Domingo 33 del tiempo Ordinario -Ciclo A

Transcripción

Domingo 33 del tiempo Ordinario -Ciclo A
Domingo 33 del tiempo Ordinario -Ciclo ANoviembre 16 de 2014
“De nada sirve un pan ganado con dolor, si Dios lo da a sus amigos mientras duermen’’
Salmo 127
“Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne”1
Mateo 25, 14-30
14
»Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a
sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. 15A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y
a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje.16El empleado que recibió las cinco mil monedas
hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. 17Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos
mil.18Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.
19
»Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. 20Primero llegó el
que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole:
_“Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.”
21
El jefe le dijo:
1
San Juan Pablo II
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_“Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y
alégrate conmigo.”
22
Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo:
_ “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.”
23
El jefe le dijo:
_ “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y
alégrate conmigo. 24»Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo
sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció.
25
Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.”
26
El jefe le contestó:
_“Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no
esparcí, 27deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.”
28
Y dijo a los que estaban allí:
_“Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil.
29
Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 30Y
a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.”
Algunas preguntas para una lectura atenta:
¿A dónde estaba a punto de irse el hombre? ¿A quienes llamó para encargarlos de su dinero? Qué hizo el empleado
que recibió las 5 mil monedas? ¿Qué hizo el que recibió 2 mil? ¿Qué le contestó el empleado encargado de las mil
monedas, cuando su señor le pidió cuentas?¿ Qué mandó hacer el señor con él?
Algunas pistas para comprender el texto
Padre Gustavo Sosa2
La Lectio de hoy nos centra en los frutos que deberemos ofrecer al Señor cuando Él vuelva. Estos frutos manifestarán
al Señor nuestra responsabilidad en la vida de fe, en nuestro ser discípulos de Cristo, que se sienten responsables del
Reino de Jesús y que lo hacen crecer con sus obras y esfuerzos cotidianos. Ese Reino es el gran regalo (talento,
monedas) que el señor nos ha dejado y del cual nos debemos sentir responsables, aunque el entorno nos lleve a vivir
dormidos, en las tinieblas.
La “parábola de los talentos”, como habitualmente la conocemos, nos marca la tentación en la cual podemos caer, de
acomodarnos y no producir frutos con los bienes que el señor nos ha confiado. Dios siempre está dispuesto a darnos
con abundancia, de acuerdo a nuestras capacidades, pero el egoísmo y la pereza de cada día nos llevan a la
irresponsabilidad de perder lo poco o mucho que hemos recibido y el peligro de perdernos a nosotros mismos.
No podemos dejar pasar el hecho de que el señor de la parábola es alguien que confía “por un tiempo” sus bienes a
los servidores. Y la confianza es por una cantidad limitada, de acuerdo a la capacidad de administración de cada uno.
Debemos resaltar que la tarea que asumen los servidores, es también “por un tiempo”, hasta que su señor vuelva. Pero
la reacción de los empleados es distinta. Los que reciben diez y cinco talentos, saben que su señor es exigente y les
pedirá cuentas y por eso se comportan de manera responsable haciendo producir el doble de lo recibido. En cambio,
2
Sacerdote argentino, responsable de la animación bíblica de la pastoral en Guatemala año 2008
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el siervo haragán y perezoso trata de justificar en el miedo que le tiene a su señor, la irresponsabilidad de haber
enterrado el único talento que le fue dado.
Es interesante ver que el señor no pide cantidades, sino que evalúa y juzga de acuerdo a la actitud que han tenido los
servidores. Él se conforma con lo que han hecho producir; lo que no acepta es la forma temerosa y cómoda, de autojustificación, que el servidor malo ha tenido, y cuya falta de responsabilidad lo deja fuera de la participación de los
bienes de su señor. Dios no excluye a nadie de su Reino, nos excluimos nosotros mismos con nuestra pereza e
irresponsabilidad.
En varias ocasiones, muchos de nosotros dudamos de las habilidades, y fortalezas que tenemos para hacer diferentes
cosas en la vida. Interpretar algún instrumento, tener la aptitud para hacer hermosos dibujos, o tal vez una gran
habilidad para dar buenos consejos. En este Evangelio, Dios nos recuerda la importancia de reconocer esos bellos
talentos que Él nos ha dado, porque a través de ellos podemos hacer que muchísimos más jóvenes puedan conocerle,
servirle y amarle. Casi que es un compromiso que adquirimos por amor, de utilizar los regalos que Él nos ha dado para
el ponerlos al servicio de quienes más lo necesitan.
El Papa Francisco nos invita a reflexionar acerca de este tema, en las palabras de la audiencia General que concedió
en la plaza de San Pedro el 24 de abril de 2013.
“La parábola de los talentos, nos hace reflexionar sobre la relación entre cómo empleamos los dones recibidos de Dios
y su retorno, cuando nos preguntará cómo los hemos utilizado (cf. Mt 25, 14-30). Un cristiano que se cierra en sí
mismo, que oculta todo lo que el Señor le ha dado ¡no es cristiano! ¡Es un cristiano que no agradece a Dios todo lo que
le ha dado! Esto nos dice que la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción —nosotros estamos en el
tiempo de la acción—, el tiempo de hacer rendir los dones de Dios no para nosotros mismos, sino para Él, para la
Iglesia, para los demás; el tiempo en el cual buscar siempre hacer que crezca el bien en el mundo. Y en particular hoy,
en este período de crisis, es importante no cerrarse en uno mismo, enterrando el propio talento, las propias riquezas
espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, estar atentos al
otro. ¿Han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No
entierren los talentos! Apuesten a ideales grandes, esos ideales que ensanchan el corazón, los ideales de servicio que
harán fecundos sus talentos. La vida no se nos da para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino
que se nos da para que la donemos. Queridos jóvenes, ¡tengan un ánimo grande! ¡No tengan miedo de soñar cosas
grandes!”
Ahora preguntémonos:
¿Reconozco con claridad los talentos que Dios me ha dado? ¿He ayudado a otras personas con las fortalezas que
tengo? ¿Alguna vez he sido egoísta con mis habilidades? ¿He tenido miedo de usar los dones que Dios me ha
regalado? ¿He multiplicado estos dones?
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Amigo Jesús:
Concédenos tu ayuda para
entregarnos fielmente a tu servicio,
porque sólo en el cumplimiento de tu voluntad
podremos encontrar la felicidad verdadera.3
Señor: Tú eres la fuente de todos mis talentos. Me entrego a ti.
En un momento de oración pediré al Espíritu Santo que me haga saber los dones que el Señor me ha regalado, y, una
vez los descubra, buscaré la oportunidad y los pondré al servicio de alguien que los necesite.
Que ninguno diga: Tengo sólo un talento, no puedo lograr nada. También con un solo talento puedes hacer
cosas grandes y de mucho mérito.
Santa Teresita de Liseux
3
Oración Colecta de la Eucaristía del domingo 16 de noviembre
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