Más que Vencedores - iglesiaemanuelsion.org

Transcripción

Más que Vencedores - iglesiaemanuelsion.org
Más Que
Vencedores
Una Exposición del Libro de Romanos
DR. BRIAN J. BAILEY
Título original: “More Than Conquerors”
Título en español: “Más que Vencedores”
Registrado © 2001 Brian J. Bailey
Libro de Texto de Zion Christian University
Usado con permiso.
Todos los derechos reservados.
Traducción: Equipo de traducción de Honduras
Edición de la tercera impresión: IBJ - Guatemala
Segunda Impresión: 2004
Tercera Impresión: mayo 2007
Cuarta impresión: Diciembre 2009, NY, USA
Impreso en los EE.UU.
Todas las citas bíblicas de este libro
han sido tomadas de la versión Reina-Valera
en su revisión de 1960,
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas
a menos que se indique lo contrario,
Para mayor información o copias adicionales,
diríjase a:
Zion Christian Publishers
P.O. Box 70
Waverly, New York 14892
Teléfono: 607-565-2801
Fax: 607-565-3329
www.zionfellowship.org
ISBN # 1-890381-08-X
D EDICATORIA
Al Señor y Salvador Jesucristo,
el poderoso Vencedor.
También, a mi amada esposa Audrey,
quien por la gracia del Señor, fue más que vencedora
a través de todos sus años de padecimiento
AGRADECIMIENTOS
Al equipo de traducción de Honduras, que realizó
la traducción al español y la corrección de pruebas
de la versión en español.
A Kevin Womack y Sarah Humphreys por su
excelente colaboración al formato final de la primera
edición de este libro.
A Patty de Gularte y el equipo de trabajo de IBJ
Guatemala, por su ayuda en la revisión final y corrección
del manuscrito para la tercera impresión.
Equipo Editorial de ZCP: Carla Borges, David Kropf,
Justin y Sarah Kropf, Edgar Monroy, Raquel Pineda,
Suzanne Ying.
Deseamos extender nuestro agradecimiento a todas
esas personas queridas, pues sin sus muchas horas de
inestimable ayuda este libro no hubiera sido posible.
Estamos verdaderamente agradecidos por su
diligencia, creatividad y excelencia en la compilación
de este libro para la gloria de Dios.
Índice
Prefacio
7
Paternidad Literaria y Antecedentes
9
Introducción (1:1-17)
11
Parte 1
La ira de Dios (1:18 - 3:20)
37
Parte 2
La justicia de Dios (3:21 - 5:21)
69
Parte 3
La vida de Dios (6:1 - 8:39)
119
Parte 4
La elección de Dios (9:1 - 11:36)
163
Parte 5
El culto a Dios (12:1-21)
221
Parte 6
El reino de Dios (13:1-14:23)
243
Parte 7
La paciencia, la esperanza
y el poder de Dios (15:1-16:27)
271
Más que vencedores
7
PREFACIO
Presentamos esta obra con la finalidad de que ustedes
tengan una mejor comprensión de las complejidades del
Libro de Romanos, epístola llamada: “la obra maestra del
Nuevo Testamento”.
Al comienzo de cada sección aparece un bosquejo de ella,
seguido de una exposición sencilla pero intensa de la
epístola, en un formato fácil de leer.
Esperamos que la lectura de este libro sea una bendición
que guíe a los lectores a través de estudios subsiguientes,
y pueda aun ayudarles a enseñar esta epístola a otros. ¡Que
Dios los bendiga!
Dr. Brian J. Bailey
Más que vencedores
9
PATERNIDAD LITERARIA
Y ANTECEDENTES
La epístola a los romanos fue escrita por el apóstol Pablo
desde Corinto, Grecia, en la primavera del año 58 d.C.,
en su tercer viaje misionero (Hch. 20:2-3). Fue durante la
efímera Época de oro en que Nerón se convirtió en
emperador, tras la muerte de Claudio, en el año 54 d.C.
En los albores de su reinado, Nerón hizo despliegue de
gran habilidad y de muchas virtudes. Se distinguía por su
generosidad y clemencia, y gobernaba con moderación.
Sin embargo, alrededor del año 59 d.C., su vanidad, egoísmo
y crueldad, fueron evidentes para todos. Dio muerte a su
madre, a sus asesores principales, Séneca y Burrus, y a
muchos miembros de la nobleza, para apoderarse de sus
fortunas. Su hermanastro Británica, quien legítimamente
le precedía en el trono, fue asesinado antes. En el año 64,
dos tercios de la ciudad de Roma fueron destruidos por el
fuego. Luego de ser declarado enemigo público, huyó de
Roma y se suicidó (el 9 de junio del año 68 d.C.).
En ese tiempo, los españoles influían en la historia y
literatura romanas. Ésta pudo ser la razón de que Pablo
haya querido visitar España después de su anhelado viaje
a Roma (Ro.15:24-28).
Tras haber completado su tercer viaje misionero (ver Hch.
18:23 -21:16; años 54-58 d.C.), Pablo hizo una última
visita a Jerusalén en junio del año 58 d.C. Habiendo sido
rechazado allí, permaneció en Cesarea custodiado por
10
Romanos
guardas romanos, desde el verano del 58 hasta el otoño
del 60 d.C. Luego hizo su travesía a Roma (otoño del 60
hasta primavera del 61), y naufragó en el trayecto. Pablo
llegó a Roma como prisionero, y pasó dos años en una
casa que alquiló (61-63 d.C.). Estando en Roma, escribió
Efesios, Colosenses, Filemón y Filipenses. Nerón lo puso
en libertad a principios del año 63, pero en el año 67 d.C.,
Pablo fue nuevamente arrestado y ejecutado bajo el mando
de Nerón (mayo-junio 68).
Roma no sólo era llamada: “la gloria del imperio”; también
era llamada: “la cloaca de las naciones”. Era una ciudad
construida sobre siete montes, y así se le nombra en
Apocalipsis 17:9, 18. Por mucho tiempo, Pablo había
querido ir a Roma, pero esto no le fue posible sino hasta
el final de su vida. Este viaje fue una bendición para
nosotros, porque si el apóstol lo hubiera realizado antes,
probablemente no tendríamos esta “obra maestra del
Nuevo Testamento”.
Más que vencedores
11
Introducción
1:1 - 1:17
EL PROPÓSITO DEL
MINISTERIO
1) 1:5
Llevar a los hombres a la obediencia de la fe.
2) 1:11
Comunicar algún don espiritual.
3) 1:13
Tener fruto que permanezca (ref. Jn. 15:16).
4) 1:14
Predicar con la actitud de un deudor que
cancela una deuda.
5) 1:16a Predicar como alguien que no se avergüenza
del Evangelio.
6) 1:16b Predicar en el poder de Dios para salvar a
los que creen.
7) 1:17
Recalcar que “el justo por su fe vivirá”
(Hab. 2:4).
En la época en que se produjo el Nuevo Testamento, era
muy normal que el autor de una carta anunciara su nombre
desde el principio. A diferencia de lo que se hace en
nuestros días, todos colocaban su nombre en la
introducción y no al final. Ése era el formato en los tiempos
neotestamentarios.
12
Romanos
Capítulo uno
1:1 - Pablo se presenta de esta manera: “Pablo, siervo de
Jesucristo”. La palabra “siervo” puede equivocarnos en
la actualidad, porque un siervo tiene ciertos derechos. Sin
embargo, “siervo” en aquella época significaba esclavo.
Pablo era un esclavo de Jesucristo. Esto lo entendían los
romanos en especial, porque en los días del apóstol Pablo
había alrededor de sesenta millones de esclavos en el
Imperio Romano. Un esclavo no tenía absolutamente
ningún derecho porque le pertenecía a su amo. El amo
tenía potestad sobre la vida o la muerte del esclavo. Podía
inflingirle cualquier clase de castigo sin que el esclavo
tuviese recurso alguno. El amo tenía pleno control.
Así consideraba Pablo su relación con el Señor Jesucristo.
Él era el esclavo de Cristo, quien poseía todos los derechos
sobre su persona. También nosotros debemos tener ese
nivel de consagración y entrega al Señor Jesucristo.
Nuestros derechos deben estar rendidos a Él. Ya no
debemos andar por nuestra propia cuenta, tomando
decisiones independientemente de Él. Hemos sido
llamados a entregar nuestras vidas por completo a Cristo,
quien tiene toda la autoridad sobre nosotros. Realmente,
nuestras vidas le pertenecen a Cristo (Ap. 4:11).
La siguiente frase que Pablo usa es “llamado a ser
apóstol”. También nosotros debemos conocer nuestro
llamado, nuestro ministerio. El apóstol Pablo deja muy
en claro que él conocía su llamado. Él era apóstol. En 2
Co. 12:12, Pablo declara: “Con todo, las señales de
apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia,
Más que vencedores
13
por señales, prodigios y milagros”. Es importante que
entendamos exactamente cuál es nuestro ministerio. Un
apóstol es uno que funda obras, pero que también debe
manifestar el poder de Dios. Un profeta es uno que oye la
voz de Dios y tiene visiones y sueños. Tiene cierta
autoridad para guiar los destinos de personas, iglesias y
naciones. Un evangelista es una persona cuyo ministerio
es ganar almas. Un pastor es uno que vela por el rebaño, y
su preocupación en la vida es cuidar de las ovejas. Un
maestro es alguien que debe procurar entender los
misterios de Dios, y ser capaz de explicarlos en forma
sencilla y ordenada. Un apóstol puede abarcar los otros
cuatro ministerios. Sin embargo, es de suma importancia
conocer nuestro propio ministerio.
Por lo general, nuestro llamado se manifiesta desde la
juventud temprana, y es evidente a otros. Yo recuerdo mi
primer viaje a Francia cuando tenía aproximadamente
veintiséis años de edad. Yo era un novato en el campo
misionero y no hablaba perfectamente el francés. Ahora
bien, nunca me he considerado maestro, pero los demás
pastores simplemente me rodearon, y dijeron: “Enséñanos”.
Yo no podía creerlo. Hoy en día, parece que nuestra
organización entera es una comunidad de enseñanza.
Tenemos el privilegio de instruir a pastores alrededor del
mundo. Ése parece ser el distintivo de nuestra comunidad.
Además, los individuos que se nos acercan son maestros.
Prácticamente cada semana tenemos seminarios en alguna
parte del mundo, para instruir a ministros.
Ciertamente, un verdadero ministerio de enseñanza
conduce a Sion. El tema de Sion es la santidad, su tema es
14
Romanos
Cristo, y su tema es buscar a Dios sin cesar para que Sus
misterios se nos desplieguen de manera fresca y novedosa.
Debemos conocer nuestro ministerio, sin embargo, éste
es a menudo muy notorio a los demás. Yo nunca me he
considerado maestro, pero otros han dicho: “Oh, usted es
un maestro”. A ustedes les pasará lo mismo. Otros también
reconocerán su ministerio. Si su llamado es a ser esposas
de pastores, verán cómo otras mujeres se aglomeran a su
alrededor con sus problemas. En mi opinión, ser esposa
de pastor es uno de los ministerios más difíciles del mundo.
Si ustedes son evangelistas, se encontrarán
automáticamente testificando y ganando almas. Si son
pastores, serán como una mamá gallina. Querrán cobijar
a la gente bajo sus alas; es algo que les nace.
Pablo dijo también que estaba “apartado para el
evangelio de Dios”. No sólo debemos asumir la posición
de un esclavo, y entender nuestra vocación y ministerio
particular, sino que debemos ser dedicados. Pablo se
entregó de todo corazón. Sin embargo, muchas personas
cuya entrega no es absoluta, poseen una diversidad de
intereses. “Separación” significa dedicación absoluta al
Evangelio. Pablo tuvo que separarse de sus antiguas
enseñanzas farisaicas. El ministerio no puede ser dirigido
por la mente natural. Debemos estar separados de
nuestros viejos estilos de vida, enseñanzas y formas de
pensar. Viendo hacia atrás, puedo recordar haber visto
muchos fracasos. Son tantas las personas que
comenzaron bien su vida cristiana o su ministerio, pero
son relativamente pocas las que han acabado la carrera.
Jesús dijo: “Muchos son llamados, mas pocos
escogidos”. Comúnmente, la causa del fracaso está en
Más que vencedores
15
los tres puntos que discutimos en el versículo 1:1.
Repasémoslos una vez más.
Punto 1: es asumir la posición de un esclavo, alguien que
no tiene derechos. Muchas personas arruinan sus vidas
por tener un espíritu exigente: “¡Yo necesito esto y aquello!
Mis condiciones deben ser mejores”.
Punto 2: es entender nuestro ministerio. Debemos conocer
nuestro ministerio y el llamado que Dios nos ha hecho.
Pablo no sólo fue llamado a ser apóstol, él fue
específicamente llamado a propagar el Evangelio en
aquellos lugares en que Cristo no había sido predicado.
Nosotros tenemos que saber a qué región y con qué
propósito exclusivo nos ha llamado Dios. Él escoge; no
nosotros. Y recuerden esto: entre la primera banca y el
púlpito, hay un golfo que nadie puede cruzar. Solamente
Dios puede poner a una persona en el púlpito. Es de suma
importancia conocer el llamado que Dios nos ha hecho.
Seremos recompensados sólo por ese llamado, y
recibiremos gracia sólo para realizar ese llamado, no otro.
Si tratamos de apoderarnos de un ministerio que Dios no
nos ha dado, no habrá gracia ni unción para realizarlo, y
fallaremos vergonzosamente.
Punto 3: es estar comprometidos completamente con el
llamado de Dios. Es estar “separados para el Evangelio
de Dios”. Debemos estar completamente comprometidos
con el llamado, y no tener una diversidad de intereses.
Quizá sea necesario separarnos de nuestra casa paterna a
fin de cumplir nuestro llamado, tal como Abraham fue
separado (Gn. 12:1). Una persona puede poseer una o dos
16
Romanos
de las tres condiciones indispensables: 1. Tener un
corazón con actitud de siervo, 2. Conocer su llamado, y
3. Estar comprometido con el llamado. Sin embargo, para
cumplir el llamado que Dios ha puesto sobre nuestras
vidas, debemos llenar las tres condiciones.
1:2 - Ahora Pablo procede a desarrollar este Evangelio:
“Que [Dios] había prometido antes por sus profetas
en las santas Escrituras”. El Evangelio se origina con
Dios. Todo lo que tiene sus orígenes en Dios, aguantará
la prueba del tiempo. Por lo tanto, es bueno comprobar
el origen de toda cosa, para asegurarnos de que fue
iniciada por Dios. Con frecuencia la gente inicia obras,
pero éstas no han nacido de Dios y Él no las bendice ni
las sostiene.
A lo largo de las Escrituras, el Evangelio de Jesucristo ha
sido anunciado con mucha claridad. En Génesis 3:21, el
mismo Señor vistió a Adán: “Y Jehová Dios hizo al
hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. Este
es el principio del mensaje del Evangelio. Alguno tendría
que morir para vestirnos. El derramamiento de sangre fue
necesario para presentar pieles que cubrieran a Adán y
Eva. En Génesis 15:6 tenemos la idea de ser contados por
justos por medio de la fe. Más adelante veremos esto
también en el capítulo 4 de Romanos. En Éxodo 12:3 está
la sangre del cordero pascual preservando a los creyentes
de la muerte y del juicio. El capítulo 53 de Isaías revela al
Señor como el Cordero de Dios. En Jeremías 33:8 y
Ezequiel 11:19; 36:25-26, está la promesa de un Nuevo
Pacto que escribe las leyes de Dios en las tablas de carne
de nuestros corazones.
Más que vencedores
17
Debemos recordar la totalidad del mensaje del Evangelio.
El Evangelio no consiste solamente en la salvación. El
Evangelio de Dios es para escribir los Diez Mandamientos
(las leyes de Dios) en las tablas de carne de nuestros corazones,
para que de corazón obedezcamos las leyes de Dios y para
poder ser Sus hijos e hijas. En lo natural, un hijo o hija tiene
las características de sus padres. Por consiguiente, debemos
tener las características de Dios. ¿Cómo es Dios? Él es santo.
Así que, nosotros debemos ser santos, y esto supone que Sus
leyes estén escritas en nuestros corazones (Jer. 31:33).
1:3 - “Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo”. El
objetivo del Evangelio es: “Cristo en nosotros”. Cristo
plenamente formado en nosotros es la esperanza del
Evangelio. La morada de Dios en el Antiguo Testamento
fue primero el Tabernáculo de Moisés y luego el Templo
de Salomón, en el cual Dios habitaba en un santuario de
piedra. Hoy, el Evangelio es Cristo habitando en Sus
templos vivientes. Nosotros somos los templos del Espíritu
Santo. Cuando ustedes piensan en un templo, ¿qué se
imaginan? Un templo es un lugar santo; es un lugar
santificado, separado y apartado para el servicio a Dios.
Por lo tanto, ¿cómo deberían estar nuestros cuerpos?
Nuestros cuerpos deberían estar apartados para el servicio
a Dios, consagrados y llenos de Dios. El propósito de un
templo, o de un tabernáculo, no es solamente tener cuatro
paredes para decir: “Esto está consagrado a Dios”, sino
que esas cuatro paredes deben ser la habitación de Dios,
llenas de Él y de Su gloria.
“Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del
linaje de David según la carne”. Aquí vemos la doble
18
Romanos
naturaleza de Jesús. Como humano, procedía de la simiente
de David. En otras palabras, Jesús recibió Su cuerpo físico
de la genealogía de David. Su cuerpo se hizo de la sustancia
de María, quien también descendía de David. Sin embargo,
Su espíritu era divino y eterno. El milagro de la encarnación
hizo a Jesús Dios y hombre simultáneamente.
Aquí quiero señalar otro detalle. David tuvo una revelación
del Evangelio de Cristo durante la era de la ley. El Salmo
40:6-8 lo aclara: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has
abierto mis oídos; holocausto y expiación no has
demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del
libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me
ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. David
tuvo una revelación del Evangelio. El Evangelio no consiste
en ritos externos ni en sacrificios, sino en un sacrificio vivo.
Es tener las leyes de Dios escritas en nuestros corazones.
Es tener para Dios un corazón dócil, atento y obediente.
1:4 - “Que fue declarado Hijo de Dios con poder”. Aparte
de ser el Hijo del Hombre, de la simiente de David, Cristo
era también el Hijo de Dios, lo cual se confirmó con Su
resurrección de entre los muertos. Jesucristo fue
declarado Hijo de Dios “según el espíritu de santidad”.
Esta pequeña frase, “el espíritu de santidad”, no aparece
en ningún otro lugar de las Escrituras. No deberíamos
hacer una doctrina del “espíritu de santidad”. Es
simplemente el Espíritu Santo. Es para enfatizar que
Cristo está apartado; Él es diferente; Él está separado
del pecado; Él está ligado a Dios, el único santo. ¿Cómo
se le declara Hijo de Dios? Se nos dice que “por la
resurrección de entre los muertos”.
Más que vencedores
19
En 1 Corintios 15, Pablo escribe extensamente sobre la
importancia de la resurrección. Hubo un problema en la
Iglesia neotestamentaria que se expone en 1 Corintios
15:12. “Pero si se predica a Cristo que resucitó de los
muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay
resurrección de muertos?” Algunas personas del Nuevo
Testamento decían: “No hay resurrección”. Eran como los
saduceos, que tampoco creían en la resurrección. Sin
embargo, la verdad fundamental del Evangelio es la
resurrección de Cristo: “Porque si no hay resurrección
de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no
resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es
también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de
Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a
Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no
resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco
Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana;
aún estáis en vuestros pecados” (1 Co. 15:13-17).
Es de suma importancia entender que la resurrección de
Cristo es el tema central del Evangelio. Esto es lo que
separa al cristianismo de cualquier otra religión. Ninguna
otra religión puede reclamar que su líder resucitó, y ésa es
la razón de que tengamos tanta confianza. Un poco más
adelante en el libro de Romanos, Pablo explica en mayor
detalle la resurrección de Jesús.
1:5 - “Y por quien recibimos la gracia y el apostolado”. Es
de Cristo de quien recibimos gracia y apostolado, o cualquier
otro ministerio. La gracia y el ministerio van juntos. En
Efesios 4:7, Pablo dice: “Pero a cada uno de nosotros fue
dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
20
Romanos
Ahora, de acuerdo con nuestro don ministerial, hay gracia
o capacitación divina de parte de Dios, que nos permite
funcionar en ese ministerio. Por esta razón no podemos
salirnos de nuestro ministerio. También debemos saber qué
cosa en especial deberíamos estar haciendo, porque junto
con el llamado hay unción y gracia de parte de Dios para
cumplirlo. ¿Y cuál es el propósito del ministerio? Es
producir “obediencia a la fe en todas las naciones”.
Hay solamente un Evangelio, y es el mismo para todos.
Hay sólo una Iglesia, y las leyes de Dios son iguales para
cada nación. No existe una norma para un país y otra norma
para otro país. El mensaje de Pablo era el mismo en cada
nación (1 Co. 4:17; Ex.12:49). Por consiguiente, debemos
distinguir la diferencia entre costumbres permisibles y
una cultura contraria a las leyes de Dios. En algunos
países existe la costumbre de tener varias esposas. Este
estilo de vida diferente, no es permisible, porque viola
la Ley moral de Dios.
Cuando el Señor Jesucristo enseñó a Sus discípulos a orar,
los instruyó para que dijesen: “Hágase tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra”. Nosotros sabemos
que la voluntad de Dios se hace en los cielos. En la tierra,
Él desea que Su voluntad se haga en nuestras vidas
individuales. La idea de “obediencia a la fe en todas las
naciones” es que Dios quiere que el Evangelio se predique
en cada país, y que cada país llegue a obedecer el
Evangelio. Hay una tendencia a creer que el Evangelio de
Jesucristo sólo está ligado al mundo occidental, cuando
en realidad en el principio tuvo su mayor ímpetu en el
Oriente: Turquía, Galacia, Grecia y Roma.
Más que vencedores
21
1:6 - “Entre las cuales estáis también vosotros, llamados
a ser de Jesucristo”. A los que están llamados por Dios a
ser los escogidos, Dios los conoce desde antes de la
fundación del mundo. No obstante, debemos diferenciar
entre llamados, escogidos y fieles (Mt. 20:16; Ap. 17:14;
Jn. 15:16; Ef. 1:4). Muchos son llamados o invitados a
una relación y ministerio, pero para ser escogidos debemos
calificar. Luego, debemos continuar siendo fieles.
1:7 - “A todos los que estáis en Roma, amados de Dios,
llamados a ser santos”. En el griego original, el
significado no es el de “llamados a ser santos”, sino
“llamados santos”. Esta es una verdad muy importante,
porque el vocablo griego hagios significa santos.
Nosotros somos llamados “santos”. Esto sucede
instantáneamente en nuestro nuevo nacimiento, pero es
también un desarrollo progresivo. Debemos entender la
Palabra de Dios en este aspecto. Al reflexionar sobre
Levítico 27:28, podemos entender lo que el apóstol Pablo
está tratando de comunicar aquí. “Pero no se venderá ni
se rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno
hubiese dedicado a Jehová; de todo lo que tuviere, de
hombres y animales, y de las tierras de su posesión, todo
lo consagrado será cosa santísima para Jehová”.
Debemos entender el significado de la santidad. Debemos
entenderlo porque se aplica a otros muchos aspectos de
la gracia y los dones de Dios. La santidad es tanto
instantánea como progresiva. La idea de Levítico 27:28
es que cuando el antiguo israelita quería expresarle a
Dios su gozo, reverencia y gratitud, lo podía hacer
dándole un obsequio.
22
Romanos
Quizá le diera un jarrón a Dios en señal de agradecimiento.
Se lo entregaría al sacerdote. En el momento en que el
sacerdote aceptaba el jarrón, éste se volvía santo. Se volvía
santo porque el sacerdote lo recibía en nombre de Dios.
Se convertía en el jarrón de Dios. Por consiguiente, todo
aquello que le pertenece a Dios, se vuelve santo
automáticamente. El jarrón no cambia en forma alguna.
No adquiere de repente un aura. No se ilumina de repente
con oro. No. Es el mismo. Pero ha cambiado en el sentido
de que es propiedad de Dios, y por ello se ha vuelto santo.
De igual manera, cuando nosotros entregamos a Cristo
nuestras vidas, nos volvemos santos automáticamente,
porque le pertenecemos a Dios. Por supuesto, Su santidad
debe realizar una obra transformadora en nosotros. Más
adelante desarrollaremos este concepto en más detalle.
Todo el libro de Romanos depende de que entendamos
nuestra posición en Cristo y cómo Dios nos contempla.
Tan pronto como aceptamos a Jesús como nuestro
Salvador, nos volvemos santos. Es porque somos
propiedad de Dios. Cristo mora en nuestro interior. En el
momento en que somos salvos, le pertenecemos a Dios y
nos volvemos santos. Por esta razón se nos llama santos
al convertirnos. Sin embargo, esa santidad debe también
forjarse en nosotros. Gran parte de la doctrina de Romanos
está ligada a la comprensión de esta verdad.
En el versículo siete, Pablo sigue diciendo: “Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
Éste era un saludo común en los días del Nuevo Testamento.
Equivalía a decir: “Dios te dé capacitación divina y fuerza
para soportar todas tus adversidades”. Pablo se dirige a
Más que vencedores
23
“todos los que estáis en Roma”. En Roma, la Iglesia era de
mártires. En general, la Iglesia primitiva experimentó una
gran tribulación, y si la Iglesia primitiva conoció tribulación,
podemos tener la seguridad de que la Iglesia de los últimos
días conocerá la misma clase de aflicciones. De hecho, no
tenemos que trasladarnos hasta el fin de los tiempos, porque
la mayoría de nosotros está en alguna forma de tribulación
o presión ahora mismo. Una mujer de Dios dijo: ¿Conoce
usted a alguien que no esté pasando por una prueba?
Cuando lo medité por un momento, cada persona en que
pude pensar estaba atravesando alguna grave dificultad
en su vida. Es por eso que para triunfar necesitamos de la
gracia que nos capacita.
No importa qué clase de prueba estén ustedes atravesando,
hay una gracia que concuerda perfectamente con ella. Con
las epístolas de Pedro, el Señor le explicó y mostró a mi
esposa este pensamiento y esta verdad. Pedro habla de
diversas tentaciones pero también de una gracia
multiforme (1 P. 1:6, 4:10). “Multiforme” denota una gama
de tonalidades o colores. El Señor habló a mi esposa,
diciéndole: “Para cada diferente color de tribulación, tengo
el color exacto de gracia que concuerda, y éste te capacitará
para triunfar en cada prueba”. Por lo tanto, debemos
esperar ansiosamente la tonalidad exacta de gracia para
nuestra prueba especial, porque estamos llamados a
triunfar rotundamente.
A medida que observemos el libro de Romanos,
descubriremos que Dios ha hecho preparativos para que
seamos “más que vencedores”. En cada prueba, Dios ha
decretado que seamos los victoriosos. Por consiguiente,
24
Romanos
no debemos rendirnos, porque estamos llamados a triunfar
en nuestras circunstancias. David declaró: “Domina en
medio de tus enemigos” (Sal. 110:2). ¿Cómo triunfamos?
No es con nuestra propia fuerza, sino con la gracia de
Dios que nos capacita. “Gracia y paz a vosotros, de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
Además de ser necesaria para tener victoria, la gracia es
necesaria para tener paz. El apóstol Pablo lo aclara en
Romanos 16:20: “Y el Dios de paz aplastará en breve a
Satanás bajo vuestros pies”. La paz nos capacita para no
ser turbados por pensamientos, palabras y temores. Y el
Dios de paz nos santifica por completo: espíritu, alma y
cuerpo (ver 1 Ts. 5:23). La paz de Dios nos hace aptos
para vencer a Satanás; y es esa paz la que nos faculta para
ser santificados.
1:8 - “Primeramente doy gracias a mi Dios mediante
Jesucristo con respecto a todos vosotros”. Ésta es una
verdad que tiene mucha importancia, especialmente para
los pastores y las personas de la congregación. Dar gracias
a Dios por todos los creyentes es una gracia y un distintivo
de madurez cristiana. Un pastor debe dar gracias a Dios
por cada miembro de su congregación, porque ellos han
sido escogidos por la mano del Señor. Para apreciar el
aporte de cada creyente a la eficacia y desarrollo del
Cuerpo de Cristo, (compare Filipenses 1:3; Colosenses
1:3; 1 Tesalonicenses 1:2). La gratitud es una virtud que
debe ser altamente apreciada y cultivada. Debemos tener
una victoria personal con cada miembro del conglomerado
eclesiástico (Fil. 1:3).
Más que vencedores
25
Hace muchos años, estábamos en cierto lugar en donde
todo marchaba de maravilla. La gente que nos rodeaba
era adorable, a excepción de una persona. Le dijimos al
Señor (al igual que otros más): “Señor, si tan sólo este
individuo no estuviera aquí, todo sería como el cielo en la
tierra. Señor, por favor, quítalo”. Y el Señor contestó: “No,
Yo quiero que me agradezcan por este hombre, porque él
está haciendo más por ustedes que todas las otras personas”.
Tuve que reconocer lo cierto de eso, porque me tocaba estar
en la oficina de él casi dos veces por semana, y tenía que
orar dos o tres horas antes de visitarlo, para poder controlar
mi espíritu. Describiéndolo con bondad, él era un Saúl. Él
no era un buen hombre. Le consumían los celos y la envidia,
y estaba constantemente en contra mía (y no sólo en contra
mía, sino en contra de otros).
Empecé a comprender que él realmente me estaba ayudando.
Él estaba perfeccionando mi vida de oración, y me
garantizaba el ser lleno del Espíritu de Dios por lo menos
dos veces a la semana, cuando lo veía. Como pastores,
debemos ganar la victoria dando gracias continuamente a
Dios por cada miembro de la congregación.
Recuerdo a un querido pastor que oraba: “Señor, quiero
que en nuestros corazones Tú desarrolles y perfecciones
el amor”. Debemos tener mucho cuidado con nuestra
forma de orar, porque Dios oye nuestras oraciones. Esa
oración fue dicha un domingo por la mañana. Parecía tan
buena, tan maravillosa, tan espiritual, y todos contestaron:
“Amén”. A la semana siguiente, el pastor estaba parado a
la puerta del santuario, saludando a la gente que entraba,
como de costumbre. Entonces notó a un hombre.
26
Romanos
El pastor vio a este extraño ser caminando por la calle, y
pensó: “Indudablemente, lleva otro rumbo”. De repente,
para su horror, este sujeto comenzó a subir la escalinata
de la iglesia: “¿Es usted el pastor?” La respuesta regresó
en voz baja: “Si, yo soy el pastor”. Entonces este raro
hombre dijo: “Me gustaría venir a su iglesia”.
Inmediatamente el pastor se defendió: “Oh no, usted no
necesita venir a nuestra iglesia. ¿Ve usted aquella iglesia
que está más allá en esta misma calle? A esa iglesia
pertenece usted, allí se sentirá en su propia casa”.
Él dijo: “No, yo quiero asistir a su iglesia”. El pastor era
de muy baja estatura y este hombre era sumamente alto.
Ya que lo dominaba con su tamaño, el pastor no fue capaz
físicamente de impedirle la entrada. Y además de la
insistencia, al pastor le agobiaba el olor que despedía
aquel cuerpo. De nuevo le dijo: “Yo le aseguro que
nuestra iglesia no es la de su tipo. Usted debería ir a
aquella de más allá en esta misma calle. Mire, desde aquí
se divisa”. El extraño respondió: “Pastor, yo me siento
guiado a venir a su iglesia”. Y entró directamente a la
iglesia y se sentó en la banca.
El pastor pensó: ¿Qué le pasará ahora a nuestra iglesia?
¿Qué cosa habré hecho yo para merecer esto? Este hombre
no sólo parecía un desquiciado, sino que lo era
espiritualmente y en todo sentido posible. Pues bien,
comenzó a “desquiciar” a otros miembros de la
congregación, hasta que todos sintieron que ya era el
momento de orar para que el sujeto se fuera a la iglesia de
más allá, lugar al que pertenecía junto a otros desquiciados.
Sin embargo, Él no vino solamente a quedarse durante
Más que vencedores
27
todo ese culto, sino que regresó al culto nocturno, y también
al culto entre semana, y regresó al del domingo siguiente.
Desesperado, el pastor consultó al Señor: “Señor, ¿qué
harás al respecto?” Y el Señor dijo: “¿No me pediste que
te perfeccionara en el amor?” Él contestó: “Sí, Señor, yo
estaba esperando una inmensa unción”. El Señor dijo:
“Este hombre desarrollará mi amor en tu corazón porque
lo vas a amar”. Para hacer corta esta historia, realmente sí
se desarrolló amor de parte del pastor hacia este extraño
hombre, quien, a propósito, cambió por causa del amor.
De hecho, se convirtió en un miembro activo de la iglesia.
Lo que estoy tratando de comunicar es esto: “Doy gracias
a mi Dios con respecto a todos vosotros”. Como pastor y
como congregación, debemos estar agradecidos por cada
persona que Él escoge colocar en nuestra iglesia. Dios no
sólo escoge al pastor, también le selecciona los miembros
de su congregación.
“De que vuestra fe se divulga por todo el mundo”. Pablo
le da un enorme voto de confianza a la iglesia de Roma.
Un gran flujo de fe provenía de esta iglesia romana. Era
conocida en todo el mundo (el Imperio Romano); por
consiguiente, debió ser una iglesia verdaderamente
ferviente. Era una Iglesia que testificaba. Sus miembros
no escondían su luz bajo un almud.
1:9 - “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi
espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago
mención de vosotros siempre en mis oraciones”. Pablo
era un hombre que oraba fervientemente y con frecuencia.
28
Romanos
Él conocía a muchos miembros de esa congregación.
Además, conocía a algunos líderes de la iglesia porque
había sido responsable de su conversión en otras partes
del mundo, antes de que ellos retornaran a Roma.
1:10 - “Rogando que de alguna manera tenga al fin, por la
voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros”.
Yo creo que Pablo no imaginaba su arribo a Roma, ya que
llegó a esa ciudad como prisionero varios años después.
Dios nos hace llegar a los lugares que Él desea, pero no es
siempre en la forma que nosotros escogemos o esperamos.
Pablo escribía esto desde Corinto, pero su “próspero viaje”
no fue según sus expectativas. A veces sentimos que
debemos ir a cierto lugar y que la distancia más corta entre
dos puntos es una línea recta, pero el camino de Dios puede
ser totalmente distinto. Asimismo, cuando Dios nos llama
a un lugar determinado, Él no siempre lo quiere
inmediatamente. Todos los viajes deben hacerse en la
voluntad de Dios. Algunos ministros consideran que la única
clave es viajar. Sin embargo, debemos viajar con propósito
y desplazarnos solamente en el tiempo de Dios, no sea que
vayamos de aquí para allá como un pollo sin cabeza.
1:11 - “Porque deseo veros, para comunicaros algún don
espiritual, a fin de que seáis confirmados”. El deber de
un ministro es comunicar los dones espirituales. Los dones
espirituales confirman y fortalecen a la Iglesia. Asimismo,
establecen al individuo. Los dones espirituales ayudan a
la persona a estar arraigada y cimentada en Dios. Un
don absorbe la concentración de una persona, y la inspira
a buscar a Dios para que su don se desarrolle. Los
pastores, los líderes, y los maestros de escuela dominical,
Más que vencedores
29
deben procurar comunicar los dones espirituales. Los
dones espirituales son dados para edificar al individuo y
a la Iglesia (1 Co. 12:7). Es muy importante tener un
fluir en lenguas, un fluir en interpretación, y un fluir del
espíritu de profecía. Así como éstos, todos los otros dones
(tales como el de palabra de sabiduría, palabra de
conocimiento, y discernimiento de espíritus) son
extremadamente necesarios.
1:12 - “Esto es, para ser mutuamente confortados por
la fe que nos es común a vosotros y a mí”. Cuando ustedes
salgan a ministrar en otros lugares, vayan con la
expectativa de ser también ministrados y bendecidos
(Pr. 11:25). Dios no solamente los usará para bendecir a
otros, sino que ustedes recibirán algo de ellos en el ámbito
de la fe. Cuando se juntan, los cristianos se ministran
mutuamente en la más santa fe. Un hombre no puede
vivir en aislamiento. Un carbón encendido que se aparta
de los otros carbones ardientes, se apaga y ennegrece.
Un cristiano debe ir adonde estén otros seguidores
fervientes de Cristo. Nos necesitamos unos a otros para
mantenernos brillando con el fuego del Espíritu. No se
recluyan ustedes con leños muertos, porque acabarán
muertos. Un árbol solitario será arrancado por los vientos,
pero un árbol dentro del bosque, está protegido por todos
los demás.
1:13 - “Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que
muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta
ahora he sido estorbado), para tener también entre
vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles”. La
gente dice: “si la voluntad de Dios hubiese sido que Pablo
30
Romanos
fuera a Roma, se le habría abierto el camino. Si Dios nos
envía a algún lugar, no habrá problemas”. Esta forma de
pensar es refutable. Pablo es el hombre modelo de la
Iglesia, es alguien levantado por Dios para ser el maestro
de la Iglesia. Juntamente con Jesús y el Espíritu Santo,
Pablo es el maestro de la Iglesia. Él es la pauta. Por
consiguiente, lo que vemos en la vida de Pablo debe estar
bien. Intentó varias veces ir a Roma pero no pudo. Se le
presentaron obstáculos.
Sin embargo, podemos agradecer a Dios el que Pablo haya
sido estorbado para ir a Roma, porque de lo contrario no
tendríamos la epístola romana. Al impedírsele llegar a
Roma, se le permitió a Pablo llevar a cabo eficazmente su
ministerio en otros lugares.
En la época de Pablo, Roma era el centro del mundo. Todos
los caminos llevaban a Roma y Roma influía en el imperio;
de modo que, naturalmente, Pablo deseaba ir allá. No
obstante, lo motivaba un imperioso deseo de tener fruto
entre las naciones. Isaías 32:20 dice “sembráis junto a
todas las aguas”.
Pablo dijo: “Para tener también entre vosotros algún
fruto”. Nuestro deseo debe ser que nuestras ramas se
extiendan por encima del muro, para tener fruto no sólo
en nuestra Iglesia local sino en otras naciones. Ya sea a
través de ofrendas, o de publicaciones, o de apoyo a
personas de nuestra congregación que tienen un llamado
al campo misionero, o aun viajar allá nosotros mismos,
todo pastor debe desear tener fruto entre las naciones.
Más que vencedores
31
1:14 - “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios
soy deudor”. Pablo tomó la posición de un deudor. Él
tenía una deuda con otros, y debía saldarla (1 Co. 9:16).
Pablo recibió de Dios inmensas verdades y revelaciones,
las cuales habían rescatado su alma de la destrucción;
por lo tanto, se sentía comprometido a compartir con los
demás estas verdades redentoras. También nosotros
hemos recibido algo de Dios, y estamos comprometidos
a dar a los demás lo que sabemos. Esta debe ser nuestra
actitud.
Quizá hemos asistido al instituto bíblico y estudiado la
Palabra de Dios mucho más que otros. Bueno, eso nos
coloca en una posición de deudores. Le debemos algo a
los demás. Cuanto más tenemos, más debemos, y más
responsables somos de compartir eso con otros. Nunca
debemos quedarnos con lo que tenemos, siempre debemos
dar. Una de las cualidades claves del Evangelio de Cristo,
se encuentra en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”. Si
tenemos amor, debemos dar en todo aspecto.
1:15 - “Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros
el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”.
Pablo está diciendo que ha estado en muchos países, pero
que también necesita ir a Roma. Él estaba dispuesto a
gastar todas su fuerzas en predicar el Evangelio. Pablo
dijo: “Estoy listo”. Compare esto con una mente dispuesta
en 2 Corintios 8:12. Dios toma en cuenta nuestras
intenciones, nuestra disposición de ir, y no necesariamente
nuestra capacidad para ir.
32
Romanos
1:16 - “Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo”.
Los cristianos, jóvenes y viejos, tienen que sobreponerse
a esa sensación de vergüenza vinculada con el Evangelio.
Ciertamente, el escarnio está ligado al Evangelio. De
hecho, en cada generación, Dios hace que el escarnio esté
asociado con algún aspecto específico de la verdad.
Cuando entramos en algunas iglesias, si creeremos en una
vida santa, somos objeto de burla y afrenta.
En otras iglesias, nos desprecian si creemos en los dones
espirituales. Nos ridiculizan si defendemos la vida en
familia. Existe cierta vergüenza del Evangelio, la cual no
podemos evadir, pero no debemos avergonzarnos de lo
que Dios nos ha dado.
“Porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree”. Hay un poder asociado con cada verdad. Cada
verdad tiene el poder de libertar a las personas en esa
área específica; pero ellas tienen que creer. La clave es:
“a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también
al griego”.
1:17 - “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela
por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe
vivirá”. Quiero recalcar el versículo diecisiete por un
momento, porque en él hay una importante verdad, y es el
hecho de que la justicia y la fe son tanto instantáneas como
progresivas. Somos instantáneamente contados por justos
cuando creemos en el Señor Jesús como nuestro Salvador.
Sin embargo, hay una justicia progresiva que Dios desea
no sólo atribuirnos, sino impartirnos. Llega por medio de
la fe. La fe y la justicia están intrínsecamente ligadas.
Más que vencedores
33
No podemos ser contados por justos si no creemos en el
Evangelio. Pero cada vez que Dios nos habla y
respondemos con una actitud de fe, nos es atribuida más
de la justicia de Dios. La justicia debe ser uno de los temas
de nuestra vida. ¿Cómo llenarnos de la justicia de Dios?
Es por fe y para fe. Ante todo, Dios pregunta: ¿Crees que
Cristo murió por tus pecados? Nosotros respondemos:
“Sí”. Y por nuestra respuesta a la verdad, Dios nos atribuye
Su justicia.
Además, hay una sensación de justicia acerca del bautismo.
Juan el Bautista no quería bautizar a Jesús cuando dijo: “Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” La
contestación de Jesús en Mateo 3:15 es muy importante. Él
dijo: “Deja ahora. Porque así conviene que cumplamos toda
justicia”. El someternos al bautismo en agua es también un
acto y un paso de justicia. Por fe creemos que Dios quiere
que nos bauticemos en agua; por lo tanto, obedecemos.
Rendirnos al bautismo del Espíritu Santo es también un
acto de justicia. Cada paso de nuestra vida cristiana es un
acto de justicia. Cada vez que esperamos nuevas
experiencias en Dios, es un acto de justicia. Al prepararnos
para el ministerio, algunos compañeros se burlarán de
nosotros cuando hablemos del bautismo en el Espíritu
Santo. Yo asistí a tres institutos bíblicos cuando era
estudiante. En uno de ellos, no creían en el bautismo del
Espíritu Santo, y tuve momentos muy difíciles en ese lugar.
Estando allí, el Señor me hizo una advertencia tomada de
Éxodo 23:1: “No admitirás falso rumor. No te concertarás
con el impío para ser testigo falso”. Yo sabía en qué se
apoyaban ellos y sabía en qué debía apoyarme yo. Si no
34
Romanos
hablamos rectamente acerca de cualquier aspecto de la
Palabra de Dios, seremos testigos falsos. No debemos
concertarnos con personas que se mofan de ciertas partes
de la Palabra de Dios.
La situación se volvió tan tensa en ese instituto bíblico que
fui llamado a la oficina del director. Una vez allí, el director
me dijo: “Oigo que usted ha estado hablando sobre el
bautismo del Espíritu Santo. Todos aquí creemos en el
bautismo del Espíritu, pero no creemos en hablar en lenguas”.
Allí estaba yo, un cristiano nuevo, sentado frente al director
del instituto bíblico, el cual en ese tiempo era un hombre
muy conocido en Inglaterra. Entonces, de repente, sentí
la unción y dije: ¿Es el hablar en lenguas de Dios, o de
Satanás?” Ustedes hubieran visto al hombre, estaba
atrapado. Atrapado, no por mí, sino por Dios. Fue pillado.
Si decía: “Es de Dios”, yo hubiera replicado: “¿Por qué
ustedes no lo predican?” Sin embargo, eso significaba
negar el credo de su denominación. Si él negaba lo que
ellos creían, podía perder su cargo en el instituto. Él sabía
la verdad, porque había intercambiado púlpitos y pilas
bautismales con un pastor pentecostal célebre en Inglaterra.
De manera que se encontraba atrapado, y ustedes lo
hubieran visto. Yo nunca había contemplado a nadie con
esa cara. Parecía desfallecer. Mientras tomaba la decisión,
inclinó su cabeza y dijo: “El hablar en lenguas es del
diablo”. Yo comprendí que en ese momento él supo que
había cometido el pecado imperdonable. Había
blasfemado contra el Espíritu Santo. Yo dije: “Entonces
yo no puedo permanecer en este instituto bíblico”. Él dijo:
“Yo lo entiendo”.
Más que vencedores
35
El dirigente de la denominación me había recomendado
asistir a ese instituto. El director preguntó: “¿Qué le
diré al dirigente? Él confía mucho en usted. Él lo
recomendó. Usted no se puede ir”. Yo contesté: “Dígale
lo que yo le dije. Dígale que yo creo que hablar en
lenguas es la evidencia inicial del bautismo del Espíritu
Santo. Él entenderá. Eso lo exonerará a usted ante él,
pero no ante Dios”.
Por lo tanto, Dios nos colocará en posiciones, no sólo en
el mundo sino en la Iglesia. A veces se mofarán de nuestra
orientación, pero no debemos concertarnos con los impíos
para ser testigos falsos.
A este nivel, la introducción de Pablo cesa. El versículo
diecisiete será el tema principal. Es una cita de Habacuc
2:4: “El justo por su fe vivirá”. Éste es el tema no sólo de
Romanos, sino de todo el Evangelio de Jesucristo. Es
también el tema de todo el Antiguo Testamento en sí,
porque San Agustín dijo: “El Nuevo Testamento está
oculto en el Antiguo Testamento, y el Antiguo Testamento
está revelado en el Nuevo Testamento”. Por la gracia de
Dios, veremos ahora al Apóstol Pablo desarrollando esta
verdad una y otra vez, que “el justo por su fe vivirá”.
Más que vencedores
37
Parte 1
1:18 - 3:20
LA IRA DE DIOS
A. La ira de Dios sobre el mundo pagano (1:18-32)
1) La revelación de la ira de Dios (1:18), que es un
acto verdadero y continuo de furor divino.
2) El motivo de la ira de Dios (1:19-23) es que los
hombres, habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron.
3) El resultado de la ira de Dios (1:24-32),
“entregados” por Dios a:
a) Inmundicia (1:24) - fornicación y adulterio.
b) Homosexualidad y lesbianismo (1:26).
c) Una mente reprobada (1:28), incapaz de
juzgar con sensatez.
B. La ira de Dios sobre los judíos porque: (2:1 - 3:8)
1) Juzgaron a otros mientras ellos mismos cometían
los mismos pecados (2:1-9).
2) No hay acepción de personas para con Dios (2:10-16).
3) Por causa de ellos, los gentiles blasfemaron contra
Dios (2:17-29).
38
Romanos
4) Dios no podría ser el juez del mundo si no juzgara
a Su propio pueblo (3:1-8; ref: 1 P. 4:17).
C. La ira de Dios sobre todo el mundo porque:
(3:9-20)
1) No hay justo, ni aun uno (3:10).
2) Todos pecaron, y están destituidos de la gloria
de Dios (3:23).
Más que vencedores
39
1:18 - “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad”. Pablo está sacando a
luz una verdad muy importante. Se está refiriendo a
personas que conocen la verdad y que, sin embargo, no
proceden con rectitud. Por supuesto, aquí condenará a toda
la nación judía, pero esta verdad también es aplicable a
nosotros los de la Iglesia de hoy. Muchos conocen la
verdad, pero no quieren caminar en la luz de la verdad:
“Que detienen con injusticia la verdad” alude a los
cristianos, porque sólo ellos acostumbran leer la Palabra
de Dios y la conocen. Debemos practicar lo que
predicamos.
1:19-20 - “Porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó”. Hasta cierto punto,
Pablo le está hablando a la humanidad entera, ya que dice
en el versículo veinte: “Porque las cosas invisibles de él,
su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio
de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.
La ira de Dios es un flujo verdadero y continuo de
desaprobación divina hacia toda impiedad. Lo que
significa que todo aquello que se opone a la naturaleza
divina, todo lo que contradice la naturaleza de Dios,
merece la desaprobación e ira de Dios. Pero lo que Pablo
quiere recalcar, es que Dios puede ser conocido. Por lo
tanto, en vista de que las cosas eternas se pueden entender
a través de todo lo visible de la creación, la humanidad
entera no tiene excusa. Dios puede ser conocido por las
cosas que Él creó. Esto se menciona en el Salmo 19:1-3:
40
Romanos
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento
anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a
otro día, y una noche a otra declara sabiduría. No hay
lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz”. El salmista esta
diciendo que el Evangelio está en las estrellas. El
Evangelio está en cada cosa creada.
En el Universo existe un sentido de perfecto orden. No
existe nada por casualidad. En todo está la obra de un
Creador omnisciente. En todo lo que Dios ha creado está
una revelación de Dios mismo. El día y la noche se
suceden en perfecta armonía. El sol se levanta en el
oriente y se oculta en el occidente, y las estrellas se
mantienen en sus cursos. Salomón habló de árboles,
bestias y aves. Todo ello revela la verdad divina (1 R.
4:33). En cierto sentido, los capítulos 38 al 41 del libro
de Job, tienen la misma connotación. Dios ha puesto en
nosotros una conciencia, para que ella nos diga qué es lo
correcto y qué no lo es.
1:21 - “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron
como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron
en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido”. Romanos 1:21-32 se titula “El descenso”.
Es quitar a Dios del trono e instalar en él a nuestro ego.
Esto es lo que sucede cuando los hombres no reconocen a
Dios. Se vuelven soberbios y las tinieblas entran en sus
espíritus. Se les apaga su luz. Éstos están “siempre
aprendiendo, pero nunca llegan al conocimiento de la
verdad”. Poncio Pilato preguntó: “¿Cuál es la verdad?”
Jesús respondió: “Yo soy la verdad”. Él es la luz.
Más que vencedores
41
“Pues habiendo conocido a Dios” sugiere que desde
los tiempos de Caín, y luego desde los tiempos de Cam
posteriores al diluvio, todas estas personas conocieron
a Dios. En la torre de Babel, todos sabían acerca de
Dios pero no le reconocían. “No le glorificaron como
a Dios”. El pecador, en vez de ver hacia fuera, alzando
los ojos hacia Dios para honrarlo, glorificarlo y darle
gracias por la creación, ve sus propios pensamientos,
opiniones y conjeturas.
“Ni le dieron gracias”. Es muy importante producir
personas agradecidas. Cuando somos agradecidos hay una
atmósfera que hace que nuestros espíritus se abran para
recibir de Dios. La gratitud precede a la alabanza. En
consecuencia, al dar gracias a Dios creamos un ambiente
de alabanza. Es peligroso comenzar un servicio de
alabanza sin un corazón agradecido, porque se vuelve
mecánico. El agradecimiento es reconocer que hemos
recibido algo de parte de otro. Al dar gracias a Dios,
estamos reconociendo y aceptando que todas nuestras
bendiciones vienen de Él, y esto crea una dependencia de
Él. “Señor, todo lo que yo tengo y lo que tendré, proviene
de Ti”. Cuando no somos agradecidos, entra la soberbia.
Con la soberbia, el corazón se entenebrece con engaño
(Abdías 1:3). La gente que se menciona en Romanos 1:21,
por ser desagradecida, cayó en toda clase de necedad y
soberbia. Necesitamos recordar que el primer paso a la
caída es ser desagradecidos. Muchas iglesias, en lugar de
dar gracias a Dios, proclaman que sus bendiciones son el
resultado de sus obras. Luego profesan ser sabios, pero en
realidad, se han hecho necios.
42
Romanos
1:22 - “Profesando ser sabios se hicieron necios”. Dios
dijo: “Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé
el entendimiento de los entendidos” (1 Co. 1:19,20,27).
Si alguna vez ustedes han conversado con profesores de
psicología y filosofía, se deben de haber sorprendido ante
las necedades que cuentan sobre la creación y la forma en
que el hombre sencillamente evolucionó. ¡Qué locura!
“Profesando ser sabios se hicieron necios”.
1:23 - “Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en
semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles”. Entonces, en el mundo
pagano, tenemos el espíritu de idolatría. La idolatría
también proviene de la falta de gratitud. Les recomiendo
la lectura de Isaías. Isaías 44:15-20 reprende la necedad
del hombre en cortar un árbol, hacer con la mitad una
imagen y usar la otra como combustible de la fogata.
¡Ésa es una completa insensatez! Se inclina ante una parte
del leño y dice: “Tú eres mi Dios, tú eres mi creador”.
¡Qué necedad! Sin embargo, viajamos a muchas regiones
del mundo hoy en día, y vemos ídolos por doquier.
¿Cómo pueden esos ídolos mudos ser dioses? (Vea el
Salmo 96:5; 97:7; 1 Co. 10:20). Cualquiera que rinde
culto a los ídolos, a los demonios adora.
1:24 - “Por lo cual también Dios los entregó a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de
modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”. Este
versículo es muy importante porque se repite tres veces.
“Dios los entregó”. Cuando el hombre degrada a Dios,
Dios degrada al hombre. Algo que encontramos en las
religiones paganas, es que los que rinden culto a ídolos,
Más que vencedores
43
se han dado a la inmoralidad. Esto ocurre en la Iglesia
también. A veces, Dios ha entregado congregaciones
enteras a la inmundicia. A los escarnecedores Él los entrega
a la inmoralidad.
