Aprendiendo de Lance Armstrong

Transcripción

Aprendiendo de Lance Armstrong
Aprendiendo de
Lance Armstrong
Mucha gente, quizás, conoce a
Lance Armstrong, el gran ciclista
norteamericano que ganó siete veces
(1999 – 2005) el Tour de Francia, la
prueba deportiva más desgarradora
sobre la faz de la tierra: 3.700
Kilómetros, en dos semanas, de
lluvia,
frío,
calor,
espinadas
pendientes, curvas cerradas y
competidores de primera línea.
No pretendo hablar de ciclismo,
sino de cómo este ser humano ganó
la increíble prueba de su vida:
Superar un cáncer testicular, con
amplia metástasis en los pulmones, esterilidad y cáncer en el cerebro. 90 por
ciento de probabilidad de muerte, con tan solo 25 años de edad y todo un
prospecto como deportista de clase mundial.
Una máquina humana, con una capacidad devastadora para inhalar oxígeno,
mínima producción de ácido láctico (se recuperaba muy rápido de la fatiga
muscular, con mínima generación de dolor y desgaste) y una fuerza
descomunal en sus piernas. Soportaba más presión física que la mayoría de
las personas y se cansaba menos que el promedio. Pero, el 02 de Octubre de
1996 se le diagnóstico cáncer, una sorpresa inesperada en su vida. El mismo lo
describió así: “Se me diagnosticó la enfermedad el miércoles, me operaron el
jueves, salí del hospital el viernes por la tarde, doné esperma el sábado en la
mañana, tuve una conferencia de prensa el lunes para anunciar al mundo que
tenía cáncer testicular y empecé la quimioterapia el lunes por la tarde. Ahora
era jueves y resulta que tenía cáncer en el cerebro”.
El 13 de Diciembre de 1996 recibió el último (y cuarto) tratamiento de
quimioterapia, y es aquí donde comenzó su verdadera carrera, la que quiero
contar. Deseo compartir una serie de párrafos, frases, pensamientos y
anécdotas, de este increíble atleta, que sé enriquecerá muchas otras y, de
seguro, será ejemplo para otros que a pesar de su condición, (física o mental)
el mundo está esperando su huella.
“Quiero morir a los cien años de edad, cruzar una línea de meta y luego
tumbarme en un campo de famosos girasoles franceses y expirar con
elegancia. Es decir, la antítesis perfecta de la patética muerte que un día me
anticiparon”. Una muerte lenta
no es para mí, porque yo no
hago nada despacio, ni siquiera
respirar”.
“Siempre he estado decidido
a encontrar algo en lo que
pudiera destacar sobre los
demás”.
Dos mensajes clave que la
mamá de Lance, Linda dejó en
su vida: El primero, “Si vas a llegar a alguna parte, tienes que hacerlo tú solo,
porque nadie más va a hacerlo por ti”. El segundo, “Convierte cada cosa
negativa, en algo positivo”.
En Junio del 98 regresó al ámbito competitivo, y allí comenzaron a suceder
cosas muy buenas en su vida: Ganar en 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004 y
2005 el Tour de Francia. “Si podía moverme es que estaba sano”.
“Mi definición preferida de humano: Rasgo de las personas que las
diferencia de Dios, los animales o las máquinas como seres especialmente
vulnerables ante las debilidades, y que sin embargo saca a la luz sus mejores
cualidades”.
“Las probabilidades médicas no pueden tener en cuenta lo desconocido. No
hay una forma exacta de calibrar las posibilidades de cada persona, ni
deberíamos intentarlo, porque jamás podremos ser exactos, y eso privará a la
gente de su esperanza. Y la ESPERANZA es el único antídoto contra el
Miedo”.
“Siempre decidí “NO” permitir que el miedo anulase por completo mi
optimismo. Algo me decía que el corazón nunca debe estar gobernado por el
miedo, así que decidí dejar de sentirlo”.
“Nuestro pasado no moldea, tanto si nos gusta como si no. Cada relación y
cada experiencia pasadas tienen su propio efecto sobre nosotros y nos va
dando forma, de la misma manera que el viento moldea los árboles en la
llanura”.
“Somos mucho más fuertes de lo que imaginamos, y la capacidad de creer
es una de las características más valientes y perdurables del ser humano.
Creer, cuando a pesar de todo sabemos que nada puede resolver la brevedad
de la vida, que no existe cura para nuestra mortalidad esencial, ahí reside una
forma de valentía”.
“Lo que uno aprende al
sobrevivir es que cuando se
acaban los gritos, cuando se
recupera el desánimo y la crisis
personal, cuando uno ha aceptado
el hecho de la enfermedad y
celebrado la recuperación de la
salud, las viejas rutinas y hábitos,
como afeitarse por la mañana, ir
al trabajo, amar a la esposa o
criar a los hijos… Todo ello son
hebras
que
componen
la
estructura a lo que llamamos
VIDA”.
“Cuando la mente habla, el cuerpo escucha. Nosotros mismos somos quienes
nos encargamos de convencernos de triunfar o fracasar en el juego de la
vida”.
“El único límite para nuestra futura realización serán las dudas de hoy”.
