VIVENCIAS ALEX SOTO - Tecnotrend

Transcripción

VIVENCIAS ALEX SOTO - Tecnotrend
VIVENCIAS ALEX SOTO
Por Marisol Pérez Servín
“Cada vez que volteo a ver al mundo, puedo ver las líneas de código que están
detrás de él.”
Alex Soto
Nacido en San Luis Potosí, radicado en Irapuato por varios años, pero adoptado por
León, David Alejandro Soto García, mejor conocido como Alex Soto se declara un
enamorado de su familia y de la programación.
La vida y sus momentos inesperados convirtieron a Alex en un Lasallista. Estudiante
de la Maestría en Tecnologías Web y Dispositivos Móviles, y egresado de la
Licenciatura en Tecnologías de la Información, por parte de la Universidad De La
Salle Bajío, Alex ha descubierto en su caminar que es permitido hacer posible lo
“imposible”.
“Desde que entré a la carrera le di rienda suelta a mi gusto: programar. Y con ello,
la pasión constante de aprender y aprender, tomar retos nuevos […] Cuando
llegué a la Universidad me encontré con maestros como Enrique Aguilar, quien me
abrió las puertas y me cambió el paradigma de que había un mundo más allá de
una oficina...”
Durante su niñez, Alex se declaraba introvertido, pero eso sí, con el gusto latente
por el juego. A los 5 años de edad tuvo su primera consola. Y mientras ese recuerdo
viene a su mente, una sonrisa aparece en su rostro. Hoy, a sus 26 años, continúa
jugando. Gusto que comparte con sus hijas, convencido de las bondades que este
tipo de actividad representa para el desarrollo de la lógica y el manejo del inglés.
Y precisamente, entre sus anécdotas, cuenta que su principal conflicto con los
videojuegos era que no entendía el idioma inglés. Su frustración fue tal, que tomó
un diccionario y lo convirtió en parte importante de su estrategia, pues cada palabra
era buscada, hasta que logró entenderlo y, por supuesto, venció al “enemigo”.
La fascinación que Alex encuentra en la programación es que se puede aplicar en
cualquier ámbito y eso, finalmente, ayuda a resolver los problemas del día a día.
“Cuando salí comencé a trabajar en una oficina de gobierno. Y aunque estaba
haciendo lo que me gustaba, me sentía atorado, no me dejaban innovar. Se me
presentó la oportunidad de trabajar en una empresa Norteamericana de manera
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remota, desde casa. Trabajo cierto número de horas al día, dependiendo de cómo
me sienta. Tengo esa libertad. Fue un gran reto darme cuenta de todo lo que
tenía que seguir aprendiendo.”
Actualmente, trabaja para Xamarin, comprada por Microsoft. La magia de esta
empresa, según sus palabras, es que se puede tomar un solo lenguaje de
programación y hacer una aplicación para diversos sistemas operativos como iOS,
Android, Windows Phone. Es decir, con una sola base de código es posible abarcar
todas las plataformas.
“Cuando entré en Xamarin comencé a hacer componentes reutilizables para otras
personas. Mi sueño era entrar al equipo de iOS. Este equipo trabaja en el producto
para que puedan hacer aplicaciones para estos teléfonos. Realmente yo me veía
ahí en unos 5 o 6 años, ya que se requiere un conocimiento técnico muy amplio.
Lo logré al año. Fue una oportunidad que me dio mi jefe y la aproveché.
Al principio yo sentía que era el que menos sabía de ahí, y sigo aprendiendo.
Somos seis personas quienes estamos en ese proyecto. La oficina principal de
Ingeniería está en Boston, pero ahí no hay nadie del equipo iOS, que es
multidisciplinario y multicultural. Este equipo lo conformamos compañeros de
Canadá, España, Francia, Estados Unidos y yo, acá en México.”
La oportunidad laboral, sin lugar a dudas ha sido invaluable, pero Alex ha sabido
responder con profesionalismo y entrega. Sin embargo, la mayor riqueza que ha
encontrado en este andar ha sido conocer diferentes maneras de pensar, y reforzar
que hay mucha humanidad allá fuera, que hay gente que te extiende la mano
simplemente por el hecho de quererte ayudar, a pesar de que en ocasiones
pareciera que es más fácil creer lo contrario.
Conocedor de que no todo está dicho y en el entendimiento de lo cambiante que es
la industria, se declara creyente de Dios, depositando en él una confianza absoluta.
Moviéndose siempre bajo la premisa de vivir el día y disfrutar a su familia.
Convencido de que si se hacen las cosas bien, indudablemente, entonces, te irá
bien.
Más que ver con un dejo de incertidumbre los pasos agigantados sobre los que se
mueve la tecnología, los ve como una oportunidad de trabajar en una diversidad de
caminos.
“Tenemos acceso a cierta tecnología que todavía no está en el mercado y
podemos darnos cuenta hacia dónde va. Por ejemplo, el desarrollo móvil no es lo
del mañana, es lo del hoy. Lo del mañana es el Internet de las cosas.
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En menos de 10 años estaremos viviendo ya como algo cotidiano el Internet de las
cosas. Esto prepara el camino para que se pueda tener conexión a dispositivos
que no necesariamente sean teléfonos, como lentes o relojes.”
Sin embargo, Alex sabe que todo progreso lleva consigo un riesgo. El Internet de
las cosas, señala, puede llevarnos a un nivel máximo de flojera e inactividad,
traducido también en complicaciones de salud, donde la vida se podría desenvolver
a través de una pantalla.
Con la conciencia clara sobre esta contingencia, recuerda la responsabilidad que
tiene ante la sociedad, teniendo siempre presentes a sus hijos, pues el día de
mañana ellos se verán impactados por lo que se haga el día de hoy.
“En mi oficina, en la pared de enfrente tengo todos los dibujos que me han hecho
mis pequeñas. Cuando tengo un día malo, veo hacia la pared y es lo que me
ayuda a seguir.”
A pesar de estar tan cercano a los avances tecnológicos y ser promotor de ellos, no
ha perdido la capacidad de sorprenderse. Tal como le ocurrió cuando vio los
prototipos de carros que ya pueden volar o los drones que servirán como
repartidores.
Tan agradecido como está con las oportunidades obtenidas, en la docencia
encontró un medio para poder retribuir lo que ha su vida ha llegado.
“Me gusta enseñar lo que sé, el conocimiento no es para quedárselo uno, el
conocimiento es para compartirlo.”
Finalmente y recordando sus tiempos como estudiante, Alex recomienda
aprovechar esta etapa, “exprimir” tanto como se pueda a los docentes para explotar
todo el conocimiento que te puedan dar, tener un “hobby” que te aliente en esos
días malos e invertir en uno mismo.
“Yo no voy a trabajar, voy a jugar. Me gusta mucho mi trabajo porque puedo
experimentar, puedo hacer y, al mismo tiempo, resolver problemas.”
Así, con total sencillez, Alex Soto nos abrió las puertas de su vida, recordándonos
que los retos a los que nos afrontamos en el día a día, siempre son contra nosotros
mismos.
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