1 CARACTERÍSTICAS DEL CULTO AL SEÑOR DE LAS

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1 CARACTERÍSTICAS DEL CULTO AL SEÑOR DE LAS
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CARACTERÍSTICAS DEL CULTO AL SEÑOR DE LAS MARAVILLAS EN PUEBLA, MÉXICO
Luis Arturo Jiménez Medina
Colegio de Antropología Social de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
[email protected]
En esta presentación expondremos las características más significativas de una de las
imágenes más importantes en la religiosidad popular católica de la ciudad de Puebla,
México como es el caso del Señor de las Maravillas que se venera en el templo de Santa
Mónica en estos tiempos. Las prácticas religiosas en torno a dicha advocación van desde
aquellas que son reconocidas por la institución eclesiástica como son las procesiones, las
peregrinaciones, las oraciones de agradecimiento y de petición, hasta aquellas prácticas
con elementos mágicos como las “limpias”, que no son del todo aceptadas por las
autoridades de la Iglesia. Dichas reflexiones se apoyarán en las ideas de que
actualmente hay una enigmática pervivencia e incluso intensificación de las prácticas
religiosas en un contexto temporal y espacial aparentemente “secularizado”.
Uno de los planteamientos más recurrentes cuando tratamos el tema del fenómeno
religioso así como el de las creencias en general y, sobre todo, cuando se hace
referencia a expresiones de la religiosidad popular tal y como la tratan Báez-Jorge
(2011) y González (2002) es aquel que refiere a que dichas cuestiones son un asunto del
pasado, que irremediablemente están condenadas a perder plausibilidad cultural en el
mundo moderno y secular y que si siguen presentes, es porque solamente son
esporádicos impulsos “desmodernizantes” que funcionan en nuestra sociedad moderna y
que inevitablemente se refugiarán en el ámbito de lo privado.
Sin embargo, la religión al ser un sistema total del orden antiguo en el registro de
lo simbólico y de lo ritual, se vio atrapada en la misma dialéctica transformadora. Al
munirse en una definición que priorizó su anclaje en el universo de la tradición, no fue
excluida del universo de la modernidad. Lo que indica, en un principio, es que la religión
está presente bajo una nueva forma que es la de la tradición en la modernidad (HervieuLéger, 2005: 143).
En este contexto, no debemos olvidar que las sociedades construyen sus
divinidades y sus mitos y reproducen a ambos a través de sus ritos a partir de las
necesidades cotidianas y en el marco de definidos cimientos terrenales. Con la
recurrencia, en consecuencia, del quehacer del imaginario simbólico, se puede explicar
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la razón de ser y el sentido de lo sagrado en estos tiempos. Como señala Báez-Jorge
(2011: 35) y desde una perspectiva dialéctica, los fenómenos religiosos son parte del
todo social estructurado y se hallan en permanente interacción y conexión internas con
la realidad concreta.
De acuerdo con Licona (2003 y 2007), en la ciudad de Puebla existen alrededor de
medio centenar de edificaciones relativas a lo religioso, obviamente católicas la mayor
parte de ellas. Dichas edificaciones son parte significativa del sentido “monumental” y
“patrimonial” con que se caracteriza a la ciudad poblana en la categoría de “patrimonio
de la humanidad”. En casi todas las edificaciones religiosas aludidas, se realizan una
diversidad de festividades y puestas en escena rituales y ceremoniales en muchos
momentos durante el año, dándole cierta especificidad a la ciudad por el uso ritual de
dichos espacios rituales.
El anterior autor citado (Licona, 2003), llega a señalar que existen un poco más
de 80 festividades de carácter religioso católico, por lo que los habitantes de dicho
asentamiento urbano ocupan a la ciudad como un escenario o escenarios en donde se
expresan dramatizaciones sociales con elementos religiosos. En efecto, además del al
Señor de las Maravillas también se dan las devociones a San Charbel, a Nuestra Señora
del Carmen, al agua bendita en el templo de San Roque, el Cristo de Analco, la Virgen
de La Luz, entre otros. Sin embargo, también la ciudad es testigo de otros cultos no
católicos como son los casos a la Santa Muerte, las actividades relativas de la iglesia de
la Luz del Mundo, diversas manifestaciones religiosas de grupos de tipo evangélico, entre
otros.