1:25-27 - “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes
que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas”. El
descenso continúa. Dios los entregó por segunda vez. Los
entregó no sólo a la inmoralidad y a la lujuria, sino a
“pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron
el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual
modo también los hombres, dejando el uso natural de la
mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros,
cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y
recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío”. Dios es quien entrega a las personas al
lesbianismo y a la homosexualidad. A veces se ora por un
homosexual y él no obtiene ninguna liberación. Es porque
no se ha tocado la raíz del problema. Y recordemos, hay
un juicio corporal para esta clase de pecado. Dios ha
introducido el SIDA. Éste es parte de “la retribución
debida a su extravío”.
La de los Estados Unidos de América es una condición
calamitosa, pues el presidente avala ese estilo de vida. A
los homosexuales Dios los ha entregado a la sodomía
porque sus mentes y corazones no son para Él. La
homosexualidad es juicio de Dios. El lesbianismo es juicio
de Dios. No es un estilo de vida alternativo, es un pecado,
y el pecador no tiene derechos. No existe tal cosa como
44
Romanos
“derechos del homosexual”; es pecado. He aquí lo que
dice el hermano del Señor Jesucristo al respecto. “Como
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de
la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido
en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por
ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1:7).
Este es el propio hermano del Señor. Él dice que
recordemos a Sodoma y Gomorra. Ellas son un ejemplo
de sufrir el castigo del fuego eterno para mostrarnos lo
que Dios piensa acerca de la homosexualidad y el
lesbianismo. Tales personas acaban en el lago de fuego.
A los homosexuales les digo esto: primero, reconozcan
su pecado. Luego, asistan a la iglesia y el pastor orará
por su liberación.
1:28 - “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a
Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para
hacer cosas que no convienen”. Una mente reprobada
es una mente incapaz de juzgar con sensatez. Esta es la
tercera vez que Dios entrega a la gente. Dios entrega a la
gente a una mente reprobada después que todas las
advertencias han sido desatendidas. Esto se menciona
con mucho énfasis en Ezequiel 20:24-25: “Porque no
pusieron por obra mis decretos, sino que desecharon mis
estatutos y profanaron mis días de reposo, y tras los
ídolos de sus padres se les fueron los ojos. Por eso yo
también les di estatutos que no eran buenos, y decretos
por los cuales no podrían vivir”.
¿De dónde provienen las falsas doctrinas? Provienen de
demonios que Dios ha enviado. Ésta es la razón por la
Más que vencedores
45
cual algunas iglesias tienen doctrinas horribles. El Señor
las ha “entregado” a una mente reprobada por no haber
guardado las leyes de Dios. Burlarse de Dios es un asunto
serio, sumamente serio. En los últimos días, Dios enviará
abundante falsedad. Las personas creerán en la mentira
porque no aman la verdad, pero se deleitarán en la
injusticia (2 Ts. 2:11-12). En este caso, la abundante
falsedad (de los últimos días), es el Anticristo. Otra vez
están aquí los tres pasos hacia abajo: Primero, Dios entrega
a la gente a la inmoralidad. Al persistir hombres y mujeres
en rechazar a Dios, Él los entrega a “pasiones vergonzosas”
(el lesbianismo y la homosexualidad). Cuando Dios es
rechazado, Él los entrega a una mente reprobada, incapaz
de juzgar con sensatez. El resultado es 1:29-32, que todo
su cuerpo se llena de lo siguiente:
1:29-32 - “Estando atestados de toda injusticia,
fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de
envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios,
injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males,
desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo
entendido el juicio de Dios, que los que practican tales
cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que
también se complacen con los que las practican”.
He aquí, entonces, la ira de Dios entregando a la gente.
Primero, a la inmoralidad, luego a la homosexualidad, y
luego a una mente que es incapaz de juzgar con sensatez.
Por lo tanto, clamemos a Dios: “Oh Dios, concédenos
llevar una vida santa”.
46
Romanos
Capítulo dos
2:1 - “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas a otro, pues en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas
haces lo mismo”. Hay un comentario que me gustaría hacer
aquí al principio, de modo que podamos entender el tema
que Pablo está desarrollando en el capítulo dos. Tiene que
ver con un aspecto específico de las personas culpables.
Los culpables son muy dados a juzgar la más leve
imperfección de las ideas, palabras o actitudes de los
justos. Es característico, y es también un hecho de la vida,
que las personas culpables son muy dadas a juzgar y a
criticar a los justos. Con eso en mente, llegamos al
versículo uno: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas a otro, pues en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas
haces lo mismo”. Este punto es muy interesante, porque
la gente que es muy dada a juzgar a los demás, hace
exactamente lo mismo que censura. Descubrimos que
alguien que juzga o critica a otro por hacer determinada
cosa, está casi siempre haciendo lo mismo. A esto se debe
que sea juzgador y que encuentre en la gente defectos que
nadie más parece ver. El versículo uno es sumamente
importante porque este tipo de persona puede hacer que
nos culpemos a nosotros mismos. En situaciones muy
inocentes, ella puede ver error (ref. Mt. 7:15).
2:2 - “Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que
practican tales cosas es según verdad”. Pablo está
diciendo que el juicio de Dios está contra los que así se
conducen. Esto es muy importante. Los juicios de Dios
Más que vencedores
47
son conforme a verdad. No hay parcialidad en Dios. Él
no hace acepción de personas (Hch. 10:34).
2:3 - “¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que
tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio
de Dios?” Esto es algo que he visto repetidas veces en los
cuarenta años que llevo en el ministerio. Los cristianos
que pecan continuamente son de la opinión de que jamás
los descubrirán, y de que están en una categoría diferente.
Ellos creen que Dios los tratará como “excepciones” y
que hará caso omiso de su pecado. He visto esto en pastores
una y otra vez. Pastores que predican que no debemos
hacer esto y aquello, y, sin embargo, lo están haciendo
ellos mismos. Creen estar en una categoría diferente. Creen
ser una excepción.
Situaciones así se han dado con frecuencia, y a estos
individuos he tenido que decirles después: ¿Creían que se
iban a salir con la suya? Ellos contestaron: “¡Sí! Nosotros
no pensábamos que nos iban a descubrir. Creímos que
esto estaría encubierto, que le causaría a Dios una sonrisa
porque, al fin y al cabo, somos pastores. Somos
especiales”. Esto es lo que Pablo está desarrollando en el
capítulo dos, especialmente con la nación judía.
2:4 - “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,
paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad
te guía al arrepentimiento?” Raras veces he visto a un
alto mando de la Iglesia descubierto de inmediato. Mi
experiencia ha sido que cuando una persona peca, ello
pasa desapercibido por un período de uno a tres años.
Durante todo el tiempo, están creyendo que todo está bien,
48
Romanos
pero lo que está sucediendo realmente es el versículo
cuatro. Dios, en Su benignidad, paciencia y longanimidad,
está esperando que ellos se arrepientan. Puedo pensar en
varios pastores de diferentes países, que han cometido
adulterio. No fue sólo un hecho, sino un continuo estilo
de vida. En lugar de volverse a Dios, continuaron, y
creyeron que todo estaría bien. Pero, por lo general, en un
lapso de tres años, eso sale a la superficie. Todo ese tiempo
Dios estuvo esperando que ellos se arrepintieran, pero no
lo hicieron. Mi deseo es que pongamos una atención
esmerada a los versículos uno al cuatro.
2:5 - “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido,
atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios”. La razón por la cual
la gente no se arrepiente es por creer que se saldrá con la
suya, y también porque ama lo que está haciendo. Me he
dado cuenta de que en casi toda situación, la razón del
adulterio ha sido que la esposa del pastor es culpable, no
de adulterio, sino de desamor, le ha faltado comprensión.
Ella no ha sido una verdadera ayuda idónea. Como
resultado, su crítica ha destruido el cariño de él por ella.
Por esta causa, el hombre ha continuado en su pecado
prefiriendo la otra compañía. Todo el tiempo Dios estuvo
buscando el arrepentimiento. Mas por su dureza y su
corazón no arrepentido, han cosechado ira y juicio, como
lo menciona el versículo seis: “Él pagará a cada uno
conforme a sus obras”.
2:6 - “El cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.
No debemos olvidar que esta verdad se encuentra en toda
la Biblia. He aquí algunos versículos: Gá. 6:7; 2 Co. 5:10;
Más que vencedores
49
He. 4:12-13; Ap. 22-12. Todos seremos juzgados
conforme a nuestras obras.
2:7 - “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad”. La gloria es la
presencia manifiesta de Dios con la cual Él nos envolverá.
La honra significa ser reconocido por Dios, ser levantado
por Él (Sal. 3:3; 113:7-8). La inmortalidad es la vida
eterna. Éstas son dadas a los que perseveran
pacientemente en hacer el bien.
2:8-9 - “Pero ira y enojo a los que son contenciosos y no
obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo
malo, el judío primeramente y también el griego”. Aun
los predicadores de la santidad que caen en pecado, se
vuelven contenciosos y discuten en contra de los mismos
valores que una vez defendieron.
Hace muchos años, siendo yo copastor en Francia, el pastor
de la iglesia era el líder espiritual del país en aquel entonces.
Él era un hombre piadoso y espiritual. Después, yo me fui
a otro país y él a otro pueblo. No conozco todos los detalles,
pero este varón cayó en pecado. Transcurrió un lapso
aproximado de tres a cuatro años, para que Dios levantara
la tapa y todo quedase expuesto. Su esposa se arrepintió
porque, hasta cierto punto, ella lo había enviado en esa
dirección con sus actitudes, aunque yo no le resto a él
responsabilidad. Como disciplina, se le exigió abandonar
la iglesia mayor y regresar a la iglesia que había pastoreado
cuando yo era su copastor en ese lugar. Tuvo que sentarse
con la congregación, y así lo hizo por cierto tiempo.
50
Romanos
Sin embargo, a diferencia del rey David, él nunca retornó
a Dios. Ser descubierto es una cosa, y arrepentirse y tocar
a Dios, es otra. Él nunca tocó a Dios. Por el contrario, se
suicidó. Muchos años después, estando yo en tránsito por
ese pueblo, lo vi allí. (Vi allí el espíritu del difunto). Las
personas que se suicidan no se alejan de la escena de su
crimen. El suicidio no es jamás una salida. A menudo
tienen que permanecer allí por un período de años, y ¡ay,
la angustia que yo vi en su rostro!
He tenido amistades personales que han caído en adulterio.
En ciertas ocasiones, me ha tocado estar cerca de los
acontecimientos. Son tan dolorosos. He visto tales
tragedias, por lo tanto, quiero que todos eviten estas
tentaciones. Yo no quiero que ustedes coqueteen con la
tentación, porque sé que ha derribado a muchos, incluso a
hombres fuertes, como lo declara Proverbios 7:25-27. Y
ciertamente, también han caído mujeres.
2:10 - “Pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo
bueno, al judío primeramente y también al griego”. Qué
maravillosa es la paz que Dios concede a quienes proceden
con justicia (Jn. 14:27). La gloria envuelve a los justos; y
Dios los levanta en alto con honra.
2:11 - “Porque no hay acepción de personas para con
Dios”. No hay acepción de personas para quienes
andan en pecado. El ministerio no nos salva, ni
tampoco una posición. Ni siquiera nos salva el ser
cristianos (Mt. 7:21-23). Lo que nos salva es continuar
en la Luz (1 Jn. 1:7-9).
Más que vencedores
51
2:12 - “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley
también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado,
por la ley serán juzgados”. Paganos o cristianos, ambos
perecerán si no se arrepienten.
2:13 - “Porque no son los oidores de la ley los justos ante
Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados”. No
son los que asisten a la iglesia y escuchan la Ley los
justificados, sino los que la obedecen. Quiero hacer
hincapié en lo que dijo Jesús en Mateo 5:19: “De manera
que cualquiera que quebrantare uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres,
muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas
cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado
grande en el reino de los cielos”. Cristo no se está
refiriendo a los mandamientos mayores aquí, Él se está
refiriendo a los menores. Pero yo puedo decirle esto, el
adulterio no es uno de los mandamientos menores. Deja
una mancha que jamás se borra. Por esta razón quiero
advertirle acerca de este pecado. No es para condenar, es
sólo que he visto los resultados. Yo predico extensamente
acerca de la vida de David. Aunque David fue rehabilitado,
la deshonra que quedó nunca fue quitada. ¡Cuánto mejor
es no caer!
Cuando yo estudiaba en el instituto bíblico, visité una
iglesia que estaba llena de pecadores. (Me refiero a
pecadores redimidos). Había un resplandor en los rostros
de todos cuando saltaban, agradecidos con Dios por
redimirlos del pecado. Uno en especial, saltó y dijo: “Le
doy gracias a Dios por haberme guardado de caer”. Ésa es
la actitud del apóstol Pedro al decir que nosotros somos
52
Romanos
“guardados por el poder de Dios” (1 P. 1:5). No somos
guardados por esfuerzo propio. Las personas que no están
protegidas por Dios caen en el abismo de la inmoralidad
cuando constantemente ofenden al Señor: “Fosa
profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra
el cual Jehová estuviere airado caerá en ella”(Pr. 22:14;
ver también: Ec. 7:26).
2:14-15 - “Porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no
tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de
la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su
conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos”. No toda nación conoce las leyes de Dios,
pero cada individuo tiene una conciencia. La mayoría de
las personas no puede recitar los Diez Mandamientos, pero
en su corazón los conoce. Todo hombre conoce la Ley.
¿Por qué? Porque tiene una conciencia que le indica el
bien y el mal. Todos saben que matar, robar, mentir y
cometer adulterio es malo.
Las personas sin Ley, sin las Escrituras, que viven por
la ley de sus conciencias y hacen lo que ordena la ley,
serán más justificadas que los que conocen la Ley (la
luz, las Escrituras) y no la acatan. Esto no significa que
vivir por la ley de la conciencia puede salvar a alguien.
Pablo simplemente está diciendo que el hombre será
juzgado de acuerdo con la medida de luz que tiene.
Aquéllos que tienen la luz pero no la obedecen, tendrán
un juicio mayor que los que sin luz viven por la ley de
sus conciencias.
Más que vencedores
53
Había en Nueva Zelandia una esposa de pastor que cayó
en falta y vivía con un “hippie”. Ella condujo a este hippie
al Señor, pero también descubrió que estaba encinta. En
su desesperación, esta pareja recorrió todo el país
preguntando a los pastores: “¿Nos debemos casar?” Todos
los pastores dijeron: “Sí”. Vinieron a nosotros, y el sujeto
dijo: “Aún quisiera oír de usted si esto está bien”. La
muchacha me expresó: “Ah, no vaya a ponerse a citar la
Biblia porque yo sé lo que usted va a decir”. Entonces,
sentí decirles: “Regresen en tres días”. En el intervalo le
pregunté al Señor lo que debía hablar, y Él dijo:
“Pásamelos a Mí”.
Tres días más tarde nos reunimos con ellos y ellos dijeron:
“Y bien, ¿ha oído de Dios?” Yo le contesté: “Dios dijo
que debíamos pasárselos a Él”. Sus rostros se tornaron
blancos como sábanas porque sabían que algo se
aproximaba. Impusimos manos sobre ellos y los
entregamos a Dios con estas palabras: “Recuerden, ustedes
nos dijeron que harían lo que les indicásemos”. Esto es lo
que Dios hizo: los separó. El joven no pudo soportarla;
ella no pudo soportarlo a él, y su preñez fue interrumpida
por Dios.
Pocos años después, estuve en la ceremonia de ordenación
de él. De hecho, tuve el honor de ordenarlo como pastor
después de haberse casado en el extranjero con otra chica.
A él le estaba yendo muy bien. Pasado un tiempo, cuando
regresé a Nueva Zelandia, aquella misma joven se me
acercó y le pregunté: “¿Cómo le va?” Ella respondió:
“Regresé con mi esposo. Pensé que usted esperaba que
yo hiciera eso”. Yo dije: “Sí”. ¿Y saben ustedes lo que
54
Romanos
Dios hizo por ella? Ella y su esposo tuvieron un niño
propio, y a ella le fue restituido el gozo de la salvación en
una forma maravillosa. Asimismo, Dios le dio muchos
cantos, gran parte de los cuales cantamos hoy.
Cuando procedemos correctamente, hay fruto. Ustedes
tienen que retornar a Dios y hacer lo que Dios dice que es
correcto. Lo que quiero poner en relieve es esto: La
conciencia del hippie que se acababa de convertir fue
renovada. Él sintió que no era correcto casarse con esa
muchacha, aunque ella tratara de persuadirlo para que
hiciese lo contrario.
2:16 - “En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los
secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”. A
cada uno de nosotros Dios lo juzgará. Todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo. Si alguna vez
ustedes han visto al Señor, saben que Sus ojos atraviesan
a una persona. No hay nada oculto para Él (He. 4:13).
2:17-20 - “He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y
te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su
voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías
en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en
tinieblas”. El apóstol Pablo está ahora tratando con los
judíos. Hubo muchos judíos en la iglesia de Roma. Eran
maestros que afirmaban que la Ley era buena. Estaban
seguros de ser guías de los ciegos y luz de los que estaban
en tinieblas. “Instructor de los indoctos, maestro de niños,
que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad”.
Eran maestros, guías, instructores, conocían la verdad y
se la enseñaban a otros, pero no la practicaban.
Más que vencedores
55
2:21-23 - “Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a
ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?
Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú
que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que
te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a
Dios?” Sin duda alguna, a quien debo enseñarle es a mi
propia persona. Debemos ser genuinos y ser lo que
enseñamos. Yo no quiero ser una cosa en el púlpito y otra
cosa afuera. Así nunca podría vivir conmigo mismo. Para
mí, lo más importante es tener las verdades que predico
forjadas primeramente en mi propia vida.
Al preguntarle a mucha gente qué es lo correcto, ellas nos
lo dirán. Pero si indagamos más a fondo, para ver si están
practicando lo que creen que es correcto, dirán que son
una excepción y que Dios entiende. Esto es más común
de lo que nos imaginamos. Yo pienso que debemos ser
veraces en nuestros hogares. Yo pienso que debemos ser
genuinos. Nuestra casa debe ser un lugar de paz y de
justicia. Debemos estar en armonía con nuestro cónyuge.
Debemos tener la presencia de Dios y hablarnos y tratarnos
como si estuviésemos en la iglesia.
Esto no debe ser una representación ni una farsa, debe ser un
estilo de vida. Habiendo visitado muchos países, he observado
a muchos pastores y a sus esposas, ellos son una cosa en la
iglesia y otra en sus casas. Hay contienda, desavenencia y
todo lo demás que no es correcto. Sin embargo, debemos
comprender que Dios no permitirá que esto permanezca.
Ahora bien, en algunos casos yo les garantizo que sólo
una de las partes es la culpable. John Wesley es un ejemplo.
56
Romanos
Si alguien fue santo, ése fue él, y su esposa era como un
diablillo. Él era una excepción. Él hacía todo lo que podía.
Estoy hablando de los casos en donde los dos están mal.
F.B. Mayers es otro ejemplo. Tuve la oportunidad de
conocer a una dama que vivió en su casa. Lo que trato de
resaltar es que al casarse con un pastor, la mujer debe ser
genuina, y así debe ser el pastor. Conozco muchas esposas
de pastores cuya cruz es su esposo, porque él es de una
manera en el púlpito y de otra afuera, y prácticamente
atraviesan el infierno por esa razón.
En mi opinión, deberíamos acudir al Señor para tener la
pareja de su elección. John Wesley sin duda cometió un
error. La esposa de William Carey tampoco tenía nada de
santa. En verdad creo que debemos buscar a Dios
ardientemente. Por esto nosotros tendemos a darle tanta
importancia al matrimonio y a la familia. No estamos
dándoles simples reglas y normas. Estamos diciéndoles:
“Escojan la pareja correcta”.
Uno de los sueños de una joven es casarse. El vestido de
novia cuesta una fortuna, pero sólo es usado por una hora
o dos. Después, reina la realidad. Se han acercado a mí
muchachas con ojos llorosos, aun en la luna de miel,
con el corazón destrozado a causa de la incompatibilidad.
Es por eso que yo digo que la voluntad de Dios es lo que
más importa. Se trata de casarse con la persona que Dios
elija, alguien con la misma visión. Que piensa lo mismo,
habla lo mismo, y realmente siente lo mismo. Cuando a
uno le da sed, el otro también tiene sed. Son tan afines
que uno comienza una frase y el otro la termina. Uno va
a decir algo, y el otro lo dice primero. Son uno. Así fue
Más que vencedores
57
como Dios lo planificó. Mi corazón rechaza los
matrimonios hipócritas.
Lo que me preocupa seriamente es el hecho de que
nosotros reproducimos seres semejantes. Hay una historia
de cierto instituto bíblico que no podía entender por qué
estaba produciendo ateos. Nadie lo divulgaba, pero en el
personal docente, cuatro eran ateos. Por consiguiente, no
se trata de lo que decimos, sino de lo que somos.
Reproducimos lo que somos.
2:24 - “Porque como está escrito, el nombre de Dios es
blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros”. La
caída de un prominente ministro hace caer a decenas de
miles de personas. Cuando un pastor cae, muchos oyen el
comentario. Cuando David cayó, su caída hizo que los
enemigos del Señor blasfemaran (2 S. 12:14).
Cuando uno de los tele-evangelistas cayó, conocí a una
mujer que abandonó la iglesia. Ella dijo: “No puedo
continuar después de haber visto semejante hipocresía”.
Estaba equivocada, por supuesto. El que cayó estaba
equivocado. Pero yo le diré esto, es asombroso lo que
sucede. No vivimos para nosotros mismos ni morimos para
nosotros mismos. El nombre de Dios es blasfemado en todas
partes y la caída es enorme por causa de la hipocresía.
2:25 - “Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si
guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu
circuncisión viene a ser incircuncisión”. Pablo les estaba
diciendo a los judíos que la circuncisión era una señal del
pacto con Dios; pero que al quebrantar la Ley, la
58
Romanos
circuncisión se invalidaba. El rito de la circuncisión sólo
es válido si observamos la Ley. Permítaseme decir
simplemente que ser miembros de una iglesia, el nuevo
nacimiento, y los bautismos, pueden ser totalmente
invalidados si no guardamos los mandamientos de Dios
(Mt. 7:21-23). Solamente conservaremos el favor de Dios
si perseveramos en andar en la Luz.
2:26 - “Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas
de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como
circuncisión?” Pablo está diciendo que si los
incircuncisos (los gentiles) guardan la Ley, son contados
como circuncisos. Por lo tanto, lo que cuenta no es la
forma exterior.
2:27 - “Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda
perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra
de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley”.
Los incircuncisos (gentiles) que guardan la Ley, juzgarán
a los circuncisos (judíos) que no la guardan. En el juicio,
Sodoma y Gomorra juzgarán a Capernaún (los judíos) que
tuvieron una mayor luz. También Nínive estará juzgando
a los fariseos (Mt. 12:38-41). Con esto no decimos que
Sodoma y Nínive sean salvas. Estamos diciendo
simplemente que los que tienen una mayor luz tienen un
mayor juicio cuando desobedecen.
2:28-29 - “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni
es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión
es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del
cual no viene de los hombres sino de Dios”. He aquí la
Más que vencedores
59
única clase de circuncisión que aprovecha. Es la circuncisión
del corazón, en espíritu. La circuncisión física de nada
aprovecha. La circuncisión espiritual es cortar nuestra
naturaleza congénita y fracasada. Trata con aquello que
traemos de nacimiento, por medio de la Palabra de Dios.
Este proceso de la espada de Dios en nuestras vidas es de
operación continua. Necesitamos que nuestra “naturalidad”
sea cortada. Debemos acoger la espada en nuestras vidas.
No podemos oponernos a la espada si queremos ser
enteramente libres de nuestra naturaleza caída.
Cuando estuvimos en Nueva Zelandia hace varios años,
fuimos despertados a las tres de la mañana por dos ángeles
que estaban al pie de nuestra cama. Uno era muy alto y en
su mano derecha sostenía una espada, en la punta de la
cual estaba la palabra: “Circuncisión”. El otro, un ángel
más bajo, tenía una cinta que desde el hombro le cruzaba
el pecho, con esta inscripción: “El ejecutor”.
Los ángeles no hablaron, pero el Espíritu Santo habló a
mi corazón, diciendo: “He venido a circuncidar a mi
pueblo. Los que me permitan hacerlo, participarán de mis
bendiciones adicionales. Pero los que se nieguen a dejar
que Yo los separe de sus pecados, a ellos enviaré el otro
ángel que ejecutará mi voluntad”.
La mañana siguiente, hablé de esa experiencia en el
contexto de David y Betsabé. Se podía oír la caída de un
alfiler. Cientos de personas se acercaron al altar para
reconsagrar sus vidas a Dios, poniendo sus corazones
delante de Él y pidiéndole que se los circuncidara. Sin
embargo, otras no lo hicieron.
60
Romanos
Sólo unos pocos días después, Dios comenzó a moverse
en juicio. Un conocido cristiano, relativamente joven y
saludable, cayó muerto. Otro, a quien en repetidas
ocasiones habíamos amonestado por su propensión a
hablar demasiado, salió disparado de su bicicleta por el
aire. De toda su anatomía, aterrizó de boca. “El Ejecutor”,
había señalado el problema.
Amados, pongamos atención a la advertencia y busquemos
diligentemente al Señor, para que pueda cumplir la buena
promesa que dio al decir: “Y circuncidará Jehová tu
corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames
a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma,
a fin de que vivas”. (Dt. 30:6). ¿Por qué hemos de
encontrarnos con “El ejecutor” Enfrentemos la
circuncisión del corazón y obtengamos todas las
bendiciones del Señor.
Capítulo tres
3:1-2 - ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué
aprovecha la circuncisión? Hemos llegado al capítulo
tres, pero aún estamos en la Parte I: “La ira de Dios”.
Por lo cual, comenzamos con una interrogante. Hacer
esta pregunta es muy natural después del capítulo 2:2829: “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué
aprovecha la circuncisión?” El apóstol Pablo responde:
“Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que
les ha sido confiada la palabra de Dios”. Pablo está
diciendo que la ventaja de ser judío es que él tiene toda
la historia de la nación detrás de sí. Los oráculos o
palabras de Dios fueron dados a sus patriarcas, a Moisés
Más que vencedores
61
y a los profetas. Esto lo desarrollaremos detalladamente
en el capítulo 9.
3:3 - Pablo continúa: “¿Pues qué si algunos de ellos han
sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la
fidelidad de Dios?” El hecho de que algunos no creyeran,
no anula la fidelidad de Dios. En el segundo libro de Reyes
7:17-20, uno de los príncipes del rey no creyó el mensaje
divino acerca de una inminente liberación de la hambruna.
La incredulidad de este príncipe respecto al fin de la
hambruna no impidió que la Palabra de Dios se cumpliese.
Pablo está diciendo que si algunos no andan rectamente,
¿destruirá eso el mensaje? ¡La respuesta es no! Esto es algo
que debemos recordar, ya que durante nuestra existencia
estaremos cerca de personas que una vez anduvieron
rectamente y luego se descarriaron. ¿Qué efecto tendrá eso
en ustedes o en mí? Algunas personas son destruidas por
ello, pero si para nosotros el vivir es Cristo, la gente no nos
afecta. Cuando una persona se aleja después de haber
predicado la Palabra con poder, eso no invalida el mensaje.
Se me han acercado muchas personas confundidas,
diciendo: “Oí predicar y profetizar a cierto hombre, y lo
vi imponer manos sobre los enfermos, y orar por otros
para que recibieran el bautismo del Espíritu Santo, sin
embargo, él estaba llevando una vida contraria a la Palabra.
¿Anula eso las sanidades, las profecías y las otras obras
que él realizaba?” No, porque es la Palabra de Dios la que
permanece, no el mensajero.
Dios es capaz de hacer uso de toda clase de personas y de
hablar por medio de ellas. Sean ustedes capaces de recibir
62
Romanos
la Palabra de Dios por medio de cualquier canal que Dios
dé. A veces, Dios ha escogido hablarme a través de personas
que yo he descartado, y con una buena razón. Ellas eran
como “Balaam”, pero tenían Palabra del Señor para mí.
3:4 - “De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y
todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas
justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres
juzgado”. Pablo está citando el Salmo 51:4, que es una
oración de David. David reconoció su pecado, para que
Dios pudiera ser hallado justo al hablar, y justificado
cuando le juzgara.
3:5-6 - “Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia
de Dios, ¿qué diremos?” A veces, cuando un hombre
vive inicuamente, ello realmente realza la justicia de
Dios. Pone de manifiesto el contraste. “¿Será injusto
Dios que da castigo?” Si esa persona que vive
inicuamente contrasta con la justicia de Dios, ¿es Dios
injusto por juzgar a esa persona? Oh no, ciertamente no.
“En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios
al mundo?” Obviamente, Dios debe juzgar primeramente
al pecador de la casa de la fe. Si no, ¿cómo sería Dios
capaz de juzgar al mundo? El juicio debe comenzar por
la casa de Dios (1 P. 4:17).
No podemos siquiera imputarle injusticia a Dios. Dios es
perfectamente justo e imparcial. A veces, nuestra falta de
conocimiento de Su sistema, crea preguntas, pero esto se
debe a que no vemos el cuadro completo, como Él lo ve.
Diciendo que una situación no es justa, realmente estamos
diciendo que Dios no es justo. Nuestra mente natural dice:
Más que vencedores
63
“No es justo”. Por consiguiente, debemos pedirle a Dios
que nos muestre la situación como Él la ve. Esto hará que
estemos de acuerdo con Dios cuando la veamos finalmente
desde Su punto de vista. De otro modo, entrará la amargura
y tomaremos partido contra Dios. Recuerde que Oseas 4:6
dice: “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”.
3:7 - “Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó
para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador?”
En comparación, la justicia de Dios se establece por
nuestra injusticia. Su fidelidad se ve con más claridad por
nuestra infidelidad. Su veracidad acentúa la falsedad del
hombre. La verdad de Dios hace eso. A veces, un hombre
descarriado como Saúl, da énfasis a uno recto como David.
Por lo tanto, surge la pregunta: ¿por qué debe ser juzgado
Saúl como pecador? Después de todo, él estaba siendo
usado por Dios para realizar algo en David. Pero, espere,
ese no es todo el cuadro, ¿verdad? Saúl era malo. Saúl fue
juzgado por sus transgresiones, no por ser usado por Dios
para realizar algo en la vida de David.
“Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó”. Este
tema puede ser visto aun en la Caída. El amor de Dios fue
demostrado al entregar a Su propio Hijo amado. Esto
nunca se habría manifestado de no haber habido pecado,
sin embargo, esto no exonera el pecado. John Calvin
falsamente aseveró que Dios necesita del pecado para
manifestar Su sabiduría. Un problema le permite a Dios
la oportunidad de revelar Su sabiduría y verdad; sin
embargo, Dios no necesita del pecado para hacer esto.
Dios nunca es el autor del pecado.
64
Romanos
3:8 - “¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como
algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros
decimos): Hagamos males para que vengan bienes?” Los
adversarios de Pablo proclamaban que él decía: “Hagamos
males para que vengan bienes”. Los que condenan ese
dicho hacen bien en condenarlo.
Muchas personas dicen que el fin justifica los medios. En
otras palabras, si hacemos lo malo, quizá eso haga que
Dios actúe. Dios puede actuar, pero será para nuestra
propia ruina. Ellos tratan de arrinconar a Dios, pero no les
funciona porque Dios es mayor que el rincón.
3:9 - “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?
En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a
gentiles, que todos están bajo pecado”. Esto es lo que Dios
quiere que entendamos; todos, judíos o gentiles, estamos
bajo pecado. Los judíos no tienen una puerta trasera para
entrar al cielo. Israel es apóstata hoy, y Dios aun los juzgará
por crucificar al Señor de la gloria. La tierra de Israel será
limpiada por haber derramado Su sangre inocente (Jl. 3:21).
La moneda siempre tiene dos lados. En la actualidad, los
judíos están bajo juicio, pero después volverán a Su amado.
En 3:10-18, Pablo presentará una serie de citas de varias
porciones del Antiguo Testamento, y sólo daremos sentido
general de los versículos. Las citas provienen
fundamentalmente de la Septuaginta (versión griega del
Antiguo Testamento), y a veces Pablo las amplía, las
modifica, las abrevia, combina dos o más pasajes, o las
adapta a su gusto. Por lo tanto, a veces sólo podemos
adivinar de dónde provienen sus referencias.
Más que vencedores
65
3:10 - “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno”.
Esta es una cita del Salmo 14:1,3.
3:11 - “No hay quien entienda, no hay quien busque a
Dios”. Esta es una cita del Salmo 14:2.
3:12 - “Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. Esta es
una adaptación de Isaías 53:6; 14:3.
3:13 - “Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua
engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios”.
Esto es del Salmo 5:9; 140:3.
3:14-16 - “Su boca está llena de maldición y de
amargura”. Esto es del Salmo 10:7. “Sus pies se apresuran
para derramar sangre” (Is. 59:7-8). “Quebranto y
desventura hay en sus caminos”, del Salmo 36:1.
3:17 - “Y no conocieron camino de paz” (Is. 59:8).
3:18 - “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Esto
también viene del Salmo 36:1.
3:19 - “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice
a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y
todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. Pablo se
está dirigiendo a los creyentes judíos en Roma. Éste es el
propósito de la Ley. Pablo nos dará dos definiciones claras
de la Ley. He aquí un propósito de la Ley: “que toda boca
se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”.
Ése es uno de los propósitos de la Ley. Cuando
66
Romanos
contemplamos la Ley, vemos que nadie está a la altura de
ella. Todos hemos pecado. ¿Por qué dio Dios la Ley? ¡Para
que todo el mundo fuese hallado culpable! Por lo cual no
podemos agradar a Dios por medio de legalismos.
Solamente lo podemos agradar al acoger Su gracia en
nuestras vidas, la cual nos capacitará para hacer lo correcto.
3:20 - “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano
será justificado delante de él”. Nadie ha guardado la ley,
pero la Ley tiene otro propósito. El propósito de la Ley es
revelar el pecado: “Porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado”. La Ley nos da el conocimiento
del pecado en nuestros corazones. La Ley nos muestra
nuestra falta (Ro. 4:15).
En resumen, podríamos decir esto: Los judíos tenían la
Ley y no la guardaban. Los gentiles no tenían la Ley, pero
tenían la ley de la conciencia. Ellos violaron la Ley de la
conciencia. Por ende, todos los hombres, judíos y gentiles,
son culpables y están bajo la ley del pecado. Todos los
hombres necesitan un Salvador. No sólo necesitamos un
Salvador, sino que necesitamos continuar andando en la
Luz después de recibir a Jesús como nuestro Salvador.
Quizá un poco de experiencia ayude a reforzar esta verdad.
Hace muchos años estuvimos en Suiza, y un anciano de
una iglesia preguntó si podía traernos a uno de los diáconos
para aconsejarlo. Dijimos que sí prontamente, y cuando
llegaron nos contaron la siguiente historia.
El diácono había estado queriendo justificar sus actos
después de haberle sido infiel a su esposa, que estaba en
Más que vencedores
67
un sanatorio mental. Lo hacía citando equivocadamente
las palabras de Pablo en su carta a los Corintios. Sin
embargo, una noche tuvo una visión. En esta visión él
estaba en una fila de hombres que comparecían uno por
uno ante un trono sobre el cual estaba sentado un ángel.
Cada hombre, al llegar su turno de pararse ante el trono
para rendir cuenta de su vida, caía estrepitosamente al suelo
y luego era atado y arrojado en el infierno.
Finalmente, el diácono llegó a ser el penúltimo en la fila,
con sólo un hombre más delante de él, el cual se volteó y
le dijo: “Yo no tengo que preocuparme, mi vida fue
correcta”. Pero cuando llegó su turno, él, también, cayó
estrepitosamente y fue atado y arrojado en el infierno.
Entonces se detuvo la visión.
Al terminar el diácono de relatar estos sucesos, tanto el
anciano como yo le hicimos solemnes advertencias de
enmendar sus caminos. Dijimos: “Tú estás en compañía de
personas que son puras ante sus propios ojos, pero que no
son rectas ante Dios”. Un año más tarde, recibí una llamada
del anciano. El diácono había muerto repentinamente en la
noche. Pregunté por su estado espiritual. El anciano contestó
que durante los seis meses posteriores a nuestra
conversación, el diácono había enmendado sus caminos,
pero luego había caído nuevamente en sus antiguos pecados.
El anciano y yo sabíamos que la visión había sido cumplida
y que el diácono había llegado al tribunal y, como sucedió
con los demás, fue hallado falto.
Oh amados, hagan caso de estas advertencias. No somos
cristianos externamente. El poseer un cargo en la iglesia
68
Romanos
o haber tenido una experiencia en el pasado, no nos salva.
Lo único que nos salva es andar firmemente en luz como
Él está en luz. Solamente entonces la sangre de Jesucristo
(continuamente) nos limpia de toda iniquidad (1 Jn. 1:7).
Ser constantemente lavados en la sangre del Cordero es
lo que nos salvará en el día del juicio. “Está establecido
para los hombres que mueran una sola vez, y después de
esto el juicio” (He. 9:27).
Esto concluye la Parte I: “La ira de Dios”. Esta sección
ordena que toda boca se cierre. Ha determinado que todo
el mundo es culpable delante de Dios y sin excusa. La
siguiente sección, “La justicia de Dios” le abre al hombre
una maravillosa puerta de esperanza de perdón y remisión.
Más que vencedores
69
Parte 2
3:21 - 5:21
LA JUSTICIA DE DIOS
I. NUESTRA NECESIDAD DE JUSTIFICACIÓN
A. El método divino de justificación (3:21-31).
El versículo 21 es el tema central del libro. De
hecho, es el tema de toda la Biblia. El versículo
21 recoge la idea expresada en 1:17.
1) La justificación es aparte de la ley (3.21a).
La justicia de Dios que da a los hombres una
postura acepta delante de Dios, en ninguna
manera depende de la Ley y no se gana
cumpliendo sus estipulaciones.
2) La justificación es por la fe en Jesucristo
(3:22). La fe descansa sobre la obra consumada
de Cristo.
3) La justificación es gratuita (3:24). Al creyente
no le cuesta nada.
4) El precio de la justificación-la muerte del Hijo
de Dios. Al pagar Cristo, muriendo en la cruz
en nuestro lugar, somos redimidos o liberados
de nuestros pecados.
70
Romanos
5) La justificación se debe al amor y bondad de
Dios. Cristo es nuestra propiciación. Él quitó
nuestras ofensas (3:25).
6) La justificación excluye la jactancia. Es por
fe, no por obras (3:27).
7) La justificación es requerida por judíos y
gentiles igualmente. Todo el mundo es
culpable delante de Dios (3:28-30).
II. LA PROVISIÓN DE DIOS PARA NUESTRA FALTA
A. La Ley se establece sobre la base firme de un
sacrificio más excelente que los del Antiguo
Testamento (3:31). (He. 10:10; 8:6; 9:23,24,28;
10:14).
B. Ejemplos del Antiguo Testamento:
1) Abraham (Gn. 15:6).
2) Confirmación por David (Sal. 32:1). El gozo
de un pecador que ha sido perdonado.
3) La justificación de Abraham, no confirmada
por el rito de la circuncisión (4:9-12).
4) La justificación de Abraham aparte de la Ley
(4:13-17).
5) La fe de Abraham, típica de la caminata de un
cristiano (4:17-25).
Más que vencedores
71
C. El fruto de ser justificado:
1)
2)
3)
4)
5)
6)
7)
8)
Paz con Dios (5:1).
Gozo (5:2).
Esperanza (5:2, 4).
Gloria (5:2).
Paciencia.
Firmeza.
Amor.
Certeza de ser salvo de la ira.
D. La justificación basada totalmente en la obra
de Cristo (5:12-21):
1) El pecado entró a través de la desobediencia
de Adán (5:14).
2) La muerte reina por causa del pecado (5:14).
3) La gracia y la justicia vienen por medio de
Cristo (5:15-17).
4) Esto trae vida eterna (5:18-21).
Ahora llegamos a la solución de Dios para un mundo
pecador y perdido. En la Parte I, el objetivo de Pablo era
probar que todos han pecado. Eso lo repite en el versículo
veintitrés: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios”. Todo el mundo, judío o gentil,
necesita un Salvador. Ahora llegamos a la solución de
Dios, la cual es la provisión de Dios y Su forma de justificar
a los perdidos porque no hay ni un solo justo.
72
Romanos
3:21 - “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la
justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas”.
La justicia de Dios es revelada, mas no por medio de la
Ley. Sin embargo, fue predicha en la Ley y en los profetas.
Ahora, esta es una verdad sumamente importante.
Solamente hay un Evangelio y éste fluye desde el Antiguo
Testamento hasta el Nuevo Testamento, porque fue en los
días de la ley que Dios declaró la justificación por medio
de la fe. Moisés manifestó en Deuteronomio 30:11-14:
“Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es
demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo,
para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos
lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está
al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por
nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a
fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas”.
Esto es algo que Pablo desarrollará en Romanos 10:10
cuando diga: “Con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación”. Moisés ya dijo
lo mismo en Deuteronomio. Hay otros ejemplos. En
Isaías 46:13: “Haré que se acerque mi justicia; no se
alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré
salvación en Sion, y mi gloria en Israel”. Dios declaró
hace mucho tiempo: “Haré que se acerque a ti mi
justicia”. Habacuc 2:4 afirma claramente: “El justo por
su fe vivirá” (ver también Jer. 23:6; Is. 54:17b).
3:22 - “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia”.
Más que vencedores
73
La justicia que Pablo explicará es por la fe en Jesucristo.
Esto lo esclarece muy bien Habacuc: “El justo por su fe
vivirá” (Hab. 2:4; Gá. 2:16; 3:22).
3:23 - “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de
la gloria de Dios”. ¿Qué significa “todos pecaron?”
Significa que todos los que estaban en Adán pecaron, lo
que incluye a toda la raza humana. Ésta es una verdad que
Pablo repetirá. Debemos entender que verdaderamente
estábamos en Adán cuando él pecó. Después, nosotros,
personalmente, hemos pecado y estamos destituidos de la
gloria de Dios. ¿Qué significa “estar destituidos de la gloria
de Dios”? Me gustaría sugerir cuatro cosas.
1.) Significa “no dar la gloria debida al nombre de Dios
en toda circunstancia; no glorificarle ni hacer lo que
genera alabanzas para Él”. En Lucas 17:15, 18, el
leproso regresó para darle gloria a Dios por su milagro
de sanidad. (Ver también Hch. 12:23; Ro. 4:20; 1 Co.
10:31; 2 Co. 4:15; Fil. 1:11; 2:11; 1 Ts. 2:6; Ap. 4:9;
4:11; 11:13; 14:7; 16:9).
2.) Estar destituidos de la gloria de Dios significa “no
recibir la gloria, la honra o la aprobación que Dios
concede” (ver Jn. 5:41; 5:44, 8:50; 12:43; Ro. 2:7;
2:10; He. 3:3; 1P. 1:7; 2 P. 1:17).
3.) Estar destituidos de la gloria de Dios significa “no
calificar para reflejar la gloria de Dios, o no
permitirnos a nosotros mismos alcanzar la madurez
y ser conformados a su imagen” (ver 1 Co. 11:7;
2 Co. 3:18; 8:23).
74
Romanos
4.) Estar destituidos de la gloria de Dios significa “no
participar de la gloria consumada que será otorgada
a los santos en la Segunda Venida de Cristo (Ro. 5:2;
8:18; 8:21; 1 Co. 2:7; 15:43; 2 Co. 3:18; 4:17; 2 Ts.
1:10; 2 Ti. 2:10; He. 2:10; 1 P. 5:1; 5:4).
3:24 - “Siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Ahora
Pablo nos dirá cómo nosotros, que hemos pecado y
estamos destituidos de la gloria de Dios, podemos ser
justificados. La ley es por medio de las obras. Es por
esfuerzo propio. Pero no hay salvación en la ley porque
nadie puede guardar la ley. Por lo tanto, ¿cuál es el remedio
de Dios? Es justificarnos por Su gracia (Ef. 2.8). Somos
justificados por Su favor. ¿Cómo? “Mediante la redención
que es en Cristo Jesús”. ¿Cómo puede Él redimirnos por
medio de Jesús? Debemos recordar que Dios es un Dios
justo. Él no puede hacer las cosas unilateralmente y
simplemente decidir hacer algo, porque debe hacer
prevalecer la justicia. Él es el juez, y como tal, no puede
simplemente perdonar a alguien. Él debe tener bases para
perdonar. La justificación es declarar a un hombre sin
culpa. En sentido negativo, se le declara justo al
declarársele no culpable. Sin embargo, un juez debe tener
bases sobre las cuales eximir a un criminal de su
culpabilidad.
3:25 - Hablando de Jesucristo: “A quien Dios puso como
propiciación” (ver 1 Jn. 2:2). Propiciación es una palabra
grande; pero nosotros tenemos que entender el significado.
La propiciación es realmente un sacrificio para aplacar o
calmar a un dios ofendido. Dios, por virtud de Su santidad,
Más que vencedores
75
debe ofenderse con nuestra conducta. Él no puede
simplemente pasar algo por alto. Como líderes espirituales,
esto es lo que hemos de vigilar. No podemos simplemente
pasar por alto las cosas. Los problemas tienen que ser
afrontados y combatidos.
Por Su santidad, Dios debe ofenderse con nuestros
pecados. Él tiene que ser calmado. Sin embargo, lo
interesante es que Él mismo ha proporcionado el
sacrificio que lo calme. Ese sacrificio es Su propio Hijo.
Jesús no solamente aplaca la ira de Dios, sino que
también quita el pecado. El pecado no puede permanecer,
porque si permanece, Dios estará continuamente airado.
Debe ser quitado.
“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe
en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”.
Dios lo ha hecho todo. Tenemos que presentar el Evangelio
con exactitud. Algunas personas describen a un Dios
enojado y a Cristo apaciguándolo. En un sentido eso es
verdad, pero en otro sentido, es Dios el que ha dado el
sacrificio. Nosotros tenemos que entender eso. Tenemos
que presentar a Dios como un Dios de ira porque, de hecho,
Él debe airarse ante el pecado. Sin embargo, debemos
presentar el otro lado de Dios, quien compasivamente,
paga el precio para apaciguarse. Después de todo, Él pagó
un enorme precio; dio a Su Hijo Unigénito.
La escena descrita por Isaías es tan maravillosa cuando
oímos a Dios clamar: “¿A quién enviaré y quién irá por
nosotros?” Aunque la pregunta estaba dirigida a Isaías,
76
Romanos
tuvo lugar en el cielo. Todos los ángeles estuvieron
presentes, y aunque tenían voluntad de ir, ninguno era apto
para hacerlo. Fue el Hijo de Dios quien se puso de pie en
ese momento, se despojó de Su manto, y dijo: “Heme
aquí, envíame a Mí”. Entonces el Padre dijo: “Ve”. Lo
notable aquí es que Dios sabía todo esto antes de crear al
hombre. Al crear al hombre, Él entendió que eso le costaría
Su propio Hijo.
Dios creó al hombre por causa de Su juicio sobre Lucifer
y sus ángeles caídos. Cuando Lucifer fue derrocado y
juzgado, lanzó una acusación contra Dios, diciendo: “Tú
no eres misericordioso”. Sin embargo, Dios no podía ser
misericordioso con los ángeles porque ellos habían pecado
a pesar de la inmensa luz que tenían. Por consiguiente,
Dios tuvo que demostrar Su misericordia; y la manera en
que la demostró fue creando al hombre, por quien Su Hijo
habría de morir.
Debemos recordar que Dios sabía todo esto desde antes
de hacerlo. Así, vemos también la majestad de Dios cuando
dijo: “¿A quién enviaremos, y quién irá por nosotros?”
Vemos, además, el amor de Dios en que “de tal manera
amó Dios al mundo”. Vemos la misericordia de Dios, la
bondad de Dios, y la paciencia de Dios al dar a Su Hijo
Unigénito. El Padre sabía que el único que podía responder
a ese llamado era Su Hijo.
Los que tienen hijos conocen la congoja de verlos sufrir.
Eso quebranta. Sin embargo, cuando nuestros seres
queridos sufren, no es porque nosotros queramos que
sufran. Pero Cristo sufrió porque Dios Padre quiso que
Más que vencedores
77
sufriera (Is. 53:10). No deberíamos olvidar que este es un
sufrimiento eterno, porque el Padre siempre ve esos pies
y manos que Él horadó. Él recuerda siempre ese costado
que traspasó. ¿Por qué lo traspasó? Porque nos amó, ése
fue el precio del amor.
3:26 - “Con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al
que es de la fe de Jesús”. Dios quería justificar, pero no
podía justificar si no tenía bases para justificar, lo que
significaba que Él tendría que pagar el precio. ¿Quién
estuvo en la cruz? Pablo dice que Dios estaba en Cristo
reconciliando al mundo consigo mismo. ¿Quién murió en
la cruz? Ciertamente, Jesús murió en la cruz, pero en cierto
sentido el Padre debió sufrir enormemente en esa cruz.
No que Él fuera el crucificado, sino en el sentido de que
vio a Su Hijo en la cruz.
3:27 - “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda
excluida”. ¿Cómo jactarnos si vemos lo que el Padre y
el Hijo han provisto? La salvación no puede ganarse, sin
embargo, el hombre debe responder a ella. Joel 2:32
declara: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová
será salvo”. Dios está diciendo que si un hombre
simplemente invoca el nombre de Jesús sin hacer nada,
puede ser salvo. No se salva por obras. Le basta decir:
“Señor, sálvame”. Es increíble que Dios acepte un
reconocimiento sencillo y sincero.
3:28 - “Concluimos, pues, que el hombre es justificado
por fe sin las obras de la ley”. Ésta es la única forma de
ser salvos. Si no, Cristo jamás hubiese venido (Gá. 2:21).
78
Romanos
3:29 - “¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es
también Dios de los gentiles? Ciertamente, también Dios
de los gentiles”. Dios es Dios de circuncisos e
incircuncisos. Abraham fue declarado justo, aún siendo
incircunciso, porque creyó a Dios.
3:30 - “Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a
los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la
incircuncisión”. Tanto los judíos como los gentiles han
obtenido justificación de la misma manera: por la fe en
Cristo.
3:31 - “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna
manera, sino que confirmamos la ley”. Nunca debemos
olvidar esto. Todo el propósito del Nuevo Testamento es
confirmar la Ley. Está confirmada, no en tablas de piedra,
sino que está escrita sobre las tablas de carne de nuestros
corazones. Nunca debemos olvidar que el sacrificio de
Cristo es para capacitarnos para cumplir la Ley. En el
capítulo ocho veremos cómo eso sucede. Nosotros no
podemos ser justificados por la Ley, sin embargo, la Ley
tampoco se abroga. Estamos llamados a cumplir la Ley.
Pero sólo la puede cumplir una persona nacida de nuevo.
Jesús mismo dijo en Mateo 5:17: “No he venido para
abrogar la ley, sino para cumplirla.
Capítulo cuatro
En el capítulo cuatro, el apóstol Pablo da una ilustración
de las vidas de Abraham y David, para demostrar que la
Ley está establecida sobre la base firme de un sacrificio
más excelente que los del Antiguo Testamento.
Más que vencedores
79
4:1 - “¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro
padre según la carne?” ¿Qué debemos pensar que
descubrió Abraham acerca del asunto que se discute?
Abraham ahora se convierte en nuestro ejemplo para
entender la doctrina de la justificación que es por fe.
Abraham es nuestro padre, y de acuerdo con las Escrituras,
heredamos las bendiciones de nuestro progenitor. ¿Cómo,
pues, fue justificado Abraham? ¿Fue justificado por obras?
4:2 - “Porque si Abraham fue justificado por las obras,
tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios”.
4:3 - “Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia”. ¿Qué dice la
Escritura acerca de la justificación de Abraham? Dice
simplemente: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado
por justicia”. Pablo está citando Génesis 15:6. Abraham
simplemente creyó lo que Dios le dijo. Él creyó en la
Palabra de Dios, en Su carácter. (El creer es una actitud,
una condición del corazón).
Esto nos lleva nuevamente al tema de Romanos 1:17, que
dice que la justicia de Dios se revela por fe y para fe.
Pablo está manifestando que para el creyente hay una
revelación progresiva de la justicia de Dios. Cada vez que
Dios nos habla y respondemos en obediencia y fe,
recibimos un fresco suministro de Su justicia. Por esta
razón debemos vivir sobre la base de toda Palabra que
sale de la boca de Dios (Mt. 4:4; Dt. 8:3). Nuestra vida
entera debe ser un permanente creer en la Palabra de Dios.
Cuando perseveramos en creer la Palabra de Dios, eso
nos es contado por justicia.
80
Romanos
Quizá Dios le diga: “Voy a hacerte pastor de cierta
ciudad”. Cuando Dios nos habla y le creemos, Él lo
cuenta por justicia. Es una condición del corazón, es una
relación. Los israelitas que salieron de Egipto hicieron
lo contrario. No le creyeron a Dios. Dios prometió darles
la tierra de Canaán. Ellos confesaron: “Nosotros no
somos capaces, Dios no es capaz”. Ellos no recibieron
justicia atribuida.
Lo que Dios está buscando es la respuesta de nuestro
corazón. Cuando Dios habla, Él quiere que estemos de
acuerdo con Él y digamos: “Yo creo que Tú puedes
hacerlo”. A medida que avanzamos en la vida, las cosas
que Dios nos habla son mayores y más imposibles. La
justicia es una vida de tomarle a Dios Su Palabra. La
justicia de Dios fluye a nuestras vidas cada vez que
decimos que “sí”. Ésta es la vida de la fe. La justicia de
Dios se revela por fe y para fe.
