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Opus Maxima
Libro primero: el Calcetín del Destino
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Los Autores
Yaya Ceravieja
Seudónimo tras el que se oculta una peligrosa delincuente interdimensional, que
siembra el terror, el espanto y margaritas
en más de mil universos. Su tapadera en
esta dimensión es una personalidad artificial conocida como Terry Pratchett. Los ingresos de este autor sirven para blanquear
los beneficios que Yaya obtiene de la cría
de avestruces, el secuestro de políticos
honrados (ingresa poco) y la atención a padres de alumnos que tienen quejas legítimas (también ingresa poco).
Ana
Hernández
Iglesias
Jamás pudo superar su pasión por la
mitología griega. Siempre se identificó con Sísifo, por lo que es frecuente
verla empujando enormes peñascos
por las calles salmantinas. Las gentes
que la aprecian están tratando de disuadirla de emular también a Ícaro.
Lo que nadie sabe aún, es que, en
connivencia con Enrique Blanco, ha
comprado unas yeguas y trata de
educarlas como a las de Diómedes.
Chispi Pichi
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Espía alienígena. Se disfraza de perro
para que los humanos no sospechen
de él. Le traicionan pequeños detalles, como usar gafas, escribir al ordenador, tener cuenta en FaceBook…
Está a punto de dar la orden para que
comience la invasión de la Tierra.
Cristina Nuñez
Otra espía alienígena, de una raza rival a la de Chispi
Pichi. Toma la forma de un libro con un agujero enmedio. Toda vez que esta encarnación podría resultar sospechosa para los humanos, se hace acompañar de un robot de aspecto femenino que lo sostiene en sus manos y finge mirar a través del orificio. Está también a punto de dar la orden para la
conquista de nuestro planeta.
Enrique Blanco
Rodríguez
Asesino en serie. EL Modus Operandi de sus crímenes consiste en invitar a algunos conocidos al
juego del “cadáver exquisito”. Su mente, excesivamente literal, le lleva a secuestrar, asesinar y
devorar a sus coescritores. Se puede descartar
como simple leyenda urbana el que su primera víctima, por libro escrito, sea siempre el redactor de
las biografías. al cual se dice que degüella mientras
está acabando de escribir la última bioaaaARGH…
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Opus Maxima: Libro primero: el Calcetín del destino
Pulchera1 estaba satisfecha. tras atroces combates contra los Agentes del
Cambio, tras terribles penas en su laboratorio, tras estudios intensos sobre la naturaleza del tiempo, logró recuperar la Magnus Opus perdida de Bach.
Cuando levantó la mirada, se encontró rodeada por inmensas columnas de
libros de las que, supuso, habría sacado una o dos frases útiles para su investigación. Debía de estar más delgada, porque sentía el peso de sus ropas; pero lo había logrado. Necesitaba café.
Por algún motivo, recordaba haber logrado su objetivo, pero no cómo lo había
hecho. La Magnus Opus ocupaba toda su memoria, todo su oído. En cierto sentido, incluso la veía, la olía, la palpaba y paladeaba. Esta invasión de sus sentidos,
este ensimismamiento, le parecía extraño— ¿Acaso era una estrategia de los
Agentes del Cambio para inutilizarla y devolver al olvido la Opus?
Fue en ese momento cuando, en un estallido de luces, apareció ante ella una
figura desconocida.
Era la silueta de un hombre. Alto y delgado, como la sombra de un árbol del
jardín que se cuela por la ventana.
No llegaba a verle los ojos, pero estaba segura de que su mirada estaba fija en
ella y había en su porte algo siniestro. Su intuición le pedía a voces que saliera de
aquella pequeña sala a un lugar abierto, pero sus piernas, presas del cansancio de
las muchas horas en la misma posición se negaban a obedecer.
La figura se acercó un poco más a la mesa, pudo ver su rostro. Un escalofrío le
atravesó el alma y despertó todas sus alarmas.
Hacía muchos años que no soportaba aquella mirada.
—¿Heath Ledger? ¿De todas las criaturas innombrables que podrían amenazarme tienes que ser tú el que aparezca? Das muy poco miedo.
—Te equivocas. No soy quién dices. Asumí esa forma para llamar menos la
atención sobre mí. Pero si te desagrada, puedo cambiarla.
Con un estallido, se convirtió repentinamente en Marlene Dietrich. Ante la indicación de Pulchera de que era una forma que difícilmente dejaría de llamar la
atención, produjo un nuevo estallido y se convirtió en Bogart.
(¡Guau!), pensó. Sonó en la distancia un trueno mientras Pulchera admiraba
el juego de las transformaciones. En voz alta, dijo:
—Claro, ahora es el momento en que me aclaras que tú eres un agente del
Bien, y los que me persiguen son la encarnación del Mal, que tengo que hacer un
viaje iniciático en busca de objetos místicos y que así el mundo se salvará, ¿no es
eso?2
El ser (démosle, ya que hay que referirse a él, el nombre de Acedio), transmutado en Calimero, dijo:
1 Algunos padres TIENEN grandes problemas al elegir nombre para sus hijos.
2 Pulchera era un tanto marisabidilla.
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—Pero si tenía preparado un discurso estupendo…
Viéndole a punto de las lágrimas nuestra protagonista le pidió que pronunciara
su parlamento.
Transfigurado en Viggo Mortensen, Acedio declamó:
—Sabe, ¡oh mortal!, que aquellos a los que llamas Agentes del Cambio no
buscan sino la destrucción del Universo. Piensan que el objetivo último de éste no pudo ser sino la consecución de la máxima obra de Bach. Si se hacen
con ella, darán el Cosmos por concluido, y como odian el desperdicio, lo reducirán a la nada. Yo, Acedio3 , represento en cambio a quienes sostienen que
aún es posible más, que siempre lograremos nuevas obras, nuevos logros. He
sido enviado a guiarte, pues los Señores del Cambio buscarán tu perdición, ya
que la obra sólo se halla en tu mente, de momento. Para poder enfrentarte a
tus enemigos, te harán falta los tres grandes talismanes. Deberás, en primer
lugar, encontrar EL CALCETÍN DEL DESTINO.
A nuestra heroína el discurso le gustó mucho, y pensó que sólo había decaído
un poco en el momento en que llevado por la emoción Acedio tomo el aspecto
de Torrebruno4 .
—Y dime, Torreb....esteeee....Acedio....¿dónde puedo encontrar el Calcetín
ese?
—¡¡CALCETÍN, con mayúsculas, no calcetín a secas!! Que no se limita a ser una
simple pieza de ropa interior. Has de saber que contiene las PELOTILLAS DE LA
DISCORDIA, lo que te permitirá enfrentarte a quienquiera que pretenda hurgar en
tu cabeza.
—¿A cualquiera? Mmmmmmpffff.....¿eso incluye a mi madre? Es que verás, se
pone la mar de pesada con eso de que me coma la crema de calabacín, y francamente, a mí el calabacín nunca me ha gustado, porque tiene todas las pepitas y
eso, y...
En ese momento Pulchera vio como a Acedio le empezaba a salir humo por
las orejas, así que lo dejó estar.
— Vale, sí, el EL CALCETÍN DEL DESTINO. ¿Y por dónde empiezo a buscar?
‎— En primer lugar tendrás que buscar a alguien que te guíe, alguien que pueda darte consejo, que te mantenga en el recto camino y con una mente clara, necesaria para tal empresa.
— ¿Necesito un abogado?
— Un....¿abogado? no, no, no. — dijo Acedio, acompañando cada "no" con
una brava patada a la mesa — Necesitas al Gandalf de los calcetines, al Dumbledore de los remiendos, al Merlín de........... Debes buscar la ayuda de EL ZURZI-
DOR DEL SINO.
Pulchera se retiró un poco. No le impresionó el tono glorioso del discurso, ni el
progresivo y casi nimio paso por la forma de cada mago, sino los voluminosos
3 Incluso los padres de otras dimensiones tienen problemas para poner nombre a los hijos.
4 Iremos descubriendo que el sentido dramático del pobre Acedio era nulo. No se lo tengamos en cuenta: en
su dimensión no se había inventado el teatro.
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escupitajos que Acedio había disparado con cada "Z". Se limpió las gafas con la
manga de la camisa y preguntó:
—Vale, Saruman, ¿hacia el norte?
‎—¿Hacia el norte de dónde?—respondió el ente, que ya se había recobrado un
poco del estallido, aunque un leve tic permanecía en su mejilla.
—Pues de aquí, digo yo...
—No, pequeña mortal. Tienes que cruzar las dimensiones hasta encontrar el
universo paralelo donde vive el gran ZURCIDOR. Es un mundo frío e inhóspito,
dónde el sol apenas sale, y una gran multitud de depredadores estarán busc....
—Bueno, tengo que llevarme entonces ropa interior de lana, un buen abrigo,
por lo menos cuatro pares de calcetines, medias, el café que no se me olvide....
—¡¡QUIERES HACER EL FAVOR DE PRESTARME ATENCIÓN!!
—…el secador, es importante que no se me olvide el secador. ¿Y tendré que
llevar algo para estar presentable? Si, claro, si no el zurcidor ese a ver que va a
pensar. La plancha, entonces…
—¡¡ES!!—¡¡CU!!—¡¡CHA!!—¡!MÉ!!
—…doce, creo que doce medias serán suficientes. Y los zapatos de baile, claro. Mejor llevo también los especiales para Salsa…
Acedio, metamorfoseado en Paris Hilton, lucía por alguna razón la nariz de
Karl Malden. Ésta se le iba poniendo roja, morada, índigo… cuando empezó a
teñirse de púrpura con franjas añiles perdió definitivamente la paciencia. Aprovechando que Pulchera se inclinaba sobre su maleta, la empujó, al tiempo que hacía
un pase mágico. La muchacha, cayó dentro.
… las tijeras de depilar, las cremas. ¡Nunca me había dado cuenta de que esta
maleta no tuviera fondo! Fondo, eso me recuerda el fondo de armario, no se me
olvide mirarlo luego. ¿Había murciélagos dentro de mi maleta? El repelente de
murciélagos, casi lo olvidó…
Hizo falta que, al caer sobre un matojo, la heroína mirase hacia arriba y viera
tres lunas para que se diera cuenta de que algo había ocurrido.
*
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—¿Acedio?, ¿Acedio, dónde estás?
Fue necesario un gran rato, durante el que tuvo tiempo de echar de menos cada componente del equipaje que no había podido hacer, de lamentar la falta de
modales de los seres sobrenaturales y de quejarse del mundo en general para que
se diera cuenta de que Acedio no iba a acompañarla.
Decidió pues emprender la marcha. Había caído al lado de un camino. Por la
parte de la derecha escuchaba aullidos de lobo, hozares de jabalíes y, lo más espantoso: voces de colaboradores de Telecinco5 . Por la parte de la izquierda no
5 Para nosotros, afortunados habitantes de dimensiones en que no se ha inventado Telecinco, es necesario
aclarar que se trata de un espantoso medio de tortura, producida por belenesthebanizacion, vocablo que viene del dios ilanita Belenesth, patrón de la confusión lingüística, y ebanización, convertirse en un trozo de madera, es decir: un tarugo.
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escuchaba, nada, lo cual era claramente preferible. Resueltamente, emprendió su
periplo.
‎—¡Ayúdame, niña!
Escuchó al cabo de un rato. Al acercarse al origen de la voz, sólo vio un viejo
paraguas herrumbroso.
—¡Ayúdame!
El paraguas se abría y cerraba coincidiendo con las sílabas: ¿hablaban los paraguas en este mundo? No podía descartarlo.
—Perdone señor paraguas:¿se dirige usted a mí?
—No soy un paraguas, sino el tercer hijo del archiduque Cayetano. Fui maldito
por la bruja Clementina. Sólo el amor verdadero y una tostadora que no queme
las tostadas podrán devolverme a mi ser6.
—El amor verdadero, podría ser, si nos conociéramos más. Lo otro es imposible, así que no podré ayudarle. ¿Podría usted, quizá, indicerme el camino al COSTURERO DEL DESASTRE?, ¿o era el ESTILISTA DEL CREPÚSCULO7?
—SI quieres decir EL ZURZIDOR DEL SINO (Pulchera nunca había pensado que
los paraguas pudieran escupir al hablar, y tuvo que volver a limpiarse las gafas), tu
destino será peor que el mío. Quédate conmigo, conozcámonos y confiemos en
que algún día los chinos inventen un buen tostador.
—No quise decirlo antes, pero no es usted mi tipo. Jamás uso paraguas, sólo
impermeables.
—Sigue entonces el camino, y cuando el destino te alcance, no dejes de pensar
en la oportunidad que perdiste conmigo.
Reflexionando sobre lo maleducados que eran los paraguas de esta dimensión,
al cabo de un rato volvió a oír voces.
—¡Ayúdame, niña!
Al acercarse al origen de la voz y descubrir una estantería llena de LPs, gritó:
—Vale, eres el segundo hijo de un archiduque.8 Necesitas el amor verdadero y
un tocadiscos que funcione, o un mechero que encienda siempre, o un canal de
televisión interesante. ¡DÉJAME EN PAZ! ¡Y NO SOY NINGUNA NIÑA!
Mientras consideraba lo maleducadas que eran las mujeres de otras dimensiones, y se alegraba en su fuero interno de ser una estantería gay, su interlocutor
señaló:
—Sólo puedes estar buscando al ZURZIDOR DEL SINO. Sigue por el camino, y,
para tu mal, habrás de encontrarle.
Pulchera siguió su camino, cada vez más enfadada. AL escuchar que una rana
decía:
—¡Ayúdame, muchacha!
Le dio una tremenda patada, que la hizo volar más de tres metros.
6 La bruja Clementina era un tanto retorcida.
7 Más adelante sus amigos le regalaron una agenda para no hacer el ridículo interdimensionalmente.
8 Pulchera había leído mucha literatura de fantasía, quizá demasiada.
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‎—¿Es esa forma de tratar al ZURZIDOR DEL SINO? ¡Tiembla, mortal, e implora
muy humildemente mi perdón, o tu destino será pavoroso.
—Usted perdone, Su Zurcidad, pensé que era el primer hijo de un archiduque
y…
—¿Y sueles patear a todos los primeros hijos de archiduque que conoces9 ?
¡Prepárate para mi maldición más terrible! ¡Que jamás encuentres zapatos de tu
número!10
Pulchera, después de esperar que se produjera alguna manifestación ectoplásmica, o, al menos, que la rana lanzara una maldición más severa, meditó sobre lo
curiosas que eran las maldiciones de aquel mundo. Viendo que la rana no daba
posteriores muestras de cólera, se atrevió a interpelarla,
—Mire, Su Zurcidoridad, esto ha sido un terrible malentendido…
Tras un rato de conversación, la muchacha le puso al corriente de su situación.
Se enteró también de que la rana era, efectivamente, el primer hijo del archiduque Cayetano, y que tenía una curiosa obsesión con todo lo relacionado con los
pies, calcetines, zapatos… Al parecer había mantenido una tórrida relación con la
bruja Clementina, que acabó cuando ésta no pudo soportar el tener que cambiar
de medias cada cuarto de hora y llevar zapatos a juego. En su furia le maldijo, junto a sus dos hermanos. Más tarde se arrepintió y quiso retirar la maldición, pero
la rana, cuyo nombre era Pelargonio11 , había descubierto que desde la altura de
una rana se ven mucho mejor los zapatos, medias y calcetines. Pulchera no podía
evitar, notando como la rana miraba y se refregaba contra sus pies, pensar en la
sabiduría de las palabras del paraguas.
—¡Déjame, anfibio pervertido! Y por cierto, a ver si te enteras de que ZURCIDOR sólo lleva una zeta.
—Es que así le da un aire extranjero y tiene más glamour…12
Es difícil pensar en una rana con la cara avergonzada, pero esa fue la que puso
el taumaturgo.
Dijo mientras intentaba arrimarse una vez más a la sandalia de nuestra protagonista.
‎—Mira, so rana, como te sigas acercando tanto y....y.....¡¡Pero qué asco!! Me
has dejado los Manolos hechos una porquería, bicho repugnante, te voy a dar un
mamporro monumental, ni que seas el Zurcidor ni que no, te voy a .....
—BUENO, YA ESTÁ BIEN — sonó una voz, metálica, profunda, tan rica en
matices como una trompa bien afinada. Pulchera y el anfibio se quedaron inmóviles en el sitio. La muchacha se dio la vuelta, mirando hacia arriba y...fue bajando
la mirada hasta llegar a una especie de charco con patitas, y una superficie llena
de burbujas que estallaban en función del humor de su propietario.
9 Algunos filósofos preconiza que no es una mala idea.
10 Las ranas tampoco tienen gran sentido dramático.
11 Ver nota 1.
12 Los perniciosos efectos de la moda atraviesan las dimensiones.
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— Ehhmmmm....¿Tú quién eres? ¿EL CHARCO DE LA DESTRUCCIÓN? ¿La LAGU-
NA DE LA MEMORIA13? ¿EL...?
—PARA YA, HIJA, PARA YA. QUE SÓLO SOY UN CHARCO.
— Un charco que habla, sí, desde luego, es algo de lo más normal.
Mientras hablaba, Pulchera fue dando pequeños pasitos hacia atrás, hasta que
escuchó un choffff muy revelador, sintiendo al mismo tiempo algo viscoso bajo la
suela de la sandalia. Efectivamente. Acababa de espachurrar al ZURCIDOR DEL SI-
NO.
‎— NOOOOOOOOOOOOOOOOOO — se materializó de repente Acedio,
esta vez con la forma de Rusell Crowe. Se acercó rápidamente a la rana, de la
que emergía un mejunje viscoso. Se produjo un momento de silencio, únicamente
interrumpido por el suave "glup, glup" del charco. — Oh, gran ZURZIDOR, no nos
dejes ahora, en medio de tiempos tan oscuros, no nos desampares en estos momentos de desesperanza. ¿Quién...? ¿Quién nos va a entregar sus emociones?¿Quién va a impedir que te abandone? ¿Quién me va a zurcir el calcetín...
descosío?14
¡¡¡TÚUUUUUUUUU, sabandija de los más bajos fondos, debí de reclamar para
esta misión a la rata con mejor pelo de todo tu laboratorio !!!
¡¡ HA MATADO AL ZURCIDOR DEL SINO !!!
ahora el destino será incontrolable, nadie maneja los hilos, los indeterminis15
tas dominarán el mundo !!!!
....Las tostadas no volverán a caer por el lado de la mantequilla jamás.16
¡¡ HA MATADO AL ZURCIDOR DEL SINO !!!
¡¡ HA MATADO AL ZURCIDOR DEL SINO !!!
¡¡ HA MATADO AL ZURCIDOR DEL SINO !!!
Y se alejó, cambiando de color con cada exclamación y dejando un reguero de
escupitajos que los dos hijos del archiduque Cayetano no pudieron esquivar.
‎—Hombre, que sólo era una rana....al fin y al cabo, no creo que pudiera zurcir
gran cosa...chico, no te vayas, que tampoco es para tanto, seguro que podemos
llegar a algún acuerdo...
—DÉJALE, ES UN TRADICIONALISTA. NO HAY NADA QUE UN CHARCO BURBUJEANTE NO PUEDA REMEDIAR.
Pulchera observó dubitativamente al charco, evaluando la posibilidad de que
supiera poner aunque sólo fuera un pequeño remiendo al Sino, pero pronto se
rindió.
—Vale, a ver, qué idea tienes en mente...o en burbuja, o lo que sea.
13 Ver nota 8.
14 Un juglar que pasaba por allí compuso más tarde un canto de gesta con letra similar, que alcanzó bastante
fama.
15 En esto, como en muchas otras cosas, se ve con claridad como Acedio suele confundir la filosofía con la
política.
16 Éste es otro ejemplo. Al descubrir la Ley de Murphy, Acedio decidió que, como todas las leyes, debe ser
respetada. En su dimensión llegó a organizar la policía de las Tostadas con Mantequilla.
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El charco miró a la chica con reproche, o al menos con todo el reproche que
puede simular un pegote de agua estancada y espesa. Quizá las salpicaduras de
las burbujas fueran algo más rudas.
—Es muy sencillo. El ZURCIDOR DEL SINO podría evitar que se introdujesen en
tu mente....pero la verdad, yo lo he hecho, y dado el revuelo que tienes en la cabeza, guapa, no creo que merezca mucho la pena, ni se saque gran cosa en claro.
de modo que podemos buscar al gran ¡¡¡ Masticador!!
—Al Masticador....sí....bueno.
—...oye, ¿no tenéis nombres normales por aquí? No sé, algo como Manolo el
del Bombo o incluso Paco Porras...Y el Masticador éste será una dentadura postiza gigante, ¿verdad? que lo veo venir....
—Pues yo creo que habría que consultar el ORÁCULO DE LAS MIL LÁGRIMAS—,
dijo el hermano paraguas.
—Es una solemne estupidez, dijo el hermano estantería. Quien realmente tiene
el poder y la fuerza para ayudarnos en este trance es EL PORTADOR DE LAS SOMBRAS DE LA VICTORIA—, opinó el hermano estantería.
—De ninguna forma,— opinó la Reina de Sumatra17 , que casualmente pasaba
por allí, —necesitáis la ayuda de LAS RUNAS MALDITAS DE LA TORMENTA.
—CALLAOS TODOS. ¿ACASO PENSÁIS QUE UN ACONTECIMIENTO
TAN NIMIO COMO UN PISOTÓN PODRÍA ACABAR CON EL EXQUISITO
ZURCIDOR DEL SINO. ESTOY AQUÍ Y AQUÍ ME QUEDO.
Pulchera, que en el fondo era una sentimental dijo:
—Me alegro mucho, Zurciditos, pero, ¿cómo es que no podemos verte?, y
¿podrías, podríais todos dejar de hablar en mayúsculas, por favor?
—Será un placer complacerte en tu última petición. En cuanto a la primera,
debo decirte que un ser de mi etérea naturaleza, de mi sublime quintaesencia no
se halla aquejado de los rigores de la permanencia en un cuerpo físico. Es tal mi
sublime…
—Para el carro, Pelargonio. Tu hechizo se deshacía, como exquisita venganza
de la bruja Clementina si eras atravesado por un tacón de aguja18 . Y tú, como el
resto de nosotros, eres una mosca.—Dijo el hermano paraguas.
—Un momento, un momento, ¿cómo que sois moscas encantadas?—dijo Pulchera.
—Mira la humana. ¿Te crees más importante que nosotras? ¿Crees que sólo
los humanos tenéis archiduques? Especiesistas, eso es lo que sois los humanos.
—¡QUÍTATE DE MI PIE! —gritó Pulchera— y a ver si ya me sirves de algo en
la búsqueda del dichoso CALCETÍN DEL DESTINO.
—Tu búsqueda, ¡oh simplicísima mortal!, está casi concluida. ¿Pensabas, pensabais todos, que un objeto tan inefable como el CALCETÍN DEL DESTINO, se halla
aquejado de los rigores de la permanencia en un cuerpo físico?