“Cuando uno espera lo mejor, libera una fuerza magnética en la mente que
por la Ley de la Atracción tiendo a atraer lo mejor de uno”.
“Mi estilo personal es buscar señales de vida”.
“Pero la proximidad de la muerte rompió todos mis esquemas, y tras esa
desgracia llegó una comprensión que ilumina y estimula: el tiempo que
disponemos es limitado, de modo que más vale que cada mañana me levante
fresco y sepa que tengo sólo esta oportunidad para vivir a tope el día que me
ha tocado, y forjar con mis días la cadena de una vida plena de acción y de
propósito”.
… “El 2 de Octubre de 1999 celebré mi tercer aniversario desde que me
dieron el diagnóstico de cáncer, y lo bauticé como Día de Carpe Diem, que
significa <Aprovecha el momento >”.
El único día fácil fue AYER…
Artículo publicado el 26 de Marzo del 2006, en la Revista Paréntesis, del
periódico El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año VII N° 289
La vida como una
matemática
Hoy es un día para actuar,
para decidir, para construir…
quizás como todos los días del
año, pero hoy es más
especial… Estás vivo y deseas
triunfar…
Hace poco me puse curioso
con la matemática de la vida. Vale la pena verla desde los números, para a
veces reaccionar.
Me proyecté en 90 años de vida y noté que solo serían 4.680 semanas.
Esas 4.680 semanas se transforman en 32.760 días, es decir, 4.680
Lunes… 4.680 Martes… 4.680 Miércoles… 4.680 Jueves… 4.680 Viernes…
4.680 Sábados… 4.680 Domingos, sólo eso, quizás días más o días menos.
32.760 días por 24 horas, resultaría en una vida de 786.240 horas. Ni
siquiera con las 39 semanas de embarazo (6.552 horas) estaríamos cerca
del millón de horas.
Un día tiene 24 horas, de las cuales dormiríamos 8 horas por día. Ese
promedio incluye las muchas de más que dormiríamos de bebé, niño y
adolescente… y las de menos en trasnocho de adulto. Esto reduce el día a
sólo 16 horas de vida útil, lo que proyecta a la vida en tan solo 524.160
horas. Mientras vivimos, el 33,33 % se nos va en dormir… ¡qué curioso!
Quiero introducir un cuestionamiento al número definitivo de vida, que
realmente vivimos: 524.160 horas. ¡De allí viene mi curiosidad!
¿Cómo las aprovechamos o cómo las desperdiciamos?
Aprovechar o desperdiciar es una actitud, una decisión, cuestión de
sabiduría. Veamos por qué.
Hay mucha gente que desea sin hacer… que critica sin actuar… que
proyecta sus miedos sin arriesgar… que se angustia sin trabajar… que
espera sin involucrarse… y que sueña que la vida sola se va a arreglar. Pensar
de esta manera tiene algunos dividendos negativos, no sólo para el éxito de
cualquier persona, sino también en la matemática de la vida.
Hagamos una proyección…
Según mis investigaciones, basadas en promedios que involucran a mucha
gente, nos pasamos restando la vida en minutos, sólo pensando y no
actuando, sólo suponiendo y no haciendo. Quiero demostrarlo usando algunos
de mis parámetros, sólo proyectados para un día.
La gente invierte en criticar unos 60 minutos, por día.
En ansiedades, angustias y melancolías unos 25 minutos.
En Odiar y mantener rencores y
remordimientos, unos 15 minutos, al
día.
En ponerse bravo, molestarse (hasta
arre…) unos 100 minutos.
En pensar en miedos y temores, unos
20 minutos al día.
En pensar en pasados malos, unos 18
minutos.
En pensar lo que podía haber pasado
y no pasó, unos 22 minutos, al día.
En sentirse desmotivado, sin deseo, retraído y con baja estima, hasta 60
minutos.
En esperar a esperar a esperar, unos 30 minutos.
En pensar que nada pasará y así obtener un mejor futuro, unos 40 minutos
al día.
Si sumamos todos éstos parámetros, el resultado nos daría un total de
390 minutos, es decir, 6 horas y media diarias, que desperdiciamos en vida.
Si a esto agregamos el tiempo que trabajamos (un promedio de 8 horas), es
decir, 480 minutos, nos queda un resultado sobre el cual vale la pena
reflexionar: Sólo 90 minutos al día para, realmente, disfrutar, gozar lo que
tenemos, compartir con nuestros seres más queridos y sentir la única vida
que tenemos.
Sé que está pensando que soy un exagerado, que no es su caso, que no le
corresponde este resultado. Pero ¡Ojo!, a lo mejor no es el suyo, pero sí el
de otros… Y también le aseguro, que algunos minutos de su vida si se lo
dedica a los parámetros aquí señalados.
La idea no es alarmarlo, pero si producir una interesante reflexión… Sólo
vivimos instantes, minutos realmente intensos, pocos días acumulados de
felicidad y vida.
¿Y entonces? ¿Qué pretendo con estas palabras? ¿Cuál es mi
exageración?