4:4 - “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como
gracia, sino como deuda”. Si estamos trabajando para
un hombre, él está obligado a pagarnos. Sin embargo,
haciéndolo a la manera de Dios, no es por nuestras obras.
Somos justificados por la fe. Se da una recompensa por
algo que hemos hecho, pero aquí no se ha hecho nada.
Es solamente gracia. Si Abraham hubiera alcanzado la
justificación a través de obras, Dios habría estado en
deuda con él.
4:5 - “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica
al impío, su fe le es contada por justicia”. Dios contó a
Abraham por justo, debido a su fe en lo que Dios le había
Más que vencedores
81
dicho, no a sus obras. Dios simplemente está diciendo:
“Yo no quiero que trabajes para esto, Yo quiero que creas.
Si tú crees, te contaré por justo”.
En este asunto, la moneda tiene dos caras. La primera cara:
“ninguna obra, solamente fe”. La segunda cara implica lo
que Santiago señala al decir: “la fe se perfecciona por las
obras” (Stg. 2:21-23). Martín Lutero creía que la epístola
de Santiago no era inspirada. Santiago estaba diciendo
simplemente que si le creemos a Dios, haremos lo que Él
dice. Nuestras obras perfeccionan la fe. Después de creerle
a Dios, debemos dar el siguiente paso para obtener la clave.
Nuestra fe se perfecciona cuando actuamos basándonos
en lo que Dios dice, y ésas son obras.
4:6-7 - “Como también David habla de la biena-venturanza
del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son
perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos” (Sal. 32:1-2).
David no trabajó para obtener su perdón.
David fue perdonado por la gracia de Dios. ¿Cómo se
cubren los pecados de una persona? Por medio del
sacrificio de sangre. David escribió siete salmos de
contrición después de su pecado con Betsabé y del
asesinato de Urías. Sus pecados e iniquidades fueron
perdonados, y debido a este perdón, él irá al cielo. Sin
embargo, como consecuencia de su pecado, hubo también
quince juicios en su vida terrenal posterior.
4:8 - “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa
de pecado”. Bendito es el hombre a quien Dios no
82
Romanos
incrimina de pecado. En otras palabras, significa que la
pizarra queda limpia.
4:9 - “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para
los de la circuncisión, o también para los de la
incircuncisión?” Pablo razona: “¿Es esta fe de Abraham
sólo para los circuncisos?” En el Nuevo Testamento había
dos grupos de personas, los judíos y los gentiles. La
mentalidad era siempre que la salvación le pertenecía a
los judíos. De hecho, Jesús lo dijo en Juan 4:22. Sin
embargo, el apóstol Pablo, al iniciar la era
neotestamentaria, tuvo que tomar en cuenta a los gentiles.
Por lo tanto, él pregunta: “¿Es, pues, esta bienaventuranza
solamente para los de la circuncisión, o también para los
de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le
fue contada la fe por justicia”.
4:10 - “¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la
circuncisión, o en la incircuncisión? No en la
circuncisión, sino en la incircuncisión”. Abraham fue
contado por justo por medio de la fe. ¿Cómo le fue
contada la fe? ¿Estando circuncidado o estando
incircunciso? ¿Tenía Abraham la circuncisión cuando fue
contado por justo? No, aún estaba incircunciso. Por
consiguiente, los gentiles están incluidos, porque
Abraham aún estaba incircunciso. La justificación de
Abraham fue independiente de la circuncisión. La
justificación no estaba limitada al rito de la circuncisión.
Abraham estaba incircunciso cuando fue justificado.
Ciertamente, Abraham es un padre para todos los que
siguen los pasos de la fe.
Más que vencedores
83
4:11 - “Y recibió la circuncisión como señal, como sello
de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso;
para que fuese padre de todos los creyentes no
circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea
contada por justicia”. La circuncisión es solamente una
señal o sello de la justicia de la fe. Los israelitas
circuncidaban a sus hijos porque creían en el pacto que
Dios hizo con Abraham. Cuando un judío se circuncidaba,
era porque Abraham se circuncidó. Abraham se circuncidó
porque creyó lo que Dios le había hablado. La circuncisión
era una señal de la justicia que llega por medio de la fe.
Esto es muy importante, hablando espiritualmente, porque
la consecuencia de nuestra certidumbre, es un corazón
circunciso. Debemos permitir que Dios corte todas esas
cosas que traemos al nacer. Abraham creyó a Dios, y
después se circuncidó. Por eso, en la vida real, todo
cristiano debe ser guiado a la circuncisión del corazón.
4:12 - “Y padre de la circuncisión, para los que no
solamente son de la circuncisión, sino que también siguen
las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes
de ser circuncidado”. Pablo habla con un lenguaje muy
difuso. Aun el apóstol Pedro dijo: “nuestro amado
hermano Pablo dice cosas difíciles de entender” (ver 2 P.
3:16). Creo que él debió hablar con más sencillez, pero
aquí se refiere a que Abraham es padre de los
circuncidados, y también de los incircuncisos que siguen
las pisadas de la fe.
4:13 - “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su
descendencia la promesa de que sería heredero del mundo,
sino por la justicia de la fe”. Dios no le dijo a Abraham:
84
Romanos
“Guarda esta ley, y te haré heredero del mundo”. Por el
contrario, le dijo: “Esto es lo que Yo haré por ti. Créelo
y acontecerá”.
Creer es el paso inicial de la salvación. Después, hay una
caminata de fe que nos mantiene en la luz. ¿Pero, aparte de
creer, qué otra cosa tuvo que hacer Abraham? Tuvo que ofrecer
a su hijo Isaac y para esto fue necesario otro paso de fe.
¿En qué creyó realmente Abraham cuando las Escrituras
afirman que: “Abraham creyó a Dios”? Esta historia
aparece en Génesis 15:1-6. Abraham no tenía hijos cuando
el Señor lo sacó de su carpa y le mostró las estrellas y el
universo, diciéndole: “Así será tu simiente en multitud”.
Abraham creyó lo que Dios le dijo, y le fue contado por
justicia. Por lo tanto, Abraham se convirtió en heredero
del mundo, porque de Abraham proceden todos los fieles.
La simiente de Abraham es Cristo y todos los que le
pertenecen a Cristo. Cada creyente se convierte en hijo de
Abraham cuando es de Cristo. Esto se explica en Gálatas
3:16. Abraham fue heredero del mundo. ¡Qué eminente
posición! ¿Cómo la obtuvo? ¿Guardando la Ley? No, la
Ley aún no había sido dada. Él fue heredero del mundo
por medio de la justicia de la fe.
4:14 - “Porque si los que son de la ley son los herederos,
vana resulta la fe, y anulada la promesa”. Pablo está
diciendo: Si por guardar la Ley, las personas se convierten
en herederas, inútil es la fe.
4:15 - “Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley,
tampoco hay transgresión”. ¿Qué hace la ley? Suscita la
Más que vencedores
85
ira. Revela cuán desobedientes somos. La ley nos hace
transgresores sin ningún poder para cambiar. Los rótulos
de “No fumar” vuelven a los fumadores transgresores. Los
rótulos no ofrecen ningún poder para dejar de fumar.
¿Qué sucede cuando al llegar ustedes al instituto bíblico
se les ordena estar en su dormitorio a las 10:30? ¿Qué es
lo que eso suscita? Suscita cierta ira. “Yo no quiero estar
en mi dormitorio a las 10:30. ¿Por qué debo estar a las
10:30 en mi dormitorio? Soy mayor de veintiún años; y
aunque fuera menor, yo tengo mis derechos. No tengo que
estar en mi dormitorio a las 10:30. Mis padres nunca me
exigieron estar en mi dormitorio a las 10:30”. Se les dice
a los estudiantes que esto es por su propio bien, aunque
quizá no lo crean. Sin embargo, ésa es la ley. ¿Y qué hace?
La ley obra en lo profundo de nuestro interior. ¿Suscita
gozo? No, en absoluto. Suscita algo de ira, pero luego la
persona se sobrepone y retorna de inmediato a la santidad,
estoy seguro.
“Pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”. Si
no hubiera ningún reglamento que les exigiera estar en su
dormitorio a las 10:30, y ustedes permanecieran despiertos
hasta la medianoche, estarían libres de transgresión. Pero
debido a la existencia de una ley, ustedes se convierten en
pequeños transgresores si no están en su dormitorio a las
10:30. Por consiguiente, la ley no existe realmente para
ser alabada. Lamentablemente, necesitamos tener leyes.
Cuando iniciamos el instituto bíblico, lo íbamos a tener
libre de leyes. Este tipo de sistema solamente duró unas
pocas semanas, porque nos dimos cuenta de que había
que introducir la ley. Creímos que cada cual sería un santo
86
Romanos
y andaría en el Espíritu, y que todos ocuparían su
respectivo lugar. Sin embargo, eso no funcionó del todo.
Por lo tanto, debe haber ley. “Donde no hay ley, no hay
transgresión”. ¿Qué es lo que produce realmente la ley?
La ley realmente produce ira. La ley produce transgresores.
Nos muestra lo que tenemos en el corazón.
4:16 - “Por tanto, es por fe, [obviamente, la ley no puede
hacerlo] para que sea por gracia, a fin de que la promesa
sea firme para toda su descendencia”. Es por fe. Y la razón
por la cual Dios elige usar la fe como medio de salvación
y de cualquier otra bendición, es que esto debe depender
únicamente de la gracia de Dios. La fe es un don; por
consiguiente, es por gracia (Ef. 2:8). “No solamente para
la que es de la ley; sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros”. Pablo
continúa recalcando que Abraham es el padre de todos
nosotros. Él es nuestro padre espiritual. Abraham fue
justificado por la fe; por lo tanto, nosotros tenemos que
ser justificados por la fe para estar en el reino de Dios.
4:17 - “Como está escrito: Te he puesto por padre de
muchas gentes”. Abraham no era solamente el padre de
Israel, sino de muchas naciones. Todo cristiano es hijo
de Abraham. “Delante de Dios, a quien creyó”. Abraham
creyó lo que Dios dijo. “El cual da vida a los muertos, y
llama las cosas que no son, como si fuesen”. Abraham
tuvo que creer que Dios era capaz de dar vida a los
muertos, porque su cuerpo realmente estaba como muerto
para engendrar hijos a su edad. Esta es la manera en que
Dios obra. Dios llama a existencia las cosas que no son,
y debemos creerle a Dios. La Palabra de Dios es creadora.
Más que vencedores
87
Cuando ustedes hablan proféticamente la Palabra de
Dios, ella crea.
4:18 - “Él creyó en esperanza contra esperanza”. Si
nosotros somos los hijos e hijas de Abraham, tendremos
que pasar por circunstancias semejantes a las de
Abraham. Tendremos que creer en esperanza contra
esperanza. Por esta razón tenemos que vivir basándonos
en las promesas de Dios, no sobre la base de nuestras
circunstancias. La justicia resulta de creer lo que Dios
nos ha prometido. Algunas de esas promesas parecerán
imposibles, y las veremos como que si nada pudiese
convertirlas en realidad, excepto Dios. “Oh Señor Dios,
Tú has hecho los cielos y la tierra por tu gran poder, y no
hay nada demasiado difícil para Ti”.
En la vida, estaremos muchas veces en esa situación. Yo
recuerdo cuando estábamos alrededor de una estufa en
una pequeña iglesia en una casa, que pastoreábamos.
Parecía que las cosas iban de mal en peor. Mi esposa y yo
solíamos sentarnos alrededor de esta pequeña estufa, y
mientras orábamos, Dios derramaba sobre nosotros el
espíritu de profecía. Dios dijo: “Ustedes irán alrededor
del mundo”. De hecho, hasta nos dijo por qué ruta
viajaríamos. Parecía imposible. Nos fuimos de esa iglesia
y todo empeoró. Pero llegó el día en que fuimos alrededor
del mundo exactamente como Dios lo había dicho.
La vida nuestra ha estado en las cimas de los montes y
luego en las hondonadas de los valles. Algunos montes
han sido muy altos y algunos valles han sido muy bajos.
Sin embargo, en nuestras experiencias de valle, Dios ha
88
Romanos
seguido hablando, y ha dicho: “Yo haré esto y aquello
para ustedes”. Nuestra respuesta ha sido: “Gracias,
Señor; creemos”.
En otra ocasión, pasamos por una experiencia en la que
carecíamos de dinero. El Señor comenzó a hablar: “Voy a
enviarlos a Australia”. Residíamos en la costa occidental
de los Estados Unidos de América, y no conocíamos a
nadie en Australia. Por fe, obtuvimos libros relativos a
Australia y empezamos a inquirir del Señor sobre este
asunto. Así que, en el buen tiempo de Dios, recorrimos
Australia. Yo quiero animarlos y recordarles que esta es
la vida de Abraham. Dios nos habla, y lo que nos dice es
una imposibilidad. Él nunca nos habla en una forma en
que nosotros mismos podamos hacer que sucedan las
cosas. Tiene que ser un milagro. Vemos a Abraham, quien
contra esperanza tuvo que creer que su descendencia se
convertiría en una multitud, cuando su esposa y él eran
demasiado ancianos para producir algún hijo.
4:19-20 - “Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba ya como muerto...” No debemos considerar
nuestros propios recursos. Más bien, debemos pensar en
los recursos de Dios. Otra cosa que no debemos considerar
son las circunstancias, porque éstas nos harán perder la
fe. Si comenzamos a ver las circunstancias, nuestra fe se
irá. “Siendo de casi cien años, o la esterilidad de la matriz
de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa
de Dios”. Abraham no fue vencido por las circunstancias.
Él dijo: “Yo creo en Ti, Señor. Tú lo dijiste y yo lo creo”.
Honramos a Dios con nuestra fe. Esta calidad de espíritu
es un deleite para el corazón de Dios. Nuestras actitudes
Más que vencedores
89
en la vida son de suma importancia. La nuestra debe ser
una vida entera de decir “sí” a Dios, y esto no sólo al
momento de la conversión. Debemos vivir nuestras vidas
basándonos en cada Palabra que sale de la boca de Dios.
Al presente, Dios está dándonos promesas frescas y nuevas
a mi esposa y a mí, aunque en lo natural todo parece
imposible debido a la parálisis de ella. Con todo, creemos
que Dios hará lo que dijo. No podemos dudar, por
incredulidad, de las promesas de Dios, sino que debemos
“fortalecernos en fe, dando gloria a Dios”. ¿Cuándo
debemos dar gloria a Dios? Isaías dice que “glorifiquemos
a Dios a través de los fuegos”. Estando en la cima del
monte es fácil dar gloria a Dios y decir: “Aleluya”. Pero
en la oscuridad, en el horno de aflicción, es en donde Dios
nos manda decir: “Amén Señor, creemos”.
4:21 - “Plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido”. Esto
es lo que Dios quiere, un corazón plenamente convencido.
Si Dios nos dice algo al corazón o nos hace promesas, Él
es poderoso para realizarlo todo, aunque parezca
imposible.
4:22 - “Por lo cual también su fe le fue contada por
justicia”. Abraham fue contado por justo porque creyó
firmemente en lo que Dios le había dicho. Esto es lo
que estoy tratando de recalcar. La justicia es instantánea
y progresiva. Nosotros somos contados por justos
progresivamente, cuando creemos sin cesar en lo que
Dios nos dice. La justicia de Dios se revela “por fe y
para fe”.
90
Romanos
4:23-24 - “Y no solamente con respecto a él se escribió que
le fue contada”. Lo que Dios hizo por Abraham no estaba
escrito para beneficio suyo únicamente, sino para nosotros.
Vea el versículo veinticuatro, “sino también con respecto a
nosotros a quienes ha de ser contada”. ¿Qué cosa nos será
atribuida? ¡La justicia de Dios nos será atribuida!
4:25 - ¿En qué tenemos que creer? ¿Tenemos que creer
que tendremos un hijo a los cien años de edad? No, eso fue
solamente para Abraham. Porque nosotros, tenemos que
creer inicialmente “en el que levantó de los muertos a Jesús,
Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”.
Nosotros tenemos que creer que Jesús fue entregado a la
muerte por la voluntad predeterminada de Dios, antes de la
fundación del mundo, por nuestras transgresiones, y
resucitado para nuestra justificación. Tenemos que creer en
la resurrección de Cristo, y que Cristo murió por nuestros
pecados. Éste es nuestro paso inicial en la vida de fe. Es el
requisito para que se nos atribuya inicialmente la justicia.
Observemos a nuestro padre Abraham. Él tuvo que creerle
a Dios en otros asuntos también. Por ejemplo, cuando
ofreció a su hijo Isaac como holocausto, tuvo que creer
que Dios lo resucitaría. En nuestras vidas, nosotros
también tendremos que creerle a Dios para muchas cosas,
pero haciéndolo, glorificaremos a Dios. Nuestra justicia
será progresiva. Nuestra fe será progresiva. Romanos 1:17
dice: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela
por fe y para fe”. No es solamente un acto inicial. Es una
revelación progresiva de la justicia de Dios por fe y para
fe, y de experiencia en experiencia.
Más que vencedores
91
Capítulo cinco
Ya hemos visto el tema “La ira de Dios”. Dios tiene que
airarse con el pecado por la naturaleza misma de Su
santidad. La santidad debe enojarse contra el pecado. Por
lo tanto, para que Dios nos recibiera, Él debía de tener un
sacrificio. Ese sacrificio fue el Señor Jesús que aplacó la
ira justa de un Dios santo. Él no sólo resolvió el pecado,
sino que lo quitó. Entonces, el sacrificio de Cristo, que
realmente fue provisto por Dios Padre, apaciguó Su ira
divina y también quitó el pecado. La manera en que eso
se realizó aparece también enunciada en la parte final del
capítulo tres de Romanos, y también en el capítulo cuatro.
Dios ha provisto un medio de justificación, y de tener
acceso a Él, a través de la muerte de Su propio Hijo,
Jesucristo. Tanto a judíos como a gentiles, Él les ha
concedido este medio de perdón y de acercamiento, por
el acto de la fe. Esta fe no proviene de nosotros, es un
don de Dios. Viendo Efesios 2:8, resulta claro que todo
procede de Dios: “Porque por gracia sois salvos”. Es
por la abundante bondad de Dios, que Él suministró a
Cristo y Su sacrificio. Es por Su bondad que Él nos revela
Sus verdades.
Somos salvos “por fe”, una fe que no procede de
nosotros. Esta fe no procede de ninguna emoción nuestra.
No procede de nuestra voluntad; es un don de Dios. No
es “por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:9). La
salvación es por la fe, y esa fe es un don de Dios que nos
capacita para creer en la obra redentora de Jesucristo en
el Calvario.
92
Romanos
5:1 - “Justificados, pues, por la fe”. Justificados significa
ser llevados a una relación correcta o a una posición
correcta con Dios. Debo enfatizar nuevamente, que todas
las experiencias espirituales son instantáneas y
progresivas. Hay un acto instantáneo de salvación. Hay
un acto instantáneo por el cual somos justificados por
medio de la fe, pero hay una obra progresiva de
justificación, la cual nos lleva a una posición correcta con
Dios. En el idioma inglés, la idea de ser justificados por
medio de la fe puede ilustrarse con una máquina de escribir.
La justificación progresiva puede entenderse con el
ejemplo de una máquina impresora. Cuando escribimos
con una máquina de escribir, la columna izquierda del
papel se ve completamente recta, pero la columna derecha
es dispareja y zigzagueante. Un renglón sobresale, el
siguiente renglón es corto, y así sucesivamente. Cuando
le mostramos esto a un tipógrafo, él empareja la otra
columna renglón por renglón. Él no hace una impresión
desigual. Él endereza el lado derecho para que quede tan
rectilíneo como el izquierdo. En tipografía, esto se llama
el acto de justificar.
Esta aclaración nos ayuda a entender el proceso de
justificación que realiza Dios en nuestras vidas. Él nos
justifica instantáneamente en el nuevo nacimiento, pero
entonces hay una obra progresiva de justificación por
medio de la cual somos justificados renglón por renglón,
como lo dice Isaías 28:10. Dios quiere hacer una obra
redentora más profunda en nuestro ser. Él desea enderezar
o justificarnos de tal manera, que nos volvamos tan rectos
como el Señor Jesús. Su vida es perfectamente recta, por
eso no podemos tener una meta inferior a la perfección.
Más que vencedores
93
Sería insensato creer que Dios pudiera estar satisfecho con
algo inferior a la perfección.
El Señor Jesucristo mismo dijo: “Sed, pues, perfectos,
como vuestro Padre en los cielos es perfecto”. Así, la
perfección debe ser nuestra meta. Además, se nos dice en
el Antiguo Testamento, y Pedro lo dice de nuevo en el
Nuevo Testamento: “Sed santos, porque yo soy santo”.
La santidad y la perfección son metas. La santidad es la
separación del pecado (el mundo, la carne y el diablo), y
estar ligados a Dios, el Único que es santo.
La perfección debe también entenderse a la luz de la palabra
griega teleios. Teleios (perfecto) significa ser maduros y
enteramente aptos para la tarea. Por consiguiente, cuando
Cristo dijo “sed perfectos”, Él quiso decir: “Sed totalmente
aptos para la tarea que habéis sido enviados a realizar en el
mundo”. Por esta razón debemos permitir que Dios continúe
enderezando y modificando nuestras vidas. Debemos ser
perfectos y totalmente aptos para nuestra tarea.
“Justificados, pues, por la fe”. Éste es un proceso continuo,
y se lleva a cabo según perseveremos en responder a lo
que Dios está señalando en nuestras vidas. Recordemos,
la justicia de Dios se revela por fe y para fe, de una
experiencia a otra. Debemos estar dispuestos a permitir
que Dios nos enderece renglón por renglón, que señale
los problemas de nuestras vidas con el fin de enderezarnos
o justificarnos.
A menudo, después de convertirnos, el clamor de nuestro
corazón es: “Oh Dios, trata con este aspecto de mi vida”.
94
Romanos
Decimos: “Señor, por favor, yo no puedo seguir si Tú no
combates esto en mi vida. Quiero ser genuino, Señor, ¿pero
cómo puedo serlo con este problema (o problemas) en mi
vida?” Sin embargo, Dios, el artífice y creador divino, es
el que decide por qué renglón empezar a justificarnos. Él
actúa siguiendo Su propio orden, no el nuestro. Él sabe
qué cosa desatará el siguiente renglón. A veces empieza
por problemas que consideramos insignificantes. ¿Por qué
se ocupa de éstos? Porque Él tiene Su proyecto y sabe lo
que está haciendo.
“Tenemos paz para con Dios”. Cuando Él señala un aspecto
de nuestras vidas, debemos reconocerlo: “Sí, Señor, así es.
Yo quiero rendirte este aspecto de mi vida. Lo puedes
prolongar, o lo puedes truncar”. Al proceder de esta manera,
tenemos paz para con Dios. La paz depende de que nos
rindamos al Señor, renglón por renglón. Mientras nos
rindamos a este proceso, tendremos paz para con Dios. Sin
embargo, los cristianos no tienen paz para con Dios cuando
se rebelan, pasan por alto, o rechazan lo que Dios está
señalando. Cuando recibimos a Cristo como nuestro
salvador, tenemos instantáneamente justificación y paz para
con Dios. Luego, hay una obra progresiva de justificación,
y la consecuencia de ese sometimiento progresivo a Dios,
es una paz cada vez más intensa para con Él.
Dios tiene Su propio orden para lidiar con los problemas
de nuestras vidas. Él no toca todas las cosas a un tiempo.
A veces tenemos que soportar una maldad en otra persona,
o aun en nosotros mismos, hasta que Dios trata con ella.
Esto desarrolla paciencia. Paciencia es soportar la maldad
que existe en la vida de una persona, hasta que Dios la
Más que vencedores
95
combate. Dios tiene Su orden. Esto es muy importante al
aconsejar a otros. No podemos salirnos del orden de Dios,
porque podríamos oprimir a una persona. Al trabajar con
personas, es importante tener el espíritu de consejo para
decirles únicamente lo que Dios desea comunicarles en
ese preciso momento. Hay que combatir el renglón que el
Señor quiere combatir. No basta con citarles las Escrituras.
Debemos preguntarle a Dios qué es lo que quiere decirle
al receptor del consejo, porque aun si nuestra
recomendación es congruente con la Palabra de Dios,
podríamos destruir a un individuo.
5:2 - “Por quien también tenemos entrada por la fe a esta
gracia en la cual estamos firmes”. No solamente
necesitamos gracia para creer en Jesucristo como nuestro
salvador, sino que la necesitamos para atravesar las pruebas
que son necesarias para purificarnos y enderezarnos. Es por
fe que tenemos acceso a esta gracia. El apóstol Pablo lo
expone vigorosamente en Hebreos 4:14-15: “Por tanto,
teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,
Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque
no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse
de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado”.
Jesús entiende nuestras batallas externas e internas,
habiéndole dado Dios un cuerpo humano para que pudiese
ser tentado. Él no podía ser tentado en Su condición de
glorioso Hijo de Dios. Dios no puede ser tentado. Pero Él
era también el Hijo del hombre, y como el Hijo del hombre,
sí podía ser tentado. Jesús fue tentado en todas las formas
que lo somos nosotros. Por lo tanto, cualquiera que sea
96
Romanos
nuestra tentación o batalla personal, ya sea en la carne, el
alma, las emociones, o el espíritu, Jesús ha pasado por
todo eso. Así, Pablo continúa en Hebreos 4:16:
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para
el oportuno socorro”.
La gracia no es solamente el favor divino, la gracia es
también la capacitación divina. Es fuerza. Como ya lo he
dicho, Dios le aclaró muy bien a mi esposa que existe una
gracia multiforme para las multiformes tentaciones. El
término multiforme significa “una variedad de
tonalidades”. Para cada tonalidad de tentación, hay una
tonalidad exacta de gracia equivalente. Es por fe que
tenemos acceso a esta capacitación y fuerza divina con la
cual vencemos defectos y tentaciones.
“Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.
Nuestra alegría está en la esperanza puesta delante de
nosotros. ¿Cuál es esta esperanza que tenemos por delante?
Nuestra esperanza es que Dios nos llevará a la gloria y
que consumará en nosotros la obra total de la redención.
5:3 - “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en
las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce
paciencia”. Pablo está viendo que la tribulación se
aproxima por el camino, y él sale corriendo a abrazarla,
conociendo plenamente las cualidades eternas que ella
forjará en su ser.
El principio de la vida cristiana es difícil. Tan pronto como
recibimos a Cristo como nuestro salvador, tenemos la
Más que vencedores
97
impresión de que la vida será un lecho de rosas. Sí, nuestras
vidas tienden a mejorar. Tenemos paz y seguridad. Dios
vela por nosotros. Estamos escapando del juicio y del
infierno, y vamos al cielo. Además, tenemos un
Consolador, el Espíritu Santo, que camina a nuestro lado.
Sin embargo, la tribulación llega también, especialmente
si recibimos un alto llamado en el reino de Dios. Él Señor
disciplina y azota a todo el que recibe por hijo (He. 12:6).
La preparación requerida es enorme. Por consiguiente, hay
tribulación. Tribulación significa “presión”.
El hermano terrenal del Señor, Santiago, lo expresa
enérgicamente: “Hermanos míos, tened por sumo gozo
cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que
la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga
la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Stg.
1:2-4). Santiago había entrado en la misma posición
espiritual que Pablo, en donde podía gloriarse o
regocijarse en la tribulación. También nosotros
necesitamos llegar a ese lugar, porque las tribulaciones
forjarán en nosotros la paciencia.
La paciencia o aguante, tiene dos lados. La paciencia es
una cualidad que acepta serenamente las pruebas. El otro
lado de la paciencia es su habilidad para soportar y no
rendirse en medio de una prueba.
Mientras toco este tema, quiero expresar que nunca
debemos tomar las decisiones y alternativas más
importantes cuando estemos en pruebas oscuras. Al
aconsejar, hemos visto que las personas que toman
98
Romanos
decisiones importantes cuando se encuentran en medio
de la tribulación, tienden a escoger mal. Invariablemente,
cuando estamos en una prueba oscura, el corazón desmaya
y vemos que la grama es más verde al otro lado de la
verja. En otras palabras, todo es mejor y más llevadero en
el patio ajeno, mas no en el lugar en que nos encontramos
en el momento.
Nunca da resultado desplazarse a otro lugar, porque si nos
salimos del corral de Dios y desertamos, Dios nos puede
soltar; Él puede dejarnos ir. He conocido muchas personas
que han abandonado todo y se han salido ellas mismas de
las pruebas de Dios. De pronto sienten como si la carga
les ha sido levantada, y tienen la falsa impresión de que
ahora disfrutan de una bendición que antes no conocían.
En realidad, están disfrutando la bendición de esa planicie
que han escogido en el monte de Dios, es allí en donde se
quedarán por el resto de sus vidas.
Debemos dejar que Dios nos saque a Su tiempo, cuando
haya terminado con nosotros. Si nos salimos de la
disciplina de Dios, o desertamos la tribulación de Dios
incorrectamente, si nos soltamos por empeño propio,
estaremos sellando nuestra posición para toda la eternidad.
Estaremos sellando para la eternidad la planicie espiritual
sobre la cual moraremos.
Esto se aplica especialmente a la elección de una pareja
nupcial. En el matrimonio nosotros tomamos nuestras
decisiones; establecemos nuestras planicies eternas. Mi
esposa y yo estuvimos aconsejando a alguien en un
instituto bíblico, y es sorprendente que en el instituto
Más que vencedores
99
bíblico el interés principal es el matrimonio.
Particularmente, en este instituto bíblico, uno de los
estudiantes me llamó por teléfono alrededor de las seis de
la mañana, y dijo: “Necesito verlo inmediatamente. Es
algo muy importante”. Bueno, yo pensé que era una
situación tan urgente que no podía esperar ni un solo
momento. Por lo tanto, le dije: “Está bien, puedes venir a
verme”. Por merced, le tomó de cinco a diez minutos llegar
a verme, y, durante ese lapso, el Señor habló. El Señor
dijo: “Él viene porque quiere casarse con cierta chica y te
preguntará si puede casarse con ella. Tú le dirás que puede
hacerlo, pero que si lo hace estará en la carretera de abajo.
Sin embargo, si no se casa con esta chica y espera a la que
Yo le he escogido, irá por la carretera de arriba”.
Momentos más tarde, esta cara espléndida y vivaz apareció
en la puerta, y yo le di la bienvenida a mi apartamento.
Pensé ser cortés y preguntarle a qué había venido. Él dijo:
“Yo siento que debo casarme con cierta chica. ¿Está bien
eso? ¿Puedo casarme con ella?” Verán ustedes, ellos tenían
la idea de que si recibían mi aprobación, todo estaría bien.
Por eso, le dije: “Oh, sí”. Su rostro se iluminó. Pero
agregué: “Dios me habló y dijo que si la tomas a ella,
estarás en la carretera de abajo, pero si esperas a la chica
de Dios, estarás en la carretera de arriba”. Hundiéndosele
el corazón, respondió: “¿Pero, aun así, yo podría casarme
con ella, verdad?” Yo dije: “Sí, puedes casarte con esta
chica pero estarás en la carretera de abajo”.
Él se fue y tomó la decisión de casarse con la muchacha.
Él no me pidió oficiar la ceremonia, pero sí se casó con
ella. Este joven tenía el llamado de Dios a un ministerio
100
Romanos
importante, pero terminó en un ministerio sumamente
inferior. Muchos años después, yo estaba predicando en
cierta iglesia y di este ejemplo, no sabiendo que ellos dos
estaban en la congregación. Después, pregunté qué estaban
haciendo ellos. Todo lo que hacían era colaborar en la
iglesia, aunque Dios a él lo había llamado a ser pastor.
Por consiguiente, quiero aclarar muy bien que no es sabio
tomar decisiones importantes apresuradamente, en
especial cuando estamos en una prueba oscura, y, sobre
todo, en el campo matrimonial.
5:4 - “Y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”.
La experiencia produce esperanza. La fe se basa en oír
una Palabra de Dios (Ro. 10:17), pero la esperanza se
desarrolla cuando no tenemos ninguna Palabra de Dios y
aprendemos a confiar en Su carácter. A veces tenemos
que pasar por oscuridades y carecemos de luz (Is. 50:1011). No obstante, tenemos que fiarnos del carácter de Dios,
en el cual no hay mudanza ni sombra de variación.
Nada toma el lugar de la experiencia. Las anotaciones
escritas no pueden tomar el lugar de la experiencia.
Nosotros nos enriquecemos por medio de la experiencia.
La esperanza procede de la experiencia. Procuremos, por
la gracia de Dios, triunfar en cada situación. Si fallamos,
debemos pedirle perdón a Dios, arreglar las cosas, y
proseguir. Cuando un cristiano carece de esperanza, es
por su poca experiencia. Cuanto más crecemos en edad,
más esperanza tenemos.
Las experiencias pasadas nos dan esperanza para el futuro.
La experiencia es muy importante, porque cuando la
Más que vencedores
101
tenemos, hay por lo menos dos cosas a nuestro favor.
Primero, tenemos para compartir con los demás algo
que les produce vida. Segundo, la experiencia nos
fortalece igualmente a nosotros en medio de una prueba,
pues podemos ver hacia atrás y reconocer la mano fiel
de Dios.
Las pruebas tienden a repetirse, pero cada vez lo hacen
con más intensidad. Cuando nosotros hemos tenido una
prueba, por lo general ésta se repite años después. Haber
experimentado algo en el pasado, nos produce esperanza.
La experiencia genera esperanza: una confianza en que el
Dios que me sacó de la prueba anterior, también me sacará
de ésta. Cada prueba es más difícil que las anteriores. De
hecho, cuando pasamos victoriosamente por una prueba,
estamos calificando para una prueba mayor. (Ver los
capítulos 1 y 2 de Job). A través de todo, el fruto apacible
de justicia se está forjando en nuestras vidas.
5:5 - “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos fue dado”. La esperanza quita la
vergüenza que a veces sentimos en una prueba.
Asimismo, el fruto de triunfar en medio de nuestra prueba
nos hace tomar cada vez más conciencia del amor de
Dios en nuestros corazones. A medida que la esperanza
aumenta, aumenta igualmente el amor de Dios en
nuestras vidas. El amor es nuestra meta. El amor es el
vínculo perfecto (Col. 3:14). Debemos recordar los tres
pasos de 1 Corintios 13:13 que son: la fe, la esperanza y
el amor. El mayor de ellos es el amor.
102
Romanos
Como lo dice Pablo, nuestro objetivo es: “conocer el amor
de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que
seamos llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:19).
Todo creyente debe desear estar arraigado y cimentado en
amor para ser capaz de comprender cuál sea la longitud,
la profundidad, la altura y la anchura del amor de Dios,
para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios (ver
Ef. 3:17-18). Éste es el camino a la vida.
Estos primeros cinco versículos del capítulo cinco de
Romanos, nos dan las claves de la perfección. El proceso
es doloroso y difícil. Es un tiempo en que tenemos que
clamar constantemente: “Oh Dios, dame gracia”. Sin
embargo, lo que las pruebas producen en nuestros
corazones es prodigioso. Producen amor, y ese amor es
tan fuerte que puede vencer cualquier adversidad y ataque
del enemigo.
En la vida cristiana, y especialmente en el ministerio,
somos constantemente atacados. Nos atacan los que nos
odian. Nos atacan los que nos envidian. Nos atacan los
que tienen celos de nosotros. Nos atacan no sólo los
mundanos, sino los cristianos. Sería más fácil ser atacados
solamente por los mundanos. Cuando somos pastores,
somos atacados por otros pastores. ¿Cómo vencer y vivir
por encima de todo esto? Guardando nuestros corazones
como lo ordena Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.
Vencemos por medio del amor. El amor vence al odio. El
amor vence a los celos. El amor vence a la envidia. El
amor vence al temor: “Porque el verdadero amor echa
fuera el temor” (1 Jn. 4:18). Cuando llegan estos ataques,
Más que vencedores
103
tratan de inspirar temor, pero el perfecto amor echa afuera
todo ese temor. ¡Alabado sea el Señor!
5:6 - “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su
tiempo murió por los impíos”. ¿Cómo sabemos que Dios
nos amó? Simplemente porque cuando éramos pecadores,
Cristo murió por nosotros. Cuando estábamos sin fuerzas
ni recursos interiores para echar fuera las ataduras de los
pecados y de los malos hábitos, Cristo nos rescató. Éste
es un bello pensamiento. Cristo murió por nosotros antes
de que naciésemos, antes de que tuviésemos algún
concepto de la salvación. Hemos tenido que
familiarizarnos con el hecho de que Cristo ya murió por
nuestros pecados.
Hubo en Inglaterra una buena chica que asistía a la iglesia,
y juntamente con su hermana, se convirtió en una famosa
novelista del siglo pasado. Siendo fieles en asistir a la
iglesia, una de las hermanas dijo: “¡Oh, si tan sólo yo
pudiese cargar sobre mí todo el pecado del mundo y me
hundiera en ese lago que está allá, llevando conmigo todos
los pecados de la gente! Oh, ¿no sería maravilloso? Yo
estaría dispuesta a hacerlo”. Entonces, otra persona del
grupo, dijo: “Oh, pero alguien ya lo hizo, ese alguien es
Jesucristo”. Aunque desde pequeña la habían criado
asistiendo a la escuela dominical y a la iglesia, no sabía
que Jesús ya había realizado eso.
Cristo ha tomado nuestro pecado y lo ha sepultado en el
mar del olvido. Yo creo que es hermosa la forma en que el
profeta Miqueas expresa esta verdad: “Él volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades,
104
Romanos
y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”
(Mi. 7:19). Esta jovencita quería hundirse en el lago
llevándose consigo todos los pecados del mundo, pero
vean ustedes lo que Dios ha hecho. Él ha arrojado todos
nuestros pecados en las profundidades del mar. Nosotros
no conocemos siquiera las profundidades que alcanza el
mar en ciertos lugares. Hablando metafóricamente, alcanza
profundidades grandes, sumamente grandes, y es allí
donde se encuentran nuestros pecados.
5:7 - “Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo;
con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el
bueno”. En las fuerzas armadas, se nos enseña a dar la
vida por los amigos. Por ejemplo, si un individuo tiene
la ametralladora y el enemigo se aproxima, todos
esperan que se quede en su puesto hasta que todos sus
camaradas puedan ser evacuados. En el aire, cuando
alguno de los aviones de su escuadrón es golpeado, el
individuo debe cubrirlo y volar sobre él, recibiendo el
ataque de los aviones enemigos para que su amigo logre
saltar en paracaídas hacia la seguridad. Le puede costar
la vida, pero así está enseñado. Lo mismo sucede con
nosotros, a veces daríamos la vida por un justo, o por
nuestros amigos.
5:8 - “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Aquel que era el más agradable, murió por los
desagradables. De esa manera Dios demostró su amor por
nosotros. Él no murió por los justos; murió por pecadores
como ustedes y yo.
Más que vencedores
105
5:9 - “Pues mucho más, estando ya justificados en su
sangre, por él seremos salvos de la ira”. Por lo tanto, si
siendo nosotros pecadores, Cristo murió para librarnos
de las retribuciones justas, cuánto más seremos salvos
de las retribuciones justas ahora que estamos justificados.
Estamos justificados por su sangre. Estamos siendo
llevados a una posición correcta mediante Su sangre. Por
consiguiente, seremos salvos de la ira de Dios a través
de Cristo.
Nunca debemos olvidar esto. Cristo habló mucho más
acerca del infierno que acerca del cielo. Él habló más
acerca de los tormentos del malvado que acerca de los
deleites del justo. Juan 3:16 dice: “que todo aquel que en
Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. “No se
pierda” resalta la idea de ser librado del tormento eterno.
5:10 - “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados
con Dios por la muerte de su Hijo”. Nosotros no nos
consideramos enemigos de Dios. Sin embargo, si pecamos
estamos en enemistad (en antagonismo, en discrepancia,
en contradicción con) un Dios santo. Consecuentemente,
somos enemigos, enemigos que fuimos reconciliados con
Dios por la muerte de Su Hijo. ¿Quién hizo la
reconciliación? Fue realmente Dios Padre el que hizo la
reconciliación por medio de Su Hijo. Debemos ver el
profundo amor de Dios Padre, el cual quiso entregar a su
único Hijo.
“Mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por
su vida”. Pablo continúa con su razonamiento. Si cuando
éramos enemigos fuimos justificados y reconciliados,
106
Romanos
cuánto más ahora que hemos sido reconciliados, seremos
salvos por Su vida. La reconciliación no es solamente
instantánea, sino progresiva. Hay actos progresivos de
reconciliación, mediante los cuales cada parte de nuestra
naturaleza es transformada, de manera que lleguemos a
ser plenamente conformados a la naturaleza divina.
5:11 - “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en
Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación”. Nosotros tenemos el
gran privilegio de regocijarnos y de tener el gozo de Jesús
en la presencia de Dios. Éste es el gran contraste entre el
pecador de Romanos 3:19: “cuya boca será silenciada”,
y aquellos que son justificados, quienes se pueden gloriar
en la presencia del Padre.
Nosotros hemos fallado; hemos sido destituidos de la
gloria de Dios. Pero una vez redimidos, no sólo somos
llevados a una posición correcta con Dios, sino que
también podemos regocijarnos delante del tribunal. Oh,
cuánta diferencia hay entre salvos y no salvos. Judas 1:24
dice: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída,
y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran
alegría”. Debemos ver en dónde acaba la redención.
Acaba presentándonos sin mancha delante de Dios, mas
ello exige un desarrollo progresivo.
“Por quien hemos recibido ahora la reconciliación”. (La
versión King James de la Biblia en inglés dice: Por quien
hemos recibido ahora la propiciación). Propiciación
significa “satisfacción”. Su objetivo es cubrir
completamente el mal hecho. Debe haber propiciación, o
Más que vencedores
107
cobertura, para nuestras ofensas. ¿Cómo puede un Dios
justo declararnos justos a nosotros? Un Dios santo debe
tener alguna base sobre la cual declararnos libres de nuestra
deuda o justificados de nuestra culpabilidad. Un juez no
puede libertar a un ladrón que ha robado $10,000 a menos
que alguien supla los $10,000. Alguien debe decir: “Aquí
está, yo pagaré los $10,000”. ¡Eso es precisamente lo que
hizo Jesús! Él fue la propiciación, y cubrió nuestra deuda.
Él “satisfizo” el problema de nuestra deuda y cubrió una
multitud de pecados nuestros.
Ahora vamos a examinar otra gran verdad de la Palabra
de Dios, aunque es algo difícil de entender. En el capítulo
5:12-21, se nos presentarán dos hombres: el primer Adán
y el segundo Adán, el cual es Cristo (ref. 1 Co. 15:22, 45).
Estos dos hombres trajeron algo al mundo, y hay una
enorme bendición cuando se les entiende correctamente.
LOS DOS HOMBRES
5:12 - “Por tanto, como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte”. Debido a su
caída y desobediencia, Adán introdujo el pecado en el
mundo. También introdujo la muerte, porque la muerte
sólo puede reinar a través del pecado. Quizá
preguntemos: “¿Cómo pudo Cristo morir si Él era sin
pecado?” Él no pudo haber muerto sino hasta que hubo
bebido de la copa en Getsemaní. Fue allí en donde pidió:
“Que pase de mí esta copa, si es posible”. Él sabía lo
que había en esa copa. Estaba llena de los pecados del
mundo. Al beber de la copa de la iniquidad, Aquel que
no conoció pecado se hizo pecado. Solamente de esa
108
Romanos
forma pudo morir, porque la muerte no tiene ningún
poder a menos que exista pecado”.
“Así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron”. Debemos entender la doctrina del pecado
original. Aunque un bebé no ha hecho ni el bien ni el mal,
está sujeto a la muerte. ¿Por qué es esto así? Un bebé es
pecador debido a que nació con una naturaleza de pecado.
El rey David expone esto en el Salmo 51:5: “He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi
madre”. David, siendo profeta, estaba hablando
proféticamente acerca del pecado original.
5:13 - “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo;
pero donde no hay ley no se inculpa de pecado”. Antes de
Moisés, no había ley. Desde Adán hasta Moisés no hubo
ley escrita. Donde no hay ley, no se puede inculpar de
pecado. Es sólo cuando alguien legisla, que el pecado
puede imputarse por haber infringido la ley. Entonces,
¿cómo pudo reinar la muerte? ¿Cómo pudo morir la gente
desde Adán hasta Moisés si no había ley?
5:14 - “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés,
aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de
Adán, el cual es figura del que había de venir”. ¿Por qué
reinó la muerte desde Adán hasta Moisés y hasta ahora?
Porque cada cual nace pecador. Adán es figura, o símbolo,
de otro Adán venidero, el segundo Adán—Cristo. El hecho
de que la muerte haya reinado desde Adán prueba que el
pecado original ha infectado a todas las personas desde Adán.
Aunque no hubo ley desde Adán hasta Moisés, todos tenían
la ley de la conciencia (2:12-15), y la violaron.
Más que vencedores
109
5:15 - “Pero el don no fue como la transgresión; porque
si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos,
abundaron mucho más para los muchos la gracia y el
don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”. El
acto de desobediencia de un solo hombre, Adán, hizo que
muchos se convirtieran en pecadores. Cuánto más,
entonces, la obediencia de Uno, el segundo Adán, hizo
justos a muchos. Si un hombre pudo introducir el pecado
en el mundo por un acto de desobediencia, cuánto más
puede el Justo producir gracia. Por consiguiente, la gracia
es más poderosa que el pecado, el bien es más poderoso
que el mal.
Pablo confirma esto nuevamente en 1 Corintios 15:21-22:
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,
también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo
(el segundo Adán) todos serán vivificados”.
5:16 - “Y con el don no sucede como en el caso de aquel
uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa
de un solo pecado para condenación, pero el don vino a
causa de muchas transgresiones para justificación”. Un
acto de desobediencia introdujo el pecado y la muerte
en el mundo. Sin embargo, el don de Cristo cubre no
sólo un pecado, sino muchos. No podemos comparar el
don gratuito del segundo Adán con la ofensa del primer
Adán. El don de Dios no es como el resultado de la ofensa
de Adán. El juicio que produjo aquel pecado, fue la
condenación que recayó en todos. Pero el don del
segundo Adán fue la justificación de muchos pecados y
transgresiones.
110
Romanos
5:17 - “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la
muerte”. La transgresión de un hombre fue suficiente para
permitir que la muerte reinara sobre toda la raza humana.
Si eso es cierto, el apóstol Pablo está diciendo: “Mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia”. ¿Por qué dice: “los que reciben la abundancia
de la gracia”? Porque nosotros tenemos una abundancia
de transgresiones que necesitan ser cubiertas. Por esta
razón es tan importante buscar a Dios para recibir gracia
para cada pecado.
La clave para reinar en la vida, es recibir una gracia
abundante. Si una persona recibe gracia solamente para
salvación, no reinará. El requisito para reinar es una gracia
abundante que lidie con cada pecado y atadura de nuestras
vidas. Necesitamos una intensa gracia que nos permita
triunfar en cada prueba, con el fin de convertirnos en “más
que vencedores”.
“La abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Es
imprescindible entender lo que Pablo quiso decir con: “el
don de la justicia”. En el Salmo 24:3-4, se hace la pregunta:
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en
su lugar santo? [Y se contesta:] El limpio de manos y
puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas
vanas, ni jurado con engaño”.
He aquí alguien muy necesitado, que se ha arrodillado
delante de Dios y lo ha buscado con muchas lágrimas y
angustia de corazón, antes de que se cree en su interior un
corazón limpio. A este hombre llega la respuesta de Dios
Más que vencedores
111
en el Salmo 24:5. “Él recibirá bendición de Jehová, y
justicia del Dios de salvación”. Hay una vasta diferencia
entre ser contado por justo y ser hecho justo. Esto último
se le concede al individuo de corazón puro. El Señor
Jesucristo lo expone con mucha claridad en Mateo 5:6,
donde dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Esta clase
de justicia se le da únicamente a quienes tienen hambre y
sed de ella. Es una verdadera vestidura de justicia, como
lo muestra Apocalipsis 19:7-8. Una cosa es ser contado
por justo (justicia atribuida), y otra cosa muy diferente es
ser hecho justo. Ser hecho justo requiere tiempo y muchos
actos de obediencia.
Además, la gracia tiene dos lados. Hay una gracia que
cubre toda iniquidad, gracia que lidia específicamente con
cada pecado de nuestras vidas. Pero existe también la idea
de una gracia impartida (capacitación divina) para
atravesar cada prueba que Dios considera necesaria para
nuestra purificación. Para reinar con Cristo es necesaria
la justicia impartida (no atribuida) y la gracia abundante.
El reinar tiene un doble aspecto. Reinamos sobre nuestras
circunstancias presentes, pero también reinamos como
reyes y sacerdotes con Cristo en el reinado de mil años.
Hay un reinado en vida, como lo explica Isaías:
“Caminarás sobre las alturas de la tierra”. Dios quiere
llevarnos a un nivel en donde reinemos en esta vida como
Él lo hizo. Sin embargo, está la idea de gobernar y reinar
en el Milenio. En Apocalipsis 20:6, dice: “Bienaventurado
y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que
112
Romanos
serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años”. Está el otro lado de reinar, reinar en el Milenio,
y luego reinar en la eternidad. ¿Cuál es el requisito? ¡Que
debemos volvernos santos!
La verdad presente de Romanos 5:17
“Mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo,
los que reciben la abundancia de la gracia y del don
de la justicia”. La palabra reinar está ligada a un rey.
Un rey denota victoria, poder, dominio y autoridad.
Nosotros estamos llamados a reinar en la vida como
reyes (1 Co. 15:57; 2 Co. 2:14).
Se espera que el cristiano triunfe y sea victorioso en cada
situación que Dios lo ubica. Es una actitud del corazón.
Él tiene que ser como un rey que cabalga hacia la batalla:
“En tu gloria sé prosperado; cabalga sobre palabra de
verdad, de humildad y de justicia, y tu diestra te enseñará
cosas terribles” (Sal. 45:4; ver Sal. 110:2).
La manera de reinar en la vida es recibiendo el don de la
justicia, y la gracia de Dios. Como ya lo hemos
mencionado, la justicia impartida es mayor que la justicia
atribuida. Somos contados por justos inmediatamente al
convertirnos, aunque no seamos justos y tengamos muchos
problemas en nuestro vivir. A medida que le permitimos a
Dios obrar en nuestras vidas, somos hechos justos.
Debemos recibir una gracia abundante para reinar. Para
cada atadura y pecado particular, hay gracia. Donde abunda
el pecado, puede sobreabundar la gracia (Ro. 5:20-21).
Más que vencedores
113
Además, la gracia es necesaria para ser capaces de
atravesar los fuegos afinadores que Dios juzga necesarios
para nuestra purificación y perfeccionamiento. La actitud
correcta en las pruebas nos permite recibir la abundancia
de la gracia para soportar y triunfar en medio de ellas.
Audrey, mi querida esposa, estaba en el cuarto de
recuperación del hospital después de una operación
quirúrgica de dieciocho horas. Allí, fue tratada con suma
rudeza por una de las enfermeras. Cuando iba a quejarse
con el Señor, Él le habló, diciendo: “Reconoce otra
oportunidad mía de mostrarte mi gracia”. La capacidad
de ver una prueba o tribulación como si fuera una
oportunidad, es determinante ya sea para amargarnos o
para mejorarnos. La oportunidad abre las compuertas de
la gracia. La clave es verla como la oportunidad de Dios.
Cuando estábamos en las Islas Camerún en Africa
Occidental, fuimos invitados a un seminario en un pueblito
de una isla pesquera, lejos de la costa. El arribo a ese lugar
era verdaderamente una ardua jornada. Significaba viajar
en mar abierto, en canoas muy cargadas. Durante esa
época, el viaje era sumamente peligroso, pues otras canoas
habían zozobrado y muchos se habían ahogado. Asimismo,
las condiciones en el pueblo eran muy difíciles. Sin
embargo, el Señor habló con Audrey y dijo: “Yo he
provisto fardos de gracia para cada imprevisto, de manera
que tú puedas triunfar en todas las situaciones”.
En una ocasión en los Estados Unidos, un carro lleno de
inmigrantes ilegales había ocasionado un daño enorme a
nuestro vehículo estacionado. La respuesta del Señor fue
114
Romanos
ésta: “Pídanme que les capacite para sufrir con gozo el
despojo de sus bienes” (ver Hebreos 10:34).
Si dejamos de apropiarnos de la gracia disponible, uno de
los peligros es que una situación adversa se vuelva
insuperable. Cuando eso ocurre, el resentimiento nos
invade, y contagiamos a muchos otros. Prestemos atención
a la advertencia que nos dice que no permitamos que una
raíz de amargura brote en el huerto de nuestros corazones,
contaminando así a muchos (He. 12:15). Recordemos que
en una situación no podemos nunca permanecer neutrales.
O mejoramos, o nos amargamos, todo depende de la
respuesta que demos a la gracia que está disponible a través
de Jesucristo (He. 4:16).
5:18 - “Así que, como por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres, de la misma manera
por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida”. De nuevo, tenemos aquí la
comparación de los dos Adanes. El primer Adán trajo
juicio a través de su transgresión. Pero Cristo trajo “el
don gratuito de la justificación de vida a todos los
hombres”. Uno trajo muerte y condenación, el otro trajo
libertad gloriosa y justicia a todos los que le reciben.
5:19 - “Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos”. Nosotros nacimos pecadores; no nos
convertimos en pecadores. Esta verdad debe recalcarse;
es fundamental. ¿Por qué pecamos? Porque somos
pecadores. Es natural que pequemos porque nacimos
Más que vencedores
115
pecadores, y traemos una naturaleza de pecado desde
nuestro nacimiento. No somos pecadores porque pecamos.
El anterior razonamiento puede resumirse de la siguiente
manera: Estábamos en Adán cuando él pecó. Por lo tanto,
nosotros pecamos en Adán y nos volvimos pecadores.
