TERCER DOMINGO DE PASCUA 2013
Transcripción
TERCER DOMINGO DE PASCUA 2013
TERCER DOMINGO DE PASCUA 2013 Estos primeros domingos de Pascua son testigos de una poderosa temporada. En la Pascua hemos escuchado de la mujer que una mañana muy temprano encontró la tumba vacía y oyó que Jesús había resucitado de entre los muertos. El domingo pasado hemos escuchado cómo Jesús se apareció a los apóstoles en el cenáculo y cómo llegó a convencer también a Tomas de creer. Esta semana escuchamos a Pedro, tanto en la primera lectura como en el evangelio, a partir de su testimonio ante la multitud en el primer Pentecostés y continuando hasta el incidente registrado en los Hechos de los Apóstoles, cuando desafiaron a la policía del Templo y el Sanedrín. Vamos a tratar de saber un poco mas acerca de Pedro. ¿Qué tal que nos estuviera hablando desde este púlpito? Buenas tardes /buenos días, mis amigos! Ustedes me conocen como Pedro, aunque en mi aldea me llamaron Simón bar Jonás. Jonás era el nombre de mi padre. Ustedes han escuchado mi historia favorita la Resurrección. Sí, se llevó a cabo en Galilea, y podrán preguntarse por qué estábamos allí. Recuerden cómo Jesús ha venido a nosotros esa noche del domingo a Jerusalén y dijo: RECIBAN AL ESPIRITU SANTO. A QUIENES PERDONEN LOS PECADOS, ESTOS LES SON PERDONADOS; A QUIENES RETENGAN LOS PECADOS, ESTOS LES SON RETENIDOS. (Jn 20:23) Bueno, para ser honesto, no estábamos seguros de a dónde ir con todo eso. Por Lo tanto regresamos a casa a Galilea, pensando que deberíamos entenderlo desde ese punto. Pero cuando llegamos a casa, las cosas no estaban nada claras. Ahí estábamos, de nuevo en casa, pero incluso en la quietud y el aire más limpio, nos sentamos alrededor, tristes, inciertos, y extrañándolo. Nada llegaba a nosotros. Y si el Espíritu Santo tenía planes para nosotros, no estábamos enterados. Así que un día anuncie, basta de esto --- Me voy a pescar! Seis de los otros se levantaron y se unieron a mí. Bueno, tampoco nada salió de ahí! Estuvimos pescando toda la noche y nada! Es un trabajo agotador, echando las redes y luego jalando de nuevo, haciéndolo una y otra vez durante toda la noche! Justo antes del amanecer todos estábamos durmiendo y vino una voz a través del agua: Hey, nos dijo “Muchachos”, han pescado algo? Nathaniel exclamo, ninguno en absoluto. Echen la red a la derecha! Esta vez la voz sonaba familiar. Así lo hicimos echamos la red a la derecha, y de repente ya no podíamos jalar la red por tanto peso de los pescados! Era como si todo el pescado del lago hubieran encontrado de pronto su camino en nuestras redes! Entonces Juan el más joven, gritó: ¡Es el Señor! Sé que suena como una locura, se anudo la túnica a la cintura y salto. Desde la noche anterior antes de que muriera no habíamos tenido más tiempo a solas con él. ¿adónde vas?” Le preguntó Simón Pedro. Jesús respondió: “Adonde Yo voy, tú no Me puedes seguir ahora, pero Me seguirás después.” Pedro Le dijo: “Señor, ¿por qué no Te puedo seguir ahora mismo? ¡Yo daré mi vida por Ti!” Jesús le respondió: “¿Tu vida darás por Mí? En verdad te digo, que no cantará el gallo sin que antes Me hayas negado tres veces. (Jn 13:33, 36-38) ¿Por supuesto, sabes que sucedió. Tres veces me preguntaron, ¿No eres su discípulo? Tres veces he dicho, yo no lo soy. Justo después de la tercera vez, cantó el gallo. Cuando llegué a la orilla, allí estaba preparando el desayuno para nosotros. Al hombre le encantaba comer - tanto antes como después de aquellos días terribles. Le encantaba comer, hablar y reír. Después del desayuno, asintió con la cabeza hacia mí, indicándome que fuéramos a caminar. Caminamos por la playa. ¿Eres realmente tu Señor? Le pregunté, sin saber qué decir. Sí, soy yo, Simón. Entonces me preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Sí, Señor, tú sabes que Te quiero. Me dijo con tanta fuerza que me sorprendió. Apacienta mis corderos. Caminamos un poco más y me preguntó otra vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Me dije a mí mismo, de acuerdo, tiene derecho a estar seguro. Le dije otra vez: Sí, Señor, tú sabes que Te quiero. Pastorea mis ovejas. Pero después de ir un poco más adelante le preguntó por tercera vez, ¿me quieres? Esta fue una tortura! Hablé con él como si tuviera dificultad para escuchar: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que Te quiero! Y él sonrió y dijo: Alimenta mis ovejas. He