Quizás muy poca, sólo producir en ti una profunda reflexión…
Si los números no mienten, a ¿qué vinimos a esta vida? ¿Por qué no
reaccionamos? ¿Creo que es mejor involucrarnos en el porvenir de cada
minuto neto que realmente vivimos? ¿Creo que si todos nos comprometemos
en lo que realmente deseamos ver, crear y disfrutar, muchas cosas buenas
pronto vendrán?
Al hacer esta reflexión, concluyo diciendo que…
Me gusta la gente que toma en sus manos el destino de su vida.
Me gusta la gente que no espera que las cosas se arreglan solas.
Me gusta la gente que se levanta bien temprano a definir el rumbo de sus
pasos.
Me gusta la gente, que sin
vacilación, sin temor, toma el control
por el mango y oprime los botones
correctos de su porvenir.
Me gusta la gente que encuentra el
rumbo enalteciendo la belleza de todo
cuando le rodea.
Me gusta la gente que procura ser
sincero consigo mismo.
Me gusta la gente que nunca olvida que el mañana se levanta sobre la base
del hoy y que sabe que no existen más límites que sus propios sueños cuando
los ve cristalizados frente a sus ojos.
Me gusta la gente que busca la belleza cuando muchos la desperdician. La
gente que sostiene la virtud cuando otros alaban el vicio.
Me gusta la gente que valora la vida cuando otros parecen trabajar a
favor de la muerte. Que fomentan el amor en vez del odio. Que son
valientes en un mundo débil.
Me gusta la gente que aprecia el trabajo por encima del ocio. Que
desarrollan la voluntad por encima de los instintos. Que perseveran en la
condición de ser humano a pesar de las circunstancias adversas, que tienen
fe cuando todos dudan.
Me gusta la gente que se arriesga a definir, que se atreve a cambiar por lo
que cree y mantiene esa convicción hasta verla hecha realidad.
Me gusta la gente que contagia optimismo en progresar, en transformar
realidades, en producir resultados positivos para un país.
Me gusta la gente que le demuestra a su familia que son héroes,
hacedores de un mejor porvenir.
Me gusta la gente que decide, que suma, que demuestra, que contagia, que
refleja brillo y resplandor.
Mira a tu alrededor ¿Qué ves? Mucho es un reflejo de tus propias
creencias y expectativas. Todo lo que experimentas pasa primero por el
filtro de tu actitud ante la vida. Es por eso que una persona puede ver
belleza y oportunidades en la misma situación en la que otra sólo ve
desesperación y falta de posibilidades.
Los defectos que ves en los demás son, de alguna manera, también tuyos.
Si así no fuera, no podrías reconocerlos o comprenderlos. La belleza que ves
en los demás también está dentro de ti. Porque la belleza no está
únicamente en la persona u objeto que se percibe, sino también en quien la
percibe.
El mundo que te rodea es un espejo y, cuando pones tu mejor cara frente
a un espejo, lo que ves te agrada. Ten la firme expectativa de vivir en un
mundo de belleza, bienestar, progreso y oportunidades… y allí es
exactamente donde estarás.
Si quieres tener el mar, contémplalo, y abre tus manos en sus aguas y todo
el mar estará en ellas; porque si cierras tus manos para retenerlo, se
quedarán vacías.
Artículo publicado el 09 de Diciembre del 2007, en la Revista Paréntesis,
del periódico El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año VIII N° 378
La Torre Eiffel, un ejemplo de persistencia
A veces las mejores ideas
tienen que pasar por las
peores pruebas de la opinión
ajena.
Esta historia es una más
de ellas.
La Torre Eiffel es una
estructura diseñada por el
ingeniero francés Gustave
Eiffel, en ocasión de la
Exposición
Universal
de
1889 en París. Se erigió en dos años, dos meses y cinco días. Mucha gente
hoy se siente admirada y atraída por esta obra, pero la realidad de su inicio
e historia es digna de contar.
Construida en controversia con los artistas de la época, que la veían como
un monstruo de hierro, se considera hoy el símbolo indiscutible de Francia y
de la ciudad de París en particular, siendo el monumento más visitado del
mundo (más de 6 millones de turistas disfrutan de su belleza).
Veamos algunos datos interesantes de su historia…
La estructura comenzó a construirse en 1887 para que sirviera como arco
de entrada a la Exposición Universal, una feria mundial organizada para
conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. La torre se inauguró el
31 de marzo de 1889 , y fue abierta al público el 6 de mayo de ese año.
Cerca de doscientos trabajadores ensamblaron las 18.038 piezas de
hierro forjado. Debido a la proximidad del río y a la naturaleza del subsuelo,
sus cimientos tienen, en cada uno de sus cuatro apoyos, una profundidad de
unos 30 metros. Cada una de sus cuatro patas descansa sobre ocho gatos
hidráulicos, por lo que se puede considerar que en realidad la torre tiene 32
patas.
A diferencia de los rascacielos modernos, la torre posee una estructura
visible, con sólo dos plataformas intermedias y un mirador superior.