No obstante las características anteriormente aludidas, la ciudad de Puebla
puede ser considerada como una ciudad moderna. Dichas expresiones religiosas
mencionadas, hace que en la ciudad de Puebla poco a poco se vaya expresando la
diversidad de creencias, ya que actualmente la entidad federativa a la que corresponde
la ciudad mencionada, sigue presentando un alto porcentaje de población católica a su
interior con un 88% de confesos católicos según los datos del último censo de población y
vivienda del 2010. Todavía hace algunos años a la ciudad poblana se le conocía o se le
identificaba como una “ciudad mocha” en donde la cosmovisión predominante de los
habitantes de dicha ciudad eran los elementos de tipo católico; sin embargo, en los
últimos quince o veinte años se han comenzado a modificar de manera notable los
modelos (cosmovisión) provenientes de la religión para entender, pensar y explicar la
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realidad social así como aquellos modelos (ethos) para actuar en la sociedad (Geertz,
1987).
En este contexto, no hay que olvidar que tanto el culto al Señor de las Maravillas
como los otros que se realizan en la ciudad de Puebla, se expresan en un contexto
urbano, lo cual implica que tanto los individuos como las colectividades les permite
construir diferencias sociales a través de procesos simbólicos que se van conformando de
manera eventual o permanente en contextos muy específicos.
Lo anterior supone diversas formas de percibir, habitar y ocupar la ciudad; por lo
que la ciudad de Puebla es final de cuentas es una red urbana de complejas y
heterogéneas serie de relaciones grupales e individuales pero también institucionales de
diferente tipo, las cuales coexisten en el escenario o en los diversos escenarios de la
ciudad. En dichos escenarios, se articulan objetos tanto materiales como simbólicos que
operan bajo las reglas que los mismos habitantes diseñan y manipulan pero que también
son observadas por los actores en los diferentes escenarios citadinos.
En este texto consideramos que el culto al culto al Señor de las Maravillas es una
de las expresiones de la religiosidad popular que se manifiesta en un ámbito urbano.
Desde esta perspectiva, dicho culto tiene un alto grado de integración y de impacto en
la vida social y cotidiana de los habitantes de la ciudad poblana. Los diversos actos
religiosos que se llevan a cabo relativos al Señor de las Maravillas, expresan una serie de
características integradoras que son una expresión de la peculiar experiencia de lo
sagrado que se da en la propia cultura; que también se diseñan y construyen en base a
códigos simbólicos culturalmente aceptados; dichas expresiones reflejan la cosmovisión
y la memoria histórica que comparte los diferentes grupos e individuos que participan; a
pesar de que llegan a participar en algunas celebraciones las autoridades eclesiásticas,
en general es la “comunidad” espontánea o permanente la que crea sus propias
instancias organizativas así como sus propias liturgia, llegándose a vislumbrar en algunas
ocasiones una especie de dimensión utópica, entendido como un “modelo para” la vida
social; evidentemente a partir de la interpretación de la cultura y la historia locales.
El culto al Señor de las Maravillas se compone de un conjunto de prácticas y de
creencias, que probablemente están construidas a manera de bricolaje y que están
conformando un espacio ideológico significativo para varios grupos y ámbitos urbanos
populares de la ciudad de Puebla. En muchas de esas prácticas y creencias existen
elementos trenzados de tipo mesoamericanos, con visiones coloniales y modernas y que
se organizan y se resignifican desde un tiempo y un espacio contemporáneos
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constituyéndose en todo un sistema que da sentido a los cultos a dicha entidad divina.
Igualmente, muchos de los cultos que se realizan al también llamado Cristo de las
caídas, se caracterizan por combinar elementos de la tradición católica mexicana con
otros que provienen de otras fuentes muchos de ellos diseñados por los propios devotos y
que algunos de ellos han causado ciertas incomodidades a diversas autoridades
eclesiásticas del arzobispado de Puebla.
En la historia del culto al Señor de las Maravillas intervienen dos elementos que
articulados han dado como resultado lo que es actualmente el culto popular a dicha
advocación. Uno de ellos es el institucional que hace referencia al edificio en donde está
asentada la imagen desde hace ya muchos años; y el otro elemento es el que proviene
desde la tradición oral y que proviene de las prácticas y creencias que los devotos
comentan a través del tiempo.
Sin embargo, es difícil tener una precisión en fechas de cuando se inició el culto
mencionado, no obstante, algunos señalan que la devoción al Señor de las Maravillas
tiene ya mucho tiempo que se realiza en la ciudad de Puebla –como 250 años de
antigüedad-, pero en realidad la información es incierta. Lo que he captado en mis
indagaciones principalmente en el ámbito de la tradición oral han llegado a identificar
que dicho culto adquiere mucha importancia desde las primeras décadas del siglo XX.
