De fantasmas familiares a miembros de la familia
Transcripción
De fantasmas familiares a miembros de la familia
De fantasmas familiares a miembros de la familia Prof. Shmuel Erlich Lo que viene a continuación puede ser visto como la historia de toda una generación, tonalizada por las particularidades de nuestras experiencias personales, como personas, como miembros de una familia, y como psicoanalistas. Ambos (Mira y Shmuel) crecimos con fantasmas familiares. Aquello que los transformaba en fantasmas era no solamente que ellos eran nuestros ancestros desconocidos, sino también la manera siniestra en que experimentábamos su existencia. En las raras ocasiones en que ellos eran mencionados, resultaba claro que el recuerdo evocaba sentimientos insoportables de pérdida, abandono, culpa no expresada y desesperación. Esta tormenta emocional extrema, sin palabras y sin forma, sucedía por lo menos una vez al año, en el Día Nacional de Memoria del Holocausto. Pero también sucedía de forma diferente con una frecuencia diaria o casi cada hora. Tuvo su efecto acumulativo sobre nuestra personalidad, nuestro desarrollo y nuestros mecanismos de adaptación como personas y como profesionales. Nuestros fantasmas ocuparon un lugar que era una mezcla de silencio y de grieta evidente en la existencia adulta e infantil de nuestros padres y de nosotros mismos, sumado a destellos de personas y lugares desconocidos. Estos fantasmas son los vestigios de miembros de la familia y de sus vidas enteras que fueron exterminadas en el Holocausto. A pesar de ciertas diferencias, nuestras historias tienen mucho en común: en ambas familias un progenitor sobrevivió la pérdida de toda su familia, padres, hermanos, hermanas y sus descendientes, al migrar a un país más seguro mucho tiempo antes que el Holocausto arrasara, destruyera y erradicara todo lo que quedaba en su camino. Este progenitor sobreviviente, cada uno a su manera, se transformaba en el único portador de la tristeza y duelo de las pérdidas, como así también del enojo, amargura, y furia impotente que dejó tras de sí. Este rol de "portador de la memoria" nos fue transmitido a nosotros, sus hijos. Esperamos que a través de nuestro conocimiento y elaboración tardíos, no estemos agobiando a nuestros hijos con dicho rol. De tantas maneras crecimos sin comprender completa ni conscientemente todo esto, como suele ser la naturaleza de este tipo de transmisión de recuerdos dolorosos insoportables. Sin embargo claramente se convirtió en una parte integral de nosotros. Como corresponde a los fantasmas, era una parte efímera y excluida. Y como también suele ser con los fantasmas, era rechazado con argumentos racionales como algo que no tenía una existencia real ni importancia, aun cuando pudiera ser resuelto intelectualmente. En la literatura psicoanalítica encontramos muchos intentos de describir este elusivo fenómeno, el cual afecta a las segundas y terceras generaciones. Estos van desde el concepto distante de la experiencia de la "transmisión transgeneracional del trauma" (Bohleber 2010) y el "telescopaje" (Faimberg, 2005) a los conceptos más cercanos a la experiencia de "residuos radioactivos" (Gampel, 2005) y "postmemoria" (Hirsch, 2012). Estos conceptos representan el intento de dar forma a la profunda influencia de la Primera Generación sobre las generaciones siguientes. Tienen en común la comprensión de que las siguientes generaciones portan el "dolor fantasma" o "memoria fantasma" de personas y acontecimientos de los cuales no tienen "verdaderos" recuerdos, pero aun así son habitados por recuerdos que fueron implantados en ellos. Encuentro con los Fantasmas del Otro La elección de dedicarse a la salud mental y más adelante transformarnos en psicoanalistas, ¿tiene que ver con estos fantasmas y el dolor de nuestros padres? Sin ninguna duda, así es. Como uno de nosotros (MEG) lo describe: “Fui alimentada con lágrimas”. Una de las motivaciones universalmente