Ahora hemos aceptado a Cristo (el segundo Adán), y
ahora estamos en Cristo. Hemos nacido de nuevo, no de
simiente corruptible. En nosotros está Cristo, el cual es
nuestro hombre nuevo. Esta parte nuestra no puede pecar
(1 Jn. 3:9). En cada circunstancia, nosotros escogemos
manifestar ya sea al hombre viejo que peca, o al hombre
nuevo que triunfa.
5:20 - “Pero la ley se introdujo para que el pecado
abundase”. ¿Cuál es el propósito de la Ley? El propósito
de la Ley es revelar el pecado. Nosotros desconocemos lo
que hay en nuestros corazones, hasta que la Ley llega.
Hasta que alguien hace un precepto, no sabemos lo que
hay en nuestros corazones. Hasta que llega una
circunstancia, no sabemos lo que hay en nuestros
corazones. El propósito de la Ley es revelar lo que hay en
nuestros corazones. El propósito es que el pecado abunde,
de modo que podamos ver y convencernos de nuestra
naturaleza pecadora.
Yo recuerdo a un pastor que cometió un error y le dijo al
Señor: “Qué raro, yo no soy así”. El Señor le respondió: “Sí,
eres así, y mucho. Hiciste eso porque está en tu corazón”.
“Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”.
El pecado entró en el mundo por un acto, y todos fuimos
116
Romanos
hechos pecadores. Sin embargo, la gracia que trajo el Señor
Jesucristo fue más abundante que el pecado que trajo el
pecador. Entonces, Pablo pudo decir: “Cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia”.
Podríamos razonar: “Pero pastor, usted no conoce ni la
familia, ni el trasfondo, ni las circunstancias de donde
procedo”. Hace algunos años, tuve un reto semejante en
otro país. Me reclamaban: “Usted es inglés, usted tiene
un trasfondo protestante, usted ha llevado una vida
diferente. Nosotros no queremos que predique el mismo
Evangelio que predicaba en Inglaterra. Usted no puede
esperar que vivamos esa clase de Evangelio”. Me dijeron:
“Usted tiene un trasfondo evangélico. Es normal que
piense de ese modo, pero ese no es nuestro trasfondo. El
nuestro es ateo. Nuestra nación rechazó a Dios hace siglos,
y usted no puede esperar que recibamos esa clase de
Evangelio. Solamente queremos predicar la salvación por
fe y que Jesús sana. Queremos predicar el bautismo en
agua y el bautismo en el Espíritu Santo, pero no podemos
predicar la santidad”.
En esa época yo era muy joven y estaba muy confundido.
Fue un tiempo en que yo era el único de mi país en esa
nación, y puedo decirles que me sentía sumamente solo.
(Cuando nos sintamos solos, salgamos en busca de un
lugar para platicar con Dios). Entonces, dije: “Señor, ¿de
qué se trata todo esto?” Dios dijo: “Hay un solo Evangelio.
No importa qué nacionalidad tengas, el mensaje es el
mismo”. Nadie puede decir ante el trono de Dios: “Yo
vengo de cierta nación; por lo tanto usted tiene que aceptar
mis normas como inferiores”. Dios dijo: “¡No! Yo tengo
Más que vencedores
117
un solo Evangelio” (ver Éxodo 12:49). Ciertamente, su
trasfondo es diferente, pero donde abunda el pecado,
sobreabunda la gracia. No habrá excusas ante el trono de
Dios. A los hombres de todas partes se les pide perfección
y santidad.
5:21 - “Para que así como el pecado reinó para muerte,
así también la gracia reine por la justicia para vida eterna
mediante Jesucristo, Señor nuestro”. La gracia y la justicia
están ligadas entre sí. Es imprescindible que entendamos
esto. Primero, la gracia de Dios se extiende a nosotros y
somos contados por justos. En segundo lugar, la gracia
nos hace justos progresivamente. Somos justificados
progresivamente, así como el margen derecho de un papel
es justificado por un tipógrafo. Nosotros debemos ser tan
rectos como el Señor Jesucristo. Renglón tras renglón, Él
quiere enderezarnos de modo que seamos rectos como el
Hijo de Dios. ¿Parece esto imposible? La Palabra de Dios
dice que es muy posible ser presentado sin mancha delante
del trono de Dios.
Si tenemos alguna otra norma, estamos negando el poder
de la sangre de Cristo. Si tenemos alguna otra norma,
estamos negando el poder de Dios Padre. Si tenemos
alguna otra norma, realmente estamos negando el
Evangelio del Señor Jesucristo. El Evangelio tiene el poder
de presentarnos sin mancha delante del trono de gloria
con gran alegría. Esta es la victoria que vence al mundo,
nuestra fe (1 Jn. 5:4).
Más que vencedores
119
Parte 3
6:1—8:39
LA VIDA DE DIOS
A. Una vida de santidad (Gobernada por tres palabras).
1) Saber por experiencia (6:6), que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con Cristo, lo
que lleva a la declaración de Gálatas 2:20: “Con
Cristo estoy juntamente crucificado”.
2) Considerar (6:11), asumir una posición
basándonos en esta experiencia de “saber”.
3) Presentar (6:13-19), presentar nuestros miembros
a la justicia, no al pecado, lo cual se logra haciendo
morir las obras del cuerpo (6:13).
Para hacer morir la fornicación (Col. 3:5).
Que el pecado no reine más en vuestros cuerpos
mortales. Ya no le permitáis más al pecado reinar. Ya
no presentéis más vuestros miembros al pecado.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues
no estáis bajo la impotente Ley, sino bajo la “gracia”
que significa capacitación divina (6:14).
Por servir al pecado recibimos la muerte como nuestra
paga; pero por servir a la santidad y a la justicia,
recibimos la vida eterna (6:23).
120
Romanos
El capítulo seis explica que somos libres del pecado,
pero el siete explica que somos libres de la
impotente Ley.
B. Libres de la Ley (Capítulo 7).
1) Ejemplo del matrimonio. Una mujer es libre
de su marido cuando éste muere. En Cristo,
nosotros morimos a la ley y estamos unidos a
Cristo, nuestro nuevo esposo. (No podemos estar
casados simultáneamente con un pacto viejo y con
un pacto nuevo).
2) Propósito de la Ley.
a) Revelar el pecado (7:7)
b) Despertar el pecado (7:8-11). Las
prohibiciones tienden a despertar el deseo de
hacer lo prohibido.
3) La intensa batalla por la santidad. 1 Corintios
9:27: ”Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo
para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
C. Andar en el Espíritu (Capítulo 8).
1) (8:1-13) He aquí una vida de santidad. La Ley no
pudo producir justicia porque tenía que depender
de la carne pecadora. Cristo quebrantó el poder
del pecado; y los que andan en el Espíritu y son
guiados por el Espíritu, cumplen ahora la justicia
de la ley, siendo dirigidos y orientados por la mente
Más que vencedores
121
de Cristo. Por lo tanto, somos capacitados para
realizar las buenas obras que Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas (Ef. 2:10).
2) (8:14-18) Este andar produce hijos maduros, los
cuales heredan la gloria. Ver también Hebreos 2:10.
3) (8:19-27) La creación y las criaturas aguardan la
liberación de la esclavitud de la corrupción,
liberación por la cual el Espíritu, a través de
nosotros, tiene labores de parto.
4) (8:28-39) Esta vida en el Espíritu nos hace ser
“más que vencedores” en cada circunstancia, aun
en la muerte.
122
Romanos
Capítulo seis
Al llegar a Romanos seis, vamos a continuar con el mismo
tema: que Dios no está satisfecho con sólo perdonar a una
persona. Él quiere que el pecador sea totalmente
transformado a Su propia imagen. El capítulo seis
comienza con una pregunta que se ha formulado en todas
las generaciones de la Era de la Iglesia.
6:1 - “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el
pecado para que la gracia abunde?” En general, la Iglesia
tiende a decir: “Bueno, somos salvos, justificados,
perdonados, contados por justos, y hasta allí podemos
llegar. Tendremos experiencias en las alturas del monte, y
luego caeremos. Entonces, ascenderemos otra vez, y
caeremos nuevamente”. Yo he conocido iglesias enteras
que creen que esto es todo lo que es posible. Pablo dice
algo muy diferente en Romanos 6:2.
6:2 - “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto
al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Desarrollaremos
esta idea de estar “muertos al pecado”. Simbólicamente,
el pensamiento de “muertos al pecado” tiene su origen en
las aguas del bautismo. Pablo explicará esto en los
versículos 3 y 4.
6:3-4 - “¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su
muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó
de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva”. El bautismo en agua
Más que vencedores
123
tiene esta connotación, que al entrar en las aguas
bautismales y cubrirnos ellas, somos sepultados
juntamente con Cristo. Por consiguiente, morimos a
nosotros mismos. Nuestra salida de las aguas significa que
andaremos en vida nueva con Cristo. El acto de bautizarse
en agua expresa alegóricamente que nos estamos
identificando con la sepultura de Cristo. Luego,
ciertamente, debemos recordar que debemos emerger de
las aguas.
6:5 - “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de
su resurrección”. Entonces, vemos que el bautismo en agua
es un símbolo. Algo sucede cuando una persona es
bautizada en agua. ¡El bautismo en agua es poderoso!
Rompe muchas ataduras. Corta muchos vínculos
denominacionales y tradicionalistas. Hay que entender y
participar del bautismo en agua en un acto de fe, creyendo
que Dios romperá los lazos con Egipto, o con el mundo.
El bautismo es un acto de buena conciencia (1 P. 3:21).
No arranca la inmundicia de la carne, sino que declara
nuestras intenciones de salir de Egipto y de seguir al Señor.
El bautismo en agua es símbolo del paso por el mar Rojo.
Esto separó de Egipto al pueblo de Dios. También destruyó
las fuerzas externas que trataban de regresarlos a Egipto.
Cuando emergemos de las aguas bautismales, somos muy
parecidos a los hijos de Israel que cruzaron el mar Rojo.
Ellos estaban fuera de Egipto, pero Egipto no estaba fuera
de ellos. El bautismo en agua tiene esta connotación, que
estamos fuera del mundo, pero el mundo no está fuera de
nosotros. El bautismo en agua produce cierta liberación
124
Romanos
de vínculos y pecados pasados. También lidia hasta cierto
punto, con las fuerzas externas que tratan de regresarnos
al mundo. Sin embargo, el bautismo en agua es solamente
parte de la respuesta. Es símbolo de algo mucho mayor.
Por consiguiente, debemos ver, por la gracia de Dios, cómo
podemos participar de la experiencia de la victoria sobre
el pecado. Yo creo que la respuesta se encuentra en el
versículo 6.
6:6 - “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre [o vieja
naturaleza] fue crucificado juntamente con él, para que
el cuerpo del pecado sea destruido [dejándolo impotente],
a fin de que no sirvamos más al pecado”. Esta palabra
“sabiendo”, en griego significa “conocer por experiencia”.
No es un conocimiento académico sino un “conocimiento
a fondo, a través de una experiencia directa”. “Sabiendo
esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con él”.
En el griego original, aparece en tiempo pasado. Romanos
6:6 es un versículo muy importante. Un maestro a menudo
enseña sobre la base de experiencias personales, y, en mis
primeros años, el Señor me dio una maravillosa
experiencia de Romanos 6:6.
Hace muchos años, cuando yo era pastor, el Señor
comenzó a tratar conmigo con respecto al capítulo seis,
versículo uno: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos
en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna
manera”. Luego, el Señor comenzó a hablar
específicamente acerca de ciertas cosas de mi vida:
“¿Rendirías esto? ¿Rendirías aquello? Algunas cosas
eran muy sencillas; pero para rendir otras se requería
mucha gracia. Finalmente, Dios dijo: “¿Me darías tu
Más que vencedores
125
esposa?” Eso yo no lo podía hacer, porque me daba
cuenta de que había algo involucrado allí.
Yo dije: “Señor, no puedo”. Dios fue muy bondadoso.
Solamente sonrió. Unos días más tarde, estábamos en
una reunión de avivamiento. Después de la reunión,
me acerqué para recibir oración, y mientras oraban por
mí, caí en el Espíritu. No me podía mover. Estaba sobre
el piso; todos me veían, y de nuevo el Señor dijo:
“¿Estás dispuesto a dejar ir a tu esposa? ¿Quién la ama
más: tú o Yo?” Yo le dije: “Tú, Señor”. Entonces Él
dijo: “¿Quién tiene más poder para cuidarla, tú o Yo?”
Yo no me podía mover en el piso y dije: “Bueno, Tú”.
Él dijo: “Suéltala para Mí, deja que sea mía”. En ese
momento yo tuve la gracia para hacerlo. Esta decisión
ha sido muy costosa, porque desde entonces Dios ha
pasado a mi esposa por épocas muy difíciles. El punto
es que yo fui capaz de soltarla para Dios, porque la
gracia me fue impartida.
Pocos días más tarde, alrededor de las diez de la mañana,
yo estaba en mi oficina de la parroquia. El Espíritu de
Dios entró en el recinto. En una visión, vi a Cristo en la
cruz, pero yo lo veía desde atrás. Entonces fui tomado en
el Espíritu y colgué de la cruz con Cristo. Yo estaba en
Cristo, viendo a las multitudes a través de sus ojos. En
ese momento aprecié de una forma novedosa el versículo
que dice: “Sabiendo que nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con él”. Comprendí entonces que
cuando Cristo estaba en la cruz, nuestro viejo hombre (o
vieja naturaleza) colgaba también de la cruz con Él.
Cuando Adán pecó, todos nosotros estábamos en Adán y
126
Romanos
pecamos también. Asimismo, cuando Cristo estaba en
la cruz, nosotros estábamos en Cristo en la cruz
juntamente con él.
En la visión vi a la gente abajo. Estaban burlándose de Él,
pero eso no tenía ningún impacto. Yo estaba en Cristo
sobre la cruz. La visión cesó y me encontré nuevamente
en mi oficina, de pie. Entonces, vi el velo. Estaba rasgado
de arriba abajo. Supe en ese momento lo que el velo
representaba. El velo, su carne, es la vida crucificada. Estar
crucificado con Cristo nos mete detrás del velo (He. 10:20).
En ese momento yo sentí que el Espíritu recorrió
poderosamente hasta lo más recóndito de mi ser, recorrió,
recorrió y recorrió. De repente, de mi boca salieron las
palabras de Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado”. La paz y el alivio que llegaron a mi alma
fueron indescriptibles.
Esa fue mi experiencia de Romanos 6:6. Obviamente, la
experiencia suya y la mía no son iguales. Sin embargo, es
fundamental encontrarnos con Dios, y saber realmente que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
Cristo. Esto tiene que ser una revelación y un conocimiento
basado en la experiencia. Ustedes no necesitan que les
suceda algo como lo mío, pero sí necesitan “saber” por
experiencia o por revelación, que nuestro viejo hombre
fue crucificado con Él. Cristo en la cruz ha provisto para
nuestra vieja naturaleza. Nuestra vieja naturaleza fue
crucificada juntamente con Él. Sin embargo, debemos
tener, de una forma u otra, una revelación de esto para
recibir su beneficio.
Más que vencedores
127
Si Dios me ha dado experiencias y visiones auténticas, es
por la sencilla razón de que una persona con una
experiencia no está a merced de otra que sólo tiene una
teoría. Por eso, soy capaz de apreciar y enseñar lo que es
la vida crucificada. A partir de esa experiencia instantánea,
y Romanos 6:6 es una experiencia instantánea, tenemos
que movernos a una experiencia progresiva.
6:7-8 - “Porque el que ha muerto, ha sido justificado del
pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con él”. Debemos entender que el bautismo en
agua es un símbolo, pero esta experiencia de “saber” es
algo diferente. La manera en que podríamos ilustrar esto
es basándonos en el viaje de los hijos de Israel. En el
viaje de Israel, hubo dos cuerpos de agua, el mar Rojo y el
río Jordán. Ambos se abrieron sobrenaturalmente para el
paso de Israel.
El mar Rojo es símbolo del bautismo en agua. Israel fue
redimido por la sangre del cordero y salió de Egipto.
Llegaron a través del mar Rojo (el bautismo en agua),
pero en todo su viaje por el desierto quisieron regresar a
Egipto cada vez que hubo una prueba. Estaban fuera de
Egipto, pero Egipto no estaba fuera de ellos. Luego,
llegaron al Jordán, y en el Jordán las aguas se dividieron
exactamente como las del mar Rojo. Esta vez, ellos
arrojaron doce piedras dentro del agua, y sacaron de ella
otras doce.
Hace muchos años yo estaba en Israel, y hay una parte del
Jordán en donde ambas riveras le pertenecen a Israel. El
Señor me habló, diciendo: “Quiero que físicamente
128
Romanos
camines cruzando el Jordán”. Obedeciendo al Señor, hice
según Sus palabras. Entonces Él dijo: “Esta es la
circuncisión de corazón, esta es la vida crucificada”. Por
consiguiente, el paso a través del Jordán es símbolo de saber
que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
Cristo. Cruzar el Jordán es la experiencia de Romanos 6:6.
6:9-10 - “Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de
los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más
de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez
por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive”. El
pensamiento aquí es que nosotros también caminaremos
en vida nueva cuando hayamos alcanzado nuestra
experiencia de “saber” que estamos crucificados
juntamente con Cristo.
6:11 - “Así también vosotros consideraos muertos al
pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor
nuestro”. Cada vez que enfrentemos la tentación,
podemos considerar que estamos muertos al pecado. Sin
embargo, no podemos considerar si primero no
“sabemos”. Solamente podemos considerar basándonos
en hechos. Cuando consideramos, tenemos poder. Por
lo tanto, debe haber una diaria consideración frente a las
tentaciones, que reafirme nuestra posición de que
estamos crucificados juntamente con Cristo. Hay un
“diario morir” que se menciona en 1 Corintios 15:31.
Sin embargo, debemos primero experimentar el “saber”,
para considerar, o darlo por hecho.
Lamentablemente, cuando las personas se encuentran
luchando contra alguna falta, hay quienes tienden a decirles
Más que vencedores
129
que se consideren muertas al pecado. Mas no se puede
considerar esto como un hecho sin antes haber tenido la
experiencia de “saber” del capítulo 6:6. Lo mismo ocurre
con el dinero. No podemos firmar un cheque y considerar
que tenemos el dinero en el banco, si no sabemos que
tenemos el dinero en el banco.
6:12 - “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal,
de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”.
Entonces, cada vez que hay tentación, yo sé que estoy
muerto, y cuento que estoy muerto, por lo cual no tengo
que ceder. “No reine, pues, el pecado”. Se convierte en
una decisión, nuestra decisión. Antes de “saber” y de
“considerar”, casi no teníamos alternativa; pero ahora
tenemos el poder de decidirnos por la santidad.
6:13 - “Ni tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos,
y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia”. Aquí hay un nuevo poder disponible. Cuando
“sabemos”, entonces podemos “considerar”, y así
decidimos a qué vamos a “presentarnos”.
Aun cuando Cristo estaba en la cruz, le gritaban:
“Desciende de la cruz”. Él tenía el poder para descender.
Nosotros podemos quitarnos de la cruz. Pero lo más
importante es que no presentemos nuestros miembros a
la iniquidad, sino que se los rindamos a Dios. En otras
palabras, debemos permitir que Cristo se apodere de
nuestras vidas.
130
Romanos
Ahora, como ya lo he declarado, debemos ser llevados a
nuestro propio Jordán individual, por la gracia de Dios.
Por un momento, sigamos pensando en el viaje de los
hijos de Israel. Después de cruzar el Jordán, llegaron a
Gilgal. Gilgal fue un lugar de circuncisión, en donde el
cuchillo cortó la carne. En ese momento, ¿qué dijo Dios
en Josué 5:9? “Hoy he quitado de vosotros el oprobio de
Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado
Gilgal, hasta hoy”.
En ese momento en Gilgal, cuando se sometieron a la
circuncisión, ya no tenían ningún deseo de regresar a
Egipto. El deseo fue quitado de ellos. No volvieron a ser
los mismos. Ahora, de igual manera, Dios desea que
realicemos nuestro paso por el Jordán y que lleguemos a
la circuncisión de corazón. Dios quiere llevarnos a nuestro
propio Jordán. Él quiere llevarnos a la experiencia de
Romanos 6:6. Esa es una experiencia instantánea; pero
enseguida Él quiere cortar progresivamente las partes
internas de nuestras vidas.
La circuncisión es el camino a la victoria. Sin embargo,
este proceso es totalmente de Dios, porque sólo Él hace la
circuncisión, no nosotros. Se aclara muy bien en
Deuteronomio 30:6 que solamente Dios puede realizar
esta operación: “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón,
y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová
tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de
que vivas”.
6:14 - “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. No estamos
Más que vencedores
131
bajo la impotente Ley. La Ley no tiene poder. No estamos
bajo un sistema de lo permitido y lo prohibido. Reina la
gracia, no la Ley. La gracia nos está dando poder. ¿De
dónde obtiene el pecado su poder? Esto es algo que
expusimos en Romanos cinco. El pecado sólo tiene poder
por causa de la Ley. Donde no hay Ley, no hay pecado.
Por lo tanto, necesitamos ser libertados de la Ley.
Indiscutiblemente, la única persona que está libre de la
Ley es un difunto. Por eso, tenemos que morir
espiritualmente para quedar libres de la Ley de lo permitido
y lo prohibido.
6:15 - “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo
la ley, sino bajo la gracia?” Muchas iglesias han caído en
ese error. Dicen: “Nosotros no estamos bajo la Ley;
estamos bajo la gracia. Por lo tanto, no importa cómo
vivamos. La gracia lo cubre todo”. ¡Oh, qué erróneo es
eso! Todo el propósito de estar crucificados es que
cumplamos la justicia de la Ley (8:4).
6:16 - “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como
esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la
obediencia para justicia?” ¿Qué dijo el Señor Jesucristo
acerca de esto? “Todo aquel que hace pecado, esclavo es
del pecado” (Jn. 8:34). Recibamos la solemne advertencia
de que si vivimos deliberadamente en pecado, habiendo
Dios hecho tal provisión para darnos la victoria sobre el
pecado, no habitaremos en su casa para siempre. Jesús
continúa en Juan 8:35: “Y el esclavo no queda en la casa
para siempre, el hijo sí queda para siempre”.
132
Romanos
Tras habernos confrontado Dios con estas verdades, y
habiendo nosotros escogido deliberadamente el pecado y
no la gracia, llega un momento en que Él crea un tropiezo
si perseveramos en el pecado (Ez. 3:20). Algo puede
suceder en la Iglesia, se dan las circunstancias y algo nos
ofende, y el propósito es sacarnos de la casa. Permítame
recomendarle el estudio del capítulo tres de Ezequiel, pues
es una impresionante verdad. Estamos tratando con el
Dios viviente, y Dios nos dice exactamente lo que hace.
“De nuevo, si el justo se apartare de su justicia e hiciere
maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá,
porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus
justicias que había hecho no vendrán en memoria”. No
se equivoquen ustedes, ¡Dios no levanta tropiezos en su
iglesia! El propósito del tropiezo es ofender, es Dios
dándole un pretexto al individuo para irse. “El esclavo
del pecado no continuará en la casa para siempre”. Éste
es un asunto muy serio. Puede aplicarse a una persona, a
una iglesia o a una congregación, el caso es que los
individuos son eliminados del conglomerado. Ciertamente,
un “tropiezo” puede también implicar, como punto de vista
culminante, que la persona pierda el cielo.
6:17 - “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos
del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma
de doctrina a la cual fuisteis entregados”. Nosotros
debemos obedecer “de corazón” esta forma de doctrina
que los capítulos cinco y seis nos enuncian.
El Señor Jesucristo habló sobre el tema de la doctrina en
Juan 7:16-17. ¿Cómo podemos saber si una doctrina es
Más que vencedores
133
correcta? Jesús nos mostró la manera de determinar qué
es verdad y qué es error. “Jesús les respondió y dijo: Mi
doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que
quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina
es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta”. Por lo
tanto, si estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios,
sabremos si la doctrina es correcta o errónea. Luego, el
Señor continúa en Juan 8:32: “Y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres”. La verdad que Dios nos entrega,
actúa en nosotros y nos liberta.
6:18 - “Y libertados del pecado (la idea de ser
“libertados” es un proceso), vinisteis a ser siervos de la
justicia”. Dios debe “hacernos” libres del pecado, de modo
que podamos ser siervos de la justicia.
6:19 - “Hablo como humano, por vuestra humana
debilidad; que así como para iniquidad presentasteis
vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la
iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros
miembros para servir a la justicia”. Cuando éramos
pecadores en el mundo, rendíamos nuestros miembros a
la ira y nos airábamos más y más. Nosotros debemos morir
a la ira, y rendir nuestros miembros a la justicia, para
santidad. La justicia conduce a la santidad. Debemos ser
llenos de la justicia de Dios, y de la justicia debemos ser
conducidos a la santidad. Hay una diferencia entre la
justicia y la santidad. Lot fue justo mas no santo. Él no
estaba separado del mundo. Su corazón se fue hacia
Sodoma y Gomorra, aunque no las aprobaba. Un hombre
santo se separa. Es importante que entendamos la
diferencia entre justicia y santidad. El justo, aunque no
134
Romanos
apruebe las cosas malas, a menudo tendrá relación con
ellas. No se separará de ellas, pero un santo sí lo hará.
6:20 - “Porque cuando erais esclavos del pecado, erais
libres acerca de la justicia”. Al pecador no le preocupa
la justicia.
6:21 - “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las
cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es
muerte”. El fin del pecado es la muerte. Nosotros
pereceremos si perseveramos en el pecado.
6:22 - “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado”.
Pablo lo repite, y lo repite, y lo repite. “Libertados del
pecado”. Libertados del pecado significa libres de pecado.
No podemos discutirlo de ninguna otra manera. Cuando
él dice libres de pecado, es que estamos libres de pecado.
No podemos decir que somos libres de la ira si todavía
estamos airados. Pablo dice que podemos ser libres. El
fumar es otro ejemplo. O estamos atados por el
tabaquismo, o estamos libres. Lo mismo se aplica al
alcoholismo y a todos los demás pecados.
Debemos entender que hay libertad para cada pecado
individual. Toda atadura puede romperse. No podemos
decir que Dios solamente nos liberta del tabaquismo, o
nos liberta de la ira. No, nosotros podemos encontrar
libertad para todo pecado. “Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida
eterna”. ¿Ven ustedes cuántas veces menciona Pablo la
santidad? Esa es la meta ¿no es cierto?
Más que vencedores
135
6:23 - “Porque la paga del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”. Si perseveramos en el pecado, la paga es la
muerte; pero el don de Dios es vida eterna a través del
sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
Capítulo siete
En el capítulo siete, Pablo enfatiza este concepto de ser
“libertado de la Ley”. Entender esto es muy importante,
porque el pecado es activado por la Ley. Si no hay precepto
o Ley, no hay pecado. Sin embargo, tan pronto como
introducimos una regla, ésta revela lo que hay en nuestros
corazones.
Tal vez estemos sentados por fuera, pero aún de pie por
dentro. Como ya lo hemos mencionado, el propósito de la
Ley es revelar el pecado. Sin la Ley, no hay pecado, porque
nuestra obediencia no es cuestionada.
7:1 - “¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los
que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre
entre tanto que éste vive?” Esto está muy claro. Vivimos
en sociedad, y la sociedad tiene leyes. Tenemos que
obedecer estas leyes. Todas las leyes naturales rigen; todas
las leyes gubernamentales rigen. Sin embargo, en cuanto
una persona muere, es libertada de la ley.
7:2 - “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al
marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella
queda libre de la ley del marido”. Ahora, esto está muy
claro, ¿no es cierto? Cuando el esposo dice: “Iremos hacia
136
Romanos
la derecha”, la esposa va hacia la derecha. Cuando el
esposo dice: “Iremos hacia la izquierda”, la esposa va hacia
la izquierda. Si el esposo dice: “Viviremos en Kentucky”,
la esposa vive en Kentucky. ¿Por qué? Porque ella está
sujeta por la ley de su marido. Cuando el esposo dice:
“Por favor, ponte este vestido”, la esposa se lo pone. No
estoy tratando de disuadir a las solteras para que no se
casen, sino que estoy tratando de recalcar que la mujer
está sujeta por la ley de su esposo mientras éste vive. “Pero
si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido”.
Ya ella no tiene que obedecer más a su esposo, porque
éste está muerto.
7:3 - “Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón,
será llamada adúltera”. Una mujer no puede estar casada
con dos hombres simultáneamente. “Pero si su marido
muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere
a otro marido, no será adúltera”. Pablo da una simple
ilustración del matrimonio para desarrollar una verdad
espiritual sumamente importante.
7:4 - “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto
a la ley mediante el cuerpo de Cristo”. Cuando pasamos
por las aguas del bautismo, eso fue simbólico. Cuando
estábamos en Cristo, crucificados, eso fue una realidad.
Nosotros tenemos que considerar que estamos muertos a
la Ley. Estamos muertos a las leyes espirituales, “para
que seáis de otro, del que resucitó de los muertos”. Esto
es importante porque muchísimas personas tratan de
perfeccionase a sí mismas mediante la Ley y estar casadas
con la Ley, pero eso no lo podemos hacer. En la realidad
de estar crucificados con Cristo, tenemos que morir a la
Más que vencedores
137
Ley, volvernos a Cristo y casarnos con Él, “a fin de que
llevemos fruto para Dios”.
7:5 - “Porque mientras estábamos en la carne, las
pasiones [o deseos] pecaminosas que eran por la ley
obraban en nuestros miembros”. Observen esto con mucha
atención. “Las pasiones pecaminosas que eran por la ley
[el pecado cobra vida con la ley] obraban en nuestros
miembros llevando fruto para muerte”. Podemos ver muy
claramente que el propósito de la Ley es revelar el pecado.
7:6 - “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber
muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo
que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo
el régimen viejo de la letra”. El tema aquí es que no
estamos bajo la Ley. Estamos muertos a todas las leyes
ceremoniales. En el capítulo ocho de Romanos veremos
que cuando andamos en el Espíritu, cumplimos la justicia
de la Ley. La Ley solamente revela el pecado. Si todavía
estamos bajo la Ley, todo lo que está sucediendo es una
revelación y una creación de pecado.
“De modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu
y no bajo el régimen viejo de la letra”. Algunas
denominaciones son gobernadas por la letra. Tienen sus
propias normas y reglamentos para tratar de producir
santidad, pero todo lo que producen es más pecado y
esclavitud.
7:7 - “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? (No, la
ley no es pecado). En ninguna manera. (La ley es
perfectamente buena). Pero yo no conocí el pecado sino
138
Romanos
por la ley”. Nuestra lógica natural podría deducir que la
Ley es perversa. Pablo quiere corregir esto. La Ley es
esencial. Sin la Ley, nosotros no sabemos que somos
pecadores. No conocemos el alcance de nuestra naturaleza
pecadora. La Ley revela el pecado. Por eso es esencial
tener la Ley. “Porque tampoco conociera la codicia, si la
ley no dijera: No codiciarás”.
El apóstol Pablo está dando una ilustración tomada de su
propia vida. Él tenía un problema con la codicia, y no se
dio cuenta de ello sino hasta que llegó a la Ley, y la Ley
dijo: “No codiciarás”.
7:8 - “Mas el pecado, tomando ocasión por el
mandamiento, produjo en mí toda codicia (iniquidad);
porque sin la ley el pecado está muerto”. No hay pecado
sin la Ley. El pecado cobra vida por medio de la Ley.
Nuestra vieja naturaleza se despierta por la Ley. Sin la
Ley, el pecado está muerto; está adormecido. Todo está
bien antes de que surja una ley o precepto. Una ley
acentúa nuestra rebelión y nuestra iniquidad. Un niño
pequeño que saca una galleta de un recipiente de galletas,
no está pecando sino hasta que su madre dice: “No las
tomarás”. El mandamiento no le quita el deseo de meter
la mano en el recipiente, todo lo que hace es convertirlo
en un pequeño pecador.
7:9 - “Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el
mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. Esto no
significa que Pablo no haya sido un pecador anteriormente.
Todos nacemos pecadores. Sin embargo, el pecado revive
cuando llega la Ley, y produce muerte.
Más que vencedores
139
7:10 - “Y hallé que el mismo mandamiento que era para
vida, a mí me resultó para muerte”. El propósito de los
diez mandamientos y de la ley ceremonial era producir
vida. No obstante, la Ley no puede producir vida, porque
solamente despierta el pecado en nuestras vidas. Los diez
mandamientos son buenos y pueden producir vida si los
guardamos; pero producen muerte en el alma no
regenerada, ya que nadie tiene el poder para guardarlos.
7:11 - “Porque el pecado, tomando ocasión por el
mandamiento, me engañó, y por él me mató”. El pecado
utiliza la Ley para reafirmarse. El pecado adquiere de la
Ley su poder. Cuanto más normas y reglamentos haya en
su iglesia, más inicuos serán los miembros de ella. La Ley
realmente crea el pecado.
Muchas jóvenes harían cualquier cosa por casarse con
la persona que quieren. Sin embargo, después de casada,
una joven de repente descubre que las cosas son
diferentes. El esposo dice: “Haremos esto”, y la chica
no quiere hacerlo. Súbitamente, se da cuenta de lo que
tiene por dentro, y emanan toda clase de actitudes. Si es
cristiana, sabe que tiene que obedecer a su esposo, pero
el problema es que tiene todas estas cosas en su interior
que hacen que no quiera obedecer. Por lo tanto, ella
encubre eso con alguna forma de espiritualidad, diciendo:
“Oh, debo sujetarme”, o algo así.
A menudo, es después de habernos casado que
descubrimos cómo son verdaderamente las personas. ¡Lo
sabio es descubrirlo antes! Por esta razón hay contienda
en los hogares. El esposo dice simplemente: “No me gusta
140
Romanos
ese vestido”. Por lo general, cuando el esposo dice eso, la
esposa no quiere ponerse el vestido. Sin embargo, a veces
sí quiere ponérselo y ello crea toda clase de explosiones.
Pero antes, todo estaba bien, porque no había Ley.
7:12 - “De manera que la ley a la verdad es santa, y el
mandamiento santo, justo y bueno”. La Ley, si se guarda,
producirá santidad. El problema es que la Ley no ofrece
poder para guardarla. En el matrimonio, el esposo puede
no tener la razón, y esa situación es realmente una cruz. A
mí han acudido señoras diciendo: “Yo quiero obedecer a
mi esposo pero él nunca tiene la razón”. A veces, cuando
estoy dándoles consejo, he tenido que reconocer que el
esposo está equivocado, y he tenido que decirle: “Usted
está equivocado. Escuche a su esposa, quizá ella esté
oyendo a Dios”. La situación ideal en el matrimonio es
tener el concepto del triángulo isósceles. La cabeza es
Cristo en la cúspide, y el esposo y la esposa están abajo.
Cuanto más se acercan marido y mujer a Cristo, más se
acercan entre sí. La sabiduría en el matrimonio es ser tres
(Dios, esposo y esposa), y no dos. Antes de tomar una
decisión, el marido debe estar seguro de que su decisión
es en Dios; de lo contrario, ello provocará un pecado
innecesario en su esposa.
7:13 - “¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para
mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para
mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de
lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado
llegase a ser sobremanera pecaminoso”. ¿Cuál es el
propósito de la Ley? El propósito de la Ley es revelar lo
que hay realmente en nuestra naturaleza interior. Como
Más que vencedores
141
ya lo he dicho, esto ocurre en el matrimonio. De repente,
la joven descubre lo que tiene por dentro, cuando tiene
que sujetarse a la ley de su marido.
7:14-15 - “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas
yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no
lo entiendo; pues no hago lo que quiero”. He aquí el
problema: la Ley es espiritual, mas nosotros, carnales. Este
es el enorme conflicto. Nosotros queremos hacer lo
correcto, pero hay otra ley interior que quiere hacer otra
cosa. La gente dice con frecuencia: “Yo no quiero ser
como soy”. Y en ello está el conflicto.
7:16 - “Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la
ley es buena”. Pablo está reconociendo que la Ley es
buena, que el problema se localiza en una naturaleza
pecadora. El pecado puede ser tan poderoso, que aun
sabiendo nosotros que algo es indebido, lo hacemos de
todas maneras, porque tiene tanto poder. Eso es lo que el
apóstol Pablo está diciendo aquí.
7:17 - “De manera que ya no soy yo quien hace aquello,
sino el pecado que mora en mí”. ¿Quién está haciendo el
mal? No soy yo, sino el pecado. Aun en contra de nuestra
voluntad, hacemos ciertas cosas. Pablo está diciendo: “Yo
no quiero ser como soy; yo no quiero hacer lo que estoy
haciendo”. Esta es la posición de Pablo: “Yo reconozco
que la Ley es buena y santa. Yo quiero cumplir la Ley,
pero encuentro dentro de mí algo que quiere hacer lo malo.
No lo hago yo, sino la naturaleza pecadora”. La voluntad
del apóstol Pablo quiere hacer lo bueno. El problema está
en el cuerpo, en la naturaleza pecadora de sus miembros.
142
Romanos
Otro problema es este: si la voluntad está controlada por
otro, tiene que haber una liberación. Algunas personas
voluntariamente hacen lo malo. A veces, alguien más
controla su voluntad. Pablo está hablando acerca del que
quiere hacer el bien, pero descubre que no puede.
7:18 - “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el
bien”. Nosotros tenemos que reconocer que en nuestra
carne no mora el bien. Nuestra carne está sublevada.
“Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”.
En Filemón 1:6, se nos dice: “Para que la participación
de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo bien que
está en vosotros por Cristo Jesús”. Hay bien en nuestro
interior, porque Cristo está en nosotros. El mal está
también presente por la naturaleza pecadora.
7:19 - “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago”. He allí el conflicto. “Yo no
quiero ser como soy. Yo quiero hacer lo correcto, y no
puedo hacer lo que quiero debido a esta naturaleza
pecadora”.
7:20 - “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino
el pecado que mora en mí”. Tenemos que comprender
que el pecado es muy poderoso. Puede tomar el control, y
forzar a una persona a hacer lo que ésta no quiere hacer.
7:21 - “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta
ley: que el mal está en mí”. Pablo está diciendo que hay
dos leyes, dos naturalezas. Expone esto en el versículo
veintitrés: “Pero veo otra ley en mis miembros, que se
rebela contra la ley de mi mente”. En mi mente quiero
Más que vencedores
143
hacer ciertas cosas, quiero hacer lo que Dios quiere. Pero
encuentro otra ley, otro poder en mi cuerpo, el cual quiere
hacer lo contrario.
7:22 - “Porque según el hombre interior, me deleito en la
ley de Dios”. Pablo está diciendo: “El Cristo que está en
mi interior, el hombre espiritual, quiere hacer lo correcto,
pero entonces, esta otra ley que está en mi carne, quiere
hacer algo diferente”.
7:23 - “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela
contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley
del pecado que está en mis miembros”. Otra vez tenemos
aquí las dos naturalezas. La ley del pecado puede ser tan
poderosa que puede vencer a la ley de nuestras mentes.
7:24 - “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo
de muerte?” Este es el problema que tenemos en nuestros
cuerpos, en nuestros miembros. El acto mismo de nacer
de la raza caída de Adán, nos hace pecadores con una
naturaleza pecadora. Requerimos liberación, este es el
único camino a la libertad. Hay dos hombres, los dos
Adanes. Está el hombre viejo y está el hombre nuevo.
Están el primer Adán y el segundo Adán, y los dos están
en pugna. Pablo pregunta: ¿Quién me librará? ¿Quién nos
librará de nuestro cuerpo natural de muerte? Entonces llega
el grito de victoria: “Dios lo hará, por medio de Jesucristo”.
7:25 - “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios,
mas con la carne a la ley del pecado”. La victoria viene a
través de saber, considerar y presentarnos a la justicia,
144
Romanos
cuyo proceso se facilita andando en el Espíritu. Por lo
tanto, la clave se encuentra en Romanos 8:1. Es andar
conforme al Espíritu, para no satisfacer los deseos de
la carne.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu”. He aquí la clave: es saber,
considerar y presentar nuestros miembros a la justicia por
la gracia de Dios. Es un proceso. En Romanos 8:13,
tenemos que mortificar o hacer morir las obras de nuestro
cuerpo. Mortificar significa privar. Viene de la palabra
francesa que significa dar muerte, pero implica hacerlo
mediante privación. Hay muchas formas de morir.
Podemos morir por decapitación, o por otros medios. Mas
otra forma de morir es privando a nuestros cuerpos de
alimento y ejercicio. Al hacerlo, nuestros cuerpos se
debilitan y mueren.
Espiritualmente, esta es la clave para hacer morir las obras
de la carne. Esto es lo que significa mortificar las obras
de la carne por el Espíritu. Significa no alimentarlas.
¿Cómo alimentamos el pecado? Podemos alimentar el
pecado de cinco maneras, a través de cinco puertas (o sea,
por medio de nuestros cinco sentidos). Podemos mirar
las cosas que estimulan el pecado. Podemos escuchar las
cosas que estimulan el pecado. Incluso podemos oler las
cosas que estimulan el pecado. Podemos tocar las cosas
que estimulan el pecado. Podemos saborear las cosas que
estimulan el pecado. Además, podemos hablar y meditar
sobre las cosas que estimulan el pecado.
Más que vencedores
145
Asimismo, cuanto más ejercitemos el cuerpo natural, más
fuertes se volverán los miembros. Cuanto más levantemos
pesas, más fuertes se volverán nuestros músculos. Cuanto
menos nos ejercitemos, más débiles se pondrán. Por lo
tanto, la clave es hacer morir por medio de saber,
considerar y presentar, de modo que el pecado se debilite
cada vez más.
En el capítulo tres de Colosenses, Pablo establece una
diferencia entre dos grupos de pecados. En Colosenses
3:5, Pablo habla acerca de un grupo de pecados: “Haced
morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es
idolatría”. Estas cosas tienen mucho poder y hay que
hacerlas morir, como ya he explicado.
Sin embargo, hay otro grupo de pecados en el versículo
ocho, que pueden ser dejados. En el idioma original,
“dejar” significa quitarse una vestidura. “Pero ahora dejad
también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca”. Estas
pueden ser “dejadas” mediante el poder de Dios. Las
demás, las mortificamos o hacemos morir paulatinamente.
Son batallas.
Llegamos ahora al capítulo ocho, en el cual veremos la
vida nueva en el Espíritu. Veremos la victoria sobre el
pecado en el sentido más completo. Veremos la voluntad
de Dios y la justicia de la Ley.
146
Romanos
Capítulo ocho
En el capítulo ocho tenemos lo que se llama “La vida en
el Espíritu”. Se basa en el saber, considerar y presentar de
los capítulos seis y siete. Saber (por experiencia y por
revelación) significa que estamos crucificados con Cristo,
y que nuestro viejo hombre está en la cruz. Considerar:
es contarlo por hecho. Ello mantiene al viejo hombre en
la cruz. Nosotros tenemos que considerarlo por hecho
porque ese cuerpo de pecado está todavía vibrante en la
cruz. Presentar: cada vez que consideramos que nuestro
viejo hombre está en la cruz, y permitimos que la gracia
reine para rendir nuestros miembros a la justicia, nuestro
viejo hombre se debilita. Entramos ahora en esa vida de
victoria del capítulo ocho.
8:1 - “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu”. La clave no es
solamente ser llenos del Espíritu, sino andar en el
Espíritu. Es estar revestidos del Espíritu Santo, de modo
que el Espíritu Santo nos dirija y guíe en todo aspecto
de nuestras vidas.
8:2 - “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. El
poner énfasis en la vida ahuyenta la muerte. Nosotros
debemos especializarnos en la vida. Al estar revestidos
del Espíritu de Dios, Él nos conduce a toda verdad. Él
convertirá esa verdad en una realidad para nosotros, y
también nos guiará por sendas de justicia de modo que no
sucumbamos ante el pecado.
Más que vencedores
147
8:3 - “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto
era débil por la carne”. Nosotros no debemos nunca
desvalorizar la Ley, porque la Ley de Dios es buena y es
santa. Sin embargo, la Ley no podía producir santidad,
debido a la debilidad de nuestra carne.
“Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne”. Cristo vino en carne para poner la carne en la cruz.
Esto es muy importante. Por esta razón la humanidad de
Cristo es esencial. Él vino en carne para poner esa carne
en la cruz. Nosotros estamos en Cristo, y eso significa
que nuestra carne fue puesta en la cruz. Si Cristo no hubiese
ido a la cruz, eso no hubiera sido posible. Pero nosotros
estábamos “en Él” en la cruz. Cristo puso carne en la cruz.
Esta es la grandeza de la crucifixión de Cristo. La cruz
logró muchas cosas, pero ésta es una de las cosas
principales que se lograron en el Calvario. La cruz condenó
al pecado en la carne.
8:4 - “Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu”. Todo el propósito de la enseñanza es que se
cumpla la Ley. ¿Pero de qué manera se cumple la Ley? No
se cumple por medio de la carne, sino andando en el Espíritu.
La justicia de la Ley tiene que cumplirse. La Ley no puede
ser desacreditada. La Ley es buena y es santa.
La diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo
Testamento, es simplemente ésta: en el Antiguo
Testamento la Ley era externa, pero en el Nuevo
Testamento la Ley se escribe en las tablas de carne de
148
Romanos
nuestros corazones. Con nuestros corazones cumplimos
la Ley de Dios, estando revestidos con el Espíritu Santo y
siendo guiados y dirigidos por Él en todo tiempo, aun en
los asuntos menores. Yo creo que es importante inmiscuir
a Dios en cada detalle de nuestras vidas. Es un proceso.
No tenemos un éxito permanente porque llegar a conocer
la voz de Dios toma tiempo. Él no dijo: “Mis corderos
conocen Mi voz”. Él dijo: “Mis ovejas la conocen”. Una
cierta madurez debe forjarse; pero a medida que
aprendemos a andar en el Espíritu, dejaremos de satisfacer
los deseos de la carne.
8:5 - “Porque los que son de la carne piensan en las cosas
de la carne”. Si nosotros escogemos permanecer en la
carne, satisfaremos los deseos de la carne. “Pero los que
son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Si procuramos
ser guiados y dirigidos por el Espíritu, satisfaremos los
deseos del Espíritu. El tema de los versículos 5 y 6 es el
andar. Tenemos el poder de andar en el Espíritu en virtud
de “saber”.
8:6 - “Porque el ocuparse de la carne es muerte”. Como
lo veremos en 12:2, la clave está en nuestras mentes.
Somos transformados mediante la renovación de nuestro
entendimiento. “Pero el ocuparse del Espíritu es vida y
paz”. La mayor parte de las batallas está en la mente.
Muchas batallas se ganan o se pierden en la mente. Aquí
es en donde se origina la mayoría de las cosas.
8:7 - “Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden”. Por lo tanto, como dice Pablo, es
Más que vencedores
149
necesario tener la mente de Cristo. Tenemos que estar
ataviados de su mente.
8:8 - “Y los que viven según la carne no pueden agradar
a Dios”. Si nosotros andamos y pensamos según la carne,
no podemos agradar a Dios. El hombre (o mujer) que es
guiado por una mente carnal, no puede agradar a Dios.
8:9 - “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y
si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Como
cristianos, todos tenemos el potencial para andar en el
Espíritu, porque internamente tenemos el Espíritu de Dios.
Al reflexionar sobre la expresión: “andar en el Espíritu”,
recordemos que el Espíritu Santo dirige, pero que Satanás
controla. El movimiento discipular de las décadas
recientes, se equivocó. El Espíritu es muy tierno; Él dirige.
Satanás controla y avasalla. El vasallaje y el control no
son de Dios. El Espíritu dirige tiernamente (Sal. 23:2; Is.
63:13; Is. 40:11).
8:10 - “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad
está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a
causa de la justicia”. No debemos olvidar nunca a estos
dos: al hombre viejo y al hombre nuevo. Es muy
importante entender que siempre tenemos la carne. En la
cruz, la carne estaba presente, pero se debilitaba cada vez
más. Sin embargo, siempre está presente. Es importante
entender que la carne no ha sido descartada; sino que ha
quedado inoperante. Siempre puede ser reavivada.
Lamentablemente, esta es la razón de que algunos hayan
150
Romanos
permitido que las “obras muertas” resurjan. En cada
decisión que enfrentemos, tenemos que elegir quién se
manifestará, el hombre viejo o el hombre nuevo. Cuando
el hombre viejo no se manifiesta ni ejercita, se va
debilitando más y más, hasta el punto de no tener fuerza
para hacer nada.
8:11 - “Y si el Espíritu que levantó de los muertos a
Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Nuestros
cuerpos pueden ser vivificados por el Espíritu Santo.
Ellos son vigorizados por el Espíritu Santo, para obedecer
al Espíritu Santo.
8:12 - “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne,
para que vivamos conforme a la carne”. No estamos
obligados a vivir según la carne.
8:13 - “Porque si vivís conforme a la carne, moriréis;
mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis”. Siempre tenemos esa alternativa. ¿Viviremos
conforme a la carne? ¿Dejaremos que la carne se
manifieste? ¿O por la gracia de Dios, resolveremos vivir
en el Espíritu, siendo ataviados y guiados por el Espíritu?
Al elegir andar en el Espíritu, estamos haciendo morir las
obras de la carne por el poder del Espíritu (Col. 3:5).
8:14 - “Porque todos los que son guiados por el Espíritu
de Dios, éstos son hijos de Dios”. En este versículo, el
idioma griego original presenta el concepto de los hijos
maduros de Dios. Allí es a donde todos queremos llegar
Más que vencedores
151
al ser guiados por el Espíritu Santo. Los hijos maduros
de Dios (versículos 14 al 18), son los que heredan la gloria
(He. 2:10). Hay una madurez que se gana al andar en el
Espíritu. Los que andan en el Espíritu son los verdaderos
hijos de Dios. En la vida dirigida por el Espíritu
caminamos con corazones abiertos al Señor. Estamos
conscientes de andar obedeciéndole, y hacemos caso de
sus pequeñas llamadas de atención.
8:15 - “Porque no habéis recibido el espíritu de esclavitud
para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!”. ¿Cuál es el “espíritu de adopción?” En los
tiempos neotestamentarios, la adopción era fácil de
entender porque se practicaba a menudo en el imperio
romano. Debemos entender la adopción debido a que el
contexto del Nuevo Testamento se produjo en la época
romana.
Era principalmente la gente adinerada la que practicaba
la adopción. El patrón o amo tomaba la decisión de adoptar
porque sus tierras eran tan extensas y sus bienes eran tan
numerosos. Quizá tendría un hijo varón, pero podía ver
que ese hijo único iba a necesitar ayuda para administrar
su peculio. Por lo tanto, enviaba sus criados a recorrer las
aldeas aledañas, para que seleccionaran muchachos
jóvenes, tal vez de doce años en adelante, con habilidades
que los facultaran para gobernar. Los criados regresarían
a informar al patrón que en cierta aldea había un joven
con potencial. El amo iría entonces a darle una mirada al
muchacho. Si estimaba que éste calificaba, hacía un
contrato con su padre.
152
Romanos
El amo le diría al padre: “Yo le puedo ofrecer a su hijo
una vida mejor de la que usted jamás le daría. ¿Está usted
dispuesto a vendérmelo, de manera que él deje de ser su
hijo y pase a ser mi hijo?” El padre contemplaría y
pensaría: “Es verdad. Yo nunca podría darle a mi hijo esa
clase de vida. Yo lo estaría privando de algo si no lo dejara
ir”. Por eso, hablando en general, los padres estarían de
acuerdo. Ellos venderían a sus hijos a un hombre pudiente,
y el acuerdo se sellaba, habitualmente ante siete testigos.
Se pagaba una cantidad de dinero, comúnmente en oro.
Entonces el vástago se convertía en el hijo adoptivo del
hombre rico.
Los emperadores romanos estaban acostumbrados a este
recurso. Nerón era el hijo adoptivo de Claudio. Por eso se
convirtió en emperador. Eso es lo que somos nosotros;
somos hijos adoptivos. Solamente hay un Hijo de Dios,
aquel que vino del Padre. Pero nosotros somos adoptados.
¿Nos fue bien, no es cierto? Fuimos adoptados por un
buen Padre y fíjense en lo que vamos a heredar.
Sin embargo, hay algo más que debemos recordar acerca
de la adopción, y si hacemos caso omiso de este punto,
perderemos una de las verdades cardinales acerca de la
adopción.
El muchacho era traído a cualquier edad que el amo
eligiese. Cuando era traído a la casa, moría a su antiguo
hogar y adquiría vida para su nuevo domicilio. Él llamaba
a su amo “padre”. Luego, pasaba por un largo
adiestramiento para el nuevo puesto de convertirse en
coheredero con el primogénito. No todos los hijos
Más que vencedores
153
adoptivos triunfaban, y entonces recibían posiciones
inferiores. Sin embargo, cuando el patrón estimaba que
este hijo adoptivo era competente, éste se convertía en
coheredero del verdadero hijo. Una fiesta se hacía en
esa ocasión para celebrar la mayoría de edad de su hijo,
que no era forzosamente al cumplir los veinte años. Podía
ser a los treinta, e incluso después. Y así sucede también
con nosotros.
8:16-17 - “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”.
Quisiera recalcar que sólo somos coherederos si hemos
llegado a calificar para esa posición. Los romanos habrían
entendido esto con mucha facilidad. Sin embargo, para
nosotros no es tan fácil porque nuestro sistema de adopción
es diferente. Aquí se aclara: “herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si”. Aquí hay una condición. ¿Cuál
es la condición? “Si es que padecemos juntamente con
él”. En la medida que suframos, en esa misma medida
reinaremos. Si calificamos para las profundas experiencias
de valle, es con el propósito de ser preparados para un
rango muy alto en el reino. La clave radica en el
sufrimiento. Yo quiero repetir esto. Nosotros somos:
“coherederos...si es que padecemos juntamente con él,
para que juntamente con él seamos glorificados”. En la
medida que los padecimientos de Cristo se forjen en
nosotros, en esa misma medida reinaremos con Cristo.
