Lectura 10 de Hechos 2004 11 de julio del 2004

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Lectura 10 de Hechos 2004 11 de julio del 2004
Lectura 16 de Hechos 2004
03/10/04
POR LA GRACIA DEL SEÑOR JESÚS
Hechos 15:1-35
V.C.: 15:11 “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual
modo que ellos”
La palabra de hoy es sobre el conflicto cultural entre los cristianos judíos y los
cristianos gentiles. El evangelio se predicó al mundo de los gentiles, pero surgió el
problema relacionado con la salvación. Había confusión sobre si la salvación se
obtiene solamente por la fe o si además era necesario guardar las leyes y la
circuncisión. Este problema era inevitable para que el evangelio se expandiera hasta
lo último de la tierra. Si no se solucionaba, el cristianismo iba a ser una secta de
judaísmo. Pero el concilio en Jerusalén confirmó la verdad del evangelio “solamente
por la gracia del Señor Jesús seremos salvos.” Oro que podamos meditar en la vida en
la gracia de Jesús.
I. Pablo y Bernabé defendieron la verdad del evangelio (1-5)
Cuando Pablo y Bernabé fueron al mundo de los gentiles siendo guiados por el
Espíritu Santo, vieron que los gentiles necesitaban el evangelio urgentemente. Su
mundo estaba dominado por la idolatría, la lujuria, el materialismo y el humanismo.
La gente no conocía a Dios, el Creador, y estaban sirviendo a los ídolos en medio de
su ignorancia espiritual, eran esclavos del deseo carnal y del materialismo. Ellos no
sabían porque tenían que vivir, para qué tenían que vivir, cuál era el sentido de la vida,
etc. Pablo y Bernabé les predicaron el evangelio con denuedo, entonces, enfrentaron
tribulaciones y persecuciones, sin embargo, muchos de ellos aceptaron el evangelio y
estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo. El primer viaje misionero de los dos
apóstoles tuvo gran éxito. Ellos volvieron a su iglesia en Antioquía y reportaron la
gran obra que Dios había hecho entre los gentiles y alabaron a Dios. Ellos se quedaron
allí mucho tiempo con los discípulos.
Miren el v.1 “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos:
Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.” Ellos negaron
el evangelio que habían predicado Pablo y Bernabé: “seremos salvos solamente por la
fe” e insistieron que tenían que ser circuncidados conforme al rito de Moisés aparte de
creer en Jesús, si no, no podían ser salvos. ¿Por qué ellos dijeron eso? Porque no
entendían la gracia y el poder del evangelio. En la época del Antiguo Testamento, la
circuncisión era la señal del pueblo de Dios. Los gentiles también tuvieron que ser
circuncidados para ser parte del pueblo de Dios (Gé.17:27; Ex.12:48). En estos días
también hay algunos grupos que agregan algunas obras para obtener la salvación. Uno
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de ellos dicen que uno tiene que ser bautizado con agua para ser salvo. Otros dice que
tienen que hacer buenas obras para ser salvos. Otros que tienen que guardar las fiestas
de los judíos para ser salvos. Pero nuestro Señor Jesús murió sobre la cruz por
nuestros pecados y pagó todo el costo de nuestros pecados. Jesús cumplió todo lo que
pedía la ley y nos liberó de la condenación de la ley (Ro.8:1,2). Jesús dijo sobre la
cruz: “Consumado es.” No dijo: “Cumplí el 99%, y tú tienes que cumplir el 1%.”
Jesús cumplió el 100% del evangelio. Por lo tanto, no tenemos nada que hacer para
ser salvos. Si nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Jesús, podemos ser
salvos. Este es el evangelio. Cualquier tipo de pecadores, homicidas, ladrones,
prostitutas pueden ser salvos si se arrepienten de sus pecados y aceptan a Jesús como
su Salvador. Los hijos del diablo se convierten en hijos de Dios, los hijos de la
oscuridad en los hijos de la luz. Esta es la gran gracia de Dios que nos da
gratuitamente.
