La colección de arte italiana de los VII Condes de Lemos.

Transcripción

La colección de arte italiana de los VII Condes de Lemos.
La colección de arte italiana de los VII Condes de Lemos.
En los siglos XVI y XVII, poseer una reliquia significaba tener una fuerza especial frente a lo
adverso. Después del Concilio de Trento, las reliquias y lo que representaban tomaron más
importancia todavía y su posesión llegó a ser una especie de obsesión. Nobles, religiosos y
reyes se desvivían por adquirir y acumular reliquias que, en algún caso, llegaron a constituir
colecciones de arte magníficas, ya que normalmente son preservadas en valiosos objetos
fabricados para tal fin, como la que los VII Condes de Lemos depositaron en el convento de las
Madres Clarisas de Monforte.
Muy al gusto de la época son los retablos-relicario que multiplicaban nichos y hornacinas para
poder colocar en ellos el mayor número de reliquias. También proliferan en este siglo los
denominados bustos parlantes, llamados así porque muestran al espectador el tipo de reliquia
que alojan.
Desde 1610 a 1616 Don Pedro
Fernández
de
Castro,
VII
Conde de Lemos ostentó el
cargo de Virrey de Nápoles.
Tanto la ciudad como el reino
de Nápoles, eran en esta
época un activo foco cultural,
con
hermosos
jardines,
palacios y colecciones de arte, en el que se cultivaban la música, el teatro y la poesía.
Buena prueba de la importancia de este reino para la Corona española es que, según
documentos de la época, podían calcularse en unos 3.000.000 de ducados, los ingresos
provenientes de las Indias, y de 3.150.000 lo que producía Nápoles.
Durante su estancia en Nápoles, los condes y, en especial la condesa, realizarán gestiones
ante la Santa Sede para que les autorice a trasladar un número importante de reliquias a
España, ordenando realizar inventario de todas las que puedan ser susceptibles de traslado.
Carta de la Condesa de Lemos a Don Fernando Andrade, agente del reino de Nápoles en
Roma . (Archivo Histórico Nacinal. Leg. 3.344.)
“Quedo muy contenta con el breve que Su Santidad me ha concedido para sacar
Reliquias de Roma y desta Ciudad, pero no quiero dar gracias a V. m. del trabajo que le
ha costado hasta que ponga esta gracia en perfecion, yo deseo que la licencia de Su
Santidad se estienda por todo este Rey no para que no nos falten en todas partes
Reliquias; si esta segunda petición no tuviere inconvenientes de consideración estimare
en mucho que V. m. haga officios de mi parte con Su Santidad y Nepote de manera que
nos la concedan.
Acá no tenemos noticia de los Cardenales y personas que tienen en essa Corte Reliquias
y assi sera acertado que V. m. me embie memoria de los que son, para que yo vea a
quienes se les puede pedir.
No escrivo esta noche al Sr. Cardenal Burghesio en agradecimiento de las Reliquias que
me embio porque me hallo muy cansada, harelo con la primera estafeta y entretanto
sírvase V. m. de darle las gracias de mi parte. Dios guarde á V. m, como puede”
En Napóles a 5 de Junio I.613.
P. La Condesa de Lemos y de Andrade.
En la biografía escrita por sor María da Concepción de San Francisco, monja del convento
monfortino titulada “Memoria sobre la vida de doña Catalina de la Cerda y Sandoval”, podemos
ler:
…estaban en aquel tiempo poseídos de una santa avaricia por esa inapreciable riqueza, hasta
tal extremo que un Sumo Pontífice llegó a llamar festivamente a Sor Catalina (la séptima
condesa) ladrona de relicarios...
A La muerte de don Pedro, heredó sus títulos y fortuna su hermano
y sucesor, y dejó sus bienes libres, en usufructo, a su esposa
Doña Catalina quien, un año después, ingresaría en el convento de
las Madres Clarisas de Monforte, como Sor Catalina de la
Concepción.
El legado de los VII Condes de Lemos
Monforte de Lemos cuenta, en la actualidad, con uno de los
museos más importantes de Arte Sacro de España y el más
completo y valioso museo de arte italiano de los siglos XVI y XVII
de Galicia.
La fundación del convento de las Madres Clarisas, financiada por los condes, traerá añadida la
donación de esta colección privada que, no sólo está compuesta por piezas de origen italiano,
si no también por obras de incalculable valor de artistas españoles, como el famoso Cristo
Yacente o La Inmaculada del escultor Gregorio Fernández.

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