8:18 - “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de ser manifestada”. El grado de
154
Romanos
padecimiento determina el grado de gloria. Pablo dijo que
el grado de gloria, los galardones eternos que están en
juego, son mucho mayores que los sufrimientos que
experimentamos aquí.
8:19 - “Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios”. Habrá
un tiempo en que los hijos maduros “colocados” se
manifestarán y toda la creación será libertada de su
esclavitud.
8:20 - “Porque la creación fue sujeta a vanidad, no por
su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en
esperanza”. Esta es una verdad muy interesante. Todas
las aves cantan en tono menor. La música de Israel está
toda en menor. Por lo tanto, ¿quién querrá imitar a los
israelitas? ¿En qué tono está la iglesia? Está en modo
mayor. Por eso no se enrede con la música israelita, porque
no queremos estar en su esclavitud, queremos ser libres.
Por el pecado de Adán, toda la creación de Dios quedó
sujeta a la caída y a la esclavitud, especialmente después
del diluvio. La creación, como nosotros la conocemos, es
nada, comparada con la época prediluviana o con el tiempo
en que Adán estuvo en la tierra. Toda la creación está
sufriendo debido al pecado del hombre. Sin embargo, todo
esto cambiará. Ahora, si observamos cuidadosamente,
veremos que la “manifestación de los hijos de Dios” sólo
puede tener lugar cuando Cristo regrese y establezca su
reinado de mil años. Entonces, toda la creación cambiará
también. Lamentablemente, se ha insistido mucho en la
“manifestación de los hijos de Dios”, pero si ponemos
Más que vencedores
155
atención, es claro que toda la creación cambiará también
en ese momento. Por consiguiente, esto sólo puede suceder
en la Segunda Venida del Señor. La creación que
conocemos, no será cambiada sino hasta el Milenio.
8:21-22 - “Porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda
la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora”. Hay un gemido en la creación. Casi lo
podemos oír cuando paseamos por el bosque y nos
acercamos a la naturaleza. Casi se puede sentir la emisión
de ese gemido.
8:23 - “Y no sólo ella, sino que también nosotros mismos,
que tenemos las primicias del Espíritu”. No lo olvidemos,
todo lo que tenemos son las “primicias”. Por lo tanto, la
plenitud está por ser heredada.
“Nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.
Llegará el día en que todo nuestro cuerpo se renovará. Yo
he visto literalmente a los ángeles caminar, y ellos andan
en una libertad no conocida por nosotros. La gente al morir
experimenta en su cuerpo espiritual ese bello movimiento
y esa libertad. Llegará el día en que Dios redima nuestros
cuerpos. La redención de nuestros cuerpos tiene lugar en
la venida del Señor. La redención no estará completa sino
hasta que recibamos nuestros nuevos cuerpos.
8:24 - “Porque en esperanza fuimos salvos, pero la
esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que
156
Romanos
alguno ve, ¿a qué esperarlo?” No vemos estas cosas con
los ojos físicos. De hecho, todo empeora, mas debido a la
esperanza, sabemos que las cosas cambiarán.
8:25 - “Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia
lo aguardamos”. Tenemos que ejercitar la paciencia hasta
que Dios haya realizado todo lo que se ha propuesto.
Entonces, todo lo que está escrito tendrá lugar con
seguridad. Se llevará a cabo la restauración de todas las
cosas de que hablaron los profetas (Hch. 3:21).
8:26 - “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles”. Esta es la oración de intercesión.
La oración de intercesión es muy parecida a la labor de
parto. El apóstol Pablo expone esto en Gálatas 4:19: “Hijitos
míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta
que Cristo sea formado en vosotros”. El hablar en lenguas
no es intercesión. La intercesión se parece a la labor de
parto de una mujer, y a sus gemidos durante el
alumbramiento. Cuando entramos en intercesión, nos llegan
los gemidos, y no existen palabras que puedan expresar el
clamor del Espíritu. A veces se nos presenta esta clase de
dolores de parto. La mujer experimenta los dolores de parto
cuando es tiempo de que el bebé nazca. Los dolores no
deben presentársele antes de que el bebé esté formado,
porque ello traería a luz algo que no está listo.
Los dolores de parto del Espíritu se presentan cuando todo
está listo, y cuando aquello que debe nacer está perfecto.
A veces decimos: “Oh Señor, yo quiero tener labor de
Más que vencedores
157
parto en el Espíritu”. Sin embargo, no podemos tener
dolores de parto sino hasta que lo que ha de nacer esté
listo. A través de los años, a menudo hemos visto cosas
que “nacieron” antes de estar listas, y ¡ay! cuánta tristeza
y pena. Iglesias, obras, confraternidades, y cualquier cosa
que estemos por hacer, deben estar esmeradamente
preparadas antes de que se presenten los dolores de parto
del Espíritu y sean dadas a luz.
8:27 - “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es
la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad
de Dios intercede por los santos”. Aquí la idea de
intercesión puede significar “ruegos”. Nosotros debemos
permitir que el Espíritu Santo ore a través de nosotros
con más frecuencia, porque el Espíritu de Dios ora
conforme a la voluntad de Dios y Él será oído. Por esta
razón, incluso en nuestras devociones privadas,
necesitamos adorar al Señor y entrar en el Espíritu. Así
podremos orar conforme al Espíritu. Debemos orar con
profecía, porque esas cosas sucederán.
8:28 - “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados”. Cuando murió mi suegro, mi
esposa sostenía a su padre en brazos, porque él había
sufrido un colapso. Ella preguntaba: “¿Por qué, Señor?”
El Señor respondió: “¡Romanos 8:28 funciona todo el
tiempo o no funciona del todo!”
Hay dos requisitos para que todas las cosas ayuden a bien.
Los requisitos son sumamente importantes. Esta promesa
se le hizo a los que aman a Dios y a los que son llamados.
158
Romanos
Podríamos también emplear aquí la analogía de un pastel.
Hay muchos ingredientes en un pastel. A un pastel incluso
le ponemos sal, pero la sal en sí no es agradable. Algunos
de los ingredientes que Dios pone en nuestras vidas pueden
ser muy dolorosos, pero es cuando todos “trabajan juntos”
que se produce algo maravilloso.
8:29 - “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó”. Denominaciones enteras se han extraviado por
causa de la predestinación. Dios no predestina a un individuo
a la vida eterna y a otro al juicio eterno. Este versículo no
sugiere de ninguna manera y en ningún sentido, que Él
predestina a algunos al infierno y a otros al cielo.
La predestinación tiene sus raíces en la presciencia de Dios.
La presciencia viene primero. El orden aquí es importante.
La iglesia presbiteriana se fundó en torno a este versículo.
Cuando estudiamos la predestinación, es la presciencia
de Dios la que antecede. Dios sabe lo que cada persona
hará. Dios sabe quién responderá a la salvación. Por lo
tanto, Él predestina a los que sabe que responderán a la
salvación. ¿Y a qué están predestinados éstos? Están
predestinados a “ser conformados a la imagen de su Hijo”.
De acuerdo con el conocimiento que Dios tiene de nuestra
respuesta, él dispone pruebas para nosotros, de manera
que éstas nos produzcan internamente una mayor medida
del carácter de Cristo.
8:30 - “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó”. El llamamiento de
Dios está basado en la presciencia de Dios. Jesús dijo:
Más que vencedores
159
“Muchos son llamados, y pocos escogidos”. Los que son
llamados tienen la capacidad de responder, pero no todo
el que es llamado responde. Del mismo modo, algunos
que responden, después renuncian. A esto se debe que unas
personas sean llamadas a ciertas obras, y otras personas
sean llamadas a algo diferente. No es por favoritismo. Dios
no tiene favoritos. Dios simplemente sabe de antemano
quién puede responder o está dispuesto a ello. Cuanto más
envejecemos, más nos damos cuenta de que Dios lo hace
todo. Por consiguiente, nuestro llamamiento se basa en la
presciencia de Dios.
“Y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó”. El llamamiento viene
primero. Después de llamar, Él justifica. Luego nos
glorifica, vistiéndonos de Su Espíritu.
Tratemos de resumirlo. La presciencia viene primero. Dios
sabe de antemano lo que el hombre hará y quién responderá
a Su llamamiento. Basada en la presciencia, llega la
predestinación o plan de Dios. Luego, Él hace el
llamamiento. El llamamiento no es el primer paso. La
presciencia de Dios viene primero, luego el plan de Dios
o predestinación. Luego, el llamamiento. Ahora, con el
llamamiento que es para salvación, Él nos justifica o nos
endereza con el fin de glorificarnos.
8:31 - “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por
nosotros, ¿quién contra nosotros?” Este versículo se
refiere a quienes están llamados conforme a Su plan.
Nosotros estamos llamados a la victoria, nuestra victoria
ha sido dispuesta. Con Dios no podemos fallar.
160
Romanos
8:32 - “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que
lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?” Dios proveerá todo lo
que necesitemos para la vida y la piedad. Él proveerá
todo lo que necesitemos para vencer y llevar a cabo lo
que Él ha planificado para nuestras vidas. Nada es
comparable a lo que ya nos ha dado, Su propio Hijo.
Cristo no puede compararse con las cosas materiales.
Por lo tanto, si Dios ya nos ha dado a Cristo, ciertamente
nos dará todo lo que necesitemos.
8:33 - “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es
el que justifica”. Hay un bello versículo que concuerda
con esto en Isaías 54:17: “Y condenarás toda lengua que
se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los
siervos de Jehová”.
8:34 - “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros”. Además de que tenemos al Espíritu Santo que
intercede por nosotros, tenemos también a Cristo, que
ruega a nuestro favor. Cristo está intercediendo por
nosotros para llevarnos a la perfección.
8:35, 38-39 - “¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? Porque estoy seguro de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Más que vencedores
161
He aquí una lista de diecisiete cosas que no pueden
separarnos del amor de Cristo. La vida de Cristo en nuestro
interior nos mantiene campantes como una boya en mar
revuelto. Siempre flotamos y permanecemos rectos debido
a que Su vida está en nuestro interior. No obstante, Gálatas
5:19-21 presenta otra lista que contiene diecisiete pecados
que nos separan del amor de Dios.
8:36 - “Como está escrito: Por causa de ti somos muertos
todo el tiempo; somos contados como ovejas de
matadero”. Como cristianos, debemos pasar duras
penalidades, pero siempre debemos clamar por gracia para
pasar por ellas. Ésta es la clave. El Salmo 84:6 se refiere a
atravesar el valle de lágrimas, o valle de Baca. Debemos
convertir ese preciso lugar en manantiales de vida,
introduciendo vida en el valle del pesar. Cada situación
que vivimos, cada aflicción que atravesamos, tiene el
propósito de hacernos “más que vencedores”. Dios quiere
dar un giro a las situaciones oscuras que parecen
imposibles, y provocar el surgimiento de vida.
Más que vencedores
163
Parte 4
9:1 - 11:36
LA ELECCIÓN DE DIOS
I.
Los privilegios de Israel se transfieren a la
iglesia (9:4-5).
A.
B.
C.
D.
E.
F.
G.
La adopción.
La gloria.
Los pactos.
La promulgación de la Ley.
El culto a Dios.
Las promesas.
Los patriarcas.
La elección de Dios y el destino eterno de pueblos y
naciones, depende de Su presciencia (Ro. 8:29).
II.
Los judíos perdieron su derecho a ser elegidos.
Los judíos perdieron su derecho a ser elegidos
porque no lo procuraron por fe. Ellos
desconocieron la justicia de Dios y buscaron
establecer su propia justicia (Ro. 9:32 -10:3).
164
Romanos
III.
La justicia del creyente se manifiesta a través
de la fe.
La justicia del creyente se manifiesta creyendo con
el corazón y confesando con la boca. Solamente
esto produce salvación (Ro. 10:10, 13).
IV.
La importancia de testificar y predicar.
La fe viene por el oír la palabra de Dios, de ahí la
importancia de testificar y predicar (10:13-21).
V.
Todo el remanente de Israel será salvo.
El remanente de Israel será salvo en la Segunda
Venida de Cristo (11:1-36).
Más que vencedores
165
Capítulo nueve
9:1-3 - “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia
me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran
tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara
yo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis
hermanos, los que son mis parientes según la carne”. En
el capítulo nueve, el apóstol Pablo nos derrama su corazón.
Éste gran dolor de corazón que brotaba del inmenso amor
de Pablo hacia su pueblo, es realmente el afecto que un
líder tiene por aquellos que están bajo su responsabilidad.
En Éxodo 32:31-32 encontramos nuevamente el mismo
pensamiento cuando Moisés suplicó la misericordia de
Dios para los hijos de Israel, aunque éstos habían pecado
gravemente: “Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo:
Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado,
porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su
pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”.
He aquí un ejemplo perfecto del gran amor que un líder
tiene por su gente.
Esta verdad se ve en las vidas de Moisés, David, Pablo y
Jesús. Jesús puso Su vida por Su gente. “Nadie tiene mayor
amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”
(Jn. 15:13). El sentimiento de amor que el pastor tiene
por sus ovejas, lo llevará a arriesgar su vida por ellas.
David persiguió al león y al oso, exponiendo su vida por
amor al rebaño. Este es el verdadero amor de Dios por Su
pueblo. Por supuesto, el amor de Dios se ve en que Jesús
puso Su vida por nosotros. Debemos pedirle a Dios ese
mismo amor que nos hace estar dispuestos a poner la vida
166
Romanos
por nuestras congregaciones, o por los otros miembros de
la Iglesia.
9:4-5 - “Que son israelitas, de los cuales son la adopción,
la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y
las promesas, de quienes son los patriarcas”. En el
versículo cuatro tenemos los llamados “siete privilegios
dados a Israel”. A estos privilegios solamente les daremos
una mirada, porque por sí solos serían objeto de un curso
completo.
1. LA ADOPCIÓN: Primeramente, está la adopción que
ya mencionamos un poco antes, en el capítulo ocho. Israel
era la nación adoptiva de Dios. Los israelitas eran hijos
por adopción. Hay sólo un Hijo verdadero, el Señor
Jesucristo, pero Israel era adoptado. Ellos se veían a sí
mismos como hijos de Dios porque Él los había adoptado.
En el Imperio Romano se entendía muy bien la adopción.
El propósito de la adopción no era solamente trasladar a
un niño de una familia a otra para que tuviese una vida
mejor, sino que se tomaba un niño de otra familia y se le
adiestraba para calificar como futuro coheredero con un
hijo legítimo del padre. Esta verdad acerca de la adopción
nunca se nos debe olvidar. Nosotros somos adoptados por
Dios con un propósito muy importante. Somos adoptados
para gobernar y reinar con Jesucristo y tener
responsabilidades en Su reino, no sólo aquí en la tierra,
sino por toda la eternidad.
Consecuentemente, la adopción está asociada con la
autoridad y la responsabilidad. Nadie debe recibir un cargo
Más que vencedores
167
o responsabilidades, sino hasta que demuestre su
competencia y fidelidad. Por esta razón, Pablo le dijo a
Timoteo que los ancianos y diáconos deben ser primero
sometidos a prueba (1 Ti. 3:10). Por lo tanto, debemos
tener el cuidado de entender que hemos sido adoptados.
Sin embargo, a partir de ese momento, hay un período de
instrucción, disciplina y adversidad, para comprobar si
calificamos para ser coherederos con Cristo.
2. LA GLORIA: El segundo privilegio que Israel heredó
fue la gloria de Dios. La gloria de Dios se manifestó en
forma de luz, como la vemos especialmente cuando se
efectuó el viaje de Israel desde Egipto hasta la Tierra
Prometida. De hecho, la gloria de Dios es la presencia
misma de Dios. Residió sobre el Tabernáculo de Moisés,
y luego, de manera muy peculiar, se manifestó en la vida
de Moisés, a tal grado que los hijos de Israel no podían
mirar su rostro. La gloria que Moisés experimentó es
para la Iglesia de los últimos días. Pablo se refiere a esta
gloria, diciendo: “Y si el ministerio de muerte grabado
con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos
de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés
a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del
Espíritu?” (2 Co. 3:7-8).
Pablo está diciendo que la Iglesia de los últimos días
conocerá la gloria de Dios en manifestaciones visibles,
no sólo en la congregación como Israel la conoció, sino
también como la conoció Moisés, personalmente. Yo creo
que nosotros veremos fielmente el rostro del pueblo de
Dios brillar con la gloria de Dios en estos días finales. En
168
Romanos
Isaías 60:1-2, se nos dice: “Levántate, resplandece; porque
ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre
ti”. Esto es muy explícito. A medida que la oscuridad
aumenta en el mundo, culminando con el Anticristo,
debemos esperar que la gloria del Señor se manifieste
visiblemente en las congregaciones.
Esto se confirma en Isaías 4:5. “Y creará Jehová sobre
toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de
sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche
resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda
gloria habrá un dosel”. En tiempos pasados hemos
vislumbrado esta gloria cubriendo ciertas congregaciones.
Yo creo que en los últimos días esta nube de gloria cubrirá
las congregaciones que asciendan al monte de Sion.
También creo, basándome en Isaías 60:1-3 y en 2 Corintios
3:7-8, que podemos esperar que la gloria visible de Dios
se manifieste sobre el rostro del pueblo de Dios en estos
últimos días. ¿Cuándo será eso? Será cuando una densa
oscuridad cubra la tierra. Nosotros somos como las
estrellas. Las estrellas aparecen cuando es de noche. Entre
más negra es la noche, más brillan las estrellas. De la
manera en que se aproxima la noche, se aproxima también
la gloria. ¡Alabado sea el Señor!
3. LOS PACTOS: La tercera bendición y privilegio que
disfrutó Israel fueron los pactos. Hubo pacto con Adán,
Noé, Abraham, Moisés y David. En el Antiguo Testamento
estos fueron los pactos dados a los hijos de Israel. Dios se
obligó por medio de pactos. Él le hizo promesas
maravillosas a Israel. En el Antiguo Testamento, Dios
prometió un Nuevo Pacto que permitiría que Él escribiese
Más que vencedores
169
Sus leyes sobre las tablas de carne de nuestros corazones.
Israel perdió el derecho a estos pactos juntamente con los
otros privilegios que ahora se le han otorgado a la Iglesia.
Sin embargo, cuando Israel retorne al Señor en los últimos
días, sus bendiciones y promesas le serán restituidas.
4. LA PROMULGACIÓN DE LA LEY: Otro privilegio
que Israel tuvo fue que la Ley le fue promulgada. A ellos
se les encomendaron los oráculos de Dios. Ellos tuvieron
acceso a la sabiduría de Dios y a Sus caminos porque tenían
la luz de la Palabra de Dios. En Deuteronomio 4:6, se nos
dice que el guardar la Ley era su sabiduría: “Guardadlos,
pues, y ponedlos por obra (esto es, los pactos y las leyes
de Dios); porque esta es vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán
todo estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y
entendido, nación grande es esta”. Éste es el privilegio
de la Iglesia: tener sabiduría y entendimiento de las leyes
de Dios que están siendo escritas en las tablas de carne de
nuestros corazones. La sabiduría procede de la Ley y de
guardar los estatutos. Además de manifestarse por medio
de Moisés, la sabiduría se manifestó por medio de
Salomón. Éste último era tan sabio, que venían de todas
las naciones para escuchar la sabiduría de Dios a través
de Salomón.
Yo creo que en los últimos días, la iglesia instruirá a las
naciones y las orientará. Esto se confirma en Daniel
11:33: “Y los sabios del pueblo instruirán a muchos”.
Aún hoy, esto se está cumpliendo hasta cierto punto.
Muchos líderes de naciones acuden a siervos de Dios
buscando consejo. Del mismo modo, Isaías 60:3 dice:
-
170
Romanos
“Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al
resplandor de tu nacimiento”.
5. EL CULTO A DIOS: El “culto a Dios” fue el quinto
privilegio que Dios le dio a Israel. En Éxodo 19:6, Dios le
prometió a Israel cuando cruzaban el desierto y se
acercaban al monte de Sion: “Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa”. El propósito de Dios
era que ellos fuesen un reino de sacerdotes; sin embargo,
la nación entera perdió el sacerdocio a causa de su
desobediencia. Únicamente los de la tribu de Leví llegaron
a sacerdotes, y la tribu de Judá heredó la monarquía.
No obstante, en Su bondad, Dios le ha adjudicado a la
Iglesia todos estos privilegios. De manera que leemos en
1 Pedro 2:5: “Vosotros también, como piedras vivas, sed
edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por
medio de Jesucristo”. En el versículo nueve, Pedro nos
dice otra vez: “Mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable”.
Apocalipsis 5:10 vuelve a enfatizar esta verdad: “Y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes” (ver
también Ap. 1:6). Nuevamente se menciona en Apocalipsis
20:6: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad
sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo,
y reinarán con él mil años”. En el Nuevo Testamento
nuestro sacerdocio no es según el orden de Leví, sino según
Más que vencedores
171
el orden de Melquisedec. Nuestro sacerdocio no cesa con
la muerte, como el de Leví. Nuestro sacerdocio es
perpetuo. Para el creyente neotestamentario, el culto a Dios
es un real sacerdocio.
6. LAS PROMESAS: A Israel se le dieron muchas
promesas, pero como punto de referencia seleccionaré
solamente una que se encuentra en Deuteronomio 28:1-14:
“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu
Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu
Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y
vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán”
(Dt. 28:1-2). El propósito de Dios es bendecir a Su Iglesia.
Él anhelaba bendecir a Israel. De hecho, Él quería bendecirlo
de tal manera que la bendición los alcanzara y los
sobrecogiera. He aquí algunas de las bendiciones:
“Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.
Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto
de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus
ovejas” (Dt. 28:3-4). El versículo cinco es para quienes
aman las compras: “Benditas serán tu canasta y tu artesa
de amasar”. Para mí, el hacer compras es una cruz.
Obviamente, el Señor creó a los compradores, porque aquí
Él pronuncia una bendición sobre ellos. Lo que para
algunos hombres es una cruz, es un deleite para las damas.
Un ministro de Dios hizo esta declaración: “Sin las damas,
cesaría el comercio”.
7. LOS PATRIARCAS: El séptimo privilegio era que
Israel tenía a los patriarcas. Los israelitas tenían a Abraham,
172
Romanos
Isaac y Jacob como sus progenitores, y eran herederos de
todas las bendiciones y promesas dadas a éstos. Sin
embargo, Israel entendía ante todo que Dios era su padre.
Las Escrituras retratan a un padre como el protector de
sus hijos. Un padre debe adoptar la actitud de que los hijos
cometen errores y de que él tiene que vivir con esas
equivocaciones. Un padre tiene que remediar los errores
de sus hijos, y también olvidarlos. Esto es muy importante.
Un padre debe tener un olvido santo. Él no puede vivir
enumerando constantemente todas las manías y faltas de
sus hijos. El olvido es el camino a la bendición, como se
ve en la vida de José.
Ésta es una verdad muy importante y sumamente esencial
en lo que corresponde a la paternidad. En Génesis 41:51,
José le dio a su primogénito el nombre de Manasés,
diciendo: “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda
la casa de mi padre”. Manasés significa “olvido”. José
olvidó todo lo que sus hermanos habían hecho en su contra.
Un padre debe tener este olvido santo.
En un sentido muy auténtico, Dios fue un padre para
Israel. A Dios se le consideraba un padre amoroso, un
padre misericordioso, y un padre que olvida. Esto se
expone en Miqueas 7:19b: “Y echará en lo profundo
del mar todos nuestros pecados”. Por consiguiente,
cuando Israel pensaba en sus patriarcas, de inmediato
pensaba en Dios como su padre. Además de considerar
a Jesús como nuestro hermano mayor, nosotros
necesitamos considerar a Dios como nuestro padre. Yo
creo que le causamos un pesar a Dios Padre cuando lo
ignoramos y no pensamos en Él.
Más que vencedores
173
Es muy difícil para algunas personas pensar en Dios como
su padre, porque han tenido problemas con sus padres
terrenales. ¿Qué clase de imagen tenemos nosotros de
nuestro padre? Si es una buena imagen, entonces también
nuestra imagen de Dios es buena. Si la imagen de nuestro
padre es cruel, violenta, iracunda y descontrolada, así
veremos a Dios Padre. Esto es algo que debemos vencer.
Nuestras mentes deben ser lavadas de los malos recuerdos
de nuestros padres, y debemos considerar a Dios Padre
como el perfecto progenitor.
Dios no era el único padre de Israel, Abraham también lo
era. De hecho, ellos le llamaban Padre Abraham. Así como
un hijo hereda las pertenencias de su padre, así nosotros
heredamos lo que pertenece a nuestro Padre Celestial. Por
Su gracia, heredamos Su reino. Además, heredamos las
posesiones de Abraham porque somos sus hijos
espirituales. Quiero resumir esto en sólo unas pocas
palabras. La promesa dada a Abraham fue ésta: “De cierto
te bendeciré, y multiplicaré” (Gn. 22:17). Ésta es la
promesa que heredamos. Dios nos bendecirá porque
Abraham es nuestro padre, y nos multiplicará. Yo creo
que ésta es la voluntad de Dios. Siendo los hijos obedientes
y fieles de Abraham, Dios nos bendecirá ciertamente, y
ciertamente nos multiplicará. Éstas son las bendiciones
que Israel perdió y que la Iglesia heredó.
9:5 - “De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según
la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas,
bendito por los siglos. Amén”. Cristo descendía de Israel.
Cristo el Rey, sería la bendición final de Israel, pero Israel
lo rechazó y Él se convirtió en la Luz de los gentiles.
174
Romanos
Nosotros heredamos todas estas bendiciones porque Israel
fue cortado, pero después será restaurado.
9:6 - “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no
todos los que descienden de Israel son israelitas”. Aquí
vamos a desarrollar una verdad muy importante. Vamos a
incursionar en la vida de Abraham. Abraham tuvo muchos
hijos cuyo número no sabemos con exactitud. Podríamos
pensar que sólo tuvo dos hijos, pero tuvo muchos otros
también. Su primogénito fue Ismael, nacido de Agar. Más
tarde, tuvo a Isaac. Luego tuvo por lo menos otros seis
hijos con Cetura, su tercera esposa. Asimismo, tuvo otras
concubinas y con ellas una multitud de hijos. Por lo tanto,
Abraham tuvo muchos hijos, y en el versículo siete, el
apóstol Pablo señala un detalle muy importante.
9:7 - “Ni por ser descendientes de Abraham, son todos
hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia”.
Hoy en día, en el Medio Oriente, muchos de los países
árabes consideran a Abraham su legítimo padre. Ellos
son verdaderamente su simiente física. Sin embargo,
no son su simiente espiritual porque Dios escogió a
Isaac, diciendo: “En Isaac te será llamada
descendencia” (Gn. 21:12).
9:8 - “Esto es: No los que son hijos según la carne son los
hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa
son contados como descendientes”. He aquí una verdad
muy importante: ”los hijos según la promesa”. ¿Quién fue
el hijo de la promesa? ¡Fue Isaac! No fue Ismael ni ninguno
de los otros hijos.
Más que vencedores
175
9:9 - “Porque la palabra de la promesa es esta: Por este
tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo”. Dios visitó a Sara
como lo había prometido. Ella dio a luz milagrosamente.
Sara era estéril, pero Dios le dio un hijo en su ancianidad
a través de un milagro. ¿Por qué esperó Dios hasta que
Abraham y Sara estuviesen demasiado viejos para tener
un hijo? Porque Isaac es símbolo de Cristo y de Su
simiente. Las simientes de Cristo nacen todas
milagrosamente por el Espíritu de Dios. Nosotros nacemos
de nuevo por el Espíritu. Esto es lo que nos hace hijos de
Dios y de la simiente prometida. El nacimiento de Isaac
requirió fe; requirió un milagro. Isaac no podía ser
producido por obras o por esfuerzo humano.
9:9-12 - “Porque la palabra de la promesa es esta: Por
este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo
esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de
Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni
habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito
de Dios conforme a la elección permaneciese, no por
las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor
servirá al menor”.
El apóstol Pablo se está refiriendo a Génesis 25:22-23.
Rebeca tenía dos niños en su vientre, y ellos empezaron a
batallar el uno contra el otro, aún antes de nacer. Con esta
lucha llevándose a cabo en sus entrañas, ella inquirió del
Señor: ¿Para qué vivo yo? Él respondió: “Dos naciones
hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus
entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
y el mayor servirá al menor”. Expresándolo en otras
palabras, esto es lo que Dios le estaba diciendo a Rebeca:
176
Romanos
“En tu vientre hay gemelos, pero el mayor [el que salga
primero] servirá al menor”.
Cualquiera diría: “¿Fue eso justo? Después de todo, antes
de nacer ya estaban determinados sus destinos, y por eso el
primogénito no tuvo esperanzas”. Sin embargo, eso no es
verdad en absoluto. Dios puede hacer esta clase de
afirmaciones debido a Su presciencia. Dios sabía
exactamente lo que Jacob, el menor, haría. Dios sabía de
antemano que Jacob se adheriría a las promesas y pactos de
Abraham. También Dios sabía previamente que Esaú los
aborrecería. Por lo tanto, el Señor declaró: “El mayor servirá
al menor”. Dios determinó que Jacob gobernara sobre su
hermano mayor Esaú, y más tarde sobre Edom (Edom está
compuesta de los descendientes de Esaú). Asimismo, Dios
pudo decir: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.
9:13 - “Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú
aborrecí”. Pablo está citando Malaquías 1:2-3. Surge la
pregunta: “¿Cómo pudo Dios decir semejante cosa?” ¿Es
Dios parcial? ¿Tiene predilectos? ¡Por supuesto que no!
Dios no había predestinado a Esaú para ser malo y a Jacob
para ser bueno. ¡No! Él simplemente conocía de antemano
las decisiones de estos dos hermanos. Debido a Su
presciencia, Dios puede declarar algo antes de que tenga
lugar, pues lo ve como que si ya ha ocurrido. Por esta razón
Dios puede profetizar y declarar lo que no es, como si fuese.
Y por Su presciencia, conoce exactamente lo que sucederá.
La doctrina de la elección por gracia radica en Romanos
8:29: “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó”. A continuación se listan las razones por las
Más que vencedores
177
cuales Dios rechazó a Esaú, las cuales Él conocía por Su
presciencia:
a)
b)
c)
d)
Violó todo afecto natural (Amós 1:11).
Continuamente guardó rencor contra su hermano.
Fue un fornicario (He. 12:16).
Fue un profano. Por una porción de comida vendió
su primogenitura. Aborreció las promesas de Dios.
e) Por su falta de perdón hacia Jacob, no encontró
oportunidad para el arrepentimiento (Mt. 18:35).
Jacob era un hombre con un corazón inclinado a Dios, a
pesar de la carnalidad de su juventud. Jacob era un hombre
que le dijo a Dios: “No te dejaré, si no me bendices” (Gn.
32.:26). Él se convirtió en Israel: “un príncipe con Dios”.
Finalmente, en su muerte se convirtió en Jesurún o “el
enderezado” (Dt. 33:5, 26; Is. 44:2).
9:14 - “¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en
Dios? En ninguna manera”. Muchas personas
contemplan estos versículos y dicen: “Esto no es justo.
Dios es injusto”. Pero cuando entendemos la Palabra de
Dios y las razones que Dios tuvo para hablar de ese modo,
vemos con claridad que Dios simplemente está
declarando las cosas por Su presciencia.
9:15-16 - “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del
que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo
me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni
del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”. Pablo
dice que es a través de la misericordia de Dios que se
cumplen Sus propósitos para nuestras vidas. No es a través
178
Romanos
del tenaz esfuerzo de nuestra voluntad. Por lo tanto,
vivimos por la gracia de Dios, la misericordia de Dios y
la compasión de Dios.
9:17 - “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto
mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y
para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra”.
Pablo está citando Éxodo 9:16. Existen personas que
dicen: “Pobre de Faraón, no tuvo alternativa”. La gente
cree que hombres como Faraón, Pilato o Judas, fueron
simples peones controlados y sujetos a la voluntad de otro.
“Pobre Poncio Pilato, pobre Judas, pobre Faraón”. Sin
embargo, para poder tener la verdad completa, tenemos
que estudiar las vidas de estos hombres. ¿Cómo eran?
Faraón y su padre cometieron genocidio. Uno de los
genocidios más horrendos que jamás se haya registrado
en la historia del hombre, fue el asesinato de niños varones
por orden de Faraón. Faraón era también un verdadero
tirano. Por lo tanto, Dios tenía todo el derecho para
levantarlo y endurecer su corazón con el fin de enviar las
diez plagas sobre Egipto. Fue muy natural que Dios
levantara a un hombre tan perverso que se negaba a
autorizar la salida del pueblo, para así poder derramar sobre
Egipto el juicio que merecía.
¿Y qué de Poncio Pilato? Algunos enseñan que Poncio
Pilato no tuvo mas alternativa que ordenar la crucifixión
de Jesús. ¿Pero que clase de hombre era Poncio Pilato?
Era un juez sumamente cruel e injusto. Él mezcló la sangre
de los galileos con los sacrificios de ellos (Lc. 13:1).
Cometió sacrilegio y asesinato. Cuando estudiamos la vida
Más que vencedores
179
de Poncio Pilato, el haber enviado a Cristo a la cruz fue
sólo el final de una larga lista de atrocidades que ya había
perpetrado.
Luego, la gente dice: “Pobre Judas”. El Salmo 109:6-15
es un juicio profetizado por el rey David contra Judas. Él
era ladrón y le gustaba maldecir. Él no valoró la unción
derramada sobre él ni el poder que recibió. Judas no mostró
misericordia, sino que persiguió al afligido y menesteroso,
al quebrantado de corazón para darle muerte (Sal. 109:1617). Judas era maligno. Toda su vida estuvo llena de
maldad. Tampoco sus padres fueron personas de bien (Sal.
109:14). A él se le dieron oportunidades que muy pocas
personas habían tenido. Judas recibió el privilegio de
caminar con Jesús, oyendo de primera mano sus
enseñanzas y viendo Su gloria y milagros. El Señor le
dijo a Capernaum: “Si Sodoma y Gomorra hubiesen visto
los mismos milagros que viste tú, se habrían arrepentido”.
Sin embargo, Judas los vio todos. Él incluso obró milagros,
pero no valoró la bendición del Señor.
9:18 - “De manera que de quien quiere tiene misericordia,
y al que quiere endurecer, endurece”. Recordemos, Dios
nunca endurece a los hombres buenos. Cuando Dios
declara que un hombre (o una mujer) es una vasija de ira,
y que otro es una vasija de misericordia, hay una razón
muy importante para ello. Hay un patrón de conducta
detrás de todo esto. El rey David lo expuso muy bellamente
en el Salmo 18:25-26 y nos ayuda a entender por qué Dios
es misericordioso con algunos pero no con otros. “Con el
misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para
con el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el
180
Romanos
limpio, y severo serás para con el perverso”. Dios tratará
con nosotros según las inclinaciones o disposiciones de
nuestros corazones. Si somos misericordiosos, Dios nos
mostrará misericordia. El Señor Jesucristo dijo:
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia”. Hay una razón para que algunos
no alcancen misericordia.
A medida que estudiamos la Palabra de Dios, podemos ver
fácilmente que lo que Dios afirma acerca de Esaú, Faraón y
los demás, se justifica. ¿Por qué? Porque estas eran personas
malignas. Esaú era un fornicario. Era un hombre que
despreciaba las cosas de Dios. Por consiguiente, Dios dijo:
“lo aborrecí”. Aunque Jacob era un engañador, respetaba
las cosas de Dios en lo profundo del corazón. Por eso Dios
lo amó. Y al que Dios ama, disciplina. Entonces, Dios lo
pasó por pruebas y tribulaciones, enviándolo a casa del tío
Labán para corregirlo.
¿Por qué se muestra Dios misericordioso con algunos, pero
a otros endurece? En el Salmo 18:26, David dijo: “Severo
serás para con el perverso”. Dicho de otro modo: “Dios
actuará con nosotros en base a nuestro comportamiento”.
Esto es lo que hemos estado tratando de recalcar. Cuando
ponemos los pies en la senda de la justicia, Dios hace que
andemos en Sus caminos (Ez. 36:27). Cuando clamamos
a Dios: “¡Cámbiame! Señor, hazme recto”, descubrimos
que Dios hace que andemos por Sus veredas. Pero si nos
volvemos engañadores, haciéndonos acompañar de los
malos, Dios nos establecerá en esa dirección. Cuando Dios
advierte, y advierte, y advierte, Él finalmente confirma a
un hombre en la decisión que ha tomado.
Más que vencedores
181
Hemos visto a muchos que han traspasado un límite, mas
allá del cual ya no hay vuelta atrás. Dios los ha confirmado
en sus decisiones. Por esta razón nosotros debemos tomar
buenas decisiones. Debemos tener como metas: el amor,
la sabiduría y la santidad. Quizá seamos como Jacob.
Quizá procedamos de un trasfondo de engaño y tengamos
un sinnúmero de problemas en nuestras vidas. Nuestro
pasado no importa si hemos resuelto ser diferentes y
clamamos a Dios: “Señor, cambia a la persona que soy”.
Puede ser que tengamos una vida llena de tribulaciones y
pruebas, pero el desenlace del asunto será bueno.
9:19 - “Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque
¿quién ha resistido a su voluntad?”. Pablo estaba
adelantándose a lo que algunas personas dirían al oír sus
enseñanzas sobre la elección, las cuales se encuentran
en el capítulo nueve de Romanos. El problema era que
ellos no tenían realmente un conocimiento de los caminos
de Dios. Cuando nosotros entendemos los caminos de
Dios, sabemos que Dios tiene buenas razones para todos
Sus hechos.
9:20 - “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que
alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo
formó: ¿Por qué me has hecho así?” Los inicuos no
pueden quejarse porque ellos han tomado su propia
decisión acerca de cómo quieren ser moldeados.
9:21 - “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro,
para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro
para deshonra?” En el caso de Esaú y Jacob, Dios formó
a cada uno según lo que su corazón deseaba.
182
Romanos
9:22-23 - “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y
hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los
vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer
notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con
los vasos de misericordia que él preparó de antemano
para gloria...” Dios usa los vasos de ira para perfeccionar
a los vasos de misericordia. Antes de la creación, Dios
había predeterminado usar ambos vasos. Los vasos de ira
se necesitan para perfeccionar a los vasos de misericordia.
Dios necesitaba un vaso de ira como Faraón. Necesitaba
un hombre que con corazón obstinado impidiera la salida
del pueblo, así Dios podría ejecutar las diez plagas y
mostrar Su inmensa gracia y bondad hacia los vasos de
misericordia, los israelitas.
En el transcurso de nuestra existencia, seremos a veces
colocados junto a vasos de ira. Todo el propósito de
hacernos morar junto a un vaso de ira es que Dios pueda
derramar una gracia especial en nuestras vidas. De ese
modo seremos capacitados para recibir bendiciones que
normalmente no hubiéramos podido recibir. Todo vaso
de misericordia tiene su propio vaso de ira que lo ayuda a
perfeccionarse. Jacob tuvo a Esaú y a Labán que lo
perfeccionaron. David tuvo a Saúl, Ahitofel y Absalón
para perfeccionarlo. Ana tuvo a Penina, y Sara tuvo a Agar
para forjar una profunda obra de gracia en sus vidas.
Todos queremos ver milagros y sanidades. Amados, ¿cómo
podemos tener un milagro si no tenemos una necesidad?
¿Cómo podemos tener una sanidad si no estamos
enfermos? Para poder ver la mano de Dios en acción,
debemos tener una necesidad creada. Para eso son los
Más que vencedores
183
vasos de ira. Al final, los vasos de ira son destinados a la
destrucción, porque voluntariamente hacen estas cosas.
Lamentablemente, los vasos de ira no sólo están en el
mundo, algunos de ellos se encuentran en la Iglesia.
Nunca vemos a alguien caer simplemente en el pecado. Existe
esta pequeña frase: “Fulano simplemente cayó en pecado”.
Dios le habló a mi esposa con mucha claridad, diciendo:
“No, eso no es cierto en absoluto. La senda que Yo he escogido
para cada persona es una senda de justicia. Si esa persona
comienza a salirse de este camino y toma otro, yo le pongo
obstáculo, tras obstáculo, tras obstáculo. Si voluntariamente
esta persona se abre paso a través de cada impedimento y
transgrede todo control, será establecida en el camino que ha
escogido. No podrá salirse de él”. ¿Ven ustedes lo que estoy
señalando? La gente no cae simplemente en el pecado, sino
que ha determinado caer. Se ha conducido necia y
deliberadamente. Ha violado cada advertencia de la Palabra
de Dios, cada advertencia del Espíritu Santo, y cada
advertencia que Dios le daba por medio de otros.
9:23 - “Y para hacer notorias las riquezas de su gloria,
las mostró para con los vasos de misericordia que él
preparó de antemano para gloria”. Aquí vemos la gloria
que Dios derrama sobre los justos usando a los inicuos
para perfeccionarlos. Los vasos de ira se llenan más y más,
y los vasos de misericordia se llenan más y más. Cuando
ambos están desbordantes, Dios interviene. El vaso de ira
es cortado, y el vaso de misericordia es promovido.
9:24-25 - “A los cuales también ha llamado, esto es, a
nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los
184
Romanos
gentiles. Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo
mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada”.
Esto se profetizó en Oseas 1:10. Expone el hecho de que
Dios salvará a los gentiles.
Un antiguo arzobispo de Canterbury, cabeza de la iglesia
anglicana, hizo esta declaración en su discurso de
instalación: “Yo tuve un sueño, y en él vi un laberinto. Vi
personas dentro de este laberinto, tratando de hallar el
camino al centro. Ellas veían para acá y para allá, pero no
podían llegar al centro. Entonces, vi de repente a algunos
que desde afuera se precipitaron a entrar y dieron
directamente con el centro”.
El arzobispo no dio la interpretación, pero ésta es muy
clara. Muchos miembros de la Iglesia no hallarán el camino
porque sus corazones no son íntegros, pero cuando llegue
el avivamiento, los de afuera llegarán directamente al
centro. Esto es exactamente lo que pasó en el Siglo I. Israel
anduvo a tientas en el laberinto, incapaz de reconocer a
Cristo, mas cuando el Evangelio le fue ofrecido a los
gentiles, éstos fueron directamente a Cristo. Israel lo
rechazó, pero los gentiles lo aceptaron.
9:26 - “Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois
pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente”.
Esto se refiere a la restauración de Israel. Israel está
cortado, pero Israel será nuevamente restaurado cuando
el Señor regrese.
9:27 - “También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el
número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan
Más que vencedores
185
sólo el remanente será salvo” (ver Is. 10:22). A lo largo
del período de los gentiles, siempre un remanente de Israel
ha sido salvo. Dios siempre tiene un remanente. Israel está
cortado como nación, pero cuando viajamos alrededor del
mundo, y aun en el Israel actual, hay iglesias que le rinden
culto a Jesús como el Mesías. Es interesante que cuando
les preguntamos: “¿Cómo llegaron ustedes a conocer a
Jesús como el Mesías? Muchos de ellos responden: “Él
se me apareció”.
9:28 - “Porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la
tierra en justicia y con prontitud”. Lo que para Dios es
“prontitud” para nosotros es lentitud. Pero de todos
modos, Dios hará una obra relativamente breve si
pensamos en la eternidad.
9:29 - “Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos
no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma
habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos
semejantes” (ver Is. 1:9).
Ciertamente, Israel merecía el repudio. Sin embargo, en
Oseas 11:9 se encuentra uno de los versículos más bellos
de la Palabra de Dios tocante al amor y compasión de
Dios por Israel. En todo el libro de Oseas se enumeran
todos los pecados de Israel. Israel era culpable de cada
pecado posible: “Entre tanto, mi pueblo está adherido a
la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo,
ninguno absolutamente me quiere enaltecer” (Os. 11:7).
Mas en los versículos 8 y 9, Dios da la más ligera pero
grandiosa excusa para no desistir completamente de Israel,
diciendo: “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te
186
Romanos
entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma,
o ponerte como Zeboim? [dos pequeñas poblaciones que
existían cuando Sodoma y Gomorra fueron destruidas].
Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi
compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré
para destruir a Efraín. [Señor, ¿por qué no destruyes a
Israel después de todos sus pecados? Todo lo que Dios
puede decir es:] Porque Dios soy, y no hombre” .
El hombre habría destruido a Israel, pero Dios no puede
por ser Dios. Él es un Dios de misericordia: “el Santo
en medio de ti; y no entraré en la ciudad [para
destruirla]”. ¿Por qué no desiste Dios de Israel? Porque
es Dios, y no hombre.
9:30-32 - “¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no
iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir,
la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley
de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras
ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues
tropezaron en la piedra de tropiezo”. Israel no obedeció
las reglas. Ellos tenían sus propios preceptos y su propia
mentalidad. Ellos acudían a Dios bajo sus propios
términos, y eso no fue aceptado por Dios.
Las reglas de Dios eran estas: la justicia es por fe, es por
relación. Israel dijo: “Nosotros tendremos nuestros propios
preceptos, nosotros nos acercaremos a Dios a nuestra
manera, y nosotros decimos que la justicia es por la Ley”.
Dios dispuso que la fe fuera nuestro medio de justificación,
no las obras, para que nadie se gloríe. Por lo tanto, el
acercarse a Dios en sus propios términos, era soberbia de
Más que vencedores
187
parte de Israel. La soberbia siempre nos derriba. Fue la
incredulidad de Israel, al no recibir la justicia de Dios por
fe en Cristo, lo que hizo que Dios los cortara. En
Deuteronomio 32:21, Moisés ya les había advertido que
serían cortados.
Por consiguiente, Dios levantó a Cristo para ser piedra de
tropiezo a Israel, como lo declaró en Isaías 8:14. El
propósito de una piedra de tropiezo es sacar a los inicuos
del camino del Señor, como lo menciona Ezequiel 3:20.
¿Quién fue la piedra de tropiezo? ¡Fue Jesucristo! Porque
no obedecieron a Dios, porque no corrieron según las
reglas, Dios los sacó del camino, colocando un tropezadero
delante de ellos.
Cristo vino como tropezadero. Ellos esperaban a un gran
caudillo, uno que fuese cabeza de ejércitos, general de
generales, capitán de las huestes del Señor. A éste esperaban.
Lamentablemente, ellos acogerán al individuo equivocado
cuando éste aparezca en nuestra generación. Uno habrá que
se presentará en su propio nombre y será “el rey del norte”:
el Anticristo. Éste es aquel en quien Israel pondrá los ojos
buscando liberación. Sin embargo, el único que podía
verdaderamente libertarlos era el Cordero de Dios, Aquel
que ellos rechazaron y crucificaron.
9:33 - “Como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra
de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será
avergonzado”. En parte, Jesús fue enviado para sacar del
camino a los inicuos de Israel, y para convertirse en luz
de los gentiles (Is. 49:6). Los que creen en Él nunca serán
avergonzados.
188
Romanos
Capítulo diez
10:1-3 - “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón,
y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque
yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no
conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios,
y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado
a la justicia de Dios”. Pablo continúa con el estribillo que
empezó en el capítulo nueve, en donde habla de su gran
amor y deseo de que Israel sea salvo. En el versículo dos,
declara: “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo
de Dios, pero no conforme a ciencia”.
Nosotros podemos tener celo de hacer cosas para Dios,
pero si no procedemos según Sus reglas y según Su
voluntad, lo que hagamos será nulo y vano. Israel tenía
un enorme celo por la Ley, pero no conforme a la justicia
de Dios. Ellos no hicieron caso de la justicia de Dios que
proviene de la fe en Cristo. Trataron de establecer su propia
justicia. Este problema no le atañe exclusivamente a Israel,
sino que se encuentra generalizado en el mundo
eclesiástico.
Muchos miembros de la Iglesia buscan establecer su propia
justicia, y por ello no se han sometido a la justicia de Dios.
Me quedaría corto tratando de recalcar la importancia de
esto, ya que muchos cristianos caen en este lazo. Nosotros
debemos someternos a la voluntad de Dios para ser
aprobados por Él. Dios podría decirnos: “Mi voluntad para
ti es que hagas esto y aquello”. Y nosotros no podríamos
responder: “No, yo para Ti quiero hacer algo diferente”.
Procediendo así descubriríamos al final de nuestras vidas
Más que vencedores
189
que todas nuestras obras fueron vanas y que ningún
galardón nos está reservado. La gente quiere trabajar para
Dios y hacer algo para Dios, pero en sus propios términos.
Nosotros no podemos escoger la clase de ministerio que
queremos, ni decidir en dónde queremos servirle.
Debemos jugar siguiendo las reglas de Dios, no las
nuestras. Si no, perderemos en el juego de la vida.
Israel trató de acercarse a Dios a su manera. El pueblo era
desconocedor de la justicia de Dios. Israel fue destruido,
porque le faltó conocimiento (Os. 4:6). Éste es un
problema que existe en la Iglesia hoy. Debemos tener
conocimiento de los caminos de Dios para poder
complacerlo.
10:4 - “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a
todo aquel que cree”. Cristo ha cumplido la Ley de la
justicia. Él es la justicia que procede de fe, de la cual
leemos en el versículo seis. Pablo está demostrando la
diferencia entre Israel y los gentiles. Israel no se sometió
a la justicia de Dios, la justicia que procede de fe en Cristo.
Los gentiles aceptaron a Jesús y esto los capacitó para
llegar a ser justos.
El argumento de Pablo estriba en que el hombre no puede
establecer la justicia por medio de la Ley. Cristo es el fin
de la Ley. Solamente Él cumplió la Ley y faculta a los
que lo aceptan para cumplir la Ley. Por consiguiente,
esta justicia procede de fe en Cristo. Recibimos la justicia
de Dios a través de la fe en Jesucristo. Es por gracia. La
carne no puede producir la justicia de Dios. Estamos
llegando a la médula misma del problema, el problema
190
Romanos
de la soberbia. Dios ha dispuesto que nadie se jacte en
Su presencia (1 Co. 1:29).
Abraham no fue justificado por obras. Si hubiese sido
justificado por obras habría tenido algo de que jactarse.
Por eso, Dios ha dispuesto que la justificación sea por
gracia por medio de la fe. Así, nadie tiene nada de qué
gloriarse. Solamente nos podemos gloriar de la cruz. Aun
después de la salvación, nosotros no podemos cumplir la
Ley. Sólo podemos cumplir la Ley por fe, por relación, al
estar unidos a Aquel que cumplió la Ley y recibir de Su
poder. Es andando en el Espíritu que cumplimos la Ley y
no satisfacemos los deseos de la carne. No podemos
cumplir la Ley creando nuestras propias reglas y preceptos.
La esencia del problema se remonta a épocas anteriores a
la fundación del mundo, a un asunto entre Dios y Satanás.
Es el problema de la soberbia. Satanás dijo: “Yo puedo
hacer las cosas mejor que Dios”. Satanás quiso usurpar el
trono y ser como el Altísimo. Quiso tomar el Universo a
su cargo, y Dios tuvo que destituirlo por su locura. Por
consiguiente, antes de los inicios del mundo, tenemos la
batalla de la soberbia, la cual cree poder hacer las cosas
mejor que Dios. Éste también es el problema de la
humanidad. El hombre cree que su método es mejor que
el de Dios. No sometiéndose a la justicia de Dios, procura
establecer su propia justicia. Éste fue el problema de Israel.
Por consiguiente, Dios expulsó a Satanás de su elevada
posición a causa de la soberbia. Sin embargo, en los
últimos días de esta Era de la Iglesia, Dios le dará a Satanás
una oportunidad de gobernar el mundo por tres años y
Más que vencedores
191
medio. El razonamiento del Padre es éste: “Mi Hijo se
sometió a Mí, y por Mi Espíritu cumplió Mi voluntad
durante tres años y medio. Satanás, tú tendrás una
oportunidad igual, presentándote con forma humana por
tres años y medio, y veremos qué haces”. Por supuesto,
ya sabemos lo que hará. Isaías 14:17 nos dice que él
“pondrá el mundo como un desierto, y asolará sus
ciudades”. A través de su hombre, el Anticristo, Satanás
llevará al mundo al caos y a la destrucción. Esto es porque
nadie, ni hombre ni ángel, puede dirigir el reino de Dios
con sabiduría o esfuerzo propio. Solamente puede ser
dirigido por medio de la gracia de Dios que nos capacita,
y por el Espíritu de Dios. Ésta es la médula misma del
asunto. Se elige entre la manera de Dios y la manera del
hombre. Por lo tanto, debemos ser muy terminantes en el
asunto de la santidad, porque la santidad sólo se alcanza
acercándose de la manera prescrita por Dios, y no según
nuestro propio método.
Cuando Cristo fue a la cruz, ello fue la antítesis de la
soberbia. Fue la humillación total. El Humilde destruyó
al “soberbio”. El Sometido destruyó al “obstinado”. El
Cordero se sometió a la voluntad del Padre, y en ese
momento, Cristo destruyó toda la soberbia de Satanás.
Todos los demonios también lo saben. Un demonio
alzando la voz, dijo: “Si hubiésemos ganado en la cruz,
habríamos ganado todo”. Todos los demonios saben lo
que pasó en la cruz. La idea de que Satanás no lo sabe, es
necia. Satanás se sentaba al lado de Dios en los cielos. Él
conocía todos los detalles de esta creación e hizo cuanto
estuvo en su poder para echarla a perder. Él triunfó en
Adán, pero falló en el Segundo Adán. Él falló con el
192
Romanos
Esposo, por eso ahora quiere a la Esposa, y fallará con
ella también. Dios logrará tener un pueblo que lo ame
únicamente por voluntad propia.