La figura mencionada, esculpida en madera, está ubicada en una de las diversas
construcciones arquitectónicas que existen en el centro histórico de la ciudad de Puebla
y data del siglo XVII. Dicha construcción, se le conoce actualmente como exconvento de
Santa Mónica; fue fundado en el año de 1606 y ha tenido muchos usos desde su
fundación. En efecto, dicha construcción fue hospital para señoras casadas nobles y
honradas que quedaban desamparadas y sin facultades por razón de los viajes que
hacían sus maridos a Europa; también fue colegio para niñas vírgenes, nobles y pobres
de mucho éxito en aquellas épocas; luego se convierte en convento a cargo de las
Agustinas Recolectas, el cual fue enclaustro hasta el año de 1853.
Existe una narración correspondiente al siglo XVII con respecto al nombre del
actual exconvento: el Obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún –el cual fue
obispo de Guadalajara y Puebla, Octavio Paz lo identifica como un hombre que tuvo dos
pasiones la teología y las monjas y mantuvo una relación epistolar con Sor Juana Inés de
la Cruz- solicita que a dicho colegio se le ponga un nombre para su identificación. Para
tal efecto, se decide sortearlo y el nombre que sale es Santa Mónica. El obispo se
inconforma ya que Santa Mónica no había sido virgen por haber dado a luz un hijo al que
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le puso Agustín, ni tampoco dicho personaje había vivido en clausura; pide que se
realice el sorteo otra vez y luego dos veces más y el nombre que sale es el de Santa
Mónica. Por tal motivo se deja dicho nombre ya que el obispo cae en la cuenta que es
una orden divina.
Actualmente y además del templo donde se da culto al Señor de las Maravillas,
existe un museo de arte religioso. El templo de Santa Mónica está bajo la
responsabilidad de la orden de las Agustinas, las cuales cuidan la escultura de mayor
culto de la ciudad de Puebla, dicha escultura es la representación de Jesús en una de sus
caídas, por eso también se le llega a nombrar como el “Señor de las Tres Caídas” y el
templo se localiza en localizada sobre la Avenida 5 de Mayo entre las calles 16 y 18
Poniente del centro histórico.
Otra narración relativa a la orden de las religiosas que están al cuidado de la
imagen, ilustra una de las diversas anécdotas relativas al Señor de las Maravillas y del
porqué desde hace tiempo está en el lugar actual. Se dice que la orden de religiosas
Agustinas, cuando ya tienen en su poder la imagen divina, deciden rifar la imagen para
ver quién se encargará de su cuidado. Son varios los templos que participan en el sorteo.
El precio del boleto para la rifa del cristo es de tan sólo un peso. Se realiza la rifa y
resultan ganadoras precisamente las religiosas Agustinas de Santa Mónica. Sin tener una
fecha precisa de cuando se llevó a cabo dicho evento, lo que es cierto es que desde esa
ocasión son las encargadas de vestir y cuidar la escultura, cuyas dimensiones son de un
hombre de tamaño normal, llegando a pesar 70 kilos aproximadamente.
El relato hierofánico del Señor de las Maravillas tiene diferentes elementos de los
cuales se pueden destacar dos, uno se refiere a las características relativas de cómo se
diseñó y esculpió la imagen en donde se destacan los elementos de la naturaleza y la
acción humana sobre ésta, así como la presencia de elementos mágicos cuando la
imagen ya está esculpida. Precisamente, al conocerse el acto donde existen elementos
de tipo mágico, la imagen crea simpatías entre los habitantes de la ciudad. Esa parte del
relato mítico es la siguiente:
“En el templo de San José, ubicado en algún lugar del centro histórico de la
ciudad, existía un árbol frondoso, hasta que un día un rayo lo derribó. Cuentan
que, para aprovechar la madera del tronco, el párroco de la iglesia de san José
mandó a tallar con un artesano la imagen de Cristo en una de las caídas del vía
crucis, las hábiles manos del artesano dieron como resultado una imagen que
representaba la piedad y la compasión. La imagen del Padre Jesús de las
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Maravillas o el Señor del Rayo, como en un principio se llamó; simula
precisamente una de las caídas. Después, dicha imagen fue obtenida hace
muchos años por las monjas de esa orden religiosa en una rifa convirtiéndose en
huésped del exconvento y actual iglesia de Santa Mónica. De acuerdo con la
tradición oral, originalmente estaba acompañado de dos sayones romanos quienes
sostenían látigos, tiempo después, se dice que una novicia escuchó una noche
gemidos y golpes, por lo que, en compañía de la superiora descubrió que
azotaban a Jesús. Dicho suceso se propagó por todas partes y de esa manera la
imagen adquirió fama y cariño, además de que fueron retirados y quemados los
verdugos.”
