, por lo que cabe aventurar una clasificación tentativa que revele las relaciones textuales entre los
mismos. En este trabajo, sin embargo, no se presenta un
análisis total de las variantes (aunque sí que aparecen
recopiladas para que el interesado pueda contrastar y evaluar
su interés).
Con vista a la constitución de un itinerario textual sintético se ha procedido a una selectio de variantes o puntos textuales significativos cuyo objeto es la simplificación (siempre
arriesgada, por supuesto) del corpus completo de variantes
y, al mismo tiempo, una función de guía en el proceloso mar
de tipos y variantes fuera de α. Esta perspectiva más amplia
(aunque, insisto, limitada a unas pocas variantes) permite
reflexionar acerca de los manuscritos examinados en profundidad con una mayor garantía de soporte. Por otro lado, no
se me escapa que la selección de variantes depende del o
de los testimonios de partida, y que habría sido distinta de
haberse tratado de otros modelos.
Prefiero por ello hablar, en esta investigación básica,
de texto de partida, más bien que de texto base. Nada habría
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
157
sido más cómodo que, con el prestigioso consenso de Round,
y ahora de Olivetto, haber tomado como texto base el manuscrito 6962 de la bNE como contraste con los testimonios
examinados. Esto es, haber editado el manuscrito 6962 junto
al ms. 1813 de la biblioteca Universitaria de Salamanca más
una clasificación de los miembros atribuidos a α. He preferido, sin embargo, empezar la casa por el tejado (aunque en
realidad debiera decirse de abajo hacia arriba), tomando
como texto de partida el manuscrito bUS 2683, cuyo carácter innovador y altamente problemático no se le ocultará al
entretenido lector de variantes. Los resultados, en un sentido
u otro, debieran ser (si el método se aplica con eficacia) los
mismos, o muy similares, pero la perspectiva lateral favorece la atención a la heterogeneidad y la transversalidad, lo
que permite prestar una atención más concentrada a un testimonio que, en otro caso, ocuparía un lugar indudablemente subalterno pero que, al contrario, como pretendo
demostrar, constituye una auténtica piedra de toque de la
transmisión de este corpus.
¶ Las rúbricas del tipo α + Y. El procedimiento de la collatio externa se basa sobre evidencias de primera vista, que
van desde los elementos materiales de constitución del códice,
su soporte y escritura, su distribución cronológica, por
ejemplo, hasta elementos propiamente textuales, como son
los referidos a la marcación o indización del texto en el
proceso de su mise en page y ordinatio. La mejor descripción
analítica de cada uno de los testimonios de este corpus es,
como he insistido, la de Olivetto (2011), que sólo admitirá
pequeños matices o alguna adición en el futuro. En esta clasificación se ofrece el orden exacto de los textos en cada
uno de los testimonios, con la reconstrucción de su orden
original cuando este se encontraba alterado y, evidentemente, cuando ello se ha podido averiguar en un exhaustivo análisis de primera mano. Es posible ahora situar
con todas las garantías el puesto y orden de la traducción
de la epístola 88 de Séneca en la secuencia de co-textos
que le corresponde.
158
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
Para los manuscritos clasificados en el tipo α esta secuencia es la siguiente (se añade la de bUS 1813):
bNE 6765 Prov.I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Vb | art. | amon.
| Rem. | Cop. | >Decl.
Esc. N-II-6 Prov. I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Vb | art. | amon.
| Rem. | Cop. | >Decl.
bUS 201 Prov. I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Vb | art. | amon.
| Rem. | Cop. | >Decl.
bFbM Prov. I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Vb | art. | amon. |
Rem. | Cop. | >Decl.
bNE 9180 Prov. I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Vb | art. | amon.
| Rem.
bUS 2683 Prov. I | Prov. II | Vb | Cl. I | Cl. II | art.
bUS 1813Vb | Prov. I | Prov. II | Cl. I | Cl. II | Decl. | >Dben.
| Cop. | amon. | art. | 4 Vir. | Cav
Todos los manuscritos clasificados en el tipo α menos
bUS 2683 muestran un encaje idéntico para el Libro de las
artes liberales, entre el Libro de la vida bienaventurada y las amonestaciones e doctrinas, además del mismo orden en toda la serie,
con la excepción de bNE 9180 (exento de los dos últimos
textos). Como se aprecia, en bUS 1813, adscrito al tipo δ,
art ha sido desplazado con respecto a la secuencia de α y
ocupa un puesto entre los textos de carácter misceláneo o
compendioso (fuera del que podríamos llamar módulo de autoridad de los textos de Séneca).
El cambio de orden de bUS 2683 pudiera hacer pensar
en la adscripción de este testimonio al tipo δ, con cuyos
testimonios coincide en colocar art tras el segundo Libro
de la clemencia e incluso con bUS 1813, del que Oivetto (2011,
88) opina que «se asemeja a un ejemplar del tipo δ, pero
sería en verdad un núcleo de tipo γ amplificado». Morrás,
en su clasificación, no sitúa bUS 2683 en la familia b
(formada por el resto de los testimonios del tipo α) sino
en el grupo de los relacionados con b, mientras que a bUS
1813 lo coloca en el grupo de los relacionados con C. En
este punto se precisa la determinación gradual de la crítica
interna.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
159
además de la secuencia de los distintos textos en el
códice importa conocer la forma concreta en que las rúbricas internas presentan su disposición. Para ello he recopilado las fórmulas de rúbrica inicial y final, según la siguiente
muestra:
Rúbrica inicial
E (S): Libro de Séneca De las siete artes liberales en que muestra
fablando de cada una dellas que non ponen en nuestro coraçón
la virtud, mas aparéjanle para la resçebir
M1 (D): aquí se acaba el Libro de la bienaventurada vida e comiença
el Libro de las siete artes liberales. Libro de Séneca De las siete
artes liberales, en que muestra fablando de cada una dellas que
non ponen en nuestro coraçón la virtud, mas aparejanle para
la resçebir
M2 (I): Libro de Séneca De las siete artes liberales en que muestra
fablando de cada una dellas que non ponen en nuestro coraçón
la virtut, mas apareianle para la resçebir
P (*): Libro de Séneca De las siete artes liberales en que muestra fablar
de cada una dellas que non ponen en nuestro coraçón la virtud,
mas aparéjanle para la resçebir
S1 (X): Libro de las siete artes liberales
S2 (y): Ø
S3 (Z): aquí se acaba el libro segundo De la clemençia e comiença
el libro de Séneca que se llama De las artes liberales: en la
translaçión deste non se fizo prólogo nin introductión
Rúbrica final
E (S): aquí se acaba el libro de Séneca que se llama De las artes
liberales e comiença el Libro de los amonestamientos e dotrinas
M1 (D): aquí se acaba el libro de Séneca que se llama De las artes
liberales e comiença el Libro de los amonestamientos e doctrinas
M2 (I): aquí se acaba el libro de Séneca que llaman De las artes
liberales (cf. bNE, ms. 10139, con idéntico colofón)
P (*): aquí se acaba el libro de Séneca que se llama De las artes
liberales e comiença el Libro de los amonestamientos e dotrinas
S1 (X): acaba el Libro de las siete artes liberales e comiença el Libro
de los amonestamientos e dotrinas
S2 (y): Expliçit Liber artium liberalium domini Seneçe
S3 (Z): Qui scripsit scribat semper cum domino vivat. Sancta et
inmaculata virginitas quibus te laudibus referam nescio quia
quem celi capere non poterant tuo gremio contulisti. Deo
gracias
160
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
Estas rúbricas sirven de encuadre al texto de Cartagena y fungen como indicadores de continuidad (que es
preciso corroborar siempre con las posibles marcas de foliación antigua y reclamos de cuaderno o de escritura). Su
esquema básico es «autor-Título-argumento», con manifestación o no de continuidad, esto es, aclaración del texto
precedente o subsiguiente. En las rúbricas iniciales se muestra
una notable uniformidad, con la excepción de los testimonios salmantinos y la mención de continuidad de M1. S1
indica únicamente el título asumido como vulgata, Libro de
las siete artes liberales, S2 omite toda rúbrica y S3 ofrece una
descripción de gran interés acerca del armazón paratextual
de los libros de Séneca. La aclaración sobre la ordinatio, «en
la translaçión deste non se fizo prólogo nin introductión»,
sugiere que en los libros anteriores sí existía prólogo e introducción, como es el caso, y que art es la única excepción
de la serie cerrada que se ofrece. Indicaría, pues, un copista
consciente del corpus que pretende transmitir, así como de
las peculiaridades que el mismo asume en su tradición.
Muy significativa me parece la rúbrica de cierre de S3,
característica de un final de copia (no del fragmento de una
copia), y que se puede encontrar en innumerables códices:
«Qui scripsit scribat…», seguida de un responsorio propio
de la liturgia de Navidad (indicador, quizás, del periodo en
que se efectuó la copia). Cabe prestar atención a cómo en
la rúbrica inicial S3 llama a esta traducción De las artes liberales, no De las siete artes liberales, que es un título impropio
que conviene sustituir en las descripciones del contenido
de los manuscritos. En la mayor parte de los testimonios la
rúbrica inicial indica De las siete artes liberales, pero se habrá
detectado que en la rúbrica final sólo S1 insiste en este título,
mientras el resto indica que «se llama» o, mejor, «llaman» De
las artes liberales, lo cual es más correcto en relación al contenido de la epístola, como sugiere el explicit latino de S2.
En fin, S3 muestra un carácter atento a la partición del
texto y a su disposición hermenéutica, paratextos, textos,
capitulación y glosas. No todos los manuscritos, en efecto,
presentan glosas, como es el caso de bUS 201 para el tipo
α. y la partición de art en capítulos tampoco es homogéna:
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
161
S3 sólo indica, tras la rúbrica, que inicia el capítulo primero,
pero el resto (al igual que en S1, por ejemplo) aparece
separado por salto de párrafo y capital sin indicación expresa
del orden numérico, que sí aparece en otros testimonios.
Conviene integrar estos elementos, pues, como dato sensible para la clasificación externa de los testimonios.
En efecto, este tipo de casos que afectan a la dispositio
se sitúan a medio camino entre la crítica externa y la interna
que es, en otro sentido especial, a mi entender, la tipología
a la que pertenecen las lagunas, saltos de línea y otros accidentes del texto más relacionados con el proceso de copia
puro que con el de comprensión o intelección del sentido
de aquello que se copia. Salvedad hecha, claro está, cuando
se puede demostrar que las adiciones (interpolaciones) u
omisiones son deliberadas. Es por ello por lo que presentaré este tipo de accidentes en este apartado, para avanzar
más adelante en la crítica interna, propiamente dicha.
quándo Mercurio se pusiere] quándo se pusiere DPSX (posiere
DP) cum Mercurius vespertinum faciet occasum
Vista la pertinencia del tipo latino, la falta de Mercurio en DPSX se puede considerar una omisión significativa que, provisionalmente, podría considerarse un error
conjuntivo impropio, en cuanto se basa por un lado en una
omisión, y por otro en una posible mala interpretación,
puesto que el sentido de «se pusiere» se referiría a la relación astral entre Saturno y Marte, los planetas mencionados justo antes: es decir, se entendería que es Marte quien
a la tarde se pone «so acatamiento de Saturno», y no Mercurio. Puesto que la frase guarda una apariencia de sentido,
este error sería difícil de detectar por posteriores copistas
sin el recurso al texto latino o a la rama (o ramas) de la
tradición en que quedase consignada la presencia de Mercurio. Luego: IyZ / DPSX.
engañan] Y: Salto de línea que corresponde con ‘el tiempo
que non me faze mal. E aun más propiamente fablando non
entiendo qué me engaña’.
162
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
y, además de pertenecer, en principio, a un tipo distinto
del resto de los testimonios considerados, no podría ser su
antecedente (salvo en el caso de que se recurriera a otro
manuscrito para completar el fragmento escamoteado). La
falta está propiciada por el carácter confuso del contexto,
además de por los finales semejantes (homoioteleuton). Luego
DIPSXZ / y
Y: Salto de líneas: ‘mas non lo son, e estas son aquellas que
los griegos llamaron euiralois e los latinos llamamos liberales.
Las quartas son artes liberales’.
Esta omisión de líneas en y permite el enganche lógico
de los dos cabos supervivientes, pero anula información
importante, por un lado el nombre griego de las artes liberales; por otro rompe el orden de la secuencia en la tipología que establece Séneca, motivo por el cual un copista
atento podría detectar la falta con relativa facilidad. La
consecuencia textual es idéntica a la del caso anterior:
DIPSXZ / y. Con independencia de esta omisión por parte
de y, el pasaje merece un análisis detallado desde el punto
de vista de la técnica de la traducción, pero también del
posible original de Cartagena y su texto (o textos) subyacente, pues véase la forma en que se vierte εγκυκλιουσ
por euiralois (defecto de transcripción que no es inusual
en la tradición latina).
Non fallesçe enemigo] non fallesçe figura que levante nuestros ojos e los atraya, assí non fallesçe enemigos… DIPSXY
(enemigo DPS, henemigo y) Non deest forma quæ sollicitet, non
hostis
La omisión por homoioteleuton, «fallesçe…fallesçe»,
no disturba gravemente el sentido de la frase y puede pasar
desapercibida. No coincide en I, que muestra concordancias
importantes con Z, por lo que I no podría proceder de Z.
cuerpo] cuerpo, mas non es parte del cuerpo DIPSXY …corporis nec tamen pars est
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
163
La omisión del sintagma adversativo no entorpece
sustancialmente la comprensión del texto castellano, pero al
poder identificarse en el texto latino indica un punto de separación que es preciso tener en cuenta, y que se suma al
caso anterior. Luego: Z / DIPSXy
nos ayudan como veemos] que nos ayudan, mas non son parte
de nós; (e S) ante te digo que si parte fuessen (fuesen PS) de
nós non nos ayudarían, como veemos… DIPS, que nos ayudan,
mas non son parte de nós; ante digo que si parte fuesen de
nós no nos ayudarían, como veemos… X : que nos ayudan,
mas non son parte de nós; aún te digo que si parte fuessen
de nós non nos ayudarían, como veemos… Y Multa adiuvant
nos nec ideo partes nostri sunt; immo si partes essent, non adiuvarent
Con algunas variantes de carácter menor todos los testimonios menos Z reproducen la cláusula adversativa (que en
Z desaparece sin precipitar una falta de sentido de la frase).
No se trata de un caso de homoioteleuton pleno (porque la
flexión verbal no es idéntica) pero sí suficiente para desencadenar el error de copia. De nuevo: Z / DIPSXy
por que se muestra su imagen e de qué fechura] porque en el
espeio se muestran más imágines, mas dezir quánto deve estar
el cuerpo arredrado del espeio para que se muestre su imagen
e de qué fechura… I : porque en el espejo se muestran nuestras imágines (imágenes P), mas dezir quánto deve estar el
cuerpo arredrado (redrado P) del espejo para que se muestre
su imagen e de qué fechura… DPSX : por qué en el espejo
se muestran nuestras imágines, mas dezir quánto debe estar
el cuerpo arredrado del espejo para que se muestre su imagen,
e de qué fechura… Y Quæ causa in speculo imagines exprimat sciet
sapiens: illud tibi geometres potest dicere, quantum abesse debeat corpus
ab imagine et qualis forma speculi quales imagines reddat
La frase en Z guarda sentido para el copista y para el
lector, aunque se pierden algunos detalles de física y óptica
que son los que aclara el texto pleno. así pues Z se revela
deficiente respecto al resto de los testimonios confrontados y el texto latino. De nuevo: Z / DIPSXy
natura] natura de todo el mundo DIPSXY totius mundi naturam
164
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
El sintagma «de todo el mundo» no es necesario al
sentido, sino que lo concreta. al figurar en el texto latino
es preciso considerar su ausencia un nuevo desliz de Z.
algo] … algo, e sacan alguna cosa de lo que es algo DIPSXY
trahuntque aliquid ex alto
He aquí un caso llamativo en que la omisión mejora el
texto. Puesto que la aclaración del resto de los testimonios
«e sacan alguna cosa de lo que es algo» no sólo es redundante, sino que carece de sentido, aunque traduzca a su
manera «trahunt», Z más que omitir se diría que despeja estilísticamente el final de la frase. Ello se debe a una traducción defectuosa del texto latino que considero crucial, pues
o bien existía en el texto subyacente una forma del tipo
aliquid ex aliquo, o si el texto subyacente es correcto resulta
dudoso que el error se encuentre en el original de Cartagena, sino que se habría originado en un momento posterior de la tradición. Es claro que debe decir: «de lo alto».
Como Z leen, por ejemplo, bNE 1615, bNE 8241, bNE
9613, y Esc. T-III-5. a falta de extender el cotejo a todos
los testimonios, resulta indicativa la adscripción de esta lectura
semi-correctora a dos testimonios del tipo ε (8241 y T-III-5),
uno del tipo εε (1615) y otro añadido por Olivetto y clasificado en el tipo δ (9613; que debe interpretarse también a
la luz de esta variante). Luego Z contra DIPSXy, pero en
esta ocasión no como deturpación del texto, sino innovación dentro de una tradición que se autocontrola.
mudable] mudable, e non hay otra arte alguna que trabaje en
conosçer el bien e el mal si non la philosophía DPS : …
mudable, e non ay otra arte alguna que trabaje en conosçer
el bien e el mal si non la philosophía, que non es mudable I,
mudable, e no ay otra arte alguna que trabaje en conosçer el
bien y el mal si non la philosophía X : mudable. E non ay
otra arte alguna que trabaje en cognosçer el bien e el mal si
non la philosophía Y Una re consummatur animus, scientia bonorum
ac malorum inmutabili; nihil autem ulla ars alia de bonis ac malis quærit
Z se deshace del sintagma que especifica que ninguna otra
ciencia que no sea la filosofía se ocupa del bien y del mal,
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
165
única ciencia, pues, que perfecciona el espíritu. No es, de nuevo,
una pérdida irreparable para el sentido, y se explica por homoioteleuton. Interesa más aquí la agrupación de DPS, característica,
como se verá en el análisis seleccionado de las variantes textuales, frente al resto de los testimonios que con mínimas variantes reproducen el pasaje latino del que carece Z.
Pues la vertut non está en las letras] om. DPSX Quid est autem
quare existimem non futurum sapientem eum qui litteras nescit, cum
sapientia non sit in litteris?
La omisión de cum sapientia non sit in litteris frente al resto
de los testimonios eleva a la categoría de error conjuntivo
este paso, lo que permite suponer un arquetipo común del
que dependen estos cuatro testimonios, próximos entre sí
(salvo que su relación sea vertical: asunto sobre el que se
tratará más adelante). En el conjunto de la frase, Z comete
un error al elidir la negación en «el que non sabe letras»:
«¿[por] qué avemos de pensar que non puede ser virtuoso
el que sabe letras, pues la vertut non está en las letras?»,
contra el sentido del texto latino y el del resto de los testimonios comparados de su grupo. La omisión, por homoioteleuton, no permite recuperar el paréntesis explicativo una vez
que se ha producido.
algunas] pues de la ánima quistiones se ponen que non se
podrían contar, pero yo te nonbraré aquí algunas DPS, pues
del ánima quistiones se ponen que no se podrían contar,
pero yo te nonbraré aquí algunas X, pues de la ánima questiones se ponen que non se podrían contar. Pero yo te nonbraré
aquí algunas Y Innumerabiles quæstiones sunt de animo tantum
En este caso la omisión del sentido contenido en el
texto latino anima a proponer un error conjuntivo (impropio, de nuevo) entre IZ que atañe a «innumerabiles quæstiones». Más que de una omisión podría tratarse de una
elipsis, pues en la frase anterior aparece la palabra «questiones», que sirve de referente al posterior «algunas». La coincidencia es con todo significativa, ya que se encuentra junto a
un lema que subrayan de forma generalizada los testimonios
166
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
con glosas, y por lo tanto se encuentra en un lugar sensible
y visible. El margen para considerar esta omisión como un
error es demasiado estrecho, y quizás convenga desechar
tal posibilidad. Sin embargo, la proximidad entre los textos
de IZ en algunos lugares clave, como se verá, anima a tener
muy en cuenta este punto crítico. Compárese, por ejemplo,
con el siguiente paso en que coinciden IZ en la elisión de
parte de la estructura comparativa latina in his libidinosior
anacreon an ebriosior viserit: más luxurioso que beodo] …o
más beodo que luxurioso DPSX : …o más bebdo que
luxurioso Y. Es claro que un único miembro, como en IZ,
resuelve la comparación, la duda acerca de si anacreón fue
«más luxurioso que beodo», pero la traducción analítica de
este pasaje latino se corresponde normalmente con DPSXy.
Una vez eliminado uno de los miembros, como el sentido
se mantiene intacto, no es posible detectar su falta sin cotejar
testimonios.
Omero, acabó] Omero dezía que después que acabó DS :
Omero dezía que después que Omero acabó I : Omero dizía
(dezían P) que después que él acabó PX : Omero dezía (…)
Y. Luego hay un corte de aproximadamente un folio en Y.
apion grammaticus, qui sub C. Cesare tota circulatus est Græcia et in
nomen Homeri ab omnibus civitatibus adoptatus, aiebat Homerum
utraque materia consummata, et Odyssia et Iliade, principium adicisse
operi suo quo bellum Troianum conplexus est
Convenía en este paso referir el texto latino completo
para apreciar la calidad del error de Z, que hace del gramático apión (Sçipión en Z), el sujeto autor del supuesto poema
homérico que compendiaba la guerra de Troya. La lectura
del resto de los testimonios resulta ciertamente ambigua
pues, sobre todo en el caso de X, parece dejar la puerta
abierta a la suplantación de Homero por apión, aunque la
redundancia de la mención de Homero en I sugiere, al contrario, que se subraya que el autor de este epítome fue Homero,
y no apión. La mención de César y el conocimiento en la
Edad Media de textos como la Ilias latina pudo inducir, bien
a Cartagena, bien a sus copistas, a desplazar la autoría
sobre el entonces oscuro gramático apión, del siglo I (pero
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
167
a propósito del cual se recordará el texto de Flavio Josefo,
Contra apión). La lección apión, como insistiré más adelante,
no se atestigua en el tipo α, y es una lectura poco frecuente,
que sólo he encontrado en bRP II/1878 (tipo γ)37, y en bUS
1813 (y) y bNE 10139 (J), ambos intermedios entre δ y γ
en manuscritos aparentemente poco altos en la tradición,
lo que obliga a repensar su lugar a tenor de esta lectura
óptima.
Resultados de la «collatio interna» según la selección de variantes y su
examen.
El examen de un grupo de problemas derivados de la
copia y que afectan esencialmente a lagunas en los textos
comparados permite avanzar las primeras hipótesis textuales. En resumen: Z es un texto deturpado por un notable
número de lagunas o elipsis. Más allá de si presenta un mal
texto, Z no puede ser el antecedente de ninguno de los
manuscritos comparados. Tampoco y, en virtud del salto de
línea señalado, así como de la falta (con plausible certeza
original) de un folio.
Por otro lado, la lección «quándo Mercurio se pusiere»
frente a «quándo se pusiere» apunta hacia una separación
37. En este manuscrito se encuentra una glosa marginal, de otra
mano, pero probablemente del siglo XV, donde se lee: «contra este
apion gramati|co scrivjo Josefo doss | libros eçelentysy|mos». Importante: en el texto de art de este manuscrito falta un folio entre fols.
184v y 185r, cuyo contenido atañe al texto entre «començo quando el
mundo o sy fue an…» y «[D]izen que didimo gramatico…» aprovecho para señalar una falta también relevante (compromete a los parágrafos 6-10, aproximadamente) en el ms. 817 de la bNE. Este
manuscrito lleva doble foliación, la primera más antigua y la segunda
a lápiz. El fol. 44v-49v acaba con la rúbrica «Capitulo iij» (en rojo, y
a la que antecede el texto «a omero filosofo virtuoso e sabidor si lo
fue») y continúa en el fol. 45r-49r con el texto «querria que me enseñasen como mida quanto es lo…» Falta desde «Non deves trabajar por
saber si fue Omero…» hasta «… La geometría me enseña a medir lo
ancho e lo fondo…». La numeración, más moderna que la factura del
manuscrito, es correlativa, por lo que no se ha advertido la falta. Se
aprecia una pestaña entre los folios 44v-45r (= 48v-49r).
168
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
entre IyZ y DPSX, hipótesis reforzada por la omisión de
DPSX de «Pues la vertut non está en las letras» (IyZ). El
vínculo estrecho entre IZ (con el disenso de y, pero recordemos que este manuscrito había sido adscrito a un tipo
textual distinto al resto) vuelve a mostrarse en el caso de
«algunas…» (véase antes).
Si mantenemos la separación entre tipos textuales según
la clasificación externa, el esquema abreviado quedaría como
sigue:
Ω (TS= Texto(s) subyacente)
O (OT= Original definitivo de la traducción, que asume posibles borradores)
α (= manuscritos tipo ~)
a (DPSX)
b (IZ)
δγ (⊂ bUS 1813)
c (y)
alii (el resto de tipos y/o manuscritos)
Se verá a continuación, a través de una selección de
variantes, hasta qué punto es posible apuntalar o precisar
esta hipótesis y qué efectos puede desencadenar para una
recensio y constitutio completa de la tradición de art.
Quien tenga la paciencia de revisar el aparato de variantes completo podrá percibir la cantidad de lecturas particulares en las que Z disiente de I pero, en realidad, de cualquiera
de los testimonios colacionados. Un número determinado
de lecturas, sobre todo aquellas que afectan a la formación
gramatical, como es la concordancia, deben ser corregidas
(lo que sería razonable incluso sin el auxilio de otros testimonios). No así una gran cantidad de lecturas propias e
innovaciones que, sin necesidad de pensar en un subarquetipo, corresponden a la expresión propia del copista y a la
libertad con que aborda su texto de referencia. Las intervenciones en el texto de Z, de las que no me ocuparé aquí
con detalle, deben seguirse en la constitución misma del
texto y son señaladas como corresponde en el aparato de
variantes.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
169
Con todo, pese al alto porcentaje innovador y heteróclito de Z, las variantes de importancia decisiva (más allá
de las lagunas o elipsis estudiadas), pueden resumirse en un
puñado de casos. En ellos, sin embargo, el estudio de Z se
muestra significativo como piedra de toque para la tradición
entera de art.
Veamos primero algunos ejemplos más o menos tenues
de separación entre IZ. aunque en la nómina final de escuelas filosóficas IZ coinciden en nombrar «perrónicos» a los
«pirrónicos», frente a «pirroncos» DPS, «prioncos» X, I lee
en la misma línea «margaritos» en vez de «megáricos» DXZ
y «megarios» PS, más correctos. Si el copista de Z fuera
simplemente un mal copista y su texto de referencia hubiese
sido I u otro muy similar, habría acogido pacíficamente
«margaritos» (a lo que hay que sumar las decenas de lecturas poco importantes pero divergentes que separan a I de
Z). Otro ejemplo de cierto calado se da en «comienço»
XZ, frente a «çimiento» DIPSy. aunque dicha variante
pudiera parecer anodina, pues conceptualmente ambos términos son próximos, lo cierto es que de la tradición examinada sólo XZ+Q (= bRP ms. II/3072) reportan esta lectura,
frente al consenso del resto.
Las lecciones cuasi equipolentes o las propiamente equipolentes resultan útiles cuando en el conjunto aportan un
valor de estimación cuantitativa y cualitativa al mismo tiempo.
Por ejemplo, al inicio del texto: «poetas» IZ / «poetrias»
DPSXy. El sentido es idéntico, pero la tradición textual prácticamente se reparte entre ambas:
poetas:
poetrias:
aFIJK(pohetas)NOWZ+bRP II/1842
bDEGH(poetrya)M(poesías)QR(pohetryas)SUV
(pohetrias)Xy+bRP II/1878
Este es, indiscutiblemente, un caso de poca ayuda, y la
lectura elegida dependerá de cuál sea el texto que decidamos finalmente editar. En sus proximidades se encuentra
otro que sí es útil para la discriminación textual, la distribución «cuento» / «cuerpo». M porta la lectura «número», pero
este manuscrito, muy posterior al resto, moderniza la estructura lingüística de la traducción de Cartagena y debe
170
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
desecharse en este sentido; «cuerpo», sin embargo, es una
lectura exclusiva de DPSX (esto es, los formantes del tipo
alfa menos IZ) frente al resto de la tradición examinada. La
lectura «cuerpo» puede considerarse un error como versión
de syllabarum enarratio, lo que permite suponer un subarquetipo común para DPSX (que he colocado bajo la letra
minúscula ‘a’).
Un ejemplo donde sucede lo contrario es la distribución, unas líneas más abajo, de «es verdat» IZ / «es de
ver» (lat. videndum) para el resto de la tradición. Puesto
que la frase no tiene sentido con el sintagma «es verdat» y
Z no es copia de I, podría suponerse un nuevo subarquetipo, aunque no de forma obligatoria (representado por la
letra minúscula ‘b’).
Propondré a observación sólo tres casos más de tipo
general, antes de entrar en algunas relaciones particulares
entre los testimonios que he tenido en cuenta para la edición
de Z. Los dos primeros son útiles para distribuir variantes
significativas a lo largo de toda la tradición.
El primero es, en apariencia, de poca monta: «fuye» /
«faze». El contexto es el siguiente: «Entre esto me enseña
tú si sabes cómo ame firmemente a mi tierra donde só natural,
cómo ame a mi muger, cómo ame a mi padre, cómo navigue
e salga desta mar, destos males, siquiera en una tabla, como
quando fuye ome quebrantándose el navío e passe a la vida
honesta e a las doctrinas della». He aquí el texto latino, más
sintético: Hoc me doce, quomodo patriam amem, quomodo uxorem,
quomodo patrem, quomodo ad hæc tam honesta vel naufragus navigem.
Este es uno de los lugares donde se pone a prueba la pericia
del traductor, su método y estilo. El balance de ratio y oratio
en el fragmento de Séneca es magnífico, el equilibrio de la
expresión, redondo y rotundo: patriam…patrem…tam, amemuxorem-patrem, naufragus-navigem, doce-honesta. Cada uno de
los elementos sugiere al resto y se dirige a su contexto sin
expresarlo, y cada una de las partes, trimembres y bimembres, resuenan sobre el objeto al que todas las palabras se
dirigen: enseñar lo honesto. La traducción de Cartagena es
excesivamente perifrástica e interpretativa: del tecnicismo
jurídico que supone la palabra patria da cuenta el sintagma
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
171
«mi tierra donde só natural», que para un conocedor tan
experto en los textos alfonsíes como Cartagena trae a plano
aquel «a su tierra, que llaman en latín patria» (Partidas I, II,
ii). La reiteración de «cómo ame» trata, con algo de torpeza,
de reproducir el ritmo que impone el cursus de la prosa senequiana. El inserto «destos males» retoma parte del periodo
anterior, hinc naufragia et tot varietates malorum, tratando de establecer un juego por derivatio entre mar(es)-males e imitar la
escansión latina de la frase. y, finalmente, desarrolla y
explicita la relación moral entre el náufrago y el navío (como
si dijéramos fluctuat nec mergitur), donde la tabla resulta ser el
soporte de las enseñanzas honestas (desde el punto de
vista activo y práctico: la vida; y desde el punto de vista
teórico: las doctrinas). al no encontrarse en el texto latino
un equivalente expreso para «faze»/«fuye», la elección entre
uno u otro término se presenta como irresoluble. Sin
embargo, a la luz de la tradición textual, su distribución es
meridiana: «faze» es la lectura de DPSX (tipo α, salvo IZ).
Junto a IZ se alinean la mayor parte de los testimonios examinados: bEGJHM[huye]NQRUV+bRP II/1878. De otro
lado, FKW+bNE 9613+bRP II/1842 leen «vee», siendo
todos ellos testimonios del llamado tipo γ.
En el segundo caso se apreciará el baile de siglas de un
lado al otro del campo de las variantes. Surge de una de las
lecturas exclusivas y más peculiares de Z: «tristónomo».
Ninguno de los testimonios examinados coincide con la
excentricidad de Z, ¿acaso una humorada o una ironía
del copista? La lectura no tiene soporte en el texto latino,
que no menciona al supuesto interlocutor. La más difundida es, con todo, «astrónomo»: EFHIJKOVWXy+bRP
II/1842+bRP II/1878; de ella se puede considerar una vacilación vocálica la lectura de bNE 9613: «estrónomo»; y
una revisión con carácter de sinónimo el «astrólogo» de M.
La lección «astromo» de R podría editarse como astró[no]mo;
pero todavía quedan dos grupos claramente divergentes: por
un lado las lecturas (con vacilación vocálica) «estrontano»:
bGU, «astrontano»: aNQ, todas identificadas en el tipo ε
(si bien b=εε). Dicha lectura, hápax, no significa nada y es
un error que se transmitió porque posiblemente se le dio a
172
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
la palabra valor de nombre propio: astrontano, o Estrontano. Por otro lado, la lectura, convergente de nuevo, de
DPSX: «astronomar» («astronamar» X). En este caso sería
raro interpretar que se trata, también, de un nombre propio
(al estilo de abenamar, por ejemplo). Más bien sería una
exclamación «¡O, astronomar!», como si se dijera «¡O, amar,
cosa es de locos!». En este contexto la lección por la que es
más natural decantarse es «astrónomo», que cuadra mejor
en la traducción dialogante de Cartagena.
El tercer y último caso que propondré se refiere a un
nombre propio, de entre los varios que aparecen en esta
extensa epístola: se trata del gramático apión (apion grammaticus), al que ya se hizo mención más arriba. Sin duda, en
una edición crítica definitiva, en la que se pretenda reconstruir el estado óptimo posible del texto de Cartagena, es
obligado restituir apión. apión comparece sólo en tres de
los testimonios que he manejado (Jy+RbP II/1878). Pero
antes interesa averiguar cómo se pasó de apión a Escipión. Mi hipótesis es que es preciso partir de «apion», que
«a», para un copista que no reconocía al gramático latino, y
dudaba por lo tanto de la personalidad histórica a la que el
texto se refería, fue entendida como «ci», que en escritura
gótica cursiva puede resultar muy similar a «a». Un testimonio confirma este tipo de lo que podría llamarse variante de
transición; se trata de b: «cipion». De ahí la aparición de la
cedilla se impone como natural en el sistema gráfico de
la época. así, apareció con distintas vacilaciones vocálicas,
como un nombre sin contenido pero que era preciso repetir.
Las menos usuales fueron «Çipón» a, «Çibión» M y
«Çepión» U, y la más sólita «Çipión» EGHNQRSX. El paso
siguiente habría sido el de la lectio facilior. Es natural que se
deseara atribuir un contenido histórico específico al nombre
que se mencionaba nada menos que junto a Julio César y
Homero. Debía ser conocido, como ellos, parte de la
memoria más elemental de la antigüedad. Nada mejor que
un famoso Escipión, fuese este quien fuese, para sustituir
a apión. La forma «Sçipión» es, de hecho, la mayoritaria
DFIKOVWZ+RbP II/1842+bNE 9613. Si esta hipótesis
fuera cierta, pero no tiene por qué serlo de manera siste-
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
173
mática, significaría un punto preciso en la cronología de la
deturpación en la transmisión manuscrita, con varios estados.
Un texto como el de J (bNE ms. 10139) tendría claras
posibilidades de situarse en un lugar alto de la tradición,
junto a RbP II/1842. ambos comparten posición en varias
de las lecturas que hemos comentado y pertenecen, de
entrada, al tipo establecido como γ (J, además, relacionado
con δ).
La clasificación externa, en consecuencia, ha prestado
un gran servicio a la hora de desbrozar las zarzas del camino:
sus resultados son menos engañosos de lo que un pesimista podría esperar. a la hora de constituir el texto, sin
embargo, esta primera clasificación se revela limitada. Consecuencias de esta revisión podrían ser la limitación del tipo
α a cuatro elementos DPSX, donde lo crucial ya no sería
el orden que sigue el corpus senequiano en sus manuscritos, sino el texto en sí mismo considerado. Luego, la exclusión de IZ del grupo anterior. además, si los manuscritos
del tipo α habían sido considerados como elementos de un
núcleo prestigioso, y por ello especialmente atendibles desde
el punto de vista textual, quizás convenga replantear su posición para situarla en un lugar menos destacado. Uno al menos
de ellos, S, se encuentra fechado en 1476, lejos, por lo
tanto, del periodo original de traducción de art., en la primera
mitad de la década de los treinta. De los siete testimonios
colacionados I ofrece razonables garantías en sus lecturas,
así como el pedigrí de haber pertenecido a la biblioteca de
Pedro Fernández de Velasco, el dedicatario de una Epistula
de Cartagena sobre el estudio de las letras, íntimamente relacionada con el tema expuesto en la epístola de Séneca. y,
por su lado, no estaría tan separado de Z como en un principio pudiera parecer, aunque en más de un punto podría
ser preferible a I.
El análisis traductológico, por lo extenso que ha resultado su estudio, lo he dejado para otra ocasión, pero me veo
obligado ahora a elegir al menos un ejemplo:
E, ¿çierto es que reprehenderías tú a aquel que comprasse
las cosas superfluas que non ha menester e echa de su casa
174
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
las cosas provechosas e nesçessarias?; pues, ¿cuidas que non
es de repre || hender aquel que se ocupa en aver superflua
e escu[sa]da guarniçión de sçiençia e de letras?
Corresponde al siguiente pasaje latino (para el que
ofrezco también la traducción de Roca Meliá, dada la disparidad con el texto de Cartagena):
an tu existimas reprendendum qui supervacua usibus comparat et pretiosarum rerum pompam in domo explicat, non putas eum qui occupatus
est in supervacuas litterarum supellectile?
‘¿O es que consideras reprensible a quien se procura objetos
de uso superfluo y despliega en casa un boato de piezas costosas, y no consideras tal a quien se halla ocupado en el inútil
bagaje de la cultura?’.
El punto clave es aquí «provechosas» IZ, frente a «presçiosas» DPS, «preçiosas» Xy. Preciosas y necesarias parece
un amalgama de las ideas sugeridas por usibus y pretiosarum
rerum, a las que se da el giro contrario al propuesto por
Séneca, como término de comparación, en vez de paradigma
del despilfarro. Los copistas de IZ han normalizado el error
de traducción de la frase uniendo lo necesario a lo provechoso, como pareja más lógica que lo precioso y lo necesario.
De este modo y no sólo muestra una lectura separativa con
respecto a IZ, sino que apunta a la prioridad cronológica de
esta misma lectura (que debió ocupar un lugar más cercano
al arquetipo). De hecho, toda la tradición compulsada va contra
la opción de IZ. a ello, en todo caso, es necesario unir la
omisión de «questiones» en «grandes questiones tengan»
(grandes tengan DPSX; grandes tengas y) vista más arriba.
En fin, aparte de lecturas exclusivas de Z, como «segundas/agudas», «tristónomo/astrónomo» o «mudamiento/
movimiento», se encontrarán otras que enfrentan a Z con
I como «comienço/çimiento», o «megarios/margaritos»
(siendo defectuoso aquí I), a las que hay que sumar un cúmulo
muy importante de variaciones de menor valor crítico pero
que afectan al conjunto de lectura del texto. El resultado,
en todo caso, es que ni I, ni Z, ni y, tienen entre ellos una
relación de dependencia vertical.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
175
Lo mismo sucede con DPSX, cuya relación, bajo el
mismo subarquetipo, es horizontal, a pesar de que, en general,
muestran una dependencia más estrecha que los testimonios IyZ. D es en general el texto más uniforme de este
grupo, del que apenas se separa en casos mínimamente significativos, como «estar el omne entre ellos» D / «el omne
estar en ellos» SPX (el onbre estar allá I; estar el omne allá
Z). P presenta alguna lectura particular, como «prometido»
/ «proveído» DISXyZ, o el desliz «sazones» / «razones»
DISXyZ; pero es más relevante su omisión con respecto a
DSX de «Las quartas son artes liberales». Las omisiones de
S también son relevantes, con independencia de variantes
menores como «virtud» / «verdat» DPX. Véanse, por
ejemplo, la omisión de «E dime» en «E dime qué tan grande
es» en un lugar al que va aneja una glosa y que aparece subrayado en la mayoría de los testimonios, o bien la omisión de
«diría yo que mucho aprovecha a nuestras ánimas». X, por
su cuenta, también contiene algunas variantes características, «comienço» XZ / «çimiento» DIPSy o «general» /
«liberal» DIPSyZ, además de la omisión «ca siempre terné».
De esta mínima selección, y de la abstracción del resto del
cotejo, se desprende que PSX no han sido el modelo para
sus compañeros, así como la prioridad de D en el conjunto.
Conclusión
provisionales:
analizada toda esta ropa vieja, por utilizar
una expresión del propio Cartagena, cabe
proponer algunas conclusiones (siempre)
a) El texto latino subyacente de alonso de Cartagena
era próximo a ‘b’, descendiente del subarquetipo δ de la
tradición latina.
b) El análisis de las variantes textuales de la tradición
de Cartagena confirma, en buena medida, los resultados de
la collatio externa según la última propuesta de Olivetto.
c) Esta clasificación externa provisional, matizada por
la crítica interna y el análisis completo de cada uno de los
textos, dará como resultado la reubicación de algunos de los
testimonios y tipos.
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
176
d) En este sentido, corresponde dudar de la homogeneidad del tipo alfa, así como limitar sus componentes (provisionalmente a DSPX) y su autoridad, una vez que se ha
determinado la separación de los testimonios IZ, que responden a un subarquetipo diferenciado de aquel del que proceden DSPX.
e) Las variantes examinadas apuntan a un probable
desplazamiento de autoridad textual hacia el grupo δγ, al
que habrá que prestar una especial atención en futuras investigaciones.
atendiendo a todo esto, la situación textual de los
testimonios examinados podría resumirse según el siguiente
esquema:
Ω
OT
α*
γδ
a
D S
b
P X
I
c
Z
y
alii
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
DE LaS aRTES LIBERaLES
177
CRITERIOS bÁSICOS DE EDICIóN. Como se advirtió en el estudio
preliminar, se edita aquí la traducción castellana (c. 1430-1434)
de alonso de Cartagena conocida como De las artes liberales,
versión de la epístola LXXXVIII (Seneca Lucilio suo salutem.
De liberalibus studiis) de Séneca contenida en los libros XI-XII
(cartas LXXXIV-LXXXVIII) de las Epístolas morales a Lucilio. Por
los motivos expuestos con anterioridad se ha usado como
texto de referencia el manuscrito 2683 de la biblioteca Universitaria de Salamanca, que se encuentra en los fols. 67r-72v. al
romanceamiento propiamento dicho acompañan, en su
contorno, las glosas de Cartagena, según el sistema de lemas:
aquí se editan, por motivos prácticos, al final de la traducción.
El texto que edito no es especialmente conservador en lo
gráfico. Se mantienen, como es natural, todas aquellas grafías
que expresan oposiciones fonológicas, pero se unifican la
mayor parte de las grafías (y/o alógrafos) que no son relevantes en este sentido, con la excepción de palabras que puedan
considerarse cultismos o hipercultismos. así pues, y/j y v
con valor vocálico se transcriben i, u, mientras u con valor
consonántico o i con valor consonántico se transcriben v, j.
Las abreviaturas se resuelven sin cursivas, así como las tildes
u otros rasgos, que se acomodan a los usos del copista. Se ha
regularizado la unión y separación de palabras (adverbios en
mente y preposición más artículo o pronombre, por ejemplo)
según los usos actuales, aunque se conservan contracciones
y formas apocopadas tal y como figuran en los manuscritos.
La puntuación, la acentuación y el uso de mayúsculas y minúsculas se han adaptado al uso actual, según las normas académicas. La puntuación, con todo, ha sido especialmente cuidada
con la intención de reproducir en lo posible el ritmo y el tipo
de fluidez expresiva del manuscrito. El texto ha sido dividido en secciones, entre corchetes, en correspondencia con
la edición crítica del texto latino, de modo que se facilite el
cotejo con el mismo sin cancelar la estructuración propia del
manuscrito. algunos de los lemas glosados aparecen en el
manuscrito subrayados, aquí vertidos en su interpretación
actual, la cursiva. En la anotación, en fin, se ha seleccionado
el grupo de variantes más significativas, reservando el resto
de variaciones al final.
178
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
aQUÍ SE aCaba EL LIbRO SEGUNDO DE La CLEMENçIa E
COMIENÇa EL LIbRO DE SÉNECa QUE SE LLaMa DE LaS aRTES
LIBERaLES: EN La TRaNSLaÇIóN DESTE NON SE FIZO PRóLOGO
NIN INTRODUCTIóN. CaPÍTULO PRIMERO
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[1] Desseas saber qué es lo que me paresçe de los studios
liberales, e para dezirte verdat yo non tengo en mucho nin
cuento entre los bienes a cosa alguna de que venga ganançia
de dineros. E estos estudios jornaleros son, e entonçe son
provechosos si aparejan nuestro ingenio, non si le detienen.
E tanto es de tardar en ellos quanto nuestro coraçón non
puede fazer otra cosa mayor; ca comienços son de otras
obras, non son ellos obras perfectas. [2] Dirás tú: pues,
¿por qué los llaman studios liberales? yo te lo diré: porque
son dignos de omne libre. Mas el studio verdaderamente liberal
uno es, ¿e sabes quál?, aquel que faze al omne libre, es a saber,
sabidor e virtuoso, alto, fuerte e de grant coraçón. Todos
los otros estudios pequeñuelos son e de niños. [fol. 67r] E
dime, ¿tú piensas que hay algund bien en estas artes cuyos
maestros vees que son muy torpes e mal acostumbrados e
muy maliçiosos e llenos de pecados? Non devemos aprender
estas artes, mas averlas aprendido. algunos preguntaron si los
estudios liberales pueden fazer al omne ser bueno, mas yo te
digo que non solamente non lo pueden fazer, mas aún non
lo prometen nin dessean la sçiençia dello.
[3] El gramático trabaiasse en tener cuidado de las palabras, e si más se quisiere alongar, ocuparse ha çerca de las
istorias, e si mucho quisiere alongarse en sus términos, trabajarse ha en fazer cantos de poetas. E dime, ¿quál cosa destas
apareja el camino para la virtut?, ¿o el cuento de las sílabas o
la diligençia de las palabras o la memoria de las fablillas o la
regla o orden de los versos; e quál cosa destas tira el miedo
o quita la cobdiçia o refrena la luxuria? [4] Passemos a la
giometría e a la música: non fallarás cosa en ellas que me
viede temer nin me viede cobdiçiar. Pues qualquier que esto
non sabe en vano sabe las otras cosas. E es de ver si estos
que saben estas artes usan de virtut o non: si non usan
8 estudios jornaleros] estudios e ofiçios jornaleros X : estudios ofiçios
jornaleros DIPSY
10 tardar] catar D | Tamdiu enim istis inmorandum
28 poetas] poetrias DPSXY | carmina
29 o el cuento] el cuento Y : el
cuerpo DPSX | syllabarum enarratio
35 es de ver] es verdat IZ. Existe
una breve laguna en el texto latino que se corresponde con este pasaje.
Cf. Reynolds: videndum suppl. ς.
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della tanpoco nos la enseñarán; si usan della, philósophos son.
