Ligeros De Equipaje Exilo Y Viaje En la España peregrina

Transcripción

Ligeros De Equipaje Exilo Y Viaje En la España peregrina
Ra;qta 14l,p.6s-
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Lll/ t (tr'-' l11n):1('lo1
LIGEROSDE EQUIPAJE:EXILIO YVTAJEEN I.16\
( I 93el 969)
ESPANAPEREGRTNA
Para &udio &tilla.
Penn muchos lectores de Antonio Machado, unos versos de 'Retrato', el
poema inicial de C.amposdz C-attill4 suenan como una premonici6n de hechos
dolorosos en la vida del poeta:
Ycuando llegueel dia del riltimo viaje,
y csr6al panir la naveque nunca ha de tornar,
me encontrzr6isa bordo ligero de equipaje,
.-<i desnudo,como los hliosde la mar. (492)
Voces tan dispares como las de Pascual Pla y Beltrin, Waldo Franck o Concha
7-ardoyzrdan fe de ta relaci5n que se ha establecido enre esosversos y el des.
tino del poea. Esta riltima lleg6 a escribir que Machado 'se fue por los caminos de su tierra y -al final de su vida- por los de Francia, libre y sin equipaje,
como Don Quijote' (341). Como es bien sabido, Antonio Machado muri6 en
el exilio, apenas iniciado el largo viaje hacia la dirispora y ese hecho habia de
tener repercusiones en la difirsi5n de su obra. As(, Colliure se ha convenido en
centro de peregrinaje para lecrores, estudiosos y ahos jerarcas del socialismo
espafrol.Y estosversos,que se leen en un sentido estrictamente biogrSfico, res.
plandecen, por otra parte, con una fuerza especial, puesto que anuncian algo
caracteristico del viaje en el exilio: se asocian con priraci5n y muerte, y desta.
can el profundo abandono de uno,/a mismo,/a, la esencialidad que genera esta
rivencia.
[-os estudios sobre literatura del exilio -de Harry kvin a Claudio Guill6no de la condici5n del exilio -Edu'ard Said, Paul Tabori- se han fijado en las caracteristicas y los aspectos materiales de esa escritura, y h;n acertado en relacionar la escritura del exilio con algo inherente al acto de escribir y a la actividad del intelectual. conocemos los temas y modos recurrentes, la melancolia,
el viaje prolongado, la oscilaciSn entre la elegia pura y.la literatura de contraeilio, o entre un modo ovidiano y otro plutarquiano. Por otra pane, hasta
fecha bien reciente, los intentos de lectura de la literarura del exilio republicano de 1936 se han visto condicionados por la presencia de un tono reivindicativo, o de fideli&d a la memoria de los antiguos luchadores exiliados. Podrfamos distinguir dos fasesen los mismos. Una primera marcada por los testimq
nios directos de los proragonisr^s del eilio: Marfa Zambrano, Francisco A1ala,
I Pla y Beltrin escribi6: 'Diecinueve meses despu6s
morfa rcbre tierras francesas.
_
Debfa de ir como 6l serenamente habia presentido en uno de sus mis conmovedores
'casi
venos:
desnudo, como los hljos de Lamar'' (46). Franck al dar noticia de ta muerte de Machado cita los versos de 'Retrato' (56). Zardoya por su parte dijo: 'se fue de
Espaia y de la vida, desnudo, sin equipaje, hambriento' (3i?).
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ucERosDEEQUIPAJE:
EXILloy\lAF Eni[A EspeNa
pe*rcnn^ (19]G1969)
97
Ma:r Aub' Manuel Andujar, Rafael Alb€ni o Rosa chacel.
A panir de los
80, sc produce una segunda frse, rrris anaritica, condicionada
por Ia reivin{*
dicaci'5n. Sc discute, por ejemplo, por qui desde el .interiorer canon no ha
incorporado a un buen nrimero de escritores que merecen
estar en el parnaso:
Manuel
y Paulino Massip, o por gu6 poco a poco s€ va diluyendo el re{ndrijar
cu_erdo de
generaci5n transterrada. i oesde perspectivas distintas, en los
-esa
nliosos trabajos de Abelkin, Ilie, ugarte, Naharro'calder6n y Mangini r
hay un
nesp€to l6gico a los antepasados, y un esfuerzo por fijar las instanuineas
de la
diispora republicana a trav6s de su expresi6n [r;raria: sus estudios pueden
ser
leidos en buena manera como 'tesdmonios' de segunda generacidn
de unas
vivencias graves.
indagar aqui acerca de la relacidn entre exilio y viaje como preim_
- - Quiero
bulo para introducir una cuesri6n mds decisira:
;qu6 hay de ispecffico en er
d.el traaelogttzen la literatura hispdnica por parte de los habitantes de
la
1jdu9
'Es_pana
peregrina"? Meinteresa plantcar una reflixidn desde una perspectirz
pr5xima a fo que en culture and Impaialisn Edrrzrd said denomini: "a
hind of
gagraphbal inquiry into histmital apoiarce' (z). por ello es necesario
elucidar
c6mo la condici6n del exilio modifica ta experiencia del viaje. Voy
a fijarme
primordialmente en texros de dos escritores,ias cartas dz vujid,e pedro
Salinas
y
gollina cicga.Diarin apaiol, de Max Aub. Ambos escritores viajaron
desde
-La
el exilio en espaciosy tiempos distintos, pero generan unas reacciones
comptementarias.
En su reflexi5n sobre la condici6n del exiliado Maria Zambrano
efectu6
una distinci6n enrre el 'exiliado", el "refugiado', que 'se ve acogido (...)
en un
lugar donde se le hace hueco', y el desierrado, que 'se sienie
sin tierra, la
t V6ase,como muesrra representadra,
el espacio secundario que merece la poesfa y
narratira del exilio en el volumen 8 de la Hutoria ctitua dt la htaatura
cspaioi, al cuiS
Barcelona: Editorial cri{adci-!1^Domirrgo Yrrduriin , Epocaconktnponiwa (lesuen1,
tica. 1980.
dirigr6 una serie de seis vohimenes, El cxitio apanot d1 IgJg. Sentia la ne.r.Abellin
cesidad de abordar la historia
-una
e^xirioespaiol
laguna ver-der
_de 1939 p6rqr. era
nuestra
en
bibliografia'
(13).