La otra parte de la narración hierofánica hace referencia directamente al
milagro, en donde este puede ser entendido como “todo aquello que ocurre en contra de
la inercia natural o social” (González, 2002: 97), la cual es la siguiente:
“Se cuenta que todos los días una mujer acudía a la cárcel de San Juan de Dios –
antiguo hospital de san Juan de Dios- para visitar a su esposo, le llevaba los
alimentos y las cosas que él necesitaba. En una de las visitas conoció a un hombre
a quien nadie iba a visitar, lo que le inspiró una profunda lástima, quien movida
por la piedad, comenzó a llevarle alimentos sin que su esposo lo supiera, acto
que llegó a convertirse en una amistad, misma que continuó aún después de que
su marido abandonara el reclusorio. No faltó entonces quien avisó al marido
sobre las acciones que la mujer realizaba, así que un día la esperó fuera del
penal para ver si lo que le contaban era cierto. -¿Qué llevas en la canasta?- le
preguntó, la mujer sorprendida y llena de miedo sólo alcanzó a encomendarse al
señor del rayo y le respondió: “llevo maravillas para el señor”…, a lo que el
esposo, incrédulo; no pudo más que destapar la canasta y descubrir que adentro
de la canasta se hallaban las flores amarillas como maravillas. Así, ante el
milagro, los esposos entraron de rodillas a la iglesia; ahí la esposa le confesó a su
marido la verdad: le llevaba alimentos a un hombre pobre… El esposo y ella
fueron a buscar al hombre a la prisión pero no lo hallaron, y aunque preguntaron
por él y por más que dieron el santo y seña nadie supo darles respuesta, por lo
que la pareja llegó a la conclusión de que ese hombre era el mismo Cristo quien
les había puesto una prueba de amor a la pareja.”
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En la diversa parafernalia que se oferta a las afueras del templo de Santa Mónica,
la oración que más se difunde y que más se reza por parte de los devotos dirigida al
Señor de las Maravillas es la siguiente:
“De rodillas ante tu divina imagen, te doy gracias por los milagros que me has
concedido, protegiéndome con tu maravilloso Poder y Amor que tienes para todos
tus hijos que te pedimos misericordia y que tenemos la obligación de alabarte y
bendecirte en todo lugar. Padre Jesús de las Maravillas, omnipotente,
infinitamente grande, eterno, te repito mis agradecimientos de todo corazón por
haberme atendido y concedido mi súplica. Te ofrezco este cirio en testimonio de
mi grande fe y que este pequeño sea símbolo de tu luz que ilumine el camino de
tus devotos, acercando a todos tus hijos al Fuego de tu Sagrado Amor.- Tres
Credos y Tres Padres Nuestros.”
Son varios los actos rituales y ceremoniales que la gente realiza y participa en
varias épocas en el año y de manera cotidiana. Todos estos los podemos organizar de la
siguiente manera: los actos rituales más formales, legitimados y sancionados por la
institución eclesiástica y una serie de acciones rituales y ceremoniales en donde la
participación de los laicos es más notable en los ámbitos de la organización y ejecución
de dichos eventos. De los primeros, se pueden diferenciar aquellos que son controlados
directamente por las autoridades eclesiásticas y otro grupo de acciones rituales en
donde la participación de los especialistas eclesiásticos no opera en el ámbito del
control social sino más bien son los laicos los que organizan y dirigen dichas acciones
ceremoniales. Con respecto a las otras acciones rituales y ceremoniales que se realizan
cotidianamente, todos ellos son ejecutados a partir de las liturgias que los propios laicos
diseñan para la ocasión. Veamos ahora cuales son la diversidad de rituales a la que
estamos haciendo referencia.