¿E quieres saber quánto están lexos de usar de la virtut? En
esto lo verás: para mientes quant diversas son las doctrinas
de todos ellos; e por çierto, si semejantes fuessen en ello
una cosa enseñarían. [5] Salvo si te quieren fazer creer que
Omero fue philósopho, e fallarás que por aquellas razones
por donde lo quieren provar se prueva lo contrario. Ca a
las vezes dizen que Omero era estoico e que loava solamente
la virtut e fuía los deleites e non se partía de lo onesto
aunque le fiziessen por ello inmortal; e a las vezes dizen que
siguiendo la opinión de Epicuro loava el estado folgado de
la çibdat e avía por bien el bevir entre combites e cantos;
otras vezes dizen que era peripatético, e fazían distinçión
de tres maneras de bienes; a las vezes te dirán que era achadémico, e dizía que todas las cosas eran inçiertas e dubdosas. E assí paresçe que non era de la opinión de algunos
destos, pues dizen que era de la opinión de todos. Ca estas
opiniones son contrarias entre sí e non puede ser omne
de una e de otra. E pues dizen que era de todas, síguesse
que era de ninguna. Mas otorguemos agora que Omero fuesse
philósopho: çierto es que si lo fue que lo sería ante que fiziesse
cantos algunos de poetria; pues dexemos lo ál que [fol. 67v]
sopo e aprendamos aquellas cosas que fizieron a Omero
philósopho e sabidor si lo fue.
[6] Non deves trabajar por saber si fue Omero ante
que Esyodo, ca non cunple más saber esto que si quisiessemos saber si era mayor Écuba que Elena, o por qué
acabaron mal su edat. ¿E piensas tú que nos aprovecha algo
en andar preguntando por saber los años de Patroc[l]o e
de archiles, o por saber dónde Ulixes erró el camino?
[7] Mejor era trabajar porque nós nunca erremos. Non
tenemos vagar de oír si echó la tormenta a Ulixes en Italia
o en Çeçilia o en otra parte del mundo que non sepamos. E
por çierto non pudo en tan angosta mar tanto se desviar
del camino que fuesse a muy lueñe de nós. Mejor era que
acatassemos que las tormentas de nuestro coraçón nos
38 en] E en Z
60 philósopho e sabidor] philósopho virtuoso e
sabidor DISP : virtuoso e sabidor XY | fecere sapientem
62 Esyodo]
Esiodo DSP: Esodio X : Osodio Z
64 acabaron mal], i.e. ‘acabó tan
mal’ | non magis ad rem pertinet quam scire, cum minor Hecuba fuerit quam
Helena, quare tan mae tulerit aetatem («no tiene más importancia que saber
por qué Hécuba, más joven que Helena, llevó tan mal sus años»).
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JUAN MIGUEL VALERO MORENO
fondean de cada día e nos echan de una parte a otra. E
nuestra maliçia nos lança en todos los males que a Ulixes
vinieron. Non fallesçe [figura que levante nuestros ojos
e los atraya, assí non fallesçe] enemigo que nos dapñe: de
la una parte nos çercan cosas crueles que se gozan con
sangre humana; de la otra están blanduras e deleites e
lisonjas que asechan nuestras orejas; de la otra quebrantamientos de faziendas, e cómo se quebranta la nao con
tormenta de mar, e tantas diversidades de males que non
se pueden dezir. Entre esto me enseña tú si sabes cómo
ame firmemente a mi tierra donde só natural, cómo ame a
mi muger, cómo ame a mi padre, cómo navigue e salga
desta mar, destos males, siquiera en una tabla, como quando
fuye ome quebrantándose el navío, e passe a la vida honesta
e a las doctrinas della. [8] ¿Por qué trabajas si Penélope fue
casta o non, o si dio buen enxienplo o malo en su siglo, o
si en veyendo a Ulixes sospechó que era él ante que lo
supiesse? Déxate desto e enséñame qué cosa es castidat e
quánto bien hay en ella, assí para el cuerpo como para el
ánima.
[9] Passo a la música. Enséñasme, o músico, cómo las
bozes agudas concuerden con las gruessas e cómo en los
nervios e cuerdas que dan diverso sueno se faga concordia de canto, mas querría que me enseñásses cómo mi
coraçón concuerde consigo mesmo e mis consejos non se
desacuerden entre sí. Muéstrasme quáles son los sones
llorosos, mas querría que me mostrasses cómo yo non dé
boz llorosa entre las adversidades e cosas contrarias desta
vida. [10] La geometría me enseña medir lo ancho e lo
fondo, mas querría que me mostrasse medir quánto es lo que
basta al omne. La arismética me enseña a contar, e préstame
dedos para la avariçia; mejor sería que me enseñasse que non
trahen provecho alguno estas cuentas e que non es más bienaventu[fol. 68r]rado el que tiene patrimonio tan largo, que
ha menester contadores, que el que non tiene nada. E por
çierto el que possee cosas superfluas muy desaventurado
75-76 Non fallesçe enemigo] non fallesçe figura que levante nuestros
ojos e los atraya, assí non fallesçe enemigos… DIPSXY (enemigo DPS,
henemigo Y) 86 fuye] faze DPSX 86 quebrantándose] quebrado
DPSX : quebrantado I : quebrando Y 94 e] o Z 93 músico] música
DPSXYZ | musicum
94 agudas] segundas Z | acutae
94 concuerden] concuerdan DIPSXY | consonent
98 son los sones] solos sones
son Z
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sería si ha de contar por sí todo lo que tiene. [11] E dime,
¿qué me aprovecha saber partir en partes una heredat si
non la sé partir con mi hermano? E, ¿qué pro me tiene
saber sotilmente contar los pies de mi yugada e sentir si
fallesçe un diezmo de un pie en ella si me torno triste porque
un vezino poderoso me toma algo de lo mío? Enséñasme
cómo non pierda cosa de mis términos, e yo quiero
aprender cómo los pierda todos e quede alegre. Mas por
ventura se quexará alguno diziendo: échanme de la eredat
de mi padre o de mi avuelo. [12] E dime, que te vala Dios,
ante de tu padre, ¿quién tenía esta heredat? Non sólo non
podrás dezir çiertamente de quál omne fue, mas nin aún
de qual gente o pueblo. Non entraste en esta eredat como
señor, mas como rentero. E, ¿cúyo rentero piensas que
eres? Si bien te fuere, de tu heredero, ca a él lo querrías dexar.
Dizen los iurisconsultos que la cosa pública non se puede
prescrevir, pues todas las heredades se pueden dezir públicas,
ca son de todo el linage humanal.
[13] ¡O, giométrico, fermosa arte es la tuya! Sabes medir
lo redondo, e tornas qualquier figura en quadrado, e dizes
quánto espaçio hay entre estrella e estrella. Si sabidor eres,
mide el coraçón del omne e dime qué tan grande es, e qué tan
pequeño es. E, ¿qué te aprovecha saber todas estas cosas si
non sabes qual es lo iusto e derecho e lo bueno en la
vida?
[14] Vengo agora a aquel que se presçia de saber los
movimientos de los cuerpos çelestiales e va tractando
«dó se va a recoger e poner la estrella fría de Saturno / e
por quántos signos del çielo faze Mercurio sus mudanças»;
¿e puédolo yo dezir? ¡O, tristónomo!, ruégote que me
digas: ¿qué me aprovecha esto saber? ¿ay en ello otra
ganançia sinon que esté yo cuidoso quándo Saturno e
Mars fizieren su oposiçión o conjunctión, o que ande
tractando quándo Mercurio se pusiere a la tarde so acatamiento de Saturno? [15] Más quiero aprender cómo estas
estrellas, donde quier que están, son favorables e buenas e
non se pueden mudar. Tráelas la continua orden de los fados
135 e van tractando] e anda catando DPSXY 138 tristónomo] astronomar DPS : astronamar X : astrónomo IY (o de «O, astrónomo», ausente
en Y)
142 tractando] acatando D : catando IPSXY
142 quándo
Mercurio se pusiere] quándo se pusiere DPSX (posiere DP)
1. Virgilio, Georgicas, I, vv. 336-337.
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e el curso que non se puede desviar; e passan e muévense
faziendo sus mudanças establesçidas. E quiérote dezir assí: o
estas estrellas fazen los efectos de todas las cosas que acaesçen o non los fazen, mas muéstranlos. Si ellas fazen qualquier cosa que viene, ¿qué me aprovecha a mí saber lo
que non se puede mudar?, e si non lo fazen mas muéstranlo por sus señales, ¿qué pro tiene que lo sepas ante
pues non puedes dello fuir? Ca quier lo sepas, quier non,
fazerse ha lo que ha de venir. [16] «E si parares mientes al
pressuroso sol e a las estrellas / que [fol. 68v] siguen sus
órdenes nunca te engañará la ora de mañana / nin serás tomado
por las asechanças de la noche»2. Ca de antes es asaz sufiçiente proveído para que yo sea seguro de lo que viene a
desora e para que non sea engañado. [17] E dirás tú, ¿cómo
non me engañará lo que verná mañana pues non lo sé?
Respóndote: engañar se dize aquello que viene a omne
sin saberlo. E yo non sé lo que ha de ser, mas sé lo que
puede ser. E por ende non desespero de cosa alguna, mas
espérolo todo. E si algund bien viene, aprovéchome d’él. E
entiendo que me engaña el tiempo quando non me faze
mal. E aun más propiamente fablando non entiendo qué
me engaña. Ca assí como todas las cosas pueden acaesçer, así sé que non han de acaesçer todas. E por ende
espero las cosas prósperas e sufro las cosas contrarias si
vienen, e non me sacarás desta conclusión, ca siempre
terné que las contingentes non vienen por nesçessidat.
[18] algunos me quieren atraher a que yo resçiba e
cuente entre las artes liberales a los pintores, mas yo non los
resçibiría en esta cuenta tan poco como resçibiría a los que
fazen imágines o a los que labran mármoles o a los otros
ofiçiales que se trabajan en los ofiçios que son fechos para
nuestro deleite. E tanbién echo de entre ellas a los luchadores e a toda la sçiençia que se ayuda de olio e de lodo. Salvo si
quieres que resçiba yo entre los sabidores de las artes liberales a los que fazen las sahumaduras e los otros olores
e a los cozineros e a los que ponen todo su ingenio e estudio
en fazer cosas que sirven a nuestros deleites. [19] Ca
146 e passan e muévenle] e passan e muévense DIPSX (pasan S) : e pássanse
moviéndose e Y
154 fazerse] fazer Z
177 ellas (DIPSY )] ellos Z
2. Virgilio, Geórgicas, I, vv. 424-426.
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ruégote que me digas, ¿qué cosa liberal tienen en sí estos
que vomitan en ayunas, cuyos cuerpos son gordos e los coraçones magros e ponçoñosos? ¿E tan bien cuidas tú que es
estudio liberal para en nuestra mançebía aquel que nuestros mayores tanto fazían usar a los moços, es a saber,
lançar la lança, torçer el arco, sofrir el sudor, aguijar el
cavallo, menear las armas? Non enseñavan cosa a sus fijos
que pudiessen aprender yaziendo echados nin estando
quedos, ca todo requería mudamiento de cuerpo. Mas estas
cosas nin las otras non enseñan nin acresçientan la virtut.
Ca, ¿qué pro tiene cavalgar bien un cavallo e temprar su
correr con el freno si el omne mesmo sigue sus deseos desenfrenadamente?, ¿o qué provecho es vençer a muchos en
la lucha o en lançar la lança o la barra o la vergalesa e
ser omne vençido de su propia saña? [20] Pues dirás tú:
segund esto non nos aprovechan cosa alguna los estudios liberales. Respóndote que non digo yo así, mas
dígote que aprovechan mucho para otras cosas, pero para
la virtut non tienen provecho alguno. Como veemos que
estas cosas viles que se fazen con las manos mucho aprovechan para el serviçio de la vida, mas non tañen a la virtut.
Pues [fol. 69r] dirás tú: ¿por qué fazemos enseñar a nuestros fijos estos studios liberales? Respóndote: non porque
por ellos puedan alcançar la virtut, mas porque aparejen
el coraçón para la resçebir. Ca así como esta primera
doctrina que los antiguos llaman la primera letradura, por
la qual enseñavan a los moços el alphabeto, non contiene
nin enseña las artes liberales, mas apareja al moço para
las resçebir, así las artes libera[le]s non trahen perfectamente el coraçón a la virtut, mas aparejanle para venir a
ella. §
[21] Dize Posidonio que de quatro maneras son las
artes. Las primeras artes son públicas e viles, las segundas
son artes de iuego, las terçeras son artes de iuegos de niños,
las quartas son artes liberales. Públicas artes son e se dizen
las de los ofiçiales de manos que se ocupan en las cosas que
pertenesçen a serviçio de nuestra vida tenporal, e en estas
191 mudamiento] movimiento DIPSXY
196 luctatione vel caestu («en la
lucha y el cesto»)
202 cosas] artes DIPSXY | hae viles ex professo artes
210 el] al DIPSXY
211 liberas non trahen] liberales non traen DISX
(trahen S) : liberales trahen Y | liberales
214 Posidonio (DIPSXY )]
Posodonio Z
214-215 las artes] las artes liberales Z
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non ay cosa que pertenezca a fermosura spiritual nin hay
semejança alguna de honestat. [22] artes de juego son aquellas que pertenesçen a deleite de nuestros ojos e de nuestras orejas, e cuento entre estas a estos embaidores que
muestran unas imágines que paresçe que se suben por sí, e
otras tablillas que cresçen calladamente en lo alto e otras
diversidades que nos paresçen a desora, como veemos que
ponen agallas junctas en un vasillo e adesora veemoslas passadas en otro o las que estavan en dos que se
tornan en uno por sí mesmas o lo que cresçía que torne a
descresçer poco a poco. E los ojos de los nesçios deleitanse
en esto e maravíllanse dello cuidando que se faze a desora
por sí, porque non saben la causa dello cómo viene. [23] artes
de moços son aquellas que tienen algo semejante a las artes
liberales, mas non lo son, e éstas son aquellas que los griegos
llamaron euiralois e los latinos llamamos liberales. Las quartas
son artes liberales de veras e aun para más verdaderamente
fablar dévense llamar artes libres. Éstas son aquellas que
non tienen otro cuidado sinon de la virtut del ánima.
[24] Pero por aventura dirás tú: «¿cómo dezimos que alguna
parte ay de philosophía que se llama natural e otra moral
e otra raçional?»; así podemos dezir que esta quadrilla de las
artes que llaman liberales puede tener algund logar en la
philosophía e podemos provarlo así: çierto es que quando
en philosophía vienen a fablar en las questiones naturales
trahen por testigo a la giometría; e pues la giometría ayuda
a la philosophía, síguesse que es parte della. [25] Mas a esto
puédese responder que muchas cosas ay que nos ayudan [mas
non son parte de nós; ante te digo que si parte fuessen de
nós non nos ayudarían] como veemos en la vianda que da
ayuda al cuerpo [mas non es parte del cuerpo]. E así el
serviçio de la giometría es nesçessario a la philosophía como
el carpentero es nesçessario a la giometría. E así como el
carpentero, aunque sirve a la giometría, non es parte de la
235 euiralois] everialos X | egkukliouj (bNE, ms. 10238: †enivraiovc†)
237 libres (parece que S tacha «les» y corrije por libres)] liberales Z | liberae
247 nos ayudan como veemos] que nos ayudan, mas non son parte de
nós; (e S) ante te digo que si parte fuessen (fuesen PS) de nós non nos
ayudarían, como veemos… DIPS, que nos ayudan, mas non son parte de
nós; ante digo que si parte fuesen de nós no nos ayudavan, como veemos…
X : que nos ayudan, mas non son parte de nós; aún te digo que si parte
fuessen de nós non nos ayudarían, como veemos… Y
250 cuerpo]
cuerpo, mas non es parte del cuerpo DIPSXY
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giometría, así la giometría, aunque sirve a la philosophía, non
es parte della. [fol. 69v]
[26] Demás desto es de saber que cada una destas tiene
sus términos, ca el sabidor philósopho natural cata e sabe las
causas e razones de las cosas naturales, mas los cuentos e
medidas dellas cuenta e cata el giométrico. E el sabidor
philósopho sabe por qué razón están e se mueven los
cuerpos çelestiales e qué tal es su fuerça e quál es su natura,
mas los cursos dellos e los retornamientos que fazen [e]
algunas otras çircunstançias por donde paresçe a los
omnes que se alçan e se abaxan o que fazen muestra que
andan más rezios o más de vagar, pues non puede estar
el omne allá para verlo, dará razón dello el giométrico.
[27] E esso mesmo sabrá dezir el sabidor qué es la razón
[por qué en el espeio se muestran más imágines, mas
dezir quánto deve estar el cuerpo arredrado del espeio para
que se muestre su imagen e de qué fechura] se muestra su
imagen e de qué fechura ha de ser el espejo para mostrar las
imágines de una manera e de qué fechura para mostrarlas
de otra. Esto pertenesçe a la giometría. E el philósopho te
provará que es grande el sol, mas dezir qué tamaño es pertenesçe al giométrico, el qual proçede a esto con un uso e
exerçiçio de sus proporçiones e medidas. Pero deves saber
que para dezir esto e lo semejante la giometría ha menester
de demandar algunos prinçipios prestados a la philosophía. Por
esso non se deve dezir arte libre la que tiene fundamento
prestado. [28] Mas la philosophía non pide cosa prestada a
alguno, ca ella levanta su obra de sí sola desde·l çimiento, e
esto non faze la giometría; ante puedo dezir que tiene la
sobre faz, ca en lo ageno labra e todos los prinçipios toma
de la philosophía e con la ayuda dellos passa a labrar
adelante. Si por sí mesma supiesse llegar a la verdat o si
263 algunas] e algunas DPSXY
268 porque en el espeio se muestran
más imágines, mas dezir quánto deve estar el cuerpo arredrado del espeio
para que se muestre su imagen e de qué fechura…] porque en el espejo se
muestran nuestras imágines (imágenes P), mas dezir quánto deve estar el
cuerpo arredrado (redrado P) del espejo para que se muestre su imagen e
de qué fechura… DPSX : por qué en el espejo se muestran nuestras
imágines, mas dezir quánto deve estar el cuerpo arredrado del espejo para
que se muestre su imagen, e de qué fechura… Y : por que se muestra su
imagen e de qué fechura Z
272-273 mostrarlas de otra] mostrar las
otras I
275 proçede, (procede D)] precede Z | procedit 281 çimiento]
comienço XZ | a solo
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supiesse entender la natura [de todo el mundo] diría yo que
mucho aprovechar[í]a a nuestras ánimas. Ca nuestras ánimas
cresçen tractando en las cosas çelestiales e siempre ganan
algo. Ca con una cosa se faze perfecta el ánima, e esta cosa
es la sçiençia de los bienes e de los males, cuya cogniçión
pertenesçe a la sola philosophía, que non es mudable, [e
non ay otra arte alguna que trabaje en conosçer el bien e el
mal si non la philosophía, que non es mudable], e esta cata
e revee todas las virtudes.
[29] La29 philosophía nos da a entender [lo] que las virtudes valen, ca por ella sabemos que la fortaleza es menospreçiadora de las cosas que se suelen temer e tiene en poco
las cosas espantables e tales que suelen meter [so] yugo a
nuestra libertat, e aun a las vezes se lança en ellas e las
quebranta e non las tiene en nada. E dime: ¿los studios
liberales esfuerçan a esta fortaleza?; por çierto non. Esso
mesmo tanbién la philosophía nos dize que la lealtat es
muy sancto bien del coraçón humano e non podrá ser
apre[fol. 70r]miada por alguna nesçessidat a que engañe
a otro, nin será corronpida por presçio nin con galardón
alguno, ca el verdadero leal si le quieren apremiar a que
descubra el secreto dirá: quémame, fiéreme o mátame,
mas yo non lo diré. E quanto más le atormentan para que
diga los secretos tanto más los mete a dentro e los
pone en lo alto de su coraçón. Pues dime: ¿los estudios
liberales farán esto? Sin dubda non. Por la philosophía
sabemos que la temprança manda a los deleites e a algunos
aborresçe e a algunos echa de sí e de algunos usa tempradamente quanto cumple a la sanidat. E nunca usa de los deleites por ellos mesmos, mas por otro fin mejor. E sabe que
la regla de usar de delectaçión deseable es non tomar
della quanto omne quiere, mas quanto deve. [30] La
286 natura] natura de todo el mundo DIPSXY | totius mundi
287 aprovechara] aprovecharía DIPXY 289 algo] … algo, e sacan alguna
cosa de lo que es algo DIPSXY | trahuntque aliquid ex alto 291 mudable]
mudable, e non hay otra arte alguna que trabaje en conosçer el bien e el
mal si non la philosophía DPS : … mudable, e non ay otra arte alguna que
trabaje en conosçer el bien e el mal si non la philosophía, que non es
mudable I, mudable, e no ay otra arte alguna que trabaje en conosçer el
bien y el mal si non la philosophía X, mudable. E non ay otra arte alguna
que trabaje en cognosçer el bien e el mal si non la philosophía Y
295 que] lo que DPSXY
298 yugo] so yugo DIPSXY
301 El
objeto es, en realidad, libertatem
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philosophía nos muestra que la humanidat e buena llaneza
vieda al omne ser sobervio contra sus compañeros, e viédale
ser avariento, e manda que sea ligero de aver e común a todos,
así en palabras como en fechos, teniendo a los omnes buena
afectión e voluntat, e que non repute mal alguno ser ageno,
mas que el mal ageno piense que es suyo e el bien esso
mesmo, e por ende que ame e procure el bien para los
otros. Dime, ¿los studios liberales dan estas doctrinas o
mándannos que tengamos estas costumbres? Por çierto tan
poco mandan esto quanto mandan que usemos de buena e
llana simpleza, o de abstinençia o de tempramiento o de
clemençia, que es aquella virtut que enseña al omne perdonar a la sangre agena como si fuesse propia suya e faze al
omne saber que non deve usar de otro omne desgastadoramente. [31] Mas dirá alguno: pues dizes que non podemos
venir a la virtut sin studios liberales, ¿cómo dizes que non
aprovechan cosa a la virtut? Respóndote: tan bien non
puede venir a la virtut sin vianda, mas la vianda non tiene
cosa a la virtut; e la madera non aprovecha a la nao, mas
non se puede fazer nao sin madera. Por ende non deves
pensar que concluye este argumento: una cosa non se puede
fazer sin otra. Síguesse que aquella es su ayuda, ca non vale
tal consequençia, mayormente que aún puedo dezir otra
razón, e es ésta, [32] que bien puede omne alcançar la virtut
sin saber las artes liberales, porque aunque la virtut se deva
aprender, pero non se aprende por estas artes. Ca dime:
¿[por] qué avemos de pensar que non puede ser virtuoso el
que non sabe letras, pues la virtut non está en las letras?
Ca [fol. 70v] fecho nos muestra la virtut, non palabras. E
aína te diría que non sé si es más çierta la memoria de aquel
que non tiene ayuda fuera de sí mesmo. [33] Grande e espaçiosa es la sabidoría, menester ha logar vazío en que quepa.
Ca quien la quiere saber ha de aprender las cosas divinas, e
de las humanas e de las passadas e de las que son por venir,
e de las cosas que [se] corrompen e passan, e de las perdurables e del tiempo.
¿Sabes desta cosa sola que dezimos tiempo quántas
questiones se fazen? yo te nonbraré aquí algunas dellas: la
primera es si el tiempo es algo por sí mesmo. La IIª si ay alguna
331 al omne saber que] al omne que saber P | que el omne Z 335 tiene]
tañe DIPSXY | pertinet
344 qué] por que DIPSXY
344 que non]
que Z
352 que] que se DIPSXY
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cosa que fuesse ante que el tiempo. La IIIª si el tiempo
començó quando el mundo o si fue ante que el mundo. La
IIIIª si el tiempo fue luego quando fue la primera cosa, e otras
muchas questiones que aquí non digo. [34] Pues del ánima
te nombraré aquí algunas. La primera es de dónde viene
la ánima. La IIª qué tal es. La IIIª quándo comiença. La
IIIIª quánto dura. La Vª si passa de un logar a otro, e de
nuestra morada si se muda a otras moradas de animales. La
VIª si sirve más de una vez. La VIIª si después que sale de
nós anda de un logar a otro por todo este mundo. La VIIIª
si es cuerpo o non. La IXª qué fará después que non se
meneare nin fiziere cosa con estos nuestros miembros. La
X ª cómo usará de su libertat quando fuyere de la cueva
deste nuestro cuerpo. La XIª si olvida lo passado e comiença
nuevamente a apre[n]der. La XII ª después que sale del
cuerpo si sube en lo alto e çelestial. [35] E qualquier parte
que quisiseres saber de las cosas humanas o divinas tanta
es la muchedunbre de las questiones e de lo que has de
aprender que cansarás. E assí, para que estas tantas e tan
grandes questiones tengan libre posada, nesçessario es que
se tiren del coraçón las cosas superfluas. Ca non verná
en estas angosturas la virtut, porque la grant cosa grand
espaçio desea, mas echemos lo superfluo fuera e dexemos
nuestro coraçón todo entero libre a la virtut. [36] Pero dirá,
por ventura alguno: grand delectaçión es saber muchas
sçiençias e artes. E responderle he: verdat es, mas tomemos
tanto della quanto es nesçessario. E, ¿çierto es que reprehenderías tú a aquel que comprasse las cosas superfluas
que non ha menester e echa de su casa las cosas provechosas e nesçessarias?; pues, ¿cuidas que non es de repre [fol.
71r] hender aquel que se ocupa en aver superflua e escu[sa]da
guarniçión de sçiençia e de letras? E por çierto tan bien es
destempramiento e desordenança querer saber más de lo que
basta. [37] E demás desto puedo dezir que el studio demasiado de las artes liberales faze a los omnes ser renzellosos
358 començó] encomençó Y 360-361 Pues… algunas] pues de la ánima
quistiones se ponen que non se podrían contar, pero yo te nonbraré aquí
algunas DPS, pues del ánima quistiones se ponen que no se podrían contar,
pero yo te nonbraré aquí algunas X : pues de la ánima questiones se
ponen que non se podrían contar. Pero yo te nonbraré aquí algunas Y |
Innumerabiles quaestiones sunt de animo tantum
376 grandes questiones
tengan] grandes tengan DIPSX : grandes tengas Y | tam multa, tam magna
383 tanto della] tanto dellas DIPSX : tantas dellas Y 386 provechosas]
presçiosas DPS, preçiosas IXY
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e parleros e tales que non saben guardar tiempo e que se
tienen en mucho. ¿E sabes por qué estos tales non aprenden lo nesçessario? yo te lo diré: porque aprendieron lo
superfluo.
Dizen que Dídimo, gramático, escrivió quatro mil
libros. Compassión avría yo de un omne si le viesse leer tantas
cosas superfluas quantas él scrivió. En estos libros tracta de
qué tierra fue Omero, e quién fue la verdadera madre de
Eneas, e dónde bivió anacreo, e si fue más luxurioso que
beodo. E en estos mesmos libros escrive si fue Safo muger
pública o non, e las otras cosas que las devría omne olvidar
si las supiesse, quanto más non aprenderlas de nuevo. E
segund esto ¿quién puede negar que es luenga la vida? [38] E aun
quando tornaremos a fablar de nuestros maestros, que son
los latinos, yo te mostraré muchas cosas que devrían cortar
con segur. E por çierto, este loor que algunos cobdiçian, es
a saber, que digan dellos, ¡o qué omne letrado!, con grant
gasto de tiempo e con grand enojo de orejas agenas se
gana. Mas nós seamos contentos con este título, aunque
más rústico, que digan de nós con verdat: ¡o, qué buen varón!
[39] E, ¿parésçete que es esto de fazer que me ocupe en rebolver las istorias de todas las gentes e ande catando quál fue
el primero que escrivió cánticos de poetria? E, ¿quánto tiempo
ovo entre Orphea e Omero, e que gaste mi tiempo en ello
non teniendo espaçio nin corónicas para lo catar; e lea los
desvaríos de aristoco en que compuso las canticas agenas?
E, ¿quieres que despienda mi hedat en las sílabas?, ¿e que
me asiente en el polvo de la giometría?, ¿e que olvide del todo
aquel saludable consejo que dize «non gastes el tiempo
demasiadamente»? [40] Por çierto, más me vale saber e
seguir este consejo que agora dixe que todo lo ál, ca ¿qué
me daña que non sepa cómo Sçipión, gramático, aquel
que en tiempo de Gayo Çésar andovo por toda Greçia e
400-401 más luxurioso que beodo] …o más beodo que luxurioso DPSX :
…o más bebdo que luxurioso Y | libidinosior anacreon an ebriosior 402 las
otras] otras DPSXY 405-406 de nuestros maestros que son los latinos]
de los nuestros que son los latinos DIPSXY | ad nostros 406 devrían] se
devrían DIPSXY 410 aunque] aunque paresca DIPSXY 414 cánticos] canticas DIPSXY | carmina
415 Orphea] Orfeo X | Orphea
417 desvaríos; notas QV : neptis b : ineptias V (bNM, ms. 10238: ineptias)
417 aristoco] aristhacho DPS, aristocho I, aristacho XY 417 compuso;
carmina conpunxit («puntuó los versos ajenos»). La abreviatura del verbo es
susceptible de ser leída como *conpunet. 419 asiente (DPSXY)] aliente
Z423 Sçipión] Çipión SPX : apión Y
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fue resçebido e porfijado por las çibdades como si fuera otro
Omero, [dezía que después que Omero] acabó aquellos libros
que llamaron Odisea e Yliada puso en comienço de su obra
en que compuso la Ystoria de la guerra troyana [fol. 71v] en el
primero verso de su libro dos letras sçientemente que mostravan el cuento de sus libros? ¿E esto que cumple saberlo?,
mas dígote que nesçessario es que sepa tales cosas el que
quier mucho saber.
[41] Piensa agora quánto tiempo te tiran las dolençias, quánto la ocupaçión de cada día, quánto los negoçios
públicos, quánto los particulares, quánto el sueño. [42] E
mide tu edat e fallarás que non caben tantas cosas en ella.
E comoquier que he fablado esto de los studios liberales,
pero aún los filósofos mucho tienen superfluo e mucho
que non es ya para nuestro uso. Ca ellos tanbién desçienden a fablar en las distinçiones de las sílabas e de las
propiedades de las coniunctiones e de las preposiçiones; e
imbidia han a los gramáticos e a los giométricos, tanto que
qualquier cosa superflua que fallaron en las artes de los
otros passáronla en la suya, e assí ganaron este efecto, que
saben mejor fablar que bevir. [43] Oye agora quánto mal
faze la mucha sotileza e cómo es contraria a la verdat. Pitágoras dize que toda cosa se puede disputar egualmente a
amas partes, assí afirmando como negando. E aun esta
questión si toda cosa se puede disputar a amas partes
dize que es disputable e non çierta. [44] Nausifantes dize
424 andovo] andudo I | circulatus V
426 Omero dezía que después
que Omero acabó] Omero dezía que después que acabó DS : Omero
dizía (dezían P) que después que él acabó PX : Omero dezía (…) Y : Omero
acabó Z | aiebat Homerum. Luego hay un corte de aproximadamente un
folio en Y que se corresponde al texto entre «Omero dezía…» y «diré que
non ay cosa alguna…». Según la numeración original en números romanos
(minúscula), en el centro superior del fol., art empieza en el fol. 201v (197v
de la numeración moderna a lápiz) y es principio de cuaderno. Termina en
el fol ccxiii recto. aunque el fol. ccxiii no muestra la numeración antigua, el
siguiente sí, y evidencia que es correlativa, por lo que la pérdida de un folio
se produjo antes de la encuadernación o existía en la misma copia. La
anotación de continuidad en ccxii indica «dezía» como la palabra que debía
iniciar el siguiente folio, pero el texto sigue mucho después, «diré que non
ay…». Quizás la proximidad entre los verbos produjo el salto.
428 Bellum
Troianum conplexus est («compendió la guerra de Troya»)
437 fablado]
fallado I | loquor 441 preposiçiones] proposiçiones DIPS, propusiçiones
X | praepositionum
445 mal] más I | mali
446 Protagoras (bNM, ms.
10238: Pytagoras)
450 Nausiphanes (bNM, ms. 10238: Nausiphantes)
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que de todas las cosas que paresçen ser non ha cosa que
más sea que el non ser. Parménides dize que destas cosas
que paresçen ser non hay cosa que sea en lo (sic) universo.
E Enchates todos los forios echó de fuera, ca dize que todo
es nada. E los perrónicos poco más o menos en esto
tractan. Los megaricos e los créticos e los achadémicos que
levantaron nueva sçiençia dizen que non se sabe cosa
alguna. [45] Toma agora todas estas opiniones e échalas
sobre aquella escusada cabaña de los studios liberales, e
verás qué fallarás, ca las artes liberales non enseñan sçiençia que aproveche, mas estas otras opiniones tírannos el
tiempo de toda la sçiençia, pues dizen que non la hay. Pero
mal por mal mejor e más sancta cosa es saber lo superfluo
que no saber nada. Las artes liberales non nos dan lumbre
con que nuestros ojos [fol. 72r] puedan ver la verdat, mas
estos otros sácannos del todo los ojos e es peor. E si creo
a Pitágoras non hay cosa en toda la naturaleza del mundo
si non dubdosa. Si sigo a Nausiphantes he de dezir que
453 universo] virtuoso X | †universo† 454 Enchates] Enqueclactes DI,
Enqueclates PS : Enclates X | Zenon Eleates, pero véase Zenon elactes b (bNM,
ms. 10238: Cenon elactes), que es de donde procede esta lectura, por confusión de grafías *Ca’enelactes>Ca enclactes> E encaclactes> Enclates, etc.
Cf. bNE, ms. 10139: Zenónclates (probable en Y, del que no sabemos a
causa de la laguna en este pasaje).
455 perrónicos] pirroncos DPS :
prioncos X | Pyrrhonei (bNE, ms. 10139: pirrónicos)
456 créticos]
treticos DX : tereticos PS | Eretrici («los eritreos»); pero cf. ed. Reynolds:
cretici ω; ed. Préchac: Vb cretici (bNM, ms. 10238: cretici); (bNE, ms.
10139: créticos) 456 los megáricos e los créticos e los achadémicos] los
megáricos e los tréticos e los achaémicos D : los margaritos e los créticos e
los achadémicos I : los megarios e los teréticos e los achaémicos PS : los
megáricos, los tréticos e los acaémicos X 460 fallarás] fallarán Z 467
Protagorae. El códice bNM, ms. 10238, fol. 107v lee si Pitagore credo… La
lectura de Cartagena es fundamental para la correcta colocación de la
traducción con respecto al texto base latino. El manuscrito descendiente
de ‘b’ de la bNF, lat. 16592, de origen francés y del siglo XII, tiene como
explicit el siguiente: «… oculos mihi effondiunt SI PITaGORaE CREDO.
VaLE SEMPER KaRISSIME NObIS». Que el texto base que utilizó
Cartagena pertenece a la familia ‘b’ parece indiscutible, a pesar de que
continúe la traducción a partir de «… si Protagorae credo». Cartagena,
posiblemente, consultó más de un códice, ya que estos eran relativamente comunes. En éste u otros códices pudo encontrar el final de la
ep. 88, pero también en un manuscrito descendiente de ‘b’, ya que algunos
de ellos fueron posteriormente completados, como perfectamente se
aprecia en el manuscrito J, del siglo XIII, Oxford: St. John’s College, 36
(y desde luego en el manuscrito de la bNE del que me he servido
como referencia).
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esto sólo es çierto, que non ay cosa çierta. Si a Parménides diré que non ay cosa alguna, mas de una sola. Si a
Zenón diremos que nin aún una sola non ay. [46] Pues
segund esto, ¿qué somos nosotros o qué son estas cosas
que están çerca de nós e nos crían e mantienen e goviernan? E assí segund esto toda la natura de las cosas sería una
sombra o vana o engañosa. E dígote que non sabría ligeramente determinar contra quáles destas me devo más ensañar,
o contra aquellos que quisieron dezir que non sabemos
otra cosa sinon esta conclusión, es a saber, que non
sabemos nada, o contra aquellos que nin esto non nos
quisieron dexar que supiessemos que non sabíamos nada,
diziendo que non solamente non sabemos del todo nada,
mas aún dixieron que non podemos saber que non
sabemos nada.
Qui scripsit scribat semper cum domino vivat.
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Sancta et inmaculata
virginitas quibus te laudibus refferam nescio quia
quem celi capere non poterant tuo gremio contulisti.
Deo gracias.
[fol. 72v]
DESSEaS. La entençión de Séneca en este tractado es mostrar
que las artes liberales non nos enseñan la virtut, ca aunque
aparejan el coraçón e le fazen más hábile para aprender la
philosophía moral, la qual da doctrinas virtuosas, pero, las
artes liberales mesmas non tienen las tales doctrinas. E para
entender mejor esto, aunque todos por la mayor parte lo
saben, es de dezir, por mayor declaraçión de lo que en este
libro se contiene, quántas e quáles son las artes liberales. E
son éstas siete por orden, segúnt sant Isidro las pone en el
Libro de las ethimologías 3. La primera es gramática, la qual es
aquella que nos da regla para fablar e palabras que fablemos. La segunda es retórica, que es aquella que nos da doctrinas para fablar bien e fermoso, ca aunque la gramática
pertenesçe al saber fablar, pero el saber bien e fermoso fablar
es acto de la retórica. La terçera es dialéctica, que solemos
3. Etymologiarum 1, 2
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llamar lógica, e ésta enseña con disputaçiones apartar lo verdadero de lo falso. E si alguno quiere dezir como verdadero lo
que es falso ella con sus argumentos no le consiente salir con
ello. La quarta es arismética, e ésta es la que nos enseña a
contar, e llámase comúnmente alguarismo. La quinta es
música, que muestra cantar e fazer guardar en el canto sus
devidas proporçiones. E la sexta es giometría, e ésta nos
enseña medir. E non se entiende este medir con vara, mas
porque da reglas para cognosçer la medida de las cosas e
proporçionar unas con otras en la quantidat. La séptima es
astronomía. E ésta da doctrinas para conçertar los movimientos de los çielos e de los planetas que en ellos son. E todas
las otras sçiençias e artes han otros nonbres, pero non ay
alguna que se llame liberal salvo éstas, e la razón dello es
porque son dignas de omne libre. E segund Séneca aquí dize,
como si dixiesse que los omnes libres suelen aprender estas
artes, ca non las acostunbran enseñar a los siervos porque
en las otras artes los ocupan. E aún con esta razón puede
ser otra la qual es ésta: liberi dizen en latín comúnmente
por fijos e por los otros desçendientes4, e usaron mucho en
los tiempos antiguos e usan agora, aunque non tanto, assí
prínçipes como omnes de menor manera fazer a sus fijos
aprender estas artes. Por ende puédense dezir liberales como
si les llamássemos filiales e artes de fijos. E provastes vos
muy bien esta declaraçión e provades e sodes della muy
solenne testigo, ca la reina de gloriosa memoria vuestra madre
vos fizo aprender algunas destas artes en vuestra niñez. E
agora por vuestro mandado las aprende nuestro muy exçelente prínçipe vuestro muy amado fijo.
aVERLaS aPRENDIDO. Paresçe Séneca contradezir a assí
mesmo. Ca, ¿cómo podemos averlas aprendido si non las
aprendemos? Ca non puede ser la cosa passada si non fue
en algund tiempo presente, pero responder se puede e dezir
assí, que non es tal la entençión de Séneca, mas en este libro
fabla con omne de hedat perfecta, non con moço. E quiere
dezir que en la niñez e moçedat se deven aprender las artes
liberales, porque quando es omne en edat perfecta pueda
ocuparse en la philosophía moral, que es cosa más alta. E
pareçe concordar esto con la doctrina de santo Thomás, el
qual dize que la orden de aprender es ésta: que luego en la
moçedat después de la gramática se aprenda la lógica e
4. Cf. Cicerón, De natura deorum 3, 45.
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desd·ella la giometría e otras artes liberales. E como la edat
fuere andando deprenda la philosophía natural, e como fuere
ya omne de edat perfecta la philosophía moral, porque aquella
sçiençia requiere mucha esperiençia e el coraçón libre de las
passiones e después de todo deve ser dado a lo spiritual e
divinal que passa todas las nuestras imaginaçiones e requiere
muy rezio entendimiento, por onde dize aquí averlas aprendido etc., como si dixiesse que quando el omne es ya entrado
en días non es tiempo de aprender las artes liberales.
DESSEaN. Quiere dezir que las artes liberales non solamente
non nos enseñan la virtut, mas aún que nin fablan della.
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EL GRaMÁTICO. Suelen algunos fazer tres grados en la gramática. El primero es fablar convenientemente sin errar en las
reglas; el segundo es escrevir de manera de prosa, que aquí
llama istoria; el terçero es fazer versos que llaman metros,
que aunque el saber de las istorias nin la invençión de las
cosas que en los metros e versos se dize non es acto de la
gramática, por la regla de los metros para ver quántas sílabas
deve aver e qué peso deven levar, pertenesçe a la gramática,
segund se contiene en el Doctrinal de los gramáticos. E esto es
lo más alto a que llega el gramático, e por eso dize que si
mucho alargasse sus términos etc., como si dixiesse: porque
sepa mucho en quanto gramático non puede más saber.
SÍLabaS. Dize sílaba la letra vocal juncta con otra o a las vezes
sola.
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ENSEñaRaN. Quiere dezir que en estas artes non ay cosa
que fable de virtut e si los sabidores della enseñaran la virtut
philósophos serían, mas non es assí, antes dize que están
lexos, etc., como si dixiese que los maestros de estas artes
non biven de tal manera que los devamos aver por philósophos, pero doctrinas diversas en sí e contrarias.
a LaS VEZES DIZEN. Tiene semeiante manera Séneca en este
libro de la que tienen algunos omes rifadores que buelven el
roído e después sálense afuera. así él toca las questiones
viejas que fueron de grand porfía e déxalas sin determinaçión, e si a determinar se oviessen aquí requería mucha escriptura. Mas dexemos la determinaçión dellas a los que tienen
mucha sçiençia, ca nuestra lança non basta a tanto. E nós
contentémosnos declarar solamente que se entienda lo que
aquí se dize, e esto sexto quiere dezir las opiniones. E es de
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saber que entre los philósophos antiguos ovo muchas contiendas, e una dellas tocamos en la introductión del Libro segundo
de la providençia, donde deximos la razón por qué algunos
dellos se llaman estoicos e algunos peripatéticos, e allende de
aquella altercaçión ay otras muchas, e la que faze a este propósito es ésta: trabaiáronse mucho los philósophos en inquirir
quál era el soberano bien e fin de todos los bienes. E los
estoicos dizían que la virtut, que llaman ellos lo onesto, era
el bien, e que el deleite non era bien. Epicuro e los que le
siguieron dizen que dizían que la delectaçión era el soberano bien segund que diximos en el Libro segundo de la providençia sobre el capítulo [iiiiº]. Los peripatéticos fazían distinçión
de bienes, e la distinçión era de dos maneras, e en cada una
dellas tenía tres miembros. En la primera distinçión dizían
que ay unos bienes del ánima que llamamos spirituales, como
es la virtut e la sçiençia. E ay otros bienes del cuerpo como
es la salut, la fuerça, la fermosura, la ligereza, e los otros
bienes llamavan de fuera, como es el poderío e las riquezas
e lo semejante, e fazían otra distinçión de otros tres miembros en esta manera, diziendo que ay bien honesto e bien
provechoso e bien delectable. Los achadémicos, los quales
ovieron este nombre porque estavan en un logar çerca de
athenas que llamavan achadenia, donde estudiava Platón,
dizían que non avía cosa çierta alguna, segund que se dirá
en fin deste libro. Esto presupuesto quiere aquí Séneca
dezir que algunos, loando a Omero, a las vezes dizen que
loava la virtut, etc., e segund esto era stoico, e a las vezes
dizen que loava el estado folgado, etc., e segund esto era
epicureo; otras vezes dizen que fazía distinçión de tres maneras
de bienes, etc., e segund esto era peripatético; otras vezes
dizen que fazía distinçión que todas las cosas eran inçiertas,
etc., e segund esto era achadémico. E pues estas opiniones
eran contrarias, bien pareçe que non era de ninguna, ca non
podía ser de todas.
LO ÁL. Como si dixiesse non curemos de las otras cosas que
sopo que non aprovechan, mas que estudiemos aquella sçiençia que lo fizo bueno si lo fue.
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OMERO. Non se sabe Omero en qué tiempo fue, pero sábesse
que este Omero fue el mejor poeta de los griegos, e Osidio
esso mesmo fue exçelente poeta. E de Écuba e de los otros
de que aquí faze mençión non es menester dezir quiénes
fueron, ca gente cognosçida es. E en la Corónica de Troya se
nombran a menudo.
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MI TIERRa. amar su tierra se dize el que defiende la república. E por esto dize tanto pugna por su tierra.
PENÉLOPE. Sant Gerónimo, contra Joviniano5, pone a ésta
entre las dueñas castas.
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PRÉSTaME DEDOS. Con las manos se ayuda el omne. E en
muchos logares de la sancta escriptura dize manos por obras,
porque con las manos obra omne e se ayuda. E por ende
dize aquí ‘préstame dedos para la avariçia’, como si dixiesse
que el arte del contar ayuda a la avariçia, porque con ella se
acresçienta el dinero.
DE QUaL GENTE. ¿Quién podría agora dezir una destas eradades de Toledo, cúya era al tiempo que Hércules vino a la
tierra, nin aún qué gente era la que bivía en España? E por
çierto será muy malo de provar por testigos.
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PER ESCREVIR. Dize por la doctrina del derecho, que quiere
que las cosas del todo públicas non se puedan ganar por posesión de tiempo. Por ende dize el iurisconsulto Ulpiano6 que
las cosas públicas segund el dicho de las gentes non se pueden
perescrevir, mas esto non se ha de entender assí generalmente, ca tienen sus distinçiones, segund que en su materia
propia se escrive.
QUaDRaDO. Paresçe que quiso Séneca que supiessemos que
sopo algo destas artes liberales, aunque aquí las quiere traher
por el polvo, pues como quien passa siempre todo dellas lo
intrínseco. Ca aquí es de saber que tomar la figura çircular
en figura quadrada para demostraçión que non aya puncto
más nin menos dize que es cosa que segund natura se puede
saber, mas non ay en el mundo quien la sepa. E porque esto
es lo más difíçile de la giometría dixo aquí ‘e tornas qualquier,
etc.’, como si dixiesse que esto es grand sotileza, mas monta
poco para la virtut.
QUÉ TaN GRaNDE ES. El coraçón del omne es muy grande
e muy pequeño segunt la diversidat de los omes, ca el coraçón
633 Joviniano] Iustiniano Z
647 Ulpiano] Culpiano IDPSZ
5. adversus Iovinianum 1, 45.
6. Digestum 41, 33.
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del virtuoso es muy grande, pues tiene todo el daño en
poco e passa a los çielos con su contemplaçión, e el coraçón
del omne pusilámine e dado a lo terrenal es pequeño, ca tiene
en mucho las cosas corporales. Por ende sabe de toda arte
liberal medir la virtut del coraçón humano qué tamaña es.
SaTURNO. Non es fría nin caliente Saturno nin las otras estrellas, mas dize fría porque faze su curso tardío e su infruençia dize que faze obra fría. E por esso nonbró aquí Séneca
las mudanças de Mercurio más que de otra planeta, porque
allende del curso ordinario que ella e las otras planetas fazen
dízesse que Mercurio faze algunas retrogadictiones e torna
atrás en el signo que llaman Pisçículo; por ende dize sus
mudanças.
