Los animales de la granja

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Los animales de la granja
Los animales de la granja Autor: Steven Josué Masís Pérez Escuela: San Bosco (San José) Docente: Karla Vanessa Montoya Marín Tercer grado Hace mucho tiempo, en un pueblo cercano, había una hermosa granja la cual era muy próspera, en ella se producían los mejores quesos, huevos, maíz, hortalizas y frutas más ricos y grandes que en otras granjas. Su orgulloso dueño se llamaba Pancho y su señora era conocida solo como Panchita, ambos eran felices y cuidados y cada uno tenía su papel en el buen funcionamiento del sistema granjero. Había un gallo, una señora gallina la cual era jefa de otras cincuenta gallinas coloradas, un señor perro guardián de la granja y el mejor amigo del amo, un chineado gato comedor de ratones y otro bichos y el consentido de la Abuela un hermoso caballo engreído y brioso, muy importante a la hora de ir al pueblo, hacía sonar sus herraduras de plata en la calle principal y todos salían a mirar su gente paso, cuando el amo paseaba sobre el los días de fiesta. Había también una señora vaca de manchas negras la cual daba leche espumosa, cremosa y rica, de la se sacaba queso, natilla, cuajada y cajetas de leche. El señor buey era el que hacia el trabajo duro en el campo junto a su compañero jalaban el arado en tiempo de sembrar semilla, trasladaban luego la cosecha de hermosas hortalizas y frutas, en una carreta pintada y limpia. En fin todas desempañaban muy bien su labor y la vida era buena y había techo y comida para todos. Pero una mañana luego de cantar y anunciar la salida del sol, el gallo se subió a un poste que estaba en el centro se aclaró la garganta y dijo así: -­‐Señoras y señores yo soy el más importante en esta granja, sin mí el sol no sale, el amo no se despierta a tiempo y todo sería un caos. -­‐ ¡Calla loco!-­‐ dijo la gallina -­‐sin mí y los demás no hay huevos, ni pollos y el patio estaría lleno de chapulines y otras calamidades. -­‐ Guau, guau, basta-­‐ ladró el Perro -­‐que sin mí en esta granja, pronto llegarían el lobo, los coyotes, los zorros y se las comerían a ustedes gallinas y pollos y don Gallo también, además el amo y yo somos los mejores amigos. -­‐¡Que descaro Dios mío!-­‐ dijo el caballo -­‐amigo soy yo del amo que lo llevo y lo traigo al pueblo y lo hago lucir cuando paseamos y hasta la dueña se siente agradecida conmigo, porque la se pasear con paso suave y elegante. -­‐¡No más, no más!-­‐ Bramó la vaca a punto de acornear a todos -­‐yo soy la que doy mi leche y con ella hay queso y otras delicias lo que hace famosa a esta granja. -­‐Y yo –dijo el buey-­‐ saliendo de su pereza de siempre, mi compañera y yo trabajamos con el arado y traemos la cosecha a esta hermosa granja y luego la llevamos en carreta al pueblo, donde el amo vende los frutos y hortalizas en la feria. -­‐Sin mí no duraría cosecha-­‐ maulló el gato -­‐yo soy el que me como a todos los danones ratones y otros bichos, los cuales se comerían el maíz y todas las semillas, además duermo junto a la abuela por las tardes junto al fuego y le sirvo de compañía y recuesto en su regazo. Tal era la algarabía que hacían los animales alborotados que parecía que la granja iba a caerse, todos exaltados todos exponiendo sus argumentos que ninguno se ocupó de sus labores. El perro no se dio cuenta que un zorro entro por un hueco y andaba detrás de los pollitos, la vaca no tuvo lista la leche en su ubre, el gato no se percató que los ratones hacían fiesta en los sacos de maíz amarillo, la gallina y sus amiga no pusieron huevos de la mañana y todo era un caos que cada vez amenazaba con ponerse peor. Se me olvidaba contar que don Pancho era muy especial pues poseía el don de entender lo que los animales hablaban era un privilegio que le había sido muy útil, porque así logro mantener una buena relación con ellos y además era un secreto que no compartió con nadie, ni con Panchita su esposa. Sorprendido por la escanda se había acercado al portón de la granja y comprendió el motivo del gran barullo que se desarrollaba ahí. Así que tuvo que pararse muy firme y gritar con su voz ronca y por primera vez hablar con los animales de esta manera: -­‐Amigos míos-­‐ ¿Qué pasa con ustedes? Todos son muy importantes para mí y para la granja, todos realizan una tarea muy importante para mí y para la granja, todos realizan una tarea que ninguno puede desempeñar todos sirven para algo especial, volved al trabajo por favor, sin ustedes no habría granja, ni alimentos, ustedes me dan su esfuerzo y yo les doy abrigo, comida y techo, la tierra nos da sus frutos y el sol su calor, la lluvia su frescura, la noche su oscuridad para dormir, el cielo sus estrellas y el Creador su amor, protección a todos, pequeños, grandes, pobres y ricos. Los animales callaron sintieron vergüenza y volvieron a sus labores nunca más volvieron a pelear entre ellos y trabajaron siempre en equipo además hicieron un pacto: nunca decirle a nadie que su amo sabía su idioma y que todas las tardes llegaba a partir de ese día a dialogar con cada uno de ellos. Y esa fue por siempre la granja más próspera y feliz de todos aquellos. 

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