Agua con misterio - Guillermo Luis Rodríguez

Transcripción

Agua con misterio - Guillermo Luis Rodríguez
Agua con misterio
Por Guillermo Rodríguez
Habían pasado unos meses desde que Aurelio y Rosita se habían instalado en
aquella rinconada. Eran Jóvenes, tenían una puntita de animales y la felicidad
se asomaba despacito a estos pobladores.
- Si tuviéramos más agua, decía Rosita, podríamos hacer una quinta,
tendríamos zapallos, repollos, lechuga, hasta tomates podríamos tener.
- Yo podría hacer el pozo, dijo Aurelio, la cosa sería que tenga agua. Así
pasaron algunos días. Una mañana, Aurelio salió con la pala al hombro
buscando el lugar más propicio para hacer el jagüel.
- Acá, dijo Aurelio, acá hacemos el pozo y para allá podríamos tener la
quinta.
Cuando Aurelio llevaba cuatro días de trabajo empezó el problema de la sed.
- Rosita, pasame el agua.
Y Rosita, cuidadosamente bajaba una botella de agua forrada con una
arpillera.
- Rosita, pasame el agua otra vez. ¿Estaba llena la botella cuando la bajaste?
- Claro Aurelio, no te voy a bajar una botella vacía.
- Bajame más agua.
- Aurelio, te lo pasás tomando agua, así el pozo no lo vas a terminar nunca.
- Y qué querés si me da sed.
El quinto día Aurelio no trabajó en el pozo.
- Para mí que estás enfermo. Nunca tomás tanta agua como ahora. A vos te
pasa algo.
- ¿Y qué me va a pasar?. Tengo sed mujer. Tengo sed.
- Pero Aurelio, te lo tengo contado, ayer te tomaste tres litros de agua y
decías que tenías sed.
- ¿Tres litros?
- Tres.
Aurelio se contuvo bastante el sexto día, pero a la noche, cuando se iban a
dormir Rosita dijo:
- Cinco. Te tomaste cinco litros de agua en un día. Eso es enfermedad. Nadie
se toma eso. Vas a tener que ir a ver a Doña Amelia. A vos te pasa algo.
Al día siguiente Aurelio se despertó antes de la salida del sol. Tenía la boca
seca. Se tomó un gran jarro de mate cocido. Cuando el sol despuntó se fue
para el pozo con cinco litros de agua.
Cuando llegaron las visitas casi al medio día, Aurelio sacaba los primeros
baldes de arena húmeda.
- Aurelio subí que acá está Doña Amelia con el hijo.
-¿Quién decís?
- Doña Amelia con el Casimiro.
- Aurelio dejá de escarbar como un piche que llegamos nosotros, dijo
Casimiro.
Aurelio aprovechó para sacar otros dos baldes de arena ahora
completamente mojados. Pensó para sí. Para qué tendrá que llamar a la
vieja ésta. Estas son las cosas que me revientan de la Rosita, que se corta
sola.
-¿Cómo andás Aurelio? Conque ¿ya encontraste agua parece?.
- Algo así. Lo que pasa es que no avanzo casi nada. Entre que me da sed y
tengo que tomar agua y después que me dan ganas de hacer pis, me lo paso
subiendo y bajando y no avanzo casi nada.
-¿Cuánto tomaste Aurelio?
- Cinco, Doña Amelia. Cinco litros tomó ayer, dijo Rosita seria. Ni uno
más ni uno menos.
- _ Parece que tu cuerpo anda llamando al agua... yo le viá chiflar.
- En cuarenta años de curandera nunca me tocó una cosa de estas, así que lo
mejor es que esperemos un rato, mientras, podemos ir para la casa y
preparamos algo de comer.
Si no hubiera sido por la sed de Aurelio, hubiera sido un almuerzo agradable.
A las tres de la tarde, Doña Amelia dijo:
- Mirá que cosa, vamos a ver tu pozo.
El agua había subido bastante. Parecía limpia y cristalina.
- Con eso nos alcanza, decía Aurelio.
- Mirá qué cosa, repetía Doña Amelia, agua, agüita, qué es lo que te atranca
en la salida? . Entonces Doña Amelia chifló metiéndose los dos dedos
meñiques en la boca. Un sonido largo y penetrante despertó hasta los perros
que estaban durmiendo a la sombra del galpón.
Entonces se oyó otro ruido. Opaco, confuso y preocupante. Sólo Doña
Amelia se quedó mirando hacia esa profundidad indefinida. En un primer
momento, el agua cristalina se enturbió. Bajó el nivel, subió. El agua dudaba.
- Vamos, agüita, afuera, salga para fuera. No me obligue a pegarle otro
chiflido.
Cuando Doña Amelia empezó a caminar para la casa, disfrutó otra vez el
paisaje de la meseta. El agua cuidadosa buscaba lentamente un camino
brillante entre las piedras. Ese lugar siempre le había parecido el más
perfecto para el nacimiento de un arroyo.

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