69 Yayoi Kusama Arte Contemporáneo para todos.

Transcripción

69 Yayoi Kusama Arte Contemporáneo para todos.
Retrato Yayoi Kusama, 2011. © Yayoi Kusama.
y
LA AR T I S T A P R E S E NT Ó O BS E S I Ó N INFINIT A E N E L M A L B A
AYOI KUSAMA:
ARTE CONTEMPORÁNEO PARA TODOS
A lo largo de la nota, el columnista de Adlatina repasa
las razones que hicieron de esta muestra un evento de público
masivo. La exposición Obsesión infinita incluye las series más
importantes de sus casi seis décadas de producción.
Por Martín Bonadeo / Imágenes gentileza de Yayoi Kusama y MalBA
E
n esta tarde de frío crudo en Buenos
Aires y bajo un cielo azul puro sin ninguna
nube, se forma una cola de más de una
cuadra. No se trata de un espectáculo
infantil. Dos chicas de unos 16 años
vienen caminando por Salguero, cuando
llegan a Figueroa Alcorta y ven esta fila
humana que serpentea entre los árboles
de toda la cuadra que están “enfundados” con una tela roja con grandes lunares blancos. Se sorprenden al ver que sale
del MalBA. “Te dije que la muestra de la
japonesa era buena”, le dice una a la otra
y, acostumbradas a acampar en la calle
para sacar entradas de bandas como One
Direction, se suman a la lenta procesión.
Un economista amigo mío suele hablar
de las colas como el éxito de la escasez.
La sensación de esperar entre los árboles
y la fachada del museo intervenida con
lunares hace más amena la espera y va
preparando el espíritu de los asistentes
para ver la muestra más concurrida de los
últimos tiempos. Los invito a recorrer el
extraño mundo de Yayoi Kusama.
ARTE MASIVO
Una de las cosas que más me impactan
de la muestra de Kusama es el éxito
que tiene. No veía tanta gente en un
espacio de arte en la Argentina desde la
retrospectiva de León Ferrari en 2004
-mientras estaba escribiendo esta nota,
León falleció a los 92 años de edad-.
La situación es muy distinta. En aquel
momento, la intriga de la gente se produjo a partir de la censura por parte de
la Iglesia Católica. Recuerdo que hasta mi
abuela, que no suele frecuentar espacios
de arte contemporáneo, fue al Centro
Cultural Recoleta para ver quién estaba
“faltando al respeto” de su religión. El
Caso Ferrari fue tan complejo que terminó
transformándose en un libro de más de
500 páginas estudiando la relación entre
arte, censura y libertad de expresión,
pero sobre todo en el éxito de audiencia
de una muestra de arte.
Si bien el caso Kusama es muy distinto,
aparece la cuestión del arte contemporáneo como evento de público masivo.
La pregunta que me voy a hacer en estas
páginas es ¿por qué es tan atractiva esta
muestra? ¿Cuál es el imán para que todo
el mundo quiera visitar un museo? A continuación algunas de mis hipótesis.
TAN SINTÉTICA COMO LA BANDERA DE JAPÓN
De chico pasaba horas viendo un atlas de
hojas muy grandes y un poco amarillentas
que había en casa -una antigüedad en
tiempos de Google Earth- y solía quedarme atrapado en las dos últimas páginas
que tenían las banderas de todos los
países del mundo. Entre tantos colores
y formas, la más sintética y pregnante
sin lugar a dudas era la de Japón. Fue
una de las primeras que memoricé: un
círculo rojo sobre un fondo blanco. El
sol naciente, pero también un punto, la
unidad gráfica más simple, la perfección,
una esfera. Uno puede proyectar tantos
significados y sentidos sobre un círculo
rojo que sería inagotable la descripción.
Como conté anteriormente, el exterior
de MalBA tiene todos los árboles cubier-
tos por una tela roja a lunares blancos
que llegan hasta los tres metros de
altura. Es la bandera de Japón invertida.