17 La Sumatra de aquella dimensión, claro.
18 “¿Tacón de aguja?, ¿tacón de aguja? Yo te voy a dar tacón de aguja”
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—Lo de los rigores de la permanencia en un cuerpo físico ya lo dijiste antes, a
ver si cambias de guionista. Y AL GRA—NO ¡¡YA!!
—El CALCETÍN DEL DESTINO no es un grosero objeto físico, sino un estado de
un alma pura, cándida, amable y repleta de amor por el bien. Como no disponemos de ninguna, tendremos que usarte a ti, Pulchera. Ponte este calcetín que
aparece ante ti. Tendré el máximo gusto en darte instrucciones paso a paso sobre
la forma de ponértelo, nunca demasiado deprisa, nunca con gestos violentos…
En ese punto apareció Acedio, con la apariencia de Jorge García (Hurley) y
una enorme paleta matamoscas. Miró a Pulchera, ella le entendió y fue él quién
cogió el calcetín. Por alguna razón, Pelargonio no juzgó necesario darle instrucción alguna. Una vez que se lo puso, Pelargonio habló así:
—Tomaos todos de las manos (de las varillas, si sois paraguas; de las baldas, si
sois estanterías) y repetid conmigo el más sagrado de los cánticos: ¡A UAN BA BU-
LUBA BALAM BAM BÚ19 !
…la tierra se estremeció…
…las copas de los árboles se enterraron en tierra, dejando las raíces al aire…
…los ríos corrieron cuesta arriba…
…una junta educativa dimitió…
…las estrellas temblaron en su curso…
…y entonces…
¡El calcetín, que era un calcetín izquierdo, se convirtió en calcetín derecho!20
Pulchera ya tenía el CALCETÍN DEL DESTINO, poco sospechaba que desde las
sombras, los Agentes del Cambio habían decidido que su siguiente misión sería
mucho más difícil.
AQUÍ TERMINA EL PRIMER LIBRO DE “OPUS MÁXIMA”, LLAMADO “EL CALCETÍN
DEL DESTINO”. PRONTO VENDRÁ EL SEGUNDO, QUE SE LLAMARÁ “LA PERSECUCIÓN
DEL AUTOBÚS ICONOCLASTA”
19 Esto también lo escuchó el mismo juglar de antes, y también compuso sobre ello otro cantar de gesta.
20 En aquella dimensión hay calcetines diferentes para cada pie.
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Opus Maxima
Li-
bro segundo: la persecución del autobús iconoclasta
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Opus maxima: libro segundo: la persecución del autobús iconoclasta
Mira a los lados antes de cruzar. ¿Has mirado bien? ¿Cruzas seguro? Comienzas a caminar. De repente el rugido de un motor al lado de tu oreja te
hiela la sangre. ¿Asustado? No lo estés. Es un simple autobús, que, si te atropella, no hará más que matarte. Si el autobús fuese EL AUTOBÚS ICONOCLASTA, te borraría de la realidad, como si nunca hubieses existido. Pero tu
conciencia viviría eternamente congelada en agonías de terror.
Tal es el jefe de los enemigos que van a perseguir a Pulchera en este libro.
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—¡Ascopena!
—Ascopena—, repitió Trill. —¡Anfisbenas y jabón! ¡Perejil y Vitrubio! ¡Qué lástimanimalidad! ¡Cuánta estupidecimononiquidez! ¡Membrillos y torrenteras! ¡Arquitrabes y chirimoyas! Le das a unos aficionados una gesta heroica, talismanes
sagrados que buscar, y ¿qué consigues? ¡Almirantes y escolopendras! ¡Kamikazes
y estornudos! Ninguna gesta heroica, no. ¡Una rana pervertida que luego resulta
ser mosca! ¡Estanterías invertidas! ¡Truenos y cornamusas! ¡Gámbitos y aguamaniles! Y ninguna explicación de los poderes de Acedio. NO se vuelve a nombras la
Magnus Opus de Bach. Y, ¡por todos los sacacorchos de los océanos!, ninguna
explicación del extraordinariamente improbable enemigo EL AUTOBÚS ICONOCLASTA. ¡Sarapes y trenodías! ¡Jarcias y jabalinas! ¡Estoy por renunciar a mi
labor como guía de héroes¡ ¡Qué no daría por un Aragorn, un Conan, aunque
fuera un Fernando Esteso! En fin, si debo continuar mi labor, os impondré una
seria dieta de flashbacks antes de llegar al meollo.
Entretanto, Pulchera, Acedio y el Hermano Paraguas (se llamaba Pepe, pero
sentía que ese nombre le daba mayor personalidad21), asistían atónitos al parlamento de este duende (las orejas puntiagudas eran toda una pista: no resultaba
tan sencillo de explicar que una de ellas rematara en una margarita22 ).
Llegaron a la conclusión de que:
1— Podría padecer el síndrome de Tourette.
2— Podría ser un enviado de los Poderes Inmanentes para llevar a buen cabo la
historia.
3— Podría ser una extraordinaria estratagema por parte de los Agentes del
Cambio para nublar su entendimiento.
Ante la duda, Acedio, con la forma de José Luis López Vázquez, quizá sugerida por el comentario de Trill, dijo: dejad que os cuente la historia de mi pueblo.
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21 Hasta los paraguas tienen su vanidad.
22 Si se preguntaba a Trill al respecto, se sonrojaba y no decía nada.
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EL RELATO DE ACEDIO
—Nada os he dicho de mí. En gran medida, porque eso se espera del guía místico. En otra gran medida —dijo, mirándoles a los ojos, que no supieron sostener
su mirada—, porque no os tomasteis la molestia de preguntar, ni de invitarme a
unas cañas, ni…Pulchera iba tomando la medida de Acedio. Ya sabía que si adoptaba la forma de Pollyanna, sólo cabía tomarle de la mano y consolarle.
—Vamos, Acedito, que es que nos impones un tal respeto, que nos sentimos
indignos.
—¿Sólo indignos? ¿Ni siquiera un poquito abyectos abortos de las cloacas de la
evolución?
—Abyectos del todo, Acedito, abyectos hasta no poder más. Don Acedio, quise decir.
—Eso me conforta. —Nuestro místico guía dijo esto transmutado en Keanu
Reeves— Continuaré pues mi saga al estilo de mi gente.
“Diría que el día era brillante si hubiésemos tenido los conceptos de día o
brillo. Diría que mi corazón cantaba si hubiésemos tenido el concepto de corazón, o si el multiverso, no fuera, de forma evidente, una canción hermosísima."
—¡Billares y tramontanas! —dijo Trill—, ¿quieres ya llegar al grano? Todos le
ignoraron, salvo el Hermano Paraguas, que cayó, de forma aparentemente involuntaria, apuntando a partes muy preciadas por Trill, quién, curiosamente, decidió
callar.
“Nuestro gozo era el oído. Escuchábamos el universo, los lento tañeres de
las galaxias, los más rápidos de los sistemas solares, los agudos y rápidos cloqueos de los cometas…"
Pulchera, que, secretamente, era un poco pitagórica, dejó escapar una lágrima.
“y, un día, ocurrió. Tan atentos y perfectos llegamos a ser en nuestra escucha, que empezamos a percibir tonos de origen desconocido. Nuestros audionautas fracasaron a docenas en descubrir su origen, hasta que algunos de
nuestros más alocados pensadores sugirieron, entre el escarnio general, que
podría haber trasmundos: universos paralelos al nuestro, que en ningún punto lo tocaran. Pasaron generaciones de entrenamiento y crianza selectiva antes de que lográramos descifrar y entender los murmullos de vuestro universo. Y, por un error de interpretación, confundimos vuestros mensajes de radio
con los del mundo real. Es por ello que sólo puedo metamorfosearme en personajes de cine o televisivos23 . Así como mi gemelo, Leocadio, que pensó que
vuestro universo debe ser condenado, para no producir más ruido de fondo
que le impida escuchar la etérea sinfonía. Yo, pienso en cambio que algo podéis aportar. Por eso mi amado hermano, que me desintegraría sin dudarlo,
organizó a los Agentes del Cambio. por eso, yo os ayudo".
Ni un lacrimal estaba seco a estas alturas, ni siquiera los de Trill. Éste, sin embargo, se vio forzado a decir:
23 Eso demuestra que los personajes de dimensiones paralelas no necesitan ser más inteligentes que los de
ésta.
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—¡Teloneros y jadraques, Acedio!, es una historia muy buena. Pero queda mucho por decir: ¿de dónde vienen los Agentes del Cambio?, ¿por qué persiguen a
Pulchera?, ¿qué es el AUTOBÚS ICONOCLASTA?, ¿por qué aparecen por mi
derecha cientos de guerreros bárbaros drogados, armados hasta los dientes?
Pulchera, que se había perdido hacia la mitad de la explicación de Acedio
(realmente costaba mucho trabajo concentrarse con el gazpacho cerebral que tenía), dedujo que en el mundo de Acedio sólo se cogía Telecinco, y cruzaba los dedos esperando que no se transformase en Belén Esteban. Era algo que no creía
poder soportar.
—Pobre Acedio, pooooobreeee— le consoló la muchacha, especialmente porque su imagen de Keanu Reeves (que no estaba nada mal) estaba empezando
sospechosamente a fluctuar hacia Jorge Javier Vázquez, cosa que esperaba poder
atajar antes de ceder al vómito.
—Eso, pobre yo.....— respondió Acedio, que acababa de perder el hilo de su
propio autoflagelamiento.
—¡Rayos y centellas! ¡¡Sapos y culebras!! ¡¡¡Tintín y Milú!!!
—Esteeee...¿Tintín y Milú?— preguntó el hermano Paraguas al duende, que
estaba descarrilando penosamente hacia el absurdo.
—Bueno, no puedes esperar que mantenga durante mucho tiempo el vocabulario extravagante, y...
—Bueno, callaos un ratito, que nuestro Acedio nos va a explicar que es el AUTOBÚS ese— les cortó Pulchera, especialmente al ver que a la imagen de
Reeves—J.J.Vazquez le estaban creciendo cuernos y pezuñas de cabra por el
mosqueo.
¡Carbunclos y colibríes! ¡Cinosuras y escarolas! ¡Hatajo de lástimajaderos! —
evidentemente Trill había recuperado el fuelle—, ¿os queréis enterar de que están
cargando contra nosotros cientos de guerreros bárbaros espada en mano?, o,
¿pensáis que vienen a pedirnos la hora? ¡Ortega y Gasset!24
—La realidad del asunto es que EL AUTOBÚS ICONOCLASTA es…
—¡Jarabe y relincho! LOS BÁRBAROS…
—…una entidad cuya existencia e incluso su ontología…
—BÁR—BA—ROS, BÁR—BA—ROS, ¡Altramuz y motete!
—…es por ello que su hermenéutica ontológica…
—¡Percebes y trabuquetes! ¡Yo me voy!
Entonces se oyó una imponente voz.
—yO mE oCuPaRé De LoS bÁrBaRoS. aPrOvEcHaRé PaRa ExPliCaRoS
qUiÉn SoY yO: eL aUtObÚs iCoNoClAsTa
Pulchera se dio la vuelta despacito, temiendo lo que iba a ver...y suspiró aliviada: era un autobús, simplemente un autobús. Después de charlar con una rana,
con un charco burbujeante, un paraguas, un duende y un Acedio (porque no sabía
muy bien de qué otra forma calificarle), ver un autobús, aunque hablase, resultaba
muy gratificante, y casi casi normal. 24 Los guerreros bárbaros llevaban un rato ya esperando educadamente que les hicieran caso. Pero comenzaban a perder la paciencia.
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—Y ¿qué vas a hacer con los Bárbaros? ¿Pedirles el bonobús? ¿No parar cuando toquen el timbre? ¿Atropellarlos a 50 por hora?
— LeS pIeNsO gAsEaR.
—¿¿Gasear?? Oye tú, ¿es que no has oído hablar de la polución? ¿Del calentamiento global? ¿Del cambio climático? Mppppfffff, gasear dice, si al menos fuera con combustible no contaminante, todavía, pero seguro que usa gasolina de la
antigua llena de plomo, y tiene el estárter lleno de porquería, el aceite se le sale
y....
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—PsSsSsT — dijo el Autobús en un aparte al Paraguas — ¿eStA mOzA sIeMpRe HaBlA tAnTo Y tAn DePrIsA?
—No, hoy tiene un buen día. Normalmente habla MÁS deprisa.
—eS iGuAl. vAmOs A lO nUeStRo.
desde el tubo de escape comenzó a salir una neblina naranja que rodeó el autobús y a nuestros héroes, hasta adquirir una forma vagamente esférica. Los bárbaros entraron uno a uno en ella, pero según atravesaban la esfera se desvanecían en la nada.
—¡Ditirambos y azagayas! ¡Ése sí que es un buen truco! ¿Has pensado en dedicarte a la gestión de basureros municipales25 ?
—CaLlA aHoRa. sOn bÁrBaRoS, pErO nO iDiOtAs. eStÁn eViTaNdO eNtRaR eN lA eSfErA. eNtRaD dEnTrO dE mÍ pArA qUe pUeDa pErsEgUiRlEs.
—Entraríamos encantados—dijo el Hermano Paraguas—, pero llevamos todo
lo que va de libro temiéndote y sabiendo que eres el enemigo más terrible que jamás hayamos afrontado. No te sientas ofendido si estamos algo recelosos, porque…
—¿qUiErEs ViVir?
—Oh, sí, desde luego, lo que yo quería decir es que…
—eNtOnCeS, ¡sUbE!
Todos subieron al autobús.
—Ah, pues es muy bonito y cómodo, ¿verdad chicos?26
Acedio, Trill y Paraguas no sabían si mirar a la despistadísima Pulchera o cómo
la esfera que rodeaba al autobús se había puesto en movimiento junto con éste,
que fue persiguiendo bárbaros hasta no dejar ni uno.
—bIeN, sEñOrEs. bÁjEnSe. tEnEmOs mUcHo qUe hAbLaR y mE gUsTa qUe
mE mIrEn a LoS fArOs cUaNdO hAbLo.
Todos se apresuraron a bajar.
25 A Trill le hubiera gustado tener un negocio y llevar una vida tranquila. Pero el acompañamiento de héroes
era la tradición familiar y jamás soportó ver llorar a su madre.
26 Pulchera acababa de leer “Cómo mejorar tus habilidades sociales”. Lo que el libro no decía es que antes
de mejorarlas hay que tener alguna. En su siguiente cumpleaños sus amigos le regalaron “Cómo adquirir,
comprar o robar habilidades sociales”.
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—bIeN, tEnGo mUcHo qUe dEcIr y PoCo tIeMpO pArA hAcErlO. sI nO oS
iMpOrTa uSaRé mI vOz nOrmAl, pArA qUe mE eNtEnDÁiS mejor.
"Comenzaré hablandoos de mí. Quizá lo más sencillo sea poneros un ejemplo. En el siglo II de vuestra era, en este universo había un ingeniero llamado
Aristarco de Cos, que, basándose en la máquina de vapor de Herón27 , construyó un ingenio autopropulsado. Pronto los griegos aprendieron nuevas maneras de usar la máquina de vapor. Su superioridad tecnológica hizo que dominaran rápidamente el mundo conocido, Grecia descubrió América en vuestro siglo IV. Las primeras colonias espaciales se fundaron en el siglo VII. En
vuestro actual siglo XXI, un amplio margen del espacio conocido está dominado por el Imperio Griego."
—¡Calamares y belitres! El tal Herón sí que me suena, pero todo lo demás que
estás diciendo es una sarta de disparates digna de la mente de un compositor enloquecido28 .
˝Ocurrió que el Polemarca de Ganímedes se enemistó con el Arconte de
Saturno y recurrió a mis servicios. Cuando me deshice del Arconte, todos sus
antepasados, hasta una distancia temporal de veinte siglos se borraron de la
existencia. El primero de ellos fue Aristarco de Cos. Al no existir, no se produjo el desarrollo tecnológico que os he descrito. Vuestro universo cambió para siempre. O mejor dicho: el universo siempre fue de tal forma que no pudiera darse un Aristarco de Cos."
‎"Sí, mis queridos rivales. Mis víctimas son removidas de la existencia hasta
veinte siglos de distancia, con todos los cambios temporales que ello arrostra.
La desaparición de los antepasados de estos bárbaros ha ocasionado que en
su universo no hubiera quien plantara cara a la decadente Roma, muchos siglos atrás. Una perezosa Roma que ha culminado en un mundo unificado bajo la Pax Romana, que es más bien el Aburrimiento Romano. Un mundo sin
energía, impulso ni creatividad. Modifico sin dudarlo el pasado, del que sólo
yo y los que han viajado dentro de mí conservamos recuerdo. Por eso me llaman iconoclasta".
—En realidad te llaman iCoNoClAsTa, y…
Acedio miró con gratitud como la mano de Trill tapaba la boca de Pulchera.
"Bien, aún tengo más que contaros: vosotros pensáis que hay dos bandos
en el juego, los, llamémoslos Acedios, y los Agentes del Cambio. Existe un
tercer grupo en juego, que es el que me ha contratado: los que se hacen llamar los Jinetes de la Estabilidad. Un grupo al que he decidido traicionar, pero
no en vuestro favor sino en el mío. Claro, que no contaré mi relación con
ellos hasta el tercer libro."
‎"Tengo también que hablaros de la presencia de Trill, que ninguna sorpresa
os ha causado. Pero hablaremos de ello cuando hayáis encontrado el segundo
27 Quizá convenga aclarar que Herón de Alejandría sí es un personaje real de esta dimensión y que sí inventó una máquina de vapor. Y hasta una máquina tragaperras. Es verificable. Palabra.
28 Oscura referencia a uno de los autores del libro.
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talismán. ¿Verdad, Acedio, que ibas a mandar a Pulchera a buscar EL DIAMANTE DE LA TEMPESTAD?"
—Verdad, pero, ¿como puedes…
—pUeDo pOrQuE pUeDo. iNcLuSo oS aYuDaRé: EL DIAMANTE DE LA
TEMPESTAD sE eNcUeNtRa eN eL sEgUnDo pIcO mÁs aLtO dEl eVeReSt.
aLLí nOs vErEmOs
‎—¡¡Bueno, ya está bien!! Estoy hasta las narices de que todos habléis de mi
como si yo no estuviera delante. Pulchera irá a buscar esto, Pulchera habla mucho, a Pulchera se le caen los calcetines....¡¡¡¡Y no estoy dispuesta a aguantarlo
más!!!!
—Niña, ¿te han dicho alguna vez que hablar con más de tres signos de exclamación es síntoma de serios problemas mentales? — dijo el hermano Paraguas.
—¿Y yo te he dicho alguna vez que si pones un paraguas a la contra del viento
SE DESGUAZA? Escuchad, ya no aguanto que todas las decisiones se tomen sin
mi consentimiento. Iré donde yo quiera, y cuando yo quiera, ¿estamos?
Todos la observaron con la misma cara que habrían puesto si un ratoncillo se
armase con armadura, espada y escudo, y se dedicase a acuchillar sus tobillos. —Mmmmmm....bien, de acuerdo — concedió cauteloso Acedio; incluso un
ratoncillo te puede arrancar un dedo.— Entonces, ¿qué quieres hacer?
—Pues....pueees......ehhmm
mmm....he decidido que voy a ir al Everest a buscar al diamante ese. Pero voy
porque me da la gana....y....he decidido, sí, he decidido que Acedio, Trill y el Paraguas me acompañen. Y no quiero rezongos.
El autobús puso cara de hartazgo, al menos todo lo que se puede poner cara
de hartazgo cuando sólo se dispone de un par de faros y un radiador.29 — A ver, os diré lo que tenéis que hacer para llegar al Everest....
— Y en vez de decírnoslo, ¿por qué no nos llevas? Con el frío que hace, no
estaría mal ir en un vehículo calentito.
Todos miraron a Pulchera totalmente extrañados de que hubiera sugerido una
idea tan razonable, esperando cuando vendría el brote psicótico habitual.
—Sí, no es mala idea...digooo....No Es MaLa IdEa, Os LlEvArÉ aL eVeReSt
En Un MoMen...
— Deja ya de hablar así, que se nos traban los ojos y los oídos con tanto rollo
mayúscula—minúscula — masculló la chica, recibiendo miradas de incredulidad
por parte de Acedio. ¡La mortal se había puesto al mando! ¡Y el se sentía extrañamente complacido por ello! Si hubiera sido posible, habría pensado que le estaba empezando a caer bien.
Fue por ello, que, gran pesar, tomó la forma de sir Lawrence Olivier para decir:
—Ay niña, niña imprudente. No comprendes que el aUtObÚs iCoNoClAsTa
no transita por carreteras mortales, sino que atraviesa las cicatrices de los tejidos
del espacio—tiempo. Las emanaciones que penetrarían en el autobús de seguro
29 Se le daba muy bien. En los ratos libres, iCoNoClAsTa participaba en grupo de teatro de aficionados. Le
gustaban también las sombras chinescas.
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nos matarían o nos provocarían transformaciones horribles. La naturaleza del ectoplasma multidimensional es tal que…
—¡Teodolitos y cilantro! ¡Calla plomostrenco! Bastará con cerrar las ventanillas.
Todos le miraron con admiración.
—Trill, mi buen Trill, ¡siempre la idea acertada en el momento justo!
—Siempre salvas las situaciones…
—Oh, Trill, si la reina Titania permitiera el matrimonio entre duendes y muchachas…
—…o paraguas…
—mUcHo lE dEbÉiS a tRiLL, eS cIeRtO, pErO, ¿sAbÉiS tOdO sObRe éL?. ID
pAsAnDo Y cErRaNdO lAs vEnTaNiLLaS. TEnGo aLgO qUe cOnTaRoS.
Así lo hicieron todos, pensando en cuáles serían las revelaciones prometidas.
El más extrañado de todos era el propio Trill.
“Vuelvo a mi voz normal. En la intimidad de mi interior, no necesito más
para impresionaros. Dejadme tan sólo que me ponga en marcha. Puedo conducir y hablar al mismo tiempo.
Vosotros tenéis el recuerdo de que, ante la necesidad de conseguir EL
CALCETÍN DEL DESTINO acudisteis a Trill, compañero de héroes para que
entrenara a Pulchera en el uso de sus poderes. Es algo que él hace como nadie, y no se le puede culpar de que Pulchera no tuviera poder alguno, salvo el
de la charla interminable. Cansado de una tarea sin resultados, emprendió él
mismo la empresa. Luchó con dragones, con lopisomes, tarascas, conquistó a
la hechicera Catalina, redujo a un grupo de boy-scouts30, y, en fin, hizo lo necesario para que tuvieseis con vosotros el preciado talismán, ¿no es así?"
—¡Polipastos y sartenes! Sí, quizá fuera como dices, pero, mi modestia…
—nO, rEpItO, ¿fUé aSí? EsTáIs dEnTrO de mÍ, pRoTeGiDoS dE mI FLuJo
tEmPoRaL. ¿oS sUeNa cIeRtO sUjEtO llAmAdO EL ZURZIDOR DEL SINO?