DE LOS FaDOS. Porque esta palabra fado se dize en muchos
logares por Séneca; assí en la vuestra Copilaçión como en
alguno de los otros tractados que por vuestro mandado fueron
puestos en lenguaje, e podría alguno, si la bien non entendiesse, errar, paresçeme razonable tocar aquí muy en breve
en quanto mi iuizio basta cómo se deve entender, remitiendo
siempre la determinaçión dello a la sancta eglesia, a quien
esto e lo semejante determinar pertenesçe. E es de saber
que en esto ovo muchas opiniones, pero las prinçipales fueron
tres. La primera fue de algunos que veyendo tantas cosas
diversas que en el mundo acaesçen cuidaron que todas venían
por acaesçimiento e sin governança alguna. E el error desto
tan magnifiesto es que non es menester prueva para lo reprovar, ca non podría sofrir la razón que tan maravillosa composiçión e tan concorde diversidat e tan diversa concordia de
las cosas que paresçen en este universo andoviessen sin ordenança e sin governador. La segunda opinión fue de otros que
dixieron el contrario de todo punto e afirmaron que todas
las cosas se fazían por ordenança de las substançias superiores, entendiendo que los cuerpos eran causa de todo quanto
en el mundo se fazía e aun de mover nuestra voluntat. E estos
levantaron este vocablo fado. Ca porque ‘fari’ quiere dezir
fablar llamaron fado por cosa fablada, como si dixiessen:
«lo que ha de ser ya fablado está, e non ay quien dello refuya».
E de aquí cuido que salió una palabra que mucho se usa e
non se devía usar, e es esta quando algo acaesçe a alguno de
bien o de mal suelen dezir ovo mala dicha, como si dixiesse
que ya dicho estava aquello que le acaeçió, e esta opinión es
mucho erronia e falsa e non solamente contra la fe cathólica, mas aun contra pura razón natural, ca devemos saber
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que aunque non se puede negar que los cuerpos çelestiales
obran mucho en este corporal, ca todo omne vee quanta obra
faze la influençia del sol que por lo que se vee se puede
congecturar algo de lo que non se vee. E por çiertas quadrillas de cosas son del todo fuera del poderío de las estrellas.
E dexando las otras nombremos aquí dos: una es la quadrilla de todas las cosas que non vienen por manera prinçipal
deliberada, mas por açidente, como acaesçe que va omne a
un fin e sale otro. Ca liberando [otro ms: labrando] para abrir
çimientos de casa e fallar thesoro al contrario cuidando fallar
thesoro resçibieron muchos muerte, como acaesçió poco
tiempo ha en Talamanca. E lo que por esta manera viene non
puede ser que venga por costelaçión nin por fuerça de natura,
lo qual se prueva así: toda obra de natura sigue un fin determinado, por ende impossible es que cosa alguna destas que
vienen por açidente sea efecto; por ende algund prinçipio
natural que obre; e como el cuerpo çelestial obra por manera
de natura, prinçipio síguese que non puede ser que la virtut
alguna de cuerpo çelestial sea causa de las cosas que ante
avienen por açidente. E aunque esto avría menester mas declaraçión dexámosla, porque sería muy prolixo. basta saber
que es conclusión verdadera e non solamente segunt las santas
doctrinas, mas aún segund razón natural se puede provar que
las influençias de las estrellas non son por causa de las cosas
que aquí vienen por açidente. La segunda quadrilla es de las
cosas que pertenesçen a la voluntat humana. Ca como la
ánima razonable sea substançia non corporal e las estrellas
cosa corporal, e lo corporal non puede imprimir en lo incorporal, non se puede dezir que costelaçión alguna es bastante
a mover la voluntat humana. E aunque algo puede fazer en
las inclinaçiones que se mueven por la conplissión, como
veemos que unos omnes se inclinan más a unas cosas que a
otras, así buenas como malas por la disposiçión de su complissión, pero siempre queda la voluntat señora e sólo Dios la
puede mover e non criatura alguna. E sale desto una muy
noble e verdadera conclusión, e es ésta, que quanto omne
es más allegado a Dios tanto menos le pueden dañar las costelaçiones, e quanto más se arriedra de Dios tanto más daño
pueden fazer en él las influençias de las estrellas, porque en
llegándose al poderío de la causa primera, que es Dios, çesa
el poderío de las causas segundas e medianas, que son los
cuerpos çelestiales, o demás desto el que se allega a Dios
refrena sus inclinactiones e guíase por sus santos mandamientos e por la razón, e con esto va de fuera el poderío de las
estrellas. E assí podemos entender aquel común dicho que
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muchas vezes se dize, e es éste: el varón sabidor señor será
de las estrellas. Ca el omne virtuoso resiste a los apetitos e
resistiendo los echa de sí el poder de las costelaçiones. E
por ende podemos a manera de semejança dezir que como
acá en lo terrenal veemos que quanto el omne es más allegado al rey tanto menos se atreven a él los all[cal]des del
rastro, e assí quanto el omne es más allegado a Dios, tanto
menos pueden en él las causas inferiores de los cuerpos çelestiales. La terçera e verdadera doctrina del fado es aquella
que da boeçio [De consolatione philosopiae 5] e siguen los santos
doctores, e es ésta: que el fado es una disposiçión que está
en las cosas movibles, por lo qual la prudençia divinal las
ayunta e pone en sus órdenes. E así la ordenança divinal,
segúnt que está en la voluntat de Dios, aun non puesta en
las cosas movibles, llámasse providençia, e segund es ya puesta
en ellas llámase fado. E siempre dezimos movibles porque
todo omne sepa que la orden de la providençia divinal tira
la movilidat a las cosas movibles e non pone nesçessidat a
las cosas contingentes, e así entendido çierto es qué es fado.
E quien lo negasse negaría la providençia divinal por quanto
aun en los nombres nos devemos de apartar de la compañía
de los que non son cathólicos. Porque por ocasión de los
vocablos non venga algund error en el fecho non devemos
usar desta palabra ‘fado’, porque non paresca que seguimos
a los que erraron cuidando que todas las cosas venían por
nesçessidat. Por ende sant agostín dize que si alguno llama
fado a la virtut e poderío divinal téngalo assí. Ca buena conclusión tiene, mas castigue su lengua e non use desta palabra.
E lo que dezimos del fado podemos tanbién entender deste
vocablo que dezimos dicha o ventura.
NUNCa TE ENGañaRÁ. Porque el virtuoso está aparejado con
buena paçiençia para resçebir lo que verná como adelante
se sigue. Por ende non será engañado por cosa que le venga.
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a LOS PINTORES. Quiere dezir que aunque él non tiene en
mucho a las artes liberales, pero con todo esso non eguala
con ellas los ofiçios de manos, que non sería razón.
DE OLIO E DE LODO. Solían los luchadores untarse con olio
por que non les pudiessen bien travar. E aún agora diz que
lo fazen en algunas partes. E al contrario veemos que inchen
las manos de polvo si les sudan. E por esto llama aquí arte
de luchar, e es sçiençia que se ayuda de olio e de lodo.
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EN ayUNaS. Los que comen demasiadamente dapñan sus
estómagos e vomitan muchas vezes en ayunas. E cada uno
puede ver por sí que quando çena tarde e mucho siempre
otro día tiene el estómago agrossado e dispuesto para vomitar.
Por ende, por los mal regidos dize que vomitan en ayunas.
E puedesse entender por los cozineros e pastiçeros e semejantes ofiçiales que tastan las viandas.
ECHaDOS. Non es de entender que Séneca prueve este exerçiçio en los moços, ca error sería entenderlo assí. E non solamente Vejeçio e muchos otros actores, mas aun el philósopho
lo loa si tempradamente se faze, mas dízelo porque aunque
es bueno porque los omnes sean desembueltos del cuerpo e
más hábiles para defender la república, pero non trahe a
ello la virtut, porque aunque el omne sea muy desenbuelto
en las armas non es por ende virtuoso, ca la virtut de la fortaleza consiste en el hábito del coraçón con que está dispuesto
para tomar qualquier cosa peligrosa e sofrir qualquier temor
por el bien público segund que la razón lo iudgara, e non en
las fuerças del cuerpo, aunque son buenas si son guiadas
por la razón.
aLPHabETO. Vocablo griego fue, mas ya es avido por claro.
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MOÇOS. Estas son las terçeras que llamamos artes de niños.
E dízelo por las artes liberales, porque en la moçedat se deven
aprender.
DE VERaS. Dize por la philosophía moral.
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RaÇIONaL. Esta es la lógica. E es de maravillar por qué Séneca
en este libro, pues fabla contra las artes liberales, non dixo
cosa alguna contra la rectórica nin contra la lógica, que son
dos dellas. E dezir que lo dexó por olvido es duro de creer,
ca non es de presumir que omne tan sabio fablando de siete
artes olvidasse las dos. E si queremos sospechando a manera
de corte presumir que lo dexaría por su interesse, por quanto
él era muy exçelente en la rectórica, segund paresçe por sus
escripturas, e espeçialmente por el Libro de las declamaçiones, e
por esto reprehender la arte en que él tractó, sin razón le faríamos. Ca non es de sospechar que por afictión singular
dexasse de dezir la verdat omne que tan noblemente en todas
826 declamaçiones] declaraçiones Z
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las cosas fablava. Por ende, por ventura se podría dezir que
lo dixo de çierta sçiençia e púdole mover entre otros motivos
esta razón que se sigue: el fin del entendimiento humano es
entender la verdat, e aquella es su obgecto, e el fin de la lógica
es apartar la verdat de la mentira, e en esto pone su trabajo
e cuidado, e si así es síguesse que es provechosa la lógica al
entendimiento del omne, ca assí como el caçador aunque
levasse buen falcón non mataría la perdiz si los podencos
non la levantassen, assí muchas vezes el entendimiento del
omne por engeñoso que sea non alcançaría a cognosçer la
verdat si los argumentos logicales non la fallasen por rastro.
Ca el ofiçio de la lógica es semejante a aquel que tiene en la
caça el buen podenco de quebrada. Ca quando el theólogo
o philósopho, que es el que suele andar a caça de verdades,
la pone en el andada, sigue el rastro fasta fallar la verdat,
por muy ençarçada que esté. E como deximos que el entendimiento tiene por objecto a la verdat, assí la voluntat del
omne ha por fin e obgecto al bien onesto e en reprehender
lo torpe segund que por los libros della así de aristótiles
como de Tulio pareçe. Síguese que los ayuda a lo alcançar, e
pues la voluntat del omne desea el bien que llamamos onesto,
non sirve poco la arte que loándola fermosamente atrahe los
omnes a que más ardientemente lo sigan, e puede ser que
por esto Séneca en este libro, aunque fabla contra las otras
artes, destas dos non fizo mençión.
QUaDRILLa. Dízelo por las artes liberales, non siguiendo el
nombre que les ponía Posidonio.
SUS TÉRMINOS. Como si dixiesse que cada sçiençia llega a
sus términos e cada una entra en los términos de la otra.
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aLÇaN. Toca calladamente aquí Séneca algunas diversidades
de los cursos de los planetas que es difíçile dar razón, ca
más cresçe el día tanto tiempo por tanto en el mes de março
que en el otro tiempo del año, e más mengua en el mes de
septiembre tantos días por tantos que en el otro tiempo,
porque en estos tiempos anda el sol çerca del equinoçio, e
desto e de lo semejante da razón la astronomía usando de la
medida de la giometría.
FECHURa. Esto pertenesçe a la arte que llaman perspetiva.
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PRESTaDOS. De la filosofía toman las artes muchos prinçipios, e después sobre ellos labran, e non solamente en las
artes, mas aún en la theología e en el derecho se toman
muchos prinçipios de philosophía.
SObRE FaZ. Quando el suelo en que está la casa labrada es
de uno e la casa es de otro llaman los iuristas a cuya es la casa
‘superfiçiario’, que quiere dezir señor de la sobre faz. E a esta
semejança dize aquí Séneca que la giometría tiene la sobre
faz, porque el fundamento sobre que ella faze sus consideraçiones es de la philosophía natural. E assí el suelo es de la
philosophía e la giometría tiene solamente la sobre faz.
Esto se entiende en las materias que pertenesçen a la giometría. E aun en aquellas non es suyo el suelo porque funda,
ca en las otras materias non tiene suelo nin sobre faz.
ÇELESTIaLES. Mucho aprovecha la ánima en sí mesma quando
se aparta de lo terrenal e se ocupa en las cosas çelestiales. E
aun quando passa lo çelestial e contempla en lo divinal lo
terrenal a respecto de lo divinal es nada. Por onde tractando
en lo divinal se puede deçir verdaderamente que tracta en
algo e siempre gana dello virtut e perfectión. E por esto
dize «saca alguna cosa», como si dixiesse que la ánima tractando en lo divinal puede aprovechar, ca de lo mundano
non puede sacar cosa aunque medre.
OTRO FIN MEJOR. Quiere dezir que el omne temprado e
virtuoso non fuye de todos los deleites, ca si assí lo fiziesse
non sería virtuoso, ante sería insensibile, mas usa de algunas
delectaçiones non a fin de otra cosa, mas a fin de se delectar por otra fin mejor alcançamos buenas viandas, non por
la gula, mas por conservar nuestra salut. E usa con su muger
legítima en tiempos devidos, non por desseo de la delectaçión, mas por aver fijos que sirvan a Dios e ayuden a la
república. E a esto e a lo semejante llama aquí Séneca otro
fin mejor.
DESGaSTaDORaMENTE. Usa de los omnes desgastadoramente
el que los mata o fiere o faze otros daños a sin razón, e esto
aborreçe la clemençia.
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SE DaVa aPRENDER. apréndese la virtut por las reglas e doctrinas que della se dan, pero más propiamente se aprende por
el exerçiçio e costumbre de usar della. Ca non diremos que
aprendió la virtut un omne, aunque sepa todas las éthicas
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donde ella está espuesta, si non usa virtuosamente, mas
aprende las virtudes si se trabaja en usar dellas.
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FUERa DE SÍ MESMO. El que non sabe leer non tiene ayuda
para su memoria fuera de sí mismo, porque non se aprovecha de las escripturas. Por ende recomienda mucho a su
memoria aquello de que se quiere acordar. E por esto a las
vezes es más çierta su memoria que la del que en esfuerço
de los libros non cura tanto de recomendar las cosas a la
memoria; e esto a las vezes lo veemos acaesçer, pero con
todo esto vantaja tiene el saber e non ay en el mundo memoria
que baste a retener lo que es escripto en los libros.
LOGaR VaZÍO. Como si dixiesse que la verdadera sabidoría
que cunple para omne virtuoso es tamaña e contiene tantas
cosas que ha menester que todo nuestro entendimiento e
memoria esté ocupada. Por ende que non devemos poner
en ella cosas escusadas.
SI EL TIEMPO. Çierto es que muchas questiones son çerca
del tiempo, mas al presente basta dezir que el tiempo, segund
aristótiles le define, es el cuento e medida del movimiento,
segund primero diximos. E para ver por qué se ponen estas
palabras en esta difiniçión e en efecto que trahe cada una
dellas, requería luenga escriptura e saliría deste propósito
deste tractado, mas quien lo quisiere saber vea al philósopho e a sus glosadores en el quarto de los philósophos.
PUES DEL ÁNIMa. Por çierto assí es que sería difíçile de contar
quántas questiones se ponen para cognosçer el ánima e sus
potençias e las otras cosas que a ella atapñen, así por el philósopho en su libro propio que llaman Del ánima como por
los theólogos en diversas partes e aun por algunos iuristas
que desta manera fizieron espeçiales tractados, lo qual non
es para aquí, mas sólo se deve dezir que algunas de las questiones que aquí Séneca tañe non solamente son escusadas,
mas aún sería error averlas por questiones. Ca es a saber
que Dios por su infinido poderío cría la ánima razonable en
el cuerpo humano quando está en el vientre de su madre
organizado e hábile para la resçebir e infúndela criando, e
desque a vida sale onra para siempre resçibiendo gloria o
pena segund que acá estando en el cuerpo meresçió por sus
obras, e desto pareçe la respuesta a algunas de las questiones que aquí se ponen. Ca la primera que pregunta dónde
viene el ánima, e la terçera que pregunta quándo comiença,
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e la quarta que quiere saber quánto dura, escusadas son, ca
Dios la cría segund dicho es, e entonçe comiença a ser e dura
por siempre. La quinta questión que pregunta si passa etc.,
en quanto dize si se muda a otras moradas de animales, e la
sexta que pregunta si sirve más, etc., non son aún de oír
porque esto fue burla e fiçión de poetas, ca la ánima razonable es forma de cuerpo humano, e desque se parte d’él por
muerte corporal está en substançia incorpórea en aquel logar
donde Dios ordenó que estoviesse, e a la resurrectión se
levantará con su propio cuerpo e non con otro, e durará
con él unida por siempre. E la séptima questión de lo suso
dicho paresçe la respuesta. Quanto es a la octava questión,
que preguntava si es cuerpo çierto, es que non es cuerpo, ca
es substançia incorporea, e la novena e déçima questiones de
lo suso dicho se concluye la respuesta, ca segund las obras
acá fiziere, assí estará allá e subirá en lo alto e çelestial si
meresçió subir. E assí en estas cosas ay alguna que se deva
dezir questión si non la segunda e la undéçima. E la segunda
pregunta qué tal es, e esto comprehende muchas cosas, en
sus materias se escrive e non son para aquí, segund se dixo
de suso; la undéçima pregunta, si olvida lo passado etc. E
esta paresçe concurrir con aquella questión que suelen fazer,
si el hábito de la sçiençia que omne en esta vida aprendiendo alcança, dura después en la otra. E quien quisiere
saber la determinaçión della vea a santo Thomás en la primera
parte en la questión octuagéssima nona en los artículos quinto
e sexto, e ende la fallará7.
ENTERO. Ca todo el coraçón es menester para la virtut segunt
se dixo en el capítulo noveno sobre la parte ‘logar vazío’.
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SabER MÁS. Concuerda bien con el dicho del apóstol que dize:
non querades saber más de lo que cumple, mas saber lo que
basta a buen tempramiento8.
VERDaDERa MaDRE. algunos poetas en sus fablas quisieron
dezir que Eneas era fijo de una deesa, pero otros en sus
istorias dixieron quién era su madre. E andar trabaiando
por saber esto o a dónde bivía anacreo, que era beodo e
luxurioso, cosa bien escusada.
7. Summa theologica I, q. 89 a. 5-6.
8. Rom 12, 3.
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SaFO. Ésta era una mugier muy fermosa e non buena de su
cuerpo, e sabía mucho en poetria. E diz que fue maestra de
Oraçio poeta, e algunos dizen que a tanto llegó su desonestat que fue muger pública. Otros dizen que non, e saber
esto si fue assí o non dize Séneca que aprovecha muy poco.
¿QUIÉN PUEDE NEGaR? Qualquier ome que vea que los omes
se trabajan en cosas tan escusadas pensaría que entienden
que es luenga la vida, e quien aquello entiende es bien loco.
Por ende, quien cree aquello que es breve la vida dévese
aredrar de lo superfluo e ocuparse en lo nesçessario. E esto
dize Séneca fablando al contrario, que llaman los gramáticos fablar por antifrasim, con estas palabras, e reprehendiendo a los tales como si dixiesse que pues tan breve es la
vida, escusar se devrían los omnes de las cosas superfluas.
LaTINOS. Porque los más que de suso nonbró son griegos e
non entendiesse alguno que entre los griegos solos ay estas
cosas superfluas dize que tanbién en los latinos ay muchas
que se deven cortar con segur porque son dapñosas, como
fazen a los árbores e viñas, que los podan e les cortan lo
superfluo.
EN EL POLVO. Los giométricos están pensando en las medidas
del çielo, e para lo entender mejor fazen muchas vezes con
la péñola rayas en el papel o con un cañivete en el suelo
para provar los çírculos e los trángulos. E porque quando lo
fazen se han de abaxar oteando a tierra, e a las vezes assentándose en ella, dize aquí que me asiente en el polvo de la
giometría, porque los que estudian en ella levantan muchas
vezes polvo faziendo aquellas rayas.
ODISEa E ILÍaDa. La historia que fabla de los fechos de Ulixes
llaman en griego ‘Odisea’, e toda la historia de Troya llaman
los griegos ‘Eliada’, porque a tierra de Troya dizían Ília; e
Omero compuso aquellas istorias, e non es este Libro de la
conquista de Troya de que oy usamos, mas otra historia de
muy más alto estilo. E puso en el primer verso de su libro
dos letras, etc.; para entender esto es de saber que assí como
muchas de nuestras letras latinas significan alguna cuenta,
ca ponemos ‘C’ por çiento e ‘X’ por diez e ‘L’ por çinquenta,
así las letras del alphabeto griego significan algún cuento. E
paresçe que Omero quando fizo aquellos libros puso en
comienço algunas letras que significassen el número de todos
los libros que quería fazer, como si agora quisiesse alguno fazer
206
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1035
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1045
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
diez libros e pusiesse en comienço alguna parte que començasse en esta letra ‘X’, a dar a entender que quería fazer diez
libros. E esto dize Séneca declarando opinión gramática, e
quiere dezir que monta muy poco saber si fue así o non.
PITÁGORaS. Tañe aquí Séneca algunas de las opiniones de
los muy antiguos philósophos, e muchas más que estas pone
Çiçerón en diversos logares, espeçialmente en el Libro de los
fines de los bienes9. Mas sobre todos sant agostín relata muchas
en el Libro de la çibdat de Dios10, ca faze mençión de treçientas opiniones o pocas menos. E por çierto de maravillar es
cómo omne cathólico e tan ocupado en la exposiçión de la
sancta escriptura pudo aver a leer tantos libros de gentiles.
Por ende, el que quisiere ver toda esa ropa vieja de opiniones antiguas lea a sant agostín en aquel libro, ca non pertenesçe aquí de las recontar. E por allí será informado quáles
e quántas fueron las opiniones e cómo se muestra el error
dellas.
O VaNa O ENGañOSa. Como si dixiesse que esto sería un
grand error entender que todo era nada o si era algo que era
todo engañoso. Por ende, son de desechar estas opiniones
vanas e non curar dellas e ocuparnos en lo firme e verdadero
que pertenesçe a perfectión de nuestra ánima e confirmarla
en la virtut.
9. De finibus bonorum et malorum 3, 3; 9, 4.
10. cf. De civitate Dei, 8; 9, 4.
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
207
aPaRaTO COMPLEMENTaRIO DE VaRIaNTES
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Me paresçe] paresçe DPS :
se paresçe X
dezirte] dezir X
fazer otra cosa mayor]
otra cosa fazer que mayor
sea P
comienços] comienço
DIPSY
ellos] ellas XY
Dirás tú] E dirás DIPSY
los] les Y
al] a Y
sabidor e] sabidor DIPSY
Todos] e todos X
torpes e mal] torpes mal
X
devemos] devemos de Y
fazer al omne ser bueno]
fazer al varón ser bueno
DIP : al varón fazer ser
bueno S : fazer al varón
bueno X : pueden al
varón ser bueno Y
te digo] tengo P
lo] le D
pueden] puede X
prometen] premiten X |
promittunt
se quisiere alongar] se
quiere alargar X
quisiere alongarse en sus
términos] alargare sus
términos DPSXY : alargase en sus términos I
ha en] en Y
o] e DIPSXY
quita] quien X
estos] esto S
usan] si usan P
virtut] virtudes X
ello] ellos DIPSXY (en
om. Y)
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philósopho, e fallarás que]
philósofo que Y
prueva] provara P
lo] el DPSXY
fuía] fuía de P
e a las] a las DPSXY : allas
I
de la çibdat de la çibdat Y
bevir] bever Y | vitam
Otras] E otras DPSXY
fazían] fazía DIPSXY |
inducentem
tres distinçión Y
algunos] alguno XY |
horum
son] eran Y
ser omne] un omne ser
DPSY : un onbre I : omne
ser X
una] una manera Y
dizen] dize D
que] que no X
fuesse] fue DSX
fue] fuesse Y
poetria] poetrias DPSXY
| carmina
dexemos] dexamos Y
Non] E non DSP
deves] devemos DIPSXY
| me quaerere
fue Omero] Omero fue I
que] ca Y
si] que SY
Écuba] Entuba D, Encuba
IPSY (quizás Eucuba)
en andar] andar DIPSXY
Patroco] Patroclo DIPS :
Patroculo X : Patoclon Y
archiles] achiles DPSY
Ulixes] Ulixas DIPS :
Olixas Y
fuesse a] fuese PY
era] es Y
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110
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
de cada] cada PY
a] en Y
E] Ca X
maliçia maliçia Y
nos nos X
Non] E non Y
dapñe] dañen X
que] e DPSX
otra están] otra está Y, e
de la otra están X
e deleites] deleites Y
lisonjas que lisonjas Y
nuestras] a nuestras
DIPSXY
de] e de X
e cómo se] como e quando
se DPS, como quando se
IX | hinc naufragia et tot
varietates malorum
de] de la DPSXY
pueden] puede D
Entre] E entre X
a mi] mi DIPSXY
a mi] mi P
como] o como X
Por qué] para qué te
DISX, para qué Y
trabajas] trabajas por
saber DIPSY
o si] si Y
ánima] alma X
Passo] E passo P
desacuerden] descuerden
D (desacuerden S)
me enseña] enseña P
mostrasse medir] enseñase cómo mida DIPSXY
enseña] muestra DPSX
más bienaventurado] bien
aventurado Y
tiene] tiene el Y
el que] quien DIPSXY
superfulas D
qué me aprovecha] qué
aprovecha a mí X
una] mi DIPSXY | agellus
in partes dividere
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pro me] provecho X
se Y
toma] tomó IY
Enséñasme] E enséñasme
Y
non] yo non DIPSX
cosa de mis términos]
algo de lo mío e cosa de
los mis términos Y
yo quiero] quiero yo D
pierda] pierdas D
quexará] quexaría X
Non sólo non podrás
dezir] No podrás dezir X,
Non podrás dezir DIPSY
çiertamente] çiertamente
non sólo DIPSY, çiertamente no sólo X
mas] ni más Y
mas nin aún] mas aún
PSX
gente o pueblo] gente fue
o de quál pueblo X
eres] eras I
querrías] querrás DPSX
prescrevir] perescrivir
DPSX | usu capi
O, geométrico] Geométrico X
No se ha traducido el
sintagma nihil est quod in
mensuram tuam non cadat
E dime qué tan grande es]
qué tan grande es S
e] e lo DIPSXY
Vengo] E vengo X
dó] dónde DIPXY
va] van IX
a recoger] recoger Y
e por] por X
frigida Saturni sese quo stella
receptet, / quos ignis caeli Cyllenius erret in orbes («adónde
se retira la frígida estrella
de Saturno; / qué órbitas
recorre por el cielo el
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
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171
brillante astro de Cilene»
[i.e.: Mercurio])
dezir] bien dezir DISXY
ruégote] e ruégote I
esto] este I
cuidoso] cuidadoso DIS :
cuidando Y
quándo] so quando Y
Mars] Mares DIPSXY
o] e Y
o] e PXY
están] sean X
Tráelas] E tráelas S
la continua] continua D
ellas] ellos X
lo que] que SPX
e] o X
fazen] faze Y
muéstranlo] demuéstranlo
DIPY : demuéstralo X
lo] los Y
parares] paras X
sufiçiente] sufiçientemente DIPSXY
proveído] prometido P |
provisum
a] al DIPS
sé lo] lo sé I
engaña] Y: salto de línea
que corresponde con ‘el
tiempo que non me faze
mal. E aun más propiamente fablando non
entiendo qué me engaña’;
sucede en cambio de
folio.
non] non me I
engaña] engañan I
acaesçer todas] acaesçer
DPX (en final de línea) S
contrarias si vienen] malas
sin bien Y
que las contingentes] que
las cosas contingentes
DIPSY : conclusión que
las cosas contingentes X
(ca siempre terné om. X)
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209
algunos] E algunos P
como] quanto DIPSX
o] e SX
para] para servir a DIPSXY
e a los cozineros] cozineros Y
e] e su DISXY
sirven] sirvan DIPSXY
Ca ruégote] Ruégote P :
E ruégote SX
liberal] general X | liberale
en nuestra] nuestra Y
menear] e menear Y
Non] e non X
enseñavan] enseñan X
cosa] cosas DI
que pudiessen] que se
podiesse DIPSXY (pudiese
DX, podiese PS)
de] del DPSXY
estas cosas] estas P
su correr] bien su correr
DS : su bien correr X |
cursum eius freno temperare
o] e X
en] en el P
en lançar la lança o la
barra] en lançar la barra o
la lança DIPSXY
Pues] E pues X
aprovechan] aprovecha
XY
cosa] en cosa DIPSXY
liberales] liberables P :
generales Y | liberalia
así] eso DIPSX, esso Y
dígote] digo DIPSXY
tienen] tiene, P : tener Y
Respóndote] Respondo X
porque por ellos puedan
alcançar] porque pueden
dar DIPSXY
aparejen] aparejan
DIPSXY
Ca] E D
llaman] llamavan I
enseñavan] enseñan X
210
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
209 moços el] moços X
210 apareja] aprovechan X
212 coraçón] moço Y |
animum ad virtutem
212 aparejanle] aparejanla IX
214 Dize] E dize DPS
216 iuegos de niños] artes de
niños DIPSXY
217 artes son e se dizen] artes
se dizen DIPSXY
218 ofiçiales] ofiçios X
219 de] desta DISX
219 tenporal] corporal Y
222 deleite] deleites X
223 estos] unos D, a unos
PSX (entre estos a unos
X)
225 callamente D
225 en lo alto] fasta en lo alto
DIPSX, fasta lo alto Y |
in sublime
226 a desora] a adesora SX
227 un vasillo] vasillo I
227 adesora] luego Y
228 o] e PX
228 estavan] están P
229 tornan] tornen DPSY
229 torne] torna DIPSX
231 en] con DIPSXY
234 Y: salto de líneas: ‘mas
non lo son, e estas son
aquellas que los griegos
llamaron euiralois e los
latinos llamamos liberales.
Las quartas son artes liberales’
235 llamaron] llaman DIPS :
llama X
236 artes] las artes DISX
236 Las quartas son artes liberales om. P
237 Éstas] E éstas DIPSXY
239 aventura] ventura DIPSXY
240 que alguna parte ay] que
ay alguna parte DIPSXY
(hay PS)
242 puede] paresçe Y
244 en] en la DPSXY
255 della] de la philosophía
DIPSY, de la philosofía X
256 Demás] E demás DPS
258 razones] sazones P
259 e el] eso mesmo el DSY
(esso Y) : e eso mesmo
el PX
259 sabidor] sabidor e Y
260 qué] qual X
260 están] e están X
261 e se mueven los cuerpos
çelestiales] los cuerpos
çelestiales e se mueven X
261 es su fuerça] es fuerça X
261 qual] qué tal X
264 se alçan] se alcançan X |
adlevantur
264 e] o X
264 fazen] faze X
265 andan] anda X
265 rezios] rezio SX
266 estar el omne allá] estar el
omne entre ellos D : el
onbre estar allá I : el omne
estar en ellos SPX
266 verlo] verlos X
267 esso mesmo] así mesmo
DSXY, e así mesmo P
267 sabrá dezir el sabidor] el
sabidor sabrá dezir
DIPSX : el sabidor fará
dezir Y
274 qué tamaño] qué tan
grande X | quantus
275 giométrico] a la geometría P : geometría Y |
mathematicus
275 un uso] uso X
276 deves] devedes I
279 esso] ende DPSXY
279 libre] liberal D
280 a] a otro DIPSXY
281 levanta] levantó toda D :
levanta toda IPSXY |
totum opus
282 puedo] puede Y
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
284 dellos] dellas X
284 alabrar Z
285 Si por sí] por sí si X : E
si por sí Y
285 supiesse la verdat Z
285 verdat] virtud S | ad verum
286 supiesse] podiese DPS,
podiesse IY, pudiese X |
posset
287 diría yo que mucho aprovechara a nuestras ánimas]
om. S
289 cosa] cosa sola IPSXY
289 el] la DPS
293 e] ca DIPSXY
295 La] E la DPS
297 tiene] tienen X
299 a nuestra] nuestra DPSX
300 dime las virtudes Z
301 Esso] E eso I
302 Esso mesmo tanbién] E
tanbién DPSXY
302 es] es un DIPSXY
303 e] e que Y
303 podrá] podría IY
304 apremiada] apremiado P
305 será] sea XY
307 fiéreme] ferime P : e
fiéreme X
308 mas] que I
309 los] lo D
309 a dentro] dentro S
310 Pues] E pues S
313 deleites e a algunos
aborresçe] … deleytes, e
algunos echa de sí… om.
Y
316 de] del Y
316 de] de la PSXY
317 quanto] quando Y
317 La] mas la Y
321 a] con Y
323 e el] el Y
324 bien] bien eso mesmo P
325 Dime] E dime X
327 quanto] como Y
327 mandan] manda D
211
330 perdonar] a perdonar D
330 propia suya] propia
DIPSXY
332 dizes] dezies X : dezides
DPSY
332 podemos] podedes DPSY
: podéis X
333 dizes] dezies X : dezides
DIPSY
334 aprovechan] aprovecha IY
335 puede] pueden P
337 deves] devedes I
339 vale] va de Y
341 Y: aparece una firma al
canto derecho inferior,
posiblemente del XVI:
Bartolomé
341 la virtut] virtut X
345 pues la vertut non está en
las letras] om. DPSX
346 fecho] fechos P
346 non] e no X
347 E aína te diría] E aína te
diré DPS : E aynato dize
X
348 ayuda] ayuda alguna
DIPSXY
348 Grande] E grande D
349 espaçiosa] espaçiosa cosa
DIPSXY | spatiosa res
349 menester] e menester
DPSX : mester Y
350 las] de las SPXY
354 Sabes] E sabes DPS
354 quántas] por quántas Y
357 que el] del Y
358 o si fue ante que el mundo]
om. Y
361 es de] de P
362 la] el ISXY
363 de] desta DIPSXY
368 se meneare] meneare
DIPSXY
369 cómo] non Y
371 a] allá a DPIX : allá Y |
illinc
212
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400
400
401
JUAN MIGUEL VALERO MORENO
tanta] tanto DP
cansarás] cansarías X
para] por SY
estas] estas cosas DIPSXY
angosturas] angustias X |
in has angustias virtus.
aunque el sentido de la
traducción «angosturas»
es el correcto.
grant cosa] cosa grande
DIPSXY
espaçio] espaçio grande
DIPSXY
dirá] diría X
por por S
saber] a saber Y
sçiençias] cosas e çiençias
X
E responderle he] E
respóndote DP, Respóndote ISXY
quanto] e tanto quanto Y
que] que tú que Y
reprehenderías] reprehenderás X
tú] tú aquí DPSX
a aquel que comprasse] al
que compra DPSX : a
aquel que compra IY
aquel] a aquel P
e de letras] de letras
DPSXY
e parleros] parleros X
e que] e Y
aprendieron] aprenden
DPSXY
Dizen] E dizen DPS :
Dize X
Dídimo] Dádimo X
libros] volumes de libros
X
bivió] bevió I | vixerit
anacreo] anacreón
DPSXY
más] ma D
E en] E Y
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460
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464
465
devría] devía X
más non] más Y
E segund] segunt X
a fablar] fablar Y
este] que este X
orejas agenas se gana]
orejas se gana Y
en rebolver las istorias] en
las ystorias rebolver D
E] O Y
E quieres] Quieres DPSX
giometría] geometría
DISX : geométrica Y
me vale] vale Y
ca] e P
e fue] fue PX
que quier mucho saber]
que quiere muchas cosas
saber DIPSX | multa
Piensa] E piensa DPS
tiran] quitan X
mucho] tanto X
las] la I
giométricos] gemétricos S
saben] sabe X
toda] de toda DIPSX | de
omni re
a amas] amas S
toda] de otra X
ha] hay DPS, ay IX
Parménides] Parpénides
X
E] en X
que levantaron] levantaron P
dizen] e dizen D
Toma] E toma X
e verás] verás X
ca] que DPSX
aproveche] aprovechen
DSX
dizen] dize D
no] no non DX
las] E las X
anotado al margen inferior derecho con una letra
muy cursiva se lee: «de
LAS «ARTES LIBERALES» DE ALONSO DE CARTAGENA
466
466
466
469
470
470
471
471
471
providençia de Dios; de
vita beata; de clemencia;
de las artes liberales».
otros] e otros P
todo] todos Z
del todo los ojos e] los
ojos del todo que DIPSX
(oios I)
cosa] cosa alguna X
Parménides] Permánides
DPS, Perménides X
Si] e si X
diremos que] que P
una sola] sola una X
Pues] E pues X
213
475 sombra o vana] vana
sonbra Y
475 o vana] vana Y
476 destas] destos XY
476 más enseñar] ensañar X
479 que quisieron dezir S
479 nin] nin aún DIPSX : aún
Y
481 sabemos del todo nada]
sabemos ál DIPSXY
491 a la derecha del colofón,
escrito de otra mano y en
numeración posterior a la
de copia del manuscrito,
el número «72».
V
ENTRE PERSONaLISMO
E IDENTIDaD NaCIONaL
DE VITa BEaTa DE
JUaN DE LUCENa
D
OTTaVIO DI CaMILLO
ESDE HaCE UNOS VEINTE añOS VENIMOS
asistiendo a un verdadero florecimiento de estudios sobre la traducción en la cultura literaria española. Si en aragón la atención de los que estudian esta
actividad sigue concentrándose mayormente en el siglo XIV,
en Castilla, en cambio, el interés por las traducciones de
textos árabes llevadas a cabo por pensadores de diversas
corrientes escolásticas del siglo XII y XIII se ha ido lentamente agotando. En las últimas décadas, con el renovado
interés en los procesos histórico-culturales que se dieron
en el siglo XV, se ha venido delineando de manera cada vez
más evidente la función determinante que las traducciones
tuvieron en la transformación de la vida cultural del país y
en la formación de la literatura nacional1. a las numerosas
1. La bibliografía sobre las traducciones, teoría de la traducción,
traductores y obras traducidas es demasiado extensa que ni es posible
citar los varios estudios que han tenido más repercusión. basta mencionar el estudio pionero de Russell 1984. Para una visión de conjunto
de los estudios sobre la traducción durante el siglo XV, Conde 2006;
215
216
OTTAVIO DI CAMILLO
obras que se vertieron al castellano a lo largo del siglo XV
se les ha reconocido por primera vez el lugar privilegiado
que efectivamente ocuparon entre las actividades literarias
de esa centuria. Las razones de esta drástica reorientación,
es decir, el desplazamiento desde las escuelas estrictamente
escolásticas de la edad media a los círculos eruditos dentro
y fuera de las universidades en los albores del renacimiento,
son varias. Será suficiente mencionar que el progresivo abandono de textos árabes en beneficio de obras escritas originalmente en latín y griego se debe a la invención, en el antiguo
sentido de descubrimiento o hallazgo, de un inesperado
humanismo en el pensamiento la época. En efecto, como
ya pude deducir de la escasa documentación asequible hace
más de treinta años, lo que caracterizaba la primera etapa
de esta nueva corriente intelectual en Castilla era precisamente la cantidad de traducciones y la diversidad de materia
que éstas abarcaban. El corpus de versiones realizadas
durante el siglo XV, cuyo número sigue incrementándose a
medida de las nuevas investigaciones, es sin duda desproporcionado respecto al panorama de otros países europeos, con excepción quizás de Italia2.
Los historiadores y críticos literarios que en las últimas
décadas se han ocupado de este fenómeno tan complejo han
puesto de relieve las contribuciones específicas que las traducciones aportaron a la renovación de distintos aspectos de la
literatura de la época, señalando al mismo tiempo, pero de
manera más genérica, las aportaciones al enriquecimiento de
la tradición cultural de Castilla. Sin extendernos demasiado
en ello, hay que reconocer que gracias a estas indagaciones
y alvar & Lucía 2010, que analizan y sistematizan las investigaciones
realizadas en los últimos años sobre traducciones medievales de
diversas materias.
2. Para las traducciones castellanas de autores clásicos, latinos y
griecos, y de obras de humanistas italianos, véase Kristeller 1977. El
tomo cuarto de esta obra (alia Itinera: Great Britain to Spain, 1989) está
dedicado a manuscritos que se conservan en bibliotecas, archivos,
fondos privados y catedralicios de la Península Ibérica. Para un estudio
y catálogo de traducciones humanísticas en Castilla, consúltese la
tesis doctoral todavía inédita de Villa 2004.
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
217
tenemos, hoy en día, un conocimiento mucho más amplio
y bastante más concreto de esta difundida actividad intelectual. Sabemos, por ejemplo, el grado de comprensión que
algunos traductores tenían de las teorías heredadas de los antiguos autores y de los Padres de la Iglesia y de cuál de ellas
se guiaban3. Tenemos nociones, relativamente claras, de los
métodos que emplearon y del nivel de competencia con que
llevaron a cabo sus trabajos; estamos asimismo capacitados
para colegir los criterios con que operaron al escoger los
textos para traducir y cuáles fueron las modalidades con que
se apropiaron de los avances de otras culturas, fuesen éstas
del mundo clásico o contemporáneas, como las que se
estaban desarrollando, bajo el impulso del humanismo, en
algunos centros de la península italiana.
Sin embargo, si bien ya se han abordado los problemas en torno a la teoría y la práctica de la traducción en la
Castilla del XV, faltan todavía estudios que puedan iluminar
las condiciones económicas o los mecanismos socio-culturales que por cierto incidieron en la tarea del traductor, como
también las circunstancias materiales, es decir la producción,
el consumo y la valoración de las obras que se traducían.
3. Sobre la teoría de la traducción que puede derivarse de prólogos y otros escritos de alfonso de Cartagena véase Morrás 1995 &
2002. Con relación al Tostado, Recio 1991. Para el del grupo SIE7E
del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de Salamanca, dedicado al estudio de las traducciones medievales, se compiló el utilísimo volumen de Hernández González 1998.
Entre los varios estudios de Nelson Cartagena, véase ahora su muy
útil estudio y colección de textos sobre teoría y praxis de la traducción (Cartagena 2009). Es curioso notar la ausencia de referencias de
parte de traductores castellanos a los únicos tratados humanísticos sobre
la traducción que se escribieron en Italia por dos humanistas bien
conocidos en España: la De interpretatione recta de Leonardo bruni, un
autor que cuenta con dos tercios de su obra completa traducida al
castellano durante el siglo XV, y el apologeticus de Giannozzo Manetti,
que fue gran amigo de Nuño de Guzmán. Para una buena traducción
moderna al castellano del tratado de bruni, véase ahora Pérez González 1995, para un amplio y profundo análisis de las ideas y prácticas de
la traducción de bruni, Manetti y Erasmo, véase botley 2004; y para el
apologeticus de Manetti, baldassarri 2008.
218
OTTAVIO DI CAMILLO
además de estas carencias y pese a los avances que se han
registrado en este campo, sobre todo en los últimos años
como se ha dicho, son casi inexistentes las reflexiones sobre
la naturaleza de la traducción y la función del traductor
en el ámbito de una sociedad que, todavía inmersa en el
analfabetismo, estaba a punto de entrar en una etapa de
gradual alfabetización, por lo menos entre algunos sectores
medio-altos de la sociedad4. Por supuesto, aun dentro de
esta minoría constituida por personas que sólo sabían leer
y escribir y de unos pocos que tenían una instrucción universitaria, el número de eruditos y hombres de letras capacitados para componer obras literarias u otros géneros de
tratados era relativamente exiguo. Leer un texto en su lengua
original o en traducción implicaba descifrar representaciones mentales y dialogar, de manera íntima y familiar, a distancia de tiempo y lugar, con personas de diferentes épocas y
de otros países por medio de la escritura5. Escribir, lo mismo
que traducir, era dar forma a sus propios conocimientos y
experiencias intelectuales y ponerlos a disposición de unos
pocos interesados en el pequeño círculo en que el autor
obraba. Por ello, el alcance de una obra manuscrita, ya que
el término difusión como se usa hoy en día es prácticamente inaplicable, antes e inmediatamente después de la
imprenta era bastante limitado. Por el hecho de que un
texto literario o tratado moral no dependiera de ley alguna
de mercado, como la que actualmente conocemos, es decir,
la de demanda y oferta, la obra, en general, circulaba entre
4. Entre los varios estudios pioneros de Petrucci sobre historia
de la escritura y sociedad véase Petrucci 1983, 1991; para la Edad Media
española, Lawrance 1985, beceiro Pita 2001 & 2007.
5. Es bastante conocida la carta de Niccolò Machiavelli a Francesco Vettori del 10 de diciembre de 1513 en que el secretario florentino comenta cómo por la noche, después de pasarse las tardes jugando
en la taberna con los campesinos del pueblo, regresa a su casa y antes
de entrar en su ‘scrittoio’ se quita la ropa cubierta de lodo y se viste
ropas curiales o principescas («e mi metto panni reali e curiali») para
dialogar con los antiguos autores transfiriéndose completamente en su
mundo «tucto mi tranferisco in loro» (en la edición de Martelli 1971,
1159-1160).
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
219
esos pocos lectores que podían apreciar su contenido y que
tenían la posibilidad de procurarse un manuscrito copiándoselo, encargándoselo a un escriba o por algún otro medio.
Eran estas las condiciones que hacían que los autores de
esta época se convirtieran en portadores de ‘otra’ cultura,
la oficial como diríamos hoy en día, la que era únicamente
accesible a un público limitado de letrados (algo parecido a
la high culture, opuesta a la low culture, de la sociología académica americana, pero lejos del contexto de la ‘interpretive
community’ de Stanley Fish o de cualquier otro gremio o
cofradía crítico-literarios del presente).
Entre los hombres de letras, el traductor es una figura
clave, puesto que sobre él recae la responsabilidad de interpretar, sintetizar y asimilar manifestaciones escritas de tradiciones culturales que le son ajenas. a él se le exige, además,
la capacidad de transferir a su idioma, para beneficio de unas
pocas personas, la obra escrita en otra lengua, procedente
de otro país o de otra época. y dado que el texto de partida
se arraiga en otra lengua, y no hay dos lenguas que coincidan simétricamente, ya que cada una organiza y describe la
vida y el mundo de acuerdo con la cultura en cuyo ámbito
se utiliza, se espera que el que traduce busque palabras que
guarden no sólo la fidelidad al texto, sino que capten la autenticidad, originalidad y hasta la belleza de la composición
morfológica del original. Pero, siendo las culturas fundamentalmente distintas, es lógicamente imposible reducir la
obra de una lengua a otra o conseguir la reproducción exacta
de algo que es de por sí irrepetible. Como ha evidenciado
Rita Copeland, la traducción es un complicado proceso
que se lleva a cabo mediante una labor esencialmente hermenéutica, es decir de interpretación crítica, en la que el traductor / intérprete se transforma también en autor, utilizando
en su translación todos los recursos retóricos a su disposición para crear un texto nuevo, con la particularidad y
originalidad que este término conlleva (Copeland 1991, cap.
7). Por tanto el traductor ejerce un dominio igual, si no superior, al autor que está traduciendo, puesto que debe dominar
dos sistemas comunicativos, el de su lengua y otro ajeno a
su habla.
220
OTTAVIO DI CAMILLO
Inherente al procedimiento de medir su habla, como
la definió Saussure en el Cours, con la de un escritor de otra
cultura, el traductor, de acuerdo con su conocimiento y perspicacia, no sólo termina definiendo bien o mal la identidad
del otro a través de su palabra escrita o impresa, sino que
descubre, consciente o inconscientemente, la suya propia.
El complicado proceso de la traducción, como sabe bien
quien la ha intentado alguna vez, lleva al traductor a darse
cuenta de los límites de su lengua al confrontarse con la del
otro y, más importante aún, de la gama de modalidades y
de formas posibles que existen para captar el pensamiento
ajeno o para describir la experiencias vitales que se han
vertido en el texto de partida. y puesto que en el origen de
la dinámica de la traducción está siempre la necesidad de
apoderarse, por imitación, adaptación o refundición, de una
obra que se supone de inestimable provecho para la vida
cultural de una determinada sociedad, para el conocimiento
del mismo traductor o la persona que le encarga la versión,
lo que se empieza a notar en la segunda mitad del siglo XV
es que, en la relación que se establece en la mente del traductor entre su cultura, que es la que carece de la obra, y la
cultura del otro que es la que intenta reproducir, se va
perfilando la idea de dos distintas identidades transnacionales antes que transculturales. Es lo que testimonia el autor
anónimo de la carta de «El autor a un su amigo» en La Celestina, cuando escribe cómo «los que de sus tierras absentes
se fallan» suelen «considerar de qué cosa aquel lugar donde
parten, mayor inopia o falta padezca» para remediar «la necesidad que nuestra común patria tiene de la presente obra»
(Russell 2008, 199).
