Marta y María

Transcripción

Marta y María
CONTEMPLACIÓN Y ACCIÓN
Juan Carlos Fernández Menes (Diario de León, 16 Julio 2016)
Es más que conocida la clásica y acostumbrada interpretación de este pasaje
evangélico: la figura de Marta significaba la vida activa; la de María la contemplativa.
Y Jesús claramente se pronunciaba a favor de la vida contemplativa. Lo cual tra´ñia
como consecuencia que los que no abrazábamos la vida contemplativa o resultaba que
éramos unos cobardes o que simplemente no habíamos sido llamados por Dios a tanta
perfección. Porque se pensaba que la vida perfecta era la de los religiosos, y dentro de
ella la de los contemplativos, los de clausura, los monjes y las monjas. Todas las
espiritualidades en la Iglesia (también la sacerdotal y la seglar) se cortaban por el patrón
de la espiritualidad de los monasterios, la monacal. Eso producía un complejo de
inferioridad que se extendía a todo el Pueblo de Dios. La vida contemplativa era el
summum de la perfección cristiana.
Sin embargo, ahora nos dicen los teólogos e intérpretes de la Sagrada Escritura
que este texto no puede ser interpretado así. Que tal interpretación de contraposición
entre estilos de vida cristiana no puede fundamentarse y justificarse a partir de este
fragmento del evangelio. Una interpretación que seguramente ha hecho mucho mal en la
Iglesia. Es bueno para la condición de cristiano descubrir que las figuras de Marta y
María no representan dos estilos de vida cristiana claramente diferentes pero igualmente
legítimos los dos, como si fueran por caminos paralelos o divergentes. Es necesario
entender que el verdadero cristiano es una confluencia de Marta y María. Que no hay
dicotomías ni dualismos ni contraposiciones. Y parece que es justo y necesario aprender
la lección que nos ofrecen los especialistas en la Sagrada Escritura.
A veces uno tiene la impresión de que vivimos en una Iglesia que parece
dividida entre cristianos singulares e incluso grupos y comunidades que parecen
predicar un Dios sin Reino, y otras que parecen luchar por un Reino sin Dios. La verdad
completa no está ni en la dimensión vertical ni en la horizontal, sino en la confluencia
de las dos. Contemplativos en acción, activos en contemplación. La dimensión
horizontal abarca y penetra toda la dimensión vertical en toda su longitud, y viceversa:
esta es la verdad completa. La experiencia cristiana del verdadero sentido de la
existencia no es un Dios sin Reino ni un Reino sin Dios, sino la unidad de ambos
términos y la inclusión de uno en el otro: Dios y su Reino. Marta y María no son dos
estilos de vida cristiana legítimos. Marta y María son dos dimensiones de toda vida
cristiana, mutuamente implicadas. Los cristianos que exaltan el valor de la oración, de la
vida interior... hasta el olvido de la dimensión de la fraternidad en toda su densidad
histórica, debieran revisar la imagen que de Dios tienen. Quizá ese Dios no sea el de
Jesús. Y no les puede bastar para justificarse un cierto compromiso de fraternidad
ocasional. El Reino de Jesús va más allá. Y los cristianos dados con empeño a la
transformación del mundo y de sus estructuras, a la lucha por la justicia, olvidando la
oración, la liturgia, la vida interior... deberían a su vez revisar su concepto del Reino.
Quizá ese Reino tampoco sea aquel por el que vivió y luchó Jesús. El peso específico de
Dios, para Jesús, el gran orante, iba más allá. Marta y María. Una síntesis. No una
contraposición ni una competición entre ambas.

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