Sonzosa
Ilie, en Ultrolurc-and- ianur aile: aulhoritarian
plantea dbs proposiciones: l. "a bilatsal -t"t;r""arp ^q bc said to aist
Wi:',19J?19./5,
antgratiotu and tfu.gap it o4u in tfu na,liott. (...) A dcpriaatioi nr...., in
ry
borhdinc_
atirpattd segrrn i rt arinriat$ exilcdfon tfu'homctand, trv uidcnt popuraf3',l1yn!ilu
tun ts tzdur2d to an inna cxilz. Ead scgtrvnt is inconplctz and absent
from tlu otlw..'2. " tlu
and fuitn ortn t snap.l 1t+1. segrin indica
yy*litscll
!?d fol esid.ent or inna *^,
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en shtfting c,round. Spansh civil rilar r:inotur.
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dy."iiil, *lf4uplieation and division) Lnd.s ttu u'rita,
Fhaps'unarilringly,'into a dihin or lzasclf on tfu very nzrun and m tfu probLrrlt thd -iir
W
*
1r"- an atlrntpt ra raord
tulit
Thu a) contation is not that afu litaalurc'is a unigut hani of litaatwc utith a
hn.Y.o * oI.oI
ail its oum. on tru contrary:oil" ritnitrn
rays ban the uarW
.r.Ty"tiorls
b."F o! Eltzaturc itseU' (1920). NaharroC.a.tder6n en Entrc cl criho y cl intttior:
cl "cntrai'inrena
aponar algo al caudal por el qui creo debe correr la
\fyJ:ry*
*' lly"
'silencio'
|aDor de reuslon de los casi cuarenra aios de
que separan la aurarquia franquisu y el pen'odo de capitalismo 'democritico' que ahora rivi Espana- (16).
Mangini
'fuaing
sc interesa por textos de mujeres:
tfu voitcs of utonen - fom'thcir n.nwtl:,, orcl testittorri.s' aad olha docuntnk - ttr can undzrstand thtirjunction ii thz
fupubtic,
tb warc and
r
its aJtcmath, aad comptehrnd hou th4 paccived thtmselis.- (VIt).
98
ENRIC 8OU
nHM, LU (1999)
sula, y sin otra ajena que pueda sustituirla" (31-2). Esta distinci6n de Zambrano es decisira para establecer una tipologia de la separaci6n de la tierra natal.
Podemos asi distinguir entre el destjerro, el refugio y el exilio. El exilio vendrfa definido por la "expulsi6n" y'la insalvable distancia y la incierta presencia
fisica del pais perdido" (32). Dentro del exilio cabria ariadir algunos matices:
el exilio interior, el exilio dentro del exilio (como sucede en el caso de Salman
Rushdie), o en el caso de las culturas minoritarias en el seno de un exilio de
mayores dimensiones: la cultura catalana, g"llag o rfirsca, con rcsp€cto a la
di6spora republicana espafrola. En otro nivel sc siruaria el c,qo del emigrado.
Para tiste pesa mucho la raz6n econ6mica y el hecho de cortar con los lazos
que le atan al pasado puede llegar a s€r una venqia- Asi Don Antonio liry.y
IiWz, futuro marqu6s de Comillas, instalado en la Cuba de mediados del
siglo xo<, dispuesto a convertirse en indiano de lujo. {
Tal como apunta la fil6sofa de V€lez Milaga, es caracteristica del exiliado
esa condici6n de total despojo; A es que anda fuera de sf d andar sin patria ni
casa. Al salir de ellas se qued6 para siempre fuera, librado a la visi6n, propG
niendo el ver para verse; porque aquel que lo vea acaba vidndose" (33). Esta
riltima precisi6n es esencial puesto que el exilio conlleva un cierto nomadis.
mo,fa sea de fndole fisica, mediante viajes consurntes de readaptaci6n; o en la
mente, tratando de ajustarse a la nueva situaci6n. El exilio segrin apunta Edward Said es'tlu unfualablz nf. forccd behuen a hwnan bing and a nativc plue, bhueentfu self an"d its tntz home" ('The Mind of Wnter' 49). Y asf, el exilio sitria al
ser humano en una tierra de nadie (o de otros). Ia separaci6n es una de las
claves en la traumitica experiencia del exilio. F-su experiencia se ha vivido en
nuestro siglo por millones de seres humanos, pero el escritor es un cxiliado
que tiende a narrar su proceso de separaciSn. Mediante una maniobra catirquica nos hace panicipes de su sufrir y situa en otra dimensi6n lo que defini6
George Santayana: "Tfu most rdkal form of travel. ?il tlu most tagic, is migration" (44). Ante esta experiencia y la situaci6n trdgica que conllerra el exilio
caben dos reacciones. Claudio Guilldn ha distinguido, a partir de Ovidio y Plw
'de
tarco, entre una literatura
exilio" y otra de "contra-exilio". I-a literatura de
*exilioconsiste en la evocaci5n directa, en clave autobiogrifica, con registro
elegiaco de esta experiencia terrible, "cih hcottws its otnt subjcctttwttl .Ia lite.
'contra-exilio-,
ratura de
por otra part€ conviene el alejamiento de la comuni'tiumph
&d natal en
wa tfu sQoratimt- , y por ello se abren las puertas al universalismo y a la exploraci6n de nuevos mundos y actitudes ("The Sun and the
S€lf" 272).5
Abundando en esa direcci6n, criticos como Said han visto en el exilio algunas 'ventajas". El exilio puede representar un alivio, puesto que permite huir
de una situaci6n insostenible. Entre los aspectos"positivos'del mismo se cuentan: la originalidad de la visi6n, por tener conocimiento de miis de una culnrra, y la fi-rsi6n de experiencias. Esta riltima implica la ftrsi5n de tiempos y espacios:'cxib, Labits, habilt of life, afiado4
or rctivity in tfu uu envimnmant ina>
' Un 'Nan WorU nadin{ como el que efectriaJames D. Fernindez (1994) de 'El ce
loso estremefro" serfa oportuno en estos c2sos.
