reportaje San Juan de Dios, más que nunca con Perú

Transcripción

reportaje San Juan de Dios, más que nunca con Perú
reportaje
San Juan de Dios,
más que nunca con Perú
El 15 de agosto más de 500 peruanos perdían la vida
como consecuencia de un temblor de tierra que afectó
principalmente a la costa central de Perú. Los Hermanos de San Juan de Dios, sobrecogidos ante la dimensión de la tragedia, abrieron sus hospitales a los heridos y gestionaron programas de ayuda humanitaria.
Carmen Silva.
T
odo sucedió el miércoles 15 de agosto a las 18:45 horas, cuando
un fuerte terremoto de magnitud 7,9 en la
escala de Ritcher sacudió Perú sembrando
el dolor y el pánico por todo el país. Según
el Instituto Nacional de Defensa, principal
encargado de las labores de rescate, más de
519 personas murieron a consecuencia del
seísmo, 1.366 resultaron heridas y 44.768
han quedado damnificadas. Este informe
preliminar ofrecido no recogía el número
de personas desaparecidas que las autoridades locales cifran en unas cuarenta e
indicaba que no se descartaba un aumento
en el número de fallecidos. Las zonas más
afectadas, que se encuentran en la costa
central de Perú, son Ica, Chincha, Pisco –sólo
en esta provincia ha quedado destruido el
80% de los hogares– Cañete y Limas.
El derrumbe de
viviendas ocasionó
centenares de muertos.
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Arriba: Casa destruida en Pisco, una
de las provincias donde se estima que
el terremoto ocasionó daños materiales en el 70% de las viviendas.
Derecha: Una de las casas afectadas
por el seísmo.
La Orden de San Juan de Dios no podía
permanecer con los brazos cruzados ante
tanto sufrimiento producido por este desastre natural. Al corazón juandediano pronto
se le encendió una luz de emergencia y no
dudó en poner todos sus recursos y esfuerzos
al servicio de las víctimas del seísmo.
Los Hermanos tienen actualmente seis
centros en Perú; una clínica para niños y
adultos en Lima; otra en Arequipa, al sur del
Perú; el Hogar San Juan de Dios de Cusco,
que es un centro de rehabilitación integral;
una clínica en Chiclayo; un centro de reposo
y una clínica en Piura y otra en Iquitos, en
la selva de Perú. Por su situación geográfica,
únicamente las dos primeras se han visto
afectadas por el terremoto y son las que más
están colaborando en las tareas sanitarias y
humanitarias, si bien el resto de centros de
la Orden en el país también está apoyando
a las personas necesitadas.
El terremoto en primera persona // El
Hermano Fermín Toledano, español con
más de 30 años en América y trabajador
de la clínica de San Juan de Dios en Lima,
describe así la angustia con la que vivió
el seísmo: “Aquí en Lima nos dejó a todos
paralizados, pues la clínica se movía y no
nos podíamos mantener en pie. Fueron dos
minutos interminables. Yo me encontraba
en la capilla con el Hno. Teodoro rezando el
rosario, salí corriendo y me fui a la sala de
hospitalización de los niños donde todos gritaban y lloraban. Lo primero que hicimos fue
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poner a salvo a todos los hospitalizados con
la ayuda de las religiosas y nuestro equipo de
enfermeras. Nos quedamos incomunicados
porque los teléfonos no funcionaban, pero
gracias a Dios la luz no se fue. En nuestra
clínica, como es de buena construcción, sólo
hubo grietas en muchos sitios, pero de poca
importancia. Enseguida la televisión empezó
a dar noticias en las que se hacía patente
el pánico que había en toda la ciudad; se
sabía que el epicentro estaba alrededor de
la ciudad de Pisco, a 250 kilómetros de Lima
hacia el sur, pero no sabíamos más. A lo largo
de toda la noche fueron llegando noticias de
que había muchos muertos”.
“La clínica se movía y no nos podíamos
mantener en pie. Fueron dos minutos interminables”
Los Hermanos limeños se pusieron manos
a la obra para ayudar a las víctimas el día
16. En primer lugar limpiaron el centro para
que todo estuviera en orden, pero la preocupación era cada vez mayor. El 50% de las
ciudades de Ica, Cañeta y Chincha estaban
destruidas. En Pisco la cifra ascendía al 70%
y tres iglesias se habían hundido con mucha
gente dentro cuando estaban en misa. En
Ica capital, la Iglesia del Santuario de Luren
también se vino abajo enterrando a numerosas personas.
