Es hora de reinvertar el sindicalismo

Transcripción

Es hora de reinvertar el sindicalismo
Es hora de reinventar el sindicalismo
"Vosotros estáis indignados desde hace seis meses, nosotros desde hace 150 años". Esta
frase de un líder ugetista iba a marcar la diferencia entre los dos sindicatos mayoritarios.
El pasado 15 de mayo, un grupo de ciudadanos se movilizó e hizo suya la palabra
indignado. En un primer momento, los sindicatos no tomaron posición.
Sus cimientos se sostenían sobre el mundo del trabajo. Esperaron. Y sólo unos días más
tarde, cuando vieron la repercusión de la voz de los acampados y la fuerza que ellos
mismos habían perdido con la crisis, empezaron a acercarse a ellos.
Comisiones Obreras fue y es el que más en serio se ha tomado la importancia del
movimiento ciudadano. Mientras, UGT, a pesar del prestigio perdido durante la crisis
debido al asentimiento de las políticas socialistas, no ha querido subirse a ese tren.
Desde la organización, argumentan que el sindicato ya recoge los diferentes colectivos
sociales. Hace treinta años fundó UPA para dar cabida a los pequeños agricultores;
desde hace 11 años UPTA defiende a los trabajadores autónomos sin asalariados; y los
jubilados se agrupan en UPJP. Por tanto, no ven necesario aglutinarse bajo el paraguas
del 15-M.
Repensar comisiones
En cambio, Ignacio Fenández Toxo sí que se ha puesto el traje de reconquistador y
empieza a gritar a los cuatro vientos que su sindicato necesita "repensarse".
"Tenemos un nivel de responsabilidad que no teníamos antes", justifica el secretario de
Comunicación de CCOO, Fernando Lezcano. "El mundo de los trabajadores no sólo
abarca a los activos, mucha gente ha perdido su puesto de trabajo", añade.
Ahora toca decidir en qué posición se sitúa la organización. ¿Qué sucede con los
desempleados, con los jubilados y los prejubilados, con los jóvenes que no han
encontrado empleo y sobre todo con todos aquellos trabajadores que no ven la
necesidad de afiliarse a ningún sindicato?
"Es necesario reivindicar el papel de los sindicatos, que buscan ser defensores de
los intereses generales, ante tanta agresión como estamos recibiendo", explicaba
Toxo en un artículo publicado en la Gaceta Sindical de Comisiones Obreras.
En estos treinta años de democracia, España ha cambiado y la labor de los sindicatos se
puede centrar bien en defender que no se abarate el coste de despido o bien en
atrincherarse para que no se toquen los derechos generales de los ciudadanos.
Competencia al 15-M
Toxo ha encontrado la solución a este problema. La labor de un sindicato está en la
defensa de los trabajadores, pero creará una gran plataforma ciudadana para
abrir su campo de actuación. Así lo anunció el pasado 24 de septiembre en un acto
con delegados en el Palacio de Vistalegre. Con esta maniobra, intenta lavar la imagen de
su sindicato en plena sangría de empleo y de merma de afiliación.
Después de tres años de crisis, en la que se ha fraguado una reforma laboral que abarata
el despido, se ha retrasado la edad de jubilación, se ha recortado el sueldo de los
funcionarios y la moderación y los recortes salariales reinan en la esfera privada, CCOO
y UGT tan sólo han llevado a cabo una descafeinada huelga general, celebrada tres
meses después de que el Ejecutivo decretara una reforma laboral. Alegaron "sentido de
la responsabilidad" para no acuciar los efectos de la crisis. Pero muchos de sus
afiliados no comprenden el porqué de esta atonía.
Los problemas de la sociedad no sólo se centran en el empleo. Las hipotecas con su
terrorífico euribor, las subidas de impuestos o el acceso a la vivienda son algunas de las
preocupaciones de los ciudadanos. Estos temores tendrían salida en la plataforma
ciudadana. Y es que CCOO no ha optado por englobarse dentro del 15-M. S
Su objetivo es aprovechar el tono de indignación y hacerse un nicho propio, en el
que pueda difundir su marca. Una marca que hoy por hoy está bastante afectada. Su
complacencia con las actuaciones de Rodríguez Zapatero le ha dejado una huella que
ahora tiene que borrar.
Por supuesto, estos cambios también tienen una lectura interna igual o incluso más
importante. En diciembre de 2012, Ignacio Fernández Toxo cumplirá su mandato. Su
victoria frente al exsecretario general de CCOO, José María Fidalgo, hace cuatro años
no le dejó demasiado margen para acomodarse. Ganó por 512 votos frente a 484. Un
