Los Deseos de Vuestro Padre Queréis Hacer

Transcripción

Los Deseos de Vuestro Padre Queréis Hacer
Los Deseos de Vuestro Padre Queréis Hacer
Enero 23 de 2011
LOS DESEOS DE VUESTRO PADRE QUERÉIS HACER
Y decía Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Juan 8:
31-32
La única manera de tener libertad, es conociendo la verdad (Cristo) y para esto debemos
permanecer en su palabra y ser verdaderos discípulos; quienes por su gracia, participan de su
cruz, y de la negación de su propia voluntad.
Pero la pregunta sería: ¿libertad de qué? Como respondieron los judíos, diciendo ser simiente
de Abraham y no ser esclavos de nada.
La respuesta nos la da el Señor en el siguiente versículo: Jesús les respondió: De cierto, de
cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo (esclavo) de pecado. Juan 8: 34
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Todos nacemos en este mundo, con una naturaleza corrupta, por causa de la rebeldía y
desobediencia del hombre; nacemos esclavos del pecado, el mal mora en nosotros y
solamente Jesucristo puede hacernos libres, sólo él puede matar el pecado y bendecirnos con
una nueva naturaleza que cese de pecar; esta es la verdadera bendición: Su naturaleza, Su
vida. Recordemos que él llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en el madero, para que
nosotros no fuéramos más esclavos del pecado sino de la justicia, y que por sus llagas fuimos
sanados.
Así que si el Hijo os libertaré seréis verdaderamente libres. Juan 8: 36. La verdadera libertad, la
libertad del pecado, de una naturaleza torcida, sólo Jesucristo nos la puede dar, no podemos
lograrlo por nuestro propio esfuerzo, no por nuestras propias obras, ni por muchos títulos y
sabiduría de este mundo o cosas materiales que tengamos.
También les dijo Jesús: Yo, lo que he visto con mi Padre, hablo; y vosotros lo que habéis visto
con vuestro padre hacéis. Juan 8:38
El asunto es un asunto de naturaleza, de quien es nuestro Padre, de por quién hemos sido
engendrados. ya que lo que veamos de nuestro Padre, esto haremos. Es un asunto de un odre
nuevo, no de remendar el odre viejo. Cristo nos enseñó que es necesario nacer por segunda
vez, del Espíritu, para tener vida y acceso al Reino de Dios. Nos dice la escritura en Juan 1:
12-13 que a todos los que recibieron a Su Hijo, a los que creen en Su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Los judíos insistían en que su padre era Abraham; y la escritura nos dice que si somos de
Cristo, simiente de Abraham somos, al igual que el verdadero judío es el circuncidado de
corazón; entonces Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
Juan 8. 39
Siempre haremos por naturaleza las obras de nuestro Padre, ya que el árbol bueno no puede
dar malos frutos; ni el árbol malo, buenos frutos.
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Hay hoy muchos hombres religiosos, judíos modernos, que guardan ritos, ceremonias y
mandamientos de hombres, que dicen ser los hijos de Abraham, que dicen conocer A Dios,
pero que lo niegan con sus hechos; que quieren hacer los deseos de su padre ; sus deseos
son la avaricia, conseguir las cosas de este mundo, incluso usando el Nombre de Dios; la
Palabra no tiene cabida en ellos, sólo quieren que se les hablen cosas halagüeñas, no pueden
reconocer el lenguaje del Señor, no quieren saber nada de la cruz, ni de la negación de su
voluntad; por el contrario sus deseos son que Dios haga la voluntad de ellos, menosprecian el
Señorío y gobierno de Cristo, no sufren la sana doctrina, sólo viven para lo terrenal.
¿Cuáles son nuestros deseos? ¿Qué andamos buscando, las cosas de este mundo o la vida
de Dios?
Nos dice la escritura que Cristo en los días de su carne, ofreciendo ruegos y suplicas, con gran
clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muere, fue escuchado por su clamor reverente. Y
aunque era el Hijo de Dios, por lo que padeció aprendió la obediencia. Hebreos 5: 7-8
Hermanos, que haya en nosotros ese mismo clamor que hubo en Cristo nuestro Señor, ese
mismo temor reverente; para que seamos librados de la muerte, de hacer nuestra voluntad,
para que seamos librados del pecado.
Recordemos que Dios añadió a la promesa juramento; en lo cual queriendo mostrar más
abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso
juramento, para que por dos cosas inmutables (promesa y juramento), en las cuales es
imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo, los que nos acogemos a unirnos a
la esperanza propuesta. Hebreos 6: 17-18
Su promesa es vida eterna en Cristo, es quitar el pecado y hacernos libres; acojámonos a esta
esperanza, que fiel es el que prometió, Él cumplirá por amor de Su Nombre, Él santificará Su
Nombre.
Lo que es imposible para el hombre (La salvación) es posible para Dios; y la gracia nos librará
de este cuerpo de muerte.
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