5 Claudio Guill6n ha reunido en un volumen sus rcflexiones sobre el exilio, E sol d.
hs dzsunados: btaatura y ailia.
ptRrCRrx.{(193&1969)
IJGEIOS
DEEQUIP.{E:
EXTUOY\IAJE
EI{tA ESP.r:s.r
99
itfr\ utrtr oglirLst tlu twnory of tluse things in anotha mvironmtnt.' (Said, 'The
Mind of Winte r- 55). Y aquf hemos dado ya con orro aspecro clave de la indagaci6n. hresto que la inevitable condici6n espacial del exilio, el traslado me.
diante el viajc a otro pais, se ve acentuado, como veremos dentro de un mo
mento, por la superposici6n de tiempos y experiencias. El viajero en el exilio
no es un mero turista, alegre ante el descubrimiento de nuevos mundos, sino
que:urastra una pena de ausencia.
El viaje desde el exilio tiene unos problemas especificos. El exilio es un
modo de esurrque afecta al ser. De entrada es un viaje no querido. He indicado antes que el exilio provoca separaci6n. SegrinJoseph Brodsky €se es el me
''Exib'
mento clave de la experiencia:
couers,al best,tfu am) nor?mt of dcparture,
of apubion; what follows k both too comfonablz and t<n autononous to be calbd this
naru, whbh u stronglyiu€Bzrtsa comfrehatsibl"gri"f (9). I.a separaci6n acennia
una actirud de mirar hacia atris, de elegfa, y al mismo tiempo, por la imposibilidad de volver, se ponen en duda los cimientos de la propia entidad. Como ha
escrito Claudio Guill6n, la elegfa se debate entre un ser y un estar ('Siltira y
poetica' 222). Asi,la presencia del pafs abandonado es,existe, pero F no estdal
dcance. Max Aub era perfectamente consciente de las limitaciones que le im'Es
ponfa el virir en el exilio:
dificil hablar de su patria cuando uno se hace
viejo lejos de ella, gc5mo es, arin sabiendo c6mo esrS?No hay m6.simigenes
que las trafdas por el diento + el desaliente de las palabras ajenas' (Hobb
conn hotttbtelS9).
EI dolor especfficoasociado a la panida, a la separaci5n, se refleja tanto en
Pedro Salinascomo en Max Aub. El primero se refugiaba en sus pensamientos
en el barco que le lleraba a trav6sdel Atlintico:
1Yqu6 olridado,o inexistenleparecelo que ocurre en Espaia,aquf en el
barco! (...) He pasadode estar rodeado exteriormentepor la preocupaci6r, de lo espaiol todos los minutos,como en Sanrander,a tener que vivirlo yo en mi interior sin nada externo que aluda a ello. Pero lo sigo viyo solo en mi mente. (64)
viendodia por dia angustiosamente,
Max Aub recordaba en 1943: "Llegu€, hace hoy un afro cabal, a M€xico. Venia
de las altas meset-s del Sahara, traspasado de c'irceles y campos que la ceguerr
francesa fabric6 par:r nosoros los espafroles." (Hoblo cono lotnbte l7). Este
dolor de la separaci6n se refleja, tambi6n, de manera muy aguda, en muchos
textos de la rerisn Espaia paegrina.6
6 Ver, por ejemplo, "b ralesfa del Sinaia' o el poema de Pedro Garfias, "Entre M6'Espana que perdimos, no nos pierdas,,/gudrdanos en tu frente demrmxico y Espaia':
bada,/consena a tu costado el hueco vivo,/de nuestfir ausencia amarga,,/gue un dia volveremos.' (230). Federica Monseny recogi6 en EI ixod,o(Pasion, mud. fu cspaiobs en cl
cxlto) (1969) el tesdmonio espeluznante de miles de an6nimos exiliados. Ouos testime
nios parecidos los leemos en Marfa Teresa Lr6n, Mcmoria dz la rulancolra (1970), Sihia
Mistnl, Exoh (diano dt u.. rclugiada cspaiola) ( 194I ) , o \4ctoria Kent, Cuatrc aios en
Paris( I % G I % 4 ) (1917 l. Merci Rodoreda, Ca*s..., (7U7 3,r' 7 7 ).
t00
EliRtc Botr
RHM,Ln (lgn,
I ^ aventura del viaje se caracteriza por su capacidad de generar necesidad
1'sentido. Es como una isla en la vida que determina el inicio y el final de
acuerdo con unas nonnas propias. El viaje tiene un inicio y un find definidos;
y a pesar del caricter accidental, es decir de la extra-territorididad respecto a
la continuidad de la vida, el evento resulta conectado con el caricter y la identidad de qui€n lo vive, de su protagonista. Y esto sucede, como ha dicho Creorg
-in
Simmel,
cinan uvitzsten, dL ratimtaben L&atstcilvn illngreifendar Sinu und
in eina gehcinnianlla Notuendiglcil zusammenhdngt' (16) ['en un sentido amplio, trascendiendo, por una necesi&d misteriosa, la estrechez de los :rspectos
mis racionales de Ia vida"]. Un viaje, o una aventura, forman pane de nuestra
existencia, pero al mismo tiempo suceden fuera de la monotonfa de la vida.
Simmel destaca la existencia de una afinidad entre el aventurero y el artistaAmbos extr?en consecuencias de la experiencia percibida, sepanindola de
todo lo demis y dindole una forma autosuficiente, definida internarnente.
Ademis, el viajero nacila en su aventura: ve lo nuevo con ojos acostumbrados a
otras realidades y no puede sino medirlo segrin su experiencia anterior, de
modo que duda entre la sorpresa ante lo ex6tico y el recuerdo de lo f,amiliar,
el deseo de escapar y el de sentine preso de sus propias limiraciones culturales.