Por no alargarme más tras esta ya prolija introducción,
quisiera pasar a examinar los últimos dos aspectos que acabo
de exponer, ilustrándolos con un caso ejemplar de traducción realizada hacia 1460 en Roma por un joven letrado
español, Juan de Lucena. Es una obra que en las últimas
décadas ha atraído una cierta atención dentro del general
interés que han despertado las traducciones de este siglo.
El diálogo conocido hasta muy poco como De vita beata, ha
sido editado en los últimos años con el título De vita felici,
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
221
de acuerdo con el título que se le ha dado en el primer libro
dedicado a la obra6. Con excepción de una investigación
sobre el trasfondo filosófico-moral de las doctrinas humanísticas italianas, los pocos estudios, apenas una docena,
que se han ocupado de esta obra relativamente corta han
intentado dibujar, a partir de la escasa documentación que
nos ha llegado, la figura histórica del autor. De los restantes,
uno ha examinado las glosas de uno de los dos manuscritos
tempranos, otro se ha concentrado en algunos aspectos
lingüísticos del texto, mientras que varios otros han indagado
el valor retórico-literario que Lucena, representante del primer
humanismo castellano, ha logrado infundir en su traducción7.
Lo que llama la atención es que la traducción de Lucena
revela casi todas las modalidades teóricas y prácticas que
este ejercicio literario había ido acumulando en su milenaria evolución desde Cicerón, Horacio y San Jerónimo,
pasando por las vulgarizaciones medievales hasta llegar a las
versiones filológicamente cuidadas del humanismo renacentista. En efecto, el estudioso que quisiera examinar esta obra
en todas sus dimensiones y en sus mínimos componentes
termina enfrentándose con un texto que por su estructura
y contenido bien podría considerarse un compendio o una
forma aplicada de un manual de ‘arte de la traducción’. Tiene
la apariencia de una versión vertical, por haberse realizado
desde una lengua antigua de prestigio, el latín, pero resulta
horizontal porque el texto de partida no pertenece a un autor
clásico sino a bartolomeo Fazio, un humanista contemporáneo que acababa de componerla en Italia unos diez años
antes8. Con respecto a la cultura entre el texto de partida y
6. Véase para edición y bibliografía, Perotti 2004; Cappelli 2002.
7. Entre los estudios que han atraído más la atención de los que se
interesan en la obra de Lucena hay que señalar: bertini 1966, Lapesa 1967,
alcalá 1968, Conde 1985, Vián 1991, Medina bermúdez 1997-1998,
Martínez Torrejón 1999, binotti 2000; Cappelli 2002; Di Camillo 2008.
8. Utilizo los conceptos de ‘vertical’ y ‘horizontal’ según fueron
formulados por Folena 1991, 13-14; en su análisis de los términos usados
en la Edad Media y el temprano Renacimiento, Folena nos recuerda
que fue precisamente bruni el que introdujo el verbo «traducere» en su
tratado para dar un significado técnico a esta actividad (pág. 71).
222
OTTAVIO DI CAMILLO
el de llegada, puede también caracterizarse de traducción
horizontal, porque el propósito inicial de Lucena fue trasladar el lugar e interlocutores del diálogo, desde un ambiente
italiano a la corte de Enrique IV de Castilla y sustituir a los
humanistas italianos por tres eruditos castellanos bien conocidos. y aunque la traducción no es un traslado de una lengua
vernácula a otra, la tradicional disparidad entre un latín dominante y un castellano subordinado viene prácticamente
anulada al reducir ambas lenguas a un mismo nivel cultural,
de igual condición e importancia9. En algunos pasajes Lucena
se atiene, como intérprete prudente, a una precisión léxica
de verbo ad verbum, mientras que en otros se descubre un
consumado orador, emulando la elocuencia de Fazio, traduciendo ad sensum las sentencias originales. Tiene rasgos de
volgarizzamento medieval cuando su apropiación del material
del texto de partida no parece haberse realizado ni por una
traducción literal ni por una estricta transferencia semántica. Se acerca más bien a un ‘relatar’ por escrito, un ‘referir’
por falta de otra palabra, de algo leído o conocido, de dichos
y hechos u otro tipo de discurso narrado, no muy diferente
de lo que solían hacer los autores castellanos del siglo XIII
y XIV, desde berceo al arcipreste de Hita10. y aunque el
9. Pese a las quejas de muchos autores de la época acerca de la
pobreza expresiva del castellano, en la práctica la lengua vernácula ya
había sustituido al latín y los más distinguidos humanistas utilizaban
ambas lenguas en su escritos; hasta hubo algunos que tradujeron al
castellano sus propias obras escritas inicialmente en latín; para este
fenómeno en la Castilla del siglo XV véase Cátedra 1991, primera llamada
de atención sobre un asunto que, posteriormente, ha interesado a otros
estudiosos del ámbito ibérico y románico. Sin embargo, el uso prevalente del castellano entre los eruditos de la época ha sido determinante
en denominar ‘humanismo vulgar’ a la nueva corriente intelectual que
se iba paulatinamente afirmando a lo largo del siglo XV.
10. El papel fundacional de las traducciones en el origen de las
literaturas nacionales es un tema que nunca ha sido estudiado a pesar
de que su presencia siempre ha sido fácilmente percibida y apresuradamente desatendida. No debería sorprendernos si dos obras representativas de la Edad Media castellana, Los milagros de nuestra Señora
de berceo y el Libro de buen amor del arcipreste de Hita son, en efecto,
«rewordings», es decir, reformulaciones artístico-literarias de tipo
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
223
diálogo de Lucena pudiera considerarse una refundición, un
rifacimento, como muchos han sostenido, es imposible negar
que, subyacente a la reelaboración castellana de la obra, se
mueve una notable fuerza creativa.
Si uno o más de los rasgos a que hemos aludido pueden
encontrarse en otras traducciones de la época, difícilmente
se halla una en que se manifiesten todos simultáneamente.
Pese a esta peculiaridad, la verdadera unicidad del texto de
Lucena consiste, a mi parecer, en una premeditada identidad nacional que el autor quiere infundir a su obra y en un
personalismo extremado que se insinúa en su papel de protagonista al representarse como uno de los interlocutores del
diálogo. Un caso, por cierto, muy raro en la tradición del
diálogo renacentista europeo; una anomalía que podría explicarse, tal vez, por un deliberado propósito del autor, como
veremos más adelante, o por la falta de precedentes en la
manera de configurarse a uno mismo por escrito. En cualquier caso, estamos asistiendo a la temprana representación de un sujeto que acaba de adquirir conciencia de su
propia identidad, pero configurada dentro de una identidad nacional.
Como es bien sabido, el De vita beata es una traducción
del De vitae felicítate de Fazio escrita a mediados del siglo XV
interlingüístico que trasladan textos del viejo sistema lingüístico
latino al nuevo sistema romance (utilizo estos conceptos modificando las tres maneras de interpretación postuladas por Jakobson
1971 [1959]). Si berceo traduce una recopilación de Milagros de un
texto escrito en latín que circulaba en la Europa de la época con el fin
de comunicarlos en «román paladino» (es decir, en el lenguaje oficial
de la corte y no en el de las aldeas o de la calle), el arcipreste de Hita
pone a disposición del destinatario un montaje de elementos de varia
materia que van del derecho canónico y civil a las fábulas de Esopo,
del Pamphilus a fragmentos de otras comedias elegíacas, de textos en
lengua romance a otras obras en latín que en su forma original sólo
eran asequibles a estudiantes, maestros o profesores de los ambientes
escolares y universitarios. Esta función histórica del traductor/autor
al inicio de las literaturas modernas que se da en muchas partes de
Europa, ha llevado a Folena a rectificar el dicho «in principio fuit poeta»
en «in principio fuit interpres», es decir, el traductor (Folena 1991, 3).
224
OTTAVIO DI CAMILLO
(principios de los cincuenta), en que se defienden las doctrinas morales del estoicismo cristiano. El objetivo principal de
la obra en latín era refutar la tesis de la ética neo-epicúrea
elaborada en el De vero falsoque bono de Valla, y su consecuente
concepto del bien más alto al que puede aspirar el ser
humano11. La rivalidad o, por decir mejor, la hostilidad, entre
los dos humanistas italianos había empezado en la corte
aragonesa de alfonso el Magnánimo en Nápoles sobre cuestiones de historiografía, un género que ambos cultivaron
con el objetivo de glorificar la dinastía aragonesa recién instalada en Nápoles, narrando la historia del reinado del mismo
alfonso y el de su padre, Fernando de antequera. Causa del
estallido de un antagonismo latente fue una breve alusión
en el relato histórico de Valla al «tejedor de antequera»,
matado en el saqueo perpetrado por los castellanos. Un
evento, aparentemente banal, que iba a marcar dos distintas manera de hacer historia en la historiografía humanística del siglo XV12.
Es muy posible que quien haya llamado la atención de
Lucena sobre la obra de Fazio haya sido Fernando de
Córdoba, gran enemigo de Valla y profesor de teología en
el studium urbis, o sea la Universidad de Roma, que Lucena
debió frecuentar entre 1460 y 1462 (Di Camillo 2008, 59),
estando primero al servicio del Cardenal Colonna (1459,
con el título de bachiller) y después del papa Pio II, Eneas
Silvio Piccolomini (con el título de licenciado)13. El ensayo
11. Véase Trinkaus 1970, I, parte II; Di Camillo 1976, capítulo VII.
12. Ferraù 2001, 19; véase también el capítulo I en que Ferraù
analiza el pensamiento historiográfico en la encrucijada en la corte
aragonesa de Nápoles; por un lado, el concepto de la historia y la
manera de narrarla promocionados por Fazio y Panormita, que fueron
los que ganaron, y por el otro la teoría y praxis de Valla que, como
muchas otras de sus ideas innovadoras, nunca llegaron a imponerse
ni en su vida ni durante el siglo XV.
13. Llamo atención sobre el hecho de que Lucena pasa de bachiller a licenciado, según el bulario vaticano, precisamente en estos dos
años en que reside en Roma; de lo cual no es arriesgado deducir que
tuvo que haber frecuentado el estudio general de la ciudad. Lo que es
difícil establecer es cuándo y cómo obtuvo título de ‘protonotario’
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
225
moral de Valla, que había pasado por numerosas revisiones, había ocasionado varias controversias, ganándole,
–concedido seguramente en Roma antes de la vuelta definitiva a
Castilla, como en otros casos parecidos de burócratas españoles al
servicio de la curia– que acompaña al nombre a partir de la década de
los ochenta, más de veinte años después. El primer documento con
el nuevo título se da en la salutatio a la Epístola exhortatoria a las letras
(c.1481, según binotti): «afernandaluarez çapata notario regio secreto
el su su protonotario de luçena. Salud y perseverançia en deprender»,
y con el mismo título aparece en esos mismos años en la «Carta
consolatoria que enbió el prothonotario de Lucena a Gomeç Manrique quando morió su hija doña Kathalina, mujer de Diego García de
Toledo» (Carrión 1978); unos diez años después se le asigna la misma
dignidad en los Tratados del doctor alonso Ortiz (Sevilla: Tres compañeros alemanes, 1493): «Tratado contra la carta del prothonotario de
Lucena». Mientras hay razones estilísticas para cuestionar si el Lucena
que escribe la carta a Gómez Manrique y el que es censurado por Ortiz,
por la pérdida de la carta, es el autor de De vita beata, asunto complicado que requiere un estudio aparte, no cabe ninguna duda de que el
licenciado de Roma y el autor de la Epístola exhortatoria son la misma
persona, como puede comprobarse por unos datos personales que
aparecen en ambos textos. Sin embargo, es importante señalar que
entre estas dos fechas hallamos a un Juan de Lucena que desde 1469
cubre los cargos de canónigo y capellán mayor en la Catedral de Toledo.
Véase al respecto, Lop Otín 2005; en la misma lista que la estudiosa
pone al final de su estudio (668), aparece también alonso Ortiz que
se integra en el número de canónigos a partir de (1478). Es muy posible
que ambos prelados hayan utilizado sus experiencias eclesiásticas en
Roma para conseguir, entre otras prebendas, un canonicato en Toledo.
Lo que no queda claro son las dignidades de doctor, protonotario apostólico, embajador y miembro del Consejo del Rey, que uno o más
Juan de Lucena empieza a ostentar desde 1481, causando una confusión que ha tenido serias repercusiones entre los críticos modernos
en cuanto a la atribución de obras literarias a diferentes Lucenas. Mi
sospecha es que se trate de una equivocación por homonimia. Pues el
título de ‘protonotario’ (utilizado por primera vez en la Epístola exhortatoria 1481), y los de ‘embajador’ y ‘del Consejo del rey’ (en la edición
impresa de Centenera, Zamora, 1483), guardan una extraña semejanza con los de ‘doctor’, ‘reverendo protonotario’, ‘embajador y del
Consejo del rey’ que vienen atribuidos a Juan Ramírez de Lucena. Es
éste el padre de Luis de Lucena, autor de la Repetición de amores e arte
de axedrez (Salamanca, c. 1497) como lo indica en la dedicatoria de estas
obras, cuando nos informa que es «hijo del muy sapientíssimo doctor
226
OTTAVIO DI CAMILLO
además, durante tan largo periodo de gestación, un sinnúmero de enemigos, tanto humanistas como teólogos14. Es
difícil determinar si la motivación inicial que impulsó a
Lucena a traducir la obra de Fazio fue la de introducir en
Castilla una de las tantas polémicas sobre las diferentes doctrinas que humanistas de distintas escuelas morales estaban
debatiendo en Italia. Lo cierto es que la refundición de
Lucena es única, pues no hay, que yo sepa, ningún otro
intento de traducción, adaptación o reelaboración de ningún
otro tratado o diálogo sobre esta materia que se escribiera
en aquel entonces en Italia, como se puede comprobar en
la monografía citada de Trinkaus.
Como explica Lucena en la dedicatoria a Enrique IV,
la razón por la cual emprendió la obra fue su desilusión
con las divergentes opiniones sobre lo que «nos faze beatos»
y reverendo prothonothario don Juan Remírez de Lucena, embaxador y del consejo de los reyes nuestros señores» (Ornstein 1954, 39).
Si la de Centenera es indiscutiblemente una edición no autorizada (Di
Camillo 2008, págs. 49-52) por llevar un texto copiado de un manuscrito notablemente mutilado y, peor aun, por estar dedicada a Juan II,
con lo cual Lucena estaría ofreciendo su obra a un rey que había
muerto años antes, precisamente en 1454, es decir antes de Mena
(1456), Cartagena (156) y Santillana (1458), interlocutores a quienes
había resucitado «de días ya sepelidos», me parece lógico pensar que
los títulos atribuidos a Lucena en dicha edición son, por estas mismas
razones, poco fiables. Con igual cautela hay que tomar el título de
protonotario en la Epístola exhortatoria y en la Carta consolatoria a Gómez
Manrique ya que puede haberse añadido posteriormente en la tradición manuscrita. Por lo que me consta en ningún documento atribuido
a Lucena he hallado el sintagma ‘protonotario apostólico’, lo que me
hace sospechar que es una innovación de críticos e historiadores modernos. Para aclarar estas dignidades atribuidas al licenciado del De vita
beata, se necesitan extensas exploraciones de los fondos de todos los
cabildos catedralicios en que nuestro autor había conseguido prebendas y beneficios. Un caso aparte es el Lucena, autor del Tratado de los
galardones, estudiado por Lapesa 1967. Los problemas que plantea esta
atribución requieren mucho más tiempo e investigaciones.
14. Entre los humanistas cabe mencionar, además de a Fazio, a
Poggio bracciolini y el Panormita, y entre los teólogos a Fernando de
Córdoba que, siendo inicialmente un protegido de Valla, se volvió en
poco tiempo gran enemigo.
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
227
de «nuestros mayores», es decir, de los autores del pasado,
aludiendo de manera vaga a filósofos clásicos, a los padres
de la Iglesia, a algún escolástico, que son en su mayoría los
que se mencionan en la obra. Sin embargo, ni en el prólogo
ni en ningún otro lugar del texto se hace referencia al diálogo
de Fazio ni a ninguna de las tantas ideas procedentes de
humanistas italianos específicos. Lo que sigue, según el autor,
es fruto de su ingenio, pluma, escrito deliberadamente para
ofrecerlo a su monarca, por ser este tema particularmente
digno de un rey filósofo, como presume Lucena que fuese
Divo Henrrico, hispanorum cuarto15. Como puede desprenderse
desde las primeras líneas, Lucena intentará estructurar la
obra, lo que él llama «la horden del tratado», conforme a
una reconstrucción imaginaria de la vida intelectual en el
palacio real, modelo que refleja, a su vez, la atmósfera cultural de la sociedad castellana. Para dar autoridad a su tratado
recurre a la prosopopeya, poniendo en boca de tres ilustres
eruditos castellanos, ya muertos, la defensa de tesis discordantes acerca de la felicidad que Dios pone al alcance del
hombre dentro de los límites de su condición humana.
«Resuscité estos Petrarcas, sepelidos ya de días», escribe un
italianizante Lucena, al designar a alfonso de Cartagena, al
Marqués de Santillana y a Juan de Mena como interlocutores del diálogo. Pese a que estos personajes, como figuras
históricas, no coinciden en nada con los interlocutores de
Fazio, representados por amigos todavía vivos, esta particular selección guarda, sin embargo, una lógica y una coherencia en el plan preestablecido por Lucena, que nos hace
15. «Ninguna cosa fallé así digna de tu majestad como feliçidat y
gloria, ni a otro cuanto a ti, bienaventurado rey y señor, se puede acomodar esta mi oraçión. Tú solo eres, si dezir se puede, entre los reyes de
nuestra edat feliçíssimo, tú señor de regnos, tú rey de señores, tú doctor
y prudente, mayor luminar de los prínçipes, tú fuerte y valiente, temperado, cultor de justiçia, amigo de clemençia, comblueço de crueldat,
de çesárea tela vestido, urdida de Godos, tramada de reyes. ¡Quién
como tú en los reyes feliçe! ¡Quién como tú beato en los monarchas!
Tus laudes, tu gloria, rey glorioso, ni son d’escrivir en prohemio, ni por
tan baxo estilo se deven cantar. Si la vida no me falta, con más grosa
péñola d’esta propongo de commendarlas» (Perotti 2004, 69).
228
OTTAVIO DI CAMILLO
olvidar el evidente anacronismo de su propia intervención,
como veremos más adelante. alfonso de Cartagena, obispo
de burgos, pensador y diplomático y, a mi parecer, el primer
humanista castellano, remotamente puede compararse con
Guarino da Verona, cuya fama se debía únicamente a sus
innovaciones pedagógicas, específicamente a la reforma de
las materias del currículum de la escuela y a la introducción
de métodos de enseñanza apropiados para el nuevo sistema16.
El modelo de escuela que había creado, el famoso contubernium en que maestro y estudiantes vivían juntos bajo el mismo
techo, se identificó al poco tiempo con la formación humanista por excelencia. aún menos semejanza existe entre los
poetas Mena y Santillana y Giovanni Lamola, distinguido
retórico y discípulo de Guarino. En efecto, la función de
Lamola, que por su elocuencia es llamado a sostener primero
la vida activa y después la vida contemplativa, es desdoblada
por Lucena. Por razones inexplicables, a Mena, el poeta y
secretario de cartas latinas, se le asigna la defensa de la vida
activa, mientras que a Santillana, el noble poeta y caballero,
se le confían los argumentos a favor de la vida contemplativa. Una inversión análoga encontramos en el diálogo de
Fazio: antonio beccadelli, llamado el Panormita, conocido
y criticado sobre todo por su colección de epigramas latinos,
el Hermaphroditus, cuya agudeza y obscenidad se inspiran
obviamente en la Priapea, es el que pronuncia, a manera de
conclusión, nada menos que un discurso contra los placeres del mundo17. Significativamente el papel de beccadelli
16. Quien más se ha dedicado a Guarini ha sido Remigio Sabbadini, entre cuyos trabajos puede verse el estudio general de 1891, en
que sintetiza sus estudios e innovaciones pedagógicas.
17. Mientras la mayor parte de los escritos de Lamola no han
sido editados o estudiados, ya que su figura suele considerarse en
relación con humanistas contemporáneos mejor conocidos, en cambio
la bibliografía sobre la obra y figura de antonio beccadelli, llamado
el Panormita, es bastante extensa. Irrumpió en la cultura humanística
italiana con un libro de epigramas, Hermaphroditus, que aunque fue criticado por su obscenidad tuvo amplia difusión. La notoriedad de esta
obra juvenil le facilitó la entrada en círculos humanísticos de varias
ciudades italianas, terminando su carrera en la corte aragonesa de
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
229
en la versión española es desarrollado por el mismo Lucena,
quien se reserva, además, la tercera parte de la obra, una
sección, bajo varios puntos de vista, muy relevante.
Esta simple transposición de interlocutores italianos a
españoles es una clara señal que ya desde el principio la
traducción del De vitae felicítate le iba a servir de modelo
para promocionar una realidad cultural de Castilla, equiparable al modelo italiano, y hacer «más probable al vulgo»,
es decir, más verosímil a los lectores, su refundición idealizada de la situación intelectual de su país18. Como agudo
observador, Lucena era consciente de la gran diferencia que
había entre los dos países con respecto tanto al espacio en
que se produce y se transmite la cultura como a las respectivas manifestaciones del patrimonio intelectual heredado y
de sus experiencias artísticas. y es por ello por lo que sustituye no sólo el latín por el castellano, sino también la casa
de Guarino, en que tiene lugar el diálogo de Fazio, por la
sala del palacio real durante el día, y por la casa de Santillana después, para la cena. El bien meditado traslado desde
un ambiente familiar humanístico, tal como el que se había
desarrollado en algunas ciudades de Italia, a la sede del poder
real de Castilla, es, a mi parecer, uno de los primeros indicios de la nueva sensibilidad socio-política que empieza a
detectarse también en los escritos de unos pocos humanistas castellanos de la misma generación o poco anterior
a la de Lucena. Sin embargo, no todos los representantes
del humanismo autóctono que se estaba difundiendo en la
alfonso V el Magnánimo, donde fue uno de los humanistas más
apreciados. Para el estudio y edición española de los epigramas, véase
ahora Montero Cartelle 2008; en cuanto al De dictis et factis alphonsi regis
del Panormita, traducido al catalán y al español, hay un estudio perceptivo de Montaner Frutos 2007.
18. «Suelen aplazer las tales cuestiones en diálogo por demanda e
respuesta, y paresçen al vulgo probables más qu’en otra manera» (Perotti
2004, 70). Nótese como Lucena todavía no ha percibido la forma del
diálogo humanista como coloquio, discusión o civile conversazione, entendiéndolo más bien como un ejercicio universitario a la manera de una
quæstio disputata.
230
OTTAVIO DI CAMILLO
Castilla del siglo XV exhiben en sus obras una nueva conciencia nacional.
Los que muestran preocupaciones nacionalistas, como,
por ejemplo, alfonso de Cartagena, Rodrigo Sánchez de
arévalo o alfonso de Palencia parecen haber tenido o tenían
de hecho vínculos con humanistas italianos. y aunque en
algunas obras de estos eruditos se encuentre un cierto
empeño en promover la idea de un «bien común» entre los
miembros de la sociedad, análogo en cierto sentido al humanismo cívico de las repúblicas italianas, la vaga inquietud por
la formación del cives como ciudadano responsable de la res
publica, es siempre entendida en clave monárquica y religiosa19.
El hecho de que esta incipiente preocupación socio-política
nunca logra separarse por completo de las angustias de la
salvación cristiana constituye un impedimento para su desarrollo, por lo cual esta actitud se quedará en forma embrionaria
durante el resto del siglo XV y hasta el XVI. Cuando, por fin,
a finales de esta centuria la rotura entre la moralidad política
y religiosa ya no pueda disimularse, la fractura se explicará
con la nueva doctrina de la ‘razón de estado’.
Sin embargo, el concepto de una cultura nacional inseparable de la identidad política del país, en que se fundamenta
19. Son muchas las obras de Cartagena que tratan asuntos políticos y sociales pertinentes a la sociedad castellana de sus días. además
de algunas epístolas, el docto prelado expone sus ideas socio-políticas
en un tratado sobre los caballeros, como en el Doctrinal (Fallows 1995),
y, más importante aún, en el Defensorium unitatis christianæ (Verdín 1992).
De Rodrigo Sánchez de arévalo, uno de los pocos autores que ha
sido objecto de varias investigaciones, baste indicar la Suma de la política (beneyto Pérez 1944), única obra del humanismo europeo, que yo
sepa, que se ocupa científicamente de los aspectos físicos de la ciudad,
la polis, como requisitos esenciales para establecer el sistema político
que mejor asegure el bienestar y conservación de la república; del
mismo autor, el Speculum vitae humanæ, que tuvo una notable difusión
europea (véase al respecto la tesis doctoral de Ruiz Vila 2008). En cuanto
a alfonso de Palencia, la obra en que más se revela una preocupación
cívica es un recorrido alegórico desde España a Italia en busca de las
virtudes morales que hacen al hombre perfecto; véase La perfeçión del
triunfo, otro caso de autotraducción, pues conservamos las versiones
latina y castellana (Durán barceló 1996; véase también Tate 1979).
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
231
y al mismo tiempo se enmarca la obra de Lucena, tiene mejor
fortuna, ya que tres décadas después será inequívocamente
formulado por Nebrija20. al presentar, en 1492, su gramática castellana a Isabel la Católica, el ilustre humanista
sintetiza esta noción en una frase lapidaria, recordando a la
reina que «la lengua siempre fue compañera del imperio».
Con esta tajante declaración, Nebrija no aludía por cierto
al descubrimiento del Nuevo Mundo, ni estaba profetizando
el futuro imperio de los Hapsburgos, como bien sabemos
gracias, por ejemplo, a Eugenio asensio. Su enunciado
afirmaba, por sinécdoque, que «la lengua» (el instrumento
de la cultura escrita) siempre estuvo vinculada históricamente
al «imperio» (al poder). La unión a que se refería Nebrija
podía comprobarse concretamente en la coyuntura de su
época en que el florecimiento de las artes coincidía con la
consolidación del poder por manos de los Reyes Católicos.
y si era cierto que el proceso de expansión político-territorial y lingüístico-cultural se había iniciado con alfonso el
Sabio desde el siglo XIII, a su éxito habían contribuido
20. La percepción subyacente al motivo avanzado por Lucena
que vincula el desarrollo cultural de una sociedad con las condiciones
políticas del estado, encarnado en la figura del princeps, de cuya sabiduría y liberalidad depende el florecimiento de las artes y ciencias,
parece ser una incipiente preocupación general del momento. En efecto,
la primera formulación del concepto se encuentra bien argumentada
en la Oratio in historiæ laudationem del florentino bartolomeo Fonzio
(della Fonte), pronunciada como prolusión a un curso sobre historiadores clásicos en 1482. Véase al respecto, Trinkaus 1960. Diez años
después, reaparece en la filosofía de la historia de Nebrija y sirve de
fundamento a la idea radical de que tanto el poder como la cultura
están sometidos a un inexorable proceso natural, en el cual cada imperio,
delimitado por un espacio geográfico y temporal, se caracteriza por un
desarrollo inicial, seguido por un período de progreso hasta llegar a
una inevitable etapa de decadencia y desaparición, como se percibe
en el famoso prólogo a su Gramática de la lengua castellana (Quilis 1980,
97-102). El nexo, poder (el estado) y cultura, introducido en el siglo
XV, sigue atrayendo la atención de los teoristas del ars histórica durante
el XVI. Para un análisis muy atento de este tema en las teorías sobre la
historia, en particular en la obra de Fox Morcillo, véase, Cotroneo 1971,
capítulo quinto de la parte primera.
232
OTTAVIO DI CAMILLO
tanto las actividades intelectuales de generaciones de letrados como la clarividencia de reyes ilustrados. Es útil señalar
que la afirmación de Nebrija, sobre la conexión que existía
entre la lengua y el imperio, es decir, entre la cultura escrita
de un pueblo y su monarquía, se basaba en la suposición de
que el desarrollo histórico de ambas instituciones estaba
determinado por la ley natural, según la cual, como él explica
en otro pasaje de la introducción, una y otra, igual que un
organismo, nacen, crecen y mueren juntas. El razonamiento
de Nebrija es impecable. al dotar al castellano de gramática, una prerrogativa que sólo las lenguas de prestigio habían
tenido hasta el momento, el humanista estaba sentando la
base sobre la cual elevar la lengua vernácula a lengua nacional. En efecto, el propósito de fijar sincrónicamente el castellano de sus días, es decir, dotarlo de un conjunto de normas
para su uso ‘oficial’, era garantizarle unidad y permanencia,
condiciones indispensables para alimentar un sentimiento
de integración político-cultural, necesario para la construcción de una identidad nacional.
al mismo punto parece haber llegado Lucena al ambientar su obra en el seno de la corte, es decir en la antesala del
rey y, por tanto, dentro de la esfera del poder. La particularidad de designar ese lugar y no otro adquiere un significado
que va más allá de la acostumbrada adulación al benefactor
o mecenas. Lo que quiere mostrar a través del diálogo es
que la cultura emana de la corte real, o sea del espacio del
poder, y que el mismo monarca está involucrado, con su
propia persona, en el proceso histórico-cultural de su reino.
Es precisamente a esta noción de una incipiente identidad nacional y cultural a la que se debe la adaptación algo
forzada del tratado de Fazio, cuyo diálogo no tiene ninguna
pretensión política-territorial, ya que nunca excede los límites
de una mera discusión filosófica-moral. El hecho de que
escoja la corte real, y no la sede del arzobispado de burgos
en que residía Cartagena o el palacio de Guadalajara en que
vivía Santillana, ni otro centro de actividad intelectual como
el patio de una universidad, por ejemplo, la de Salamanca o
Valladolid, parece indicar que Lucena conocía el valor simbólico que la casa de Guarino y su escuela habían adquirido
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
233
en el mundo intelectual de la época21; y al no encontrar lugar
semejante en Castilla, ubica la obra en un palacio imaginario del rey, olvidándose por un momento que la corte de
Enrique IV era itinerante y que ningún palacio real, que yo
sepa, nunca estuvo cerca de la residencia del Marqués de
Santillana en Guadalajara.
Una lectura atenta del De vita beata no solo explica el
motivo de la recreación ficticia operada por Lucena, sino
que nos confirma implícitamente la finalidad de su intento en
querer amoldar la corte de Enrique IV a un ambiente ideal
que sirva de escenario idóneo a una discusión erudita entre
los mas distinguidos pensadores del reino. Pues es precisamente en esa gama de elementos utópicos, empleados para
reconstruir una identidad cultural ‘castellana’, inspirada en
parte en un paradigma italiano, donde se esconde el significado de lo que Lucena pensaba que era, o debía ser, la cultura
nacional de su país. Pero, al lado de las ficciones verosímiles,
hay también aspectos concretos que definen la vida social y
cultural de Castilla a mediados del siglo XV. Fuera de los
tratados socio-religiosos de la época, es el único texto ‘literario’ que trata el problema converso, autorizando a Cartagena,
21. Tenemos noticias de que tanto Cartagena como Santillana
habían creado en sus residencias un ambiente que se acercaba al tipo
de círculos de humanistas que se daban en las cortes italianas. Una
discusión que tuvo lugar después de la comida en el jardín del palacio
en la residencia del obispo, durante la década de 1440, es relatada en
un breve diálogo por Sánchez de arévalo en De questionibus hortolanis
(MS Vat. Lat. 4881). Entre los que dejaron constancia de haber sido
familiares o vinculados en el entorno de Cartagena en burgos hay, además
de Sánchez de arévalo, alfonso de Palencia y Diego Rodríguez de almela.
Lo mismo pasa con la residencia de Santillana en Guadalajara, donde
los que estaban a su servicio como familiares, secretarios, escribanos o
copistas eran eruditos y traductores que compartían intereses filosóficos y literarios con el Marqués. En la segunda mitad del siglo XV, esta
tendencia tiende a acentuarse a medida que grandes sedes arzobispales,
empezando con la de Carrillo en Toledo, se convierten en centros de
promoción cultural. En la actualidad, varias tesis de doctorado están
explorando esta faceta de la vida intelectual de Castilla en siglo XV; véase,
entre otras, Herrán Martínez San Vicente 2011, que he podido leer gracias
a su amabilidad por haberme facilitado una copia de su tesis.
234
OTTAVIO DI CAMILLO
convertido desde su infancia al cristianismo, a pronunciar una
larga defensa de los nuevos cristianos22. Otro ejemplo que
llama la atención es la terminología y el tono caballeresco que
Lucena introduce en la obra. Es probable que tuviese presente
la particular pertenencia social de autores literarios castellanos, una peculiaridad que no se dio en ningún otro país
europeo; me refiero al número conspicuo de miembros de
la alta nobleza que siempre ocuparon un espacio notable en
las letras castellanas. a este propósito, el traductor logra tejer
en el discurso universitario de la quæstio disputata un léxico que
pertenece al mundo de los caballeros. Disfraza, en otras
palabras, la disputa dialéctica de la escuela en una justa caballeresca en que el enfrentamiento argumentativo entre
oponente y respondiente se transforma en una jocosa escaramuza con diestras estocadas de rebuscados recursos académicos, tal como artificiosas acometidas de silogismos23 o
22. Juzgando por la defensa de los conversos pronunciada por
Cartagena, es muy posible que Lucena conociera directa o indirectamente el Defensorium unitatis christianæ, un tratado en que el obispo de
burgos defiende la antigüedad judaica comparándola a veces con la
cultura de la antigüedad clásica.
23. Un ejemplo llamativo de silogismo es el que pone en boca de
Santillana: «Si es maldezir del bien dezir mal, luego, señor obispo, según
la egualdat de justicia, del mal dezir bien sería peor dezir; o si del mal
dezir no es maldezir, dezir mal del bien sería bien dicho. Pues si devemos
del bien dezir bien, del mal diziendo mal ningún delito fazemos. Por
estas tres truncadas razones te conjuro que me respondas». al cual
Cartagena contesta: «¡Oh dulçíssima pulla, digna de boca tan dulçe!
Silogismo argumentado de tales tres torres, ¿quién lo podrá ofender?
Inexpugnable es: no tiene combate de razón; de sinrazón, pero, ¿quién
lo podrá defender?» (Perotti 2004, 117-118). Me parece oportuno
señalar que, junto a «la razón de la sinrazón» de cervantina memoria,
hay también huellas de este silogismo en la literatura del siglo anterior. En efecto, parece que este particular silogismo o era ya popular
entre los estudiantes de lógica durante los siglos XIII y XIV, del cual se
hace eco Juan Ruiz en un verso del Libro de buen amor (65c), o es una
elaboración de Lucena construida sobre el quiasmo del arcipreste de
Hita: «La burla que oyeres non la tengas en vil, | la manera del libro
entiéndela sotil; | que saber bien e mal, decir encobierto e doñeguil, | tú no
fallarás uno de trovadores mil» (blecua 1992, 26). El verso ya desde
las primeras copias de la tradición manuscrita nunca fue entendido
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
235
metáforas que aluden a practicas caballerescas (desafío, venturero, tela, romper lanzas).
La identidad nacional de Lucena parece definirse únicamente en relación con la Italia contemporánea y solo de
manera muy superficial con la cultura de la antigua Roma.
En efecto, el contenido de las pocas obras de Lucena que
nos han llegado no nos permite llegar a una idea del concepto
que este se había formado del mundo clásico romano.
Tampoco nos suministra suficientes datos para poder afirmar
si el nuestro, como muchos otros letrados de su generación, estaba genuinamente convencido de la necesidad de
una renovación cultural inspirada en el pensamiento y literatura de la antigüedad griega y romana para la España de
sus días. Lo que sorprende es el silencio que guarda en sus
escritos acerca de Roma, la ciudad en que ostensiblemente
había vivido y trabajado algunos años de su vida. Sin
embargo, en la década de los sesenta del siglo XV, las guías
de peregrinos y las ingeniosas descripciones medievales de
los mirabilia urbis Romæ ya habían dejado paso al redescubrimiento arquitectónico y urbanístico de la Roma imperial. Si
alberti en su Descriptio Urbis Romæ buscaba la continuidad
topográfica y arquitectónica con la antigua urbe, biondi en
su Roma instaurata y sobre todo en su Roma triumphans rectificaba el concepto medieval de la translatio imperii, restituyendo a la ciudad, después de una larga declinatio, su primacía
inicial. Los presupuestos de esta restauración se basaban
correctamente; con la excepción de G, los otros dos testimonios llevan
diferentes variantes del verso 65c (en tanto que G añade un verso entero
al final de la estrofa); el problema semántico del verso nunca ha sido
señalado y ha quedado por tanto inexplicado en todas las ediciones
críticas modernas. Sin embargo, la ‘manera’ del verso no es tan difícil
de entender si se toma en cuenta el hecho de que las variantes de
los dos testimonios fueron generadas por no haberse entendido un
recurso del arcipreste que forma parte de su modus scribendi; es este
la figura del quiasmo que el poeta emplea a menudo. Por tanto el
significado del verso original: que saber bien e mal decir encobierto y doñeguil, se explica resolviendo el quiasmo: que saber bien decir encobierto y
mal decir doñeguil, que son en última instancia dos motivos que se repiten
a lo largo de la obra.
236
OTTAVIO DI CAMILLO
no sólo en los nuevos fundamentos culturales y religiosos,
sino también en la grandeza de los antiguos monumentos,
todavía visibles después de mil y cuatrocientos años, y en
la insuperable maestría de los que los erigieron24. En este
afán restaurador, de que se habían contagiado los más
eminentes humanistas que en esos años vivían y trabajaban
en la curia papal, a quienes Lucena verosímilmente conocía
personalmente, el joven licenciado español aparece totalmente desinteresado. Si son suyas las glosas al Mss. 6728
de la biblioteca Nacional de Madrid, Lucena parece estar
todavía cautivado por esos cuentos fantásticos y leyendas
asociados a los antiguos monumentos que se hallan relatados en los mirabilia urbis medievales que servían de guías y
de información histórica a los peregrinos durante los últimos
siglos de la Edad Media25. Eran estas explicaciones imaginarias parte de un lento proceso promovido por los papas
en que se intentaba atribuir un significado cristiano a lo
que quedaba del mundo pagano con el fin de reforzar el
poder espiritual de la Iglesia y conferirle además autoridad
temporal. Para ilustrar esa mezcla de cuentos maravillosos
y a veces anacrónicos con que solían actualizar las estatuas
24. Véase, para la Descriptio Urbis Romæ Furno & Carpo 2000.
Para una visión de conjunto de las obras de biondo, véase, entre
otros estudios sobre el mismo humanista, Mazzocco 1979.
25. Durante el siglo XII, los habitantes de Roma, como los de
otras ciudades italianas, empezaron a sentir la necesidad de buscar
una cierta autonomía política, independiente de la Iglesia, restaurando a tal fin el antiguo senado. En esos mismos años, un benedicto, canónigo de la basílica de San Pedro, redactó un texto, Mirabilia
urbis Romæ, en que recogía y sistematizaba datos de fuentes paganas,
cristianas y de la tradición popular con los cuales ilustraba las maravillas de la antigüedad clásica con historias y leyendeas y explicaba
la importancia de las iglesias y otros lugares de interés para los cristianos. a esta obra siguieron otras que sirvieron de guía de peregrinos durante muchos siglos. El significado que tuvo la obra ha sido
destacado por Miglio 1999, quien traduce y edita los textos más conocidos de los Mirabilia; la introducción al libro es ahora accesible en
formato digital en Reti Medievali. Véase también Nardella 2001, y la
edición moderna de la obra de benedicto por accame Lanzillotta &
Dell’Oro 2004.
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
237
de antiguos personajes, monumentos, lugares y espacios
urbanos, baste mencionar un caso, el que mejor sintetiza
las actitudes de Lucena hacia Roma y sus antigüedades.
Nos viene relatada, desgraciadamente, en una glosa al texto
de uno de los manuscritos tempranos en que se explica la
razón por la cual las mujeres de la época visten prendas que
cubren el cuerpo desde «sus espaldas fasta el suelo»26.
aunque queda alguna duda acerca del verdadero autor
de la glosa, hay razones para sostener que el candidato
más probable haya sido el mismo Lucena, en cuyo caso
tendríamos una muestra de su propia escritura 27 . Sin
embargo, siendo una glosa marginal y de autor incierto,
es necesario proceder con la misma cautela del comentarista28 y tomar las deducciones que siguen con la debida
prudencia.
El breve relato, que ocupa todos los márgenes de la
hoja, más que a una explicación histórica se parece a un
26. La imprecación de Lucena que provoca tan largo comentario
está fuera de lugar; es una intercalación que no tiene nada que ver
con la defensa de los conversos que Cartagena está pronunciando.
Es, efectivamente, un pretexto, puesto que la inserción misma parece
ser una glosa que ejemplifica históricamente la frase de Cartagena:
«Todos los oprobrios son ya transmutados en gloria, y la gloria contornada en denuesto». a esta frase Lucena añade, totalmente fuera de
contexto: «Por la impudiçiçia de Calfurnia fueron penadas las fembras
traer codas, porqu’el peso de las faldas su ventosa livianés estorvase
mostrar la rera en el senado, como aquella fizo; agora qui menos
corta la trae es más honrada. En pena del adulterio que Paulina, matrona
romana, cometió con Rodriguillo, español, cobrían todas con llenços
sus espaldas fasta el suelo; agora la que anda sin él en Roma es cualqu’esclava» (Perotti 2004, 98).
27. Lucia binotti, quien ha investigado el problema de las glosas
en el manuscrito de la biblioteca Nacional, no ha encontrado evidencia alguna de que Lucena sea el autor (binotti 2001). aunque estoy de
acuerdo con la estudiosa, considero todavía válido hipotizar una posible
intervención del autor, sobre todo si se toman en cuenta algunas referencias personales que sólo el autor podía conocer.
28. «Si tú, lector, te enojaste en leer esta mi prolixa glosa, perdona.
Escrevilo commo lo oy de ancianos romanos más breve que pude: ni
lo ley, pero no creo que jamás lo leyste» (Di Camillo, 2008, 61).
238
OTTAVIO DI CAMILLO
chiste pornográfico, posiblemente uno de los tantos que
circulaban en la comunidad española de Roma a mediados
del siglo XV. Unos setenta años después, Rodriguillo, el
nombre del personaje masculino asociado con la famosa
estatua del joven que se saca una espina del pie, se menciona
de nuevo en La lozana andaluza, obra que también se escribe
en Roma por otro eclesiástico español29.
El cuentecillo trata de un caso de adulterio que tiene
como protagonistas a Paulina, matrona romana, y a Rodriguillo, español, cuyas estatuas, según el glosador, estaban a
los dos lados de la puerta principal de San Juan de Letrán.
De la estatua de Paulina no he encontrado, hasta ahora,
evidencia alguna de que existiera. De Rodriguillo, en cambio,
tenemos la estatua, pero no el nombre. La escultura, que en
la época de Lucena estaba en la entrada de San Juan de Letrán
y en los tiempos de Delicado la habían llevado al Campidoglio, representa a un jovencito desnudo, sentado sobre una
roca, intentando sacarse una espina del pie. De donde se le
ha dado el nombre de Spinario (Sacaespina). Es a esta estatua
a la que los españoles de Roma se refieren con el nombre
de Rodriguillo sustituyendo tal vez algún nombre italiano,
protagonista de un cuento chistoso de adulterio, fruto de la
imaginación de los romanos. Paulina, casada con un senador
romano, al ver las prendas ‘desmarcadas’ del jovencito, se
«encendió tan brava que por fuerza cometió con él adulterio». Después de un tiempo, al enterarse el marido, este pone
fin a la relación de su esposa con Rodriguillo, obligándola a
aparecer en público vestida de tal modo que todos se enteraran de sus amoríos con el amante30. Dejo el análisis del
cuento para otra ocasión, tampoco voy a enumerar, aun de
29. Es difícil saber si Delicado tenía un conocimiento directo o
indirecto del relato narrado por primera vez por Lucena. De todos
modos la mención de Rodriguillo es ocasionada por los paños que
visten las romanas (Joset & Gernert 2007, 49-50).
30. En general, los autores de diversos Mirabilia que describieron
la estatua del Sacaespina no señalaron desproporción alguna en sus
genitales. El único que alude a la dimensión descomunal del miembro
de la estatua es Magister Gregorius, de nacionalidad inglesa, que escribió una Narratio de mirabilibus Urbis Romæ, hacia la mitad del siglo XIII.
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
239
manera esquemática, las posibles inferencias que pueda evocar
la glosa. Quiero sólo llamar la atención sobre los nombres
de tan inverosímil pareja. No queda la menor duda de que
el glosador, Lucena o uno de sus amigos, ha forzado la lógica
del léxico de las dos lenguas. a Paulina romana, joven casta
engañada por Mundo, de quien hablan las historias antiguas31, se le asocia un ‘Rodriguillo español’, posiblemente
el nombre del acostumbrado héroe de chistes eróticos de la
época. En breve, si alguna deducción puede sacarse de la
glosa, es que en el imaginario colectivo de los españoles
que residían en Roma en aquel entonces se iba formando la
idea de que no sólo hubo en la antigua Roma emperadores
como Trajano, pensadores como Séneca, retóricos como
Quintiliano y muchos otros que contribuyeron a la grandeza
de Roma, sino también jóvenes como Rodriguillo (Rodericulus, supongo) que por virtud de su don ibérico-priapesco fue
inmortalizado en la estatua que estaba en la entrada de San
Juan de Letrán, la sede original de los papas, y que ahora
puede verse en el Museo Capitolino32.
Para concluir, quisiera decir unas palabras acerca del
personalismo de Lucena que está en el título de mi estudio
Gregorius, evidentemente obsesionado por los desnudos, cada día de
su estancia en Roma salía fuera de su camino para ver la estatua de
Venus (la actual Venus Capitolina), nos describe así la estatua del
Sacaespina: «Est etiam aliud eneum simulacrum valde ridicolosum
quod Priapum dicunt. Qui demisso capite velud spinam calcatam
educturus de pede, asperam lesionem pacientis speciem representat.
Cui si demisso capite velut quid agat exploraturus suspexeris, mire
magnitudinis virilia videbis» (apud Weiss 1973 [1969], 7-8).
31. La figura de Paulina, joven inocente romana, engañada por
Mundo, no guarda ninguna relación con la protagonista del cuento de
Lucena. La Paulina, trágicamente seducida y escarnecida por Mundo,
ha sido analizada por María Rosa Lida de Malkiel en varios estudios,
desde las fuentes clásicas en las obras de Josefo y Hegesipo, hasta las
diversas refundiciones y reescrituras medievales. Véase al respecto escritos éditos e inéditos Lida de Malkiel 1970 & 1971.
32. Es curioso notar que Lozana, al aprender de Rodriguillo por
boca de Rampín, aluda al hecho de los pocos españoles residentes en
la urbe en aquel entonces y los muchos (Rodriguillos) que presentemente viven en Roma, dejando a España desolada.
240
OTTAVIO DI CAMILLO
y que en otra ocasión pienso tratar con más detenimiento.