—Ahora que lo dices…
—Sí, un tipejo repugnante…
—¡Destrozó mis manolos!
— Y Trill no estaba…
(no deje usted de comprar el primer libro de esta aventura para enterarse con
pelos y señales de toda la historia31 )
—¿Que ocurrió, IcO?
"Te agradeceré que guardes para ti tus insulsos diminutivos. Yo ocurrí.
Eliminé a la bruja Clementina, con lo que su antepasada la cambiaformas
MariTornes,—no era pariente tuya, Acedio—, no sedujo al archiduque Caye-
30 Hay que ser realmente malpensado para suponer que Trill hizo todo esto para no tener que aguantar al
grupo, particularmente a Pulchera. Me avergüenzo de vosotros.
31 A la venta en las mejores librerías del Multiverso.
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tano32 en forma de mosca —buenas noticias para ti, Hermano Paraguas, si te
desencantan no serás una mosca—. Pelargonio, ahora de una estatura normal, no se obsesionó por el calzado y no llegó a estudiar para ZURZIDOR
DEL SINO. Vive ahora, muy feliz, como leñador en Canadá, y su único vicio
son las mujeres".
—Entonces, ¿soy humano? Y, ¿cómo se me desencanta?
—a mÍ mE cOrReSpOnDe sAbErLo y A tÍ aVeRiGuArlo
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Era una suerte que el parlamento del autobús los tuviera tan entretenidos. Desde las ventanillas se divisaban visiones enloquecedoras: galaxias retorciéndose
como pulpos anhelantes, sonidos tan presentes que llegaban a tener apariencia
visual, estrellas que se juntaban en enjambres que tomaban formas humanas o
perturbadamente inhumanas, culpas que se veían como el sonido de un sabor,
una figura con guadaña que hablaba continuamente en mayúsculas, diciendo "NO
PERTENEZCO A ESTE LIBRO. DEJADME VOLVER CON TP"…
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‎—Ahhhh....de modo que a mí me corresponde averiguarlo, y tú lo
sabes....mmmmm.....caray, si tuviera cerebro podría pensar en algún tipo de venganza o forma de extorsión para que me cuentes como desencantarme.
Hermano Paraguas miró a todos los presentes, que de repente habían encontrado algo terriblemente interesante en la punta de sus zapatos33 , a ver si le daban
alguna idea. Por supuesto que tenían opiniones e ideas al respecto, pero lo cierto
es que tocarle los frenos a un autobús de más de una tonelada, con ruedas, y cierta propensión a gasear al personal, no parecía una buena idea. Finalmente, Pulchera decidió hacer algo (últimamente estaba decidiendo muchas más cosas aparte del tipo de cereales a tomar en el desayuno). Dada su experiencia con los gatos, perros y otras criaturitas peludas, empezó a rascar al autobús en la parte trasera del asiento del conductor.
‎—Veeenga, boniiito, autobús guapo, ayquebusitomasmajo, dile al Hermano
Paraguas como desencantarse, andaaa....
—No, No Lo DiRe JaM....ohhhh si, si, ahí, ahí, rasca un poc....uuuffff qué gusto, no pares, no, un poco más a la izquierda, que no me llego nunca con la palanca de camb....sisisisisiiii.....
vale, te lo diré. Para desencantarse, el Hermano Paraguas debe encontrar la
LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN y abrirse allí. Y ahora, si no te importa, ¿podrías seguir rascando en...? Ahhhhh qué gustomasgrandehaciaaños...
32 Era conocido por sus súbditos como “Cayetano el lujurioso”. MariTornes era conocida como “la complaciente”. La historia no ha dejado constancia de por qué estos epítetos. A veces, los historiadores son sabios.
33 La punta del zapato izquierdo de Trill contaba, para estos casos, con un pequeño televisor.
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Acedio, ruborizado hasta la raíz del pelo, no sabía dónde mirar porque, al ser
un ente tan peculiar, no conocía los placeres del rascamiento, y los estaba confundiendo con otra cosa mucho mas....ruborizable. Por otro lado, no tenía ni idea
de la conveniencia de tener a Pulchera a partir una uña con el autobús.
—Me veo forzado, Pulchera, a afearte tu conducta. ¡Esas cosas no se hacen en
público! No he vistos al aUtObúS arrodillarse (¿aruedarse?) para ofrecerte un anillo. No he visto a diácono alguno lanzaros las bendiciones y declararos aUtObüs y
mujer (o cotorra, como pudiera ser el caso). De hecho, ni siquiera habéis tenido
una cena romántica, ni habéis ido al cine para tomaros de los faros, ni…. ¡Perdón
un momento!
A Acedio se le había olvidado convertirse en la emperatriz Sissi.
—…y como te iba diciendo, tales conductas son causa de enfermedades sin
cuento y de la decadencia de una sociedad, así como queda el hecho incontrovertible de que te puedes quedar ciega. Al menos habéis tenido el buen gusto de no
despojaros de vuestras ropas (la capota en el caso del aUtObÚs), como creo que
tenéis por costumbre34 .
—Acedio, no sé como preguntar esto en forma delicada: ¿como hacéis aceditos nuevos en tu universo?
El aludido, rojo como la grana, adoptó la forma de la reina Isabel II, y dijo con
la voz muy bajita.
—De esas cosas no se habla con otras especies…35
La tensión era terrible, sobre todo porque Pulchera no se había dado cuenta de
que seguía rascando la parte trasera del asiento. Fue por tanto afortunado que el
Hermano Paraguas aprovechara para preguntar:
—¿Hemos llegado ya? Necesito bajar un momento.
—¿pArA qUé?
—Es que tengo que hacer… …mis cosas.
—nO sE mE oCuRRe dE qUé mAnErA pUeDe mIcCiOnAr un pArAgUaS.
nO, nO mE lO eXpLiQuEs, nO dEsEo llEvAr lA cArGa dE eSe cOnOcImIeNtO—
eStAmOs a pUnTo dE llEgAr.36
En ese momento se escuchó un estallido ensordecedor, y mientras todos se
agolpaban contra las ventanillas, esperando a ver alguna cosa, el Autobús comenzó a dar bandazos.
—¡AgArRaOs BiEn, HeMoS pInChAdO!
—No sabía yo que un Autobús Iconoclasta podía pinchaaaaarrrggghh...
Tras una última sacudida, en la que terminaron hechos un amasijo de miembros, empezaron a desenredarse. Y empezó la histeria.
34 No hay constancia de que todas las entidades transdimensionales compartan esta mojigatería.
35 Si se hablara de estas cosas con otras especies, habríamos averiguado que el sistema de la dimensión
acedil no difiere significativamente del de las demás dimensiones negentrópicas.
36 Cuando muchos años más tarde bUs rindió su alma al Gran Mecánico Celeste, no dejó de dar gracias por
haberse librado de conocer estos detalles.
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—¡¿Qué ha pasado?! ¡Acedio, Paraguas, Trill, ¿estáis bien?! — Pulchera fue la
primera en reaccionar, y por supuesto en recuperar el habla, que nunca se hallaba
demasiado lejos de su boca.
—Ha SiDo...perdón, ha sido una emboscada, mis ruedas sólo pueden pinchar
con alfileres de oro y brillantes, y como comprenderéis eso no se encuentra en
cualquier carretera. Lo único es que no veo a los atacantes, estad atentos por si
se aproximan. Seguro que intentan impedirnos el paso a nuestro destino.l
—Pero, ¡mostaza y picaporte!, podrás desvaneceliminarlos, como a los bárbaros, ¿no?
—Mientras tenga que regenerar mis llantas no podré dedicar mis energías a
otras cosas. Durante cosa de un cuarto de hora tenéis que defenderos solitos.
Los compañeros decidieron ocultarse tras una roca cercana mientras el autobús se regeneraba. Se sentían un poco culpables dejándole solo, pero el vehículo
les aseguro que era invulnerable y que ellos no.
En ese momento los enemigos se revelaron: una tribu completa de indios arapahoes, montados sobre caballos robóticos de metal. Iban armados con enormes
arcos de alta tecnología, flechas de rastreo térmico, venablos explosivos y saetas
traspasametales.
—Deben ser de una realidad alternativa donde el desarrollo cultural de los indígenas americanos no se vio lastrado por el conflicto con los occidentales. Posiblemente, su cultura se haya desarrollado en direcciones…37 Vale, veo que no os
interesa. Pero no creo que una simple flecha sea capaz de hacernos nada a través
de esta pared de roca. Justo en ese momento la punta de una flecha se asomó a través de la pared de
Roca. Y otra. Y otra más.
—Bien, muchachos. He tenido una idea.
—¿Otra?, dijeron al unísono Trill, el Paraguas y Acedio.
—Sí. Venid, acercaos que os la cuento al oído.
La siguiente escena puede muy bien haber sido una de las más ridículas en la
historia del multiverso. De hecho, los bravos guerreros que participaron ella fueron expulsados de su tribu, y tuvieron que fundar una nueva comunidad, que
abandonó los caminos de la guerra y se dedicó a la escritura creativa, la danza interpretativa y la meditación trascendental.
En primer lugar, Acedio, con la apariencia de Charles Chaplin, y con el Hermano Paraguas en las manos salió, imitando los andares típicos del cómico. Los
arapahoes, incrédulos, se abstuvieron de asaetearle. ¿Qué daños podía hacerles
un hombre bajito con un bastón, o lo que fuera, herrumbroso? Acedio/Chaplin
realizó una imitación bastante pasable de los números más cómicos del actor (más
tarde Acedio confesó, lleno de vergüenza, que en los ratos libres le gustaba hacer
números cómicos). Al final de su recorrido, llegó a la entrada de una cueva, en la
que se metió durante un momento. Salió inmediatamente y saludó. Los bravos,
que no advirtieron que había dejado al Hermano Paraguas dentro de la cueva,
37 En realidad eran un grupo de revivalistas de una dimensión hipertecnificada, que creían estar volviendo al
camino de la naturaleza.
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rompieron a aplaudir y silbar de admiración. Acedio hizo gesto de que esperaran
y volvió al sitio en el que aguardaban los compañeros. Un momento después salieron Pulchera, que había improvisado un sombrero con unas naranjas y unas
cáscaras de plátano que llevaba en el bolso (si el bolso de toda mujer es misterioso, el de Pulchera ronda lo incognoscible) y Acedio, en forma de Carmen Miranda. Prorrumpieron inmediatamente en este canto:
—…el acedito se baila así. UNO, el autobús. DOS, el calcetín, TRES, el zurcidor…
Mientras bailaban en dirección a la cueva.
Al principio los indios —perdón, los nativos americanos—, pensaron que se
trataba de un arma sónica de una desusada crueldad. Pero viendo la falta de garbo de las dos bailarinas, la cáscara de plátano que caía una y otra vez sobre los
ojos de Pulchera, y la desafinación generalizada, acabaron decidiendo que trataba
de un número cómico. Los desmañados danzarines llegaron a la cueva, se introdujeron, y salió Acedio, transfigurado en maestro de ceremonias.
—Damas, caballeros, caballos. Les ruego un momento de silencio para el siguiente número, donde peligra la vida de los artistas. ¡Llegado en exclusiva para
ustedes desde las más lejanas costas de Los Mares de la Inquina: MANDRAKE EL
MAGO! Procedo a avisarle de que su número comienza: en estos momentos se
encuentra en plena meditación, concentrando sus poderes.
Acedio volvió al sitio donde se encontraba Trill. Salieron los dos, Acedio en
forma de Mandrake, Trill vestido con un absurdo bikini, realizado con unos pañuelos procedentes también del bolso de Pulchera. Llevaban con ellos una caja de
tamaño ligeramente superior al de Trill.
—Bravos guerreros, mi encantadora ayudante y yo vamos a realizar para ustedes un difícil número.Vean como se introduce en esta caja. Usted, el de la pluma
de fantasía38 . ¿Quiere usted comprobar que la caja es de una sola pieza? ¿Queda
usted conforme? Bien, ahora cerramos la caja, la damos unas vueltas, me introduzco yo en ella y, digan todos ustedes ABRAXAS.
Tras el grito colectivo, ¡de la caja salieron dos Trills! Los indios aplaudieron entusiasmados. Uno de los Trills se reintrodujo en la caja, le dieron unas vueltas
más, siempre dirigiendo la caja hasta la cueva, volvieron a invocar el vocablo mágico, ¡y volvió a salir Acedio/Mandrake!
—Ahora, permitannos un instante para avisar al resto de miembros de la troupe y les interpretaremos el número final.
Penetraron en la cueva, en la que estaban esperando el Paraguas y Pulchera.
—¡Les hemos gustado, chicos! ¡Les hemos gustado! Creo que para la siguiente
función deberíamos…
—¡CÁLLATE!, gritaron todos ¡Y ayúdanos a bloquear la entrada con esa roca!
—Lo has logrado, Pulchera. ¡Carbunclos y cinceles si lo has logrado! Ahora
que estamos encerrados aquí, sin escapatoria posible, ¿Cual es la siguiente fase de
tu plan?
—¿Ha pasado un cuarto de hora?
38 Ser revivalista no implica no marcar estilo.
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—eN rEaLiDaD hAn pAsAdO vEiNtE mInUtOs. yA mE hE rEgEnErAdO lAs
rUeDaS, rEfOrZaDaS eStA vEz, hE dEsVaNeCiDo aLguNos iNdIoS y eL rEsTo
hA hUiDo. nO eRa cOsA dE qUe vOsOtRoS lO hIcIeRáIs tOdO. ¡sAlId!
*
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*
*
Ya dentro del autobús, un poco calmados los ánimos, y tomando un cordial
para levantar los ánimos (el aUtoBÚs iCoNoClAsTa estaba equipado como autobús-limusina, no faltaba más, con una hermosa nevera surtida de los frutos de
cientos de universos), Trill preguntó:
—¡Tornos y escaleras, Acedio! Tengo que reconocer que lo has hecho bien. Lo
único que no entiendo es cómo lograste que los dos cupiéramos en la caja. Cuando entré yo, apenas cabía.
—Usé la magia, por supuesto.
—¿La magia? ¿Eres mago?
—No, pero Mandrake el Mago sí lo es. Como es lógico y natural, al asumir una
forma asumo también sus características. La ley de correspondencias mórficas…
—aaaaaaaah
—…tal como fue expresada por el Anciano de Sheobab…
—aaaaAAAAAAAAH
—…naturalmente, de ello se infiere…
—AAAAAA¡¡¡¡AAAAAAAAAHHHHHH!!!!!!!! ¿Quieres decir, especie de cernícalo leproso, murciélago hediondo de los vertederos, quieres decir, cacho carne,
pezuña de búfalo? ¿QUIERES DECIR QUE EN CUALQUIER MOMENTO PODRÍAS HABERTE TRANSFORMADO EN CONAN, TERMINATOR, HULK O
HASTA EL SUPERRATÓN Y HABER TERMINADO CON LOS INDIOS?
—Ahora que lo dices…
—¡LO MATO! ¡LO MATO! ¡TRILL, AYÚDAME A INVENTAR INSULTOS!
¡VOY A ARRANCARLE LA CABEZA PARA DARLE CON ELLA! ¡VOY A …
Hicieron falta los esfuerzos combinados de Trill y el Hermano Paraguas, así
como que el aUtObÚs hiciera que sus cinturones de seguridad se enredaran en
torno a ella, para que Pulchera no cometiera el primer caso de acedicidio de la
historia. Ya sujeta por los cinturones, Trill le apretó la nariz mientras por la boca
le vertía un líquido calmante por la boca hasta desvanecerla. Incluso así seguía rezongando.
—… aceite hirviendo, no, mejor detergente en los párpados, no, mejor la colección completa de DVDs de Belén Esteban. Ya sé, EL aceite hirviendo, EL Detergente Y los DVDs…
—No te preocupes, Acedio. Despertará como nueva, nunca ha sido rencorosa
—dijo el Hermano Paraguas.
*
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Un rato después (en la que nuestros héroes se dedicaron a jugar al mus, ya que
Pulchera estaba en el cine de las sábanas blancas) el AuToBuS frenó lentamente.
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—Ya HeMoS LlEg...
—Perdona, autobús, ¿no podrías dejar ese tono y utilizar DE UNA VEZ POR
TODAS uno más normal? Es que estoy empezando a enfadarme de verdad— interrumpió Acedio, transformado en un verdoso Hulk.
—Vale, vale....—incluso un Acedio/Hulk podía dejar sus asientos hechos fosfatina— quería decir que ya hemos llegado a la falda del Everest. No puedo subir
más, porque el depósito de gasolina esta....ejem....bueno....lo cierto es que entre
los Bárbaros, los Arapahoes y eso no me acordé de repostar y....
El Autobús parecía todo lo ruborizado que puede llegar a estar un vehículo de
rayas amarillas y verdes, pero lo estaba intentando con todas sus fuerzas.
—Mmwwaaaaahhhhoooooooo— el bostezo de Pulchera se asemejaba más al
rugido de un león. Increíble como una boca tan activa podía estar abierta como
un buzón de correos durante más de diez segundos.— ¿Qué ha pasado? ¿Qué...?
¡¡Acedio!! Tu...¡Tú!...¡¡TU...!!
Temiendo un nuevo estallido de cólera de la chica, Paraguas y Trill se apresuraron a agarrarla cada uno de un brazo (y el Autobús con el cinturón de seguridad,
por si acaso), y a emitir sonidos de arrullo. No es que tuvieran mucha experiencia
con humanos, pero durante unos días transformado en gárgola, Acedio pudo poner en marcha ese sistema con las palomas. Y parecía dar resultado, porque Pulchera iba calmándose a ojos vista.
—Lo pienso dejar estar, Acedio, pero te juro por la faja de Beyoncé que la
próxima vez que hagas el BATRACIO de esa forma, me las pagas con intereses.
—Errr....sí, vale, lo que tú digas— contestó, adoptando la apariencia de un cachorrito tristón. — Ahora tenemos otro problema. El AuToBuS...
—Llamadme BuS, que ya hay confianza.
—...BuS entonces, resulta que se ha quedado sin combustible, y vamos a tener
que subir la montaña a pie.
— Ah no, de eso nada. Tú puedes transformarte en cualquier cosa, ¿no, Acedio? Pues puedes cambiar a globo aerostático y subirnos tranquilamente.
— ¿En globo? Pero ¿cómo voy a subir a un BuS de éste tamaño?
— Ah, si es por eso no hay problema — contestó BuS — Me puedo transformar en Micromachine.
—Bueno, sólo hay un problema, entonces.
—¡A—ceee—diOOO! ¡No quiero oír nada de problemas! ¡Sólo oportunidades!
¿Entiendes? Los problemas NO EXISTEN. ¡Sólo existen las oportunidades! Así
empieza una nueva fase, una nueva aventura en el maravilloso camino de la vida,
despertamos a nuestro niño interior…
—Entendido, entendido—dijo Acedio, que sólo en ese momento se dio cuenta
de que la enorme cantidad de libros de autoayuda39 que había en casa de la chica
no habían sido el fruto de un ataque de los Agentes del Cambio—, bueno, enton39 Para los lectores de dimensiones en que no se hayan inventado los libros de autoayuda: consisten en
tomos donde te explican por qué es una suerte que te echen de tu trabajo, te abandone tu pareja o tengas
una enfermedad incurable. A veces (es caso real), los regalan los empleadores a los trabajadores que están a
punto de ser despedidos. Incomprensiblemente, sus autores no son quemados en las plazas públicas.
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ces, la gran oportunidad en el maravilloso camino de la vida de la que disponemos es que sólo me puedo transformar en personajes de películas o televisión.
No recuerdo ninguna película en que el protagonista fuese un globo aerostático,
que, en todo caso iba a volar mal en las alturas y se dirige fatal. Pero, en cambio,
si recuerdo un personaje volador que nos vendrá de fábula.
Un rato más tarde, el Hermano Paraguas iba feliz montado en Acedio. Trill,
miraba al exterior, con el BuS en el bolsillo. Era Pulchera la que se recordó demasiado tarde de que tenía miedo a las alturas. Peor aún, el vehículo en que se había
transformado Acedio era absurdo, y ella tenía un enorme sentido de la vergüenza
y el ridículo personal —analistas posteriores especularon con la posibilidad de que
esos sentidos hubiesen tomado el lugar del sentido común40 —
No le ayudaba nada el feliz canturreo del Hermano Paraguas:
—Bang—bang, chitty—chitty bang—bang, chitty—chitty bang—bang vuelas
tú…41
*
*
*
*
*
*
*
*
*
*
‎ Ehmmmm...Acedio, majo, ¿podrías moverte un poquito menos? — pregun—
tó Pulchera, que había cogido un color sospechosamente verde— Más que nada,
porque no me gustaría mancharrrgggggggppppffffff....
No describiremos la escena que tuvo lugar a continuación para no herir la sensibilidad escatológica de los lectores, pero con algo de imaginación pueden llegar
a las conclusiones correctas.
—¡Cochambres y belugas! ¡Pero qué asco!
—No te quejes, duende, que el receptor de...de....esa asquerosidad he sido yo,
y no es momento para transformarme en pañuelo y/o fregona.
Tras unos momentos de trajín afanoso, intentando limpiar el estropicio, comenzaron a recobrar la calma. Pero ésta no sería una historia épico—absurda—despatarrante si no pasara algo, de modo que empezaron a sufrir unos bandazos espantosos.
La pobre Pulchera ya no tenía nada en el estómago (por lo que Acedio daba
las gracias al Hacedor....por lo menos al Hacedor de Pulchera, que desde luego
no había sido demasiado mañoso42), pero el color de su rostro, habitualmente pálidoamarillento como la margarina, de tanto estar entre libros, estaba pasando
por toda clase de colorines, a cual más sorprendente.
—Bueno, Pulchera— dijo Acedio/Chitty—, te doy la bienvenida a esta maravillosa oportunidad de despertar a tu niño interior (¿o es tu géiser interior?). Sin du-
40 En realidad no habían tomado su lugar: lo retenían como rehén.
41 Chitty-chitty-bang-bang, es un coche volador, protagonista de la película del mismo título. La joven Pulchera desconocía la película, lo que demuestra el escaso interés de la juventud por el cine clásico. A ver si os
cortáis el pelo.
42 Seamos comprensivos: fue en una mañana de resaca, el día después de que su mujer le hubiera dejado.
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da las nuevas avenidas que se abren a tu desarrollo espiritual te colman de anhelos ante posibilidades desconocidas, ¿verdad?
—tematare tematare tematare…
—No te metas con la niña, total, un par de cubos de agua y quedas nuevo—
dijo el Hermano Paraguas.
—Me preocupan más estos caballeros peludos que manipulan esos enormes
fuelles que producen las ventoleras que a su vez producen estos bandazos. En mi
opinión, son lo que algunas culturas llaman Mi—Go, aunque otras hablan del
Bigfoot…
—¡Tonsuras y iatrogénesis! ¡Yetis, son yetis! ¡Los abominables hombres de las
Nieves!
