Jean Henry Dunant

Transcripción

Jean Henry Dunant
TRANSPORTE SANITARIO Y EMERGENCIAS: UNA MIRADA HISTÓRICA
Jean Henry Dunant
José Ayoze Sánchez Silva
@AWH061
Nombre completo: Jean Henry Dunant.
Año y lugar de nacimiento: 8 de mayo de 1828; Ginebra, Suiza.
Dedicó su vida a: las causas benéficas.
Avance más importante: creación la de Cruz Roja.
Contemporáneo de: Florence Nightingale.
Año y lugar de fallecimiento: 1910; Heiden, Suiza.
Esta es una versión resumida del artículo.
Puede consultarse el artículo completo
en www.zonates.com
H
enry Dunant fue un prestigioso empresario que se encontró cara a cara con el horror de la guerra en uno de
sus viajes comerciales. Esta experiencia le marcó profundamente, tanto que a partir de ese momento dedicó su vida
y su patrimonio a garantizar que las vidas de los soldados no
se perdieran inútilmente en los campos de batalla y que fueran
tratados de forma humana. Este empeño personal dio lugar al
nacimiento de la Cruz Roja y al Convenio de Ginebra.
Jean Henry Dunant nace el 8 de mayo de 1828 en Ginebra,
Suiza, en el seno de una familia protestante muy implicada en
la ayuda a los más desfavorecidos. Su padre se esforzaba en la
ayuda a los huérfanos y a los ex presidiarios, mientras que su
madre cuidaba de enfermos y ayudaba a los pobres. En su juventud realiza con sus padres varias visitas a prisiones y casas
de acogida, lo que le marca profundamente.
Durante su juventud se esfuerza en ayudar a los más desfavorecidos e invierte mucho de su tiempo libre a la ayuda a los
pobres, a los presos y al trabajo con personas desfavorecidas
en general. En 1850 entra como aprendiz en un banco de Ginebra, en el que trabajará dos años.
En 1852 funda la división en Ginebra de la Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes (YMCA, en sus siglas en inglés, una
de las ONG internacionales más antiguas), y en 1853 se le encomienda la dirección de un territorio francés en el norte de
África, la Colonia de Setif, en Argelia, actividad que lleva a cabo
con mucho éxito. De este periodo, Dunant escribe un libro titulado Regencia en Túnez, publicado en 1858. Este año comienza
su andadura como empresario en el cultivo y comercio de trigo,
por lo que necesita construir un molino en la colonia. Para ello
crea la compañía llamada “Compañía financiera e industrial de
los Molinos de Mons-Djémila”. Henry Dunant encuentra bastantes trabas burocráticas, de las cuales la más importante es
la inoperancia de las autoridades, por lo que Dunant decide
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presentarse ante el mismísimo Napoleón III y pedirle que le
ayude con este problema.
Dunant viaja a Italia, a la localidad de Solferino, en busca de
Napoleón III, y llega justo el día en que se produce la famosa
batalla que lleva el nombre de esta localidad, el 24 de junio de
1859. Tal y como relata en el libro que escribe después de la experiencia vivida, Recuerdos de Solferino, se trata de una batalla
que se produce en el contexto de la unificación de Italia. El choque tiene lugar entre el ejército francés y el ejército de Cerdeña
por un lado, con 150.000 soldados y 400 piezas de artillería, y el
ejército austríaco por el otro lado, con 170.000 soldados y 500
piezas de artillería. La crudeza del combate impresiona a Dunant, que describe cómo la caballería francesa carga a campo
abierto sobre los muertos y heridos de los combates previos.
El resultado de la batalla es la victoria del ejército francés y
la rendición del ejército austríaco, con un total de 5.500 muertos, más de 22.500 heridos y 11.500 prisioneros o desaparecidos en combate, si sumamos las cifras de ambos bandos. Estos
heridos permanecían en el campo de batalla sin que nadie hiciera nada por ellos.