Cuenta Fermín que los hospitales quedaron totalmente colapsados en las zonas
afectadas. Incluso tuvieron que atender a
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El terremoto dejó sin los servicios
mínimos algunas zonas de Perú.
los enfermos en patios. Mucha gente duerme
en las puertas de lo que ha quedado de sus
casas y se incrementa el riesgo de nuevas
enfermedades, ya que en esta época del
año hay una gran humedad. Rápidamente
contactaron con las autoridades y la clínica
se puso a disposición de los ciudadanos. El
propio alcalde de Lima habló con los Hermanos para trasladar a un niño con múltiples fracturas. Antes de 24 horas el equipo
de especialistas de la clínica le operó con
éxito.
El equipo de Pastoral de la Salud dirigida
por el Padre Antonio, capellán y maestro
de novicios, también reaccionó enseguida,
enviando el día 18 dos camionetas llenas
de alimentos y enseres de primera necesidad hacia la ciudad de Chincha. Entre los
fallecidos de esta localidad a causa del terremoto se encuentra una sobrina del Hermano
Andrés García. La casa de sus padres y la de
sus hermanos han quedado destruidas.
“Yo me fui con el camión de la clínica
y con 4.500 kilos de alimentos, mantas y
colchones hasta la ciudad de Chincha. El
camino lo tuvimos que hacer despacio pues
la carretera estaba muy agrietada y parte de
ella se había hundido. Al llegar a la ciudad,
el alcalde de Lima, que iba también con la
caravana, me hizo responsable del reparto
de todas las donaciones y rodeados por la
policía y el ejército pasamos toda la noche
Chincha y Pisco, las dos zonas más afectadas
por la catástrofe.
También han comenzado a atender a los
familiares de los heridos que permanecen en
el hospital, proporcionándoles alimentos en
los albergues donde están acogidos.
El apoyo internacional que se está recibiendo hace posible, entre otras cosas, estos
envíos. Cualquier ayuda es poca para sacar
adelante a los damnificados del terremoto.
En Arequipa // La clínica de Arequipa, al
igual que la limeña, abrió sus puertas inmediatamente a los heridos. Desde allí se está
Se estima que el seísmo causó 519 muertos,
1.366 heridos y más de 44.000 damnificados
en medio de la oscuridad. Al amanecer daba
pánico ver la ciudad, de 2.500 habitantes,
prácticamente destruida. Nos pusimos a
trabajar al amanecer. Gracias a Dios con
mucho orden empezamos a hacer el reparto
de alimentos, colchones y mantas. Así estuvimos sin parar hasta caer la noche. Agotamos
todo lo que llevábamos. Entre los camiones
iban grandes cisternas de agua y también se
repartieron más de 50 cajas de velas, pilas
y linternas”.
El equipo de Pastoral de la Salud continúa enviando todos los sábados dos camiones repletos de víveres y material de subsistencia para repartir en los alrededores de
gestionando un plan de asistencia médica
a largo plazo en las zonas afectadas. Este
proyecto es coordinado por el equipo de Mensajeros de la Salud. Por ejemplo, en el alberge
que la Orden mantiene en Ica, los Hermanos
organizaron un programa de ayuda psicológica para niños y adolescentes huérfanos
durante los días 8 y 9 de septiembre. Un
equipo de médicos, psicólogos y psiquiatras
han trabajado con los menores huérfanos
dándoles un soporte emocional y afectivo,
y enseñándoles a afrontar su situación sin
miedo y con un poco más de alegría.
Muchas instituciones a nivel mundial
están aportando su granito de arena a la
reconstrucción de Perú. La solidaridad está
rompiendo barreras y desde todos los puntos del planeta se están enviado recursos a
través de las diferentes organizaciones que
trabajan directamente en las zonas afectadas.
Entre otras ONGs, Salud para Todos está
desarrollando proyectos muy bien acogidos para mejorar la calidad de vida de las
personas que se atienden en todos los centros de la Orden en Perú. Sus colaboradores
coordinan con el Hogar Clínica San Juan de
Dios de Lima las diferentes ayudas que los
Hermanos han puesto en marcha para las
víctimas. La cooperación de Salud para Todos
no es sólo de abastecimiento de material,
sino que va más allá.
Entre todos conseguiremos que Perú vuelva a ser el mismo país cálido y acogedor de
siempre. El Hermano Félix Acuña, director
de la clínica de Cusco, resalta la entereza del
pueblo peruano: “Las personas en los lugares
afectados han sentido mucho dolor, pero han
respondido sin desesperación. Ha sido muy
duro”. El Hermano Félix ha visto el estado en
el que ha quedado la costa central del país:
“Cuando pasaba por esos lugares y provincias tenía la impresión de un desastre total.
A cada paso que dábamos era más fuerte la
destrucción: casas totalmente caídas, puentes
destrozados, pistas rotas en diferentes tramos
y, lo peor, las personas viviendo en tiendas y
haciendo olla común para alimentarse entre
muchas familias. Pero yo sé que Perú se recuperará de esto”
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