10:5 - “Porque de la justicia que es por la ley Moisés
escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por
ellas”. Esta es una cita de Levítico 18:5 y Deuteronomio
6:25. El problema de la Ley radicaba en que nadie era
capaz de guardarla a causa de la debilidad de la carne.
10:6-8 - “Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas
en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer
abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es,
para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué
dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.
Esta es la palabra de fe que predicamos”. Pablo está citando
a Moisés en Deuteronomio 30:12-14. Cristo es la Palabra.
Ese es uno de Sus títulos, y Él está en nuestro corazón y en
nuestra boca cuando le confesamos delante de los hombres.
Esto se expone en Romanos 10:9-10.
10:9-10 - “Que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de
los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación”. Se necesitan dos cosas para la salvación:
confesar con la boca y creer con el corazón. No basta
con creer con el corazón. Lo que sella nuestra experiencia
salvadora es la confesión de nuestra boca. No debemos
ser creyentes secretos como Nicodemo (Jn. 3:2; 12:42;
19:39). Debemos testificar de Cristo públicamente, con
corazones llenos de fe y sin vergüenza.
Más que vencedores
193
10:11 - “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él
creyere, no será avergonzado”. Una y otra vez Dios recalca
que la salvación es por la fe en Cristo, no por obras. Por
consiguiente, Cristo puede decir en Juan 14:6: “Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino
por mí”. Él es la puerta del aprisco. No hay otro camino
al reino de los cielos (ver Jn. 10:1-9; Hch. 4:11-12).
10:12 - “Porque no hay diferencia entre judío y griego,
pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con
todos los que le invocan”. Judíos y gentiles han llegado
de la misma manera. Cristo, y solamente Cristo, es el
Salvador del mundo. La única forma de ser justificados
del pecado es creyendo en el Salvador con el corazón, y
declarando con nuestras bocas esa certidumbre.
10:13 - “Porque todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo”. Pablo está citando a Joel 2:32.
Volvamos atrás, a Joel 2:28-32 para ver el contexto: “Y
después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne,
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros
ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán
visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios
en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de
humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre,
antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y
todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo;
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación,
como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él
habrá llamado”.
194
Romanos
El pensamiento contenido en Joel 2:28-32, particularmente
para los últimos días, es que en los tiempos de desgracia,
Dios dice: “Solamente invóquenme, y Yo les salvaré”.
Estos versículos son para personas que se encuentran al
borde de la eternidad. No es que deseemos conversiones
en el lecho de muerte; preferimos toda una vida dedicada
a Dios. Sin embargo, nos sentimos muy agradecidos
cuando la gente echa mano de la vida eterna al dar su
último resuello.
Recuerdo a un conocido hermano residente en Sudáfrica
al cual amábamos mucho. En el gobierno sudafricano, él
era un antiguo servidor de la comunidad que luego pasó a
morar con el Señor. Según recuerdo, era el presidente local
de la FRATERNIDAD DE HOMBRES DE NEGOCIOS
DEL EVANGELIO COMPLETO. Al igual que muchos
sudafricanos, era dueño de una finca y en ella había
construido un enorme granero en el que todos los jueves
se celebraban reuniones. Tuvimos el privilegio de ir allí y
ver cómo el Espíritu Santo se derramaba en una forma
muy generosa. Pasamos un tiempo maravilloso con ellos.
Este querido hombre tenía un hijo que no seguía las sendas
del Señor. El padre oraba con dolores de parto y suplicaba
repetidas veces delante de Dios para que su hijo fuese
salvo. Entonces, el hijo pasó por un terrible divorcio. Fue
muy triste. Después de eso, le dio cáncer y recayó más y
más, al grado de quedar confinado a una cama de hospital.
En una ocasión, su padre fue a visitarlo y le dijo: “Hijo,
¿no regresarás al Señor?” El joven había conocido al Señor
en su niñez. Con todos los ruegos y oraciones de su padre,
él efectivamente regresó al Señor en su lecho de muerte.
Más que vencedores
195
Lo que él le contó a su padre fue asombroso. Le dijo:
“Papá, el Señor me ha mostrado que iré al cielo, pero
que ninguna recompensa me espera allí. Tú tendrás
una maravillosa herencia en el cielo porque has vivido
para Dios”.
Nos sentimos sumamente agradecidos cuando las personas
hacen las paces con Dios en sus lechos de muerte,
encontrando la vida eterna. Sin embargo, lo que quiero
señalar es esto: ¿qué recompensa tendremos al llegar al
cielo? El hijo que acabamos de mencionar no tenía
herencia. Apenas logró entrar. Él no tenía fruto qué mostrar
por su vida. Él obtuvo poca o ninguna recompensa. Las
palabras de: “Bien, buen siervo y fiel”, las puede decir
Dios solamente a quienes han llevado una vida de
obediencia a la voluntad de Dios.
10:14 - “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no
han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han
oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?” Aquí
vemos la necesidad de predicar. Las personas necesitan
un predicador. Alguien tiene que decirles y señalarles el
camino de vida. Es tan importante dar a todos la
oportunidad de oír el Evangelio y que desde jóvenes
puedan abrazar a Cristo y todas las verdades que hay en la
Palabra de Dios, las cuales transforman vidas. Esto les
dará la oportunidad de llevar una vida piadosa, de manera
que por la gracia de Dios puedan tener una hermosa
herencia en toda la eternidad.
10:15 - “¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”
Todos nosotros debemos testificar, pero algunos estamos
196
Romanos
soberanamente llamados a predicar el Evangelio. El
apóstol Pablo dijo: “Ay de mí si no predico el Evangelio”.
Pablo fue separado por Dios para predicar el Evangelio
de Cristo. Nosotros solamente podemos predicar si Dios
nos ha enviado. En Isaías 6:8, el Señor dijo: “¿A quién
enviaré, y quién irá por nosotros?í” Entonces, Isaías
respondió: “Heme aquí, envíame a mí”. Envíame a mí.
Nosotros no podemos ir si Dios no nos envía. Es de suma
importancia entender que es la soberanía de Dios la que
nos envía.
Tal vez al ver una necesidad alarmante sintamos deseos
de desplazarnos hacia un lugar determinado. Sin
embargo, debemos tener la humildad de ponernos delante
de Dios, diciéndole: “Señor, si ésta es tu voluntad,
envíame a mí”. Él pudiera decir: “Ve”. Él pudiera decir:
“No, he elegido otro lugar para ti”, o “he elegido a alguien
más para esta tarea”.
¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz,
de los que anuncian buenas nuevas! En Efesios 6:15, Pablo
dijo que debemos calzar nuestros pies con el Evangelio
de la paz. Debemos caminar solamente por la senda a la
que Dios nos envía, ya sea que se encuentre en África,
Indonesia, Filipinas, India, Europa, o en cualquier otra
parte. Qué gloriosos serán nuestros pies cuando llevemos
el Evangelio de Jesucristo. El mensaje que demos
producirá paz.
10:16 - “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues
Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?”
Lo asombroso de esto es que en algunos países el
Más que vencedores
197
Evangelio se ha predicado año tras año, década tras década,
siglo tras siglo. Algunos han oído el Evangelio desde la
época de Cristo, pero no han respondido. Vemos que Dios
no quiere que ninguno se pierda sino que todos procedan
al arrepentimiento, sin embargo, el hombre tiene libre
albedrío para elegir. Algunos aceptan el mensaje del
Evangelio, y otros no (Hch. 28:24).
10:17 - “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra
de Dios”. Tenemos que entender que somos salvos por
medio de la fe, y la fe se genera al oír la Palabra de Dios.
Por esta razón, debemos constantemente predicar la
Palabra de Dios, pues al hacerlo estamos permitiendo que
la fe se genere en los corazones de nuestros oyentes.
10:18 - “Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda
la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la
tierra sus palabras”. El Evangelio ha sido dado con
sencillez a Israel y al mundo. Pablo está regresando a lo
que dijo en Romanos 1:19-20: “Porque lo que de Dios se
conoce les es manifiesto, [esto es, en sus conciencias]
pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio
de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. En
cierto sentido, el Evangelio está escondido en la naturaleza;
está por doquier. Nuestros ojos tienen que abrirse a Él.
Salomón expuso las verdades escondidas en la naturaleza
(1 R. 4:32-33). El Salmo 19:1 dice: “Los cielos cuentan
la gloria de Dios”. El mensaje del Evangelio y la creación
están entretejidos. Existe verdad divina en todo lo que
Dios ha creado.
198
Romanos
10:19 - “También digo: ¿No ha conocido esto Israel?
Primeramente Moisés dice: Yo os provocaré a celos con
un pueblo que no es pueblo; con pueblo insensato os
provocaré a ira”. Antes de que los israelitas entrasen en
la tierra prometida, se les dijo por medio de Moisés que
Dios se volvería hacia otro pueblo, la Iglesia gentil, para
provocarlos a celos (Dt. 32:21). Pero con todo, no
creyeron. Lo interesante es que quienes más apoyan a
Israel el día de hoy, son las naciones cristianas. Los
responsables de sostener la industria turística de Israel
hoy, son los cristianos.
“¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice:
Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;
con pueblo insensato os provocaré a ira”. Dios le advirtió
a Israel que levantaría otra nación. ¿Quiénes integran esta
otra nación? Nosotros, la Iglesia, somos esa nación. Pedro
nos llama “pueblo santo, linaje escogido [o atesorado]”
porque la Iglesia está conformada por un pueblo de cada
nación debajo del cielo (ver 1 Pedro 2:9).
10:20 - “E Isaías dice resueltamente: Fui hallado de los
que no me buscaban; me manifesté a los que no preguntaban
por mí”. Esto es muy cierto; Dios llegó a los gentiles que
no le buscaban. También es muy cierto que en épocas de
avivamiento, personas que nunca buscaban a Dios son
atraídas a la Iglesia: “Me manifesté a los que no preguntaban
por mí”, aquí Pablo está citando Isaías 65:1-2.
10:21 - “Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí
mis manos a un pueblo rebelde y contradictor”. Dios
extendió Sus manos a los israelitas, enviándoles Sus
Más que vencedores
199
profetas y hombres justos, pero Israel no quiso prestar
atención. A pesar de ser los elegidos de Dios, no quisieron
prestar atención. Finalmente, la persona de Cristo les fue
puesta como tropezadero. Ellos tropezaron en Él y lo
rechazaron. Por lo tanto, Israel fue cortado, y el Evangelio
se difundió a los gentiles, un pueblo que no le buscaba.
Éste es el sentido del capítulo diez.
Dios les había advertido de antemano a los Israelitas, que los
separaría, provocándolos a celos. Todo el propósito de estos
celos era simplemente hacerlos retornar a Dios, lo cual harán
cuando Cristo regrese, como se ve en el capítulo once.
Capítulo once
11:1-2 - “Digo, pues, ¿Ha desechado Dios a su pueblo?
En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de
la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.
No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes
conoció”. En el capítulo once llegamos nuevamente al
tema de la elección por medio de la presciencia. Debemos
poner la presciencia al comienzo de toda doctrina. La
presciencia antecede a la doctrina. Cuando asimilamos
esto, todo lo demás encaja fácilmente y se vuelve claro.
Si no ponemos la presciencia de Dios primero, todas las
otras doctrinas se vuelven inconcebibles. La presciencia
de Dios ha determinado todas las cosas.
Hemos dicho con antelación que Dios cortó a Israel como
nación y que la reemplazó con ese “linaje escogido”
conformado por muchas naciones, el cual evidentemente
es la Iglesia. Sin embargo, debemos recordar que los doce
200
Romanos
apóstoles del Cordero eran todos judíos. El
derramamiento inicial del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés cayó sobre todos los judíos, no sobre los
gentiles. Pablo está diciendo que Dios no ha desechado
al pueblo que antes conoció, y hace referencia a fieles
israelitas. La presciencia nos ayuda a comprender la
predestinación y la elección.
Dios siempre ha tenido un remanente de creyentes judíos,
aunque la nación como un todo le rechazara. Por medio
de Su presciencia, Él supo con antelación que los doce
apóstoles acogerían a Cristo. Sabía que una muchedumbre
de israelitas recibiría a Cristo, de manera que los que
aceptaron a Cristo no fueron desechados. Luego tenemos
el clásico ejemplo del mismo Pablo. Siendo fariseo de
fariseos y oponiéndose poderosamente a la Iglesia, Dios
sabía que al abrírsele a Pablo los ojos, abrazaría
sinceramente el Evangelio. El Señor sabía que el mismo
celo que Pablo tenía por la Ley, lo usaría para la
divulgación del Evangelio.
La presciencia de Dios es importante en extremo. En las
Escrituras se ve ampliamente Su presciencia. Él la usa
para declarar lo que acontecerá en el día del juicio.
Dirigiéndose a Capernaum, dijo: “Si Sodoma y Gomorra
hubiesen visto los milagros que tú has visto, se habrían
arrepentido en polvo y ceniza. Por lo tanto, ellas te
juzgarán en el día del juicio”. El juicio eterno está basado
también en la presciencia que Dios tiene de lo que
hubiésemos hecho nosotros de haber tenido una mayor
luz. Por lo tanto, en todos los sentidos, el juicio es perfecto,
ya sea sobre esta tierra o en la eternidad.
Más que vencedores
201
Sodoma y Gomorra no fueron contadas por dignas de tener
una mayor luz, porque ellas rechazaron la verdad que les
fue presentada en la persona del justo Lot. Sodoma y
Gomorra fueron juzgadas y enviadas al infierno, pero
Capernaum estaba en peor estado porque tuvo más luz.
Esta ciudad rechazó la Luz del mundo, el Mesías.
Entender estas verdades es muy importante. ¿Por qué
no concede Dios una mayor luz a algunas personas?
Simplemente porque sabe lo que hemos hecho con lo
que ya recibimos. Para algunos, hubiera sido mejor no
haber conocido el camino. Algunos retroceden,
habiendo conocido el camino. Son como un perro que
vuelve a su vómito. En su misericordia, Dios a veces
encubre de los individuos la verdad. Si ellos recibieran
la verdad, sólo perseverarían por un período de tiempo,
y luego resbalarían. Como resultado, su eternidad sería
peor (2 P. 2:20-22).
Vemos la grandeza de Dios cuando estudiamos estas
verdades. Vemos cuán perfectos son su conocimiento y
su juicio, y ello nos llena de asombro y admiración. Sin
embargo, nos llena al mismo tiempo de amor porque
sabemos que todo es sumamente recto.
11:2b-4 - “¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura,
cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus
profetas han dado muerte; y tus altares han derribado; y
sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le
dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil
hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal”
(ver 1 R. 19:10,14,18). La primera doctrina que Pablo
202
Romanos
señala en el capítulo 11 es la del remanente. Es una verdad
que fluye en toda la Palabra de Dios.
Cuando Dios juzga a Su pueblo, siempre deja a unos pocos
fieles. Éstos son los que le transmiten el mensaje a la
siguiente generación. En otras palabras, Dios está diciendo:
“Yo siempre concedo gracia a algunos, de manera que
siempre haya un remanente. Siempre habrá algunos que
me sigan de todo corazón”.
Pablo está diciendo que, aunque Israel fue separado como
nación por haber rechazado a Cristo, en Su presciencia Dios
sabía cuáles israelitas aceptarían el mensaje, y éstos no fueron
cortados. De igual manera, en la época de Elías, cuando el
profeta pensó que era el único siervo de Dios, Dios le dijo
que había reservado siete mil que habían permanecido fieles.
Siete mil es el número de años desde Adán hasta el fin del
Milenio. Siete mil no es solamente una cifra propiamente
dicha, sino que simboliza el período de siete mil años del
hombre sobre la tierra. Dios está diciendo: “Yo siempre he
reservado unos pocos testigos fieles en cada generación de la
vida del hombre sobre la tierra”.
11:5 - “Así también aun en este tiempo ha quedado un
remanente escogido por gracia”. Pablo está hablando de
un remanente de Israel, pero podríamos continuar diciendo
que a través de la Era de la Iglesia, siempre hubo un
remanente que poseyó la verdad. Al estudiar la historia de
la Iglesia, descubrimos que siempre hubo un remanente
que fue fiel a Dios. Siempre ha existido un remanente fiel
que ha sido preservado por gracia. Ésta es la “elección de
la gracia”.
Más que vencedores
203
Hace algunos años, el Señor me llevó en visión al cielo.
Allí, sentado sobre una loma en el cielo, en un terreno
cubierto de césped, estaba el Señor, y yo a Sus pies. Todo
lo que me dijo fue una palabra: “Gracia, gracia, gracia”.
Por muchos días, esta visión estuvo yendo y viniendo,
pero el Señor siempre me decía una palabra: “Gracia”.
Dios quería recalcar que todo es por gracia. Somos salvos
por la gracia, somos guardados por gracia, y cada progreso
en la vida cristiana es por gracia. Cualquier cosa que Dios
haga con nosotros, o cualquier forma en que nos use, es
por gracia. Es sólo por Su gracia que podemos ser
guardados fieles en esta generación en que la iniquidad
abunda y el amor de muchos se ha enfriado.
Abraham experimentó el temor de una gran oscuridad
cuando Dios hizo un pacto con él, dándole la tierra de
Canaán (Gn. 15:12-21). En ciertas ocasiones de mi vida,
he sentido manifiestamente que sobre mí reposa el temor
de una gran oscuridad. Antes de que Dios realice algo
fresco en nuestras vidas, o antes de que nos ramifique
hacia algo nuevo, experimentamos el temor de una gran
oscuridad. Esta “oscuridad” nos vuelve conscientes de
nuestra nulidad. Nos sentimos completamente desvalidos.
Comprendemos cuánto dependemos de Dios para que
cualquiera de Sus promesas se cumpla. El propósito del
temor de una gran oscuridad es convencernos de que
somos incapaces de hacer algo, pero que Dios sí lo hará.
Al contemplar nuestro pasado, vemos que es Dios el Autor
de todo. Nosotros habríamos seguido un camino, pero Dios
en Su gracia, nos forzó a seguir otra senda, una que
conducía a la vida y a la felicidad.
204
Romanos
11:6 - “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera
la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia;
de otra manera la obra ya no es obra”. La capacidad de
ver la verdad, la capacidad de ser guardados del descarrío,
depende únicamente de la gracia de Dios. Quiero enfatizar
esto porque nuestras vidas dependen enormemente de la
gracia de Dios. Es muy importante clamar a Dios por gracia
en cada situación que estemos por enfrentar. Debemos
orar: “Señor, concédeme gracia para que se cumpla lo que
Tú has dispuesto”.
11:7 - “¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha
alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y
los demás fueron endurecidos”. Aquí debemos hacer
una pausa momentánea. Israel no obtuvo lo que
buscaba. Los israelitas buscaban la salvación. Buscaban
la justicia de Dios, pero no según los preceptos que
decían: “El justo vivirá por su fe”. Por consiguiente,
los escogidos sí la obtuvieron. Los que no alcanzaron
la elección de gracia fueron espiritualmente cegados
por Dios, tal como los escribas y fariseos de la época
de Jesús. Éstos fueron aturdidos espiritualmente porque
con sus labios honraban a Dios, pero su corazón estaba
lejos de Él (Is. 29:10).
La “elección” son los gentiles que han sido seleccionados
por Dios para entrar en el lugar que debió ocupar Israel.
Por eso, para que el Evangelio se predicase a quienes Dios
sabía que lo aceptarían, los demás fueron cegados. Dios
ciega a la gente. Dios cegó a toda la nación de Israel, con
excepción de un “remanente” que recibió y respondió al
Nuevo Pacto.
Más que vencedores
205
Lo que hace esto tan pavoroso es que se aplica a la Iglesia.
La Iglesia aguarda un nuevo mover de Dios, pero en cada
avivamiento, nos enfrentamos a la misma situación. Hay
quienes lo aceptan (los elegidos lo reciben) y el resto es
cegado, a pesar de que todos oyen el mismo mensaje. El
Señor Jesucristo fue interrogado en ese sentido cuando
estuvo en la tierra. Le preguntaron: “¿Por qué hablas en
parábolas?” Su respuesta aclaró muy bien Su razón de
hablar en parábolas. Él dijo: “A vosotros os es dado [a
los elegidos, a los discípulos] entender, pero a [los demás]
no les es dado”.
En estos términos, vemos cuán temible es Dios. O da
gracia, o no da gracia; sin embargo, siempre existe una
razón. Esto nos regresa al Salmo 18:25 en donde David
exclama: “Te mostrarás recto para con el hombre
íntegro”. Por esta razón es preciso que le permitamos a
Dios trabajar en cada aspecto de nuestras vidas. Es de
vital importancia que las cosas que hagamos sean honestas,
para que hallemos gracia a los ojos de Dios. De esta manera
calificaremos para un ascenso en el reino de Dios.
De lo contrario, seremos cegados e incapaces de aceptar
más verdad. Seremos descartados y colocados en iglesias
que no tienen la intención de avanzar. Dios nos colocará
en círculos de personas y congregaciones con ideas
similares a las nuestras, y rehuiremos crecer en luz. Es
algo pavoroso.
11:8 - “Como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor,
ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el
día de hoy”. Pablo está citando Isaías 6:10. Aquí, la idea
206
Romanos
de adormecimiento no significa sueño natural, sino sueño
espiritual, de tal manera que el espíritu del hombre no se
despierta ni se anima frente a las cosas de Dios. “Ojos
con que no vean” se refiere a los ojos de nuestro
entendimiento, incapaces de contemplar las verdades
dentro de la Palabra de Dios. “Oídos con que no oigan”
son oídos que oyen las mismas cosas que los demás, pero
sin comprender su significado.
He estado en iglesias que han pecado contra Dios, y que
cayeron bajo el juicio de Isaías 59:9-10. En estas iglesias,
la cabeza de uno simplemente da vueltas y se pierde el
sentido. A veces, Dios abre nuestros ojos y podemos ver
un espíritu de ceguera mental sobre la gente. Esto es
precisamente lo que le sucedió a Israel. Israel fue cegado
a causa de su iniquidad. A las iglesias y a los creyentes
que no caminan rectamente, Dios los juzga con ceguera.
Él les da estatutos que no son buenos (Ez. 20:25). Por lo
tanto, las doctrinas falsas pueden ser juicios enviados de
parte de Dios sobre los desobedientes.
11:9-10 - “Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa
y en red, en tropezadero y en retribución; sean oscurecidos
sus ojos para que no vean, y agóbiales la espalda para
siempre”. Pablo está citando las palabras de David en el
Salmo 69:22-23, usadas para demostrar los frutos del
endurecimiento divino.
David conocía el corazón de Dios. En el Salmo 40:6,
declaró: “Sacrificio y ofrenda no te agrada”. Todos así
lo hacían; e incluso Dios había dispuesto que se siguiera
esta práctica. Sin embargo, David dijo: “Yo sé que esto
Más que vencedores
207
no es lo que Tú quieres”. ¿Cómo supo David que esto no
era lo que Dios quería? He aquí la clave: “Has abierto
mis oídos”. Dios abrió los oídos de David para que oyese
qué cosa verdaderamente agradaba a Dios.
¡Cuánto necesitamos clamar: “Señor, abre mis oídos, abre
mi corazón para que yo ciertamente pueda oír lo que Tú
deseas, y lo que quieres que yo haga, y lo que quieres que
haga la iglesia o la congregación”.
Lo interesante de esto es que cuando Dios da una visión y
habla novedosamente, los que no han caminado en rectitud
o han hecho otras concesiones, son los que más se le
oponen. Sus ojos están cegados, sus oídos cerrados, y ellos
retroceden. No solamente rechazan el mensaje, sino que
tenazmente se oponen a quienes lo reciben y avanzan. A
los israelitas no les bastaba con hacer caso omiso del
mensaje cristiano, sino que combatían a cualquiera que lo
aceptara y hallara la vida. Cuando las personas han
rechazado la verdad, no dejan en paz a quienes sí la han
aceptado. Con vehemencia se les oponen. ¿A qué se debe
esto? La respuesta está en Romanos 10:19. Dios los
maldice con el espíritu de celos. Antes de cruzar el Jordán,
Dios le dijo a Israel: “Yo te provocaré a celos”.
Dios no dejó a los israelitas solos, diciendo: “Los he
cegado y les cerré los oídos para que no vean la verdad;
ustedes no pueden recibir la verdad a causa de sus malos
caminos”. No, Dios hizo algo más. Él los juzgó con un
espíritu de celos, por eso se ensañaban contra los que
aceptaban la verdad.
208
Romanos
El ejemplo clásico de esto lo tenemos en Saúl y David.
Saúl no obedecía a Dios, y cualquiera diría que Saúl dejaría
en paz a David. ¡Oh, pero ése no es el caso jamás! Cuando
la unción se fue de Saúl, fue reemplazada por un espíritu
de celos. Ese espíritu de celos se negaba a proporcionarle
paz a Saúl. Saúl tenía que contradecir a David. Por
consiguiente, vemos que el juicio no consiste solamente
en ceguera e incapacidad para ver. ¡No! También la unción
y la luz que el individuo tuvo alguna vez, son reemplazadas
por un espíritu de celos, el cual ataca siempre a quienes
quieren avanzar con Dios.
11:12 - “Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y
su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su
plena restauración?” Siempre ha existido un “remanente
creyente” de Israel, pero como nación ha sido cegado.
Israel ha sido cegado pero no para su destrucción total,
sino para abrir la puerta, de modo que Dios pueda enviar
el Evangelio a los gentiles. La caída de Israel hizo posible
que los gentiles participaran de las bendiciones,
provocando a Israel a celos, para que regresaran al Señor.
El regreso de los judíos al Señor en la Segunda Venida de
Cristo será una enorme bendición para el mundo. Ahora
Pablo hablará, al igual que todos los profetas que lo
precedieron, acerca de la restauración de Israel.
11:13-14 - “Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto
yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si
en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi
sangre, y hacer salvos a algunos de ellos”. Los celos son
la clave. Si bien Pablo es apóstol a los gentiles, en su
corazón tiene un deseo vehemente hacia su propio pueblo,
Más que vencedores
209
Israel. Pablo quiere provocar a celos y envidia a los
israelitas para que algunos de ellos vuelvan al Señor y
sean salvos.
11:15 - “Porque si su exclusión es la reconciliación del
mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los
muertos?” Lo que Pablo está diciendo es esto: “La
exclusión, o rechazo de Israel, le permitió a Dios mostrar
a los gentiles la luz del Evangelio. Sin embargo, cuando
vuelvan al Señor y sean restaurados en la Segunda Venida
de Cristo, cuán gloriosa bendición será esto para el
mundo”. Será como vida sacada de la muerte. Al ser
rechazado el Evangelio por Israel, Cristo se convirtió en
luz de los gentiles. Su padre lo había enviado para
congregar a la casa de Israel. Sin embargo, Isaías predijo
que Cristo no tendría éxito en Su misión inicial de traer a
Israel de regreso a Dios. El Padre comprendió esto de
antemano y dijo a Su Hijo: “También te di por luz de las
naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero
de la tierra” (ver Isaías 49:5-6).
11:16 - “Si las primicias son santas, también lo es la masa
restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”.
Ahora Pablo desarrolla la idea del olivo y sus ramas.
11:17 - “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas,
y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de
ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica
savia del olivo...” Este olivo es Israel. Algunas ramas
fueron desgajadas por Dios, el divino labrador, y en su
lugar Él injertó a los gentiles como ramas de un olivo
silvestre. Por lo tanto, ahora participamos de la plenitud y
210
Romanos
bendiciones de Israel (ver Efesios 2:19). Esto es contrario
a la naturaleza. Se injerta una rama buena en un árbol
deficiente, procurando producir buenos frutos. Pero aquí
tenemos lo contrario. Tenemos las ramas silvestres de un
olivo silvestre (los gentiles). Algunas de las ramas
naturales de Israel han sido cortadas, y en su lugar, Dios
ha injertado a los gentiles.
Nosotros hemos sido injertados en Israel. Pablo se extiende
hasta denominar a la Iglesia el “Israel de Dios” en Gálatas
6:16. En Efesios 2:19, Pablo deja muy claro que ya no
somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de
los santos y miembros de la familia de Dios. Hemos sido
metidos en la casa de Israel. Esto puede verse en el libro
de Apocalipsis, donde las puertas de la santa ciudad reciben
los nombres de las doce tribus de Israel. Para poder entrar
en la ciudad, cada creyente debe pasar por una de estas
puertas israelitas.
Hemos sido injertados en el Israel espiritual. Somos ramas.
Algunas ramas han sido desgajadas. Nuestro padre
espiritual no es un gentil; nuestro padre espiritual es
Abraham. En Gálatas 3:29, Pablo expone esto con mucha
claridad: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje
de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Por ser
Abraham nuestro padre espiritual, predicamos el Antiguo
Testamento porque el Antiguo Testamento es nuestro.
Estamos injertados en las promesas de Dios. Abraham,
Isaac y Jacob son nuestros padres. Todos los profetas
vaticinaron lo que nos sobrevendría a los gentiles.
Asimismo, en el libro de Hechos de los apóstoles, Esteban
menciona a la “iglesia del desierto”. Verdaderamente, todas
Más que vencedores
211
las cosas escritas en otros tiempos se escribieron para
nosotros. Nosotros somos el Israel de Dios.
11:18 - “No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe
que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti”. Nosotros
somos uno con Israel, pero, aun así, debemos ser prudentes.
No debemos tener una actitud jactanciosa contra Israel.
Nosotros no estamos sustentando a Israel, Israel nos sustenta
a nosotros. Nosotros hemos sido injertados en Israel.
11:19 - “Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para
que yo fuese injertado”. Si, algunas ramas fueron
desgajadas, pero no todas. El Nuevo Testamento fue escrito
principalmente por autores judíos. Mateo era judío. Marcos
ciertamente era judío. Juan era judío. Pablo era de la tribu
de Benjamín, hebreo de hebreos. Santiago y Judas eran
hermanos del Señor. Pedro nunca comió nada común e
inmundo desde su juventud. Él era judío. Lucas es el único
del cual no tenemos una certeza absoluta. Prácticamente
todo el Nuevo Testamento es judío. Estamos abrazando
las bendiciones de Israel. Estamos injertados en Israel. El
Libro en el cual nos apoyamos fue escrito por judíos. Por
consiguiente, le damos gracias a Dios por Israel. Como la
profecía de Noé lo dijo, hemos venido como Jafet a habitar
en las tiendas de Sem, el cual es Israel (Gn. 9:27).
11:20 - “Bien, por su incredulidad fueron desgajadas, pero
tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme”.
Estamos en pie sólo por la fe, e incluso nuestra fe es un
regalo de Dios. Pablo advierte: “No te ensoberbezcas, sino
teme”. Por nosotros mismos somos incapaces de
guardarnos; es el poder de Dios el que nos guarda. Pablo
212
Romanos
nos dice en 1 Corintios 15:10, que somos lo que somos por
la gracia de Dios. ¡Oh, cuánto deberíamos magnificar Su
gracia! ¡Cuánto deberíamos magnificar Su fe! ¡Cuánto
deberíamos agradecer a nuestro Padre Celestial el haber
sido tan bondadoso desde la fundación del mundo como
para contemplarnos, llamarnos, y darnos gracia para
responder a Su llamamiento, para ser los escogidos de Dios!
11:21 - “Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales,
a ti tampoco te perdonará”. Pablo exhorta a los gentiles a
andar en humildad, porque si Dios no perdonó a las ramas
naturales, tampoco a nosotros nos perdonará si dejamos
de andar en Su bondad por fe. En Juan 15:1-2 el Señor
dijo claramente que Él es la vid y que su Padre es el
labrador. “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará”. ¿Por qué quitó Dios a Israel? Era una nación
que no producía fruto. ¿Recuerdan ustedes cómo maldijo
la higuera antes de la crucifixión? La higuera es símbolo
de Israel, y cuando la encontró sin fruto, la maldijo. Al
maldecir a la higuera, estaba maldiciendo a Israel por su
infecundidad. Todo el propósito de una rama es producir
fruto. Oh, nos conceda Jesús gracia para producir fruto
que produzca al treinta, sesenta y ciento por uno. Lo
glorificamos al ser fructíferos.
Tengamos mucho cuidado. Cualquiera que diga: “Una vez
salvo, eres siempre salvo” no ha leído correctamente la
Palabra de Dios. Israel fue cortado porque no producía
fruto. Entonces, ¿por qué nos injertó Dios a nosotros en
Israel? Porque Dios quería frutos. Hemos sido injertados
por un solo propósito y es para producir fruto. Si no
producimos fruto, sufriremos el mismo destino que Israel.
Más que vencedores
213
Por lo tanto, debemos ser ramas fructíferas. Si no, seremos
podados como ramas muertas, y arrojados al fuego.
11:22 - “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la
severidad ciertamente para con los que creyeron, pero la
bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues
de otra manera tú también serás cortado”. Jesús deja muy
en claro que las ramas improductivas serán “cortadas”. El
mismo pensamiento que Pablo elabora en Romanos 11 es
enunciado por Jesús en Juan 15:1-9: “Permaneced en mí y
yo en vosotros...porque separados de mí nada podéis
hacer”. La rama no puede dar ningún fruto si no permanece
en la vid. No podemos dar fruto si no permanecemos en
Cristo, con la vida de Cristo permaneciendo en nosotros.
¿Qué quiere decir él con “permanecer en Cristo?” Significa
que la rama debe permanecer en la vid, lo cual es posible
por medio de la obediencia. Cristo dijo: “Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn. 15:10).
Por consiguiente, debemos guardar los Diez Mandamientos;
debemos permanecer en Él. ¿Cómo, entonces, permanece
Cristo en nosotros? Esto ocurre cuando Su Palabra
permanece en nosotros.
11:23 - “Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad,
serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a
injertar”. Habrá un arrepentimiento nacional en Israel, y
Dios injertará nuevamente las ramas naturales que se
arrepientan. Pablo está diciendo que si Israel vuelve a Dios,
será injertada de nuevo.
11:24 - “Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza
es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en
214
Romanos
el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas
naturales, serán injertados en su propio olivo?”
Obviamente, Dios acercará otra vez a Israel hacia sí
mismo, y les dará espíritu de arrepentimiento. Habrá una
restauración de Israel. Como condición, se requiere un
corazón creyente que se acerque a Dios de la manera
señalada por Él.
11:25 - “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este
misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos”. Lo que Dios está haciendo en el mundo
hoy es un misterio. Él ya trajo de nuevo a Israel a su propia
tierra, de acuerdo con el capítulo treinta de Jeremías. Los
congregó de nuevo como preparación para la tribulación,
y como preparación para la Segunda Venida del Señor,
ocasión en que ellos se volverán a Él. Por lo tanto,
podemos ver que el tiempo se acorta.
“Que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte,
hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”. Dice:
“endurecimiento en parte”. Es sólo en parte porque hay
muchos judíos que sí creen. ¿Por cuánto tiempo estará
Israel ciego como nación? Hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles, hasta que haya entrado cada gentil,
conforme a la elección por gracia.
La maldición que hay sobre Israel continuará hasta que
todos los gentiles que han sido predestinados a vida eterna
hayan entrado. Hay un número específico que debe entrar.
Ciertamente, sólo Dios conoce este número, pero cuando
esta cifra esté completa, las cosas cambiarán. El tiempo
Más que vencedores
215
de los gentiles cesa con el regreso de Cristo. Jerusalén
todavía tiene que ser hollada por los gentiles durante los
últimos 42 meses de la Era de la Iglesia (Ap. 11:2).
11:26 - “Y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la
impiedad”. Pablo se está refiriendo a lo dicho por Isaías
59:20 (ver también Isaías 45:25; Salmo 14:7). Israel como
nación regresará a Dios como un solo hombre en la
Segunda Venida de Cristo.
Jesús descenderá al monte de los Olivos y dirá: “Ved ahora
que yo, yo soy” (Dt. 32:39). Esta conversación se menciona
con toda claridad en la Palabra de Dios. Los defensores
de Jerusalén contestarán: “Éste es nuestro Dios, le hemos
esperado” y lo aceptarán (Is. 25:9). Entonces, ellos verán
Sus manos y dirán: “¿Qué heridas son estas en tus manos?
Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis
amigos” (Zac. 13:6). Luego Dios derramará el espíritu de
gracia y de oración sobre los defensores de Israel y sobre
los judíos de todo el mundo que para este momento estarán
retornando, y llorarán con amargura como alguien que llora
por la muerte de su hijo unigénito (Zac. 12:10; 14:4).
11:27 - “Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite
sus pecados”. Dios quitará sus pecados en un día, como
lo dice Zacarías 3:9; 13:1.
11:28 - “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos
por causa de vosotros”. El repudio de Israel hacia Dios
ha sido usado para bendecirnos a nosotros. Le permitió a
Dios traer avivamiento a los gentiles. La Iglesia
216
Romanos
experimentará el mayor avivamiento que el mundo ha
conocido. La Iglesia alcanzará la plenitud, la gloria, la
pureza, y será sin mancha ni arruga (Ef. 5:25-27). Esto
sucederá antes de la aparición de Cristo sobre el monte de
los Olivos, antes de que Israel vuelva a Dios. Por eso, en
la actualidad son enemigos por causa de nosotros.
“Pero en cuanto a la elección, son amados por causa de
los padres”. Esto es algo que Dios nos aclaró muy bien a
mi esposa y a mí hace varios años. Estábamos en Jordania,
en donde habíamos visto un pequeño avivamiento y
estábamos inmensamente bendecidos. Había en ese lugar
una preciosa unción. Entonces tuvimos que partir rumbo
a Israel. Cruzamos el puente Allenby y llegamos a las
casetas aduaneras. Los soldados de la aduana fueron muy
bruscos y hostiles. Ellos comenzaron a vaciar nuestras
valijas, pero cuando dijeron que mi linterna de mano era
una bomba, mi nivel de santificación cayó lo más bajo
que podía caer. Con eso me bastó. Yo dije: “Que venga un
oficial; esto es mucha tontería”. Yo estaba sumamente
decepcionado de los israelitas, y por el momento mis
pensamientos no eran solidarios.
Sin embargo, esa noche, cuando llegamos al monte de
los Olivos y nos registramos en el hotel, la presencia de
Dios llegó, y Él comenzó a hacer tronar estas palabras
en mi corazón: “Yo amo a Israel. Yo amo a Israel. Yo
amo a Israel”. Esto es lo que quiero señalar: por la
elección, Israel es amado. Cuando Dios habla, siempre
es sabio ponerse de acuerdo con Él de inmediato. Por lo
tanto, dije: “Yo también amo a Israel, Señor”. Entonces
el Señor comenzó a mostrarme las cosas que le sucederán
Más que vencedores
217
a Israel en estos últimos días. Desde esa fecha, algunas
de ellas ya han acontecido.
“Pero en cuanto a la elección, son amados por causa de
los padres”. Por consiguiente, cada nación que se una a
Israel en este tiempo, será bendita porque se coloca bajo
el pacto de Abraham. Dios le dijo a Abraham: “Bendeciré
a los que te bendigan. Maldeciré a los que te maldigan”.
Maldición caerá sobre toda nación que esté hoy contra
Israel, porque Israel (aunque se encuentra en la actualidad
en un estado de rechazo) es amada por Dios por elección.
Cristo hará que los israelitas vuelvan a Él. ¿Por qué? (v29).
11:29 - “Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios”. Los dones y el llamamiento de Dios
permanecen para siempre. Esto significa que se cumplirá
el propósito fundamental de Dios para Israel. Acontecerá
lo que Dios le ha predestinado a Israel a causa de Su
presciencia. Los israelitas serán poderosamente
restaurados y bienaventurados.
11:30 - “Pues como vosotros también en otro tiempo erais
desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado
misericordia por la desobediencia de ellos”. En tiempos
pasados, los gentiles fueron desobedientes e incrédulos,
pero ahora, a través de la desobediencia de Israel, Dios
nos ha mostrado Su gran salvación y misericordia. Hemos
podido recibir el Evangelio porque ellos lo rechazaron.
11:31 - “Así también éstos ahora han sido desobedientes,
para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos
también alcancen misericordia”. A través de la
218
Romanos
misericordia de la Iglesia, Israel será restaurado. Es muy
interesante que toda nación cristiana procura ayudar a
Israel. Billones de dólares son anualmente avalados a
Israel, principalmente por los Estados Unidos de
América. Israel no podría sobrevivir sin recibir el
respaldo de una coalición de garantes. Éste es un ejemplo
de los cristianos que le muestran misericordia a Israel, y
nosotros ciertamente le debemos todo a Israel. Ellos nos
han dado la luz.
11:32 - “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia,
para tener misericordia de todos”. En Su bondad, Dios le
ha permitido a Israel seguir por la senda de incredulidad
que ha escogido, para así poder tener misericordia de todas
las otras naciones del mundo. Por causa de la senda de
incredulidad que Israel escogió, Dios pudo volverse a los
gentiles. Sin embargo, Su llamamiento original permanece
sobre Israel. Verdaderamente, Israel será restaurado en la
Segunda Venida de Cristo.
De cualquier modo, debemos ser sumamente cuidadosos
en este aspecto de la restauración de Israel. Circulan
muchas enseñanzas que dicen que Israel será restaurado y
que triunfará. Sí, Israel será restaurado, pero hasta que el
Señor vuelva. En la actualidad, los israelitas se encuentran
en la incredulidad, y como nación Dios los ha echado fuera.
No existe otro camino para Israel aparte del camino de la
fe. No existen dos puertas para entrar en el cielo. Existe
solamente una puerta, la cual es Cristo (Jn. 10:9).
No seamos más judíos que los judíos. En la actualidad
hay muchos cristianos tratando de volverse judíos, en lugar
Más que vencedores
219
de volver cristianos a los judíos. Recordemos que los
judíos están bajo juicio. Como nación, se encuentran de
momento fuera del reino, no están en él.
11:33 - “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría
y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios,
e inescrutables sus caminos!” Los caminos de Dios
siempre son más altos que los nuestros (Is. 55:8-9). La
benevolencia de Dios se demuestra al permitir que Israel
siga en la senda de incredulidad que escogió, hasta que se
haya alcanzado la plenitud de los gentiles.
11:34-35 - “Porque ¿quién entendió la mente del Señor?
¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero,
para que le fuese recompensado?” (Ref. Is. 40:13-14).
Pablo está diciendo, en otras palabras, que todas estas cosas
han sido hechas a través del buen consejo de Dios, a la
voluntad de Dios, y ¿quién puede decirle a Dios qué cosa
debe hacer?
11:36- “Porque de él, y por él, y para él, son todas las
cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”. Pablo
concluye esta postura acerca de la elección de gracia,
diciendo que todas las cosas fueron creadas por Dios y
para Su satisfacción, como lo declara el apóstol Juan en
Apocalipsis 4:11. Cuanto más estudiamos la Palabra de
Dios, y cuanto más Dios nos abre Su verdad, más nos
maravillamos y clamamos como en Ap. 4:11: “Señor,
digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque
tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas”.
220
Romanos
Nosotros fuimos creados y elegidos para satisfacer a Dios.
Por esta razón debemos estar cien por ciento entregados a
Dios en todo lo que hacemos. Oh, qué bondadoso es Dios
al injertarnos en la raíz de Israel para que podamos ser
partícipes de las bendiciones de Abraham.
Acerca de Abraham, Él dijo: “Te haré padre de muchas
naciones”. Por lo tanto, el padre Abraham tiene hijos de
cada nación. Nosotros somos los hijos de Israel, somos
los hijos de Isaac, somos los hijos de Abraham. Demos
gracias a Dios por Su benevolencia en abrir nuestros ojos
a Su verdad y a Sí mismo. Conduzcámonos como dignos
de la gracia que Él nos ha dado. Amén.
Más que vencedores
221
Parte 5
12:1 - 21
EL CULTO A DIOS
I. EL FUNDAMENTO DEL CULTO A DIOS (12:1-3)
A) Consagración personal.
a) El cuerpo, santificado.
b) La mente, renovada (ref. Sal. 1:2; He. 5:14).
B) El espíritu humilde (Fil. 2:3-8).
II. El CUERPO DE MÚLTIPLES MIEMBROS (12:4-5)
(ref. 1 Corintios 12:12-27).
III.LOS DONES Y LLAMAMIENTOS DE DIOS
(12:6-8)
A) Dones, concedidos por el Espíritu Santo
(1 Co. 12:7-11).
B) Llamamientos y ministerios, dados por Cristo
(Ef. 4:11).
IV. LA EXHORTACIÓN A SERVIR CON AMOR
(12:9-21)
A) A los de adentro (12:9-13).
B) A los de afuera (12:14-21).
222
Romanos
Capítulo doce
12:1 - “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias
de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.
La palabra ruego es un vocablo sumamente fuerte en el
idioma original. Es una palabra de desesperación. Es usada
acerca del esclavo que está siendo azotado de muerte, y
ruega misericordia a su amo para que le perdone la vida.
Pablo usa esta palabra para instarnos a presentar nuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.
Hemos titulado esta sección: “EL CULTO A DIOS”. En el
capítulo nueve, uno de los privilegios que Israel tenía y que
perdió, fue que ellos debían celebrar el culto a Dios. Esto
significaba que tenían el privilegio de ser reyes y sacerdotes.
En el Antiguo Testamento, los sacerdotes ofrecían
sacrificios que habían sido lavados ritualmente, pero las
víctimas eran los cuerpos de toros y machos cabríos. En
el Nuevo Testamento no estamos bajo la ley levítica.
Nuestro sacerdocio no viene de Leví, sino de Melquisedec.
Nuestro sacerdocio es de un orden superior. Nosotros nos
volvemos un sacrificio.
El Señor Jesucristo fue un Sacerdote según el orden de
Melquisedec. El sacrificio que Melquisedec ofreció
cuando conoció a Abraham en el capítulo catorce de
Génesis, fue pan y vino (Gn. 14:17-20). El pan y el vino
son un símbolo de la comunión; simbolizaban el cuerpo
y sangre del Señor Jesucristo siendo ofrecidos. En
Hebreos 10:5 está escrito acerca de Cristo: “Me
Más que vencedores
223
preparaste cuerpo”. Por consiguiente, el Señor Jesucristo
ofreció Su cuerpo. Él presentó Su cuerpo en sacrificio
vivo a Su Padre.
Este pensamiento es muy importante, porque así como el
Sumo Sacerdote ofreció Su cuerpo, nosotros también
debemos ofrecer el nuestro. Es una consagración total,
una ofrenda total de nuestro ser. El apóstol Pablo nos
advierte que sólo podemos realizar esto por medio de la
misericordia de Dios.
En Hebreos 9:14 Pablo declaró que Cristo se ofreció a sí
mismo [mediante el poder del] Espíritu eterno. Cristo
estaba envuelto en el Espíritu Santo, y a través del poder
y misericordia del Espíritu Santo fue capaz de ofrecer Su
cuerpo sin mancha a Dios. Es sólo mediante la misericordia
de Dios que nosotros también podemos hacer lo mismo.
Hay un detalle que debemos entender con suma claridad.
Jesucristo, como cabeza del Cuerpo, cabeza de la iglesia,
se ofreció en sacrificio sin mancha. Él fue santo, inocente,
impoluto y apartado de los pecadores (He. 7:26). Como
fue la cabeza, así debe ser el cuerpo. Es totalmente posible
que nosotros también nos convirtamos en un sacrificio
sin mancha. Pablo da amplias pruebas de esto: “Y el mismo
Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro
ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible
para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5:23).
Ésta es santificación total.
¿Cuál es entonces nuestro culto racional? El culto a Dios
es el cumplimiento del oficio sacerdotal. Para un hombre
224
Romanos
o mujer, el culto a Dios es ser un sacerdote convertido en
sacrificio sin mancha, que asimismo conduce a otros a la
santificación del espíritu, alma y cuerpo.
Pedro dice que debemos “ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P. 2:5).
Esto incluye un sacrificio vivo de nuestros cuerpos,
disciplinados y libres de toda clase de impureza moral
(1 Ts. 4:3).
El Señor Jesucristo también expone el tema de los
sacrificios espirituales cuando dice: “Los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad:
porque el Padre tales adoradores busca que le adoren”.
Entonces, por medio de las misericordias de Dios,
debemos presentar nuestro espíritu, alma y cuerpo a Él,
ofreciéndole esos sacrificios espirituales que son para Él
una grata fragancia. En toda la Palabra de Dios, son
muchos los versículos que evidencian que nosotros
debemos ser como sacrificios vivos, santos y agradables
a Dios que es nuestro culto racional. Esta es la norma
exigida a todo hijo de Dios.
12:2 - “No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”. El Señor Jesucristo fue santo,
inocente y apartado de los pecadores. Debe existir una
separación de este mundo y debemos ser transformados.
Esta transformación comienza con la renovación de
nuestro entendimiento, mediante un cambio en la forma
de pensar. Nuestras mentes controlan nuestras vidas
Más que vencedores
225
espirituales. Pedro nos indica ceñir los lomos de nuestro
entendimiento (1 P. 1:13). La renovación de nuestro
entendimiento es una verdad muy importante, y el Salmo
1 es de gran ayuda para este tema. Leamos el Salmo 1:1.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de
malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado”. He aquí un hombre
apartado de los pecadores. Este es el lado negativo. El
versículo dos es el lado positivo: “Sino que en la ley de
Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de
noche” (Sal. 1:2). Dios no sólo prometió escribir Sus
leyes en nuestros corazones, sino en nuestras mentes.
Nosotros somos transformados a medida que la Palabra
de Dios renueva nuestras mentes. Recordemos que una
idea produce un estilo de vida y nos conduce a cierto
lugar. De ahí la importancia de una mente cambiada.
Debemos examinar nuestras meditaciones para ver si son
puras, justas y de buen nombre. Filipenses 4:8 nos
proporciona ocho formas de someter a prueba nuestra
vida pensante. Una vez tuve una visión de una senda
que conducía hasta un oído. Al final de la senda había
pequeños demonios, sin embargo, en la senda había ocho
puertas que ellos debían atravesar. Nosotros tenemos que
inspeccionar nuestros pensamientos en cada una de estas
ocho puertas. Si un pensamiento pasa a través de las ocho
puertas, se volverá parte nuestra. Estas puertas coinciden
con Filipenses 4:8. La primera puerta es: “Todo lo que
es verdadero”. ¿Es verdadero el pensamiento? La
segunda puerta es: “Todo lo honesto”, y así
sucesivamente.
226
Romanos
Nosotros necesitamos una mente indagadora. Debemos
centrar nuestros afectos y pensamientos en las cosas de
arriba (Col. 3:2). Debemos tener una mente que podamos
fijar. La mente es como un reflector. En 2 Timoteo 2:15,
recibimos una exhortación al estudio: “Procura con
diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que
no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de
verdad”. Por lo tanto, la simple meditación en la Palabra
de Dios no es suficiente; debemos estudiarla. El estudio y
el ejercicio de nuestros sentidos espirituales (He. 5:14)
nos permite usar bien la palabra de verdad, y, por la gracia
de Dios, podemos “comprobar cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta”.
Por consiguiente, nuestros cuerpos y mentes deben estar
enteramente consagrados a Dios. Dios puede presentarnos
sin mancha cuando nos volvemos ese sacrificio vivo. Un
sacrificio vivo ofrece alabanzas espirituales a Dios, y
nuestra vida entera debe ser una alabanza para el Señor.
12:3 - “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada
cual que está entre vosotros, que no tenga más alto
concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí
con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió
a cada uno”. En el versículo tres hay otro paso. En el
culto a Dios, otro requisito previo es la humildad. Una de
las razones principales para que haya desunión es la
soberbia. Cada persona tiene una alta opinión de sí misma.
La humildad es la clave de la unidad.
De momento, me gustaría pensar en un piano. En el ámbito
de la humildad, las teclas del piano representan una verdad
Más que vencedores
227
muy bella en lo que respecta al culto a Dios. Cada una de
estas teclas es capaz de emitir una nota, pero las teclas
permanecen inactivas y no hacen nada en absoluto hasta
que el pianista se sienta y golpea una nota. Esa nota
específica emite su sonido, y juntamente con las otras notas
compone un acorde. Pero cuán discordante sería el que
todas las notas de repente sonaran a una. Sería terrible.
Así sucede con el Cuerpo de Cristo.
A veces, el Cuerpo de Cristo es muy discordante porque
cada cual está tratando de hacer algo al mismo tiempo.
¡Qué esencial es conocer nuestro lugar, y ser guiados por
el Espíritu para tener una perfecta armonía! Éste es el tema
que el apóstol Pablo desarrollará en el versículo cuatro.
Somos miembros de un Cuerpo, y el pueblo de Dios debe
tener la humildad de esperar hasta que Dios desee moverse
sobre cada uno de sus miembros. De lo contrario,
tendremos caos.
12:4-5 - “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos
muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la
misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”
(Ref. 1 Co. 12:14-31). Por consiguiente, nos necesitamos
los unos a los otros. En lo físico, es esencial que cada
parte de nuestro cuerpo humano esté controlada por la
mente, o por la cabeza. Lamentablemente, existen cuerpos
que no están controlados por la cabeza. Cuando estuvimos
en Sudáfrica, el Señor le dio a mi esposa la visión de un
niño afectado de parálisis cerebral. Un niño con problemas
de parálisis cerebral tiene una gran actividad en sus
miembros, sin embargo, sus movimientos no están
228
Romanos
controlados por la mente. Entonces, como resultado, hay
mucha actividad, pero ninguna consecución.
Como miembros integrantes del Cuerpo de Cristo, nos
hemos propuesto ejecutar la voluntad de Dios sobre la
tierra. Esto solamente es posible cuando estamos bajo el
control de la mente de Cristo. Debemos movernos todos
juntos de acuerdo con la mente de Él, no la nuestra. Al
examinar el cuerpo humano, entendemos esta verdad. Una
pierna no puede decidir ir a la derecha, y la otra, a la
izquierda. Una pierna no puede caminar hacia delante y
la otra hacia atrás. El cuerpo no iría a ningún lado. Los
miembros deben estar controlados por la mente.