Rituales y ceremoniales controlados por la autoridad eclesiástica. El Señor de las
Maravillas sale una vez al año de su vitrina y del templo para participar en la procesión
del viernes santo. En esa ocasión, la escultura aludida junto con otras cuatro esculturas,
que son las de la la “Virgen de la Soledad”, que es la que encabeza el evento ritual
urbano; luego sigue el “Jesús de Analco”; la “Virgen de los Dolores”, del templo del
Carmen y el “Jesús Nazareno” del templo de San José; realizan una procesión por
diversas calles del centro histórico de la ciudad en una procesión espectacular en la cual
participan una diversidad de sectores sociales, incluyendo turismo nacional e
internacional. La organización así como los gastos requeridos corren a cargo de una
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cofradía, las autoridades del arzobispado, algunos personajes del ámbito privado,
autoridades municipales; entre otros. Durante el recorrido –en donde la imagen del
Señor de las Maravillas lo inicia en su templo y termina como en el caso de las demás
imágenes, en el atrio de la catedral- numeroso público se coloca en las banquetas de las
diferentes calles por donde desfila dicha imagen. Durante el recorrido, numerosas y
variadas manifestaciones de piedad y de devoción se hacen presentes por parte de los
devotos, además de la venta de parafernalia alusiva a las cinco esculturas como son
fotos, flores, adornos, pedazos de tela de los vestidos que llega a usar la imagen del
Señor de las Maravillas, entre otros objetos. Precisamente la imagen aludida en este
trabajo es la que cierra la procesión. Cabe señalar, que los íconos religiosos
mencionados son los más antiguos, con mayor número de devotos y, obviamente, los
considerados como más milagrosos.
Hay que agregar que desde año de 1992, el evento aludido fue reactivado por
diferentes personajes de la ciudad como fueron los casos de un arqueólogo del INAH
Puebla; el arzobispo en turno; las autoridades municipales y el gobierno estatal y otras
personas. Desde esa época hasta la fecha, el evento mencionado ha gozado de una
legitimidad, y a juicio de algunos estudiosos, dicho acto es de los más representativos de
la ciudad como elemento conformador de la identidad de la llamada poblanidad (Licona,
2003 y 2007).
Rituales y ceremoniales con participación de las autoridades eclesiásticas. Dentro
de esos rituales ubicamos a la fiesta anual que se celebra el 1 de julio y la celebración
del tercer viernes de cuaresma. Amas celebraciones se caracterizan por expresiones de
tipo popular a lo largo de los diferentes días mencionados. Igualmente, en ambas
celebraciones existen aunque hay celebraciones litúrgicas de la misa a lo largo de cada
día, lo que más sobresale son los rituales petitorios para resolver problemas muy
puntuales de los devotos como son: por la curación de alguna enfermedad; por la
solución de problemas familiares de diferente tipo; por la solicitud de ayuda para que le
vaya bien a algún familiar que está de ilegal en los Estados Unidos o que está en la
cárcel; por adquirir “buena suerte” para los negocios o algún otro tipo de empresa; por
que algún familiar o conocido salga bien de alguna intervención quirúrgica; entre otras
peticiones. También hay rituales de agradecimiento en esos días. Muchos creyentes
asisten en esos días a “dar gracias” debido a que la divinidad ha resuelto alguna solicitud
que anteriormente se le había pedido. Muchos de estos agradecimientos se expresan y se
interpretan, por parte de los devotos, como “milagros”. Aunque la fiesta principal del
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Señor de las Maravillas es el primer día de julio, el tercer viernes de cuaresma también
lo celebra la gente con mucha alegría a pesar de estar en el tiempo de la cuaresma. Por
lo que en ambas ocasiones los devotos hacen y participan en una diversidad de eventos
que se realizan tanto en el interior del templo como fuera de éste, que por su
arquitectura y la traza urbana, no cuenta con un atrio, de tal suerte que la calle que da
a las dos entradas al templo de Santa Mónica son cerradas al tránsito vehicular en esos
días y la gente puede estar en dicho espacio público en una suerte de procesos de
apropiación. En ambas festividades circulan una diversidad de peregrinos que llegan al
templo de Santa Mónica de varias formas y maneras, creando romerías, expresiones
musicales, rituales diversos, entre otras características.
Las celebraciones en ambas festividades comienzan desde temprana hora en
donde las mañanitas entonadas por grupos de mariachis inician las actividades. Asisten
desde las cinco de mañana de cada día aludido, cientos de poblanos y de visitantes de
varios lugares para participar en los festejos. Las dos puertas que dan acceso al templo
de Santa Mónica están decoradas por arcos de flores multicolores. Tanto al interior como
al exterior del templo, se entonan piezas musicales de carácter religioso y también
popular. Los grupos musicales que participan –en la mayoría de los casos son mariachiscasi siempre lo hacen a iniciativa propia o porque son contratados por algún devoto y
son parte del cumplimiento de una promesa. Normalmente, la gente también canta las
canciones que se entonan, aplauden, rezan, entre otras cosas con el objetivo de venerar
al Señor de las Maravillas.