Pero, ¿qué problema ocurriría si nosotros recibimos la circuncisión por no saber
bien la gracia y el poder del evangelio? Aunque nosotros cumplimos bien 99 leyes
entre las 100 que hay, si no cumplimos una, seremos condenados por ese
incumplimiento. Aunque cumplimos todas las leyes de Dios, si no cumplimos una ley
como: “No codiciarás”, seremos pecadores y condenados por Dios. La ley no nos
perdona por cumplir solo el 99%, sino nos condena por un 1% de incumplimiento. Si
fuesemos salvos por la ley, debíamos cumplir el 100% de la ley. Pero, ¿quién puede
cumplir el 100% de la ley? Ninguno. Entonces, todos estamos bajo la maldición de la
ley. Gálatas 3:10 dice: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están
bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” La cuestión de la circuncisión
era muy importante, porque ella podía invalidar la gracia de Jesús sobre la cruz. Pablo
le advirtió a los que iban a ser circuncidados diciéndoles: “He aquí, yo Pablo os digo
que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo
hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os
desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.” (Gá.5:2-4) Los
hermanos en la iglesia en Antioquía cayeron en una gran confusión por los legalistas.
Ellos estaban llenos de alegría por creer en ser salvos por la fe en Jesús, pero cuando
oyeron que tenían que circuncidarse, la raíz de su fe se movió y perdieron la alegría.
Sus caras cambiaron y se pusieron serias.
¿Qué hicieron Pablo y Bernabé en esa situación? Miren el v.2a “Como Pablo y
Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que
subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los
ancianos, para tratar esta cuestión.” La palabra dice que ellos tuvieron una discusión y
contienda no pequeña con ellos, es decir, que ellos discutieron fuertemente con los
que enseñaban falsas doctrinas. Los dos apóstoles y los falsos maestros gritaban
golpeando las mesas. ¿Cómo se sentirían los hermanos viendo este conflicto?
Seguramente ellos se confundirían mucho. Se preocuparían pensando con quién
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debían estar. Las discusiones por las doctrinas confunden a las ovejas. Entonces, ¿Por
qué Pablo y Bernabé discutieron con ellos tan grandemente? Por defender la verdad
del evangelio. El evangelio es uno y absoluto. No podemos mezclar nada en el
evangelio. Pablo dijo: “Si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”
La situación se empeoró, por eso los hermanos tomaron la decisión de pedir
ayuda a los apóstoles y a los ancianos en la iglesia en Jerusalén. Pablo y Bernabé
salieron a Jerusalén. En el camino pasaron por Fenicia y Samaria, contando la
conversión de los gentiles y los hermanos se alegraban grandemente. Cuando ellos
llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y
refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. En ese momento, algunos de
la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: “Es necesario
circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.” Nosotros podemos ver que
ellos estaban sumergidos profundamente en el legalismo. No sabían bien el papel de
la ley. Gálatas 3:24 dice: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” El ayo es el maestro que corrige a
los niños de una familia. Para recibir a Jesús como nuestro Salvador y la vida eterna,
nosotros debemos reconocer que somos pecadores, arrepentirnos y creer en el
evangelio. El primer mensaje de Jesús fue: “Arrepiéntanse y crean en el evangelio.”
Pero la gente no sabe qué es el pecado ni cuáles son sus pecados por su ignorancia
espiritual, por eso no pueden arrepentirse. La ley nos enseña qué es el pecado y nos
ayuda a arrepentirnos. Pero la ley no puede salvarnos. Solamente nuestro Señor Jesús
puede salvarnos de todos nuestros pecados. La ley es como el espejo, mientras la
gracia es como el agua. A través de vernos en el espejo, podemos saber que estamos
sucios. Entonces, nos lavamos nuestras caras. Si uno no se ve por espejo, no puede
saber que está sucio, ni puede lavarse. Por lo tanto, el papel de la ley es hacernos
reconocer nuestros pecados y acercarnos al Cristo.
Algunos hermanos piensan que no necesitan la ley porque viven por la gracia de
Jesús. Por eso dicen: “Vengo al servicio dominical cuando me de la gana, porque vivo
en la gracia de Jesús.” “¿Por qué tengo que luchar contra mis pecados aunque vivo en
la gracia?” Ellos no entienden que la ley los lleva a la gracia. Cuando nosotros
luchamos para cumplir la ley, podemos saber que somos muy pecadores. Pero si uno
no lucha para cumplirla, no puede saber que es un gran pecador, ni puede recibir la
gracia de Jesús. Por eso necesitamos la ley en nuestra vida de fe. La ley no puede
darnos la salvación, pero nos hace ser salvos por la fe mostrando nuestros pecados,
además nos anima a crecer como hijos de Dios. Por lo tanto, la ley no se puede abolir.