Al darle a mi esposa la visión del niño con parálisis
cerebral, el Señor dijo: “Esto se asemeja a mi Iglesia de
hoy. Hay abundancia de actividad, pero ningún
rendimiento”. Debemos ser muy cuidadosos de estar bajo
el control del Espíritu Santo con el fin de ser productivos
y no sólo activos. Dios le dijo a mi esposa: “La actividad
no es productividad”.
Otro detalle importante acerca del cuerpo humano
recalcado por Pablo en el capítulo doce de 1 Corintios, es
que cada miembro tiene su propia función particular. La
función de cada miembro no es igual. El ojo es capaz de
ver, como lo expone Pablo en 1 Corintios 12:17, pero no
de oír. Si todo el cuerpo fuese ojo, y si cada miembro
pudiese ver, el cuerpo no sería muy útil. Cada miembro es
necesario. Algunos de los miembros más importantes del
cuerpo ni siquiera se ven, están encubiertos.
Más que vencedores
229
Es muy importante que sepamos quiénes somos en el
Cuerpo de Cristo. Debemos conocer nuestro ministerio,
y debemos conocer nuestro lugar. Es esencial que no
tratemos de ser algo que no somos. Cada miembro tiene
una función importante en el Cuerpo de Cristo. Lo
fundamental es que cada miembro ejerza su propia
función. Lo que es cierto acerca del cuerpo humano lo
es también acerca del Cuerpo de Cristo. Para que el
Cuerpo sea edificado, cada miembro debe ejercer su
propia función especial.
Había una pareja que tenía dos hijos varones. A los chicos
se les asignaron obligaciones cuando los padres salieron
de la ciudad. A uno se le encargó arreglar las camas; el
otro tenía que recoger las hojas del jardín. El segundo
joven, que tenía que quitar las hojas del patio, ayudó a
su hermano a arreglar las camas. Los padres
recompensaron al primer hijo por arreglar las camas. Pero
el otro muchacho no recibió ninguna gratificación porque
a él no se le había pedido que arreglase las camas, sino
que juntase las hojas con el rastrillo. Así sucede
espiritualmente. Dios no nos recompensará por hacer la
tarea de otro. Estemos seguros de estar cumpliendo con
nuestro propio trabajo.
Además, debemos aprender a aceptarnos. Dios nos hizo y
nos escogió para ser lo que somos. A cada cual le ha dado
ciertos talentos. En la creación no hay ningún parecido
entre un pájaro y un venado. Las naranjas y las patatas no
tienen nada en común. Dios, en Su infinita sabiduría, ha
hecho una variedad. El problema que existe en la Iglesia
es la autoaceptación. La gente observa a los demás y quiere
230
Romanos
asemejárseles. Desenvolvámonos de la manera que Dios
ha dispuesto para nuestras vidas y no tratemos de ser como
alguien más.
En el versículo seis, Pablo enumera algunos de los diversos
aspectos de los ministerios y funciones del cuerpo de
Cristo. Ante todo, se refiere a los dones del Espíritu.
12:6 - “De manera que, teniendo diferentes dones, según
la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme
a la medida de la fe”. En el capítulo catorce de 1 Corintios,
Pablo expresa que todos debemos procurar fluir en
profecía. Sin embargo, cuando tenemos el don de la
profecía, recibimos esa aptitud al instante pero se nos va
desarrollando progresivamente. La profecía se desarrolla
de acuerdo con la fe. A medida que aumenta la fe, también
aumenta la calidad y profundidad de la profecía.
Debemos buscar el rostro de Dios y esperar en Él para
que el don de la profecía se desarrolle. Con una intensa
profecía, lo oculto del corazón humano se hace manifiesto,
como lo dice 1 Corintios 14:22-25, y la gente declara que
verdaderamente Dios está entre nosotros.
12:7 - “O si de servicio, en servir; o el que enseña, en la
enseñanza”. Es nuestra responsabilidad esperar en Dios y
estudiar para cumplir el ministerio que Dios nos ha dado.
Para desarrollar nuestro ministerio tenemos que dedicarle
tiempo a la presencia de Dios. Comenzar un ministerio es
como nacer. Nacemos como bebés, pero luego tenemos
que crecer y desarrollarnos. Del mismo modo, debemos
desarrollarnos en el ámbito ministerial. Nuestro objetivo
Más que vencedores
231
es crecer hasta alcanzar la madurez; porque no queremos
permanecer en la etapa infantil del ministerio.
“O el que enseña, en la enseñanza”. La enseñanza es
uno de los ministerios más difíciles, porque es el que
más tarda en desarrollarse. Un maestro debe estudiar
constantemente. Un evangelista puede salir adelante con
diez sermones, suponiendo que sólo permanece diez
noches en un determinado lugar, pero un maestro jamás
saldría adelante con eso. En mi propia vida, tengo que
estudiar prácticamente todos los días porque hay tanto
que aprender.
Nuestro maestro es el Espíritu Santo. El Señor Jesucristo
dijo que el Espíritu nos guiaría a toda verdad: “Porque el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1
Co. 2:10). Ésta es la reflexión de una búsqueda progresiva.
El Espíritu Santo está escudriñando progresivamente las
cosas que le pertenecen a Dios para revelárnoslas. Cristo
prometió que el Espíritu Santo nos guiaría a toda verdad.
Sin embargo, Efesios 2:7 sugiere que necesitaríamos toda
la eternidad para entender la verdad de Dios. Pablo dice
que “en los siglos venideros” Dios revelará a los santos
las abundantes riquezas de Su gracia.
Daniel profetizó de nuestros días, diciendo: “la ciencia
aumentará”. La ciencia está dando saltos asombrosos hoy
en día. Cuando yo era estudiante, aprendí que el átomo es
la partícula más diminuta e indivisible de la naturaleza.
Cuando se nos pidió contestar esa pregunta en el examen,
así tuve que responder. Ahora el átomo ha sido dividido.
Yo vi la primera generación de computadoras. Cuando
232
Romanos
empecé, ocupaban prácticamente todo el cuarto y era
necesario mucho tiempo para resolver una ecuación
matemática. Hoy tenemos computadoras que aunque son
sumamente pequeñas, pueden realizar la labor mucho
más rápido.
El apóstol Pablo dijo: “Primero lo natural, luego lo
espiritual”. En la vida física, tenemos que estudiar
constantemente. Por ejemplo, en el campo de la
computación tenemos siempre que mantener actualizados
nuestros conocimientos de esa materia. En el ámbito del
Espíritu, sucede lo mismo. El hombre que entiende de
computación es aquel que se ha aplicado al estudio de la
electrónica y de la informática.
Así sucede en lo espiritual, pues David dice: “en tu luz,
veremos la luz”. Cuando aplicamos nuestros corazones al
estudio de la Palabra de Dios, aumenta nuestro
entendimiento y se nos concede más y más conocimiento.
El Señor Jesucristo aclaró esto muy bien. Las leyes del
reino de Dios se declaran en Sus parábolas. Él dijo: “Al
que tiene, le será dado, y tendrá más”.
Cuanto más estudiemos una ciencia determinada, más se
expandirá nuestra mente, y más capaz será de profundizar
en el estudio de esa disciplina. Esto también es cierto en
la esfera del Espíritu. Sea cual sea la disciplina del Espíritu
a que nos dediquemos, esa área se desarrollará. Si nos
entregamos a la profecía, la profecía se expandirá y se
desarrollará en nuestras vidas. Al practicar el hablar en
lenguas, recibiremos más lenguas. Al ejercitar los dones
de sanidad, habrá más proyección de sanidad. Lo mismo
Más que vencedores
233
sucede con la enseñanza: “Al que tiene, le será dado, y
tendrá más”. Si hacemos uso de lo que Dios nos ha dado,
Él nos dará más.
En el campo de la enseñanza, el profeta Moisés expuso
un detalle muy importante en Deuteronomio 29:29: “Las
cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las
reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para
siempre”. Dios le ha puesto límites a ciertas áreas del
conocimiento. Por esta razón el rey David asumió una
actitud de humildad, diciendo: “No anduve en grandezas,
ni en cosas demasiado sublimes para mí” (Sal. 131:1).
Hay ciertas cosas que Dios no quiere que sepamos. Pablo
dijo que cuando estuvo en el tercer cielo vio cosas que no
le era lícito manifestar sobre la tierra. Hasta cierto punto,
Dios ha limitado nuestro conocimiento sobre la tierra. Sin
embargo, todavía no hemos agotado el conocimiento que
Dios ha puesto a nuestro alcance sobre la tierra.
Cuando llegamos al cielo hay un aprendizaje constante,
un aumento constante de nuestro conocimiento de Dios.
Aun así, nunca lo “sabremos todo”. De hecho, cuanto más
sabemos, más comprendemos que no sabemos. Hace un
par de años, yo estaba en tránsito por Singapur y mi
equipaje necesitó ser inspeccionado por una muchacha
que era oficial de aduana. Al tener ella que levantar una
de las valijas para colocarla sobre su escritorio, casi no
pudo moverla y preguntó: “¿Qué tiene usted allí?” Yo dije:
“Éstos son mis libros”. Ella quedó viendo mis canas y
dijo: “¿Qué? ¿Todavía está estudiando a su edad?” Yo
respondí: “Oh sí, y lo haré eternamente”.
234
Romanos
12:8 - “El que exhorta, en la exhortación”. La palabra
exhortar significa “animar”. He aquí un maravilloso
ministerio: el de alentar a otros. Este ministerio es igual
al del Espíritu Santo. Él es el Consolador y el Animador
del pueblo de Dios. Tenemos que esperar a que ese
ministerio se desarrolle.
“El que reparte, con liberalidad”. En 2 Corintios 8:5, el
apóstol Pablo ofrece una Ley espiritual acerca del dar. En
Grecia, las iglesias de Macedonia habían dado y sacrificado
de su pobreza. Pablo dijo que “a sí mismos se dieron
primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad
de Dios”. Primeramente se dieron al Señor, y luego al
ministerio del cual se alimentaban. He aquí tres pasos del
dar que son agradables a Dios.
Primero, tenemos que ofrecernos nosotros mismos al
Señor, con gozo y alegría, porque Dios ama al dador alegre.
En segundo lugar, debemos ofrecernos a nuestro pastor e
iglesia local. En tercer lugar, nuestras ofrendas monetarias
deben canalizarse a través de nuestra iglesia local hacia el
campo misionero u obra que Dios haya indicado. Estos
tres pasos son muy importantes para presentar un sacrificio
agradable a Dios en el ámbito de las ofrendas. Debemos
hacerlo con liberalidad. (Nota del Traductor: La versión
King James de la Biblia dice “Hacerlo con sencillez”) O
sea, con sinceridad, no dejando que la mano derecha sepa
lo que la izquierda está haciendo.
“El que preside, con solicitud”. “Preside” denota
administración. El rey David dijo al final de su vida: “El
Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha
Más que vencedores
235
estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló
la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los
hombres, que gobierne en el temor de Dios” (2 S. 23:2-3).
Un pastor tiene que conocer el estado de su rebaño. Un
pastor debe indagar diligentemente cómo anda su pueblo.
Debe organizar su iglesia en grupos, de manera que cada
individuo esté protegido y sea tomado en cuenta.
“El que hace misericordia, con alegría”. La misericordia
no existe solamente en el ámbito del perdón. Más que
eso, se la vincula siempre con las buenas obras. A veces
en la Iglesia estamos socorriendo constantemente a una
determinada persona que siempre está enferma, o que
siempre está deprimida, o que siempre está necesitada,
pero debemos ayudarla con alegría. Dios quiere un
sacrificio hecho con alegría.
12:9 - “El amor sea sin fingimiento [sin parcialidad].
Aborreced lo malo, seguid lo bueno”. El amor y el odio van
juntos. Si amamos a Dios, debemos aborrecer el mal. Debemos
apartarnos de todo lo que es malo (ver el Salmo 45:7).
12:10 - “Amaos los unos a los otros con amor fraternal;
en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”. Es
sumamente importante que exista una atmósfera de amor
en nuestras iglesias. Al entrar en ellas, las personas
necesitan sentirse amadas, deseadas y en su casa.
“En cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”.
Aprendamos a dar a los demás su lugar y a estimarlos como
superiores a nosotros mismos (Fil. 2:3). Además de que éste
es un remedio para la envidia, también es una clave para la
236
Romanos
unidad. Démosles espacio a los demás. Por ejemplo, debemos
dar espacio a otros para que profeticen. No tenemos que
hacerlo siempre nosotros. Prefiramos a los demás.
Obviamente, en cualquier asunto podemos exagerar.
Recuerdo una convención para delegados de misiones en
el exterior. Caminando por el pasillo habíamos cincuenta
personas, y al final se encontraba una puerta. Era muy
divertido pues el primero abría la puerta y le daba la pasada
al siguiente. Ése se quedaba en el otro lado de la puerta y
le cedía la pasada al tercero. El tercero se quedaba en el
otro lado, y le cedía el paso al cuarto. Y nadie podía pasar
por esa puerta. Todos eran pastores y cada uno tenía la
motivación de dejar que otro lo antecediera. Finalmente,
llegamos a la conclusión de que alguno tenía que entrar.
Los que cuidan el rebaño están acostumbrados a dejar que
las ovejas entren primero. A veces eso puede exagerarse,
pero así es el corazón de un pastor. En cuanto a preferencia
y honra, él antepone a los demás a sí mismo.
12:11 - “En lo que requiere diligencia, no perezosos”. Los
negocios están vinculados a la Iglesia. Por lo tanto,
necesitamos tener en ella hombres de negocios y
administradores competentes. Se requiere una ardua labor
para que los libros contables estén al día y que el
presupuesto se establezca en orden, de tal manera que el
pastor en una sola revisión pueda ver el renglón final y
tome decisiones.
Los ministros desperdician mucho el tiempo. Un pastor
debe reservar toda su mañana para dedicarle tiempo a Dios.
Si no le dedica tiempo a Dios, descubrirá que al llegar al
Más que vencedores
237
púlpito, no tendrá nada de parte de Dios para la gente.
Dios debe tener la prioridad. El propósito de dedicarle
tiempo a Dios es oír lo que Él quiere decir al pueblo. Un
pastor no debe regalar su mañana. Debe tratar de madrugar
y entregarse en las primeras horas a la devoción al Señor.
Entonces, cuando el Señor hable, las cosas se ejecutarán.
Un ministro debe tener un espacio de tiempo reservado
para Dios. Debe venir de Dios ante el pueblo. No debe
sentarse en su oficina a soñar despierto.
Si ustedes tienen una iglesia pequeña y tienen que trabajar,
sean diligentes en su trabajo. No corran detrás de la gente.
Tengan una iglesia bien disciplinada. Los diáconos pueden
encargarse de las necesidades físicas de la gente; los
ancianos pueden encargarse de sus necesidades
espirituales. El pastor debe cuidar de las preguntas que
nadie más puede responder.
“Fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.
Espiritualmente, no debemos imitar a los efesios. Los
efesios se ocupaban en todas las cosas, pero habían dejado
su primer amor (Ap. 2:2-4). Nosotros debemos ser
fervientes en espíritu hacia el Señor, sirviéndolo.
12:12 - “Gozosos en la esperanza”. La esperanza crea un
espíritu de regocijo. Por consiguiente, debemos
ejercitarnos frecuentemente en aquello que el Señor nos
hace esperar. Esto producirá gozo en nuestras almas.
Clamemos al Señor por resistencia en las pruebas para
que pasemos victoriosamente por ellas. Cuando la
paciencia ha hecho su obra perfecta, seremos perfectos y
completos; nada nos faltará.
238
Romanos
Nosotros debemos mantener siempre un espíritu de
regocijo. Debemos siempre tener las esperanzas
puestas en algo venidero. La esperanza se abre paso
cuando obtenemos promesas. Debemos ser personas
que constantemente están obteniendo promesas de
Dios. Al ver hacia atrás, a lo que Dios ya ha realizado,
tenemos en el futuro una brillante esperanza de
promesas que se cumplen.
“Sufridos en la tribulación”. Esto significa tener un
espíritu tranquilo, aceptar la tribulación de manera
pacífica.
“Constantes en la oración”. Una vez le preguntaron a
Charles Spurgeon: “Pastor Spurgeon, ¿cuánto tiempo
dedica usted a la oración?” Él dijo: “Yo no oro más de
diez minutos, pero no pasan diez minutos sin que esté
orando otra vez”. Nuestra vida espiritual depende de una
continua vida de oración. Hagamos lo que hagamos,
nuestros espíritus deben estar en comunicación con Dios,
orando y adorándole.
12:13 - “Compartiendo para las necesidades de los
santos”. Es tan importante entender que la Iglesia
Primitiva consideraba uno de sus principales deberes y
ministerios, el satisfacer las necesidades de los pobres.
“Practicando la hospitalidad”. Debemos orar: “Oh
Señor, permíteme tener un cuarto adicional en la casa, o
un aposento anexo a la iglesia, para que siempre
tengamos los brazos abiertos para recibir a los que están
de paso o que tienen necesidad de un refugio”. Pedro
Más que vencedores
239
nos aconseja hospedarnos los unos a los otros sin
murmuraciones (1 P. 4:9). La hospitalidad debe brindarse
con alegría.
12:14 - “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no
maldigáis”. Esta debe ser nuestra actitud hacia quienes
nos acosan. Jesús dijo: “Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi
causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de
mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque
vuestro galardón es grande en los cielos; porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”
(Mt. 5:10-12).
Mantener esta actitud cuando somos perseguidos y
calumniados nos hace bien. La actitud correcta en medio
de la adversidad produce un espíritu de regocijo. Se nos
llena el corazón de gratitud y tenemos un corazón ferviente.
Eso nos hace olvidar lo que la gente ha dicho en contra
nuestra, y nos hace ascender en el reino. Por lo tanto,
tengamos las actitudes correctas.
Triunfemos sobre nuestros enemigos, bendiciéndolos.
Dios los usa para perfeccionarnos. Por eso debemos estar
agradecidos con ellos.
12:15 - “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que
lloran”. Pablo nos indica animar a toda la gente sin
importar en que nivel se encuentran de momento. Si
alguien está en un nivel de júbilo, debemos animarlo y
ayudar a que el fuego arda con más luminosidad,
240
Romanos
regocijándonos con él. Por ejemplo, cuando dos se van a
casar, todos corren a su alrededor y se alegran con ellos.
También dice el versículo: “llorad con los que lloran”.
Debemos acompañar a quienes atraviesan valles oscuros,
condoliéndonos santamente junto a ellos. Sin embargo,
solamente podemos brindarles consuelo en la medida en
que nosotros mismos hayamos sido consolados y
reconfortados por Dios en nuestras propias vidas. Dios
nos hace pasar por situaciones dolorosas para que podamos
sacar consuelo del Espíritu Santo. Luego, con ese consuelo,
somos capaces de consolar a otros (2 Co. 1:3-4).
12:16 - “Unánimes entre vosotros”. Es muy importante
que todos tengamos la mente de Cristo. Cada individuo
no puede irse por su propio rumbo. Somos un cuerpo y
debemos tener la misma visión y la misma mente. Esto
también se aplica al hogar. En muchas casas, esposos y
esposas están en conflicto. El esposo dice una cosa y la
esposa lo contradice; o viceversa.
Sencillamente, no podemos vivir así. Cuando mi esposa
y yo tenemos que tomar decisiones, si no estamos de
acuerdo, acudimos al Señor y oramos hasta que los tres
estamos unánimes. Aunque el esposo sea la cabeza del
hogar, siempre existe la posibilidad de que esté equivocado
y de que la esposa pueda tener la razón.
“No altivos, sino asociándoos con los humildes”. Debemos
recordar que Dios puede hablar a través de cualquiera.
Por lo tanto, debemos ser espiritualmente
condescendientes para escuchar a las personas de bajos
recursos. Pablo exhorta: “No seas sabio en tu propia
Más que vencedores
241
opinión”. Recordemos que Dios habló a través de una mula
y Balaam no le prestó atención.
12:17 - “No paguéis a nadie mal por mal [ref. Pr. 24:29]
procurad lo bueno delante de todos los hombres”. Si la
gente nos hace mal, no debemos responder de la misma
manera. A toda persona debemos hacerle siempre el bien.
Una y otra vez el Señor ha tratado conmigo acerca de este
asunto. Cuando alguien se me presenta, yo debo pensar
solamente en el mayor bienestar de esa persona.
“Procurad lo bueno delante de todos los hombres”.
Además de ser honestos a los ojos de Dios, debemos
también hacer correctamente todo a los ojos de los
hombres.
12:18 - “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres”. En Hebreos 12:14,
Pablo nos exhorta a seguir la paz y a procurarla. En Efesios
4:2-3, él repite este mismo pensamiento: “Solícitos en
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.
Pablo está diciendo que con toda la fuerza que tenemos
dentro, debemos procurar estar en paz con todos los
hombres. Esto requiere esfuerzo.
12:19 - “No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Cuando
los enemigos se levantan en contra nuestra, la gente que
nos rodea dice: “¿Y ustedes, por qué no hacen nada?”
No, no debemos. La venganza es prerrogativa de Dios
únicamente.
242
Romanos
12:20 - “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de
comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto,
ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”.
Devolvamos siempre bien por mal. Especialicémonos
en la benignidad. Cuando demostramos benignidad, ello
le despeja a Dios el camino para tratar con nuestros
oponentes.
12:21 - “No seas vencido de lo malo, sino vence con el
bien el mal”. ¿Cuál es la clave para ser victorioso cuando
las personas nos atacan? La clave es hacerles el bien.
Francamente, el culto a Dios implica tener un cuerpo y
una mente consagrados a Dios. Es ser un sacerdote, es ser
un sacrificio vivo según el orden de Melquisedec.
Más que vencedores
243
Parte 6
13:1 - 14:23
EL REINO DE DIOS
I. EL MANDATO A HONRAR A LA AUTORIDAD
13:1-7
A. El Estado: una institución ordenada por Dios, 13:1-2.
B. Su
ministerio
de
justicia,
13:3-4
(ref. 1 P. 2:14; Tito 3:1)
C. Estarle sujetos por causa de la conciencia 13:5-7.
II. El AMAR LA RECTITUD (un estilo de vida)
13:8-10
A. Pagar las deudas 13:8.
B. Mandamientos relacionados con nuestro prójimo 13:9.
C. El mandato a amar el cumplimiento de la ley 13:10
(ref. Mt. 22:40).
III.PREPARÁNDONOS PARA EL INMINENTE
REGRESO DEL REY 13:11-14
A.
B.
C.
D.
E.
F.
Conocer los tiempos 13:11.
Desechar el pecado 13:12 (ref. Col. 3:8).
Vestir la armadura (ref. Ef. 6:12).
Andar honestamente 13:13 (Mt. 24:49; Pr. 29:18).
Qué cosas “ponerse” 13:14 (ref. Col. 3:10-15).
Qué cosas “dejar” (los deseos de la carne, Col. 3:5-9).
244
Romanos
IV. PROBLEMAS ENTRE CREYENTES FUERTES
Y CREYENTES DÉBILES 14:1-16
A. Advertencias contra emitir juicios y usar el
conocimiento para ofender a un hermano más débil
14:1-14 (ref. 1 Co. 8:9).
B. Un ruego a andar conforme al amor 14:15-16
(ref. 1 Co. 10:23-31).
V. LOS FRUTOS DEL REINO 14:17-23
La justicia, la paz, el gozo y la fe.
Más que vencedores
245
Capítulo trece
El tema de los capítulos trece y catorce de Romanos es:
“El reino de Dios”. Ante todo, Pablo nos presenta nuestras
obligaciones para con el Estado. Se nos instruye a honrar
a todas las autoridades. Debemos reconocer que Dios pone
los gobernantes de cada nación. Los siervos de Dios deben
honrar a cualquiera que esté en el poder, y esto se aplica a
todo presidente.
13:1 - “Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios,
y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Así que,
basados en Romanos 13:1, debemos concluir que en todo
Estado es Dios quien coloca en posiciones de autoridad la
gente de Su elección. Dios es soberano y siempre tiene la
última palabra en todas las cosas.
El corazón del rey Nabucodonosor estaba lleno de
soberbia. Él creía que su poder y gloria provenían de sí
mismo (Dn. 4:30). Dios humilló a Nabucodonosor
convirtiéndolo en animal por siete años. Fue despojado
de su trono real y se volvió como las bestias del campo
por siete años, hasta que comprendió algo. Nabucodonosor
aprendió que el Altísimo gobierna el reino de los hombres,
y que a quien Él quiere lo da, y constituye sobre él al más
bajo de los hombres (Dn. 4:17, 25, 32, 37). Él aprendió
que el más vil de los hombres, era él mismo.
Cuando el apóstol Pablo escribía esta epístola a la iglesia
de Roma, había emperadores en el trono. De hecho, de
los primeros diez u once emperadores, sólo uno no fue
246
Romanos
homosexual. Ellos eran los más viles de los hombres. En
la época en que se escribió esta epístola, Nerón era
emperador. Sin embargo, el apóstol Pablo (reiterando lo
que los santos vigilantes decretaron en Daniel), afirmó
claramente que Dios es quien escoge a todos los líderes
de este mundo. Nosotros pensamos que en una democracia
es nuestro voto el que escoge, pero es Dios el que
determina qué individuo estará en el poder.
Cuando Dios quiere cambiar el rumbo, Él cambia el
gobierno. Esto no significa necesariamente que pone a un
hombre mejor, porque Daniel 4:17 dice: “Él constituye
sobre el reino al más bajo de los hombres”.
Al estudiar la historia de Israel, descubrimos que Dios les
dio a Jeroboam como su primer rey. Éste fue el peor de
todos los reyes. Jeroboam, hijo de Nebat, fue el primer
rey de las diez tribus rebeldes del reino del norte de Israel.
Dios le dijo: “Te he levantado”. En Su sabiduría, Dios
coloca en el poder a las personas de Su elección, para su
propósito, y para lo que Él quiere llevar a cabo. Lo
asombroso es que el pueblo obtiene los gobernantes que
merece. Indicador de la condición del pueblo es el que
está a la cabeza de un Estado.
Estuvimos en California hace unos cuantos años.
Acabábamos de regresar del África. Mientras estábamos
en Sacramento, Dios me dio una visión de noche. Antes
de disertar en una conferencia, vi una nube negra sobre
Sacramento, y ésta estaba llena de demonios. En la visión,
yo comprendí que estos demonios estaban por ser
desatados sobre el estado de California. Yo no sabía qué
Más que vencedores
247
cosa había pasado, pero más tarde me dijeron que el
gobernador había suscrito recientemente una declaración
en la cual permitía la homosexualidad. Realmente, él había
soltado ese espíritu por todo el estado. ¿Qué creen ustedes
que ocurrirá en los Estados Unidos de América, ahora que
el presidente ha firmado un decreto en el cual se permite
la homosexualidad en las fuerzas armadas?
La persona que está al mando tiene poder para desatar el
Espíritu de Dios para bien, o el espíritu de Satanás para
mal. Dios me dio un mensaje esa noche y yo lo declaré en
Sacramento. Él dijo: “El proceder del gobernador es
censurable y él tendrá que responder ante Mí por lo que
ha hecho”. Los gobernantes tienen una mayor condenación
que el resto del pueblo, cuando obran mal. Mas nosotros
tenemos que respetarlos por causa de su posición.
Pablo dijo: “No hay poder sino el de Dios” (ver el Salmo
47:8). Sobre algunos países está un gobernante malvado
(Lc. 4:5-6), pero sobre éste está el trono de Dios. Dios
está en control.
Hace muchos años, yo quería obtener visa para un país
comunista, pero me fue denegada. Al salir de la embajada,
el Señor me mostró el oscuro poder que gobernaba ese
país, pero por encima de él estaba el trono de Dios. En esa
ocasión, el Señor dijo: “Apela ante mi trono”. Yo hice así.
Entonces Él me indicó ir a otro consulado, y allí me dieron
la visa. Alabado sea el Señor, nuestro Dios reina.
Dios controla a los líderes. Él tiene autoridad sobre todos
los espíritus malignos. Su trono es superior a cualquier
248
Romanos
cosa. Así que, por estar Dios sobre todas las cosas,
debemos someternos a las autoridades. Al hacerlo, nos
estamos sometiendo a Dios. El apóstol Pedro dijo “honrad
al rey”, y conste que el emperador en esa época era un
hombre sumamente perverso.
La única excepción a esta regla se da cuando los preceptos
del hombre se oponen a la Palabra de Dios. Tomamos
nuevamente nuestro ejemplo del libro de Daniel, el cual
desobedeció el mandato del rey de no orar. Él oró
abiertamente a Dios contra la disposición monárquica.
13:2 - “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos”. Esto debe entenderse con
claridad. Nosotros tenemos que obedecer las leyes del país
o estado. Sin embargo, como lo expuso Daniel, cuando la
ley humana infringe la divina, debemos obedecer la Ley
más excelsa.
El rey Darío suscribió un edicto prohibiendo a toda persona
que orase o hiciese una petición a cualquier dios. El móvil
que tenían los promotores de esta legislación, era
encarcelar a Daniel y arrojarlo a la cueva de los leones.
Cuando Daniel oyó que se prohibía el ofrecer oraciones,
oró abiertamente en dirección a Jerusalén, declarando su
fe. La Ley de Dios antecede a la ley del hombre. No
obstante, nosotros debemos enaltecer las leyes del país
siempre y cuando éstas no invaliden los estatutos de Dios.
“De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos”.
Más que vencedores
249
13:3 - “Porque los magistrados no están para infundir
temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues,
no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza
de ella”. Es un hecho interesante que aun los inicuos
respetan el bien en lo profundo de su ser. Y los demonios,
que se han entregado a sí mismos al mal, respetan no
obstante, a los hombres buenos e íntegros.
13:4 - “Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si
haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada,
pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que
hace lo malo”. Por consiguiente, tenemos que obedecer
las leyes de la nación.
13:5 - “Por lo cual es necesario estarle sujetos, no
solamente por razón del castigo, sino también por causa
de la conciencia”. Quisiera referirme a lo que el apóstol
Pedro dice al respecto. En el capítulo dos de 1 Pedro, él
habla con bastante proliferación acerca del ámbito de la
autoridad. El apóstol Pedro repite el tema de Pablo,
diciendo: “Por causa del Señor someteos a toda
institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a
los gobernadores, como por él enviados para castigo de
los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque
esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis
callar la ignorancia de los hombres insensatos”.
La Iglesia debe obedecer las leyes de la nación. En los
días en que Pedro escribió su primera epístola, Nerón era
el emperador, y Pedro dice: “Honrad al rey” (1 P. 2:17).
Por lo cual es muy obvio que no debemos hablar mal de
los gobernantes. En lugar de eso, debemos orar por ellos.
250
Romanos
“Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente
por razón del castigo, sino también por causa de la
conciencia”. Nuestra conciencia sólo puede mantenerse
clara cuando guardamos las leyes de la nación. Las leyes
difieren en algunos países. Por ejemplo, en los Estados
Unidos de América se maneja por el lado derecho de la
carretera, mientras que en Inglaterra, por el lado izquierdo.
Indiscutiblemente, tenemos que obedecer las reglas para
no ocasionar una calamidad.
Es importante entender que debemos obedecer las leyes
de cada nación específica. Para nosotros es a menudo un
enredo viajar de nación en nación, porque lo que es lícito
en un país, no lo es en otro. Especialmente en los campos
de las operaciones monetarias hay conflicto y confusión.
Sin embargo, tenemos que obedecer las leyes particulares
de cada nación.
13:6 - “Pues por esto pagáis también los tributos, porque
son servidores de Dios que atienden continuamente a esto
mismo”. En otras palabras, debemos pagar nuestros
impuestos. El mismo Jesús pagó impuestos (Mt. 22:21).
13:7 - “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo,
tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto;
al que honra, honra”. Tenemos la orden de honrar la
posición que los líderes ocupan.
13:8 - “No debáis a nadie nada”. Esto es algo que los
cristianos deben aprender. El mundo está atestado de
pequeñas “tarjetas plásticas” que inducen a la gente a
hacerse de deudas colosales. Es malo estar endeudado, a
Más que vencedores
251
menos que Dios nos esté probando en este sentido. En
estos casos, debemos confiar en Él. Sin embargo, por
principio, debemos mantenernos libres de deudas. Las
deudas son como ruedas de molino alrededor de nuestros
cuellos. Las iglesias y congregaciones deben buscar el
rostro del Señor para estar libres de deudas, porque éstas
tienen un enorme impacto sobre la vida espiritual. Las
iglesias con deudas pesadas tienen una nube oscura sobre
ellas. Con mucha frecuencia, todo lo que se predica desde
sus púlpitos es dar, dar, dar.
Yo creo que nosotros podemos alcanzar ese nivel en Dios
en el cual existe un libre flujo de ingresos cuando lo
necesitamos. Cada vez que Dios nos indica hacer algo,
Él suple los fondos a medida que le obedecemos, aunque
de momento no los tengamos. Nuestra organización
compró esta propiedad y edificios, prácticamente sin
dinero. Nosotros en esa época no teníamos nada, pero
Dios dijo: “Firmen”. Desde entonces, hemos tenido
dinero para efectuar cada pago. Dios lo ha pagado todo
en un año.
Antes de que comenzáramos ese año, Dios me dijo que
construyéramos anexos, incluso cuando el edificio
principal no se había terminado de pagar. Eso significaba
otros cien mil dólares. Si yo no hubiera obedecido a Dios
inicialmente, Él no habría suministrado los fondos.
Completamos el segundo edificio, y Dios sufragó todos
los gastos. A veces enfrentamos pruebas de fe. Mas
debemos estar plenamente seguros de haber oído
correctamente a Dios.
252
Romanos
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros;
porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”. En
sentido negativo, debemos permanecer fuera de deudas.
En sentido positivo, debemos amarnos los unos a los otros.
El que ama a los demás ha cumplido la Ley. En el versículo
nueve, Pablo desarrolla una verdad importante acerca del
amor verdadero.
13:9 - “Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás,
no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro
mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. Es evidente que Cristo y todos
los autores del Nuevo Testamento, enaltecieron los Diez
Mandamientos (Mt. 19:16-19). Los primeros cuatro tocan
nuestra obligación hacia Dios; los últimos seis implican
nuestra obligación hacia nuestro prójimo. Pablo dice que
todo está incluido en este único concepto: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. Todos los mandamientos
ilustran el amor.
13:10 - “El amor no hace mal al prójimo; así que el
cumplimiento de la ley es el amor”. El amor no es ofensivo.
El apóstol Juan dijo: “El que ama no es tropiezo para su
prójimo”. Algunos llevan esto demasiado lejos y dicen:
“El amor todo lo cubre”. Sin embargo, el verdadero amor
no comete adulterio, no roba, no mata, no miente, no
codicia ni habla falso testimonio. Todo lo cual es odio.
Pablo define el verdadero amor en 1 Corintios 13. De los
quince puntos que Pablo utiliza para describir el amor,
ocho son negativos, y siete son positivos. Jesús dijo: “Si
me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
Más que vencedores
253
13:11 - “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de
levantarnos del sueño” (Ref. Ef. 5:14-17; 1 Ts. 5:6-8). Es
fácil vivir en un estado de sopor, insensibles a lo que
acontece a nuestro alrededor. Debemos librarnos de lo que
no es básico, y especializarnos en el amor verdadero.
Me gustaría recomendarles Efesios 3:17-19: “Para que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de
que, arraigados y cimentados en amor”. Debemos
procurar estar arraigados y cimentados en amor, para que
todo lo que hagamos sea motivado por el amor. En el
versículo dieciocho, Pablo continúa: “...seáis plenamente
capaces de comprender con todos los santos cuál sea la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud
de Dios”. Crecer en el amor divino es la clave para estar
llenos de la plenitud de Dios. El amor es el vínculo perfecto
(Col. 3:14).
“Porque ahora está más cerca de nosotros nuestra
salvación que cuando creímos”. Aquí en los Estados
Unidos de América, todos hemos oído ese dicho: “Hoy es
el primer día del resto de tu vida”. ¿Cuántos de nosotros
sabemos cuánto tiempo nos queda aún por vivir? Hay
muchos que con una apariencia saludable han muerto a
una edad muy temprana. La vida es como una carrera. En
los juegos olímpicos hay carreras de diversas longitudes.
Está la de 100 metros, que es muy corta. La persona tiene
que poner todo su empeño en hacer esa carrera. La
siguiente es la de 400 metros, en ella la persona debe
marcar el paso, pero es una carrera corta. Luego está la de
254
Romanos
los 1,500 metros. En ella la persona debe marcar el paso,
pero siempre es relativamente corta y se completa en un
tiempo sumamente breve. Y está la de una milla. Una milla
es una distancia razonable, pero en esta generación se
completa en menos de cuatro minutos. Por último está el
agotador maratón de 26 millas.
Éstas son como las carreras de la vida. Para algunos de
nosotros, la carrera de nuestra vida puede ser muy corta.
Tuvimos en Suiza una alumna del instituto bíblico en esas
condiciones, con sólo veintidós años de edad, su carrera
fue breve. Ella tenía un llamado al campo misionero, mas
se enfermó de gravedad. Entonces Dios me dio una visión
de ella ataviada de blanco. La llevamos al médico, quien
le diagnosticó Leucemia. Poco después, Dios se la llevó.
A escasos veintidós años de edad, Dios se la llevó y otra
persona tomó su llamado. Al leer los avisos obituarios,
me sorprende ver que muchos de los fallecidos eran
personas jóvenes. Por lo tanto, debemos sacar el mayor
provecho del tiempo y de las oportunidades.
13:12 - “La noche está avanzada, y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos
las armas de la luz”. Antes de la Segunda Venida del Señor,
la Iglesia tiene múltiples cosas por hacer, y ya no queda
mucho tiempo en esta dispensación. El avivamiento debe
venir a la Iglesia, para que ésta pueda alcanzar la madurez
y la gloria. La Iglesia debe hacer “mayores obras” que las
hechas por el Señor Jesucristo (Jn. 14:12).
En algunos países hay trenes que corren a más de 150
millas por hora. Las aeronaves abarcan más de 600 millas
Más que vencedores
255
por hora. La velocidad de todo ha aumentado, y esto se
debe a que estamos en los últimos días. Daniel dice que la
gente “correrá de aquí para allá”. Si en el ámbito físico la
rapidez de movimiento es un distintivo de los días finales,
entonces la Iglesia necesita comenzar a moverse
espiritualmente.
“Vistámonos las armas de la luz”. Debemos recordar que
hasta el retorno de Jesús, habrá siempre una terrible batalla
entre los principados y las potestades en las regiones
celestes. Así que, necesitaremos permanentemente
vestirnos la armadura de Dios que se nos presenta en
Efesios 6:12-17. Porque no tenemos lucha contra sangre
y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes:
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que
podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo,
estar firmes”.
Son muchas las personas que se rinden por causa de las
enormes presiones y tentaciones. Viendo hacia atrás, a mis
cuarenta años de servicio, pienso en tantos amigos del
ministerio e iglesias que han empezado muy bien, pero
que han fracasado en su gran mayoría. Nuestras iglesias
estarían repletas hoy en día, si todos los que nacen de nuevo
permanecieran en la carrera. Muchísimos han oído el
Evangelio y han respondido en sus años de juventud. Pero
ahora ya tienen treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta y
setenta años de edad y, habiéndose endurecido, no tienen
comunión con Dios y se encuentran camino al juicio.
256
Romanos
Muchos empiezan bien, pero pocos acaban la carrera. Las
bajas son enormes. Por consiguiente, tenemos que
ponernos toda la armadura de Dios para poder estar firmes.
Las piezas de la armadura se enumeran en Efesios 6:1417. Pablo menciona la importancia de la verdad, que
tengamos nuestros lomos ceñidos con la verdad. David
dijo que Dios desea la verdad en lo íntimo. Permítanme
suplicarles no leer simplemente la Palabra, sino dejar que
la verdad y la sabiduría de Dios penetren hasta lo más
íntimo de su ser, de modo que se conviertan en parte de
ustedes. Es así como ustedes estarán firmes.
13:13 - “Andemos como de día, honestamente; no en
glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no
en contiendas y envidia”. Nosotros podríamos decir: “Esas
cosas son propias del mundo”. Sí, pero también son
propias de la Iglesia. Infinidad de veces descubrimos a
miembros de la Iglesia que viven como el diablo durante
seis días, y luego intentan vivir como santos en el día
séptimo. ¿Y qué decir de las “contiendas y envidia”? ¿Hay
contienda y envidia en su casa, o borracheras? Yo he
conocido a muchos predicadores que han cedido ante el
alcoholismo. No los estoy condenando; simplemente estoy
afirmando un hecho. Nos haría bien recordar las palabras
de San Agustín, el cual dijo: “La abstinencia es más fácil
que la templanza”. La clave es no tocar.
13:14 - “Sino vestíos del Señor Jesucristo” (ver también
Col. 3:12). He aquí el concepto de estar vestido de Cristo.
Ésta es la forma de vivir sintiéndolo a Él alrededor y sobre
nosotros. “Y no proveáis para los deseos de la carne”.
Muchas personas caminan con Dios por un tiempo y luego
Más que vencedores
257
fracasan. Son como Salomón, el cual entregó su corazón
a todos los placeres y al final de su vida fue un anciano
triste, henchido de amargura, dolor y angustia.
El “Progreso del Peregrino” de John Bunyan, se ha
convertido en el segundo libro más vendido del mundo,
después de la Biblia. Bunyan recibió una serie de visiones
que describían la caminata terrenal de un creyente.
En estas visiones, el intérprete le mostró cosas de suma
importancia que Bunyan necesitaba entender al empezar
su nueva vida como cristiano. El intérprete lo condujo a
una habitación y allí vio una jaula de hierro. Dentro de
la jaula de hierro estaba un hombre joven, y John Bunyan
se volvió hacia el intérprete para preguntar: “¿Qué
significa esto?” El intérprete contestó: “Pregúntale a él
y te lo dirá”. Bunyan indagó: “Señor, ¿por qué está usted
dentro de esta jaula de hierro? ¿Por qué es usted tan
infeliz?” El hombre joven dentro de la jaula de hierro le
respondió así:
“Una vez fui un testigo ardiente de Jesucristo, y creí
que mi eternidad estaría colmada de ricas recompensas.
Personas a mi alrededor me elogiaban y creían también
que yo obtendría grandes galardones en los cielos
debido a mi vida y testimonio. Sin embargo, me volví
flojo. No presté atención. Permití que se apoderaran
de mí cosillas y pecadillos. Me di pequeños gustos que
con el tiempo pasaron a ser cosas mayores que me
dominaron. Me convertí en un pecador, y no acudí al
Señor antes de morir”.
258
Romanos
¡Oh, cuánto debemos recordar esto! ¡Cuánto debemos
abrazar la cruz y clamar por hambre y sed de justicia todos
los días de nuestra vida! No debemos recrearnos en los
placeres de este mundo.
Tampoco debemos tentar al diablo. Si no nos apartamos
de los inicuos, ellos nos harán sucumbir y perderemos esa
inmensa recompensa que Dios nos ha deparado. Éstas son
las amonestaciones de Pablo en el capítulo trece.
Capítulo catorce
El capítulo catorce le da seguimiento a nuestro tema del
reino de Dios. En este capítulo hay verdades muy
importantes que debe mos observar cuidadosamente.
Quizá deberíamos resumirlas diciendo que atañen a las
creencias o convicciones personales que tenemos en
materia de comida. Este capítulo comprende los alimentos
lícitos y los prohibidos. En el versículo uno, Pablo empieza
diciendo:
14:1 - “Recibid al débil en la fe, pero no para contender
sobre opiniones”. Hay ciertas cosas que no interfieren
excesivamente con nuestra fe en Jesucristo, pero que sí
pueden ser un tropiezo si no tenemos cuidado. No nos
mezclemos en alegatos sobre comida y bebida, porque
los creyentes débiles pueden ser destruidos.
Uno de los problemas de la época del apóstol Pablo era la
comida sacrificada a los ídolos. Surge la pregunta:
¿Podemos comer de lo sacrificado a los ídolos? 1 Corintios
8:1-13 concuerda con esto. En países como Tailandia e
Más que vencedores
259
India, se le ha ofrecido todo a los ídolos. Pablo nos dice
que la tierra es del Señor y que cuando se ora en Su nombre
por los alimentos, esto los santifica.
14:2 - “Porque uno cree que se ha de comer de todo;
otro, que es débil, come legumbres”. Pablo reconoce que
hay diferentes creencias en el ámbito de la alimentación.
Algunas personas comen legumbres porque piensan que
son más nutritivas que la carne. Algunas carnes, como la
de cerdo, no son tan buenas para la salud. Otros, comen
sólo legumbres por creer que agradan a Dios al no ingerir
carne (1 Co. 10:23-24).
14:3 - “El que come, no menosprecie al que no come, y el
que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha
recibido”. Algunos creen que no se debe comer carne, y
algunos creen que sí. No es una opinión la que Pablo está
dando aquí. Él nos está diciendo cómo tratar con personas
de distinto parecer. Siempre que alguien se ocupa en lo lícito
y en lo prohibido, en asuntos superficiales y no en las
doctrinas verdaderas de Cristo, eso produce crítica, juicio,
menosprecio y orgullo espiritual. Cuando la persona se
embrolla en lo lícito y en lo prohibido, la Ley genera pecado
y obra ira. El gran peligro es que cuando nos negamos algo,
debemos tener la plena seguridad de que es Dios el que así
lo exige. Si no es Dios, podemos incurrir en crítica,
amargura, celos, hipocresía y un corazón endurecido.
14:4 - “¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para
su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme,
porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme”.
Pablo está tocando el tema de juzgarnos los unos a los
260
Romanos
otros. Pablo no quiere que nos estanquemos en la rutina
de juzgar. Es pecado ser personas dictaminadoras.
Debemos recordar que tratándose de cristianos, todos son
siervos de Dios. Dios tiene la responsabilidad de tratar
con Sus siervos, no nosotros. Es Dios quien tiene la
capacidad de hacer que el siervo esté firme.
14:5 - “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga
iguales todos los días. Cada uno esté plenamente
convencido en su propia mente”. Ahora Pablo se está
refiriendo a la observancia de los días. En esto da mucha
amplitud. Recordemos que Pablo es el maestro de la Iglesia
y que esta Palabra es inspirada por Dios. Algunos creen
en guardar el sábado como día de reposo. Esto se relaciona
con el cuarto mandamiento que dice: “Acuérdate del día
de reposo”.
14:6 - “El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y
el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace”. En
el versículo seis, el apóstol Pablo no contiende ni alega
sobre qué día observar. Algunos se sienten perfectamente
libres no guardando el sábado como día de reposo, porque
creen que el domingo es el día del Señor. Muchos observan
el domingo por haber sido la mañana en que resucitó el
Salvador. Sin embargo, otros tienen diferentes opiniones.
Indiscutiblemente, lo importante es que esas creencias no
empañen nuestra relación con el Señor.
A propósito de los alimentos, Pablo continúa: “El que
come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el
que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios”.
Éste es un asunto de la conciencia individual. Algunos
Más que vencedores
261
creen que no deben comer una cosa en particular, otros
piensan que tienen libertad de comerlo todo. Pablo está
diciendo: “Éste es un asunto de conciencia personal. En
cada caso ellos le están dando gracias al Señor”. No
debemos ir nunca en contra de nuestras conciencias,
porque ello sería pecado. No debemos estar excesivamente
preocupados por la comida o la bebida, porque el reino de
Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Lo único
que se prohibe comer es sangre y ahogado (Hechos 15:20).
14:7 - “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno
muere para sí”. En esto es que debemos tener cuidado.
Nuestras propias creencias causan impacto en los demás.
Debemos cuidar de que lo que creemos, o lo que no
creemos, no haga tropezar ni ofenda a otro hermano en
Cristo.
Obviamente, nuestra vida causa impacto en la gente. En
términos conservadores, se estima que un pastor influye
sobre diez mil personas durante su vida. Aun en una zona
remota, su influencia es mucho mayor de lo que podemos
imaginar. Su influencia es como un guijarro lanzado a un
lago, que forma ondulaciones prácticamente interminables.
Los criterios y las decisiones de un ministro de Dios,
influirán sobre un número de personas superior al que él
dirige sus sermones.
14:8 - “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si
morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que
vivamos, o que muramos, del Señor somos”. Mientras
vivimos en esta tierra, le pertenecemos a Dios; y cuando
morimos, le pertenecemos al Señor.
262
Romanos
14:9 - “Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió
a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que
viven”. Sea cual sea nuestro estado, ya en los cielos, ya
en la tierra, debemos estar envueltos y vestidos del Señor
Jesucristo, y viviendo para Él.
14:10 - “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú
también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque
todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Ref. 2
Co. 5:10). Pablo está diciendo que es una gran insensatez
incurrir en estas charlas ociosas, porque engendrarán
contienda.
14:11-12 - “Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua
confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros
dará a Dios cuenta de sí”. Todos tenemos que dar cuenta
al Señor de nuestras propias acciones.
14:13 - “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los
otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión
de caer al hermano”. Por lo tanto, nuestra conducta con
respecto a la observancia de los días, y nuestra conducta
en cuanto a la comida, no debe estar tan gobernada por lo
que creemos, sino por lo que otro cree.
14:14 - “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es
inmundo en sí mismo”. Pablo se está refiriendo a los
alimentos. Espiritualmente, Pablo había encontrado
liberación a tal grado que podía decir: “Dios creó todas
las cosas, y si yo le doy gracias por ellas, todo lo que coma
estará santificado y bendecido por Él”.
Más que vencedores
263
Éste era un verdadero problema en la Iglesia del Nuevo
Testamento porque los comestibles que se vendían en
las plazas de mercado eran ofrecidos a los ídolos. La
pregunta era y es: “¿Podemos comer de lo ofrecido a los
ídolos?” Cuando se visitan ciertos países, hay que
expulsar el incienso antes de entrar a los restaurantes,
porque toda la comida ha sido ofrecida a los ídolos.
¿Diremos entonces: “Esto se ha ofrecido a los ídolos y
por eso no lo puedo comer”?
Pablo se refiere a este tema con claridad: “Acerca, pues,
de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos
que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que
un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses,
sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y
muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay
un Dios” (1 Co. 8:4-6). Pablo quita toda atención de los
ídolos y la centra en Dios.
Pablo está diciendo que lo comamos o no, eso no nos
hace mejores delante de Dios. Pero si está presente un
hermano que sabe que la comida se ha ofrecido a un
ídolo y se ofenderá si la comemos, entonces no debemos
ingerirla. Realmente, en algunos países nos moriríamos
de hambre si no comiéramos lo sacrificado a ídolos. Por
lo tanto, ¿qué se hace? Simplemente, se ora sobre los
alimentos y se santifican éstos al Dios viviente y
verdadero. En ese momento la comida queda limpia a la
vista de Dios y del hombre.
“Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento,
sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de
264
Romanos
aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo
sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo,
se perderá el hermano débil por quien Cristo murió”
(1 Co.8:10-11).
Si nosotros participamos de estas viandas sabiendo que
está bien, y un hermano más débil cree que está mal, y
come creyendo que está mal, entonces hemos agraviado
su conciencia. Debemos evitar esto a toda costa. Esto es
lo que Pablo explica en Romanos 14:14: “Yo sé, y confío
en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas
para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es”.
Lo que Pablo está diciendo es: “Conforme a tu fe te sea
hecho”. Si creemos que no debemos comer algo, y luego
lo comemos, es pecado.
14:15 - “Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que
por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo
murió”. Imagínense que están en un determinado
restaurante con un hermano que no cree que cierta comida
se deba comer. Tal vez ustedes se sientan perfectamente
libres de comerla. Delante de Dios ustedes están libres,
pero no lo están delante de su hermano. Con sus acciones,
ustedes lo destruirían. En algunas situaciones quizá nos
sintamos perfectamente libres delante de Dios para hacer
algo, pero con ello ofenderíamos a alguien. Por
consiguiente, debemos ser benévolos y considerados con
nuestros hermanos.
Quiero explicar hasta dónde puede llegar esto. Yo tengo
una pluma fuente. Si yo me pusiera esta pluma fuente en
Más que vencedores
265
el bolsillo exterior y visitara cierto país, ofendería a la
gente, porque a su parecer eso no es santo. Ellos creen
que siempre debemos portar nuestras plumas en los
bolsillos interiores. Yo estoy plenamente persuadido de
que el llevar mi pluma fuente por fuera, no cambia mi
relación con Dios. Tengo plena libertad delante de Dios
para llevar mi pluma de esa manera. Eso ciertamente no
afecta mi conciencia; e indiscutiblemente no afecta mi
posición ante Dios. Yo no percibo ninguna diferencia en
el Espíritu si pongo mi pluma adentro o afuera. Pero en
algunos países, si la llevo por fuera, sería declarado
profano a los ojos de algunos. ¿Entonces, dónde la llevo?
Por dentro.
Para las damas, los viajes son una experiencia
particularmente emocionante. En una iglesia se cree que
las damas deben vestirse de cierta manera. ¿Saben ustedes
que la santidad gira siempre en torno a lo que se ponen las
mujeres? Es todo un espectáculo el de las damas. No puedo
entrar de lleno en el tema porque se complica demasiado.
En algunas partes, las mujeres tienen que vestir de cierto
modo, y, al hacerlo, son consideradas santas. Cuando
visitamos la siguiente iglesia, allí tienen un código de vestir
diferente. Se trata solamente de estatutos exteriores. Pero
si el vestido no se ajusta a las reglas de cada congregación,
les seremos ofensivos. Es muy importante que hagamos
lo que ellas desean.