El viajero compara lo que ve, lo nuevo, con lo que fa conoce de su patria.
C.omo reza el v€rso memorable de Cavafis, 'La ciudad, alli adonde tri va)as, ir6
contigo". O como decia Azorfn: "I.o repetiremos: el paisal'e somos nosotros; el
paisaje es nuestro espfritu, sus melancolfas, sus placideces, sus anhelos, sus tirtagos". Pero esta comparaci5n es mucho m:is'cnigica'para el exiliado. En esta
operaci5n que vengo definiendo, de sustiruci6n de lo visto en el presente por
lo 1'a conocido en el pasado, juega un papel significativo el 'habitus', un concepto sociol6gico desarrollado por Pierre Bourdieu. El 'habitus'es el conjunto de esquemas de percepci6n, pensamiento, sentimiento, evaluaci5n, habla y
actuaci6n que estructura las manifestaciones expresirzs, verbales y pr6cticas de
una persona. El habitus es como un modus opoandi, tn'gmaetiac
principlt of
regulatedimprwisation' (78), gue adquiere un estaturo problemitico en el
exilio, puesto que se produce un choque con el nuevo entorno, por una l6gica
actitud de defensa fntima. Esto justifica que, como nor6Josi Luis Abelldn, una
de las caracterfsticasmds persistentesy sintomiiticas de la emigraci6n espaiola
sea el hecho de no olvidar sus rafces, su constante recuerdo del pasado y su
deseo de enlazar con las nueras generaciones espafrola5 (19). L,os espafroles
exiliados en 1939 apenas se integran, a diferencia, por ejemplo, de lo que hicieron los exiliados centroeuropeos en los mismos afros.7 El exilio aumenta la
agudeza de la percepci6n. Y ello se complica con una maniobra caracteristica
del riajero, el comparar lo nuevo con lo que dej6 atrds. Comparaci6n, en primer lugar, con su pasado. El viaje ha servido en muchos .rsos para constatar la
excelencia de la situaci6n personal <asa y pafr y la inutilidad de buscar alternatilas.
7 George Stciner ha indicado que el cambio de lengua en
lengua es un exilio mis
radicaf : "A gcal wila drivcn fom bnguage u languoge by social upluauol and aw k an apt
syntbollor tfu age ol tfu refugee.No ailz is mme radicd no lcat of odaptatiot and uu Elc aor
dnrnnding.'(lll-
UCEROS DE EQUIP/q{EEXIUO}'I:AJI
(19:iFl969)
EN I;t ESP,L\A PEn-E'CRINA
I0l
En el exilio aumenta la presi5n del imbito propio, perdido. Yprovoca todo
tipo de reacciones. Fij€monos en una coincidencia curiosa: las reacciones ante
la muene de Manole te. EUn hecho asf convoca el 'habitus' con todo su poder
unificador de la experiencia. Salinas se enrer6 de la muerte de Manolete durantc su viaje por Colombia, Ecuador y Peni. C,omo venfa de un pais anglosaj5n se sorprendiS inmediatamente de la fuerza que tenfa la noticia en aquellas
tierras:
Hay una afrci6n enonne a los toros. No deja de hac€rsemeraro que esto
de los toros sea uno, sino el mis fuene, de los lazosenue Espaia y esta
Amirica. (...) Ya ves,sumido en la Espaia c-s!iza,antcayeren las iglesias,
ayeren el culto a lo taurino. 3Qu€de cosasseven por esa tierra! (219)
Por las mismas fechas Max Aub escribi5 un artfculo en el que relacionaba la
muerte del torero con la de catorce republicanos fusilados en Carabanchel:
'Por fuera llora Lspana a su
torero sin mancha; por dentro se muerde el alma,
de rabia, por los catorce ftrsilados" (Hablo como hombre23). La atenci6n de
ambos escritores hacia la muene de Manolete prueba c6mo sigue riva en ellos
la atenci6n hacia la acrualidad de su pafs y de c6mo afecta la interpretaci6n de
los sucesosdel presente.
El lugar de origen, desde el que se inicia la aventura del liaje, y al que ruelve el viajero, influye tambi6n en la perspectira adoptada. Estos viajeros estin
fuera de su entorno. En efecto, Pedro Salinas y Max Aub viajan -podriamos
decir- con los ojos vendados, y s5lo ven lo que quieren ver, o lo que ya han
visto, en una maniobra de sustituci6n de lo que tienen ante s( por recuerdos
del pasado.Salinas se sorprende ante el modo de vida anglosajon. Despu€s de
un entusiasmo inicial, se sinti5 alienado, cada vez mi.s distante de una realidad
''!1o
inh5spita gue consideraba superficial:
observo todo esto como un tdtaj.,
me divierte a ratos, y a ratos, me aburre, y me encuent-ro un poco solo" (70).
'El
En Wellesley-un College femenine se sinti6 marginado:
hombre aqui es
una excepci6n rarisima, como el vestigio de una especie medio desaparecida"
(68), escribe no sin humor. e Por ello le es mis ficil reconocerse, reencontrarse consigo rnismo al viajar por pafseshispanos.
Salinas,aJ visitar Mixico, sinti6 tambi6n la necesidad de comparnr lo que
veia con las re alidades europeas <spaiolar
que habia dejado atr6s. L-aprimera impresi6n de la Am6rica hispana la tuvo en su visita a M6xico, en 1939.