La torre no es idea original de Eiffel. Fueron sus dos manos derechas
ingenieros, como lo indica una placa en la tercera estación de la estructura,
Maurice Koechlin y Emile Nouguier, quienes le plantearon la idea a Gustave,
quién la aceptó después de un primer rechazo y, luego de, modificaciones
importantes que realizó un arquitecto de nombre Stephen Sauvestre. Esta
anécdota de la historia demuestra la humildad de este hombre, en
reconocer en su equipo la grandeza de la idea.
Luego de él estar convencido del proyecto, presentó primero su idea de la
torre a los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, para que se
construyera en esta ciudad con motivo de la Exposición Universal de
Barcelona (1888). Pero a los responsables del ayuntamiento barcelonés les
pareció una construcción
extraña, y cara, que no
encajaría en la ciudad. Tras
la negativa del consistorio
barcelonés, Eiffel presentó
su
proyecto
a
los
responsables
de
la
Exposición
Universal
de
París, donde se erigiría un
año más tarde, en 1889.
Éstos aceptaron construir la
torre, pese a que en
principio pensaron que la tendrían que desmontar una vez acabada la
exposición. Sólo la voluntad popular evitó que se derribase.
Según la temperatura ambiental, la cúspide de la Torre Eiffel puede
acercarse o alejarse del suelo unos ocho centímetros, debido a la dilatación
térmica del metal que la compone. De acuerdo al sitio oficial del monumento,
para alcanzar la cima hay que recorrer 1.665 escalones (y no 1.792, número
que algunos toman por cierto en alusión al año de la instauración de la
Primera República Francesa).
Cuando fue construida era el monumento más alto del mundo, con 300
metros de altura. Estaba previsto que la torre alcanzase los 350 metros de
altura, pero los vecinos se alarmaron por la amenaza de que un edificio tan
alto y construido sin apenas piedras pudiera caerse, y se manifestaron,
provocando un cambio de planes
Se considera que, aproximadamente, la mitad de las uniones con las que
cuenta la estructura (mediante roblones) están realizadas por motivos de
seguridad, es decir, que la torre se mantendría en pie aunque fallara la
mitad de las uniones entre sus piezas. Esto garantizó desde el principio la
fiabilidad de la Torre.
En la primera década del siglo XX, los parisinos mostraron su descontento
con la Torre, que llegó a tal punto que el gobierno dio la orden de su
demolición. Pero su grande y potente antena la salvó de su destrucción, ya
que recibía ondas de radio alemanas, en la Primera Guerra Mundial, lo cual
sirvió de gran ayuda a los aliados.
Como podemos concluir hasta el momento, esta torre puso a Gustave
Eiffel a prueba en muchos campos, sobre todo en el de la persistencia. Pero
quiero destacar algunos comportamientos y posturas actitudinales hacia esa
persistencia que son dignos de hacer valer y nunca olvidar, porque siempre
harán falta para cualquier
proyecto
que
quieras
iniciar:
- Siempre hay que
insistir a pesar del
cansancio.
- Hay que intentar
hasta llegar a lo
imposible.
- Debes aprender y
hacer
todo
lo
posible, por buscar
todos los caminos
que
puedas
encontrar.
- Es muy fácil detenerse. Hay que evitar que te desanimen a pesar de
cualquier circunstancia.
- Tienes que aprender como contagiarte para animarte.
- El desánimo lo debes convertir como un impulsor para seguir hacia
delante.
- Tienes que ver con inspiración y valentía muchas derrotas como
temporales. Dar la vuelta a cada obstáculo.
Este hombre también dependió de otra habilidades dignas de tomar
como ejemplo:
- Siempre supo rodearse de excelentes aliados.
- Cuando planteaba sus ideas, siempre buscó ver oportunidades que
pocos veían.
- A veces se hacía el sordo, cuando todo el mundo le decía loco, por las
ideas que quería llevar a cabo.
Esta lección de Eiffel no es sola una enseñanza, más bien es una receta
que podemos compartir en la familia, en la escuela, en la universidad, en la
empresa, en la vida, para triunfar y cosechar éxitos. Depende de ti ponerla
a prueba.
Artículo publicado el 18 de Mayo del 2008, en la Revista Paréntesis, del periódico
El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año IX N° 401
El tiempo nunca espera a nadie
El tiempo es como
la calidad de tus
recuerdos…
Esta
expresión,
sabia
en
su
composición, la he
escuchado un sin de
veces en películas,
libros
y
conversaciones.
Escribo hoy sobre
ésta expresión, ya que últimamente he visto y escuchado a mucha gente que
se la pasa sufriendo por algo o que busca algo por que sufrir. También a
mucha gente que se la pasa esperando a esperar, como que algo le caiga del
cielo. También observo mucha gente quejándose por algo, con razón o de
gratis, pero haciendo muy poco, trabajando, por solucionar o minimizar esas
quejas. También veo profesionales que culpan a otros por los males propios y
ha muchos hablando demasiado para lo que hacen. En fin, mucha gente que le
gusta que el tiempo le pase gratis.
El tiempo no espera a nadie. Todas éstas personas, quejonas, negativas,
habladoras de pistoladas, culpadores especializados, esperadores
profesionales… tienen razón. Tienen la razón, porque inventan su propio
mundo, donde la exageración, el poco involucramiento (si es que lo hay), la
dejadez, la frialdad, la comodidad, son protagonistas en sus vidas. Tienen
todos los papeles de la película, el de Director, el personaje principal, el de
reparto y hasta los dobles. Por eso tienen la razón. Pero, también, deben
saber que el tiempo nunca espera a nadie.