Como he intentado ilustrar, la praxis del traductor, siendo
inherentemente dialógica, no sólo posibilita el reconocimiento
de la identidad nacional a la que él mismo pertenece, como
ya se ha dicho, sino que se presta a definir también su identidad personal, ya que, en los juicios y decisiones que este
proceso dialéctico impone a su labor de traductor, se ve
constantemente interpelado para ejercer su ineludible subjetividad. La subjetividad a que me refiero, por ser una expresión de su propia ‘identidad’, puede percibirse a través de
la manera con que el traductor/autor se representa a sí
mismo, abierto o veladamente, en su escrito. El hecho de
que Lucena se introduzca como interlocutor en el diálogo
al lado de tres de los más distinguidos autores recién desaparecidos (Cartagena, Mena y Santillana) ya revela una identidad bien marcada de su persona. al representarse como uno
de la nueva generación, se está situando en el continuum histórico de la cultura de su país y como heredero de su memoria.
De su participación en el diálogo no sólo se conocen datos
de su historia personal, sino que se descubren motivaciones que, aunque tengan sus orígenes en lo que constituye
su identidad, muestran, no obstante, aspectos menos atractivos de su persona como sujeto. De aquí el personalismo
un tanto exaltado del joven Lucena.
Pese a que en el De vita beata se hace uso de una retórica diestramente aplicada, la del diálogo en particular, sin
embargo, su elocutio y dispositio están estructurados de acuerdo
con la quæstio disputata, ejercicio inventado por los escolásticos que todavía se practicaba con algunas modificaciones
en las universidades de la época33. Según esta acostumbrada
práctica que Lucena expone claramente en la dedicatoria
de la obra, se escoge primero la cuestión, en nuestro caso
cuál ocupación en esta vida «nos faze beatos». En segundo
lugar, se hace mantenedor a Cartagena, es decir, el doctor
universitario (el præses), que introduce y preside la discusión. En tercer lugar, se introducen Santillana y Mena que
se alternan como respondientes y oponentes proponiendo
33. Para un análisis de la quæstio disputata, véase Weijers 2002.
«DE VITA BEATA» DE JUAN DE LUCENA
241
o refutando los argumentos. a mediados de la quaæstio, llega
Lucena de Roma y usurpando, en parte, la facultad de Cartagena, termina dando una larga lectio magistralis en que resuelve
los problemas y contradicciones que han surgido durante
la discusión. Si se da un significado a esta estructura, tan
hábilmente construida, y si se toma en cuenta la propensión
de Lucena a un personalismo exagerado, se llega a la conclusión de que Lucena quería lucirse no sólo ante Enrique IV,
sino también ante contemporáneos suyos con quienes rivalizaba para conseguir algún cargo bien remunerado en la
esfera política o eclesiástica. En su imaginario, Cartagena,
Santillana y Mena, comparables a las tres ‘coronas’ italianas
(Dante, Petrarca y boccaccio, padres fundadores de la literatura italiana), a pesar de sus merecidos reconocimientos,
no habían llegado a tener la erudición y sutileza filosófica
del joven Lucena recién llegado de Roma. Es él quien se
adjudica la tercera parte de la obra para demostrar su capacitad intelectual, enseñando cómo atar todos los cabos sueltos
y resolver todos los problemas planteados por tan distinguidos interlocutores durante la discusión.
Para comprobar esta interpretación exageradamente
personalista nos viene de nuevo en ayuda una glosa en que
se habla de cómo el autor del tratado «al tiempo quel duque
Johan de anjoya, fijo de Reynero rey, vino en Italia por
requistar el regno de Sicilia de mano del rey Fernando, pontificante Pío Segundo, no se falla en todo aquel tiempo no
fast’allí quien tan cierto ni tan presto las çifradas letras declarasse como él, tanto que por ello valió mucho entr’ellos» (Di
Camillo 2008, 43-44). Corría el año de 1459, era el mes de
octubre cuando Jean d’anjou bajó a Italia para recuperar el
reino de Nápoles. Es curioso señalar que la primera mención
de Lucena al servicio del cardenal Colonna en Roma sea la
de diciembre del mismo año. La glosa continúa explicando
en qué consistía el lenguaje cifrado: «Por muchos y diversos alphabetos, con señales no significantes señal por sílaba,
señal por parte, y muchas veces por oración, quasi por spíritu
familiar lo leía». ¿Quiso Lucena, por el afán desbordante de
hacer gala de su ingenio, descubrir su labor de espía en el
Vaticano? (Di Camillo 2008, 43-44).
VI
MODELOS DE TRaNSMISIóN
TEXTUaL EN PERSPECTIVa
COMPaRaTISTa:
LECTORES y LECTURaS DE POESÍa
CORTESaNa ENTRE ITaLIa y
ESPaña EN EL SIGLO XV
C
FOLKE GERNERT
OMO ES SabIDO, EL CaNCIONERO EN
cuanto tipo de texto, en cuanto contenedor estructurado por un propósito y a partir de unas bases literarias y culturales de su compilador, agrega un valor añadido
a cualquier texto, poético o no, teniendo en cuenta las precisiones de Cesare Segre acerca de la definición nada obvia
de la palabra texto y de sus límites:
Muchos textos se producen y quedan individualizados por
los receptores, en base a convenciones precisas. Sin embargo
es fundamental la aportación del observador: los límites
del texto los fija el estudioso del texto. Un cancionero, por
ejemplo, puede considerarse en su conjunto un texto; pero
también sus distintas composiciones pueden considerarse
un texto [Segre 1990, 30].
El estudio filológico de la transmisión textual va, por
tanto, mucho más allá de la elaboración de stemmata y listados de variantes como señala el propio Segre:
243
244
FOLKE GERNERT
La filología reivindica la función del emisor, no como individuo aislado sino como miembro de una comunidad cultural,
como expresión e intérprete de un sistema de códigos. La filología deduce de la consciencia de nuestra historicidad el
reconocimiento de historicidades anteriores o, en cualquier
caso, distintas [Segre 1990, 27].
Esta reflexión es de importancia primordial cuando estudiamos composiciones líricas que son expresión de hibridez
discursiva en la que se contamina lo religioso con lo erótico1.
Voy a centrar mi análisis en el manuscrito 116 de la biblioteca del Seminario diocesano de Padua, compilado probablemente entre 1468-1492 y que contiene, entre otros
heterogéneos materiales textuales, toda una serie de obras
de Panfilo Sasso así como otros textos poéticos profanos.
El estudio pormenorizado de este manuscrito parte de los
mencionados planteamientos de Segre para delimitar la actividad del compilador de esta miscelánea, el emisor en términos del crítico italiano, a una comunidad cultural determinada.
Para abordar el estudio de ese espacio no hay mejor camino
que partir de las descripciones y del estudio pormenorizado de los cuadernos que componen este tomo facticio; con
ellos intentaré precisar las coordenadas que definen la comunidad cultural representada en el texto, haciendo particular
hincapié en Panfilo Sasso y en su poesía en lengua vulgar,
una comunidad que podemos identificar con círculos eclesiásticos y humanísticos de la Verona de finales del siglo XV.
La ciudad, que en esta época estaba bajo dominio veneciano, era un centro cultural nada desdeñable2; la vinculación
de nuestro poeta con ella, aunque vivía ligeramente apartado en una pequeña villa3, se manifiesta en un panegírico
1. En lo que sigue voy a dedicarme a un aspecto que dejé desatendido en mi estudio de los contrafacta de 2009.
2. Véase a este respecto Viti 1996, 541: «Per quanto Venezia e
Padova […] abbiano costituito i centri maggiori dell’espansione del
movimento umanistico nel Veneto, anche altre città di questa regione
ebbero un ruolo non indifferente nell’affermazione dell’Umanesimo.
Fra esse s’impone di gran lunga Verona, di cui illustre era già la tradizione culturale […]».
3. La noticia recoge Tiraboschi 1784, V, 23: «Ritirossi egli adunque
a vivere in una terra del veronese detta Rasa, da cui però passava spesso
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
245
dedicado a ella en una de sus obras latinas4 y en los intercambios literarios con los clérigos y humanistas allí radicados, un espacio en el que debió de surgir nuestro manuscrito
y que explica la presencia de las obras del autor oriundo de
Modena en el códice5. Un primer acercamiento a esta silloge
nos lo proporciona el detallado inventario de Kristeller:
116. cart. misc. XV-XVI in fols. not numbered. Several hands.
(f. 1). Oratio Matthei Rufi habita in funere archiepiscopi Dyrachiensis in urbe Verona suffragani. – Orationes supra
Virgi(lium) Ma(ronem) per R. D. Jacobum Malatestam acholitorum Veronensium preceptorem (4 orationes). f. 9v. Id.
orationes supra Officiorum (Ciceronis) codicem (4 orations).
13v anon. (Franc. Roscius?), verses on various saints. 21.
anon. poem ad quendam bulderium de morte filii. 21v. Epitaphium Petri antonii bulderii. Other poems, including one
ad ant. Venereum (f. 26). 31. Jo. ant. (Pantheus?) sacerdos
Veronensis, poem to Leon Montagna. 31v. Hippolitus (Corsus)
Rufo, a letter and a poem. 33. Petr. Luenensis, poem. 33v
anon. (id.?) poem ad. Jo. Porcellium. 36. antonius Venerius
D. Georgio Mapheo (poem). 37v. ad ant. Lazisium (poem).
–D. Paulus andr. Delbene (poem). 39. Jo. ant. Campanus,
epigrams. 53v-55v. Jac. Sentinus Ritiensis or Ricinensis, prose
treatise on metrics, inc. Pedes qui metra, with a preface
(f. 53, inc. Cum diebus preteritis). at the end, verses by Jac.
Sentinus (55v-56v), and the colophon of Erhardus Radolt
1468 (hence copied from a printed edition). anon. dialogue.
69-81. Phoebi ipsarumque Musarum triumphus ... Jacobo
(Malatestae) acolitorum Veronensium preceptori ... celebratus
alla vicina Verona. […] E in quelle parti abitava egli ancora nel 1494,
quando Matteo bosso Canonico Regolare andando da Verona a Ravenna
trovollo in Erbeto, luogo tra Verona e Mantova, ed ivi pranzò con lui».
4. Véase el De laudibus Verona en la edición de las obras latinas
impresas por bernardino Misinta en 1499. además, varios de sus epigramas están dirigidos a personas que desempeñan una función destacada en dicha ciudad, entre ellos Giacomo Conte Giuliario sobre quien
volveré más adelante.
5. Tenemos escasísima información acerca de la estancia veronesa de Panfilo Sasso como advierte con razón bottari 2006, 27-29,
nota 1: «La vicenda veronese di Panfilo Sasso […] –autore a tutt’oggi
poco esplorato […]– meriterebbe un approfondimento perché Verona
ospitò a lungo il poeta di Modena […], che incontrò un buon successo,
entrando in dimestichezza con i circoli culturali cittadini».
246
FOLKE GERNERT
fuit anno ... MCCCCLXXXXII calendis martiis incipit, a verse
play (by Io. Michael Carrariensis). f. 109. Leonardi Mazegi et
amicorum eius. f. 110-122. (Politian, Orfeo). f. 124-133v.
(Pamphilus Saxus), volg. eclogue on the wedding of Jacomo
Conte Juliario, with preface of P. antonius Ochridecanus
[sic] to the reader (f. 123), some verse of Jacobus comes
Juliarius to Pamphilus Saxus (123-123v), and the latter’s reply
(123v-124)6.
Otras descripciones7, mucho menos pormenorizadas,
insertas en ediciones críticas de algunos autores presentes
en el códice (angelo Poliziano, antonio Tebaldeo o Panfilo
Sasso), atienden en mayor medida la materialidad del manuscrito, empezando por Maïer (1965) que, entre otros detalles,
estudia la encuadernación del códice8. basile y Marchand,
por su parte, añaden que el códice está «composto da fascicoli di provenienza diversa» (basile y Marchand 1992, I, 68).
Dado que la significación del objeto no se circunscribe a
6. Kristeller 1998, II, 11-12. Conviene señalar que coexisten dos
numeraciones de los folios del códice: una centrada en la parte inferior del folio y otra en el margen superior izquierdo. Esta última, que
en los folios finales resulta casi ilegible, es la que sigue Kristeller para
su descripción. Véanse más detalles en Granata 1998, 39.
7. Véanse también Malinverni 1991, 144, nota 5: «È una miscellanea umanistica di ambito ecclesiastico veronese, di diverse mani, che
presenta varie datazioni, dal 1468 al 1492. Contiene orazioni ed epistole di Mario [i. e. Matteo] Ruffo, Jacobo Malatesta, epigrammi di G.
a. Campano, un trattato di metrica, un testo teatrale latino [forse di
Niccolò Piacentini] e, primi dei testi del Sasso, l’Orfeo del Poliziano
[…]», y Tissoni benvenuti 1986, 18-19: «S [i.e. Ms. 116] raccoglie invece
anche testi in latino e sembra di ambiente ecclesiastico veronese». Véase
ahora también la descripción de Granata 1998, 39-41.
8. Maïer 1965, 224: «Fin XVe s. Papier; mm. 155x200; ff. II +
142; traces d’un ancien numérotage de 1 à 158; mais numérotage erroné
parce que le nombre des ff. ne correspond plus. Numérotage moderne,
au crayon jusqu’au f. 81. D’après l’actuel numérotage les ff.: 18-20, 29v30, 38v, 48, 52v, 58v-60, 68, 81v-82, 106v sont blanc. […] f. 1v: table
des matières. f. 93r, ex-libris à l’encre rouge: ‘Leonardi Mazegi et amicorum eius’. Volume de mélanges contenant des discours latins de Matteo
Ruffo, Jacobo Malatesta, des vers latins et italiens, des épîtres, des traités
de métrique et d’orthographe de divers auteurs du XVe s.»
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
247
los textos, ni tan siquiera a su suma, sino que reside en todas
sus partes, parece apropiado comenzar por un breve estudio
de la parte más externa del códice.
La encuadernación
del ms. PdS 116
El manuscrito PdS 116 está forrado
con un folio de un antifonario del
siglo XV en el que podemos a duras
penas distinguir algunas antífonas procedentes de libris Regum9.
Transcribo el texto que se puede leer en la parte exterior y
añado entre corchetes las partes ilegibles:
[Prævaluit David in Philis] thaeum in funda et lapide in nomine
domini. Evovae10.
Quis enim in omnibus sicut David fidelis inventus est in regno
tuo egrediens et regrediens et pergens ad imperium regis.
Evovae
Iratus rex Saul di[xit mihi mille dederunt et filio Isai dederunt] decem milia. Evovae
Dixitque David ad dominum cum vidisset angelum caedentem populum ego sum qui peccavi ego inique egi isti qui
oves sunt quid fecerunt. Evovae
Clamabat Eliseus ad Eliam et dicebat pater mi pater mi currus
[Israel et auriga eius].
Es una suerte que en sus estudios del Ordinario patavino, Vildera elaborara un método de análisis y identificación de textos litúrgicos que aplica justamente a la
encuadernación de nuestro manuscrito:
9. No es del todo precisa la descripción de Maïer 1965, 224, retomada por basile y Marchand 1992, I, 68, que dice: «Recouvert d’une
feuille de parchemin ayant fait partie d’un psautier du XVe siècle».
algo más preciso es Granata 1998, 39: «Coperta in pergamena floscia
proveniente da codice liturgico con notazione musicale quadrata (sec.
XIV)». Para el uso litúrgico de las antífonas bíblicas del libro de Reyes
véase Vildera 2003, 542, que precisa que fueron cantadas «dall’ottava
di Pentecoste fino alla domenica più vicina alle calende di agosto».
10. Para el acrónimo evovae o euouae véase Hubbard s. a., 193: «a
word composed of the vowels in the word Seculorum, amen, at the close
of the Gloria Patri, in the Gregorian chants: the trope or concluding
formula, at the end of the Lesser Doxology: also, any trope».
FOLKE GERNERT
248
Questo metodo sembra rappresentare inoltre un utile riferimento per la ricerca dell’origine di frammenti di difficile identificazione: i due fogli che allo stato attuale costituiscono la
coperta del ms. 116 della biblioteca del Seminario Vescovile di
Padova infatti, coincidono in maniera pressoché perfetta con
la serie del Carpsum di Verona, divenendo un elemento importante per orientare con relativa sicurezza le ipotesi sulla sua
provenienza, fino a questo momento del tutto ignota11.
Posiblemente, procedía de quien poseía, o unía, los
cuadernillos de varia procedencia; sea cual fuere, es una
evidencia que remite a un contexto cultural que se delimitará aún más al cruzar esta información con la proporcionada por los textos contenidos en el códice.
La encuadernación
del ms. PdS 116
El análisis codicológico revela que
este manuscrito reúne una serie de
materiales bastante heterogéneos;
se trata de una miscelánea compuesta de 13 booklets12 de
extensión variable que casi siempre terminan con unos
folios en blanco13. La mayoría de ellos, nueve para ser
11. Vildera 2003, 547. Para el manuscrito llamado Carpsum, que
contiene el Ordo Veronensis, véase la edición y estudio de Meersseman, adda y Deshusses 1974.
12. Con Robinson 1980, 46, llamamos booklet a una «structurally independent production containing a single work or a number of short works».
Más adelante, la investigadora insiste en que «the existence of a booklet
is established only if its content forms a self sufficient unit. The beginning and end of a booklet always coincides with the beginning and end
of a text or a group of texts» (1980, 47). algunos de estos booklets se
componen de más de un cuadernillo; en este caso encontramos un reclamo
vertical situado debajo del texto en sentido perpendicular. Es llamativo
que en el primer folio de 6 de los 13 booklets, escritos aparentemente
por manos diferentes, esté encabezado por el crismón bernardiniano,
IHS, indicio, tal vez, de la profesión religiosa de quien los copiara.
13. «The last page (or pages) of a booklet may have been left blank
because the text did not fill the booklet. a booklet in which the concluding text is complete may lack its last leaf (or leaves), suggesting that
a blank endleaf (or leaves) has been cut away when the booklet was
bound up with others» (Robinson 1980, 48).
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
249
exactos, podrían estar escritos por la misma mano que
utiliza tinta negra, en ocasiones algo pálida y en otras
más obscuro que alterna con rojo para las rúbricas y/o
iniciales.
En tres booklets se distingue claramente una mano diferente que utilizó además una tinta de color mucho más
obscuro. Se trata de los números 6, 8 y 10 que contienen,
bajo la rúbrica Campani poete clarissimi epigramma, quince
epigramas del poeta Giovanni antonio Campano, oriundo
de la Campania14, un texto en prosa sin título ni nombre
de autor que comienza «anima mea in angustis est», así
como dos capitoli del poeta cortesano ferrarés antonio
Tebaldeo. El onceno booklet –el único que tiene una especie
de ex-libris que remite a un tal «Leonardi Mazegi et amicorum eius»15– contiene el Orfeo de angelo Poliziano16 y
parece estar escrito por una tercera mano que se empeñó
en utilizar elementos decorativos geométricos para enmarcar algunas partes del texto17. Recuérdese en este contexto
que el autor florentino escribió esta obra que «segna la
rinascita del teatro profano» (Marchegiani 1999, 179) hacia
14. Dizionario Biografico degli Italiani 1974, XVII, s.v. Campano,
Giovanni antonio, así como Valentini 1937, 41-56, & Hausmann 1970,
125-178, & 1972, 1-35, & Cecchini 1995.
15. basile y Marchand 1992, I, 68, observan que este ex-libris es
«relativo al solo fascicolo che contiene rime del Poliziano». No he
podido encontrar mencionado el nombre de Leonardo Mazegi en
ningún lugar.
16. Para PdS 116 y la tradición manuscrita del Orfeo véase Pernicone 1963, 362-371.
17. Para la mezcla de diferentes tradiciones poéticas véase Curti
2006, 106: «Un significativo indizio di penetrazione della voga laurenziana è costituito anche dai codici di ‘tradizione mista’, quelle sillogi
cioè in cui accanto alla più recente lirica cortigiana trovano spazio autori
toscani della generazione precedente (soprattutto Lorenzo e Poliziano)
e serie di stanze. Le raccolte in cui le due tradizioni convivono sono
concentrate in un brevissimo lasso di tempo, all’incirca un decennio
a cavallo tra i due secoli, indice evidente di un periodo di transizione,
una fase in cui la nascente cultura cortigiana, in cerca di legittimazione,
guardava alla tradizione medicea come ad un modello possibile per
poi, di lì a poco, accantonarlo».
250
FOLKE GERNERT
148018 en el exilio mantuano y que la estancia en la ciudad
de Virgilio le puso también en contacto con los círculos
humanísticos de Verona19. El contacto con este espacio
urbano determinado es mucho más estrecho en los restantes booklets que comentaré brevemente:
1. Fols. 1r-4v20: Una oración fúnebre en la muerte de Marco
Cattaneo, arzobispo de Durazzo y obispo sufragáneo de
Verona fallecido en 1487, escrita por Matteo Ruffo21.
2. Fols. 5r-20v [fols. 18r-20v en blanco]: Cuatro oraciones de
Giacopo Malatesta22 sobre Virgilio y otras cuatro oraciones
18. Para la fecha del estreno de la obra véanse Musumeci 1990, 23, & Leuker 2005, 275-299. branca 1980, 57-73, relaciona a su vez la
Fabula di Orfeo con las «momarie veneziane», haciendo hincapié en las
relaciones de su autor con la Serenissima.
19. Para la estancia de Poliziano en Verona, donde en 1480 dictaba
una lección sobre Catulo, véase además de avesani 1984, 194 & 218,
Dionisotti 1968, 171-172. bottari 2006, 37, recuerda a su vez una visita
que el humanista florentino realizó al veronés Domizio Calderini.
20. Se trata del booklet menos voluminoso de todo el códice, en el
que ha sido cortada parte de los folios en blanco que parece que sobraban. Véase al respecto Robinson 1980, 48.
21. El «prete e notaio» Matteo Ruffo fue miembro de la accademia Pomponiana en Roma y amigo de Niccolò Perotti, alumno de
Vittorino da Feltre. Perpolli 1915, 107, recuerda que era «prelato nella
chiesa di S. Tommaso». Estuvo presente en la actio Panthea (1484) y
Virgilio Zavarise le recuerda en esta ocasión como «sacerdote di Cristo
e di Febo, che compone epigrammi in greco e in latino» (avesani 1984,
201, así como también bottari 2006, 29). Ruffo se empeñó en demostrar que Plinio el Viejo era de origen veronés, como recoge avesani
1984, 201-202. En el capítulo sobre los «scrittori veronesi» en el ’400,
Maffei 1731, II, iii, 130, transcribe una breve mención de Matteo Ruffo
por Panfilo Sasso: «Ruffus, apollinea servit cui gloria Daphnes, Pallade
quia Latia, Cecropiaque valet».
22. Giacopo Malatesta fue profesor en la escuela para los acólitos
fundada por el obispo de Verona Francesco Condulmer. Maffei 1731,
II, iii, 131, le menciona brevemente como autor que «lasciò molte
orazioni, che si veggon ne’ mss.» Véase también Zagata 1745, 157.
Hablando de la actio Panthea, avesani 1984, 221, recuerda que «otto
anni dopo, nel 1492, fu festeggiato in modo analogo il maestro degli
accoliti Giacomo Malatesta». Las escasas informaciones sobre su persona
están resumidos en Spagnolo 1904, 113, & Perpolli 1915, 60-61, quien
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
251
del mismo autor, preceptor de acólitos, sobre los oficios
de Cicerón, seguidos por una serie de poesías latinas23 sin
indicación del nombre de su autor24.
3. Fols. 21r-30v [fols. 29v-30v en blanco]25: Una serie de
poesías latinas de diversa índole, algunas dirigidas al médico
Gerardo boldieri di Verona (1405-1485)26, en ocasión del
observa acerca de los textos recogidos en nuestro códice: «Le orazioni
del Malatesta ricordate dal Maffei, credo siano quelle contenute nel
cod. CXVI della bibliot. del Seminario di Padova, lo stesso codice
che contiene la festa letteraria. Sono delle disserzioncelle sui classici
latini e devono essere state tenute quando il Malatesta era ancor giovane
e studente. Sono forse prolusioni fatte da lui scolaro, ad ogni principio d’anno, alla presenza dei capi di istituto e dei compagni. Nella IV
orazione egli dice infatti: ‘ne probabilem ac laudabilem consuetudinem
nostram in inchoandis auctoribus iampridem frequentatam taciturnitatem ignavia deleret, observantissime praesul, venerandi patres, vosque
eruditissime juvenes, hanc brevem et incultam oratiunculam: libentissime adhortus sum, precipue cum tam elegantissimus opus aeneidos
nobis in praesentia legendum atque exponendum dignissimus praeceptor noster offerret’. Queste orazioni non hanno un grande valore:
mostrano però che l’autore sa scrivere in buon periodo ciceroniano e
che, nell’amore che porta ai classici, egli è un perfetto umanista».
23. Se trata no precisamente de «verses on various saints», como
dice Kristeller (1998, II, 11), sino de una serie de composiciones
dedicadas a festividades del santoral por orden cronológico con la
excepción de san Cristóbal, a saber: la Natividad del Señor (25.12),
Esteban (26.12), Juan Evangelista (27.12), Santos Inocentes (28.12),
Silvestre (31.12), solemnidad de la Virgen María (1.1), Epifanía del
Señor (6.1.), san Cristóbal (25.7), antonio (17.1), Sebastián (20.1), santa
agnes (21.1), Vicente de Zaragoza (22.1), Conversión de San Pablo
(25.1), Presentación del Señor «In diem purificationis virginis Marie»
(2.2). Véase para el calendario en la Verona medieval Spagnolo 19131914, 161-239.
24. Kristeller 1998, II, 11, propone, vacilante, la autoría de «Franc.
Roscius?», atribución retomada por Granata 1998, 39.
25. Estos folios en blanco me inducen a inventariar este cuadernillo como booklet independiente en contra de Granata 1998, 40,
quien considera los fols. 21-48 como un solo booklet.
26. Véase para este personaje Varanini & Zumiani 1993, 49-147.
Este no debe confundirse con el homónimo Gherardo boldieri, nacido
en Verona en 1497 y documentado en el Dizionario Biografico degli Italiani
1969, XI, s.v. boldieri, Gherardo.
252
FOLKE GERNERT
fallecimiento de su hijo primogénito Pietro antonio,
muerto en 1485, otra dedicada a antonio Veniero27.
4. Fols. 31r-38v [fol. 38v en blanco]: Poesías y cartas en latín,
escritos por, y dedicados a, personajes importantes de la
Verona de finales del siglo XV como lo son el poeta laureato Leonardo Montagna28, destinatario de una poesía cuyo
autor firma Dominus Ioannes antonius sacerdos Veronensis y
quien se podría identificar, con Kristeller (1998, 12), con
Giovanni antonio Panteo, destinatario de la célebre actio
Panthea29, Giorgio Maffei30, a quien el ya mencionado
27. El Dizionario Biografico degli Italiani 2011, LXXV, s.v. Montagna,
Leonardo, menciona a «antonio Venier, podestà di Verona tra il 1482
e 1483», a cui Leonardo Montagna dedicó dos epigramas, redactados
hacia 1484, «conservati a c. 189v del ms. acq. e Doni, 405 della bibl.
Medicea Laurenziana di Firenze». asimismo avesani 1984, 185, recuerda
la «podesteria veronese di antonio Veniero (1482-83)», quien tenía
un particular interés en apoyar e incrementar la actividad literaria de
la ciudad según informa el mismo avesani 1984, 241-246.
28. Leonardo Montagna (c. 1425/26-1485), humanista veronés y
poeta laureatus. Para su estatus de poeta laureatus, título que obtuvo de la
mano del emperador Frederico III durante su estancia en Italia en
1468-1469, véanse además del Dizionario Biografico degli Italiani 2011,
LXXV, s.v. Montagna, Leonardo, Weiss 1960, 26-35, en particular 28,
nota 18, & avesani 1984, 147-173.
29. El autor de esta composición podría ser, según Kristeller 1998,
II 12, Giovanni antonio Panteo, destinatario de la célebre actio Panthea,
sobre quien se pueden consultar el capítulo X, «Giovanni antonio
Panteo e la cultura veronese alla fine del secolo», de avesani 1984, 214261, así como, más recientemente, bottari, 2006. Para la actio Panthea,
impresa con una carta de Giacomo Conte Giuliari en Verona por antonius Cavalcabovis & Johannes antonius Novelli en 1484 (Gesamtkatalog der Wiegendrucke, accesible online en la página <http://gesamtkatalog
derwiegendrucke.de/docs/PaNTHEa.htm> [consultado el 10-122011]) se deben consultar Perpolli 1915, 4-162, & avesani 1984, 221:
«Dell’actio Panthea ci è pervenuto il resoconto particolareggiato in
una lettera di Giacomo Conte Giuliari al patrizio veneziano antonio
Venier, nella quale è anche riportato il testo degli epigrammi che […]
furono allora riportati».
30. El conde Giorgio Maffei donó en 1499 la oratio della disciplina
o della Visitazione a la Confraternità dei Disciplinati de Villafranca di
Verona en provincia de Verona. avesani 1984, 25, menciona a Giorgio
Maffei como autor de «27 carmini latini» conservados en el ms. 4973
de la biblioteca Comunale di Trento.
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
253
antonio Veniero dirige una poesía o los destinatarios
de algunos textos anónimos como antonio Partenio da
Lazise31 y Paolo andrea del bene32. El único personaje
mencionado en este booklet que no guarda relación con
Verona es el destinatario de una poesía anónima, posiblemente, Giovanni antonio de’ Pandoni, llamado Porcellius33.
5. Fols. 39r-48v [fol. 48r-v en blanco]: Epigramas del ya
mencionado Giovanni antonio Campano, seguidos por
la transcripción de sus obras en un segundo booklet, escrito
por una mano diferente34.
6. Fols. 49r-52v [fol. 52v en blanco]: Campani poete clarissimi
epigramma.
7. Fols. 53r-60v [fols. 58v-60v en blanco]: El tratado métrico
De carminum lyricorum pedibus35 de Giacomo Sentino da
31. antonio Partenio da Lazise es autor de un «Panegirico in laudem
Verone», mencionado por Maffei 1731, II, iii, 124. Para este maestro
de retórica en Verona véanse también Perpolli 1915, 35-39, y más
recientemente avesani 1984, 216-217: «Nato nel 1456 da famiglia che
peraltro già nel 1443 aveva lasciato Lazise stabilendosi a Verona, antonio
fu allievo di bartolomeo Partenio da Salò, dal quale assunse l’appellativo classicheggiante. Ci restano di lui pochi epigrammi, fra i quali i
tre che dedicó alla memoria del Calderini, e si ha notizia di un suo
poemetto latino in lode di Verona […] Resta però di lui il commento
a Catullo, al quale attese per oltre tre anni […] Il Partenio morì verosimilmente nel 1506 […] Si chiudeva con lui la tradizione dei grandi
maestri veronesi del Quattrocento».
32. avesani 1984, 234, menciona de paso al «conte palatino Paolo
andrea del bene». En la Cronica Della Citta’ Di Verona de Zagata
1745, 151, leemos: «Di Paolo andrea del bene conservansi nella Libreria de’ PP di San Niccolò versi latini e prose». además documenta
que este Paolo andrea ocupaba el cargo del «vicario della Casa de’
Mercanti» en 1465 y en 1471.
33. La rúbrica reza: «ad sommi illusione ad Jo. Procelium intimis tris
clarissimum». Para el humanista napolitano puede consultarse Frittelli 1900.
34. Es llamativo que la gran mayoría de los epigramas recogidos
en el quinto booklet se encuentren en las obras completas del poeta,
impresas en 1495, mientras que ninguno de los epigramas del sexto
booklet aparecen en la edición impresa. Realizo el cotejo con el ejemplar de la biblioteca Nacional parisina, accesible online en la página
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k603528 (consultado el 25-112011).
35. El tratado se dirige como se desprende del prefacio a la enseñanza del joven Mariano angelo, hijo del destinatario de la obra.
254
FOLKE GERNERT
Recanati, que fue publicado como apéndice a la edición
de De componendis versibus hexametro et pentametro de Francesco Maturanzio, impresa por Erhardus Radolt en Venecia
en 1468 [i. e. 1482]36. El copista no transcribe solamente
el prefacio37 y el tratado, sino también el colofón38 de
dicha edición. Sigue sin indicación de su autor un comentario de los 25 hexámetros memoriales del De orthographia de Guarino Veronese39.
8. Fols. 61r-68v [fol. 68r-v en blanco]: Un texto en prosa
que comienza «anima mea in angustis est» y que Granata
1998, 40, ha identificado con los Synonyma de San Isidoro
de Sevilla40.
9. Fols. 69r-82v [fols. 81v-82v en blanco]: Un dialogo dramático en latín que fue representado en 1492 según reza la
36. Jacobi Sentini Ricinesis de quibusdam lyricis carminibus tractatulus et
primo prefacio. Jacobus Sentinus Riicinensis Jacobo Gasparis viro prestantissimo
et in omni virtutum genere probantissimo conciui suo. Salutem.
37. He cotejado la versión manuscrita con el ejemplar impreso de
la Staatsbibliothek München (signatura: 4 Inc. c.a. 120 m), que está
disponible online gracias al Münchner Digitaliserungszentrum.
38. La prueba inequívoca de que se trata de una copia manuscrita
de un texto impreso nos proporciona la transcripción del colofón de
dicha edición («Erhardus Ratdolt augustensis probatissumus librarie
artis exactor summa confecit diligentia. anno Christi Mcccclxvii vij
calen. Decembris. Vene»), como ya observó Kristeller 1998, II, 12: «at
the end, verses by Jac. Sentinus (55v-56v), and the colophon of Erhardus Radolt 1468 (hence copied from a printed edition)».
39. El texto de Guarino está escrito en tinta roja y va acompañado de un comentario en tinta negra. Véase la transcripción en W.
Keith Percival, «The Regule Grammaticales of Guarino Veronese», artículo
publicado en la página del autor: http://people.ku.edu/~percival/
ashgateblurb.html (consultado el 12-12-2011). Como observa Sabbadini 1896, 48, este tratado ortográfico «fu spesso stampato con le Regulae
e anche commentato».
40. Esta obra del arzobispo de Sevilla fue impresa varias veces a
finales del siglo XV según puede verse en el Gesamtkatalog der Wiegendrucke, que recoge ediciones de 1488 (amberes: Klaas Leeu), 1491
(Deventer: Richard Paffraet), 1494 (París: Guy Marchant) y 1497 (París:
Guy Marchant); véase la página http://www.gesamtkatalogderwiegendrucke.de/ (consultada el 30-12-2011). He utilizado el ejemplar de la
edición parisina de 1497, que está disponible online gracias al servidor Gallica de la biblioteca Nacional francesa. Véase también la edición
reciente de Elfassi 2009, I, 5-I, 56, 6-46.
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
255
rúbrica: Phœbi ipsarumque Musarum triumphus venerabili domino
Jacobo [Malatestæ] acolitorum Veronensium preceptori honorando
celebratus fuit anno domini MCCCCLXXXXII calendis
martiis41, seguido de un soneto en italiano («O come sei
felice al mondo nato»). Según Perpolli42 e bottari43 esta
fiesta alegórica organizada por los alumnos en honor de
un maestro se inspira en la famosa actio Panthea, celebrada
en 1484. El papel destacado de Mercurio y la presencia
de Orfeo sugieren también una posible influencia del Orfeo
41. Kristeller 1998, II, 12, atribuye este «verse play» a «Io. Michele
Carrariensis», para quien debe consultarse el Dizionario biografico degli
italiani 1977, XX, s.v. Carrara, Giovanni Michele alberto, donde no se
menciona la obra en cuestión. El mismo texto se encuentra también
en el manuscrito «Ma 95 (Delta III 4) cart. XV. 17 fols. f. 2v. Phoebi
ipsarumque Musarum triumphus venerabili domino Jacobo Malatestae celebratum per me Nicol(aum) Pla(centinum?) ad reverendum d.
Calistum Montagnam, a mythological and allegorical poem, with a preface
to Calistus Montagna Catedralis Ecclesie Verone Canonicus (f. 1)», según
la descripción de los «Manoscritti umanistici della biblioteca a. Mai»,
disponible online en la página: http://www.bibliotecamai.org/
cataloghi_inventari/manoscritti/cataloghi_tematici/kristeller.html
(consultado el 12.12.2011). Véase al respecto asimismo bottari 2006,
47-48, n. 2. Para Callisto, hijo de Leonardo Montagna, puede consultarse el Dizionario biografico degli italiani 2010, LXXV, s.v. Montagna,
Leonardo: «Di Callisto si sa che nel 1492 divenne canonico della
cattedrale di Verona, allorché fu destinatario di un Triumphus in versi
ispirato all’actio Panthea, forse da attribuire a Niccolò Piacentino».
42. «Ma se mancano sicure notizie di feste letterarie celebrate a
Verona, antecedenti all’actio Panthea, sappiamo però che la tradizione
gentile non si spense subito, ma che i Maestri continuarono ad avere
fra i veronesi largo tributo di affetto e di riconoscenza. Infatti, un
codice della biblioteca del Seminario di Padova ci tramanda notizia di
una festa consimile che si fece in Verona nel 1492 a Jacobo Malatesta,
maestro degli accoliti veronesi» (Perpolli 1915, 14).
43. bottari 2006, 47-48, nota 2: «all’actio Panthea si inspirò un
componimento in versi, scritto in occasione dei festeggiamenti in onore
del maestro degli accoliti veronesi Iacopo Malatesta […] che si svolse
nel 1492. […] Lo schema dell’operetta è molto simile a quello già notato
nell’actio; solo che qui è Mercurio a guidare il corteo delle Muse, che
avanzano, ‘presentate’ da concise didascalie, secondo un ordine leggermente diverso rispetto al modello; a concludere è Orfeo, che elogia la
patria del festeggiato, con Febo».
FOLKE GERNERT
256
10.
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12.
13.
del Poliziano con quien comparte un espacio textual en
nuestro códice.
Fols. 83r-92v [fol. 92v en blanco]: Dos capitoli en terza rima
de antonio Tebaldeo44, seguidos de un breve texto en
latín45 y una poesía en italiano (alta regina e fonte d’ogni
amore)46.
Fols. 93r-106r [fol. 106v en blanco]: El Orfeo de angelo
Poliziano.
Fols. 107r-122v [fol. 122r-v en blanco]: Un epitalamio de
Panfilo Sasso en ocasión de la boda de Giacomo Conte
Giuliario con prefacio de antonio Occhidicane (P. antonius Ochidecanus lectoris)47.
Fols. 123r-142r: 96 strambotti sin indicación del nombre
de su autor.
antes de analizar más en detalle los últimos dos booklets
que transmiten obras de Panfilo Sasso conviene sacar algunas
conclusiones acerca de la miscelánea en la que se encuentran: Llama poderosamente la atención lo heterogéneo de
los materiales recogidos, cuyo nexo parece precisamente la
actividad profesional de un humanista (oraciones sobre
autores clásicos, cartas laudatorias, poemas fúnebres, epigramas y tratados sobre métrica y ortografía). Hablando muy
familiarmente, parece el códice de alguien integrado en una
sociedad de savantes en la que se requiere dominar ciertas
destrezas comunicativas y literarias para ser miembro. Más
allá de su indudable vinculación con Verona y sus círculos
44. Se trata de los capitoli que comienzan Da puoi che la caduca e
fragil vesta (Tebaldeo, ed. basile & Marchand 1992, II.1, 433-439) y
Lingua mia stancha in tanto lamentare (Tebaldeo, ed. basile & Marchand
1992, III.2, 975-989). Recuérdese la relación problemática entre Tebaldeo y Panfilo Sasso mencionada por Tiraboschi 1784, V, 29: «Il Tebaldeo parimenti gli fu nemico, e io ho copia di alcuni Epigrammi
inediti, che contra del Sassi egli scrisse».
45. Granata 1998, 40, los identifica como «Estratti da Ovidio» con
referencia a Walther (1963). Concretamente se trata de algunos dísticos
del primer libro del ars amandi (I, 3-4, 345-346, 473-476 y 597-598).
46. No está recogida en los repertorios de Carboni 1982-1994,
Santagata 1988, Quondam 2000, y Leonardi & Marrani 2005.
47. bottari 2006, 119, nota 2, da noticia de un antonio Occhidicane que «appartenne all’ordine francescano dell’osservanza».
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
257
humanísticos, es llamativo que muchos textos guarden alguna
relación con el mundo de la educación en sentido amplio.
Recuerdo tanto los hexámetros didácticos para la enseñanza
ortográfica del humanista Guarino Veronese, cuya presencia en el códice pasó inadvertida a la mayoría los investigadores48, como las oraciones sobre Virgilio y Cicerón de
Malatesta, profesor en la escuela de acólitos de Verona
fundada por Francesco Condulmer durante su episcopado
(1438-1453) al objeto de sustituir la antigua escuela catedralicia, suprimida con motivo de la fundación de Universidad de Verona49. Esta institución educativa buscaba
proporcionar una sólida formación humanística a los jóvenes
clérigos, intención que queda patente en nuestro códice
que mezcla enseñanza humanística y textos sagrados50.
además hay que destacar la presencia de textos dramáticos
y paradramáticos, tanto en latín como en lengua vulgar, así
como de poesía neolatina y de poesía cortesana en italiano.
No me parece del todo descabellada la suposición de que
Panfilo Sasso, humanista con gran interés en las cosas
48. La única excepción es la descripción de Granata 1998, 40,
que reza: «Guarinus Veronensis?».
49. Véase el Dizionario Biografico degli Italiani 1982, XVII, s. v. Condulmer, Francesco: «La riforma colpiva un ampio settore del clero possessore di benefici, nel momento in cui introduceva una importante
innovazione nella struttura ecclesiastica, e dava priorità alla formazione
del clero mediante una prevalente cultura musicale ed umanistica. In
tal modo, le scuole ‘accolitali’ di Verona divengono, accanto al Collegio Eugeniano di Firenze, fondato il 23 marzo 1436, uno dei momenti
salienti di quella riforma istituzionale del clero che il Papato va perseguendo, e di cui il C. diviene un essenziale strumento di attuazione».
Manejo la versión que está disponible online en la página http://
www.treccani.it/biografie/ (consultado el 2-12-2011).
50. Véase Spagnolo 1904, Perpolli (1915, 14: «Le scuole accolitali
a Verona ricevettero nuova vita dalla ‘Mensa’ istituita con bolla del
1442 da Eugenio IVº, al secolo Gabriele Condulmer, che fu per qualche
tempo canonico a Verona. In esse si insegnava musica e grammatica:
i chierici minori studiavano sulle Lettere di Cicerone, sulle Metamorfosi
e sulle Epistole di Ovidio; i maggiori invece studiavano le opere oratorie di Cicerone, Orazio e Tito Livio»), así como más recientemente
Orlandi 1979, 274-277, & Paganuzzi 1976.
258
FOLKE GERNERT
divinas51, autor de poesía cortesana y «professore de le bone
arti»52, haya reunido por lo menos algunos de los materiales del ms. PdS 116 aunque la disposición de los strambotti
sea diferente a la de las ediciones impresas. Sabemos que el
autor de Módena ha vivido mucho tiempo cerca de Verona
y que «celebra in modo esplicito questa cerchia di uomini
colti veronesi»53, entre ellos algunos de los autores y dedicatarios de nuestro códice como son Giacomo Conte Giuliari
e antonio Partenio54. bottari le caracteriza como «umanista
che fu un osservatore attento ed un ‘ospite’ illuminato»
(bottari 2006, 96). además encontramos muchas obras suyas
51. Es precisamente un canónigo oriundo de Verona, Matteo bosso,
quién elogia a Panfilo Sasso en una carta «ad Ioannem Philippum
Germanum» en estos términos: «Etenim præter musas quas habet
profecto pedisequas nedum amicas atque domesticas et quas super
prandio certatim uocauit ad cytharam tam multa subtiliter differuit
sacris in litteris ut omnem supra stuporem inmo miraculum me plane
sustulerit» (1498, epistola LXVIII). Transcribo del ejemplar de la biblioteca Nacional parisina, disponible online en la página http://
gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k583640 (consultado el 5-12-2011).
52. así se denomina el Sasso a sí mismo en las ediciones de sus
obras publicadas a partir de 1504 (véase Gernert 2009, 131). Para la
escuela que el autor tenía en Módena véanse Tiraboschi 1784, V, 26,
& Renda 1911, 7: «Quivi, per colorire il sempre vagheggiato disegno
di diffondere i buoni studi nella sua patria in un tempo in cui […]
cominciava un salutare e benefico risveglio promettitore di alte e nobili
cose, fondò qualche anno dopo una scuola di belle lettere, ove convenivano eletti ingegni e si formavano allievi degni del maestro».
53. avesani 1984, 253.
54. Véase avesani 1984, 253: «Di lui occorre anzitutto ricordare
l’Elegia decima, con la quale, come recita il titolo, ‘manda la Musa a
salutare i poeti veronesi’, che sono per l’appunto Giacomo Conte
Giuliari, Virgilio Zavarise, Pietro bravo, Dante III alighieri, Ludovico Cendrata, Laura brenzoni, antonio Partenio. Ma nel suo
poemetto De laudibus Veronæ, 424 versi in distici elegiaci, egli presenta
una serie ampia e articolata di veronesi illustri, nella quale con
singolare capacità di osservazione comprende anche gli uomini d’arme
e dedica il dovuto spazio ai medici e giuristi; qui l’elenco dei poeti
si ampli e, oltre a quelli menzionati or ora, compaiono Matteo
Ruffo, nonché ‘Grassus amor Phoebi puer et Guarientus avena |
qui dulci silices, qui iuga celsa movet’».
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
259
en el códice, algunas de ellas recogidas únicamente en este55.
Recuerdo en este contexto que Granata (1998, 40) atribuye
con cierta cautela la autoría del dialogo dramático representado en honor del maestro Malatesta a Panfilo Sasso56.
Las obras de
Panfilo Sasso
en el ms. PdS116
El duodécimo booklet contiene un
epitalamio que Panfilo Sasso escribió
en ocasión de la boda de Giacomo
Conte Giuliari57 con Elisabetta Chia58
ramonte . a diferencia de lo que afirma Giuliari59, la égloga
55. Véase al respecto también beltrán 2003, 158: «In ogni caso
sarà necessario in futuro osservare con maggiore attenzione, la presenza
all’interno dei canzonieri di microsezioni dove sembrino affiorare
gruppi di poeti caratterizzati da un’origine geografica comune, da una
cronologia coincidente o da entrambi gli aspetti; andrà inoltre sottolineata l’eventuale concentrazione di opere in attestazione unica».
56. Hay que tener en cuenta el escepticismo con el que bottari
2006, 48, nota 2, habla de esta atribución: «Quanto all’autore, non
persuade l’ipotesi di Granata che, sia pur dubitativamente, fa il nome
di Panfilo Sasso; va piuttosto segnalata l’identificazione proposta dal
Kristeller con Niccolò Piacentino, al quale Poliziano avrebbe dedicato un carme, che si legge nel ms. Vaticano lat. 2836».
57. Para Giacomo Conte Giuliari véase avesani 1984, 229: «Numerosi epigrammi scrisse anche Giacomo Conte Giuliari […]. Naturalmente partecipò alle raccolte poetiche in memoria del Calderini e di
Ludovico Nogarola, nonché al plauso poetico per la presa di Figarolo, ma per la tradizione letteraria a cui appartiene merita qualche
rilievo l’elegia in lode di Verona […] Non minore interesse riveste tuttavia la sua presentazione del commento catulliano del Partenio, che lo
mostra sensibile anche agli studi, oltre che all’esercizio letterario (possedeva del resto una splendida biblioteca)».
58. Maffei 1731, II, iii, 110: «Trovasi nei codici Epitalamio di
Panfilo Sasso per le nozze di Giacopo Giuliari con Elisabetta Chiaramonte, cui si premette Epistola latina di Pier’ antonio Occhidecane».