Lleg6 a Qqadalzjxn en tren, desde C,alifomia. El viaje fue un desastre: en un
tren sucio, con un retrao de ocho horas y con p6rdida del equipaje: "En
suma"el retomo a lo hispinico,alaraza- (134), comentaba a su mujer, Margarita Bonmad. Pero al dia siguiente comenz5 a cambiar de opini6n:
Hay que raciar estaqsflabas4uadalajara- de recuerdos viejos, de casas
pardas,de ambientes6rdido,y luego llenarlascon caas claras,atm6sfera
alegrey sencilla,o impresionesnue\?s.Esuna operaciSnproustiana,y me
t El torero Manuel Rodrfguez'Manolete' (1917-1947)muri6 de una cornada en la
plaza de Linares en septiembre de 1947.
e Ver Gasc6n Vera, 'Hegemonia y diferencia: Pedro Salinas en Welleslel'C,ollege',
3v7.
r02
Er.iRJCBOU
RI{M. LrI (1999)
dan ganas de escribir algo sobre estc proceso de convertir un nombre de
una realidad en otra realidad. Porgue lo cieno es que esta Guadalajaxa,
esti vibrando de reminiscencia andaluzas, y en gran parte sevillanas.
(r35)
El viajero-turista tiende a comparar dos espacios coeti.neos, el de su pais de
origen y el del pais que visiu; el viajero-exiliado tiende a sustituir un espacio
por otro. Esta sustituci6n del espacio que ve en el presente por su propio espacio personal, imposible de ver o visitar, se complica arin mis cuando se intre
duce un efecto temporal, y se inuoduce el pasado, qu€ p€rtenece a la esfera
del recuerdo, por lo que tiende a aumentar Ia sensaci6n de perdida, inherente
a la situaci6n del exilio. Asf escribia Salinas:
Y empieza M€xico a operar sobre mi esa influencia espiritual deliciosa de
recordar lo visto y no visto, de volver a ver lo que nunca vi, y sin embargo
me parecehaber visto. (...) Yo me paseopor M€dco como por un jardin o
museo,miad del pasado,mitad del presente,donde cojo aqui una cosay
dli otra, que no cncuentro en otras panes. Pasadoen el presenrc,o pre'
senteen lo pasado,esaesmi impresi6nmexicana-(135)
I.a presencia de los nombres y la mezcla de espacios que 6stos generaban le
sen'fa a Salinas, adem6s, para inuoducir una reflexi6n de doble signo acerca
del tiempo. Por una parte, como viajero en el exilio efectfa la sustituci6n del
presente por el pasado, pero, tambi6n, por otra, subrala la diferencia entre la
noci6n de tiempo en el mundo anglosaj6n y en el hispano, como en un ejercicio de anuop6logo aficionado:
El pon'enir no existeaqui, para m(. Asi como en Am€rica, todo te esd ha
blando del maiana, todo esri tendido como un cabdlo galopante, hacia
el futuro, en M€xico no hay mis que dos riempos,curiosamenteentremezcladosen mi sensibilidad.Y eso es un gran reposodel alma. Nada urge,
nada aprieta, se puede uno enuegar a una especiede contemplaci6n aca la vez.(136)
tual 1'retrospectira
[.o importante aqui es que Salinas funde espacios con tiempos distintos a partir de la eufonia de unas palabras -top6nimor
que asocia con imigenes pristinas que tiene claramente identificadas con lugares geogrdficos concretos en su
pasado. El exilio impone una polisemia al top6nimo. El sitio que visita en el
presente llega a se4de alguna manera, el sitio aus€nte, lejano en el espacio y
en el tiempo. En el poema'Un espaffol habla de su tierra" Luis Cernu& escribi5 unos versos signi{icativos: 'Pensar tu nombre ahora/ Envenena mis sue.
ios" (3ll). Versos que condensan esta relaci6n dificil con los top6nimos que
experimenta el exiliado.
Al contraste entre el vivir literariamente de inc6gnito en los Estados Unidos, Salinas se sorprende ante "esta lluvia de curiosidad, de atenciones, d€ alabanzas, muy provinciana, claro, pero tan distinta" (202). A ella s€ surna la reacci6n del espafrol trasterrado gue se sorprende ante lo profundo de la huella de
sus antep;rsadosen el Nuevo Mundo:
(19361969)
DEEQUIPAJE:
D(IUOY\IAJEENIA ESP^iAPER,EGRTNA
UCEROS
I 03
Pero tanto en los tejidos como en los cacharros,sc revelauna concepci6n
del mundo y de la vida miglca, extrafia, infinirarnenrelejana de nosouos.
(...) Sali trznstornado, de la inmersi6n en esemundo. Figrirate,pasar de
alli, dos horas despuis, a Garcilaso,el Renacimiento,al mundo de las claridades,de lasformas puras,de la eliminaci6n de todo lo monstruosopor
frrerza del espfriru ordenador. Tremendo viaje que yo hice, ayer. Pcro
estasgentestienen los dos mundos denro, y no hay duda de que se debarcn del uno al otro rigicamente. Los voy conociendo mejor, y con mds
respeto.(220)
Esto le llela a valorar con mis profundidad la relaci6n entre los dos mundos y
a fijarse con mes detalle en lo que afrora de su mundo anterior.
El resultado casi l6gico de tanto riaje y deambular por realidades extraias
o que, a lo sumo, le recuerdan su lugar de origen es una proclamaci6n de fidelidad a los origenes, que se traduce en una afroranza del Mediternineo. Observando el Pacifico en California en 1939 puede escribir: T p sabes lo que es
eso para mf: el Mediterr6neo. Me declaro ciudadano del Mediterrineo. Claro
es que a este falso Mediterrineo le falta algo: la antiguedad de las cosas' (l l5).
Salinasaprende poco a poco a dibujar un paisaje idealizado de lo perdido, que
sulge ante las evocacionesde lasvisitas:'esos patios con jardines, paredes encaladas,jazmfn,palmeras, que me recuerdan nuestro mundo: desde Alicante a
Sevilla, por Argel, donde nos siguieron siempre esasflores, esos irboles, esos
muros blancos.- (148) A la larga, estos viajes generan otra obsesi6n, la de no
integrarse en el Nuevo Mundo y reconocer a cada paso las formas de su vida
ant€rior. Por ello quiere contemplar el mar desde un caf6, se alegra de hablar
a gritos en una tenulia, reconoce con alegria vocesy gestos,colores, en las calles de M€xico o Colombia (162,174,227).