En algunos países, no se debe estar calzado al predicar.
Eso lo encuentro muy difícil, dado que me duelen los pies
si estoy parado y descalzo por cualquier lapso prolongado
de tiempo tratando de predicar. Pero tengo que predicar
266
Romanos
con pies dolientes porque si predico con los zapatos
puestos, ofenderé a todos. Otras personas insisten en que
cada quien deje los zapatos afuera de la iglesia, y hay todo
un rimero de zapatos en la parte exterior del templo.
¿Ven ustedes lo que quiero señalar? Si no nos amoldamos
a las creencias de los demás, los ofendemos y contristamos
sus conciencias. Ellos son tentados a hacer lo que hacemos,
pero no creen lo mismo que nosotros, y por eso estamos
agraviando a aquellos por quienes Cristo murió. De hecho,
el apóstol Pablo se atreve a decir en el versículo quince
que por nuestra “libertad” alguien se puede perder.
14:15 - “Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que
por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo
murió”. Si yo usara zapatos en alguna de estas iglesias,
realmente estaría destruyendo a alguno de los creyentes
más jóvenes. Asimismo, eso sucedería en materia de
comida. En algunos países no piensan nada acerca de
comerse un helado el domingo, pero, en otro país, al
hacerlo hemos violado sus normas y estatutos y casi hemos
cometido sacrilegio. Por lo tanto, debemos averiguar
cuándo se puede y no se puede comer un helado. Estoy
presentando estos detalles porque, aunque parezcan
boberías, son muy serios, ya que podemos destruir la fe
de un hermano o hermana.
14:16 - “No sea, pues, vituperado vuestro bien”. Es
correcto creer que podemos comer lo que queramos el
domingo. Pero si vamos a un lugar en donde los demás
creen que ciertas cosas no se pueden comer el domingo, o
Más que vencedores
267
en un día de iglesia, entonces, en ese caso, lo que para
nosotros es bueno, es vituperado. Ellos nos vituperarán si
lo hacemos. No sea, pues, vituperado vuestro bien.
Simplemente, hagamos lo mismo que ellos.
14:17 - Así es como Pablo lo resume: “Porque el reino de
Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo”. No nos enredemos en discusiones
acerca de lo que podemos y no podemos hacer. En lugar
de eso, debemos simplemente amoldarnos a lo que la
iglesia o país cree. Lo que verdaderamente importa es la
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Éstas son las
cosas que importan, no las otras.
14:18-19 - “Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada
a Dios, y es aprobado por los hombres. Así que, sigamos
lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”.
Concentrémonos en el Evangelio de Jesucristo, y no nos
involucremos demasiado en estas otras cosas. No obstante,
si estamos en una iglesia que tiene ciertas costumbres,
por favor amoldémonos a sus costumbres, porque si no,
destruiremos a los cristianos que están en ella.
14:20 - “No destruyas la obra de Dios por causa de la
comida”. Tal vez ustedes digan: “Tenemos una conciencia
abierta; en nuestra conciencia tenemos perfecta paz si
comemos carne”. Pero si el hermano que está sentado al
lado suyo cree que no se puede comer carne, ustedes
destruirían la obra de Dios en él, si comen carne. Así que,
no deben comer carne ni hacer uso de su libertad en
presencia de él.
268
Romanos
“Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo
que el hombre haga tropezar a otros con lo que come”.
Cuidemos mucho de no ofender las creencias de otros.
No debemos agradarnos a nosotros mismos, así como
Cristo no lo hizo (Ro. 15:3). A mi parecer, esto concierne
el asunto del vestido. De hecho, concierne todo lo que
hacemos.
14:21 - “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada
en que su hermano tropiece, o se ofenda o se debilite”.
Así que, siempre que comamos o bebamos, tengamos la
plena seguridad de no estar ofendiendo a nadie en la mesa.
14:22 - “¿Tienes tu fe? Tenla para contigo delante de
Dios”. Puede que ustedes digan: “Nosotros tenemos fe
en que podemos hacer esto, sabemos que Dios nos acepta
y que a Él no le importa si lo hacemos”. Eso está bien.
Pero Pablo dice: “Guarden eso para sí mismos, piensen
en los demás”.
“Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo
que aprueba”. Un espectador que contemple lo que ustedes
hacen, y enseguida les imite, se condenaría a sí mismo.
Aunque ustedes estén comiendo con una conciencia clara,
él no lo estaría, y caería bajo condenación.
14:23 - “Pero el que duda sobre lo que come, es
condenado”. Si estamos comiendo algo dudando de si ello
está bien o mal ante Dios, estamos condenándonos a
nosotros mismos por no estar comiendo con fe. Por
consiguiente, Pablo dice: “y todo lo que no proviene de
fe, es pecado”. Esto es muy importante. Todo lo que
Más que vencedores
269
hagamos, debemos creer que lo estamos haciendo bien.
Así que, debemos comer con una conciencia clara. Si hay
algo en nuestros corazones de lo cual no estamos seguros,
aunque otro sí lo esté haciendo, no lo debemos hacer,
porque perjudicaría nuestras conciencias.
Debemos entender que el capítulo catorce sólo se refiere
a comer, beber y observar días y costumbres. No está
hablando de las leyes morales de Dios. En cuanto a
costumbres y convicciones respecto a comida y
observancia de días, hay amplitud. Dios permite
diferencias. Pero cuanto tocamos el tema de las leyes
morales de Dios, no hay amplitud. Sus leyes morales son
iguales para todos en cualquier nación. En los asuntos
morales no puede haber ninguna tolerancia en absoluto.
En el capítulo catorce de Romanos, el apóstol Pablo no
está hablando de los Diez Mandamientos. Se está
refiriendo a estatutos externos y tradiciones de hombres a
las cuales debemos adherirnos para no ofender ni destruir
a otro hermano o hermana en Cristo.
En el Nuevo Testamento tenemos el privilegio de comer
de todo. Sin embargo, debemos mostrar cierta sabiduría
aquí, porque lo que comemos afecta nuestra naturaleza y
disposición. En algunos países la gente ingiere una gran
cantidad de carne de cerdo y de sangre, y el temperamento
de esas personas es aburrido. Las personas que ingieren
mariscos que se alimentan de la basura del mar, tienen
también problemas con su naturaleza. Siempre existe una
razón para cada mandamiento de la Palabra de Dios.
Asimismo, las bebidas fuertes incitan a las pasiones. Por
lo tanto, ejercitemos la templanza.
Más que vencedores
271
Parte 7
15:1 - 16:27
LA PACIENCIA,
LA ESPERANZA
Y EL PODER DE DIOS
I. LA PACIENCIA: Aguantar
A. Para producir unidad.
1.
2.
3.
4.
Soportando las flaquezas de los débiles (15:1).
No agradándonos a nosotros mismos (15:1).
Siendo todos de un mismo sentir (15:5-6).
Recibiéndonos los unos a los otros (15:7).
B. Para amonestarnos los unos a los otros.
1. Estando llenos de bondad (15:14).
2. Estando llenos de todo conocimiento (15:14).
II. LA ESPERANZA
A. Tres fuentes principales de esperanza.
1. Las experiencias pasadas.
2. Las promesas de Dios.
3. Las Escrituras.
272
Romanos
B. Resultados de haber recibido la esperanza.
1. Estar llenos de gozo (15:13).
2. Estar llenos de paz (15:13).
III.EL PODER
A. Comunicar dones espirituales a Su iglesia
(ref. Ro.1:11).
B. Con potencia de señales y prodigios, hacer que la
gente obedezca de palabra y de obra (15:18-19).
C. Ministrar con abundancia de la bendición del
Evangelio (15:29).
D. Aplastar a Satanás, capacitados con la paz de Dios
(16:20).
Más que vencedores
273
Capítulo quince
Teniendo en mente el tema del capítulo catorce, el apóstol
Pablo continúa:
15:1-2 - “Así que, los que somos fuertes debemos soportar
las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros
mismos”. Esto es de suma importancia. Nosotros, los
fuertes en la fe, creemos que nuestra relación con Dios no
se malogrará si ingerimos ciertos alimentos. Creemos que
al orar por la carne que se ha ofrecido a los ídolos ésta
queda santificada y podemos participar de ella con una
conciencia pura.
Quizá seamos fuertes en la fe, pero debemos soportar las
flaquezas de los débiles en la fe. Es nuestro deber
agradarlos a ellos y no a nosotros mismos. Por eso dice:
“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es
bueno, para edificación”. Es nuestra responsabilidad
moral edificar a nuestros semejantes.
Nosotros debemos edificar a los otros miembros del Cuerpo
de Cristo y no destruirlos con la libertad que Dios nos ha
dado. Debemos ser fuertes como el padre que se compadece
de su hijo (Sal. 103:13), y como un papá que cede ante los
deseos de un chiquillo. Así debemos ser hacia aquellos que
son débiles en la fe. Por la gracia de Dios, debemos procurar
eliminar disputas sometiéndonos los unos a los otros, y a
veces esto significa someterse a algunas de estas trivialidades.
15:3 - “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes
bien, como está escrito: Los vituperios de los que te
274
Romanos
vituperaban, cayeron sobre mí”. En Su diario vivir, Cristo
desinteresadamente cedió a la voluntad de Su Padre. Él
siempre pensó primeramente en los demás, desechando
Sus propios deseos.
15:4 - “Porque las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos
esperanza”. El apóstol Pablo se está refiriendo ahora a las
cosas que fueron escritas en el Antiguo Testamento. Los
libros del Nuevo Testamento no fueron recopilados ni
canonizados sino hasta en el año 400 d.C. Pero lo que él
está diciendo comprende todas las Escrituras,
naturalmente. Él dice que las Escrituras son para
consolarnos y darnos esperanza. La esperanza es
importante en extremo. Yo quiero recalcar que nosotros
debemos tener esperanza. La esperanza se funda
principalmente sobre tres cosas: las experiencias pasadas,
las promesas de Dios y las Escrituras.
Las experiencias pasadas en que Dios nos rescató de
dificultades que enfrentábamos, nos dan esperanza cuando
tenemos una nueva dificultad, prueba o tribulación. Vemos
hacia atrás y decimos: “El Dios que me libertó en aquel
entonces, es poderoso para libertarme ahora”.
Hebreos 11:33 habla de aquellos que alcanzaron promesas.
Yo les suplicaría a ustedes que tocaran a Dios para alcanzar
promesas en sus vidas, porque las promesas de Dios
producen esperanza. La esperanza trae una inmensa fuerza
a nuestro espíritu, alma y cuerpo. Da salud a todo nuestro
ser. Produce gozo y un corazón contento que hace bien
Más que vencedores
275
como una medicina. Cuando Dios nos da una promesa y
la acogemos, ella produce esperanza, pero también gozo,
el cual es nuestra fortaleza. Es importante recordar estas
tres fuentes principales de esperanza: las Escrituras,
nuestras experiencias pasadas y el obtener las promesas.
15:5 - “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación
os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús”.
Quisiera concentrarme por un momento en varios títulos
de Dios. Aquí se le llama “el Dios de la paciencia y de la
consolación”. Asimismo, en 2 Corintios 1:3 se le llama:
“el Dios de toda consolación”.
¿Qué es la paciencia? La paciencia puede desglosarse en
dos puntos principales. En el griego original la palabra
paciencia usada en Romanos 15:5 es“hupomone”, que
significa “soportar con gozo”. La paciencia tiene esta
connotación: no se rinde. Para no rendirnos, nosotros
necesitamos que este aspecto de la paciencia de Dios se
forje en nuesto corazón. Frecuentemente los líderes
mundiales son interrogados así: “¿Cuás es para used, como
líder, la cualidad más importante?” Esta pregunta se la
hicieron a William Pitt, un primer ministro británico muy
célebre en el siglo XVIII. Él contestó: “La paciencia, la
resistencia”. Nunca nos debemos rendir. Winston Churchill
pronució un poderoso discurso, y todo lo que hizo fue
repetir tres palabras: “Nunca se rindan; nunca se rindan;
ninca se rindan”. Ustedes tendrían que ser Winston
Churchill para pronunciar un discurso compuesto
solamente de tres palabras. Él lo podía hacer con todas
las entonaciones y modulaciones posibles de la voz
humana. Él dijo: “Nunca se rindan; nunca se rindan; nunca
276
Romanos
se rindan”. Después de la quinta repetición, los
concurrentes estaban vivamente sacudidos y, puestos en
pie, lo vitoreaban.
Éste es un aspecto de la paciencia. El otro aspecto de la
paciencia podría definirse como “tranquilidad o serenidad
en la tribulación”. Es estar en calma, con una santa
aceptación de las circunstancias. Estamos hablando de una
persona que no se turba en una prueba. El Dios de la
paciencia es un Dios de serenidad. Éstos son los dos
aspectos de la paciencia.
Él es también el Dios de toda consolación (2 Co. 1:3).
Pablo continúa en el versículo cuatro: “El cual nos
consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con
que nosotros somos consolados por Dios”. Una de las
cosas más importantes en el ministerio es la consejería.
Como consejeros, no sólo tenemos que procurar orientar
a los demás, sino consolar a quienes están atravesando
circunstancias difíciles. En la vida existe la máxima de
que sólo podemos dar lo que tenemos. Sólo podemos dar
cien dólares, si tenemos cien dólares. Si sólo tenemos diez
dólares, no podemos satisfacer la necesidad de alquien
que necesita más.
Entonces, ¿cómo podemos consolar a alguien sin antes
haber sido consolados nosotros? A veces el propósito de
atravesar pruebas es recibir el consuelo de Dios, para que
análogamente podamos dar a otros ese consuelo. El
versículo cinco dice: “Porque de la manera que abundan
Más que vencedores
277
en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también
por el mismo Cristo nuestra consolación”.
A veces la consolación tiene la connotación de
recompensas, de bendiciones.Cuando un padre ve que su
hijo ha aprobado un examen para el cual ha estudiado
muchas horas, con seguridad lo recompensa por su
esfuerzo. De la misma forma, cuando competimos en una
carrera, debemos enfrentarnos intensamente, pero hay una
recompensa por llegar primero. Y así sucede con Dios.
Dios nos consuela cuando hemos aprobado con éxito los
sufrimientos que Él ha dispuesto. Él nos saca a un lugar
de abundancia, como dice en el Salmo 66:12. Con Dios,
siempre hay consolación.
En inglés tenemos un dicho para alguien que quizá no
haya recibido el primer premio. A esta persona se le otorga
lo que denominamos un “premio de consolación”. Me
sorprende en las reuniones de señoras cómo todas reciben
un premio, un premio de entrada o de cualquier otra clase.
¡Tal vez es porque necesitan mucha consolación! Ellas se
consuelan por haber asistido, o se consuelan por no haber
recibido el primer premio.
Con Dios, siempre hay consolación. Él es el Dios de la
paciencia y de la consolación. Por Su paciencia y
consolación para con nosotros, Él nos da la capacidad de
“ser entre nosotros de un mismo sentir según Cristo Jesús”.
Así como Dios es para nosotros un Dios de paciencia y de
consolación, así nosotros debemos ser pacientes y
consolarnos los unos a los otros. Por esta razón es tan
278
Romanos
importante conocer los nombres de Dios, porque ellos nos
abren las riquezas de Su gracia. Cuando conocemos al
Dios de la paciencia, eso nos abre la puerta de la tesorería
de la paciencia y obtenemos los tesoros de ella. Sucede
exactamente lo mismo con la consolación, la misericordia,
la esperanza, la paz y todos los otros nombres del Señor.
cuando conocemos a Sus nombres por experiencia y por
revelación, nos volvemos partícipes de Sus tesoros y
podemos dárselos a los demás.
15:6 - “Para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Toda la idea aquí
es que estemos unánimes porque somos miembros de un
Cuerpo. A menudo encontramos al apóstol Pablo
exhortando a todos los creyentes a que estén unánimes,
así como se lo exigió a las dos damas que aparecen en
Filipenses 4:2. Es importante que en una casa haya unidad.
En una Iglesia tenemos que estar unánimes, de lo contrario
hay discrepancia y nadie puede avanzar en Dios. En la
unidad se glorifica a Dios, y allí envía Jehová Su bendición
(Sal. 133:1-3). En los primeros capítulos de Hechos, el
Espíritu Santo se derramó sobre todos los que estaban
unánimes en un solo sentir.
15:7 - “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como
también Cristo nos recibió, para gloria de Dios”. La
capacidad de aceptar a las personas es una de las más
excelsas señales de espiritualidad. A quienes Cristo ha
aceptado, nosotros debemos aceptar también. A menudo
tendemos a poner barreras entre los demás cristianos, pero
si Cristo los ha recibido, nosotros también los debemos
recibir. Éste es uno de los graves peligros de la Iglesia que
Más que vencedores
279
nosotros debemos vencer. Permitamos que Dios ensanche
nuestros corazones de modo que en ellos tengamos lugar
para muchos creyentes.
15:8 - “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo
de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para
confirmar las promesas hechas a los padres”. Por ser de
la circuncisión, Cristo pudo hacer efectivas las promesas
hechas a los judíos. Él confirmó las promesas hechas a
los padres, tales como Abraham, Isaac, Jacob y David.
Sobre todo, Él tenía la circuncisión de corazón. De hecho,
a Él se le llama “el Verbo de Dios”. Sus palabras
circuncidan los corazones de los creyentes dispuestos,
capacitándolos para participar de todas las promesas
hechas a nuestros padres espirituales en el Antiguo
Testamento. Antiguamente, Israel no pudo entrar en la
tierra de Canaán, su herencia, sin antes circuncidarse (Jos.
5:2-7). El creyente no puede participar de las promesas
de Dios ni de Su herencia, si no le permite a Dios
circuncidarle el corazón y el espíritu (Ro. 2:28-29).
15:9 - “Y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su
misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré
entre los gentiles, y cantaré a tu nombre”. Esto es tan
hermoso. Él está citando una porción del Salmo 18:49.
Una de las grandes promesas del libro de Isaías, es que
Jesús sería luz de las naciones (Is. 49:6; 42:6). ¿Qué fue
lo que desató Jesús sobre las naciones? Él desató todas
las promesas hechas a los patriarcas referente a los gentiles.
En una de esas promesas, Dios le dijo a Abraham: “De
cierto te bendeciré”. Por lo tanto, las bendiciones de
Abraham caen sobre los gentiles. Estudiemos las diversas
280
Romanos
promesas hechas a los padres en el Antiguo Testamento,
porque se vuelven nuestras promesas cuando permitimos
que Dios nos circuncide el corazón.
15:10 - “Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su
pueblo”. Debido a que Dios ha incorporado a los gentiles
a las promesas divinas, somos uno con los santos creyentes
de Israel. Pablo recalca el tema de que los gentiles adorarán
al Señor con el Israel creyente, usando Deuteronomio
32:43 como su autoridad.
15:11 - “Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, y
magnificadle todos los pueblos”. ¿Por qué? Porque Dios,
a través de Cristo, ha incorporado a los gentiles a las
promesas de Israel. Pablo ahora cita del Salmo 117:1, que
todas las naciones adorarán al Señor.
15:12 - “Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, y el
que se levantará a regir los gentiles; los gentiles esperarán
en él”. Ahora Pablo cita Isaías 11:1, en donde las Escrituras
declaran que la raíz de Isaí, o sea, el Hijo más excelso de
David, el Señor Jesucristo, reinará sobre los gentiles, quienes
pondrán en Él su confianza. Aquí, de nuevo, se prometía
que los gentiles participarían de las promesas de Israel.
15:13 - “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo”.
He aquí otro título de Dios: “El Dios de esperanza”.
Cuando pensamos en Dios, pensamos en Su santidad y
poder. Sin embargo, otro aspecto de Dios es la abundancia.
El Dios de esperanza realmente significa: “Aquel que
abunda en esperanza”. La esperanza se basa en el carácter
de Dios, en Su naturaleza. Nos apoyamos en quien es Él,
Más que vencedores
281
en Su fidelidad, bondad, clemencia y misericordia. Debemos
ser personas de esperanza, llenas de paz y de gozo.
“Os llene de todo gozo y paz en el creer”. El gozo y la paz
son el fruto de la esperanza. La esperanza trae gozo y paz.
¿De qué manera trae gozo la esperanza? La esperanza
contempla que las cosas cambiarán para mejorar; es una
anticipación de lo venidero. ¿Cómo produce paz la
esperanza? Por medio de la confianza y de la calma interior.
A pesar de las dificultades en que estamos, sabemos que
Dios lo solucionará todo. La esperanza produce esto en
nosotros cuando creemos en Sus promesas.
“Para que abundéis en esperanza”. No se trata de tener
esperanza para una o dos cosillas, sino esperanza que
abunde en nosotros. Debemos pensar que Él es un Dios
de abundante esperanza, y esa esperanza debe abundar en
nosotros. Al abundar en nosotros la esperanza, también lo
harán el gozo y la paz. Fluyen como un río. Dios quiere
que seamos un pueblo gozoso, ¿pero cómo nos
convertimos en un pueblo gozoso? Regocijándonos con
la abundancia de la esperanza que tenemos, esperanza en
que Dios nos sacará de nuestras dificultades, y en que nos
sacará a abundancia, como lo dice en el Salmo 66:12.
Yo recuerdo cuántas promesas me hizo Dios cuando yo
era un joven del instituto bíblico. Esas promesas parecían
tan imposibles; sin embargo, eran tan reales. Ahora han
comenzado a efectuarse. Ustedes deben recordar las
promesas que Dios les ha hecho, y no dejar que se escapen
como a través de vasos resquebrajados. Yo les aseguro
que las promesas que Dios les dé, Él las llevará a cabo
282
Romanos
cuando ustedes le crean. Las promesas nos dan tanta
esperanza, tanta paz, tanto gozo.
15:14 - “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos,
de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos
de todo conocimiento, de tal manera que podéis
amonestaros los unos a los otros”. Otra cosa que
debemos procurar, es estar llenos de bondad. Cuando
Dios descendió sobre el monte Sinaí y le habló a Moisés,
Él proclamó: “¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso
y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y
verdad”. Él está lleno de bondad y desea que nosotros
estemos llenos de Su bondad. Bondad significa
“incapacidad de hacer algo malo”. Cuando estemos
aconsejando a personas, nuestros pensamientos deben
estar llenos de los mejores propósitos eternos para ellas.
Cada vez que estemos en contacto con personas, ya sea
que les estemos hablando o brindándoles cuidados,
nuestras palabras y obras deben estar orientadas a su
mayor beneficio.
Además, debemos estar llenos de conocimiento. Pablo
dice: “llenos de todo conocimiento”. El conocimiento es
muy importante: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres” (Jn. 8:32). Entre más verdad o conocimiento
tenemos, más libertad y entendimiento tenemos. Entonces
estamos aptos para ayudarnos los unos a los otros.
15:15 - “Mas os he escrito, hermanos, en parte con
atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia
que de Dios me es dada”. Pablo recibió gracia especial
para ministrar, y habilidad especial para usar correctamente
Más que vencedores
283
la Palabra de Dios. Como ministros de Dios (pastores,
esposas de pastores, misioneros, ancianos o diáconos),
debemos recordar que hemos recibido gracia para ayudar
a los demás. Esta gracia no está destinada a nosotros
mismos, sino a los demás. Debe haber un flujo del Espíritu
a través de nosotros, para ayudar a los demás.
15:16 - “Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles,
ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le
sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu
Santo”. Las gracias y unciones de Dios que fluyen a través
de nosotros, las recibimos para el perfeccionamiento de
los santos, para la obra del ministerio, para la edificación
del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:11-12).
Todo don que Dios nos ha dado debe fluir de nosotros
hacia los demás con el único propósito de llevarlos a la
madurez. Los gentiles iban a ser la ofrenda que daría gozo
al apóstol Pablo. El gozo de un pastor es poder ofrecerle
al Señor una congregación madura, saludable y llena de
bondad, amor, gozo y paz. Éste es el gozo de un pastor. El
gozo es su pueblo (Fil. 4:1; 1 Ts. 2:19-20). ¿Qué clase de
Iglesia le ofreceremos al Señor?
Hace un tiempo, tuve un amigo a quien el Señor dijo:
“Quiero que me ofrezcas tu esposa”. Él contestó: “No
puedo, Señor. Ella está llena de amargura, celos y envidia”.
Él tenía toda una lista de detalles negativos acerca de su
esposa. Y el Señor le dijo: “Te daré un año para que le
ministres a ella, para que me la puedas ofrecer como una
ofrenda agradable”.
284
Romanos
Un líder muy famoso que ya está con el Señor, dijo: “Mi
objetivo es mantener a mi congregación en el nivel de
niños, para que siempre dependan de mí y soliciten mis
consejos”. Sé de otro ministro muy conocido, a quien Dios
le dijo: “Lo único que estás produciendo son bebés”. ¡Esto
no debe suceder! Nosotros debemos producir santos
maduros para que la ofrenda de nuestras iglesias sea
aceptable y de grata fragancia delante del Señor.
¿Cuál es el gozo de un ministro? ¿Cuál es nuestro gozo?
Es llevar a otros a la madurez. Es ver el gozo y el placer
en el rostro del Señor Jesucristo cuando Él contemple a
quienes recibieron nuestra ministración por su gracia,
personas a quienes llevamos a un nivel aceptable de
madurez en Cristo. Siempre recordemos esto.
15:17-18 - “Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús
en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino
de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la
obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras”.
Existe en la Iglesia el peligro de jactarse y recibir crédito
por obras que no son nuestras. Muchas iglesias se
adjudican el mismo misionero, y muchos misioneros se
adjudican la misma iglesia. Hay predicadores que rinden
informes acerca de la obra de otras personas como si fuese
suya (ref. 2 Co. 10:16).
Pablo no se está acreditando el trabajo de otro. Éste es un
asunto de honestidad. Cuando la gente manipula el rebaño
para que éste se le acerque, al final, quien recibe el
galardón, es aquel a quien se le encomendaron inicialmente
las ovejas.
Más que vencedores
285
15:19-20 - “Con potencia de señales y prodigios, en el
poder del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he
llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me
esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese
sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno”.
En el ámbito de lo sobrenatural, necesitamos un gran paso
adelante. En nuestras iglesias debe haber sanidades y
señales que siguen. La Palabra de Dios debe confirmarse
con lo sobrenatural. Pablo fundaba sus iglesias con
demostraciones de lo sobrenatural.
Pablo hacía hincapié en que su política era predicar donde
Cristo no era conocido. En el Salmo 2:8, se nos ordena
pedirle al Señor las naciones por herencia, y, como
posesión nuestra, los confines de la tierra. Pablo no se
gloriaba en lo que otro ya le había preparado (2 Co. 10:16).
Sin embargo, nosotros necesitamos equilibrar el tema un
poco, porque esto no sugiere que hay que salir a empezar
una nueva obra. Pablo no está diciendo que tenemos que
meternos en territorio virgen a empezar una nueva obra
porque si no nuestro trabajo no vale. Esto no es verdad en
absoluto (1 Co. 3:5-11).
15:21 - “Sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca
les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca
han oído de él, entenderán” (ref. Is. 52:15). Pablo era
pionero en ir a quienes no tenían conocimiento de Cristo,
y establecía iglesias entre ellos.
286
Romanos
15:22 - “Por esta causa me he visto impedido muchas
veces de ir a vosotros”. Pablo fue impedido por Satanás
en numerosas ocasiones, porque estaba ganando territorio
en el reino de las tinieblas. Anteriormente, Pablo había
querido visitar Roma en diversas oportunidades, pero
había sido estorbado.
15:23 - “Pero ahora, no teniendo más campo en estas
regiones, y deseando desde hace muchos años ir a
vosotros”. En su espíritu, Pablo obviamente sentía que
tenía un llamado a visitar Roma. Sin embargo, era un
asunto de tiempo. Él había acabado su ministerio en
Macedonia y sabía que allí su tiempo se había terminado.
De igual manera, hay para nosotros un tiempo para todo.
Es importante no sólo ir a un lugar en el tiempo del Señor,
sino también partir en Su tiempo. Pablo sabía que su
tiempo en Macedonia había concluido.
15:24 - “Cuando vaya a España, iré a vosotros”. En esa
época, muchos líderes del Imperio Romano eran españoles.
Muchos de los grandes maestros y de los filósofos de
Roma, como Séneca, eran españoles. Pablo quería llevar
el Evangelio de Cristo a España, lo cual creemos que hizo
una vez libertado por Nerón tras su primer
encarcelamiento.
“Iré a vosotros [en Roma]; porque espero veros al pasar,
y ser encaminado allá por vosotros”. Naturalmente, él
no se daba cuenta de que sería llevado a Roma como
prisionero, mas durante ese tiempo en Roma escribió todas
Más que vencedores
287
las epístolas carcelarias, y fue un tiempo muy fructífero.
15:25 - “Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los
santos”. Después de su tercer viaje misionero, Pablo
regresó con dinero para los pobres de Jerusalén, de las
ofrendas de las diversas iglesias que había establecido.
15:26 - “Porque Macedonia y Acaya [que es Grecia]
tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que
hay entre los santos que están en Jerusalén”. Pablo fue
elegido para entregarla.
15:27 - “Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos;
porque si los gentiles han sido hechos participantes de
sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles
de los materiales”. Pablo está diciendo que los gentiles
fueron enriquecidos espiritualmente por los judíos. Por lo
tanto, debían servir a los judíos en los bienes naturales.
En nuestra época, ello significa que una iglesia debe cuidar
de su pastor.
15:28 - “Así que, cuando haya concluido esto, y les
haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo
a España”. Pablo proyectaba visitar Jerusalén llevando
ayuda para los santos pobres. Luego, quería ir a Roma,
y continuar hacia España. El profeta Agabo le había
advertido a Pablo, y también el Espíritu por doquier,
que no fuese a Jerusalén, pero él insistió en ir de todos
modos (Hch. 21:10-13). Él hubiese enviado a alguien
más a Jerusalén para no entrar en la ciudad, porque
cuando lo hizo, fue capturado. De allí, fue enviado a
Roma como prisionero.
288
Romanos
15:29 - “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con
abundancia de la bendición del evangelio de Cristo”.
Cuando nos inviten a cualquier iglesia, primeramente
dediquemos tiempo a buscar la bendición de Dios, de
manera que podamos ir con la abundancia de Su
bendición para derramarla sobre la gente. ¡Qué
importante es que estemos ungidos al ministrar, y
llevemos el mensaje de Dios con la demostración del
poder de Su Espíritu!
15:30 - “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis
orando por mí a Dios”. Pablo estaba muy consciente de
que para salir adelante necesitaba de las oraciones de las
iglesias. Para un ministro es muy importante requerir la
oración de los demás, ya que él está en el propio frente de
batalla. Zacarías 13:7 dice: “Hiere al pastor, y serán
dispersadas las ovejas”. Por consiguiente, las ovejas
deben orar frecuentemente para que el pastor no sea herido
y destruido, lo cual dispersaría el rebaño.
15:31 - “Para que sea librado de los rebeldes que están
en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos
en Jerusalén sea acepta”. Pablo estaba muy consciente
del inmenso peligro que estaba por enfrentar en
Jerusalén y en Judea. No debió ir; se lo advirtieron en
numerosas ocasiones. A veces, Pablo era un poco
obstinado, ¿pero quién podía criticar a un hombre que
había hecho tanto?
15:32 - “Para que con gozo llegue a vosotros por la
voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con
Más que vencedores
289
vosotros”. Pablo sabía muy bien que dondequiera que
fuera, no sólo llevaría bendición, sino que él a su vez sería
refrescado por la gente. A mi parecer, esto es lo que
debemos esperar cuando ministramos.
15:33 - “Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén”.
Pablo concluye el cuerpo principal de la epístola con la
bendición de que el Dios de paz esté con ellos. En la
época neotestamentaria, los saludos siempre comenzaban
con “Gracia y paz a vosotros”. Pablo menciona la paz
que sobrepasa todo entendimiento. El Señor Jesucristo
dijo: “Mi paz os dejo, la paz os doy, Yo no la doy como
el mundo la da”.
El concepto mundano de paz es que todo esté organizado
y en sosiego, pero el concepto divino de paz es muy
diferente. La paz de Dios es esa bella tranquilidad y calma
de espíritu que no se ve afectada ni por la dificultad ni por
el alboroto circundante. Es serenidad interior.
Capítulo dieciséis
Hemos llegado al capítulo dieciséis, el último del libro de
Romanos, y aquí hay una serie de pequeñas verdades
interesantes. Básicamente, es un capítulo que está lleno
de saludos, pero de ellos podemos aprender mucho.
Primero, Pablo comienza por el versículo uno:
16:1 - “Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la
cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea”. Cencrea era
uno de los puertos de Corinto. La historia de la Iglesia
nos relata que la Iglesia Primitiva hizo amplio uso de
290
Romanos
mujeres en el ministerio, en especial en el papel de
diaconisas. A Febe se le encomendó entregar a la iglesia
de Roma, esta importantísima epístola a los Romanos.
16:2 - “Que la recibáis en el Señor, como es digno de los
santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite
de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí
mismo”. Aquí se le estaba dando una magnífica
recomendación a esta dama, y el apóstol Pablo quería
asegurarse de que la iglesia de Roma cuidaría de ella
adecuadamente y proveería para todas sus necesidades.
En la antigüedad, las cartas de recomendación eran
comunes para aquellos que viajaban a poblaciones
desconocidas. Pablo escribe presentando a Febe de
Cencrea, del puerto de Corinto, mujer célebre por socorrer
a los demás, incluyéndolo a él mismo. En sus otras
epístolas, Pablo menciona “cartas de recomendación”. Hay
muchas personas que viajan ministrando de iglesia en
iglesia. Es obvio que cuando no conocemos a alguien,
pero conocemos al pastor o siervo de Dios que lo
recomienda, ello nos salvaguarda. El apóstol Pablo era
muy conocido en Roma. Su buen informe acerca de Febe,
ayudó a ésta a ser aceptada allí. Es esencial que los
predicadores itinerantes no conocidos, sean recomendados
por quienes sí lo son. Esto nos salvaguarda de hospedar a
oradores y ministros que no deberíamos invitar a la iglesia.
Hay muchos asalariados que van de congregación en
congregación tratando de vivir a expensas de la iglesia.
El apóstol Pablo tuvo que señalar este problema en su
carta a Timoteo, diciendo que sólo ciertas personas debían
Más que vencedores
291
ser subvencionadas por la iglesia. Existen algunas personas
que nunca han trabajado en la vida, que después de hacerse
cristianos tienden a creer que la iglesia es una sociedad de
benevolencia que atenderá sus necesidades. Este no es el
caso. La Iglesia debe cuidar de los que lo merecen, de
aquellos que genuinamente tienen necesidad.
16:3 - “Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores
en Cristo Jesús”. Priscila y Aquila eran maestros. Eran un
equipo de marido y mujer, muy querido por el apóstol
Pablo. En un buen sentido, la esposa se menciona primero,
lo cual sugiere que Priscila tenía el ministerio dominante.
Nosotros debemos ser abiertos cuando Dios le concede a
una mujer un ministerio. Sin embargo, debemos mantener
la relación entre los esposos en su orden adecuado. La
relación conyugal se debe mantener saludable. No
queremos ni competitividad ni legalismo. Ellos fueron los
responsables de colocar en la dirección correcta al profeta
Apolos, enseñándole verdades más profundas (ver Hch.
18:24-26). Priscila y Aquila eran muy conocidos en los
días del Nuevo Testamento. Pablo escribió su primera
epístola a los Corintios desde la casa de Aquila y Priscila.
En el versículo cuatro, Pablo los ensalza de esta manera:
16:4 - “Que expusieron su vida por mí; a los cuales no
sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de
los gentiles”. Esta pareja de cónyuges viajaba por doquier.
Se cree que su domicilio principal era Roma. Habían sido
expulsados de Roma en los días de Claudio César
juntamente con todos los otros judíos, y por lo tanto, se
habían encontrado con Pablo en otros lugares (Hch. 18:1-3).
Ellos eran una pareja muy agradable; un lindo equipo de
292
Romanos
marido y mujer. Es muy raro encontrar en la Palabra de
Dios una pareja de esposos que junta reciba
reconocimiento. Es obvio que ellos fluían en armonía y
que todos los veían como uno solo. El esposo de Febe no
se menciona y no sabemos cuál era la situación de ella.
16:5-6 - “Saludad también a la iglesia de su casa”. La
iglesia de Roma no consistía solamente de una
congregación. Se componía de muchas congregaciones
que se reunían en varias casas. Pablo le enviaba un saludo
a una congregación que se reunía en la casa de Aquila y
Priscila. A veces, todas las congregaciones se juntaban en
una sola asamblea.
Enseguida, Pablo da una lista de otras personas por quienes
desea ser recordado: “Saludad a Epeneto, amado mío, que
es el primer fruto de Acaya para Cristo. Saludad a María,
la cual ha trabajado mucho entre vosotros”. Epeneto es
un personaje interesante. Pablo le llama “el primer fruto
de Acaya para Cristo”. Él fue el primer convertido de Pablo
en Grecia. Después, Epeneto vino a Roma. Creo que es
muy interesante el que la Iglesia de los días del Nuevo
Testamento viajara tanto. A mi parecer, estamos retornando
a aquellos días, y las iglesias y las congregaciones viajarán
extensamente. Esto es bueno, porque las congregaciones
se enriquecen al recibir miembros de otras
agrupaciones.Pablo continúa saludando a otros:
16:7 - “Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y
mis compañeros de prisiones [en otras palabras, judíos],
los cuales son muy estimados entre los apóstoles”.
Nosotros debemos recordar que los apóstoles de los
Más que vencedores
293
tiempos neotestamentarios no eran sólo los doce
originales, juntamente con Pablo, Silas y Apolos. Había
muchos otros más, y algunos, eminentes. Así como hoy
existen muchos ministros, pero algunos logran descollar
más que otros, porque han esperado con mayor diligencia
por su ministerio y llamado. A continuación, Pablo saluda
a otros colaboradores suyos, amados en el Señor:
16:8-10 - “Saludad a Amplias, amado mío en el Señor.
Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús,
y a Estaquis, amado mío. Saludad a Apeles, aprobado en
Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo”. Las
diversas frases que Pablo utiliza son de mucho interés.
En el versículo diez dice: “Saludad a Apeles, aprobado
en Cristo”. Esta es una alabanza muy hermosa. Apeles
era alguien de demostrada capacidad y había sido aprobado
por Cristo. Luego dice: “Saludad a los de la casa de
Aristóbulo”. Esta era otra congregación que se reunía en
una casa. Aquí se trataba de la casa de Aristóbulo.
16:11 - Pablo saluda nuevamente a otros parientes, otros
judíos. “Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los
de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor”. Así
que, vemos otra vez que había muchas iglesias en las casas.
16:12 - “Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan
en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha
trabajado mucho en el Señor”. Pablo le atribuyó diferentes
alabanzas a gente variada. Algunos eran “amados”, como
Lucas, el médico amado, mientras que otros eran
considerados “obreros”.
294
Romanos
16:13 - “Saludad a Rufo, escogido en el Señor; y a su
madre y mía”. La madre de Rufo era para Pablo como
una madre espiritual. Cuando tenemos que abandonar
casas, tierras, amigos y familiares por el amor a Cristo,
somos recompensados al ciento por uno (Mr. 10:28-30).
A pesar de que Pablo no había estado nunca en Roma,
conocía a un sorprendente número de personas allí. ¿Cómo
pudo suceder esto? Se debía a que en la época del Nuevo
Testamento, los viajes eran muy seguros. Roma gobernaba
el mundo conocido. No existían las barreras aduaneras.
La gente podía desplazarse con libertad. Las carreteras
estaban en buenas condiciones y eran seguras. Por causa
del comercio, se viajaba constantemente. Muchos
cristianos viajaban de iglesia en iglesia, y toda esta gente
de Roma ya conocía al apóstol Pablo. Indiscutiblemente,
había allí numerosas casas (o iglesias) que ya habían
absorbido sus enseñanzas.
16:16 - “Saludaos los unos a los otros con ósculo santo”.
Yo recomiendo la práctica de que los hombres abracen a
los hombres, y las mujeres a las mujeres. No es sabio cruzar
los límites del género, porque pueden suscitarse problemas
serios con individuos más vulnerables a la tentación.
“Os saludan las iglesias de Cristo”. Pablo le escribió a
los Romanos desde Corinto. Cencrea era una ciudad
marítima en el puerto oriental de Corinto. Todas las
numerosas iglesias locales de esa región, enviaban sus
saludos a la iglesia de Roma. Febe, la portadora de la
epístola romana, era de Cencrea.
Más que vencedores
295
Había una pluralidad de otras congregaciones en Corinto
y en sus alrededores. No se reunían todas en un solo
edificio amplio. Se estima que durante los días de Pablo
en Corinto, sesenta mil personas aceptaron al Señor. Eso
es aproximadamente el diez por ciento de la ciudad. Esta
gente no se reunía en un solo lugar, sino que visitaba
diversas casas. Se repartían en varias congregaciones. Por
lo tanto, él literalmente quiso decir “las iglesias” de Cristo
os saludan.
16:17 - “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que
causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina
que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”.
Hay una diferencia entre el capítulo catorce y este mandato
a apartarse definitivamente de creyentes insubordinados.
En el capítulo catorce, Pablo expresa tolerancia hacia otros
creyentes, pero aquí el caso es diferente y mucho más serio.
Cuando los israelitas entraron en la tierra de Canaán,
debieron arrojar a siete naciones enemigas, y los últimos
adversarios a vencer, fueron los jebuseos. Basándonos en
Proverbios 6:16-17, los siete enemigos se interpretan como
las “siete cosas que Dios aborrece”. El séptimo enemigo
es el que siembra discordia y división entre hermanos. El
Señor aborrece en forma especial la siembra de discordia,
y a nosotros se nos recomienda evitar a quienes son
sembradores de discordia, porque un espíritu maligno está
mezclado en esto. La discordia pone a un individuo contra
otro, siendo que la unificación es toda la idea de la Iglesia.
Por consiguiente, tenemos que evitar y sacar a quienes
causan división. No hay otra manera. La Iglesia del Nuevo
Testamento estaba plagada de divisionistas y los apóstoles
296
Romanos
tuvieron que ser muy firmes al respecto. Incluso Juan, el
apóstol del amor, fue muy explícito en sus tres epístolas
en cuanto a este tema.
16:18 - “Porque tales personas no sirven a nuestro
Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con
suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de
los ingenuos”. Es asombroso que los causantes de
división tienen una enorme capacidad de oratoria.
Tratan de hacer que lo negro parezca blanco, y lo blanco
negro. Amados, si algún día ustedes se convierten en
pastores, o en ancianos de la iglesia, les diré que verán
que eso acontece por ciclos. Con intervalos de pocos
años, verán una epidemia de divisionistas, y los
engañadizos se dejan embaucar por estas personas y
causan alboroto en la iglesia.
Estos individuos que causan división no se presentan con
cuernos y un tridente. Llegan como ángeles de luz, como
dice Pablo. Necesitamos acercarnos intensamente al Señor
y recibir discernimiento para saber quién es quién. Los
que causan división se preocupan por sí mismos. Hay una
pugna por el poder. Por lo general, ellos quieren
promoverse; quieren ser los líderes en lugar de aquellos
que Dios ha nombrado. O tal vez lo hagan para tratar de
conseguir dinero u otros beneficios de la gente. Ellos sirven
a sus propios vientres. Todo lo que hacen es para el ego.
Sus motivaciones son corruptas. Salomón dijo: “No hay
nada nuevo debajo del sol”. Éste, que era un problema en
los días del Nuevo Testamento, también es un problema
en nuestra época.
Más que vencedores
297
16:19 - “Porque vuestra obediencia ha venido a ser
notoria a todos”. Es verdaderamente maravilloso que se
nos conozca por la obediencia. El centurión romano era
conocido por su obediencia (Mt. 8:9). Roma era el centro
del imperio y el cuartel general del ejército romano. Roma
inculcaba la obediencia y la autoridad, y los cristianos
romanos eran también célebres por la obediencia. Al
principio del capítulo uno, Pablo hablaba del hecho de
que la fe de la iglesia romana era conocida en todo el
imperio. Ésta era una iglesia maravillosa, pero aun así,
necesitaba a Pablo.
“Así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios
para el bien e ingenuos para el mal”. Roma era la gloria
del imperio, pero también la cloaca de las naciones. Era
un lugar terrible. Tenía magníficos edificios, pero en las
calles se había generalizado todo vicio conocido por la
humanidad. Y por eso Pablo dijo: “Quiero que seáis sabios
para el bien e ingenuos para el mal”. San Agustín se
oponía a los deportes ejecutados por gladiadores, en los
cuales luchaban hombres hasta matarse mutuamente.
Roma tenía anhelo de sangre.
Debemos siempre especializarnos en lo positivo. No se
entreguen ustedes al estudio de religiones falsas. Sólo
concéntrense en la luz. Las personas que estudian el mal
y los métodos satánicos, siempre se meten en problemas.
Aun con la gente que tiene graves dificultades,
manténganse ustedes positivos. En una iglesia existen
dos maneras de enfrentar los problemas. Podemos
concentrarnos en lo negativo y en todo lo que marcha
mal, o podemos obtener para la iglesia una palabra
298
Romanos
positiva de parte de Dios, que levante a sus miembros.
El primer método los mantiene en el hoyo. El segundo,
los coloca en una nueva ruta. Nosotros debemos alentar
a la gente; especialmente en el matrimonio.
16:20 - “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás
bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con vosotros”. Esto no se refiere solamente a los
tiempos del fin en que Satanás será atado, conforme a
Apocalipsis 20. Se refiere a un triunfo personal sobre
Satanás que Dios quiere que tengamos cada uno de
nosotros. No se trata del Dios de guerra, sino del Dios de
paz que aplastará a Satanás bajo nuestros pies. ¡La paz es
muy poderosa! Satanás no tiene reposo. En Job 1:7 el
Señor le preguntó a Satanás: “¿De dónde vienes?” Él
contestó: “De rodear la tierra y de andar por ella”. Esto
es indicativo de su naturaleza atormentada e intranquila.
¿Qué es lo que nos permite triunfar sobre él? ¡Es la paz!
¿Recuerdan ustedes el relato que hacen los evangelios
acerca de la tormenta en alta mar? Los discípulos estaban
aterrorizados, y con nerviosismo despertaron al Señor.
Neciamente lo acusaron: “¿No tienes cuidado que
perecemos?” El Príncipe de Paz, puesto en pie, le habló
a la tormenta y al embravecido mar, diciendo: ¡Paz!
¡Enmudece! Es la paz de Dios la que destruye a Satanás.
La paz de Dios es una divina calma que no puede ser
perturbada por los temores y acusaciones de Satanás.
Cuando la paz de Dios nos envuelve, se santifica por
completo nuestro espíritu, alma y cuerpo. El Dios de paz
los santifica (1 Ts. 5:23). Es la paz de Dios la que vence
al maligno y aplasta a Satanás bajo nuestros pies.
Más que vencedores
299
En los versículos 21 al 23, Pablo enumera a las personas
que se le han unido para enviar saludos a los cristianos
de Roma.
16:21-22 - “Os saludan Timoteo mi colaborador, y Lucio,
Jasón y Sosípater, mis parientes”. En el versículo
veintidós, Pablo da el nombre del secretario que caligrafió
la epístola a los romanos. En esos días, era común emplear
secretarios. Esto se ve también en 1 Pedro 5:12.
“Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor”.
El estilo en que se escribieron estas epístolas es muy
interesante. Jeremías tuvo también su propio secretario
personal, Baruc. Encontramos esto en Jeremías 36:4, 32.
La palabra profética salía de la boca de Jeremías y Baruc
la anotaba. La gente tenía secretarios o escribas en los
días del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, ellos
escribían palabra por palabra lo que los autores
pronunciaban por el Espíritu.
La unción profética y la revelación emanaban del Apóstol
Pablo. Nadie hubiera podido escribir de esta manera. Las
frases en griego del Nuevo Testamento y en hebreo del
Antiguo Testamento, tienen disposiciones matemáticas
que el hombre jamás hubiera podido elaborar. Nadie puede
escribir así; eso tuvo que provenir de la manifestación
divina del Espíritu. La unción caía sobre los autores, y,
mientras hablaban proféticamente, sus secretarios
registraban cada palabra.
16:23 - “Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la
iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el
300
Romanos
hermano Cuarto”. Una cantidad de personas influyentes
enviaban sus saludos desde Corinto a los romanos. Erasto,
miembro de la cámara, siendo el tesorero de esa ciudad,
era el funcionario principal de ella. Erasto se había
convertido allí en Corinto.
16:24-25 - “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea
con todos vosotros”. Amén. [En el versículo veinticinco,
Pablo toma de nuevo la palabra.] Y al que puede
confirmaros según mi evangelio y la predicación de
Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha
mantenido oculto desde tiempos eternos”. Pablo era el
intérprete supremo del Nuevo Pacto. Él tuvo el privilegio
de entender y divulgar todas las verdades del Evangelio a
la Iglesia. Éstas le habían sido encomendadas por el
Espíritu Santo para nosotros (Ef. 3:1-10). Estos misterios
y verdades habían sido prometidos previamente por los
profetas del Antiguo Testamento. Dentro de estas verdades
encubiertas, que ahora han sido expuestas, se encuentran
los secretos de la redención.
Los profetas de antaño ansiaban ver y conocer los misterios
de la plena redención. Pero no se les revelaron ni siquiera
a ellos, sino que permanecieron ocultos en el Antiguo
Testamento. Pedro nos habla de que es una redención que
aun los ángeles anhelan contemplar (1 P. 1:10-12). Los
hombres y mujeres devotos y piadosos de la antigüedad,
pudieron ver que Dios estaba por revelar algo nuevo, y
todos deseaban verlo (Lc. 2:38).
El Señor Jesucristo dijo: “Bienaventurados vuestros ojos,
porque ven; y vuestros oídos, porque oyen...muchos
Más que vencedores
301
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron;
y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mt. 13:16-17). Ellos no
tuvieron el privilegio de saber.
Qué gran prerrogativa la nuestra, que vivimos en los días
del Nuevo Testamento y tenemos los misterios de Cristo
expuestos y revelados a nosotros. Los misterios de la
redención, guardados en secreto desde los inicios del
mundo y escondidos del hombre por cuatro mil años,
fueron hechos públicos por la lengua del apóstol Pablo
divinamente inspirado, y Tercio los anotó.
16:26 - “Pero que ha sido manifestado ahora, y que por
las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del
Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para
que obedezcan a la fe”. Antes de la Segunda Venida de
Cristo, solamente Israel poseía la Ley, aunque había
prosélitos de otros países que adoptaron la fe judaica. En
aquel entonces, Dios sólo obraba a través de la nación
judía. Sin embargo, sus profetas profetizaban que los
gentiles glorificarían y rendirían culto a Dios por Su
bondad para con ellos. Y fue por medio de Pablo, el apóstol
de los gentiles, que estas bendiciones y verdades de Dios
les fueron descubiertas a ellos.
16:27 - “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante
Jesucristo para siempre. Amén”. El único y sabio Dios
ha glorificado y magnificado Sus verdades y Su
naturaleza a través de un singular canal, Jesucristo. A su
vez, Jesucristo se las ha revelado a Su pueblo. ¿Cómo
sabemos nosotros acerca de Dios? Él se reveló por medio
de Su único Hijo, Jesucristo, el cual también reveló estas
302
Romanos
maravillosas verdades sobre Su persona, por conducto
de Sus apóstoles.
Ahora llegamos al último “Amén” del apóstol Pablo. ¡Qué
libro tan maravilloso y cuánto se lo agradecemos a Dios!
Yo recomiendo que cada uno de nosotros no esté
simplemente satisfecho con este estudio de la epístola a
los romanos, sino que profundice repetidas veces en él
toda su vida, porque es rico en extremo. En el interior de
esta epístola, se nos ofrecen muchos tesoros que nos
facultarán para ser sabios y obedientes a la fe, y para ser
testigos fervientes del Evangelio de Jesucristo dondequiera
que Él nos envíe. ¡Amén!
Más que vencedores
303
Libros por el Dr. Brian J. Bailey
Comentarios sobre los libros de la Biblia
Génesis: El libro de los orígenes
Fiestas y Ofrendas, el libro de Levítico
Rut: La novia gentil de Cristo
Las tres casas de Esther
Salmos I: Capítulos 1-50
Salmos II: Capítulos 51-100
Salmos III: Capítulos 101-150
El libro de lamentaciones
El carro del trono de Dios: Una exposición del libro de
Ezequiel
Daniel
Profetas Menores I: La restauración de los caídos
(Oseas)
Profetas Menores II: Joel – Sofonías
Profetas Menores III: Hageo – Zacarías
El Evangelio de Mateo
El Evangelio de Juan
El Evangelio de Lucas
Romanos: Más que vencedores
Soldados de Cristo: Una exposición de la epístola de
Pablo a los Efesios
Dando en el blanco: Una exposición de la epístola a los
Filipenses
Colosenses y Filemón: La Senda de la Santidad
Hebreos: Detrás del velo
La Era de la Restauración
Las dos Sabidurías: La epístola de Santiago
Las Epístolas de Juan
Apocalipsis
304
Romanos
Otros libros
Conozca su Biblia
El Viaje de Israel
El Tabernáculo de Moisés
Estudios sobre las vidas de David y Salomón
Pilares de la fe
El Espíritu Santo
La Cruz y la Resurrección de Cristo
La vida de Cristo
La Segunda Venida: Una exposición de la Segunda
Venida del Señor
Liderazgo
Los Nombres de Dios
Maestros de Justicia
La Preparación para el Avivamiento
Para mayor información o copias adicionales diríjase a esta
dirección:
Zion Christian Publishers
PO Box 70 Waverly, NY 14892
Sin cargo: 1-877-768-7466
Fax: (607) 565- 3329
Website: www.zionfellowship.org/zcpublishers/
Dirección electrónica: [email protected]