—Lo de abominables es una opinión que le agradeceré que se guarde en el futuro43 —, dijo una voz— y le hago saber que en todas las especies existen dos sexos.
En ese momento se dieron cuenta de que un Yeti se había introducido en el
vehículo/Acedio y que:
1— Medía más del doble que el más alto de ellos.
2— Si cogemos la musculatura de un campeón de culturismo y la tomamos como baremo para establecer el 10, la yeti en cuestión sacaría un 23,5.
3— El aliento no le olía a flores.
4— Estaba muy enfadado. O enfadada.
‎5— Ni las neblinas desvanecedoras del bUs ni las transformaciones de Acedio
iban a servirles de nada. En su forma actual el uno era demasiado pequeño,
y si el otro cambiaba de forma, iban a a caer todos al vacío.
El más preparado de todos para enfrentar a la yeti era el compañero de héroes, el adiestrador en proezas, el amigo de los paladines: Trill. Sin embargo la
edad ya había hecho mella en sus carnes, y las proezas que realizó (o realizaron
otros, según el relato del bUs, o realizó todo el mundo en continuos espaciotemporales diferentes) habían cobrado su tributo en sus fuerzas. Es probable que la
ingesta reiterada de cervezas en el sofá de Pulchera no tuviera los efectos medicinales apetecidos. Y que la lucha entre ambos por el mando a distancia (a Trill le
gustaban las películas de terror, a Pulchera las románticas, a Acedio las de acción
"para tener más modelos en los que transformarme") no hubiera afinado sus reflejos como para la lucha.
Era el momento, decidió el Hermano Paraguas, de mostrar a todos la pericia
marcial paragüística44 . De vindicar la paragüidad con una hazaña de gran proeza.
Era su ocasión, en la que podían culminar todos sus años de cuidadosa preparación. Lo malo es que sus años de cuidadosa preparación habían consistido en NO
pelear por el mando a distancia y reposar en el paragüero acompañado de un
buen libro (el libro debía ser bueno, pues no le había hecho mal alguno, pero la
43 Yeti, sí. Mala educación, jamás.
44 El paraguas-jitsu es un arte marcial del que hacen gala espectacularmente las señoras mayores en días de
lluvia. Se ignora en qué academias adquieren su conocimiento.
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ausencia de ojos para leerlo o dedos para pasar sus páginas le habían impedido
trabar un contacto más estrecho; con todo la amistad entre ambos era legendaria). Considerando todo, cuando llega el momento, un paraguas tiene que hacer
lo que un paraguas tiene que hacer.
—¡Atrás engendro de las Nieves! ¡Aparta de nosotros fruto repulsivo del mal y
la escarcha! Ríndete ahora mismo o padecerás la cólera de mis varillas.
Dijo todo esto dando saltitos sobre la empuñadura, mientras intentaba abrirse y
cerrarse amenazadoramente. Se le daba fatal.
Ninguno de los presentes estaba preparado para la respuesta: la yeti se echó a
llorar amargamente, entre hipidos, mocos y gimoteos ensordecedores.
—nguEEEEE!!! Sniff, sniff, buAAAAAHH!!! ¿po— po— por qué, por qué este
trasto me llama engendro y repulsiva? ¿po—po— por qué me han llamado ustedes abominable y hombrenguEEE?
Estaba claro que allí había una historia. Acedio/Chitty tomó altura para evitar
los chorros de los fuelles accionados por los otros yetis, que durante un momento
habían dejado de accionarlos para no perder detalle de la escena.
Tres cuartos de hora, cinco mil doscientos gimoteos y tres litros de lágrimas
más tarde, recogieron los fragmentos de un puzzle de frases entrecortadas, que, al
unirlas daban la siguiente historia:
LA HISTORIA DE LA YETI YEYE
1— Los yetis se encontraban en peligro de extinción. La caza indiscriminada era
una de las fuentes de este riesgo, pero la más importante era que los yetis
machos encontraban repulsivas a las yetis no depiladas, desde que cometieron el error de usar el televisor portátil de un montañero45 . Según esto toda
yeti tenía dos opciones: no depilarse, con lo que no encontraría pareja y no
se reproduciría, o depilarse, con lo que moriría de frío en la nieve y tampoco se reproduciría. Los pocos yetis que seguían naciendo eran fruto de la
unión de parejas demasiado borrachas como para considerar el tema capilar, pero esa circunstancia tampoco ayudaba a la fertilidad.
2— Las yeti habían intentado salvar el problema mediante la unión con exploradores y montañeros del Everest (los sherpas eran demasiado avispados como para permitir que sus mujeres les pillaran con hembras altas, fuertes y
sanas). Si bien la unión era fecunda, la escasez de exploradores y montañeros hacía que fuera una solución muy parca.
3— Uno de los montañeros se había unido con la madre de nuestra yeti, a la
que llegó a amar con profunda pasión y cariño imperecedero. Los mejores
recuerdos de la gimiente yeti eran los ratos de infancia en que su padre jugaba con ella, y, sobre todo, le ponía música pop en la radio, una sola vez al
mes para racionar las pilas que habían de durarle hasta el final de su días.
Los dos la bailaban y él le explicaba como era la movida madrileña, lo cuál
es prueba fehaciente de la cantidad de tiempo que hace desde que todo esto
45 La televisión y la imposición de modelos de belleza imposibles han sido causa de la extinción de innúmeras especies del Multiverso. En algunas, han llegado a la extinción de las hembras por forzarlas a una enorme
desnutrición autoimpuesta. Menos mal que en esta dimensión somos sensatos.
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ocurrió. De esta época arrancaba el deseo de Lucy de formar un grupo glamuroso, moderno y muy a la moda.
—…sniff, y cuando mi madre murió, mi padre aguanto unas pocas semanas
más antes de que le pena le consumiera. Yo había buAAAH, sido llamada
Graahkiloria en mi nacimiento, pero mi padre y mi madre me llamaban Lucy. Y
ngueeeeHH esa quiero ser yo: Lucy la cantante de pop. Pero el Everest es muy
aburrido para comprar ropas de estrella del pop, no hay nada de bisutería y es
imposible comprar una guitarra eléctrica. Se diga lo que se diga es casi imposible
hacer rock con cuencos tibetanos sniff, sniff, sniff. Y no hay forma de encontrar
maquillaje, pintarse los labios, ni comprar zapatos de tacón. ¡Y los otros yeti no
me comprendéeeeen! ¡Papáááá!
Sería machista decir que hay una ley universal según la cual cuando una hembra de cualquier especie se encuentra en estado de duda de su femineidad, la
hembra más cercana se siente obligada a explicarle cómo ser mujer, cómo vestirse, invitarla a ir de compras juntas… Sería machista, sexista y seguramente legalmente punible.
Debió, por lo tanto ser completamente casual que el mareo de Pulchera desapareciera en forma inmediata, que sacara de los arcanos de su bolso un lápiz de
labios que le aplicó, y unos lazos que le puso en la cabeza y que le preguntara por
el Zara más cercano. Mucho más adelante, cuando Lucy fue una yeti tan sabia
como para ir a convivir con las Ancianas éstas le revelaron el secreto: sé persona
antes que yeti, yeta o cosa indeterminada. La feminidad no es importante, la
masculinidad tampoco. La gente sí.
Otro día comentaremos lo que dicen los Ancianos yetis machos, cuando no
rezongan, ven fútbol o ven los canales porno46 .
Otros dos litros de lágrimas más tarde y tras la aplicación de un sedante a Pulchera para que no siguiera sacando cosas del bolso para que se las probara Lucy,
a todos los quedó claro que entre los yeti se habían establecido cuatro facciones:
1— La principal: los que se quedaban en la cueva a ver el televisor portátil de
montañero arriba aludido. Habían convencido a los dos gemelos más tontos
de la tribu para que pedalearan turnándose una bicicleta que accionaba una
dinamo que, a su vez, daba corriente al aparato.
2— Los que querían televisión por cable: éstos habían llegado a un acuerdo con
los Jinetes de la Estabilidad según el cuál, si lograban que ningún paraguas
herrumbroso, ningún compañero de héroes, ninguna música-científica insegura o ningún cambiaformas interdimensional se apoderasen del DIAMANTE DE LA TEMPESTAD, les darían varias televisiones HD de muchísimas
pulgadas, además de una conexión a uno de los mejores servicios por cable.
3— Los tres o cuatro yetis sensatos que odiaban la televisión, y que, más por
aburrimiento que por otra cosa, respetaban la orden ancestral de defender el
DIAMANTE DE LA TEMPESTAD de cualquiera que no fuera digno.
46 Suelen quejarse de que la juventud de estos tiempos consiste en una panda de vagos, de que en sus
tiempos sí que había mujeres guapas, del deterioro del clima… Y de que los nietos, que encima tienen el
pelo demasiado largo, no les visitan.
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4— Lucy.
—O sea, que tenemos que hacernos con el DIAMANTE DE LA TEMPESTAD
de forma que los yetis no nos sorban el cerebro...o lo que sea que hagan — planteó Acedio, mirando de reojo a Lucy, no sea que se sintiera ofendida. Una mujer
ofendida era un auténtico peligro, mucho más si medía dos metros y medio, tenía
los brazos como vigas y estaba cubierta de pelo. Y lo del pelo era opcional.
—Podríamos disfrazarnos todos de yetis — planteó el paraguas.
—Sí claro, el hecho de que ninguno de nosotros pase del metro ochenta no va
a resultar ningún problema...—dijo Pulchera, en el fondo escocida porque la idea
no se le hubiera ocurrido a ella.
—¡Nabos y Bisontes! La idea no está tan mal. Acedio puede transformarse
realmente en un yeti, Busito podría pasar con un buen abrigo de pellejo, y Pulchera, paraguas y yo podemos colocarnos uno encima del otro para aparentar
mayor altura. Sólo nos quedaría el asunto del pelo.
Por el pelo no hay problema — Intervino Lucy, mucho más animada ahora
que llevaba lápiz de labios y Chanel Nº 5 — Conozco el lugar donde las yetis que
deciden depilarse entierran el pelo. Dado el grosor del mismo y su fuerza, seguro
que no ha empezado a pudrirse.
—¡De una vez por todas!— gritó Acedio—, ¡sólo puedo transformarme en personaje de película! Y no, no vale cualquier película. No puedo transformarme en
el tercer tomate de "El ataque de los tomates asesinos47 ". No puedo transformarme en el sacristán de "Amanece, que no es poco48". Tiene que ser películas suficientemente conocidas en todo vuestro planeta como para que su fama atraviese
universos. Nada digo de su calidad, que a los habitantes de este continuo poco
parece importaros. Hablo de su DIFUSIÓN.
—Entonces, ¿qué propones?
—En líneas generales, vuestro plan es bueno. Pero yo llevaré a bUs en el bolsillo y a Paraguas en la mano y me transformaré en el hombre invisible. Pulchera y
Trill, si ello no es inadecuado a las costumbres matrimoniales de este mundo se
situarán el uno encima del otro y se cubrirán con pelo de yeti.
Procedieron a los preparativos, desenterraron el pelo de las yeti depiladas,
confeccionaron con ellos un disfraz, y todo parecía ir bien hasta que Trill dijo:
—¡Cinabrios y sahumerios! ¡Epicentros y capistranos! ¡AUTOCLAVES Y UNICORNIOS! ¡NO! Lo estamos haciendo mal. Pulchera y yo no debemos andar el
uno encima del otro. Pulchera es demasiado frágil, demasiado exquisita como para eso. Es como una flor temprana, como una gota de rocío en una mañana de
primavera sobre una hoja de una rosa de concurso. Como un tejido de la seda
más fina cuya sombra acariciara las alas de una libélula. Como…
—La idea ya me ha quedado clara, machote. Los duendes como tú, con esa
idea de sobreproteger a las mujeres sois responsables de muchos de los males que
47 Esta película existe.
48 Argüiblemente, la película más divertida de la historia.
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nos afligen. Agradezco todas tus cortesías, pero en nombre del buen nombre de
la femineidad, exijo que hagamos nuestra peluda pirámide humana.
—¡Bajorrelieves y cantimploras! ¡No seas terca, idiotonta!
—Tus insultos sólo me reafirman: haremos la pirámide peluda para disfrazarnos de yeti, o, de lo contrario…
—¿De lo contrario qué, por todos los pífanos de los bosques?
—… de lo contrario te pediré que te marches. No tengo lugar junto a mí para
quien no cree en mi capacidad.
—¿Tu certeza es absoluta? ¿No hay forma de que te convenza de que es una
mala idea? ¿Debe ser como dices o de lo contrario me echas?
—Echar es una palabra demasiado dura, pero sí, esa es la idea.
—Cedo pues, bajo protesta, a este chantaje.
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—"Cedo pues, bajo protesta a este chantaje". "Cedo pues, bajo protesta, a este
chantaje". ¡Sabías de sobra que sólo tú tienes una boca tan grande como la de los
yetis! ¡Sabías de sobra que para que el disfraz funcionara tenía YO que llevarte a
TÍ encima de mis hombros!
—Yo ya te advertí de que eras frágil y exquisita… Pero admiro tu orgullosa
manera de convencernos a todos de tu determinación y entrega para la causa.
¡Palanquines y almohadones¡ He de reconocer que esta cuesta tan empinada me
hubiera fatigado, si no me hubieses obligado a ir encima tuyo.
—Y, estooo, ¿cuando fue la última vez que te pesaste?
—¿Pesarme? Qué ordinariez. Dejé de hacerlo desde el día que la báscula de tu
baño al verme se escondió bajo la cama49 . Por lo demás, tranquila: soy pura fibra
y músculo.
—Sí, pero eres muchos kilos de pura fibra y músculo. Y cervezas. Y asado de
jabalí. Y cocido. Y…
—¿Criticas que reponga fuerzas para la dura lucha que nos aguarda? ¡Mariscadas y escalopes! Ése ha sido un golpe bajo.
Pulchera calló. Y caminó dando patadas a las piedras con el dedo que le dejaba
al aire su sandalia50 . A cada nueva patada y nuevo dolor en el dedo repetía mentalmente:
—"Éste por idiota", "éste por caer en la trampa de Trill", "este por no recordar
que los duendes son son de carne,sino de piedra", "este por…
Definitivamente, ese ramalazo feminista le estaba dando innumerables problemas. Algún día tenía que probar eso de ser "florecilla delicada", a ver si por una
vez podía quedarse sentada tranquilamente mientras los demás hacían todo el trabajo.
49 Aún no ha salido.
50 Nadie le había regalado el “Manual del héroe interdimensional”, donde le hubieran recomendado unas sensatas botas, por lo que calzaba como si estuviera escrita por cualquier guionista de Hollywood.
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— Mucho cuidado, — advirtió Acedio — estamos llegando al campamento yeti.
Ante sus ojos se desplegaba algo que difícilmente podría llamarse campamento. En primer lugar, era ENORME. De hecho, se perdía a lo lejos. O los yetis habían encontrado la forma de eludir sus preferencias capilares, o realmente vivían
muchos años. Unas torres como azúcar hilado se elevaban a lo lejos, todas diferentes pese a su complejidad. Entre las torres se tendían unos puentes translúcidos que parecían de hielo, pero tan repujados como los edificios que unían. Había
siete torres en forma circular, unidos por multitud de puentes a distintos niveles.
El resto de la ciudad estaba compuesto de edificios de no más de tres alturas, pero tan ricamente labrados como los demás. Los motivos de hojas, ramas y frutas
abarrotaban las paredes y los dinteles de las puertas.
—¡¡Qué ciudad más bonita!! Parece de cuento de hadas....
— ¿Bonita? Sí, supongo. — respondió, aburrida, Lucy — Muy bonita hasta
que te toca trabajar en el escuadrón de limpieza51 . Pásate el día limpiando los repujados y luego me lo cuentas. Se te pone el pelo horrendo, se te cortan los labios, se....
— Ya, ya, me hago una idea. Pero aún así es fascinante.
— ¡Fresones y manzanas! tengo una curiosidad. Vivís entre hielo y nieve, perpetuamente cubiertos, sin apenas sol....¿de dónde han salido los modelos para las
hojas, las frutas y todo lo demás?
Bueno, supongo que no conocéis la leyenda de las TIERRAS
HÚMEDAS...Según la historia, los yetis proveníamos en un principio de unas tierras cubiertas de lo que llamamos árboles, hojas, frutas, hierba, donde siempre
lucía el sol, y el invierno sólo duraba tres o cuatro meses. Pero nuestros antepasados Cerrghreer y Marbturuus pecaron gravemente, y decidieron cocinar unos
antílopes por probarlos nada más....y fueron expulsados de aquel paraíso.
—¡Fascinante! ¡Por todos los escorpiones del Ártico! ¡Tostadoras y Abencerrajes si eso no me recuerda algo!
—¡Ah, docto colega!—, dijo Acedio, morfeado en Albert Einstein y limpiándose las gafas—. Sin duda te refieres a los mitos del Avesta, la epopeya de Gilgamesh y, como no, el relato de Adán y Eva. Los teóricos mas reputados…
—¡Tiburón y serpentina! No, Acedio. Me refería a lo bien que me sentaría un
antílope asado. Pero ahora más bien, mirad hacia allá.
En su entusiasmo por transformarse en Einstein, Acedio había olvidado la invisibilidad. Para los asombrados yeti que circulaban por la calle (afortunadamente
eran pocos, pues la mayoría se habían concentrado en el Ayuntamiento a ver la
telenovela de las cinco) la escena había sido curiosa. Una yeti estrafalaria (Pulchera/Trill) peluda hasta el asco (los yeti que iban por la calle eran de los pervertidos
por la tv) y con una rara falta de coordinación entre sus mitades superior e infe51 La pertenencia a esta escuadrón era rotatoria entre todos los yeti, aunque por alguna razón nunca le tocaba al Alcalde ni a sus hijos.
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rior, iba acompañada de otra yeti aún más estrafalaria y pintarrajeada (Lucy). Junto a ellos había aparecido misteriosamente un anciano sin pelo, sólo un mechón
tan blanco como el pelaje yeti en su cabeza, y con un bastón raro (los yeti no
usan paraguas) en las manos. El anciano sin pelos, salvo por la estatura podría ser
el nuevo canon de belleza masculina yeti. Unas cuantas hembras se encontraban
ya haciéndole ojitos cuando de repente la yeti estrafalaria sin pintarrajear se partió en dos.
—¡NO puedo aguantar más tu peso, Trill! mecaigo MECAIGO ¡MECAIGO!
Trill y Pulchera quedaron aturdidos, caso desvanecidos. El Hermano Paraguas
era valiente, pero sus habilidades de combate no valían gran cosa. Lucy se había
echado a llorar otra vez, actividad que parecía consumir gran parte de su tiempo
libre. El aUtObÚs iCoNoClAsTa estaba aún sin gasolina, y aunque podía recargarse recogiendo la energía del ambiente, estaba aún lejos de poder ser útil.
Sólo Acedio podía salvarles del peligro. Un peligro aún mayor puesto que los
yeti acababan de abalanzarse sobre todos sus compañeros y se acercaban amenazadoramente a él.
—¡Lo tengo! ¡Esta vez lo tengo! Mmmh, ¿qué versión elegiré?
—¿La de 1933? No, estar en blanco y negro, me deprime. ¿La del 76? No,
creo que me quedo con la de Peter Jackson.
Diciendo esto se metamorfoseó en el enorme King Kong. Ahuyentó a los yeti,
recogió a Lucy, Trill, Pulchera y bUs, que se le había caído del bolsillo, y en un
par de enérgicos saltos abandonó el campamento y se planto en el segundo pico
de la montaña, su objetivo. Atrás quedaban los gritos aterrorizados e histéricos del
poblado yeti. El cambiaformas se sentía muy satisfecho de sí mismo. No fue hasta
notar los suspiros lánguidos de Lucy, sus ojos, con un brillo que no podría ser
bueno para la salud, su forma de contonearse, que se dio cuenta de un problema
nuevo: Lucy se había enamorado de él con toda la pasión, con toda la intensidad
y, sobre todo con toda la musculatura que sólo puede tener una No Tan Abominable Mujer de las Nieves. Bien pensado debió haber elegido la versión del 33.
Pero una preocupación más urgente atrajo su atención.
—Ah, hermanito: ¡nos volvemos a encontrar!
El mayor de sus enemigos, el jefe de quienes pretendían eliminar de la existencia este universo se encontraba ante él. La situación hubiera sido dramática si
Leocadio, el gemelo de Acedio no tuviera forma de dibujo animado. Concretamente, del Barón Ashler.
—Si hermanito, estoy ridículo. Ya sé que cuando decidimos quién estudiaba los
dibujos animados y quién las películas, a mi me tocaron los dibujos52 . El sorteo
fue justo. Quién iba a saber cuál era la auténtica forma de vida en este universo.
No, hermano. No estoy resentido contigo, y, cuando te mate en esta misma cima
dentro de algún tiempo, te mataré con amor y deplorando que ello sea necesario.
Hasta entonces, incluso te ayudaré. Toma esto— dijo poniendo en sus manos EL
DIAMANTE DE LA TEMPESTAD—, ahora puedes buscar el tercero de los grandes talismanes y cuando lo tengas volver aquí, donde estaré esperándote. O pue52 Ver nota 23.
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des pasar lo que te quede de vida con esa yeti que parece adorarte y disfrutar un
poco hasta que destruya el universo. Por que, te doy mi palabra, este universo
será destruido.
—Hermano, esto no tiene por qué ser así, habla conmigo…
—Sí, Acedio. Esto será así.
AQUÍ ACABA EL SEGUNDO LIBRO DE OPUS MAXIMA: LA PERSECUCIÓN DEL AUTOBÚS ICONOCLASTA. PRONTO VENDRÁ EL TERCERO, QUE SE LLAMARÁ: HORROR EN LA
CIMA: CANTOS DE LA SOMBRA INGENUA.
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Opus Maxima
Libro tercero: Horror en
la cima: cantos de la sombra ingenua
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Opus maxima: Libro tercero: Horror en la cima:
cantos de la sombra ingenua53
Una sombra no tiene malicia. Cae donde la luz le manda. Una vez, un asteroide se interpuso en el camino del sol alrededor del cuál giraba un planeta
de crustáceos inteligentes. ¿Era su culpa que los mares se congelaran y que
una de las razas más prometedoras del universo desapareciera54?
Otra vez una paloma proyectó una sombra sobre los ojos del Paladín Supremo de los Oprimidos. ¿Era su culpa que la espada del Oligarca atravesara
su cuello? ¿Era su culpa la opresión que sufrieron los siervos durante más de
trescientos años?
Las sombras son siempre ingenuas. A veces es ingenuo hasta el que las
proyecta.
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—Acedio, ¡esto no puede seguir así!