En el ouo exuemo del exilio, cuando Max Aub volvi6 a Espafra en 1969
efecru6 maniobras parecidas, aunque de signo distinto. Aub tambi€n sustituye
lo que ve en el presente por sus recuerdos del pasado. Pero en su caso, mezcla
espaciosseparados por un dempo determinado, los 30 aios de su ausencia.
Por ello experiment6 una gran dificultad en reconocer la'realidad", es decir,
distinguir entre lo recordado y lo real: "esto que veo es realidad o esto gue me
figuro ver lo es. Esto que me figuro ver <sta figro- es realidad. Esto que veo,
Espana, es realidad. l,o que pienso que es, que debe ser Espaia, no es realidad" (122). Al visitar Barcelona escribe:'I-a ciudad alld abajo, como tantas
veces la he retratado. [a misma luz, id€ntico mar. Tambi6n yo, igual a mi
mismo. ;D6nde las canas?aD6nde los afros?Todo es ver sin verse a sf mismo.
Nunca se ve uno, los espejos engaian que es una barbaridad" (137). Y sinti6
'como
no sea la Gran
una gran angustia al no reconocer nada en Valencia,
Via' (144). Este problema de identificar y reconocer lo que ve durante el viaje
de retorno a su pafs se extiende, por contagio, a si mismo. Al presentarse al
'No
Rector de la Universidad de Valencia escribe:
s6 qud decir. No s6 c5mo
(156).
fui.'
El factor tiempo repercute
pres€narme. No s€ qui6n soy ni quiin
ve
y le sugiere una original
se
a
sf
mismo
en
los
espejos
en la forma en como
expresar
para
el
tiempo
pasado
en
el exilio:
fi5rmula matemitica
lQu€ tienen los espejosespaiolesgue no tengan los demds?Ignoro los
sccretosdel azogue.Peroexisten.Me veo mis viejo;cosaque a nadiedebe
104
ENRICBOU
nHl4 r.II (1999)
asombrar,pero no son s6lo ueinta aios. Hace mis tiempo: el tiempo multiplicadopor la ausencia.(5a2)
YaJuan Ram6nJim€nez expres6 en Datc'nado. Diario puzico el sentimiento de
la lejania en el exilio, y c6mo, por raz6n de la distancia forzada, se producia
una mezcla de tiempos, una especiede retorno a la infancia En'Tr6picojene
'l:
ral.
fuente de lajuve ntud'' escribi6:
En este tr6pico (Pueno Rico, Cuba, La Florida, etc.) mi vida ha sido, es
como un retorno a mi angustiosavidajuvenil de Andalucia Moguer radio
so y lamentable,imposible y gradsimo.la misma nostaljia de ajcnascarenciasideales,el mismo romanticismofaal y hueco de no sd qu6 concavi&d
monal contra el mar vacfo.(40)
El exiliado s6lo se reconoce en aquello gue no ha cambiado, puesto que ahi
tiene una insrj.ntanea del pasado y es un punto de referencia inexcusable para
comprobar el paso del tiempo a tmv€s de sf mismo. Allf puede asirsc a un pasado que controla.Josi Bergamfn escribi6 en Al aolua: 'El viajero que (...) rmelve
a ella despu€s de alguno o muchos aios de ausencia puede volver a encontrar
la Espaha de C'oya y Velizquez donde estaban, en el Museo del Prado <omo
pudo encontrarla fuera en la lectura de C.errantes, de Gald6s. Pero 4la encontrari en la vida espafrola, en la Espafra viva que esri viendo, oyendo, sintiendo?' (l*5). De forma parecida, Max Aub, entre las pocas cosas que reconoce
esri el Museo del Prado. Cuando lo visita, se da cuenta de que €l y el museo no
han cambiado. Gracias a la inmutabilidad del arte, consigue el 6nico recuerdo
que se ajusta a su percepci6n primera y original de lo gue era el pais que dej6.
l-a misma permanencia le aluda a notar el paso del tiempo:
Todo mis o menos lo mismo, dispuestoen orden distinto y con raz6n, los
cuadrosno engaian, si son como €stos:correspondena los recuerdosme.
jores. Tampocosorprenden,al no cnvejecerse conscnan iddnticos.(327)
El ane habla del pasado y se interfiere con el presente. Cuando Pedro Salinas
lisita el Metropolitan Museum de Nuelz York ve en los cuadros del Greco no
s6lo imdgenes de su pafs sino que los asocia de inmediato con episodios de la
guerra ciril espaiola (7ts6).
Una vez asentadosal otro extremo del viaje hacia el exilio, lcx;e"",i,t,r'i >i
plantean el problema de la integraci6n o la obsenaci6n. Ma,r Aub, como los
exiliados en Mixico y en otros paises de habla espanola, lo tenia rrtis ficil, pu.:r
to que no se sintiS forzado a cambiar completamente de cultura, de ahi el senti.
do de la expresi6n los "transterrados" que puso en bogaJos6 Gaos (177) al refe
rine al exilio. Para Pedro Salinas,Jorge Guill€n, incluso para Salnador Dalf, por
citar unos pocos ejemplos de exiliados en los Estados Unidos, la siruaci6n fue
muy distinta. Se produce m6s claramenre una situacirin de vivir'en el borde'
como referfa Jorge Guill€n en una carta a Am€rico Casuo: "no tenemos ni un
solo pelo de emigrantes de los que no son na& en su pafs y vienen a ser algo en
el otro C,ontinente". Reconocia Guilldn las inlluencias positirras de diversa fndo
';Qui€n
le:
no ha aprendido aqui mis de una lecci6n, desde el fregar los platos
con gusto hasta el llegar a las citas con puntualidad?". Y ariadia:
UCEROS DE EQUlP{l:
EXIUOY\'[AF
E]i tA ESPANAPEREGRINA(tgt&1969)
105
A pesarde odo, en el borde quedamos.Nunca creercmoscon tal ingenuidad en el progrerc, ni en el .rur46Jcomo clavede la edstencia, ni en un
'estilo de negocio', btsircrsJllc.No
pondremos los pies en la mesa,sino es
por afectaci6n;no nos quitaremos la chaqueta en cuanro lleguemos a
- c.9; durante 1256q6idrs no lomafemos caf6 desde el principio. (-No,
,*r.t1 No tenemos coche; tenemos radio, pero no creemos en ella; no
asistimos a panidos de basdalt, apenas oimos jazz; apenas bebemos
whisky.;Qr6 plenitud habri en esteborde? No companimos el lecho con
la hermosaindfgena...;Habremos pues de recurir a la elegia para situarnos y expresarnos?(JorgeGuilldn 1994)
En efecto, pafte de la razon de este vivir "en el borde- es la decisi6n radical del
exiliado de no querer integrarse. El viajero en el exilio, al no integrarse en la
sociedad que lo acoge, est6 exhausto, sin encontrar reposo en parte alguna.