La razón, y única causa, por la que el tiempo no espera a nadie, es porque
“el tiempo” está para los que sí hacen algo productivo, por sus vidas y la de
los demás; se arriesgan a conseguir lo que persiguen; buscan cambiar y
mejorar las cosas; contagian a otros a ser más; consiguen lo que se
proponen; sueñan con la cabeza pero con los pies en la tierra.
El tiempo es como la calidad de tus recuerdos. Como sea la calidad de
tus recuerdos, en esa misma medida se podrá determinar la pureza del valor
de una onza de ese tiempo.
Como el tiempo no espera a nadie, es recomendable activar algunas
acciones en la calidad de tu vida. Por eso es tiempo de Actuar, Olvidar,
Darte Cuenta y Amar.
Tiempo de Actuar…
Hoy es el momento para decidir y mantener tus preceptos y valores como
ser humano de progreso.
Hoy es el momento
de iniciar esa gran
idea que comienza con
la valentía de un
primer paso y la
rebeldía de afrontar
sus miedos y temores.
Hoy es el tiempo de
hacer eso que desde
hace
tiempo
has
postergado, dejándolo
para algún día.
Hoy es ese tiempo
para sentir, oler y ver
el horizonte que tienes vs. el horizonte que anhelas.
Si las cosas están como están, en algo seguro tu tendrás mucho que ver.
“Es mejor sentir un kilo de rabia por algo que no funcionó, que un gramo de
frustración por el sentimiento que invade el no intentar nada, sobre todo,
sabiendo que podrías o puedes”.
Hoy es ese día…, por eso el tiempo nunca espera.
Tiempo de olvidar…
Hoy eres lo que decidiste y no hiciste ayer. Para olvidar, una buena
decisión es cambiar. Hacer algo mejor, que anule lo que no puedes quitarte
de la cabeza.
Hoy puedes decidir enterrar las sombras del pasado. Esa sombra cuya
oscuridad no existe (por lo menos yo nunca he visto la sombra del
pensamiento de alguien).
Hoy es bueno perdonar, para que ese pensamiento te deje avanzar, alivie
la carga invisible que muchos a veces llevamos. Cuando no quieres perdonar,
ese pensamiento , y esos segundos que inviertes en realzar ese recuerdo,
preparan el carbón de tu existencia, necesario para arder, sin quemar a
nadie. Sólo te quemas tu. ¡Qué egoísta es el no perdonar”.
Hoy es ese día… por eso el tiempo nunca espera a nadie.
Tiempo para darte cuenta…
¿Estás conforme con lo que vives, con lo que ves a tu alrededor?
¿Te sientes bien como estás?
¿Te parece bien lo que ves?
¿Deseas ser mejor?
¿Deseas seguir dependiendo de otros para ser diferente o mejorara?
Es tiempo para darte cuenta. Hay un periodo en la vida en que vivimos para
muchos, pero menos para ti. Vivimos para el jefe, vivimos para la pareja,
vivimos para los hijos, vivimos para nuestros padres, vivimos para muchos,
pero no vivimos para nosotros. Es como una especie de falso egoísmo, que sin
querer te hace daño. Si no vives también para ti, difícilmente podrás darle
lo mejor a los demás.
Cuando te das cuenta de ti (tu verdadero proyecto de vida), entones el
horizonte se ve claro, los obstáculos aparecen pero con energía para
superarlos. Tus pies se
sienten
más
focalizados, y cada paso
que das enfocan mejor
tu andar por la vida.
Hoy es ese día… por
eso el tiempo nunca
espera a nadie.
Tiempo para ser
insistente
en
mantener tu estilo
de vida…
En cualquier parte de mundo, en cualquier país, en cualquier ciudad, en
cualquier familia, donde veo progreso, está la gente que solo insiste por
mantener sus principios y valores.
Recuerda… Lo que eres se tiene que parecer a ti. Lo que anhelas debes
defenderlo para que el abrigo de la realidad caliente la ternura de tus
acciones. Lo que mañana pase, es por lo que decidas hoy.
Si no lo haces… no te preocupes… el tiempo no espera nunca a nadie.
Artículo publicado el 15 de Febrero del 2009, en la Revista Paréntesis, del periódico
El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año X N° 440
El éxito comienza con la voluntad
Nuestros pensamientos pueden convertirse en realidad cuando les damos la
energía positiva y los experimentamos como si ya fueran realidad.
Bryan Robinson
Primera
premisa para
mover
la
voluntad…
lo
que
pienses
funciona, para
tu bien o mal.
Si piensas que
estás vencido, lo
estás. Si piensas
que no te atreves, no lo harás. Si piensas que te gustaría ganar, pero no
puedes, no lo lograrás. Si piensas que perderás, ya has perdido.
Porque en el mundo encontrarás que el éxito comienza con la voluntad.
Todo está en el estado mental.