Pero debemos saber claramente que no es la ley sino la fe la que nos da la salvación y
nos hace crecer como hijos de Dios después de ser salvos, es decir, que la salvación y
la santificación se obtienen por la fe. Por eso Ro.1:17 dice: “El justo por la fe vivirá.”
Nosotros debemos entender la relación entre la fe y la santificación. Nosotros somos
justificados por la fe, pero la fe no se queda sola, es decir, que la fe que nos justifica
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siempre lleva buenas obras. Nosotros seremos justificados solamente por la fe en
Jesús gratuitamente. Esta fe produce buenos frutos. Sin fe no podemos llamar a Dios,
ni podemos tener esperanza en Él, ni podemos llevar nuestras cruces.
Los cristianos de la secta de los fariseos no sabían el papel de la ley, por eso
decían que tenían que guardar la ley para ser salvos. ¿Cómo solucionaron en el
concilio en Jerusalén ese problema?
II. El concilio en Jerusalén (6-35)
Los apóstoles y los ancianos se reunieron para conocer de ese asunto. Pero había
mucha discusión. En esa época la mayoría de las iglesias en Jerusalén era de judíos.
Entonces, la influencia de los cristianos de la secta de los fariseos era muy grande.
Algunos de ellos eran de alta posición social y conocimiento académico. Discutían
muy lógicamente citando la palabra. “Nuestro Padre de fe Abraham fue circuncidado,
Moisés también, además nuestro Señor Jesús también fue circuncidado. Los apóstoles,
los ancianos que están presentes también fueron circuncidados. Entonces, ¿cómo es
posible que los que creen en Jesús no sean circuncidados? Muchos pensaban que su
opinión era correcta. En ese momento se levantó el apóstol Pedro y les dijo. El les
recordó la obra de Dios en Cornelio. Dios le había mostrado muchos animales
inmundos diciéndole: “Levántate, Pedro, mata y come.” Entonces, aunque Pedro tenía
mucha hambre, dijo: “Señor, no, porque ninguna cosa común o inmunda he comido
jamás.” El Señor le dijo: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.” Esto se hizo
tres veces. En ese momento, el legalismo que tenía Pedro se rompió. Luego Dios lo
hizo predicar el evangelio a Cornelio. Pedro dijo que hace algún tiempo Dios había
escogido que los gentiles oyesen por su boca la palabra del evangelio y creyesen. Dios,
que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que
a los judíos (8). Y ninguna diferencia hizo entre los judíos y los gentiles, purificando
por la fe sus corazones (9). Dios no es solamente de los judíos, sino también de los
gentiles. Dios conoce nuestros corazones. Dios les dio el Espíritu Santo cuando los
gentiles creyeron. Por lo cual, Dios recibe a los judíos, los gentiles, los circuncidados,
los no circuncidados, si ellos creen en Jesús.
Miren el v.10 “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de
los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” Dios
cumplió el evangelio a través del sacrificio de Jesús en la cruz. Este evangelio es el
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Sin embargo, añadir la
circuncisión y la ley es tentar a Dios y poner un yugo sobra la cerviz de los discípulos.
Si nosotros tenemos el yugo de la ley, la vida de fe sería muy pesada perdiendo la
libertad y la alegría. La vida de fe sería como subir a un salto con una carga pesada.
Estaríamos muy tristes y cargados si tuviésemos el yugo de la ley en nuestra vida de
fe.
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Miren el v.11 “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos,
de igual modo que ellos.” Pedro dijo claramente que no se necesita ninguna condición
aparte de la gracia para ser salvos. La salvación no viene de las buenas obras ni de la
circuncisión. Algunos predican para ser salvos. Nosotros predicamos por recibir la
gracia del Señor, no para ser salvos. Muchos se equivocan en su vida de fe. Entraron
en la vida de fe por la gracia de nuestro Señor Jesús, pero quieren alcanzar la
salvación por sus buenas obras. Desde el principio hasta el fin nosotros seremos
salvos solamente por la fe. Nosotros fuimos salvos por creer en Jesús, y llevamos esta
vida de fe por la gracia de Jesucristo. Muchos llevan su vida de fe basada en la ley
aunque fueron salvos por la gracia en Cristo Jesús. Algunos piensan que tienen que
hacer algo porque fueron salvos por la gracia. Por eso piensan: “Porque recibí mucha
gracia en la convivencia de verano, desde hoy tengo que comer pan diario 7 veces a la
semana, escribir sogam siempre y profundamente, y predicar el evangelio.” Entonces
se sienten muy mal por no cumplirlos bien y se juzgan a si mismos. Los que viven en
la ley se condenan a si mismos si no la cumplen bien, y se enorgullecen si la cumplen
bien. Nosotros debemos aprender a vivir en la gracia de nuestro Señor Jesús.