Julio Ram5n Ribeyro en una anotaci6n de su diario evoca una par€tica expedici6n a Burdeos. Fue a dar un par de conferencias y se sintiS vejado por los retrasosy malentendidos con el priblico y los organizadores. Por ello escribe:
Esti bien que no me paguen nada por dar una o dos conferencias,asf
hable ante un muro, pero al menosgue no me cuesteplata sometermea
esaspruebasque nada me dan ) todo me quitan. (213)
Esta es una actitud caracterfsticadel exiliado: la prevenci6n ante lo que pueda
perder de sf mismo en conracro con una cultura extranjera. Y como resultado,
se afianza en su deseo de negarse a la integraci6n, perpetuando una vida en el
borde. Qpizi una de las mejores maneras de definir esta situaci5n es recurriendo a un concepto que proriene de la antropologia. l-a condici5n de liminar,
que como ha definido \4ctor Turner consiste en una etapa de "fuauixt betuetn-,
permite Ia suspensi6n de las norrnas habituales y vivir por encima de ellas, es
decir, estar entre lo uno y lo otro, y en ninguna parte de manera definitira. l0
El exiliado perpetua esta ambiralencia y tiende a virir en la liminalidad.
Salinas adopt6 actitudes de rechazo en dos Smbitos: el lingufstico y el de
las cosrumbres. Gntra el dicho de Juan Ram6n Jim€nez, 'yo no hablo ingl€s
para no esuopear mi espaiol', Salinas oponfa su'yo no hablo ingl6s para no
estrop€ar el ingl6s.' (Solita Salinzu 1976, 39). Fsto es el resultado de su actitud
defensa ante Ia lengua, que le provoca una constante subveni6n lingfristica,
tan caracterfstica del poeta: los sunr] oourses
eran'sorbetes", los Tntsbcs,'tra*
tos', y los mmtos,lo eran literalme nte.
'en
Max Aub, al vi4iar a Fspaia, se dio cuenta de su situaci6n
el borde". Su
texto esri notoriamente plagado de admoniciones y criticas a los espaioles del
'hab€is
presente:
hecho de Espana un conglomerado de s€res que no sakn
r0 La liminality es 'a motntnt of nupuioa ol nonal rulcs, a aossing of bund.arb and
dolating of nomts, that cnablzs us to undcntand thosc normq acn (or pznaps apcial$) wtvn
tb , Jhd, and, moucon either ta inrcrPorctc m rcjcct thcm-. Arnold Van C'ennep, Tfu Rita of
(1908). \ticror y Edith Turner han ampliado el concepto "thes!.a12
Passage
and fiocars oJ
nid-ttansition in a iu of passage.During tlu lininol Ptiod, tlu charactcristics of ttu Eminats
(tfu dlul wblects in this phose) are anbiguous, f- thq pass through a arltutal nalm that hos
latt or nov of tlu attributcs oJtlu past or cotning stalt. bminars an betuix! and hnrcn.' (249).
-_,;:--!q|*lfR:n
t06
EI\TICBOU
RHM. Llr (1999)
para qu6 viven ni lo que quieren, como r-rosea vivir bien. Franco ha hecho el milagro de conr€rtir a Esparia en una repriblica suramericana..' (140). Atacaba el
consumismo desenfrenado y escapista que, p:u:a su desesperaci6n, habia innadi
do todos los aspectosde la vida cotidiana:'Qrinielas, loterfa, fritbol. Ni un solda
do ni un guardia cMl. Abundancia, despreocupaci6n. Turistas, buenas tiendas,
excelente comida, el pais mis barato de Europa. 1Qu6 mis quieren? No quieren
mis' (130). Por comentarios de este calibre Santos Villanuera pudo escribir que
notaba una'cierta destemplanza no disimulada en los enjuiciarnientos' (137).
Pues precisamente es esta "destemplanza" lo que anima el libro y le concede esa
fuerza particular. No son recuerdos de nrrista, sino opiniones connrndentes de
alguien que s€ queja de lo mucho que ha (le han) cambiado su pais.
Aub reaccionaba con sorpresa ante las palabras nuevas: "Marisqueria', o los
cambios en las costumbres y en los escenarios de la vida cotidiana: )za no s€
oyen piropos por las calles, ya no hay tabernas (598), la gente no lee, atenta
s6lo a los chistes y al firtbol, los "snack-bars' (antes cafds) esuin invadidos por
"manadas de mujeres' (177). Por eso puede decir con dolor en una declara'No
ci6n a la prensa:
he vuelto, he venido" (8). Salinas, por su parte, sc niega a
acepurr determinados iconos de la cultura norteamericana como la Coca{ola
Cuando viaja a ltalia en 1949 recupera la'civilizaci6n', pero se sorprende ante
el alance de lo norteamericano en Europa:
He rrrelto a encontrar lo que hace 15 aios no vefa: las sibanas de baio,
inmensas;los cochesde punto; el vinagre de verdad, que sc saborea;las
pastasde almendrasdeliciosas;las mesillasde noche con suspreciorcs ori
nales.Es decir, la civilizaci6n. (...) I-o de la Coca{ola es verdad, por des
gracia, pero no con exceso,arin. Otro inconveniente: las bicicletas con
motor que pululan y meten un ruido infernal. Tambi€n es escasala luz
eldctrica.(245)
Como indic6 Andrds Soria Olmedo, a prop6sito de la correspondencia Guill6n'[.a
Salinas:
integraci6n en la vi& norteamericana (...) es m6s escasa.Por eso,
para ambos, el regreso a Europa tiene un aire de repatriacion" (23).Ypueden
prolongar la dicotomfa entre Nuevo y Viejo Mundo.