El cambiaformas tenía ahora el aspecto de Mr. Roper. La que le interpelaba era
Lucy, la yeti, que tras casarse con él, y asentarse en la ciudad había cumplido su
sueño de hacerse cantante de pop. Su combinación de rock clásico con campanas tibetanas había tenido un gran éxito en los chill-out, y estaba ya considerando
la posibilidad de crear su propio sello discográfico. Pero su gran preocupación era
su marido. Ella se había casado con el poderoso Kong, que arriesgó la vida valientemente para rescatar a sus amigos, pero en la actualidad más bien vivía con la
mona Chita55 . El encuentro con su hermano gemelo Leocadio, que pretendía
destruir este universo para preservar la maxima opus, la pieza perdida de Bach, le
había sumido en un estupor del que ni las pintorescas maldiciones de Trill, los
bienintencionados consejos de Pulchera (sacados de los libros del todo a cien), las
acrobacias del Hermano Paraguas ni los arrumacos de Lucy podían sacarle. Sólo
a veces se animaba en la conversación si estaba el aUtObÚs iCoNoClAsTa, por lo
que Lucy le invitó mucho durante algún tiempo, a pesar de que insistía en que era
su enemigo. Dejó de invitarle cuando escuchó a Acedio preguntarle si era posible
que le borrara para siempre, y a veinte siglos de sus antepasados. Aunque el bUs
respondió que sólo podía afectar a seres de este universo, Lucy tenía miedo de
que se ocurriera alguna estratagema.
De los compañeros, el Hermano Paraguas intentaba averiguar qué cosa fuera
la LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN, aunque con miedo. bUs le había confirmado que su yo real ya no era el de una mosca: en ningún momento le dijo a qué
especie pertenecía. Trill seguía siendo el mismo duende insensato, aunque había
53 Hay gente muy extraña que pone demasiadas veces dos puntos en la misma frase.
54 Fue, sin embargo, una suerte para los comerciantes de marisco congelado del sistema solar de al lado.
55 Esta es una queja, con distintos matices, muy extendida entre las esposas. Los esposos por su parte
suelen opinar que se casaron con una encantadora y ahora viven con una bruja.
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comenzado a entrenar más y comer y beber menos. Pulchera seguía teniendo en
su mente la máxima opus, pero no se atrevía a escribirla o tocarla, por miedo a
las consecuencias cósmicas. Era necesario sacar a Acedio de su estupor. Era preciso saber cuál era el tercer talismán e ir en su busca, y, sobre todo, era preciso
que Acedio supiera…
—Acedio, ¡esto no puede seguir así! ¡Vamos a tener un hijo!
‎—Un...un....¿¿un quéee?? Pero ¿cómo? ¿Cuándo? Y sobre todo, ¿Por qué?
— Pues ya sabes, cuando tú eras Kong y yo...y luego estuvimos de luna de plátano56 en aquel bosque....y entonces empecé a quitarte las pulgas...una cosa llevó
a la otra y....
— NO te estoy pidiendo detalles, Lucy, no sigas...creo que conozco el mecanismo bastante bien, no en vano he visto películas al respecto. — respondió Acedio, su imagen fluctuando a la de Rocco Siffredi57 — Me refiero a que cómo es
posible que te hayas permitido quedarte embarazada en éste momento. Es algo
que no entra en mis planes.
Acedio pareció olvidar que la reacción de las mujeres en éstos casos es idéntica
en el cine que en la realidad. Lucy se puso en jarras, y sus inmensas cejas se fruncieron en una sola línea. Con la mirada de sus ojos se podrían haber congelado
galaxias enteras.
— ¿Eso es lo único que se te ocurre, patán?
— Yo....
— Llevo sola la copa del árbol, cocinando y limpiando, canto y grabo con "Los
Gorilas Averiados58 " todo el santo día...
— Cariñito, yo...
— ...y ahora vienes tú, que te pasas todo el día tirado en el sofá lamentándote
de tu vida, protestando, preguntando, sin mostrar la más ligera....
Lucy se interrumpió de repente, al darse cuenta de que Pulchera, Trill y Paraguas estaban en la puerta de la casa comiendo palomitas y mirando la discusión
como si fuera un partido de tenis. Claramente a favor de Lucy, Acedio no tenía ni
una oportunidad.
Acedio había pasado a la forma de Bilbo Bolsón, sin darse cuenta, y Pulchera
se dio cuenta de que estaba totalmente sobrepasado por la paranoia yeti de aquella Pseudo Abominable Mujer Nevada, que entre sus matojos de pelo blanco, dejaba entrever una fina lágrima59 que habría bañado a Trill si el Paraguas no se hubiera interpuesto. Un ligero crujido metálico devolvió a todos a la realidad. Temieron que el Autobús hubiera decidido desplegar su ira para zanjar aquella discusión
de forma tajante, pero el ruido provenía de "algo" más cercano.
56 Los yeti opinan que la miel está sobrevalorada.
57 ¿Contradice esto lo explicado en la nota 35? No, en absoluto. Otro universo, otras reglas. Donde fueres,
haz lo que vieres. O así pensaba explicarlo Acedio si alguna autoridad le preguntaba.
58 Este nombre fue idea de Pulchera. Tuvieron que hacerle caso porque lo que ella realmente quería era tocar la teorba en el grupo. Aceptar que lo bautizara fue una solución de compromiso.
59 Fina para una yeti: apenas llegaría al cuarto de litro.
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Las varillas del Paraguas habían cedido ante el torrente de “lágrima” con que
Lucy había adornado el dramatismo de sus reproches. Ahora el Paraguas se resquebrajaba, su tela se rompía y su precioso mango de marfil perdía todo su brillo,
ofreciendo un tono cada vez más amarillento. Pulchera, en un arranque de dramatismo decimonónico, comprendió que el
Paraguas no era eterno, más bien, tan mortal como ella misma. No había, ni en
aquella ni en ninguna otra dimensión, Reparador, Zurzidor, Zapatero o Chatarrero capaz de arreglar el desbarajuste de tela, aluminio y chapa en que el Paraguas
se estaba convirtiendo. Como por capricho del destino, Pulchera se dio cuenta de
que el Paraguas se apagaba, empapado en lágrima ajena.
Para cuando se dio cuenta de que el Paraguas había sido un peculiar compañero, de familia tan noble como desconocida, el mango de marfil ya desteñía un
color gris muerte que no podía sino significar que el tercer hijo del archiduque
Cayetano se había ido.Para siempre.
— Eh, ¡EH! Callaos un poco, que nuestro Paraguas se ha....muerto...Un silencio tan denso60 como el chocolate caliente se extendió por todos los presentes.
— No puede ser — dijo Acedio — Nadie muere de lagrimitis terminante61 .
— Pues míralo tú mismo, caray.
Todos los compañeros se arrimaron a Paraguas, conmovidos, cabizbajos, meditabundos, y lamentando su fallecimiento.
— Era un gran compañero, — comenzó Pulchera (y quién si no) su panegírico
— siempre tan callado...
— Eh, que estoy aquí...
—...tan reservado con su desgracia...
— ¡Que no, que no me he muerto!
— ...y siempre deseando ayudar fuese cual fuese la situación...
— ¿Me escucháis?
—...por peligrosa que...
—¿QUIERES HACER EL FAVOR DE CALLARTE?
Al darse la vuelta para comprobar quien estaba poniendo a prueba la verborrea
de Pulchera, vieron un hombrecillo diminuto que tironeaba del repulgo de la falda
de la muchacha.
— Soy yo, ¡he vuelto a mi forma natural! Vuelvo a ser el archiduque Cayetano.
El océano de lágrimas de Lucy debía ser la lluvia que me permitiría volver a mi
estado natural.
— ¿Archiduque Cayetano? Uhmmm, bueno, más bien miniduque...lo cierto es
que te esperaba algo más...aparente...
—O sea que las lágrimas de yeti son la famosa LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN, que decía bUs. ¡Salmón y etimología! ¡Menuda palabreja!
60 Los silencios densos tienen esos caprichos.
61 Excepto la reina Cunegunda “la afligida”, claro.
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Acedio parecía disponerse a decir algo. Con tal de verle salir de su abulia, todos estuvieron dispuestos a permitirles perorar sin descanso sobre semántica.
Fue, sin embargo, conciso, casi parco.
—Significa "mirar hacia el pasado". ¿No hay algo que os parece raro?
—Absolutamente nada—, dijo Pulchera, mientras hacía juegos malabares con
unas motosierras.
—Por supuesto que nada—, dijo Trill, sin añadir ninguna maldición rebuscada.
—Y nosotros los pulpos, sabemos de esas cosas.
—Todo está normal, menos el pobre Hermano Paraguas—, cantaron en terceras las dos cabezas de Lucy.
—¡Eso, es, maldición, eso es! ¿No recordáis? Lo llamábamos "hermano", por
que tenía otros dos hermanos. ¡Era el tercer hijo del archiduque Cayetano, no el
mismo archiduque! Y se llamaba Pepe. Si pudiera bajarme del techo le daría una
buena tunda a ese rijoso.
—Un respeto, que soy de la nobleza. Pero se lo perdono todo, porque soy aficionado a los cambiaformas. ¡Si yo le contara mis fantasías con MariTornes! por
cierto, puede usted transformarse en… es una tontería, claro…, bueno, en…, no
piense usted mal… en, no sé, es pura curiosidad, en ¿araña gigante?
—Algo creo recordar—, dijo Pulchera, mientras aseaba con la lengua lentamente sus patas traseras.
— …o una serpiente, sí, eso debe ser bastante agradable…
—Claro, ahora me doy cuenta—, pronunció Trill perezosamente, muy ocupado en desatornillar su rueda derecha para ajustar sus cojinetes.
—Algo anda mal, muy mal, y creo que no debo poner huevos hasta que la cosa se aclare—, proclamó Acedio.
—Tienes razón, cariño—, pronunciaron las cuatro cabezas de Lucy, en acordes
de séptima de sensible.
—Tienes razón, cariño—, volvieron a pronunciar las seis cabezas de Lucy, empleando el acorde místico de Scriabin62 .
— …claro, que hay mucho que decir de los pulpos, que no tienen huesos. debe
ser una caricia interesante. Quizá usted, don Acedio, no sé, simplemente por el
placer del conocimiento puro…En ese momento se materializó una enorme motocicleta voladora en medio de la habitación.
— ¡nO dIsCuTáIs! ¡tÚ tAmPoCo, pUlChErA! ¡aGaRrAoS a mÍ! ¡uNo!, ¡dOs¡,
¡tReS! ¡aHoRa!
En unos segundos, todos volvieron a la normalidad.O, como es difícil volver
donde nunca se ha estado, digamos que volvieron a la cotidianidad.
Todos menos bUs, que seguía siendo una moto.La primera en preguntar fue,
quién lo duda, Pulchera.—bUs, ¿qué ha pasado? ¿Por qué eres una moto? ¿Ahora que eres una moto podemos llamarte mOtO?
Una vez más todos tuvieron admiración por la pericia, rapidez y precisión con
que la mano de Trill le tapó la boca. Todos menos el archiduque Cayetano, que
seguía intentando convencer a Acedio de las posibilidades de inocente diversión
62 Ese acorde existe.
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inherentes al hecho de convertirse en determinados animales y, no sé, averiguar
como se sentían sus caricias. Para un cambiaformas, argumentaba, constituía casi
un deber científico.Pero una de las cosas buenas de ser un narrador moderno es
el hecho de poseer algo así como un mando a distancia de los personajes. A partir de este momento sólo se escuchará al archiduque cuando diga algo interesante. O cuando el nivel de su señal anule la orden de "mute". Dado el grado de rijosidad del personaje, es posible que esto ocurra a menudo.
bUs (secretamente mOtO para Pulchera) miró a todos con la extraordinaria
severidad que proviene de tener por ojo el faro de una Harley.
El carraspeo de una motocicleta es algo tan improbable que cuando uno lo escucha no puede olvidarlo jamás. bUs (mOtO para la excesivamente literal Pulchera) regaló pues un recuerdo imborrable a todos los presentes. Miró a cada uno,
cabeceó (manillarizó quizá sea más exacto) como si fuera a echarles una inmensa
bronca, suspiró y acabó diciendo:
— "¿Una moto? Claro que soy una moto. Y he sido el caballo de Atila. He
sido varias clases de nave espacial. He sido carros y calesas. He sido locomotora, barco de vapor, globo aerostático. He sido trineo, submarino y elefante
de carga. He sido todos los medios de transporte que podéis imaginar y la
mayoría de los que os resultan inimaginables63. Es un riesgo, el del cambio
continuo, inherente a la manipulación del flujo temporal. Por cierto que el
vuestro se ha normalizado en cuanto me tocasteis. Moto voladora, como soy
ahora, es uno de los cambios que prefiero. Si estás en el siglo adecuado, es
una forma muy discreta que no atrae la atención.Ya comprenderéis que todo
este exordio es una forma de intentar controlar mi ira. ¿Quién ha alterado el
flujo temporal? ¿Cómo habéis alterado el flujo temporal? ¿NO HABRÉIS
PRODUCIDO LA LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN?"
—Bueno, a lo mejor un poco…
—"Es una suerte que tengáis enemigos. Si os dejaran solos, vuestra autodestrucción sería segura. La LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN se emplea en
gotas. En gotas PEQUEÑAS. Debéis haber permitido que el Hermano Paraguas se echara encima al menos medio litro. No es raro que volviera tan al
pasado que se convirtiera en su padre."
— … se dice muy poco de las caricias de los moluscos, ¿No cree usted? MUTE
—" Y yo soy afortunado de que la distorsión en los flujos temporales no
haya hecho más que convertirme en moto"
— …claro está que las medusas y sus acariciantes… MUTE. MUTE. ¡MUTE!
—"En fin, que allá os los compongáis"
— ¡Mesuras y expiaciones! ¿Como podemos recuperar al Hermano Paraguas,
digo a Pepe?
—Un momento, que soy archiduque y exijo ser preservado. ¡Uhm, preservación! ¿Qué tal una especie protegida como… MUTEMUTEMUTEMUTE
—"La respuesta se haya en el tercero de los grandes Talismanes, que, de
todas formas, deberías ya buscar. Acedio, háblales del tercer talismán" 63 También fue bicicleta, pero como no le quitaron las dos ruedecitas de atrás le daba vergüenza decirlo.
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— A ver, motobús, las cosas se tienen que explicar claramente, si sólo eran
unas gotitas, pues tendrías que haber....por cierto, ¿qué le pasa a Caye con los
animales? Tiene una especie de ansia sobadora muy parecida a la de Lucy cuando
conoció a...a....Buahggggggg qué ascoooooo....será pervertido el exparaguas éste. Pulchera tenía la cara de quién acaba de descubrir una cucaracha en su
sopa...y prefería absolutamente no pensar en lo que podría interesar a Cayetano
de las cucarachas64 .
— Por favor, prestad a Acedio un poco, sólo un poco de atención — suspiró el
bus, aunque ya se estaba acostumbrando a los azotes verbales del pintoresco grupo con el que se enemistaba.
— Un hijo....qué barbaridad...¿estoy yo preparado para tener un hijo?, ¿lo
educaré bien?, ¿tengo que estar en el parto? Bueno, igual las yetis ponen huevos65 ...
Motobús volvió los faros en blanco, lo que ciertamente tuvo un efecto algo raro, y se decidió por un método de lo más expeditivo: se convirtió en una vespino.
— Ay, qué incomodidad .— Acedio por fin encarriló sus pensamientos — El
último talismán, sí....debemos encontrar el ANILLO ÚNICO y...
— Sí hombre, y luego llevarlo a Mordor, ¿no? Y destruirlo en los Montes del
destino o algo así, mientras nos persigue Gollum (que tiene un tremendo parecido
con Trill, dicho sea de paso) y nos vigila el Ojo...
Confundido, Acedio no entendió en un principio a qué se refería...y luego tuvo
la mala fortuna de transformarse en Bilbo Bolsón para responder.
—"Muchas son las leyendas sobre anillos únicos— dijo Acedio—. Está la
que acabas de resumir. Está la del anillo con que el Dux de Venecia desposaba
al mar cada año. Está la del anillo Draupner, que adornaba la mano de Odín
y tenía la facultad de emitir otros ocho anillos iguales cada semana. Podríamos recurrir a juegos de palabras, y recordar la sortija con que Honoria, hermana del emperador Valentiniano convocó a Atila, rey de los hunos, y hablar
así del anillo Húnico. Podríamos hablar de anillos únicos por su peso, tamaño, belleza de construcción… Un anillo tiene muchas formas de ser único.
Pero el desánimo y un gran cansancio me embargan. Y estoy aterrado ante la
idea de ser padre. No quiero hablar más."
Los compañeros se miraron. Sólo les quedaba un recurso desesperado para
animar a Acedio. Algo que había que emplear sólo en las situaciones más terroríficas. Dijera lo que dijera, al cambiaformas le encantaba hablar. Por otro lado, a
Trill le encantaba escucharse. Si se unían estas dos tendencias se producía un incalculable efecto de realimentación. Lo malo es que a los dos les gustaba tener
público. No podían escapar. miraron a Trill, le hicieron un resignado gesto de
asentimiento y se sentaron a escuchar.
—¡Temple y arrojo, amigo Acedio! ¡Fortaleza y verecundia! ¿Eres acaso un cobarde?, ¿un desertor, un miserable esbirro de tus temores? Yo bien sé que no. ¡Ta64 Es mejor no saberlo.
65 Las yeti NO ponen huevos.
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fetanes y estocadas! ¡Sacabuches y espadañas! ¿Te inquieta tener hijos? Acaso
muchas veces el más tierno roce de unos pañales se haya posado delicadamente
en las entretelas de tu corazón. Acaso el impulso de prolongarte, prorrogar tu estirpe, multiplicar tu sangre anide en las más íntimas sedas de tu mismidad. Sólo
ello podría explicar que el aguerrido, el intrépido, el surcador de universos, el
oyente de realidades, el hacedor de héroes, el augur de prodigios: Acedio, en una
palabra, esté ahora temeroso como las últimas boqueadas de un lenguado moribundo. Sólo el haber estado anheloso de estas ocasiones, y la preocupación (una
preocupación risible, ridícula, irrisoria) de no estar a la altura justificarían tu decaimiento. ¡Calistenia y Trapisonda! ¡Escarpines y jureles! He luchado junto a ti
en más de cien batallas66 y debo decir, expresar y declarar que eres el único cambiaformas interdimensional al que confiaría mi vida67 . No fracasarás, no es concebible, la misma idea es en sí una contradicción lógica, en la educación de tu hijo.
—En realidad— declaró el aludido, con la forma de Jerry Lewis con una bata
blanca— los estudiosos no se ponen de acuerdo en sí es congénito o adquirido el
instinto paternal. Debate insulso, estoy de acuerdo, dado que si no es congénito
no puede con propiedad denominarse instinto. Las más recientes escuelas, incluidas por el conductismo…
—¡Conductismo y calabacín! ¡Barricadas y entreveros! ¿Y esa tontería, esa nonada, esa idiotontez de deprimirte porque tu hermano te promete la muerte?
¡Prométesela tú a él!68 La relación entre hermanos no es nunca fácil, y abunda en
momentos de tensión, pequeños escarceos, ligeras peleas con hacha69 . Más, ¡por
todo el betún de las estrellas!, ¿qué es un hermano sino una extensión de uno
mismo? ¿Que declara tu gemelo, entonces, al buscar el fin de tus días? Proclama
un profundo odio hacía ti, que eres una extensión de él. Busca, por tanto su suicidio. En lugar de dejar que tu ánimo decaiga, debes encontrar en tu almario las
fuerzas para confortar su espíritu y ayudarle a aceptarse, que es aceptarte, lo que
a su vez implica aceptarnos a nosotros70 .
66 Trill está contando también las batallas por el mando a distancia.
67 Si tenemos en cuenta que el otro cambiaformas interdimensional que conocía era Leocadio, el gemelo de
Acedio, que había jurado destruirles a todos y además el Universo, tampoco tiene tanto mérito.
68 “¿Que tu hermano te ha insultado? ¡Insúltale tú a él!”. “¿Que tu hermano te ha pegado? ¡Pues pégale tú a
él! La educación de Trill no puede calificarse de protectora. Su madre prefería servirse otro julepe de menta.
69 De nuevo, la infancia de Trill no fue idílica.
70 Aceptemos que tanta redundancia es inaceptable, en la más pura acepción de la palabra. Salvo que sea
pleonasmo.
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—Tus teorías psicológicas no carecen de mérito, amigo Trill, pero los más recientes estudios de los patólogos eminentes revelan que si tu hermano te mata,
quedas muerto. Quizá los estudios de Fortingër71 …
Acedio iba animándose visiblemente. Aunque Trill seguía interrumpiéndole,
hacía tiempo (creía recordar que nunca en toda la aventura) que nadie se dirigía a
él durante tanto rato. Tomó pues forma que creyó adecuada (la del Espíritu de las
Navidades Futuras) y dijo:—Gracias, amigos míos. En realidad el ANILLO ÚNICO
ES…
—¡nO pUeDo oCuLtArLo pOr mÁs tIeMpO! ¡aCeDiO! ¡yO sOy tU pAdRe!
Un silencio incómodo72 se adueñó de todos los presentes, que se volvieron a
mirar a Motobús con la perplejidad dibujada en sus rostros.
— pErDóN, eS qUe Me DeJé lLeVaR y...
— Pues haz el favor de contenerte,— masculló Pulchera entre dientes — que
estábamos consiguiendo sacar a éste del letargo.
— Bueno, Acedín, cariño mío, todos tenemos problemas con nuestros hermanos, mi hermana pequeña, sin ir más lejos, me robaba los tangas para ponérselos73 .
Un silencio aún más denso74 se instaló cómodamente en la estancia: ya le estaba cogiendo el gusto. Los compañeros estaban pensativos intentando imaginar,
o más bien tratando de sacar de su mente la imagen de Lucy en tanga. Era tan
difícil como no pensar en un elefante rosa.
— Sí...claro....el tanga....definitivamente los hermanos son iguales en cualquier
dimensión, aunque yo juraría que el mío nunca me ha quitado la ropa interior.
Aunque supongo que sirve como comparación, cariño — se apresuró a decir
Acedio, que veía cómo su mujer se estaba poniendo un tanto mohína.
— Y entonces — retomó Pulchera, aquello se les estaba yendo de las manos
— ¿cuál es el anillo que tenemos que buscar? ¿El único, el húnico, el que se reproduce?
— nInGuNo De ElLos. BuScAmOs El AnIlLo ÚnIcO dE lA dUpLiCiDaD.
— Exacto, —interrumpió Acedio, que ya había recuperado su charloteo habitual, transformándose emocionado en Indiana Jones — buscamos el ANILLO
ÚNICO DE LA DUPLICIDAD. El problema es que, como su propio nombre indica, suele duplicarse, así que nunca sabemos dónde está el verdadero y dónde están las copias. Tenemos que empezar a buscar y descartar los diferentes ANILLOS que encontremos.
71 Fortingër preconiza que si tu hermano te mata, quedas muerto, pero que es una muerte fraternal, un motivo de unión, casi un festejo y ocasión de regocijo para todo el entorno familiar. El hermano de Fortingër ha
cambiado de nombre y país.