Tiene la misma simplicidad, pero está
entramada. Esta primera intervención
urbana es disfrutada por la gente que
circula en los cientos de miles de
autos que pasan a diario por Figueroa
Alcorta volviendo del centro. Me imagino que es una puerta de entrada y
recordatorio muy importante para que
nadie olvide darse una vuelta por las
salas de MalBA y ver cómo continúa
la historia. Si prestan un poco más
de atención pueden ver que todo el
vidrio de la fachada del museo también
se encuentra intervenido con lunares
rojos. Hay algo especial sucediendo
dentro de este edificio y se presenta
a los transeúntes no acostumbrados a
ver arte como algo bastante accesible:
son puntos. No hay figuración, no
parece una obra “difícil” y tiene algo
del mundo de lo que aprendieron el
marketing y las marcas del arte en la
escuela de la Bahaus: síntesis y prestancia. Esta es primera clave del éxito
según mi punto de vista.
LOS QUE NO PASAN POR LA PUERTA
TAMBIÉN SE ACERCAN
No alcanza con dos obras atractivas
generosamente compartidas al público
para garantizar la afluencia de público.
La mística que gira alrededor de esta
artista -que en este momento tiene 6
muestras exitosas en distintos lugares
del mundo en paralelo- ayudan. Y
9
1.Tapa del Daily News, 1969, con
la performance de Yayoi Kusama Grand Orgy to
Awaken the Dead at the Museum of Modern Art,
2. Yayoi Kusama. Airmail - Accumulation,
1963. © Yayoi Kusama.jpg
3. Yayoi Kusama, Anti-War Happening Brooklyn
Bridge, NY, 1968. © Yayoi Kusama
4. Yayoi Kusama. Anatomic Explosion happening
at the statue of Alice in Wonderland, Central
Park, New York, 1968. © Yayoi Kus
5. Yayoi Kusama. Broken Heart, 2012.
© Yayoi Kusama
6. Yayoi Kusama. Self-Obliteration,
1967. © Yayoi Kusama
7. Yayoi Kusama. I’m Here, But Nothing,
2000-2013. © Yayoi Kusama
Yayoi Kusama. Untitled (Chair), 1963.
© Yayoi Kusama.
de qué se trata: una nota de Mercedes
Pérez Bergliafa en Clarín se titula “Yayoi
Kusama: hago mis obras para sobrevivir al
dolor, al deseo de muerte”…”una delicada locura” y “loca como tu madre” fueron otros de los títulos de la enorme cantidad de reseñas de prensa que se están
escribiendo. Y parece que hay algo del
morbo que está dentro de la clave de la
masificación. Cuando ocurre un accidente
o pasamos cerca de un moribundo, nos
sentimos atraídos por una fuerza que nos
supera. Los noticieros saben bien cómo
manejar este recurso para mantener a su
audiencia pegada a la pantalla. Una parte
de ese tipo de estrategias opera a la
perfección en esta muestra: una persona
que se encarga de decir a voces que si
no hace arte se suicidaría hace que todos
queramos ver qué es lo que mantiene
viva a Yayoi. Esta podría ser una segunda
explicación, pero tampoco es suficiente.
EL EFECTO REDES SOCIALES
Yayoi Kusama. Untitled, 1952. © Yayoi Kusama.jpg
Son muchos los que se sacan fotos con
los árboles intervenidos y las suben a
las redes sociales, pero también en el
interior del museo hay varias instalaciones que dan muy bien en cámara. En el
mundo de Instagram y Facebook, todos
quieren tener fotos en entornos atractivos a cambio de que sus amigos les den
un like. Este fenómeno está generando
colas en los museos de todo el mundo.