Durante todo el día de las fechas mencionadas, llegan y salen personas a título
individual, en grupos pequeños, o familias enteras para visitar y admirar la imagen del
cristo de las caídas, a quien además, le agradecían sus cualidades milagrosas. También
en esos dos días se pueden ver a muchas personas que con veladoras en mano recitan
oraciones, mientras algunas otras y con lágrimas en los ojos no dejan de observar al
Señor de las Maravillas en su vitrina.
En esos días y en señal de petición pero más bien en agradecimiento y sobre la
calle 5 de mayo, la gente regala objetos diversos a la gente. Los objetos que más se
regalan son paraguas con la imagen impresa en algún lugar del objeto del Señor de las
Maravillas; también donan pedazos de tela en bolsas pequeñas de plástico provenientes
de las diversas vestimentas que utilizan las religiosas para vestir a la escultura aludida;
igualmente, regalan pequeños arreglos florales; figuras de plástico diversas con motivos
religiosos como estampas, copas, floreros, entre otros; así como alimentos diversos tales
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como tamales, atole, gelatinas, tortas y otros; también están las donaciones en dinero
que son depositadas en las alcancías del templo, así como enormes y espectaculares
arreglos florales que son dejados alrededor de la urna.
Ambas celebraciones tienen poco control por parte de las autoridades
eclesiásticas, ya que los devotos prefieren seguir sus propias liturgias y que la liturgia
formal y oficial. Por ejemplo, cuando se está celebrando la misa en el templo, la gente
prefiere estar haciendo sus oraciones ante la imagen del Señor de las Maravillas, no
obstante las exhortaciones del sacerdote para que la gente participe en dicha
celebración litúrgica.
Celebraciones rituales y ceremoniales en donde la participación de las
autoridades eclesiásticas es muy discreta o de plano no participan. El resto de los días
del año, el templo donde está la imagen del Señor de las Maravillas es utilizada
fundamentalmente como lugar de oración y lugar de “estancia momentánea” como una
suerte de “oasis espiritual”. Desde las calles aledañas a la iglesia del Señor de Las
Maravillas en medio de puestos instalados en donde se ofrecen una diversidad de
parafernalia religiosa, en muchas ocasiones es visible la multitud que se encuentra
haciendo fila para acercarse a la “imagen milagrosa” que se encuentra adentro de un
nicho, rodeado por arreglos florales. El interior del nicho está tapizado de varios
colores, dependiendo de los “tiempos litúrgicos”, donde hay figuras de corazones
metálicos –muchos de ellos son de oro o de plata- de diversos tamaños, los cuales
representan muestra de la gratitud por los milagros realizados, ya que así lo consideran
los creyentes.
A pesar de estar cercado el pequeño lugar, existe el espacio para orar y meditar.
Junto se encuentra un depósito de veladoras y velas, a fin de que los creyentes
enciendan sus ceras y las coloquen en el sitio adecuado para evitar accidentes.
La gente que asiste normalmente, permanece en el lugar diversos momentos que
van desde los cinco o diez minutos hasta la hora. Durante ese tiempo, los creyentes
hacen oraciones, cantos o también silencios. Después de un tiempo de estancia en ese
lugar, la gente sale llena de confianza y esperanza, fortalecidos en fe y con la actitud
ideal para seguir su camino, tal y como lo expresan varias personas entrevistadas,
quienes reconocen el respeto, amor y devoción a esta imagen, además de que la
consideran como una de las más milagrosas.
La conducta ritual más reiterativa que se puede captar en cualquier época y
circunstancia así como la realizada por cualquier tipo de persona que asiste a rendirle
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culto al Señor de las Maravillas en el templo de Santa Mónica es más o menos el
siguiente: una vez que la gente adquirió un pequeño cirio de color amarillo, con ese
mismo lo pasan por los cristales que cubren la escultura del Señor de las Maravillas
haciendo señales de la cruz, una vez hecho eso, los devotos se “limpian” todo el cuerpo
o, en otras ocasiones, en aquellos lugares del cuerpo que están enfermos o en alguna
situación “delicada”. Terminadas dichas acciones, el cirio es encendido y colocado en
los espacios asignados para tal efecto y en otros casos, la gente decide llevarse las ceras
para colocarlas en los altares domésticos que la gente ha construido en algún de su
vivienda.