72 Era amigo del silencio denso de antes.
73 Se habla muy poco sobre el gusto de las yeti por la lencería. Pero la yeti moderna es una hembra segura
de sí misma, capaz de simultanear el trabajo con la atención a la familia y al mismo tiempo estar siempre
hermosa. O así lo dice la televisión.
74 De hecho formaron un club social para silencios.
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—Bueno, ya, decirlo es fácil. ¿No mereceríamos una mínima pista? La forma
del anillo, el color… No es cosa de ir a cada todo a cien del mundo y comprar
todos los anillos. Por no hablar de los caros. Por otra parte, sería, no sé, ¿útil?,
tener algún criterio sobre como descartar los anillos que no queremos. Y, puestos
a ello, digo yo, quién sea el poseedor del anillo-único-que-se-autoduplica-lo-queya-no-lo-hace-tan-único-pero-en-cambio-lo-convierte-en-algo-que-vender-por-lo-ta
nto-una-fuente-de-riqueza-además-de-una-metáfora-de-las-espirales-del-ADN, a lo
mejor no quiere deshacerse de la vida fácil que le representa la venta de
anillos.Los Amigos estaban impresionados: Pulchera había vuelto a decir algo que
venía a cuento, y que además era útil. El macroconcepto guionizado ya les impresionaba menos, era clara influencia de Acedio.
—¡Trisdecaidofobia y bisutería, moza! Si logras que alguna de nuestras criaturas interdimensionales, intratemporales y casi intravenosas nos revelen cómo es el
anillo, y cómo revelar los falsos, tengo una idea sobre como lograr que quieran
desprenderse de ellos!
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—Jamás se me habría ocurrido poner un anuncio en prensa prometiendo un
iCacharro Interdimensional75 a quién tenga anillos de la clase que buscamos. Ni
que ello atrajera tan largas colas.
ERICO IL BIANCO, PALADÍN DE LA PROVENZA: "…pero si es un
anillo magnífico, cariñoso y que hace mucha compañía. ¿Cómo
puede usted decirme que no es único? Déme el ICacharro."
—"por otro lado, si no fuera tan entretenido, sería tedioso ver cómo intentan
meterte sus anillos por los ojos, sin pensar que les sería fácil conseguir lo mismo
con mucho menos esfuerzo comprándolo"
ODÍN, DIOS SUPREMO DE LA MITOLOGÍA NÓRDICA: "…este anillo me costó colgar nueve noches del árbol sagrado, y mi ojo, ¿cómo puede usted decir que no vale un iCacharro!
—"lo malo del asunto es que no tenemos aún criterios para saber cuál es el anillo real. Las pista de mOtObÚs y AcEdIo, digo Acedio, sobre la apariencia, ya son
un gran paso. Pero, ¿como Trills sabemos como rechazar las duplicaciones?"
LUCCE DI MILLA, SENSATIZADORA DEL PALENTINISMO: "¿Acaso sois osado, señor, para diferir de mi juicio? ¡Es el más bello anillo, el más único, como yo soy la más alta y útil de la mujeres nobles!
—Todo con todo, no me explico estas colas inmensas.
ANNAHER NANDETZ, SEÑORA DE LA PASSACA GLÍA: "…yo
quererlo, no lo quiero, sólo mataría por él. Que el anillo sea encon75 Níspero, la compañía que creaba estos aparatos es famosa por el iCacharro y el iTrasto. Dispone de un
fondo de ayuda para las ocasiones en que es necesario salvar el Multiverso, por lo que cedió gratuitamente
los iCacharros que necesitaron nuestros héroes. En los últimos tiempos, están trabajando en la iCosa. Nadie
sabe lo que es, pero todos la quieren.
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trado en las cabinas del conservatorio nada quita a sus cualidades
místicas."
—algunos vienen de muy lejos
CHISPIPIPÍ TCHI: “…llegué pues, Lao Tzu mediante a la condición
de perro por considerarla más ventajosa para mi karma que la de
humano. Las cargas como iCacharros son grilletes para la humanidad. Grilletes que asumiré con gusto, liberando al género mortal si
aceptáis este anillo-"
—Pero, ahora que tenemos tantos, ¿no habría que saber cómo diferenciar los
útiles de los decorativos?
¡No!— piafó uno de los interesados— Toda mente, con una o dos vasijas indefinida es sospechosa de brujería! La asintotización indemínida nunca debe impetrar los reludios ni las gufas. Motemos pos caso el tomete…
—vuelve en ti, Acedio. Tenemos mil trescientos doce anillos u ninguna manea
de verificarlos
—qUiZá lA mAgIa dEl aNiLlO iNtErFiErE cOn lOs sErEs iNtErDiMeNsIoNaLeS— pOdEmOs uSaR eSo pArA iDeNtIfIcAr eL aNiLlO.
Taptaptap.....taptaptaptap
.....Pulchera taptapteaba con su piececito del 45 en el suelo. Se estaba muriendo de aburrimiento, sobre todo porque de todas esas peroratas, no entendía
ni la cuarta parte.
— También podemos coger anillo por anillo, y pedirles educadamente, alicates
en mano, que se dupliquen. Evidentemente, uno sólo lo hará. Y podemos entonces olvidarnos de tanto ser interdimensional de esos. — Sugirió Pulchera, a quién
el hastío limitaba la sinapsis de sus neuronas.
—A ver, bonita, si hablas con un anillo, sea para pedirle algo o para mandarle
a hacer puñetas, lo único que puedes conseguir es que te pongan una camisa de
fuerza76 .
— Pues no sé por qué...hemos hablado con autobuses, con una yeti, con un
Paraguas (actualmente Cayetano)...No veo qué diferencia puede haber entre todo
eso y charlar con un anillo ...o incluso invitarle a tomar el té.77
Visto así, no parecía haber ningún problema. De modo que se acordó que se
charlaría educada y cortésmente con cada uno de los anillos, a ser posible sin
mencionar los alicates por no herir susceptibilidades. Y si eso no funcionase, buscarían la interdimensionalidad del asunto.
Nombraron pues a Pulchera encargada suprema de la pesquisa, con derecho a
usar un sombrero con pluma y título de vuecencia. Manifestaron sentirse incapaces de interrogar a los anillos sin una guía adecuada y, por lo tanto, le pidieron
que efectuara ella el primer interrogatorio, a solas para mayor intimidad y le rogaron que redactara un pequeño informe, en el que se reflejaran todas las circunstancias y motivaciones que le llevaban a la elección de unas preguntas o la supre76 Ni siquiera intentaron convencerla de que hablar con mil trescientos veinte anillos podría ser algo tedioso.
77 Esta idea dio lugar a la película “el hombre que susurraba a los anillos”.
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sión de otras, así como una transcripción de toda la entrevista, para que posteriormente ellos la usaran como manual. La aposentaron cómodamente en el mejor sillón de la casa, cerraron la puerta con llave y dijeron:
— ¡Calambures y enfisema! Me da un poco de pena engañarla de esa manera
— ¿Te da pena? ¡Quién debe darte pena es el hermano de mi marido78 ! No
estoy dispuesta a que el pobre Acedio lo pase mal ni un momento más. A cualquiera que se le ocurran ideas que retrasen el enfrentamiento le encerraré o algo
peor.
— Pero, ¡es que ni siquiera le hemos dado un anillo de verdad! ¿Cuánto tiempo la vamos a dejar hablando con la anilla de una lata de cerveza?
— A ver, Trill, divídeme los anillos en dos montones. Acedio, acércate al primer montón y comienza a hablar.
—¿Hablar yo? ¡pero si soy la criatura más discreta…
—Ahora al segundo montón sin dejar de hablar.
— …y es ebizante por lo tentó…
— ¡Bien! Trill, párteme en dos el segundo montón. Acedio, acércate al primero de los nuevos montones.
— …un roceso al que podríamos llamar tomatización…
—Parte ese montón en dos.
— …todo ello, sirva, querida Lucy, para expresarte lo parco en palabras que
soy…
— Ese montón no es, parte el otro.
Así, en unos minutos lograron encontrar ¡EL ANILLO ÚNICO DE LA DUPLICIDAD!79
Se aproximaron a la puerta de Pulchera. A través de ella se escuchaban sus
gritos.
— Confiesa. ¡Tú eres el anillo único! Tus compañeros ya te han delatado…
La llamaron, le explicaron que el ANILLO ÚNICO había confesado, muerto de
pánico ante la perspectiva de ser interrogado por Pulchera, y que había solicitado
la merced de que se le permitiera guardar un respetuoso silencio, no fuera a ser
que la irritara.80
El único comentario de la aludida fue:
—¿Cuando me compráis el sombrero con pluma?
— Pronto, pronto. — Contestó Acedio, con el convencimiento de que al día
siguiente se le habría olvidado.
— Bueno, ya tenemos el ANILLO ÚNICO, ahora sólo hace falta utilizarlo.
¿Nos lo ponemos? ¿Lo tiramos? ¿Qué hay que hacer con él?
— ¿REALMENTE CREÉIS QUE LO VAIS A CONSEGUIR?
Lo que se acababa de escuchar no era una voz, sino una VOZ. Cavernosa, oscura, llena de la sensación de cosas reptando y arrastrándose hacia uno. Y lo pe78 Nunca es buena idea meterse con la pareja de un yeti. En serio.
79 Fue una suerte que justo en ese momento Acedio terminara de explicar lo callado que era.
80 Es verdad que el anillo estaba intimidado.
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or de todo, es que salía de la garganta de Pulchera, que con los ojos en blanco y
todo el pelo del cuerpo de punta, se movía a un palmo del suelo.
— ¿Q..Qu....Quién eres tú?
— SOY EL CAOS SUPREMO, EL DIOS DE LA DESTRUCCIÓN, EL PADRE
DE LA SOMBRA. Y EL ANILLO SERÁ MIO...¡MIO!
De pronto Pulchera cayó al suelo inconsciente, golpeándose la cabeza con los
pulgares de Lucy, quien en seguida la cogió en brazos y la tumbó sobre una mesa.
— ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy encima de la mesa? Espero que no estéis
pensando en hacer alguna guarrada japonesa81 de esas, que no me apetece que
nadie coma aloz tles delicias82 encima de mi ombligo, y mucho menos
en...en...¿por qué me miráis así?
— Pulchera, hay algo que tenemos que decirte, aunque nos cueste trabajo. Y
POR FAVOR, no te lances a hacer preguntas ni te pongas histérica.— Planteó
Acedio, intentando adelantarse a cualquier reacción que la chica pudiera tener.
— ¡Sustos y muertes! Una horrible voz ha hablado por tu boca, niña, y ha dicho cosas espantosas sobre destrucción y cosas así.
— Ah bueno, si sólo es eso, podemos seguir con el tema del anillo. ¿Qué decíais que había que hacer?
En ese momento Lucy se abalanzó sobre Pulchera. Cogiéndola por los pies la
puso cabeza abajo y empezó a agitarla violentamente. Los compañeros atónitos,
no supieron cómo reaccionar. A fin de cuentas, no conocían bien las costumbres
de los yetis. Quizá lo que estaban viendo era la manera afectuosa que tenían de
saludar a una amiga. No señor, ellos no iban a caer en el provincianismo de criticar las costumbres de otros pueblos. Y si algún día les daba por ser provincianos
elegirían para ello a alguien que no midiera dos metros y medio ni tuviera unos
músculos como balones de baloncesto.83
— Lucy, corderita mía…
— ¡Calla, Acedio!
Un instante después todos vieron como caía al suelo algo procedente del oído
de Pulchera. al verlo, Lucy dejó a su amiga sobre el sofá, tomo un vaso y se apresuró a tapar con él el objeto caído.
—Lucy, lechuguita mía, ¿qué pasa?
— ¿No lo entendéis? ¿De verdad no lo veis?
—"Pulchera se ha estado comportando últimamente con la inteligencia de
una gallina en un mal día. Yo no la conozco, pero me habéis contado que era
música y científica, capaz incluso de, mediante métodos que nunca explicasteis rescatar de las arenas del tiempo la Opus Maxima de Bach. No sé entre
los humanos, pero entre los yeti una persona así no suele dedicarse a hablar
con anillas de latas de cerveza."
81 Nyotaimori.
82 En su presente estado, Pulchera resulta un poco xenófoba. En condiciones normales va muchísimo a los
restaurantes chinos, aunque no sea más que por no hacerse la comida.
83 Ésta suele ser la razón más convincente para el respeto a otras culturas.
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"No, la respuesta tenía que ser que algo alteraba su mente. Algo que ahora,
por fin se ha atrevido incluso a tomar el control de su cuerpo y su voz. Algo
como ¡esto!"
Al decirlo levantó el vaso y todos distinguieron a un escuerzo de las marismas.
O lo hubieran distinguido si alguien además de Lucy y el archiduque Cayetano
supieran lo que era un escuerzo de las marismas.
Debemos, para empezar, comentar que la rara paz de la que disfrutamos desde
hace varias páginas debida a la ausencia de intervenciones del archiduque, se debe al heroísmo de Trill, quién, viendo que el mando a distancia para personajes
del autor de esta historia no funcionaba demasiado bien84 , tomó sobre sí la responsabilidad de atar y amordazar al repugnante noble. Después de ponerse unos
guantes85 .
Pero ahora el aristócrata movía la cabeza y hacía gestos desesperados de que
quería hablar. Después de consultar con la mirada a sus amigos, Trill le quitó la
mordaza.
— ¡Ufffff! así se respira mejor. Bueno, quería comentaros, no sé, en fin…
Bueno, el caso es que siento una inocente curiosidad hacia el mundo de los animales. Algo cultural, científico, ya me entendéis86 . Este bonito ejemplar de escuerzo marismeño, ¡es hembra!
Trill se disponía a volver a amordazarle cuando el archiduque dijo:
— No, esperad. Las escuerzos hembra tienen la costumbre de meterse por las
orejas de los bueyes, elefantes, rinocerontes y otros grandes animales y establecer
allí una conexión con sus sinapsis. De esta manera toman el control de sus cerebros y les obligan a ir a donde los escuerzos macho, con ayuda de un buen garrote les están esperando87 . De esta forma comen bien con muy poco esfuerzo en la
caza.
— ¡Impostores y supercherías! ¿Quieres decir que la escuerza esta había tomado el control de la mente de Pulchera?
Pulchera, a todo esto, iba recobrándose. se sentía mejor, más alerta y con un
incomprensible pesar de no tener un sombrero con pluma.
— ¿Qué me ha pasado? - preguntó Pulchera - Me siento muy rara, casi como
si fuera yo-yo y yo-otra. Y no sé por qué, quiero un sombrero con pluma, ¿me lo
puede explicar alguien?
— Has tenido un parásito en la cabeza, querida, pero no te preocupes, ya estás bien. Sólo que el bicho te hacía un poco… tontilla… pero todos sabemos que
no era tu estado natural.
— ¿Y lo de la pluma?
84 Nunca se deben comprar herramientas literarias en los “todo a cien”.
85 El quemar después los guantes fue, quizá, excesivo.
86 En el territorio gobernado por el archiduque, pasaron años antes de que las Ciencias Naturales se pudieran
explicar en las aulas sin permiso escrito de los padres.
87 Los escuerzos macho tienen un tamaño muy superior al de las hembras.
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— Eso es resultado de un incidente con la anilla de una lata de cerveza, pero
nada serio.
Pulchera miró a Acedio calibrándole, con una mirada mucho más inquisitiva
que cualquiera que le hubiese lanzado hasta entonces.
— Si tenemos todos los talismanes, ¿cuál es el siguiente paso? Porque supongo
que no contaréis con un manual....¡archiduque, ¿quieres dejar en paz al bicho
ese?! Lo que estás haciendo resulta REPUGNANTE...
El archiduque había cogido a la pobre escuerza e intentaba darle un beso de
tornillo. La escuerza, ya molesta por haber sido forzada a abandonar la calidez del
oído de Pulchera, inquieta, por el mucho tiempo que llevaba apartada de su marisma, y anhelosa, puesto que le gustaba un escuerzo al que llevaba días sin ver88 ,
reaccionó mal: dio a Cayetano un tremendo mordisco en el labio, inyectándole
una buena cantidad de veneno.
El veneno de escuerza de las marisma es terriblemente mortal. En medicina se
emplea para producir determinados medicamentos. En química, como catalizador
de algunas reacciones. En albañilería, para disolver el granito.
Nadie se extrañó, por lo tanto, cuando el archiduque empezó a ulular con aullidos ensordecedores. Nadie se extrañó cuando empezó a retorcerse.
Mayor, en cambio, fue la extrañeza cuando comenzó a crecer, cuando le cambió el color de los ojos y le salió pelo.
— ¡Piscicultura y catafracto! ¡Se está convirtiendo en la forma humana del
hermano Paraguas! ¡El veneno debe haber reaccionado con la lluvia de la retrospección y va anulando sus efectos!
Efectivamente, el joven, que continuaba aullando lastimeramente se iba volviendo cada vez más Delgado. No parecía faltar mucho para que volviera a ser un
paraguas.
— ¡pRoNtO, pUlChErA! ¡tÓcAlÉ cOn eL dIaMaNtE dE lA tEmPeStAd!
Pulchera estuvo a punto de decir que le daba miedo y que además no recordaba dónde estaba el diamante. Pero desde que ya no estaba controlada por la escuerza, se encontraba distinta. Su mente estaba llena de conocimientos que podría muy bien usar. Uno de ellos es que existía la posibilidad de que los bolsillos
guardaran cosas. Ella llevaba bolsillos, luego podría ser que hubiera cosas en ellos.
El diamante era una cosa, luego podría estar en un bolsillo.
Ahora la prueba empírica: meter la mano en el bolsillo. A ver, al tacto aquí hay
algo duro, facetado…
Algo en su interior le dijo que si volvía a hacer uso de su cabeza en forma habitual era posible que sus pensamientos llegaran a ser más veloces y más amplios.
Sacó el diamante de la tempestad, tocó con el al joven alto y éste dejó de gritar, de retorcerse y de echar humo.
Era Pepe, conocido como Hermano Paraguas, en forma humana que Lucy y
Pulchera consideraron bastante agradable a la vista.
88 Y que tenía por amiga a otra escuerza que era “un poco pendón”, la muy lagarta.
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Entretanto la escuerza había huido. Es bueno saber que, tras innumerables peligros, llegó a su marisma, tiró de los pelos89 a la pelandusca que intentaba quedarse con su escuerzo y llegó eventualmente a ser abuela de muchos escuercitos.
El joven Pepe, antiguo paraguas parecía encontrarse aturdido.
—A ver como nos va a salir éste. Tanto su padre el archiduque, como su hermano el zurcidor eran unos pervertidos. ¡Vaya familia!
—Hombre, su otro hermano la estantería de LPs parecía muy agradable. Para
ser estantería, claro.
— No os inquietéis por mí. Ahora que vuelvo a ser humano, renuevo mi juramento de mantenerme íntegro hasta el matrimonio. O hasta encontrar a la mujer
adecuada y compartir con ella mi vida. O hasta una ocasión realmente especial90.
Nada van conmigo las cabras, insectos, zapatos ni nada por el estilo.
— A ver si éste va a pecar por el extremo contrario…—, dijo Trill dando un
codazo a Acedio.
— ¿Extremo contrario? Lo cierto es que no sé a qué te ref...
— mmmmm.....No me había fijado REALMENTE en ti, Trill....tienes algo, un
no sé qué, que qué se yo, que yo qué sé...
Ante aquel extraño escrutinio, Trill abrió mucho los ojos y fue reculando hasta
colocarse contra la pared más cercana, mientras Pepe se apoyaba en una cadera,
en un gesto que podía pertenecer tanto a una bailarina como a alguien con una
pierna más corta.
— ¡Náyades y sirenas! No me mires así, que no soy una milhoja.
— Una milhoja no, pero un bollito...- respondió Pepe, acercándose sinuosamente al duende.
— ¡¡¡BASTA!!! - gritó Pulchera, en parte harta y en parte envidiosa de que todo el mundo estaba ligando menos ella. Y como el único que quedaba sin emparejar era el AuToBuS, casi estaba agradecida—. Tenemos que plantearnos cómo
usar los talismanes, si falta alguno, de qué forma engarzarlos, si tenemos que buscar a algún Archimago, qué hacer con el hermano de Acedio....
— Pulchera, guapa, me estás mareando, que una Yeti embarazada tiene mucha
propensión a los mareos constantes...y no te gustaría saber el resultado de un estómago Yeti revuelto, créeme.
En ese momento, el hermano de Acedio, transformado en Bob Esponja, se
materializó en el aire, con el ceño fruncido, cosa muy complicada en la forma escogida.
— ¿Realmente pensais que lo vais a conseguir? El destino será nuestro, mwahahahahaha.
— Alto ahí, hermano. No puedes oponerte al destino, a la causalidad de la situación, a....
— Acedio, cariño, aligera que necesito ir al baño...
— aCéRcAlE eL dIaMaNtE dE lA tEmPeStAd.
89 Es una forma de hablar: los escuerzos no tienen pelo.
90 Si uno se lo propone, cualquier ocasión puede ser especial.
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Ante esta amenaza, Leocadio se desvaneció de su vista.
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EXPLICACIONES
—“Verdaderamente, Acedio, como guía místico eres una calamidad. Hasta
ahora el único que ha dado explicaciones coherentes he sido yo, que encima
soy vuestro enemigo.”
“Comencemos por los poderes místicos de los tres talismanes: el calcetín
del destino impide que se apoderen de la mente del portador del talismán. Es
claro que hicisteis bien en aseguraros de buscarlo en primer lugar. Incluso así,
vuestros enemigos ya os perseguían. Es evidente que Pulchera fue poseída por
la escuerza marismeña ya antes de encontrar el calcetín.”
“El diamante de la tempestad91 posee la virtud de fijar aquello que toca.
Por ello pudisteis salvar a Pepe el Paraguas. Y por ello Leocadio acaba de huir. No desea pasar el resto de la Eternidad siendo ese ridículo personaje.”
“Los poderes del anillo único, más allá del de duplicarse no son conocidos.
Sí lo es, en cambio la profecía de los yeti. ¿Deseas contarla tú, Lucy?”
— Con mucho gusto. Me altera escuchar a una moto hablar de los más remotos arcanos de mi pueblo. Tiempo atrás os conté la leyenda de las tierras húmedas, en la que se cuenta que fuimos expulsados de nuestras tierras ancestrales
porque nuestros antepasados se atrevieron a comer antílope. Graugraakh, la Profetisa Azul92 , cantó en su lecho de muerte estos versos:
“Cuando el anillo se encuentre,
y se encuentre el calcetín.
Cuando se alcance el diamante,
y cuando hable claro Trill.
Si se reúnen los héroes,
frente al altar de aquí.
Podrá doblarse el Destino.
podrá el universo seguir.
Podrá vencerse a la muerte,
podrá la vida existir.
Y nosotros, buenos yetis,
nosotros podremos al fin,
ser por siempre perdonados
y volver al Buen País.93”
— Es por eso que mantenemos ese campamento junto a la segunda mayor cima del Everest, y por lo que custodiábamos el diamante.