[-a pregunta gue persigui6 a Max Aub como un latiguillo mortifero -"€QF€
te ha parecido Espafra?"-, obtiene una respuesta contundente:'Pues bien: no
me ha parecido na&. iNo me parece nada! No tengo la menor idea de c6mo
es. Se me ha hecho un lfo del demonio' (395). Tanta reacci6n negativa ante lo
que ve repercute en un pesimismo que es el sustrato mis caracteristico del
libro. Ello genera imigenes como la del tfnel: 'Espafra se meti6 en un tdnel
hace treinta afros y sdi6 a otro paisaje. Desconocida, se desconoce' (321). O
cuando expresa unas razones definitilas p:rra no volver:
me parece que entre cielo y tierra existe aqui un enorrne colch6n, de lo
que sea,de aire, forrado de seda,de lana, de pluma, tanto d", que me irnpide respirar a gusto y que, desde luego, no me deja hablar. Me parece
que habloy no me oyen.(339)
El pesimismo pennea hasta el titulo del libro, en donde se concentran las
imigenes que expresan la desorientaci6n que siente, los cambios brutdes
ucERos DEEQUIpAJE:
EXTUOY\'I.AFENt,A'ESpAi{ pERr.cruNA(193,6t969)
107
que nota. L.a "gallina ciega- se relaciona con C,oya,pero no el del juego que
recoge un tapiz, sino el de los grabados, la oscuridad completa, 'anublados
cl juicio y la raz6n'. Y afrade: "Hablamos de dos mundos distintos. Al fin, yo
soy la gallina muerta, desplumada, colgada en el mercado comrin. (...) Mi
idea era que La gaAina cbga era Espana no por eljuego, no por el cart6n de
C'oya,sino por haber empollado huevos de otra especie..." (5934). Como escribiera en la conuaporrada de la edici6n mexicana: 'Quizd la gallina ciega
soy yo y Espana siempre fue asi y no s6lo hace treinta y tres afros'. Expresi6n
grave de la idendficaci6n con el viajero de ojos vendados a que aludfa mis
arriba.
Ciertamente Aub cumple el destino moral que Theodor Adorno relaciona
en Minima Mmalio con la situaci6n del exilio: 'Es parte de la moral no senrirse
en casaen su propia casa.' (39). El final del libro de Max Aub es de un intenso
pesimismo, puesto que se da cuenta de que el exiliado no puede volver: "Regres6 y me voy. En ningrin momento tuve la sensaci6n de formar pane de este
nuevo pais que ha usurpado su lugar al que estu\.oaquf antes' (59C7). Porque
este es el destino del l'iajero en el exilio que se atreve a volver a su tierra: se encuentra con las manos rracias.
El viaje en el exilio es un viaje de dos direcciones: de ida o separaci5n y de
welta o incenidumbre. Decfa Gracidn: 'cuando los ojos ven lo que nunca lieron, el corag6n siente lo que nunca sinti6" (77). Verdad cargada de resonancias para quien sale de riaje, pero que adquieren un sentido tr6gico pan guien
viaja empujado por el exilio, porque los viajeros desde el exilio buscan lo que
han perdido. Pedro Salinasy Max Aub viajan y buscan sin encontrar lo que dejaron en Espana. Se produce en ambos casosuna (con)fusi6n de espaciosy de
tiempos en la mente de los viajeros-cronist^s.Como decfa Crist6bal Suirez de
Figueroa en El pasajao: "los que discurren de tierra en tierra en vano se
mudan, por llerar enfermo el inimo y antojadiza la voluntad, imitando al
imin, que jam6.spierde de rista el norte, de quien es atrafda" (Bergamfn, E/pasajooS).
Pedro Salinas,mds cerca de Plutarco, se enriquece en su visi5n de las Am6ti.at y a la larga afecta a su propia obra de ensayista y creador. Max Aub cons.
tata la mutabilidad del recuerdo de su visi6n de Espafray con preguntas inquisitoriales molesta a sus interlocutores con una opini5n inconformista; desde
una posici6n cercana a Ovidio, 'llora" por lo que ha perdido y ha cambiado, y
asf sucede en buena parte de su obra de exilio. Salinasy Aub salieron, sf, 'ligeros de equipaje", pero voh'ieron -a la literatura- cargados de libros. Max Aub
transfigurado en Mis Arin, Pedro Salinas, por su parte, con cajones repletos de
libros a la espera de editor.
la Espana peregrina busca formas de retorno a la patria, es decir, comple.
tar el ciclo del peregrinaje, pero en el camino asume una nue!? condici6n del
yo, una condici5n, que por esa situaci6n de partida -"ligeros de equipaje'-,
afecta a la sustancialidad de la experiencia. El viajero en el exilio pugna por
ver lo que no hay. Recordando la frase de Maria Zambrano: "librado a la visi6n, proponiendo el ver para v€rse; porque aquel que lo vea acaba vi6ndose".
Y descubre nuevos mundos. O recovecos desconocidos de su propio ser. El
viaje resulu, pues, eufemismo para los intentos de retorno, Iisicos o mentales.
Tiempo y espacio adquieren durante el riaje en el exilio una dimensi6n nuera-
r08
ENnic 80u
RJ{M, LII (19{x))
El riajero no a\ra.nza,no se mueve, y si lo hace es para situarse no en un nuevo
espacio real, sino para inventar uno imaginario, mental, que le trasla& al
:
tiempo anterior al exilio.
ExrucBou
BRolrr UNnE&9rry
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