En este sentido, la muestra se acerca a
la estrategia que siguen líderes como la
TATE, el MoMA y muchas bienales que
consiste en invertir en instalaciones que
produzcan buenas fotos. El arte inversivo
que tuvo por nuestras latitudes pioneros como los artistas del Di Tella en la
Argentina, Helio Oiticica en Brasil y Jesús
Soto en Venezuela, hoy es una garantía
mucho más sólida que una pintura a la
hora de atraer público. Si bien algunos lo
hacen, son pocos los que se sacan fotos
frente a un cuadro o una escultura y casi
nadie puede evitar el impulso de sacar el
celular y fotografiarse dentro de una de
las instalaciones de Kusama. Una de ellas
consiste en un cubo de espejos en el
que se entra de a pocos y se cierra. Uno
queda encerrado en uno de los obsesivos
mundos propuestos por la artista: una
con todo el piso cubierto de unos falos
de tela blanca con puntos rojos que se
reproduce al infinito en el juego que producen los espejos. Para cualquiera que no
conozca la obra y ve la foto, es fácil de
relacionar con los árboles del exterior. El
deseo por visitar la muestra crece. No
es la única instalación en la que la gente
se fotografía; también lo hacen en Infinity
Mirrored Room – Filled with the Brilliance
of Life -Sala de espejos del infinito. Plena
del brillo de la vida, 2011-, otra sala
con espejos, agua en el suelo y lucecitas
flotantes que cambian su color y en I’m
Here, but Nothing -Estoy aquí, pero nada,
2000-2013-, una sala con luz negra y puntos de colores flúo que cubren con una
estricta grilla todos los elementos de la
habitación. La pieza que se destaca como
hit en cuanto al atractivo para los adictos
a las redes es The Obliteration Room -La
habitación del borramiento, 2002-2013-,
una sala toda pintada de blanco, con sillas,
lámparas y todo su contenido del mismo
color en la que se propone una interacción que consiste en jugar a ser artista: a
todos los visitantes les dan una plancha
de stickers circulares de distintos tamaños y colores vivos para romper con el
blanco. En Youtube se pueden ver vídeos
tipo time lapse, en los que se ve cómo la
gente llena los espacios con estos círculos. El espectador protagonista, también
es invitado a poner su toque personal
en las salas y extiende el gesto de pegar
círculos en su ropa -con la que luego
Yayoi Kusama. Airmail - Accumulation, 1963. © Yayoi Kusama.jpg
1
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1.Yayoi Kusama. Phallic Shoe, c.1968.
© Yayoi Kusama.
2. Yayoi Kusama. Infinity Mirror Room - Phalli’s
Field, 1965-2013. © Yayoi Kusama
3. Yayoi Kusama. Interminable Net No. 2, 1959. ©
Yayoi Kusama.
4. Yayoi Kusama. The Obliteration Room, 2010.
[Vista antes de la intervención del público] ©
Yayoi Kusama.
5/6/7.Yayoi Kusama. Infinity Mirror Room –
Filled with the Brilliance of Life, 2011. [03] ©
Yayoi Kusama.
circula por la ciudad-, en su piel y en el
mobiliario urbano que rodea el museo. La
participación de la gente en la creación y
difusión de la muestra puede ser un eje
central que hace que la muestra funcione.
LOS DETRACTORES COLABORAN CON EL ÉXITO
Para que Superman exista, necesita de
Lex Luthor. Esta fórmula que es tan vieja
como funcional, también se puede aplicar
en el mundo del arte. Tal vez por la simpleza de la obra, por sus aspectos “pop”
-arte popular que puede ser entendido
fácilmente por las masas contrapuesto a
un arte más erudito que deja afuera a la
gente común- o simplemente porque el
éxito ajeno produce envidia en los pares,
están los artistas y gente del mundo del
arte que se presentan como enemigos. Y,
volviendo al punto anterior, tuitean frases
denigrando la exhibición de la japonesa
esperando desprestigiar y no hacen más
que continuar construyendo su éxito.
Kusama produce fanatismo y como consecuencia tiene gente que la ama y gente
que la odia. Todos hablan bien o mal,
pero de ella. En idioma Quijote/vedetero
podríamos decir: “Ladran Sancho, señal
que cabalgamos”. Y esa podría ser la
cuarta razón para el éxito.
¿QUIÉN ES YAYOI KUSAMA?