Porque muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido, y
muchos cobardes han fracasado antes de haber su trabajo comenzado.
Piensa en grande, y tus hechos crecerán. Piensa en pequeño y quedarás
atrás. Piensa que puedes, y podrás. Todo está en el estado mental.
La batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte o el más
rápido, porque tarde o temprano, el hombre que gana, es aquel que cree
poder hacerlo.
Segunda premisa para mover la voluntad… Resistencia.
Ninguna persona, llega a ser grande hasta que haya enfrentado y, además,
vencido una gran resistencia.
Cuando inicias un cambio para superarte, los primeros que se oponen son
las personas más cercanas y tus seres queridos. Ellos temen el cambio,
porque esto significa enfrentarse a lo desconocido. Cuando empiezas a
progresar, encuentras un camino difícil fabricado por tus amigos y
familiares. Ellos muestran resistencia con comentarios y acciones negativas,
las cuales muchas veces te obligan a mantenerte en estado de receso.
Ahora si tu quieres concebir progreso, tienes que ser fuerte y resistir el
negativismo de las personas de tu alrededor. Esto es difícil y requiere
coraje, porque tu deseas complacer y no herir a tus seres queridos. La
verdad es que el daño recae sobre ellos, cuando tu fallas en ser tú mismo y
te detienes en vez de salir adelante y progresar.
Las personas que te ofrecen resistencia, cuando te ven sobresalir por
haber persistido en tu decisión, no les queda otra alternativa que mirarte
con el más grande
respeto.
Palabras de William
Penn Patrick
Tercera
premisa
la
para
mover
voluntad… No todo
es automático.
Cuánto más difícil la
lucha,
tanto
más
glorioso es el triunfo.
No tenemos en gran
estima las cosas que llegan por la vía fácil; solamente lo que nos es muy caro
cobra valor. Amo al ser humano capaz de sonreír en la adversidad, de sacar
fuerzas de flaqueza y de volverse valeroso gracias a la reflexión.
Es
propio de los espíritus pequeños el amilanarse, sin embargo, quienes están
dotados de un corazón firme y cuya conciencia aprueba su conducta serán
fieles a sus principios hasta la muerte.
Palabras Thomas Paine
Cuarta premisa para mover la voluntad… El trabajo intenso.
El trabajo intenso no provoca ataques cardíacos. Es más, hasta puede
beneficiar a la salud. Sin embargo, la gente suele pensar: ¡si pudiera reunir
ese dinero! O ¡si pudiera ganarme un ascenso! O ¡si pudiera obtener un
reconocimiento!
Esas aspiraciones son las que causan estrés, el cual a su vez puede
acarrear enfermedades.
Quinta premisa para mover la voluntad…
anécdotas.
Hablando de
Existe una anécdota que, sea verdad o leyenda, pinta muy bien a Thomas
Alba Edison. Cierta vez que el inventor estaba trabajando en el
perfeccionamiento de su primera lámpara incandescente, le entregó una
bombilla terminada a un joven ayudante, quien se puso muy nervioso y la
llevó paso a paso escalera arriba, pero en el último peldaño la dejo caer.
Todos los colaboradores de Edison tuvieron que trabajar otras 24 horas
para hacer una
nueva bombilla. Al
cabo, el ilustre
científico se la
entregó al mismo
muchacho.
Ese
gesto
probablemente
cambió la vida del
joven. Edison sabía
que
estaba
en
juego algo más que
el foco.
Sexta premisa para mover la voluntad… Estamos viviendo
tiempos de decisión.
Estamos viviendo tiempos de decisión. O buscamos oportunidades o,
simplemente, esperamos que aparezcan (muchas veces nunca aparecen).
Estamos viviendo momentos de determinación. Nos anticipamos o nos
conformamos. Afrontamos riesgos o esperamos las consecuencias de la
inercia. Hacemos que algo suceda o nos ponemos a pensar que las cosas
mejorarán con el tiempo.
Estamos viviendo momentos de acción. Creamos nuevas verdades o
aceptamos las verdades de otros. Aprendamos a generar un nuevo ritmo.
Séptima premisa para mover la voluntad… Aprenda a confiar
en usted mismo.
Henry Thoreau dijo una vez “Los hombres han nacido para tener éxito, no
para fracasar”.
Ralph Waldo Emerson también dijo “La confianza en sí mismo es el primer
secreto del éxito”.
¡Es increíble la gran cantidad de personas que no confían en sí mismas!
¡Muchas están afligidas por esa actitud mental de la autoduda y la falta de
convicción en uno mismo, que obstaculiza tantas carreras!
Aprende a borrar el mapa mental del párrafo anterior. Antepóngalo con la
siguiente programación:
- No permita nunca que ningún error le haga dejar de creer en sí mismo.
Aprenda de él y continúe adelante.
- Usted puede, si cree que puede. Grábese profundamente esas palabras
en la consciencia, porque están llenas de poder y de verdad.