59. Giuliari 1876, 397-398: «Non ò potuto vedere il libro, assicuratoci dal Lechi: forse vi sta l’Epitalamio in terze rime per le Nozze
di Iacopo Conte Giuliari, e di Elisabetta Chiaramonte, che lessi in un
Cod. del Semin. di Padova (n.º CXVI). Vi sta preceduto da Epistola
latina di antonio Ochidecane Lectori, da un Carme lat. del Giuliari, e
da una Elegia del medesimo Sasso». Perpolli 1915, 94, observa a su
vez que esta «graziosa egloga» sea «probabilmente inedita».
260
FOLKE GERNERT
latina (Ægloga de lo excellente philosopho e poeta missier Pamphilo
de lenoce de li nobili citadini veronesi misser Jacomo Conto Iuliario e
madona Helisabetha Chiaramonta sua sposa60) no se publicó en
la obras latinas del poeta modenés61. aunque no se comparta
la propuesta de la autoría de Panfilo Sasso del triunfo
alegórico en honor de Giacomo Malatesta, es llamativa la
relación intratextual de esta égloga con la otra obra paradramática latina conservada en el códice, así como con la Fabula
di Orfeo.
La parte más interesante del códice sea tal vez el último
booklet, omitido –probablemente por algún desliz– en la
descripción de Kristeller (1998, II, 12). En él, introducidos
por las palabras Laus deo omnipotenti se han transcrito 98 strambotti sin indicación de autor, que en la mayoría de los casos
–67 para ser exactos– podemos identificar con Panfilo
Sasso62. No hemos podido averiguar la autoría de los restantes 31 strambotti 63 y sólo en algunos casos los he encontrado
reproducidos en otros manuscritos. Es el caso de los strambotti que comienzan «Morte che fai, non pigli questa
60. Esta composición con los interlocutores Myrtellus, arganus,
Dameta, Tirinthus, Tytirus, alcinthus, Orinthus, Damon y Palemonno
no se encuentra entre las cinco églogas reunidas en los Opera del praeclarissimo poeta miser Pamphilo Sasso modenese. Utilizo el ejemplar de la
edición Venecia: Guilielmus de Fontaneto de Monferrato, 1519, «a di
primo febraro», digitalizado por Google.
61. Véase el Liber primus de Panfilo Sassi, Epigrammata. Disticha.
De bello Gallico. De laudibus Veronae. Elegiæ, brescia: bernardinus de
Misintis per angelus britannicus, 1499, sin páginación. El ejemplar
de la biblioteca Nacional madrileña (INC/352) está disponible online
gracias a biblioteca digital hispánica (http://bibliotecadigitalhispanica.
bne.es:80/webclient-/DeliveryManager?pid=1603319&custom_att_2=
simple_viewer (consultado el 23-11-2011).
62. Esta identificación se basa en un cotejo pormenorizado de casi
todos los testimonios impresos de los strambotti que sirvió de base al
estudio y edición de sus contrafacta en Gernert 2009, I, 129-159, & II,
51-64, con vistas a una edición de sus strambotti.
63. He revisado al respecto los repertorios siguientes de Carboni
1982-1994, Santagata 1988, Quondam 2000, y Leonardi & Marrani
2005.
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
261
spoglia»64, «La morte è vita a chi la morte vole»65 y «Quando
talhora me guardo nel spechio»66. Posiblemente deberíamos
sacar la conclusión de que se trata también de obras del
Sasso que descartó a la hora de publicar su obra, teniendo
en cuenta las observaciones de avalle: «In effetti, non pochi
libri d’autore sotto forma di libelli o booklets sono ancor
oggi fisicamente reperibili in codici compositi dove
compaiono non solo sotto l’aspetto di copie [...] ma anche
in originale, rilegati gli uni agli altri»67.
Sin embargo, no tenemos una ordenación cronológica
de las composiciones –lo que, según el investigador italiano,
sería indicio de un cancionero de autor–, sino un orden temático-estructural en el que se pueden distinguir algunas
series como los contrafacta de textos sagrados al comienzo,
seguido por aquellos strambotti que duplican la palabra que
rima en el primer verso. En las colecciones impresas nos
las habemos con una rudimentaria mise en histoire, comparable con la que encontramos en «los sonetos fechos al itálico
modo» del marqués de Santillana.
En este sentido, es bien sabido que el Marqués envió
poco antes de morir una copia de su cancionero a Gómez
64. Este strambotto circulaba también en otros manuscritos, sin
indicación de autor en el ms. ang. 146, fol. 166v («Morte che faj che
non pigle sta spoglia») de la biblioteca angelica di Roma (Carboni
1986, IV, 295), y atribuido a Ser[afino] en Vat. lat. 5170, fol. 26v
(«Morte che fai che non pigli esta spoglia») de la biblioteca Vaticana (Carboni 1982, II, 579). Para el problema de la atribución de
los stambotti a Serafino aquilano véase Gernert 2009, 223 y nota,
con más referencias bibliográficas. Véase, además, Santagata 1988
con referencia a Gentile 1885, I, 289, quien lo documenta en el ms.
Palat. 219.
65. Este strambotto circulaba también anónimo en el ms. Capp. 193,
fol. 300r («La morte e vita; a chi la morte vole») de la biblioteca
apostolica Vaticana (Carboni 1988, V, 106).
66. Este strambotto está recogido sin autoría en el ms. Vat. lat. 6821,
fol. 51v («Quando talhor mirando ne lo speglio») de la biblioteca
Vaticana (Carboni 1982, II, 811).
67. avalle 1985, 363. Para los cancioneros de autor deben consultarse los artículos de beltrán 1992, 167-188, & 1998, 49-101.
262
FOLKE GERNERT
Manrique, su sobrino68; el documento es una evidencia
magnífica de la forma en que Iñigo López de Mendoza leía
a Petrarca69. Habrá que recordar, en este contexto, que en
su Prohemio e carta al Condestable de Portugal, Santillana
manifiesta su admiración por los poetas italianos, que considera superiores a los franceses, en estos términos:
Los itálicos prefiero yo –so enmienda de quien más sabrá– a
los françeses, solamente ca las sus obras se muestran de más
altos ingenios e adórnanlas e compónenlas de fermosas e peregrinas historias70.
Es revelador que el Marqués destaque, precisamente,
la mise en histoire de los poetas italianos, detalle que creo ayuda
a elucidar una faceta importante del petrarquismo71 de don
Iñigo, más allá de la consabida cuestión métrica planteada por
los sonetos fechos al itálico modo72; y es que con el cancionero
salmantino tenemos un «códice autorizadísimo» (Kerkhof
68. Véase la edición facsímil y la transcripción del Cancionero del
Marqués de Santillana (B.U.S., Ms 2655) por Cátedra y Coca Senande
1990. En la «Presentación» del facsímil, Cátedra 1990, XXII-XXIII,
pone en tela de juicio la identificación del manuscrito salmantino con
el cancionero enviado por el Marqués a su sobrino, y concluye: «Nuestro
manuscrito, además y sea o no el de Gómez Manrique, es testimonio
principal porque procede de su escritorio. Parece, por los datos internos que nos suministra el copista del 3667, que la que conservamos
acaso sea la última versión ne varietur de un cancionero de Santillana
como tal» (XXIII).
69. Gracias al clásico estudio de Schiff 1905, 321, sabemos que
don Iñigo poseía los Sonetti e Canzoni in morte di madonna Laura.
70. Cito de la edición de de Gómez Moreno & Kerkhof 2002, 507.
Compárese también la edición de Rohland de Langbehn & beltrán
1997, 21, y consúltense al respecto los trabajos de Ferrie 1974, 195209, con particular hincapié en la «perspectiva retórica» y Trigueros
Cano 1987, 1371-1393, reeditado como monografía en 1992, quien
compara el Prohemio e carta del Marqués con la epístola de angelo
Poliziano que acompaña la famosa Raccolta aragonese.
71. Véanse además de Lapesa 1957, 179-202, Vannutelli 1924, 138149, & López bascuñana 1978, 19-39.
72. Sobre la métrica hay que consultar los trabajos de Carr 1978,
41-53, y Duffell 1987, 276-303.
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
263
1986, 58) por lo que respecta a la vital cuestión del orden
de los sonetos.
a este propósito conviene recordar una serie de hechos
de índole diversa que atañen a ambos autores. Como sugiere
Morales Saravia, la distribución de los sonetos en Santillana imita la estructuración sofisticada de las piezas individuales en los Rerum vulgarium fragmenta73, pero más allá de la
función de Petrarca como modello di favola74 me interesa enfatizar la relación intratextual existente entre el elogio de la
dama amada y la hiperdulía. El poeta de arezzo con la canzone
mariana «Vergine bella, che di sol vestita» que cierra el Canzoniere establecía una densa red de referencias con la poesía
en alabanza de Laura, comentada por la crítica75, que significativamente, podemos encontrar reflejada en los sonetos
fechos al itálico modo en ciertos paralelismos entre textos profanos y religiosos76:
73. Morales Saravia 2004, 73: «[…] die Liebesgedichte befinden sich
am anfang und die religiös-moralischen am Ende, wie es auch bei
Petrarca der Fall ist. Während die historisch-politischen Gedichte im
ganzen Zyklus verteilt und meistens Enkomia oder aufforderungen
zum politischen bzw. kriegerischen Handeln sind, bestehen die religiösen und moralischen Sonette aus Gebetsgedichten der art ruega por mi,
die an die Jungfrau Maria, den Erzengel Michael, den Schutzengel und
andere Heilige gerichtet sind». Recuerdo en este contexto que Lapesa
1957, 182, niega cualquier atisbo de ordenación por parte de Santillana: «El decurso vital del marqués se refleja así en el cambio de intereses. aun limitándonos a los sonetos amorosos, su discontinuidad no
impide advertir en ellos una secuencia laxa. Es cierto que nada ofrecen
comparable a la nutrida sucesión de confesiones que en el Canzoniere
petrarquesco invitan a seguir la gradual transformación de un espíritu.
74. No quiero ni puedo profundizar en este lugar la importancia
de la estructura arquitectónica del Canzoniere de Petrarca. En cuanto a
la mise en histoire remito a Santagata 1993.
75. Remito para más detalles y referencias bibliográficas a Gernert
2011, 135-152.
76. Morales Saravia 2004, 76-77, señala que en los sonetos XII y
XXXVI se utiliza la metáfora templo para el elogio de la dama y de la
Virgen respectivamente. Por lo que se refiere a los sonetos a continuación citados, me valgo de la edición de Gómez Moreno & Kerkhof
2002, 80 y 95-96 respectivamente. Compárese también la edición de
Rohland de Langbehn & beltrán 1997, 214 y 244 respectivamente.
264
FOLKE GERNERT
IX
Non es el rayo del Febo luziente,
nin los filos de arabia más fermosos
que los vuestros cabellos luminosos,
nin gemma de topaza tan fulgente;
eran ligados de un verdor plaziente
e flores de jazmín que los ornava,
e su perfecta belleza mostrava
qual viva llama o estrella d’Oriente.
Loó mi lengua, maguer sea indigna,
aquel buen punto que primero vi
la vuestra imagen en forma divina,
tal commo perla o claro rubí,
e vuestra vista társica e benigna,
a cuyo esguarde e merçed me di.
XXXVI
Virginal templo do el verbo divino
vistió la forma de humanal librea,
a quien anela todo amor benigno,
a quien contempla commo a santa idea,
si de fablar de ti yo no soy digno,
la graçia del tu Fijo me provea;
indocto soy e lasso peregrino,
pero mi lengua loarte dessea.
¿Fablaron, por ventura, Johán e Johán,
Jacobo, Pedro tan grand theolugía,
nin el asna podiera de balán,
sin graçia suya, fablar, nin sabía?
Pues el que puede, fable sin affán
tus alabanças en la lengua mía.
Estos dos dejan entrever a distancia de toda una serie
de sonetos interpuestos la coincidencia entre los diferentes
proyectos laudatorios: Mediante el topos de la indignidad
del yo lírico frente al objeto del elogio se vinculan discurso
amatorio y discurso religioso. Se trata de una forma de hibridación discursiva que se apoya exclusivamente en la orga-
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
265
nización consciente de una serie de textos en principio aislados y autosuficientes.
En el caso del cancionero del marqués de Santillana se
trata de la compilación de las obras de un autor que reproduce –aunque sea de forma algo rudimentaria– el modelo
cultural de organización textual inaugurado por el Canzoniere
de Petrarca y, en menor medida, por la Vita Nuova de Dante77.
Volviendo a Panfilo Sasso, no encontramos nada parecido
en nuestro manuscrito, pero sí en las obras impresas del
autor modenés. Me sigue pareciendo probable, como observé
en desacuerdo con Malinverni78, que «[s]iguiendo el modelo
del Canzoniere de Francesco Petrarca, Panfilo Sasso estructura la colección de sus strambotti como una autobiografía
amatoria que termina con la muerte del yo lírico»79. He aquí
otro modelo de transmisión de poesía cortesana: la ordenación de las composiciones de una misma forma métrica
combinada con una embrionaria mise en histoire que supone
una participación del autor en la selección y preparación de
los originales para la imprenta.
77. Véase Schiff 1905, LXXV: «Ses Sonetos fechos al itálico modo dérivent de la Vie nouvelle autant que des sonnets de Pétrarque, et c’est sans
doute à Dante encore que le Marquis a emprunté la coutume des petits
sommaires explicatifs, dont il fait précéder les dix-sept premiers sonnets
qui sont […] ceux qu’il a envoyés en 1444 à doña Violante de Prades».
78. Gernert 2009, 136. Malinverni (1991, 140) afirma: «Non era
lecito attendersi, da questo tipo di letteratura, un’organizzazione testuale
coerente, da canzoniere: ma è d’altro canto impossibile, in questo caso,
non rilevare almeno un accenno di strutturazione o (meglio) di seriazione, certo parziale, quasi appena suggerito, ma pur sempre avvertibile
e per così dire emergente dall’ossessiva nota di fondo di una disperazione strenuamente variata ed immutabile. Seriazione, si è detto, parziale,
sia nel senso della non omogeneità di distribuzione (è infatti più chiaramente avvertibile ad inizio di raccolta, per poi, dopo una trentina di
testi e pur con diverse eccezioni, quasi sfilacciarsi in un’iterazione inorganica di motivi già enunciati), sia nel senso di una forte segmentazione
in microsequenze minime, di due o tre testi, tipicamente legate o da
contiguità tematica o da analogie di processi formali».
79. Véase al respecto asimismo Curti 2006, 139-145, que pasa
revista a los strambotti de Sasso como si se tratara de una colección
organizada conscientemente.
266
FOLKE GERNERT
Este intento de agrupamiento de los strambotti en las
colecciones impresas se hace particularmente evidente si la
comparamos con su distribución en el manuscrito 116 de
la biblioteca del Seminario diocesano de Padua, que se ubica
en un contexto cultural cercano al autor. Los distintos
testimonios de las obras de Sasso y su materialidad conllevan una forma de lectura distinta y un tipo de lector diferente. Con todo y con eso, una miscelánea como esta guarda
un cierto parecido con un cancionero, en cuanto producto
de la elección de su poseedor, que lo convierte en un plano
de sus lecturas y de los ejes de influencia e interés de su
tiempo; en el fondo, aunque no sean coplas y canciones, la
función subyacente es la misma: Es lo que cultivan y con
lo que se entretienen los contemporáneos del compilador.
aunque no hay evidencias de ningún tipo que permitan
atisbar con una mínima certeza quién recogió este volumen
facticio, lo cierto es que la presencia de la compilación de
strambotti de Sasso, que recoge un 30% más que los impresos80 y, por si fuera poco, con una ordenación distinta, menos
elaborada, que la empleada en la edición impresa, hacen
sospechar que él fue el posesor y/o redactor de los booklets
nº. 12 y 13 en los que se recogen sus obras. ¿Sería además
el compilador de toda la miscelánea? No hay ninguna evidencia a favor o en contra de tal suposición; resulta llamativo
que, de serlo, sus textos figurasen como apéndice del códice,
pero no deja de ser cierto que la condición miscelánea del
volumen lo aproxime más a un cuaderno de trabajo en el
que se recogen sin demasiada elaboración artística una
serie de cuadernillos dispersos que contienen materiales de
interés casi práctico para su posesor. Participa, en este sentido,
del espíritu de recolección que anima la compilación de
cancioneros en la otra península, aunque adaptado al
ambiente humanista italiano en el que desarrolló su actividad el tal vez no tan anónimo propietario.
80. Se conocen once ediciones entre 1500 y 1519. Las más completas, que contienen 111 strambotti, y tres sonetos son las de Roma 1501
y Milán 1501 & 1506. Véase para más detalles Gernert 2009, 132-136.
MODELOS DE TRANSMISIÓN TEXTUAL
267
aPÉNDICE 1
autor
[Panfilo Sasso]
anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
[Panfilo Sasso]
anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
anónimo
anónimo
[Panfilo Sasso]
anónimo
[Panfilo Sasso]
anónimo
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
anónimo
[Panfilo Sasso]
íncipit
Deus in adiutorium meum intende.
Quem queritis, chi andati voi cercando?
Pater, sel g’è possibile ch’io possa
a porta inferi chiamato ho tanto
Requiescant in pace, in pace possi
Heli, heli, lamazabathani?
Orate pro me fratres et sorores
Miserere mei, statime dintorno
Scitio d’una sete ardente e forte
«Iugum meum suave est», dice amore,
al holomo [sic] d’arme trombeta, trombeta,
al debile infermo passo, passo,
L’arbor che non fa fructo taglia, taglia,
La rocha ben fondata spacha, spacha
El fanciuleto consiglia, consiglia,
Cridati tuti amanti: «al fuocho, al fuocho!»
Sapete perch’io crido: «Guera, guera»?
Io dico al penser mio: «Iace, iace»;
amor crida al mio spirto: «Fuora! Fuora!
Ognhomo guarda e dice: «El more, el more»;
La morte crida e dice: «Vene, viene!»
Vede tu, vede tu quel ch’io quel ch’io.
Che debb’io far al mondo, orsù non più,
S’io son tuo servo che bisogna più
Non ardo, no, non ardo, non coreti,
Carne, carne, ch’io sono a tradimento
benche afflicta, stratiata e poverella
Che più che la virtù la roba aprecia
Perché non mori, o doloroso cuore,
Morte che fai, non pigli questa spoglia
Quando io me credea de mia radice
Del’albor che con mia man plantai
La lepra m’è fugita fuor di mano
Quanto più presso so di cogliere il fiore
La cerva chio cazai con tanti affani
Se la iustizia è in ciel come se dice
Io son lo povero emferno vilano
Io semino el formento e non fa grano,
La morte è vita a chi la morte vole
La preda fuge al caciador de mano
Io son la nave che fra scoglio e mare
Vesto di bruna el doloroso manto,
De verdo se rinveste ogni campagna
Compagna infoelice e dolorosa
Stara ma[i] questo corpo senza doglia
Vivo como animal in megio un bosco,
fols.
123r
123r
123r-v
123v
123v
124r
124r
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124v
124v
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126r
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130v
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268
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
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[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
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anónimo
anónimo
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[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
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[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
anónimo
anónimo
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anónimo
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
[Panfilo Sasso]
FOLKE GERNERT
Io vegno al loco dove amor mi mena
Che andati vui cercando, o lieti amanti,
Vedeno doloroso e tristo luoco,
Cipresso e spine e ortige per rose
Quando ho ben pianto el giorno fina sera
altrui de fati et io son de parole
In loco ove non he persona alcuna
Io son la vilanella afflicta e fiacha
Vedeti vui quel che arde de il mio core.
Mercé, mercé, de questo cuor afflicto,
Menar voglio la vita in un diserto,
Nutrito m’ho gran tempo di speranza,
Pianto ho si longamente li mei martiri,
Quando talhora me guardo nel spechio
Corre morte cum l’arco e con la falce
Se dir potesse quel che dir vorei,
Che fa l’ochio mio tristo? El piange. Il core?
Ochio mio lachrymoso piange piange
Facti son gli ochij mei dei fiumi al pianto
Ognhomo se maraveglia che non vo nudo
Menatime al macel, se far voliti
La nocte piango e ‘l giorno me lamento,
Como fa el passer solitario io volo,
E se non ch’io me fido in tua clementia
Chi mai non vede al mondo dona bella.
El mancharà questo to bel colore
Vedi Iudea che pur mai sognato
Dove son le promesse, ho traditora
Salamandra non son et in fuocho iace
Chi solea el mar sel vento li da impaccio
O, crudel povertade, iniqua e ria,
andiamo tuti amanti in barbaria,
Dame con le parole almen favore
Mai più non vo portar alta la facia
O cuor, come me lassi, afflitto e lasso
Non era de più precio lo mio cuore,
Horsù, cuor mio, orsù, che già a le porte
Ochio dove hè el tuo sol che non appare?
L’ochio che guarda il sol fisso s’abaglia;
Chi non crede che in fuoco la phenice
Credea che in longo tempo far potesse
Se ben non piango como solea fare
Se ben non piango sto tacito e chieto
Non hè nissun che sia tanto pietoso
Quanto più inanci vo, tanto più sento
Ride che rider vol, che a me conviene
Solea come fa il cervo al chiar fiume
Son come el vespertil che va de notte
Un capel, un bordon, un fiaschetino
Como un lenzol atorno e como un sacco,
132r
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141v
141v
142r
VII
QUaNDO aMOR FIZO SUS CORTES:
DEMaNDaS, JUICIOS y SENTENCIaS
EN La POESÍa DEL SIGLO XV
D
JIMENa GaMba CORRaDINE
URaNTE EL SIGLO XIX HISTORIaDORES
y filólogos romanistas especularon apasionadamente sobre «cette diable de question des cours
d’amour»1. La discusión entre figuras fundacionales como
Friedrich Diez, Manuel Milà i Fontanals, Paul Meyer, Gaston
Paris o Pio Rajna no produjo, sin embargo, un acuerdo sobre
la materia2. La polémica se enfrió en el siglo XX y, hoy en
día, los sintagmas «corte de amor» y «cortes de amor» siguen
manteniendo una amplia ambigüedad semántica: oscilan
entre una práctica cortesana histórica y un motivo o cuasigénero literario. Para tener un punto de apoyo frente a los
variados significados que han tenido estos manidos conceptos cabría precisar principalmente tres acepciones:
a) Corte de amor como una institución cortesana seria,
de origen provenzal, donde las damas juzgaban los comportamientos de los amantes, y establecían premios y castigos
1. Es frase de una carta de Frédéric Mistral a Paul Meyer (véase
Remy 1954-1955, 180).
2. Diez 1825, Milà y Fontanals 1861, Meyer 1871, Paris 1888,
Rajna 1890.
269
270
JIMENA GAMBA CORRADINE
en virtud de un código amoroso cuyos estatutos se podían
delimitar en estas mismas cortes3. b) Corte de amor como una
representación cortesana que incluía un concurso poético,
cuya existencia histórica se puede documentar en Isla de
Francia en torno a los últimos años del siglo XIV y principios del XV, donde se promovió un «resurgimiento» de los
valores de los trovadores provenzales y de su código de
amor4. C) Corte de amor como motivo o estructura literaria
–o, según algunos autores, como género alegórico–, desarrollado originalmente en la literatura francesa, pero expandido
a otros contextos. Entendida como estructura literaria, en
la corte de amor convergen elementos propios de obras
difundidísimas como el jardín del dios amor del Roman de
la rose o la queja y el juicio de las continuaciones de La Belle
dame sans merci 5.
La frontera entre estas acepciones y su desarrollo en
ámbitos literarios o históricos no está del todo establecida.
Las dos primeras definiciones pueden confundirse, o converger en una sola, pues la «corte de amor» entendida como
una institución cortesana pareció incluir dictamen de sentencias o estatutos tanto en el terreno de las letras como en
el amatorio: una alianza entre la preceptiva poética y la
3. Se trata de una idea creada por Juan de Nostradamus en Les vies
des plus célèbres et anciens poètes provençaux (1575), que defendieron varios historiadores hasta finales del siglo XIX (véase anglade & Chabaneau 1913).
4. Se conservan algunos documentos que testimonian la existencia de una «Cour amoureuse» guiada por el «Prince de la Cour
d’amour» (véase Piaget 1891, boase 1981 y bozzolo & Loyau 1982).
5. La corte de amor como género literario es idea respaldada
por Neilson 1899, entre otros, quien realiza una investigación sobre
las fuentes de The Court of Love, en donde rastrea la presencia del modelo
de la corte de amor en las literaturas provenzal, francesa, italiana,
alemana e inglesa. En la introducción sostiene que «the number of
instances I have found of the central conception of a court held by
the God or Goddness of Love and attended by personifications of
abstract qualities is so large as almost to justify the treatment of this
class of allegory as a separate literary genre» (Neilson 1899, iii). Perspectivas como la propuesta por C. S. Lewis en The allegory of Love constituyen aproximaciones bastante generales a una estructura principal
de la corte de amor: la alegoría del dios amor (Lewis 1969).
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
271
preceptiva amorosa arraigada en la poesía trovadoresca6.
Incluso, ciñéndonos exclusivamente al terreno literario,
tampoco hay acuerdo sobre las características del supuesto
género denominado «corte de amor»:
Two textual traditions can nevertheless be distinguished: courts
of love of the type just mentioned, judicial institutions with
human ladies presiding, and the Court of Love, an allegorical
court (in the wider sense) inhabited by personifications. yet
these two traditions are not totally separable either, for the
Court of Love frequently serves as a site of judicial recourse,
in texts such as the knight and cleric debates, Le Fable dou
Dieu d’amors and De Vénus la Déesse d’amor [bardell 2002, 11].
aun para literaturas, como la francesa, donde la estructura literaria de la corte de amor cuenta con varios ejemplos
la mayoría de los estudiosos no han considerado la corte de
amor como un género alegórico medieval específico, quizás,
precisamente, por la amplitud de ejemplos literarios que
este podría reunir, en contraste con estructuras alegóricas
más aprehensibles como los Infiernos, los Hospitales, los
Testamentos o los Cementerios de amor7. Es este un hecho
6. Recuérdese la hermosa idea de Giorgio agamben sobre la conexión esencial entre el lenguaje y el amor en el universo de los trovadores. agamben encuentra en el De Trinitate agustiniano la tesis de
que «el hombre no está ya siempre en el lugar del lenguaje, sino que
debe venir a él y puede hacerlo únicamente a través de un appetitus, un
deseo amoroso, del cual, si se une al conocimiento, puede nacer la
palabra». Para los trovadores, continúa agamben, «la experiencia del
acontecimiento de palabra es, pues, ante todo, una experiencia amorosa
[...] amors es el nombre que los trovadores dan a la experiencia del
advenimiento de la palabra poética y amor es, por lo tanto, para ellos,
la razon de trobar por excelencia» (agamben 2002, 110-111).
7. Dentro de los que tienden a considerar la corte de amor
como género literario se encuentra el ya citado Neilson 1899, así como
Rajna 1890 y Lewis 1969. En el ámbito hispánico, Post se refiere a la
corte de amor en la literatura más como un motivo literario o como
un locus de la poesía alegórica medieval que como un género (1915) y
Pierre Le Gentil habla de los Purgatorios, Infiernos, Hospitales, Jugements y Parlements como géneros, pero refiere el «tribunal d’amour» o
la «cour d’amour» apenas como un locus propio del dios de amor –como
272
JIMENA GAMBA CORRADINE
significativo si se tiene en cuenta que existen textos que llevan
por título o incluyen en él «Corte de amor» –como La Cort
d’amor provezal, The Court of Love que se consideró de
Chaucer o Le Court d’amour de Mahieu le Poirier–, así como
un volumen considerable de textos que reproducen un escenario alegórico donde reina el dios o la diosa del amor y
donde se imita la corte como lugar de sociabilidad cortesana o se escenifican estructuras de una corte histórica.
Para el corpus de textos hispánicos abajo reunidos, habría
también que diferenciar entre «corte de amor» y «cortes de
amor», entendiendo la primera como un espacio de sociabilización presidido por la idea del amor –generalmente, por
la alegoría del dios amor– (véase, infra, el sentido de corte
de amor en el poema de Villasandino) y la segunda como
una representación que tiene una vinculación más directa
con el esquema judicial, puesto que se trata de una reunión
con el dios de amor a fin de remediar alguna injusticia.
Este último esquema se presenta generalmente como una
parodia de las cortes históricas (véase, por ejemplo, más
abajo, lo comentado sobre la Misa de amor de Suero de Ribera
o el poema del bachiller Ximénez).
En lo referente al contexto poético castellano del siglo XV
se puede rastrear un corpus de textos que incluyen la expresión «corte de amor» y otros que tienen como argumento
central la realización de unas cortes de amor donde se reproducen los parámetros de una corte histórica (quejas o peticiones, sentencias, leyes, pregón, etc.), y donde el dios ocupa
el lugar que el soberano tenía en las cortes históricas. Se
trata, en este último caso, de un conjunto de textos de difícil
clasificación por los elementos que lo unen a otros géneros
–como la queja o los debates– y de una tradición con orígenes problemáticos, por la multitud de corrientes que en ella
convergen. De una parte, es conocido el abundante uso de
la «metáfora legal» en la lírica amorosa de cancionero y
de su reiteración en las fórmulas de queja o querella (Casas
el jardín o el palacio– (Le Gentil 1981, 166-170 y passim); más recientemente, para el ámbito francés, Strubel 2000 tampoco habla de la
corte de amor como género.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
273
Rigall 1995, 77). a esto se añade, como advierte Ines Ravasini, la existencia de una pluralidad de modalidades jurídicas difíciles de caracterizar y aprehender:
In area iberica, nell’ambito della letteratura cortese quattrocentesca, sia essa in versi o in prosa, la presenza dell’elemento
giuridico assume gradazioni e funzioni diverse: si va dal semplice
ricorso alla metafora legale, che all’interno di un componimento può comparire anche como singola allusione isolata,
al più consistente impiego dell’allegoria del tribunale e del
processo come elementi strutturanti. Si tratta, in tal caso, di
testi composti, in cui si intrecciano forme e motivi variegati,
fonti e suggestioni diverse, e che dunque sono difficilmente
riconducibili ad un’unica tipologia [Ravasini 2002, 255-256].
Por otro lado, cabe pensar, de la mano de Le Gentil,
que la influencia de obras como las continuaciones de La Belle
dame sans merci, en las se reproduce el juicio y defensa de la
dama despiadada, pudieron haber tenido que ver con el
desarrollo de la fórmula del tribunal de amor en la lírica cancioneril castellana8. algunos críticos interesados en demostrar
el fuerte impacto de modelos franceses en la literatura castellana del XV, como Chandler Post, han rastreado el motivo
de la corte de amor en este contexto9. a las referencias de
Post se puede sumar una serie de textos de finales del siglo
XV que no han sido analizados en conjunto y cuya revisión
podría esclarecer, en parte, el sentido de la corte de amor –o
de las cortes de amor– en el Cuatrocientos castellano10.
En los diferentes cancioneros del XV la corte de amor
no aparece con un significado estático, sino bajo dos facetas
algo delimitadas: 1) En textos de la primera mitad del siglo XV,
8. Para las continuaciones de la Belle dame sans merci, véase Piaget
1901-1905.
9. Post 1915, 37 y sigs.; y, por supuesto, Le Gentil 1981, 281282, 515-517 y passim.
10. Hemos llevado a cabo una búsqueda del léxico y los motivos
característicos de la corte de amor en los principales cancioneros del
siglo XV. advertimos, sin embargo, que no pretendemos presentar un
corpus cerrado y definitivo; ténganse en cuenta, además, las dificultades de delimitación del género señaladas supra.
274
JIMENA GAMBA CORRADINE
aproximadamente, parece ser una expresión de orden más
bien retórico que se utiliza como metáfora del ‘servicio
amoroso’, de tal modo que el ‘entrar en la corte de amor’ o
‘subir a la corte de amor’ indica el inicio del enamoramiento
o del servicio amoroso. 2) En la segunda mitad de siglo,
comienzan a aparecer un serie de dezires y debates donde se
reproduce un modelo paródico de las cortes históricas o,
en su defecto, de ciertos procedimientos administrativos y
judiciales. Se trata, en este último caso, de poemas generalmente clasificados como quexas o querellas.
El modelo de una corte seria donde el dios de amor es
temido y respetado por sus súbditos –como lo encontramos
en la literatura francesa– nunca pareció fraguarse en la literatura castellana, pues la mayoría de estos textos constituyen una suerte de parodia o subversión de la corte de amor
seria: el poder del dios de amor flaquea al sufrir él mismo
el mal de amores o al ser juzgado y condenado.
Pero antes de entrar a examinar los ejemplos de cancioneros del siglo XV, sería pertinente revisar velozmente la cuestión crítica que apasionó a grandes filólogos del XIX al respecto
de la existencia de las cortes de amor históricas, entendidas
en las dos primeras acepciones mencionadas, es decir, como
tribunales de amor o como certámenes poéticos.
«Cortes de amor»
‘históricas’.
¶ Tribunales de amor en Provenza11. En
1575, como hemos dejado anotado
más arriba, se publica en Lyon Les vies
des plus célèbres et anciens poètes provençaux de Juan de Nostradamus, hermano del famoso astrólogo. Se trata de un texto
sobre las vidas de los trovadores provenzales en el que se
introducen multitud de inexactitudes que varios filólogos
posteriormente subsanarán. Entre otras «inventions» del
autor, la que tuvo más éxito en la crítica posterior fue la de
las «Cours d’amour». Partiendo del partimen provenzal entre
los trovadores Giraut de Salanhac y Peironet, donde se alude
11. Para lo que viene a continuación seguimos a Neilson 1899,
anglade & Chabaneau 1913, Remy 1954-1955 y Lafitte 1971.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
275
a unas «cors d’ensegnamen» y a un «jutjamen» como forma
de resolución de la tenson de los dos poetas, Nostradamus
sugiere la existencia histórica de cuatro cortes de amor, celebradas en Pierrefeu, Romani, avignon y Signe, en las que
ciertas damas nobles juzgaban los comportamientos de los
poetas en relación con el código de amor. Nostradamus
también crea una lista de las damas –algunas, personajes
históricos– participantes en estas cortes que estarían encargadas de enjuiciar a poetas y cortesanos12. Nostradamus
también afianza esta idea al considerar el texto Les arrêts
d’amour (c. 1466) de Martial d’auvergne como un documento
histórico que refería esa tradición provenzal, cuando en
realidad se trata apenas de una ficción donde se cuentan juicios
de amor llevados a cabo por personajes estrictamente alegóricos como el «Fiscal de amores», el «Juez del Placer», etc.
Después de la publicación del libro de Nostradamus la
idea de las cortes de amor que allí se difundió pasó a reproducirse en historias literarias y en biografías de poetas provenzales, y se afianzó, además, con el peso de nuevas nociones
que fueron consolidando la idea de las «Cours d’amour» como
una institución jurídica de carácter serio en el que las damas
se encargaban de realizar juicios poéticos y amorosos13.
12. El pasaje aludido del partimen reza así: «Giraut: ‘Envío mi partimen a Peirafouc, donde la hermosa celebra corte de ingeniosidad, pues
la hermosa ha escogido su alegre y gentil persona: tengo por bueno
lo que ella considere mejor’; Peironet: ‘y yo por mi parte quiero que
juzgue el honrado y valiente castillo de Sinha, pues allí está aquella
que mantiene juventud y sabrá decir qué argumentación valdrá más’
(Riquer 2001, 790). Sobre las mencionadas cortes Riquer comenta:
«ambos trovadores someten su partimen al juicio de damas que
viven en cierta proximidad, pero de cuya personalidad y de cuyas cortes
nada se sabe» (Riquer 2001, 790).
13. así, por ejemplo, ampliaciones propuestas en el siglo XVIII que
parten de las ideas de Nostradamus, como la que copiamos a continuación, que sostiene que las Cortes de amor «étoient présidées par
de jeunes veuves ou des femes mariées, qui devoient avoir toujours
plus de célébrité par leurs talens et leur érudition que par leur figure.
Ces présidentes avoient toutes en titre un chevalier qui ne devoit être
qu’amoureux au respectueux ou au moins passer pour tel. Pour mériter
l’honneur d’être un pareil chevalier, il falloit avoir fait ses preuves par
276
JIMENA GAMBA CORRADINE
La cuestión cobra nueva vida en 1817, cuando M.
Raynouard da a conocer el tratado del amor de andrés el
Capellán, que contiene un apartado de «juicios de amor»
discutidos por damas históricas (María de Champaña, Leonor
de aquitania) y otro de «reglas de amor», susceptibles de ser
agrupadas como un código. apoyándose en el tratado,
Raynouard aprueba la existencia de las cortes de amor como
las concibió Nostradamus.
Pero el nacimiento de la filología románica pronto traerá
consigo una ardua crítica a estas ideas. El primero en enfrentarse a Raynouard y a la extendida creencia en la existencia
de estos tribunales fue Friedrich Diez, quien publicó en 1825
su ensayo Beiträge zur Kenntniss der romantischen Poesie, donde
critica duramente las ideas difundidas por cerca de dos siglos
sobre las cortes de amor. a lo largo del siglo XIX la polémica continuó. algunos negaron con rotundidad la existencia histórica de tal institución y otros pusieron en duda
que se tratara de «véritables tribunaux féminins qui rendaient,
sur de véritables litiges entre amants, de véritables verdicts
rédigés selon la forme judiciaire de l’époque» (Lafitte-Houssat
1971, 64), y optaron por pensar que, en el caso de haber
existido, habría sido apenas una diversión cortesana. Gran
parte de los romanistas más importantes del siglo XIX (Meyer,
Paris, Rajna) y algunos investigadores centrados en la polémica (Neilson, E. Trojel) hicieron su aportación al tema14.
En todo caso, al día de hoy, la defensa de la existencia
de unas cortes históricas donde se juzgaba el comportamiento
amoroso de los amantes tiene como único testimonio el tratado
de amor de Capellanus, un texto que se presta copiosamente
des chansons et des tourmens amoureux auprès de quelque dame.
Lorsqu’on étoit jugé digne d’y être admis, on étoit pourvu d’après
une déliberation écrite des membres de cette cour» (apud anglade &
Chabaneau 1913, 163).
14. algunos diferencian con claridad la corte de amor literaria de
la histórica, como Rajna 1890, quien hace una sustancial contribución
a la historia de la corte de amor literaria al reseñar el contenido de
textos como la Court d’amours de Mahieu le Poirier, Messe des Oiseaux
de Jean de Condé, Chastel d’amour, Les arrêts d’amour de Martil d’auvergne, entre otros.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
277
a diferentes y enfrentadas interpretaciones, y no solo en lo
referente al fragmento de los juicios y reglas de amor15. Los
pasajes citados por Nostradamus de la poesía provenzal en
los que se alude a ciertas cortes no pueden sustentar una práctica histórica como la concebida por una parcela de la crítica.
¶ Cortes de amor como certámenes literarios16. La misma rama
crítica que polemizó sobre los tribunales de amor de origen
provenzal (serios o no) coquetea con otro sentido del sintagma:
«corte de amor» entendida como un certamen literario. Las
«invenciones» de Nostradamus no estaban del todo lejos de
esta acepción, pues él parte, precisamente, de una contienda
literaria que debe ser resulta en unas «Cors» de damas. Pero
alguna parcela de la crítica decidió insistir más en este aspecto
que en el relativo a los juicios sobre comportamiento amoroso
dictaminados por damas17. En todo caso, no contamos con
ningún vestigio histórico anterior a los últimos años del siglo
XIV que pueda dar testimonio de que a estos certámenes literarios se les llamó «cortes de amor». Los documentos que atestiguan la existencia de una reunión cortesana con carácter de
concurso poético denominada «corte de amor» se remontan
a la corte de Carlos VI, en Francia (Piaget 1891). Se sabe que
en ella se celebraron una suerte de reuniones cortesanas denominadas «Cour amoureuse» en torno a 1400 para «honorer
et servir ‘toutes dames et damoiselles’ et pour ‘passer partie
du temps plus gracieusement’ pendant qu’une épidémie de
peste ravage le pays» (bozzolo & Loyau 1982, 37-38). En estos
divertimentos se designaban cargos representativos como el
del Príncipe de amor o los «conservateurs»:
La Cour d’amour dite de Charles VI, mais en fait inspirée
par l’entourage d’Isabeau de bavière, est la définition d’une
15. Véanse las cuestiones sobre las reglas y juicios de amor en
este tratado en Creixell Vidal-Quadras 1985.
16. Para lo que sigue véase Piaget 1891, bozzolo & Loyau 1982 y
Poirion 1978.
17. Las habilidades poéticas y el cumplimiento del código del
fins’amours no estaban, no obstante, desligados del todo, por lo que
las dos acepciones de las cortes de amor históricas son susceptibles
de confusión.
278
JIMENA GAMBA CORRADINE
assemblée chargée d’abord de rendre des jugements. Jugements
littéraires, sans doute, mais éventuellement des personnes
peuvent être soumises à ce tribunal; si un des «sugès a la retenue
d’amours» enfreint les lois de l’honneur et du respect à l’égard
des dames en faisant «quelque esclandre ou dérision ou deshonneur ou vilain reproche», il sera «privé, chassié et deboutté,
sans rappel, de touts gracieuses assemblees et compaignies de
dames et damoiselles, toutes les fois que on l’y trouveroit. La
cour pourra trancher certain conflits de doctrine et juger de
cas amoureux» [Poirion 1978, 37-38].
Efectivamente, se trata, como señala Daniel Poirion, de
un divertimiento cortesano que incluía juicios poéticos y,
también, ciertos juicios de amor. Pero no sabemos si esta
práctica proviene o no de una tradición provenzal. Como
recuerda Poirion, de haber existido una práctica cortesana
similar en el siglo XII, habría sido muy diferente a la iniciada
a finales del siglo XIV pues, en este último caso, «a la tradition des casuistes de l’amour s’est ajoutée la conception juridique des lettrés qui rêvent d’une nouvelle organisation de
l’Etat» (Poirion 1978, 38).
Fuera posible que la expresión y el sentido de la «Cour
amoureuse» en la de Carlos VI hayan tenido alguna influencia en la Península Ibérica, sobre todo si pensamos que los
consistorios barceloneses organizados por Juan I de aragón
se inspiraron, en parte, en la renovación de la poesía trovadoresca que se estaba dando en Francia y en la Cataluña
Norte (boase 1981, 121-149). Sin embargo, los documentos que conservamos de las descripciones de estos certámenes poéticos catalanes no contienen la expresión «corte
de amor». No obstante, como expondremos a continuación,
sí es posible rastrear en algunos poemas el uso del sintagma
como se concibió en la corte de Carlos VI.
¶ La «corte de amor» en la serie de Estrella Diana. Esta rapidísima revisión histórica del término hasta su uso a finales
del siglo XIV podría abrirnos el camino para interpretar
uno de los primeros ejemplos de la expresión «corte de amor»
en la literatura castellana del siglo XV. Nos referimos a la
cuestión poética entre Francisco Imperial, Fernán Pérez de
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
279
Guzmán, Diego Martínez de Medina, sentenciada por
alfonso Vidal en favor de Imperial. Los textos se conservan en el Cancionero de Baena y el que abre la serie es el
conocido poema a Estrella Diana (nº. 231)18. María Rosa
Lida de Malkiel (1947) dató la composición del poema de
Estrella Diana entre los años 1394 y 1404 e identificó, añadida
a la segunda composición de la disputa, la primera réplica
de Imperial (nº. 232b). Por su parte, Joaquín Gimeno Calsalduero explicó las fuentes dolcestilnovistas, y principalmente
dantescas, de los tres poemas de Imperial incluidos en este
ciclo y propuso que las réplicas poéticas a Imperial se escribieron motivadas por una incomprensión de su poética
dantesca. La primera contestación la hace Pérez de Guzmán
(nº. 232) arguyendo que, dadas las desmesuradas descripciones que hace Imperial de la belleza de Estrella Diana,
«la fermosa griega» (Elena) debería denunciar «querella
ante el dios del amor»: Imperial es llamado para que «oiga
sentencia», «enmiende querellas» y «pida perdón». Como
sostiene Casalduero, la queja de Pérez de Guzmán está guiada
por principios morales, pero también por una preceptiva
poética concreta19. a ello Imperial responde pidiendo apoyo
al propio Dante, que se presenta ante el poeta y lo anima a
continuar la contienda y a que solicite como juez de esta a
Diego Hurtado de Mendoza, padre del Marqués de Santillana y primo del propio Pérez de Guzmán (es el poema
nº. 232b)20. Después de este poema sigue el de Diego
18. Se trata de los poemas ID 1366, ID 1367, ID 1368, ID 1369,
ID 0539, ID 1379 y ID 1371, que corresponden a los nº. 231, 232,
232b, 233, 234, 235 y 236 del Cancionero de Baena (Dutton & González Cuenca 1993, 280-289).
19. «a los poetas castellanos, alejados de la poesía italiana a pesar
de conocerla e imitarla, las alabanzas de Micer Francisco tenían que
parecerles excesivas. y aunque ellos habían hablado también de lo angélico de sus damas, tenían que considerar improcedente –apegados como
estaban a lo literal y a lo anecdótico– la comparación con el arcángel;
ajenos además al mundo clásico, tenían que juzgar irrespetuosa, la petición de silencio con que Imperial se dirigía a Dante y a los grandes
autores del pasado» (Gimeno Casalduero 1987, 128-129).
20. El juez de la contienda no será, finalmente, Diego Hurtado
de Mendoza, sino alfonso Vidal.
280
JIMENA GAMBA CORRADINE
Martínez de Medina (nº. 233), en el que se acentúa «el carácter de debate poético»21: sostiene que todos los «leales, lindos
amadores» deben «tener muy grandes querellas» contra Imperial. Imperial volverá a replicar con un tercer poema (nº.
234) que inicia así: «ante la muy alta corte | del dios d’amor
só çitado | e malamente acusado». allí Imperial mantiene
su posición inicial y sostiene «ante el alto dios de amor» el
honor de Estrella Diana. Comienza, entonces, la metaforización de las partes del cuerpo de Estrella Diana que Imperial utiliza como armadura (cabellera por cota, ojos por lanza,
«aire delicado» por escudo, etc.) para justar en defensa de la
dama. En esta parte de la serie poética se hace explícita
la idea de una corte de amor que presida la contienda de
los poetas. Señala Gimeno Casalduero a propósito de este
pasaje: «Siguiendo un esquema, tradicional ya entre los poetas
del norte de Francia, se lucha ante el dios de amor con armas
y con argumentos metafóricos una alegórica batalla; y el dios
precisamente debe al final, juzgando a los antagonistas, dictar
sentencia por boca de un representante» (1987, 139). a
este poema volverá a replicar Martínez de Medina (nº. 235)
sosteniendo que para librar tal batalla él será armado por la
misma Venus. Finalmente las disputas poéticas se clausuran con la intervención de alfonso Vidal, jurado de Sevilla
(nº. 236): «En un pleito que es pendiente | ante vos el dios
de amor, | yo el vuestro servidor | quiero ser lugar teniente».
Vidal otorga el triunfo a Imperial.
La cadena poética invita a un profundo análisis, pero
nos interesa, concretamente, lo que puede significar en esta
serie poética la «corte de amor». ¿Se trata, acaso, de una mera
metáfora? La mayoría de los críticos han aseverado que la
serie poética consiste, principalmente, en un pleito en esencia
estético-literario: un enfrentamiento entre una corriente
poética vernácula y la revolucionaria impronta dantesca de
Imperial. Pero, a pesar de haberse considerado una polémica seria –en la que los poetas seguirían a conciencia sus
ideales artísticos–, la noción «corte de amor» y todos sus
21. «Martínez de Medina no coloca en el plano moral, sino poético
y social, el error de Imperial» (Gimeno Casalduero 1987, 137).