La gracia y el agradecimiento son las mismas palabras. Por eso, nosotros
agradecemos a otros diciendo: “Gracias.” Sentimos gran alegría cuando recibimos
algo gratuitamente. Pero algunos no se sienten bien aunque reciben algo gratuitamente,
por pensar que tienen que darle también un regalo otro día. Por ejemplo, si nosotros
somos invitados a una cena, nos sentimos alegres. Pero si uno piensa que tiene que
invitar luego al que lo invitó, pierde su alegría y no quiere ir a la cena. Por eso no se
sienten alegres aunque recibieron un regalo. Muchos llevan su vida de fe de esta
forma. Piensan que tienen que hacer algo, porque Cristo me dio vida eterna con su
muerte. Un himno dice: “Por ti la muerte yo sufrí, ¿qué has dado tú por mí?” Si uno
tiene este sentido de que tiene que pagar al Señor, la vida de fe puede ser un esfuerzo
solo para pagar la deuda al Señor. Entonces, nuestra vida de fe va a ser muy pesada.
Pero Dios no nos ofreció su gracia para que nosotros se la paguemos. Dios quiere que
nosotros disfrutemos la gracia del Señor. Su gracia no tiene ninguna condición. Oro
que podamos disfrutar la gracia de nuestro Señor Jesús.
Porque nosotros recibimos la gracia gratuitamente, debemos ofrecer la gracia
gratuitamente. Es fácil esperar algo de otros después de darle algo. Queremos que nos
agradezcan por lo menos. Sobretodo cuando algunas ovejas se despiden de sus
pastores, los pastores piensan: “Son malos. ¡Cuántas veces le he ofrecido almuerzo!”
Nosotros recibimos la gracia de Dios gratuitamente, por lo tanto debemos ofrecer el
amor de Jesús gratuitamente. Cuando ayudamos a nuestras ovejas, debemos ayudarlas
para que vivan en la gracia de Jesús. Muchas veces algunos pastores ahogan a sus
ovejas poniéndoles muchas reglas. Después de la convivencia, le ponen muchos
entrenamientos para que sean discípulos de Jesús. Les exigen algún nivel espiritual a
sus ovejas. Pero nosotros debemos ayudar a nuestras ovejas para que vivan en la
gracia de Jesús. El mejor entrenamiento para las ovejas es el entrenamiento de vivir
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en la gracia de Jesús. Recibiendo mucha gracia de Jesús, ellos desean trabajar para el
Señor voluntariamente. También a algunos hermanos les cuesta mucho vivir en la
gracia de Jesús.
Después de escuchar las palabras de Pedro, toda la multitud calló. Pablo y
Bernabé contaron cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de
ellos entre los gentiles. Finalmente habló Jacobo, el presidente del concilio y el
hermano de Jesús. El apoyó a Pedro citando la palabra. Miren los vs.19,20 “Por lo
cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se
les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de
ahogado y de sangre.” Las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado
y de sangre era lo que chocaba grandemente con los judíos. Nosotros vivimos por la
gracia de Jesús. Para seguir en esta gracia y mantener nuestra vida de fe hay cosas que
debemos apartar de nuestra vida como la idolatría, la fornicación, los vicios, los
materiales lujuriosos, etc.
Finalmente el concilio concluyó que podemos ser salvos solamente por la fe en
Jesús. Así que el evangelio pudo llegar al mundo de los gentiles con mayor fuerza
espiritual y la puerta de la misión mundial se abrió grandemente. El camino de la
salvación se abrió a todos los pueblos superando las diferencias culturales. Le
agradezco a Dios quien nos dio la salvación solamente por la fe en nuestro Señor
Jesús. Amén.
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