Dichas acciones rituales son realizados en cualquier época del año y,
evidentemente, en los días relativos a la fiesta anual de manera masiva. Dichas acciones
rituales son realizadas de dos maneras: la primera es llevada a cabo por la misma
persona, es decir, el creyente realiza “la limpia” con la vela amarilla a sí mismo o a su
propio cuerpo; la segunda, es cuando una persona es “limpiada” por otra persona.
Dichos actos los podemos denominar como “rituales de limpia ante las imágenes”. Para
tales actos existen personas que se dedican a realizar dichos rituales. Cuando ya hay
mucha gente en el recinto, sobre todo en las tardes de cada día y los fines de semana así
como los días de fiesta anual, principalmente, es cuando aparecen las personas
especialistas ofreciendo sus servicios.
Casi siempre se escucha a la entrada del templo cuando las personas van
entrando a éste de una manera discreta las siguientes voces: “Le hacemos una limpia…
quiere una limpia…”. Las especialistas en limpias generalmente son personas de edad un
poco avanzada y con una actitud muy amable. Como dice una de ellas:
“Es algo que siempre he hecho y con el objetivo de ayudar a las personas, y al
mismo tiempo ayudarme económicamente a mí misma”. No crea que nada más es
venir, pararse y ofrecer mi trabajo, ¡no, claro que no! Antes tuve que pedir con
devoción y mucha fe al Señor de Las Maravillas que me ayudara a encontrar un
trabajo, ya que por mi edad me era muy difícil. Entonces constantemente venía y
platicaba con él y él mismo permitió que realizara este trabajo. Mucha gente
viene a este lugar y piensa que por venir cinco minutos, el señor le resolverá
todos sus problemas, pero no es así, hay que tener mucha fe y confianza y el
tiempo suficiente para venir y platicar con él, y él los escucha.”
Estas personas adquieren su calidad de especialistas en la práctica de las limpias
porque asisten todos los días. Un testimonio de otra especialista ilustra lo afirmado:
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“Me levanto muy temprano y una vez que hago mis labores llego a este lugar para
dar gracias a Dios y con ello pedirle que me ayude durante todo el día y me dé el
trabajo suficiente, y si él lo permite, trabajaré y así lo hago. Además, yo no hago
cobros por la limpia, es lo que la gente me quiera dar, y es cuando más gracias
doy a Dios, porque él sabe las necesidades de cada persona y no abandona a
nadie”.
En mis observaciones he notado que entre las miles de personas que llegan a ver
al Señor de las Maravillas, también llegan personajes de la farándula, políticos tanto
locales como de otras entidades federativas, diversos profesionales como abogados,
contadores, entre otros. Una señora le comentaba a otra que traía muletas, que
“…a este lugar llega todo tipo de personas, no importa si vienen de traje o vienen
vestidos de manera humilde, lo que importa es la fe y la devoción con la cual
vienen a este lugar. Hay gente que viene con tanta devoción y piden con fe la
solución a su mal, que cuando regresan a dar las gracias por el favor recibido,
llegan con buena salud y admirados por el milagro”.
Es notable como la gente llega a solicitar diversos apoyos a la mencionada
divinidad. Una señora, que ha llegado al templo desde hace más de una hora y que
permanece sentada en las bancas que hay en el interior, menciona:
“Viene gente de todo y viene a pedir por todo, por enfermedades, por problemas
familiares, por problemas económicos, de todo existe. Para él no hay problema
tan grande que no se pueda resolver. A él no se le puede engañar, él se da
cuenta realmente de las necesidades de la gente y sabe atender a quien
realmente viene con amor y fe; aquí desde licenciados, abogados, arquitectos, de
todo; aquí el gran maestro y patrón es el Señor de Las Maravillas. Aquí no hay
juez, abogado o licenciado más que él.”
Es evidente, a partir de lo que afirma en el testimonio mencionado, que el
trabajo que realiza no es más que una ayuda a los demás, porque la intención de llegar a
este templo es de cada persona, así como la fe y la confianza para recurrir al Señor de
Las Maravillas y dar solución de los problemas y casos más difíciles.