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
281
derivados judiciales (sentencia, querella, acusación, etc.) en
este grupo de poemas se ha entendido como un recurso literario de origen francés, y, por lo tanto, se ha supuesto que
se trata de una metáfora o una alegoría exclusivamente literarias. Es decir, no habría tal corte de amor en la realidad.
así, por ejemplo, lo asume Gimeno Casalduero al referirse
al poema nº. 234 de Imperial: «ante la corte de amor,
comienza un torneo: por una parte, Micer Francisco con
once estrofas de siete versos octosilábicos [...] por otra Martínez de Medina, con una composición, también octosilábica,
de ocho estrofas de ocho versos [...] alfonso Vidal, en nombre
de amor, interviene por último, y como juez, con ocho
estrofas de siete octosílabos, concede a Imperial el triunfo»
(1987, 124).
Pero, a la luz de lo señalado más arriba en relación con
la corte de amor como certamen poético en donde un representante del amor, un príncipe de amor, determinaba un
ganador, es decir, pensando en que justo por estas mismas
fechas se celebraban en la corte de Carlos VI «Cortes de
amor», la mención en esta cadena poética de una corte de
amor bien podría explicarse como una referencia literal a
una contienda poética y no solo a una metáfora: es decir,
un llamado a Imperial a una corte poética real por una
práctica inadecuada de la gaya ciencia y de los códigos del
amor. Por supuesto, no se debe soslayar la dimensión literaria de varias referencias jurídicas (las armas de Venus que
pretende tomar Martínez de Medina, verbigracia), pero estas
pueden convivir con un sentido literal de «corte de amor»
como disputa literaria. Creemos que esta es una interpretación plausible que evidencia los lábiles límites que pudieron existir entre el uso de la expresión en un sentido
plenamente literario y su utilización como representación
cortesana histórica.
La idea de «corte de amor» como corte literaria donde
el dios del amor es juez vuelve a aparecer en la Coronación
de Jordi de Sant Jordi, un dezir que Santillana escribe pocos
años después de la muerte del poeta valenciano, en 1424.
No se trata, en este caso, de un concurso o de una disputa
literaria, sino de una coronación por parte de la diosa Venus
282
JIMENA GAMBA CORRADINE
a Jordi de Sant Jordi, apadrinada por Homero, Virgilio y
Lucano: «Deessa, los ylustrados | valentíssimos poetas, |
vistas las obras perfectas | e muy sotiles tractados | por
Mossén Jorde acabados, | supplican a tu persona | que
resçiba la corona | de los prudentes letrados» (Gómez
Moreno 1988, 107, vv. 153-160). La diosa accede y pone
sobre la cabeza del poeta una corona de laurel. La imagen
recuerda la de las celebraciones de la «Cour amoureuse» de
Carlos VI, en las que el propio Príncipe de amor, o un representante suyo –como en la contienda de Imperial– coronaba
a los poetas ganadores. Pero también puede relacionarse con
una representación cortesana en la que el propio Santillana
ejerció de juez, y otorgó, en nombre del dios del amor, los
premios a los vencedores: nos referimos a la justa de 1434,
presidida por Álvaro de Luna, que se describe en la Crónica
del Halconero y en la que los representantes del dios de
amor dictan la sentencia definitiva (Carriazo 2006, 154-160).
Se evidencia, así, que la idea de la corte de amor se utilizó
tanto en la literatura como en la preparación de juegos y
entretenimientos cortesanos22.
¶ algunos registros de la corte o cortes de amor en la primera
mitad del siglo XV. Encontramos la expresión «corte de amor»
nuevamente en el Cancionero de Baena en dos poemas de
alfonso Álvarez de Villasandino, que constituyen una suerte
de tesis y antítesis sobre la postura del poeta frente al amor23.
En el primero el poeta declara: «amor, para siempre te quiero
loar | e nunca jamás de ti me partir, | antes me plaze tu
corte seguir | pues tu poderío es obra sin par» (vv. 1-4).
Seguir la «corte solepne» del amor es metáfora del servicio
amoroso o del estado de enamoramiento, pues el inicio del
22. Post menciona otros poemas del Marqués de Santillana en
donde es palpable la presencia del motivo de la corte de amor, como
en el Triunphete (Post 1915). Creemos, sin embargo, que, con miras a
demarcar el motivo, es importante diferenciarlo de los triunfos, los
infiernos o de otros argumentos alegóricos.
23. ID 1286 e ID 1287. Se trata de los poemas nº. 146 y nº. 147
del Cancionero de Baena (Dutton & González Cuenca 1993, 169-171).
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
283
servicio en la corte coincide con el momento en el que la
Ventura «hizo mirar» al poeta «a la más linda de mayor
estado». El servicio al dios del amor reproduce los patrones el vasallaje feudal («Esto me mandaste a mí, tu criado,
| en arras e en dote e por axuar» [vv. 23-24]), pero también
se expresa en términos de la religio amoris («el tu mandamiento
me fizo adorar» [v. 16]; «por ti, que quesiste a mí dotrinar»
[v. 19]; «amor [...] tú seas loado» [v. 31]). En los últimos
versos el poeta solicita al amor que «tu galardón non me
sea negado» (v. 50), y explica que se ha portado como leal
servidor al no imitar a quienes siguen el «apetito». a continuación de este poema se encuentra una réplica del mismo
Villasandino. allí declara querer despedirse del servicio
amoroso, pues ve «os boos fugir | de vossa mesnada é de
vossa corte» (vv. 1-2) y espera que Dios enderece su vida.
La renuncia al amor no implica «leixar | o mundo del todo
para me morrer», pues el poeta seguirá cantando y tañendo,
leyendo historias y cazando; seguirá practicando «todas boas
mañas». Lo que no hará será «trobar», verbo que aquí tiene
el sentido recto de escribir poesía. La corte de amor sigue
siendo en este segundo texto una metáfora del enamoramiento. No hay, de otra parte, ninguna alusión al juicio o
tribunal de amor.
Quizá con sentido similar parece presentarse la expresión «corte de amor» en una canción de Pedro de Santa Fe
recogida en el Cancionero de Herberay, que, como subraya
Vicenç beltran, habla sobre los «efectos del amor»24. El
poema comienza con la sentencia «En la cort de amor
pujé» (pujé = subí) para luego señalar que la subida no fue
otra cosa que una caída («e, pujando, he caído» [v. 2]). La
repetición en cada verso de la palabra rima del verso anterior (caído/caí, perdido/perdiendo, cobré/cobrando,
alçar/alçome, etc.) favorece el sentido general del poema,
donde se nos transmite una sensación continua de estados
psicológicos circulares, que oscilan entre el enamoramiento
y la libertad, a la que finalmente arriba el poeta. Pero, aunque
24. beltran 2002, 428-429, de donde citamos la canción. Se trata
del poema con ID 2248.
284
JIMENA GAMBA CORRADINE
en el poema no se presentan de manera explícita una querella o un juicio de amor, es significativa la alusión final a un
juez que debe valorar el comportamiento del enamorado:
«aviso cualquier jüez | jutge si passo la raya; | mal rayo
crüel me caya | si yo cayo otra vez» (vv. 21-24).
En la Misa de amor de Suero de Ribera se menciona
una «corte» en un sentido distinto al de los poemas anteriores25. Se trata, en este caso, de la celebración de «cortes»
por parte del dios del amor y de la solicitud de justicia del
enamorado. El poema es, básicamente, una parodia de la
misa católica, pero incluye también referencias a motivos de
las cortes legales. En la Confesión de la misa, aquí la primera
estrofa, el poeta expresa al dios de amor que lo sirve
«enojado», pues se ve «mal galardonado» siendo él «leal servidor». y en el Gloria solicita que en nombre de los amantes
amor haga «corte general | perdonando todos males» (vv.
36-37) y solicita que en las cortes no trate con el mismo
rasero al «discreto conversante» y al «simpre inorante» (vv.
39-40). La realización de las cortes no se describe, pero en
la Epístola el autor recuerda que «quando amor fizo sus
cortes» (v. 43) dividió a sus devotos en dos grupos: a unos
dio «pesar» y a otros «conortes». La última alusión al marco
jurídico se da en el fragmento del Evangelio, en donde amor
responde a estos amantes que «se le querellavan». No se trata
solamente de la utilización de términos o de metáforas
jurídicos, que fueron recursos ampliamente difundidos en
la lírica cancioneril, sino que se insinúa como en filigrana
un esquema de las cortes con sus diferentes partes, lo que
diversifica y enriquece la fuerza paródica.
aunque no se registra la palabra «cortes», la Visión de
amor de Juan de andújar, recogida en el Cancionero de Estúñiga, contiene una alusión al modelo judicial del tribunal de
amor. El poeta describe la visión de una procesión de amantes
famosos que, al final del poema, son juzgados: «E, queriéndome mudar, | oý una bos divina | que muestra por su
doctrina: ‘que vengan todos aýna, | porque uos quieren
iuzgar’» (vv. 167-171). La voz remite la «sentencia» al «conde
25. ID 0034. Citamos por Gernert 2009, I, 155-158.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
285
Camarluengo» que «los iuzgará con clemençia» (v. 189).
Después de esto el poeta despierta repentinamente: «Quando
hobo acabado | la iusticia sus rasones, | un nublo arrebatado | levó todas las visiones» (vv. 190-193)26.
Los textos referidos anteriormente aluden a una corte de
amor en el sentido de ‘ingresar en el servicio del amor’, o de
‘caer enamorado’ (Villasandino y Santa Fé), pero también se
insinúan elementos jurídicos (andújar) y parodias de estos
(Suero de Ribera); la parodia jurídica de la imitación de las
cortes históricas, o de otros procedimientos administrativos
y judiciales se concretará en la segunda mitad de siglo en
estructuras en las que la queja –demanda o acusación en términos jurídicos– y el juicio constituirán el centro del poema.
De otra parte, si intentáramos extraer de estos cuatro
textos una idea general del sentimiento amoroso, esta estaría
estrechamente vinculada a una concepción tradicional del
amor tal como se presenta en la poesía de cancionero, en
la que el amor funge como sentimiento «desinteresado y
descarnalizado, sin correspondencia posible, que conduce
a la desesperación, la locura o la muerte» (beltran 2002,
45). aneja a esa representación del sentimiento amoroso se
encuentra la figura del dios del amor, formulada a veces
como alegoría, como personificación o como idea abstracta,
pero siempre con una impronta altamente trascendente: una
entidad lejana del hombre que este no puede modelar, transformar o rebatir.
Por el contrario, en los referentes del modelo de las
cortes de amor o de los juicios de amor de textos de la
segunda mitad del siglo esta concepción del sentimiento
–y, asímismo, la representación del dios del amor– parecen
transformase. El amor se convierte en un personaje de carne
y hueso que conversa o polemiza con el poeta enamorado
(como en la Quexa de amor de Jorge Manrique), que duda de
26. Salvador Miguel ha vinculado el poema a la tradición de los
Infiernos de amor y, especialmente, al infierno de Santillana (Salvador Miguel
1983), pero es también evidente que el poema está relacionado con el
cortejo de amantes clásicos de los triunfos de amor y que reproduce
el motivo ‘cortes de amor’ en la parte final.
286
JIMENA GAMBA CORRADINE
su propio poder (como en el poema de Cartagena referido
infra) o al que se le da muerte (como en la Sepultura de
Guevara). Seguramente estas variaciones corresponden, en
parte, al «nuevo hedonismo [...] de la renovación de la poesía
del XV» que se manifiesta «en tiempos del reinado de Enrique
IV y que modifica sensiblemente los presupuestos más tradicionales del amor cortés anterior» (Cátedra 1989a, 156).
Dentro de los presupuestos tradicionales del amor que se
transgreden se encuentra el carácter casto del sentimiento,
pues, justamente, en estos nuevos textos poetas como el
bachiller Ximénez o Ludueña solicitan en la querella al
dios del amor un «galardón» de claras connotaciones sexuales, según propuso Whinnom (1981).
Corte, cortes, juicios y
sentencias de amor en
la lírica castellana del
siglo XV
¶ La personificación del dios de amor
en la segunda mitad del XV y la inversión de modelos serios de corte de amor.
Son pocos los registros de la
expresión «corte de amor» o
«cortes de amor» en la poesía cancioneril de la segunda mitad
del siglo XV, pero, sin que se aluda directamente a esta expresión, se observa el desarrollo de una estructura paródica
del orden seguido en la cortes históricas o en juicios. Es
difícil esclarecer hasta qué punto textos franceses como las
continuaciones de La Belle dame sans merci, Les arrêts d’amour
de Martial d’auvergne o las composiciones francesas que
siguen modelos judiciales, como el grupo de textos medievales que se imprimieron a principios de siglo XVI en la
compilación Jardin de Plaisance, pudieron haber influido en
estos ejemplos castellanos de tribunales amorosos. En todo
caso, a la hora de rastrear las fuentes de esta tradición habría
que tener presente también el desarrollo del motivo de las
cortes de amor en la literatura catalana, como, por ejemplo,
en Lo despropriament de amor de Romeu Llull o en el Somi de
Francesc alegre27.
27. Véase, al respecto, Pagès 1936, Torró 1987 & Ravasini 2002 y
2008.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
287
Tampoco es fácil encontrar una denominación adecuada
para este corpus de textos, que han sido, generalmente, catalogados como querellas, por lo que parece indudable que el
motivo del tribunal de amor está en este periodo necesariamente ligado a la fórmula de la querella o demanda con
matriz judicial.
Un ejemplo interesante de esta estructura lo encontramos en el poema de Jorge Manrique Quexándose del dios de
amor, y cómo razonan el uno con el otro, donde se utiliza la «terminología y casuística propias de las relaciones jurídicas» y
donde «trasluce todo el complejo jurídico-militar de las relaciones entre la nobleza y de esta con el rey en el sistema
feudal»28. Se trata de la queja del poeta frente a amor por
haber sentenciado contra él en firme estando ausente. El
tipo de sentencia no queda del todo clara, pero el verso
«me trocaste y me vendiste» (v. 20) puede que aluda, como
subraya beltran, a que «el amor, en su ausencia, lo había
sustituido por otro en la estimación de su dama» (beltran
1998, 98). amor y poeta discuten sobre la sentencia, imponiéndose este sobre el dios. La figura del amor se presenta,
hasta cierto punto, desacralizada y humanizada, no solo
por el hecho de que el poeta triunfe finalmente sobre el dios,
sino también por sugerencias como aquella de que los roles
puedan invertirse, pasando el amor a ser el condenado:
Mas pues no fue justamente
esa tu sentencia dada
contra mí por ser absente,
agora que estó presente,
revócala, pues fue errada,
y dame plazo y traslado
que diga de mi derecho;
y si no fuere culpado,
tú serás el condenado,
yo quedaré satisfecho [beltran 1998, 101, vv. 81-90].
al final de la discusión, amor modifica la sentencia y
otorga nuevamente la correspondencia amorosa al poeta
28. beltran 1993, 98, de donde citamos el poema. Es el ID 2983.
288
JIMENA GAMBA CORRADINE
(«en te dar a quien te diste [...] te torno y te restituyo | en
lo que tanto deseas» [vv. 162 & 166-167]), pero, como subraya
beltran, solo cuando «el autor amenaza con hostilidades abiertas obtiene el reconocimiento de su derecho» (1998, 98).
amor aparece también con rasgos humanos en un
poema de Cartagena en el que el poeta discute con el dios
por la insatisfacción que sufre al no ser correspondo29. a
esta «justa petición» el amor dicta: «Mando a aquella por
quien mueres | que te quiera como quieres, | so pena de
excomunión» (vv. 214-216). Pero el autor no queda satisfecho con la sentencia de este «justo juez»30 ni le basta que
esta se escriture, pues duda de que estos trámites administrativos obliguen a su dama a cambiar su comportamiento.
amor decide, entonces, presentarse ante la señora para
hacerle cumplir la sentencia. El poeta, por su parte, teme
que amor, cuando vea a la dama, quede prendado de ella:
y si amor nunca fue preso,
oy converná que lo sea,
porque contra quien pelea
no estima fuerça ni seso.
Los rayos del casto fuego
sus alas quemarán luego
y sus virtudes perfectas
despuntarán las saetas
tal que no le vala ruego.
y, él quedando prisionero
de mi dios de hermosura,
quedaré yo, sin ventura,
mucho peor que primero31.
a su vuelta amor comunica que no se ha enamorado
de la dama, pues su condición natural se lo impide, pero
confiesa que «si alguna acá entre nos | me ha de prender,
siendo dios, | aquesta sola ha de ser» (vv. 398-400).
29. ID 0903. Citamos de González Cuenca 2004, II, 125 y sigs.
30. No acierto a saber si hay aquí una cierta ironía con relación a
la famosa oración del Justo Juez, popularísima.
31. González Cuenca 2004, II, 135, vv. 298-310.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
289
El procedimiento judicial del poema no parece tener
una connotación seria: el autor duda de su efectividad y el
juez, amor, sugiere que la condenada, la dama, puede tener
poder incluso sobre él. Se trata de una representación del
dios amor humanizado, como veíamos también en el poema
de Manrique.
La representación de la pérdida del poder del dios amor
llega al límite en la Sepultura de amor de Guevara, un contrafactum al esquema tradicional de la querella amorosa, donde
el poeta se convierte en juez y amor es juzgado32. ya desde
los primeros versos el poeta formula su intención de matar
al amor («trabajar quiero la vía | más cercana que sopiera
| de matarte» [vv. 23-25]), pero para ello debe pasar por
todo el juicio reglamentario. Después de varias estrofas de
discusión se explicita la sentencia («yo le condeno | a qu’en
fin de sus antojos | muera muerte natural» [vv. 723-725]),
se lleva a cabo el pregón y, en la parte final del poema, se
le da sepultura al amor33.
La debilidad y la humanidad del dios de amor en una
estructura jurídica se describe también en un decir del bachiller Ximénez conservado en el Cancionero general en el que la
autoridad y severidad del dios del amor se desdibujan por
completo: amor ha caído en sus propias redes y, en sus
propias cortes, declara que se encuentra completamente
impotente y desautorizado. La rúbrica del texto cuenta cómo
el poeta, buscando a quién contar su querella, se encontró
con amor y «vido cabe unos montes mucha gente que lo
llevavan enfermo a un valle porque huía del plazer, en el
qual hizo sus cortes y mandó pregonar cómo él estava cativo
de amor de una señora» (González Cuenca 2004, III, 426).
así se describen estos hechos en el poema:
32. ID 0868. Citamos por Toro Pascua 1996.
33. Como han recordado varios investigadores, la Sepultura no solo
tuvo resonancia en varios poetas de la época (Álvarez Gato, badajoz),
sino que desencadenó una serie poética de réplicas y contra-réplicas
entre Guevara y Juan barba, donde se hacen evidentes dos concepciones sobre el amor bastante disímiles (véase Cátedra 1989a, 137-168,
Cátedra 1989b & Toro Pascua 1994).
290
JIMENA GAMBA CORRADINE
y en unas andas tendido
llevavan pomposamente
un mancebo muy doliente,
que dizié con gran gemido:
«¡Ven, Muerte, súbitamente!».
yo, de tal dolor movido,
pregunté quién se plañía.
Uno dixo: «El dios Cupido,
que a todos tan mal hería:
es este que va herido»34.
a continuación la comitiva se refugia en un valle donde
el dios del amor convoca a «toda su corte»; se declara «igual»
a sus súbditos y confiesa no tener poderío sobre ellos. Cupido
llama, entonces, a su escribano, el Cuidado, y manda que la
Fama pregone la situación. La pregonera divulga la imposibilidad del dios del amor de curar los males de los enamorados («¡Ved qué remedio dará, | el dolor o pena fuerte |
quien remedio a sí no da» [vv. 108-110]). Después del pregón,
un alférez tremola el pendón y se retira la comitiva. En
vista de que el dios de amor no puede dar solución a la
querella del poeta, este remite su queja directamente a
la dama («Contra vos muy humilmente | pongo mi acusación | en esta forma siguiente» [vv. 167-170]). Si hasta el
momento la corte del amor enamorado había seguido el
modelo de corte histórica (escribano, pregón, alférez, etc.),
la queja que el poeta hace a su amada continúa con esta
estructura, declarando «el tiempo en que le acusa», «quién
reinava en este tiempo» y añadiendo una lista de quejas.
además de los elementos trasgresores de la jerarquía tradicional de la poesía amatoria, en donde el dios ejercía poder
real sobre sus súbditos, la solicitud del enamorado supera
el pudor y distancia de los requerimientos de amores de
una solicitud tradicional, pues pareciera ser que en la petición final se hace explícita una obligación legal de la dama
a satisfacer sexualmente al poeta:
34. González Cuenca 2004, III, 427, vv. 81-90.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
291
Mas concluyo en este hecho,
pospuesta toda malicia,
que, según quiere el Derecho,
me hagáis de vos justicia
tal que quede satisfecho35.
aún con más explícitas intenciones sexuales que las
formuladas por el bachiller Ximénez pide «justicia» el yo
lírico en la Descomunión de amores del Comendador Ludueña36.
El «vicario Cupido», elegido por el Dios de amor «juez y
administrador | a todas las dinidades» (vv. 6-7), es enviado
a excomulgar a una dama que no corresponde en el amor.
El dios de amor insiste en la obligación de la dama de dar
el galardón al enamorado («que jamás no consintió | dar
alivio a sus dolores, | a lo tal siendo obligada»), para lo cual
le envía una carta en la que le da un plazo de seis días para
otorgar el galardón. Si ella incumple ordenará que «caiga
en la descomunión». además de la exigencia del galardón
físico, que por derecho tiene el poeta, la composición posee
un cierto tono desparpajado y de burla, dentro del género
de las maldiciones, pues el dios de amor augura a la dama unas
curiosas maldiciones en el caso de que esta no cumpla con
lo establecido: su gesto se torne «hoyoso», sus ojos se vuelvan
«chicos y somidos», sus dientes «juntos, menudos», la frente
«arrugada», la barba «luenga y aguda», los pechos «cobren
flojura y blandura»; también la condena a la torpeza y a la falta
de gracia; en fin, toda una suerte de defectos de un antiprototipo de dama. El miedo de la dama a este afeamiento ha
35. González Cuenca 2004, III, 435, vv. 276-280. La representación de un amor enamorado y vencido la encontramos también en
una pregunta de Juan de Torres a Juan de Padilla del Cancionero de Esúñiga
(ID 0143) en la que Padilla cuenta cómo se encontró a amor sentado
en un «lucillo», «triste, flaco y amarillo», porque en la «villa no fallaba
| quien acogerlo quería» y en cada recinto donde pedía morada era
rechazado, a lo que el poeta, compasivo, lo acoge y protege. La respuesta
de Padilla es un cómico reproche a Torres por haber tenido cerca al
debilitado amor y no haberle hecho daño, pues, según él, «quien a
lobos mató | lobos lo habían de comer».
36. ID 0886. Citamos de Rennert 1895, nº. 168.
292
JIMENA GAMBA CORRADINE
de ser tal que reconozca el deber de otorgar el galardón
(«hasta que con rabia diga: ‘No quiero ser enemiga | de
quien tantas debdas devo’» [vv. 130-132]).
antes de sacar algunas conclusiones generales sobre
este corpus de textos, cabría citar dos textos más que ejemplifican cómo la metáfora jurídica penetró otros géneros,
además de la poesía. Se trata, de una parte, de la novelita
en prosa y verso Quexa ante el Dios de amor del Comendador Escrivá y del Triunfo de amor de Juan de Flores37. La
primera es una pieza de «innegable teatralidad»38, en cuya
querella intervienen el auctor, amor, Corazón, un Nuncio
y hasta la propia dama. Inicialmente parece tratarse de un
tribunal serio, pero, como acertadamente apuntó Ravasini,
el juicio se tergiversa al final: «Il processo alla donna finisce
col trasformarsi in un processo contro l’amore che, proprio
nell’esercizio delle funzioni supreme di giudice, vede respinta
la propria autorità e messa a nudo la propia impotenza»
(2008, 87-88). En donde se reconoce la modificación de
roles que ya hemos visto en los poemitas anteriores. De otra
parte, el Triunfo de amor narra el proceso llevado a cabo
por los amantes muertos en contra del amor. La intriga se
extiende en ataques y defensas y en batallas alegóricas en
contra o en apoyo del amor. Se reproduce, entonces, también
aquí, el modelo del amor juzgado.
algunas
conclusiones
Hemos intentado rastrear los sintagmas
«corte de amor» y «cortes de amor» en los
principales cancioneros del siglo XV, así
como también algunos ejemplos de parodias jurídicas. Se
han podido establecer varios usos del sintagma. De una parte,
en poemas como la serie de Estrella Diana el uso del término
se manejó dentro del mismo campo semántico en el que se
inserta la expresión «corte de amor» en las prácticas y
37. Para la primera véase edición en Ravasini 2008 y para su relación con dos textos catalanes que incluyen cortes de amor Ravasini
2002. Edición del Triunfo de amor en Gargano 1981.
38. Para su interpretación como pieza teatral, véase Sirera 1989.
DEMANDAS, JUICIOS Y SENTENCIAS EN LA POESÍA DEL SIGLO XV
293
divertimentos cortesanos donde el dios de amor se presentaba como juez (como en la «Cour amoureuse» de Carlos VI
o en la justa de 1434). En textos como el de Santa Fe o Villasandino la «corte de amor» tiene el sentido de ‘servicio
amoroso’ o de lugar al que ‘ingresa’ el cortesano cuando se
enamora o cuando comienza a prestar un servicio amoroso.
Pero este uso se encuentra próximo al campo semántico del
juicio, como evidencia la presencia de un «juez» en el poema
de Santa Fe. En dos textos (Suero de Ribera y bachiller
Ximénez) encontramos la fórmula en plural («cortes») indicando, en ambos casos, la realización de cortes por parte del
amor al uso de las cortes históricas. En el bachiller Ximénez
las cortes son una plena parodia de las históricas, donde el
soberano, el amor, se presenta debilitado y despojado de su
poder. Finalmente hay una serie de textos que reproducen
el modelo de las cortes (quejas, decisiones, pregón, etc.) y
un número mayor que utilizan la «metáfora jurídica» sin
que su esquema se aproxime al de las cortes, por lo que la
parodia de las cortes históricas se presenta apenas como
un tipo de poema del grupo de las parodias jurídicas.
De otra parte, en los textos referidos no encontramos
una fórmula de juicio o cortes seria, al estilo de los textos
del mismo tipo de la tradición francesa como, por ejemplo,
los que se recogieron en el Jardin de Plaisance. Sino que se
trata, desde su origen, de una parodia quizás de modelos
extranjeros, donde quien debe ejercer la justicia, el amor,
carece de poder, de fuerza o de credibilidad. Se ha producido un fenómeno de humanización de la alegoría del amor,
de desacralización y hasta de burla: se presenta como un
dios cuyos juicios se rebaten (Manrique) o que no puede
juzgar por estar enamorado (bachiller Ximénez). No se trata,
necesariamente, de que el poder del amor, como sentimiento,
deje de tener efectos en los yoes líricos de los poemas, pues
se sigue reproduciendo el modelo tradicional del sufrimiento
amoroso que domeña al enamorado. Sin embargo, algo ha
cambiado en la forma de expresar ese sentimiento amoroso.
En términos formales, podría decirse que la alegoría, entendida en el sentido más tradicional, como algo que es representación de otra cosa, se ha transformado: el dios del amor
294
JIMENA GAMBA CORRADINE
no representa en estos textos el poder férreo del sentimiento
amoroso, sino que se ha alejado del modelo alegórico y se
ha acercado al modelo dramático. Según esta perspectiva,
en todas estas piececillas reseñadas se estaría gestando una
tradición de tipo más bien dramático que dará frutos como
el Diálogo entre el Viejo, el amor y la Mujer hermosa o la Quexa del
Comendador Escrivá y que influirá en la personificación
del amor de las Églogas de Juan del Encina.
Finalmente, hay que considerar también que la tradición de las cortes de amor (en este caso, siempre en plural)
continúa en el XVI: será recreada burlescamente en el Concilio de galanes y cortesanos de bartolomé Torres Naharro o en
Los poemas Visita de amor y Residencia de amor de Gregorio Silvestre y con cierto tono moralizador en las Cortes de
casto amor atribuidas a Luis Hurtado de Toledo, y conserva,
como se puede ver en Silvestre, un fuerte componente dramático. Pero esto es ya materia de otros contextos que abordaremos en otra oportunidad.
VIII
EL DIÁLOGO DE SaNTa CaTaLINa
DE SIENa EN UNa bIbLIOTECa
NObILIaRIa CaSTELLaNa
DEL SIGLO XV
G
aRTURO JIMÉNEZ MORENO
RaCIaS a La DIFUSIóN IMPRESa DE SU
vida y sus obras, Catalina de Siena ejerció una notable
influencia en la espiritualidad española del siglo
XVI al convertirse en modelo de vida contemplativa basada
en la imitación de Cristo. En esta difusión tuvo mucho que
ver la labor emprendida por el cardenal Cisneros al mandar
traducir e imprimir tanto la vida como parte de la obra de la
santa italiana. Sin embargo, como ocurrió en otras partes de
Europa, la figura de santa Catalina fue conocida y venerada
en la Península antes de la intervención de Cisneros y, de
hecho, tuvo que formarse un clima previo favorable a la recepción de su figura. Me propongo reconstruir un posible foco
cateriniano que acogió y acomodó la figura de la santa en
tierras castellanas unos veinte años antes de Cisneros a partir
de la presencia de su Diálogo en una biblioteca nobiliaria.
Sabemos que desde su misma muerte en 1380 se valoró
en la futura santa Catalina su vida virtuosa, sus arrebatos
místicos y su legado escrito. Fue su propio confesor, el fraile
predicador Raimundo de Capua, el primero en emprender
295
296
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
el culto a la beata Catalina al elaborar una primera biografía en latín, conocida como Legenda maior. Poco después, otro
dominico, fray Tommaso di antonio di Senis, conocido
como Caffarini, redacta una versión abreviada conocida
como Legenda minor. Junto al olor de santidad o al culto a
sus reliquias, ambas biografías circularon primero por Siena
y Venecia, después por el resto de Italia y de Europa. El
esfuerzo de la Orden de predicadores y de las autoridades
civiles de Siena contribuyó a que Catalina fuera canonizada
en 1461 por el también senense Pío II (Parsons 2008, 1525). El culto por la nueva santa siguió extendiéndose gracias
a las versiones impresas de su vida y de su obra, no ya solo
en el original italiano sino también en versiones latinas, que
se sucedieron durante las dos últimas décadas del siglo (Hain
1826-38, nn. 4687-4701). La influencia de Catalina de Siena
en la Península Ibérica en el siglo XV y principios del XVI1.
Por lo que respecta a la Península Ibérica, la influencia
de santa Catalina llegó más tarde que a otras partes de Europa
debido, quizá, al apoyo que los reinos peninsulares prestaron al papado de aviñón en el Cisma frente a la postura
prorromana que había defendido Catalina. Hoy quedan pocas
dudas de que el primer foco vinculado a la santa surge en
la Corona de aragón, especialmente en la ciudad de Valencia (Huerga 1968, 167-176). así lo atestiguan datos como
la fundación del convento de santa Catalina en Valencia en
1491 con el apoyo de la reina Isabel, la inclusión de su biografía en una versión catalana del Flos sanctorum (barcelona,
1494), la publicación de algunas traducciones al catalán de
su Vida en 1499 y en 1511, o la celebración, también en
1511, de un Certamen en llaor de santa Caterina de Siena (Casas
2007; arronis 2010, 521). Sin embargo, algunos trabajos
recientes muestran que la circulación manuscrita de la Vida
de santa Catalina en catalán empezó unas décadas antes. así,
un inventario de 1457 demuestra que la reina María, esposa
de alfonso el Magnánimo, tenía una Llegenda de santa Caterina
1. Una síntesis con bibliografía sobre la vida y el culto a santa
Catalina, así como la suerte de sus obras, puede verse en Salvador y
Conde 2007.
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
297
de Siena (Casas 2007; arronis & García Sempere 2008). Igualmente, el manuscrito 8214 de la biblioteca Nacional de
Madrid contiene una copia manuscrita en catalán de la Vida,
distinta a la que poseía la reina María, que, por el análisis
de las filigranas de papel y de ciertos rasgos lingüísticos, se
ha datado hacia mediados del siglo XV (arronis 2010, 523).
ambos testimonios prueban que la devoción por la santa
empezó en el levante peninsular mucho antes del cambio de
siglo, debido, probablemente, al estrecho contacto que la
Corona de aragón mantuvo con Italia desde la conquista
de Nápoles en 1443. El modelo de espiritualidad basado
en la imitación de Cristo que representaba santa Catalina y
que se consolida en España a principios del siglo XVI, en
amalgama de corrientes espirituales afines, tanto en ámbitos
eclesiásticos como nobiliarios, ya se vino gestando en la
Corona de aragón a lo largo de las décadas anteriores2.
En Castilla hay que esperar al siglo XVI para encontrar
una influencia espiritual, literaria y hasta bibliográfica de la
santa senense gracias a la iniciativa del cardenal Cisneros3.
al margen de su posible vinculación con el movimiento
alumbrado, negado por beltrán de Heredia (1972, 447-461),
en Castilla santa Catalina también se había convertido en un
referente de la nueva espiritualidad basada en la oración
mental y en la contemplación de la Pasión de Cristo. Lo
comprobamos en un par de piezas del Cancionero General
compilado por Hernando del Castillo (Valencia, 1511). La
2. «Tanmateix, tingueren una acollida extraordinària a les nostres
terres a partir de la segona meitat del segle XV, de tal manera que la seva
obra i especialment la seva biografia hi van arrelar i van exercir una
profunda influència espiritual i àdhuc política; sens dubte gaudiren d’un
gran atractiu, tant en l’àmbit eclesiàstic com en la societat laica, des de
l’alta noblesa i la clerecia fins al poble senzill» (Casas 2007, 92).
3. El cardenal toledano impulsa traducciones y ediciones de obras
relacionadas con el ideal contemplativo como los Diálogos de san Gregorio (Sevilla, 1514), las Meditaciones, soliloquio y manual atribuido a san
agustín (Valladolid, 1511 y 1515), el Tratado de la vida spiritual de
san Vicente Ferrer (Toledo, 1510) o la Obra de las epístolas y oraciones
de santa Catalina de Siena (alcalá, 1512). Véase Sáinz Rodríguez
1979 y bataillon 1998, 44-51.
298
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
primera es una canción de Ginés de Cañizares (ID 6060),
y la segunda, una glosa de alonso de Proaza4 a la canción
anterior (ID 6061). ambas composiciones –pero especialmente la glosa– nos presentan los rasgos característicos de
la santa: sus virtudes («y diosse vos este don | engastado
en humildad | obediencia y castidad»), su capacidad para la
contemplación («Do siempre contemplación | eleuado el
pensamiento | fue vuestro contentamiento»), su condición
de esposa de Cristo («Uuestro esposo rey de aquí | despinas dura muy fiera | su corona os pusiera») y, en calidad de
esposa, el mismo padecimiento de su Pasión («assi vos del
vuestro amado | trasformada toda enel | el dolor fiero cruel
| ‘De sus manos pies costados’ | sentiste junto con el»)5.
Por otro lado, conocemos un círculo cateriniano en
Castilla que florece en los primeros años del quinientos. Se
trata de un grupo de frailes dominicos, religiosas y otras
mujeres tanto consagradas como laicas que surge en Piedrahíta en torno a la beata sor María de Santo Domingo, que
vivió un tiempo en el convento de Santa Catalina de la
localidad abulense6. De hecho, en Piedrahíta existía también
un convento dominicano que se vuelca en la defensa de
sor María ante el proceso abierto contra ella en 1509 y que
termina resolviendo el mismo Cisneros a favor de la beata
(Lunas almeida 1930). a este círculo perteneció el primer
4. Conviene tener en cuenta, por un lado, la relación de Proaza
con el lulismo valenciano –movimiento que a principios del siglo XVI,
como ocurre con santa Catalina, se vincula con el iluminismo (asensio
2000, 78)– y, por otro, su estrecha relación con el cardenal Cisneros
(Canet 1997, 45-46; Pardo Pastor 2000).
5. Cito por Dutton 1991, V, 138-139; analiza esta composición
Laskaris 2001, 309-334.
6. Véase beltrán de Heredia 1972, 524-531; bataillon 1998, 6970; asensio 2000, 78; Carvalho 2007, 23; y, sobre todo, ahora la magnífica monografía sobre sor María de Sanmartín bastida 2012. No deja
de resultar paradójico que varias décadas más tarde Diego Pérez de
Valdivia en su aviso de gente recogida (1585) tenga que recomendar,
entre «otros libros de este tono», la lectura de santa Catalina como guía
espiritual para atajar la excesiva libertad con que llegaron a vivir las
beatas durante el siglo XVI (Cátedra & Rojo 2004, 83-85).
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
299
traductor del latín al castellano de la biografía y, quizá
también, de las epístolas de santa Catalina, fray antonio de
la Peña7. además de frailes, monjas y beatas, a este círculo
también se arrimaron algunas damas de la nobleza local. así,
en el proceso contra la beata se le acusa de vestir ciertas
prendas vistosas –sombreretes y sayas de grana– o piedras
preciosas, pero alguno de los testigos favorables a sor María,
como fray Diego de Vitoria, testifican que esas prendas
pertenecían a ciertas damas nobles que las prestaban a la
beata para que las llevara puestas durante alguno de sus
éxtasis8, lo que dejaría clara la familiaridad espiritual entre
la visionaria abulense y ciertas damas nobles.
Como hemos venido sugiriendo, este fervor cateriniano
que surge en la década primera del siglo XVI, tanto en aragón
como en Castilla, no hubiera sido posible sin la existencia
de un previo clima receptivo a toda esta literatura mística y,
en concreto, también a la vida y la obra de la santa italiana9,
y ello especialmente en el ámbito de la nobleza femenina.
Un cenáculo religioso
en Plasencia
hacia 1470-1480
Tenemos noticia de que no muy
lejos de Piedrahíta pudo existir
otro cenáculo religioso (Jiménez
Moreno 2012). Como el de la
localidad abulense, se trataría de un círculo con una fuerte
7. Raimundo de Capua, Vida de santa Catalina de Siena (alcalá:
arnao Guillén de brocar, 1511; con dos ediciones, el 27 de marzo y
el 26 de junio); Santa Catalina de Siena, Obra de las epístolas y oraciones
(alcalá: arnao Guillén de brocar, 1512). Véase Cátedra 1996, 72-73.
8. «y que si otras veces se colocaba corales obedecía a que algunas
señoras se los daban para que los llevara y se los devolviera después
de haber sufrido en rapto, con ellos puestos, los dolores de la pasión
de Cristo, durante cuyos raptos decía cosas verdaderamente maravillosas» (Lunas almeida 1930, 176); el testimonio de fray Diego de
San Pedro también abunda en la misma defensa (ibídem, 179). Véase
ahora Sanmartín bastida 2012, 329-332.
9. El mismo bataillon reconoce que «la imprenta viene a poner
al alcance de todos lo que desde hacía medio siglo era privilegio de
una porción selecta de letrados y grandes señores» (bataillon 1998, 49).
300
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
presencia femenina y también bajo inspiración dominica. Nos
referimos al formado alrededor de doña Leonor Pimentel,
señora de Plasencia y béjar, que congrega en torno a su palacio
placentino y a la iglesia y convento de San Vicente Ferrer,
fundados y dotados por ella y su marido, un grupo dedicado
a la lectura y a la práctica de la oración metódica y de la contemplación. además de ella misma, componían este cenáculo
algunas de sus familiares, como su propia hija María, damas
de Plasencia e incluso alguna beata como una tal Juana Gudiel,
criada de la condesa y favorecida tanto en el testamento de
Leonor como en los posteriores repartos de bienes10. Este
círculo debió de florecer hacia los años setenta y ochenta del
siglo XV o, al menos, hasta la muerte de doña Leonor en 1486.
Conocemos la relevancia histórica de doña Leonor
Pimentel durante los reinados de Enrique IV e Isabel I. Tanto
las crónicas como otros textos históricos contemporáneos se
han encargado de trasmitirnos la imagen de una mujer fuerte,
con ambición y capacidad de influencia política tanto dentro
de su propia familia –los Stúñiga o Zúñiga– como fuera de
ella (Lora Serrano 2008, 1599-1602). Sin embargo, todavía
queda por desvelar la vida privada de doña Leonor y, concretamente, la naturaleza y el alcance de su religiosidad11.
10. a Juana Gudiel van a parar los ornamentos de la capilla según
establece la duquesa en su testamento: «Otrosí dixo que por quanto su
señoría ovo dado e dio cargo de su capilla al canónigo Juan de Gata,
su criado, e todas las cosas della, assí ornamentos como cruzes, cáliçes
e otros vasos y ornamentos de plata e cosas de seda e lienços segúnd
es notorio, el qual le dio de todo ello buena cuenta y razón e después
él lo dio y entregó a Juana Gudiel, beata criada de su señoría, por su
mandado que desde agora dava e dio por libre e quito al dicho canónigo» (aHN, Nobleza. Osuna, c. 217, d. 21, fol. 598v). Más adelante,
doña Leonor favorece económicamente a las iglesias y monasterios que
están bajo su jurisdicción, entre ellos «la casa de las beatas de la Madalena que es cerca de Xaraýz para la obra y reparo della mill maravedís»
(loc. cit., f. 602v). La presencia de beatas en Plasencia se remonta varias
décadas atrás, a los tiempos del obispo Gonzalo de Zúñiga, que favoreció a las beatas de san Ildefonso (Sánchez Lora 1959-62, 40-41).
11. Sobre su papel político de mujer fuerte y su influencia política,
véase Cátedra 2003. actualmente estoy ultimando un trabajo sobre la
figura de doña Leonor Pimentel para Papers of the Medieval Hispanic
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
301
ante todo hay que destacar la estrecha relación de doña
Leonor con la orden de predicadores, a la que llama «nuestra
orden»12: no solo funda y dota la iglesia y el convento de
San Vicente Ferrer en Plasencia13, sino que además dominicos son algunos de su confesores y consejeros como fray
Juan López, fray alonso Maldonado y, al final de su vida,
fray antón de Nieva14. Precisamente en la misma carta de
donación del convento, fechada en 1484, la duquesa de
Plasencia manda a alonso Maldonado que en la puerta principal se pongan, entre otras, una imagen de santa Catalina
de Siena15. Es decir, poco más de veinte años después de
Research Seminar del Department of Hispanic Studies en Queen Mary
and Westfield College.
12. así se lee en la carta de doña Leonor donando a los dominicos el convento de san Vicente Ferrer: «Por quanto yo la Duquesa
doña Leonor Pimentel Duquesa de la Çibdad de Plazançia movida con
fervor de devoción que siempre a la Orden de nro. Padre Santo
Domingo tuve […] asi mesmo porque en esta nuestra orden ha avido,
e ay tan diferentes e distintos modos de vivir […] quise con vos
declarar mi deseo çerca del estado e forma en que el dicho mi monesterio avía de quedar» (Palomo Iglesias 1975, 9 & 10).
13. No creo que, en este contexto espiritual, sea irrelevante la pertenencia de este convento a la Congregación de la Observancia desde
1492 (Hoyos 1966, 99).
14. Juan López fue no solo el confesor y director espiritual –y, en
cierto modo, político– sino también el autor de varias obras escritas
para la dama (Jiménez Moreno 2002). alonso Maldonado fue el encargado de la construcción de la Iglesia y el convento de san Vicente. Fray
antón de Nieva aparece en el testamento de doña Leonor no solo
como confesor sino también con el encargo especial de que velara
por el cumplimiento de sus mandas: «Que todo esto lo hagan y ordenen
[se refiere a los ejecutores de su testamento] con acuerdo e consejo
del reverendo padre fray antón de Nieva de la orden de los pedricadores, maestro en santa Theología, su confessor» (aHN, Nobleza,
Osuna, c. 217, d. 21, fol. 595v).
15. «Item que la puerta principal de la dicha iglesia sea suntuosa
de ricos follajes e molduras, en la cual se pongan estas quatro imágenes de bulto, conviene a saber sant Pedro Martir, santo Thomas , santa
Catalina de Sena, e san Gil, frayres santos de nra. Orden» (Palomo Iglesias 1975, 11). No hay rastro de estas imágenes en la actualidad.
Desde algunos años antes, en aldeanueva de la Vera, que pertenecía
al señorío de Plasencia, ya existía un pequeño convento de santa
302
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
su canonización, la santa italiana era ya una figura de devoción en Plasencia y en el ámbito de su señora, quien, sin
duda, fue un referente fundamental a la hora de la configuración de una suerte de poder femenino que se coronará con
la reina Católica, que tantas cosas en común tiene con doña
Leonor, entre ellas un contexto espiritual que vemos presente
también en otros centros de espiritualidad femenina16.
El «Diálogo» en la
biblioteca de los
Condes de Plasencia
En la documentación relativa al linaje
de los Zúñiga existe una entrega de
los bienes que dejó la duquesa doña
Leonor al morir, y que, como es
habitual en este tipo de escritos, en la mayoría de sus asientos anota el destinatario y la fecha de entrega17. En este caso
Catalina de Siena donde se habían recogido algunos caballeros a los
que se les conocía como los «beatos» (Fernández 1627, 146). Precisamente, en aldeanueva circuló en tiempos de Cisneros el «libro toscano
de las epístolas» que no era otro que la Obra de las epístolas y oraciones
de la bienanveturada virgen sancta Catherina de Sena (alcalá: arnao Guillén
de brocar, 1512), según Carvalho (2007, 23).
16. En el Libro de devociones y oficios confeccionado por sor Constanza de Castilla antes de 1478 para las monjas del convento dominico de santo Domingo el Real en Madrid encontramos una oración
donde se invoca a santa Catalina como ejemplo de la intervención
misericordiosa de Cristo: «Señor, humillmente suplico a ti, que de los
pecadores fazes justos, te plega alinpiar et justificarme commo tú sabes
a mí es neçesario segunt mis graves e muchos errores e la grandeza de
mi maldat, e la grant frialdat et apartamiento de tu memoria que en mí
es, commo obraste en sancta Catalina de Sena» (Wilkins 1998, 7).
17. Este dato se desprende del epígrafe inicial escrito por la misma
mano que el resto del documento: «Las cosas que Martín Ruyz de
Medina dio y entregó por mandado del duque mi señor que aya gloria
e del duque e duquesa mis señores que agora son de las que resçibió
de Vernal Pérez de bonilla en el año de MCCCCLXXXVII años que
son del ynbentario que se hizo al tiempo del fallesçimiento de la duquesa
mi señora que aya gloria. Son las que adelante dira en esta guisa» (aHN,
Nobleza, Osuna, c. 218, d. 16, nuestra cita en fol. 1r). además de
este, hemos manejado otros documentos complementarios en el mismo
lugar, especialmente c. 217, d. 82-88, en donde se repiten algunos datos
del documento anterior.
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
303
las fechas van de 1487 –cuando se inicia el reparto– hasta
1494. Entre otras partidas de bienes, se consignan unos
«libros en latín y romance», entre los que figura el siguiente
asiento:
Que dio el dicho mayordomo [Martín Ruiz de Medina] a la
duquesa, mi señora, un libro de sermones de santa Catalina,
el qual el dicho mayordomo avía dado alonso Fernández,
capellán, prestado; y el dicho alonso Hernández le dio a su
señoría en presençia de Pedro de Medina [fol. 24r]18.
algo más concisa es esta segunda referencia que aparece
en un documento posterior:
Su señoría dize que dio un libro de sermones de santa Catalina, el qual tenía alonso Fernández, capellán, que se lo avía
dado el mayordomo19.