reconocidas para transformarse en psicoanalistas tiene que ver con las heridas de los padres y el deseo inconciente y subsiguientemente consciente de reparación. Pero esta influencia tomó aún otro giro. Muchos años más tarde, mucho después de haber completado la formación psicoanalítica, y debido a una serie de circunstancias fortuitas, nos encontramos con los fantasmas de colegas en Alemania. Era sorprendente que sus fantasmas, también, aunque con la diferencia que separa a los victimarios de las víctimas, se caracterizaban por un silencio similar: eran ignorados, difíciles de comprender y de identificarse con ellos, y principalmente innombrables y representaban grietas dolorosas en las historias y vidas de las familias. Descubrimos que los fantasmas de los victimarios podían ser tan persecutorios y dañinos como los de las víctimas. “Fui alimentada con lágrimas” tenía su contrapartida en “Fui alimentado con veneno”. Lo que es instructivo, sin embargo, es lo que ha derivado a partir de este encuentro, tanto en términos de iniciativa y desarrollo profesional, como también en cuanto a nuestra propia movilización interna. A nivel profesional, sentimos la necesidad de responder a la grieta experimentada por la segunda generación de víctimas y de victimarios, una grieta tan prontamente rellenada por sus fantasmas. Creamos y pusimos en marcha una serie de conferencias de Relaciones Grupales diseñadas especialmente para reunir a los portadores y representantes de estos fantasmas, de alemanes e israelíes, judíos y otros, y eventualmente también palestinos. De esos esfuerzos, se formó una organización: Partners in Confronting Collective Atrocities (PCCA) (Sociedad para Confrontar Atrocidades Colectivas), que tiene como meta la continuación e implementación de este trabajo. Fue notable hasta que punto estas conferencias sirvieron para revivir fantasmas familiares y para permitir distintas modalidades de encuentro como también reconciliación con ellos. La siguiente cita de un miembro de la primera conferencia lo describe bien: “Descubrí que la resistencia más intensa provenía de mi deseo de mantener vivo mi odio y mi enemigo enfocado, claro y sin modificaciones. Era una de las maneras de recordar el Holocausto y no sentirme un traidor a mi gente y mi familia. Es más, podía percibir que de alguna manera el sentimiento de odio me daba una sensación de poder al cual me resultaba difícil renunciar”. Los miembros recién llegados habitualmente utilizaban el marco provisto por nosotros para contar sus historias. Estas eran siempre historias de familias, de padres que rechazaban o negaban o aún cortaban vínculo con ellos si la búsqueda de información llegaba demasiado cerca. O padres que advertían a sus hijos sobre los peligros de asociarse con los hijos de los asesinos de sus padres. La complejidad de vivir con fantasmas ignorados e innombrables podía ser manifestado al experimentar el pasado en el presente, y los fantasmas frecuentemente recibían nueva vida y existencia en la conexión renovada de sus descendientes con ellos. Hemos descripto y registrado todo esto en nuestro libro acerca de estas conferencias (Erlich y col., 2009). El eje de este trabajo ha cambiado y se ha expandido para abarcar el escenario europeo en su totalidad, con dos conferencias tituladas “Víctimas y Victimarios- Ahora y Entonces”, y una tercera en abril de 2016 llamada “¿Una casa dividida contra sí misma? Identidades y culturas en conflicto violento”. Sin embargo, este habernos involucrado tenía sus aspectos personales también. Nuestra participación en el trabajo significó que nos hicimos más íntimos y conocimos mejor a nuestros propios fantasmas. Hizo posible imaginar mejor y compartir algo del silencio que envolvía a nuestros padres, e identificarnos con sus tristezas y necesidad de duelo y redescubrir y reunirnos con miembros de la familia perdidos. Pudimos también comprender como nuestra actividad profesional se