El Superyó dice - Tiempo - Psicoanálisis
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El Superyó dice - Tiempo - Psicoanálisis
El Superyó dice “Goza” y ante el cumplimiento de gozar asoma nuestra insatisfacción Por María Graciela Aguirre El superyó tiene una estrecha relación con la ley, por un lado la ley que funciona como una estructura simbólica que regula la subjetividad y por otra parte está la ley del Superyó que posee imperatividad. Todos tenemos esa conciencia moral, voz que castiga cuando cedemos a la tentación y también castiga si no cedemos. Ese llamado imperativo que insiste en manejar nuestras acciones es difícil de silenciar, podemos decir que es más fácil negociar que presentar batalla contra él. Así podemos ver que si esa orden del Superyó vence nos dirigirá la palabra desde afuera, la escucharemos como si proviniera de otro sujeto: “Debo ejemplificar con mis acciones los errores de los demás”. Otras veces sentimos que no tenemos ganas de realizar tal tarea sin saber porqué, allí nuestro superyó está invisible agazapado, inconsciente. Este superyó puede ayudarnos a respetar las reglas y conocerlas para insertarnos en la sociedad, conducirnos a ser leales a los mandatos o puede ser mortífero. La relación que tengamos con nuestro superyó será el resultado de nuestros vínculos, sean estos reales o fantaseados con nuestros progenitores y figuras significativas de la novela familiar que nos estructura. Esa novela de la cual se puede dar testimonio cuando en la clínica jurídica el relato de un imputado de homicidio nos cuenta el acontecimiento pormenorizado de los hechos cuando lo entrevistamos para iniciar la defensa en juicio. Suele escucharse “no pude hacer nada para evitarlo, usted no estaba allí no se da una idea, ella me obligó con su maltrato, con sus ausencias, la tenía en mi cabeza todo el tiempo diciéndome – vos no servís para nada, sos un inútil, no matas ni una mosca. Entonces me dije, voy a demostrarle y demostrarme que puedo matar más que un insecto, esperé la oportunidad y la maté. Busqué que me mirara, necesitaba saber que entendió que yo podía” (extractado del cuaderno de notas del relato del acusado de doble homicidio G.M.A.). Este responsabilizar al otro de nuestros actos es común en aquellas personas en las que su superyó los martiriza hasta el punto que se desata un pasaje al acto. Lacan en “Funciones del psicoanálisis en criminología” nos dice que “la concepción del superyó salió a la luz, fundada ante todo en efectos de censura inconsciente que explican estructuras psicopatológicas ya advertidas y esclareciendo muy luego las anomalías de la vida cotidiana…”. En este trabajo comienza a definir lo que el psicoanálisis reconoce como crímenes del superyó, observa en casos reales la “compulsión por una fuerza a la que el sujeto no ha podido resistir”. Aquí se observa que ambas ciencias el Derecho y la Psicología se unen en el estudio de esa fuerza irresistible que lleva al acto, el derecho se ocupa de investigar los hechos para responsabilizar o no, la psicología para desde la posición subjetiva del individuo poder o no apuntar a un tratamiento posible. Por ello, más allá de la aplicación de la teoría, nos cabe preguntarnos, donde está el goce que empuja a gozar de todo ello. Lacan en 1960 desarrolla su oposición clásica entre goce y placer. El resultado de transgredir al principio de placer, no es más placer sino dolor, este placer doloroso es lo que Lacan llama goce, diciendo que el goce es sufrimiento. Así podemos decir que este sufrimiento nace de la propia satisfacción del sujeto. (Freud lo llama “la ganancia primaria de la enfermedad”). El goce es fundamentalmente transgresor, aquí lo podemos emparentar con el superyó, donde se debe obedecer la ley que obliga aún ante el conocimiento de que la consecuencia será el castigo. “Maldito si lo haces, maldito si no lo haces”. El superyó posee una estrecha vinculación con la ley, pero la misma resulta paradójica, ya que la ley es una estructura simbólica, la cual regula la subjetividad. Por otro lado la ley del superyó tiene un carácter de pura imperatividad y tiranía. Por lo cual “el superyó es a la vez y al mismo tiempo la ley y su destrucción. El imperativo está en el mandato “Goza”, el superyó es el Otro en cuanto este Otro le ordena al sujeto gozar. La expresión de voluntad de este goce no parte del sujeto sino la voluntad del Otro. Este goce que obedece al mandato del superyó destructivo, se ve reflejado en las patologías actuales que padecen nuestros jóvenes ante la imposibilidad de negarse a ese pedido de ir más allá de lo permitido, encontrando en muchos casos un final tristemente anunciado. La Dra. Amelia Imbriano en su texto “La Odisea del siglo XXI” expresa que “el padecimiento contemporáneo generalizado es como una adolescencia sin salida, esto no es sin consecuencias, pues por su estructura no hay nada en el campo pulsional que indique al sujeto cual es el objeto adecuado a la pulsión. No hay relación directa entre la pulsión y el objeto, que es lo mismo que dice Lacan: no hay correlación entre los sexos. Entonces, el placer de la boca se satisface a través de bulimia o alcoholismo, la emergencia sexual se disimula con lo transexual, podríamos realizar una enumeración de modos de satisfacción hasta llegar a la muerte –suicidio/homicidio.” La pulsión que los comanda no termina su recorrido con la desaparición del sujeto, va más allá, va por más, produce un contagio globalizado que se extiende y multiplica sin que se logre detener el imperativo de gozar, que gozando poseerán lo sublime aún más allá del límite de este mundo. Bibliografía: -Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología. (Comunicación presentada a la XIII Conferencia de Psicoanalistas de Lengua Francesa (29 de Mayo de 1950), en colaboración con Michel Cénac. Jacques Lacan. Escritos 1-Editorial: Siglo Veintiuno. 2da. Edición 2007. -La Voces del Superyó en la clínica psicoanalítica y en el malestar en la cultura. Marta Gerez Ambertín. Editorial Letra Viva. 2007. -Culpa, Responsabilidad y Castigo en el discurso Jurídico y psicoanalítico. Marta Gerez Ambertín. Compiladora. Volumen I. Ed. Letra Viva. 2007 -La Odisea del Siglo XXI. Efectos de la globalización. Amelia Haydée Imbriano. Editorial: Letra Viva. 2006.