Me extendí analizando el éxito de la
muestra y aún no la presenté. Yayoi
nació en una familia de clase media alta
de Matsumoto, Japón en el año 1929. Sus
padres eran comerciantes y ella comenzó
a experimentar con el arte a los diez
años de edad. Tras estudiar los estilos
típicos del Japón, Kusama recibió fuertes
influencias de las vanguardias occidentales. Esta tendencia se consolidó en en
Yayoi Kusama. The Obliteration Room, 2010. [Vista después de la intervención del público]© Yayoi Kusama.jpg
1
13
Tapa catálogo. Yayoi Kusama. Obsesión infinita.
1957 cuando decide mudarse a Nueva
York -en el momento en el que el arte
estaba mudando su centro de París a la
gran manzana-. En esta ciudad era muy
fuerte el crecimiento del expresionismo
abstracto en la pintura y luego de géneros más experimentales como las instalaciones y performances. Unos años más
adelante Kusama encuentra su lugar en la
estética del Pop Art compartiendo escena con grandes como Andy Warhol y
George Segal. Luego aprender mucho, en
1973, vuelve a Japón en un estado mental
delicado. Desde 1977 vive en un hospital
psiquiátrico que queda cerca de su estudio en el que trabaja todos los días.
LAS OBRAS EXPUESTAS
Retrato Yayoi Kusama, 2011. © Yayoi Kusama.jpg
Más allá de las intervenciones e instalaciones que describí anteriormente, la exposición Obsesión infinita incluye las series
más importantes de sus casi seis décadas
de producción. Entre los cuadros más clásicos, me llamaron la atención sus Infinity
Nets -Redes infinitas- de los años 50 en
las que teje pacientemente con su pincel
enormes tramas a partir de arcos muy
pequeñas siguiendo patrones rítmicos.
También ocupan un espacio destacado
las Accumulations sculptures -Esculturas
de acumulación-. Lo que menos interés
me produjo son los registros de sus
performances y happenings realizados
en Nueva York en los años 60, ya tienen
poca carga personal y son muy similares a
experiencias realizadas por otros artistas.
Cuando estas acciones incluyen su sello
-los lunares- como en Self-Obliteration
-Autoborramiento- se vuelve a encarrilar con su trayectoria. Existe también
una gran diferencia cualitativa entre sus
pinturas y sus instalaciones recientes.
Mientras su obra pictórica del siglo XXI
se presenta con una mayor distancia del
espectador, las salas con puntos, falos
y espejos, logran meter literalmente al
público adentro de la obra y sentir una
experiencia única. Loca, lunática y a lunares repetidos por cientos.
El montaje de la exhibición curada por
Philip Larratt-Smith -Vice Curador en Jefe
de Malba- y Frances Morris -jefa de colecciones internacionales de Tate Modern,
Londres- es muy preciso en la forma en la
que nos va metiendo en la lógica de la obra
hasta quedar encerrados en sus instalaciones al final del recorrido. Como bonus track
en el piso de abajo se propone el cuarto
blanco para intervenir.
En un ensayo, la artista explica su obsesión:
“El lunar tiene la forma del sol, que es símbolo de la energía del mundo y de nuestra
vida, y tiene también la forma de la luna,
que es la quietud. Los lunares no pueden
estar solos, como sucede con la vida comunicativa de la gente, dos o tres o más lunares llevan al movimiento. Nuestra tierra es
sólo un lunar entre los millones de estrellas
del cosmos. Los lunares son un camino al
infinito. Cuando borramos la naturaleza y
nuestros cuerpos con lunares, nos integramos a la unidad de nuestro entorno. Nos
volvemos parte de la eternidad”.
PERSISTENCIA RETINEANA
Salgo del museo y el cielo sigue celeste,
sin nubes. Sin embargo, lo veo lleno de
puntos y de colores que, como extrañas
nubes geometrizadas me acompañan por
un par de cuadras, hasta que finalmente
el efecto Kusama se me pasa.
La síntesis, la presencia de obras en la
calle, la prensa inquieta por su locura, las
obras inmersivas e interactivas, la gente
con ganas de compartir experiencias en
las redes sociales y la repetición obsesiva del punto tal vez sean algunas de las
justificaciones para explicar algo que me
alegra mucho: ver un museo en Buenos
Aires lleno de gente. Punto final.

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