Dunant, al llegar a Solferino y observar la sangrienta batalla,
en lugar de ir a ver a Napoleón III decide desplazarse al pueblo
cercano de Castiglioni del Stiviere e inicia la organización de la
población, sobre todo de las mujeres, para salvar al mayor número posible de soldados heridos. Pone de su propio dinero para
comprar alimentos, tiendas para levantar hospitales de campaña
y útiles sanitarios. También dio instrucciones al grupo de mujeres para que recogieran y atendieran a los soldados sin tener en
consideración el bando al que pertenecían, bajo el lema “Todos
somos hermanos (Tutti fratelli)”. Todo este trabajo dura tres días
y tres noches. Posteriormente negocia la liberación de los médicos y cirujanos austríacos que habían sido capturados por el
ejército francés para que pudieran colaborar en la atención de
los soldados retirados del campo de batalla. En palabras del propio Dunant: “Insuficiencia de ayudas de enfermeros y médicos.
De cuarto en cuarto de hora llegan los convoyes, todas las personas están amontonadas; todos están mezclados: franceses,
árabes, alemanes […] es una angustia. Dunant regresa a Ginebra
a mediados de julio y escribe Recuerdos de Solferino, que publi-
Jean Henry Dunant
ca en 1862. En el libro, Dunant no solo hace una descripción de
la batalla y de los trabajos para auxiliar a los heridos de ambos
bandos, sino que postula una de esas ideas que son capaces
de cambiar el mundo: “¿No se podrían fundar en tiempo de paz
sociedades voluntarias de socorro compuestas de abnegados
voluntarios altamente cualificados cuya finalidad sea prestar o
hacer que se preste, en tiempo de guerra, asistencia a los heridos?” Hace llegar copias a políticos, militares y gente influyente
de toda Europa; el libro se convierte en un rotundo éxito, tanto
que el propio Dunant se ve sobrepasado por la fama que le llega
de pronto. El libro marca el pistoletazo de salida de la creación de
la Cruz Roja, que cataliza los esfuerzos de multitud de personas
de buena voluntad a lo largo de todo el mundo.
En vista del éxito obtenido por su libro, Dunant inicia una
serie de viajes por todo el continente promoviendo sus ideas,
que calan especialmente en el gobierno suizo, y en la Sociedad
de Ginebra para el Bienestar Público a través de su presidente,
el jurista Gustave Moynier. En la reunión que tuvo lugar el 9
de febrero de 1863 se examina la propuesta de Dunant, por lo
que crean un comité de cinco personas, una de ellas el propio
Dunant, para valorar la viabilidad de llevar a cabo las ideas expuestas en el libro.. El nombre del comité no puede ser más
esperanzador: Comité Internacional de Socorros a los Militares
Heridos. La primera vez que se reúne el comité es el 17 de febrero de 1863, e históricamente se considera que es la fecha
de la fundación oficial del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Dunant ve aumentada su fama y es recibido en casi todas
las cortes europeas por jefes de estado, reyes y príncipes. En
estas reuniones se esfuerza por hacer avanzar los ideales del
comité y el resultado es que, gracias a su trabajo, se llega a un
acuerdo internacional extremadamente importante y que aún
hoy está vigente. Se trata del Tratado de Ginebra, que nace de
una conferencia diplomática que es apadrinada por el estado
suizo. Este primer Tratado de Ginebra lo firman doce naciones y
acuerdan los siguientes puntos:
1.La inmunidad de captura y destrucción de todos los centros
para el tratamiento de soldados heridos y enfermos.
2.La recepción y el tratamiento imparcial de todos los combatientes.
3.La protección de los civiles que prestan ayuda a los heridos.
4.El reconocimiento del símbolo de la Cruz Roja como medio de
identificación de personas y equipos cubiertos por el acuerdo.
5.La promoción internacional de sociedades de socorro.
La Cruz Roja sobre fondo blanco nace de una de las reuniones
preparatorias, que tiene lugar el 28 de octubre de 1863. La idea que
surge de esta reunión es invertir los colores de la bandera Suiza.