originaba y era motivada por nuestros propios fantasmas y nuestra necesidad de hallarlos e ir a su encuentro antes de que fuera demasiado tarde. De una postura algo distante nos hemos trasladado a un encuentro emocional con las pérdidas de nuestros padres y sus familias, y las maneras que estos han afectado e influenciado nuestras propias vidas. También ha hecho mas fácil comunicar algo de esto a nuestros hijos. Ir al encuentro de los fantasmas en vez de evitarlos sirve para mejorar la experiencia de continuidad histórica y de esa manera nuestro propio sentimiento de continuidad en el ser. La gran tristeza en nuestras vidas es que nuestra disposición a transformar los fantasmas en ancestros al lograr conocerlos como personas verdaderas no surgió a tiempo para recibirlo de nuestras familias de origen y ahora es muy tarde. Las fuentes de conocimiento se han ido y nos quedamos con la conmemoración de los fantasmas. Un evento reciente conmovedor fue un momento de reparación. Vestigios de Memoria: De Fantasma a Abuelo En un viaje reciente a Polonia, sentimos la necesidad de visitar un pueblo pequeño en las afueras de Cracovia que era el lugar de nacimiento del padre de uno de nosotros (HSE). El nombre del pueblo era solo una palabra polaca sin significado para nosotros, por lo cual la experiencia de visitarlo se convirtió en la transformación de una entidad virtual en una presencia concreta. Fuimos a obtener la llave del cementerio judío, el cual ya no es más un cementerio debido a que las tumbas habían sido usadas y agredidas. En su lugar, hay un “collage” de partes de lápidas y un pequeño lugar de homenaje. Al llegar a la municipalidad, inesperadamente fuimos escoltados a la oficina del Alcalde, lo que se transformó en una reunión entre “nuestros” fantasmas y los “de ellos”. Con una gran cuota de paciencia e interés mutuo, una historia inesperada comenzó a desplegarse. El primer vestigio de la familia era una foto en el sitio web de la municipalidad de un tío sobreviviente, en un grupo de jóvenes hombres judíos. Luego, con la ayuda de un periodista que fue convocado para la ocasión, se estableció una conexión y se trajo una fotografía del pasillo. Era la fotografía del primer Concejo de la Ciudad en 1919. En la primera fila estaba mi abuelo, al cual yo conocía solamente por la única fotografía que poseía mi familia, quien había perecido en el Holocausto junto con el resto de su familia. Fue un momento absolutamente inesperado y siniestro en el cual un fantasma se transformó en una persona, y una grieta en la memoria se rellenaba con una presencia real. Se requería un gran salto para transformar a mi abuelo de ser una víctima que murió en un campo de concentración (esto es todo lo que yo sabía de él) en una persona que fue miembro del Concejo de la Ciudad. Cuando finalizó el momento emotivo me quedé con la comprensión fascinante de cómo la persona que era mi abuelo, había sido asesinada también por su propia familia. Fue reducido a uno de los seis millones de judíos asesinados por los Nazis, y la singularidad de su persona y sus logros había sido obliterada al ser transformado en un fantasma. Referencias: Bohleber. W. Remembrance and Historicization: the Transformation of Individual and Collective Trauma and its Transgenerational Consequences. Paper presented at the IPA Asian Conference in Beijing, October 2010. Erlich, H. S., Erlich-Ginor, M. and Beland, H. (2009) Fed with Tears - Poisoned with Milk. The "Nazareth" Group-Relations-Conferences. Germans and Israelis – The Past in the Present. Giessen: Psychosozial Verlag. Faimberg, H. (2005). The Telescoping of Generations: Listening to the Narcissistic Links between Generations. London & New York: Routledge. Gampel, Y. (2005) Ces parents qui vivent a travers moi: Les enfants des guerres: Fayard. Hirsch, M. 1997. Family Frames: Photography, Narrative and Postmemory. Cambridge, Mass.: Harvard University Press. (TR. Carolina Hoffmann)