pensado mucho acerca de por qué él me preguntó tres veces. Se podría pensar que era ojo por ojo, tres negaciones, tres profesiones de amor. O tal vez él sabía que lo tenía que decir tres veces para encontrar la paz, para poder seguir adelante. O quizá me había preguntado tres veces porque necesitaba oírlo tres veces. Pero a medida que pasaban los años, llegué a pensar que había algo más, algo que sólo podía aprender poco a poco. Algo que había fallado decir acerca de las preguntas. Juan es el autor que escribió todo esto, después de haber hablado al respecto no sé cuántas veces. Juan escribió en griego, pero Jesús y yo habíamos estado hablando en arameo. Bueno, Juan conocía mejor a Jesús que todos nosotros. Juan conoció su corazón. Cuando Jesús me pregunta si lo quiero, Juan usó el verbo griego agapao, que significa amar por encima de todo lo demás, incluso por encima de la vida propia. Yo nunca había usado esa palabra. Pensé en Jesús como un mejor amigo, por lo que Juan usó la palabra griega phileo para mis respuestas. Las personas que estudian estas cosas, ven la diferencia de inmediato. Jesús me pregunta si yo lo amo con todo mi corazón, mente y fuerza, y yo respondo con, Señor, tú sabes que yo soy tu amigo. Somos los mejores amigos para siempre! Cuando Jesús me pregunta por tercera vez, Juan pone la palabra amor en boca de Jesús. ¿Eres mi amigo de verdad? Esa podría ser la mejor traducción para ustedes amigos! Lo que me he dado cuenta es que para amar a Jesús es a cambio de amar a todos los que ama, y eso significa a todo el mundo. Para alimentar a los corderos significa cuidar, cuidar de todos los necesitados. Para atender a las ovejas significa estar a la expectativa de lo que necesitan. Para alimentar a las ovejas significa estar dispuestos a proporcionar todo lo necesario para su bienestar, sobre todo lo que necesitan para alcanzar la vida eterna. Lo que Jesús quería para mí y para todos los que lo conocieron en sus años de enseñanza, era que fuéramos a darlo a conocer a todas las personas a través del tiempo por la forma en que vivían. Él nos ha llamado a ser testigos, y con la ayuda del Espíritu Santo, eso es lo que hemos hecho. Pablo y yo terminamos en Roma, sirviendo allí a la comunidad hasta que llegaron los días para que pudiéramos compartir los sufrimientos de Cristo al tener muerte de mártires. Juan fue desterrado a Patmos, donde escribió su Evangelio y algún otro parte extraña acerca de las batallas finales entre el bien y el mal. Mi hermano Andrés fue crucificado en Grecia y los otros dieron su vida en la predicación y la enseñanza y hasta morir haciendo el bien de dar a conocer a Jesús. Ahora ustedes son a los que se les ha sido contada la historia de Jesús. Ustedes son los que tienen esta historia para vivir y dar a conocer a la gente de hoy y de mañana. Continuamos al encuentro del Señor Resucitado en la repartición del pan, y que continúe recordándonos todo lo que nuestra vida son a través de la repartición del pan; nuestros cuerpos dados por los demás, la sangre derramada por los demás. No digo esto para asustarlos. Jesús tampoco quiso nunca que tuviéramos miedo. Él nos dijo que iba a estar siempre con nosotros, y ha mantenido su palabra. Él está siempre con nosotros, en la repartición del pan en la Misa, pero también en nuestras oraciones que oramos en el nombre de Jesús, y en todo lo que tratamos de vivir como él nos ha enseñado. Y es que Jesús nos hace saber a los demás cuando amamos como él nos amó. Siempre que podamos poner a otra persona en primer lugar, cada vez que podamos sacrificar algo de nuestro tiempo y energía, nuestros talentos y nuestros bienes materiales para el bien de la otra persona, entonces estamos siguiendo los mandamientos de Jesús: Apacienta mis corderos, Pastorea mis ovejas, Alimenta mis ovejas. Y si tu estás haciendo eso, entonces el milagro de Pascua se repite una y otra vez, todos ustedes se han convertido en "pescadores de hombres". Yo, Pedro, el día de hoy les agradezco por su tiempo. Dejemos que nuestra Celebración de Pascua continúe. (I have used material from Fr. James A. Wallace, CSsR, “An Easter Witness Speaks,” in LIFT UP YOUR HEARTS: Homilies and Reflections for the “C” Cycle; Paulist Press, Mahwah, NJ; 2006, pp. 101-104; and from John W. Martens, “Fish for Breakfast,” THE WORD, in America, Published by Jesuits of the United States, New York, NY; April 8-15, 2013, p. 38.)