Desde un primer momento hubo luchas internas en el comité
entre Dunant y el general Moyner, hombre muy pragmático y que
no comprendía muchas de las disposiciones que protegían a los
cuidadores de los soldados, mientras que Dunant deseaba hacer
extensible la protección a todo aquel que se encontrara bajo la
bandera de la Cruz Roja. Moyner atacó a Dunant en las reuniones para obtener el control del comité y fue relegándolo de sus
funciones hasta que en la conferencia diplomática del Tratado
de Ginebra, Dunant tan solo pudo encargarse del alojamiento de
los diplomáticos, aunque aún ostentaba el cargo de secretario.
A pesar de sus problemas en el comité, esta es una época
muy lúcida para Dunant, en la que introduce o postula una gran
cantidad de ideas revolucionarias para la época. Por citar solo
algún ejemplo: Dunant pronuncia discursos y escribe varios artículos en contra de la esclavitud en Norteamérica, situándose
ideológicamente en el lado unionista. También postula la idea de
la creación de una biblioteca mundial, junto con un italiano llamado Max García. Esta idea sería retomada casi un siglo después
por la Unesco. La creación del Estado de Israel fue otra de las
ideas en las que se empeñó, idea que fraguaría en 1948. Otra de
las geniales ideas de Dunant y que ha llegado intacta hasta nuestros días es la placa identificativa que todo soldado lleva al cuello,
introducida en la Guerra Franco-Prusiana de 1870, que permite
identificar el cuerpo del soldado muerto para poder así devolverlo a su país y poder entregárselo a su familia; hasta esa época,
el número de cuerpos sin identificar era extremadamente alto.
La última vez que se le ve en un acto público es la inauguración de un congreso en Londres sobre la abolición de la trata de negros y el comercio de esclavos. Después de la Guerra
Franco-Prusiana y la fundación de la Tercera República Francesa
en 1871, Dunant cae en una situación de retraimiento social que
le acompañará hasta su muerte. Entre los años 1875 y 1886 inicia
una vida miserable y se sabe muy poco de este periodo. Su nombre cae en el olvido y termina este periodo de su vida en la pequeña aldea suiza de Heiden, vive en un hospicio y está enfermo.
Un día, un periodista llamado Georg Baumberger, se tropieza
con Dunant en un paseo y mantienen una animada conversación sobre su pasado. Esta conversación dará lugar a un artículo
que se publica un mes más tarde. El artículo titulado “Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja” es reproducido por multitud
de publicaciones de todo el continente. De pronto, gracias a la
publicidad aportada por el periodista, Dunant es honrado de
nuevo. Recibe el premio suizo Binet-Fendt. La Emperatriz Maria Fedorowna le obsequia una pensión anual de 4.000 francos,
y el Comité Dunant de Stuttgart le premia con 25.000 francos.
Gracias a los apoyos recibidos, Dunant vuelve a la vida pública
escribiendo muchos artículos, en especial en defensa de los derechos de las mujeres.
En 1897, un maestro de Stuttgart llamado Rudolf Müller escribe un libro sobre los orígenes de la Cruz Roja en el que ensalza la figura de Henry Dunant. Cuatro años más tarde, en 1901,
un médico militar noruego llamado Hans Daae, influenciado
por este libro, postula el nombre de Dunant ante el comité que
otorga el recién creado Premio Nobel; en especial, es postulado
para el Nobel de la Paz. “No hay hombre alguno que merezca más este honor, pues fue usted, hace cuarenta años, quien
puso en marcha la organización internacional para el socorro
de los heridos en el campo de batalla. Sin usted, la Cruz Roja, el
supremo logro humanitario del siglo xix probablemente nunca
se hubiera obtenido”, dijo de él el comité del Premio Nobel.
Después de recibir el Nobel de la Paz, Dunant recibiría aún
muchos más premios y reconocimientos por su labor. Murió el
30 de octubre de 1910, a los 82 años de edad, y fue enterrado
en el cementerio de Sihlfeld, en Zúrich.
En su honor, la Cruz Roja creó la Medalla Henry Dunant, la
máxima condecoración de la institución y que es concedida
cada dos años por el Movimiento de la Cruz Roja y la Media
Luna Roja. En su honor, el 8 de mayo, día de su nacimiento, se
conmemora el Día Mundial de la Cruz Roja en todo el mundo.
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