Artículo publicado el 22 de Marzo del 2009, en la Revista Paréntesis, del periódico
El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año X N° 445
El principio de la persistencia: Siempre es
demasiado pronto para dejarlo
Un simple goteo del agua desgasta la piedra más poderosa…
Cuando tengo un
problema,
un
problema que sea
especialmente difícil
y complicado, quizá
terriblemente
desalentador, hay un
principio básico que
se debe aplicar y
seguir aplicando y
es,
sencillamente,
éste: no abandone
nunca.
Abandonar supone
invitar a una completa derrota y no sólo por lo que respecta a aquello que se
abandona. Abandonar contribuye a admitir una derrota definitiva de la
personalidad y eso tiende a desarrollar una psicología de la derrota.
Aborde el problema de una forma diferente si la metodología que utiliza
no funciona. Y si el nuevo enfoque tampoco funciona bien, busque otra
forma, hasta que encuentre la clave para superar la situación. Pues hay una
clave, siempre la hay y la búsqueda y el ataque continuo, reflexivo, sin
desviarse del objetivo es lo único que la encontrará.
Durante un almuerzo, observé que un amigo mío tenía la costumbre de
dibujar diagramas sobre el mantel blanco, para ilustrar los puntos que
presentaba. Hablaba de un hombre que lo estaba pasando mal, pero que era
más duro que sus problemas y que, como no quiso abandonar, terminó por
alcanzar el resultado.
El diagrama era el de un hombre que se enfrentaba a una enorme montaña.
¿Cómo va a llegar al otro lado de esa montaña?, se preguntó mi compañero
de almuerzo.
Rodeándola, repliqué.
Es demasiado ancha.
Está bien, haciendo un túnel por debajo.
No, es demasiado profunda. Mira, lo que hace es lo siguiente: se eleva
mentalmente sobre ella. Si el hombre fue capaz de imaginar un mecanismo
capaz de volar a doce mil metros de altura, por encima de las montañas,
seguro que se le puede ocurrir un tipo de pensamiento capaz de elevarlo por
encima de cualquier dificultad montañosa.
Sólo hay que pensar, sin dejarse arrastrar por las emociones y aferrarse
al principio básico de que siempre es demasiado pronto para abandonar.
Tanto usted como yo hemos visto repetida una y otra vez una tragedia
real. Hemos visto a personas con objetivos donde trabajaron, se esforzaron,
pensaron y rezaron. Pero como la marcha era dura, se cansaron, se
desanimaron y finalmente abandonaron. Después se descubrió que si
hubiesen perseverado un
poco más, si hubiesen
podido ver justo un poco
más por delante de ellos,
habrían encontrado el
resultado que buscaban.
No hable
derrota…
nunca de
¿Cómo desarrollar esta
actitud de invencibilidad
y de no abandono?
Para empezar, no hable
nunca de derrota, ya que si lo hace, puede convencerse de aceptarla.
Use lo contrario, palabras de esperanza, victoria. Comience a pensar y
trabajar de acuerdo con base positiva. Pruebe hacerlo y toda su
personalidad empezará a extenderse hacia las cosas buenas… y a
conseguirlas.
Sus posibilidades de llegar realmente a donde quiera llegar en la vida
dependen a menudo de su reacción ante un revés que parece conmocionado.
¿Abandonará o seguirá intentándolo? Así es de sencillo. Y lo que usted
decida, define su futuro.
Utilice su capacidad de aguante…
¿Ha oído hablar alguna vez de la emocionante carrera de Hayes Jones? En
1960, este hombre fue el fenómeno del año en las carreras de vallas. Ganó
todas las carreras que existían. Batió récords, fue de hecho sensacional.
Naturalmente, fue elegido para los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Allí
terminó en tercer lugar. Fue una intensa decepción.
Lo más sensato que podía hacer era olvidarse de todo e iniciase en una
carrera empresarial.
Pero Hayes Jones no se conformó con eso. “No puedes ser lógico acerca
de algo que has deseado conseguir toda tu vida”, dice. Así que empezó a
entrenar duro para las Olimpiadas de 1964 en Tokio.
Corrió los 110 metros de valla en 13,6 segundos y obtuvo la medalla de oro.
En un discurso pronunciado ante una multitud de jóvenes, citó unas líneas
que todo el mundo haría bien en memorizar, para vivir de acuerdo con ellas:
Es el no desanimarte lo que te permitirá ganar la jornada, así que no
seas cobarde, viejo compadre.
Sólo usa tu aguante; ¡es tan fácil abandonar!. Lo duro es mantener
alta la barbilla.
Lo fácil es llorar por haber sido vencido… y morir; es fácil
arrastrarse, pero luchar y luchar cuando ya no hay esperanzas, ¡ése es
el mejor juego de todos!
Y aunque de cada
penoso
combate
sales
completamente
roto,
apaleado y con cicatrices,
sólo intentándolo una vez
más así lo lograrás,
porque es mortalmente
fácil morir.
Lo
duro
es
seguir
viviendo.
Goethe una vez dijo “La austera perseverancia, dura y continua, puede ser
empleada hasta por el más pequeño de nosotros y rara vez falla su
propósito, pues su silencioso poder se hace irresistiblemente más grande
con el tiempo”. Eso equivale a decir: sigue intentándolo y eso bastará para
conseguirlo.
Ideas tomadas de Norman Vincent Peale.
