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JOSÉ CONSUEGRA HIGGINS
era ‘su computadora’. Pero la explicación también se la da la misma doña Anita:
–No retienes los sucesos recientes y relatas
los mínimos detalles del ayer lejano cuando yo
todavía no había nacido.
No tolera alguna nota disonante; por eso tiene fama, bien ganada, de regañón. Él mismo se
justifica:
–Yo tengo fama de regañón y esa mala costumbre se la debo a 40 años de magisterio universitario. Antes, por lo menos, los profesores
estaban pendientes del comportamiento de sus
discípulos y la costumbre hace ley.
En un almuerzo que se le ofreció en su reciente visita a Manizales, al saludar a Gloria Elena Gómez viuda de Lombana, ella le contestó:
–Buenas –así, a secas–.
Inmediatamente, delante de todos los presentes, unas 15 personas, se echó una perorata, hablando de la pereza de las personas que, sin ninguna razón, economizan las palabras, y le dijo:
–Señora, hay que decir: buenos días, o buenas tardes o buenas noches. No podemos seguir

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