Conviene contextualizar esta mención a una obra de
santa Catalina dentro de la relación de libros: aparece junto
a piezas como los Evangelios moralizados de fray Juan López
de Salamanca, un libro de la Conversión de san Pablo o los
Soliloquios atribuidos a san agustín. Estos libros evidencian
una tendencia a la oración metódica y a la meditación a partir
de la lectio. a estas obras hay que unir otra que, aunque silenciada en este y otros documentos manejados, sabemos que
18. La duquesa que se cita en el asiento es doña María de Zúñiga,
una de las hijas de doña Leonor Pimentel, casada con su tío Álvaro
de Zúñiga el segundo, que había heredado el título debido a la temprana
muerte de su padre Pedro de Zúñiga, primogénito de don Álvaro de
Zúñiga I y su primera esposa, doña Leonor Manrique. así, pues, los
nuevos duques se quedan con los bienes que no habían sido destinados para saldar deudas o legados a otro miembro de la familia. Muchos
libros pasan a manos de doña María, que imitó a su madre en prácticas devotas y obras religiosas como la fundación del convento de san
agustín en Salamanca (Viñas 1989, 385-386).
19. aHN, Nobleza, Osuna, c. 217, d. 86, fol. 4v. En el asiento anterior también aparece otra obra: «a la duquesa mi señora dize que dio
Francisco Álvarez un libro de evangelios moralizados en el año de
LXXXVII».
304
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
fue escrita para doña Leonor y leída tanto por ella como por
el cenáculo femenino formado a su alrededor. Se trata del
Libro de las historias de Nuestra Señora, confeccionado también
por Juan López para fomentar la devoción mariana de
Leonor, donde se recomienda la oración metódica basada
en la lectura:
Escogerás tienpo en que leas e horas çiertas en que contenples lo que leýste, e momentos señala en que fagas lo que estudiaste. abre tus libros, conpón tus estudios. Tu oraçión sea
devota e cabo de lecçión. E tu lecçión sea intenta e cabo de
tu oraçión; sea reposo de tu oraçión la lecçión; e de la lecçión
sea descanso tu oración20.
Vengamos ahora al libro de santa Catalina que tuvieron, sucesivamente, doña Leonor Pimentel, uno de sus capellanes y doña María de Zúñiga. aunque los datos que nos
aporta el documento no son muchos, podemos extraer
algunas conclusiones. Se trata, en primer lugar, de un volumen
manuscrito porque, de las casi cuarenta piezas apuntadas
en el documento, solo se indica su carácter impreso, «de
molde», de unos Proverbios de Séneca (acaso Zamora: antón
de Centenera, 1482 [Haebler 1903, nº. 616]). además, aunque
el volumen pertenecía a doña Leonor, en el momento de
su muerte, debía de estar prestado a uno de sus capellanes,
alonso Fernández. Quizá por su doble uso –religioso y
laico–, tanto esta obra como otras diez más –libros de meditación y de capilla, en su mayoría– no aparecen en un inventario de bienes de la dama fechado en 146821. El asiento
describe el proceso por el cual el mayordomo Martín Ruiz
20. Jiménez Moreno 2009, 42. Esta obra en la que conversan la
propia condesa con la Virgen junto a la de santa Catalina –posiblemente, como veremos, su Diálogo– y a los Soliloquios atribuidos a san
agustín evidencian una tendencia al molde dialogado entre los libros
de doña Leonor.
21. aHN, Osuna, c. 216, d. 31. Este inventario ha sido analizado
por Ladero Quesada & Quintanilla Raso 1981, 49-50; Lawrance (1985,
83-84) lo data en 1494; ofrezco una transcripción en Jiménez Moreno
2004, 34-40.
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
305
recupera la pieza prestada y la entrega a su propietaria legítima, la nueva duquesa doña María de Zúñiga. La fecha de
entrega del libro no aparece en el asiento que nos interesa
ni tampoco en el siguiente, pero sí en los asientos anteriores22 –que siguen un orden cronológico: 1487, 1488, 1489,
1490, 1492– o en el último que lleva la fecha, otra vez, de
1487. Poco importa, sin embargo, el año concreto del asiento
cuando sabemos que el libro había pertenecido a la duquesa
doña Leonor, es decir, que podemos datarlo, al menos, antes
de su muerte en 1486.
Un problema diferente es averiguar qué obra de santa
Catalina se esconde tras la denominación de sermones. aunque
no se puede descartar que se trate de alguna copia manuscrita de uno o varios sermones predicados para la fiesta de
la santa, como sostiene beceiro Pita (2007, 567), sin embargo
el empleo de la expresión «libro de sermones» parece apuntar
más a un códice encuadernado y de una cierta extensión.
El mismo escribano utiliza otros términos como «quaderno»
para referirse a piezas de menor extensión que no llevarían
cobertura, verbigracia, «un quaderno de pergamino de canto
de órgano», o simplemente piezas sin encuadernar. Más significativo para nuestro propósito es la descripción de otro
asiento que contiene una sola pieza homilética: «Un libro
pequeño de cobeturas moradas con diez vollonçitos en
que está un sermón que declara qué sinifica la paysón e resurreçión». Creo que si el asiento que ahora nos interesa
estuviera apuntando algún sermón para la fiesta de santa
Catalina, el escribano hubiera empleado alguna fórmula con
diminituvo, como cuando consigna «un librito de pergamino
syn cobeturas que es confesyonario de la duquesa». Parece,
pues, que estamos ante una obra de Catalina y no sobre ella.
22. Nos referimos solamente a los once primeros asientos que
aparecen formando un lote de libros separado de los demás. El resto
de libros –que también aparecen juntos en el inventario de bienes que
acabo de citar– se apuntan a continuación, pero encabezados por un
epígrafe único fechado en 1494 y agrupados por una línea continua
vertical en el margen izquierdo, que viene a indicar que esos libros
fueron entregados al camarero Sancho de Perero.
306
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
así, se abren dos posibilidades: o bajo ese título se esconde
alguna de las obras conocidas de santa Catalina, como veremos
más abajo, o se trata de un volumen con alguna versión en
castellano de las pláticas de la santa. Los casos de místicas y
visionarias que dictaban explicaciones en forma homilética
no son infrecuentes a fines de siglo XV y primeras decenios
del XVI, como I Sermoni de Caterina Vigri o Catalina de bolonia
(Caterina 1999) o, en España, el Conhorte de sor Juana de la
Cruz (García de andrés 1999). Es más, uno de los ingredientes habituales en los textos que recogen las experiencias místicas femeninas era la representación o performance del discurso
oral, sea en forma de sermón o de lectura en voz alta, como
se ha estudiado en el caso de sor María de Santo Domingo
(Sanmartín bastida 2012, 382-397). En el caso de Catalina de
Siena no podemos descartar que explicaciones orales entendidas como sermones pudieron circular de forma manuscrita
en ámbitos conventuales o, como sería el caso, entre mujeres
seglares que, conducidas por frailes dominicos, querían enriquecer sus prácticas religiosas con la lectura en voz alta –quizá
con algún tipo de representación– de textos espirituales.
No se conoce ninguna traducción al castellano de las
obras de santa Catalina antes de las de fray antonio de la
Peña en 1511 y 1512. Existen ediciones tempranas en el
original italiano del Diálogo della divina providentia o Libro
della divina dottrina 23. Posteriormente, circuló impresa por
toda Europa, y también por la Península Ibérica, la versión
en latín, traducida por fray Raimundo de Capua24. Es en la
23. Vease Gesamkatalog der Wiegendrucke (GW), 6223 (bologna:
baldassare azzoguidi, h. 1475) y GW 6224 (Nápoles: Werner Raptor,
1478). En la biblioteca Nacional de Madrid, Inc. 290, se conserva
una edición algo posterior también en italiano (GW 6225; Venecia:
Matteo Capcasa a instancia de Lucantonio Giunta, 1494).
24. GW 6226 (brescia: bernardinus Misinta, 1496). De esta edición
existen ejemplares repartidos por muchas bibliotecas españolas: bNM,
Inc. 997; biblioteca de la Universidad de barcelona, Inc. 146; Sevilla
bU, a 335/010(1); Real biblioteca de El Escorial; biblioteca Universitaria de La Laguna, biblioteca Pública de Palma de Mallorca; biblioteca Universitaria de Salamanca; biblioteca Pública de Tarragona;
archivo y biblioteca de la Catedral de Toledo, etc.
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
307
versión latina donde, tras la epístola preliminar, leemos la
siguiente rúbrica inicial:
Incipit liber doctrine date per personam eterni patris intellectui loquantis admirabilis et alme virginis chaterine de
senis yhesu Christi sponse fidelissime sibi sub habitu beati
dominici famulantis conscriptus dictante ipsa vulgari sermone
dum esset in extasi sine raptu […] [Sevilla, bU, a 335/010
(1), fol. sign. b.i.r; la cursiva es mía].
Es más que posible que el escribano encargado de redactar el documento en el que hemos encontrado la mención
a los «sermones» de santa Catalina no fuera muy capaz en
la lengua latina y copiara de una rúbrica parecida a la del
impreso lo que entendió que podía ser el título de la obra
que tenía entre manos. Sin embargo, dada la fecha en la
que se debió de redactar el documento, lo más seguro es
que se tratara, no de un texto de molde, sino de alguna copia
manuscrita25. Por otro lado, aunque el volumen perteneciera
a doña Leonor, es lógico que estuviera en poder de uno de
los capellanes, puesto que la duquesa no entendía el latín26.
De hecho, una de las disposiciones de Leonor Pimentel era
25. Es posible que la familia Zúñiga dispusiera de algún escribano a su servicio puesto que de los Evangelios moralizados se citan distintas copias en el mismo documento. En un inventario de 1533 de los
libros de la Catedral de Salamanca aparecen guardados en un mismo
banco varias obras –entre ellas las de Juan López– que coinciden con
las que se habían apuntado en la biblioteca particular de los condes
de Plasencia. Si bien allí no aparece ni rastro de la obra de Catalina de
Siena, en otro banco de la biblioteca catedralicia aparece un ítem
cuyo título e íncipit coinciden con el Diálogo: «Dialogus beatae Katerinae. Com. Inter vitia. acaba Dialogus» (Marcos 1961, 304). Sin embargo,
lo más probable es que se trate de dos volúmenes distintos, puesto que
este íncipit remite a alguna de las versiones impresas.
26. alguna obra escrita expresamente para ella está solo en romance
–estoy pensando otra vez en el Libro de las historias de Nuestra Señora–;
además, salvo las piezas litúrgicas, el resto de sus libros también estaban
escritos en romance castellano. Resulta curioso que la única obra escrita
en otra lengua –aparte del latín de los libros litúrgicos– sea un «libro
de los miraglos de letra portuguesa» que tenía en su cámara don Álvaro
I en 1487 y que el camarero entrega al nuevo duque don Álvaro II.
308
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
comprar los libros necesarios para dotar al convento de
san Vicente de una «librería complida»27.
además, en un inventario de bienes de los II duques
de Plasencia, María de Zúñiga y Álvaro de Zúñiga, volvemos a encontrar esta misma pieza (aHN, Nobleza, Osuna,
c. 222, d. 52). María de Zúñiga, hija de Leonor y de Álvaro I
de Zúñiga, contrajo matrimonio con su propio sobrino
por parte de padre, Álvaro II, quien, tras no pocas disputas con otros miembros de su familia, hereda el mayorazgo
y el título del linaje. Por su parte, María de Zúñiga hereda
algunos libros que habían pertenecido a su madre, especialmente libros de devoción y espiritualidad como el de
santa Catalina. El caso es que María debió de continuar
con la inclinación hacia las lecturas religiosas porque en su
biblioteca encontramos dos obras más de la santa senense:
Otro libro de las Epístolas de santa Catalina de Sena; estaba
con ellas una caxa en que avía dos pares de guantes e dos
paños de cabeça de olanda (fol. 33v).
Otro libro Sermón de santa Catalina (fol. 34v).
Otro la Vida de santa Catalina de Sena (fol. 34v).
Que la segunda pieza es la misma que aparecía entre los
bienes de su madre lo confirma el hecho de ir junto a otras
que también aparecían allí, como los Evangelios moralizados
o un Libro de los temores e miedos. Pero, además, el escribano
del inventario distinguió claramente el título de las Epístolas
y la Vida, probablemente porque se tratara de las traducciones castellanas impresas por Cisneros. Sin embargo,
aunque parece que revisó el manuscrito heredado de la
I duquesa de Plasencia, tampoco dio con el título, de ahí
que decidiera el título en singular: sermón.
Volvamos al cenáculo religioso que surge en Plasencia
en torno a doña Leonor Pimentel y bajo la inspiración de
los frailes predicadores. y volvamos también a las corrientes
27. Palomo Iglesias 1975, 12. Un interés parecido expresa también
la duquesa en su testamento: «Que el dicho monesterio fuesse ayudado
e aprovechado para los dichos libros e ornamentos e cosas necesarias
para el servicio dél» (aHN, Nobleza, Osuna, c. 217, d. 21, fol. 606v).
EL «DIÁLOGO» DE CATALINA DE SIENA EN ESPAÑA
309
de espiritualidad –a esas «aguas venidas de otros manantiales», que decía Eugenio asensio (2000, 35)– que van brotando
en Castilla, sobre todo a partir de la llegada al trono de Isabel
I, y que, confluyendo después con el erasmismo, acabaron
por remover la espiritualidad castellana en la primera mitad
del siglo XVI. Si, como señala Marcel bataillon (1998, 1-71),
Cisneros impulsa la traducción y difusión de textos que
fomentaban una vivencia más íntima de la fe cristiana,
asensio arrima no pocos títulos y autores que, arraigados
en la tradición franciscana, fomentan, entre otros rasgos, la
oración mental o la contemplación (asensio 2000, 75-96).
Por su parte, Melquiades andrés apunta también al convento
observante de san Gregorio en Valladolid como foco de
varias corrientes de renovación espiritual tanto de raíz medieval como moderna28.
Precisamente este impulso renovador ya había brotado
en Castilla a partir de la reforma observante que se va extendiendo a lo largo del siglo XV, especialmente en conventos
de clarisas, tanto antiguos como de nueva fundación29. Pero
si este contexto reformador es importante, lo es aun más la
estrecha vinculación de la nobleza castellana no solo en
la fundación y dotación de estos conventos sino también
en sus hábitos religiosos y culturales, como ha expresado
Cátedra30.
28. «allí se encontraron en feliz confluencia la ascética tradicional, la humanista, la afectiva, la erasmista y la de la oración metódica
[…] En el primero [se refiere al convento de san Gregorio] se vivió
con intensidad el humanismo, el savonarolismo, el erasmismo y la espiritualidad afectiva» (andrés 1976, 130 y 131).
29. Entre ellos, Santa María de la bretonera en belorado, el
convento de la Visitación en Madrid o los de Santa Clara en Calabazanos, Cuéllar o astudillo (Cátedra 2005, 40-45).
30. «Fines políticos, espirituales y socio-económicos como los aludidos más arriba son evidentes en la responsabilidad que la nobleza
adquirió con respecto a las fundaciones nuevas y viejas y, en cierto
modo, en los movimientos de patronazgo y cambios estructurales de
estos conventos, según las circunstancias políticas y las nuevas dependencias de las ciudades o villas donde estaban enclavados» (Cátedra
2005, 43).
310
ARTURO JIMÉNEZ MORENO
Pienso que en la Plasencia de tiempos de doña Leonor
Pimentel se dan unas circunstancias parecidas para que se
gestara un modesto intento de renovación espiritual o, quizá,
de renovación litúrgica, favorecido tanto por la fundación
del convento observante de San Vicente Ferrer en tanto que
centro de estudios, como por la iniciativa personal de la
duquesa.
Conclusión
En otro lugar he analizado las prácticas de
lectura de Leonor Pimentel y su círculo a
partir del testimonio del Libro de las historias
de Nuestra Señora (Jiménez Moreno 2012). allí intentaba
mostrar cómo, además de una lectura individual, se produjo
una lectura en común con algunas damas de su palacio de
libros de espiritualidad. No podemos descartar que esos
sermones de santa Catalina fueran, en realidad, alguna versión
manuscrita en romance de sus pláticas, destinada a ser leída
en voz alta para doña Leonor y su círculo femenino, pero
carecemos de pruebas concretas. Creemos que se trata de
alguna copia manuscrita de la traducción latina del Diálogo
de la santa italiana, encargada por la condesa para que
fuera aprovechado por sus capellanes o por los frailes del
convento. En cualquiera de los dos casos, la presencia de
esta y otras obras junto a otros datos relativos a las prácticas de lectura y oración que se fomentaban en el círculo de
la Duquesa de Plasencia hacia los años setenta y ochenta del
siglo XV bajo la inspiración de la orden de predicadores
nos permite concluir que la devoción a santa Catalina de
Siena en Castilla y, lo que es más importante, su influencia
espiritual había brotado unos veinte años antes de la plantación del cardenal Cisneros.
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1627-1641.
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Álvarez Gato, Juan 289n
Álvarez Palenzuela, Vicente
Ángel 311, 97n, 98n
ambrosio de Milán, santo
101, 126, 130
amidano, Giovanni 114
amidano, Zenone 106n
anaxágoras 85
anaya, Diego de 116n
andrés el Capellán 276, 320
andrés, Melquíades 309, 311
andújar, Juan de 284-285
anglade, Joseph 270n, 274n,
311
antolín, Guillermo 142n,
143n, 144n, 312
antonio da Senis, Tommaso
di 296
aquilano, Serafino 261n
arens, Hans 118n, 312
arias de balboa, Vicente 80
aristóteles 85, 100, 107, 119132, 143n
arquelao 85
arronis i Llopis, Carme 296,
297, 312
asensio, Eugenio 231, 298,
309, 312
accame Lanzillotta, Maria
236n, 311
adda, E. 334
agamben, Giorgio 271n, 311
agustín, santo 85, 123n, 297n,
304n
alarcón, Enrique 118n, 125n,
311
alarico, rey visigodo 78
alberti, Leon battista 235, 311
alberto II de Habsburgo,
emperador 97, 98n, 99,
101, 106 120n
alberto Magno, santo 118n
alcalá, Ángel 221n, 311
alcuino de york 149
alegre, Francesc 286
alfonsi, Luigi 113n, 311
alfonso V de aragón, el Magnánimo 224, 229n, 296
alfonso X, rey de Castilla 48,
62, 79, 80, 86n, 87-93,
123n
alfonso XI, rey de Castilla 80,
90
alighieri, Dante 241, 265, 279
alvar, Carlos 216n, 311
Álvarez de Villasandino, alfonso 282-283
351
352
ÍNDICE ONOMÁSTICO
auctoritates aristotelis 118n,
127n, 132n
auvergne, Martial d’ 275, 286
avalle, D’arco Silvio 261n
312
avalle-arce, Juan bautista
108n, 312
avesani, Rino 250n, 252n,
253n, 258n, 259n, 312
bacon, Francis 138
baglio, M. 151, 313
baldassarri, Stefano 217n, 313
barba, Juan 65n, 289n
bardell, Matthew 271, 313
barzizza, Gasparino 149
basile, Tania 246, 247n, 249n,
256n, 313
bataillon, Marcel 297n, 298n,
299n, 309, 313
bautista Pérez, Francisco 11,
18, 19, 20, 313, 318, 325
bazán Díaz, Iñaki 108n, 313
beauvais, Vincent de 71, 77
beccadelli, antonio, el Panormita 224, 226n, 228, 313
beceiro Pita, Isabel 218n, 305,
313
beckmann, Gustav 98n, 313
beda 85
béjar, Duquesa de, véase
Pimentel, Leonor
belloso Martín, Nuria 107n,
112n, 313
beltrami, achille 141, 313
beltrán, Vicente 259, 261n,
262n, 263n, 283, 285, 287288, 313-314, 342
beltrán de Heredia, Vicente
98n, 297, 298n, 314
benedicto, canónigo de la
basílica de San Pedro en
Roma 236n
beneyto Pérez, Juan 99n,
230n, 314
berceo, Gonzalo de 222, 223n
bermejo Cabrero, José Luis
50, 52, 314
bernardo del Carpio 84n
bernardo II, arzopisbo de
Compostela 142n
bertini, Giovanni Maria 221n,
314
bieler, Ludwig 111n, 127n,
314
binotti, Lucia 221n, 225n,
237n, 314
biondo, Flavio 235
birkenmajer, alexander 99,
103n, 107n, 108n, 314
blecua, alberto 234n, 315
blüher, Kar alfred 136, 141,
142n, 150n, 315
boase, Roger 270n, 278, 315
boccaccio, Giovanni 241
boecio 85, 101, 111n, 112,
127n
boldieri, Gherardo 251
boldieri, Pietro antonio 251
borsa, Mario 107n, 108n,
113n, 315
bosso, Matteo 258, 315
boter, Gerard 110n, 315
botley, Paul 217n, 315
bottari, Guglielmo 250n,
252n, 255, 256n, 258, 259,
315
bottoni, Diego 104n, 110n,
315
bozzolo, Carla 270n, 277, 315
bracciolini, Poggio 226n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
branca, Vittore 250n, 315
bruni, Leonardo 103, 104,
105, 137, 217n
bucchi, Federica 315
Caffarini, véase antonio,
Tommaso di
Calderini, Domizio 250n
Campano, Giannantonio 249,
253, 316
Candela Martínez, Juan 107n,
316
Canet, José Luis 298n, 316
Cantelli, Ugolino 114
Cantera burgos, Francisco
38n, 39, 40n, 41n, 42n,
45n, 56n, 61n, 67n, 316
Cañizares, Ginés de 298
Capella, Marciano 149
Cappelli, Guido M. 221, 316
Carboni, Fabio 256n, 260n,
261n, 316
Carlos VI, rey de Francia 277,
278, 281
Carpo, Mario 236n, 311
Carr, Derek C. 58, 262n, 316
Carrara, Giovanni Michele
alberto 255n
Carriazo, Juan de Mata 37,
38n, 45n, 48, 68n, 282,
316
Carrillo, alfonso, arzobispo
de Toledo 233n
Carrillo de Huete, Pedro 316
Carrión, Manuel 225n, 316
Cartagena, alfonso de 17-18,
20, 41, 47, 81n, 94-95, 97213n, 226n, 227-241
Cartagena, Nelson 217n, 317
Cartagena, Pedro 286, 288
353
Carvalho, José a. de Freitas
302n, 317
Casas Nadal, Montserrat 296,
297, 317
Casas Rigall, Juan 273, 317
Castiglioni, Zenone 105,
106n, 109n, 114
Castilla, Francisco de 65n
Castillo, Hernando 297
Castrillo González, Carmen
115n, 332
Catalán, Diego 84n, 317
Catalina de Lancaster, reina de
Castilla 37, 66, 68n
Catalina de Siena, santa 295310
Cátedra, Pedro M. 13, 16, 19,
27n, 42n, 52n, 65n, 88,
116n, 222n, 262n, 286,
289n, 298n, 300n, 309,
317, 333
Catón 85
Catulo, Gayo Valerio 250n
Cazier, Pierre 126n, 318
Cecchini, Piero 249n, 318
Chabaneau, Camille 270n,
274n, 311
Chalon, Louis 318
Chambry, Émile 319
Cherchi, Paolo 16
Chiaramonte, Elisabetta 259
Cicerón, Marco Tulio 17, 56n,
85, 128, 131, 136, 193,
221, 251, 257
Coca Senande, Javier 262n,
333
Colombí-Monguió, alicia de
319
Colonna, Prospero, cardenal
224
Colunga, alberto 319
354
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Combès, Robert 128n, 319
Coméstor, Pedro 77, 85
Conde, Juan Carlos 11, 19, 6195, 215n, 221n, 319-320
Condulmer, Francesco 250n,
257
Constanza de Castilla, duquesa de Lancaster 66
Copeland, Rita 219, 320
Córdoba, Fernando de 224,
226n
Corral, Pedro del 19
Cotroneo, Girolamo 231n,
320
Creixell Vidal-Quadras, Inés
277n, 320
Crisoloras, Manuel 103, 104,
105, 109
Crónica de tres reyes 79
Cruz, Juana de la, véase Juana
de la Cruz
Curti, Elisa 249n, 265n, 320
Curtius, Ernst Robert 73n,
320
Dacosta, arsenio 19, 320
Dávalos, Íñigo 113n, 114,
115n
De Manuel Rodríguez, Miguel
80, 330
De Páiz, Isabel 217n
De Robertis, Teresa 149n,
150n, 320
De’ Pandoni, Giovanni antonio 253
Decembrio, angelo 105n
Decembrio, Pier Candido
98n, 103n, 104-132, 137
Decembrio, Uberto 103, 104,
105, 109, 110, 113
Del bene, Paolo andrea 253
Delicado, Francisco 238-239,
330
Dell’Oro, Emy 236n, 311
Della Fonte, bartolomeo,
véase Fonzio
Demócrito 85
Deshusses, J. 335
Deyermond, alan D. 19, 61,
62, 63, 70, 73n, 85-86n,
87, 93, 116n, 320-321
Di Camillo, Ottavio 11, 14,
221n, 224, 226n, 237n,
321
Díaz de Toledo, Fernán 53n
Díaz de Toledo, Pero 112n
Díaz de Vivar, Rodrigo, el Cid
83-84, 93
Díaz Tena, María Eugenia 11
Diez, Friedrich 269, 276, 321
Dionisotti, Carlo 250n, 321
Ditt, Ernst 108n, 321
Dombart, bernard 123n, 322
Duffell, Martin J. 262n, 322
Durán barceló, Francisco
Javier 11, 230n, 322
Dutton, brian 279n, 298n,
322
Echevarría Gaztelumendi,
María Victoria 102n, 322
Elfassi, Jacques 254n, 322
Enrique de aragón, infante 41
Enrique III, rey de Castilla 37,
46, 48, 51, 65, 66, 68, 80
Enrique IV, rey de Castilla 51,
222, 226n, 233 , 300
Escrivá, comendador 292
Esopo 223n
Este, Leonello d’ 114
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Étaix, Raymond 121n, 322
Eurico, rey visigodo 78, 79
Eusebi, Mario 150, 151, 152,
153, 322
Fallows, Noel 230n, 322
Fazio, bartolomeo 222-241.
Federico III, emperador 252n
Feltre, Vittorino da, véase Vittorino da Feltre
Fera, Vicenzo 105n, 323
Fernán González, conde de
Castilla 84n
Fernández, alonso 302n, 304,
323
Fernández de Madrigal, alfono, el Tostado 107n, 112n
Fernández de Velasco, Pedro
137
Fernández Gallardo, Luis 61n,
70, 97n, 98n, 99n, 100n,
101, 105n, 110n, 120n,
323
Fernández Vallina, Emiliano
107n, 323
Fernández-Ordóñez, Inés 19,
29n, 323
Fernando de antequera,
infante de Castilla y rey de
aragón 37, 68n, 224
Fernando I, rey de León 8384
Fernando IV, rey de Castilla
90
Ferrari, Mirella 106n, 323
Ferrarotti, Paolo 339
Ferraù, Giacomo 224n, 323
Ferrie, Francis 262n, 324
Ferro, Donatella 46n, 324
Fisch, Stanley 219
355
Flores, Juan de 50-51, 292
Foerster, Otto 139
Fohlen, Jeannine 141n, 142n,
146n, 148n, 324
Folena, Gianfranco 221n,
223n, 324
Folger, Robert 58n, 324
Fontán, antonio 142n, 144n,
324
Fonzio, bartolomeo 231n
Fox Morcillo, Sebastián 231n
Friedberg, Emil 119n, 122n,
126n, 129n, 130n, 324
Frittelli, Ugo 253n, 324
Fubini, Riccardo 98n, 107n,
108n, 324
Fuero Juzgo 80
Fuero Real 80
Furno, Martine 236n, 311
Galeno 85
Galíndez de Carvajal, Lorenzo 38, 39, 40, 44n, 51n
Gamba Corradine, Jimena 11
Garcia, Michel 11, 18, 19, 27n,
29n, 52n, 325
García de andrés, Inocente
306
García de Santa María, alvar
19, 27-59
García Sempere, Marinela
297, 312
Gargano, antonio 292n, 325
Garin, Eugenio 104n, 105n,
106n, 108n, 110n, 114n,
325
Gauthier, René antoine 121n,
123n, 125n, 128n, 129n,
130n, 131n, 132n, 325
Gelio, aulo 139
356
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Gentile, Luigi 104n, 110n, 325
Gentile, Sebastiano 261n, 325
Gernert, Folke 11, 14, 238n,
258n, 261n, 263n, 265n,
284n, 325-326, 330
Gilomen, Hans-Georg 98n,
326
Gimeno Casalduero, Joaquín
279, 280, 281, 326
Giuliari, Giambattista Carlo
259n, 326
Giuliario, Giacomo 245n,
252n, 256, 258, 259
Gómez Moreno, Ángel 81n,
82, 115n, 262n, 263n, 282,
326
Gómez Redondo, Fernando
7, 12, 27n, 44n, 53n, 58n,
65n, 87n, 90 326
González Cuenca, Joaquín
279n, 288n, 289, 290n,
322, 326
González Jiménez, Manuel
87n, 326
González Rolán, Tomás 103n,
106n, 107n, 108n, 109,
111n, 112n, 114n, 116n,
326-327
Gorgias 85
Gracia Dei, Pedro 65n
Graciano 77
Granata, Leonardo 246n,
247n, 251n, 254, 256n,
257n, 259, 327
Gregorio Magno, santo 85,
101, 121, 129n, 297n, 322
Gregorius, magister 238n
Griffiths, Gordon 103n, 327
Grimal, Pierre 327
Guarienti, angelico 112n,
121n, 327
Guarino de Verona 104, 105,
228-241, 254, 257
Gudiel, Juana 300
Guevara, Diego de 286, 289
Guillén de Ávila, Diego 65n
Gusmini, Franca 110n, 113n,
327
Guzmán, Nuño de 217n
Haebler, Conrad 327
Hain, Ludwig 296, 328
Hamesse, Jacqueline 118n,
127n, 132n, 328
Hankins, James 103, 104n,
106n, 108n, 110n, 114,
115n, 328
Hausmann, Frank Rutger
249n, 328
Helmrath, Johannes 105n, 328
Herrán Martínez San Vicente, ainara 233n, 328
Heusch, Carlos 81n, 82n, 84n,
88, 89n, 90, 328
Hipócrates 85
Homero 85
Horacio Flaco, Quinto 221
Hoyos, Manuel M. de los
301n, 328
Hubbard, William Lines 247n,
329
Huerga, Álvaro 296, 329
Hugo de San Víctor 149
Humphrey, duque de Gloucester 106n, 113, 114
Hurtado de Mendoza, Diego
279-280
Imperial, Francisco 278-281
Isaacs, Ronald H. 74, 329
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Isabel de Castilla, la Católica,
reina 231, 296, 300, 301,
309
Isidoro de Sevilla 75, 81, 85,
101, 126, 149, 192, 254,
318
Ivo de Chartres 122n
Jaeger, Werner 138
Jakobson, Roman 223, 329
Jardin de Plaissance 286
Jerónimo, santo 101, 121,
129n, 130, 196, 221, 330
Jiménez de Cisneros, Francisco 295, 298, 308
Jiménez de la Espada, Marcos
98n, 329
Jiménez de Rada, Rodrigo 48
Jiménez Moreno, arturo 11,
13, 299, 304n, 329
Jordán de asso y del Río,
Ignacio 80, 330
Joset, Jacques 238n, 330
Juan de aragón, infante 42
Juan de Gante, duque de Lancaster 65, 66
Juan I, rey de Castilla 65, 80
Juan II, rey de Castilla 17, 2759, 61, 66, 68, 80, 86n, 97,
98, 101, 115n, 116, 137,
226n
Juan Manuel, don 89, 91
Juana de la Cruz 306
Justiniano, emperador 76, 101
Kalb, alphonse 123n, 322
Kempf, Karl 112n, 128n,
129n, 131n, 330
357
Kerkhof, Maxim P. a. M. 262,
326, 330
King, P. D. 78, 330
Kriegel, Maurice 330
Krieger, Judith Gale 61n, 330
Kristeller, Paul O. 106n, 110n,
115n, 216n, 245, 246n,
251n, 252, 254n, 255n,
260, 330
Kroll, Wilhelm 133n, 344
Krueger, Paul 119n, 123n, 330
Krüger, Karl Heinrich 64n,
330
Kübel, Wilhelm 330
Labourt, Jérôme 130n, 331
Ladero Quesada, Miguel
Ángel 304n, 331
Ladislao III, rey de Polonia
120n
Lafitte-Houssat, Jacques 274n,
276, 331
Lamola, Giovanni 228
Lancia, andrea 151
Landriani, Gerardo 103n
Lapesa, Rafael 221n, 226n,
262n, 263n, 331
Laskaris, Paola 298n, 331
Latini, brunetto 150
Lawrance, Jeremy N. H. 12,
84n, 95, 98n, 138, 218n,
304n, 331-332
Le Gentil, Pierre 271n, 272,
332
Lehmann, Paul 105n, 332
León IV, papa 101, 122
Leonardi, Lino 256n, 332
Leonor de aquitania 276
Leuker, Tobias 250n, 332
358
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Lewis, Clive Staples 270n,
271n, 332
Lida de Malkiel, María Rosa
73n, 239n, 279, 332
Lilao Franca, óscar 115n, 333
Livio, Tito 55, 56n
Llull, Romeu 286
Lombardo, Pedro 77, 85
Lop Otín, María José 225n,
332
López bascuñana, María Isabel 262n, 332
López Casas, Maria Mercè
145n, 336
López de ayala, Pedro 18, 43,
48, 57, 137
López de Estúñiga, Diego
68n
López de Mendoza, Íñigo 17
López de Mendoza, Íñigo,
marqués de Santillana
81n, 95, 112n, 137, 138,
147, 226n, 227-241, 261265, 281-282, 285n, 330
López de Salamanca, Juan 13,
301-310
López Fonseca, antonio
120n, 333
Lora Serrano, Gloria 300, 333
Loyau, Hélène 270n, 277, 315
Lucena, Juan de 138, 215-241,
339
Lucena, Luis de 225n
Lucía Megías, José Manuel
216n, 311
Ludueña, Hernando de 286,
291-292
Luis IX, rey de Francia 98n
Luna, Álvaro de 44n, 53, 58
Lunas almeida, Jesús 298,
298, 299n, 333
Macchiavelli, Niccolò 218n
MacDonald, Robert a. 87n,
333
Maffei, Giorgio 252
Maffei, Scipione 250n, 253n,
259n, 333
Maïer, Ida 246, 247n, 333
Malatesta, Giacomo 250n, 260
Maldonado, alonso 301
Malinverni, Massimo 246n,
265, 333
Manelli, Luca 18, 137, 150
Manetti, Giannozzo 217n
Manrique, Gómez 225n,
226n, 261-262
Manrique, Jorge 285, 287-288
Manrique, Leonor, duquesa de
béjar 303n
Maravall, Juan antonio 87n,
334
Marchand, Jean-Jacques 246,
247n, 249n, 256n, 312
Marchegiani, Maria Lucignano 249, 334
Marcos Rodríguez, Florencio
307n, 334
Marescalchi, Francesco 114
María de aragón, reina de
Castilla 152
María de Castilla, reina de
aragón 296, 297
María de Champagne 276
María de Santo Domingo 298
Marrani, Giuseppe 256n,
260n, 332
Martelli, Mario 218n, 334
Martín de braga 143n, 144n
Martínez añíbarro y Rives,
Manuel 40n, 334
Martínez de Medina, Diego
279-280
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Martínez Romero, Tomás 152,
153n, 334
Martínez Torrejón, José
Miguel 221n, 334
Maturanzio, Francesco 254,
334
Máximo, Valerio, véase Valerio Máximo
Mazegi, Leonardo 249n
Mazzocco, angelo 236n, 334
Medina bermúdez, alejandro
221n, 335
Meersseman, Gilles G. 335
Mella, fray antonio de 107n
Mena, Juan de 40n, 226n, 227241
Menéndez Pidal, Ramón 83n,
335
Meyer, Paul 269, 335
Michaud-Quantin, Pierre
118n, 132n, 335
Miglio, Massimo 236n, 335
Migne, Jacques-Paul 335
Miguel Prendes, Sol 16, 335
Milà y Fontanals, Manuel 335
Minio-Paluello, Lorenzo 117n,
335
Misinta, bernardino 245n
Mistral, Frédéric 269
Mocedades de Rodrigo 83n
Moll, Ángela 115n, 335
Mommsen, T. 123n, 330
Montagna, Calisto 255n
Montagna, Leonardo 252,
255n
Montaner Frutos, alberto 93,
229n, 335
Montero Cartelle, Enrique
229n, 313
Morales Saravia, José 263n,
336
359
Moreno, Charo 84n, 336
Moreno Hernández, a. 326
Morrás, María 135, 136, 145n,
217n, 336
Moure, José Luis 53n, 57, 337
Mousourakis, George 76, 336
Mugnai Carrara, Daniela 104,
336
Munk Olsen, birger 141n, 336
Muñoz, Mauro 40n, 337
Muro, Juan Robert 108n, 337
Musumeci, antonino 250n,
337
Nardella, Cristina 236n, 337
Nebrija, Elio antonio de 231232, 341
Neilson, William allan 270n,
271n, 274n, 337
Newman, W. L. 107n, 108n,
337
Nieto Soria, Juan Manuel 64,
65n, 337
Nieva, antón de 301
Noblot, Henri 340
Nôtredame, Jean de 270n,
274-277, 311
Numa Pompilio, rey de Roma
81
Núñez de Lara, Juan 91
Occhidicane, antonio 256
Ochoa brun, Miguel Ángel
98n, 337
Olivetto, Georgina 11, 18,
135, 136, 137, 157, 158,
175, 337
Omont, H. 142n, 337
Ordenamiento de alcalá 80
360
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Orduna, Germán 53n, 57,
156, 337-338
Orígenes 85
Orlandi, angelo 257n, 338
Ornstein, Jacob 226n, 338
Ortiz, alfonso 225n, 338
Ovidio Nasón, Publio 85
Padilla, Juan de 291n
Paganuzzi, Enrico 257n, 338
Pagès, amadeu 286n, 338
Palencia, alonso de 230
Palma, bachiller 65n
Palmer, John 66, 67n, 338
Palomo Iglesias, Crescencio
301n, 308n, 338
Pamphilus de amore 223n
Panteo, Giovanni antonio
252
Pardo Pastor, Jordi 298n, 338
Paredi, angelo 107n, 108n,
338
Paris, Gaston 269, 338
Parrilla García, Carmen 13,
339
Parsons, Gerald 296, 339
Partenio, antonio 258
Partenio da Lazise, antonio
253
Pascual Rodríguez, José a. 16,
339
Paz y Melia, antonio 38n,
41n, 338
Peccioli, Domenico 149
Pedro de Portugal 262
Pedro I, rey de Castilla 90
Pedro IV, el Ceremonioso, rey
de aragón 15
Peironet 274
Peña, antonio de la 299, 306
Percival, W. Keith 254n
Perero, Sancho de 305n
Pérez de Guzmán, Fernán 18,
19, 46-47n, 57n, 58, 59,
137, 148n, 153-154, 278279
Pérez de Valdivia, Diego 298n
Pérez González, Maurilio
217n, 339
Pérez Martín, antonio 80, 339
Pernicone, Vincenzo 249n,
339
Perotti, Niccolò 250n
Perotti, Olga 221n, 227n,
229n, 234n, 237n, 339
Perpolli, Cesira 250n, 252n,
253n, 255, 257n, 339
Persico, brocardo 114
Pesaro, antonio de 114
Petrarca, Francisco 20, 241,
262-264
Petri, Riccardo 151
Petriburg, Mandell 108n, 339
Petrina, alessandra 106n, 339
Petrucci, armando 218n, 339
Piaget, arthur 270n, 273n,
277, 340
Piccolomini, Eneas Silvio 98n,
224, 296, 340
Pimentel, Leonor 13, 299-310
Pío II, papa, véase Piccolomini, Eneas Silvio
Pitágoras 85
Pizzolpasso, Francesco 98n,
105, 107, 108n, 114
Plasencia, Condesa de, véase
Pimentel, Leonor
Platón 85, 97-133, 318
Plinio Segundo, Gayo 250n
Plutarco 75
Poirion, Daniel 277n, 278, 340
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Poliziano, angelo 246, 249256, 262n
Polo, alfonso 112n
Polo, Marco 150
Pontón, Gonzalo 52n, 340
Porcellius, véase De’ Pandoni, Giovanni antonio
Post, Chandler Rathfon 273,
340
Powell, brian 66, 67n, 338
Préchac, François 340
Prisciano 85
Proaza, alonso de 298
Publio Sirio 143n
Pulgar, Hernando de 18
Quilis, antonio 231n, 340
Quintanilla Raso, Mª. Concepción 304n, 331
Quondam, amedeo 256n,
260n, 340
Raimundo de Capua 295,
299n, 306
Rajna, Pio 269, 271n, 340
Ramírez de Lucena, Juan 225n
Ravasini, Ines 273, 286n,
292n, 340
Raynouard, M. 276
Recio, Roxana 217n, 340
Reiter, Siegfried 122n, 341
Remy, Paul 269n, 274n, 341
Renda, Umberto 258n, 341
Rennert, Hugo albert 291n,
341
Resta, Gianvito 104n, 113n,
149n, 150n, 320, 341
Reynolds, Leighton D. 139,
141, 145, 147, 148n, 341
361
Ribera, Suero de 284
Rico, Francisco 12, 55n, 341
Riquer, Martín de 275n, 341
Robinson, P. R. 248n, 250n,
341
Roca Meliá, Ismael 341
Rodríguez de almela, Diego
82, 233n, 341
Rodríguez-Velasco, Jesús 11,
17, 18, 81n, 82n, 84n, 87n,
88, 89n, 90-94, 328, 341342
Rohland de Langbehn, Regula 262n, 263n, 342
Rojo, anastasio 298n, 318
Romero, Juan Ramón 27n
Rómulo, rey de Roma 81
Rosell, Cayetano 38n, 40n,
51n, 342
Round, Nicholas G. 136, 157,
342
Ruffo, Matteo 250n
Ruiz García, Elisa 47n, 342
Ruiz, Juan, arcipreste de Hita
222, 223n, 234n-235n,
314
Ruiz, Martín 304
Ruiz Vila, José Manuel 120n,
230n, 333, 343
Rundle, David 112n, 113n,
343
Russell, Peter E. 215n, 220,
343
Sabbadini, Remigio 98n, 105n,
108n, 228n, 254n, 343
Sáez Guillén, José Francisco
110n, 343
Sáinz Rodríguez, Pedro 297n,
343
362
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Salanhac, Giraut de 274
Salvador Miguel, Nicasio
285n, 343
Salvador y Conde, José 296n,
343
Sammut, alfonso 106n, 108n,
113n, 114n, 343
Sánchez, Cristina 99n, 343344
Sánchez de arévalo, Rodrigo
115, 120n, 230, 233n, 333
Sánchez de Nebreda, Juan 98n
Sánchez-arcilla bernal, José
87n, 90n, 344
Sanmartín bastida, Rebeca
298n, 306, 344
Santa Fe, Pedro de 283
Santa María, Pablo de 61-95
Santagata, Marco 256n, 260n,
261n, 263n, 343
Santo Domingo, María de,
véase María de Santo
Domingo
Saquero Suárez-Somonte,
Pilar 108n, 326
Sasso, Pamfilo 243-268, 344
Saussure, Ferdinand de 220,
344
Saygin, Susanne 106n, 344
Schiff, Mario 144n, 151n,
262n, 265n, 344
Schoell, Rudolf 133n, 344
Sconza, M. Jean 61n, 344
Segismundo I, emperador 101
Segre, Cesare 243-244, 345
Séneca, Lucio anneo 56n,
239, 135-213
Sentino da Recanati, Giacomo
253-254
Sère, bénédicte 123n, 345
Serés, Guillermo 116n, 345
Serrano, Luciano 61n, 67n,
71n, 98n, 345
Sierra Valentí, Eduardo 345
Siginulfo, bartolomeo, conde
de Caserta 150
Sirera, Josep Ll. 292n, 345
Smalley, beryl 64n, 345
Sócrates 85, 103
Southern, Richard W. 64n, 345
Spagnolo, antonio 250n,
251n, 257n, 345
Spiazzi, Raimondo M. 117n,
345
Steinmann, Martin 99n, 345
Stock, brian 12, 345
Strubel, armand 272n, 345
Suárez Fernández, Luis 86,
97n, 98n, 99n, 346
Szpiech, Ryan 61n, 67, 346
Tafur, Pero 98n, 329
Talenti, Rolando 113n
Tate, Robert brian 18, 42n,
47n, 57, 230n, 346
Tebaldeo, antonio 246, 249,
256, 312
Teodorico, rey visigodo 78
Thompson, David 327
Tiraboschi, Girolamo 244n,
256n, 258n, 346
Tissoni benvenuti, antonia
346
Tomás de aquino, santo 112n,
121, 123, 125n, 126n,
129n, 130n
Toro Pasqual, María Isabel
289, 346
Torres, Juan de 291n
Torres Naharro, bartolomé
294
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Torró, Jaume 286n, 347
Trajano, emperador 239
Trasímaco 103
Trigueros Cano, José antonio
262n, 347
Trinkaus, Charles 224n, 226n,
231n, 347
Turrado, Lorenzo 319
Tursi, antonio 18
Valentini, Roberto 249n, 347
Valerio Máximo 56n, 112n,
128n, 129, 131, 330
Valero Moreno, Juan Miguel
11, 13, 18, 19, 20, 318, 347
Valla, Lorenzo 224, 226n
Vannutelli, Evelina 262n, 347
Varanini, Gian Maria 251n,
347
Velasco, Juan de 68n
Velázquez, Sonia 61n, 347
Veniero, antonio 252-253
Verbeke, Gérard 117n, 335
Verbraken, Patrick 129n, 347
Verdín, Guillermo 230n, 348
Verona, Guarino de, o Veronese, véase Guarino de
Verona
Vettori, Francesco 218n
Vián, ana 221n, 348
Vicente Ferrer, santo 297n,
300
Vickers, K. H. 107n, 108n,
348
Vidal, alfonso 279, 280, 281
Vigri, Caterina 306
Vildera, anna 247, 248n, 348
Villa, Claudia 142n, 216n, 348
Villa, Sara, 348
Villare, Juan de 142n
363
Villena, Enrique de 13, 15-16,
88, 137
Viñas Román, Teófilo 303n,
348
Virgilio Marón, Publio 17, 85,
181, 250, 257
Viti, Paolo 244n, 348
Vitoria, Diego de 299
Vittorino da Feltre 250n,
Walther, Hans 256n, 348
Wamba, rey visigodo 79
Ward, Scott W. 65n, 348
Weijers, Olga 240n, 348
Weiss, Roberto 106n, 108n,
239n, 252n, 348
Whinnom, Keith 286, 349
Wilkins, Constance 302n, 349
Wuilleumier, Pierre 131n, 349
Ximénez, bachiller 286, 289291
yates, D. 142n, 349
Zaccaria, Vittorio 98n, 103n,
105, 106n, 107n, 108n,
110n, 111, 113n, 115n,
116n, 349
Zagata, Pier 250n, 253n, 349
Zaggia, Massimo 105n, 106n,
108n, 112n, 113n, 114n,
115n, 349
Zanella, antoni 106n, 349
Zavarise, Virgilio 250n, 258n
Zinato, andrea 152, 153n,
154, 349-350
364
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Zumiani, Daniela 251n, 347
Zúñiga, Álvaro de, I duque de
béjar 303n
Zúñiga, Álvaro de, II duque
de béjar 303n, 307n, 308
Zúñiga, Gonzalo de 300n
Zúñiga, María de, duquesa de
béjar 303-310
Zúñiga, Pedro de 303n
Zurita, Jerónimo 38, 44
FINIS OPVS, ET OMNIa, CORONaT

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