También se han llegado a asomar, especialistas identificados popularmente como
“brujos” y “curanderos” que también se encomiendan al Señor de las Maravillas con el
objetivo de ser más efectivos en sus procesos curativos. Algunos de ellos después de
estar en el templo unos momentos, ofrecen “sus servicios” a la gente.
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Aunque no se dice abiertamente, las autoridades eclesiásticas no están muy de
acuerdo con que se realicen tantos rituales y ceremoniales diversos porque, desde la
perspectiva de dichas autoridades, existen muchos elementos mágicos y que no es
necesario tantas acciones de esa naturaleza. Consideran que las acciones que los
devotos llevan a cabo en el templo de Santa Mónica dirigidas al Señor de las Maravillas
están contaminadas por creencias de tipo pagana, cargadas de supersticiones y de
magia. En definitiva, dichos actos no son necesarias y es suficiente con “la santa misa” y
las oraciones.
Las anteriores consideraciones que he resumido en el anterior párrafo y que
provienen de algunos sacerdotes que pude entrevistar, encajan de alguna manera con lo
que Mary Douglas (1978) señalara con respecto al clero y otros sectores sociales los
cuales tienen una suerte de actitud anti-ritualista. Según esta autora, la explicación
parte de una concepción que éstos tienen –el clero y otros sectores sociales- sobre
dichas acciones ya que son extremadamente ritualizadas, con un fuerte componente
mágico e irracional entre otras características. Esto choca con la religión oficial, la que
ellos preconizan, la cual consideran que es más racional, que la relación con la relación
con la divinidad no debe de pasar por tantas formas rituales.
Desde otra perspectiva, esto puede ser interpretado siguiendo a Bastide (citado
por González, 2002: 97-98), como un enfrentamiento entre un “sagrado domesticado”,
para el caso de los que manifiestan una actitud anti-ritualista, es decir, el clero oficial;
frente a un “sagrado salvaje” e imprevisto que practican los sectores populares,
creyentes y devotos comunes y corrientes.
El culto al Señor de las Maravillas está atravesado por una serie de eventos en
donde la milagrería, la magia y otro tipo de acciones son relevantes para los creyentes.
En efecto, en dichas acciones la gente elabora sus propias liturgias surgidas de sus
experiencias cotidianas. Obviamente, la mayor parte de gente que participa son
mestizos urbanos y rurales, así como buena cantidad de población indígena; aunque
también han llegado a participar personas de otros sectores sociales como personajes de
la política, de la farándula y otros. También llegan a participar personas de otros
sectores sociales económicamente más altos.
Desde una perspectiva de la religiosidad popular, para la religión oficial ya no
pueden ocurrir nuevas cosas, ya que hasta la misma “revelación” ocurrió hace más de 19
siglos y en caso de que llegara a suceder algo prodigioso, dicho asunto será sometido a
largos procesos de análisis antes de ser declarado creíble. Por el contrario, En el
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contexto de las prácticas populares los favores de lo sagrado son frecuentes (González,
2002: 249 y ss).
En definitiva y en la perspectiva de la tradición, la religión con todas sus
expresiones y prácticas es aquel “código de sentido” que funda y expresa la continuidad
social al situar fuera del tiempo el origen del mundo, al hacer del orden del mundo una
necesidad extrasocial. En otras palabras, la tradición es la que confiere al pasado una
autoridad trascendente. En los espacios sociales actuales en donde las producciones
religiosas se siguen dando, hay un flujo de imaginación en donde la tradición se cruza
con la modernidad con la necesidad de creer, ya que todo esto se vincula a la
incertidumbre estructural de una sociedad en cambio permanente.
Bibliografía consultada
Báez-Jorge, Félix
2011. Debate en torno a lo sagrado. Religión popular y hegemonía clerical en el México
Indígena. México, Biblioteca de la Universidad Veracruzana.
Douglas, Mary
1978. Símbolos naturales. Madrid, alianza editorial.
Geertz, Clifford
1987. La interpretación de las culturas. México, editorial Gedisa.
González Martínez, José Luis
2002. Fuerza y sentido. El catolicismo popular al comienzo del siglo XX. México,
ediciones Dabar.
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2005. La religión, hilo de memoria. Barcelona, editorial Herder.
Licona, Ernesto
2003. “Puebla, ciudad ritual” en Graffylia. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras.
Estudio: La diversidad religiosa en México, año 1, num. 2, México, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla.
Licona, Ernesto
2007. Habitar y significar la ciudad. México, CONACYT, UAM.
www.puebla.gob.mx, consultado en el mes de julio del 2010.

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