— y eS pOr eSo pOr lO qUe eS nEcEsArIo qUe vOlvÁiS aLlÍ.
91 Ninguna relación con la sonata de Beethoven de igual título.
92 Le encantaba teñirse el pelo.
93 Bastante hacía con profetizar, no querréis que además los versos sean buenos.
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— ¡Estupendo! Tenía ganas de ir allí, y de que conocieras a mi madre. Acedín.
— ¡Desmanes y zarigüeyas! ¿A qué estamos esperando?
— No tan aprisa: antes de que salgamos debo revelaros la auténtica naturaleza
e intenciones de nuestro enemigos. Debo pues contaros la triste historia de mi
hermano Leocadio.
“Resulta fácil odiar a quién desea tu muerte, sobre todo si no es tu herma94
no . Resulta sencillo pensar que es la encarnación del mal. Pero sería injusto
pensar así de Leocadio. Él era el más brillante en un universo de pensadores
brillantes. El más amable en un cosmos de entidades amables…”
—Espero que lo siguiente que digas no sea “el más asesino de Pulcheras en un
universo de asesinos de Pulcheras”.
“Cuando tú, Pulchera, comenzaste tu tarea de recuperar la maxima opus
de Bach, Leocadio hizo cuanto pudo por estorbarte. Si no lograbas tu cometido, no sería necesario eliminar este universo de la existencia. Por otro lado,
esta intención de salvarte reconcomía su sentido de la no intervención95 , algo
tremendamente arraigado en nuestros audionautas.”
“Esta dicotomía acabó volviéndole loco, creándole una doble personalidad.
En la primera de ellas, a la que llamaremos Leo, mi gemelo asume forma de
dibujo animado y busca la destrucción de nuestro universo. Bajo este aspecto
creó a los Agentes del Cambio: entidades que pretenden cambiar el estado de
nuestro mundo al de la inexistencia.”
“En su segunda personalidad, a la que podemos llamar Cadio, su aspecto
es el de una persona corriente, y no se metamorfosea. Controla en cambio
una magia no desdeñable. Es Cadio quien creó a los Jinetes de la Estabilidad,
que pretenden eliminarnos para que Pulchera no haga pública la obra de
Bach y con ello este universo pueda seguir existiendo”
—Pues, ¡vaya con las personalidades de tu hermanito! Una nos quiere matar
sólo a nosotros y la otra, además al resto del universo.
“Queda entonces sólo que tú, aUtoBúS iCoNoClAsTa, que fuiste reclutado
por los Jinetes de la Estabilidad, expliques por qué decidiste traicionarlos”
— Yo....yo....la verdad es que los traicioné porque me aburría.
-—¿Que te aburrías?
— Sí, me aburría, ¿vale? Ohhhh, no os imaginais lo insoportablemente pesados que son los Agentes del Cambio, aunque no lo parezca por su nombre.
Cuando era un simple Minibus, pensaba que iban a cambiar la realidad, que los
días no serían nunca iguales con ellos. Pues mentira y gorda. Son unos petardos
de mucho cuidado, siempre con las mismas letanías "detener a Pulchera, detener
a Pulchera"… Así que me pasé durante una temporada a los Jinetes de la Estabilidad. Ja. Menudo acierto, es como salir de la gasolina para caer en el aceite. Esos
son tan estables que no se cambian ni de ropa interior. No imagináis lo que es
estar en una reunión de los Jinetes de la Estabilidad, en pleno verano, sin que se
94 Resulta, en cambio, dificilísimo que te caiga bien.
95 Confesémoslo: era un universo de trekkies, que habían adoptado alegremente la Directriz Principal.
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hayan cambiado de calzoncillos en un mes96 . Hasta se me evaporó el agua del
radiador. Así que me uní a vosotros. Siempre he sido un automóvil aventurero....
¿Y nosotros te tenemos bien entretenido, majo?, ¿o nos vas a traicionar con el
primer circo con el que nos crucemos97 ?
— hOmBrE, Trill, yo…
— No, no, no te preocupes, que ahora mismo nos estudiamos unos cuantos
chistes. ¡Irrisión y befa! ¿cómo podemos fiarnos de ti?
— No te metas tanto con el pobre bUs, hombre.…
— ¡Campana y marrullería! ¡Albaceas y traición! ¿Cómo sé yo que este autobuscaproblemas no va a dejarnos abandonados a la menor ocasión?
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Tras una larga discusión, en la que bUs acabó dando su más solemne palabra
de carburador98 de que jamás les traicionaría, decidieron marchar hacia el Everest. Se planteaba un nuevo problema: bUs, en su presente forma de Vespino no
podía llevarles a todos. Hacía falta un poco de LLUVIA DE LA RETROSPECCIÓN para que se alterase levemente el flujo temporal y pudiera volver a transformarse en autobús. Y sólo un poco: de lo contrario se arriesgaban a crear otra
tormenta de flujo temporal99 .
¿Quién se atrevía a hacer llorar a una Yeti de dos metros y medio?, y, ¿cómo
hacer que llorase sólo un poco?
— A ver, Lucy, - dijo Pulchera - yo tengo un método para hacerte llorar levemente, sólo una o dos gotas, en funcion de lo que vayamos necesitando, pero
¿estás dispuesta a aguantar?
— Sí, por nuestra empresa y mi Acedín, lo que sea.
Pulchera hizo tumbar a Lucy sobre una mesa100 y le puso unos viales bajo los
ojos. Rebuscó en su bolso hasta que encontró unas pinzas de depilar y, acercándose a su nariz, comenzó a arrancarle uno a uno el vello nasal hasta que empezaron a brotar las lágrimas.
Cuando ya tuvieron suficientes (lo que, dado el dolor horrísono que supone la
depilación a la pinza metálica, se consiguió muy pronto) taparon los viales con
96 Sólo entenderemos estas palabras en toda su fétida y mefítica significación si recordamos que los autobuses no tienen nariz.
97 “No creo que encuentre un circo con más payasos”. Fue un auténtico testimonio de la amistad que iba
sintiendo por todos los héroes, que se abstuviera de decirlo. Le costó mucho.
98 El más solemne de los juramentos para un automóvil. Mucha gente puede funcionar sin honor. Ningún
vehículo de motor funciona sin carburador.
99 No tenían ni idea de si había sido una tormenta de flujo temporal, pero el nombre les sonaba bien. Trill,
que era el más comercial de ellos, estaba pensando en hacer camisetas.
100 Por alguna razón que nunca ha sido revelada, los héroes interdimensionales nunca tienen a mano una
cama ni un sofá, y hay que tenderlos siempre sobre las mesas.
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cera para que no se degradase la lágrima, y empezaron a verter gota a gota sobre
bUs.
Nunca se acostumbrarían lo suficiente a las fluctuaciones de ésta realidad. Poco
a poco, bUs fue transformándose, a la vez y por partes, de moto en autobús, ésta
vez de dos plantas, que parece ser era su forma original de joven101 .
— ¡Me siento estupendamente! O eStUpEnDaMeNtE, la verdad — dijo con
una sonrisa de radiador que le llegaba de intermitente a intermitente—. Vamos,
subid que arrancamos...¿unas cancioncitas? Venga, empiezo yo....para ser conductor de primeeeeera, aceleeeera, aceleeeeera, para ser conductor....
Lo cierto es que la versión más juvenil y extrovertida de bUs resultaba la mar
de rarita. Y de ésta forma empezaron su ascensión a la montaña.
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— Y, ¿no tendrás problemas? con los alfileres de oro y diamantes esta vez?—
dijo Acedio.
— Ninguno. He reforzado especialmente mis ruedas.
— Pero a lo mejor vuelves a quedarte sin combustible.
— No temas. En mi forma de dos pisos, destino todo el espacio superior a gasolina.
— Con todo, quizá lo prudente fuera ir muy despacio, y detenerse a cada rato,
para efectuar un reconocimiento.
Tantos problemas preveía Acedio que al final Lucy se tuvo que sentar con él
para que reconociera lo que ya todos imaginaban: estaba aterrado ante la idea de
conocer a su suegra.
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Llegaron por fin al hermoso campamento102 de los yeti. Las torres que parecían azúcar hilado parecían aún más hermosas que la primera vez que las vieron.
Los hermosos motivos frutales de las casas estaban aún más relucientes que de
costumbre103 . Y sin embargo, Acedio no parecía animarse.
Fue en ese momento que se oyó una voz decir:
— ¡Graahkiloria! ¡Hija mía de mis entretelas! ¡Lucy, si te sigues haciendo llamar así! ¡Ven con tu madre! ¿Y este mocetón que te acompaña? —Acedio había
101 Costó un poco de trabajo convencerle de que se desprendiera de los anuncios publicitarios que llevaba
en los costados.
102 Era una ciudad en toda regla, pero los yeti, siempre optimistas, habían decidido llamarla campamento,
por que entendían que su auténtica ciudad era esa especie de paraíso del que les echaron.
103 La ciudad se llamaba Nievefría. Cuando Trill les preguntó por qué no se llamaba Gruacgkkjquagh o algo
parecido, los yeti, mirando hacia el suelo, confesaron que a ellos mismos les resultaba difícil distinguir un
nombre gutural de otro.
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decidido ir en la forma de Kong, para causar buena impresión— ¿Y esta otra
gente?
La palidez de Acedio era tal, que cada vez se parecía más a Copito de Nieve.
— Encantado, encantadísimo de conocerla, señora mía. Debe vuecencia saber
que, habiendo pedido formalmente la mano de su hija según el Real Decreto de
Matrimonios Mixtos 1243/35 del 35 de Grunio del corriente104 , y dando ella su
consentimiento, le hago partícipe de mi absoluta complacencia con....
— Psst, chica, - preguntó la Yeti madre - ¿qué le pasa a éste? ¿ha comido algo
raro? Porque realmente me parece que se va a atragantar. Y esa palidez no es
nada buena, te lo digo yo.
Pulchera, viendo lo mal que estaba yendo la cosa, le arreó un pisotón a Acedio
con todas sus fuerzas, aunque sólo fuera para romper por un momento la inercia.
— ...y mi total devoción por su hija Luc...¡¡Ayyyy!!
— Mamá, me he casado con éste primate aquí presente, y estoy embarazada.
No parecía posible, pero Acedio se puso aún más blanco. Su suegra se volvió a
mirarle, se acercó lentamente, poniendo al pobre hombre (o ente) al borde del
desmayo....y le dio un abrazo a cuerpo entero.
— ¡Por fin, la nena se me casa y se me preña a la vez!
— Señora, cálmese, por lo que más quiera - suplicó Acedio, que con las sacudidas y las palmadas de su suegra estaba achicándose cada vez más.
— ¿Cómo que señora? ¡Llámame mamá, machote! No sabes las ganas que tenía de tener nietos105 .
— ¿Mamá? Bueno… mamá, encantado de conocerte.
— Venga, todos a la mesa, que hay ensalada de bananas y cocos a la tibetana.
¡Hay que poner un poco de carne encima de esos huesos, hijo, que estás delgado
como la sombra del espíritu de un espárrago!
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— …y, por supuesto, los veranos los pasáis aquí conmigo. Yo os cuido al cachorro y vosotros, tortolitos, encontráis un rincón romántico y vais encargando el
siguiente.
Esta conversación se daba después de una pantagruélica comida durante la cual, aprovechando las pausas que hacía su suegra para comer, Acedio logró ponerle al corriente de todo lo ocurrido y presentarle a sus compañeros. Sólo hubo un
pequeño incidente con bUs, que no logró convencer a la matrona de que los autobuses no comen, y que por lo mismo lucía ahora en su radiador una ristra de
plátanos.
104 Naturalmente, con una especial atención al Anexo IV..
105 Las suegras yeti no suelen ser tímidas. En general, nadie que pueda poner en fuga a un tigre de las nieves sólo con mirarlo fijamente suele ser tímido.
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— …a mí me gustan poco esos nombres modernos, como Borja, Isthar, Celeutina, Filogonio…, ya sé que un nombre antiguo lleno de consonantes no está de
moda pero106 …
Los compañeros, a excepción de Lucy, que miraba embelesada como su madre charloteaba sin cesar mientras iba tejiendo unos patuquitos del 46107 , empezaban a sentirse incómodos. Si había que enfrentarse a Leocadio, lo mejor sería
hacerlo cuanto antes.
— …y los primeros meses cuando comienzan a caminar son los peores, porque…
— …y luego los dientes, se ponen a roer todo como locos....
— …señora, por favor…
-—…pero claro, cuando empiezan la escuela primática vienen los verdaderos
problemas....
— ¡¡¡Qué asco, qué araña más gorda!!!
Por una vez, el silencio que se adueñó de la sala fue de lo más bienvenido. La
madre de Lucy se quedó mirando con cara rara a Trill, que había tenido esa ocurrencia porque sabía el efecto que tenía un insecto tamaño industrial en cualquier
hembra de cualquier especie.
— Perdone, señora, - introdujo diplomáticamente Pulchera - pero es que tenemos unas cosas que hacer y andamos con un poco de prisa.
— Nada, nada, si tenéis trabajo os meto unos bocadillos y unos pasteles de plátano y no os molesto más— contestó la yeti, volviendo a su carácter afanoso,
mientras metía toneladas y toneladas de comida en unos sacos. La mujer realmente se estaba esforzando.
Cuando la situación empezaba ya a parecer tremendamente incómoda, la madre de Lucy dio un par de gritos. Inmediatamente aparecieron seis yeti armados
hasta los dientes108 .
— Ahora que ya habéis descansado, estos amigos os van a servir de escolta
hasta el Templo de la Inefabilidad Asombrosa109 .
Fueron atacados en el camino de nuevo por los tecnoindios, por guerreros
bárbaros, piratas siderales, recaudadores de impuestos, guerreros medievales…
Sin embargo cada ataque fue rechazado con suma facilidad. La presencia de siete
yeti adultos, un autobús de dos pisos y un simio gigantesco parecían desanimar
marcadamente a los enemigos. Trill y YaNoParaguas, por su parte, llevaban las
espadas desenvainadas, y la verdad es que imponían. Pulchera, por su parte, en
106 Fueron gemelos, niño y niña. Se llamaron Catafracio y Eudivigis. Catafracio fue el primer yeti en pisar
Marte, y Euduvigis la primera mujer yeti presidente de los Estados Unidos. A veces las abuelas sí tienen razones para estar orgullosas de los nietos.
107 Lucy era una yeti bajita, de ahí que su madre pensara en esa medida tan escasa.
108 Eran los primos de Lucy, que tenían además el encargo de vigilar a Acedio. Como descubrieran que era
una mala persona —o mala entidad transdimensional—, debían encargarse de él.
109 Era el único templo de toda Nievefría, pero los yeti tenían la sensación de que llamarlo “Templo”, sin
más, era irreverente.
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su papel de Portadora de los Talismanes iba protegida en el centro, prorrumpiendo en amenazas a grito pelado. Si bien es dudoso que con ello intimidara al enemigo110 , tampoco hacía mal alguno.
Por fin, llegaron al Templo.
Justo en la entrada, recibieron el primer ataque serio: Leo, asumiendo la forma
de Mazinger Z se abalanzó sobre Acedio. El intercambio de golpes entre el robot
y el gigantesco simio hizo retumbar las montañas, provocando varios aludes. Los
compañeros miraban la devastación provocada por los dos colosos afligidamente
impotentes. Sus golpes más fieros, sus armas más poderosas, no podrían hacer
más mella en piel metálica de su enemigo que la que produce un mosquito en la
de un cocodrilo.
De repente, Mazinger abrazó a Kong, y echó a volar. Los gritos del atemorizado primate, que temía con razón que le despeñaran desde gran altura, no bastaron para apagar el ultrasónico chillido de Pulchera:
— ¡Recuerda los X-men!
Acedio lo entendió enseguida: adoptó la forma del Señor del Magnetismo, se
liberó fácilmente del abrazo robótico y con un solo gesto hizo que Mazinger se
descompusiera en miles de piezas. Magneto comenzó a esbozar una sonrisa de
triunfo, pero tuvo que arrepentirse de ello: las piezas, aún sin haber caído al suelo
comenzaron a arremolinarse entre si, hasta que tomaron la forma de Son Goku.
Éste arrancó a volar a velocidades vertiginosas y comenzó a propinar a Magneto
tan fenomenal paliza que comenzó a caer al suelo.
— ¡Sayonara, Baby! ¡Me gusta tu coche!— gritó Pulchera ante la estupefacción
de los compañeros.
Pero comprendieron enseguida su idea, porque Acedio, casi inmediatamente
antes de caer se transformó en Terminatrix. Fue bajo esta forma que cayó al suelo, donde reventó en pedacitos. Pero Leo estaba lejos de poder cantar victoria:
los fragmentos se licuaron y aproximándose unos a otros, formaron una masa de
la que emergió con una sonrisa la Terminatrix. Por muchas ondas vitales que lanzara el hermano de Acedio, atravesaban a éste sin daño alguno.
Tenía que cambiar de estrategia y así lo hizo. Se transformó en Speedy Gonzalez y atravesó varias veces el cuerpo de la Terminatrix. Cada vez que lo atravesaba, ponía el fragmento que se llevaba lo más lejos que podía. Su increíble velocidad no podía ser neutralizada de forma alguna por la robot.
—¡No intentes doblar la cuchara! ¡Eso es imposible! ¡En lugar de ello dóblate
tú!
Quizá éste sea un buen momento para decir que Pulchera, muy aficionada al
cine, era sin embargo incapaz de recordar el título de una película, ni el nombre
de un personaje111 , razón por la que daba tan peculiares consejo a a Acedio, que
ya se había transformado en Neo y volaba hacia su enemigo.
110 En realidad espantó a unas lagartijas que pasaban por allí.
111 No es infrecuente en la gente que ve muchas películas. Suele estar asociado a unas extraordinarias capacidades para reconocer a los actores. Eso da lugar a diálogos del tipo: “sí, hombre, el que hacía de espadachín en la película esta de los piratas, y que hacía también de mafioso en la de las metralletas…”.
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A partir de ese momento la batalla se volvió confusa. Acedio/Neo se lanzó de
cabeza contra Leo, pero éste le recibió en la elástica forma de Mr. Fantástico, que
no recibió daño alguno. Al intentar envolver la cabeza de Acedio, se encontró con
Hellraiser. Los puñetazos de Obélix eran recibidos por Hulk. Los disparos de
Rambo eran desviados fácilmente por la Hormiga Atómica. La katana de la Novia, la Mamba Negra, se cruzaba con la espada de Samurai Jack. La enloquecedora mirada de Kaa la serpiente era impotente contra el adiestramiento mental
del Pequeño Saltamontes. La furia asesina del Diablo de Tasmania era detenida
con ridícula facilidad por La Máscara. Los contendientes estaban demasiado igualados. Era preciso hacer algo.
— ¡Acedio!, ¡conviértete en Gracita Morales!
El aludido así lo hizo, para enorme sorpresa de Leo, a la sazón convertido en
dragón. Una sorpresa que le hizo vacilar un segundo…
…un segundo en el que le cayeron encima quince toneladas de carne, repartidas entre siete yeti…
…siete yeti que sujetaron cada miembro de Leo, se transformara éste en lo que
se transformara.
Su situación no mejoró mucho al ser arrojado con la forma del Coyote contra
un aUtObÚs a toda velocidad112. Siguiendo las convenciones de los dibujos animados, unos pajaritos volaban alrededor de su cabeza113 . Poco a poco los pájaros
se disolvieron en el aire, y el desvanecido Leo fue tomando forma humana.
— El golpe ha alterado su cabeza. Ahora es su otra personalidad, Cadio, dotada con extraordinarios poderes mágicos.
— ¡Guardainfantes y muselares! ¡Atémosle y dejémosle al cuidado de nuestros
amigos yeti!114 No, tú no, Lucy. Tú has de venir con nosotros al altar de este
templo. De una forma u otra, aquí acabará esta historia.
El templo resultó un poco decepcionante. Donde todos esperaban ver grandes
torres, algún tipo de corpúsculo mágico o aunque sea una ligera fluctuación espacio-temporal, se encontraron con un simple edificio cuadrado, cuya única peculiaridad era una pintura de una mano haciendo un gesto obsceno en el dintel de la
puerta.
— ¿Seguro que éste es el Templo de la Inefabilidad Asombrosa115 ? Parece una
caseta de agricultor.
112 Curiosamente, esta proporción de nueve contra uno sólo parece injusta cuando es contra el bueno de las
historias. Contra el malo, todo está permitido.
113 Vencido, quizá: poco respetuoso con las convenciones, jamás.
114 Todos sabemos que va a liberarse, librarse de los seis yeti y poner a nuestros amigos en un serio apuro
justo cuando estén a punto de lograr su objetivo.
115 De pequeña, Lucy propuso llamarlo por sus iniciales para abreviar, pero a sus padres lo de ir al templo de
la TIA no les parecía muy religioso.
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— Seguro, Pulchera— contestó Lucy— ¿No ves la Mano de la Sorpresa Conduciendo116 ? Es el principal motivo de adoración en éste templo, y el saludo ritual
entre los acólitos, levantando el dedo medio, así.
— Sí, sí, si conozco el gesto, en el lugar de donde vengo se emplea mucho. Y
lo cierto es que los que lo usan casi casi forman una religión, según cierto punto
de vista. Lo que es yo, tengo una fluidez fantástica haciéndolo, tanto con la derecha como con la izquierda....y si esperas un momento, me descalzo y lo hago
también con los pies.
— Vaya— adujo una asombradísima Lucy, que miraba a Pulchera con respeto
renovado— no sabía que eras tan religiosa.
— Bueno, se hace lo que se puede, modestamente....
— Venga, dejaos de charlas y entremos. Propongo que entremos confundidos
entre los creyentes. Dada la facilidad con que Pulchera realiza el Gesto, quizá
pueda ir delante de nosotros.
— ¡Cómo delante! Debe ir a cinco pasos exactamente, uno por cada dedo. Los
Gestos con ambas manos solo los realiza el Sacerdote o Sacerdotisa Mayor
De modo que entraron, con Pulchera a la distancia establecida, y sintiéndose
bastante estúpida por estar mandando a tomar por donde el sol no brilla a todo el
mundo, a diestro y siniestro nunca mejor dicho. Aunque la verdad es que hacía
que se sintiera mucho mejor, más liberada que en ningún momento desde que
empezó su aventura.
— Oye, esto es la mar de divertido....me va a gustar la religión, fíjate lo que te
digo...
Y mientras iba levantando los dedos medios de ambas manos, recibía reverencias respetuosas de todo aquel con el que se cruzaba, lo que hacía que sus compañeros pasaran desapercibidos....cosa difícil de conseguir cuando hablamos de
duendes, yetis, y autobuses reconvertidos nuevamente en micromachines.
— ¡Berrendos y cartuchos! ¡Lo estás consiguiendo, Pulchera!