resultado que refleja la división que siempre ha existido y que sigue existiendo en el
sindicato de Marcelino Camacho.
Así que, para que continúe su liderazgo en Fernández de la Hoz (sede central de la
organización), CCOO debe erguirse con una nueva imagen antes del próximo Consejo
Confederal programado para enero de 2013.
¿El sindicato no funciona?
La confederación se ha autoanalizado y ha detectado demasiadas brechas abiertas. Su
líder ha puesto las taras de Comisiones encima de la mesa: "Hay que valorar si nuestro
discurso, nuestra práctica, nuestras estructuras organizativas son las adecuadas...".
La primera premisa y puede que la fundamental es que "un número significativo
de trabajadores no ven la necesidad de afiliarse", señala el secretario general. Son
demasiados los cambios que ha habido en la esfera externa de los sindicatos mientras
éstos se mantenían impasibles. Por ello, Toxo plantea si el modelo representativo actual
es correcto.
La crítica que mejor clarifica la falta de modernidad de los sindicatos es el tablón de
anuncios que todavía se encuentra en muchas empresas. De hecho, el presidente de los
empresarios, Joan Rosell, apostó esta pasada semana por replantear la utilidad de las
horas sindicales dado los medios telemáticos que están presentes hoy en día.
Otra batalla que están perdiendo, por ahora, es su penetración en la sociedad del
conocimiento y sobre todo en la captación de jóvenes: "La gente joven no tiene la
misma cultura que la gente mayor", señala Lezcano, por ello es necesario hacer
ciertos ajustes. La cultura del individualismo se ha extendido mucho y esto dificulta la
extensión del sindicato.
Incluso el secretario general ha renunciado al pastel más goloso: la formación. Y es que
en los últimos tiempos se ha cuestionado mucho si CCOO y UGT imparten buena
formación o tan sólo se financian de ella. Tanto es el desprestigio del que han sido
diana que los sindicatos piden que su función en este ámbito tan sólo sea de gestión
y dejen de impartir cursos.
"¿Esto ha ido en detrimento de la principal función del sindicato? ¿Están en
consonancia los esfuerzos que dedicamos a estos ámbitos y el resultado que de ellos
obtenemos, medidos en afiliados? ¿Están contribuyendo estas actividades a mejorar o
perjudicar el crédito del sindicato? ¿Debemos reequilibrar nuestras actividades,
sabiendo que la actividad fundamental del sindicato es la acción sindical?", se pregunta
Toxo.
Y para trabajar bien en la negociación colectiva también se encuentran con otros frente:
la atomización empresarial. La afiliación en las microempresas es mucho más difícil.
"Nos cuesta mucho más vincularlos al sindicato. Es un trabajo de hormiguita.
Estamos bastante coordinados, pero es necesario que vaya alguien a cada bar a dar
información a los trabajadores", argumenta Lezcano.
Y sobre todo para mejorar la imagen y la calidad de las siglas CCOO, el sindicato
apuesta por examinar mucho más la labor de campo que realizan. "Hay que mirar si hay
alguien que no esté desempeñando bien su función. Todos los que llevan la etiqueta de
Comisiones Obreras tiene que ser gente cualificada".
UGT mira a otro lado
Nada de replanteamientos ni revisiones. En el sindicato de Cándido Méndez continúan
su función como hasta ahora. Los vaivenes del Gobierno han provocado que crezcan los
rumores sobre una caída de afiliación, sin datos objetivos para poder confirmarla.
Miembros ugetistas sí que aseguran la pérdida de afiliados, así como las grandes
disidencias que se han vivido dentro del sindicato más unido de nuestro sistema. La
causa, cómo no, el poco ruido que han hecho a raíz de las reformas y los recortes
salariales.
Con el primer Gobierno socialista, UGT ya sufrió en sus propias carnes el desgaste del
Partido Socialista, asunto que salvó al desvin- cularse del partido. No ha sido hasta la
etapa de Rodríguez Zapatero cuando hemos vuelto a ver a un sindicato comprometido
con las políticas socialistas.
El sindicato de Méndez todavía no tiene que rendir cuentas a sus afiliados. Esto no será
hasta el Consejo Confederal de mediados de 2013. Tiene tiempo para un cambio de
estrategia o tal vez espera recuperar la fe de sus afiliados atrincherándose en las
barricadas por los ajustes que tenga que hacer el PP cuando llegue a Moncloa.

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