Artículo publicado el 29 de Marzo del 2009, en la Revista Paréntesis, del periódico
El Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año X N° 446
La vida es un hasta ayer
Aplica el punto de quiebre,
que no es más que hacer una
pausa, una parada, una
pequeña o gran reflexión,
elevar la mirada en el
horizonte y salir con una
decisión en el horizonte de
acción
La vida es un hasta ayer,
es un hasta hace un instante.
La vida está hecha de segundos, pero un solo segundo de esos puede cambiar
por completo tu vida para siempre. Por eso la vida es un hasta ayer.
La vida no es lo que pudo haber pasado. Es, simplemente, lo que hiciste que
pasara y lo que haces que pase. Es el sujeto que hace que un verbo tome
movimiento.
La vida es un transpirar de energía, que se revitaliza con la emoción diaria
de encontrar, cada vez más, su sentido.
La vida es solo hoy… lo que ya pasó, pasó, bueno o malo, regular o pesado,
agradable o desagradable, positivo
o negativo, pasó. No importa lo
acontecido ayer. Desde mañana comienza como una especie de película nueva.
Tú eres quien cambia ese rollo, para que las oportunidades aparezcan y llenes
de luz la película.
Como la vida es hasta ayer, podemos emplear una estrategia para acelerar
el que sucedan cosas nuevas, diferentes, agradables, perdurables en la
memoria de los buenos momentos. Es en estos casos cuando yo acudo a lo que
he llamado “Punto de Quiebre”.
Punto de quiebre es una acción que acometes, después de haber vivido algo
(en el ayer) que rompe con el pasado y genera nuevos instantes de presentes.
Es una especie de decisión, repentina y programada a propósito, para que
sucedan cosas que deseas, buenas para tu vida.
El punto de quiebre puede ser tan repetitivo o lento como tu quieras. Hay
personas que nunca hacen punto de quiebre. Sus vidas siempre son lo mismo.
Eso no significa que sea malo, pero el universo es tan amplio y la vida tan
corta y única, que vale la pena, a veces, probar o realizar cosas nuevas y
diferentes.
Entonces, el punto de quiebre es como una especie de botón, para
desconectar un instante y pasar a otro diferente. Esta técnica lo podemos
aplicar en las siguientes instancias:
Con
un
pasado
favorable a tu vida…
no
Le pone punto final a una
situación de poco agrado y te
obliga a buscar o generar algo
nuevo en tu vida.
Es
cuando,
por
ejemplo,
después de vivir mucho tiempo
sabiendo que algo no está bien,
tomar, de manera repentina, la
decisión de acabar con esa situación.
Una relación de pareja conflictiva, en la cual la convivencia es intolerable.
Una conducta repetitiva que te hace daño de parte de un compañero de
trabajo. Un proveedor que siempre hace algo desagradable en la manera como
ejecuta el servicio. El sentimiento de sufrimiento por la muerte de un ser
querido. El punto de quiebre nace cuando de repente te dices, “ya está bueno,
no lo acepto más…” y decides hacer que algo cambie en la manera de percibir
o afrontar las situaciones antes descritas. Es una decisión, con una fuerza
exponencial de acción inmediata (que quizás tengas mucho tiempo pensando
tomar, pero que nunca habías ejecutado).
Para Generar un cambio…
A veces vivimos como en una especie de inconsciente con uno mismo.
Hacemos lo que hacemos, pero no nos damos cuenta de cómo lo hacemos, de lo
que hacemos y de la intensidad como lo hacemos.
Por ejemplo, trabajamos en un lugar que no nos motiva, pero trabajamos
allí. O, trabajamos en algo que realmente no nos llena. O, estamos en la
ciudad que no llena todas nuestras expectativas, pero tenemos 20 años
viviendo allí.
Cuando decides aplicar el punto de quiebre, es como si todo se detuviera.
¿Qué deseo hacer para sentirme mejor conmigo mismo(a)? ¿Qué motivo debo
exponer ( o anteponer) para que actúe como la zanahoria que persiguen los
canes en las carreras de perros? ¿Qué puedo identificar para que tenga la
suficiente fuerza para hacerme mover de mis rutinas?
A veces es muy necesario buscar, promover el movimiento, que permita que
cosas nuevas comiencen a suceder.
Un futuro, después del
éxito…
El punto de quiebre es como una
energía que le inyectas al cuerpo
para vivir con más ganas, con más
intensidad,
los
próximos
instantes y recuerdos de la vida.
Te llena el tanque de gasolina del
entusiasmo, activa el deseo de la
determinación y eleva el nivel
hormonal por el deseo.
El punto de quiebre también lo podemos aplicar cuando todo está bien, para
seguir por la senda de ese camino. A veces el éxito nos ciega o no nos permite
ver otras nuevas oportunidades.
La vida es una hasta ayer… y eso es suficiente motivo para preguntarte,
¿Cuántos puntos de quiebres le puedo dar ya?
Artículo publicado el 05 de Abril del 2009, en la Revista Paréntesis, del periódico El
Carabobeño, sesión Clásicos Gerenciales.
JCCP-Paréntesis-Año X N° 447

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