— Sí, ahora sólo falta que echemos a todo el mundo del templo y que lleguemos al altar, protegido normalmente por cien guerreros escogidos— dijo Lucy.
— ¿Y no hubiera sido mejor que nos lo dijeras antes?
— Es queeee… mi madre me estaba poniendo muy nerviosa y no veía el momento de salir de allí.
— Pues estás de suerte: probablemente no vas a volver a entrar allí. Ni a ningún otro sitio, ya que estamos.
— ¡Sorteos y pentámetros! ¡Tengo una idea para que todo el mundo salga de
aquí! Lo de los cien guerreros, en cambio…
— Bueno, como diría Jack el Destripador, vamos por partes. ¿Cómo los
echamos?
116 Esto explica por qué nadie abre la puerta a los Testigos de la Inefabilidad Asombrosa. Ver por la mirilla de
tu puerta una pareja de seres de tres metros de altura mostrando el dedo medio sólo anima a los suicidas.
Por ello es ampliamente desconocida la religión yeti, por más que intenten el proselitismo.
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De nuevo, el anuncio del sorteo de unos iCacharros117 , dos laderas más allá del
templo funcionó como un ensalmo, sobre todo cuando Trill procedió a explicar a
los fieles la cantidad de aplicaciones pías que podría contener el aparato118 . Y la
cantidad de fotos de la Mano de la Sorpresa Conduciendo que podrían encontrar
en Externet119.
A lo tonto, sin saber cómo ni por qué, fueron acercándose al altar sin haber
resuelto lo de los guerreros, y en parte planteándose aquello de "Dios proveerá",
o en el caso de Lucy, El Gran Orangután120 . De modo que repentinamente se
encontraron rodeados de enormes guerreros, cuyo coeficiente intelectual era inversamente proporcional al tamaño de sus músculos.
— Acedio, ¿qué hacemos ahora? Mira que no suelo preocuparme, ya sabes,
pero es que nos están mirando como si fueramos unas galletas con patas, y eso
es algo que me pone MUY nerviosa...
— No te preocupes, Pulchera, vas a verme en acción....Ejem ejem, —carraspeó un Acedio muy pagado de sí mismo— Estimados guerreros, he de deciros
que estimo tremendamente vuestra dedicación a vuestro cometido, pero habéis de
saber que el destino del mundo está en vuestra capacidad de....
—Tipo raaaaaro, tipo tooooonto habla muuuchoooo.....Yo, Grumnphiujsk,
aplastar tiiiipo....
Decididamente, la labia no era un imperativo entre los guardianes. El círculo
comenzó a cerrarse alrededor de nuestros héroes, y ...
—¡¿Pero no os da verguenza?!
Lucy se había adelantado, y por el ángulo de su ceño podría asegurarse que
estaba muy, muy cabreada.
—Sabéis los problemas reproduct...esteeee....los problemas que tenemos para
hacer bebés, para que lo entendáis. ¿Y os atrevéis a atacar a una yeti preñada?
¿Qué diría vuestra mamá? ¿Qué diría vuestro papá? Y lo que es más importante,
¿Qué es lo que diría la Mano de la Sorpresa Conduciendo? Seguro que, del disgusto se convertiría en la Mano del Semáforo Estropeado.
Un arrastrar de doscientos pies/patas se produjo ante el discurso de Lucy, lo
que equivalía al ruido de doscientas lijadoras eléctricas.
—Ahora, ahora mismo, os vais a marchar de aquí y vais a ir a pedirle perdón a
vuestras mamás, y no volveréis hasta que les hayáis explicado lo que habéis hecho, y os hayan castigado como merecéis.
Antes incluso de que hubiera terminado de hablar, los guerreros habían puesto
pies en polvorosa.
117 Níspero, la compañía que fabricaba los iCacharros, volvió a cederlos gratuitamente, pero advirtió a los
amigos de que su fondo para la salvación del Multiverso se estaba agotando. Y su paciencia.
118 Resulta asombrosa la cantidad de aplicaciones informáticas religiosas que existen para cualquier medio.
119 Un conjunto de redes de comunicación interconectadas que suele emplearse para ver porno.
120 Cuando Lucy de niña hizo notar a sus padres que las iniciales eran EGO, fue castigada sin coco durante
una semana. Nunca más comentó con sus padres nada sobre iniciales.
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—Eso ha sido...errrr....fascinante, Lucy— admitió Pulchera— pero, ¿cómo sabías que funcionaría? ¿y durará lo suficiente?
—Bueno— respondió la yeti, sonrojada121 — es que recordé que no tenían mucho cerebro, no es uno de los requisitos imprescindibles, la verdad, y también que
le tenían un pánico tremendo a sus madres, porque con lo bobos que son, las cosas tenían que aprenderlas a palos. En cuanto al tiempo que estarán fuera....entre
encontrar a sus madres y conseguir explicarles lo que ha pasado, tardarán tanto
que, o habremos salido, o el mundo se habrá ido a freír plátanos122 .
*
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Se aproximaron al altar. Por indicación de Acedio, Pulchera situó los tres talismanes encima del mismo. Inmediatamente un fulgor pristino inundó el templo,
sin que fuera posible determinar su origen.
—¡Icosaedros y jirafas! ¡Lo estamos consiguiendo!
Un remolino de neblina se fue intensificando por encima del altar. Cada vez se
iba haciendo más oscuro y más denso. Poco a poco se fue haciendo tangible hasta que se convirtió en…
—¡Un estuche de teorba! ¡El instrumento que yo toco! ¿Habrá una teorba dentro?123
—nO lO dUdEs, hIjA mÍa. lA sAbIdUrÍa dE lOs tAlIsMaNeS eS iNcUeStIoNaBlE. sEgUrO qUe sI hUbIeSeS sIdO cLaVeCiNiStA hUbIeRa aPaReCiDo uN
cLaVeCÍn.
Pulchera no se conformó con esta especulación y abrió el estuche, donde, en
efecto, se encontraba una teorba de exquisita factura, perfectamente afinada y
con una belleza de tono que hubiera hecho saltar las lágrimas de cualquier músico.
—Pulchera —dijo YaNoParaguas—, me alegro mucho de que encuentres tu
instrumento, y de que sea, por lo que dices, de gran calidad, pero quisiera saber
para qué repámpanos nos sirve.
—¡Fermatas y preludios! ¿No es evidente? ¿No ha empezado toda esta peripecia por la maxima opus de Bach? ¿No era la obra que ha atraído a todo tipo de
entidades, vehículos e indígenas norteamericanos extradimensionales? Es evidente, ¡por todos los plectros de los maizales! Pulchera debe tocar la maxima opus.
Supongo que se podrá tocar con ese trasto, ¿no?
—Sí, desde luego. Es un Aria da Capo, que puedo cantar perfectamente y realizar el continuo en la teorba124 , pero…
121 El sonrojo de una criatura de largo pelaje blanco es bastante espectacular.
122 Cuando toda la aventura concluyó, los amigos se atrevieron a preguntar a Lucy de dónde sacaban tantos
plátanos y cocos en el Tibet. Creían que la respuesta sería Shan-Gri-Lah, o algo así, pero mucho más prosaicamente, resultó ser la importación por avión.
123 Santo Tomás era un crédulo en comparación con Pulchera.
124 Una forma de acompañar melodías en el Barroco.
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—¿Qué? ¿Qué problema tienes?
—Es que no la he ensayado nunca.
—¡Claro que no la has ensayado nunca! ¿No se trataba de que si se escucha
esta obra o se acaba el universo o nos dejan en paz los ultradimensionales esos?
—Me daaaa… estoooo… un poco de vergüenza. Es que… …en público… …
sin la ropa de concierto…
—NO TIENES POR QUÉ PREOCUPARTE. PIENSO ELIMINAROS A TODOS AHORA MISMO.
La voz que dijo esto pertenecía a Cadio.
—Pero, ¿cómo has llegado aquí?, ¿cómo te has librado de los seis yeti que te
vigilaban?
—ESTA CLARO. ASÍ COMO ME RECUPERÉ DEL ATURDIMIENTO DE
LOS GOLPES QUE ME PROPINÁSTEIS (TÚ Y YO, BUS, POR CIERTO, VAMOS A TENER UNA CONVERSACIÓN PARTICULAR), LANCÉ SOBRE
VUESTROS AMIGOS UN HECHIZO DE OFUSCACIÓN…
Mientras Cadio se iba explicando, Pulchera, obedeciendo a algún instinto místico insondable, o al gesto con el que Acedio se lo indicaba, se situó al otro lado
del altar.
—…FUE ASÍ COMO PUDE ORDENARLES QUE ME DESATARAN. ESTUVE TENTADO DE HACER QUE ME ACOMPAÑARAN PARA ACABAR CON
VOSOTROS, PERO LO PENSÉ MEJOR: NO ME HACE FALTA NADIE PARA
VENCEROS125. SÓLO PODRÍA SALVAROS EL SABER INVOCAR LOS PODERES MÍSTICOS DE LOS TALISMANES, Y SÉ DE SOBRA QUE NO TENÉIS
ESE CONOCIMIENTO.
—¡Ya has oído, Pulchera! ¡Invoca los poderes místicos! ¡Yo trataré de contenerle!
Mientras decía esto, Acedio volvió a convertirse en Mandrake el mago.
—¿Cómo invoco yo eso?
—¡No lo sé! ¡Inventaté algo!
Cadio lanzó una bola de energía que dejó inconscientes a todos los compañeros menos a Acedio, que se protegió con un pase mágico, y a Pulchera, que quedó protegida por las propiedades sagradas del altar.
Era el momento de hacer algo. Pulchera veía a Acedio lanzando hechizo tras
hechizo, que eran fácilmente rechazados por Cadio.
—¡Acedio! ¡Mandrake sólo tiene poderes hipnóticos!
Acedio se transformó rápidamente en Severus Snapes126 y comenzó a lanzar
conjuros. Aunque eran también rechazados por Cadio, parecía costarle algún esfuerzo.
¿Cómo se invocarían los poderes místicos de los talismanes? Había que inventar algo.
125 Todos lo imaginábamos desde la nota 114.
126 ¿Por qué no en Harry Potter? Por que Severus da más miedo.
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—¡Oh Supremo Calcetín! Tú, protector del pié, tú sin cuya protección presa seríamos del frío, el mal olor y los sabañones. Nada somos ante ti…
Un papirotazo mágico de Cadio partió en pedazos la varita de Snapes/Acedio,
que apenas tuvo tiempo de transformarse en Gandalf, sacar su espada y decir:
—¡NO PUEDES PASAR!
—…salvador de rozaduras, emisor de aromáticos efluvios. ¿Quién sino tú
evita terribles y dolorosos callos? ¿Quién sino tú es capaz de marcar estilo a la
vez que nos ampara? ¿Quién sino tú en tu forma blanca debe evitar combinarse con sandalias? Arquetipo primordial de los calzados…
La combinación de espada y hechizo de Gandalf/Acedio parecía estar dando
mejores resultados que antes. Con todo, poco a poco, centímetro a centímetro
iba perdiendo terreno. Si la batalla había comenzado en la puerta del templo, Cadio ya se encontraba a dos tercios de la distancia al altar.
…¿Y qué decir de ti, oh Diamante Supremo? Cortador de cristales, prototipo de dureza. Tú, sin cuya existencia no habría láseres, danos tu protección.
Tú, que eres el mejor amigo de las chicas127, intercede por nosotros. ¡Sean
para nosotros tus quilates refugio y puerto salvo! ¡Refuljan para nosotros tus
prístinas luces!…
Acedio/Gandalf propinó una estocada mortífera que Cadio interceptó con su
báculo, en el que quedó clavada la espada. Con un fulmíneo movimiento del bastón nuestro héroe quedó desarmado.
—…y tú, oh Poderosísimo Anillo, tú, cuya forma representa la perfección.
Tú, sin el que las bodas perderían sus momentos más lucidos. Siendo tu contorno igual al del más místico de los números, provocas en los ingenuos estudiantes el más sagrado temor. Y sin embargo los más sabios varones anhelan
que figures en sus cuentas corrientes en ingentes cantidades…
Acedio fue el primer sorprendido al darse cuenta de que había dado un salto
mortal de espaldas que le liberó de la bola de fuego que le lanzó su gemelo. Aprovechando el asombro de éste se transformó en Merlín.
—¡Haced algo, artefactos malditos! ¡Un resplandor o algo! Digoooo… sacrosanto Calcetín, Predestinado diamante, prodigioso Anillo, yo os conmino por
la Niebla Eterna de las Lunas de Baduhar, os exhorto en el nombre del Dador
de Esencias Inmanentes, os impetro por la Oscuridad Suprema de las Fuentes
de Isamahil…
Acedio/Merlín estaba haciendo un papel más o menos tan bueno como Gandalf. Lograba retener a su hermano, pero seguía perdiendo terreno. Cadio se encontraba ya a mitad de camino del altar.
—…abracadabrá, abraxas, shazam, supercalifragilístico…
Sólo a un tercio del camino.
—…por favor, dicen que la palabra mágica es "por favor"…
Una cuarta parte del camino.
127 Curiosamente, esto también lo escucho el juglar de las notas 14 y 19 y también le sirvió para otra canción de gesta.
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—…te elijo a ti, Pikachu128 …
Un golpe de suerte favoreció a Acedio cuando apenas se encontraban a unos
metros del altar: Cadio dio un traspiés y eso le permitió a Acedio transformarse
en un mago de aspecto impresionante. Alto, fornido y escupiendo fuego, parecía
que apenas le haría falta la magia para vencer a rival alguno. Prorrumpió con voz
altanera en palabras que estremecían por su tono a cualquiera que las escuchara:
—¡Hermano! ¿Me obligaras a lanzarte mis conjuros? Mira bien de no enojarme
aún más furiosamente de lo que estoy. Dimensiones infernales completas te
aguardan si no te rindes y te comportas con la debida pleitesía.
—¡Canalla! ¿En que te has transformado?
Pulchera, entre tanto, continuaba invocando desde las cuatro esquinitas que
tenía su cama con los cuatro angelitos que las guardaban hasta la lista de la compra de la semana pasada. Los resultados no eran malos: nada iba a peor.
Entretanto, el resto de los amigos iba saliendo del aturdimiento. Trill, quizá por
su condición de duende, parecía estar ya casi completamente recuperado.
—¡Oh gemelo mío! ¡Carne de mi carne, centro geométrico de mis entrañas!
¿Habré de lanzarte el Hechizo de la Condena Suprema? ¿Necesitaré aplicarte el
Conjuro Reductor de Lasserajt? No, lo mejor, y me duele hacerlo porque eres mi
hermano, aunque reclames mi vida, será ir a lo seguro: invocaré sobre ti el Ensalmo de la Muerte de los Mil Suplicios. Durante los agonizantes días que durará
tu muerte suplicarás en vano que ponga fin a tus pesares. Y yo querré hacerlo,
pero la mecánica de esta magia no lo permitirá.
Cadio se encontraba aterrado y retrocedió varios pasos. Estaba tentado de suplicar por su vida, pero lo que él sentía que era su deber para el Multiverso le impedía rendirse.
Pulchera, entretanto intentaba bailar para los talismanes, cantarles, decirles
"¿quién es un talismán bonito?, ¿quien os quiere a vosotros?", siempre con el
mismo resultado: ninguno.
—Hermano Acedio: recupera la razón. Éste es un universo de pacotilla. No te
arriesgues, permite su destrucción. Según demuestran tus compañeros, aún ni
siquiera ha aparecido vida inteligente en él129 .
—Este universo, hermano mío, está bajo mi protección: la protección del incomparable Mago de Oz.
En ese momento comenzó a brotar humo de las orejas de Cadio. Miró furibundamente a su hermano, se golpeó a sí mismo varias veces en la sien con su báculo mágico y preguntó, con voz dulce y melosa:
—¿Has dicho "Mago de Oz"? ¿Verdad que has dicho "Mago de Oz"?
—Sí, gusano miserable, eso he dicho.
—El de los libros del Mago de Oz, ¿verdad?
—Sí, ¡oh purulento miasma de los esputos de una cabra leprosa!
128 La manera correcta de invocar la ayuda mística hubiera sido recitar: “Talismanes, talismanes, haced que
se cumplan mis planes”. Cuando mucho más tarde lo supo Pulchera hubo que encerrarla unas horas en una
habitación acolchada.
129 Tampoco está demostrado que haya aparecido en la dimensión nativa de Acedio y Leocadio.
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—ESE QUE NO TIENE NINGÚN PODER SALVO EL DE ATEMORIZAR A
LOS INCAUTOS, ¿VERDAD?
Mientras esto decía, asestó un terrible golpe con su báculo, un golpe que hubiera hecho reventar los sesos de su hermano si no se hubiera interpuesto una
espada.
La espada de Trill.
—INVOCO LA MANO DE SOMBRA— dijó Cadio. Una enorme mano apareció, con una muñeca que parecía brotar del pecho del invocante. Una mano inmensa, hecha de humo sólido y con las uñas algo sucias130 . La mano aferró a
Acedio, a Trill, a YaNoParaguas, a Lucy y a bUs y comenzó a apretarles. Pulchera
quedó salva porque le protegía aún el altar, pero era evidente que, tan pronto se
hubiera desecho del resto de los compañeros, el altar, los talismanes, la teorba y
las imprecaciones celestiales iban a servir de bien poco a la heroína.
—Ahora me pagaréis el trabajo que me habéis dado— dijo el gemelo malvado
mientras iba despachurrando sus torsos.
Entretanto, Pulchera, recobró del todo la lucidez que le había arrebatado la escuerza de las marismas.
Metió el Diamante de la Tempestad dentro del Calcetín del Destino.
Cerró el Calcetín con el Anillo Único.
Cogió el Calcetín por su extremo abierto, lo hizo girar fieramente, y pegó un
gran calcetinazo/diamantazo/anillazo en toda la nuca de Cadio131 .
Inmediatamente los héroes se lanzaron sobre el desvanecido cambiaformas y le
cubrieron de cadenas.
—¡Fratricidio y condenación! Esto no servirá de nada, Acedio. Tan pronto recupere el sentido tu gemelo volverá a liberarse mágicamente. Tarde o temprano
nos destruirá. Acedio… …debemos matar a tu hermano.
El gesto de Acedio no podría haber sido más desesperado. Lloroso y cabizbajo
meditaba sin encontrar solución alguna que no fuera la muerte de Leocadio. Lucy
le tomó la mano, mirándole entre lágrimas sin decir nada.
Acedio tomó la espada de Trill y se dispuso a asestar el tajo definitivo.
Y entonces…
Entonces comenzó a sonar una música deliciosa. Los dedos de Pulchera, mucho más diestros de lo que nadie hubiera esperado, tañían la teorba en una composición incomparable. El éxtasis de arrobo que invadió a todos parecía insuperable.
Leocadio recuperó el sentido y se libró de las cadenas, pero lo único que hizo
fue rodear con el brazo a su hermano.
Pulchera añadió su voz a la excepcional música que estaba interpretando. El
arrobo insuperable fue superado. La voz de Pulchera era bellísima132 , y la melodía
130 Las entidades mágicas no son famosas por su higiene.
131 A veces la sensatez vale tanto como los poderes místicos. Es más difícil de encontrar, eso sí.
132 Esto no lo esperabamos ninguno de nosotros.
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que cantaba era increíble. Por un lado sorprendente, por otro llena de lógica, por
una parte emocionante, por otra llena de sensatez…
Lucy rodeó con sus brazos a los dos hermanos.
La música iba poco a poco llegando a un clímax intensísimo.
YaNoParaguas, Trill, y bUs estaban al mismísimo borde de las lágrimas.
La voz calló durante un momento. El ritornello instrumental que tomó el protagonismo, resultaba de una belleza invasiva.
Entretanto, en el exterior del Templo, las nieves se iban fundiendo. El sol comenzó a brillar y, de forma inesperada comenzaron a crecer palmas, bananos y
cocoteros. El paraíso de los yeti estaba volviendo a ellos.
La voz retornó. Poco importaba que el texto estuviera en alemán. Era claro
que hablaba de las más altas cualidades de la vida inteligente, de sus sueños y sus
desgracias, sus aspiraciones y sus trabajos.
Llegó el Da Capo. La repetición de lo que ya había sonado, con sus pequeñas
diferencias y ornamentaciones, iluminó con una luz distinta su sentido133 .
Leocadio ya no pudo más y rompió a llorar como un niño pequeño.
Y entonces llegó el acorde final. La Maxima Opus de Bach había sonado y el
universo no había sido destruido. Leocadio ya no tenía razones para atacarlos.
*
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—…y si hubieras empleado un poco el sentido común, Leocadio, te hubieras
dado cuenta de que la Maxima Opus ya había sonado muchas veces: para empezar, cuando el compositor la imaginó, más luego todas las veces que la hiciera tocar…
Acedio, sonriente como no había estado nunca desde el comienzo de la aventura y rodeando con el brazo a Lucy arengaba así a su hermano.
—…por otro lado, después de esta obra, Bach siguió componiendo. Es evidente que no consideró que el destino de toda música estuviera ya cumplido…
Todo el grupo se encontraba en el paradisíaco jardín en que se había convertido el campamento de los yeti. La suegra de Acedio se afanaba en servirles agua
de coco y aperitivos de banana.
Todo había salido bien. Los yeti habían vuelto a su paraíso, o más bien el paraíso había vuelto a ellos, y eran suficientemente sensatos como para no volver a
comer antílope dentro del mismo134 . Pulchera escribió la partitura de la pieza recuperada de los abismos del tiempo y un libro en que contaba como había llegado
a recuperarla, lo que aseguró para siempre su fama académica y su bienestar
económico. Sólo tuvo que lamentar que la teorba conjurada por las fuerzas místicas se había desvanecido, pero tenía dinero de sobra para comprar otras. La em133 Los críticos, sin embargo, encontraron que la versión estaba excesivamente ornamentada y hubieran
preferido además que el continuo lo hubiese realizado un clave.
134 Trill hizo fortuna poniendo un restaurante especializado en carnes de caza justo dos o tres pasos más allá
de la frontera del paraíso. YaNoParaguas se asoció con él, y lo que hicieran entre ambos en privado no era
asunto de nadie.
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barazadísima Lucy y Acedio habían decidido montar un resort turístico en el campamento yeti. La combinación de un clima tropical con las cercanas nieves al salir
del valle les garantizaban una afluencia incesante de turistas. bUs montó una empresa de transportes al resort, de la que fue su propio primer empleadoSí, todo había salido bien. Demasiado bien, quizá.
Algunas preguntas quedaban sin respuesta.
¿Qué era la sombra ingenua que figuraba en la portada del libro?
¿Acaso era una referencia a que sus vidas eran como sombras proyectadas por
otra realidad, ingenuas en el sentido de que lo ignoraban?
¿Acaso eran marionetas de las torvas criaturas de una lejana dimensión?
¿Eran presa de los Narradores del Facebook?
Pulchera abandonó estos pensamientos, sonrió y fue a buscar su teorba. Quedaba mucha música por hacer y ella pensaba cumplir su parte.

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